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DEARLY DESPISED

¡¡¡Hola!!! Este es el pdf al español versión Taekook de la saga de


Calluvia de Alessandra . Quiero dejar en claro que yo no soy la
autora de este libro, yo solo traduje los primeros capítulos y adapté
este libro al Taekook. Doy todos los créditos correspondientes a la
autora principal y a los traductores de los otros capítulos usados.
Espero disfruten la historia que solo ha sido adaptada y traducida
con fines de entretenimiento. Ustedes ya conocen a la autora
principal Alessandra, y si tienen la posibilidad de apoyarla en sus
proyectos pues háganlo a través de amazon.

Adaptación al Taekook de la Saga de Calluvia- #5 Dearly


Despised

Adaptación sin fines de lucro


EPÍLOGO

Se suponía que no debía querer al enemigo...

Con su familia brutalmente asesinada y su trono robado, el príncipe Taehyung


ha planeado su venganza durante veinte años.

Cuando regresa para reclamar su trono, todo lo que quiere es castigar a los
usurpadores: la mujer que asesinó a su familia y su hijo, Jungkook, que creció
para ser tan hermoso y venenoso como su madre. Sabe que no se puede confiar
en Jungkook, pero parece que Taehyung no puede mantenerse alejado de él. Es
un maldito desastre.

Jungkook nunca pensó que tendría que hacer el papel del villano.

Desafortunadamente, proteger a su madre significa ser parte de su planes para


mantener a Taehyung fuera del trono, lo que solo hace que Taehyung lo desprecie
más.

Pero cuando él y Taehyung se ven envueltos en circunstancias que escapan a


su control, tienen que aprender a tolerarse el uno al otro. Jungkook nunca ha sido
objeto de un odio tan intenso, ni de una pasión tan urgente.

Taehyung lo inquieta y lo hace comportarse como una person acompletamente


diferente, alguien que Jungkook apenas reconoce: alguien desesperado y
desvergonzado.

Él sabe que esta cosa entre ellos es imposible. No tienen un futuro juntos
cuando Taehyung y su madre están decididos a aplastarse el uno al otro. Ama a
su madre, pero su atracción por Taehyung es como una poderosa droga, que lo
consume y lo cambia de formas que no esperaba.

¿Qué hará Jungkook cuando tenga que elegir? ¿Puede el amor ganarle al odio
y al pasado tóxico y desordenado de sus padres?
CAPÍTULO 1

“Tú serás el rey cuando crezcas”

Esas fueron las primeras palabras que su madre le dijo esa mañana.

Jungkook tenía 5 años. Su mente soñolienta no podía entender lo que ella


estaba diciendo.

“Se han ido, cariño” dijo su madre.

Jungkook parpadeó, completamente confundido. ¿Su madre hablaba del rey y


la reina consorte? Ellos habían muerto hace meses.

“Ellos no” dijo su madre con una extraña sonrisa. “Los príncipes. Taehyung y
el pequeño Jiminie fueron secuestrados por los rebeldes” agregó después de un
momento. “Pobres, probablemente ya estén muertos”

Jungkook la miró fijamente.

A pesar de ser un niño, él podía reconocer que su madre no estaba siendo


honesta. Ella estaba contenta que Taehyung y el pequeño Jiminie se hayan ido.

Jungkook no estaba contento, ni molesto. Él sencillamente no los conoció bien.


Taehyung era mucho más grande que él, 10 años, por lo que nunca había jugado
con Jungkook. Jiminie solo tenía 3 años, era prácticamente un bebé por ello
Jungkook y él nunca habían jugado juntos. Además, era un hecho que Jungkook
y su madre eran solo los parientes pobres. Jungkook era técnicamente el siguiente
en la línea de sucesión para el trono después de los príncipes, aunque él venía de
una segunda línea real que descendía de una rama completamente diferente de la
familia principal de la realeza, por lo que podrían o no estar relacionados en lo
absoluto. La Casa de Zaver y la Casa de Lavette habían compartido un ancestro
hace 800 años. De manera que se suponía que Jungkook nunca heredaría el
trono.

Pero él podría, si los príncipes realmente estaban muertos.

Tres meses después, El Consejo de los doces Grandes Clanes declaró que el
príncipe Taehyung y el príncipe Jimin estaban probablemente muertos y por ello
nombraron a Jungkook como presunto heredero. Su madre tenía que ser su
regente hasta que este cumpla 25 años.
En los siguientes días, todos parecían comentarlo. Qué gran tragedia,
exclamaban las personas en voz alta para luego susurrar a la madre de Jungkook,
que buena suerte la de tu hijo, querida.

Suerte. Jungkook supuso que desde un cierto punto de vista esto era
verdaderamente un golpe de suerte. Él, que era un insignificante príncipe de una
segunda línea real pase al estatus de futuro rey. Su madre estaba emocionada y
eso lo hizo sentir un poco extraño. Él amó el gran cuarto de juegos del palacio
real, los caros e increíbles juguetes que el repentinamente tuvo, sin embargo, no
pudo evitar sentirse como si todo eso no era realmente de su madre y de él. Era
como si lo hubieran robado.

Pero al paso de los años, ese sentimiento fue desapareciendo lentamente.

Él era Jungkook’ngh’lavette, el futuro rey del Quinto Gran Clan.

Así fue como lo criaron durante quince años.

Hasta que de repente dejó de serlo.

~*~
Aparentemente el príncipe Taehyung no estaba muerto.

Y estaba regresando al palacio.

“Esto no puede estar sucediendo” Soyoung murmuró entre dientes caminando


de un lado al otro en la sala del trono “Una solución. Tiene que haber una
solución”

Jungkook miró a su madre, una extraña especie de entumecimiento llenó sus


entrañas después de haber escuchado la noticia. “Él es el verdadero rey, madre”
expresó. Se sentía desconcertado. Como si todo su mundo se hubiera puesto patas
arriba. Solo hace unas horas se estaba preparando para su próxima coronación.
Iba a ser el rey cuando cumpliera veinticinco años, el puesto para el que su madre
lo había estado preparando desde los cinco años.

En realidad, él ya era prácticamente el rey, dirigiendo el Gran Clan a través de


su madre, quien era su regente. Pero ahora regresaría a ser solo el pariente pobre.
Nadie.
Fue surrealista.

Soyoung lo fulminó con la mirada. “Deja de decir disparates, Jungkook” dijo


ella. “¡Tú eres el verdadero rey, no él! ¡Él no fue quien hizo de nuestro Gran Clan
el más próspero del planeta!”. Su hermoso rostro se iluminó con sus oscuros ojos
azules tornándose calculadores. “De hecho, podemos usar eso. Nuestra gente te
ama a ti, no a él. Lo único que tiene Taehyung a su favor es su linaje. Por lo que
no será imposible derrocarlo”

“Madre” dijo Jungkook, mirando a su alrededor. Ese tipo de conversación era


peligrosa.

Pero Soyoung lo ignoró y continúo caminando de un lado a otro, murmurando


entre dientes. Jungkook suspiró, observándola girar un mechón de su cabello
mientras pensaba. Él amaba a su madre, realmente lo hacía, pero a veces ella
podía llegar a ser demasiado extrema. No le gustaba verla así. Sabía que ella podía
ser despiadada y calculadora, pero usualmente era por una buena razón. Sin
embargo, esto…él no estaba seguro si esto realmente era una buena razón. A pesar
de que se sentía molesto por el giro que nuevamente había dado su vida,
Jungkook no se sintió con derecho al trono como su madre parecía creerlo.
Taehyung había sido coronado príncipe a los diez años, y ahora ya era mayor de
edad, tenía veintinueve años, casi treinta. Él era el rey legítimo del Quinto Gran
Clan por derecho de sucesión. Jungkook tenía que aceptarlo.

Sería una mentira decir que él no sintió ningún resentimiento o decepción. Él


lo sintió. Claro que lo hizo. Después de prepararse para el rol por quince años y
dirigir correctamente en Clan por los último cuatro años, él se sintió… robado.
Completamente engañado. Como si su vida repentinamente no tuviera sentido o
propósito. Si él no era el futuro rey. Entonces, ¿qué era? Ese título había sido
parte de su identidad toda su vida. De modo que sí, él estaba molesto y
decepcionado. Pero eso no era nada comparado con la intensa rabia que emanaba
su madre.

“Madre, cálmate” dijo Jungkook. “No hay nada que podamos hacer. Si
Taehyung realmente está vivo, solo queda renunciar cortésmente. El trono es
suyo por derecho”
“Tú no lo entiendes” dijo ella bruscamente, una agitación saliendo de Soyoung
en oleadas. “Después de todo lo que he hecho, él no puede regresar y tomarlo todo
de vuelta”

Jungkook frunció el ceño. “¿A…A qué te refieres?”

Ella no dijo nada, convirtiendo su expresión imposible de leer.

Jungkook siempre había envidiado esa habilidad. Él se parecía demasiado a su


madre, heredando su cabello violeta, piel pálida y sus oscuros ojos azules, sin
embargo, no había heredado su habilidad de ocultar perfectamente sus
pensamientos cuando ella lo quería”

“Me refiero a que he puesto mucho esfuerzo en convertirte en el mejor rey para
este país” dijo ella.” Veinte años perdidos. No, me rehúso a aceptarlo y quedarme
con los brazos cruzados”.

Jungkook sintió una punzada de lástima por ella. La noticia probablemente


había sido un golpe más grande para su madre que para él. Ella siempre había
querido mirarlo en el trono; se había dedicado mucho en eso, ella se había
dedicado mucho en él. Jungkook sabía todo lo que su madre había hecho por él.
A pesar de su belleza poco común, ella no se había vuelto a casar después de
enviudar, aunque nunca le faltaron admiradores. Ella había ignorado a
numerosos extranjeros y viudos calluvianos que la habían cortejado por años,
usando todo su tiempo en su único hijo, enseñándole sobre política e idiomas y
contratando a los mejores profesores en áreas que ella no estaba calificada para
enseñar. Jungkook sabía la suerte que tenía por tener una madre que lo apoyaba.
En la mayoría de las familias reales, los padres no estaban involucrados en la
educación y crianza de sus hijos. Él tenía la mejor madre del mundo. Es más,
estaba más molesto de todo esto por ella que por él.

“Madre” dijo Jungkook en un tono apaciguante, poniéndose de pie y tomando


sus delicadas manos entre las suyas. “Sé que estás molesta, pero por favor ten
cuidado con lo que dices. Las personas pueden llegar a escucharte y
malinterpretarte.”
Soyoung le dió una larga mirada, mostrando una fría y calculadora expresión.
“¿Mal interpretarme? No hay ninguna malinterpretación, Jungkook. No miraré a
nadie, salvo a mi hijo en el trono de este país. Fin del asunto.

Jungkook la miró y ella le devolvió la mirada también.

Una preocupación surgió en la boca de su estómago. Mirándola, Jungkook no


pudo rechazar el pensamiento que había estado surgiendo de vez en cuando. El
pensamiento de que ella había tenido algo que ver con la desaparición de los
príncipes.

“No me mires de esa manera”, dijo ella después de un largo y denso silencio.
“Hice lo que tenía que hacer”.

Jungkook cubrió sus ojos con sus manos y sacudió su cabeza, no podía creer lo
que estaba escuchando. Él no era ingenuo. Tampoco era tontamente idealista.
Sabía que a veces era necesario ser cruel en la política. Pero hacerle algo a unos
niños….el trazó una línea con eso.

“No puedo creerte”, susurró con dureza. “Ellos solo eran unos niños, el
príncipe más pequeño solo tenía tres años”

Soyoung suspiró. “Lo sé”, dijo con voz vacilante para después ponerla firme de
nuevo. “No estoy orgullosa de eso. Pero lo hecho, hecho está. Ahora tenemos que
lidiar con las consecuencias. Taehyung probablemente sospecha que estoy detrás
del atentado de asesinato de él y de su hermano”.

Jungkook sacudió su cabeza, no podía creer lo frívola que estaba siendo. “¡Tres
años madre, eres culpable de la muerte de un niño pequeño!”.

“Si, tuve que tomar algunas decisiones difíciles, pero todo lo hice por ti”

Jungkook se quedó boquiabierto. “No puedes usar simplemente eso como


excusa”

“Eres un mal agradecido, chico tonto” siseó, con sus ojos brillantes por las
lágrimas. “¿Recuerdas la manera en que éramos tratados antes? Como unos
parientes pobres, apenas tolerados por el bien de las apariencias. Nos
menospreciaron, se burlaron de nosotros, la reina consorte me odiaba y también
te odiaba por ser mi hijo.

Jungkook frunció el ceño. Lo recordaba. Incluso cuando era niño, no fue difícil
perderse la aversión que emanaba la reina consorte hacia su madre. Nunca supo
la razón, no le había interesado mucho de niño y la reina consorte ya estaba
muerta para el momento que tuvo curiosidad sobre las cosas de adultos. Solo
sabía que su madre había crecido junto con el último rey después de que Soyoung
haya sido adoptada por la Casa de Zaver al perder a sus padres.

“¿Por qué?” dijo él. “¿Por qué ella te odiaba?”.

Soyoung frunció los labios y se tomó un momento para responder. “Emyr, el


rey estaba obsesionado conmigo. La reina consorte estaba loca de celos, aunque
la obsesión de su marido no era culpa mía. Ciertamente yo no lo alenté”.

Las cejas de Jungkook se juntaron. Ahora que lo pensaba, recordó vagamente


haber visto a su madre y al rey Emyr discutir acaloradamente; una vez lo había
visto agarrar el brazo de Soyoung negándose a soltarla cuando Jungkook caminó
hacia la habitación. Como niño pequeño, no le había dado mucha importancia a
eso, pero ahora como adulto…no podía creer no haber podido atar los cabos hasta
ahora.

Entonces “¿el vínculo con la reina consorte era defectuoso?”, dijo Jungkook,
refiriéndose al hecho de que los compañeros de vínculo no podían sentir atracción
por alguien más que no sea su propia pareja.

Soyoung encogió sus hombros, con un rostro extremadamente en blanco que


le dio a entender a Jungkook que ella estaba ocultando una fuerte emoción. “Su
telepatía se volvió defectuosa después de haber caído de un zywern y haber
golpeado su cabeza cuando era niño” dijo ella con voz monótona. “Todos sus lazos
telepáticos fueron débiles, incluido el de su matrimonio. Nunca se preocupó por
su prometida y pasó toda su juventud persiguiéndome, aún cuando yo estaba
comprometida con tu padre y me casé con él”, sus labios se adelgazaron. “El rey
lo mató, lo recuerdas”.
Jungkook susurró, “¿Qué?”

“Fue Emyr quién mató a tu padre, no los asaltantes. Emyr lo odiaba, odiaba a
tu padre por haber tocado lo que él consideraba suyo”.

¿Lo que él consideraba suyo?

Jungkook se quedó helado. “Madre, ¿El rey Emyr, te obligó…?

Evitando sus ojos, Soyoung se rió con un sonido áspero y entrecortado. “No le
dices no a un rey, Jungkook”.

Jungkook se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro, sintiéndose


mal del estómago. Dios. Ahora todo tenía sentido: la forma en que el rey los había
acogido en el palacio, a pesar de que eran miembros de una diferente Casa; el
hecho de que la reina consorte había odiado a su madre, y el hecho de que su
madre había lucido pálida y angustiada después de la muerte de su padre….La
forma en que Soyoung había lucido aliviada cuando la pareja real murió en un
ataque terrorista.

El ataque terrorista

Jungkook se detuvo abruptamente, a espaldas de su madre. “Eso no fue un


ataque terrorista ¿verdad?”

Solo hubo un silencio de respuesta

Hasta que finalmente, su madre habló, con un tono de voz monótono y bajo
que apenas era audible. “Tenía dieciséis años cuando fue la primera vez. Soporté
ser el objeto de su enferma obsesión por 23 años, Jungkook. Soporté el odio de
su esposa por tanto tiempo. Pero la gota que derramó el vaso fue cuando él
asesinó a mi esposo. No podía soportar que el asesino de tu padre tocara mi
cuerpo. Así que lo maté. El día que Emyr murió, por fin me sentí libre”.

Jungkook inhaló temblorosamente, no estaba seguro de qué pensar. Él


definitivamente entendió porqué su madre lo había hecho y empatizó con ella,
pero……
“¿Tenías la intención de que la reina consorte muriese también?” dijo,
esperando desesperadamente que ella dijera que no, que dijera que la reina
consorte había sido un daño colateral”.

“Si” dijo Soyoung con la misma voz monótona. “Tenía que hacerlo. Cuando
Emy murió, ella nos había intentado matar. Intentó envenenarme dos veces, y
casi mueres cuanto probaste mi comida. Probablemente no lo recuerdes, solo
tenías tres años. Ella me odiaba, Jungkook. Ese tipo de odio no desaparece. Tenía
que protegernos. Así que ella tenía que morir”

Jungkook cerró sus ojos. “¿Qué hay de los niños? Ellos eran inocente”

Ella suspiró. “No soy un mostruo. Al principio no intenté hacerles nada. Pero
sabía que sospecharían sobre lo que les sucedió a sus padres cuando crecieran y
entonces encontrarían la verdad. Taehyung ya estaba comenzado a preguntar
sobre el ataque terrorista. No tuve opción. Además…”

Cuando se calló y no dijo nada más. Jungkook volteó y la miró

Había un extraño fuego en los ojos de Soyoung cuando dijo “Fue mi venganza.
Sabía que el odiaría el hecho de que tú, el hijo del hombre que odió, el niño cuya
existencia odiaba, llegara a heredar su trono en lugar de su propia carne y sangre.
Él lo odia, sé que lo odia demasiado”.

Jungkook la miró fijamente antes de decir lentamente “El rey Emyr está
muerto, madre. Te das cuenta de eso, ¿verdad?”

Soyoung parpadeó, como despertando de un sueño. Frunció el ceño y los labios


con fuerza antes de apartar la mirada. “Claro que lo sé. No estoy demente”.

Jungkook asintió, no muy convencido. Preguntándose de repente si la obsesión


de Emyr había sido completamente unilateral. Después de todo, era posible estar
obsesionado con el hombre que odiaste y despreciaste. Las personas decían que
perder a alguien a quien odiabas apasionadamente era tan difícil como perder a
alguien a quien amabas—y era tan difícil de superarlo.
Dejando ese pensamiento de lado para analizarlo más tarde, Jungkook decidió
enfocarse en un asunto más apremiante. “Pero aparentemente el príncipe
Taehyung no está muerto, después de todo. ¿Qué sucedió, madre?”

Soyoung mordió sus labios pensativamente. Ella seguía siendo una mujer muy
hermosa, Jungkook lo notó objetivamente. Ella tenía cincuenta y nueve años, era
de mediana edad para los estándares calluvianos, pero todavía opacaba a la
mayoría de mujeres jóvenes. No había dudas del porqué el rey Emyr había estado
muy obsesionado con ella a pesar de que su esposa era una belleza de cabellos
dorados. Aunque Jungkook lucía como ella, siempre sintió que era una pobre
imitación de su madre. Una falsa imitación que no tenía su etérea apariencia.

“No estoy realmente segura de lo sucedió” dijo ella. “Soborné a los


guardaespaldas de los príncipes para que se deshicieran de ellos y no estoy segura
de confiar en su versión de lo sucedido. Se suponía que debían matarlos y
responsabilizar de lo ocurrido a los rebeldes. Pero de alguna forma, los príncipes
escaparon. Entiendo que hubo una persecución y el príncipe más pequeño murió
en el caos”. Soyoung sacudió su cabeza haciendo una mueca y frotando sus sienes.
“Pobrecito, realmente no quería herirlo, pero ese momento pensé que no tenía
otra opción. Probablemente ahora no tomaría la misma decisión. El pequeño
Jiminie era inocente y le tenía mucho cariño a pesar de ser el hijo de Emyr. Pero
en aquel entonces, simplemente entré en pánico y actué rápido cuando Taehyung
comenzó a hacer preguntas.

Jungkook la miró de manera penetrante. “¿Qué hay de Taehyung?”

Una ligera mueca apareciendo en los labios de Soyoung. “En un irónico giro
del destino, parece que los rebeldes estaban en el área y lo secuestraron.
Taehyung de alguna forma terminó en una colonia remota del Tercer Gran Clan,
Tai’Lehr, y ha estado viviendo ahí como un invitado reacio todos estos años. Lo
descubrí con el resto del Consejo. Hasta entonces creía que estaba muerto".

Jungkook suspiró. No sabía qué pensar. Cómo sentirse. Objetivamente,


entendía porque su madre lo había hecho, y subjetivamente, no tenía problemas
en que su madre haya asesinado a la persona que la coaccionó sexualmente por
años y quien mató a su padre. Pero los príncipes…. Tenía más conflictos al
respecto. Racionalmente, se sentía disgustado por su crueldad hacia los niños,
pero no podía adiarla. Ella era su madre. La amaba, a pesar de todo. Ella era su
madre. Él moriría por ella.

“De acuerdo” dijo él. No había razón para pensar en las decisiones y errores del
pasado de su madre. Ahora tenían que lidiar con las consecuencias. Eso era más
importante. “¿Taehyung puede probar que estuviste involucrada en la muerte de
sus padres?”

“No” dijo Soyoung con seguridad. “Me he asegurado de borrar todas las
evidencias durante estos años. Nada puede involucrarme ahora.”

Reprimiendo la necesidad de gritar que ella debió simplemente hacer eso en


lugar de entrar en pánico cuando Taehyung había comenzado a hacer preguntas
y decidir deshacerse de él, Jungkook respiró profundamente y dijo con voz
calmada. “De acuerdo, ¿Qué hay sobre el ataque a los príncipes? ¿Él puede probar
que estuviste involucrada?”

Soyoung mordió sus labios, pensando con los ojos cerrados. “No lo sé”, dijo
ella en voz baja. “Es posible que haya escuchado a sus guardaespaldas y por eso
huyó, No sé lo que posiblemente haya escuchado”.

“Genial”, Jungkook murmuró en voz baja, lanzando un suspiro y pasándose


una mano por la cara.

“No importa”, dijo su madre. “Tendrá que morir”

Jungkook levantó la cabeza y la miró fijamente.

Y ella le devolvió la mirada calmadamente.


CAPÍTULO 2

Había una posibilidad de que su madre estuviera un poco demente.

Había una posibilidad que Jungkook también estuviera un poco demente,


porque le estaba siguiendo la corriente. Por el momento. O al menos es lo que se
decía a sí mismo. Él estaba siguiendo su loca idea de deshacerse de Taehyung,
matar al legítimo rey, hasta que Jungkook encontrara una mejor solución.

Pero ¿había una mejor solución? Él tenía que trabajar con las opciones que
tenían y esas opciones eran terribles. Él no quería que su madre fuera arrestada.
Tenía que protegerla. Ella podría haber estado equivocada en sus acciones, pero
él sabía que ella tenía buenas intenciones a pesar de que su sentido de justicia
fuera muy desigual. O tal vez simplemente no podía ser objetivo con ella. Al fin
de cuentas, ella era su madre, su única familia.

—“No hagas nada apresurado, madre”— dijo Jungkook, manteniendo una


sonrisa agradable en su rostro mientras estaba de pie junto a su madre en la
entrada principal de su palacio.

“El palacio de Taehyung”, se corrigió mentalmente.

—“Por supuesto que no, cariño”—dijo su madre, con su esbelta mano apoyada
en sus bíceps. Su rostro era una perfecta máscara agradable que probablemente
engañaba a todos los nobles que los rodeaban. Todos ellos lucían como halcones
o quizás como víboras en busca de un chisme jugoso.

Jungkook estaba decidido a no darles algo del que hablar. Así que mantuvo
una expresión neutral mientras el aerocoche aterrizaba en el jardín delantero.

El hombre que salió de ahí era alto. Fue lo primero que Jungkook notó. Era
muy alto y musculoso, haciendo que los demás luzcan bajos en comparación.
Además, el cabello del hombre lucía bronce a la luz del sol, pero Jungkook tuvo
la sensación de que luciría más marrón en otras circunstancias.

Él estudió la cara del hombre curiosamente. Aunque tenía problemas para ver
en aquel hombre serio de duros ojos azules, al relajado niño de diez años que él
recordaba. Era apuesto, supuso Jungkook, o lo sería si no estuviera frunciendo el
ceño demasiado. Además, lucía claramente infeliz mientras observaba a la
pequeña multitud reunida para saludarle antes de que su pesada mirada se
posara finalmente en Jungkook y su madre.

Sus ojos se agudizaron y su rostro se endureció de alguna manera. Los fulminó


con la mirada, su presencia telepática emanando un fuerte disgusto, alto y claro.

—“Sobrino”—dijo ella sonriendo.

Todos los susurros cesaron mientras esperaban la reacción de Taehyung.

—“Tú no eres mi tía”—dijo Taehyung, con una voz tan dura como su rostro.

Jungkook parpadeó, aún aturdido por su actitud. Él había pensado que


Taehyung al menos pretendería cortesía. Todos los miembros de la realeza lo
hacían, a pesar de sus sentimientos personales. Así era como se hacían las cosas.
Nadie decía lo que realmente pensaban en la corte. Excepto Taehyung,
aparentemente.

La sonrisa de Soyoung se tornó extremadamente dulce.— “Sé que no soy tu tía


de sangre, querido, pero solías llamarme tía cuando eras un niño. Me gustaría que
me siguieras llamando así”.

Taehyung la miró fijamente.—“Y a mí me gustaría que te fueras de mi casa,


tía”.

Una oleada de susurros escandalizados se abrió paso entre la multitud.

La sonrisa de Soyoung se congeló. Por primera vez, ella lució insegura,


claramente desconcertada por la actitud de Taehyung, antes de entrecerrar sus
ojos, apareciendo en ellos un peligroso destello.

Jungkook frunció el ceño. Esta situación podía ir de dos maneras: la primera


donde las cosas llegarían a una guerra civil o la segunda donde él debía de hacer
algo para romper la tensión y calmar a todos, rápidamente, antes de que los
chismes se esparcieran.
Así que dió un paso adelante, sonrió y caminó hacia Taehyung.— “He
extrañado tu sentido del humor”— dijo, alzando su voz lo suficientemente para
ser escuchado, y lo abrazó.

Era como abrazar a una estatua. O quizás algo hecho de acero. Taehyung estaba
rígido contra él, y su presencia telepática como un cable vivo. Él realmente era
alto y ancho, haciendo sentir a Jungkook pequeño, y él estaba lejos de ser un
hombre pequeño.

Unos segundos pasaron.

Entonces, Taehyung sin gentileza lo empujó lejos y lo fulminó con una mezcla
de confusión y evidente disgusto en su mirada.

—¿Qué…?

—“Lo sé, luces tan diferente a como te recordaba”— Jungkook lo interrumpió


radiantemente. —“Pero reconocería tu horrible sentido de humor en cualquier
lugar”.

Taehyung lo miró fijamente. —“Yo no…”.

—“Acompáñame, te mostraré tu habitación”— dijo Jungkook, sujetando su


mano, casi arrastrándolo hacia la puerta principal, lejos de los ojos curiosos y
chismosos. Los guardias de la puerta principal se inclinaron hacia ellos, sus
rostros impasibles contrastaban con la curiosidad que emanaban.

Jungkook arrastró a Taehyung hasta la habitación más cercana. Tan pronto


como cerró la puerta y estuvieron solos, su sonrisa desapareció. —“¿Estás
demente?”—dijo, dirigiéndose a Taehyung. —“¡No me importa los problemas que
tengas con mi madre, pero no puedes hablar así en frente de toda la corte! Solo
nos harás objetos de los desagradables chismes”.

—“¿Qué te hace pensar que me importa?”— dijo Taehyung con una voz
monótona.
Jungkook abrió su boca y la cerró sin decir nada, mirando al hombre en
silencio, sin saber qué decir. Nunca había conocido a un miembro de la realeza
que no le importara su reputación e imagen pública.

Los labios de Taehyung se torcieron. Era sorprendente como un hombre


objetivamente apuesto podía lucir poco atractivo. Los rasgos físicos de Taehyung
eran clásicamente atractivos pero el profundo ceño fruncido entre sus cejos y
alrededor de sus labios hizo que luzca feo. Su grueso y ligeramente rizado pelo
castaño era lo único cálido de él, su mandíbula dura y cuadrada y espolvoreada
con rastrojos oscuros. Los ojos azules observaron a Jungkook con un toque de
burla lo cual era un poco desconcertante, y Jungkook no era un hombre fácil de
desconcertar.

—“No soporto a los políticos, mentirosos y traidores”—dijo Taehyung con un


tono monótono y malhumorado.— “Y tu madre y tú son todo eso”.

Eso respondió a la pregunta si Taehyung sospechaba la verdad o no.

Taehyung se acercó espeluznantemente hacia él. — “No puedo probar tu culpa,


aún. Pero te quiero fuera de mi vista. Fuera de mi casa”.

Jungkook levantó la barbilla, con su corazón latiendo rápidamente haciéndolo


sentir mareado. —“No sé lo que estás insinuando. Si estás tratando de insinuar
que estuve involucrado en el ataque que hubo hacia ti, déjame recordarte que
tenía cinco años en esos tiempos”.

—“Lo fuiste”— dijo Taehyung, mirándolo a los ojos con la misma expresión,
irradiando disgusto. —“Estoy seguro que en ese momento no fue tu idea. Pero has
estado más que contento beneficiándote de la traición de tu madre mientras te
sentabas en mi trono, gastabas mi dinero y dormías en mi cama".

Jungkook se sonrojó. —"No he dormido en tu cama"—espetó, más molesto por


las palabras de Taehyung de lo que hubiera querido.

—“Sabes perfectamente a lo que me refiero”.


Jungkook presionó sus labios, odiando no poder refutarlo. No importa lo
mucho que haya intentado justificar las acciones de su madre, su sentido interno
de la justicia y la conciencia no los aprobaba. Pero no podía exactamente decirlo.

—“Mi madre es inocente”—dijo por fin, recordando tardíamente que tenía que
guardar las apariencias. Había maneras de extraer los recuerdos y mostrarlo a las
autoridades. Aunque los recuerdos rara vez se consideraban la prueba definitiva
de la culpabilidad o la inocencia de una persona, si se acumulaban los suficientes,
podían hacer mucho daño, al menos a su reputación.

Taehyung sonrió sombríamente. —“No gastes tu tiempo. Sé la verdad. Solo es


cuestión de tiempo antes que todos lo sepan, y tú y tu perra madre traidora acaben
donde deberían estar”.

—“No hables de esa manera sobre mi madre”.

—“¿De qué manera?” dijo Taehyung, alzando sus cejas. —“¿Desde cuándo decir
la verdad es una ofensa? Ella es una perra traidora. No me sorprendería que haya
llegado a donde está usando su coño. No es que tuviera mucho más con qué pagar
por traicionarnos".

Jungkook le dió un puñetazo telepáticamente, pero el bastardo ni siquiera se


inmutó, sus escudos mentales como un muro impenetrable. Eso sólo enfureció
más a Jungkook. —“No te atrevas hablar de mi madre de esa forma”— siseó,
respirando con dificultad. Sus dedos temblaban tanto que tuvo que cerrarlos en
un puño. En momentos como estos, deseaba ser bueno en los combates de puño
a puño. Él quería callar a Taehyung, pero no sabía cómo. Nunca se había sentido
más impotente en su vida.

—“¿O qué? dijo Taehyung con un brillo sarcástico en sus ojos. —“¿Me
asesinarás? Tu estúpida madre ya lo intentó”.

Jungkook le dio un puñetazo en la mandíbula o al menos lo intentó. Una mano


le agarró la muñeca con un apretón de castigo, y luego Taehyung le empujó el
brazo contra la puerta, inmovilizándolo en ella, y se cernió sobre él.
—“No puedes jugar el papel de indignado cuando tu madre y tú han construido
su vida sobre los huesos de mi familia”— dijo Taehyung, con sus fríos ojos azules
y su respiración rozando el rostro de Jungkook. — “Ella mató a mis padres. Mató
a mi hermano, un niño pequeño. No hay redención para gente como tú. “Perra”
es una palabra demasiado amable para gente como tú".

No tuvimos nada que ver con sus muertes. Eso es lo que Jungkook debió haber
dicho. Pero se quedó sin palabras, incapaz de hablar bajo el aplastante peso del
odio de Taehyung. Podía sentir ese odio con su piel: caliente, implacable e
imparable. Este hombre lo odiaba. Verdaderamente lo odiaba. Lo aborrecía. Y
nada cambiaría eso, Jungkook era tan cómplice de la muerte de su familia como
lo era Soyoung, porque era él quien se había beneficiado de ellos.

—“Lo siento por tu pérdida”—dijo Jungkook suavemente.

Taehyung le lanzó una mirada de disgusto y, empujándolo, salió de la


habitación.

Jungkook se desplomó contra la pared y cerró los ojos, todavía temblando y


sintiendo que acababa de ser atropellado por una gran fuerza imparable. Se sintió
extraño ser odiado, y más ser odiado con tanta intensidad. Las personas
normalmente lo amaban. No es que lo conocieran realmente, pero lo amaban.
Estaba acostumbrado a ser amado.

Pero ser odiado…. le había sacudido hasta la médula. Se sentía extraño. Mal.

Como una persona totalmente diferente.


CAPITULO 3

—No, ¿viste eso? ¿La forma en que ese chico se pavoneaba, como si fuera el
dueño del lugar?
Jungkook no dijo nada, pinchando con desgana la comida en su plato con el
tenedor. No se molestó en decirle a su madre que Taehyung era el dueño del lugar.
Técnicamente, incluso el plato que Jungkook estaba mirando pertenecía a
Taehyung, no a ellos. Pero sabía que su madre no lo escucharía. Así que
permaneció en silencio.
Desde el encuentro con Taehyung hace unas horas, se sentía desequilibrado y
conmocionado. Dividido entre la furia y la culpa. Era una horrible mezcla de
emociones que no podía reconciliar del todo, los ojos azules llenos de odio de
Taehyung todavía al frente de su mente.
—¿Qué están haciendo ustedes dos todavía aquí?
Jungkook se estremeció tanto que casi se cae de la silla. Levantó la mirada y
encontró a Taehyung en la entrada, examinándolos con los ojos entrecerrados.
—¿Disculpa? —Dijo Soyoung, poniéndose rígida en su asiento.
—Te dije que te fueras de mi casa.

Tragando saliva, Jungkook miró alrededor de la habitación.

—¿Podrían dejarnos, por favor? —Dijo, dirigiéndose a los sirvientes.


Le hicieron una reverencia y se fueron, sin siquiera mirar a Taehyung.
Este último observó el intercambio con una mirada oscura, su presencia
telepática como una nube de tormenta.
—Estás cometiendo un error, —dijo Jungkook en voz baja, estudiando sus
propios dedos antes de volver a mirar a Taehyung. Sostener su pesada mirada fue
difícil, pero se negó a apartarla. —Los sirvientes hablan. Si nos echas, se verá muy
mal para ti. Nadie sabe qué hacer contigo. Nadie confía en ti después de que te
hayas ido durante casi dos décadas. El hecho de que te estés asociando con los
rebeldes de los que la mayoría de la población desconfía masivamente tampoco
ayuda. Tendrás una rebelión en tus manos si sigues así.
—Soy el rey legítimo de este clan.
Jungkook asintió.
—Lo eres. —Ignorando el siseo furioso que soltó su madre, dijo, mirando a
Taehyung —Pero tu linaje no te da derecho al respeto y al amor de la gente. Para
nuestra gente, mi madre y yo somos miembros de la realeza que llevaron a
nuestro país a la prosperidad. Eres el miembro de la realeza que se asocia con los
rebeldes y ha estado eludiendo sus responsabilidades durante veinte años.

Un músculo empezó a trabajar en la mandíbula de Taehyung. Si las miradas


pudieran matar, Jungkook probablemente estaría muerto ahora. Taehyung dijo.

—No fue así.


—Pero así es como la gente lo ve, —interrumpió Soyoung, su voz fría como el
hielo. —Además, tu padre era un rey despiadado e indiferente y la gente no
querría tener a su hijo en el trono cuando pueden tener un monarca al que aman.
Mi hijo es amado por su pueblo. Es amable, capaz y digno de confianza. Tú no. —
Ella se burló, mirando a Taehyung como si fuera un insecto debajo de su zapato.
—Al menos tu padre era inteligente. Era lo suficientemente inteligente como para
no mostrar el gran pedazo de mierda que era. La gente no sabía lo malo que era
Emyr en realidad. Engañó a mucha gente con su apariencia y sonrisas antes de
apuñalarlos por la espalda.
—Igual que tú, ¿eh? —Taehyung dijo.
Soyoung palideció. Sus labios apenas se movían, ella mordió.
—No soy nada como él. Ninguna cosa.
Taehyung apoyó un ancho hombro contra la puerta y arqueó las cejas
burlonamente.
—No veo la diferencia. Espera, no, conozco una: mi padre no apuntó a los
niños. Era una mejor persona de lo que jamás podrías esperar ser.
Soyoung se puso en pie de un salto, sus ojos brillando con un extraño fuego.

—¡No sabes nada, niño tonto! No lo conocías como yo. Emyr fue el peor
hombre que he conocido: despiadado, egoísta, cruel, arrogante...

—Era mi padre, —declaró Taehyung con voz monótona. —No era perfecto, pero
estaba lejos de ser un monstruo. Su mayor defecto fue su fijación enfermiza por
ti.
Soyoung se quedó inmóvil.
Taehyung sonrió sombríamente.
—¿Qué, pensaste que no lo sabía? Yo tenía diez años, no era un niño pequeño.
Todo el mundo sabía dónde pasaba las noches, incluso mi madre y tu marido. Mi
madre siempre decía que lo embrujaste y que algún día serías su muerte. En ese
momento, pensé que solo estaba celosa, pero tenía razón, ¿no? Mi padre está
muerto porque le metió la polla a una víbora y siguió volviendo—. Miró a
Jungkook y se burló de ambos. —Francamente, no entiendo el atractivo, y no
tiene nada que ver con que yo prefiera a los hombres. Tu hijo es tu copia al carbón,
y he visto prostitutas de diez créditos más atractivas que la compañía actual.
Jungkook se sonrojó, medio incrédulo, medio ofendido.
Soyoung miró fijamente a Taehyung durante un largo momento antes de
sonreír. Era una sonrisa muy bonita. Una sonrisa peligrosa. Rodeó la mesa, sus
tacones resonaron en el suelo mientras se movía con gracia hacia Jungkook.
Colocó una mano delicada sobre el brazo de Jungkook, lo puso de pie y lo empujó
hacia Taehyung.

—Siempre me divierte lo simples que son los hombres, —dijo mientras


Taehyung los observaba acercarse con una expresión cautelosa y desconfiada. La
mirada de Soyoung se movió hacia Jungkook y su vínculo familiar se encendió
con, confía en mí.

Confundido pero curioso por ver lo que su madre había planeado, Jungkook
asintió.
Soyoung volvió a mirar a Taehyung.
—No sé si lo recuerdas, pero Emyr siempre fue terrible escuchando a sus
asesores. Era demasiado testarudo y arrogante para preocuparse por la opinión
de alguien además de la suya. Pero él siempre fue muy agradable después de...
¿cómo lo dices? Ah, sí: después de "meterle la polla a una víbora". Me preguntaba
si heredaste su debilidad. Por la forma en que sigues mirando a mi hijo, parece
que sí.
¿Qué estás haciendo, madre? Jungkook empujó a través de su vínculo, pero
Soyoung lo ignoró y sonrió cuando la mirada de Taehyung se intensificó.
—Él es hermoso, ¿no es así? —Dijo Soyoung, empujando a Jungkook frente a
Taehyung y forzando a Taehyung a mirarlo y fruncir el ceño aún más. —Tan
encantador. Así me llamó tu padre cuando me forzó. Es encantador, ¿no crees?
—Cállate la boca, —gritó Taehyung, apartando la mirada de Jungkook y
frunciendo el ceño a Soyoung. —¿En serio estás tratando de prostituir a tu hijo
conmigo? No pensé que podría pensar peor de ti, pero acabas de demostrar que
estoy equivocado.
La sonrisa de Soyoung se ensanchó.
—Oh, no tengo ninguna intención de dejar que le pongas ni un dedo encima a
mi hijo. Ya era bastante malo tener que soportar las atenciones de tu padre.
Ningún hijo suyo tocará jamás al mío. Simplemente estoy demostrando que no
puedes
reclamar la superioridad moral cuando eres en gran medida el hijo de tu padre.
Taehyung se rió entre dientes.
—Es hilarante, y jodido, que pienses que la lujuria superficial es un crimen
mayor que el asesinato de toda una familia, incluidos los niños, y el regicidio.
Estás jodidamente loca, y más que obsesionada con un hombre muerto. Mi padre
está muerto.
El rostro de Soyoung se quedó anormalmente en blanco.
Jungkook miró a su madre con curiosidad, preguntándose una vez más sobre
su relación con Emyr. Sus sentimientos por él parecían mucho más complejos que
el simple odio.
Jungkook se aclaró la garganta.
—Si ya terminaron de hablar de mí como si no estuviera en la habitación, me
gustaría comer, —dijo, antes de mirar a Taehyung. —Demuéstrale a mi madre que
no eres tu padre y escucha un consejo sensato y honesto: no puedes permitirte
echarnos del palacio. Eso sería una opción terrible. Pero si estás tan decidido a
ser un imbécil testarudo, sé mi invitado. Solo le estás haciendo el juego a mi
madre.
Taehyung lo miró con expresión escrutadora. Intencionada.
Jungkook tuvo la sensación más extraña en su cabeza y le tomó un momento
darse cuenta de cuál era la sensación: Taehyung estaba leyendo su mente. Era
una sensación sutil, pero no lo suficientemente sutil.
—¿Terminaste de husmear? —Dijo Jungkook—. Ahora sal de mi cabeza.

Taehyung ni siquiera tuvo la decencia de parecer avergonzado. En todo caso,


su mirada se volvió aguda con curiosidad.
—Tu telepatía no está limitada, —dijo—. Tu vínculo de infancia está roto, casi
no existe. ¿Por qué?
Jungkook sintió que su madre se tensaba. Ella le envió una mirada de
advertencia, pero Jungkook no la necesitaba. Difícilmente iba a revelar su secreto
más vergonzoso a un hombre que lo usaría en su contra.
—Mi compañero de vínculo está muerto, —dijo—. No es que sea de tu
incumbencia. Si vuelves a husmear en mi cabeza, te denunciaré. Es un crimen, y
uno que no se vería bien en tu situación en particular.
El hombre imposible no parecía preocupado en lo más mínimo. La aguda
curiosidad aún ardía en los ojos de Taehyung, y Jungkook luchó por mantener
una mirada serena en su rostro. Algo en la intensidad de este hombre era muy
inquietante, haciéndolo sentir desequilibrado, más desequilibrado de lo que ya se
había sentido.
—Entonces, ¿debemos empacar nuestras cosas o no? —Jungkook dijo,
rompiendo el silencio.
Taehyung lo miró un poco más. Luego sacó su comunicador y se alejó,
hablando en voz baja.
Jungkook lo miró con frustración. ¿Eso fue un no o un sí?
—Él te quiere, —dijo Soyoung.
Jungkook se estremeció y apartó la mirada de la espalda de Taehyung.
—No seas tonta, madre. Lo escuchaste.

Los labios afelpados de Soyoung se doblaron en una mueca.


—Confía en mí, sé de lo que estoy hablando. Puede negarlo todo lo que quiera,
pero sigue mirándote innecesariamente y te mira fijamente. Intenta
enmascararlo con el ceño fruncido, pero conozco a los hombres. Se siente atraído
por ti, incluso si es una atracción superficial basada solo en la apariencia física—
. Su expresión se volvió pensativa. —Podríamos usarlo, tal vez.
Jungkook suspiró y se preguntó ociosamente por qué no podía haber nacido
de una mujer sencilla que no tramaba como respiraba.
—¿Pensé que "no dejarías que me pusiera un dedo" encima?
—Y no lo haré, —dijo—. Ningún hijo de Emyr tocará al mío. Pero podríamos
usar su atracción de varias maneras. Ven conmigo. —Tomándolo del brazo, lo
condujo a la terraza exterior. Se adentraron más en los jardines antes de que ella
volviera a hablar. —No es un secreto que Taehyung no está vinculado. Su vínculo
de la infancia con su prometido se disolvió por completo recientemente, por lo
que es muy libre para formar vínculos y perseguir sus deseos. Su estado de
desvinculación es una fuente adicional de desconfianza hacia él. La opinión
predominante entre la población es que su estado de desvinculación indica que
es demasiado agresivo y tiene menos control sobre sus acciones. Podríamos usar
eso. Podríamos usar su atracción renuente hacia ti para acusarlo de agresión
sexual si los dos estuvieran atrapados en una situación ambigua. Eso empujaría
completamente a la opinión pública a nuestro favor y
potencialmente resultaría en un levantamiento civil y una revolución.
—No, —dijo Jungkook, haciendo una mueca. —No quiero derramar sangre
innecesariamente y dañar nuestra economía.
—¿Innecesariamente?
Jungkook suspiró.
—Sí. No puedo usar a nuestra gente de esa manera. La guerra civil no es para
lo que he estado trabajando todos estos años.
—No seas tonto. ¿De verdad crees que ese bruto es capaz de gobernar nuestro
Gran Clan y lo conduciría a la prosperidad?
—No lo sé, —dijo honestamente. —Apenas lo conocemos. Pero tenía diez años
cuando sus padres murieron. ¿Seguramente el ex rey ya había comenzado a
enseñarle antes de su muerte?
Soyoung hizo un sonido burlón.
—Emyr no estuvo muy involucrado en la crianza de sus hijos. Entre gobernar
el país y hacer de mi vida un infierno, no tenía tiempo para nada más.
—Aún así, —dijo Jungkook. —Probablemente aprendió algo de Lord Tai'Lehr
si se crió en su casa.
—No significa nada —dijo con desdén. —Un buen monarca siempre debe estar
preparado para hacer algunos sacrificios necesarios por el bien del país. La guerra
civil tendría daños colaterales, pero es necesario en este caso.
—No.
—Cariño, —dijo su madre con una voz escalofriantemente suave. —¿Te das
cuenta de que si estás en contra de esto, la única otra opción es eliminar a
Taehyung de la imagen?
Jungkook casi se echa a reír. Envidiaba la habilidad de su madre para hablar
sobre matar a alguien en términos tan indiferentes.
—Me niego a creer que matar a una persona es la única opción, —dijo con
firmeza.
Soyoung suspiró. Caminaron en silencio durante un rato.
—Supongo que hay otra opción —dijo finalmente—. Podrías usar su atracción
por ti para hacerlo abdicar.
Jungkook sí se rió esta vez.
—Por favor, nunca va a suceder. Nadie renunciaría a su reino por el bien de la
lujuria, Madre.
Dándole una mirada plana, Soyoung dijo.
—¿Necesito contratar a otro profesor de historia para ti? ¿Cuántas guerras se
han peleado por la lujuria de los hombres? La Gran Guerra fue una, entre otras.
Jungkook se sonrojó. Su madre tenía razón.
—Bien, tienes razón. Pero no estoy convencido de que él me quiera en absoluto.
—Confía en mí, lo hace. Conozco a los hombres. Conozco a los hombres de esa
familia en particular. Su atracción por ti puede ser superficial, pero nada mueve
tanto la polla de un hombre como el deseo de tener algo que le dicen que no puede
tener. Admítelo, tengo razón.
—Madre, —dijo Jungkook con una mirada compungida, dividido entre reír y
escandalizarse.
Pero cuando miró la cara de Soyoung, toda su diversión desapareció. Su
expresión era extraña: lejana y sin gracia, sus ojos azules oscuros con una
emoción que no podía leer.

—Se volvió más lujurioso cuando le dije que no podía tenerme, —dijo, casi
distraídamente. —Cuanto más decía que no, más inflamaba su deseo. Los
hombres de esa familia son enfermizamente obsesivos, Jungkook. Si Taehyung se
parece en algo a su padre, el hecho de que le dijera que no puede tenerte solo hará
que se sienta más atraído por ti.
Jungkook la miró con atención, vacilante.
—Madre… ¿Puedo preguntarte algo? ¿Sobre tu relación con el difunto rey?
Soyoung se tensó pero asintió rígidamente después de un momento.
—¿Por qué no seguiste tú misma tu plan? ¿Exponerlo como un agresor, como
un violador? Ni siquiera un rey está por encima de la ley.
Su madre miró hacia otro lado, su hermoso perfil no traicionaba ninguna
emoción. Se detuvo frente a una hermosa flor violeta y tocó sus pétalos con sus
dedos gráciles y delicados.
—Emyr hizo que plantaran esto por mí, ya sabes. Dijo algunas tonterías acerca
de que hacían juego con mi pelo. —Sus labios se apretaron con fuerza. —Debería
haberlas quemado hace años.
Jungkook la miró fijamente, perturbado por su negativa, o incapacidad, para
dar una respuesta directa.
—Lo odiabas, ¿verdad?
—Por supuesto que lo hice. —Su garganta se movió. —Todavía lo hago. Yo
solo... Él fue lo que envenenó mi vida y mis pensamientos durante décadas. Él fue
lo primero en lo que pensé por la mañana durante años y es difícil entrenarme
para

dejar el hábito. Él se fue. Soy libre. Estoy feliz. Fascinada. —Arrancó un pétalo
de la flor, y luego otro, antes de aplastarlos en su puño. —No permitiré que su hijo
arruine la vida que he construido para mí. No lo haré. Eso significaría que ganó.
No puedo permitir eso.
Mierda. Taehyung tenía razón: su madre realmente estaba obsesionada con un
hombre muerto.
Jungkook apartó la mirada, profundamente incómodo y sin saber qué pensar.
El rey Emyr llevaba muerto dos décadas, por el amor de Dios. ¿Por qué su madre
no podía seguir adelante?
—De todos modos, —dijo Soyoung de repente, con una indiferencia que parecía
demasiado estudiada para ser natural. —Volvamos al tema que nos ocupa. Si
Taehyung se parece en algo a su padre, su naturaleza lujuriosa y obsesiva será su
debilidad. Haz que se obsesione contigo y convéncelo para que abdique, o tomaré
otras medidas. Francamente, prefiero la última opción, pero si eres tan aprensivo,
está bien, te daré algo de tiempo para resolver el problema de otra manera.
Jungkook casi se echa a reír. Esa fue una elección entre una muy mala opción
y una terrible. Su madre era imposible. Pero él sabía que ella hablaba en serio. No
permitiría que el hijo de Emyr le quitara lo que ella consideraba suyo. No se
trataba de Jungkook ni de Taehyung; era la vendetta de su madre contra un
hombre muerto. Un hombre muerto por el que claramente tenía sentimientos
muy complejos.
—Pensé que no querías que me pusiera un dedo encima, —dijo Jungkook
secamente.

—Yo no, —dijo Soyoung, haciendo una mueca. —Pero no tienes que hacer
mucho con él para lograr la meta. Está solo, solo en un lugar hostil. No debería
ser demasiado difícil hacer que se fije en ti si juegas bien tus cartas, con la forma
en que ya te mira.
Suspirando, Jungkook se frotó el puente de la nariz.
—Sigo pensando que estás sobreestimando enormemente mi atractivo.
Su madre le dirigió una mirada poco impresionada.
—No seas ridículo. El único hombre en el planeta que puede rivalizar contigo
en apariencia es el príncipe Jin, y quizás su hermano menor. Taehyung tendría
que estar muerto para no encontrarte atractivo. Piénsalo.
Y con eso, ella se fue.
CAPÍTULO 4

Resultó que era difícil seducir a alguien que te evitaba activamente. O al menos
se sentía como si Taehyung lo estuviera evitando. Durante la semana siguiente,
Jungkook apenas vio a Taehyung. Cuando Taehyung no aceptaba llamadas de
políticos y sus señores-vasallos, estaba ocupado dirigiendo el país, habiendo
relevado a Jungkook y Soyoung de sus deberes.
Su madre estaba indignada, por supuesto. Más preocupante aún, se había dado
a la tarea de desaparecer durante horas sin informar a Jungkook de lo que estaba
haciendo y de lo que estaba planeando.
Jungkook se puso ansioso. Realmente estaba comenzando a preocuparse de
que su madre estuviera tramando la muerte de Taehyung. Incluso había dejado
de preguntarle sobre su progreso en el frente de la seducción, lo cual no era nada
alentador.
No es que Jungkook estuviera tan ansioso por informar sobre su progreso, o la
falta de él.
No es que Jungkook fuera mojigato. Tampoco era virgen. Como no tenía un
compañero de unión y su impulso sexual era completamente funcional, había
tenido sexo. Algunas veces. Muy raramente, cuando tenía tiempo para visitar
discretamente ciertos establecimientos de alto perfil en los planetas del placer.

Así que sí, le gustaba el sexo muy bien, a pesar de sus extrañas preferencias
sexuales.
De todas formas. Le gustaba el sexo muy bien. El problema era que nunca se
había propuesto seducir a alguien, especialmente por una razón tan fría y
pragmática. Lo hizo sentir incómodo, como si fuera el villano de algún drama
exagerado de GlobalNet.
La idea hizo reír a Jungkook. Según los estándares de la mayoría de las
personas, él y su madre eran los villanos. Si seguía adelante con el plan de
seducción, lo sería. Pero él no tenía opción. Su madre simplemente terminaría lo
que había comenzado hace años si Jungkook no hiciera nada: claramente no
podía ser razonable con respecto al hijo del rey Emyr.
Necesitaba actuar, y rápido. No confiaba en que su madre no haría algo
precipitado pronto, ya que la coronación de Taehyung se acercaba rápidamente.
Finalmente, Jungkook tuvo suerte: Taehyung parecía estar solo esa noche.
Ninguno de sus secuaces estaba presente, y la IA del palacio informó a Jungkook
que el príncipe heredero estaba solo en su oficina y había pedido que no lo
molestaran.
Era su oportunidad.
Jungkook respiró hondo y estaba a punto de entrar en la oficina de Taehyung
cuando el sonido de la voz de Taehyung a través de una rendija en la puerta lo
detuvo.
— ...me está volviendo loco, Namjoon—. La voz baja de Taehyung estaba tensa
por la frustración. —Son todas serpientes de dos caras que me sonríen mientras
piensan en cómo usarme. Pero
tengo que fingir que no me doy cuenta de nada y jugar sus juegos estúpidos.
—Eso es política para ti, Tae —dijo otra voz, probablemente a través de un
comunicador, ya que Taehyung supuestamente estaba solo. —Tendrás que
acostumbrarte.
—Lo sé, —dijo Taehyung, pero sonaba completamente harto.
Hubo algo de silencio.
—¿Cómo van las cosas con la familia?
Taehyung dejó escapar una risa áspera.
—¿Te refieres a la víbora y su engendro? Todavía están aquí. Lo que
obviamente no ayuda. Odio no poder relajarme ni siquiera en mi propia casa. A
veces no me siento como en mi propia casa con los sirvientes tan leales al perfecto
Príncipe Jungkook y su perfecta madre, incluso los droides. Ayer escuché a una
criada robot lamentándose de la injusticia de que yo le quitara el "trono del
príncipe Jungkook". Me siento como un jodido usurpador. —Taehyung volvió a
reírse. Carecía de alegría.
—Él y su madre son muy populares, Tae —dijo Namjoon. —Te lo advertí. Debes
tener cuidado con la forma en que los tratas. He estado monitoreando las redes
sociales de tu Gran Clan cuando tengo tiempo, y la gente no parece convencida de
que seas el rey legítimo, independientemente de tu linaje. Tal como están las
cosas, Soyoung podría hacer que te asesinen y a la gente no le importaría incluso
si el juego sucio es obvio.
Taehyung suspiró.
—¿Qué estás sugiriendo que haga?
—Teniendo en cuenta tu disgusto por la política y la mentira, tus opciones son
limitadas, —dijo Namjoon. —Podrías casarte con un noble popular de tu clan. De
hecho, podrías intentar sonreír de vez en cuando.
—Vete a la mierda.
—Hablo en serio, Tae. Tu sangre no es suficiente. A la gente le debes gustar
para quererte en el trono. No deberías hacer las cosas más fáciles para Soyoung y
su hijo siendo un imbécil antisocial que no le gusta a nadie.
—Me importa un carajo que les guste —dijo Taehyung rotundamente. —Lo que
quiero es sacarlos de mi casa sin contragolpe. Están tramando algo, estoy seguro.
Me sorprende que aún no hayan intentado envenenarme, aunque tal vez sepan
que tengo un robot que escanea toda mi comida.
Las cejas de Jungkook se elevaron. ¿En serio? Habla de paranoia. Por otra
parte, probablemente estaba justificado, dados los planes de su madre.
—Es probable que estén esperando su momento, —dijo Namjoon. —Estoy de
acuerdo en que es poco probable que se rindan sin luchar. ¿Por qué no lees sus
pensamientos para averiguar qué están planeando? Eres uno de los telépatas más
poderosos del planeta. Debería ser fácil para ti.
Jungkook se tensó y esperó la respuesta de Taehyung con gran expectación.
—Lo intenté, —dijo Taehyung, con un toque de frustración en su voz. —Pero
las trampas mentales en su mente no me dejan ir más allá de sus pensamientos
superficiales. Deben haberse vuelto más agresivos y vigilantes desde que casi
saltaste uno. Quien las colocó tenía una gran habilidad. Algunos de sus recuerdos
claramente han sido manipulados y algunos son falsos para engañar al intruso,
pero no puedo recuperar los originales sin activar las trampas.
Jungkook se puso tenso. ¿Su madre tenía trampas mentales en su mente? ¿Sus
recuerdos habían sido alterados? ¿Por quién? ¿Por qué?
—¿Qué pasa con el príncipe? —Dijo Namjoon, sacándolo de sus pensamientos.
Cuando Taehyung no respondió de inmediato, su amigo dijo.
—¿Taehyung?
—No quiero tocar su mente.
Jungkook frunció el ceño.
—¿Por qué? —Dijo Namjoon, sonando desconcertado.
Taehyung tardó un momento en responder.
—Su mente es compatible con la mía, —dijo con rigidez. —No quiero que mi
juicio se vea influenciado por eso. Cuanto menos toque su mente, mejor.
Jungkook parpadeó, sin saber qué pensar o sentir. Teniendo en cuenta que la
mayoría de las personas que conocía estaban unidas, rara vez había tenido la
oportunidad de tocar la mente de otra persona íntimamente, por lo que no estaba
seguro de lo que quería decir Taehyung.
—Me tengo que ir, —dijo Taehyung de repente. —Te llamaré mañana.

Jungkook se preguntó si Namjoon estaba tan confundido como él por el final


repentino de la conversación, pero antes de que pudiera pensarlo mucho, la
puerta se abrió de golpe y se encontró mirando el duro rostro de Taehyung.
—¿Aprendiendo algo? —Dijo, levantando sus cejas gruesas finamente
formadas.
Jungkook estaba demasiado preocupado para sentirse avergonzado.
—¿De qué estabas hablando sobre la mente de mi madre? Dijiste que sus
recuerdos han sido manipulados y que hay trampas en su mente.
Taehyung cruzó los brazos sobre el pecho y lo miró fijamente, su rostro como
piedra. Jungkook trató de no sentirse intimidado, pero fue muy difícil. Todo sobre
este hombre emitía fuerza y poder que era tanto intangible como físico. Jungkook
también estaba en buena forma, bastante bien formado y alto, pero al lado de
Taehyung se sentía pequeño e insignificante. Era casi obsceno, la forma en que la
camisa negra de Taehyung se estiraba sobre sus bíceps, hombros anchos y pecho
musculoso. La pura presencia de Taehyung también era abrumadoramente
fuerte. Exudaba el tipo de poder que era difícil de expresar con palabras.
Jungkook podía creer fácilmente que era uno de los telépatas más poderosos del
planeta, como había dicho Namjoon.
—¿Por qué debería decirte algo? —Dijo Taehyung, mirándolo impasible. —Tu
madre literalmente me quiere muerto.
Jungkook hizo una mueca por dentro. Él tenía un punto.
—Yo no, —dijo.

Las cejas de Taehyung se juntaron.


—¿Qué?
—No te quiero muerto, —dijo Jungkook, mirándolo a los ojos con su expresión
más seria.
Por un momento, Taehyung pareció casi ablandarse antes de que su rostro se
endureciera nuevamente. Se burló, dándole una mirada de disgusto.
—No confío en una palabra de lo que dices. Eres tan arrastrado como tu madre.
Vete.
—Me gustaría hablar contigo, —dijo Jungkook con una sonrisa. —Realmente
no tuvimos ninguna oportunidad de ponernos al día, y pensé...
—No malgastes tu aliento. Puedes volver con la víbora de tu madre y decirle
que no estoy interesado en repetir los errores de mi padre.
Jungkook lo miró fijamente, o mejor dicho, a su abundante cabello color miel,
ya que Taehyung le había dado la espalda. El cabello en cuestión se veía
asombrosamente espeso y suave, brillando a la luz. Parecía completamente
inadecuado para este hombre duro e inflexible.
—¿Perdón? ¿Qué se supone que significa eso?
Taehyung dejó escapar una risa sin humor.
—Sé lo que estás tramando. No soy idiota. Solo vete. No me interesa. No soy
mi padre, no pienso con mi polla.
—Tu padre no pensaba con la polla —dijo Jungkook, sólo para ser contrario,
aunque no estaba seguro de tal cosa—. Tenía sentimientos por mi madre, incluso
si eran enfermos.

Taehyung le devolvió la mirada, sus labios torcidos en algo que no era una
sonrisa.
—Sí, sé que él la "amaba". Y mira dónde lo llevó. El amor es una enfermedad
que convierte en tontos incluso a los hombres más inteligentes. No soy tonto.
Ahora deja de hacerme perder el tiempo.
Jungkook inclinó la cabeza hacia un lado, mirándolo pensativo. De repente se
preguntó qué tan malo habría sido crecer con un padre negligente que solo estaba
interesado en perseguir a una mujer, una mujer que no era la madre de Taehyung.
No es de extrañar que Taehyung se burlara de la mera noción de amor.
Jungkook abrió la boca, pero la cerró al darse cuenta de que no tenía sentido.
Este hombre estaba decidido a odiarlo, y nada de lo que pudiera decir cambiaría
eso.
Dio media vuelta y se fue, sintiéndose derrotado y fuera de sí.
CAPITULO 5

La coronación de Taehyung tuvo lugar dos días después.


Fue una ceremonia muy pública a la que ni Jungkook ni su madre fueron
invitados a participar.
Su madre estaba enojada por el desaire público, pero también alegre, porque
su ausencia durante la coronación hizo crecer el descontento con Taehyung entre
la gente común y la corte. El desaire se veía particularmente mal, considerando
que Soyoung había organizado un baile en honor de Taehyung y no había sido
más que cortés y amable en público. Hacía que Taehyung pareciera un asno real.
—Debe ser el rey menos popular que nuestro Gran Clan haya visto jamás, —
dijo Soyoung, dejando su dispositivo múltiple y sonriendo. —¿Has visto sus
calificaciones? Ya hay protestas en todo el país. Está a un paso en falso de una
revuelta abierta.
Jungkook no estaba tan contento con la perspectiva como su madre. Una
guerra civil no era algo que hubiera querido para su Gran Clan. Conduciría al
derramamiento de sangre y sanciones de los otros Grandes Clanes, y eso
destruiría su economía.
—No me mires de esa manera, —dijo Soyoung, levantando las cejas. —Es culpa
suya. Por una vez, no hice nada. Bueno, casi nada, además de algunos
comentarios lanzados estratégicamente sobre ciertos señores vasallos.
—Madre, —dijo Jungkook exasperado.
—No es mi culpa que sea demasiado terco para jugar a la política. El estado
actual de las cosas es enteramente obra suya —Parecía muy complacida. —No
esperaba que fuera tan fácil. Emyr nunca fue tan miope como su hijo. Ni siquiera
tendremos que hacer nada. Todo lo que tenemos que hacer ahora es esperar.
Jungkook solo negó con la cabeza, pero no era como si su madre estuviera
equivocada. La posición política inestable de Taehyung fue principalmente obra
suya. En el lado positivo, no tendría que seducir a Taehyung si las cosas salían
como su madre esperaba.
Ahora comenzó el juego de la espera.
~*~
Nunca sabrían si la posición política de Taehyung se habría deteriorado lo
suficiente como para conducir a una revuelta abierta, porque unos días después,
Taehyung trajo a casa a su hermano menor, que resultó estar vivo.
Y eso cambió todo.
Aparentemente, el príncipe Jiminhe, o Jimin, como se hacía llamar ahora, no
murió en el ataque hace tantos años. Y ahora era el heredero de Taehyung si algo
le sucediera a Taehyung.

Probablemente no hace falta decir que la madre de Jungkook estaba furiosa.


Ahora, sacar a Taehyung de la imagen no lograría nada. Además, Jimin se parecía
asombrosamente a la difunta reina consorte, que había sido amada por la gente
común, y su gente parecía estar ablandándose hacia Taehyung por poder. La
revuelta que parecía casi inevitable hace unos días ahora era solo una posibilidad
lejana. Todos estaban demasiado ocupados discutiendo el milagroso regreso del
hermoso príncipe perdido hace mucho tiempo que había sido criado por los
monjes del Alto Hronthar, y la feliz reunión entre los hermanos. Era la buena
prensa que Taehyung tanto necesitaba, por lo que el regreso de Jimin arruinó por
completo los planes de Soyoung.
Y, sin embargo, la madre de Jungkook parecía bastante aficionada a Jimin, lo
cual no tenía sentido.
—Algo anda mal, —dijo, frotándose las sienes con una mirada frustrada en su
rostro. —Me gusta Jimin. Debería despreciarlo tanto como desprecio a los otros
engendros de Emyr. Y sin embargo, me gusta. Es inexplicable.
Frunciendo el ceño, Jungkook se enderezó.
—¿Crees que alguien se ha metido con tu mente?
Los labios de su madre se afinaron. Ella no dijo nada, pero su silencio fue
suficiente respuesta: claramente tenía sospechas similares.
—¿Quién? —Dijo Jungkook. —¿Crees que tiene algo que ver con las trampas
mentales en tu mente que mencionó Taehyung?

—Creo... —dijo ella, mirando hacia otro lado. —Creo que es el Alto Hronthar.
Los adeptos de la mente no son tan inofensivos y apolíticos como pretenden ser.
—¿Qué? —Jungkook la miró fijamente. —¿Qué te hace pensar eso?
La expresión de Soyoung se quedó en blanco.
—Emyr me lo ha dicho. Me dijo que nunca me quedara a solas con ellos o que
los mirara a los ojos si podía evitarlo.
Reprimiendo el impulso de decirle que era extraño de su parte confiar en las
palabras de un hombre al que había odiado y al que había matado, Jungkook lo
consideró por un momento.
—¿Pero por qué? ¿Por qué alguien del Alto Hronthar se metería con tu mente
para que te gustara Jimin?
—Esa es la cuestión, ¿no es así? —Murmuró Soyoung, con el rostro pensativo.
—La última revelación de que han estado escondiendo a Jimin todos estos años
prueba casi con certeza que tienen su propia agenda. No me sorprendería si
prepararan a Jimin como su títere con la intención de colocarlo en el trono
cuando sea el momento adecuado.
Jungkook todavía tenía problemas para creer eso. Pero supuso que eso
explicaría por qué los adeptos de la mente del Alto Hronthar se entrometerían
con la mente de su madre. Soyoung ni siquiera estaba segura de por qué había
estado tan segura de que Jimin estaba muerto cuando nunca se encontró el
cuerpo. Esa convicción, así como su disposición positiva hacia Jimin, podría
haber sido plantada en su mente. No era imposible.

De cualquier manera, el resultado fue el mismo: con el regreso de Jimin, ya no


tenía sentido intentar sacar a Taehyung del trono.
A decir verdad, Jungkook se sintió aliviado. Todas las opciones que habían
tenido -seducción, revolución o asesinato- iban de malas a horribles. Quería ser
el rey, sí, pero quería ser más una persona decente. Tal vez realmente era suave,
como decía su madre, pero Jungkook estaba bien con eso.
Así que les dio a Taehyung y a su hermano un gran rodeo, aliviado de no tener
que lidiar con la mirada dura y desdeñosa de Taehyung sobre él. No es que
Taehyung no lo mirara en absoluto. Jungkook todavía lo sorprendía mirándolo a
veces, antes de apartar rápidamente la mirada.
Le hizo preguntarse.
Jungkook también se preguntó por qué Taehyung parecía más infeliz y
estresado a medida que los días se convertían en meses. A menudo veía a
Taehyung acechando en los rincones más oscuros de los salones de baile,
claramente sin querer la atención que su condición de rey justificaba. Jimin
parecía ser el que socializaba más, pero Jungkook notó que incluso las brillantes
sonrisas de Jimin comenzaban a volverse tensas con cada día que pasaba.
Por eso Jungkook no se sorprendió mucho cuando una mañana se despertó
con la noticia de que Jimin abandonaba el palacio y regresaba al monasterio.

Chismes de la Sociedad Calluvian

PRÍNCIPE JIMIN: EXTRAÑO MI CASA


En un giro inesperado de los acontecimientos, el Príncipe Jimin del Quinto
Gran Clan no desea ser príncipe. Criado por los adeptos de la mente del Alto
Hronthar, el príncipe se siente más a gusto en el austero monasterio que en el
lujoso palacio de su hermano.
—Quiero mucho a Taehyung y estoy muy agradecido de que nos hayamos
encontrado de nuevo, —dijo el Príncipe Jimin. —Pero la Orden ha sido mi hogar
desde que tenía tres años y estoy muy agradecido con mi hermano por permitirme
volver a la vida a la que estoy acostumbrado. Mi mayor ambición es convertirme
en un adepto mental certificado de la Orden, pero eso no significa que dejaré de
ser el hermano de Taehyung. Lo apoyo en todo.
Jungkook cerró el artículo y pensó en las ramificaciones del mismo.
Una cosa era segura: su madre iba a estar encantada
CAPITULO 6

Jungkook estaba junto a su madre en la gran escalera del palacio mientras


observaban a Taehyung despedirse de Jimin. Los hermanos se abrazaron, la
forma esbelta de Jimin casi cómicamente diminuta en los brazos del rey.
—Qué giro de los acontecimientos, —dijo Soyoung en voz baja, su tono
pensativo.
Jungkook hizo un ruido evasivo, mirando a los hermanos partir. El rostro de
Taehyung era como de piedra a pesar del fuerte abrazo que le había dado a su
hermano.
—Míralo, —murmuró Soyoung. —Se siente tan enojado. Perdido. Solo. Su
hermano lo ha abandonado. Está tan solo. Ahora es el momento perfecto para
actuar, querido.
Jungkook miró los hombros tensos y encorvados de Taehyung y asintió con la
cabeza. Taehyung parecía enojado y solo, aunque claramente estaba tratando de
no mostrarlo por el bien de Jimin.
—¿Qué estás sugiriendo, madre? —Jungkook dijo, reprimiendo un suspiro.
Parecía que ahora que Jimin estaba fuera de escena, el complot contra Taehyung
estaba en marcha.
—Provocar un levantamiento público no es posible en este momento, —dijo su
madre, tamborileando un dedo con
manicura sobre la barandilla. —Jimin ha ganado bastante simpatía pública por
su hermano en los últimos meses. A menos que Taehyung dé un gran paso en
falso, esa simpatía no se evaporará de la noche a la mañana. Así que solo hay dos
opciones: o Taehyung abdica voluntariamente o tendrá que ser destituido.
Jungkook casi se rió de la forma casual en que su madre hablaba de asesinato
y regicidio. La peor parte era que ni siquiera podía decirle que no tomaría parte
en esto: si lo hacía, simplemente haría que eliminaran a Taehyung, maldita sea la
opinión de Jungkook. De esta manera al menos podría saber lo que ella estaba
planeando.
—No creo que pueda seducirlo, —dijo Jungkook. —Vio a través de mí la última
vez que lo intenté.
—Está bien, cariño —dijo, sin dejar de mirar a Taehyung. —No importa. Puede
que haya encontrado otra solución.
Jungkook entrecerró los ojos.
—Madre, ¿qué estás planeando?
Soyoung solo sonrió y comenzó a hablar sobre el baile al que asistiría esa
noche.
A veces su madre era absolutamente exasperante.

~*~

Desde la partida de Jimin, Jungkook notó que Taehyung había estado evitando
funciones sociales. Pero el día de la corte fue obviamente una excepción. No
importaba cuánto pudiera
detestar Taehyung socializar; él era el rey, y el día de la corte era una de las
funciones sociales que no podía evitar. Taehyung tampoco podía prohibir que
Jungkook asistiera sin dar mucho de qué hablar a los chismosos.
Tradicionalmente, el rey tenía a su heredero a su lado mientras saludaba a sus
señores-vasallos, y con la desaparición de Jimin, ese papel recayó en Jungkook.
Taehyung ciertamente no parecía feliz de tenerlo allí, a juzgar por la expresión
pétrea en su rostro cuando Jungkook se sentó en el asiento a la izquierda de su
trono.
No es que nunca se vea feliz, pensó Jungkook sin caridad, apartando los ojos
del rey, un poco molesto por la frecuencia con la que su mirada parecía gravitar
hacia un hombre que ni siquiera se había dignado a darle más que una mirada
desde la llegada de Jungkook.
No era como si quisiera que Taehyung lo mirara; a Jungkook no le gustaba
exactamente ser el objeto de su mirada desdeñosa. Era solo... Le molestaba que
Taehyung no tuviera problemas para ignorarlo cuando Jungkook no podía hacer
lo mismo, hiperconsciente de la presencia del rey a su lado. Taehyung era tan
difícil de ignorar. Tal vez era su tamaño, la forma en que su cuerpo alto y poderoso
ocupaba el trono, de alguna manera tanto relajado como tenso. Jungkook podía
ver la mano de Taehyung en el reposabrazos del trono en su visión periférica, y
había una fina tensión en esa mano, las venas se destacaban a pesar de la postura
aparentemente relajada de Taehyung. El anillo de sello en el dedo de Taehyung
brillaba intensamente, un marcado contraste con su atuendo oscuro y sombrío.
Sus dedos eran elegantes a pesar de su tamaño y bien cuidados, lo que
sorprendió un poco a Jungkook. Le costaba imaginar que a Taehyung le
importara un carajo el aspecto de sus manos. Aunque el hecho de que no se
hubiera molestado en quitarse el vello oscuro de los nudillos estaba bien en su
carácter.
Jungkook se miró los dedos lampiños y con manicura profesional, pálidos y
casi delgados en comparación con los de Taehyung, y se preguntó cómo se verían
contra la mano más grande y bronceada de Taehyung.
Parpadeó ante el extraño pensamiento y lo apartó, enderezando su silla y
apartando los ojos de la mano de Taehyung. No era ni el momento ni el lugar para
albergar pensamientos estúpidos. Estaba sentado al lado del rey y la corte los
miraba.
Afortunadamente, estaba tan acostumbrado a los días de la corte que saludar
a los nobles y murmurar cumplidos era una segunda naturaleza para él; podía
hacerlo mientras dormía.
A diferencia de él, Taehyung claramente se sentía fuera de su elemento.
Todavía no conocía bien a la mayoría de estas personas, y su silencio sombrío y
sus modales abruptos no lo hacían ganarse el cariño de nadie.
Jungkook reprimió una mueca cuando Taehyung apenas miró a Lord Vahir
cuando el hombre se inclinó ante él. Ese fue un gran error. Lord Vahir fue uno de
los señores-vasallos más influyentes de su Gran Clan. Era un hombre muy
orgulloso y muy vanidoso; consideraría la actitud desdeñosa de Taehyung como
un desaire deliberado.
Jungkook miró a su madre en el otro extremo de la sala y la encontró sonriendo
un poco mientras esperaba la reacción de Lord Vahir. No tuvo que esperar mucho.
—Me pregunto, Su Majestad, —dijo Lord Vahir, su tono muy cortés. —¿Cómo
es que el Príncipe Jimin eligió regresar a la vida austera de un monje en lugar de
una vida en este espléndido palacio con su único pariente vivo? Estoy seguro de
que no tienes la culpa, pero parece... extraño. Me pregunto qué lo hizo tan infeliz
aquí.
Los murmullos recorrieron la habitación.
Jungkook apenas mantuvo su expresión neutral. Si bien esperaba algún tipo
de retribución por el desaire percibido, no esperaba que Vahir se atreviera a
insinuar que debía haber algo mal en la relación de Jimin con el rey para que
Jimin se fuera tan abruptamente. Fue muy inteligente, tuvo que admitir
Jungkook. O tonto, si la forma en que la presencia telepática de Taehyung se
oscureció con la ira era una indicación.
Jungkook se estremeció al mirar el rostro pétreo de Taehyung. Esos duros ojos
azules ahora le estaban dando a Vahir toda su atención, y Vahir se movió un poco,
claramente algo nervioso. Jungkook podía relacionarse: podía atestiguar que ser
el objeto de esa intensidad era muy inquietante.
Todos en la corte parecían contener la respiración mientras esperaban que el
rey reaccionara ante el insulto no tan sutil. Conociendo el temperamento de
Taehyung, Jungkook casi esperaba
que explotara, pero parecía sorprendentemente tranquilo, su rostro no
traicionaba nada.
Cuando Taehyung habló, su voz era dura y monótona.
—Me imagino que se fue por la misma razón que tu hijo mayor dejó tu clan,
Lord Vahir.
Vahir palideció y luego se sonrojó cuando otra ola de susurros recorrió la
habitación. El heredero de Vahir se había negado a regresar a Calluvia después
de terminar su educación en otro planeta. Solo la inmensa influencia de Vahir
había impedido que su familia se convirtiera en objeto de burlas y chismes
desagradables. Los herederos de las familias nobles de Calluvia simplemente no
dejaban sus fortunas así. Algo tenía que estar mal. Pero ya nadie hablaba de ese
escándalo, Vahir lo había silenciado bien.
Jungkook se debatía entre la risa y las palmas en la cara. La respuesta de
Taehyung fue tan imprudente, tan horrible políticamente, pero seguramente
había puesto a Vahir en su lugar y le enseñaría a no insultar al rey en su cara.
Taehyung le sonrió a Vahir, una sonrisa fría que era todo dientes y no le llegaba
a los ojos.
—Al igual que tu antiguo heredero, mi hermano ha encontrado otra vocación.
¿Quiénes somos nosotros para evitar que la persigan?
Vahir hizo una reverencia.
—De hecho, Su Majestad, —gruñó y luego se inclinó de nuevo y se fue. A medio
camino de la puerta, Soyoung se acercó a
Vahir y le puso la mano en el codo. Salieron juntos de la habitación, hablando
en voz baja.
Reprimiendo un suspiro, Jungkook murmuró, solo para los oídos de
Taehyung:
—Eso fue muy entretenido, pero muy imprudente.
Taehyung desvió su pesada mirada hacia él por primera vez esa noche.
—¿Es eso una amenaza?
Riendo un poco, Jungkook negó con la cabeza.
—No. Solo digo lo obvio. Tu equipo de relaciones públicas te va a regañar por
esto. El mío lo haría seguro si humillara públicamente a uno de los señores-
vasallos más influyentes de nuestro clan.
Las cejas de Taehyung se juntaron. Miró hacia otro lado, antes de volver a
mirar a Jungkook, y luego desvió la mirada nuevamente, su mano agarrando el
reposabrazos del trono.
—Odio la política.
—Me he dado cuenta, —dijo Jungkook irónicamente. —Pero tendrás que
prestar atención a la política si no quieres que tus índices de aprobación caigan
como una piedra. ¿Tienes idea de cuánta influencia tienen los señores como
Vahir?
—¿Por qué estás siendo tan hablador y servicial de repente? —Dijo Taehyung,
sin mirarlo. —Si este es otro intento de seducirme con encantadoras sonrisas, no
pierdas tu tiempo. No estoy comprando lo que estás vendiendo.
¿Encantadoras sonrisas?

—Solo estoy haciendo conversación, —dijo Jungkook. —¿O no tengo permitido


hablar con usted, Su Majestad?
Taehyung le lanzó una mirada larga y escrutadora que hizo que a Jungkook se
le retorciera el estómago. Reprimió el impulso de moverse y tocarse el cabello, sin
saber por qué se sentía tan agitado. Joder, ninguna otra persona lo había
perturbado tanto como este hombre.
—…Um, ¿Su Majestad? ¿Su Alteza?
Jungkook apartó la mirada de los agudos ojos azules de Taehyung y se volvió
hacia el orador, sintiéndose un poco desorientado.
Miró a la mujer sin comprender por un momento antes de finalmente
concentrarse en su rostro lo suficiente como para reconocerla.
Forzó una sonrisa e hizo una pequeña charla con ella, haciendo todo lo posible
por ignorar al hombre silencioso a su lado.
Fue imposible. Estaba tan hiperconsciente de él que su atención se desviaba
cada vez que Taehyung se movía un poco en su visión periférica. Era bueno que
Jungkook pudiera hablar de cosas triviales mientras dormía.
Después de un tiempo, se rindió y miró a Taehyung.
Lo encontró mirándolo, con el ceño fruncido en su rostro.
Jungkook le lanzó una mirada inquisitiva.
Eres bueno en eso, dijo la voz de Taehyung a regañadientes en su cabeza.
Jungkook se congeló, con los ojos muy abiertos. Debería haber sido imposible
para Taehyung enviar sus pensamientos a su
mente. No tenían ningún tipo de vínculo telepático. No se estaban tocando.
Jungkook tenía sus escudos mentales al máximo. Esto debería haber sido
imposible. ¿Qué tan poderoso era Taehyung, exactamente?
Jungkook se mordió el labio, perturbado e intrigado.
—¿Su Alteza?
Correcto. Se suponía que debía estar hablando con... ¿cuál era su nombre, otra
vez?
—Siguiente, —dijo Taehyung rotundamente, apenas mirando a la mujer.
La mujer se sonrojó, apretó los labios y se alejó después de hacerles una rígida
reverencia.
—Deberías tratar de ser agradable y educado de vez en cuando, —murmuró
Jungkook cuando otro noble comenzó a dirigirse hacia ellos.
Los ojos azules se movieron hacia él y lo miraron por un momento, antes de
apartar la mirada. Jungkook se quedó mirando el duro perfil de Taehyung.
—Soy bastante agradable, considerando sus pensamientos, —dijo Taehyung
sin mirar a Jungkook.
—Leer los pensamientos de alguien sin permiso definitivamente no es
agradable. Es un crimen-
—Al igual que asesinar personas.
—Yo no maté a nadie.
—Ser consciente de un crimen y ayudar al asesino a ocultarlo te convierte en
cómplice.
—No sé de qué estás hablando, —dijo Jungkook.

Taehyung le devolvió la mirada, sus ojos brillando.


—Claro que no.
Jungkook lo fulminó con la mirada, y Taehyung le devolvió la mirada, y
Jungkook quería... quería...
—Su Majestad. Su Alteza.
Correcto.
Jungkook apartó la mirada de Taehyung y sonrió dulcemente a la siguiente
persona.
No podía escuchar una palabra de lo que decían.
CAPITULO 7

Taehyung'ngh'zaver sería el primero en admitir que odiaba estar equivocado.


A nadie le gustaba estar equivocado, pero era particularmente irritante que
Jungkook tuviera razón: su equipo de publicidad no estaba tan impresionado con
él por sus palabras a Lord Vahir.
—¡Esto es un desastre! —Su oficial de prensa, Ayda, dijo, paseándose por la
oficina de Taehyung, mirando el datapad en sus manos. —Tus índices de
aprobación nunca han sido altos, pero han alcanzado un nuevo mínimo ahora que
Lord Vahir tiene a su gente difundiendo el rumor de que el Príncipe Jimin se fue
debido a tus inclinaciones antinaturales.
Taehyungh se puso rígido.
—¿Él hizo qué?
—Tiene gente difundiendo el rumor de que querías acostarte con tu propio
hermano y por eso Jimin se escapó.
Taehyung cerró los ojos y respiró, tratando de controlar su rabia.
—No lo mates, —interrumpió Eunji desde el sofá, estudiando sus uñas. —Sé
que es tentador, pero eso no ayudaría en nada.
Taehyung la miró con frustración. Ni siquiera estaba seguro de qué estaba
haciendo Eunji aquí. Ciertamente no la había invitado.

Nunca había tenido una relación fácil con ella. Ella era la prima lejana de
Namjoon con la que básicamente había crecido. A veces, Taehyung pensaba que
eran casi amigos, excepto que nunca parecían estar de acuerdo en nada.
—¿El maldito enfermo está difundiendo el rumor de que quiero follarme a Eri
y se supone que no debo hacer nada? —Taehyungh mordió.
—Matarlo solo te haría parecer más culpable, —señaló Eunji.
—Puedo hacer que no se pueda rastrear.
—¿Tú? Tienes tanta sutileza como un toro en una cacharrería. Déjalo en paz,
Tae. Deja que los profesionales se encarguen—. Ella asintió hacia Ayda.
Taehyung suspiró y se aflojó la corbata, recostándose en su silla.
—¿Qué estás sugiriendo, entonces?
—No podemos negar el rumor, reconocerlo solo empeoraría las cosas, —dijo
Ayda. —Solo necesitas algo de buena prensa. Una muy buena prensa para ayudar
a tus calificaciones.
—¿Qué tipo de prensa? —Dijo Taehyung, pellizcándose el puente de la nariz.
Ya le estaba dando dolor de cabeza.
—Tienes que presentarte en varios eventos de caridad con alguien de
reputación impecable, alguien muy querido y popular entre la corte y la gente
común…
—No, —dijo Taehyung, sintiendo hacia dónde se dirigía.
—Príncipe Jungkook, —terminó Ayda, como si no lo escuchara. —Fue un
gobernante increíble para este país durante tu ausencia. Su asociación con él
arreglaría tus índices de aprobación.
Taehyung frunció el ceño.

—Pensé que el regente era el que gobernaba nuestro clan.


Ayda dijo.
—En absoluto, al menos no desde que el príncipe cumplió veinte años. Su
Excelencia obviamente ocupaba el puesto en el Consejo de los Doce Grandes
Clanes, pero no es un secreto que el Príncipe Jungkook fue quien tomó las
decisiones en los últimos cuatro años. Lady Soyoung es probablemente la mejor
política, pero el Príncipe Jungkook es absolutamente el líder y estratega superior.
Dicen que su comprensión de la macroeconomía no tiene rival en el planeta.
Nuestro Gran Clan tiene la tasa de felicidad más alta del planeta por una razón, y
esa razón es el Príncipe Jungkook.
—Estás en mi equipo, no en el suyo, —dijo Taehyung, irritado.
Al menos su jefe de prensa tuvo la delicadeza de sonrojarse.
—Te digo esto porque necesitas entender por qué tiene que ser el Príncipe
Jungkook contigo en la gira.
—Dije que no, —dijo Taehyung.
—¿Por qué no? —Eunji interrumpió. —Ayer parecía que te llevabas bastante
bien, a juzgar por la forma en que no dejabas de mirar sus bonitos ojos azules y
sus labios igualmente bonitos.
Taehyung ni siquiera necesitó mirarla para saber que estaba sonriendo, con la
esperanza de irritarlo. Se negó a darle la satisfacción.
—Jungkook y yo no nos llevamos bien, —dijo, ignorando a Eunji y mirando a
Ayda. —Él no querría ayudarme a mejorar mis calificaciones. Estoy seguro de que
su madre está aliada con
Vahir y participa en la difusión de esos repugnantes rumores. Jungkook no
haría nada para que su posición fuera menos fuerte.
—¿No eres el rey? —Eunji dijo. —Hazlo.
Taehyung se quedó inmóvil, su corazón latía más rápido mientras imaginaba
usar su posición y obligar a Jungkook a hacer lo que quisiera. Su polla tembló y
apretó los dientes, disgustado consigo mismo. No. La caída de su padre
probablemente había comenzado con pensamientos similares.
—Estoy de acuerdo, —dijo Ayda. —Eres el jefe de la familia real y técnicamente
puedes ordenarle al príncipe Jungkook que te acompañe en una gira
publicitaria…
—¿Es una gira publicitaria ahora? Pensé que eran solo unas pocas apariciones
públicas.
—Cualquier cosa menos que una gira publicitaria por todo el país no cambiaría
mucho. Las áreas rurales necesitan mucho convencimiento: son los partidarios
más devotos del Príncipe Jungkook debido a cuánto ha mejorado su calidad de
vida e infraestructura. Si los ven juntos, siendo amables, los ayudará
enormemente. Convertiremos la gira en un evento: el nuevo rey está viajando por
todo el país para ver con sus propios ojos cómo está su pueblo y conocer sus
necesidades. Viajarás en un vehículo terrestre...
—¿Hablas en serio? —Taehyung dijo con un resoplido. —Tal vez deberíamos
hacerlo aún más medieval y viajar en un carruaje tirado por zywerns.
Eunji soltó una risita, pero Ayda la miró con severidad.

—Es tradicional que las visitas reales al campo se realicen utilizando un


vehículo terrestre, Su Majestad. Seguro que eres consciente de lo anticuada que
es la gente de las zonas rurales.
—Bien, —dijo Taehyung con un suspiro. Parecía que no había discusión con
ella. —¿Cuándo comenzará la gira?
Ayda sonrió.
Taehyung salió de la habitación media hora más tarde y se dirigió al ala de
Jungkook. Necesitaba informar a Jungkook que lo acompañaría en la gira. No
esperaba que la conversación fuera bien, especialmente cuando encontró a
Jungkook con su madre.
—Su Majestad el Rey, —anunció la IA cuando entró en el salón de Jungkook.
Jungkook se puso de pie mientras Soyoung permanecía sentada en el sofá.
Taehyung los inspeccionó, sofocando la oleada de odio al ver a Soyoung. Era a
la vez más fácil y más difícil mirar a Jungkook. Realmente era la copia masculina
de Soyoung, hasta sus labios carnosos y sus largas pestañas. Su mandíbula firme
y su cuerpo masculino en forma eran los mayores diferenciadores, pero no fueron
suficientes para que Taehyung olvidara quién era su madre.
No es que impidiera que su cuerpo reaccionara ante él. No estaba muerto.
—Su Majestad, —dijo Jungkook, con una ligera pregunta en su tono.
Taehyung no se perdió la forma en que Soyoung frunció los labios. Claramente
la forma de dirigirse a ella la molestó. Bien.

—Me acompañarás en una gira publicitaria por todo el país, —dijo Taehyung,
mirando a Jungkook. —Nos vamos en dos días y viajaremos veinticuatro días.
Prepárate en consecuencia.
Dio media vuelta y se fue antes de que ninguno de los dos pudiera expresar
una objeción.
Tendría que prepararse mentalmente también. Casi un mes en espacios
reducidos con un hombre al que detestaba pero al que no le importaría meterle la
polla sonaba como una especie de infierno especial.
CAPITULO 8

Jungkook escuchó la diatriba indignada de su madre durante media hora,


antes de finalmente interrumpirla con:
—Él es el rey, madre. Debo hacer lo que él dice. Estar enojado no cambiaría
nada.
Soyoung dejó de pasearse, su expresión se volvió distante y pensativa.
—Tienes razón. Quizás… Quizás podríamos usar esto.
Entrecerrando los ojos, Jungkook dijo.
—¿Madre? ¿De qué estás hablando?
Pero Soyoung tarareó y cambió de tema.
Era extremadamente molesto, pero ella se negara a decirle lo que estaba
planeando, sin importar cuánto la presionara.
—Sería mejor si no lo supieras, —dijo finalmente Soyoung—. Es un telépata
fuerte. Él podría leer tu mente.
Y eso fue todo.
Jungkook no estaba contento, pero no tuvo más remedio que ceder y
simplemente esperar a que ella actuara.
No tuvo que esperar mucho.
A la mañana siguiente, su madre lo despertó temprano y lo instó a tomar un
buen desayuno en este momento.
—En la sala de desayuno más pequeña, —agregó Soyoung.

Lanzando sus miradas sospechosas, Jungkook se vistió y se dirigió allí. Su


madre no lo acompañó.
Cuando entró en la habitación, se detuvo y encontró a Taehyung sentado a la
cabecera de la mesa. Vestía todo de negro, como de costumbre, su reluciente
cabello castaño dorado era lo único remotamente no sombrío de él.
—Buenos días, —dijo Jungkook.
Taehyung hizo una pausa con la taza de té en la boca antes de asentir con la
cabeza.
Lamiéndose los labios, Jungkook se acercó y se sentó a la derecha de
Taehyung, tratando de actuar con indiferencia y no revelar que su corazón latía
con fuerza. Estaba nervioso por el plan de su madre. Ella debe haberlo enviado
aquí por una razón.
Un droide de servicio rodó hacia él y comenzó a servirlo. Jungkook comió
automáticamente, sintiéndose ridículamente cohibido, el silencio en la
habitación hacía que su estómago se sintiera raro.
Lanzó una mirada al duro rostro de Taehyung. Taehyung levantó la vista y sus
ojos se encontraron.
Jungkook volvió a humedecerse los labios con la lengua y se aclaró un poco la
garganta.
—Así que nos vamos mañana por la mañana, ¿verdad?
—Sí —dijo Taehyung, mirándolo con una expresión intensa que Jungkook no
pudo leer.
¿Por qué me miras? Deja de mirarme, no lo soporto.
Jungkook trató de ordenar sus pensamientos.
—¿Qué esperas de mí durante la gira publicitaria?

Taehyung abrió la boca para responder, pero se quedó inmóvil, entrecerrando


los ojos y tensando los hombros. Sus fosas nasales se ensancharon y su mirada se
lanzó alrededor de la habitación.
Frunciendo el ceño, Jungkook también miró a su alrededor, pero no pudo ver
nada.
—¿Qué es?
—Hay alguien en la habitación.
Jungkook soltó una carcajada.
—No hay nadie aquí excepto nosotros.
Taehyung se puso de pie, con el ceño fruncido mientras su aguda mirada
continuaba buscando en la habitación.
El corazón de Jungkook comenzó a latir más rápido. ¿Podría Taehyung tener
razón? ¿Era esto parte del plan de su madre?
—¿Por qué piensas eso? —Él dijo.
—Puedo sentirlos, —dijo Taehyung brevemente, su mano descansando sobre
la mesa al lado de Jungkook.
Jungkook miró fijamente esos dedos fuertes y bronceados mientras
finalmente registraba lo que Taehyung quería decir. ¿Podía sentir la presencia de
la gente sin intentarlo? ¿Qué tan poderoso era Taehyung?
—El conducto de ventilación, —dijo Taehyung, dando unos pasos hacia la
derecha y mirando hacia arriba. —Está entreabierto. Alguien estaba allí, pero ya
no puedo sentirlo.
Jungkook frunció el ceño, confundido. Él no entendió.
Tirando de su corbata distraídamente, también se puso de pie y caminó hasta
pararse al lado de Taehyung. Él... quería estar más cerca de él.

De repente, Taehyung se puso rígido y se volvió para mirar a Jungkook.


—¿Lo sientes también? —Dijo, su voz tensa. Respiraba con dificultad, tenía la
mandíbula tensa y las pupilas dilatadas de forma poco natural.
Jungkook tragó saliva, consciente de repente de que su polla estaba dura.
Esto... esto no era normal. Por lo general, no pasaba de cero a mástil completo en
menos de un segundo, sin ninguna razón.
Taehyung maldijo elaboradamente, su expresión oscureciéndose.
—Fariz, seguridad y un médico a la sala de desayunos, —gritó. —Dígales que
usen equipo de riesgo biológico hasta que sepamos a qué nos enfrentamos.
—De inmediato, Su Majestad, —dijo la IA del palacio.
—¿Es esto lo que haces? —Dijo Taehyung, cerniéndose sobre Jungkook.
Con el corazón latiendo más rápido, Jungkook humedeció sus labios secos y
sacudió la cabeza, y los ojos azules de Taehyung siguieron el movimiento de su
lengua, paralizados. Hambriento.
Mierda. ¿Qué estaba pasando? El cuerpo de Jungkook se sentía en llamas, su
piel hipersensible, su ropa demasiado áspera y demasiado numerosa. Quería
estar desnudo. Quería piel contra piel. Quería a este hombre grande y duro
encima de él, embistiéndolo, tomándolo fuerte y rápido y...

—Joder —soltó Taehyung, prácticamente saltando lejos de Jungkook y


tambaleándose lo más lejos posible de él, hasta el otro extremo de la habitación.
Los guardias de seguridad en trajes de riesgo biológico entraron en la
habitación.
—¿Su Majestad? —Ellos dijeron.
Taehyung respiró hondo, luciendo dolorido, y gruñó.
—Retengan al Príncipe Jungkook y no permitan que nos acerquemos hasta
que el doctor esté aquí. Ignora cualquier otra orden que pueda darte.
—Sí, Su Majestad, —dijeron los guardias.
Jungkook dio unos pasos hacia Taehyung, pero los guardias lo detuvieron y lo
sujetaron con firmeza.
Taehyung se retorció hacia él y se alejó con una maldición, apoyándose contra
la pared, sus músculos abultados mientras respiraba como si hubiera corrido una
maratón.
El doctor Jihan entró en la habitación.
—¿Qué pasa, Su Majestad?
Taehyung volvió la cabeza, su mirada no del todo enfocada.
—Nos han drogado con algo, —dijo con voz entrecortada. —Algo invisible y sin
olor. Probablemente debería estar todavía en el aire.
El doctor frunció el ceño y sacó un escáner médico. Su ceño se profundizó y
murmuró algo en voz baja antes de decir en voz más alta.
—Por favor, dígame sus síntomas, Su Majestad.

Taehyung no respondió, sus ojos vidriosos estaban fijos en Jungkook. Como


si estuviera aturdido, dio unos pasos en su dirección, y Jungkook gimió
ansiosamente, jadeando mientras luchaba por liberarse del control restrictivo
que esos hombres tenían sobre él. ¿Por qué lo retenían? ¿Quiénes eran estas
personas? ¿Por qué no lo dejaban ir? Quería a su pareja.
—Sujétalos a los dos, —dijo alguien. —Llévalos al ala médica y ordena un
equipo de descontaminación en la habitación. Necesitaré muestras del aire. Y será
necesario informar a Lady Soyoung.
Y luego Jungkook estaba siendo arrastrado a alguna parte y la gente le
hablaba, pero a él no le importaba.
Él quería. Ardía
¿Dónde estaba él?

~*~

A Soyoung'il'zaver no le gustaba que las cosas no salieran según sus planes.


Le habían prometido que el plan se llevaría a cabo sin problemas y que su hijo
no se vería afectado. Mucho para eso.
Uriel tenía mucho que explicar.
Soyoung hizo una mueca mientras miraba a su hijo. Los ojos de Jungkook
estaban vidriosos, su rostro enrojecido y sus labios mordidos enrojecidos
mientras luchaba por levantarse de la mesa de examen contra la que estaba
inmovilizado. Taehyung
ataduras y llegar a Jungkook, actuando poco mejor que una bestia sin sentido.
Sus condiciones se habían deteriorado alarmantemente rápido.
Todo esto estaba mal. La droga no debería haber afectado a Taehyung de
forma tan visible, y definitivamente no tan pronto después de haberla inhalado.
Algo había salido mal.
—Su Majestad y Su Alteza fueron drogados con una sustancia gaseosa
extraterrestre X137-1276, —dijo el doctor Jihan, frunciendo el ceño ante su
escáner médico.
Soyoung también frunció el ceño. Definitivamente esa no era la droga que se
suponía que Uriel debía usar.
—Es una sustancia muy rara proscrita en todos los planetas de la Unión, —dijo
el doctor. —Está hecha principalmente de las glándulas secundarias de
apareamiento de los primates del Planeta Shoma. Esos primates están al borde
de la extinción y está prohibido cazarlos…
—No me importa de qué esté hecho, —soltó Soyoung. —¡Quiero saber cómo
alguien logró infiltrarse en el palacio! —Por supuesto, ella sabía perfectamente
bien cómo se había hecho eso, pero tenía que mantener las apariencias incluso
aquí, en su propio palacio. Había oídos por todas partes. Aunque ella prefería
emplear droides, desafortunadamente, los droides médicos no eran tan buenos
como el personal médico real. Lo que realmente quería saber era cómo Uriel
había terminado usando la droga equivocada y drogando a su hijo también.
Mientras Jungkook dormía, ella personalmente le administró el
antídoto a la droga que se suponía que Uriel debía usar. La droga no debería
haberlo afectado en absoluto.
—Esa no es mi área de especialización, milady, —dijo el médico. —Solo puedo
darte mi opinión personal. Históricamente, esta droga se usaba a menudo para
incapacitar a figuras políticas de alto rango. Mientras está bajo su influencia, una
persona no puede concentrarse en nada más que en el objeto de su fijación.
Supongo que alguien quería que el rey no pudiera cumplir con sus deberes.
Ese era un buen motivo potencial que podría usar si el incidente llegara a ser
conocido por el público. Taehyung no había hecho exactamente muchos amigos.
Cualquier noble descontento podría ser culpado por este lío. El hecho de que su
propio hijo también se viera afectado desviaría las sospechas de ella. Eso era un
lado positivo, supuso.
—Todavía no me has dicho en términos claros qué hace la droga.
El doctor Jihan era una de las mejores mentes médicas del planeta, pero se
sonrojó como un niño pequeño ante su pregunta.
—Hace… Hace que el objetivo caiga en un estado aturdido de lujuria obsesiva
e incontrolable por la persona con la que había estado cuando recibió la dosis de
la sustancia—. Miró a Jungkook. —Desafortunadamente, ese fue Su Alteza.
Jungkook ni siquiera pareció escucharlo, su mirada fija con anhelo en el
engendro de Emyr, quien le devolvía la mirada igual de paralizado, los músculos
de Taehyung flexionados contra
las ataduras, sus fosas nasales dilatadas como las de una bestia. Fue
completamente repugnante.
— … el Príncipe Jungkook también recibió una dosis, pero la concentración de
la sustancia es un poco más baja en su sangre; parece que el Príncipe Taehyung
fue el que estaba más cerca del conducto de ventilación que se usó para envenenar
el aire. Su hijo debería estar un poco más lúcido y consciente.
—No parece lúcido en absoluto, —dijo Soyoung, más allá de la frustración.
Todo esto estaba mal. La droga que había elegido era de acción lenta. Si todo
hubiera salido según su plan, Taehyung ni siquiera habría sabido que lo habían
drogado. Él y Jungkook se habrían ido para la gira publicitaria completamente
ajenos a que Taehyung era una bomba de relojería que se suponía que iba a
estallar en un momento muy preciso, el momento en que Soyoung habría
arreglado que alguien los sorprendiera mientras Taehyung intentaba forzar sus
lujuriosas atenciones en el poco dispuesto Jungkook. Un intento de asalto sexual
a un miembro de la realeza era el tipo de ofensa de la que ni siquiera un rey se
recuperaría, especialmente uno que era tan impopular y del que ya se sospechaba
que tenía inclinaciones similares hacia su hermano menor: el rumor que Soyoung
había cultivado cuidadosamente. Si todo hubiera sucedido, Taehyung habría sido
declarado no apto para gobernar y destituido del trono por decisión del Consejo.
Había sido un plan tan simple, en teoría.
Comprometer a su hijo también no había sido parte del plan. Como diría
Emyr, la había jodido. El pensamiento era extremadamente agravante.
—Si prestas atención, notarás que parece un poco consciente de nosotros
mientras que el rey Taehyung está completamente paralizado por él—. El doctor
frunció el ceño ante su escáner médico. —En este momento el rey está
produciendo tantas hormonas que estoy francamente asombrado de que no se
haya desmayado. Su presión arterial es extremadamente preocupante, a pesar de
los estabilizadores que tiene. Literalmente pone en peligro la vida, ya que puede
restringir el flujo de sangre al corazón, lo que eventualmente puede provocar un
ataque al corazón.
Soyoung no tuvo que fingir la mirada de preocupación.
—¿Qué pasa con mi hijo?
—Sus signos vitales están un poco mejor, pero… —El doctor suspiró. —Seré
honesto contigo, milady: su condición se deteriorará muy pronto también si lo
mantenemos sujeto así. He intentado suprimir la droga con varios supresores,
pero es tan extraña que nuestra medicina simplemente no funciona. Los sedantes
tampoco funcionan: sus cuerpos los están quemando a un ritmo alarmante, y usar
sedantes más fuertes es peligroso cuando no sabemos cómo reaccionarían con la
droga alienígena en sus sistemas. Podría hacer más daño que bien, y con lo tensos
que ya están sus órganos vitales, no lo recomendaría.
Soyoung tragó saliva. ¿Cómo? ¿Cómo pudo Uriel haber cometido este error?
Normalmente era tan confiable y
competente. Uriel era más inteligente que eso. Incluso si el plan se hubiera
llevado a cabo a la perfección y Jungkook no se hubiera visto afectado, los efectos
de esta droga habrían sido demasiado evidentes y Taehyung podría argumentar
con razón que él no era responsable de sus acciones bajo su influencia. Esto fue
un desastre.
—¿Existe una cura? —Dijo Soyoung, sin saber qué respuesta quería escuchar.
Ella no quería que su hijo estuviera bajo la influencia de esa droga ni un momento
más. Pero si Taehyung también se curaba, todo sería en vano y sería poco
probable que tuvieran otra oportunidad de drogarlo. Taehyung estaría más alerta
de ahora en adelante.
El médico hizo una mueca.
—En una manera de hablar. Su Majestad y Su Alteza deben permitir que la
droga siga su curso y hacer lo que deben.
Soyoung lo miró fijamente.
—¿Disculpa?
—Tendrán que complacer sus impulsos hasta que pasen las ganas de… de
fornicar.
—¡Eso es-eso es absurdo! Mi hijo nunca... —Se interrumpió, observando la
mirada vidriosa y hambrienta de su hijo sobre Taehyung—. Ella suspiró. —No
puedes esperar seriamente que yo crea que es absolutamente necesario que
satisfagan sus impulsos básicos para que la sustancia desaparezca.
El médico suspiró.
—Esa parece ser la única solución, milady. No puedo hacer milagros en tan
poco tiempo. La sustancia simula el
comportamiento de apareamiento de los primates que entran en una frenética
temporada de apareamiento tan pronto como se impriman. Por lo general, la
temporada de apareamiento de esos primates termina con un embarazo exitoso,
lo que obviamente no es posible aquí, pero la fisiología del Calluvian es lo
suficientemente diferente como para que la droga funcione de manera un poco
diferente. Al menos esa es mi esperanza.
—¿Esperanza? —Soyoung repitió con incredulidad.
El médico se sonrojó.
—Lo siento mucho, milady, pero es muy difícil predecir cómo reaccionaría
nuestra fisiología ante una sustancia alienígena. No hay ningún caso
documentado de que los calluvianos hayan sido drogados con esa droga. Todo
son conjeturas basadas en rumores y experiencias de las especies que tienen una
biología similar a la nuestra. Pero lo similar no es lo mismo.
En ese momento, Jungkook tiró con fuerza de sus ataduras, gimiendo
lastimosamente cuando no cedieron. Taehyung gruñó en respuesta, tirando de
sus propias ataduras. Ojos azules hambrientos con pupilas dilatadas observaban
cada movimiento de Jungkook. Jungkook estaba devolviendo la mirada,
lamiéndose los labios y mirando con avidez el bulto muy obvio en los pantalones
de Taehyung.
Fue completamente repugnante.
—Creo que sería mejor si los dejamos solos, milady. Mis escáneres detectan
un salto preocupante en su presión arterial…
—No puedes hablar en serio, —dijo Soyoung bruscamente.

—Mi señora, entiendo que estés molesta, pero me temo que no tenemos otra
opción. Todo lo que sé sobre estos casos indica que es peligroso para sus vidas
dejarlos insatisfechos por mucho tiempo. Sus signos vitales ya son alarmantes.
Soyoung miró al doctor. Racionalmente, entendía que él podría tener razón,
pero todo en ella se rebeló ante la idea de permitir que el engendro de Emyr
pusiera sus manos sobre su hijo.
Jungkook hizo otro sonido desesperado, lágrimas de frustración cayeron por
sus mejillas mientras se precipitaba sin éxito hacia Taehyung de nuevo.
Soyoung frunció los labios, desgarrada. Ella no se rendiría. No podía. Pero
odiaba ver sufrir a su hijo. Absolutamente no podía soportarlo. Y ella no
permitiría que el engendro de Emyr, Emyr, fuera la razón por la que su hijo
resultó herido.
—Bien, —dijo lacónicamente y salió de la habitación. Si no lo veía, podía fingir
que no estaba pasando.
Y que no fue su culpa.
CAPITULO 9

Jungkook estaba en llamas, al menos se sentía así. Se sentía sobrecalentado,


demasiado grande para su propia piel. Quería ser montado. Quería una polla en
él. Observó el atractivo gran bulto en la entrepierna de su pareja, imaginando una
gruesa y larga polla debajo de esa tela, imaginándose sacándola y llevándola
dentro de su cuerpo. La imagen casi lo mareó de puro deseo, y gimió,
necesitándolo.
Una parte de él, una parte muy lejana, podía sentir que algo andaba mal con
sus pensamientos. Pero parecía incapaz de pensar en otra cosa que no fuera ser
fecundado y el macho viril observándolo con ojos hambrientos. Su compañero.
(¿Compañero? No tenía compañero.)
En el momento en que las ataduras de sus muñecas desaparecieron, Jungkook
se movió, su visión se redujo al hombre aún sujeto a la cama médica.
—Su Alteza, espere, no puede...
Ignorando el ruido (había alguien más allí, pero a él no le importaba),
Jungkook se sentó a horcajadas sobre los poderosos muslos del macho y buscó a
tientas la tela oscura que lo separaba de su premio. Finalmente logró abrirla y
sacó una dura y palpitante longitud. El hombre debajo de él se arqueó, gruñendo
y jodiendo en su mano, su poderoso cuerpo se levantó en una posición sentada
cuando le quitaron la sujeción de la muñeca izquierda.
Alguien aulló de dolor.
—Su Majestad, solo estoy tratando de ayudar, déjeme soltar su otra mano… —
Se escuchó el sonido de la carne golpeando la carne con fuerza, y luego la molesta
voz finalmente se calló, permitiendo que Jungkook se concentrara solo en su
pareja. Su compañero lo rodeó con un brazo musculoso, aplastándolos juntos, y
Jungkook gimió en aprobación, sus pezones doloridos rozaban contra el duro
pecho. De nuevo estaba la molesta tela en el camino, pero la presión y la fricción
todavía se sentían tan bien, sus entrepiernas rozándose juntas. Se sentía tan bien,
pero aun así no era suficiente. Quería más. Quería la polla de su compañero.
Quería ser arado. Lleno de la semilla de su compañero.
Su compañero gruñó en aprobación, sintiendo claramente sus pensamientos,
su dura polla se volvió muy resbaladiza en la mano de Jungkook, lista para el
apareamiento. Luego estaba bajando los pantalones de Jungkook, rasgando la
tela.
Jungkook se retorció de impaciencia hasta que finalmente sintió una polla
caliente y dura entre sus mejillas desnudas. Sí, por favor. La cabeza resbaladiza
chocó contra su agujero, untándolo con su lubricante. Jungkook gimió
desesperadamente, empujando hacia abajo hasta que la cabeza de la polla
finalmente empujó dentro de él. Era tan grande. El estiramiento dolía, pero a
Jungkook no le importaba. Él lo quería. Quería la polla más profundo. Quería
estar lleno hasta el borde.
Y luego lo estuvo.
En un duro empujón, estaba completamente sentado sobre la enorme polla.
Un sonido agudo salió de sus labios, sus ojos rodaron hacia la parte posterior de
su cabeza. Tan lleno. Tan jodidamente lleno. Era delicioso. Estaba temblando por
todas partes, deseando más de este sentimiento, deseando ser arado y fecundado.
Su pareja gruñó y los derribó, logrando de alguna manera hacerlo a pesar de
su muñeca derecha restringida. Su fuerza envió una aguda chispa de excitación y
deleite a través del cuerpo de Jungkook. Un reproductor fuerte produciría crías
fuertes. (¿Reproductor? ¿Crías? Algo en esos pensamientos era extraño.)
La breve incertidumbre en la mente de Jungkook fue borrada por un duro
empujón de la polla en él. Gimió, abriendo más las piernas. El peso de su pareja
sobre él era aplastante, pero se sentía tan bien, sentirse tan pequeño e indefenso
mientras una enorme polla se movía dentro de él, trayendo una mezcla de dolor,
placer y profunda satisfacción hasta los huesos. Esto estaba bien, ser criado. Su
estómago iba a estar redondo y lleno con la semilla de su reproductor. El
pensamiento envió una gran emoción a través de su cuerpo, y Jungkook gimió,
empujando su pene hacia atrás, necesitándolo, necesitando más, más profundo,
más fuerte. El reproductor gruñía encima de él, jodiéndolo como él quería. Casi-
casi allí-

Gimiendo, Jungkook agarró las duras nalgas de su compañero, manteniéndolo


profundamente dentro de él mientras apretaba su pene antes de que una
abrumadora ola de placer lo invadiera.
—¡Ah! —Gritó, la fuerza de su orgasmo limpiando su mente.
Su pareja gimió y, después de unas cuantas embestidas más, se derramó
profundamente dentro de él. Jungkook tarareó con aprobación, disfrutando de la
sensación de humedad y desorden. Mmm… ojalá hubiera sido fecundado.
Fecundado…
¿Fecundado?
Sintió que el hombre encima de él se ponía rígido justo cuando los ojos de
Jungkook se abrieron de golpe.
Se miraron el uno al otro atónitos antes de separarse, ambos maldiciendo.
Incluso el dolor en su trasero no fue suficiente para distraer a Jungkook de la
enorme y alucinante comprensión de que acababa de ser jodido por
Taehyung'ngh'zaver, un hombre que lo odiaba y que no le gustaba mucho.
—¿Qué diablos fue eso? —Taehyung mordió, tirando de su bragueta para
arreglarlo.
Su cara estaba caliente, Jungkook ni siquiera podía mirarlo. Todavía estaba
tratando de arreglar su propia ropa cuando alguien en el suelo gimió.
Jungkook se congeló, con los ojos muy abiertos, y miró al hombre que yacía
junto a la cama. Le tomó un momento reconocer al Doctor Jihan. Estupendo. Así
que no solo había jodido a su rey, sino que lo había jodido en presencia de uno de
los curanderos más famosos del planeta.

Había un hilo de sangre junto a la cabeza del médico.


—¿Se encuentra bien, doctor? —Jungkook dijo, inclinándose hacia el pobre
hombre e inmediatamente lamentándose cuando un dolor sordo le atravesó el
trasero. Hizo una mueca. Tenía suerte de que los hombres de su especie tuvieran
penes que producían mucha lubricación o habría sido mucho, mucho peor,
considerando el tamaño de la polla de Taehyung.
Luchó contra el sonrojo ante la idea, incapaz de mirar a Taehyung, que estaba
ocupado tratando de liberar su muñeca.
El doctor Jihan volvió a gemir débilmente antes de sentarse lentamente, con
la mano presionada contra el bulto considerable en su frente.
—Creo que sí, —dijo aturdido antes de que su mirada se agudizara. Miró de
Jungkook a Taehyung, con los ojos ligeramente abiertos. —Ambos parecen
lúcidos de nuevo. Entonces funcionó. ¿Recuerdan lo que pasó?
Jungkook apenas podía sostener la mirada del hombre.
—¿Hubo algún tipo de ataque contra nosotros? —Dijo rígidamente. —No
recuerdo mucho, pero puedo hacer una suposición educada de que nos han
drogado con algún tipo de afrodisíaco.
—No un afrodisíaco, —dijo el médico. —Han sido drogados con una sustancia
alienígena que es conocida por hacer que la víctima tenga una imprimación falsa
y se fije sexualmente en la persona que estaba mirando. El acto sexual parece
haber arreglado su estado.

Dándole una sonrisa forzada, Jungkook miró a su alrededor, evitando mirar a


Taehyung.
—¿Puedo irme, entonces? Mi madre debe estar ansiosa.
El ceño del doctor se profundizó.
—Lo siento, Su Alteza, pero primero debo hacerle algunas pruebas. No
podemos estar seguros de que la sustancia haya desaparecido de su sistema…
—¿Tienes la intención de desbloquear esto en algún momento de hoy? —
Taehyung gruñó.
El doctor Jihan se sonrojó y se apresuró a ayudarlo.
—Por supuesto, Su Majestad. Mis disculpas. Fue por tu propia seguridad,
¿entiendes? Estaba tratando de soltarte cuando tú… cuando me dejaste
inconsciente.
Taehyung no parecía particularmente arrepentido, su rostro era de piedra. Su
mirada se dirigió a Jungkook por encima del hombro del doctor y Jungkook
rápidamente desvió la mirada, inquieto y nervioso. Había tenido la polla del
hombre dentro de él, por el amor de Dios. El simple contacto visual no debería
haber sido nada en comparación.
—Su Majestad, espera, debo insistir en que necesito realizar algunas pruebas...
Taehyung salió.
Dejando escapar un suspiro de frustración, el doctor Jihan se volvió hacia
Jungkook.
—Lo siento, pero realmente necesito hacer esas pruebas, Su Alteza. Los efectos
de la sustancia en Calluvian nunca se han documentado y no podemos estar
seguros de que los síntomas hayan pasado de forma permanente y que la droga
no tenga efectos duraderos.
Suspirando, Jungkook se sentó en la camilla y se sometió a lo que parecían
cientos de pruebas diferentes.
Desafortunadamente, el Doctor Jihan resultó tener razón. La droga no se había
ido de su sistema, sus niveles hormonales aumentaron nuevamente.
—Curioso, —murmuró el doctor Jihan, frotándose el puente de la nariz. —
Supongo que las células de Calluvian reaccionan de manera diferente a la
sustancia y esa podría ser la razón por la que nuestra biología no puede eliminarla
del sistema. O tal vez una sola relación sexual no es suficiente. Normalmente, la
temporada de apareamiento de esos primates termina con un embarazo exitoso,
pero me pregunto cómo funcionará en este caso… —Le dio a Jungkook una
mirada incómoda. —Perdóname por preguntar, Su Alteza, pero es importante.
Estabas en el extremo receptor de la relación sexual, ¿correcto?
Jungkook asintió con la cabeza, negándose a parecer avergonzado. Nada de
esto fue su culpa.
El doctor tarareó, mirando de nuevo las lecturas.
—¿Y nunca sentiste la necesidad de ser el agresor?
—No, —dijo Jungkook con rigidez.
—Interesante... Era claramente lo contrario para Su Majestad. Me pregunto
cómo funciona... ¿Por qué la sustancia afecta a diferentes personas de manera
diferente? ¿Quizás tiene que ver con las inclinaciones y preferencias naturales de
la persona? Hmm... Me pregunto si está relacionado con la personalidad de
uno... Supongo que tenemos suerte de que tú y Su Majestad tuvieran
inclinaciones opuestas, o habría sido desastroso.
¿Suerte? Jungkook no lo llamaría suerte.
—¿Puedo irme ya? —Dijo escuetamente.
El doctor Jihan dejó de murmurar por lo bajo y lo estudió con atención.
—¿Te sientes como tú mismo, Su Alteza?
Jungkook reprimió una mueca. El examen había durado casi una hora y, a
medida que pasaba el tiempo, Jungkook se había vuelto cada vez más consciente
del semen que aún salía de su trasero. De hecho, sus pensamientos seguían
fijándose en él con una frecuencia alarmante, y estaba vagamente molesto porque
la semilla lo estaba abandonando. Siendo desperdiciada.
—Está regresando, —dijo Jungkook con una mirada compungida. —Mis
pensamientos siguen divagando hacia… hacia el deseo de ser fecundado.
—Interesante, —dijo el doctor Jihan, observando algo en su cuaderno de datos.
Su enfoque seco y científico hizo que Jungkook se sintiera menos mortificado de
lo que se habría sentido de otro modo.
—¿Puedes hacer algo por ello? —Dijo, incapaz de mantener la desesperación
fuera de su voz. No quería volver a convertirse en la criatura sin sentido
obsesionada con ser fecundado.
El doctor Jihan negó con la cabeza lentamente, sin dejar de mirar las lecturas
frente a él.
—Tal vez si tengo más tiempo, —dijo—. Y más datos. Más puntos de referencia.

Jungkook se sonrojó al darse cuenta de lo que el doctor estaba insinuando.


Abrió la boca para decir que no iba a dejar que Taehyung'ngh'zaver lo jodiera en
absoluto para proporcionarle sus preciosos datos, pero desafortunadamente sus
pensamientos se atascaron en el concepto de ser jodido, necesita ser cortado de
su sistema y haciendo que su polla se endurezca de nuevo.
Mierda.
—Está bien, —dijo Jungkook con toda la dignidad que pudo reunir. No fue
mucho. —Confío en que nadie se enterará de esto, doctor.
El doctor Jihan frunció el ceño.
—Por supuesto, Su Alteza. Me ofende que tengas que decir eso. Mis labios están
sellados.
Jungkook salió del ala médica, sus pensamientos ya comenzaban a nublarse.
Cuando encontró a Taehyung, apenas podía pensar.
Taehyung lo miró desde detrás de su escritorio.
—Fuera, —gruñó, con la mandíbula apretada con tanta fuerza que parecía
doloroso.
Lamiendo sus labios secos, Jungkook cerró la puerta y se apoyó en ella.
Observó a Taehyung observar cada uno de sus movimientos, ojos azules
oscurecidos por el hambre y el odio, su rostro bronceado por el sol duro como la
piedra.
—Yo tampoco quiero estar aquí, —dijo Jungkook, su mano agarrando la manija
de la puerta detrás de él.
—Sé que lo hiciste, —dijo Taehyung, poniéndose de pie.
Jungkook se sonrojó al darse cuenta de lo que el doctor estaba insinuando.
Abrió la boca para decir que no iba a dejar que Taehyung'ngh'zaver lo jodiera en
absoluto para proporcionarle sus preciosos datos, pero desafortunadamente sus
pensamientos se atascaron en el concepto de ser jodido, necesita ser cortado de
su sistema y haciendo que su polla se endurezca de nuevo.
Mierda.
—Está bien, —dijo Jungkook con toda la dignidad que pudo reunir. No fue
mucho. —Confío en que nadie se enterará de esto, doctor.
El doctor Jihan frunció el ceño.
—Por supuesto, Su Alteza. Me ofende que tengas que decir eso. Mis labios están
sellados.
Jungkook salió del ala médica, sus pensamientos ya comenzaban a nublarse.
Cuando encontró a Taehyung, apenas podía pensar.
Taehyung lo miró desde detrás de su escritorio.
—Fuera, —gruñó, con la mandíbula apretada con tanta fuerza que parecía
doloroso.
Lamiendo sus labios secos, Jungkook cerró la puerta y se apoyó en ella.
Observó a Taehyung observar cada uno de sus movimientos, ojos azules
oscurecidos por el hambre y el odio, su rostro bronceado por el sol duro como la
piedra.
—Yo tampoco quiero estar aquí, —dijo Jungkook, su mano agarrando la manija
de la puerta detrás de él.
—Sé que lo hiciste, —dijo Taehyung, poniéndose de pie.

—¿Hice qué? —Jungkook dijo distraído, mirando a Taehyung acercarse e


incapaz de apartar la mirada de sus poderosos músculos y gruesos muslos. El
grueso bulto entre ellos. Joder, lo quería. Él lo necesitaba. Necesitaba ser llenado
de nuevo. Ser arado duro.
—Tú eres el que está detrás de esto. Tú y tu madre serpiente. —Taehyung
agarró el hombro de Jungkook y lo empujó para mirar hacia la puerta antes de
bajarle los pantalones.
—Vete a la mierda, —dijo Jungkook, arqueando la espalda y exponiendo su
trasero a los ojos de Taehyung. Vamos, vamos, vamos. —¿Crees que quiero esto?
—No pretendo entender tu mente retorcida, —dijo Taehyung, su resbaladiza
cabeza golpeando contra el agujero sensible de Jungkook.
Jungkook se mordió el labio con fuerza para evitar gemir con necesidad.
Aunque el médico le había aplicado el regenerador dérmico y un relajante
muscular, todavía estaba un poco sensible ahí abajo. No le importaba. Quería ser
jodido. Quería ser fecundado, bombeado lleno de semilla.
—Solo sigue adelante, —dijo entre dientes, aferrándose a su cordura con los
últimos restos de su autocontrol. —Espero que funcione esta vez y que nunca
tengamos que volver a hacer esto.
—Igual, —gruñó Taehyung antes de hundir los dientes en la nuca de Jungkook
y empujar dentro de él.
Y así, todos sus pensamientos se fueron. Sólo estaba la polla en él,
deliciosamente gruesa y larga, arándolo, poseyéndolo, fecundándolo. Jungkook
no podría vivir sin él. No quería vivir sin él.

Se sentía como si existiera para tomar esa polla y nada más importaba.
Para cuando el reproductor se derramó sobre él, Jungkook estaba casi
sollozando. La sensación de que el semen de otro hombre llenaba su agujero fue
suficiente para empujarlo al límite. Se corrió, gimiendo en voz alta, su cuerpo
temblaba con las réplicas de placer mientras su agujero se apretaba con avidez
alrededor de la polla en él. Se sintió glorioso.
Entonces, la niebla en su mente se aclaró. Y todo lo que sentía era repugnancia
consigo mismo. Apartó a Taehyung de encima, se subió los pantalones y casi salió
corriendo de la habitación, incapaz de mirar al otro hombre.
Caminó hacia sus habitaciones, el semen de Taehyung resbalando por su
pierna con cada paso que daba.
No lo pienses.
El sonido de tacones altos acercándose lo hizo encogerse y acelerar sus pasos.
Solo quería llegar a su habitación y tomar una docena de duchas. Y, con suerte,
olvidar que todo había sucedido, dos veces.
—¡Jungkook!
Se detuvo, muy a regañadientes, permitiendo que su madre lo alcanzara, a
pesar de que ella era la última persona que quería ver ahora.
—¿Fuiste tú? —Dijo, sin mirarla. —Fuiste tú, ¿no?
Sintió que la mirada de Soyoung lo recorría de la cabeza a los pies, sin duda
fijándose en su ropa arrugada. Se preguntó si se veía tan jodido como se sentía.
—Fue un error, —dijo en voz baja, tomándolo del brazo y llevándolo hacia sus
habitaciones. —Perdóname, mi amor. Mis órdenes no se llevaron a cabo con
precisión.
Jungkook resopló. Un error. Correcto. Su madre nunca cometía errores.
—¿Qué pasó con no permitir que el hijo de Emyr me pusiera un dedo encima?
Soyoung hizo una mueca.
—Como dije, fue un error. Un error muy desafortunado. No planeé esto, por
favor, créeme. Lo siento de verdad. —Sus labios se doblaron en una delgada línea
mientras miraba al frente. Su voz era muy tensa cuando dijo —¿Estás... bien?
Estuvo a punto de burlarse, pero luego se detuvo. La situación probablemente
le trajo malos recuerdos. Fue víctima de acoso sexual y coerción. Era
extremadamente improbable que ella hubiera planeado que Jungkook pasara por
una prueba similar. Parecía que realmente fue un error honesto, por improbable
que pareciera.
—Estoy bien, —dijo brevemente, con suerte en un tono que dejaba claro que
no tenía intención de discutir el asunto con su madre.
Ella se rió, el sonido desprovisto de cualquier humor.
—Por supuesto que no estás bien, —dijo bruscamente. —Después de lo que
tuviste que aguantar- con-
—No quiero hablar de eso, madre. Por favor, permíteme al menos conservar
algo de mi dignidad. Hice lo que tenía que hacer. No es como si tuviera otra
opción. Ojalá ese fuera el final.

Ella suspiró.
—No creo que lo sea.
Jungkook frunció el ceño y la miró.
—¿Por qué piensas eso?
Con expresión un poco tensa, Soyoung abrió la puerta del dormitorio de
Jungkook y entró antes que él. Esperó pacientemente hasta que él cerró la puerta
antes de volver a hablar.
—Acabo de volver de hablar con Uriel. Aparentemente, su proveedor etiquetó
incorrectamente varias sustancias y le vendió a Uriel la equivocada por error. La
droga que Uriel pretendía comprar era básicamente un fuerte afrodisíaco. Te di
un antídoto para eso, así que no deberías haberte afectado. No sé cómo ocurrió la
confusión y, francamente, ahora no importa. Hay preocupaciones más
apremiantes como el hecho de que la sustancia con la que te drogaron tuvo una
sobredosis. Normalmente, un breve contacto de la piel con la sustancia sería
suficiente para verse significativamente afectado, pero recibiste al menos diez
veces la dosis recomendada.
Jungkook hizo una mueca. Simplemente genial. Jodidamente fantástico.
—Por amor de Dios, madre, —dijo con un suspiro. No tenía palabras. Todo el
lío era completamente evitable e innecesario. —¿Era esto realmente necesario?
Su madre ni siquiera tuvo la gracia de parecer culpable.
—No me mires de esa manera. Me dejaste sin opción. ¡Si realmente hicieras un
esfuerzo y me ayudaras a eliminar al hijo de Emyr de la imagen, nada de esto
habría sucedido!

—Sí, claramente es mi culpa, —dijo Jungkook, muy secamente. —¿Qué


esperabas lograr drogando a Taehyung de esa manera? Es demasiado
malditamente sospechoso.
Soyoung frunció el ceño, frotándose la frente con un dedo delicado.
—No habría sido nada sospechoso si las sustancias no estuvieran mezcladas y
no te afectara. La droga original que elegí tiene una activación retardada y habría
comenzado a funcionar cuarenta y dos horas después de que Uriel envenenó el
aire en la sala de desayunos, y es imposible detectarla en la sangre después de las
primeras horas. Nadie habría sospechado nada cuando intentara agredirte
durante la gira publicitaria. Intentara siendo la palabra clave, ¡no esto! Hubieras
estado perfectamente a salvo todo el tiempo.
Jungkook se encontró ablandándose cuando vio la angustia genuina en los ojos
de su madre.
—Estoy bien, madre, —dijo, más suavemente. —Es sólo sexo. El sexo no
significa nada. Puedo soportarlo.
Cerró los ojos por un momento, su garganta trabajando, su aura telepática
todavía emanaba incomodidad y angustia.
—Sé que puedes soportarlo, —dijo uniformemente—. Eres mi hijo. Eres fuerte.
Has sobrevivido a cosas peores. Pero desearía que nunca supieras lo que es
soportar tal cosa.
Jungkook tragó saliva, sin saber qué decir.
Antes de que pudiera darse cuenta, su madre se dio la vuelta y se fue.
CAPITULO 10

Jungkook siempre se había enorgullecido de poseer una fuerte voluntad. Podía


trabajar en una tarea determinada durante días sin ceder al impulso de dormir y
descansar, sin importar cuán tediosa fuera la tarea. Podía ignorar sus necesidades
físicas y pasar largos períodos de tiempo sin sexo. Así que había pensado que
también podía ignorar esta necesidad artificial.
Se había equivocado.
Los pensamientos de Jungkook comenzaron a nublarse apenas una hora
después de que su madre se fuera. Trató de ignorarlo al principio, obligándose a
concentrarse en la reforma educativa en la que había estado trabajando. Media
hora más tarde, tuvo que dejar a un lado su datapad; ya no podía concentrarse en
las palabras, su mente estaba nublada con pensamientos y deseos estúpidos.
Quería ser llenado. Quería ser fecundado de nuevo. Todavía tenía suficiente de su
mente presente como para que sus propios pensamientos le disgustaran, pero
parecía que no podía dejar de pensar en eso. No podía dejar de querer eso.
Quería ser fecundado de nuevo. Sentía que jodidamente lo necesitaba, como si
fuera a morir sin ello. Seguía pensando en la polla de Taehyung, enorme y roja, la
cabeza gorda brillando con lubricante.

Consigue un maldito control.


Llegó a dos horas antes de que perdiera la batalla consigo mismo y se pusiera
de pie con las piernas temblorosas. Salió de la habitación, sin apenas ver a dónde
iba, buscando la presencia telepática de su pareja. Tuvo que detenerse varias
veces para acariciar su polla a través de la tela de sus pantalones, gimiendo
suavemente de frustración. Terminó desabrochándose la bragueta y
acariciándose desesperadamente mientras caminaba, dándose cuenta vagamente
de que los droides de servicio estaban deteniendo su trabajo y mirándolo
aturdidos. No le importaba. Quería a su compañero, su reproductor. (¡Él no tenía
tal cosa, sal de ahí, maldita sea!) Lo necesitaba.
Jungkook literalmente tropezó con él en algún pasillo del ala oeste. Se miraron
el uno al otro durante un largo y cargado momento, la expresión de Taehyung era
una mezcla de furia y deseo animal.
—Maldito seas, —gruñó Taehyung antes de golpearlo contra la pared y tirar de
los pantalones de Jungkook hacia abajo.
Lo tuvo ahí mismo, en medio del corredor, duro y rápido, como una bestia sin
sentido satisfaciendo sus impulsos básicos. Era duro y dolía un poco, el lubricante
natural de la polla de Taehyung no hacía mucho teniendo en cuenta su tamaño,
pero la picadura de alguna manera hacía que todo fuera más agudo, más caliente
y mejor. Jungkook no podía tener suficiente, gimiendo y empujando hacia atrás,
disfrutando de lo pesado y fuerte que era el macho que lo tomaba. Viril.

Se corrió rápido, solo por haber sido arado así, pero de alguna manera, aún
permanecía duro, no satisfecho en lo más mínimo. Quería estar lleno de semen.
Necesitaba estar lleno de semen.
—Su Alteza, su madre lo está buscando.
La voz no logró penetrar la niebla en su cabeza. Era solo ruido, sin importancia.
Jungkook abrió los ojos y miró al droide con ojos adormilados, su mente
felizmente en blanco mientras su cuerpo se estremecía bajo la fuerza de las
embestidas del otro hombre.
Gimió ante una estocada particularmente bien dirigida. Allí, más profundo.
—Su Alteza, Su Excelencia dijo que debe venir a su oficina lo antes posible...
—Fuera de mi vista, —gruñó su compañero, sus manos agarrando las caderas
de Jungkook con fuerza mientras su pene entraba y salía de él.
El droide debió haberlo escuchado, porque todo quedó benditamente en
silencio, y Jungkook finalmente pudo concentrarse en la gloriosa sensación de la
gruesa polla tomándolo. Tan bueno. Tan correcto.
Cuando su agujero finalmente se llenó de semilla, fue un alivio tan profundo,
la satisfacción insoportable. Jungkook suspiró felizmente, corriéndose de nuevo.
Tan bueno. Tal paz y plenitud.
No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado cuando un suspiro rompió el
silencio.
—Maldita sea, —dijo una voz baja en su nuca. Sonaba derrotado.

Jungkook abrió los ojos y miró fijamente a la pared frente a él sin comprender
mientras la suave polla de Taehyung se deslizaba fuera de él.
Maldita sea.
—Al menos fueron dos horas esta vez, —dijo, buscando un lado positivo.
Taehyung no dijo nada, su presencia telepática era oscura y opresiva. Hizo que
los vellos de la nuca de Jungkook se erizaran, como si hubiera un depredador
detrás de él. Uno enojado.
—Es bueno, —dijo Jungkook, subiéndose los pantalones. —Fue apenas una
hora la última vez.
—Estás muy tranquilo sobre esto. Pero, de nuevo, por supuesto que lo estás.
—¿Qué se supone que significa eso? —Dijo Jungkook, levantando la barbilla y
girándose hacia Taehyung. Era chocante verlo completamente vestido, como si
nada hubiera pasado, como si Jungkook no sintiera el semen de Taehyung
escurriéndose por su pierna. —Simplemente veo poco sentido en quejarme de
algo que no podemos cambiar. Siempre está el lado bueno.
—Correcto —dijo Taehyung, muy secamente, metiendo las manos en los
bolsillos de su chaqueta oscura—. El lado positivo es que tú y tu madre lograron
todo lo que buscaban. ¿Qué fue exactamente?
Jungkook solo podía mirarlo, odiando que ni siquiera pudiera decir con
sinceridad que Taehyung estaba equivocado. Todo había sido obra de su madre,
aunque sin darse cuenta.

—Mi madre nunca me pondría voluntariamente en una situación en la que


tenga que intimar con el hijo de Emyr, —dijo finalmente. Eso era cierto. —Ella lo
odiaba más que a nada, y te odia a ti por extensión.
Los labios de Taehyung se curvaron en algo que no era exactamente una
sonrisa.
—Sí, ella lo odiaba tanto que prácticamente vivía en sus habitaciones. No podía
visitar las habitaciones de mi padre sin tropezarme con mi querida tía.
—Eso no significa, —dijo Jungkook. —Él la obligó.
Taehyung se encogió de hombros, pasándose una mano por su exuberante
cabello castaño dorado. Hizo temblar los dedos de Jungkook. Era positivamente
injusto que un hombre tan severo y duro tuviera un cabello tan hermoso. Se veía
tan suave.
—Bien podría haberlo hecho, pero por lo que he visto, o tu madre es una actriz
excepcionalmente buena o disfrutaba besando a un hombre al que detestaba.
—Eso no significa nada, —dijo Jungkook, ocultando su confusión. —Me
desagradas mucho. Pero disfruté jodiéndote, aunque fuera por culpa de las
drogas, ¿y qué? Eso no cambia mis sentimientos hacia ti. Sigues siendo un idiota
gruñón y crítico que no me gusta.
Las cejas de Taehyung se juntaron.
—Las situaciones no son comparables. Mi padre no drogó a tu madre con una
sustancia afrodisíaca. Cada emoción que sentía por él era propia, tanto si lo
odiaba como si lo deseaba. Es jodido si ella no puede ver la ironía de esta situación
y su hipocresía.

Ahora no es mejor que el hombre al que dice despreciar. Él le quitó su


consentimiento. Ella me quitó el mío.
—Lo que es patético y no hace que las cosas horribles que ha sufrido estén bien,
—dijo Jungkook antes de agregar con retraso —Y mi madre no tiene nada que ver
con esto.
Taehyung negó con la cabeza.
—Eres mucho más mentiroso que ella. En serio, no te molestes. No estoy
comprando tu acto de inocencia. —Miró a Jungkook inexpresivamente, sus labios
sensuales finamente formados se torcieron en algo feo. —Lo que no entiendo es
cuál es tu objetivo. No puedes pensar seriamente que unos cuantos polvos me
harían olvidar todas las cosas que tu familia le ha hecho a la mía. Lo siento, pero
tu agujero no es tan bueno.
Jungkook le dio un puñetazo en la boca.
Sintió un momento de viciosa satisfacción cuando vio un hilo de sangre correr
del labio partido de Taehyung. Pero su satisfacción duró poco.
Taehyung agarró su muñeca y lo empujó contra la pared. Inclinándose,
fulminó con la mirada a Jungkook, su antebrazo presionando con fuerza contra
la muñeca de Jungkook.
Jungkook le devolvió la mirada, inhalando temblorosamente. Fue una lucha
para respirar, sus pulmones llenos del olor de Taehyung.
—Déjame ir, —gruñó. —Te lo merecías. Deberías estar agradeciéndome por el
privilegio.
—¿Privilegio? —Taehyung dijo, sus ojos brillando desagradablemente. —Si tú
y tu madre recurren a usar su
cuerpo para lograr sus fines dudosos, es poco probable que sea un privilegio
raro.
—Idiota, —siseó Jungkook, tratando de liberar su mano y golpearlo de nuevo,
sin éxito. Estaba casi escupiendo, estaba tan furioso. —Te detesto, pedazo de
mierda. Si tu padre era la mitad de irritante que tú, ahora entiendo por qué está
muerto.
Taehyung enarcó las cejas.
—Así que finalmente estás admitiendo que tu madre lo mató.
—No estoy admitiendo tal cosa, —dijo Jungkook, pisoteando el zapato de
Taehyung con saña.
Una mueca cruzó el rostro de Taehyung, pero su agarre en la muñeca de
Jungkook no se aflojó en absoluto.
—Dime cuál es tu juego, —dijo, su mirada recorriendo el rostro de Jungkook,
deteniéndose en sus labios jadeantes antes de regresar a los ojos de Jungkook. —
¿Qué esperabas lograr drogándome con esa droga?
—Tú eres el genio que llegó a esta conclusión, —dijo Jungkook. —Dime tú.
—Me temo que mi mente no es tan retorcida y resbaladiza como la tuya. Si no
puedo ver un propósito, no significa que no exista.
—Así que admites que no eres tan inteligente como nosotros.
—Admito que no soy ni la mitad de taimado y manipulador que tú. De hecho,
soy una persona honesta.
Jungkook se rió.
—Bájate de tu alto caballo, Su Majestad. No tienes problema en asociarte
públicamente conmigo, el hijo de la mujer que
asesinó a tus padres, según tú. Si tuvieras tantos principios, nos echarías de tu
casa, maldita sea la opinión pública. Supongo que eres una "persona honesta"
solo cuando te conviene.
Y con eso, soltó su muñeca del agarre de Taehyung y se alejó, tratando con
todas sus fuerzas de no cojear.
Jódelo. En serio, jódelo.
¡Nunca había conocido a un hombre más exasperante, prepotente y farisaico!
—Te odio —murmuró con saña, imaginándose golpeando a Taehyung en su
nariz recta y perfecta y luego en cada uno de sus ojos azules, y luego en su boca
firme, y luego enterrando su mano en ese cabello estúpidamente exuberante y
tirando de él, hasta que doliera.
Joder, nunca había odiado más a nadie.
CAPITULO 11

—Lo siento, Su Majestad, pero no podemos cancelar la gira publicitaria, —dijo


Ayda, frunciendo el ceño. —Tu visita a las provincias ha sido anunciada
públicamente, y cancelarla sería una mala prensa que no necesitas.
Taehyung no dijo nada, mirando por la ventana de su oficina, con las manos
en los bolsillos.
Eunji lo miró con curiosidad desde su asiento en la esquina de la habitación.
Nunca había visto tanta tensión en el cuerpo de Taehyung. Estaba tan rígido y
tenso que podía sentirlo en la piel, a pesar de la distancia entre ellos.
—¿Es realmente tan malo? —Dijo ella, manteniendo su voz suave.
Normalmente, se deleitaba irritando a Taehyung, pero podía sentir que sería una
mala idea en este momento. Taehyung era un telépata de alto nivel, su poder en
bruto peligroso incluso para ella. Enfadarlo en serio cuando estaba tan alterado
era una idea terrible.
—¿Qué opinas? —Taehyung dijo, su perfil duro e inflexible, al igual que su
cuerpo alto y poderoso.
Eunji se permitió tomarse un momento para apreciar su físico. Taehyung
podría ser un cabrón gruñón y miserable, pero era caliente. En una forma de no-
estoy-impresionado-contigo-y-te-
joderé. Era una pena que no le gustaran las mujeres. A ella no le importaría
una follada con él, a pesar de sus problemas con él. Aunque corría el rumor, que
él jodió más duro de lo que ella prefería.
—Personalmente, acostarme con el príncipe Jungkook perfecto no sería una
dificultad, —dijo Eunji con una sonrisa. —El tipo es atractivo, aunque no estoy
segura de cómo me sentiría si me jodiera a un hombre mucho más hermoso que
yo. Soy demasiado vanidosa para eso.
Ayda escondió una sonrisa divertida detrás de su mano, y Eunji le guiñó un
ojo, haciendo que la mujer se sonrojara un poco. Eh. Ayda era un poco caliente.
Tal vez debería intentar meterme en sus bragas antes de partir hacia Tai'Lehr
mañana.
—Él no es hermoso, —dijo Taehyung, su voz oscura.
Eunji enarcó las cejas.
—¿Hay algo mal con tu vista? El tipo es ridículamente hermoso.
—La belleza viene del interior. Es feo, no importa lo encantador que se vea.
Eunji se burló, rodando los ojos.
—Por favor. ¿Desde cuándo a ustedes los hombres les importa la belleza
interior y toda esa mierda cuando se trata de mojarse la polla? No me digas que
fue una dificultad joderlo, no te creeré.
Observó con curiosidad que la mano de Taehyung se apretaba dentro de su
bolsillo.

—Apenas recuerdo nada, —dijo rotundamente. —Cuando la droga toma el


control, siento que estoy poseído—. Miró a Ayda. —No puedes esperar seriamente
que vaya a esa gira publicitaria en este estado. Apenas puedo pasar unas horas
antes de que los síntomas se vuelvan abrumadores.
Ayda hizo una mueca.
—No es lo ideal, pero no tenemos otra opción. Cancelar la gira un día después
de que se anunció solo te haría parecer inconstante y poco confiable. Parece que
el intervalo entre los picos de los síntomas se ha alargado, ¿correcto?
Taehyung asintió brevemente.
—Mira, todo estará bien, —dijo Ayda con una sonrisa, pero incluso ella no
sonaba tan segura.
—¿Podrías dejarnos solos, por favor? —Eunji le preguntó.
—Por supuesto, —dijo Ayda. Miró a Taehyung y se inclinó. —Su Majestad.
Ni siquiera la miró.
—Eres tan grosero, —dijo Eunji cuando la puerta se cerró detrás de Ayda.
Él no dijo nada, su hermoso rostro sombrío y cerrado.
Suspirando, Eunji se acercó y puso su mano sobre sus hombros.
—Tae, escucha, —dijo ella, mirándolo a los ojos. —Con toda seriedad, lo
entiendo: es el hijo del asesino de tus padres y debe ser repugnante volver a tus
sentidos y encontrarte profundamente dentro de él, realmente lo entiendo. Pero
castigarte por algo sobre lo que no tienes control no tiene sentido. Relájate. Estás
tan tenso que me siento como si estuviera
parada al lado de una bomba que está a punto de estallar. Déjalo ir. No es tu
culpa. Tu atracción por él no es real.
Taehyung desvió la mirada, un músculo saltó en su mejilla mientras apretaba
la mandíbula.
Eunji lo miró fijamente, atónita.
—Lo quieres, —dijo lentamente mientras se daba cuenta. Aunque ella había
tratado de irritarlo por comer con los ojos al Príncipe Jungkook el día de la corte,
había sido una broma. Realmente no había pensado que Taehyung quisiera al hijo
de Soyoung, conociendo su profundo odio por ella y todo lo suyo. —Lo deseabas
antes de toda la prueba.
Él la miró, la fuerza de eso hizo que ella quisiera dar un paso atrás. Apretó los
dientes y se quedó donde estaba. Ella no se echaría atrás sólo porque él era un
hombre que le doblaba en tamaño y podía hacerle daño grave al cerebro si quería.
—Fue una atracción superficial y fugaz sobre la que nunca habría actuado, —
dijo.
No estaba segura de creerle. Estaba demasiado a la defensiva, demasiado
culpable y estresado por todo el asunto como para que fuera una atracción
superficial.
Pero por su bien, esperaba que no estuviera mintiendo.
Porque si realmente quisiera al hijo de Soyoung... sería un desastre de
proporciones épicas.
Antes de que ella pudiera decir algo, él dijo con un suspiro.
—Necesito un poco de aire.
Él se fue, dejándola muy inquieta.
Y asustada.

~*~

Taehyung se quedó mirando la superficie del lago sin ver nada.


Si tuvieras tantos principios, nos echarías de tu casa, maldita sea la opinión
pública.
Maldito sea. Incluso más de una hora después, a pesar de su reunión con el
publicista y Eunji, esos ojos azul oscuro que lo miraban con odio todavía estaban
al frente de su mente.
Supongo que eres una "persona honesta" solo cuando te conviene.
Taehyung arrojó una piedra al lago y la vio rebotar varias veces antes de
hundirse en las profundidades desconocidas. Él también se sentía un poco así.
Ahogándose, sin saber dónde estaba el camino hacia arriba.
Lejos de Jungkook y su desconcertante efecto sobre él, Taehyung podía ver que
se había comportado como un idiota tóxico a su alrededor. Las cosas que había
dicho... nunca les había dicho cosas así a los hombres con los que había jodido, ni
siquiera cuando eran auténticas putas profesionales. Pero alrededor de Jungkook
era como si no pudiera controlar lo que salía de su boca.
Se había quemado por poner a Jungkook en su lugar, y ese lugar estaba por
debajo de él, en todos los sentidos que importaban.
Sus propios pensamientos obsesivos y tóxicos lo perturbaban.
Tal vez fue la droga. Un efecto secundario, uno de muchos. Al igual que la
sensación de picazón que se acumulaba debajo de su piel en este momento.
Creciente. Falto.

Taehyung tomó una respiración profunda y tranquilizadora. Había sido apenas


una hora y media. Tenía mejor autocontrol que eso. Jungkook era el hijo de
Soyoung y todo lo que eso implicaba. Era traicionero y venenoso, sin importar lo
hermoso que fuera o lo bonitos que se vieran sus labios rosados.
Se verían incluso mejor envueltos alrededor de tu polla mientras Jungkook se
ahogaba con ella, mirándolo con ojos húmedos y suplicantes.
Taehyung apretó los dientes, le dolía la polla.
Su comunicador sonó y él contestó, contento por la distracción. Necesitaba
toda la distracción del mundo en este momento.
—¿Sí? —Mordió.
—Iba a preguntar si todo estaba bien, pero parece que la respuesta es no, —dijo
Namjoon secamente.
Taehyung respiró hondo y lo dejó escapar lentamente, sus hombros se
relajaron al escuchar la voz de su amigo, aunque Namjoon era más un hermano
que un amigo. Habían crecido juntos desde que Taehyung se convirtió en un
huésped involuntario en la casa de Namjoon. Taehyung podría haber resentido al
padre de Namjoon por no dejarlo salir de Tai'Lehr, pero nunca se atrevió a
resentirse con Namjoon cuando siempre estuvo ahí para él, una figura de
hermano mayor que había sido paciente con él a pesar de los numerosos intentos
de Taehyung por escapar.
—Sé que quieres volver a casa, —había dicho un Namjoon de dieciocho años
un año después de la estadía involuntaria de
Taehyung en Tai'Lehr, sus ojos negros solemnes mientras sostenía la mirada
de Taehyung. —Entiendo que quieres vengar a tu familia. Pero mira: escapar no
tiene sentido. Solo tienes once. Nadie tomará tus acusaciones en serio. Eres un
niño a los ojos de la ley, y estarías completamente bajo el poder del regente
incluso si regresaras a casa. Espera hasta que tengas la edad suficiente, pero usa
ese tiempo sabiamente. Se dice que Soyoung'il'zaver es una mujer muy inteligente
y astuta. Ella te aplastará políticamente ahora mismo si regresas como un niño o
simplemente hará que te maten. Tendrás que aprender a ser escuchado si quieres
tener éxito cuándo regreses.
Cuándo. El hecho de que incluso en ese entonces Namjoon hubiera dicho
cuándo era el pensamiento más tranquilizador en el que Taehyung había decidido
fijarse. Después de esa conversación, había dejado de intentar escapar. Había
seguido el consejo de Namjoon y se obligó a sí mismo a aprender ciencias sociales,
todo lo que un rey debería saber para gobernar con eficacia, con una mente única
en su propósito. Volvería y vengaría a su familia. Y encontraría y recuperaría a su
hermano pequeño.
Era desgarrador que no hubiera logrado ninguno de los dos. Todavía no tenía
pruebas de la culpabilidad de Soyoung; en cambio, se vio obligado a jugar a la
política y soportar su presencia en su casa. Y podría haber encontrado a su
hermano pequeño, pero lo había perdido de nuevo. Jimin había elegido irse. Se
había ido, tan bueno como muerto. A los miembros del Alto Hronthar se les
prohibió involucrarse en política, por lo que el regreso de Jimin al monasterio lo
había eliminado efectivamente de la línea de sucesión. Todavía podría ser un
príncipe, pero ahora era un título vacío. Jimin había elegido una vida con ese
imbécil manipulador y traicionero a la vida que Taehyung le había ofrecido.
Una ola de amargura y soledad se apoderó de él.
—¿Esperabas que estuviera de buen humor dada la situación? —Dijo
Taehyung, apartando esos pensamientos. No tenía sentido insistir en ellos.
Estaba bien solo. Él no necesitaba a nadie.
—Tú dime, —dijo Namjoon. —Eso fue una mierda de hacer para enviarme un
mensaje de que te han drogado y luego ignorar todos mis mensajes y llamadas.
¿Qué carajo, Tae? ¿Qué sucedió? ¿Estás herido?
Taehyung miró su entrepierna e hizo una mueca.
—Hubiera preferido serlo.
—¿Qué?
Pellizcándose el puente de la nariz, Taehyung explicó.
Le tomó casi media hora. No ayudó que al final apenas pudiera concentrarse
en la conversación, su atención se desviaba hacia Jungkook con una frecuencia
agravante.
Cuando terminó, reinó el silencio.
—No entiendo su motivación, —dijo Namjoon, sonando perplejo.
—Yo tampoco. Pero no importa. Solo necesito sacar esta droga de mi sistema.
—Creo que conocer su motivación es importante. Si no averiguamos qué espera
lograr con esto, podrías hacerle el juego sin importar lo que hagas. Tal vez la droga
es solo un medio
para un fin y es tu reacción lo que ella quiere. Por favor, no tomes decisiones
precipitadas, Tae.
Taehyung hizo una mueca. Sabía que Namjoon tenía razón. No tenía pruebas
de que ella fuera culpable de nada. El hecho de que Jungkook también se viera
afectado lo arruinó todo, haciendo que su participación pareciera poco probable.
No importaba lo mucho que quisiera acusar oficialmente a la víbora de drogarlo,
tenía que pensar si le haría el juego a ella y cómo se vería el público.
Supongo que eres una "persona honesta" solo cuando te conviene.
Taehyung se mordió el interior de la mejilla, odiando cuánto se le habían
metido debajo de la piel las palabras de Jungkook. Odiando que él no estaba
equivocado.
—Es desconcertante, —dijo Namjoon. —Simplemente no puedo ver por qué
drogaría a su propio hijo. ¿Es posible que ella piense que podrías enamorarte de
él?
Taehyung se rió.
—Si ella espera eso, es una idiota, —dijo—. Eso nunca sucederá.
Namjoon tarareó y se quedó en silencio por un momento.
—¿Lo jodiste?
Taehyung miró fijamente la superficie inmóvil del lago.
—Por supuesto que lo hice, —dijo irritado.
—¿Y? ¿Fue bueno?
—¿Qué clase de pregunta es esa? —Taehyung dijo. —¿No te sientes bien cuando
te follas a alguien?
—No hay necesidad de ponerse tan a la defensiva, —dijo Namjoon.
Su tono apaciguador era exasperante.
Taehyung cerró los ojos y respiró lentamente.
—No estoy a la defensiva, —dijo con calma forzada. —Estoy un poco frustrado.
Tú también lo estarías, si tus bolas estuvieran azules durante casi dos horas.
Incluso hablar contigo es... difícil. Es difícil concentrarse.
Namjoon hizo un sonido comprensivo.
—Bien. Entonces no te retendré. Consultaré con nuestros médicos. Tal vez
podamos encontrar una solución que el doctor Jihan haya pasado por alto.
Taehyung gruñó afirmativamente y terminó la llamada.
Pasándose una mano por los ojos, inhaló y exhaló.
"Un poco frustrado" era un eufemismo. Nunca había estado tan frustrado
sexualmente en su vida. Era un hombre en su mejor momento con un sano apetito
por el sexo, pero esto era ridículo incluso para sus estándares. Estaba así de cerca
de sacar su polla y masturbarse aquí al aire libre, al diablo con los posibles testigos
y las consecuencias. La peor parte era que sabía que no funcionaría de todos
modos. No quería simplemente correrse. Quería clavar su polla en el hijo de
Soyoung, joderlo y fecundarlo. La fuerza de ese deseo lo hizo enojar, disgustar y
frustrar en igual medida.
Racionalmente, sabía que Eunji tenía razón y sentía que no era su culpa. Si
bien era cierto que se había sentido atraído por Jungkook antes de que le
administraran la droga, había sido una
atracción fugaz que cualquier hombre sano sentiría por un joven
exquisitamente guapo. Él nunca habría actuado en consecuencia.
Y ahora... sin importar lo que se dijera a sí mismo, el hecho era que ardía por
joder al hijo del asesino de su familia, y ya lo había jodido, varias veces, y ardía
por hacerlo de nuevo. Era exasperante saber que no era lo suficientemente fuerte
para resistir el tirón, que Soyoung lo había superado una vez más, fuera cual fuera
su juego.
La pregunta era, ¿sabía Jungkook de sus planes? Taehyung no había sido capaz
de sentir la deshonestidad cuando leyó brevemente los pensamientos
superficiales de Jungkook. Jungkook parecía tan sorprendido por el
envenenamiento del aire como él. No necesariamente significaba que desconocía
los planes de su madre, pero Taehyung no se atrevió a profundizar en su mente
debido a lo compatibles que eran sus mentes. No quería ser influenciado por su
compatibilidad natural.
Ya era bastante malo que la droga ya estuviera afectando un poco su juicio.
Aunque la sugerencia de Namjoon de que Soyoung podría estar esperando que él
se enamorara de su hijo era risible, era cierto que no odiaba a Jungkook tanto
como a su madre. Si era la influencia de la droga o no, no lo sabía. Estaba
frustrado y enojado por la situación y se comportaba como un idiota tóxico con
Jungkook, pero no era verdadero odio. Odiaba a Soyoung. Sus sentimientos por
su hijo eran mucho más complejos.
No ayudaba que Jungkook pareciera un maldito príncipe de cuento de hadas:
cabello violeta exuberante, ojos azul profundo,
piel lechosa y labios rosados bonitos. Era todo gracia y aplomo, lo que hacía
que Taehyung se sintiera como un patán rudo e incivilizado a su lado. Jungkook
era increíblemente hermoso. Incluso antes de la debacle de las drogas, Taehyung
había tenido algunas fantasías fugaces de obligar a Jungkook a arrodillarse en la
sala del trono y hacerle chuparle la polla frente a Soyoung y toda la corte.
La polla en cuestión palpitaba, y Taehyung siseó de frustración.
Maldición.
Tomando su comunicador, encontró el número de Jungkook en la base de
datos real y presionó Conectar.
—Han pasado dos horas, —dijo Taehyung cuando Jungkook contestó.
—Sí, —dijo Jungkook. Sonaba un poco cauteloso y un poco sin aliento.
—La droga claramente está perdiendo efecto, pero no lo suficientemente
rápido. Deberíamos probar cuánto tiempo podemos aguantar antes de rendirnos.
—¿Nosotros?
Taehyung suspiró.
—Sí. La gira publicitaria no se puede cancelar, por lo que debemos trabajar
juntos, por el momento, y descubrir nuestros límites. Coordinaremos nuestras
idas y venidas hasta que el efecto de la droga desaparezca.
—Está bien, —dijo Jungkook, sonando un poco aturdido.
Taehyung casi sonrió. La gente pensaba erróneamente que no era capaz de ser
racional, pero lo era en gran medida, cuando le
convenía. Si no abordaba esta situación racionalmente, sabía que explotaría de
pura frustración.
—Esto es lo que haremos, —dijo Taehyung. —Me enviarás un mensaje cada
media hora y me informarás sobre cómo te va. Si tu… condición se vuelve
insoportable, me lo dirás. Haré lo mismo. El truco es encontrar nuestros límites
sin forzarlos. No quiero tocarte más a menudo de lo necesario.
—Te aseguro que el sentimiento es totalmente mutuo, —dijo Jungkook con
aspereza.
—Bien, —dijo Taehyung, arrojando otra piedra al lago. Se hundió
inmediatamente, demasiada fuerza. —Entonces nos entendemos. Espero un
mensaje cada media hora.
Colgó, miró la tienda en sus pantalones e hizo una mueca. Decir que no estaba
ansioso por descubrir sus límites era decirlo suavemente.
El primer mensaje llegó exactamente media hora después.
Todavía es soportable.
Taehyung no estaba seguro de estar de acuerdo. Pero escribió, Igual.
El segundo mensaje era el mismo.
Taehyung estaba mintiendo absolutamente cuando respondió que estaba
igualmente bien. No lo estaba. Su concentración estaba completamente perdida,
sus manos temblaban tanto que tuvo que cerrarlas en puños.
Pero se negó a ser el primero en ceder.
Afortunadamente, el siguiente mensaje de Jungkook llegó mucho antes.

No puedo soportarlo más. Ven a mi cuarto.


Taehyung nunca se había movido tan rápido. Cubrió la distancia hasta el
palacio en un tiempo récord y pasó junto a los sobresaltados sirvientes y robots.
No tenía idea de si alguien lo vio entrar a las habitaciones de Jungkook y, a decir
verdad, no le importaba.
Jungkook estaba en su cama, su peso sobre los codos y las rodillas, su hermoso
trasero en el aire. El pequeño agujero rosado entre esas mejillas redondas y
cremosas hizo que a Taehyung se le hiciera agua la boca. Se sentía como un animal
al ver a una perra fértil en celo. El impulso de fecundarlo era abrumador, aunque
racionalmente sabía que era imposible.
—Hazlo, —susurró Jungkook roncamente en el colchón, sin mirarlo. —
Lléname.
Y Taehyung lo hizo.
CAPITULO 12

Partieron para la gira publicitaria temprano en la mañana.


Jungkook no estaba acostumbrado a viajar en vehículos terrestres. Era un poco
anticuado para su gusto. Pero tenía que admitir que el auto antiguo que la gente
de Taehyung había elegido era muy impresionante y cómodo. Era bastante
grande, con mucho espacio y todo lo que necesitaban: un comedor equipado con
un servicio de teletransportación (podían pedir cualquier cosa y la comida les
sería entregada), dos camas, un baño con ducha sónica y una pequeña sala de
estar. El auto estaba insonorizado y las ventanas eran de un solo sentido, lo que
les brindaba privacidad, una característica muy necesaria, considerando lo que
estaban haciendo.
Sus días fueron así:
Jungkook por lo general se despertaba con la polla de Taehyung ya dentro de
él, jodiéndolo con fuerza. Yacía allí, medio dormido, disfrutando de la sensación
de ser tomado por un macho viril en su mejor momento y ser bombeado hasta
llenarlo de su semilla. Cuando llegó, se separaron de un salto, evitando mirarse a
los ojos, y se retiraron a los extremos opuestos del vehículo hasta que llegó la hora
de su primera parada del día.

Fue increíblemente discordante ponerse una máscara impasible y educada en


su rostro alrededor de Taehyung y llamarlo Su Majestad, como si no hubiera
tenido la polla de Taehyung en él hace un rato, como si no estuviera ansioso por
más. No es que Jungkook estuviera ansioso por más. Era la droga, no él.
Después de todas las sonrisas y besar bebés, estaban de regreso en el auto. En
ese momento, Jungkook estaba temblando de impaciencia y deseo, pero no jodían
a menos que fuera absolutamente necesario, que generalmente era cuando uno
de ellos no podía soportarlo más y cedía. Para vergüenza y molestia de Jungkook,
la mayoría de las veces, él era el desesperado. Fue absolutamente injusto, porque
el doctor Jihan había dicho que la concentración de la droga era mayor en el
sistema de Taehyung. Jungkook tenía la sospecha de que Taehyung, como
telépata de alto nivel, usaba técnicas meditativas avanzadas para controlarse.
La peor parte fue que cuanto más tiempo pasaba, más clara estaba la cabeza de
Jungkook durante el sexo. El sexo ya no era un acoplamiento confuso que apenas
podía recordar después; ahora podía recordar cosas. Podía recordar la forma en
que se aferró a Taehyung, rogando por más de su pene, rogando por más
profundo y más duro. Podía recordar la forma completamente vergonzosa en que
a menudo se comportaba durante el sexo, tirando de Taehyung encima de él y
negándose a soltarlo hasta que le diera lo que necesitaba, que era una polla metida
dentro de él tan a menudo como fuera posible. Podía recordar la ocasión
particularmente mortificante en la que el publicista de
Taehyung los encontró hace unos días. Se había quedado congelada en la
puerta, con los ojos muy abiertos, antes de dar un paso atrás y cerrar la puerta del
coche de un portazo. Eso había sido tan incómodo: Jungkook no pudo mirar a
Ayda a los ojos durante días.
Por lo general, hacían otra parada por la tarde en alguna función de caridad o
en algún hospital. Sus equipos de relaciones públicas hicieron todo lo posible para
que esos eventos no continuaran durante más de unas pocas horas, pero a veces
no se podía evitar. Y esas veces fueron las peores. Jungkook solo podía sentarse
allí, desesperado y dolorido, y mirar con avidez al hombre a su lado, clavándose
las uñas en sus propios muslos para evitar subirse al regazo de Taehyung y abrirle
la bragueta. Después, Jungkook normalmente se encontraba cabalgando la polla
del rey en un baño, rápido y duro, tan desesperado por hacerlo que no le
importaba un carajo que la endeble puerta fuera lo único que los separaba de la
multitud de reporteros y mamás con sus bebés. Más tarde, estaría más que
mortificado, pero eso sería mucho más tarde. La maldita droga no dejaba espacio
para el pensamiento racional cuando todo lo que quería era la polla de Taehyung.
Fue jodidamente horrible. Jungkook nunca había tenido tanto sexo en su vida,
nunca había deseado tanto el sexo.
Milagrosamente, habían logrado que no los atraparan a pesar de todas las
ocasiones en que habían jodido en lugares públicos y semipúblicos. O eso, o sus
equipos de relaciones públicas merecían un gran aumento.

Cuando cayó la noche, durmieron en la misma cama. Era simplemente


práctico: habían aprendido por las malas que era muy difícil funcionar con solo
unas pocas horas de sueño ininterrumpido si tenían que levantarse para tener
sexo varias veces por la noche. Era más práctico dormir en la misma cama. De esa
manera, Jungkook ni siquiera tuvo que despertarse por completo: Taehyung
simplemente lo presionó contra el colchón, medio despierto, y empujó su
resbaladiza polla dentro de él. El sexo a mitad de la noche por lo general era más
tranquilo, a veces Jungkook ni siquiera se despertaba, pero a veces el deseo sexual
era tan urgente que se despertaba completamente desesperado por una polla. Se
subía encima de Taehyung, encontraba su polla rígida y se hundía en ella con un
gemido de felicidad. Cabalgaría él mismo hasta el final, y luego más allá, hasta
que finalmente llenara su agujero con la semilla de Taehyung. Luego caería
encima de Taehyung y dormiría como un muerto.
Estuvieron en la carretera durante quince días cuando Jungkook se despertó y
se dio cuenta de que no habían tenido sexo por la noche.
—¿Qué es? —Dijo Taehyung, su voz aún áspera por el sueño. Estaba acostado
sobre su espalda, su cuerpo desnudo era grande y musculoso pero de alguna
manera elegante también. Le recordó a Jungkook a un gato. Un gato grande y
salvaje con una melena marrón dorada que se veía increíblemente suave y
desordenada en este momento. Un ojo azul parpadeó cuando Jungkook no dijo
nada.

Jungkook se sonrojó cuando se dio cuenta de que había estado mirando. Pero,
¿quién lo culparía? Tenía ojos y Taehyung era un buen espécimen de hombre
cuando no hablaba.
—No tuvimos sexo anoche, —dijo Jungkook, aclarándose un poco la garganta.
Las cejas de Taehyung se juntaron.
—¿Estás seguro? —Dijo, frotándose la mandíbula sin afeitar. —Tal vez
dormimos a través de eso. No sería la primera vez.
—Estoy bastante seguro, —dijo Jungkook secamente. Fue bastante difícil no
notar la falta de semen en su culo. —No eres exactamente pequeño. Siempre lo
siento por la mañana.
—Déjame comprobarlo, —dijo Taehyung, y antes de que Jungkook se diera
cuenta de lo que quería decir, estaba entre las piernas de Jungkook, abriendo sus
muslos y mirándolo.
Jungkook se sonrojó, tratando de cerrar los muslos.
—Detente, —siseó. Nunca había tenido a nadie que lo mirara allí abajo, no tan
de cerca.
—No seas ridículo, déjame mirar, —dijo Taehyung, pero hizo una pausa y lo
miró. —¿Estás avergonzado?
Jungkook lo miró con tanta dignidad como pudo reunir. Fue difícil,
considerando que su cara se sentía en llamas y la cabeza de Taehyung estaba entre
sus muslos y la vista hacía que fuera difícil enfocar.
—Por supuesto que no, —dijo, tratando de parecer más experimentado de lo
que realmente era.
Taehyung entrecerró los ojos.
—Has tenido sexo antes de esto, ¿verdad? ¿Antes de mí?

—Por supuesto que sí, —dijo Jungkook con rigidez.


—¿Cuántas veces?
—¿Por qué eso importa?
Los dedos de Taehyung agarraron sus muslos con más fuerza, no lo suficiente
como para lastimarlo, pero sí lo suficiente como para que prestara atención.
—¿Cuántas veces?
—Cuatro, —se quejó Jungkook. Era técnicamente más cercano a tres, porque
se había ido después de una paja la primera vez, pero cuatro sonaba más
impresionante. No estaba seguro de por qué quería impresionar a Taehyung con
su destreza sexual, pero podía decir que Taehyung tenía mucha más experiencia
que él, y eso lo molestaba por alguna razón.
—Cuatro, —repitió Taehyung, y había algo en su voz que sonaba... ¿escéptico?
¿Desconcertado?
Jungkook lanzó sus ojos hacia él.
—¿Qué? —Dijo, levantando la barbilla. —¿Cuántas veces has tenido sexo?
Aunque Taehyung no sonrió, algo en sus ojos le dijo a Jungkook que quería
hacerlo.
—Más de cuatro, —dijo suavemente, logrando de alguna manera sonar
insoportablemente superior.
Jungkook lo fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera decir nada,
Taehyung movió la cabeza hacia abajo y lo lamió entre los muslos. Jungkook se
sacudió como si se hubiera electrocutado.

—Detente, ¿qué estás haciendo? —Dijo sin aliento, agarrando el cabello de


Taehyung. —¡No- Ah! Ah! no pares…
Así fue como descubrió que le encantaba que le lamieran el culo. Comido, como
dijo Taehyung. Lo hicieron todo el tiempo después de esa mañana, pero Jungkook
tenía sentimientos encontrados sobre todo el asunto, sin importar cuánto lo
amaba. El problema era que no servía para nada. Jungkook no podía culpar a la
droga por su deseo de ser devorado. La droga le hizo desear la polla de Taehyung,
la semilla de Taehyung, en él. Esto era… solo sexo. Sexo alucinante y adictivo que
no deberían tener.
Pero Jungkook no expresó sus dudas en voz alta. No estaba seguro de que
Taehyung hubiera notado la diferencia, y si no lo había hecho, Jungkook no
quería ser quien lo señalara. Mientras no hablaran de eso, podrían seguir como
estaban y a Jungkook le podrían comer el culo todos los días.
Joder, Taehyung lo había convertido en una puta.

~*~

Cuando terminó la gira publicitaria, Jungkook había tenido veinte veces más
sexo que antes y, sin embargo, él y Taehyung apenas habían hablado más allá de
las mismas viejas discusiones sobre el papel de Soyoung y Jungkook en todo el
lío. No es que sus argumentos les impidieran joder, ni mucho menos.
—Estoy tan contenta de que finalmente hayas regresado, cariño —dijo su
madre, abrazándolo con fuerza cuando llegaron al palacio.

Jungkook le devolvió el abrazo, sonriendo. La había extrañado. Ella olía


familiar pero un poco rara. Le tomó un momento darse cuenta de por qué: se
había acostumbrado a oler la loción para después del afeitado de Taehyung
cuando lo tocaban.
—Entremos, —dijo Soyoung, metiendo su brazo en el de él y llevándolo lejos.
Jungkook miró a Taehyung, que estaba hablando con su publicista fuera del
vehículo. Jungkook frunció el ceño mientras se alejaba, sintiéndose un poco
extraño. Después de casi un mes en espacios reducidos con Taehyung, Jungkook
estaba acostumbrado a sentir la presencia telepática de Taehyung todo el tiempo
y se sentía… raro alejarse de él.
Sacudió la cabeza. Probablemente era natural. La proximidad forzada y mucho
contacto físico lo harían.
—¿Cómo estás, cariño? —Dijo Soyoung, apretando su brazo.
Jungkook sonrió levemente, sabiendo lo que realmente estaba preguntando.
—Es mejor, Madre. No es tan malo como solía ser.
Eso era cierto. Al final de la gira, podían pasar hasta siete horas sin sexo y, a
veces, ni siquiera tenían sexo por la noche. Seguían durmiendo en la misma cama
porque... porque era más fácil no tener que levantarse para tener sexo matutino.
El alivio era evidente en el rostro de su madre.
—Me alegro. ¿Crees que terminará pronto? El doctor Jihan no ha hecho ningún
progreso con el antídoto.
Jungkook se encogió de hombros, sin saber qué decir. Si bien la frecuencia de
los picos de necesidad había disminuido,
últimamente se había encontrado distraído una cantidad inquietante de veces,
solo mirando a Taehyung y deseando sus manos y su boca sobre él. No estaba
seguro de qué pensar al respecto. No había mencionado el nuevo síntoma en sus
videollamadas con el doctor Jihan, sintiéndose demasiado incómodo,
especialmente considerando que Taehyung estaba allí.
—Probablemente desaparecerá por sí solo, —dijo, mirando de nuevo a
Taehyung.
El rey finalmente lo miró por encima del hombro de Ayda y sus ojos se
encontraron. Taehyung frunció el ceño, aceptó su capa negra de manos de un
sirviente y se la puso, sin dejar de mirar a Jungkook.
El estómago de Jungkook se contrajo.
—¿Jungkook?
Desviando la mirada, Jungkook volvió a mirar a su madre.
Tenía una arruga entre las cejas cuando miró a Taehyung y luego a él.
—¿Sí, Madre? —Jungkook dijo, sintiendo una oleada de incomodidad. Sintió
como si ella lo hubiera atrapado haciendo algo malo.
—Nada, cariño —dijo después de un momento, alejándolo.
Reprimiendo el impulso de volver a mirar a Taehyung, Jungkook siguió a su
madre al interior del palacio.
Era bueno estar en casa.
Ojalá todo volviera a la normalidad pronto.
CAPITULO 13

El timbre del comunicador de Taehyung ni siquiera se registró al principio,


todos los sentidos de Jungkook se centraron en la polla que golpeaba
rápidamente dentro de él. Estaba gimiendo en voz baja mientras Taehyung gruñía
encima de él, la enorme polla en él bombeaba dentro y fuera de su agujero con
sonidos obscenos y resbaladizos. Tan bueno. Tan perfecto.
El comunicador volvió a sonar.
—No te atrevas, —dijo Jungkook, agarrando las caderas de Taehyung e
instándolo a seguir moviéndose.
Taehyung gimió y siguió empujando, pero también alcanzó su comunicador y
presionó el botón de aceptar, poniendo la llamada en altavoz.
—¿Sí? —Gruñó junto al oído de Jungkook, respirando con dificultad. Jungkook
podía sentir que estaba muy cerca, y el pensamiento provocó una fuerte ola de
excitación a través de su cuerpo. Quería la semilla de Taehyung, quería estar lleno
de ella.
—Tae, hablé con Min sobre la eliminación de las trampas mentales en la mente
de Soyoung para que pudiéramos leer su mente, —dijo alguien. La voz era
familiar, era el amigo de Taehyung, Namjoon, pero Jungkook apenas podía
registrar el significado mientras arqueaba su cuerpo y empujaba hacia atrás
la gruesa polla dentro de él. Joder, tan bueno. Después de más de un mes de
esto, todavía no podía obtener suficiente.
Taehyung gruñó.
—¿Y? —Dijo, empujando firmemente a Jungkook.
—Min dijo que estaba equivocado: él no fue quien colocó esas trampas
mentales, por lo que no puede eliminarlas. Existían en su mente mucho antes de
que Min comenzara a lavarle el cerebro.
Taehyung se quedó inmóvil.
—¿Qué?
Jungkook gimió, envolviendo sus piernas alrededor de las caderas de
Taehyung y hundiendo sus talones. Quería más. ¿Por qué se había detenido
Taehyung?
—Muévete, —exigió Jungkook, sin importarle el significado de la conversación.
Sabía que debería importarle, una parte distante de él le decía que prestara
atención, pero era difícil prestar atención cuando todo lo que quería era que lo
llenaran y lo jodieran contra el colchón. —Vamos, —dijo, tratando de empujar
hacia atrás en la polla en él. —Te necesito.
Taehyung se estremeció, sus ojos se desenfocaron de nuevo por el deseo
animal. Volvió a moverse, duro y rápido.
Jungkook gimió en aprobación.
—¿Qué diablos, en serio lo estás jodiendo mientras hablas conmigo? No
importa. Llámame luego.
Taehyung gruñó, sus ojos vidriosos aún fijos en el cuerpo desnudo de
Jungkook, en la polla dura y goteante de Jungkook que casi tocaba su estómago,
antes de moverse al lugar donde sus
cuerpos estaban conectados. Observó su propia polla entrando y saliendo del
agujero de Jungkook con una especie de extraña fascinación antes de volver a
mirar la cara ebria de placer de Jungkook.
—Joder, mira cuánto te gusta esto... —Sacudió la cabeza aturdido. —Odio esta
maldita droga —murmuró, en voz baja y ausente, mientras su mano grande
acariciaba el muslo pálido de Jungkook con reverencia.
Haciendo un sonido afirmativo, Jungkook enlazó sus brazos alrededor del
cuello de Taehyung y tiró de él hacia abajo, queriendo su boca sobre él. Taehyung
lo complació, besando su cuello y chupando chupetones allí.
Esto era bastante nuevo para ellos. Jungkook no estaba seguro de por qué
habían empezado a hacer algo más que meter la polla de Taehyung en su agujero,
pero se sentía bien, así que ¿qué diferencia había?
Taehyung chupó con fuerza su cuello, todo el cuerpo de Jungkook cantaba con
una satisfacción que se volvía más aguda y mejor con cada poderoso empujón.
Taehyung pellizcó su pezón y Jungkook gimió y se corrió. Su orgasmo lo tomó
completamente desprevenido, solo una ola más grande de placer que lo hizo
sentir como si estuviera flotando. Lo montó con suspiros de éxtasis, acariciando
las duras nalgas y la espalda de Taehyung mientras el otro hombre se corría
dentro de él.
—Tan bueno, —murmuró.

La boca de Taehyung se arrastró hasta su cuello, su barba raspando su suave


piel. Jungkook sonrió, frotando su nariz contra la mejilla espinosa de Taehyung.
De repente, todo el cuerpo de Taehyung se puso rígido. Se apartó de Jungkook
con una maldición y alcanzó su comunicador.
—Namjoon, —ladró, ignorando por completo a Jungkook ahora. —¿Qué dijiste
sobre Soyoung? Si los adeptos del Alto Hronthar no pusieron esas trampas en su
mente, ¿quién lo hizo?
Jungkook frunció el ceño y también se incorporó. La niebla inducida por el
placer en su cabeza ahora se había ido, y de repente recordó lo que Namjoon había
dicho durante su llamada.
Alguien más se había metido en la mente de su madre, alguien que no era parte
del Alto Hronthar.
—No estamos seguros, —dijo Namjoon. —Todavía no confío exactamente en
Min, pero Jimin le hizo prometer que esta vez estaba diciendo la verdad.
Personalmente, me inclino a creerle. No tiene motivos para mentir al respecto.
Una profunda arruga apareció entre las cejas de Taehyung.
—¿Qué dijo exactamente Min?
—Min prácticamente admitió que le lavó el cerebro a Soyoung para que
pensara que Jimin estaba muerto y para que le gustara el niño lo suficiente como
para no ser una amenaza para él cuando regresara. Hace unos años, también
plantó en su mente el conocimiento de que estabas en Tai'Lehr, para que ella
pudiera hacer el trabajo sucio por él y hacer que te mataran y Jimin pudiera
ascender al trono. De ahí es de donde vinieron los intentos de asesinato en tu
contra.

A Jungkook se le revolvió el estómago. Esta era la primera vez que escuchaba


esto. Recordaba claramente a su madre afirmando que no tenía idea de la
supervivencia de Taehyung. Así que eso había sido una mentira.
A diferencia de él, Taehyung no parecía molesto, o tal vez porque no era una
novedad para él.
—¿Eso es todo? —Dijo, pasándose una mano por su espeso cabello, los
músculos de su amplia espalda flexionándose.
Jungkook apartó los ojos y miró su regazo mientras esperaba la respuesta de
Namjoon.
—Min también admitió que creó una trampa en su mente que se suponía que
saltaría si alguien intentaba buscar en su mente información sobre el Alto
Hronthar o Taehyung. Pero él dice que hay otras trampas en su mente,
protegiendo los bloques de sus recuerdos a los que no pudo acceder. Son las que
te impiden profundizar en su mente, e Min no puede eliminarlas, porque él no es
quien las puso allí.
Jungkook se mordió el labio para evitar hablar. Namjoon podría haber sabido
con quién había estado teniendo sexo Taehyung, pero otra cosa era hablar y
reconocerlo en voz alta. Sin mencionar que si decía algo, Taehyung podría
recordar que todavía estaba en la habitación y desconectar el comunicador.
—Supuestamente es el mejor adepto mental del planeta, —dijo Taehyung
rotundamente. —¿Y se supone que debo creer que no pudo acceder a esos
recuerdos bloqueados?
Namjoon resopló.

—Mis pensamientos exactamente. Creo que está diciendo la verdad sobre las
trampas mentales, pero puede que no nos esté diciendo todo lo que sabe.
Suspirando, Taehyung gruñó.
—No confío en él. El hecho de que sea bueno con mi hermano no lo convierte
en una persona decente. Jimin es lo único que le importa además del poder.
Eh. Entonces, ¿podrían ser ciertos esos rumores sobre Jimin? ¿Sobre él y el
Gran Maestro del Alto Hronthar?
Taehyung lo miró, como si solo entonces se diera cuenta de que no estaba solo
en la habitación.
Jungkook le dirigió su mejor mirada inocente.
Los ojos azules de Taehyung se demoraron en su boca, que probablemente se
veía roja e hinchada por todas las veces que Jungkook tuvo que morderse los
labios para no gemir.
—¿Tae? —Namjoon dijo. —¿Estás ahí?
Con los hombros tensos, Taehyung volvió a alejarse.
—Sí, —dijo escuetamente. —Llegaré al fondo del asunto. Gracias por hacérmelo
saber. —Terminó la llamada, pero ni un momento después, su comunicador
volvió a sonar.
Era Jimin esta vez.
—Voy a volver al palacio, —dijo—. Esta noche.
Taehyung se enderezó.
—¿Has cambiado de opinión? —Dijo con voz ronca.
—No, —dijo Jimin. Sonaba molesto. —Sólo le estoy dando una lección a
Yoongi. No me dijo que él era responsable de esos intentos de asesinato contra ti.

—¿Estás realmente sorprendido? —Dijo Taehyung, riéndose.


Jimin dejó escapar una risa sin humor.
—Quiero decir, no realmente. Conozco a mi Maestro y de lo que es capaz. Lo
que más me molesta es que no me lo haya contado hasta ahora. Me quedaré un
rato en el palacio para que se arrastre un poco antes de llevarlo de vuelta. Puedo
quedarme, ¿verdad?
—Por supuesto, —dijo Taehyung, su voz áspera. —Siempre eres bienvenido,
Jiminie. Esta es tu casa.
Cuando terminó la llamada, se volvió hacia Jungkook y lo miró con unos ojos
azules inescrutables.
—Ve a tu propia habitación. No quiero que Jimin se entere de- —hizo un gesto
entre ellos —esto. Mantente alejado mientras está de visita. No dejes que te eche
un vistazo. Te encontraré yo mismo cuando se ponga mal.
Sintiéndose molesto por razones que decidió no examinar demasiado de cerca,
Jungkook dijo.
—Bien—. Recogió su ropa y se vistió rápidamente. Pensó que podía sentir los
ojos de Taehyung sobre él, pero cuando miró hacia atrás, Taehyung no lo estaba
mirando.
Jungkook frunció los labios con fuerza y salió de la habitación.
Ni siquiera estaba seguro de por qué estaba tan enojado. Él solo... Supuso que
se había acostumbrado a que durmieran en una cama y lo molestó que Taehyung
lo hubiera descartado como algo usado. Algo sin importancia.

Algo de lo que se avergonzaba.


CAPITULO 14

Al día siguiente, Jungkook le contó a su madre sobre las trampas en su mente.


El rostro de Soyoung palideció por un momento antes de recuperar su
compostura habitual.
—No te preocupes por eso, cariño —dijo, con la mirada distante y pensativa—.
Yo me encargaré.
—¿Cómo? No puedes ir exactamente al Alto Hronthar con este problema.
Su madre negó con la cabeza.
—No al Alto Hronthar, no. Pero hay otras especies telepáticas fuera del mundo
que ofrecen sus servicios por un precio. He oído hablar de un extranjero que
puedo contratar para examinar mi mente.
Todavía estaba diciendo algo, pero la atención de Jungkook ya se estaba
desviando hacia otra parte.
Habían pasado casi ocho horas desde la última vez que había visto a Taehyung.
Habían tenido una jodida apresurada después del desayuno que no satisfizo del
todo a Jungkook, si era honesto. Había tenido un orgasmo, obviamente, a pesar
de todas sus fallas, Taehyung nunca lo dejó físicamente insatisfecho, pero
Jungkook no podía negar que el sexo no se había sentido suficiente.

Simplemente se había acostumbrado tanto al contacto físico prolongado


durante la gira que dormir sin Taehyung y no tener acceso a él cuando quería lo
hizo desear más. Una jodida rápida con la mayor parte de la ropa puesta ya no era
suficiente.
No había visto a Taehyung desde entonces. Taehyung había mencionado que
estaría ocupado con Jimin ese día, y estaba bastante claro que quería mantener a
su precioso hermanito alejado de la maldad pura que eran Soyoung y Jungkook.
Fue casi divertido, o habría sido divertido si Jungkook no se sintiera tan
frustrado. Aunque la concentración de la droga en su sistema había disminuido
gradualmente, todavía necesitaba rascarse la picazón con bastante frecuencia.
Ocho horas era empujarlo.
Mirando su comunicador, le envió un mensaje a Taehyung.
¿Estás ocupado?
Contó hasta setenta y dos antes de recibir una respuesta.
Trabajando.
Jungkook frunció el ceño ante la pantalla de su comunicador.
¿No puedes tomar un descanso?
Se arrepintió del mensaje tan pronto como lo envió. Sonaba un poco...
desesperado y necesitado. Cosa que obviamente no era. Simplemente estaba
frustrado. Y se quería correr. Podía masturbarse, supuso, pero en realidad no
tenía ganas. Quería una mano en su polla, pero solo si esa mano era la de
Taehyung. Su gran mano se sintió increíble cuando Taehyung lo masturbó
mientras lo jodía.

Un pequeño ruido salió de su boca y Jungkook se sonrojó, esperando que su


madre no lo hubiera oído.
Desafortunadamente, su madre no se perdió nada. Un ceño fruncido estaba
estropeando sus hermosos rasgos.
—Ni siquiera me estás escuchando, Jungkook.
Su comunicador sonó y Jungkook apenas resistió el impulso de mirarlo.
—Por supuesto que te escucho, madre, —dijo—. Simplemente me distraje.
Sus labios se fruncieron, pero afortunadamente, no lo cuestionó más y se puso
de pie con gracia.
—Organizaré una reunión con el especialista en mentes extranjeras, —dijo—.
Con un poco de suerte, podrán eliminar los bloqueos de memoria y las trampas
en mi mente y descubriré quién lo hizo.
Rozando su presencia telepática contra la de Jungkook a modo de despedida,
su madre se deslizó fuera de la habitación.
Aliviado de estar solo, Jungkook bajó la mirada hacia su comunicador y miró
la respuesta de Taehyung.
Me gustaría un descanso, pero no puedo dejar al Concejal Hirosh exactamente.
Está lo suficientemente cabreado como está.
Jungkook se mordió el labio inferior entre los dientes, vacilante. No debería
haber sentido simpatía por Taehyung por tener que aguantar al insufrible
anciano. Su madre estaría encantada de saber que Taehyung no estaba logrando
encontrar puntos en
común con sus nobles, todos los cuales tenían sus propios problemas y
demandas insignificantes.
Pero quería ver a Taehyung, a causa de la droga. Un rapidito insatisfactorio al
día no era suficiente.
Descartando sus dudas, Jungkook escribió, el concejal Hirosh tiene una
disputa con el concejal Zhang. Solo di algo poco halagador sobre Zhang y él te
considerará su aliado y dejará de regañarte sin motivo alguno.
No hubo respuesta durante mucho tiempo.
Finalmente, su comunicador volvió a sonar.
Gracias.
Jungkook se encontró sonriendo. Prácticamente podía ver el ceño oscuro en el
rostro de Taehyung, cuánto le dolía agradecerle cualquier cosa.
¿Dolió? Él envió.
Taehyung no respondió.
Jungkook frunció el ceño, golpeándose la rodilla con impaciencia. Qué idiota.
Responder a los mensajes fue solo educado.
Por fin, su comunicador volvió a sonar.
Hirosh se fue. Pero no puedo verte ahora, Jiminie está aquí.
Jungkook dejó escapar un gemido agravado. Jimin tuvo el peor momento.
Tu hermano ya no tiene tres, tecleó. Él no necesita que le sostengas la mano
todo el tiempo.
Está de mal humor por Min, respondió Taehyung. Él me necesita.

Te necesito más. Jungkook lo escribió, pero afortunadamente tuvo suficiente


presencia de ánimo para borrarlo antes de poder enviarlo. Por supuesto que no
necesitaba a Taehyung. Necesitaba su polla. El hecho de que Taehyung estuviera
vinculado a ella no tenía importancia. Básicamente, no había diferencia entre
Taehyung y un juguete sexual: ambos eran solo herramientas para satisfacerlo
físicamente, nada más.
Entonces, en lugar de eso, Jungkook escribió, ¿puedo ir y tú puedes dejar a tu
hermano por un rato?
Todavía parecía demasiado desesperado para su gusto, pero no podía no
ofrecérselo. Extrañaba sentir a Taehyung con su piel. Era una sensación tan
enloquecedora, pero la anhelaba, la sensación del cuerpo firme y duro de
Taehyung contra él, encima de él, dentro de él, sus manos y su boca sobre él. Se
despreciaba a sí mismo por necesitarlo tan visceralmente, pero eso no cambiaba
nada: su sangre hervía con esa necesidad.
Se sintió como si hubiera pasado una pequeña eternidad antes de que su
comunicador volviera a sonar.
Mi hermano no sabe de nuestra situación, y no quiero que lo sepa.
Jungkook arrojó su comunicador al sofá.
A la mierda Taehyung. Si él elegía pasar su tiempo con su hermano pequeño y
no quería que Jimin descubriera que estaban jodiendo, Jungkook no iba a
rogarle.
Tenía su orgullo, maldita sea.

~*~

Desafortunadamente, por la noche, la determinación de Jungkook se había


debilitado. Había olvidado lo malo que era sentirse tan malhumorado e
insatisfecho, desesperado por la eyaculación de Taehyung dentro de él e incapaz
de concentrarse en otra cosa.
No confiaba en sí mismo para no saltar en el culo frente a su madre y Jimin,
por lo que no se unió a ellos para la cena. Se encerró en sus habitaciones, puso su
música relajante favorita y trató de tener pensamientos poco atractivos.
Alerta de spoiler: no funcionó.
Todavía estaba más que cachondo, sus pensamientos tenían problemas para
enfocarse en cualquier cosa que no fuera el sexo y Taehyung.
Jungkook nunca se había odiado más a sí mismo, y nunca había estado más
enojado con Taehyung. ¿Y qué si su precioso hermanito se entera de su situación?
¿Estaba Taehyung tan avergonzado de tener sexo con él? La respuesta fue
claramente sí.
Y lo cabreó.
Aparentemente, estar cabreado y muy cachondo no era una buena
combinación. Así fue como Jungkook acabó diciéndole a su asistente personal
que le buscara un acompañante discreto para pasar la noche. ¿Taehyung no lo
jodería? Bien. Podría conseguir que otro hombre lo hiciera. Y no importaba que
la idea de sexo con otro hombre lo repeliera por completo. Sería preocupante si
Jungkook no estuviera seguro de que fue culpa de la droga alienígena. Podía
apagar las luces. Podía engañar a su cerebro
haciéndole creer que era Taehyung. ¿Qué tan difícil fue engañar a una droga
alienígena?
—¿Alguna petición en particular? —su AP, Tanita, dijo tímidamente. Emanaba
sorpresa, y no es de extrañar: Jungkook nunca usaba acompañantes calluvianos,
debido a que las NDA eran un dolor de cabeza. NDA-tech no funcionaba en
telépatas.
Jungkook quería preguntar por un hombre bien dotado, ya que sus
pensamientos seguían fijándose en la polla gruesa y venosa de Taehyung, pero
aún le quedaba algo de dignidad.
—Ninguna, —dijo, dándose la vuelta. —La discreción es obviamente de suma
importancia. Te estaré esperando en mis habitaciones.
Había esperado que tendría que esperar media hora como máximo (había
ventajas de ser miembro de la realeza), pero una hora pasó y pasó.
Con el ceño fruncido, Jungkook estaba a punto de llamar a Tanita cuando ella
misma lo llamó.
—Lo siento, Su Alteza, —dijo ella. —Pero al acompañante que contraté no se le
permitió entrar al palacio.
—¿Disculpa?
—Parece que fue por orden de Su Majestad.
Terminando la llamada, Jungkook salió de la habitación. Su expresión debe
haber sido atronadora, porque los pocos sirvientes que encontró le lanzaron
miradas de sorpresa y se apresuraron a seguir su camino.
Encontró a Taehyung en la galería de retratos. Él y su hermano se pararon
frente al retrato de la antigua familia real: el rey
Emyr con su esposa de cabello dorado y sus dos hijos. Jimin se parecía
asombrosamente a su madre, tan similar a ella como Jungkook a la suya.
Taehyung no se parecía mucho a sus padres, aunque claramente había heredado
su altura y complexión de su padre. El cabello del rey Emyr era más oscuro que el
de Taehyung, sus ojos azules eran más estrechos y menos expresivos. Había sido
tan guapo como Taehyung, de una manera diferente, pero emanaba una frialdad
que era obvia incluso en la foto. Si Taehyung era fuego y rabia, el hombre del
retrato era hielo y arrogancia.
No es que Taehyung no fuera capaz de ser un idiota prepotente y arrogante.
Era muy capaz de ello.
—¿Te importaría explicarte? —Jungkook dijo, deteniéndose frente a Taehyung
y mirándolo. —¿Desde cuándo mis invitados son rechazados sin siquiera
preguntarme?
—Tus invitados, —dijo Taehyung rotundamente, cruzando los brazos sobre el
pecho, —tienen que pasar los mismos controles de seguridad que todos los demás.
Y ese invitado no los pasó. No pudo presentar una razón respetable para su visita.
—¡Mierdas! —Jungkook dijo, apretando sus manos en puños. —No puedes
controlar a quién estoy viendo, o lo que estoy haciendo con ellos.
—¿Necesito recordarte que este es mi palacio? —Dijo Taehyung. —Solo yo
puedo decidir quién entra o no.
—¡Eres un asno arrogante y controlador! ¡Bien! Iré a un hotel, entonces.

—No irás a ninguna parte, —dijo Taehyung, agarrándolo del brazo.


—Suéltame —dijo Jungkook, temblando con una horrible mezcla de rabia y
necesidad. Se sentía como si el toque lo quemara. —No te pertenezco. ¡Lo que
hago no es de tu incumbencia!
—Soy el jefe de la Quinta Casa Real, —soltó Taehyung. —Yo pago tus cuentas,
tu ropa y tu entretenimiento. Así que eres mucho mi preocupación. Sin mencionar
que en el momento en que te registres en el hotel, estarás en todos los sitios de
chismes.
—¿Desde cuándo te preocupan los chismes? —Jungkook dijo, levantando la
barbilla. Acercó su boca enloquecedoramente a la de Taehyung, lo que no ayudó
a su capacidad de pensar o permanecer enojado. Dioses, quería morderlo, juntar
sus labios y besar, besar y besar. Lo deseaba tanto que tenía problemas para
concentrarse.
Los ojos de Taehyung se posaron en su boca, como si estuviera leyendo sus
pensamientos. Jungkook se humedeció los labios y los ojos de Taehyung se
desenfocaron gratamente. Bésame. Bésame. Pon tu lengua en mí. Jungkook era
vagamente consciente de que estaba proyectando activamente esos
pensamientos, pero no podía decidirse a preocuparse. Quería ser besado. Quería
sentir a este hombre con su piel, con su boca, con sus manos.
—Deja de hacer eso, —dijo Taehyung con una expresión contraída y tensa.
—No estoy haciendo nada, —dijo Jungkook sin aliento, balanceándose hacia
él.

Taehyung lo atrapó, tirando de él contra su cuerpo, y finalmente aplastó sus


bocas juntas.
Era dicha, el puro alivio de ello. Jungkook gimió, sus brazos serpentearon
alrededor del cuello de Taehyung y sus labios se abrieron para su lengua. Por
favor.
Una tos apenas penetró a través de la niebla de deseo y necesidad en su mente.
Había alguien más allí. Probablemente debería importarle. No lo hizo. Y
afortunadamente, a Taehyung tampoco. Lo estaba besando con una fuerza y un
hambre que rivalizaban con las suyas, sus grandes manos recorriendo todo su
cuerpo, su pene empujando contra el estómago de Jungkook.
Su polla. Un nuevo temblor de deseo sacudió su cuerpo al pensar en la gruesa
y larga polla de Taehyung. Joder, lo deseaba, deseaba tocarla, llevársela a la boca
y chuparla.
Taehyung hizo un gruñido de aprobación. Como en un sueño, Jungkook se
arrodilló y acarició con avidez el bulto debajo de los pantalones de Taehyung.
—Correcto, —dijo alguien torpemente. —Me iré, entonces. Hablamos más
tarde, Taehyung. —Se oyó el sonido de pasos que se alejaban.
Ruido. Todo era solo ruido de fondo. Todo lo que le importaba a Jungkook era
meterse esa polla en la boca y adorarla. Se le hizo la boca agua, sus dedos
temblaban de impaciencia.
Para su alivio, Taehyung se desabrochó la bragueta y sacó su polla,
empujándola contra los labios de Jungkook. Gimiendo, Jungkook lamió la cabeza
que goteaba antes de tragar la mayor cantidad de polla que pudo. No cabía en su
boca, pero a Jungkook no le importaba, la chupó con deleite, sus párpados se
cerraron. Taehyung agarró un puñado de su cabello y lo jaló, enviando temblores
de dolor y placer a través de su cuerpo.
—Maldita puta —dijo, jodiendo constantemente en la boca de Jungkook. —
¿Tenías tantas ansias por la polla que no pudiste esperar un poco y contrataste a
un prostituto para que te diera una polla? —Empuje. —Puta.
Las palabras despectivas no deberían haberlo hecho sentir más excitado. Pero
lo hicieron. Joder, lo hicieron. Ser humillado y tratado como una mierda siempre
lo excitaba, y Jungkook gemía alrededor de la polla de Taehyung, deleitándose
con la sensación de ser utilizado. Quería que Taehyung lo maltratara, lo
abofeteara, por ser una puta.
Sintió una extraña sorpresa mezclada con excitación, y se dio cuenta de que
debía haber proyectado sus pensamientos, o Taehyung era un telépata demasiado
fuerte para no captarlos.
—Eres una puta, —dijo Taehyung, agarrándole la cara con ambas manos y
jodiendo en su boca bruscamente, tan profundamente que estaba jodiendo su
garganta. —Mírate, de rodillas en una sala pública a la que cualquiera puede
entrar, llenándote de mi polla y gimiendo como una puta. ¿Quieres que te golpee?
Puedo golpearte. —Le dio una bofetada a Jungkook en la cara, no lo
suficientemente fuerte como para doler de verdad, pero el escozor fue perfecto.
Jungkook gimió alrededor de la polla en su boca, frotando su propia polla
desesperadamente. Taehyung dijo en voz baja —Qué puta. Si tan solo la gente
pudiera verte ahora, su perfecto Príncipe Jungkook siendo jodido por la garganta
como una puta de diez créditos.
Eso fue suficiente para enviar a Jungkook al límite. Se corrió en sus pantalones,
y un momento después, su garganta se inundó con la corrida de Taehyung. Lo
quería... necesitaba probarlo. Se sacudió la polla espasmódica de Taehyung y
colocó sus labios sobre la cabeza, chupando con avidez, deleitándose con el sabor
y la textura de la semilla cremosa que llenaba su boca.
El agarre de Taehyung en su cabello se convirtió en una caricia, sus dedos
acariciando su cuero cabelludo distraídamente. Jungkook estuvo así de cerca de
maullar. Todo se sentía terriblemente bien. Perfecto. Tal como debería ser.
Los dedos en su cabello se quedaron quietos.
—Joder —maldijo Taehyung y, cerrando la cremallera, se alejó.
Correcto.
Jimin.
Él los había visto.
~*~

—No me debes una explicación, —dijo Jimin, su expresión era una mezcla de
incomodidad, diversión y confusión.
—Sé que no, —dijo Taehyung—. Pero lo que viste no es… no es real. No me
gusta el chico y el sentimiento es mutuo, te lo aseguro.
Jimin levantó sus cejas doradas, transmitiendo su escepticismo sin palabras.
Se parecía tanto a su madre cuando lo
hizo que hizo que Taehyung se sintiera más incómodo y más culpable. Se
estaba tirando al hijo del asesino de su madre. Fue así de malo. No culparía a su
hermano por estar disgustado. A veces también estaba disgustado consigo
mismo, por mucho que lo racionalizara. Se estaba tirando al hijo de la mujer que
había matado a su madre.
—No parecía que no se gustaran exactamente, —dijo Jimin secamente.
Taehyung suspiró, pasándose una mano por la cara.
—No es real, —dijo, y luego explicó lo que había sucedido.
Cuando terminó, Jimin fruncía el ceño profundamente. No habló durante un
rato.
—No creo que sea obra de Soyoung, —dijo finalmente. —Ella ama mucho a su
hijo, puedo sentir su feroz amor por él cada vez que están en la misma habitación.
Taehyung no podía negarlo. Puede que no haya sido tan empático como su
hermano, pero incluso él podía decir que Soyoung realmente se preocupaba por
Jungkook. Realmente no tenía ningún sentido por qué pondría a su amado hijo
en tal situación.
—Lo investigaré, —dijo Jimin distraídamente antes de que su mirada se posara
en Taehyung de nuevo. —¿Así que la posesividad tóxica que acabo de presenciar
también fue obra de la droga?
—No sé de lo que estás hablando, —dijo Taehyung, mirando hacia otro lado.
Su hermano resopló.
—Por favor, Tae. Literalmente le prohibiste a su invitado entrar al palacio y
luego básicamente te pusiste como un hombre de las cavernas con él: ¡mi palacio,
mis reglas, mi territorio!
—Yo no hice tal cosa, —dijo con rigidez, frotándose la nuca. —Pero incluso si
lo hiciera, es la droga.
—Correcto, —dijo Jimin. Había mucho escepticismo en su voz, pero
afortunadamente dejó el tema.
Hablaron por un rato, hablando de lo que el pequeño Jimin recordaba de su
familia. No era mucho, y pronto volvieron a sumirse en el silencio, un silencio que
era demasiado incómodo para el gusto de Taehyung. Lo frustraba infinitamente
que su hermano todavía fuera un extraño para él en muchos sentidos. Veinte años
separados harían eso, y no importaba cuánto lo intentaran, la incomodidad
persistía. No ayudó que una parte de Taehyung todavía estuviera resentida por la
decisión de Jimin de regresar al Alto Hronthar: lo había aceptado, pero eso no
significaba que tenía que gustarle.
Pero fue su propia culpa. No era bueno siendo un hermano mayor. No solo no
había logrado que su hermano pequeño se sintiera como en casa en su palacio,
sino que Jimin ahora era testigo de su incapacidad para mantenerse alejado del
hijo del asesino de sus padres.
Taehyung hizo una mueca. Su intento de mantenerse alejado de Jungkook y
pasar tiempo con Jimin solo había empeorado las cosas: se había alterado tanto
que había terminado besando a
Jungkook frente a Jimin, como un chico verde que no podía evitarlo.
El recuerdo de los labios ansiosos y afelpados de Jungkook envió una nueva
ola de deseo a través de él, y Taehyung suspiró para sus adentros.
—Tengo que ir.
Jimin le dirigió una larga mirada evaluadora, pero afortunadamente no dijo
nada.
Taehyung se alejó.
Tal vez fue lo mejor. Ahora que Jimin lo sabía, no tenía que ocultar sus
encuentros con Jungkook. ¿Por qué no debería darse el gusto por una vez?
¿Por una vez? Ya has hecho suficiente de complacerte. Joder la boca de
Jungkook era la definición de autocomplacencia. Si Taehyung podía culpar de su
posesividad a la droga alienígena y los instintos de apareamiento que provocaba,
no tenía excusa para joder la boca de Jungkook o besarlo. Obtener una mamada
no era exactamente propicio para el apareamiento y la procreación. Por otra
parte, joder con un hombre por lo general tampoco lo era, pero joder a Jungkook
de verdad y correrse en su culo lo hizo sentir un alivio y una satisfacción tan
viscerales que Taehyung solo podía atribuirlo a los instintos de apareamiento
alienígenas.
Tal vez por eso no se sintió completamente satisfecho incluso después de la
mamada. Aún le dolía el cuerpo por la urgencia de meterse hasta las bolas en
Jungkook, por el deseo de tomarlo. Era francamente perturbador lo mucho que
seguía obsesionado con el concepto de tomarlo. Quería tomar. Y tomar. Y tomar.

Había algo embriagador en la forma en que Jungkook se entregaba a él, la


forma en que era tan dócil y ansioso por su toque, por su polla, por su boca.
Taehyung podría odiar lo que les hicieron, pero últimamente, cuando estaba con
Jungkook, todo se sentía bien, un sentimiento que rara vez había logrado desde
que regresó a Calluvia, y anhelaba ese sentimiento, sin importar cuán
desordenado fuera. Nada estaba jodidamente bien en esta situación, donde el
consentimiento era dudoso en el mejor de los casos. Taehyung lo sabía. Pero no
podía cambiar la forma en que parecía haberse vuelto adicto al sentimiento.
Cuando estaba tocando a Jungkook, el mundo tenía sentido.
Una o dos veces, tuvo el pensamiento inquietante de que ya no era la droga
alienígena lo que lo empujaba de regreso a los brazos y el cuerpo dispuesto de
Jungkook, sino su propia adicción. Su propia debilidad.
No. Se negó a creer eso.
Y, sin embargo, aquí estaba, de pie frente a la puerta de Jungkook, una vez
más.
La miró con furia, su garganta trabajando, mientras trataba de convencerse a
sí mismo de alejarse.
Pero antes de que pudiera hacerlo, la puerta se abrió y allí estaba el azote de su
existencia, semidesnudo, labios carnosos mordidos en rojo y ojos azul oscuro fijos
en Taehyung hambrientos, ardiendo de necesidad.
Taehyung entró en la habitación.
La puerta se cerró tras él.
CAPITULO 15

A Soyoung no le gustaba mentirle a su hijo.


Pero desafortunadamente, ella no tenía otra opción. Si Jungkook llegaba a
descubrir la verdad, pensaría que estaba loca.
La verdad era que le había mentido a Jungkook diciéndole que tenía la
intención de acudir a un telépata de otro mundo para que le examinara la mente.
No tenía intención de confiar su mente a un extraño, un extranjero cuyas
intenciones no podía estar segura.
No es que confiara en el hombre que estaba a punto de ver; en nada. Pero ella
podía controlarlo. Y eso hizo toda la diferencia.
Soyoung respiró hondo mientras se detenía frente a las puertas antes de dejar
que el escáner hiciera su trabajo. Solo ella y Uriel tenían acceso a esta casa,
además de los droides que trabajaban allí.
Como siempre, el escáner tardó un poco en terminar de escanear su retina, su
ADN y sus huellas dactilares. Por fin, el campo de fuerza de las puertas
desapareció, permitiéndole entrar, y luego selló inmediatamente toda la
propiedad. Algunos podrían considerar tales medidas paranoicas y excesivas,
pero no podía haber exceso de paranoia cuando se trataba de él. Él era
inteligente. Él era astuto. Él era ingenioso. Él podría escapar. Ella no podía, no
quería, permitirle escapar.
Soyoung entró en la casa y caminó hacia la biblioteca en la que solía estar a esa
hora.
Había pasado casi un mes desde su última visita. Ambas demasiado largas y
no lo suficientemente largas. Odiaba la forma en que su corazón se aceleraba,
como el de una niña que entra en la guarida del monstruo. Ella lo odiaba. Lo
despreciaba por completo. Sabía con su mente que ella era la que tenía el control
aquí, y sin embargo...
—¿Vas a quedarte allí toda la noche? —La suave y familiar voz hizo temblar sus
entrañas.
Entró en la biblioteca, con la cabeza erguida con orgullo. Ella no iba a mostrar
miedo. Ella no tenía miedo. Ella estaba al mando.
Estaba sentado en la silla grande junto a la chimenea, leyendo un libro de papel
anticuado. Él no levantó la mirada cuando ella entró en la habitación, y odiaba
que no lo hiciera. Y odiaba que lo odiara. Odiaba mucho cuando estaba cerca de
él. Después de todo, él era quien le había enseñado todo sobre el odio.
—Me preguntaba cuándo mi carcelera finalmente me honraría con su
presencia, —dijo, con la mirada fija en el libro. —¿Es una visita para regodearte o
simplemente te sientes caliente, querida?
Soyoung lo fulminó con la mirada, sus ojos quemando un agujero en su rostro.
Estaba salpicado de una barba oscura que se estrechaba hasta los pómulos
angulosos. Aún no había ni una
pizca de canas en su cabello. Parecía tan en forma y fuerte como un hombre
joven.
—Estoy aquí porque no tenía otra opción, —dijo con frialdad, sus manos
apretándose en puños detrás de su espalda. —Me ha llamado la atención que hay
bloqueos de memoria y trampas mentales en mi mente. ¿Ese es tu trabajo?
Finalmente levantó su mirada hacia ella, sus ojos azules ilegibles.
—Me halagas, —dijo—. ¿Cómo lograría tal cosa cuando tienes mi telepatía
atada e inútil? —Sus ojos parpadearon hacia los supresores psi alrededor de sus
muñecas, sus labios se torcieron burlonamente. —Ni siquiera puedo meditar con
esas cosas, y mucho menos hacer algo tan intrincado como trampas mentales.
Soyoung buscó en su rostro, pero no pudo encontrar ninguna señal de engaño.
No es que necesariamente encontraría algo; él era un mejor mentiroso de lo que
ella jamás podría esperar ser. Si bien se suponía que lo que estaba diciendo era
cierto, no podía estar segura. Era un telépata muy fuerte, el más fuerte que jamás
había conocido. No podía estar segura de que él no hubiera encontrado una forma
de eludir los supresores psiónicos.
—Entonces, ¿por qué no dijiste nada? —Dijo, acercándose. —No me digas que
no te has fijado en ellas. No me mientas, no te creeré.
Una pequeña sonrisa curvó sus labios.

—No tengo intención de mentirte. Noté que tu mente ha sido manipulada.


Pero, ¿por qué una persona le diría algo a su carcelero?
Ella se burló.
—No te hagas la víctima. No te conviene. Si estás en la cárcel, es porque eres
un monstruo que no merece menos. Además, no puedes argumentar que estás
privado de la libertad de una persona. No eres exactamente una persona,
¿verdad? El verdadero Emyr fue incinerado hace veinte años. Eres una cosa. Una
cosa que yo creé. Solo un clon que mantengo porque tienes tus usos.
La mirada que le dio fue casi de lástima mientras se reclinaba en su silla y la
miraba por un largo momento.
—Tienes casi sesenta años, querida. Tener ilusiones tontas no le sienta bien a
una mujer madura como tú.
—No tengo idea de lo que quieres decir, —soltó ella—. Y no estoy interesada en
escuchar.
Emyr, o mejor dicho, el hombre que tenía la cara de Emyr, sonrió. Soyoung
quería abofetearlo, borrar esa sonrisa irritante de esos labios bien formados.
Sólo una copia, se repetía a sí misma, tratando de calmarse. Emyr estaba
muerto. Muerto. Este era solo un clon que había encargado en secreto, porque
necesitaba aprender toda la suciedad que Emyr tenía sobre sus señores-vasallos,
para poder evitar que intentaran derrocarla a ella y a su hijo. Esa era la única
razón por la que este hombre existía.

—Honestamente, es adorable que sigas aferrándote a la idea de que me


reviviste por el bien de la política, —dijo el falso-Emyr, su tono suave.
—Yo no te reviví —gruñó ella. —Emyr está muerto. Eres solo un clon, no una
persona. Los clones no tienen ningún derecho en la Unión de Planetas. Respiras
porque yo te lo permito. Me desharé de ti en el momento en que dejes de ser útil.
Emyr se rió.
—¿Realmente crees lo que estás diciendo? Creo que podría ser lo más divertido
que he escuchado en años—. Se enderezó y puso sus manos en la cintura de
Soyoung. —Sabes que eso es mentira, mi amor.
Su estómago se estremeció. Dioses, odiaba su toque, odiaba lo mucho que lo
anhelaba y lo odiaba.
—Deja de llamarme así, —soltó ella. —Y sí, tienes razón: había otra razón por
la que cloné a Emyr: la muerte era un castigo demasiado pequeño para todo lo
que había hecho. Tú... él mató a mi marido.
—Déjame hacerte una pregunta, —dijo Emyr, rodeando la pequeña cintura de
Soyoung con sus largos dedos. Presionó sus pulgares contra su vientre y lo
acarició suavemente. Tuvo que tragarse un gemido que amenazaba con salir de
sus labios. Emyr observaba su reacción como un halcón mientras continuaba. —
En lugar de desperdiciar recursos de clonación altamente ilegales en un monstruo
malvado como yo, podrías haberlos usado para revivir a tu precioso esposo. ¿Por
qué no lo hiciste?

Soyoung abrió la boca y la cerró sin decir nada, incapaz de hablar. La idea ni
siquiera se le había ocurrido.
Emyr sonrió.
—Todo está bien. Yo también te amo, querida.
—No te amo —soltó Soyoung, indignada—. Si fueras Emyr, lo sabrías. Lo
aborrecí, y te aborrezco a ti.
—Deberías decidirte, —dijo Emyr, aún irradiando diversión. —O no soy
Emyr'ngh'zaver y no puedo ser responsable de nada de lo que hizo para merecer
tu odio, o lo soy. Entonces, ¿qué es, Soyoung?
Ella lo fulminó con la mirada, odiando la forma en que la hacía sentir: tonta,
ilógica y con el pie equivocado. Como una niña joven y estúpida.
Su sonrisa se volvió sardónica, la atrajo hacia su regazo, sus pechos agitados
presionados contra su pecho firme. Su corazón ardía de odio y, sin embargo, sus
pezones se endurecieron hasta convertirse en guijarros, anhelando su toque, su
boca. Su coño latía con necesidad.
Dioses, lo odiaba, y se odiaba a sí misma.
Su carne podría ser débil, pero se negó a darle la ventaja. Ella estaba a cargo.
Ella tenía el control, maldito sea.
Liberándose de su agarre, Soyoung se puso de pie y ordenó.
—Ponte de rodillas.
Sus labios se curvaron ligeramente, hizo lo que le dijo.
Odiaba que pareciera tener el control incluso de rodillas. Su telepatía estaba
limitada y físicamente no representaba una amenaza para ella tampoco: una
palabra y las restricciones de
gravedad en sus muñecas se activarían. Debería haber parecido impotente.
Vencido. Humillado.
Parecía todo lo contrario.
Agarrando un puñado de su cabello oscuro, Soyoung empujó su cara contra su
coño, gimiendo cuando su boca encontró inmediatamente su clítoris duro a través
de la fina tela de su vestido. Él lamió y chupó su clítoris mientras sus manos
levantaban lentamente el dobladillo de su vestido. El aire frío le rozó las piernas,
pero se sentía tan caliente que apenas notó el frío.
Cuando su boca finalmente tocó sus labios desnudos, ella se estremeció,
empujando su cara contra su coño más y más fuerte, ahogándolo con sus jugos.
Ella gimió cuando él empujó su lengua dentro de ella, follándola con su lengua.
Tan bueno. Ningún otro hombre la había hecho sentir tan bien.
Ella gimió cuando él se detuvo de repente.
—Di mi nombre —dijo él, su cálido aliento rozando su dolorido clítoris.
—Manos a la obra.
Sonriendo, sopló en su clítoris.
—No antes de que digas mi nombre.
—Yo soy la que da las órdenes aquí —gruñó ella, tirando de su cara hacia su
coño de nuevo. —Lame.
Él lamió. Él la lamió, chupó y la besó hasta que ella sollozó de placer. Alcanzó
su clímax rápido, demasiado rápido, gimiendo algo que, con suerte, era
demasiado ininteligible.
Aún jadeaba cuando él rompió el silencio.

—Dijiste mi nombre, —dijo, no sin aire de suficiencia.


—Cállate —susurró, sus dedos aún enterrados en su cabello. —Te aborrezco.
Emyr levantó la cabeza de su coño y se lamió los labios de manera lasciva.
—Cualquiera pensaría que ya dejarías de mentirte a ti misma, cariño. No me
mantuviste con vida durante veinte años para usar mis conocimientos de política.
Me mantuviste con vida porque no puedes vivir sin mí.
Ella lo miró, respirando con dificultad, y lo empujó con disgusto.
—¡Estás delirando! No eres más que un clon que mantengo para mi diversión.
Emyr se rió.
—Lo divertido es la forma en que sigues mintiéndote a ti misma. ¿Un clon? No
soy un clon. Tengo todos mis recuerdos intactos, gracias a ti. Simplemente habito
un cuerpo clonado de mí mismo. El hecho de que te hayas molestado en clonar
mi cadáver y le hayas transferido mi cerebro, lo cual es altamente ilegal en todos
los planetas de la Unión y te daría cadena perpetua si la gente se enterara, prueba
que me quieres de vuelta. Querías mirarme a los ojos, ver mi rostro y que te
recordara. ¿Todo este esfuerzo y riesgo, sólo por un poco de venganza y ayuda en
la política? Deja de mentirte a ti misma, mascota. Eres más inteligente que eso.
—Emyr la miró a los ojos. —Pero claro, siempre has sido excelente mintiéndote a
ti misma. Incluso te las arreglaste para convencerte de que te obligué.

Nadie te obligó a meterte en mi cama, y nadie te obligó a disfrutar de estar en


ella. Pero es mucho más fácil pintarme como un monstruo cuando tienes que
explicarle a tu hijo por qué engañaste a su padre, ¿verdad?
—Dije que no todas las veces, —dijo Soyoung entre dientes, mirándolo con el
ceño fruncido.
—Ah, sí —dijo Emyr con una sonrisa sardónica. —Podría haber sido
convincente si no fuera un telépata de alto nivel y no pudiera leer tus
pensamientos y sentimientos. Y dijeron que sí y por favor cada vez.
—¡Cállate! —Soyoung se dio la vuelta y casi salió corriendo de la casa,
temblando de rabia, culpa y vergüenza. Nadie podría meterse debajo de su piel
como él lo hizo. Dioses, ella lo odiaba. ¿Cómo se las arreglaba para parecer que
todavía poseía el mundo, como si la poseyera a ella, a pesar de estar atado e
impotente? Debería haber sido imposible.
Lo que debería haber estado es muerto, dijo una voz en el fondo de su mente
mientras caminaba por el jardín. Él no está equivocado. Trajiste a Emyr de vuelta.
Trajiste de vuelta al hombre que envenenó tu matrimonio y te hizo infiel, el
hombre que asesinó a tu amigo más querido. Trajiste un monstruo, porque...
porque no puedes imaginar tu vida sin él.
Soyoung se tambaleó hasta el banco y lloró, llorando por la niña tonta que
había pensado ingenuamente que alguna vez se libraría de Emyr'ngh'zaver.
Nunca se libraría de él.

Se escuchó el sonido de pasos, y luego sintió unos brazos familiares envolverla.


Agotada mentalmente, apoyó la cabeza en su ancho hombro, cerró los ojos y se
aferró a él mientras él la levantaba y la llevaba a la casa.
~*~

Más tarde, ella yacía en sus brazos, su cuerpo pesado por la saciedad. Él la
estaba acurrucando por detrás, su polla blanda acurrucada entre sus nalgas.
Él la besó en el cuello y dijo.
—Mentí. Puse esas protecciones en tu mente.
Abrió los ojos y se quedó mirando la pared.
—¿Cómo? Tú dijiste-
—Los supresores psi limitan mi telepatía. Pero no tomaste en cuenta que ya
tengo un camino hacia tu mente debido a nuestra compatibilidad natural y es
significativamente más fácil para mí usar mi telepatía cuando te estoy tocando.
Sirve como una especie de director de orquesta.
Soyoung cerró la mano en un puño. Esa maldita compatibilidad natural otra
vez. Siempre la había odiado y estaba agradecida por ello. No podía negar que su
compatibilidad mental le había facilitado las cosas en su juventud: si no fueran
compatibles, el sexo con Emyr habría sido físicamente doloroso debido a que su
vínculo de infancia suprimía su capacidad de sentir excitación. Pero su cuerpo
había deseado a Emyr, incluso entonces. Se había odiado a sí misma
por ello, odiaba a su cuerpo por ser infiel y dar la bienvenida a las atenciones
no deseadas de Emyr, odiaba el feo y antinaturalmente fuerte vínculo telepático
que crecía entre ellos en contra de su buen juicio.
Tenía razón al odiarlo, al parecer.
—¿Qué me has hecho? —Dijo ella, su corazón latiendo más rápido.
—Nada malo. En su mayoría, las trampas en tu mente tienen como objetivo
evitar que alguien sepa sobre mi existencia continua. Lo hice para protegerte. —
Él acarició su cabello, su gran mano acunando su cintura posesivamente. —Estoy
diciendo la verdad, Latteya. Lo hice para protegerte. Lo que hiciste, lo que haces
todos los días es un crimen. Hacer un clon completo de un miembro de la realeza
es un delito muy grave, ya que pone en duda la legitimidad de la línea de sucesión.
Ella se tensó en sus brazos.
—No puedes asumir el trono. No eres Emyr a los ojos de la ley. No eres una
persona.
—Soy consciente—. Su voz se volvió fría y dura. —Me robaste mi nombre, mi
trono, mi poder y mi libertad. Si la gente se entera de mi existencia, estarás en la
cárcel por el resto de tu vida y seré eliminado como algo que no tiene derecho a
existir.
Ella se giró sobre su espalda.
—¿Me odias? —Dijo, haciendo la pregunta que no había hecho en veinte años.
La mirada de Emyr recorrió su forma desnuda antes de volver a sus ojos.

—Con cada respiro que tomo, mi amor.


—No me llames así.
Se inclinó y le dio un suave beso.
—Si te amara menos, te habría ahogado con mis propias manos, —dijo en tono
de conversación, frotando su nariz contra la de ella. —Pero lo sabes, o no te
hubieras atrevido a dormir a mi lado.
Soyoung no dijo nada a eso. No había nada que decir. Trató de no pensar en lo
que decía sobre ella que se sentía perfectamente segura durmiendo en sus brazos.
Los brazos del hombre que había matado a su marido. Los brazos del hombre al
que ella había matado y que tenía todas las razones para odiarla por eso.
—¿Eso es todo lo que le hiciste a mi mente? —Dijo ella, sabiendo mejor que
confiar en él.
Emyr acarició su mejilla y no respondió, el bastardo.
Soyoung frunció el ceño y abrió la boca para interrogarlo más, pero él volvió a
empujar su pene dentro de ella, duro una vez más, y ella suspiró encantada, sus
pensamientos se dispersaron.
Nada la hacía sentir tan plena y perfecta como él.
Y tan miserable y repugnante.
CAPITULO 16

—Mi madre está actuando de manera extraña.


Taehyung abrió los ojos y miró la cabeza violeta que descansaba sobre su
pecho.
Como siempre, la vista trajo sentimientos encontrados. Sabía que debía poner
fin a esto. Besar ya era bastante malo. Esto fue demasiado. Debería decirle a
Jungkook en términos inequívocos que su tendencia recientemente adquirida a
aferrarse a él después del sexo, a abrazarlo, no era bienvenida.
Excepto que el problema era... que no era desagradable.
En el transcurso de la gira publicitaria, Taehyung se había acostumbrado a que
vivieran uno encima del otro. Debido a las preocupaciones de seguridad, no se
habían quedado en hoteles a menudo, al menos esa era la razón oficial. En
privado, Taehyung sospechaba que Ayda simplemente no quería arriesgarse a que
el personal del hotel los encontrara jodiendo, lo cual, para ser justos, no era una
preocupación sin fundamento.
En cualquier caso, Taehyung se había visto obligado a compartir espacios
reducidos con Jungkook durante casi un mes. Era natural que con el tiempo se
hubiera acostumbrado a que el olor de Jungkook estuviera en todas partes, a
tocarlo y a dormir junto a Jungkook o tumbado medio encima de él después del
sexo.

No estaba seguro de en qué momento dejó de simplemente aguantarlo y


empezó a gustarle.
Incluso pensar en ello lo inquietaba, pero ya no podía negarlo. Era difícil
permanecer en la negación cuando ya no podía dormir solo. Lo había intentado,
solo para probarse a sí mismo que podía, y nunca dormía bien, su cama estaba
demasiado vacía y fría. Se había sentido como un niño incapaz de dormir sin su
peluche favorito.
Evidentemente era un hábito provocado por la convivencia forzada. Debería
haber desaparecido una vez que llegaron a casa. Y tal vez se habría ido si no
hubiera continuado alimentándolo pasando las noches con Jungkook la mayoría
de las veces. No tenía excusa para eso: los efectos de la droga habían disminuido
lo suficiente como para no tener que joder por la noche. Pero aun así, se encontró
reacio a irse. Jungkook era cálido y muy suave después del sexo, y seguía
aferrándose a él, queriendo abrazos, queriendo besos, queriendo su toque, y era...
era embriagador. Era adictivo, ser deseado. Ser necesario.
Taehyung se dijo que eso era todo. No se trataba de Jungkook en absoluto. Era
solo soledad. Tan pronto como la droga estuviera fuera de su sistema, encontraría
un amante, alguien de quien pudiera obtener contacto físico y afecto. Alguien que
no estaba fuera de los límites. Alguien que no era hijo de su enemigo.
Hablando del enemigo...
—¿Extraña? —Repitió Taehyung. —¿Qué quieres decir?
—No estoy seguro, —murmuró Jungkook, trazando el lado del torso de
Taehyung con el dedo. —Ha estado más extraña de lo
normal. Desaparece todo el tiempo en algún lugar y aparece pensativa y
distante.
—Probablemente tramando mi muerte.
—No es gracioso.
—No estaba tratando de ser gracioso—. Taehyung suspiró—. ¿Quieres dejar de
fingir que tu madre no me quiere muerto? Solo estamos nosotros aquí.
Jungkook cruzó las manos sobre el pecho de Taehyung y apoyó la barbilla en
ellas. Sus ojos azul oscuro se encontraron con los de Taehyung, su expresión
abierta.
—No tengo idea de lo que mi madre está pensando o planeando, —dijo en voz
baja. —Puedes mirar en mi mente si no me crees.
Parecía tan sincero. Taehyung lo miró perdido, sintiendo que sus defensas se
derrumbaban y de repente se preguntó si era la nueva táctica de Soyoung: tratar
de que su hijo se hiciera querer. Por mucho que Taehyung odiara admitirlo,
estaba funcionando absolutamente. Jungkook se veía tan condenadamente
entrañable y encantador con sus labios rosados e hinchados y sus ojos sensuales
aún vidriosos y suaves después del sexo.
—Eso no será necesario —dijo Taehyung con frialdad. No podía arriesgarse a
hurgar en la mente de Jungkook cuando tenían una compatibilidad natural tan
fuerte. Ya había notado que habían desarrollado conciencia el uno del otro debido
a la exposición prolongada y al contacto físico. La intimidad mental era lo último
que necesitaban, y solo convertiría una situación
complicada en desastrosa. —¿Qué te hace pensar que Soyoung está actuando
de manera extraña?
—Ella es mi madre. Puedo sentirlo. Y últimamente, ni siquiera me ha
preguntado sobre mi salud y la droga, lo que definitivamente no es normal. Casi
parece que ya no le importa y tiene la mente ocupada en otra cosa. Me preocupa.
Taehyung frunció el ceño, acariciando la espalda baja de Jungkook
distraídamente.
—¿No puedes preguntarle qué le pasa?
—Lo hice, —dijo Jungkook, de alguna manera logrando presionar más cerca de
él. —Cambió de tema y fingió que no tenía idea de lo que estaba hablando. Ella es
buena en eso. —Volvió a apoyar la cabeza en el pecho de Taehyung y suspiró,
irradiando comodidad y seguridad.
Estuvieron en silencio por un momento antes de que Jungkook murmurara.
—¿Esto también te está asustando?
No necesitaba aclarar lo que quería decir.
Taehyung exhaló audiblemente, sin saber qué decir. No podía negar que se
sentía bien abrazar a otra persona. Desde su llegada a Calluvia, se había sentido...
solo. Es posible que haya encontrado a su hermano, pero su relación nunca había
llegado a la comodidad física antes de que Jimin decidiera regresar al Alto
Hronthar. Aparte de Jimin y Namjoon, y este último estaba demasiado ocupado
con los asuntos de su propio clan, no tenía a nadie en quien confiar lo suficiente
para bajar la guardia, mucho menos para abrazar. Había habido Eunji
brevemente, pero su
relación no era exactamente la de amigos y definitivamente no era el tipo de
amigos que se abrazaban.
Así que abrazar a Jungkook y sentir su cuerpo sólido y cálido en sus brazos fue
satisfactorio en formas en las que Taehyung trató de no pensar. Se sentía más
contento de lo que se había sentido en... posiblemente nunca.
—Es probable que sea la droga, —dijo, mirando fijamente al techo.
—Tal vez, —dijo Jungkook, acariciando su pecho. —O tal vez es normal. Nunca
he tenido una pareja sexual regular con la que pudiera acurrucarme, así que no lo
sabría. Los acompañantes que contraté en los planetas del placer eran
obviamente completos extraños. Siempre me sentí tan estresado que se filtrarían
mis preferencias en la cama, así que no era exactamente relajante. El escándalo
habría sido feo si la gente se enterara de que su futuro rey contrató prostitutos
para degradarlo y tratarlo con rudeza en la cama.
Al darse cuenta de que estaba sujetando a Jungkook con más fuerza de la
necesaria, Taehyung respiró hondo, luchando contra la feroz posesividad, y se
obligó a aflojar los brazos. Él era el que tenía el control, no la droga.
Pero también era desconcertante. No se había sentido tan posesivo cuando
Jungkook le dijo que había tenido sexo cuatro veces antes que él, y eso había sido
hacía menos de un mes. ¿Por qué esta mierda empeoraba?
—No, —dijo Jungkook, retorciéndose más cerca. —Hazlo otra vez. Más
apretado.

Sorprendido, Taehyung obedeció lentamente, apretando los brazos de nuevo.


Un pequeño gemido salió de los labios de Jungkook.
—Más apretado.
Taehyung lo sujetó con más fuerza, con tanta fuerza que su agarre
probablemente lo estaba lastimando, pero Jungkook solo irradiaba satisfacción,
placer y paz. Joder, se sentía perfecto en sus brazos, y aunque la polla de
Taehyung estaba medio dura otra vez, en realidad no sentía ninguna urgencia de
hacer nada al respecto. No quería moverse.
—¿Se ha ido Jimin, por cierto? —Jungkook dijo somnoliento, rompiendo el
amistoso silencio.
—Sí, hace apenas unas horas. Su Maestro vino por él y, por supuesto, se fue—.
Taehyung no pudo evitar la amargura de su voz.
Jungkook acarició su pecho, sus labios rozaron el pezón de Taehyung.
—¿Entonces los rumores son ciertos? ¿Están en una relación?
Taehyung abrió la boca pero se quedó inmóvil, al darse cuenta con un
sobresalto de que había estado a punto de contarle a Jungkook sobre la relación
prohibida de su hermano con el Gran Adepto del Alto Hronthar, su Maestro.
Mierda. ¿Cuándo había bajado tanto la guardia?
—Sí, —dijo Taehyung después de un momento, pensando que al final era una
buena prueba de si podía confiar un poco en Jungkook. A pesar de todas sus
fallas, Min era totalmente capaz de proteger a Jimin si alguien intentaba difundir
rumores
maliciosos nuevamente; la mayor parte de la prensa estaba en el bolsillo de
Min.
Jungkook tarareó y se quedó en silencio durante un rato, pasando un dedo por
las costillas de Taehyung con aire ausente.
—Te sientes amargado y herido por la partida de tu hermano. Y te culpas por
tu incapacidad para mantenerlo aquí. Puedo sentirlo tan claramente cuando te
estoy tocando.
Taehyung se puso rígido y no dijo nada.
Jungkook le acarició el pecho con cuidado, como si tranquilizara a un animal
enfadado.
—Creo que no deberías ser tan duro contigo mismo. Si eligió regresar a su
antigua vida, no significa que no le gustó la vida que le ofreciste. Cuando lo trajiste
aquí, probablemente sintió que todo su mundo estaba patas arriba. Sé que lo hice
cuando supe que estabas vivo.
Frunciendo el ceño, Taehyung lo miró con atención.
—Aunque eso es diferente.
—¿Lo es? —Jungkook dijo en un tono suave. —Mi madre me crió como un
futuro rey desde que era un niño pequeño. Crecí con el conocimiento de que sería
mi vida. Cuando volviste… —Levantó la mirada y miró a Taehyung a los ojos. —
Sentí que todo lo que sabía sobre mi vida, sobre quién soy, era una mentira. Me
imagino que tu hermano debe haberse sentido así. Sin ancla.
Taehyung nunca lo había pensado de esta manera. Estudió a Jungkook.
—¿Todavía te sientes de esa manera? ¿Sin ancla?
Jungkook sonrió torcidamente.

En un divertido giro de los acontecimientos, me siento muy anclado en este


momento. Con tu polla.
Los labios de Taehyung se torcieron.
—El mundo debe estar acabándose, —murmuró Jungkook con una sonrisa, su
pulgar tocando la boca de Taehyung.
Taehyung inmediatamente dejó de sonreír.
—No, demasiado tarde, ¡lo vi! —Jungkook dijo, moviendo las cejas. —¡La
sonrisa!
Taehyung frunció el ceño, pero incluso él podía darse cuenta de lo poco
convincente que era. Se sentía relajado, incluso divertido. O tal vez fue el
orgasmo. Un buen orgasmo tendía a hacerle eso a un hombre. No había otra
explicación de por qué se sentía tan cómodo sosteniendo al hijo de Soyoung como
si fuera su osito de peluche favorito y hablándole sin animosidad.
—Sonrío, —gruñó Taehyung.
—No en serio, —dijo Jungkook, doblando una mano debajo de su barbilla para
poder ver mejor a Taehyung. —Te he visto sonreír condescendiente,
burlonamente y con desprecio, pero nunca sonreíste genuinamente, ¡hasta ahora!
—Tocó los labios de Taehyung con el pulgar, sonriendo. —No dolió, ¿ves?
Taehyung miró fijamente su rostro sonriente, esos bonitos ojos que brillaban
con diversión y alegría.
Agarró los dedos de Jungkook con la mano y los apartó de su boca.
—Deja de coquetear conmigo —dijo bruscamente, su voz contrastaba con la
forma suave en que su mano parecía no poder dejar de acunar los dedos de
Jungkook. —Deja de ser tan… —

Se detuvo, sin querer decirlo en voz alta. Deja de hacer que te mire fijamente.
Deja de hacerme como tú.
Jungkook parpadeó y ladeó la cabeza hacia un lado.
—¿Ser qué? —Dijo, todavía sonriendo con esa sonrisa enloquecedoramente
hermosa.
Taehyung los hizo rodar, empujando a Jungkook debajo de él. Jungkook jadeó
por el repentino movimiento y miró a Taehyung sin aliento.
—¿Qué-
Taehyung juntó sus frentes, arrastrando la boca por la suave mejilla de
Jungkook.
—Sé que tú y tu madre están tramando algo, —dijo contra los labios de
Jungkook. —Yo sé eso. Pero… —Dejó escapar un sonido de frustración y lo besó.
Jungkook separó los labios y le devolvió el beso, chupando la lengua de
Taehyung con entusiasmo. Sus escudos estaban completamente abajo, por lo que
Taehyung podía sentir todas sus emociones superficiales. Podía sentir que
Jungkook apenas podía respirar bajo el peso de Taehyung, pero le encantaba, le
encantaba estar totalmente aplastado bajo su cuerpo y rodeado por él. Jungkook
hundió los dedos en el pelo de Taehyung y lo acercó más, más fuerte, hasta que
sintió que se fusionaban. De alguna manera, todavía no era suficiente. Para
cualquiera de ellos.
—Te quiero de vuelta en mí —dijo Jungkook sin aliento.
Taehyung lo besó más fuerte y le dio lo que ambos querían.
CAPITULO 17

Taehyung estaba bailando con el príncipe Hoseok.


Jungkook los miró desde el otro lado del salón de baile, observando al príncipe
Hoseok sonreírle a Taehyung, su rostro estúpidamente hermoso tan cerca de
Taehyung que era casi indecente. Los ojos de Hoseok parpadeaban entre los ojos
azules de Taehyung y su mandíbula firme y sin afeitar, o tal vez estaba mirando
los labios de Taehyung.
—Hacen una hermosa pareja, ¿no es así?
Jungkook se congeló, lanzando su mirada a un lado. Había dos damas justo a
su derecha, y también estaban observando a Taehyung y Hoseok. Recordó
vagamente que eran parte del Sexto Gran Clan. El clan del príncipe Hoseok.
—De hecho lo hacen, —respondió la otra mujer. —Simplemente espléndidos.
Jungkook se mordió el interior de la mejilla y volvió a mirar a la pareja de baile.
¿Espléndidos? Supuso que el contraste entre el cuerpo alto y musculoso de
Taehyung vestido completamente de negro y el agraciado y elegante Príncipe
Hoseok en los colores pálidos de su Casa era sorprendente. Sus cabezas doradas
se veían bien juntas, aunque el cabello de Hoseok era varios tonos más claro y
mucho menos espléndido que el de Taehyung. Ni
siquiera era su color natural de cabello. Hoseok era una mariposa social cabeza
hueca preocupado solo por su apariencia y la última moda. ¿De qué estaban
hablando? ¿El corte de la chaqueta de Taehyung?
—Me pregunto si volverán a estar juntos, —dijo la primera mujer. —Fueron
compañeros de vínculo desde que eran niños pequeños. Deben extrañarse el uno
al otro.
—Su vínculo se rompió, —dijo Jungkook, y se dio cuenta demasiado tarde de
que no solo había irrumpido en la conversación de otra persona, sino que su voz
también había sonado demasiado áspera.
Las mujeres ahora lo miraban extrañadas.
Forzando una sonrisa, Jungkook trató de suavizar su error.
—No creo que Su Majestad esté interesado en restaurar su vínculo de infancia
con el Príncipe Hoseok. Ahora son extraños el uno para el otro después de
décadas separados.
—No lo sé, Su Alteza, —dijo la primera mujer, mirando hacia la pista de baile.
—Ciertamente se ven muy amistosos ahora. Mira cómo se miran el uno al otro.
Jungkook sintió que se le apretaba la mandíbula y tuvo que hacer un esfuerzo
consciente para parecer menos tenso.
—Si me disculpan, —dijo y se alejó antes de que pudiera decir algo de lo que se
arrepintiera.
Salió del salón de baile y se dirigió a los jardines, desconfiando de su
compostura. No podía confiar en él, no cuando tenía ganas de golpear algo,
preferiblemente la cara ridículamente bonita del Príncipe Hoseok.

Mierda.
Era claramente el efecto secundario de la droga, pero no lo hacía más fácil.
No podía negarlo: estaba celoso. Estaba chisporroteando de celos y fea
posesividad, queriendo empujar al príncipe Hoseok y luego pegarse a Taehyung
y pegarlos entre sí, para que Taehyung no pudiera bailar, mirar o hablar con nadie
más.
—Contrólate, maldita sea —dijo Jungkook en voz baja, pasándose una mano
por el pelo. Llegó al rincón más tranquilo del jardín y se sentó en el banco. Se
quedó mirando la superficie del estanque, tratando de alejar su ira y sus celos con
la meditación.
No funcionó. No podía dejar de pensar en lo que podrían estar haciendo
Taehyung y Hoseok en este momento. ¿Estaban hablando? ¿Hoseok lo estaba
haciendo sonreír? ¿Y si las mujeres tenían razón y Taehyung quería recuperar a
Hoseok? ¿Y por qué no lo haría? Habían sido compañeros de unión. El príncipe
Hoseok era bonito, sencillo y sin equipaje. Su madre no había asesinado a la
familia de Taehyung, ni había querido robar el trono de Taehyung.
Jungkook se rió con dureza, como si su estómago no estuviera revuelto por los
celos.
—Esto no es real, —susurró, pero aunque racionalmente sabía que estos celos
eran causados por la droga, eso no cambiaba nada. Ardía en celos.
—¿Jungkook?
Giró la cabeza y exhaló cuando vio a Taehyung parado allí. Recorrió con la
mirada el alto cuerpo de Taehyung, buscando
cualquier señal de ropa arrugada. Pero la ropa de Taehyung estaba impecable.
Incluso se había echado su pesado manto negro sobre los hombros. Se veía tan
guapo que a Jungkook literalmente se le hizo agua la boca.
—Ven aquí, —se escuchó decir Jungkook.
Taehyung levantó las cejas, pero se acercó y se sentó a su lado.
Jungkook sabía que no debería. Estaban en un baile, en la casa de otra persona,
y no tenía ni idea de si había cámaras en el jardín. Pero no pudo evitarlo. Tenía
tantas ganas de besarlo y tocarlo que estaba temblando.
Se sentó a horcajadas sobre el regazo de Taehyung y lo besó con necesidad.
Suyo, suyo, suyo. Estaba aquí, con él, no con Hoseok.
Taehyung trató de romper el beso.
—Espera, Jungkook, no podemos hacerlo aquí. —No sonaba muy convincente,
teniendo en cuenta que le estaba devolviendo el beso, su brazo apretado alrededor
de él. —Deberíamos parar.
—No, —dijo Jungkook, acunando sus mejillas sin afeitar con las manos y
besándolo más profundo. Sentía que podía tragarlo, tragarse a este hombre y
mantenerlo dentro de él para siempre.
—No podemos tener sexo aquí, —dijo Taehyung, besando su barbilla, y luego
su cuello, su boca caliente y perfecta.
No necesito sexo, pensó Jungkook, sus ojos cerrándose de felicidad. Sólo sigue
tocándome.
Había una sensación distante de alarma en el fondo de su mente, pero se
desvaneció rápidamente cuando la boca de Taehyung recuperó sus labios.
Mmm… Tan bueno.
—¡¿Has perdido tus sentidos?!

Rompieron el beso ante el sonido de la voz familiar.


Todavía sin aliento y sonrojado, Jungkook centró su mirada en la publicista de
Taehyung y le dirigió una mirada tímida.
Ayda lo fulminó con la mirada y no pareció impresionarse en absoluto.
—Su Alteza, —ella gruñó, con las manos en las caderas. —Por favor, bájate del
regazo de Su Majestad—. Cuando él obedeció de mala gana, ella dijo —Bien.
Ahora regresa al salón de baile y quédate en el lado opuesto de la habitación del
rey.
Jungkook miró a Taehyung.
Taehyung le devolvió la mirada, sus ojos brillando hambrientos, su largo y
poderoso cuerpo rígido por la tensión.
—Por amor de Dios —dijo Ayda. —También tienen prohibido mirarse el uno al
otro—. Resoplando, tomó el brazo de Jungkook y casi lo arrastró hacia el salón de
baile. —No me pagan lo suficiente por esto, maldita sea.
—No somos tan malos, —dijo Jungkook a la defensiva.
Se calló cuando Ayda le lanzó una mirada de incredulidad.
Muy bien, tal vez ella tenía un punto.

~*~
—Su Majestad no está disponible, Su Alteza.
Jungkook miró ceñudamente al secretario de Taehyung y miró la puerta
cerrada que conducía a la oficina de Taehyung.
—¿Incluso para la familia real?
El hombre vaciló.

—¿Tiene una cita previa, Su Alteza? Su Majestad me dijo que no lo molestara.


Tiene trabajo que debe terminar pronto y no quiere distracciones. Lo siento
mucho.
Su tono fue muy definitivo, y en cualquier otra circunstancia, Jungkook se
habría dado la vuelta y se habría ido, pero...
Necesitaba ver a Taehyung, es decir, necesitaba la opinión de Taehyung sobre
el proyecto de ley de educación que quería impulsar en la próxima sesión del
consejo de su clan. Si Taehyung no lo apoyara, todos sus esfuerzos serían en gran
medida en vano. Él podría ser el heredero al trono actualmente, pero la gente
sabía que era una situación temporal en el mejor de los casos, y tan pronto como
Taehyung obtuviera un heredero real, Jungkook se volvería irrelevante, ya que el
consorte de Taehyung votaría como regente hasta que el heredero cumpliera
veinticinco años.
Jungkook frunció los labios, intentando desterrar la imagen del príncipe
Hoseok de su cabeza.
—Es un poco urgente, —dijo—. No te preocupes, le diré que trataste de
detenerme—. Y con eso, marchó hacia la puerta.
—Su Alteza-
Jungkook entró en la oficina y cerró la puerta.
Taehyung levantó la mirada del holodocumento frente a él, algo parpadeó en
sus ojos cuando vio a Jungkook.
—Estoy ocupado ahora, Jungkook, —dijo.
Jungkook se aclaró un poco la garganta, sonrió tímidamente y sacó un datapad
de su bolsillo.

—Estoy aquí por esto. Una reforma educativa que he estado planeando durante
un tiempo.
Taehyung ni siquiera lo miró, su mirada fija en el rostro de Jungkook.
—¿Qué? —Jungkook dijo con una sonrisa torcida. —Esto es importante, de
verdad.
Taehyung sacudió la cabeza y se reclinó en su asiento. Debería haber sido
prohibido, la forma en que se veía tan deliciosamente bueno con esa camisa de
vestir azul que abrazaba sus anchos hombros y gruesos bíceps. Resaltaba sus ojos
y se veía maravillosa contra su piel bronceada. Jungkook tragó saliva mientras
Taehyung se aflojaba la corbata, sus largos dedos trabajaban en ella sin prisa
mientras sus ojos azules permanecían fijos en Jungkook.
—¿Quieres que lo apoye? —Taehyung dijo.
Jungkook se aclaró un poco la garganta.
—Ese sería el resultado deseable, sí.
Taehyung se puso de pie y se acercó. Tomando el datapad de la mano de
Jungkook, lo colocó sobre el escritorio detrás de él.
Jungkook humedeció sus labios secos.
Taehyung lo miró. Solo lo miró.
Y joder, Jungkook no aguantó más. Dio un paso más cerca y acercó su nariz a
la de Taehyung, temblando mientras respiraba su familiar y agradable aroma.
—Hola, —dijo, pasando los brazos alrededor del cuello de Taehyung y
sonriendo impotente.
—Tengo un país que dirigir, ¿sabes? —Dijo Taehyung, pero sus brazos se
envolvieron alrededor de Jungkook y lo sujetaron con fuerza tal como le gustaba
a Jungkook, haciéndolo sentir maravillosamente conectado a tierra y seguro y
vaciando su cabeza de todos los pensamientos.
Suspirando felizmente, Jungkook le devolvió el abrazo e inclinó su rostro hacia
arriba, deseando besos.
—Jungkook, —dijo Taehyung con voz ronca, dejando un rastro de besos
calientes y con la boca abierta por toda su cara antes de finalmente reclamar su
boca.
Jungkook no podía respirar. Sintió que podía expirar de placer y deleite, sus
manos recorriendo la fuerte espalda de Taehyung mientras chupaba la lengua de
Taehyung con pequeños gemidos voraces. Muy distantemente, en el fondo de su
mente, estaba horrorizado y avergonzado por su propio comportamiento: estaba
aquí por negocios, no por esto; en serio, pero no podía parar, no podía dejar de
besar a Taehyung y tocarlo y desearlo. Quería consumirlo entero.
Empujó a Taehyung sobre su escritorio, se sentó a horcajadas sobre él y abrió
la bragueta de Taehyung.

~*~
Jungkook nunca había imaginado que estaría tan loco como para tener sexo en
la sala del trono.
Pero al parecer, lo estaba.

Dejó escapar un largo gemido mientras se levantaba lentamente de la gruesa


polla de Taehyung y se dejaba caer sobre ella con fuerza. Gritó y luego enterró su
rostro en el hombro de Taehyung, tratando sin éxito de amortiguar sus ruidos.
Los dedos de Taehyung tenían un fuerte agarre en su trasero mientras guiaba
a Jungkook y lo ayudaba a montar su polla.
—Silencio —dijo, su voz tensa, casi adolorida—. La sala del trono no tiene
cerradura.
Jungkook era muy consciente de eso. Cualquiera podía entrar y encontrarlo
montando la polla del rey. El pensamiento humillante envió una ola de excitación
directamente a su pene.
Taehyung se rió entre dientes, jodiéndolo.
—Pequeña puta pervertida, —dijo suavemente, respirando pesadamente
contra un lado de su cara. —Te gusta que la gente pueda entrar en la habitación y
verte en mi polla, sirviendo a tu rey.
Jungkook gimió, moviendo sus caderas más y más rápido, el golpe de sus
muslos desnudos contra los pantalones de Taehyung obscenamente fuerte.
Taehyung estaba completamente vestido mientras estaba desnudo de cintura
para abajo. Si alguien entrara, primero vería su trasero desnudo, y luego la gruesa
y roja polla de Taehyung moviéndose rítmicamente. Jungkook gimió, imaginando
las miradas boquiabiertas de la gente, lo conmocionados y horrorizados que
estarían.
—Bésame —suplicó, jadeando.
Taehyung lo besó, su mano fuerte acunando suavemente su nuca.
Cuando ambos terminaron, Jungkook apoyó la cabeza en el ancho hombro de
Taehyung y cerró los ojos, sintiéndose tan bien que sintió ganas de ronronear.
Taehyung se rió entre dientes, envolviendo su manto alrededor de él.
—No te duermas sobre mí. Aquí no.
—Mmm, —dijo Jungkook, acariciando su musculoso cuello. —Vamos a tu
habitación, entonces. Podemos dormir allí.
—No puedo, —dijo Taehyung con un suspiro. —Tengo una montaña de papeleo
en mi oficina con el que debo lidiar primero. Puedes tomar una siesta en mi
habitación mientras me esperas.
Jungkook pensó en tomar una siesta. Sonaba atractivo. Pero…
—Yo te ayudaré, —dijo Jungkook, retorciéndose más cerca de Taehyung. —Soy
bueno con el papeleo.
—Está bien, —dijo Taehyung después de un momento. —Vamos.
Jungkook sonrió.
CAPITULO 18

—¿Dónde has estado?


Jungkook se congeló al entrar a sus habitaciones, mirando a su madre sentada
en su sofá.
Sus ojos azules lo recorrieron con rapidez, sus labios fruncidos en evidente
desagrado.
Jungkook se sonrojó, repentinamente muy consciente de su estado a medio
vestir y su cabello despeinado. Esperaba que no tuviera nuevos chupones en el
cuello. Usualmente usaba un regenerador dérmico, pero no había esperado
exactamente que su madre lo estuviera esperando en su habitación en medio de
la noche.
—Son las tres de la mañana, —dijo Soyoung.
Jungkook cruzó los brazos sobre el pecho y asintió.
—Ciertamente, Madre. Lo que me hace preguntarme por qué sigues despierta
a esta hora.
Mirándolo con una mirada plana, se puso de pie.
—Ya he tenido suficiente, Jungkook. Guardé silencio sobre la situación, porque
me sentía culpable por mi parte en ella, pero eso es suficiente. ¡Han pasado casi
dos meses! El Dr. Jihan dijo que se suponía que sus síntomas ya habían
desaparecido por completo. En cambio, te encuentro ausente de tus habitaciones
a las tres de la mañana, ¡y no te atrevas a mentirme que no estabas con ese
hombre! Puedo sentir su marca telepática sobre ti.
Jungkook sostuvo la mirada de su madre con cierta dificultad.
—Estoy manejando la situación lo mejor que puedo, —dijo, muy
tranquilamente. —¿Necesito recordarte que no estaría en esta situación si no
fuera por ti?
—Ya dije que lo sentía, —dijo Soyoung, acercándose y poniendo sus manos
sobre sus hombros. —Cariño, mírame.
—Te estoy mirando, madre, —dijo Jungkook, mirándola.
—Mírame a los ojos y dime que no quieres a ese hombre.
Jungkook soltó una carcajada.
—Madre, sabes muy bien que realmente no puedo decir eso con la droga
alienígena en mi sistema…
—Autoricé al Dr. Jihan a usar la IA de nuestro palacio para ejecutar un escáner
en ti. Dijo que queda aproximadamente el 0,002% de la droga en tu sistema. Estás
efectivamente de vuelta a la normalidad.
Jungkook abrió la boca y la cerró sin que saliera ningún sonido. Su primer
impulso fue decir que debía haber sido un error, que por supuesto que era un
error, que no podía ser cierto. Pero luego pensó en lo claro que había sido su
recuerdo del sexo últimamente. Pensó en cómo no había pensado en Taehyung
en términos de "reproductor" y "compañero" en mucho tiempo. Pensó en el hecho
de que últimamente se fijaba más en los besos de Taehyung y los brazos de
Taehyung a su alrededor que en el sexo. Incluso disfrutaba haciendo el papeleo
de Taehyung con él, por el amor de Dios.

El estómago de Jungkook se hundió.


—Ahora mírame a los ojos y dime que no quieres a ese hombre.
Se humedeció los labios con la lengua.
—¿Por qué importa, madre? El sexo es solo sexo. No me digas que nunca has
disfrutado del sexo con alguien que no te gustaba.
La mirada que le dio Soyoung fue positivamente escalofriante.
—No te hagas el tonto, Jungkook. ¿Estás diciendo que no te gusta? He visto la
forma en que lo miras: como un niño tonto y enamorado. Has perdido de vista el
objetivo, que es eliminar a Taehyung de la escena.
El corazón de Jungkook comenzó a latir más rápido.
—Madre, no pienso...
—Ese es tu problema, Jungkook: ¡tú no piensas! Cuanto más tiempo
permanezca el engendro de Emyr en el trono, más se acostumbrará a él nuestro
pueblo. Su asociación contigo en público ya lo hizo más popular de lo que tiene
derecho a ser. No podemos esperar más si queremos que lo retiren del trono…
—No lo quiero, —dijo Jungkook en voz baja.
—¿Disculpa?
Jungkook se obligó a mirarla a los ojos.
—Nunca lo quise. Era tu sueño verme en el trono, no el mío. Lo hice para
hacerte feliz, madre. Pero ahora he terminado. Deja de conspirar contra
Taehyung, deja de intrigar. Es un rey perfectamente bueno. No quiero su trono.
Trató de ignorar la decepción en su rostro. Era un hombre adulto. No
necesitaba la aprobación de su madre.
—No se trata solo de recuperar el trono, Jungkook, —dijo, su voz sin tono. —
Ha estado investigando el pasado, buscando pruebas de que yo maté a sus padres
e intenté asesinarlos a él y a su hermano. Es solo cuestión de tiempo hasta que
encuentre algo y haga que me arresten.
El corazón de Jungkook dio un vuelco.
Su madre sonrió con tristeza.
—¿El enamoramiento que sientes por ese hombre es más importante para ti
que yo?
Jungkook tragó saliva.
—Madre-
—Termina, Jungkook. Ahora. Pon distancia entre ustedes. Si no vas a
ayudarme, al menos no te metas en el camino.
Y con eso, ella se fue, sus tacones haciendo ruido.
Jungkook cerró la puerta y se recostó contra ella, mirando fijamente a la pared
opuesta.

~*~

Esa noche no pegó un ojo.


A la mañana siguiente, apenas se sentía funcional y aún sin saber qué hacer.
Amaba a su madre, se sentía ferozmente protector con ella, pero... pero.
Jungkook estaba terminando de vestirse cuando llamaron bruscamente a la
puerta.

Sus ojos se abrieron, su corazón latía más rápido.


—Hola, —dijo Taehyung cuando abrió la puerta, dando un paso adelante y
poniendo sus manos en las caderas de Jungkook de una manera tan casualmente
propietaria. Jungkook hizo una doble toma y se sonrojó, confundido y nervioso.
Él no entendió. Si realmente habían vuelto a la normalidad, ¿por qué Taehyung
seguía comportándose así? ¿O todavía podría Taehyung verse afectado?
Jungkook recordó que el Dr. Jihan dijo que había más droga en el sistema de
Taehyung que en el suyo, pero...
Taehyung lo atrajo hacia sí, moviéndolo fácilmente con una firme presión
sobre sus caderas. Jungkook podría haberse resistido.
No lo hizo.
—Hola, —dijo con una sonrisa débil.
Taehyung frunció el ceño y sus ojos azules se posaron sobre él.
—¿Todo está bien? Estás temblando.
—Hace frío aquí, —dijo Jungkook. —Los controles de temperatura deben estar
funcionando mal.
—Hm, —dijo Taehyung, su mirada se volvió pesada. Inclinándose, acarició su
oreja y mordió su lóbulo ligeramente. —Puedo calentarte.
Jungkook inhaló temblorosamente, su mente se volvió lenta y confusa. Olía tan
bien.
—Yo… —dijo—. Taehyung, tenemos que-
Taehyung lo besó, sus fuertes brazos tirando de él contra él. Y los pensamientos
de Jungkook se dispersaron. Un pequeño gemido subió por su garganta y le
devolvió el beso con fuerza, sintiéndose hambriento y desesperado de una forma
que nunca antes había sentido. Le diría a Taehyung que la droga estaba fuera de
sus sistemas, solo un poco más tarde. Un poco más de besos no le haría daño a
nadie, ¿verdad?
¿Cierto?
Mucho más tarde, Jungkook miraba fijamente al techo sin comprender,
todavía jadeando después de su orgasmo, atrapado bajo el cuerpo más grande de
Taehyung, la polla de Taehyung ablandándose en él.
—Me moveré, —dijo Taehyung en su cuello, su voz todavía sonaba un poco
destrozada. —Soy demasiado pesado.
Jungkook lo agarró por los hombros cuando intentó alejarse.
—No, —dijo, envolviendo sus extremidades alrededor de Taehyung tan fuerte
como pudo. —No. Por favor. —Quédate en mí.
—Estás raro hoy, —dijo Taehyung, pero obedeció, chupando perezosamente un
moretón en el cuello de Jungkook.
En cualquier otro día, Jungkook habría protestado, odiaba verse obligado a
usar regeneradores dérmicos todo el tiempo, pero ahora las palabras se le
atascaron en la garganta.
Quería esos moretones ahora. Algo para recordar esto. Tan pronto como le
dijera a Taehyung que habían vuelto a la normalidad, esto se detendría. No habría
más besos, no más conversaciones nocturnas en la cama, no más de esta
intimidad y calidez. Taehyung volvería a odiarlo a él y a su madre, más aún si
Jungkook de repente comenzara a darle la espalda, como su madre quería. De
cualquier manera, esto era... inútil. Desesperanzado. Siempre habría un abismo
entre ellos. No había
elección real para Jungkook. No podía permitir que arrestaran a su madre; no
sería capaz de vivir consigo mismo. Pero tampoco podía imaginar dejar que su
madre lastimara a este hombre. No había una solución aceptable. Era una
situación de perder-perder.
Una ola aplastante de desesperación lo invadió, haciéndole difícil respirar.
Taehyung dejó de chuparle el cuello y levantó la cabeza.
—¿Jungkook? —Dijo, sus ojos mirándolo inquisitivamente.
Mierda. Había olvidado lo telépata que era Taehyung. Debe haber proyectado
algunos de sus pensamientos y emociones.
Jungkook forzó otra débil sonrisa. Estaba bien. Él estaba bien. No era como si
tuviera sentimientos serios por Taehyung. Por supuesto que no lo hizo. No lo hizo.
Se acababa de poner… un poco encaprichado. Un poco demasiado acostumbrado
a él. A su toque. A su olor. A la sensación de total seguridad y satisfacción con el
mundo mientras estaba en sus brazos.
—Yo… ¿Puedes quedarte un rato? Sé que tienes una reunión con los consejeros
pronto, pero... —Se interrumpió, despreciándose a sí mismo por su incapacidad
para arrancarse el vendaje y acabar con eso—. Simplemente me siento deprimido,
supongo. ¿Sabes cómo a veces te despiertas de mal humor, ansioso por algo que
no puedes identificar?
Taehyung asintió, acomodando su peso sobre él. Hizo que la respiración fuera
significativamente más difícil, pero a Jungkook no le importó, disfrutando de lo
maravillosamente sólido, poderoso
y firme que era. La polla en él comenzó a endurecerse de nuevo, y Jungkook
sonrió, besando el hombro de Taehyung.
—¿Otra ronda? —Dijo con entusiasmo.
—¿No estás dolorido? —Dijo Taehyung, mirándolo con una expresión
ligeramente perpleja.
Él lo estaba. No le importaba. Quería sentir esto durante días.
—No —dijo Jungkook, enterrando los dedos en el espeso cabello de Taehyung,
odiando lo necesitado que se sentía—. Bésame.
Taehyung lo hizo, y el resto del mundo se desvaneció. Sólo estaban los cálidos
y sensuales labios de Taehyung y su poderoso cuerpo moviéndose encima de él,
dentro de él. Se sentía dolorosamente perfecto.
—Más profundo, —pidió Jungkook, clavándole las uñas en la espalda. —Te
quiero más profundo.
Taehyung se lo dio más profundo, pero no importaba lo bien que se sintiera,
Jungkook no lo sintió lo suficientemente profundo.
Se corrió con un grito de frustración, los ojos húmedos y el corazón dolorido.
CAPITULO 19

Namjoon no era un gran fanático de los bailes. Preferiría pasar la noche en casa
con su compañero de vínculo y su pequeña hija, pero desafortunadamente, tenían
que hacer apariciones públicas de vez en cuando. Y esta noche fue una de esas
ocasiones. En el lado positivo, pudo ver a su mejor amigo en funciones sociales
como esta, lo cual era bastante raro en estos días, debido a que ambos estaban
muy ocupados con los asuntos y las familias de sus respectivos países.
Aunque probablemente no era correcto llamar familia a los llamados parientes
de Taehyung, no con la forma en que Taehyung miraba al príncipe Jungkook al
otro lado del salón de baile.
—Deberías tratar de ser menos obvio, Tae —murmuró Namjoon.
Taehyung emitió un sonido evasivo y su mirada volvió al príncipe Jungkook.
Namjoon ni siquiera estaba seguro de haberlo oído.
—Pensé que la droga ya no estaría en tu sistema, —dijo Namjoon, manteniendo
su expresión neutral. Siempre había ojos sobre ellos, y no podía permitirse el lujo
de parecer preocupado.
Taeren se encogió de hombros.
Esta vez Namjoon luchó por mantener su expresión en blanco. Era muy
impropio de Taehyung ser tan evasivo y descuidado con una situación que odiaba.

Desconcertado, Namjoon siguió la mirada de Taehyung hasta el príncipe


Jungkook.
El príncipe ciertamente era hermoso. Era casi tan hermoso como Jamil, y ese
era el mayor elogio que un hombre podía recibir por su apariencia, o una mujer,
para el caso. Objetivamente, Namjoon podía ver el atractivo, pero era muy
impropio de Taehyung dejar que su polla pensara por él. Taehyung odiaba a
Soyoung. La odiaba por completo. Namjoon había pensado que eso sería
suficiente para hacer que el hijo de Soyoung fuera tan repugnante a los ojos de
Taehyung.
Tal vez había pensado mal.
—Si no dejas de mirarlo como si quisieras comértelo, la gente lo notará, —dijo
Namjoon.
Taehyung se estremeció y apartó la mirada, frunciendo el ceño. Esa expresión
era mucho más familiar, pero no logró calmar la preocupación de Namjoon,
considerando que la mirada de Taehyung casi de inmediato volvió a Jungkook,
como si... como si no pudiera evitarlo.
Maldito infierno.
Ahora estaba más que preocupado. Estaba muy alarmado.
—Simplemente lo estoy observando, —dijo Taehyung, su voz tan rígida como
su postura. —Está actuando raro.
Namjoon decidió seguirle la corriente.
—¿En qué manera?
—Ha estado fuera unos días. Se distrae a menudo, y cuando se da cuenta de
que lo he notado, su presencia telepática emite culpa y miseria.

—¿Eso es todo? —Namjoon dijo.


Taehyung volvió a mirar a Jungkook, aflojándose la corbata.
—No, —dijo con voz entrecortada. —Cuando no está distante, ha estado un
poco… necesitado.
—¿En qué manera?
Taehyung no respondió durante un rato. Por fin, dijo, sin mirar a Namjoon.
—Quiere que lo sostengan. Pasa todas las noches en mi cama y se pone
terriblemente pegajoso por la mañana, sin dejarme ir. Últimamente tuve que
cancelar varias reuniones matutinas.
Namjoon miró a su amigo con curiosidad.
—¿Tuviste qué? No tienes que complacerlo, ¿sabes?
Un músculo se contrajo en la mandíbula de Taehyung.
—No lo entiendes, —dijo—. La droga es… es imposible resistirse. Es… —Se
detuvo, sus hombros se tensaron y su expresión se oscureció.
Namjoon siguió su mirada.
El príncipe Jungkook estaba hablando con su madre. Aunque ambos tenían
sonrisas educadas en sus rostros, incluso Namjoon podía decir que algo en la
interacción estaba mal. Parecían estar discutiendo, con Soyoung hablando rápido
y el lenguaje corporal de Jungkook poniéndose a la defensiva.
Namjoon se volvió hacia Taehyung, pero su amigo ya se estaba acercando a la
pareja.
Curioso, Namjoon lo siguió. Realmente no había visto a Taehyung interactuar
con Soyoung y su hijo desde que comenzó la
debacle de las drogas. Esperaba que Taehyung no estuviera dispuesto a montar
una escena.
Luchó por alcanzar a Taehyung: no tenía los hombros ridículos de Taehyung
para abrirse camino entre la multitud, ni su ceño fruncido antipático para
disuadir a la gente de hablarle. Cuando finalmente alcanzó a su amigo, Taehyung
ya había alcanzado a Soyoung y a su hijo.
—¿Hay algo mal? —Taehyung dijo.
Namjoon no podía ver su rostro desde este ángulo, pero podía ver el de
Jungkook y Soyoung. La mujer se puso rígida, su expresión se volvió más cerrada.
El lenguaje corporal de Jungkook era un estudio de contradicciones: la tensión
en sus hombros se relajó y su cuerpo se inclinó hacia Taehyung al principio, antes
de mirar a su madre y parecer más ansioso.
—Todo está absolutamente bien, —dijo Soyoung con una hermosa sonrisa. —
Estaba discutiendo con Jungkook lo maravilloso que es que hayan regresado a su
estado normal. Seguro que te alegraste cuando Jungkook te lo comunicó hace
días. ¿No es así, Su Majestad?
El cuerpo de Taehyung se volvió absolutamente rígido. No dijo nada por un
momento, su cabeza se volvió hacia Jungkook, quien se sonrojó, proyectando
miseria y ansiedad.
—¿De qué está hablando? —Dijo Taehyung, su voz plana pero llena de tensión.
—Jungkook.
Namjoon inclinó la cabeza hacia un lado, curioso. Era extremadamente
improbable que Taehyung de alguna manera no hubiera entendido lo que había
dicho Soyoung. Conociendo a su amigo, Namjoon esperaba que explotara ante las
palabras de Soyoung, que no fuera lo suficientemente paciente como para pedirle
una aclaración al Príncipe Jungkook. A juzgar por el ceño fruncido en el rostro de
Soyoung, ella esperaba lo mismo. La compostura de Taehyung, por muy fingida
que fuera, era realmente sorprendente. Taehyung odiaba que le mintieran. El
hecho de que el Príncipe Jungkook no le hubiera dicho que la sustancia alienígena
estaba fuera de sus sistemas debería haberlo enojado lo suficiente como para
perder la compostura en público, lo que probablemente era el objetivo de
Soyoung, ahora que lo pensaba.
El príncipe Jungkook se acercó a Taehyung e hizo un movimiento abortado,
como si tuviera la intención de tocar su mano.
—Puedo explicarlo —dijo, mirando a Taehyung a los ojos con expresión
suplicante—. Por favor, déjame explicarte.
La garganta de Taehyung se agitó, su presencia telepática emanaba ira,
incredulidad y confusión. Parecía como si lo hubieran golpeado con un camión,
como si hubiera esperado que Jungkook dijera que Soyoung estaba mintiendo.
Con una mueca de dolor, Jungkook miró a su alrededor y luego sonrió.
—La gente está mirando. Deberías sonreír.
—Realmente no tengo ganas de sonreír en este momento, —dijo Taehyung,
pero para asombro de Namjoon, forzó una leve y torcida sonrisa en sus labios. Su
cuerpo aún estaba rígido por la tensión y la ira reprimida, pero estaba sonriendo.

Namjoon miró al príncipe Jungkook con ojos nuevos, sin saber si estar
contento o alarmado. Siempre había deseado que su amigo conociera a alguien
que suavizara sus asperezas y sirviera como una influencia calmante para él, pero
no creía que esa persona debería ser el hijo de Soyoung.
El príncipe Jungkook sonrió más ampliamente a Taehyung y cuidadosamente
colocó su mano sobre el codo de Taehyung.
—Ven. Camina conmigo.
—Jungkook, —dijo Soyoung bruscamente, pero su hijo la ignoró y llevó a
Taehyung al balcón más cercano, dejando a la gente mirándolos y susurrando a
su paso.

~*~

—Fuera, —dijo Taehyung rotundamente, y los tres jóvenes que conversaban en


el balcón se apresuraron a obedecer, murmurando Su Majestad en voz baja.
Sería divertido si no fuera tan exasperante, y si Jungkook no tuviera cosas más
importantes de las que preocuparse.
—¿Tenías que ser tan grosero? —Jungkook reprendió suavemente mientras las
puertas del balcón se cerraban detrás de los jóvenes. —Cotillearán.
Taehyung cruzó los brazos sobre el pecho y se recostó contra la puerta, su
hermoso rostro era duro e implacable.
—No me importa. Explícate tú mismo.
Jungkook se acercó y puso su mano sobre el pecho de Taehyung.
—Tae-

—No lo hagas —dijo Taehyung, con un músculo flexionándose en su


mandíbula. —No me toques.
No debería haber dolido. No debería haber hecho que su pecho se sintiera
hueco y dolorido.
—Detente —gruñó Taehyung, mirándolo con una expresión tensa y agria—. No
tienes derecho a verte así, tan herido, me hace… —Se interrumpió, irradiando
frustración con cada línea de su alto cuerpo.
Jungkook se mordió el labio y se rodeó con los brazos.
—Mamá me dijo que la droga había desaparecido de mi sistema hace unos días,
—dijo en voz baja. —Tenía la intención de decírtelo, realmente lo hice. Pero yo...
—Se apagó, su rostro se volvió cálido.
—¿Tú qué?
A la mierda.
Jungkook dio un paso adelante y rodeó con sus brazos la cintura de Taehyung,
ignorando su mirada hostil.
—Dije que no me toques —gruñó Taehyung, su mirada era una mezcla de furia
y confusión entrañable.
Jungkook tenía muchas ganas de besarlo.
No lo hizo. En cambio, puso su cabeza debajo de la barbilla de Taehyung y lo
abrazó con más fuerza, ignorando los intentos de Taehyung de desalojarlo. No se
parecía en nada a sus abrazos habituales en la cama, era como abrazar a una
estatua que no respondía, pero aun así le proporcionó algo de consuelo, sentir el
cuerpo firme de Taehyung contra él y oler su aroma.

—Detén esto, —dijo Taehyung concisamente. —Deja de hacer esto y explícate.


—Este soy yo explicándome, —dijo Jungkook en el cuello de Taehyung. —No
podía renunciar a esto. Me hiciste adicto a esto, así que todo esto es tu culpa.
Taehyung soltó una risita áspera.
—No puedes esperar seriamente que crea esta pésima explicación.
—Tendrás que hacerlo, porque es la única que vas a conseguir. No tengo otra.
Esta es la verdad.
—No te creo —dijo Taehyung, pero su cuerpo ya no estaba tan rígido y poco
acogedor como antes.
Jungkook frotó su nariz contra la garganta de Taehyung.
—Eres bienvenido a leer mi mente si no me crees.
—Los recuerdos y los pensamientos se pueden forjar, —dijo Taehyung.
Jungkook levantó la cabeza.
—No en una fusión. Escuché que no puedes mentir en una fusión.
Una profunda arruga apareció entre las cejas de Taehyung.
—No, —dijo secamente, su tono final. —No voy a hacer eso—. A pesar de su
tono áspero, su cuerpo se relajó aún más contra el de Jungkook, sus manos se
posaron en la parte baja de la espalda de Jungkook.
—¿Por qué? —Jungkook dijo con una pequeña sonrisa. —¿Porque es
demasiado íntimo?

—Porque las fusiones telepáticas son ilegales, —dijo Taehyung. —No me


extrañaría que tu madre me acusara de fusionarme ilegalmente contigo para que
me arrestaran y me declararan no apto para gobernar.
Jungkook parpadeó.
—Ni siquiera había pensado en eso, —dijo, un poco sorprendido de que tal plan
se le hubiera ocurrido primero a Taehyung. —No estoy conspirando con mi
madre, Taehyung. Si lo estuviera, ¿por qué expondría que la droga se ha ido de
nuestros sistemas, haciéndome parecer un mentiroso? Está preocupada de que
me haya encariñado contigo.
Taehyung le dirigió una larga mirada, su mirada ilegible.
—¿Estás afirmando que lo estás? —Dijo con voz entrecortada. —Encariñado.
Jungkook se mordió el interior de la mejilla, reuniendo valor. Él susurró.
—¿Estás afirmando que no lo estás? —Miró deliberadamente la falta de espacio
entre ellos, los brazos de Taehyung a su alrededor, antes de encontrarse con la
mirada de Taehyung. —Los últimos días, no fue la droga, Taehyung. Fuimos
nosotros. Tú y yo. Nada más.
A Taehyung se le hizo un nudo en la garganta. Sus manos sobre la espalda baja
de Jungkook se flexionaron.
—Yo no... no puedo confiar en ti.
Jungkook sintió una oleada aplastante de tristeza. Sus ojos de repente ardían.
sto era inútil. Siempre había sabido lo desesperada que era esta cosa entre
ellos, pero ahora lo golpeaba de manera diferente. Nunca podrían ser nada, sin
importar cuán bueno, cuán correcto se sintiera estar en los brazos de Taehyung.
La falta de confianza haría imposible cualquier relación entre ellos,
independientemente de sus sentimientos. Ni siquiera podía culpar a Taehyung
por no confiar en él; él tampoco confiaría en sí mismo si sus situaciones fueran al
revés. Su madre había matado a los padres de Taehyung y quería sacarlo del trono
y Jungkook no iba a hacer nada para ayudar a Taehyung a probar su culpabilidad.
—Entiendo, —dijo Jungkook, tratando de tragar el doloroso nudo en su
garganta.
Se miraron el uno al otro durante un largo momento, y Jungkook de repente
se dio cuenta de que esto era un adiós. Esta fue la última vez que se pararon así,
tocaron así. Podrían haber sido algo especial, algo grandioso, si no fueran las
personas que eran. Tal vez en otra vida, lo habrían sido.
Con los ojos ardiendo, Jungkook besó a Taehyung en su mejilla sin afeitar, sus
párpados se cerraron mientras inhalaba profundamente.
—Cuídate, —susurró, su garganta dolía.
Los brazos de Taehyung se apretaron alrededor de sus costillas hasta el punto
de casi doler. Dolía de formas que no tenían nada que ver con el dolor físico.
Y luego Taehyung lo soltó. Sin mirar a Jungkook, abrió la puerta y se fue.
CAPITULO 20

Cuando Jungkook regresó al salón de baile, Taehyung ya se había ido.


Probablemente fue algo bueno; ya habían proporcionado suficiente forraje para
los chismes. Jungkook mantuvo la cabeza en alto mientras se acercaba a su
madre. Soyoung era demasiado socialmente consciente para mirarlo
abiertamente, pero podía sentir su ira a través de su vínculo familiar. Jungkook
le metió la mano en el codo y la condujo fuera del salón de baile.
Se quedaron en silencio en el camino a casa.
Permanecieron en silencio hasta que llegaron a la oficina de Jungkook.
Tan pronto como la puerta se cerró tras ellos, Soyoung explotó.
—¿Qué estabas pensando? ¿Tienes idea de lo mal que se vio cuando saliste del
salón de baile con ese hombre y luego te quedaste solo con él en el balcón después
de que él echó a los otros invitados allí? ¡Si yo no estuviera allí, tu reputación
estaría hecha jirones!
A Jungkook le resultó difícil que le importara.
Se sentó en su silla detrás del escritorio y miró a su madre con cansancio.
—¿Por qué lo hiciste? Yo mismo le habría dicho la verdad.

—¿Cuándo? —Soyoung se burló—. No estoy ciega, Jungkook. He visto la forma


en que lo miras. Me ha quedado claro que te estabas enamorando
inaceptablemente de ese hombre. Algo había que hacer al respecto. Hice lo que
tenía que hacer. Es por tu propio bien.
Jungkook cerró los ojos por un momento antes de abrirlos y decir con voz plana
y mesurada.
—Felicitaciones. Has logrado lo que querías. Taehyung y yo hemos terminado.
—Él sostuvo su mirada—. Ahora escúchame, madre. Sé que no puedo evitar que
planees y trates de sacar a Taehyung del trono. Pero si lo dañas físicamente, si
arreglas su muerte, nunca te lo perdonaré. Y si le haces algo más para sacarlo del
trono, abdicaré. Así que déjalo en paz.
Su madre lo miró fijamente.
—Oh, querido —susurró finalmente, acercándose y abrazando el cuerpo rígido
de Jungkook contra su pecho. Ella suspiró, la tristeza llenó su vínculo familiar. —
Debería haber hecho matar a ese hombre en el momento en que regresó. Él no
vale la pena, cariño. Los hombres de esa familia son veneno. —Su voz se quebró.
—Te mereces algo mejor, créeme.
Los ojos de Jungkook ardían. Dejó que las lágrimas cayeran, dejando que
empaparan el vestido de su madre. Lo odiaba, odiaba la injusticia de ello, odiaba
que incluso ahora, no pudiera odiarla. Ella era su madre. Sabía que todo lo que
su madre había hecho era por amor, a veces equivocado, por él. Bueno, eso y su
odio por el rey Emyr.
—Él no es su padre, —susurró.

Los brazos de Soyoung a su alrededor se tensaron.


—Tal vez, —concedió ella después de un momento. —Pero es el hijo de su
padre. Y nunca lo olvidará. Nos desprecia y quiere su venganza. Eso nunca
cambiaría. La- la atracción entre ustedes se desvanecerá con el tiempo, y solo
quedará odio, desconfianza y resentimiento. Te mereces algo mejor, querido. —
Su voz se volvió melancólica. —Te mereces un amor que no sea tóxico. Amor que
no conoce el odio. Quiero eso para ti.
—¿Porque eso es lo que tuviste con Padre?
Su madre se tomó un momento para responder.
—Tu padre y yo compartimos un profundo afecto el uno por el otro. Crecimos
con nuestras mentes íntimamente conectadas desde que éramos niños pequeños.
No sabíamos lo que significaba no querernos. Pero incluso nuestra relación
pronto se envenenó por la ira y el resentimiento causados por mi relación con el
rey.
Jungkook frunció el ceño.
—¿Seguramente Padre no te culpó por el interés enfermizo del rey en ti?
Su madre se aclaró un poco la garganta.
—Fue... complicado. Lo que quiero decir es que deseo que tengas el tipo de
amor que yo nunca he tenido: amor sin toxicidad. Amor que te trae felicidad. —
Pasó los dedos por el cabello de Jungkook. —De hecho, creo que ya es hora de que
lo encontremos.
Jungkook se apartó de su abrazo y la miró.
—¿Qué?

Soyoung sonrió y sus ojos se iluminaron. Ella aplaudió con entusiasmo.


—¡Sí, qué maravillosa idea! ¿Por qué no lo pensé antes? En mi defensa,
estábamos tan ocupados preparándonos para tu coronación que encontrarte una
buena pareja estaba bastante abajo en mi lista de prioridades, pero considerando
todas las cosas, ¡no hay mejor momento que el presente! Anunciaremos que estás
buscando pareja mañana, y estoy segura de que tendremos una gran cantidad de
pretendientes viudos o sin pareja, tal vez incluso políticos de fuera del mundo.
—¡Madre, espera! —Jungkook dijo débilmente, con el estómago revuelto por
la inquietud. —No quiero una pareja-
—Tonterías, —Soyoung lo restó importancia, sus ojos brillaban locamente de
una manera que indicaba que no dejaría de lado su idea sin importar lo que dijera
Jungkook. —Haré los arreglos de inmediato. Tendremos que informar al oficial
de prensa real…
—¡Madre! —Jungkook soltó, su tono áspero finalmente hizo que ella lo mirara.
—No quiero una pareja, —repitió, más suavemente. —Realmente no lo hago.
Su madre suspiró.
—Cariño, —dijo ella, poniendo una mano sobre su hombro. —Eso es
exactamente lo que necesitas, créeme. Quiero que seas feliz. Tienes que olvidarte
del enamoramiento que sientes por el hijo de Emyr. Y para eso, tendrás que hacer
un esfuerzo para conocer a otras personas. Un esfuerzo por enamorarte de ellos.
Olvídate de Taehyung'ngh'zaver. Él no vale la pena. Si realmente
le importaras... —Ella inclinó la cabeza hacia un lado, mirándolo con atención.
—Si te amara, nunca se habría rendido contigo solo porque tu madre mató a sus
padres y él no confía en ti.
—¿Simplemente porque? —Jungkook murmuró. —No puedo creer que seas tan
impertinente acerca de asesinar a sus padres.
Su madre se encogió de hombros.
—Quizás. Pero mi punto es que sus sentimientos no son lo suficientemente
fuertes. —Algo cambió en su expresión. —Si matara a la familia de Emyr, eso no
haría que me abandonara. Lo sé por seguro.
Jungkook le dirigió una mirada escéptica.
—Incluso si tienes razón, eso no probaría que él te ama. Eso solo probaría que
él está enfermo y tú eres su enfermedad. El verdadero amor debe basarse en la
confianza y el apoyo mutuos—. Tragó alrededor del grosor de su garganta. —Pero
sí, al final tienes razón en que Taehyung no me quiere. Él mismo lo hizo claro.
—Me alegro de que lo entiendas. Entonces, ¿debo proceder con el anuncio?
Jungkook hizo una mueca.
—Madre-
—Me pediste que dejara a Taehyung en paz. Cumpliré con tu pedido, pero solo
si tú cumples con el mío.
Jungkook frunció el ceño, buscando el rostro de su madre. Parecía seria.
—Bien, —dijo con un suspiro.
Su madre sonrió, sus ojos brillando con triunfo.

Jungkook ya se estaba arrepintiendo.


CAPITULO 21

Taehyung estaba de mal humor cuando salió de su oficina por la tarde. Había
estado en su oficina desde la noche anterior, pensando que bien podría hacer algo
productivo si no podía dormir. Excepto que el día había sido en gran medida
improductivo. Todo lo cabreaba y había terminado asustando a sus asistentes.
Ansiaba un poco de paz y tranquilidad en su cabeza, pero no creía que fuera
posible, no cuando estaba tan alterado y enojado. Ni siquiera estaba seguro de
con quién estaba más enojado: su padre, Soyoung, Jungkook o él mismo.
Está preocupada de que me haya encariñado contigo.
Las palabras se repetían en un bucle en su cabeza, lo que le dificultaba
concentrarse en otra cosa. Era inquietante lo mucho que deseaba creerles,
descartando todo sentido común, y era doblemente inquietante teniendo en
cuenta que la droga había desaparecido de su sistema. Había consultado con el
médico, dos veces. No tenía a nadie a quien culpar por estos pensamientos
obsesivos sino a sí mismo.
Taehyung se detuvo abruptamente, frunciendo el ceño cuando entró en el
salón del palacio. Estaba lleno de flores y regalos, de todo tipo y tamaño.

—¿Qué es esto? —Dijo Taehyung, inspeccionando la habitación con el ceño


fruncido.
—Los regalos son para el Príncipe Jungkook, Su Majestad, —dijo alegremente
una sirvienta-robot. —Aww, ¿no son encantadores?
Taehyung la miró, preguntándose quién había pensado que era una buena idea
darle a un robot una personalidad como esta, antes de caminar hacia la
monstruosidad floral más cercana y recoger la nota.
Te he admirado durante mucho tiempo, y mi respeto por ti no tiene límites.
Espero que aceptes mi noviazgo.
-Zhangir'ngh'sekur
Con la frente arrugada, Taehyung tocó otra nota, y luego otra. Eran muy
parecidas: algunas tonterías floridas y ofertas de cortejo.
—Mierda, —dijo Taehyung, aplastando la nota en su mano. Miró el mar de
flores y se mordió con fuerza el interior de la mejilla, tratando de reprimir el
violento impulso de tirarlas todas y ordenar a los sirvientes que hicieran lo mismo
si recibían más.
Pero no tenía derecho. La debacle de las drogas había terminado. Jungkook no
era nada para él ahora. Él era peor que nada. Era el hijo de su enemigo.
Completamente fuera de los límites. La fea posesividad en su pecho era solo el
último efecto secundario de la droga. Lo fue. Tenía que ser.

—Por favor, devuelve la nota, —dijo una voz femenina familiar. —No queremos
que mi hijo no la reciba antes de elegir pareja.
Taehyung se dio la vuelta y forzó una mirada en blanco en su rostro. No le daría
a esa mujer la satisfacción de meterse bajo su piel.
—¿Perdón?
Soyoung sonrió.
—Oh, ¿no te has enterado todavía? Anunciamos formalmente esta mañana que
la Casa de Lavette está aceptando propuestas de matrimonio para Jungkook.
Taehyung la miró fijamente, luchando por mantener su expresión neutral.
La sonrisa de Soyoung se ensanchó.
—Tal vez debería haberte informado personalmente. Después de todo, como
jefe de la Quinta Casa Real, serás tú quien entregue a Jungkook el día de su boda.
Taehyung nunca había estado tan tentado de golpear a una mujer.
—El día de la boda, —repitió.
Soyoung asintió afablemente.
—Obviamente, dado que Jungkook no tendrá un vínculo de infancia con su
prometido, los ritos de la boda serán más simplificados que los tradicionales.
Todavía tengo la intención de convertirlo en un gran evento—. Miró a Taehyung
a los ojos. —Mi hijo se merece solo lo mejor.
Taehyung le dirigió una mirada inexpresiva.

—No sé qué se supone que logrará este nuevo esquema tuyo, pero no tengo
intención de seguirte el juego.
—Puede ser difícil de creer para un hombre tan egocéntrico, pero no todo se
trata de usted, Su Majestad, —dijo Soyoung con frialdad, sin fingir genialidad. —
No hay ningún "esquema". Mi hijo se casa pronto. Eso no tiene nada que ver
contigo. —Su mirada se volvió positivamente helada. —Mantente alejado de mi
hijo y no arruines su futuro. Tu comportamiento de ayer generó suficientes
rumores, habría sido dañino si yo no hubiera estado allí para manejar el
problema. Mantén tu distancia de Jungkook o de lo contrario.
Taehyung apretó los puños a la espalda.
—Le aconsejo que no me amenace, señora. Te estás olvidando de ti misma. Soy
tu rey y dependes de mi generosidad. Jungkook es mi súbdito y miembro de la
familia real. No puedes decirme que me aleje de él. Si elijo alejarme de él, será mi
decisión, no la tuya.
Soyoung lo miró con atención, ladeando la cabeza hacia un lado. Realmente se
parecía mucho a Jungkook, solo que más suave en su apariencia, pero esa
suavidad era muy engañosa. Los ojos de Jungkook eran más amables, más
encantadores. Los de Soyoung eran afilados como navajas.
—Lo quieres, —dijo pensativa. —Es una pena que no le creí a Jungkook cuando
sugirió seducirte para hacerte abdicar. El plan parecía descabellado cuando
Jungkook lo sugirió, pero ahora veo que debería haberle dado más tiempo antes
de exponerlo ayer.

El estómago de Taehyung se contrajo, y fue una lucha mantener su rostro


impasible.
—No creo ni una palabra de lo que dices —dijo rotundamente—. Apártate de
mi vista.
Sonriendo, Soyoung se dio la vuelta y se deslizó fuera de la habitación.
Cuando ella se fue, Taehyung golpeó con el puño el jarrón más cercano.
Se rompió, rompiéndose en cientos de pedazos.

~*~

No quería creer a Soyoung.


Se dijo a sí mismo que ella estaba mintiendo, solo tratando de irritarlo después
de que él señaló que no podía mantenerlo alejado de Jungkook si él quería lo
contrario.
Pero sin importar lo que se dijera a sí mismo, las palabras de esa mujer seguían
envenenando sus pensamientos, haciéndolo dudar de sí mismo y dudar de sus
percepciones. Dudar de la sinceridad de Jungkook.
Aunque le había dicho a Jungkook que no podía confiar en él, la verdad
agravante era que Taehyung sí lo hacía. Sabía que no debía confiar en él, pero aun
así estaba convencido de que Jungkook no era como Soyoung. Pero, ¿y si solo
estaba viendo lo que quería ver? Era difícil creer que la persona que se sentía tan
bien al tenerla en sus brazos, con sus encantadoras y cálidas sonrisas, no pudiera
ser lo que parecía, que pudiera estar conspirando
contra él a sus espaldas, pero Emyr probablemente había pensado lo mismo.
Sobre Soyoung.
¿Se había estado engañando a sí mismo pensando que era más inteligente que
su padre? Tal vez estaba repitiendo los errores de su padre. El pensamiento era
desgarrador.
Para empeorar las cosas, dudar de la sinceridad de Jungkook no impidió que
se sintiera extremadamente irritado por los regalos que Jungkook seguía
recibiendo.
Taehyung nunca había estado de acuerdo con la noción de que el poder
necesariamente corrompía. Al menos nunca pensó que sería uno de esos hombres
que usaban su poder para controlar la vida de otras personas. Pero ahora tenía
que reprimir activamente el impulso de ordenar a los sirvientes que tiraran todos
y cada uno de esos regalos, y luego encerrar a Jungkook en su habitación y tirar
la llave.
Si yo no puedo tenerlo, nadie puede.
Sus propios pensamientos lo asustaban, pero parecía que no podía dejar de
pensar cosas así. Nunca había experimentado esta mezcla particular de
emociones: ira, confusión, traición y posesividad tóxica que no le permitía pensar
con claridad.
Incluso si Jungkook era una cosa mentirosa y traidora, era de Taehyung, de
nadie más. Era la única verdad que su mente no encontraba forma de enredar, a
pesar de los sentimientos de ira y traición.
Taehyung suspiró y se hundió en su asiento, pellizcándose el puente de la nariz.
Efecto secundario de la droga o no, esta posesividad tóxica era inaceptable. Él
era el rey. No debería haber estado perdiendo el tiempo controlando lo que estaba
haciendo Jungkook o cuántos regalos estaba recibiendo en lugar de manejar los
otros cien asuntos infinitamente más importantes que requerían su atención.
Jungkook era el hijo de la mujer que había asesinado a su familia, y
posiblemente le había estado mintiendo y conspirando para sacarlo del trono. Ese
debería haber sido el final. Debería haber sido.
Habían pasado veinte horas desde la última vez que lo había visto.
Taehyung estaba molesto consigo mismo por saber eso. Era un mal hábito que
necesitaba romper. Ya no había ninguna droga alienígena en su sistema. No tenía
excusa para este comportamiento obsesivo. Debería dejar de pensar en Jungkook
todo el tiempo.
Desafortunadamente, era más fácil decirlo que hacerlo. La mera idea de que
Jungkook estaba considerando casarse con alguien, que alguien más lo tocaría, lo
besaría, lo abrazaría, lo tendría debajo de ellos, era...
Taehyung maldijo por lo bajo y apartó la silla del escritorio, disgustado consigo
mismo.
—Maldito seas, —murmuró, poniéndose de pie y saliendo de la habitación.
Tenía la intención de salir a la calle. Despejar su cabeza con un poco de aire
fresco.

Pero luego, la IA del palacio le informó que Jungkook estaba entreteniendo a


los visitantes, y ninguna cantidad de razonamiento racional podría haber
impedido que Taehyung se dirigiera allí.
—Su Majestad el Rey —anunció la IA cuando Taehyung entró en el salón.
Había ocho invitados masculinos y tres femeninos.
Todos se inclinaron ante Taehyung, no, no todos. La llamativa mujer que
estaba al lado de Jungkook permaneció erguida, orgullosa y serena.
Al reconocerla, Taehyung asintió con la cabeza. Sabía que debería haber hecho
una reverencia, esa era la etiqueta. Ella era la Reina del Primer Gran Clan y tenía
prioridad sobre todos los demás monarcas del planeta.
Taehyung apenas la miró a la cara. Su mirada estaba en su mano tocando el
bíceps de Jungkook, sus dedos con manicura envolviéndolo posesivamente. O al
menos parecía posesiva a los ojos de Taehyung, pero estaba dispuesto a admitir
que su juicio podría estar un poco comprometido. O más que un poco.
Le costó un esfuerzo increíble no acecharlos y apartar a Jungkook de las garras
de la reina Kadira. ¿Desde cuándo la reina Kadira busca una pareja de todos
modos? Siempre había dicho que estaba perfectamente contenta de estar sola
después de que su marido muriera en un accidente. También era más de veinte
años mayor que Jungkook, más cercana en edad a su madre, aunque la diferencia
de edad aún no se notaba. Todavía era hermosa.

Respirando hondo, desvió la mirada hacia el rostro de Jungkook. Los ojos


azules se encontraron con los suyos, con los ojos muy abiertos y un poco
cautelosos, pero muy suaves. Muy encantador. Taehyung se cabreó, la forma en
que una mirada lo desarmó por completo y lo hizo querer mirar a los ojos de
Jungkook como un tonto embrutecido.
¿Mintió Soyoung? Necesitaba saber.
—La hora social ha terminado, —dijo, mirando a los invitados en la habitación.
Con los ojos muy abiertos, Jungkook le lanzó una mirada escandalizada.
—Um, estoy seguro de que Su Majestad no lo dijo de esa manera-
—Quise decir exactamente lo que dije, —dijo Taehyung. —Necesito hablar
contigo. Dile a tus invitados que se vayan.
Caminó hacia la ventana y miró por ella, esperando que todos abandonaran la
habitación. Podía ver en su visión periférica que los invitados intercambiaban
miradas atónitas ante su rudeza. No le importaba. No tenían idea de la
moderación que estaba mostrando al no alejar a Jungkook de la reina Kadira y al
no echarlos a todos de una manera mucho más grosera.
Cuando el último invitado finalmente abandonó la habitación, Jungkook
emitió un sonido de exasperación.
—¿Estás loco? ¡Eso fue más que grosero!
Taehyung se volvió y se acercó.
No sabía qué expresión había en su rostro, pero la expresión de Jungkook se
volvió cautelosa.

Se detuvo frente a Jungkook, sus rostros estaban separados por el ancho de la


palma de la mano, y observó a Jungkook tragar.
—Reina Kadira, ¿eh? —Taehyung dijo. —Es asqueroso. Tiene la edad de tu
madre.
Sonrojándose, Jungkook lo miró fijamente.
—Ella no lo es. Solo tiene cuarenta y seis. Y eso no es asunto tuyo.
Era molesto lo lindo que era cuando estaba enojado. Taehyung quería envolver
sus manos alrededor de ese pálido y hermoso cuello y estrangularlo, por
convertirlo en un tonto obsesivo y posesivo que no podía dejar de desearlo incluso
si había sido traicionado.
—Mi punto se mantiene, —dijo Taehyung—. Podría haber sido tu madre. Pero,
de nuevo, probablemente te guste.
Jungkook entrecerró los ojos.
—¿Qué se supone que significa eso?
—¿Alguna vez has oído hablar del complejo de Edipo? Eres un hombre adulto
que todavía hace todo lo que dice tu mami. A veces me hace preguntarme sobre
tu relación con tu madre.
Jungkook le dio un puñetazo. Taehyung agarró su muñeca y la empujó detrás
de la espalda de Jungkook, jalándolos uno contra el otro. Joder, quería ponerlo
de rodillas y hundir su polla en la garganta de Jungkook, al diablo con la posible
traición de Soyoung y Jungkook. Jungkook era suyo. Suyo, no de Soyoung, ni de
la reina Kadira, ni de nadie más. Suyo.
—¡Déjame ir! —Jungkook estaba casi escupiendo. —¿Cómo te atreves a
insinuar que-que-

—Ponte de rodillas.
Jungkook le lanzó una mirada medio incrédula, medio furiosa.
—Estás loco si crees que te chuparé la polla después de que acabas de insinuar
que quiero follarme a mi madre. ¡Incluso si me caso con la reina Kadira, eso no
es asunto tuyo! Me casaré con quien yo quiera.
—Ponte de rodillas, —repitió Taehyung. —Te pondrás de rodillas y chuparás la
polla de tu rey.
Jungkook se sonrojó de nuevo y separó los labios. Su mirada se deslizó hacia
la entrepierna de Taehyung.
—No puedes obligarme, —dijo Jungkook, su lengua rosada lamiéndose los
labios carnosos, como si no tuviera idea de lo que le estaba haciendo.
O tal vez sabía exactamente lo que le estaba haciendo. Tal vez su apariencia
inocente era solo una fachada. Tal vez era tan traicionero como Soyoung, y
Taehyung había sido un tonto, un tonto como su padre. El pensamiento lo hizo
enojar lo suficiente como para morder.
—¿No puedo? Soy tu rey. ¿No es tu deber servir a tu rey?
Las pupilas de Jungkook se dilataron, su respiración se aceleró.
—Yo… —Tragó saliva—. La puerta ni siquiera está cerrada. Uno de los invitados
podría regresar.
Una desagradable ola de posesividad lo hizo rechinar.
—Bien. Arrodíllate.
Con la garganta moviéndose, Jungkook miró fijamente a Taehyung, antes de
caer lentamente de rodillas. Abrió la bragueta
de Taehyung con dedos temblorosos, el sonido obscenamente fuerte en la
habitación silenciosa.
La polla de Taehyung saltó de su bragueta, roja y goteando. Jungkook la miró
por un momento con ojos vidriosos antes de inclinarse y lamer la cabeza. Se sentía
como el cielo, pero Taehyung no quería falsa gentileza. Quería joder esa boca al
igual que Jungkook lo había jodido.
Agarró la cabeza de Jungkook con ambas manos y le metió la polla en la boca.
Jungkook gimió, ahogándose con su longitud, y Taehyung se volvió
completamente loco. Sacó y empujó de nuevo, gimiendo por el calor resbaladizo
a su alrededor, y enojado por desear esto tanto. Pero era un placer joder esa boca
dulce y mentirosa aquí, al aire libre, donde cualquiera podía cruzarse con ellos y
ver quién era el jodido dueño de Jungkook.
Cuando miró hacia abajo, vio que Jungkook tenía la bragueta abierta y estaba
acariciando su propia polla, rápido y desesperado, mientras Taehyung le jodía la
boca. Traición posible o no, al menos se estaba excitando con esto. Puta. Puta.
Traidor.
Sus ojos se encontraron, y Taehyung miró fijamente esos hermosos y grandes
ojos, todos los pensamientos desagradables olvidados. Quería arrodillarse y
adorarlo, tomarlo en sus brazos y decirle cuánto él-
Cuanto lo amaba.
Se corrió, derramándose profundamente en la garganta de Jungkook.

Con las manos temblando, Taehyung se subió la cremallera y salió de la


habitación, enloquecido.
CAPITULO 22

—¡Y luego tu engendro tuvo el descaro de decir que dependo de su


generosidad! —Soyoung se enfureció, paseando por la habitación. —Si no fuera
por Jungkook, si mi hijo no se encariñara estúpidamente con ese hombre odioso,
lo destruiría, ¡pero ahora mis manos están atadas y me veo obligada a ser amable
con tu engendro! —Dejó de caminar y se puso las manos en las caderas. —¿Me
estás escuchando?
Emyr tarareó, con los ojos todavía en su libro.
—Por supuesto, mascota. Siempre te escucho. Simplemente no estás diciendo
nada importante. Esperaba que esto sucediera.
Ella entrecerró los ojos, una sensación de hundimiento apareció en su
estómago.
—¿Esperabas que esto sucediera? —Dijo lentamente.
Emyr levantó la mirada, aparentemente aburrido. Pero Soyoung lo conocía.
Podía ver la sutil expresión de triunfo brillando en esos ojos azules.
Se encogió de hombros.
Ella no se dejó engañar.
—¿Qué hiciste? —Dijo ella, su corazón latiendo más rápido.
Emyr se reclinó en su silla y la miró por un momento.

—Uriel no cometió un error —dijo, mirándola como un científico observaría


una rata de laboratorio en busca de una reacción. —Le ordenaste que usara la
droga que Uriel usó con nuestros hijos.
Soyoung negó con la cabeza.
—Eso es imposible. Te aseguro que recuerdo perfectamente mis
conversaciones con Uriel, y él admitió que había cometido un error… —Se
interrumpió, mirando a Emyr. —Te metiste con mis recuerdos.
Emyr ni siquiera se molestó en confirmarlo o negarlo, solo la miró fijamente.
El estómago de Soyoung se contrajo. Así que sus conversaciones sobre la droga
con Uriel… ¿Habían sucedido siquiera? Estaba tan segura de que Uriel se disculpó
por el error. ¿Había siquiera hablado con él?
—¿Por qué? —Ella dijo.
—Para proteger mi línea, —dijo Emyr. —Sabía que harías que mataran a mi
hijo, tarde o temprano, sin importar lo alerta que estuviera. La única solución era
hacer que Jungkook lo quisiera vivo; no querrías molestar a tu precioso hijo. La
droga los habría atado juntos y le habría dado a Taehyung algo de tiempo como
mínimo, y calculé que la probabilidad de que se encariñaran era bastante alta,
considerando que ambos están solos y desesperados por afecto, y tu hijo es
indudablemente tan débil y blando como lo era su padre. —Una pequeña sonrisa
curvó los labios de Emyr. —Deja de mirarme de esa manera, querida. Debes
permitirle a un prisionero algunas pequeñas diversiones.

Arruinar tus planes para acabar con mi línea fue solo un poco de diversión
inofensiva.
—Tú… —Soyoung negó con la cabeza, enojada consigo misma por no esperar
algo como esto. Incluso encarcelado y mayormente impotente, Emyr seguía
siendo uno de los hombres más peligrosos que jamás había conocido. Había sido
una tontería de su parte pensar que podía controlarlo por completo. —Te metiste
con mi mente. ¿Cómo sé que no me estás lavando el cerebro?
Sintió una oleada de su amargura a través de su vínculo. Mirando sus muñecas,
Emyr dijo rotundamente.
—Te aseguraste de que mi telepatía sea tan limitada que sería imposible
incluso si quisiera. Reemplazar algunos recuerdos y poner trampas mentales
protectoras es una cosa; el lavado de cerebro es otra. Si pudiera lavarte el cerebro,
simplemente habría hecho que te gustara mi hijo o te habría hecho dejarlo en paz.
Hubiera hecho que me soltaras. Pero bueno. Tuve que trabajar con el poder
limitado que tengo—. Él suspiró. —Deja de mirarme como si yo fuera el monstruo
aquí. Se vuelve bastante agotador, mi amor. Difícilmente tienes autoridad moral,
cuando todo lo que hice fue proteger a mi hijo de ser asesinado por ti.
Soyoung se rió.
—Por favor. No te preocupas por tu hijo, Emyr. Todo lo que te importa es que
tu línea continúe y odias la idea de que el hijo de Aslehn tome tu trono.
Un músculo se movió en la mandíbula de Emyr.

—No pronuncies el nombre de ese hombre, —dijo tranquilamente.


Ella se burló y se alejó, sabiendo que eso solo enfurecería a Emyr.
Después de unos momentos, lo escuchó dejar su libro a un lado y ponerse de
pie.
Entonces lo sintió detrás de ella, su cuerpo alto y poderoso presionando contra
su espalda mientras sus fuertes brazos se envolvían alrededor de su cintura como
un torno. Odiaba lo bien que se sentía. Cuán perfecto.
Emyr rozó sus labios contra su cuello.
—Yo no soy como tú, —dijo—. Nunca entendí por qué te preocupabas tanto por
el mocoso de ese hombre. Ciertamente no me importaban los hijos que tuve con
mi esposa. No contribuí a su creación más allá de masturbarme en una taza, así
que no sé por qué debería amarlos.
Soyoung lo sabía. Sabía que Emyr ni siquiera se había acostado con la reina
consorte, razón por la cual la mujer odiaba tanto a Soyoung. A decir verdad,
Soyoung casi se había compadecido de ella. No podía imaginar estar unida a un
hombre que ni siquiera la miraba, mucho menos besarla o tocarla, estar unida a
Emyr que no la quería. Soyoung se habría compadecido de ella si la mujer no
hubiera intentado envenenarla varias veces y no hubiera estado a punto de matar
a Jungkook por error. El comportamiento de la reina fue doblemente irracional,
considerando que no tenía ningún derecho sobre Emyr más allá de un documento
que decía que era suyo. Él nunca había sido suyo. Emyr se había casado con ella
porque tenía que hacerlo. Soyoung sabía que había sido la única mujer en su cama
desde que tenía dieciocho años.
La mano de Emyr acunó posesivamente su estómago. Volvió a besarla en el
cuello y dijo con voz ronca.
—Amaría a mis hijos si fueran tuyos y míos.
Ella se estremeció. No era la primera vez que Emyr expresaba ese pensamiento
durante décadas, pero siempre se había negado a dejar de tomar sus
anticonceptivos. Cuando su esposo estaba vivo, el padre de su hijo habría sido
inmediatamente obvio, ya que rara vez compartía la cama con Aslehn. Se había
negado a hacer que Aslehn sufriera la ofensa adicional de verla embarazada del
hijo del rey.
Pero una parte de ella siempre se había preguntado cómo habría sido tener un
hijo de Emyr, tener cualquier hijo. Jungkook era producto de una gestación
artificial en un centro genético, y aunque lo amaba más que a nada, aún le hubiera
gustado tenerlo bajo su corazón. Pero se había visto privada de eso, porque sabía
que Emyr nunca le habría permitido quedar embarazada del hijo de otro hombre;
le molestaba la existencia de Jungkook tal como era.
—Mi médico ha dicho que ya no soy fértil, así que puedes dejar de tener esos
pensamientos, —dijo Soyoung con frialdad, como si la noticia no la hubiera
desalentado un poco.
—¿Él lo ha hecho? —Emyr murmuró, arrastrando su boca caliente sobre su
cuello, su oreja, sus grandes manos
eslizándose hacia arriba para amasar sus pechos. —¿Así que has dejado de
recibir tus inyecciones?
—Ya no son necesarias, —dijo ella, jadeando mientras él le pellizcaba los
pezones.
—Nunca fueron necesarias, —dijo, mordiéndole el lóbulo de la oreja y
tomándola entre sus piernas.
Ella gimió y no se resistió cuando él la inclinó sobre el escritorio y le subió las
faldas.
CAPITULO 23

Emyr'ngh'zaver
(18709-18750)
Un rey cariñoso, un esposo y padre amoroso
Que descanses en tranquilidad

La tumba de su padre estaba en el centro del cementerio real, entre los otros
monarcas fallecidos de su clan. Contrariamente a la costumbre, la tumba de la
reina consorte no estaba al lado de la de Emyr. Taehyung recordaba vagamente
haberse preguntado al respecto cuando tenía diez años, pero en ese entonces
estaba demasiado consumido por el dolor como para preguntar quién había dado
la orden de enterrar a la difunta reina en una parte diferente del cementerio.
Tenía la sensación de que sabía quién. Sería propio de Soyoung mantenerlos
separados incluso en la muerte.
Taehyung se sentó en el banco frente a la tumba y miró fijamente el perfil
orgulloso de su padre. Todavía recordaba ese día tan claramente. La "trágica
noticia". El "mis condolencias, Su Alteza". El rostro pálido de Soyoung con ojos
muy abiertos y desenfocados, sus labios torcidos en una extraña expresión que
parecía algo entre una sonrisa y un sollozo. Su mano agarraba con fuerza la
pequeña mano de Jungkook.
Su infancia había terminado ese día.
—Me pregunto cuáles fueron tus últimos pensamientos, —dijo Taehyung en
voz baja. A diferencia de la reina consorte, Emyr no había muerto
instantáneamente. Había estado en coma por un corto tiempo, con solo Soyoung
a su lado mientras moría en una cama de hospital. —¿Te diste cuenta de que ella
te traicionó? ¿La mujer que amabas?
La mujer de cuyo hijo Taehyung estaba enamorado.
El pensamiento era tan enloquecedor como lo había sido la primera vez que se
le había ocurrido.
No podía amar a Jungkook.
Pero lo hizo.
No podía confiar en Jungkook.
Pero lo hizo. Independientemente de sus dudas, en el fondo, su yo enamorado
se negaba a creer que Jungkook fuera tan traicionero como su madre. Podría estar
asustado por lo de Jungkook, pero paradójicamente, quería tenerlo entre sus
brazos para sentirse mejor. Su mente siempre estaba tranquila y en paz cuando
tenía a Jungkook acurrucado en sus brazos.
Se preguntó si Emyr habría sentido lo mismo por Soyoung.
—Maldito seas, padre, —dijo Taehyung con una risa ronca. —Juré que no
repetiría tus errores, pero aquí estoy.

Se enderezó cuando de repente recordó el pensamiento fugaz que había


cruzado por su mente: Soyoung había estado al lado de la cama de Emyr cuando
murió. Estaban solos.
El corazón de Taehyung comenzó a latir más rápido. Joder, ¿por qué no lo
había pensado antes? Emyr había estado en coma, supuestamente muriendo,
pero ¿qué decir si no era otra mentira y Soyoung no lo había matado mientras
estaban solos?
Tendría que buscar las señales de seguridad del hospital. Los hospitales nunca
eliminaron las imágenes de seguridad, archivando los videos en caso de que
fueran necesarios en demandas por negligencia médica; solo podían eliminarse
mediante un decreto especial del Consejo.
Lo que significaba que finalmente podría encontrar pruebas de los crímenes
de Soyoung.

~*~

Obtener acceso a las imágenes de seguridad de hace veinte años no fue fácil ni
siquiera para un rey. Taehyung tuvo que ir personalmente al hospital en el que
había muerto Emyr, para intimidarlos para que le permitieran el acceso.
Finalmente, después de dos frustrantes horas de controles de seguridad, se le
permitió entrar en los archivos.
—Solo podrá ver las imágenes que conciernen a su familia inmediata, Su
Majestad, —le recordó tímidamente el técnico. —Los videos están protegidos y no
podrá borrar ninguno de ellos sin un decreto especial del Consejo. Puede copiar
algunos
archivos; el sistema detectará automáticamente si está autorizado para
hacerlo.
Taehyung asintió brevemente.
—Soy consciente, —dijo—. Tú puedes irte.
Una vez que estuvo solo en los archivos, Taehyung caminó hacia la
holoterminal e ingresó la fecha de la muerte de su padre.
Como había un filtro que le impedía ver videos de otras personas, no tardó
mucho en encontrar las imágenes de seguridad de la habitación del hospital de
Emyr.
Su padre había sido incinerado, como era costumbre. Taehyung no había visto
su cuerpo en absoluto; los médicos le habían desaconsejado, diciendo que la vista
no era adecuada para un niño de diez años.
Ahora entendía lo que habían querido decir.
Taehyung se mordió el interior de la mejilla, mirando el cuerpo en la cama del
hospital. Apenas podía ver a su padre bajo los vendajes ensangrentados. Le
faltaba por completo el brazo derecho. A su cara le había ido mejor que al resto
de él, pero incluso su cara tenía quemaduras y cortes desagradables. Los médicos
salieron de la habitación uno por uno, sacudiendo la cabeza y hablando en voz
baja, diciendo que no había posibilidad de recuperación y que la muerte del rey
era cuestión de tiempo.
Casi lo hizo apagar el video. Estaba claro que era poco probable que Soyoung
le hubiera hecho algo a Emyr en el hospital: el hombre que yacía en esa cama no
necesitaba ninguna ayuda adicional para morir.

Pero cuando Taehyung se estiró para apagarlo, Soyoung entró en la habitación


del hospital.
—Mi señora, no debería estar aquí, —dijo el médico que se había quedado en
la habitación.
Ella ni siquiera lo miró, sus ojos estaban en el hombre en la cama del hospital.
—¿Es él…? —Ella susurró.
El médico suspiró.
—Lo siento, mi señora. Hicimos todo lo que pudimos. Pero las heridas de Su
Majestad eran demasiado graves cuando lo trajeron aquí. No había un solo
órgano que no estuviera gravemente dañado, la mitad de sus órganos ya habían
fallado. Es francamente increíble que todavía esté vivo. Ahora es solo cuestión de
tiempo. Lo siento.
—Déjame a solas con él.
El médico abrió la boca y la cerró antes de asentir y marcharse.
Soyoung caminó hacia la cama, su pálido rostro carente de expresión mientras
sus ojos vagaban sobre el cuerpo mutilado del rey. Se abrazó a sí misma y
Taehyung notó que le temblaban las manos. Tal vez estaba nerviosa de que
alguien adivinara que ella estaba detrás del ataque terrorista.
Ella susurró algo, apenas audible. Taehyung frunció el ceño y, subiendo el
volumen, volvió a escuchar.
—Mírate, —susurró ella. —Mira lo patético que te ves. Emyr'ngh'zaver. Cómo
han caído los poderosos. No eres más que
huesos y sangre. Perdiste. Tú, tú, nunca pensaste que lo tenía en mí, ¿verdad?
Pero gané. Soy libre. Yo soy… yo soy…
El pitido del monitor cardíaco se volvió errático, y luego se detuvo,
debilitándose.
Inmediatamente, los médicos entraron corriendo, pero se detuvieron.
—¿Qué está sucediendo? —Exigió Soyoung, con los ojos muy abiertos. —¿Por
qué no están haciendo nada?
El médico más cercano a ella dijo.
—El rey ha muerto, mi señora.
Soyoung lo miró sin comprender, como si no pudiera comprender el
significado de sus palabras, antes de que su cabeza volviera hacia el cuerpo y luego
hacia los otros monitores.
—Pero, ¡este todavía está activo! —Dijo, señalando el monitor que aún
mostraba algo de actividad. —No puede ser... no puede ser...
—Es un psi-monitor, milady, —explicó el doctor. —Muestra su actividad
cerebral. La mente de un calluviano muere en último lugar. Por lo general, cuanto
más poderoso es un telépata, más tiempo aguantará su mente incluso si su cuerpo
está muerto. El rey era un poderoso telépata. Su actividad cerebral
probablemente no cesará por algún tiempo todavía—. El médico inclinó la cabeza.
—Lamento su pérdida, mi señora.
Soyoung se quedó mirando el cuerpo de Emyr, su rostro desprovisto de
cualquier emoción. Permaneció inmóvil como una estatua mientras los médicos
salían de la habitación.

Entonces, un ruido horrible salió de su garganta, algo entre un sollozo y un


ahogo.
Taehyung la miró fijamente, perplejo. ¿Por qué seguía sin abandonar el acto?
No había nadie ahí.
Observó confundido cómo Soyoung levantaba repentinamente la cabeza, con
los ojos brillantes, como si se le hubiera ocurrido una idea. Sacó su comunicador
y dijo.
—Uriel, necesito que me consigas algo ahora. Te enviaré un mensaje con lo que
quiero—. Ella escribió algo, su expresión resuelta. Luego volvió a guardar el
comunicador en su bolso y sacó un par de tijeras de manicura.
—¿Qué estás haciendo? —Taehyung murmuró mientras la miraba cortar
algunos mechones del cabello de su padre y esconderlo en su corpiño.
Luego caminó hacia el monitor de actividad psíquica y lo miró con una mirada
vacía de mil metros. Su garganta seguía moviéndose, como si estuviera tragando
algo o luchando por respirar. De lo contrario, su expresión permaneció
espeluznantemente en blanco.
Por fin, un hombre con bata de médico entró en la habitación. Taehyung
frunció el ceño al reconocer al actual jefe de seguridad de Soyoung, Uriel. ¿Por
qué estaba disfrazado de médico? ¿Por qué lo había convocado?
—¿Mi señora? —Dijo Uriel, mirando a su alrededor con nerviosismo. —Me las
arreglé para adquirir lo que pediste, pero ¿estás segura? Si nos atrapan, será
cadena perpetua…

—Ponte a trabajar, —dijo Soyoung sin tono, sin dejar de mirar el monitor psi.
—No tenemos mucho tiempo.
Uriel parecía muy descontento con su pedido, pero no discutió y sacó un
dispositivo del maletín que había traído.
Con el ceño cada vez más profundo, Taehyung miró el dispositivo desconocido.
Algo tiró de su memoria, tal vez lo había visto en alguna parte, pero no hizo clic
hasta que Uriel colocó el dispositivo en el punto telepático de Emyr.
Taehyung maldijo elaboradamente, aturdido y furioso en igual medida.
Entonces, aparentemente, no había sido suficiente para Soyoung matar a sus
padres, también tuvo que robar la mente de Emyr.
Ese dispositivo, el vórtice mental, fue prohibido en Calluvia por una razón. Se
había inventado hace miles de años, cuando un rey moribundo del Noveno Gran
Clan decidió engañar a la muerte y trasplantar su mente a la de un cuerpo joven
clonado. Siguió una pesadilla legal: ¿tenía derecho el clon a gobernar o debería
heredar el heredero del rey? La disputa legal se había convertido en una larga,
desordenada y sangrienta guerra civil que casi acabó con todo el clan.
Posteriormente, el Consejo de Grandes Clanes prohibió el vórtice mental: usarlo
en personas comunes significaba veinte años de prisión, y usarlo en miembros de
la nobleza y la realeza era una cadena perpetua para todos los involucrados, y los
clones no podían gobernar o heredar. Los plebeyos ricos todavía usaban el
dispositivo: ¿qué eran veinte años de prisión en comparación con una segunda
vida? ¿Pero la realeza? No tenía sentido, así que no había sucedido en miles de
años.
Hasta que aparentemente Soyoung lo había hecho hace veinte años.
¿Por qué?
Taehyung luchó por pensar en una razón.
—Mi señora, —intentó Uriel de nuevo. —Por favor, reconsidera esto-
—No, —dijo Soyoung, con los ojos brillantes. —Haz lo que digo. Lo necesito,
necesito su mente. Será útil, ya verás. Su conocimiento es invaluable.
En la pantalla, la actividad psíquica de Emyr cesó.
Soyoung hizo un sonido de golpe, con los ojos vidriosos mientras se
tambaleaba sobre sus pies, tambaleándose un poco.
Taehyung frunció el ceño, preguntándose si había compartido algún tipo de
vínculo mental con Emyr.
—¿Has… has logrado terminar la transferencia? —Ella graznó.
—Sí, mi señora.
Soyoung cerró los ojos y asintió.
—Vamos, —dijo sin tono. —Tenemos que irnos antes de que lleguen los
funcionarios del palacio.
Uriel miró directamente a la cámara, tragando.
—Pero, ¿qué pasa con las imágenes de seguridad, milady? No podré borrarlo.
Los hombros de Soyoung se tensaron antes de relajarse de nuevo.

—Los videos se bloquean automáticamente por privacidad. Solo su familia


inmediata puede acceder a los archivos. Y esos serían los hijos de Emyr, y son
niños. No debería ser un problema.
—¿Y si el hijo mayor comienza a hacer preguntas y desea ver los últimos
momentos de su padre?
Los labios de Soyoung se afinaron.
—Si sucede, lo manejaremos.
Taehyung negó con la cabeza. Tantas cosas tenían sentido ahora. Todos estos
años, se había preguntado por qué Soyoung había decidido matarlo cuando había
comenzado a hacer preguntas sobre las circunstancias de la muerte de su padre.
¿Por qué le había tenido miedo a un niño? Pero esto finalmente hizo que tuviera
sentido. Taehyung había sido el único, además de Eri, de tres años, que podía
acceder a este video, que era una prueba innegable de la culpabilidad de Soyoung,
incluso si se trataba de un crimen diferente al que Taehyung esperaba.
No importaba. Esta grabación sería suficiente para que la encerraran por todas
las cosas que había hecho.
Taehyung insertó un holochip en la terminal y presionó Copiar.
CAPITULO 24

Taehyung había considerado hacerlo públicamente al principio. Había cierto


grado de satisfacción en que arrestaran a la perra en un lugar público, frente a
cientos de testigos presenciales, y arruinaran su impecable imagen pública.
Pero detestaba ventilar sus trapos sucios frente a la corte. Detestaba tener que
mostrarles a todos los últimos momentos de su padre, la forma en que había sido
profanado incluso después de su muerte. No importaba que el clon
probablemente hubiera estado muerto durante décadas; el hecho de que Soyoung
le hubiera dado temporalmente a la mente de Emyr un nuevo cuerpo para
torturarlo y sacarle información era... A Taehyung le revolvió el estómago. Su
padre difícilmente había sido perfecto, pero ni siquiera él merecía ese destino.
Nadie lo hizo.
Entonces envió mensajes a todas las personas relevantes para que vinieran a
su oficina.
Jimin fue el primero en llegar.
—¿Qué está pasando, Tae? —Dijo, rozando su presencia telepática contra la
suya en un abrazo mental. —Tu mensaje fue confuso.
Taehyung había sido vago a propósito cuando envió un mensaje a Jimin. No
quería que nada se filtrara prematuramente, no confiaba en la gente del Alto
Hronthar, pero su hermano merecía estar presente ya que la mujer que había
asesinado a sus padres y que era responsable del ataque contra ellos finalmente
sería arrestada por sus crímenes.
—Encontré pruebas, —dijo.
Los ojos de Jimin se agrandaron.
—¿En serio?
Taehyung asintió, pero antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada, la
puerta se abrió y Fariz anunció la llegada del Lord Canciller. Ksar entró
acompañado de dos agentes del orden.
—Gracias por venir, —dijo Taehyung. No se habría ofendido si Ksar se hubiera
negado a manejar este caso: sabía que Ksar se iría a unas vacaciones tan
esperadas con su esposo más tarde ese día. Estar involucrado en un caso tan
complicado probablemente era lo último que necesitaba antes de partir.
Estrictamente hablando, Ksar estaba un poco sobrecualificado para esto
(cualquier funcionario de alto rango del Ministerio hubiera sido suficiente), pero
Taehyung quería asegurarse de que el funcionario del Ministerio a cargo del caso
no estuviera en el bolsillo de Soyoung. No quería dejar nada al azar. Ksar era el
Lord Canciller del planeta y futuro rey del Segundo Gran Clan; no había un
hombre más poderoso en el planeta fuera de Min. Ciertamente no estaba en el
bolsillo de nadie, y había demostrado ser un aliado en el pasado.
—Solo tengo una hora como mucho, —dijo Ksar, asintiendo en respuesta al
saludo de Jimin antes de que sus ojos plateados se centraran en Taehyung. —
¿Estás seguro de que quieres hacerlo? Será complicado y desagradable para todos
los involucrados una vez que se difunda la noticia.
Taehyung asintió brevemente. Independientemente del escándalo que se
avecinaba, no podía dejar que el asesino de sus padres siguiera libre.
La puerta se abrió y entró Soyoung, seguida de Jungkook.
Con el corazón latiendo más rápido, Taehyung apartó la mirada, sabiendo que
si miraba a Jungkook a los ojos, no sería capaz de concentrarse en nada más y
pensar racionalmente. Ya estaba distraído, su cuerpo muy consciente de cada
movimiento de Jungkook.
No seas tonto. Es el hijo de Soyoung. El hijo de la mujer que van a arrestar.
Incluso si no te odia ahora, lo hará, en muy poco tiempo.
—¿Cuál es el significado de esto? —Soyoung dijo con frialdad. —No soy un
sirviente para ser convocada sin ninguna explicación—. Un destello de confusión
y cautela apareció en sus ojos una vez que notó la presencia de los oficiales de la
ley y Ksar. —Su Alteza Real, —dijo con una elegante reverencia. —No sabía que
los llamaste.
—No es una visita social, —dijo Taehyung. —Siéntense. Todos ustedes.
Cuando todos se sentaron, Taehyung dijo, mirando a Soyoung.
—El Lord Canciller está aquí en calidad de funcionario del Ministerio para
registrar y presentar los cargos en tu contra, como es el procedimiento. Podría
haber ido al Consejo con esto, pero sé que tienes mucho apoyo allí y no confío en
que hagan justicia.
Ni un solo músculo se movió en el rostro de Soyoung, pero su presencia
telepática se enroscó con fuerza, emanando ansiedad.
—No tengo idea de lo que quieres decir.
En su visión periférica, Jungkook se movió. Reprimiendo el impulso de
mirarlo, Taehyung miró a Ksar.
—¿Estás grabando?
Ksar asintió y se tocó el chip de la muñeca.
Taehyung volvió a mirar a Soyoung y sintió una oleada de oscura satisfacción
cuando algo parecido al pánico apareció en sus ojos.
Mientras tanto, Ksar dijo.
—Soyoung'il'zaver, se te acusa de múltiples asesinatos, traición, fraude, cinco
ocasiones de intento de asesinato y el uso del vórtice mental en el rey fallecido,
Emyr'ngh'zaver.
Soyoung palideció. Hubo varios jadeos en la habitación, y la mirada de
Taehyung se desplazó a la derecha de Soyoung. Jungkook miraba fijamente a su
madre, sus hermosos ojos muy abiertos y confundidos.
Mira, él es inocente, argumentó de inmediato su yo enamorado.
Con una mueca interior, Taehyung apartó la mirada. Ahora no era el momento
de actuar como un tonto enamorado. Que Jungkook supiera o no del vórtice
mental era irrelevante y no probaba su inocencia. Él había sido un niño en ese
entonces; por supuesto que no había estado involucrado. No significaba nada y
no significaba que no hubiera estado involucrado en los otros planes de Soyoung.
—¡Esta es la cosa más ridícula que he escuchado! —Dijo Soyoung, poniéndose
de pie de un salto. —¡No escucharé estas tonterías!
—Siéntese, señora, —dijo Ksar, su voz como el hielo. Cuando ella se sentó de
mala gana, él dijo —Las acusaciones no son infundadas. Se ha presentado al
Ministerio una prueba concluyente de su uso de un vórtice mental. —Se tocó la
muñeca y apareció en el aire un holovideo de las imágenes de seguridad que
Taehyung había recuperado.
Taehyung no lo miró. Observó las reacciones de los demás. Jimin parecía
asqueado cuando vio el vórtice mental, el rostro de Ksar estaba impasible, y
Jungkook... Jungkook se volvió para mirar a su madre con una expresión de
creciente horror en su rostro.
—Madre… —susurró con voz ronca, sacudiendo la cabeza. —¿Cómo pudiste
haber sido tan estúpida? ¿Tan imprudente? ¡Es una cadena perpetua!
Soyoung apretó los labios con fuerza y no dijo nada, con la mirada vacía.
Derrotada. Sus ojos permanecieron en la imagen del cuerpo muerto y mutilado
de Emyr.
Taehyung se puso de pie y se acercó a ella.
—¿Qué le hiciste?
—¿Eso? —Ella repitió en blanco.
—El clon. ¿Incluso lo enterraste después torturarlo para sacar la información
que querías de él?
Volvió a mirar el cuerpo de Emyr y no dijo nada.

Poniéndose de pie también, Ksar rompió el silencio.


—Se acabó, señora. Los otros cargos en su contra serán investigados, pero el
uso del vórtice mental por sí solo es motivo de arresto inmediato. Su jefe de
seguridad también será arrestado, una vez que lo encuentren. —Miró a los agentes
de la ley. —Arréstenla.
Soyoung no se resistió, sin dejar de mirar el cadáver de Emyr.
—No, —Jungkook se atragantó cuando esposaron a su madre. —¡No! —Se
volvió y agarró las manos de Taehyung. —Por favor, —dijo con voz ronca,
mirándolo con ojos brillantes. Taehyung. Cayó de rodillas y susurró —Te lo ruego.
—Levántate, Jungkook, —dijo Soyoung bruscamente. —Estás por encima de
rogar, especialmente de rogar a ese hombre.
Jungkook la ignoró y miró a Taehyung suplicante, todavía de rodillas.
—Por favor. Ella es mi madre.
Taehyung desvió la mirada y fulminó con la mirada a los boquiabiertos
oficiales, protegiendo a Jungkook de su vista con su cuerpo.
—Todos afuera, —ordenó, antes de empujar un pensamiento a Ksar, asegúrate
de que no hablen y que la noticia no se propague todavía.
Ksar asintió bruscamente y salió de la habitación, seguido de sus hombres con
Soyoung. Jimin se demoró, mirándolos por un momento, antes de irse también.
Y luego estaban solos. Él y el hombre que amaba, y a cuya madre acababa de
condenar a cadena perpetua.
CAPITULO 25

Jungkook nunca se había sentido tan desesperado. Desesperado y asustado.


Su madre fue arrestada. Y el uso de un vórtice mental era una cadena perpetua,
sin posibilidad de apelación. Iba a pasar el resto de su vida en uno de los planetas
prisión, esos lugares horribles plagados de enfermedades que utilizaban a los
prisioneros como mano de obra gratuita en las minas. No podía imaginar a su
delicada y graciosa madre en un lugar como ese, entre los peores criminales. Con
su aspecto, sería un infierno en vida. Ella sería violada en grupo todos los días.
—Levántate, —dijo Taehyung, sin mirarlo.
Jungkook buscó en su duro rostro un indicio de bondad y misericordia. No
pudo encontrarlo.
—No lo hagas, Tae. Por favor.
Taehyung finalmente lo miró, un músculo saltando en su mejilla.
—No lo hagas, —dijo con aspereza. —Ella no es digna de tus lágrimas. Es una
asesina despiadada y sin principios.
—Ella es mi madre, —susurró Jungkook, apretando las manos de Taehyung
con las suyas. —Ella es todo lo que tuve mientras crecía.

—Y ella es la razón por la que mi madre está muerta, —dijo Taehyung


rotundamente, sin mirarlo. —Ella es la razón por la que mi padre fue asesinado y
luego torturado incluso después de su muerte. Ella es la razón por la que mi
hermano creció en un lugar miserable como el Alto Hronthar, completamente
solo. Ella es la razón por la que no tengo familia.
El corazón de Jungkook se encogió cuando captó el pensamiento perdido que
Taehyung proyectó involuntariamente.
—Sé que ha hecho cosas malas —susurró, apoyando la frente contra el muslo
duro de Taehyung y cerrando los ojos ardientes. —Lo sé, y lo siento. De verdad,
de verdad lo siento. Pero no puedo dejar de amarla. Para mí, ella fue la mejor
madre del mundo. Ella siempre ha estado ahí para mí.
Respiró hondo, tratando de recuperar la compostura, pero nunca se había
sentido tan tembloroso e inseguro. Ansiaba sentir la mano de Taehyung en su
cabello, sus brazos alrededor de él, pero Taehyung estaba tan rígido contra él. Al
menos no lo estaba alejando.
—Me preguntaste qué le pasó a mi compañero de vínculo. Te diré lo que pasó.
—Jungkook se mordió el labio inferior con fuerza. —El vínculo de infancia de
Malik conmigo era algo defectuoso. No reprimió sus impulsos sexuales. Cuando
cumplimos trece años, empezó a ser... insistente. Dije que no, dije que estaba
incómodo, pero él solo se volvió más insistente con los años. Cuando teníamos
quince años, fuimos de excursión a las montañas. Y comenzó, comenzó, ya sabes.
—Taehyung se puso aún más rígido. Jungkook exhaló temblorosamente. —Dije
que no,
pero él no quiso escuchar. Lo empujé lejos de mí. —Tragó el nudo que tenía en
la garganta. —Se tambaleó hacia atrás y se cayó por el borde. ¡Fue un accidente,
lo juro! No fue mi intención matarlo. Pero lo hice. Lo maté.
—Jungkook, —dijo Taehyung, poniendo una mano sobre su cabeza, su voz
áspera. —Se lo buscó él mismo. Fue en defensa propia. Fue un accidente.
—Mamá dijo lo mismo, —dijo Jungkook, incapaz de mirarlo. Joder, lo que no
daría por estar envuelto en los brazos de Taehyung y apretado con fuerza, por
sentir esa maravillosa sensación de seguridad-seguridad-protección. —Estaba
desconsolado después de la muerte de Malik. Él era mi mejor amigo. Crecimos
juntos. Sentir que nuestro vínculo se rompía físicamente mientras él caía por la
montaña fue… —Jungkook tuvo que tragar saliva de nuevo. —Lo perdí. Lloré
durante días. No quería dejar mi cama ni comer ni beber. Mi madre literalmente
me dio de comer con una cuchara, me cantó canciones de cuna y me abrazó como
si fuera un bebé. Si no fuera por ella, nunca me habría recuperado. Y si no fuera
por ella, habría sido expuesto como un asesino, al igual que mi madre.
—No eres un asesino, —dijo Taehyung, su tono duro. —Fue en defensa propia.
Las acciones de Soyoung se realizaron a sangre fría. No solo mató a su agresor,
sino también a una mujer inocente, y luego trató de matar niños.
—Ella lo hizo por mí, Taehyung, —dijo Jungkook en voz baja. —Todo lo que
hizo mi madre lo hizo por mí. Incluso la muerte del
rey... Estoy bastante seguro de que nunca lo habría matado si no hubiera
temido por mi vida.
—¿Qué? No tiene sentido.
—Lo hace. Madre me dijo una vez que el rey Emyr era enfermizamente
posesivo con ella y odiaba que tuviera un hijo con otro hombre, que él odiaba mi
existencia y su amor por mí. Creo que después de que Emyr mató a mi padre, ella
también comenzó a temer por mi vida.
—Estás leyendo demasiado en eso. Soyoung lo odiaba y lo quería muerto. Ese
es el final.
Jungkook levantó la cabeza y se encontró con sus ojos azules.
—Estoy bastante seguro de que mi madre lo amaba. Era un amor tóxico y
enfermizo: ella lo odiaba y lo amaba. Él era el centro de su mundo de cualquier
manera. Y ella lo entregó por mí.
Taehyung se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza.
—Eso es ridículo. Ella lo odiaba.
—Ojalá, —dijo Jungkook, pensando en lo vacía y rota que se veía su madre
cuando vio el cadáver del rey en el video. —¿No acabas de ver la forma en que
miró el cuerpo mutilado de Emyr? No era la mirada de alguien que lo odiaba. Creo
que su muerte fue suficiente castigo para ella.
Un surco profundo apareció entre las cejas de Taehyung, pero claramente no
estaba convencido.
Jungkook suspiró y se puso de pie. Inmediatamente, se sintió mucho más frío.
Y tan solo.

La mano de Taehyung se movió hacia él, y Jungkook sintió una desesperada


esperanza de que lo tocaran, lo sostuvieran y lo aplastaran entre esos brazos.
Pero Taehyung puso las manos sobre el escritorio detrás de él y agarró el borde
con fuerza, apretando la mandíbula. Miró a Jungkook por un momento.
—Tu madre me dijo que planeabas seducirme para convencerme de abdicar.
El estómago de Jungkook se desplomó. Hizo una mueca y sacudió la cabeza.
—Fue su idea. Le dije que nunca funcionaría. Nadie renunciaría al trono por
una vil lujuria. Tendrías que tener sentimientos por mí. Como, sentimientos
profundos—. Él sonrió torcidamente. —Lo que obviamente es ridículo.
Algo cambió en los ojos azules de Taehyung.
—Pero aun así seguiste el plan.
—No, no lo hice, —dijo Jungkook, haciendo una mueca. —Bueno, lo intenté,
muy brevemente, al principio, pero viste a través de mí—. Él frunció el ceño. —
¿Es por eso que estabas tan enojado ayer? —Se sintió aliviado. Aunque todo había
sido excitante, Taehyung nunca lo había tratado tan cruelmente antes. Saber que
estaba enojado porque pensó que Jungkook lo había traicionado fue... fue un
alivio.
—Crees que no tengo derecho a enfadarme cuando el hombre del que estoy…
—Taehyung se interrumpió y desvió la mirada.
Jungkook lo miró fijamente, su corazón comenzaba a latir más rápido. ¿Él
estaba…?

—¿Taehyung? —Dijo suavemente.


Su expresión se contrajo, Taehyung lo miró, luego desvió la mirada otra vez, su
mandíbula trabajando.
—Quería odiarte —dijo por fin, su voz tensa y áspera. —Eres el hijo de Soyoung.
Eso es todo lo que deberías haber sido.
Jungkook dio un paso más cerca.
—¿Tae? —Dijo, levantando la mano y tocando la mejilla sin afeitar de
Taehyung. Sus dedos estaban inestables, se sentía casi mareado por la loca
esperanza que lo atravesaba. —¿Tú qué…?
—Debería odiarte —dijo Taehyung, agarrando sus dedos con su mano más
grande y besando sus nudillos uno por uno, su boca caliente y reverente.
Un pequeño ruido salió de la boca de Jungkook. Jadeó, presionando sus dedos
temblorosos contra los labios de Taehyung.
—No debería confiar en ti, —dijo Taehyung, su otro brazo envolvió la cintura
de Jungkook y lo aplastó contra él. Jungkook gimió, su mente se quedó felizmente
vacía cuando la sensación de seguridad, protección perfecta que tanto había
anhelado había regresado.
—No debería, —dijo Taehyung, metiendo la cabeza de Jungkook debajo de su
barbilla y abrazándolo con fuerza. —Pero lo hago, maldito seas—. Enterró su
rostro en el cabello de Jungkook. —Sé que es irracional. No tengo pruebas de tu
lealtad. Pero odio verte molesto. Odio ver tus lágrimas. Me hacen sentir culpable
por arrestar a tu madre, aunque se lo merece cien veces. No tienes
idea de cuánto me jode la cabeza, cuánto me jodiste y cambiaste mis
prioridades.
Jungkook no podía respirar. Sintió que su corazón estaba a punto de estallar
fuera de su pecho. Acunó el rostro de Taehyung con las manos y lo besó con
fuerza, vertiendo todo en el beso. Lo siento, madre, pensó, con los ojos picando.
Pero lo amo. Lo amo tanto. Ya había terminado de estar en negación. Si todavía
podía sentir lo mismo por un hombre que había sentenciado a su madre a un
destino peor que la muerte, solo podía ser amor.
Y si no podía salvar a su madre, al menos podía salvar este frágil y precioso
sentimiento entre ellos.
Tomando la mano de Taehyung, Jungkook la movió a su punto telepático.
—Por favor, —dijo contra la boca de Taehyung. —Hazlo. Fusiónanos.
Taehyung se puso rígido contra él, sus respiraciones se mezclaron.
—No tienes idea de lo que estás pidiendo. Fusionarse conmigo es peligroso. No
tienes experiencia. Soy un telépata de Clase Seis, Jungkook.
Jungkook se congeló y se apartó un poco, mirándolo con los ojos muy abiertos.
Había sospechado que Taehyung era fuerte, pero había pensado que era un
Cuatro, tal vez un Cinco como máximo. Un Seis era... podía hacerle mucho daño
a Jungkook en una fusión si no tenía cuidado.
No creía que Taehyung fuera descuidado.

—Confío en ti, —dijo, sosteniendo la mirada de Taehyung. —Quiero que tú


también confíes en mí.
La expresión de Taeren se suavizó. Él le sonrió, la sonrisa lo hizo
impresionantemente guapo.
—No necesito una fusión para confiar en ti. Ese es el problema.
Jungkook se sintió un poco ahogado. Enlazó sus brazos alrededor del cuello de
Taehyung y le sonrió, sintiéndose tan enamorado que por un momento no supo
qué decir.
—Yo insisto. Quiero que nos conozcamos en el nivel más profundo. No quiero
que te sientas mal por confiar en mí. No quiero que haya ni una sombra de duda.
Taehyung lo estudió un rato antes de asentir.
—Avísame si te sientes incómodo, ¿de acuerdo?
Jungkook asintió levemente y cerró los ojos cuando la mano de Taehyung tocó
su punto telepático debajo de la oreja.
No sabía lo que había esperado. Había oído que las fusiones telepáticas eran
increíblemente abrumadoras. Había oído que eran muy invasivas, incluso
inquietantes.
Pero no fue ninguna de esas cosas.
Era como sentir la brisa fresca en la cara después de un día largo y agotador.
Era como meterse en tu cama suave y cómoda después de apenas dormir durante
un mes. Fue como volver a casa.
Se estremeció de placer al sentir que Taehyung se deslizaba cada vez más en su
mente. Podía sentir cada emoción de Taehyung, y sabía que Taehyung estaba
sintiendo las suyas, así que
se abrió, sin vergüenza y hambriento de más, hambriento de este hombre en
formas que iban más allá de la necesidad física. Cuando Taehyung finalmente
alcanzó su núcleo telepático, Jungkook se escuchó gemir, se sintió tan bien que
ni siquiera pudo describirlo. Taehyung acarició su núcleo, más rápido y más
profundo, hasta que sintió que explotaba en un millón de pedazos, el placer tan
intenso y diferente a todo lo que había sentido antes, y siguió, y siguió, y siguió.
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando recuperó su capacidad de pensar.
La fusión se sentía menos intensa ahora, pero no menos adictiva: podía sentir a
Taehyung tan íntimamente que era como si fueran una sola persona. Podía sentir
lo solo que había estado Taehyung toda su vida, el vacío dentro de él que anhelaba
algo para llamar suyo. Una familia. Algo que le habían robado.
Jungkook se puso increíblemente triste, e increíblemente emocionado y
honrado cuando se dio cuenta de que él era lo único que Taehyung consideraba
suyo ahora. La única persona que llenó el agujero dentro del pecho de Taehyung
y lo hizo sentir en paz.
¿Qué pasa con Jimin? Jungkook preguntó suavemente a través de la fusión.
Es de Min, respondió Taehyung. Eres mío.
Había tanta fuerza en ese sentimiento que Jungkook se estremeció.
Tuyo, confirmó, aunque era innecesario: Taehyung podía sentir todo lo que
sentía y sabía cuánto le gustaba la idea. Debería
haber sentido miedo, desnudar su alma y su mente de esa manera a otra
persona. No lo hizo. Le gustaba ser vulnerable, le gustaba ser vulnerable con este
hombre, la confianza absoluta, la oleada de miedo y luego la aceptación, el te veo.
Lo siento, dijo Taehyung. Sobre tu madre. Ahora entiendo, pero...
Lo sé, dijo Jungkook. Ahora comprendía también, habiendo sentido el dolor
de Taehyung como el suyo propio. Jungkook amaba a su madre, pero Taehyung
también había amado a su propia madre, la hermosa mujer de cabello dorado con
ojos tristes y serios. Esa mujer podría haber tratado de matar a Soyoung y sentir
nada más que maldad hacia ella, pero había sido una buena madre. Y ella merecía
justicia. Entiendo, Tae. Está bien.
No estuvo bien, no realmente, pero Taehyung sabía lo que quería decir y lo
envolvió en un fuerte abrazo mental que reflejaba el abrazo físico que le estaba
dando. Jungkook suspiró, aferrándose a él, tanto triste como feliz. Al menos se
tenían el uno al otro. Siempre lo harían.
—¿Su Majestad? ¡Su Majestad!
Taehyung soltó la mano del punto telepático de Jungkook y la fusión se
rompió.
Jungkook hizo un sonido de golpe, sintiéndose desorientado y muy solo en su
cabeza. Afortunadamente, los brazos que lo rodeaban lo conectaron a tierra,
exhaló, se relajó y abrió los ojos.
Lo primero que vio fueron los ojos azules de Taehyung. Había preocupación en
ellos, pero también una nueva suavidad y calidez.

—¿Bien? —Taehyung dijo en voz baja, acariciando su espalda.


Jungkook asintió, sonriendo. Estaba más que bien.
Pero luego frunció el ceño, notando el cielo oscuro fuera de la ventana detrás
de Taehyung. ¿Cómo fue posible? Había sido por la mañana.
—Perdimos mucho tiempo en la fusión, —explicó Taehyung, acariciando su
espalda con aire ausente. Sus cejas estaban fruncidas por la diversión. —Sucede
a veces, aunque nunca antes me había pasado.
—Su Majestad, —dijo la IA de nuevo.
—¿Qué es? —Taehyung dijo con un suspiro irritado, su mirada todavía en
Jungkook.
—Hubo una llamada del Ministerio. Dijeron que era urgente.
Taehyung intercambió una mirada con Jungkook, y Jungkook se encogió de
hombros, sin saber qué pensar.
—¿Dejaron un mensaje?
—Sí, su Majestad.
—Ponlo, —dijo Taehyung, rozando sus labios contra la sien de Jungkook.
—Un momento, Su Majestad.
Un holograma apareció en el aire. Era un hombre que vestía el uniforme del
Ministerio.
—Su Majestad, Soyoung'il'zaver escapó.
CAPITULO 26

A Taehyung no le hizo gracia este giro de los acontecimientos.


—¿Cómo es posible? —Gruñó, entrando en la sala de seguridad del Ministerio.
—¿No había nadie protegiéndola?
Jungkook lo siguió al interior de la habitación, tocándole levemente la muñeca
con la punta de los dedos. El toque lo calmó instantáneamente, aliviando su
frustración.
—La hubo, Su Majestad, —dijo un oficial, inclinándose ante ellos. —Soy el
Oficial Marrat, a cargo de la investigación. El prisionero contó con ayuda externa.
Mira. —Volviendo a las numerosas pantallas, reprodujo uno de los videos,
ampliándolo.
En el video, dos hombres con capas encapuchadas ingresaron al corredor fuera
de la celda de Soyoung. Los tres hombres que custodiaban la celda se volvieron
bruscamente, buscando sus armas, pero se detuvieron, emitiendo ruidos
estrangulados y agarrándose la garganta frenéticamente, como si se estuvieran
ahogando.
Parecía ser el más alto de los dos hombres: dio un paso adelante, con la mano
apretada. Los guardias estaban perdiendo el conocimiento uno por uno.

Taehyung frunció el ceño, observando la escena. Algo tiró de su memoria, y le


tomó un momento recordar por qué esto le parecía familiar. Jimin también tenía
ese talento: el talento de ahogar a la gente con su voluntad cuando estaba enojado.
Era un don telepático extremadamente raro, pero el hombre que lo hacía
definitivamente no era Jimin: era alto, su capa oscura con capucha no lograba
ocultar la anchura de sus hombros y su complexión musculosa. Algo en su postura
le resultaba vagamente familiar a Taehyung, pero no podía identificarlo.
—¿Están muertos? —Dijo el otro encapuchado. Taeren reconoció su voz. Era
Uriel.
—¿Importa? —Dijo su compañero, tomando una tarjeta llave del guardia y
abriendo la celda. Entró, Uriel lo siguió.
—Un momento, —dijo el oficial Marrat, cambiando a otra cámara.
Esta mostraba a Soyoung en su celda.
Estaba sentada en su cama con un sencillo uniforme de prisión, su cabello largo
y exuberante contrastaba con la monotonía gris de su entorno. Estaba mirando al
suelo sin expresión, con el rostro pálido y los ojos brillantes por las lágrimas.
Jungkook inhaló profundamente, emanando angustia.
Taehyung tomó su mano. Jungkook exhaló, apoyando su hombro contra el de
Taehyung. El oficial Marrat los miró con curiosidad, pero desvió la mirada cuando
Taehyung le dirigió una mirada inexpresiva.

En el video, la puerta de la celda se abrió y Soyoung levantó la mirada. Su boca


se abrió mientras miraba al hombre encapuchado.
—Lo siento, milady —dijo Uriel rápidamente, entrando también en la celda. —
¡Sé que desafié tus órdenes, pero no sabía qué más hacer! Fui perseguido por las
autoridades y apenas logré llegar a la casa de seguridad. Me convenció de que
podía ayudarme a liberarte.
Lentamente, Soyoung se puso de pie. Y luego su rostro se arrugó y corrió hacia
el hombre encapuchado. Él la atrapó y la abrazó con fuerza, su pequeño cuerpo
desapareciendo en los pliegues de su capa oscura.
—Qué demonios... —susurró Jungkook, mirando la escena con perplejidad. —
¿Quién es ese?
Taehyung compartió su confusión.
Pero luego se puso rígido, mirando la espalda del hombre mientras una
sospecha se formaba en su mente. Parecía demasiado extravagante, pero...
—¿Hay otra vista de la cámara? —Dijo con voz ronca. —Muéstrame la cara del
hombre.
—Un momento, Su Majestad, —dijo el oficial Marrat, ingresando algunos
comandos en la terminal.
El video parpadeó, mostrando una vista de la espalda de Soyoung.
—Shh, estás bien, mi corazón, —dijo el hombre, acariciando su espalda
suavemente. Levantó la cabeza de su cabello, sus ojos
azules brillando con fría determinación. —No dejaré que nadie te toque.
Jungkook contuvo el aliento. Taehyung miró el rostro del hombre.
—Ese es… —dijo débilmente el oficial Marrat.
Taehyung suspiró, considerando las implicaciones de ello.
—Parece que tenías razón, —dijo, apretando los dedos de Jungkook. —Después
de todo, tu madre lo amaba.
Jungkook asintió, observando a su madre aferrarse al hombre al que decía
odiar, el hombre que se suponía que estaba muerto.
—¿Has logrado encontrar su paradero? —Dijo Taehyung, mirando al Oficial
Marrat.
El hombre hizo una mueca y dijo.
—No. Es inexplicable. Deberían haber sido captados por las cámaras después
de salir del edificio, pero es como si desaparecieran en el aire. Pero no se
preocupe, Su Majestad, tengo todas las cámaras T, módulos TNIT y puertos
espaciales en alerta máxima. Si intentan utilizar cualquier forma de transporte,
serán arrestados de inmediato.
Taehyung negó con la cabeza.
Jungkook lo miró.
—¿No crees que los atraparán?
Sonriendo sin humor, Taehyung lo sacó de la habitación.
—Estamos lidiando con un clon de Emyr'ngh'zaver, —dijo con ironía. —Uno
que tiene todos sus recuerdos y habilidades.
—¿Y? —Jungkook dijo, luciendo confundido.
—Mi padre y yo nunca hemos sido cercanos, —dijo Taehyung, caminando hacia
la cámara T más cercana. —Él nunca tuvo tiempo para mí cuando yo era un niño.
Pero recuerdo la única ocasión en que me sentó y me enseñó política. ¿Y sabes
cuál fue su lección? Que siempre debo pensar en el futuro y tener planes de
contingencia que tengan en cuenta todas las posibilidades, sin importar cuán
improbables sean—. Él resopló suavemente, preguntándose si Emyr se había
dado cuenta de que su preciosa Soyoung lo había matado y luego se había
retractado y le había dado un cuerpo clonado cuando se dio cuenta de que no
podía vivir sin su relación tóxica. —Tengo pocas dudas de que podrá sacarlos del
planeta. Conociéndolo, me sorprendería si no hubiera tenido en cuenta la
posibilidad de que arrestaran a Soyoung y descubrieran su existencia.
—Estás muy tranquilo con esto, —dijo Jungkook, mirándolo con confusión y
curiosidad en su mirada cuando entraron en la cámara.
—Quinto Palacio Real, ala oeste, —le dijo Taehyung a la computadora después
de verificar su identidad. —No estoy tranquilo, —dijo cuando llegaron. Acarició la
muñeca de Jungkook con el pulgar. —Supongo que estoy aliviado.
—¿Aliviado? —Jungkook dijo, siguiéndolo fuera de la cámara T a su palacio.
Taehyung lo atrajo hacia sí.
—Sí, —dijo, acariciando la mejilla de Jungkook. Joder, olía tan bien. —Sigo
pensando que tu madre debe responder por sus crímenes, es lo correcto, pero
tampoco quiero que seas infeliz por ella. De esta manera, está fuera de mis manos.
Lo que pasa, pasa. Quizás el clon de Emyr y Soyoung sean arrestados
mañana. O tal vez se establezcan en algún planeta paradisíaco y vivan su
versión jodida de felices para siempre. De cualquier manera, está fuera de
nuestras manos. Es extrañamente liberador—. Se apartó para mirar a Jungkook
a los ojos. —Podemos ser solo nosotros, sin el equipaje de nuestros padres y sin
el pasado desordenado.
La expresión de Jungkook se suavizó.
—¿Solo nosotros? —Dijo en un tono de asombro, sus largas pestañas
revoloteando mientras parpadeaba.
Joder, era tan entrañable. Tan malditamente encantador. Taehyung podía
mirarlo todo el día. Ahora entendía la obsesión resuelta de Emyr con Soyoung.
Sentía que sus sentimientos por Jungkook podrían convertirse rápidamente en
una obsesión tóxica que destruiría todo lo demás si no podía tenerlo o si tenía que
compartirlo con otro hombre. El mero pensamiento era repugnante. No, él no
dejaría que sucediera.
—Solo nosotros, —dijo Taehyung y lo besó.
Jungkook estaba sonriendo contra sus labios.
—Te amo, —susurró, pasando sus brazos alrededor del cuello de Taehyung.
Taehyung ya lo sabía. Lo había sentido en su fusión. Pero escucharlo hizo que
su corazón se sintiera demasiado grande para su pecho. Era un sentimiento tan
raro, extraño: felicidad. Había olvidado cómo se sentía.
—Cásate conmigo, —dijo.
Jungkook parpadeó y separó los labios por la sorpresa. Luego, se rió, con los
ojos brillantes.

—Se está moviendo demasiado rápido, Su Majestad, ¿no cree?


No lo suficientemente rápido.
Taehyung lo acercó más.
—No veo el sentido de esperar. No dejaré que nadie más te tenga. También
podríamos hacerlo oficial.
Jungkook se rió entre dientes.
—Eres imposible. Así no es como se hacen las cosas en nuestra sociedad.
—No me importa.
Riendo, Jungkook puso los ojos en blanco.
—Soy muy consciente de eso. Estoy seguro de que la reina Kadira nunca ha
salido de la habitación hasta que te conoció.
Era tan hermoso cuando reía.
—¿Es eso un no? —Dijo Taehyung, queriendo besarlo de nuevo.
La risa de Jungkook se convirtió en una sonrisa amable.
—Debería haberlo sido, pero debes haberme contagiado, hombre imposible.
Taehyung lo abrazó con fuerza, enterrando su rostro en el cuello de Jungkook.
Respiró profundamente, tratando de controlar sus emociones. Casi se sentía
como si estuviera demasiado feliz, que esto era demasiado bueno para ser verdad.
No le pasaban cosas buenas, no a él. Había un miedo irracional de que esto
también le fuera arrebatado.
—Me haces sentir demasiado, —dijo en el cuello de Jungkook. —Me asusta
muchísimo—. Porque no sabía lo que habría hecho si Jungkook dijera que no se
casaría con él, si Jungkook no fuera su amor, si la pareja de Jungkook todavía
estuviera viva. Quería pensar que era mejor hombre que su padre, pero... La
verdad era que no lo sabía. Lo que Emyr le había hecho a Soyoung y a su marido
era repugnante, pero Taehyung no estaba seguro de que sería mejor si tuviera que
ver a Jungkook con otro hombre. Y lo asustó. Quizás Soyoung tenía razón,
después de todo. Quizás los hombres de su familia realmente eran demasiado
tóxicos y obsesivos.
Sintió los dedos de Jungkook en su cabello, acariciándolo suavemente.
—Mírame, Tae.
Levantó la cabeza.
Los ojos de Jungkook eran muy amables cuando tomó la mano de Taehyung y
entrelazó sus dedos.
—Nadie me va a llevar. Soy tuyo. Nunca te dejaré, no quiero dejarte nunca—.
Sonrió, apretando los dedos de Taehyung. —Ya hemos establecido que yo soy el
pegajoso en esta relación.
Habría sido vergonzoso ser tan transparente, pero no había juicio en la mirada
de Jungkook: solo comprensión y amor.
Taehyung se inclinó hacia adelante y lo besó con fuerza, vertiendo sus
emociones en él. Te quiero, te necesito, te amo.
Cuando finalmente rompieron el beso, solo se miraron por un momento antes
de que Jungkook sonriera.
—Vamos a dejar en shock a Ayda, ¿de acuerdo? Ella nos va a gritar.
—Te refieres a ti, —dijo Taehyung, riéndose. —Soy el rey. Ella no puede
gritarme.
Jungkook se rió.
—¿Quieres apostar?

Taehyung resopló y no dijo nada, contento de escuchar y observar su hermoso


rostro mientras Jungkook especulaba sobre la reacción de Ayda.
Taehyung sabía que no sería tan fácil. Cuando las noticias sobre Soyoung
llegaran a la prensa, iban a estar bajo un gran escrutinio, Jungkook más que él.
Lo último que necesitaban era invitar a más si se casaban pronto. Su equipo de
relaciones públicas sin duda tendría mucho que decir sobre el tema. Aunque
normalmente a Taehyung no le importaría un carajo las opiniones de la gente, no
quería que Jungkook fuera condenado al ostracismo por las cosas que había
hecho su madre, así que estaba preparado para escuchar los consejos de Ayda al
respecto. Si ella le decía que esperara con el matrimonio, él esperaría. Haría
mucho más que eso para proteger lo que era suyo.
—Estás callado, —dijo Jungkook, mirándolo. —¿Qué estás pensando?
—En ti —dijo Taehyung honestamente.
La sonrisa de respuesta de Jungkook fue la cosa más hermosa que jamás había
visto.
—¿Quién eres tú y qué le pasó a mi malhumorado y gruñón Taehyung?
Taehyung pensó en el hombre amargado y miserable que había llegado al
palacio hacía tantos meses. Se sentía como un hombre completamente diferente.
—Pasaste, —dijo simplemente, acercándolo. Joder, no podía sostenerlo lo
suficientemente cerca.
Jungkook le sonrió.

—Sabía que eras un bobo encerrado, —dijo, y lo besó.


Taehyung sonreía mientras le devolvía el beso.
Tal vez le sucedieron cosas buenas.
Muy buenas cosas.
EPÍLOGO

Un año después
El planeta tenía cuatro lunas.
Hundiéndose en el sofá del patio, Soyoung miró el cielo nocturno. La vista era
bastante hermosa, tenía que admitirlo. Tenía dudas acerca de establecerse en un
planeta que era parte de la Unión, incluso si era un planeta Fringe, pero Emyr no
se había movido: era demasiado una criatura cómoda para residir en un planeta
anterior a TNIT sin vínculos con la civilización. Soyoung tampoco había estado
exactamente ansiosa por ceder el acceso a GlobalNet, por lo que no había luchado
con él por esto, sin importar su inquietud.
Pero había pasado un año y nadie los había encontrado todavía. Quizás Emyr
tenía razón y el planeta era lo suficientemente remoto como para que su gente no
se preocupara por algunos forajidos de Calluvia. De cualquier manera, había
aprendido a apreciar este planeta.
El sonido de pasos la tensó antes de reconocerlos y se relajó.
Se acomodó en el sofá junto a ella y le pasó el brazo por los hombros,
acariciando un lado de su cara.
—¿Estudio de las estrellas? —Murmuró.

Ella tarareó, inclinándose hacia él. Odiaba cuánto anhelaba su toque, pero
dadas las circunstancias, probablemente no era sorprendente. Él era todo lo que
tenía, ahora que su hijo estaba fuera de su alcance.
La peor parte era que una parte de ella se sentía perfectamente satisfecha con
él siendo todo su mundo y ella siendo el suyo. Así es como debería ser, susurró
una voz en el fondo de su mente.
Soyoung trató de aplastarla. No quería perderse en él por completo. No
confiaba en Emyr en absoluto, sobre todo porque había demostrado lo astuto,
ingenioso y manipulador que podía ser incluso cuando había estado encerrado
con su telepatía limitada. Ahora caminaba por este planeta como un hombre libre,
yendo y viniendo a su antojo. No tenía idea de lo que él estaba haciendo cuando
dejó su casa junto al mar para sus viajes a la ciudad más cercana. La inquietaba.
Y la inquietaba que no pudiera respirar adecuadamente hasta que él regresara.
Dioses, a veces se despreciaba a sí misma. Necesitaba algo más en lo que
ocuparse, antes de que pudiera volverse completamente dependiente de él. Más
dependiente de lo que ya era.
—Tengo noticias, —dijo, entregándole su multidispositivo.
Frunciendo el ceño, Soyoung encendió la pantalla e inhaló profundamente.
—Debo decir que no es la forma en que pensé que tendríamos nietos, —dijo
Emyr secamente. —Pero al menos mi hijo mayor heredó mi excelente gusto, al
menos en lo que se refiere a la apariencia.

Miró a su hijo en la foto. La muñeca de Jungkook estaba atada a la de Taehyung


con una cinta y se sonreían el uno al otro. Era inconfundible lo que representaba
la imagen, incluso sin el titular que proclamaba que el rey Taehyung'ngh'zaver se
había casado con el príncipe Jungkook'ngh'lavette.
Soyoung frunció los labios, sin saber qué sentir. Por un lado, no le gustaba
Taehyung, y detestaba la idea de que el hombre que era la razón por la que ella
estaba fugitiva se había convertido en el esposo de Jungkook. Por otro lado, se
sintió aliviada de que el futuro de su hijo ahora estuviera asegurado. Soyoung era
muy consciente de que el escándalo que la rodeaba había dañado la posición
política de Jungkook por asociación. Entonces, objetivamente, esta fue una buena
noticia.
Subjetivamente, se sintió más que un poco desconsolada por no haber estado
presente en la boda de su único hijo y probablemente nunca conocería a los hijos
de Jungkook. Quizás era su castigo. Quizás ella se lo merecía.
Suspirando, Emyr la apretó más contra él.
—Esta autoflagelación no te conviene, Latteya.
—A una madre se le permite sufrir cuando no puede asistir a la boda de su
único hijo.
Emyr tarareó sin comprometerse y puso una mano sobre su estómago.
—Él no va a ser el único hijo por mucho más tiempo.
Ella se congeló y luego giró la cabeza hacia él.
Sus ojos azules sonreían.
—Me sorprende que no te hayas dado cuenta tú misma.

Soyoung tragó, su mente acelerada.


—Eso es- eso es- ¿Cómo lo sabes? —Sus períodos habían sido muy irregulares
en los últimos años hasta que finalmente se detuvieron por completo hace más de
un año, o eso había supuesto.
—Ya puedo sentirla, —dijo Emyr con una suave sonrisa. —¿No puedes?
¿Ella?
Soyoung sintió un estallido de júbilo y luego una ola de aplastante
desesperación.
—No podemos tener un hijo cuando ambos somos criminales buscados, —dijo
con voz ronca, cerrando los ojos. —No dejaré que mi hija crezca en tales
circunstancias, viviendo para siempre con el temor de ser atrapada y de que se
lleven a sus padres.
—Soyoung. Mírame.
Abrió los ojos.
La mirada de Emyr era mortalmente seria cuando dijo.
—No permitiré que ninguno de ustedes sufra ningún daño.
Ella se estremeció, creyéndole instintivamente y odiándose a sí misma por ello.
Ella abrió la boca para decir que él no podía hacer tal promesa, pero él puso un
dedo sobre sus labios, deteniéndola.
—Nuestro hijo no tendrá que vivir con miedo. He hecho todos los arreglos. —
Sacó dos fichas de su bolsillo.
La respiración de Soyoung se contuvo.
—¿Es eso…?

—Lo es, —dijo Emyr, estudiando las fichas con un brillo de satisfacción en los
ojos. —Min finalmente ha arreglado nuevas identidades para nosotros. A partir
de hoy, somos ciudadanos respetuosos de la ley de este planeta.
Ella se puso rígida.
—¿Min? ¿Y por qué el Alto Adepto del Alto Hronthar nos está ayudando a
violar la ley?
Emyr suspiró, apartando la mirada antes de volver a mirarla con una expresión
apaciguadora.
—Solo recuerda mantener la calma, ¿de acuerdo, mascota? Tienes que pensar
en el bebé.
Soyoung lo miró fijamente.
—Emir. ¿Qué. Hiciste?
—Min se enteró de mi existencia hace años cuando intentó lavarte el cerebro
para que te gustara Jimin y se encontró con las trampas mentales en tu mente.
Empezó a sospechar y te hizo seguir hasta la casa segura. Tus medidas de
seguridad lo mantuvieron alejado por un tiempo, pero finalmente te obligó a
dejarlo entrar a la casa. No recuerdas eso porque borró los recuerdos relevantes.
Soyoung respiró hondo y contó hasta diez.
—¿Y luego?
—Hablamos, —dijo Emyr, mirándola con cautela. —Se dio cuenta de lo que soy,
pero obviamente vio poco beneficio en informar a las autoridades de mi
existencia. Yo era la prueba viviente de tus crímenes si alguna vez necesitaba
deshacerse de ti políticamente, pero también se dio cuenta de que yo era más
útil como aliado. Estuve de acuerdo en dejar que te lave el cerebro para que te
guste Jimin y le he dado mucho material de chantaje contra las otras familias
reales a cambio de un favor que cobraría algún día.
—¡Tú, no puedo creerte! —Soyoung lo empujó y se puso en pie de un salto. —
¿Dejaste que me lavara el cerebro? Despreciable mierda…
Emyr también se puso de pie, teniendo el descaro de parecer exasperado.
—Cariño, cálmate-
Ella lo abofeteó en su rostro estúpidamente hermoso, odiándolo,
aborreciéndolo por completo, y luego intentó abofetearlo de nuevo, pero él la
atrajo hacia sí, atrayéndola contra él.
—Lo hice para protegerte, —gruñó. —Eras demasiado segura de ti misma,
demasiado descuidada, Latteya. Siempre te iban a atrapar, tarde o temprano, y
sabía que necesitaríamos un plan de contingencia para eso. El trato que hice con
Min es la razón por la que escapamos de Calluvia tan fácilmente y la razón por la
que tenemos identidades completamente nuevas para poder vivir sin mirar
constantemente por encima del hombro—. Él sostuvo su mirada. —Cuando Min
me encontró, podría haberme ido con él. No lo hice. Me quedé allí por ti.
Ella resopló, pero la mayor parte de su ira se fue.
—¿Y qué, se supone que debo creer que Min mantendrá su parte del trato fuera
de la bondad de su corazón? ¡Si conoce
nuestras nuevas identidades, hará que nos arresten en cualquier momento!
—No lo hará, —dijo Emyr, acariciando su espalda. Sus ojos se volvieron más
fríos, más duros. —Sabe que si nos traiciona, expondré al Alto Hronthar por lo
que es. Le di a Uriel la prueba y adónde ir con ella en caso de que nos arresten o
nos maten.
Ella lo miró fijamente. Se había enfadado mucho cuando Emyr le dijo en
términos muy claros que su leal guardaespaldas no podía quedarse con ellos. Ella
había pensado que era solo un juego de poder, para demostrar que ahora él era
quien tomaba las decisiones. Nunca había considerado que la partida de Uriel
fuera realmente necesaria.
—Está bien, —dijo ella, con los hombros caídos. —Pero sigues siendo un
bastardo, y todavía te desprecio.
—Mhm, —dijo Emyr, juntando sus frentes y sonriendo con su insufriblemente
atractiva sonrisa. —Y todavía te amo mucho, querida.
Ella se burló, pero fue a medias. Sabía que él la amaba, la amaba más que a
nada, a su manera retorcida y enfermiza. Si él no la hubiera amado, nunca la
habría perdonado por lo que había hecho. Y si ella no lo hubiera amado, tampoco
lo habría perdonado nunca.
Tal vez su amor era tóxico, insalubre y desordenado, pero era de ellos. Y ella
nunca podría renunciar a ello. Estaba harta de vivir en la negación. Ella no podría
vivir sin él. Ella lo había intentado. Ella lo hizo. Durante los cuatro días antes de
crearle un nuevo cuerpo.
Odiaba este sentimiento, odiaba su fuerza, pero sin él, no era nada. Esperaba
que Jungkook no amara al hijo de Emyr tan intensamente como amaba a Emyr y
lo compadecía si no lo hacía. Si Jungkook no conociera ese amor, nunca sentiría
el vacío total que ella sintió cuando Emyr murió, pero tampoco conocería la
perfección desgarradora de estar en los brazos del hombre que amaba.
—Entremos, —susurró, besando a Emyr desesperadamente, con el corazón
encogiéndose ante el recuerdo de su cuerpo muerto y mutilado. Pasó las manos
por su ancha y fuerte espalda. Él estaba vivo. Él estaba aquí. Nunca más la dejaría
sola y hueca. Incluso si él moría, ella lo resucitaría una y otra vez, hasta el final de
los tiempos, hasta que el universo no fuera más que un vacío.
—Igual, —dijo Emyr con voz ronca, leyendo sus pensamientos a través de su
vínculo. Él la abrazó con tanta fuerza que rayaba en el dolor. —Hasta el fin de los
tiempos.

FIN

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