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Gén 2, 7-15
Nos encontramos con una segunda narración de la
creación del hombre que en realidad es la más
antigua. Ella nos explica que el hombre es un ser
efímero y limitado, es como el barro; viene del polvo y
al polvo vuelve. NO ES DIOS. Nunca podrá ser como
Dios. Sin embargo, eso no desmerece al hombre ni
rebaja su dignidad. El texto parece sugerirnos que
como alfarero pone afecto en su obra, al moldearla,
también el Señor modeló al hombre: Lo hizo con cariño
y por su amor.
Dios lo coloca en el jardín del Edén. Le encomienda la
misión de cultivarlo. El trabajo humano es exigencia de
su naturaleza y vivirá con el producto de él. La tierra,
Dios se la da como una gracia, y al hombre le toca
hacerla producir. La providencia divina no suplanta la
labor humana, es más, la exige. Además que el trabajo
también lo dignifica. En este sentido, la pereza y la
mediocridad atentan contra la dignidad humana.
Gén 2, 18-25
Pero el hombre no está completo sin la mujer. Esta
narración, que no debe tomarse literalmente, describe
con imágenes literarias lo sublime de la pareja
humana: «No es bueno que el hombre esté solo». Es
un ser con una dimensión social creado para
relacionarse y realizarse y crecer con dicha relación.
Por lo mismo los actos de la persona de algún modo
repercuten en los demás. Pero para que la relación
madure se tiene que considerar el valor que tiene el
«semejante».
Es importante notar que la relación de la pareja es
divina. Y ésta sólo es posible cuando ambos se
consideran con la misma dignidad y los mismos
derechos, por el mismo origen. De suerte que el
machismo o el feminismo (como extremo contrario) se
oponen además que a la voluntad divina, a la plena
realización de la pareja. Ninguno está por encima del
otro. Son complemento. En una relación en que el
amor se expresa así en el respeto, y en la donación
«de mí al otro», es posible y duradera. Esta idea es
clave en el matrimonio.
Finalmente, hemos de considerar la imagen de la
desnudez, como indicio de que la transparencia mutua
es factor determinante en la convivencia. Es ella la que
permite la confianza y la confiabilidad.
Dentro de lo limitado de estas consideraciones, y del
espacio de que disponemos, podemos entender que el
mensaje de la creación es de una profundidad
considerable y muy actual. Desde nuestro punto de
vista, podemos encontrar en él elementos y luces para
mejorar nuestra vida en todos los aspectos. Basta
mirar El Proyecto y «mi proyecto» a la luz del Señor, y
la vida cambia.