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CATEQUESIS PREBAUTISMAL
- Parroquia La Dolorosa -
INTRODUCCIÓN
En muchos momentos de la vida, el ser humano debe pasar por procesos para que, al
concluirlos, le encuentre significado al camino que ha recorrido. Se viven etapas que nos
maduran, fortalecen y enriquecen. Nunca se concluye una etapa siendo la misma persona que
la inició.
Para comprender mejor, se cuenta con el apoyo y acompañamiento de personas que cuentan
con conocimientos y preparación oportuna que hace que se disfruten plenamente los
resultados de esos avances.
Es por eso que, previo a la realización de cada sacramento, la Iglesia ofrece formación que
facilite el entendimiento del mensaje de amor que Dios nos comunica por medio de los
diferentes pasos de crecimiento en la fe que vamos viviendo.
En el caso específico del Bautismo, se desarrollan contenidos que muestran cómo estamos
llamados a tener una vida en plenitud, que si bien, debido al pecado original, se ha visto
quebrantada, recibiendo el sacramento se puede iniciar a restaurar de la amistad con Dios.
En diversos textos bíblicos se aprecia que Jesús se encuentra en la Iglesia, que somos todos; y
es por medio de signos visibles que se aprecian con los sacramentos, que se puede sentir a
Nuestro Creador más cercano y no ajeno a nuestra realidad cotidiana.
El elemento central del Bautismo nos recuerda que el agua nos lava e integra a la comunidad
de cristianos para incorporarnos al plan salvador de Dios cumpliendo con nuestra misión de
ser sacerdotes, profetas y reyes.
Una vez que se es consciente de eso, no se puede apartar la vista de las necesidades del
entorno y buscar actuar para que este tipo de situaciones disminuyan y se solucionen.
Para complementar, al final de cada etapa de este documento, se plantea una serie de
compromisos para ir más allá de solamente leer y comprender los contenidos, sino que
salgamos, día a día, a presenciar cómo nuestros actos y participación en todo lo vinculado con
la Iglesia puede colaborar para que vivamos como cristianos dejando huella.
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MÓDULO I
VIDA EN PLENITUD
1. DIOS NOS LLAMA A LA VIDA
La vida es un regalo sumamente valioso que se obtiene por la mano bondadosa de Dios.
La oportunidad de hacer libremente y sin dificultades nuestras actividades diarias (alimentación,
movimientos o fisiológicas) es muy gratificante. Pero la relación con quienes están alrededor en
ocasiones se vuelve algo difícil de manejar. No obstante, vale la pena arriesgarse, a pesar de las
ideologías negativas que puedan amenazar la convivencia con el entorno.
EL LLAMADO A LA VIDA
El ser humano fue creado como fruto del amor de Dios, a su imagen y semejanza. Es
por ese motivo que contamos con:
Dios nos creó como una sola unidad en la cual el cuerpo y el alma son una sola
expresión de Su Grandeza. Al crearnos estableció una amistad con nosotros a la que
conocemos como alianza, y ante tal privilegio nuestra única respuesta debe ser de
amor hacia Él.
COMUNIÓN Y COMPLEMENTAREIDAD
Las personas son sociables por naturaleza, el mejor ejemplo de ello es que
constantemente se integran a grupos, comunidades o la sociedad misma.
La formación de parejas se da para complementarse, con igual dignidad para crear una
unidad, en la cual puedan compartir, expresarse y comunicándose según sus propias
características. Al hablar de igual dignidad, se debe recalcar que con esto debe quedar
excluida en la sociedad la presencia de cualquier tipo de violencia de género.
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CONTINUACIÓN DE LA OBRA DE LA CREACIÓN
En el libro del Génesis, cuando se narra el pasaje de la creación, se nos cuenta cómo
Dios bendice al hombre dándole fecundidad para tener hijos y educarlos.
Además, Dios quiere que con el trabajo de cada uno se pueda transformar el mundo,
haciendo una habitación más digna para el ser humano, cuidando la naturaleza y
mejorándola. Es justo que podamos vivir como personas dignas, buscando que para
todos haya pan, salud, vivienda y trabajo.
Es por esta razón que, aparte de tener necesidades fisiológicas como dormir, comer,
trabajar o descansar; también se presenta la “sed de Dios”: un vacío que solo Él puede
llenar.
Cuando falta Dios, falta todo y al no comprenderlo es que los vacíos de Dios se buscan
llenar con otras cosas materiales.
LA CREACIÓN
En las primeras narraciones bíblicas, se plasman los textos en que se demuestra cómo
al principio había equilibrio entre Dios, sus semejantes y la creación.
En ese mismo libro, más adelante también se habla sobre momentos en los cuales se
presenta la ruptura de amor entre Dios y su criatura, provocados por sentimientos
negativos que se fueron presentando:
Con todas estas historias, queda más que evidenciado que el mal en el mundo es fruto
del pecado, del orgullo y de la desobediencia del ser humano.
Cuando el primer hombre, Adán, se separó de Dios por su pecado, dejó una huella en
todas las personas que vienen al mundo.
Aunque al hablar de muerte se tiende a pensar en las ocasionadas por los conflictos
bélicos, también hay que considerar la muerte espiritual (muerte eterna), y ésta es
ocasionada por el pecado.
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REPARACIÓN DEL DAÑO CAUSADO POR EL PECADO
A pesar de todos los errores del humano, Dios no quiere la muerte del pecador.
Él es Hijo amado del Padre, quien se hace hombre para llevar a las personas a Dios.
Por obra del Espíritu Santo se encarna en el vientre purísimo de María Virgen y asume
la naturaleza humana, semejante a nosotros en todo menos en el pecado.
Las personas que se encuentran con Jesús y creen en Él se transforman porque abre a
un auténtico proceso de conversión, comunión y solidaridad.
Vino para cambiar TODO. ¡Cambia a quien lo conoce!, tal y como lo dijo una vez el
ahora santo, San Juan Pablo II:
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“Meditaremos en el encuentro supremo entre Dios y el hombre, el que se celebra en Jesucristo, la
Palabra divina que se encarna y pone su morada en medio de nosotros (cf. Jn 1, 14). Como afirmaba
en el siglo II san Ireneo, obispo de Lyon, la revelación definitiva de Dios se realizó "cuando el Verbo se
hizo hombre, haciéndose semejante al hombre y haciendo al hombre semejante a sí mismo, para que,
a través de la semejanza con el Hijo, el hombre llegara a ser precioso ante el Padre" (…)
Es un encuentro que se realiza en la vida diaria, en el tiempo y en el espacio (…) Hay hombres de vida
sencilla a los que ese encuentro transforma, cambiándoles incluso el nombre. En efecto, cuando Cristo
se cruza en la vida de una persona, trastorna su historia y sus proyectos. Cuando esos pescadores de
Galilea se encontraron con Jesús a la orilla del lago y escucharon su llamada, "atracando a tierra las
barcas, lo dejaron todo y le siguieron" (Lc 5, 11). Se trata de un cambio radical que no admite
vacilaciones y que encamina por una senda llena de dificultades, pero muy liberadora: "El que quiera
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16, 24).
Cuando Cristo se cruza en la vida de una persona, sacude su conciencia y lee en su corazón, como
sucede con la samaritana, a la que dice "todo cuanto ha hecho" (cf. Jn 4, 29). Sobre todo suscita el
arrepentimiento y el amor, como en el caso de Zaqueo, que da la mitad de sus bienes a los pobres y
devuelve el cuádruplo de lo que había defraudado (cf. Lc 19, 8). Así acontece también a la pecadora
arrepentida, a la que se le perdonan los pecados "porque ha amado mucho" (Lc 7, 47) y a la adúltera,
a la que no juzga sino exhorta a llevar una nueva vida alejada del pecado (cf. Jn 8, 11). El encuentro
con Jesús es como una regeneración: da origen a la nueva criatura, capaz de un verdadero culto, que
consiste en adorar al Padre "en espíritu y en verdad" (Jn 4, 23-24).
Encontrarse con Cristo en el sendero de la propia vida significa a menudo obtener una curación física.
(…) Cristo vino para buscar, encontrar y salvar al hombre entero. Como condición para la salvación,
Jesús exige la fe, con la que el hombre se abandona plenamente a Dios, que actúa en él.”
Jesús anuncia el proyecto amoroso de Dios y hace en plenitud lo que había pactado con
el pueblo de Israel.
Con Él, hay un Nuevo Reino: de personas libres, que viven en comunidad con Dios y
con las otras personas, colaboradoras y responsables con el mundo y la creación.
Jesús mismo es el Reino (Lc 17, 21) y entrega su vida para sellar el plan de salvación (Jn 15,
13), muriendo en la cruz para rescatarnos de nuestra situación de pecado y levantar
nuestra naturaleza caída.
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LLAMADO A LA CONVERSIÓN
La conversión es encontrarnos con Jesús vivo, aceptar su amistar para vivir como
personas nuevas.
Al dejarse amar, guiar y perdonar por Él, se irá dando una transformación.
Sobre la conversión, Pablo nos invita a buscar “las cosas de arriba” y “ponerse el
vestido nuevo” (Col 3, 1-10).
La conversión debe ser continua, viendo las señales por medio de la oración para
buscar la reconciliación; cambiar de camino, de rumbo y encaminarnos.
Sirve de mucha ayuda el escuchar los testimonios de los demás que demuestran que sí
se puede cambiar.
Jesús resucitó y vive para salvarnos y librarnos de: egoísmo, corrupción, violencia,
delincuencia, guerras, drogas...
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Con la PASCUA se hace una celebración en la cual:
COMPROMISO DE CONVERSIÓN
Sabiendo lo representativo que es el sacrificio de Jesús en la Cruz para restaurar el
pecado causado por nuestros errores, se vuelve muy importante asumir compromisos
que nos ayuden a vivir más de cerca ese gran regalo:
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MÓDULO II
JESÚS EN LA IGLESIA
1. LOS SACRAMENTOS
Constantemente se requieren de símbolos para la comunicación, facilitando que con esto haya una
mejor comprensión de lo que se quiere transmitir.
Muchos de esos signos son fáciles de comprender, pero aunque no sea así, lo importante es darle el
valor correspondiente a lo que cada uno significa.
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de las acciones de todos los cristianos que se puede ver la obra de Dios que se realiza
en el mundo. Es decir, que cada gesto de caridad, de bondad y de amor ejecutado por
los cristianos, permite que se visualice la acción invisible de Dios.
Es por eso, que participar en los sacramentos sin pertenecer efectivamente a la Iglesia
no tiene sentido, ya que la Iglesia es el primer sacramento que el cristiano acepta como
don de salvación.
Al igual que los milagros realizados por Jesús, se vale de signos sensibles (agua, aceite,
pan, vino, confesión humilde de los pecados, imposición de manos).
Cada uno va marcando los grandes momentos de la vida de una persona: nacer, crecer,
alimentarse, enamorarse, entregarse, comprometerse, sufrir enfermedad y morir.
Los siete sacramentos se agrupan en tres, de acuerdo con los logros que se cumplen
para recibirlos:
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A continuación se detallan algunos de los aspectos más relevantes de cada sacramento,
lo que se obtiene al recibir con cada uno y los textos de las Sagradas Escrituras que
sirven como base para establecerlos:
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RECONCILIACIÓN (Jn 20, 22-23)
Se le conoce también como Penitencia o Confesión.
Jesús cargó con nuestros pecados derramando su sangre y
perdonándonos.
Al romper la alianza de amor con Dios, nos confesamos arrepentido y
Jesucristo nos perdona e invita a la conversión, por medio de este
sacramento.
Todos los sacramentos son signos de salvación en la Iglesia porque nos hacen participar
del Cristo Pascual. Cada uno robustece la gracia de manera única.
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Algunos imprimen carácter, dejando un sello o marca imborrable, por lo que
solamente se reciben una vez en la vida. Estos son: el Bautismo, la Confirmación y el
Orden sacerdotal.
COMPROMISO SACRAMENTAL
Recibir cualquier tipo de catequesis genera un serio compromiso por parte de quienes
las reciben:
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2. INCORPORACIÓN A LA VIDA DE IGLESIA
Al nacer, cada niño se incorpora a su familia, recibe un nombre y apellidos que le dan identidad.
Desde ese momento recibe la protección, cuidados y educación, tanto con valores y creencias de
quienes le rodean.
También en ese momento queda incorporado a la sociedad, volviéndose ciudadano de un país,
adquiriendo derechos y deberes.
Esta situación no es ajena a lo que ocurre dentro de la Iglesia, la inscripción en el registro de
cristianos se lleva a cabo por medio del Bautizo.
Se realiza una unión vital con Jesús, insertándonos en su único Cuerpo, de una manera
tan íntima como lo están los miembros de un cuerpo.
INCORPORACIÓN A LA IGLESIA
El Bautismo también nos une a una sola comunidad de hermanos, con los demás
bautizados, con una misma misión. Nos convertimos en piedras vivas en la
construcción del Templo del Espíritu Santo (I Pe 2, 5), con inteligencia y voluntad.
Tiene una dimensión especialmente social y comunitaria que nos compromete a vivir
en un estilo de vida reinada por amor, perdón, justicia y paz, fraternidad y libertad,
servicio y atención de los más pobres y necesitados, participación e igualdad.
Hay que colaborar para que los niños que reciben el Bautismo sean conscientes de la
condición de miembros vivos de la Iglesia, y que lleguen a una pertenencia activa y
responsable.
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LA PARROQUIA: LUGAR DE VIVENCIA BAUTISMAL
Hay quienes olvidan que fueron bautizados y no viven activamente en la Iglesia. No
participan de la Eucaristía dominical, ni de las actividades de la comunidad, tampoco
trabajan ni prestan ayuda a los planes o actividades de la parroquia.
Con esta convivencia se puede tener contacto con personas ancianas o enfermas que
enfrentan dificultades enormes y cuyos testimonios son estimulantes para avivar en
nosotros el sentido comunitario.
Vale la pena participar de la vida de la parroquia para entender y amar a la Iglesia, pero
principalmente involucrarse haciendo la diferencia.
Deberes:
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COMPROMISO AL SER IGLESIA
Al pertenecer a la Iglesia por medio del Bautismo, estamos invitados a realizar varias
actividades que nos ayuden a sentirnos más parte de ella:
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MÓDULO III
LA FIESTA DEL BAUTISMO
1. EL AGUA Y EL ESPÍRITU
Aunque el agua abunda en la naturaleza, no se acostumbra darle la importancia a sus innumerables
usos y beneficios. Ya sea para bien, o para mal, está presente en nuestros días constantemente,
pero cuando se ve la mano de Dios actuando por medio de ella, se puede sentir mucho más cercano
al Creador.
Cada uno de los sacramentos cuenta con un signo que es más representativo que los demás. En el
caso del Bautismo, el agua es el elemento principal, por eso se busca profundizar en todas las
implicaciones que van relacionadas con el agua para que haya una mayor comprensión y se
participe mejor de la celebración.
EL AGUA EN LA BIBLIA
En las Sagradas Escrituras se pueden encontrar muchos pasajes en donde se hace
referencia al agua y lo que representa al usarse.
Estos son algunos de los textos bíblicos en donde se aprecia lo fundamental que es el
agua en la vida de los cristianos:
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SIGNO DEL BAUTISMO
En el rito del Bautismo, se invoca a Dios sobre el agua utilizando para para que bendiga
el agua, utilizando estas palabras:
“Mira, ahora, a tu Iglesia y abre para ella la fuente del bautismo. Que esta
agua reciba, por el Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito, para que el
hombre, creado a tu imagen y purificado de su antiguo pecado por el
sacramento del bautismo, renazca a una nueva vida por el agua y el Espíritu
Santo”.
Cristo actúa por medio del agua como signo de un nuevo nacimiento, que es el inicio de
una “vida nueva”, tal y como lo expresó Jesús en el dialogo con Nicodemo y que quedó
grabado en los textos del Evangelio de Juan (Jn 3,5-6).
“Nacer del agua” o nacimiento “de arriba” o “del Espíritu” es indispensable para entrar
al Reino de Dios.
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COMPROMISO AL CELEBRAR EL BAUTISMO
Al ser un momento en que se suman nuevos cristianos a la comunidad, cuando se
participe de la celebración debemos:
Renovar nuestro bautismo viviendo la dignidad de hijos que Dios nos otorgó y hacer
crecer nuestra amistad con Cristo, y revisar cuál es nuestra respuesta hacia Él.
Alimentar nuestro espíritu participando de la Eucaristía; fortaleciéndonos con la
escucha de la Palabra y la oración; renovando la alianza de amor con Dios y las
personas.
Revisar nuestro testimonio de vida, nuestras semejanzas con Jesús, nuestra entrega
a Dios y a la Iglesia.
Recordando que es sólo un rito, sino que es un momento importantísimo en
nuestra vida de fe.
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2. EL BAUTISMO Y LOS SIGNOS SAGRADOS
A diario se realizan actividades que involucran el uso de símbolos y acciones que tienen significados
muy importantes.
El Bautismo no queda excluido de contar con elementos significativos y que, al conocerlos, puede
comprenderse la forma en que la gracia invisible de Dios se hace visible.
SIGNOS DE SALVACIÓN
Tanto fuera como dentro de la Iglesia, cada ceremonia viene acompañada de partes
con propio significado.
Como vimos antes, Jesús empleó gestos y elementos naturales para su acción
salvadora (tocó la oreja del sordo para curarlo, humedeció sus dedos con saliva y le
tocó los ojos para sanar al ciego), aunque no los necesitaba para sanar, pero lo hacía
para que todos entendieran la acción que realizaba y sus efectos.
De igual forma, en el Bautizo también se usan elementos naturales y gestos para hacer
visible la salvación de Jesús.
CRISTO: Ungido
JESUS + CRISTO (JESUCRISTO): el que ha sido
consagrado por Dios como Mesías
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Cada año, el Jueves Santo se lleva a cabo la Misa Crismal, dentro de la cual se bendicen
o consagran de óleos o aceites que se van a utilizar en las distintas celebraciones
parroquiales.
ÓLEOS CONSAGRADOS
Óleo de los
Óleo de los enfermos Santo Crisma
catecúmenos
Expresa la fuerza divina que Se siente el cuerpo y alma Consagra al bautizado para
purifica el corazón para protegidos. que forme parte de Cristo
renunciar al mal. (“el ungido del Señor”).
Se experimenta alivio de
Concede energía y vigor enfermedades y dolores. Lo consagra para que
para asumir el compromiso cumpla los oficios de
cristiano. Libra de los males. sacerdote, profeta y rey.
En el bautismo se utilizan dos de los tres óleos que se bendicen en la Misa Crismal: El
Óleo de los catecúmenos, que se coloca en pecho; y el Santo Crisma, con el que se
unge al bautizante en la cabeza.
LA VESTIDURA BLANCA
Normalmente el color blanco significa fiesta, la nueva vida de Cristo.
Refleja el nuevo “estado” de gracia del cristiano, es decir, el estado de “revestido
de Cristo”.
LA LUZ
Se asocia con la idea de gloria, el fuego divino, la iluminación y el bien.
Dios es la luz inextinguible. El que cree, se convierte él mismo en luz, como
reflejo de la luz de Cristo.
Es símbolo de Cristo, en especial el Cirio Pascual que se enciende en la Vigilia
Pascual, es signo de la luz de Cristo Resucitado, que disipa las tinieblas e ilumina
la tierra.
En el rito bautismal, el bautizado recibe un cirio encendido como símbolo de su
nueva vida, iluminada por Cristo. Esa la luz se toma del Cirio Pascual.
LITURGIA DE LA PALABRA
Se destaca la iniciativa de Dios en realizar nuestra Salvación. Dios, con su palabra,
sale al encuentro desde los primeros días de nuestra vida y recuerda a la
comunidad la responsabilidad de colaborar con la educación cristiana de los
bautizantes.
Incluye:
- Lecturas bíblicas - Manifiesta el amor operante del Padre.
- Homilía - Transmite enseñanzas, llama a la conversión, prepara para el
misterio pascual.
- Oración universal - Termina con letanías, pidiendo la invocación de los
santos por los que se van a bautizar.
- Oración final en forma de exorcismo – Se hace para pedir al Padre la
liberación del hombre de la esclavitud del pecado, que los aparte de
Satanás y que los haga templo del Espíritu Santo.
- Unción catecumenal - Se unge con el óleo de los catecúmenos sobre el
pecho y significa fuerza y vigor de Cristo Salvador y fortalece en su lucha
contra el mal.
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LITURGIA DEL SACRAMENTO
Bendición e invocación a Dios sobre el agua para que los bautizantes:
- Sean liberados del pecado (muerte).
- Tengan un nuevo nacimiento (vida).
- Se incorporen a Cristo Muerto y Resucitado.
Renuncias y profesión de fe
- Invitados por el celebrante, los padres y padrinos, en nombre del niño,
renuncian a todo lo malo (Satanás, espíritu del mal, obras y seducciones…)
y profesan públicamente su fe como participación en la victoria de Jesús.
- Padres y padrinos manifiestan intención de educar en la fe a los hijos o
ahijados, para que el bautizante se mantenga en la vida divina y crezca
cada día más.
- Se proclama la fe en Cristo Jesús, que es la fe de la Iglesia en donde se van
a incorporar.
Rito del bautismo, que puede ser:
- Por infusión (derramando agua sobre la cabeza) o por inmersión
(sumergiendo el cuerpo totalmente).
- Simultáneamente se dice: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo”.
- Cuando se realiza por inmersión, representa el descenso a las aguas
participando de la muerte de Jesús y la salida simboliza la Resurrección de
Cristo.
- En caso de emergencia (peligro de muerte) constituye un rito
indispensable y lo puede realizar cualquiera que sea consciente de lo que
realiza, reportándolo luego a la parroquia respectiva, para su debida
inscripción.
RITOS COMPLEMENTARIOS
Unción post bautismal: Se unge la cabeza del bautizado con el Santo Crisma.
Significa la consagración e incorporación a Cristo para cumplir las misiones del
bautizado* (sacerdote, profeta y rey). Con esta unción, queda “injertado” en
Cristo.
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MISIONES DEL BAUTIZADO*
Sacerdote Profeta Rey
Ofrecen sacrificios o Llevar la palabra de Dios a los Confiar en Dios.
regalos para agradar a demás.
Dios (trabajo, dedicación Profetas del bien (decir palabras Disfrutar sin estar atados
a la familia, relaciones que cambien vidas). a esclavitudes.
sociales, la palabra).
Profetas de verdad (sin miedo, Sentirnos Hijos del Rey
Un sacerdote intercede con prudencia). de Reyes.
por su pueblo. Profetas de la belleza (exaltar la
belleza).
CONCLUSIÓN Y DESPEDIDA
Se hace la oración del Padre Nuestro.
Se bendice a los padres, padrinos y toda la comunidad reunida.
Valorar los signos y ritos del bautismo, sabiendo que Él nos salva y consagra.
Tener una disposición y participación con fe activa, consciente y plena durante la
celebración sacramental.
Cumplir con los elementos que se requieren (vestidura blanca y cirio apropiado).
Tener una presencia digna y puntual para participar del rito completo.
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MÓDULO IV
COMPROMISO DE VIDA BAUTISMAL
1. NUESTRA VIDA CRISTIANA
Al nacer, tenemos cualidades que, al impulsarlas, se desarrollan impresionantemente. De igual
forma, si no se desarrollan, quedan limitadas y no se aprovechan al máximo.
Ocurre similar con los dones que se reciben por parte del Espíritu Santo, los cuales al fortalecerlos y
trabajarlos, dan frutos en abundancia.
LA FAMILIA EN EL CRECIMIENTO DE LA FE
La vida divina de los pequeños bautizados hay que protegerla como una vela encendida
ante las corrientes de aire que la puedan apagar. Es necesario desarrollarla conforme
vaya creciendo.
En el bautizo se siembra la fe, esperanza y caridad como una semilla para que germine,
crezca y dé frutos en abundancia. La fe de un niño se forja en el seno de la familia,
donde pueda ver que se vive el amor a Cristo y los demás, con oración y buenas obras.
Los ejemplos arrastran.
La misión de los padres es igual de importante que la que Jesús le encomendó a los
discípulos. Es por eso que si los padres se encuentran alejados de la vida de la
comunidad cristiana, se puede retrasar el bautizo hasta garantizar que los bautizados
van a vivir el don que recibieron.
LA INICIACIÓN CRISTIANA
El bautizo implica que papás y padrinos se comprometan a preparar al niño para recibir
los otros sacramentos de iniciación cristiana (Eucaristía y Confirmación) y madurar en
la vida de gracia.
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A partir de la Confirmación, se permite al bautizado a participar en la misión común de
la Iglesia: anunciar el Evangelio, la celebración de la Pascua y el servicio a los
hermanos.
Los padrinos, por su parte, deben cumplir con los siguientes requisitos:
RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD
La comunidad cristiana adquiere también su cuota de responsabilidad al bautizar a los
niños. La parroquia adquiere el compromiso de alentar y alimentar la fe de los
bautizados por medio del testimonio de vida, la oración y una acción educativa en la fe.
Omitir esto es el equivalente al descuido de una madre con un hijo nacido de sus
entrañas.
Debe ser consciente que los niños comienzan su vocación de fiel laico.
FIEL LAICO: Todos los fieles que, incorporados a Cristo por el Bautismo, se
integraron al Pueblo de Dios y participan de la triple misión que se les
asignó; ejerciendo su propia vocación en la Iglesia y el mundo.
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En el Evangelio se nos regalan tres imágenes que sirven como guía para saber cómo
debe ser la un buen laico:
Ser luz del mundo (Mt 5, 14) para iluminar donde sea que se encuentre.
Ser fermento en la masa (Mt 13, 33) como lo hace la levadura en el pan.
Ser como la sal (Mt 5, 13), que da sabor en donde se encuentre involucrado.
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2. COMPROMISO SOCIAL
La sociedad se ha visto rodeada por sentimientos de individualismo que generan despreocupación
por las necesidades de los demás.
Las personas se vuelven recelosas, desconfiadas, y hasta se da aislamiento en los hogares para no
compartir con el entorno.
Esta situación va contraria al llamado de Dios, en donde se nos invita a no ser indiferentes con las
carencias ajenas e involucrarnos con obras sociales que beneficien a los más necesitados.
Por esa realidad teológica surge una solidaridad que no nace de solamente de
visualizar las necesidades de los demás, sino que brota del amor de Cristo que nos
llama a entregarnos ellos.
Aunque algunos de los bautizados no han tomado conciencia de este compromiso, los
que sí lo han hecho colaboran en diversas áreas del campo pastoral y se proyectan en
actividades comunales. Gracias a esa generosidad, es que la Iglesia cuenta con
evangelizadores que colaboran en la catequesis, liturgia y labor social.
El servicio a los demás es una labor que corresponde a todos los bautizados y no
únicamente a los religiosos o laicos. Más bien son los laicos, que al estar en contacto
con el mundo y la sociedad, que tienen mayores posibilidades de descubrir situaciones
humanas ocultas o encubiertas, de las cuales quizá nadie se preocupa.
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DESARROLLO DE LA SOCIEDAD CIVIL
Más allá de las ámbitos eclesiales, los bautizados deben preocuparse por los
problemas de la comunidad donde viven, luchar por mejorarla, luchar por el
mejoramiento de la calidad de vida, la gestión de los comités que se forman, el medio
ambiente, la limpieza y el ornato, la lucha contra las drogas, entre otros.
Hay que defender la vida en todas las formas y mostrar interés por la educación, la
cultura, la protección, el cuidado del entorno, la defensa de los necesitados (mujeres
agredidas, ancianos, desvalidos o discapacitados).
Los laicos tienen como tarea la participación en la vida civil y política, ejercida con
responsabilidad, lealtad y honradez.
COMPROMISO SOCIAL
Como cristianos debemos imitar el ejemplo de solidaridad que Jesús nos mostró:
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