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Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005

Tema 1

DIOS ME HA CREADO
Objetivo: Conocer a Dios creador del mundo, valorar su maravillosa creación y la gracia del Hombre de ser Imagen y Semejanza
de Él, comprometiéndonos a servirle con gran amor.
Motivación: Semilla
Canto: Dios esta aquí II.

ENSEÑANZA:
1. LA CREACIÓN ES OBRA DE DIOS. Génesis 1,1-25
En el Credo (símbolo de la Fe), profesamos a Dios Padre Todopoderoso como “el creador del cielo y de
la tierra”, de todo lo visible y lo invisible. ¿Has dudado alguna vez que Dios es Creador?
La creación es el comienzo y el fundamento de la historia de la Salvación que termina en Cristo. Dios
ha creado el universo, libre y sin ninguna ayuda, aquí actúa la Santísima Trinidad, siendo una verdad
de Fe, principio único e indivisible de la creación. Génesis 1,1-2; Génesis 1,26.

Dios ofrece el primer testimonio de su amor universal, queriendo que participen las criaturas de su ser y de su bondad. Crea un
mundo ordenado y bueno, esta presente en ella. Hechos 17,28 y va más allá de su creación. Salmo 8,2 y Salmo 145,3. San Agustín
dice: “Dios está por encima de lo más alto, que hay en mí y en lo más hondo de mi intimidad” ¿Qué nos dice esta frase”

Dios mantiene y conduce la creación, Él no abandona a sus criaturas, les da su ser y el existir; el obrar y los lleva a su término. Sabiduría
11,24-26; conduciendo con amor y sabiduría destinada y dirigida al hombre y su bienestar, a esto se le llama Divina Providencia.
El sábado (Sabbat), Dios culmina la obra de la creación, el séptimo día descansa, santifica y bendice todo aquello que realizó.
Génesis 2,1-3, amando y respetando la diversidad de sus criaturas y la bondad peculiar de cada uno, su interdependencia y su
orden; destinadas a la gloria y alabanzas de Dios.
¿Amas y respetas conscientemente la creación? ¿Cómo?

Tú no has nacido para vivir una vida mediocre... tan solo con enfermedades, relaciones que te empobrecen, con un trabajo que no
te gusta, con poco dinero que apenas te da para cubrir tus necesidades básicas y sin penas.
DIOS no creó la debilidad, el fracaso, los conflictos. El mal no existe en el mundo que DIOS creó. DIOS te dice que tú eres su
perfecta creación, que siempre te ama, te escucha y te da lo que le pides... Pero Tú te empeñas en ser una persona llena de dudas,
miedos, envidias, celos, resentimientos y sentimientos de culpa y vives preocupada por el futuro.
Por eso te sientes culpable porque estás negando tu poder, tu capacidad y tu habilidad para SER como quieres. No es la Perfecta
Criatura de DIOS la que se muestra preocupada, crítica, condena y se queja continuamente negando su poderoso espíritu creativo y
su capacidad para cumplir con el Plan Divino que se le ha asignado para la construcción del Mundo de Dios. Tu función es
manifestar en el mundo físico al SER espiritual divino radiante de Luz que tú eres en tu cuerpo físico y el estilo de vida de los ricos
en espíritu... ¿Por qué no comienzas AHORA a levantarte y a demostrarle al mundo quién eres? dentro de ti está la imagen de un
SER glorioso, bendita semejanza totalmente perfecto e inocente.

Haz tu trabajo espiritual, no esperes más para traer a tu conciencia tu verdadera imagen y expresarla en el mundo... No desafíes
más a tu Dios negando quien eres... comienza AQUÍ y AHORA a ponerte en camino para que te conviertas en la magnifica persona
que tu DIOS creó. Tu problema no es que pides mucho Criatura de DIOS sino que pides demasiado poco cuando te pertenece todo
el Universo. Tú eres el espíritu de tu DIOS hecho forma. ¡¡Demuéstralo!!

2. SOY PERSONA: IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS. Génesis 1,26-27


¿Qué es el hombre? ¿De dónde venimos? ¿A donde vamos?, son interrogantes que cada uno de nosotros nos hacemos, y Dios es quien
nos da la respuesta en Génesis 1,26 “Dios creo al hombre, a su imagen, a imagen de Dios lo creo; varón y mujer lo creo”.
El hombre es pues la creación máxima y perfecta de Dios, creado a su imagen y semejanza en lo espiritual; ocupa un lugar único en
toda la creación, con la dignidad de ser persona y vocación para el servicio con amor. Dios creó todo para el hombre y solo él es
capaz de conocer, amar y servir a Dios, ni las flores, ni los animales, ni los mares o las estrellas, por bellos o imponentes tienen la
dicha y esta capacidad. ¿Cómo nos esforzamos por conocer a Dios cada día? ¿Qué es aquello que nos impide conocer y
amar a Dios? ¿Qué es la dignidad?

LA DIGNIDAD DEL HOMBRE. Tiene sus raíces en el mismo acto de la creación “Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza”. Por la elevación al orden sobrenatural, el hombre participa de la naturaleza misma de Dios y su destino definitivo es el
de vivir en la intimidad de Dios. El hombre, por el pecado original, se aleja de Dios, renuncia a su sublime destino y con ello
destroza su propia dignidad. Jesucristo sale al encuentro del hombre para ayudarle a recuperar la dignidad perdida. Cristo no sólo
nos indica el camino, sino que Él es “el Camino” que nos guía para volver al Padre.

Él, Hijo de Dios Vivo, habla a los hombres también como Hombre: es su misma vida la que habla, su humildad, su fidelidad a la verdad,
su amor que abarca a todos. Habla además su muerte en la Cruz, esto es, la insondable profundidad de su sufrimiento y de su abandono.
Cristo, al asumir la naturaleza humana, aparece como el modelo del hombre. El hombre, a medida que se acerca a Cristo, acrecienta su
dignidad. El hombre redimido por Cristo tiene “la doble ciudadanía”. El cristiano es ciudadano de este mundo. Vive necesariamente en el
mundo, pero no pertenece al mundo. Su destino definitivo es Dios. Hoy, la dignidad del hombre está amenazada totalmente.
En efecto, el socialismo pretende reducir al hombre a una cosa. El hombre se realiza en la vida colectiva de la especie humana y termina por
desenvolverse en ella. Para el socialismo, el hombre es un ser sin interioridad alguna (sin alma): una célula sumergida toda enteramente en
una masa de devenir. El hombre es tan solo un animal evolucionado. El hombre es producto de los factores económicos. Es un ser social y
colectivo, que sólo puede realizarse en una perfecta sociedad liberal. El fin supremo del hombre socialista es el liberalismo.
Al paso de esta denigración del hombre a puro animal evolucionado, que subyace en todas las ideologías materialistas y ateas
modernas salen las enseñanzas del Concilio Vaticano II, destacando la dignidad de la persona humana. El hombre no marcha hacia
la nada, ni se refunde en una materia inconsciente, sino que avanza permanentemente en busca de la plenitud de su propia vida y
del perfeccionamiento de todas sus posibilidades dentro de la plenitud de la vida de Dios.

“Dios llamó y llama al hombre para que en una perpetua asociación de incorruptible vida divina, se adhiera a Él con la totalidad de
su naturaleza. Esa victoria la consiguió Cristo resucitando ala vida y librando al hombre de la muerte con sus propias muerte”
(Gaudium et spes 18) nos enseña San Juan “Dios les dio poder de ser sus hijos” Juan 11,25. La dignidad del hombre deriva pues de
ser una substancia libre e inteligente injertada en la vida divina, de ser hijo de Dios por adopción. Frente a este hecho real, podemos
cobrar conciencia de la tremenda responsabilidad de los que directa o indirectamente facilitan el avance del ateismo materialista
que, con todos los medios que tiene a su alcance, busca negar y borrar la vida divina en el hombre y transformarlo en un
instrumento de consumo y un esclavo de la sociedad materialista.

EL HOMBRE “UNO EN CUERPO Y ALMA” La dignidad del hombre emana de ser “imagen de Dios” en virtud de su peculiar
ser espiritual. En el hombre se dan cita todas las realidades creadas; concurren la materia y la vida, lo corpóreo animal y lo
espiritual de la racionalidad. Pero la realidad ser-hombre no se agota en esas escalas de ser. Lo específico del hombre le viene dado
por una realidad nueva, que denominamos “espíritu” o “alma”. El “alma racional” es, precisamente, lo que cabe definir como
“espíritu encarnado”, por contraposición al ser de Dios –espíritu puro- y a los ángeles o espíritus no encarnados.
La dignidad es el realce sobre las demás criaturas. Me hace merecedor de algo más que todas las criaturas no humanas soy capaz de
amar, pensar y actuar con verdad, inteligencia, sabiduría y conciencia moral.
El hombre lleva en su corazón la ley escrita por Dios, a la que su propia dignidad le obliga a obedecer y según la cual será juzgado.
Romanos 2,15-16. Por esa dignidad tengo derecho a una vida decorosa decente, no humillante.

¿Realmente vivimos con dignidad? ¿Qué derechos tenemos que muchas veces no son reconocidos como se debieran?
Recuerda: Solo el ser humano, no es algo sino ALGUIEN. Es sujeto y no objeto; solo el ser humano es capaz de conocerse.
¿Realmente te conoces? ¿Sabes que virtudes y defectos tienes?
De poseerse y darse libremente.
¿Realmente te puedes considerar dueño de ti mismo? ¿Dueños de tus decisiones?
De entrar en comunión con otras personas, y la base de ello está en saber comunicarnos, expresarnos con los demás, siempre con y
por amor. ¿Podemos decir que ponemos en práctica esto último?
Finalmente, solo el ser humano está llamado a participar en la vida de Dios. Es decir, soy parte de su plan para este mundo, estoy
llamado a una Alianza con Él, y he de hacerlo ofreciéndole una respuesta de Fe y de amor.
¿Me considero de verdad, co-creador? ¿Asumo con responsabilidad esta misión que se me ha encomendado? ¿Cómo?

El hombre creado a imagen de Dios, es un ser corporal y espiritual Génesis 2,7 destinado a ser Cuerpo de Cristo y Templo del
Espíritu Santo 1Corintios 6,19-20. Siendo una unidad, que participa de la dignidad de la imagen de Dios; por lo tanto el hombre en
su totalidad es querido por Dios. 1 Juan 3,1.

3. CONOCER, AMAR Y SERVIR A DIOS.


Para llegar a gozar de la vida eterna no basta saber que Dios existe, se necesita amarlo y demostrar ese amor con obras,
esforzándonos en cumplir la voluntad del Señor.

Ejemplo un joven que al leer el periódico descubre la foto de una linda chica y su dirección, se decide a escribirle y
cortejarla a distancia, enamorándose cada día más.
¿Qué hubiera ocurrido si a nuestro amigo en el país lejano no le hubiera llamado la atención la joven de la fotografía? ¿O, si luego de unas
pocas cartas, hubiera perdido el interés por ella y cesado la correspondencia? aquella muchacha no habría significado nada para él a su
regreso. Aunque se toparan en el aeropuerto, su corazón no se sobresaltaría al verla. Su rostro hubiera sido uno más entre la multitud.
Algo parecido sucederá si no empezamos a amar a Dios en esta vida: no hay modo de unirnos a Él en la eternidad. Si nuestro corazón
llega a la eternidad sin amor de Dios, la dicha simplemente, no existirá. Como un hombre sin ojos no puede ver la belleza del
firmamento estrellado, un hombre sin amor de Dios no puede ver a Dios; entra en la eternidad ciego, no es que Dios diga al pecador
impenitente (el pecado no es más que una negativa al amor de Dios): “Si no vienes preparado, no quiero que te me acerques. ¡Largo de
aquí para siempre! No. El hombre que muere sin amor de Dios, o sea, sin arrepentirse de su pecado, ha hecho su propia elección. Fue
él quien, consciente y lúcidamente, rechazó de un manotazo la amante invitación que Dios le ofrecía”.
Lo primero será, pues, conocer todo lo que podamos sobre Dios, para poder amarlo, mantener vivo nuestro amor y hacerlo crecer. Volviendo a
nuestro imaginario amigo: si ese joven no hubiera visto el periódico donde aparecía la chica, resulta evidente que nunca habría llegado a amarla.
No podría haberse enamorado de quien ni siquiera sospechaba su existencia, e incluso, si después de ver su fotografía, el joven no le hubiera
escrito y por la correspondencia conocido sus virtudes y su personalidad, la primera chispa de interés nunca se habría hecho fuego abrasador.
Ésa es la razón por la cual nosotros “estudiamos” a Dios y lo que ÉL nos ha dicho de Sí. Ésa es la razón por la cual recibimos clases de
catecismo en la y cursos de religión en la juventud y madurez. Por esa razón atendemos a las homilías los domingos y leemos libros y
folletos doctrinales, asistimos a círculos de estudio, seminarios y conferencias. Son parte de lo que podríamos llamar nuestra
“correspondencia” con Dios. Son parte de nuestro esfuerzo por conocerlo mejor para que nuestro amor por Él pueda crecer y fructificar.
Pero no basta conocer para amar. Existe un termómetro infalible para medir nuestro amor por alguien, y es hacer lo que agrada a la
persona amada, lo que le gustaría que hiciéramos. Volviendo al ejemplo de nuestro amigo: si, a la vez que dice amar a su novia y
querer casarse con ella, se dedicara a derrochar su tiempo y dinero en prostitutas y borracheras, sería un hipócrita de cuerpo entero.
Su amor no sería veraz si no tratara de ser la clase de persona que ella querría que fuese, si no pusiera en práctica las
recomendaciones que ella le sugiere en sus cartas.
Hay una sola forma de mostrar nuestro amor a Dios, y que consiste en hacer lo que Él quiere que hagamos, siendo la clase de
persona que Él dispuso que fuéramos. El amor a Dios no está solo en los sentimientos. Amar a Dios no significa que nuestro
corazón deba dar brincos cada vez que pensamos en Él; eso no es esencial. El amor a Dios reside en la voluntad. No es por lo que
sentimos sobre Dios, sino lo que estamos dispuestos a hacer por Él, como probamos nuestro amor a Dios.
Mientras más amemos a Dios aquí, tanto mayor será nuestra dicha en el cielo. Aquel que ama a su prometida sólo un poco, será dichoso al
casarse con ella. Pero otro que ame más a la suya será más dichoso que el primero en la consumación de su amor. Del mismo modo, al
aumentar nuestro amor a Dios (y nuestra obediencia a su voluntad) aumenta nuestra capacidad de ser Felices en Dios.
Así, pues, aunque es cierto que cada uno de los que están en el cielo es totalmente dichoso, también es verdad que unos poseen
mayor capacidad de dicha que otros. Para utilizar un ejemplo antiguo: un pequeño dedal y un barril pueden estar ambos llenos,
pero el barril contiene más agua que el dedal. O también, si cinco individuos contemplan una pintura famosa todos están pasmados
ante el cuadro, pero cada uno en grado distinto, dependiendo de su conocimiento y sensibilidad pictóricos.

Todo esto es lo que el catecismo enseña al decir: “¿Para qué te ha creado Dios?”, a lo que contesta diciendo: “para conocerlo, amarlo y
servirlo en esta vida”. Esa palabra de en medio, “amar”, es la palabra clave, la esencial. Pero el amor no se da sin previo conocimiento, pues
hay que conocer a Dios para poder amarlo. Y no es amor verdadero el que no se traduce en obras: haciendo lo que al amarlo le complace.
Antes de terminar, interesa mucho tener en cuenta que Dios no nos deja abandonados a nuestra humana debilidad en este asunto de
conocerlo, amarlo y servirlo. No se ha limitado a ponernos un instructivo en las manos y dejar que nos arreglemos con su interpretación lo
mejor que podamos. Dios ha enviado a “Alguien” para que nos dé la fuerza interior y para ilustrar lo que debemos saber en orden a
nuestro destino eterno. Dios a enviado ni más ni menos que a su propio Hijo, el Verbo eterno, que vino a la Tierra para darnos la Vida que
hace posible nuestra Felicidad sobrenatural, y para enseñarnos el Camino y la Verdad con su palabra y ejemplo.
El Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo Nuestro Señor, subió al cielo el jueves de la Ascensión, y no tenemos ya más entre nosotros
su presencia física y visible. Sin embargo, ideó el modo de permanecer aquí hasta el final de los tiempos. Con sus doce Apóstoles
como núcleo y base, Jesús se modeló un nuevo tipo de Cuerpo. Es un Cuerpo Místico más que físico por el que permanece en la
Tierra. Las células de su Cuerpo son personas en vez de protoplasma. Su cabeza es Jesús mismo, y el alma es el Espíritu Santo. La voz
de este Cuerpo es el mismo Cristo, quien nos habla íntimamente para enseñarnos y guiarnos. A este cuerpo, el Cuerpo Místico de
Cristo, que continuará la misión salvadora por todos los siglos y en todas las partes, lo llamamos Iglesia. La Iglesia enseña la Verdad y
muestra el Camino. Pero la Iglesia también tiene –es el mismo Señor que continúa en Ella- la Vida del Redentor. No solo nos ayuda
“desde fuera”, como un maestro de la Tierra, sino que nos da la nueva vida, vida de Cristo, para poder unirnos con Él algún día.

TAREA
1. ¿Qué es lo que más anhelas como persona? ¿Cómo piensas lograrlo?
2. ¿Crees que Dios hoy te pide algo en tu vida? ¿Qué haces por conocerlo?

ORACIÓN

Señor ayúdame a ver la vida como algo tan bello y tan hermoso que debo disfrutar a cada instante,
a pesar de los problemas o dificultades que se presente,
siempre debo pensar que hay alguien que me esta queriendo.
Ayúdame a ver que Dios hizo la vida para que día a día lo busquemos a Él,
y me comprometa a vivir como hermanos y siguiendo sus mandatos.
Ayúdame a entender que Dios no quiere que vivamos una vida de amarguras ni tristezas,
si no quiere que seamos Felices y que compartamos todo con los demás.
Ayúdame a ver que la vida es tan bella pero puede acabar en un instante,
no importa la edad ni la clase, mucho menos la preparación,
la vida acaba alguna vez para todos.
La vida se puede perder en un instante más sin embargo en ese instante,
también se esta ganando algo mejor que es poder estar siempre con Dios.
Ayúdame a disfrutar ampliamente de la vida pues no sabemos cuando termina,
cumplamos lo que Dios quiere de nosotros y luchemos por vivir plenamente.
Ayúdame a Vivir hoy como si fuera el último día.
Amén.

SEMILLAS

Anoche tuve un sueño raro: En la plaza mayor de la ciudad habían abierto una tienda nueva. El rótulo decía: “Regalos de Dios”.
Entré: un ángel atendía a los clientes. Yo, asombrado, le pregunté:
- ¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor?
- Ofrezco cualquier don de Dios.
- ¿Cobras muy caro?
- No, los dones de Dios son gratis. Miré los grandes estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de Fe, bultos de esperanza,
cajas de salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas. Cobré valor y le dije al ángel:
- Dame, por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto de esperanza, un frasco de Fe y una caja de salvación.
Mucho me sorprendí cuando vi que el ángel, de todo lo que yo le había pedido, me había hecho un solo paquete; y el paquete allí
estaba en el mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón.
- ¿Será posible? –Pregunté- ¿Esto es todo? el ángel me explicó:
- Es todo, Dios nunca da frutos maduros; Él solo da pequeñas semillas, que cada quien debe cultivar.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 2

VIVIENDO UN TIEMPO ESPECIAL


Objetivo: Reconocer y aceptar que vivimos un tiempo con problemáticas propias y que estamos llamados a vivir con fidelidad al
Creador.
Motivación: La Venta de Garaje de Satanás
Canto: 14 “Necesita de Ti”

ENSEÑANZA: Mateo 16,26


1. ¿DE QUE NOS SIRVE GANAR EL MUNDO ENTERO SI NOS DESTRUIMOS A NOSOTROS MISMOS?
Todos estamos llamados a participar de este tiempo de Dios; pero hay que tener en cuenta con lo que sucede
cada día. En nuestra sociedad los jóvenes son víctimas de muchos problemas como la pobreza, la
marginación social, falta de empleo, y de una educación que no responde a nuestras exigencias. Pero
pensemos en otros problemas como el narcotráfico, las pandillas, la prostitución, el alcoholismo, los abusos
sexuales, los jóvenes viven adormecidos por las propagandas de los medios de comunicación social que han
generado nuevos problemas en la maduración afectiva de los adolescentes y los jóvenes.

Para descubrir los rasgos de la presencia de Dios en nuestro tiempo, debo empezar por afirmar que no se puede desconocer el
progreso tecnológico que la humanidad esta logrando en muchos aspectos, pero no podemos olvidar que el hombre debe ser el
beneficiado directo de tales logros; sin embargo constatamos que en muchos casos son las primeras victimas.

Si lo que mejora es la técnica y no las personas, si cada día estamos mejor comunicados, pero no tenemos nada valioso que
comunicarnos, entonces estamos ante un peligro: mientras el hombre va dominando cada vez más la naturaleza, podría ser cada día
más esclavo de los adelantos que el mismo construye; pues prescinde de una valoración ética de sus propios actos.

Parece que unos pocos enemigos de Dios y de su Iglesia, viven del miedo de muchos que al no querer luchar por unos principios,
son cómplices de esta situación penosa. ¿Qué debemos hacer nosotros para disminuir en parte estos problemas qué hacen
daño a la persona, a la familia y a la sociedad?

Este tiempo de nuestra generación, se nos revela como tiempo de gran progreso, es un tiempo de múltiples amenazas para el
hombre, de las que la Iglesia debe hablar a todos los hombres de buena voluntad.
Observamos una especie de pérdida de la presencia y actuación de Dios; se pretende introducir un clima en donde se utiliza el
término normal como sinónimo de bueno, todos los comportamientos que aceptan las llamadas mayorías. Ante este panorama
debemos recordar con firmeza que si a una sociedad le falta el orden moral, la justicia, el amor entonces esta enferma.
¿Será que el hombre esta equivocando el camino?. Hay que pensar que esta realidad que vivimos no es la que Dios se propuso al crear al hombre a su
imagen y semejanza, y darle un señorío sobre el mundo entero; una realidad en la que el mal parece prosperar; sin embargo estos tiempos también
son buenos en la que la gracia de Dios y la santidad heroica de muchos ejemplos pueden moldear una nueva cultura de la vida y del amor.

Mencionamos algunos de los síntomas que nos aquejan; desigualdades económicas, dificultades que llegan a destruir la unión
familiar, búsqueda de soluciones rápidas y equivocadas a los problemas, drogas, alcoholismo, prostitución, pandillaje, atropello a la
intimidad de las personas por los medios de comunicación, atentados contra la vida, dignidad y bienestar personal (aborto, suicidio,
homicidio, etc.), la infidelidad matrimonial y los bajos sueldos todos estos males son síntomas de una enfermedad muy profunda y
los responsables de esta crisis somos todos, al no buscar la raíz de estos problemas, cuando echamos la culpa a los demás y no
miramos nuestra propia conciencia perdemos la brújula que debería orientar nuestras vida que es Cristo.

Si estos problemas no se enfrentan con urgencia y de la manera adecuada, se agravarán progresivamente creando una crisis
personal de identidad en la que los jóvenes se confunden y se cansan de buscar el bien y la verdad
Entonces nacen las preguntas ¿Qué hago en este mundo? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Por qué tengo que preocuparme por los demás?
Todos estos síntomas son consecuencia de los males originados por la ignorancia de no saber por lo menos quien es el hombre, que
es la familia, que es la sociedad, además de la ignorancia la falta de participación de las personas en la Iglesia.

2. JOVEN NO TENGAS MIEDO DE LUCHAR. 2 Pedro 1,3-7


Queridos jóvenes, aprendan a luchar con los deseos de Dios por que ustedes están llamados a identificarse con estos deseos, ellos
son nuestra identidad por cuanto es fruto que se enraíza en el corazón.
No tengan miedo frente aquello que Dios les pide y les ofrece, ni pierdan tiempo y energía en luchar inútilmente contra ustedes
mismos, cerrados dentro de horizontes ambiciosos, mezquinos frente aquello que Dios ha preparado para ustedes. En lugar de
luchar contra su debilidad, luchen con la potencia de Dios que se manifiesta en la debilidad humana.
El joven en este tiempo debe poner a disposición de los otros sus dones, comenzando por nuestros hermanos, con los cuales
estamos llamados a vivir la misma espiritualidad. A ustedes jóvenes, les espera abrir nuevos caminos en esta dirección y proponer
nuevos itinerarios de espiritualidad a partir de aquel inmenso depósito de bienes espirituales que son nuestros carismas.
Joven mantente alegre en tu juventud. Sirácides 11,9. Aprecia este tiempo en formación especial e irrepetible, tiempo de gracia rico
en dones, es la etapa que transcurre en plenitud, sin anticipos ni impaciencias, sin frenesí por el futuro ni nostalgias por el pasado.
Se realista, nada ocurre espontáneamente en el hombre, la formación espiritual quiere decir trabajo y conversión, aprender a amar,
realizar tu ideal, no te enojes con tus límites; la fuerza de Dios se manifiesta en tu debilidad no pongas límites a los proyectos del
Padre, Dios quiere hacer de ti un profeta, un apóstol, un amigo de Dios y del hombre; no un dependiente que ejecute ordenes o se
contente con hacer solamente aquello que esta seguro que puede hacer repitiendo por miedo a fracasar.
No tengas miedo de las dificultades del momento presente, de la oposición de la cultura dominante, no temas que no hay ningún poder
que pueda conquistar tu corazón y quitarte la libertad. ¿No es Cristo que nos ha liberado con su sangre derramada sobre la cruz?

Se artista de tu vida, no te conformes con repetir con aquello que otros hacen o dicen; se creativo y poeta capas de narrar con palabras
vivas cada obra realizada, se prudente y optimista; se agradecido con los mayores y dales esperanza a los que aún están fuera de la Iglesia.
Huye de la tristeza como de un demonio tentador y no te aferres demasiado a lo serio; no intentes salvar al mundo entero eso es de Dios.
Pero si das tus cinco panes y dos peces, todo aquello que tienes y eres, junto con Cristo y tus hermanos harán cosas grandes.
Mantente contento y colmado de gratitud por el don de la vida, por tu familia y por tu comunidad; por todo aquello que recibes
continuamente; no seas como aquel Hebreo que después de haber atravesado ileso y descalzo el mar rojo, se enojó con Moisés por
haberse enfermado de reumatismo...cuidado más bien, con los reumatismos de la ingratitud de la sociedad que resulta golosa,
déjate querer y reconoce el afecto que te rodea que por mucho que dones a la vida, a los otros, a la comunidad, no igualarás jamás
el monto de lo que has recibido. “He aquí Benjamín guía a los príncipes de Juda. Salmos 68,28; en este camino del tercer milenio
te toca a ti guiar hacia el camino de Dios”.

TAREA
1. Reflexionar la lectura de: Romanos 8,18-25
2. ¿Qué podemos hacer para mejorar el mundo en que vivimos?

ORACIÓN
María joven de Israel, tú que has contestado enseguida
Sí a la propuesta del Padre, mantennos a nosotros los jóvenes atentos y
obedientes a la voluntad de Dios.
Tú que nada has poseído para ser rica, solamente a Dios
y a su Palabra que libera corazones de toda atadura mundana,
para que el reino de Dios sea nuestro único tesoro;
tú que has mirado la virginidad como aceptación total del amor divino
has que nosotros descubramos la belleza de la castidad;
tú que tienes un corazón enamorado de Dios mantennos a nosotros los jóvenes
la perenne juventud del espíritu y del amor.
Amén.

LA VENTA DE GARAJE DE SATANÁS


Una historia sobre las tentaciones que el diablo nos ofrece

Hace un tiempo atrás Satanás realizó una venta de garaje. Allí estaban, parados en pequeños grupos, todas sus brillantes baratijas.
Tenía herramientas que ayudaban a romper, a malograr. También había lentes de aumento para aumentar la propia importancia, y
que si mirabas por el otro lado, podías usarlos para disminuir a los demás o incluso a uno mismo.
Contra la pared estaba la usual variedad de implementos de jardinería con la garantía de hacer crecer la soberbia: el rastrillo del
desprecio, la lampa de los celos para cavar un abismo entre uno y el prójimo, las herramientas del chisme y la calumnia, de
egoísmo y apatía. Todos estos utensilios eran agradables a la vista y venían llenos de promesas y garantías de prosperidad. Los
precios, claro está, no eran muy baratos; ¡pero no había que preocuparse!, tenía grandes facilidades de pago para todos los clientes.
“¡Llévelo a casa, úselo, no se preocupe que lo pagará más tarde!” era la frase favorita del diablo.
El visitante notó dos herramientas desconocidas y muy desgastadas de pie en una esquina. Y sin ser ni cercanamente tan atractiva
como los otros objetos, le pareció raro que estas dos herramientas tuvieran un precio más alto que las demás.
Cuando preguntó porqué era esto, Satanás sólo sonrió y dijo: “Bueno, eso es porque yo las uso muchísimo. Si no tuvieran tan mala
apariencia la gente las vería como son realmente”. El diablo señaló las herramientas diciendo: “Mira, esa es la propia inseguridad y
la otra es la desesperanza, y estás serán las únicas que funcionarán”.

UN PADRE NUESTRO MUY ESPECIAL


Padre Nuestro que estás en los cielos, en los mares, en las mariposas, en los bosques, en los conejitos y en el corazón del Hombre;
Santificado sea tu nombre y el nombre de todos aquellos cuyo reflejo nos recuerda tu presencia; santificarás las nubes, santificadas las
sonrisas de los niños, santificados todos aquellos que tienen sed de justicia.
Venga a nosotros tu Reino de los Cielos al Reino de la Tierra.
Que la Tierra sea el Paraíso que todos soñamos si no fuera por el uso y el abuso que hace el Hombre de ella.
Venga a nosotros tu legión de árboles, de colibríes, de caballos y venaditos.
Venga a nosotros tu legión de Amor que nos ilumine para encontrarnos y trabajar por un mundo mejor, y que cada vez que hagamos el
amor sea una explosión de ternura que ponga celosas a todas las estrellas,
Y cada vez que engendremos un hijo sea una alegría profunda donde se convoquen todas las fuerzas celestiales.
Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, y en el alma de los niños, y en el alma de nuestros hermanos los bosques, los ríos, el aire y los pajaritos…
Hágase tu voluntad en las cárceles, en los manicomios, en las calles llenas de soledad de nuestras ciudades.
Danos hoy nuestro pan de cada día. Sobre todo, Señor, danos la fuerza para trabajar por no seguir teniendo la vergüenza de pertenecer a la especie
humana, mientras existan niños sin más pan que el que reciben de los basureros, ni más cobijo que un manto de estrellas y algunos periódicos.
Perdónanos nuestras deudas, nuestras omisiones, nuestras envidias y enséñanos a perdonarlas en nuestros semejantes. Perdónanos todo
lo que le hemos hecho a este Edén que escogiste como nuestra morada.
Líbranos del mal, de las bombas atómicas, de la codicia, de los políticos y sus policías,
y no nos dejes caer en la tentación de abandonar la lucha en la que el Amor sea nuestra bandera.
AMEN.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 3

DIOS NOS REGALA LA LIBERTAD


Objetivo: Conocer que la libertad es un don de Dios, que debemos valorarla cuidándola con la capacidad de decidir entre el bien y
el mal, y si queremos llegar a la Felicidad hay que crecer y madurar en el amor.
Motivación: La Oscura Caverna
Canto: Mi pensamiento Eres Tú Señor. 42

1. ENSEÑANZA: YA CONOCES LOS MANDAMIENTOS... Marcos 10,18-19


El hombre existe porque Dios lo llama como un ser libre propio, porque lo llama a la existencia con
un acto soberanamente libre; lo hace responsable literalmente capaz de responder, lo pone sin más
condiciones de decidir que hacer con el don recibido, debe ser libre como su creador.
¿Cómo vivimos nuestra libertad? ¿Soy capaz de elegir entre lo bueno y lo malo?
En nuestro tiempo, se considera erróneamente que la libertad es cuando el hombre hace uso de ella
como quiere, hacia la vida del prójimo y de la sociedad. La libertad es un don que solo cuando
sabemos usarla responsablemente para todo lo que es el verdadero bien.
¿El hombre vive su libertad o vive en libertinaje?. Dar ejemplos

El abuso de mi libertad se convierte en libertinaje haciéndome esclavo de mis deseos, y en la falta de respeto a mi vida. El libertino
es la caricatura de un hombre libre. Así no se es verdaderamente libre...
En la sociedad hay diversas cárceles en las que hemos nosotros mismos elegidos esclavizarnos: la moda, diversión, alcohol, sexo,
drogas, odios, envidias y otros... ¿Vives tú en una cárcel? ¿Cuál es la tuya?

La libertad sin límites destruye al propio hombre, pues lo convierte en su peor enemigo al pretender “hacerlo como un Dios de su
existencia”, pues la libertad mal usada se convierte en libertinaje y en vez de que el hombre busque el apoyo solidario como
hermanos e hijos de Dios, se convierte en competidor del otro y luchan por destruirse unos a otros; este hecho es actual pues tiene
su causa en la falta de respeto a la norma moral. Realmente somos libres cuando somos capaces de gobernar nuestra propia vida si
tenemos poder de autodeterminación. Ser libre es hacer lo que quiero y quiero lo que debo hacer. Romanos 7,15.

Tenemos dos puntos de referencias en la vida:


En nuestro interior, la conciencia. Fuera de nosotros las señales de ruta:
Los mandamientos de la ley de Dios.
Leamos lo que dice Jesús al joven rico. Marcos 10,18-19

2. “ANTE EL HOMBRE ESTA LA VIDA Y LA MUERTE, LO QUE PREFIERA CADA CUAL LE SERÁ DADO”. Sirácides 15-17
La libertad es la posibilidad de realizar la identidad de hijo libre y capaz de dar respuesta al Padre; es tener los mismo sentimientos
de Cristo que significa imitar en lo interior cada actitud de Cristo, para con el prójimo (gestos, palabras, pensamientos y deseos).
En nuestros tiempos ¿es fácil ser libre? ¿Qué me esta impidiendo ser realmente libre?

La iglesia católica nos habla de la libertad humana que Dios les ha concedido al hombre y la mujer, al dotarlo de inteligencia y
voluntad, en virtud de su alma y potencias espirituales de entendimiento.
Pero cuando la libertad va acompañada de la responsabilidad adecuada, entonces es un derecho natural que debe ser reconocido y
respetado por todos y protegido por la autoridad civil. Dice el catecismo “Toda persona humana creada a imagen de Dios, tiene el
derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable”. La libertad sin norma moral es un arma de doble filo que puede
atentar contar lo más profundo de la dignidad humana y de los derechos humanos.

3. LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES


“Ustedes serán mis verdaderos discípulos si guardan siempre mi Palabra; entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará
libres”. Juan 8, 31-32. El joven esta llamado en estos tiempos a tener y sentir vocación para Dios; la vocación es un diálogo entre
dos libertades aquélla de Dios que llama y aquella que el hombre responde con un si o un no. En efecto Dios llama a quien quiere,
cuando quiere y como quiere, según su propósito y su gracia. 2 Timoteo 1,9.
Dios nos llama nos deja libremente a darle una respuesta y nos hace responsable, no nos ata a Él, no nos obliga a amarlo, a mostrarlo o
seguirlo como por ejemplo en la parábola del joven rico. Dios es aquel que nos llama. 1 Pedro 1,15. Y su llamado va en tres direcciones:
A.- LLAMADO A LA VIDA: Dios ante todo es aquel que llama a la vida y a vivirla, así como Él dio la vida en la creación del
mundo y del hombre, por su voluntad que nos ha amado aun antes de que fuéramos y esto es un misterio. Nos llama por nuestro
nombre confiándonos nuestra vida propia y la del otro, una misión según su voluntad.
B.- LLAMADO A LA FE: Desde el momento de nuestra respuesta al llamado de Dios nuestra vida ha sido un continuo recibir llamados,
pequeños y grandes, implícitos o explícitos; puesto que el joven está llamado a un acto decisivo y misterioso de toda la vida: ¡creer o no
creer en Dios! que significa adhesión de todo el ser con todo el corazón con la mente, con las fuerzas, con las debilidades, con pasión y
emoción. El joven debe responder a este llamado a través de sus actos, es arrojarse a Dios no porque estemos seguros de donde vamos a
caer, sino simplemente porque es Dios quien nos reclama y nos lanza, tenemos la certeza de ser recogidos entre sus brazos.
C.- LLAMADO EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO: Nuestro llamado nace y esta al servicio de la Iglesia y del mundo, si nuestras
raíces eclesiales son sólidas pues darán frutos en abundancia para la santidad y para la salvación del mundo, este llamado debe prepararnos
como jóvenes que somos a ser capaces de entablar diálogos con los hombres para el bienestar espiritual personal y comunitario.
Aprendamos a querer este mundo en el cual el Señor nos ha puesto y para el cual nos ha elegido; no tengamos sentimientos de
superioridad que harían distinciones con aquellos que creemos que son malos, pues Dios ama a justos y pecadores.
El Apóstol Pedro nos invita: “Sean libres y verdaderos, no como aquellos que habla de libertad para justificar su maldad. Sean
libres como servidores de Dios”. 1Pedro 2,16.
Para ser libres hay que ser sinceros con nosotros mismos cualquier engaño te encierra en las cárceles que ya hablamos y te hace esclavo.
Recordemos que la libertad solo se reconoce en el amor. Gálatas 5,13-15
Conclusión: Vivir de espaldas a la muerte es vivir en el engaño. Y si en la propia vida hay engaño, ¿considerar que el libertinaje
no nos lleva a la muerte?, puede que nos desengañemos demasiado tarde. Pensar en la muerte no tiene porqué suponer miedo en la
vida, sino que nos ayuda a darnos cuenta de que el tiempo a nuestra disposición es limitado y hemos de hacerlo fructificar. No nos
debe llevar a reflexiones pesimistas, sino a esforzarnos por llenar la vida de sentido.

TAREA:
1. Reflexionar la lectura Hechos 5,29 ¿A qué me puedo comprometer?
2. Como joven que ejemplos del mal uso de la libertad nos puedes dar.

ORACIÓN
Señor, ayúdame a descubrir en la vida el amor.
Ayúdame a amar, y hacer lo que quiera.
Ayúdame a callar, y a callar con amor.
Ayúdame a gritar, y gritar con amor.
Ayúdame a corregir, y corregir con amor.
Ayúdame a que dentro de mí este la raíz del verdadero amor,
que ninguna otra cosa, solo el bien pueda salir de esta raíz.
Amén.

LA OSCURA CAVERNA
Un relato sobre la necesidad de arriesgarse para encontrar la verdadera luz

Hace mucho tiempo hubo una tribu que vivía en una oscura y fría caverna. La caverna era pequeña y la tribu vivía hacinada dentro de ella
temblando de frío. Durante mucho tiempo, la tribu gritaba y se lamentaba. Era todo lo que ellos hacían. Era todo lo que ellos sabían hacer.
Los sonidos que emitía la tribu en la caverna eran fúnebres; pero la tribu desconocía esto pues ellos jamás habían conocido la alegría. El
Espíritu de la cueva era un espíritu de muerte; pero la tribu tampoco lo sabía pues ellos nunca conocieron lo que era en verdad la vida.
Un día ellos escucharon una voz diferente que les dijo: “He escuchado sus lamentos. He sentido su frío y he visto su oscuridad. Es
por eso que he venido a ayudarlos”.
La tribu permaneció en silencio. Ellos nunca habían escuchado esa voz: la esperanza, y parecía extraño a sus oídos. ¿Cómo
podemos saber nosotros que usted ha venido a ayudar?, le preguntaron al hombre.
- Confíen en mí, contestó el hombre. Yo tengo lo que ustedes necesitan.
Las personas de la cueva se acercaron a través de la oscuridad para observar la figura del extraño. Él estaba apilando algo,
inclinándose de un lado a otro para recoger y volverlo a apilar.
- ¿Qué esta haciendo usted? gritó otro. Pero él no dijo nada.
“¡Díganos en este momento!” exigió un tercero.
El visitante estaba de pie y habló en dirección a las voces: “Yo tengo lo que ustedes necesitan”. Se agachó hasta el suelo y
encendió lo que había estado apilando tan cuidadosamente. La madera apilada hizo erupción y la luz llenó la caverna.
La tribu entró en pánico, y empezaron a gritar: ¡Apáguelo! ¡Hiere nuestros ojos!
- “La luz siempre hiere antes de que ayude”, contestó el extraño. Acérquense un poco más, el dolor irá pasando pronto.
- Yo no puedo, dijo una voz.
- Yo tampoco, dijo otra
- Sólo un necio se arriesgaría exponiendo sus ojos a tal luz, dijo un tercero.
El extraño estaba de pie al lado del fuego y les dijo: ¿Acaso prefieren la oscuridad? ¿Prefieren el frío? No tengan miedo. Tengan Fe.
Durante mucho tiempo nadie habló. Las personas trataban de cubrir sus ojos con las manos y escondiéndose unos detrás de otros.
No se animaban a acercarse. El extraño estaba al pie del fuego y les dijo para animarlos: “está caliente aquí”.
De pronto una voz salió del fondo de la cueva. “El tiene razón”, dijo. Es más caluroso... el extraño volteó y vio acercarse a una
mujer hacia el fuego. “Ahora puedo abrir mis ojos. Ya puedo ver” dijo la mujer.
- “Acércate”, le dijo el extraño. Ella obedeció y caminó hacia el anillo de luz.
¡Es tan caluroso aquí!, dijo la mujer mientras extendía sus manos. “Ya no siento frío”. “Vengan acérquense, sientan el calor”, les
dijo a sus demás compañeros.
¡Cállese!, gritó una voz, ¿cómo te atreves a invitarnos a tal tontería? Déjanos y toma tu luz. Llévatela, no la queremos.
¿Por qué no vienen? ¿A que le temen?, dijo la mujer al extraño. Él respondió:
- “Ellos escogen el frío, pues aunque está frío, es lo que ellos conocen. Prefieren morir de frío antes de confiar y arriesgarse por
algo nuevo, por algo diferente, que los salvará”.
- “¿Y vivir en la oscuridad para siempre?”
- Sí, y vivir siempre en la oscuridad. La mujer permaneció en silencio. Miró primero a la oscuridad y luego al extraño.
El extraño entonces le preguntó:
- “¿Dejarías tú el fuego?” ella hizo una pausa, y entonces contestó:
- No podría permanecer más en el frío. Pero tampoco estaría en paz sabiendo que mi gente muere en la oscuridad de esta cueva.
- “Eso no será necesario”, respondió el hombre. Ten, extendiéndole un palo que ardía en fuego. Lleva esto a tu gente. Diles que la luz
está aquí, que la luz es portadora de calor, de vida. Diles que la luz es para todo aquél que la desea, para todo aquél que tiene Fe.
Ella tomó la pequeña llama y caminó entre las sombras.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 4

EL VALOR DE LA AMISTAD
Objetivo: Reconocer y valorar la importancia de la amistad como Don que nos regala Dios, saber distinguir sus características para
conservarla, fortalecerla en el perdón mutuo y sincero.
Motivación: “Amigos en el Desierto”
Canto: Tomados de la mano

1. ENSEÑANZA: ¿QUÉ ES LA AMISTAD? Sirácides 6,14


La amistad es un gran valor que ayuda a la persona, ser sociable por naturaleza, a comunicarse y a
perfeccionarse en compañía de sus amigos. Es una relación de reciprocidad donde especialmente la
confianza juega un papel importante. La amistad es un compartir afectos, anima a darse y a dar, a
recibir y a comprender al otro, no por pura simpatía, sino por el conocimiento que se fomenta con el
trato. La amistad es la virtud que nos lleva a una relación sólida, profunda, desinteresada y recíproca
que no se termina con el tiempo o la distancia, y que lleva a los amigos al crecimiento personal y
enriquecimiento mutuo, a ser cada día mejores.

Es una relación basada en intereses y netas comunes que no se acaba con el tiempo o la distancia y que lleva a ambas partes a
enriquecerse mutuamente, a ayudarse a crecer como personas, a desarrollar todas sus potencialidades y a superarse en la vivencia
de la virtud. No podemos dudar que la amistad es un espacio donde podemos manifestar el amor. Debemos comprender que es
posible tener y ser buenos amigos y que vale la pena luchar para conseguirlos, conservarlos y mantenerse fieles a la amistad. La
amistad va más allá de compartir juegos y gustos o ser compañeros de clase, y que la verdadera amistad no se basa en el placer o la
utilidad que brinda el amigo, sino en la búsqueda del bien y la vivencia de la virtud, y que no termina con el tiempo y la distancia.
¿Cómo son nuestras amistades de hoy?
2. FORMAR LA VIRTUD DE LA AMISTAD. Sirácides 6, 5-17
Porque la vivencia de la amistad implica la vivencia de otras virtudes como son la generosidad, sinceridad, disponibilidad, fidelidad,
comprensión, confianza mutua, honestidad, entrega, compromiso, servicio y respeto, dando siempre lo mejor de uno mismo, virtudes todas
muy importantes y necesarias para la vida de cada persona. Porque una buena amistad lleva a ambas partes a ayudarse a crecer, enriquecerse,
ser mejores, desarrollar todas sus potencialidades y superarse en la vivencia de la virtud. Porque para poder tener buenos amigos primero hay
que ser buen amigo, es decir, darse a los demás, siendo sincero, respetuoso y generoso. Es una condición para formar la amistad.
Porque la fidelidad en la amistad lleva a la superación mutua y a trabajar para construir y fortalecer cada vez más la amistad.
Porque la vivencia de la virtud de la amistad capacitará al joven para establecer relaciones y amistades sólidas que le llevarán al
crecimiento personal y comunitario, así como al servicio de los demás. Porque que el joven descubra la Felicidad que trae consigo
una amistad, que la estime, valore y defienda y descubra quiénes son los verdaderos amigos y juzgue correctamente la buena
amistad. Porque que el joven estime y valore los ejemplos que en la historia existen de buena amistad.

LO QUE SIGNIFICA VIVIR LA AMISTAD: Estar Feliz por la compañía de un amigo.


Ayudar al amigo a hacer siempre lo mejor, cumplir con sus obligaciones y respetar las reglas. Ayudar, cuidar y defender al amigo
cuando lo necesite, estando siempre junto a él. Dar lo mejor de sí mismo al amigo, comenzando por compartir sus cosas, y a medida que
va madurando, su propia persona. Comprender y perdonar al amigo cuando nos ofende y pedir disculpas sinceras cuando lo
ofendemos. Tratar siempre con amabilidad al amigo, nunca burlándose de él o haciendo algo que lo pueda lastimar. Alegrarse
cuando el amigo está alegre, y entristecerse cuando está triste. Alegrarse con sus éxitos y apoyarlo en sus fracasos.
Aceptar al amigo como es y no como deseamos que fuera. Apreciarlo con sus virtudes y sus defectos, ayudándole a superar sus
defectos y acrecentar sus virtudes. Ser fiel con el amigo, aunque todos los abandonen. Ser leal y no hablar a sus espaldas.
LO QUE FACILITA VIVIR LA AMISTAD:
Una personalidad comunicativa y amable: el temperamento jovial y alegre.
La bondad sincera, el deseo de hacer el bien y preocuparse por los problemas de los demás. La sinceridad y la franqueza.
El deseo natural de pertenecer a un grupo y ser aceptado. Porque para el joven pertenecer a un grupo es importante, de esta manera
encuentra y afianza su personalidad social y hace que busque, de manera natural, ser un buen amigo.
El temperamento extrovertido tendrás más facilidad para lograr esto pues se relacionará más fácilmente. En varones la socialización se
facilita por la mayor tendencia a la actividad física que a la verbal y no se cuestionan sobre el otro.
La capacidad de comprensión y compasión en las mujeres favorece una amistad sólida y profunda. La lealtad porque es la virtud
que ayuda a la persona a mantener, aceptar y trabajar por los vínculos con el amigo.
La generosidad que ayuda a trabajar por el bien del otro, teniendo en cuenta lo que necesita para ser mejor siempre con una actitud de servicio.
El pudor porque controlará la entrega de aspectos de su intimidad y favorecerá el respeto hacia la propia persona y hacia los demás,
requisito indispensable para una verdadera amistad.
La comprensión ayudará a ver la vida desde la perspectiva del otro.
La confianza y el respeto conducen a mostrar interés y creer en el amigo y en sus posibilidades de mejorar continuamente.
QUE DIFICULTA LA VIVENCIA DE ESTA VIRTUD:
Los temperamentos tímidos o introvertidos pueden llevar a tener pocas amistades.
Los temperamentos egocéntricos que prefieren recibir que dar. El temperamento intolerante o egoísta.
Las personalidades orgullosas, altaneras o quisquillosas porque incapacitan para el auto-análisis y la reflexión sobre sí mismos.
La inquietud por tener muchos amigos, la superficialidad más propia del hombre, y el afán de reconocimiento social porque pueden empobrecer esta virtud.
3. LO QUE EL SEÑOR NOS PIDE DE LA AMISTAD. Juan 15, 12-15
La lealtad es un elemento necesario para tener una amistad duradera y estable con una persona; un amigo es un tesoro, que se
tendrá que cuidar y proteger. En el ámbito de la lealtad, se deben de considerar muy importantes: la defensa del buen nombre del
amigo o de la amida, la discreción para guardar las confidencias y el respeto para velar por su intimidad.
 Comprender las ideas y los sentimientos de los demás. Se podrán tener amigos o amigas que no piensen igual que uno, pero
cuando hay un afecto sincero se aceptan, si bien se hace un intercambio de pensamientos que animan a la mejora personal por las dos
partes.
 Saber seleccionar a los amigos por su comportamiento. Un amigo que traiciona, explicando a los demás nuestros sentimientos, un
amigo que busca la complicidad de compartir marihuana o alcohol, por ejemplo, no tiene las características del buen amigo, que
normalmente se encuentra por intereses comunes de estudios, de deporte, de escuela y que comporta el requisito de la amistad: procurar el
bien del otro.
 Tener la honestidad de saber guardar un secreto. La amistad siempre está basada en la confianza, que no se puede
traicionar.
 Saber estar siempre junto a los amigos y amigas cuando lo necesitan.
Podemos hacer una lista de cualidades entre las que no pueden faltar la generosidad, la humildad, la amabilidad, la puntualidad, la
cortesía... pero lo que interesa es preservar la amistad de contactos que la malogren.
Dice Aristóteles: “Algunos creen que para ser amigos es suficiente querer, como si para estar sano, solo hiciera falta desea la
salud” El verdadero mensaje de amor es el de Nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio de San Juan 15, 12-15.
“Mi mandamiento es éste: amaos los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da la vida
por sus amigos. Vosotros son mis amigos si hacéis lo que yo os mando. En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo
no conoce lo que hace su Señor. Desde ahora os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre”.
Hoy en día sabemos que un amigo o un círculo de amigos puede tener en un joven tanta o más influencia que el propio hogar, no se
trata de menospreciar nuestra herencia genética, pero si debemos de reconocer la importancia de ser amigo y del tener amigos.
La amistad es la capacidad que Dios ha dado, al ser humano de proyectarse sin ataduras de dependencia, de igual a igual, de
corazón a corazón, al amigo lo escoges. Ser amigos es reconocer senderos, compartir vivencias y tiempo, desde el respeto más
profundo es donde surge la amistad deseada hacia Dios y al prójimo, abierta, digna y fiel.
Dios se despoja de su grandeza para ser nuestro amigo y ser amigo de Dios es entrar en un círculo de amor, libre y responsable; es
abandonar una cierta sensación de dependencia para entrar en un clima de recíproca colaboración.
Los encuentros con personas afines en Fe, inteligencia y sinceridad, posibilitan gozar el don de la amistad con el prójimo, rompiendo la
sensación de aislamiento. San Agustín decía que: “el camino, la oración y el diálogo con los demás son los medios que dan la Felicidad”.

ALGUNOS SIGNOS DE LOS AMIGOS DE DIOS:


 El amigo de Dios confía plenamente en Él, sabe que Dios lo ama más que Él a sí mismo.
 Hay una confianza ilimitada entre ambos, es la confianza de quien experimenta, una fuerza interior que le empuja a confiar por encima de
todo.
 No es el que se justifica en el “Yo soy así” para no cambiar, sino que se reconoce, se acepta, se esfuerza por mejorar y pide ayuda al
Señor.
 Vive su propia pasión, va con Cristo, vive con Él y le pertenece; sabe por la Fe y por una fina intuición de servicio.
 Sabe que debe ser Feliz, no apoyándose en conseguir lo que desea, sino en obrar con rectitud de conciencia.
 Que tenga tiempo de acoger con cariño e interés a los que sufre; que tenga un alma abierta y tolerante y tenga un compromiso en el día
a día.
 Que tenga una Fe enorme y viva, que sabe y experimenta que “Dios es Dios” porque lo conoce y vive en Él.
 Se descubren amados incondicionalmente por Dios, y se reconocen también débiles.
 Experimentan la invitación y el compromiso a mejorar en su evangelización por medio de su testimonio.
 Confían en la acción de gracia, cuando piden algo, lo hacen porque creen necesitarlo, aunque Dios no siempre les conceda lo que
piden.
 Tienen debilidades, incoherentes que los humillan y desconciertan, pero procuran llevar una vida recta, coherente con sus
principios “si” cuando es “si” y “no” cuando es “no”, ni juran ni prometen. Mateo 5,37.
 Aman la verdad y son sinceros, valoran la paz.
 Son alegres por Dios, los ama y porque su alegría es serena y sencilla; procuran ser Felices y hacer Felices a los demás.
 Son vitalistas cargados de esperanza y aunque han sufrido, no resumen amargura, todo les hace ilusión porque creen en Dios y en el ser
humano.
 Son agradecidos y educados, sabios aunque no tengan estudios, participan de la sabiduría de Dios, siempre abiertos a
aprender.
 Procuran armonizar razón y corazón, tratando de decidir oportunamente.

TAREA
1. Reflexionar la lectura de Sirácides 6, 5-17. ¿Qué me pide Dios en mis relaciones de amistad?
2. ¿Qué compromiso asumiré en adelante con mis amigos?
3. Hacer una oración a Jesús por enseñarnos la verdadera amistad
AMIGOS EN EL DESIERTO
Una historia que habla sobre el perdón y la verdadera amistad

Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la
arena: “Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo
salvado por el amigo. Al recuperarse tomo un estilete y escribió en una piedra: “Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida”.
Intrigado, el amigo pregunto: porque después de que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?, sonriendo, el otro
amigo respondió: “Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán
de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde
el viento no podrá borrarlo”.
Las relaciones humanas, por ser relaciones perfectibles más no perfectas, deben basarse en el perdón, sólo así podremos construir una
verdadera amistad y, aunque muchas veces signifique renunciar a nosotros mismos y duela, podremos realmente amar, ser amados y por ende
alcanzar la plena Felicidad. “En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de
amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que duela”.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 5

TENGO UNA FAMILIA


Objetivo: Aprender a vivir en nuestra familia y reflexionar sobre la importancia que tenemos en ella, aceptando, amando a cada
miembro tal como son. Imitando la vida familiar de la Sagrada Familia: José, María y Jesús.
Motivación: “El Regalo de la Generosidad Filial”
Canto: Como no creer en Dios.

1. ENSEÑANZA: NUESTROS PADRES COMO GUÍAS DE FAMILIA


Muchos jóvenes tienen dificultades con sus padres, algunos simplemente no los aceptan, otros se limitan a
pedirles cosas pero nunca hacen un esfuerzo para comprenderlos. En realidad, existen muchos factores
que influyen en esta situación; los padres son a veces, demasiados autoritarios y no dejan crecer a los hijos
en un ambiente de confianza y libertad; algunos padres no tuvieron educación y no saben como educar a
los hijos; otras veces los hijos son un poco rebeldes y pasan el mayor tiempo en la calle.

A otros en cambio les sucede lo contrario, se despreocupan totalmente de sus hijos y los dejan crecer
así no más, sin orientarlos ni entregarles el afecto que necesitan. Sin embargo, también hay que
tomar en cuenta que pocas veces nos ponemos en su lugar.

Haz pensado lo que significa:


 Trabajar 8 ó 10 horas diarias y dos más de viaje en micro.
 Tratar que el dinero del mes alcance para la comida, el agua, luz, ropa, teléfono, escuela, etc.
 Tener que levantarse todos los días a las cinco de la mañana, y regresar cansados de trabajar a las nueve de la noche.
 No haber recibido ni educación o un buen ejemplo de sus padres.
 Haber salido de la casa de sus padres desde muy niño, para trabajar y ayudar a su familia.

Así viven muchos papás en nuestro país. Y que decir de las mamás, día tras día, año tras año, sirviendo, lavando, trabajando,
cocinando sin que nadie les diga que lo hacen bien, que es muy importante lo que hacen.
¿Cómo son tus padres? ¿Cómo se comportan contigo? ¿Cuánto oras por tus padres?

2. NUESTRA FAMILIA ES LA DE DIOS. Sirácides 7, 27-28.


En algunas familias; la ignorancia de los padres que llevados por las comodidades que les ofrece la sociedad, abandonan el deber
sagrado de velar por la educación de sus hijos, y dejan en manos de los medios de comunicación la posibilidad de “influir o
“deformar” sus conductas, constituyéndose una sociedad amoral. Algunas familias han perdido su identidad y su función,
afectando a los más débiles: niños, adolescentes y ancianos; siendo el origen de la crisis en la sociedad.

Los padres y madres se quejan con frecuencia, en nuestros días, de que no logran hacerse obedecer de sus hijos. Niños caprichosos
que a nadie hacen caso. Adolescentes que rehuyen a toda guía. Jóvenes y muchachas que no toleran ningún consejo, sordos a todo
aviso, afanosos de ser los primeros en los juegos y en las carreras, encaprichados en hacerlo todo por su cuenta y razón, creyendo
que sólo ellos comprenden las necesidades de la vida moderna, los hijos no poseen muchas veces el sentido de la sumisión y del
respeto a los padres.

Hoy se vive una atmósfera de ardiente altivez juvenil, todo tiende a hacer que se desprendan de toda deferencia hacia sus padres y
terminen por perderla; que todo lo que ven y oyen a su alrededor acaba por aumentar, inflamar y exasperar su natural y poco
domada inclinación a la independencia, su desprecio del pasado, su avidez del porvenir.

No todos vivimos en una familia tradicional: padre, madre e hijos, algunos por distintas razones vivimos con otros parientes. Más
allá de las circunstancias tristes que hayamos tenido con nuestra familia natural, las personas con las que vivimos son las que
Nuestro Señor nos invita a vivir en familia. Tenemos que aprender a vivir en paz, alegría y amor. Si vivimos con nuestros padres
han de ser los primeros que debemos vivir en unidad. Sirácides 7, 27-28. ¿Cómo me comporto con mis padres?.
Según la exhortación apostólica Familiaris Consortio, la familia tiene cuatro misiones:
 La formación de una comunidad de personas; el hombre no pude vivir solo y sin amor, la familia esta llamada hacer
iglesia doméstica en comunidad.
 Servicio a la vida; la Fecundidad no se reduce a la procreación de hijos se amplía en todo los frutos de la vida moral y
espiritual que los padres dan a los hijos.
 La participación en el desarrollo de la sociedad; es la primera escuela de virtudes sociales donde aprendemos la
hospitalidad y el servicio social.
 La participación en la vida y la misión de la Iglesia; continuar la edificación del reino de Dios con testimonio de Fe,
oración y servicio según el nuevo mandamiento del amor.

Lo primero que hemos de aclarar que vivir en familia es aceptarla, no es una resignación triste sino una aceptación compresiva. La
vida en común, implica el saber amar hasta dar la vida por los demás, negándonos a nosotros mismos muchas veces. No es
negarme sin amarme, sino un sacrificio voluntario y santificante. Debemos saber pasar con dignidad el famoso no me comprende y
crear a la persona comprensiva por amor.
¿Cambiarías algo de tus padres? ¿Ellos cambiarían algo de ti?
El 4° Mandamiento de la ley de Dios dice: “Honrar a tu padre y tu madre” nos recuerda que cual fuere la edad de los hijos, sus
conocimientos intelectuales, el conocer los defectos y las manías de los padres siempre existe el deber absoluto de respetarlos,
tanto interior como exteriormente, recordando que algún día tu formarás tu propia familia.
Reflexionemos: Efesios 6, 1-4; Eclesiástico 3, 1-16.

3. LA FAMILIA, SANTUARIO DE LA VIDA


Nuestra familia es iglesia doméstica porque debemos insistir en el deber de la educación cristiana de los hijos. La familia es nuestra
primera iglesia, donde conocemos a Dios. Y la casa es un primer templo donde Dios convive con nosotros y comparte el pan de todos los
días. En esta Iglesia Doméstica, los padres deben ser para sus hijos, los primeros educadores de la Fe, mediante su palabra y ejemplo.

En la Encíclica “Centessimus Annus”, el Santo Padre Juan Pablo II, nos enseña lo trascendental e importante que es la familia como
célula básica de la sociedad. Es preciso promover en las familias a que redescubran el valor del matrimonio y de la familia y
defenderla por ser el elemento vital para el buen desarrollo de toda sociedad. Podemos afirmar que la sociedad es un fiel reflejo de lo
que sucede al interior de la familia; por ello debemos promover, defender, unir y profundizar los valores que permitan augurar un
futuro esperanzador para la familia; reflexionando sobre lo que es el amor conyugal, la fidelidad y la función de los padres en la
educación de sus hijos y no permitir que las comodidades del mundo, afecten la amistad entre padres e hijos.

El Padre celestial que, al llamar a participar de la grandeza de su paternidad; nos ha comunicado también su autoridad, debemos
ejercitarla a imitación suya, con sabiduría y con amor. En la plenitud de los tiempos aparece Jesús, el hijo de Dios y lo vemos
dando ejemplo de obediencia a María y a José sus padres en la tierra. Jesús llevaba en su mensaje y en su estilo, la experiencia de
amor aprendido en el seno de una familia. Jesús llevaba la huella de la justicia de José, heredó también el valor y la ternura de
María, esto nos muestra claramente que Dios ama a las familias.

TAREA:
1. Haz una relación de dificultades que tienes en casa con las personas que vives, especialmente con tus padres. Reflexiona
¿Cómo se originan? ¿Qué razones tienen tus padres y que razones tienes tú?
2. ¿Qué te dice el Señor en la Lectura de Eclesiástico 3, 1-16?
3. Crear una oración por tu familia.

ORACIÓN

Jesús yo quiero que mi familia sea un reflejo de lo que fue la familia de Belén.
Ayúdame a ser buen hijo, se que obedeciendo y ayudando a mis papás,
dando buen ejemplo a mis hermanos y cumpliendo con mis trabajos puedo
contribuir a la Felicidad de todos.
Deseo que nos acompañes cuando nos reunimos porque con tu ayuda
podemos resolver los problemas y compartir también
las alegrías y los triunfos de cada uno de nosotros.
Amén.

EL REGALO DE LA GENEROSIDAD FILIAL


Mi amiga Ana tiene 19 años y desde hace varios meses tenía muy preocupados a sus padres. Ella que siempre había sido una niña tan
buena. Un día su mamá le dijo: “Hija, ¿qué haces con el dinero que te doy? ¿En qué te lo gastas?”. Ella, silenciosa, no respondía, se
limitaba a decir que ya no le quedaba dinero. No pocos regaños le dio su padre en esos meses: “¡claro, seguro que te lo gastas en
discotecas con tus amigas!”. Ellos, no obstante, le continuaron dando dinero advirtiéndole severamente de que se corrigiera.

El conflicto continuó hasta el 23 de marzo, Fecha en la que Ramón y Cristina, padres de Ana, cumplían 25 años de casados. Esa
mañana, Ana se presentó en el comedor, durante el desayuno, con un regalo especial. Con el dinero que ella había ido ahorrando en
tantos meses regaló a sus padres un fin de semana de descanso en Mallorca, con todos los gastos pagados: los boletos de avión, el
hotel y el alquiler de un coche.

No hace falta describir el abrazo que le dieron sus padres, mientras le pedían disculpas por los regaños que injustamente, pero sin
saber, le dieron. Ana había soportado durante meses reprimendas, había sacrificado la posibilidad de salir con sus amigas, de gastar
su dinero en propios caprichos, porque quería dar esta grata sorpresa a sus padres el día de sus Bodas de Plata.

Ese fin de semana en Mallorca fue para Ramón y Cristina el mejor fin de semana de su vida. No tanto por la belleza natural de la
isla, sino por la belleza moral de su hija. El mejor regalo, por consiguiente, no fue el viaje, sino el gesto de amor de donde provino.
Ningún regalo material puede ser mayor que el amor.
¿Dé donde le pudo surgir a Ana una idea así? muy sencillo, quería recompensar de algún modo a sus padres por todo el amor que le
habían manifestado durante sus 19 años de vida.

En un mundo en el que la propia diversión ocupa para muchos el primer lugar del ranking de sus valores, Ana nos da testimonio del
efecto boomerang del amor; cada uno cosecha lo que siembra, “siembra amor y cosecharás amor”. Los hijos absorben por simbiosis
todos los detalles de amor y de sacrificio que los padres realizan por ellos y buscan la ocasión de regresar lo que han recibido.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 6

NUESTRA VOCACIÓN ES EL AMOR


Objetivo: Reconocer que Dios nos llama a la vocación del amor, comprender que al imitar a Jesús en el servicio a los demás nos
acercamos a la Felicidad y gozamos del amor de Dios.
Motivación: “El Heredero”
Canto: Himno a la caridad.

1. ENSEÑANZA: EL AMOR – SERVICIO (1° Juan 3, 18)


Hoy en día vemos a muchas personas en actitud que no tienen nada que ver con el amor
auténtico; los más fuertes oprimen a los más débiles, muy pocos se acuerdan de los necesitados,
se busca el propio placer en la relación de pareja, mas que un darse generoso al otro, olvidando
que el amor no exige egoístamente la propia Felicidad, es decir, el amor es buscar siempre la
Felicidad de los que nos rodean, logrando nuestra propia Felicidad. Para ti ¿Qué es el Amor?

El amor es el principio y fuente creadora, porque el hombre fue creado por amor y para el amor.
Todas las manifestaciones del ser humano hacen patente esta tendencia: el amor es lo que
identifica a la persona, la capacidad de amar es exclusiva del ser humano. El vínculo entre las
personas debe ser el amor, el principio interior, la fuerza permanente y la meta última para vivir,
crecer y perfeccionarse. Para realmente amar hay que conocer ¿qué es el amor?. En tanto
descubramos su profundidad, creceremos más en la capacidad de amar.

Dios es amor, el hombre es imagen y semejanza de Dios, Dios ha creado al mundo por amor. 1° Juan 4, 8. La Fe, la confianza, el
amor que me pide el Señor, no son sentimientos o reacciones sino decisiones libres y voluntarias. 1° Juan 3, 18. No conviene fiarse
de los sentimientos, menos de las emociones, porque estas son pasajeras. Cuando el amor causa heridas a las personas que estamos
tratando de amar o nos hieren, existe una confusión, lo que parecía un gran amor se convierte en odio.
¿Haz confundido alguna vez el amor? ¿Cómo superaste eso?

2. EL AMOR ES LA DINÁMICA ESENCIAL DEL SER HUMANO. 1 Corintios 13, 4-7


El primer mandamiento de la ley de Dios es “Amar a Dios sobre todas las cosas” y Jesucristo nos enseña que ningún mandamiento
es más importante que este “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, no se contradicen, se complementan ¿Quién es tu prójimo?.

Ahora que conoces la definición del amor, ¿Crees que estás amando como se debe?. 1 Corintios 13,4-7. La dinámica, abarca
diferentes etapas, se expresa en todos los ámbitos de la personalidad humana y a lo largo de toda nuestra vida. Es esencial, pues
constituye el principio, la idea por la cual el hombre fue creado y el fin para el cual existe. Esta será la actividad del hombre por
toda la eternidad (“ahora están presentes la Fe y la esperanza, pero al final sólo existirá el amor”). El amor es la única razón que
justifica la existencia de todos y cada uno. El universo entero se creó por amor. El amor es el acto supremo de la libertad, la
actividad reciamente humana por la que una persona elige y realiza el bien del otro.

REQUISITOS PARA EL AMOR AUTÉNTICO:


 Querer amar, con un acto de voluntad humana. No por conveniencia o porque me gusta, me apetece o me interesa.

 Buscar el bien de la otra persona, lo que la hace Feliz y la perfecciona. Buscar el bien del otro precisamente en cuanto
al otro, no por mí, sino desde mí para el otro, tal como es.

ELEMENTOS QUE SE DAN EN EL AMOR:


 Confirmar en el ser: Es el principio de todo amor de amistad, del amor verdadero. El amor tiene la virtud de “hacer real”
a la persona que amamos, no nos es indiferente, nos importa por encima de todas las cosas; es más, su realidad llega a ser
nuestra propia realidad.
 Deseo de plenitud: El amor no sólo aspira a que el ser querido viva, sino que viva bien, que llegue a su plenitud, que
alcance su perfección, lo cual corresponde exactamente a uno de los fines del amor conyugal. ¡qué compromiso tan grande,
como pareja, el lograrlo!

Únicamente el amor nos hace capaces de penetrar en una persona, admirar la grandeza y los matices que encierra, y potenciarlos
por el amor. Esto incluye amarlo con sus defectos, poniendo los medios para que las imperfecciones vayan siendo superadas. Amar
significa admiración, crecimiento para no decepcionar las esperanzas, que otro puso en mí, desde su amor. ¿Cómo? saliendo de mi
propio apego, sin absorber al otro, evitando dominar.

 Entrega: es la culminación del amor; el que verdaderamente ama se da en la donación total de sí mismo con y desde nuestro
propio ser. Esto implica superar nuestros propios instintos y conquistar así la propia plenitud como persona. El hombre es la única
criatura que Dios ha amado por sí misma y no puede encontrar su propia plenitud sino en la entrega de sí mismo a los demás.

El egoísta es incapaz de amar. La madurez afectiva amplía la capacidad de amar, de salir del “vivir para mí” y alcanzar un “vivir
para ti”. Dicho de otra manera, “la primacía de ti, no para mí, sino en cuanto a ti”.
NECESIDAD DE CORRESPONDENCIA
No está pues, en la condición del ser humano, amar sin desear ser amado. El amor es cosa de dos, sólo así se establece un
equilibrio. El que ama merece la correspondencia del otro, porque generosamente se dona y porque al mismo tiempo, se vuelve
necesitado del otro. ¿Cómo compaginar el amor desinteresado con la idea de ser correspondido?

Cuando buscamos que el otro nos ame, buscamos su plenitud, que desarrolle su capacidad de amar y, por lo tanto, su bien y su
perfeccionamiento. Sólo se llega a la plenitud, cuando se da y se reciben en ambas direcciones. “Donde no hay amor, pon amor y
recibirás amor”.

Todos intuimos la necesidad del amor en nuestras vidas en todas sus manifestaciones: amor a los padres, a los hijos, en pareja, a
Dios. Podemos tener graves dificultades para describirlo y aún mayores para entenderlo, pero todos percibimos cuánto lo
necesitamos. Y precisamente por eso es un valor, porque sin él nuestra vida pierde todo su sentido. Amar y ser amado es uno de los
grandes sueños de todo ser humano. “El amor consiste en hacer Feliz a la persona amada”. Cuando alguien quiere hacer Feliz a
alguien lleva a cabo los actos propios del amor, que se enumeran.

La Iglesia siguiendo la enseñanza de Jesús que aparece en Mateo 25, 35-36 nos dice que hay siete obras de misericordia
espirituales y siete obras de misericordia corporales que son la mejor expresión del amor. El amor de un hombre y de una mujer
llegar a su plenitud en el sacramento del matrimonio, este amor es para siempre debe guardar la fidelidad respectiva en el
verdadero amor definitivo y no pasajero. ¿Qué es el matrimonio para ti? ¿Crees tú en el matrimonio?

El que se da todo por amor madura como persona y cumple su misión en la tierra: “Construir con la gracia de Dios un mundo
más fraterno y justo donde todos se puedan encontrar con Dios”.

3. EL HOMBRE ES UN SER CREADO POR DIOS


Es una criatura amorosa, sólo desde el amor de Dios puede entenderse la dignidad de la persona humana. Y, por lo mismo, sólo desde
Dios puede respetarse en su plenitud. Porque el hombre, es un ser con vocación de ser interlocutor divino por toda la eternidad, es
necesario descubrir la trascendencia de la persona y su vocación. Sólo él, de modo único e irrepetible, puede llevar a cabo la tarea
encomendada. Cada uno de nosotros no es fruto de la casualidad, ni consecuencia de un acto de placer más o menos consciente.

Alguien, desde toda la eternidad, nos eligió entre millones de seres posibles para que existiésemos en este momento concreto de la
historia, de estos padres concretos. Alguien pensó en nosotros desde siempre. Toda persona, sin excluir a ninguna, es un Don
original de Dios que espera ser descubierto. Y ese Don es, a la vez, una tarea, una misión a realizar, una vocación.

El hombre es, en su más profunda radicalidad, un ser llamado. Llamado desde el Amor para realizarse en una respuesta amorosa
que, por ser él único e irrepetible, la respuesta es única e irrepetible. Es decir, la tarea a la que cada ser humano está llamado o la
realiza él o queda sin realizar. Esa es su dignidad.

El ser humano, en efecto, es llamado a la vida y al venir a la vida, lleva y encuentra en sí la imagen de aquél que le ha llamado.
Vocación es propuesta divina a realizarse según esta imagen y es única-singular-irrepetible, precisamente porque tal imagen es
inagotable. Toda criatura significa y es llamada a manifestar un aspecto particular del pensamiento de Dios. Ahí encuentra su
nombre y su identidad; afirma y pone a seguro su libertad y su originalidad.

El descubrimiento de esta llamada, fruto de un Amor eterno, fundamenta el profundo respeto a toda vida, aún la de los más débiles,
los más indefensos, los que parecen más inútiles. O dicho de otro modo, en una cultura como la nuestra donde se ha perdido el
sentido de la trascendencia, donde todo aparece como fruto de la casualidad, la vida carece de sentido, de valor. Y fácilmente se
justifica su destrucción.

La existencia de cada uno es fruto del amor creador del Padre, de su voluntad eficiente, de su palabra creadora. El acto creador del
Padre tiene la dinámica de una invitación, de una llamada a la vida. El hombre viene a la vida porque es amado, pensado y querido
por una Voluntad buena que lo ha preferido antes que fuese, conocido antes de formarlo en el seno materno, consagrado antes de
que saliese a la luz. Jeremías 1, 5; Isaías 49, 1-5; Gálatas 1, 15. La vocación, por tanto, es lo que explica, en la raíz, el misterio de la
vida del hombre, y ella misma es misterio de predilección y gratitud absoluta.
Sólo cuando el hombre concibe la vida como un Don, como algo gratuito, aprecia la existencia. Y sabe que la única manera de
agradecerlo es entregándolo. Y volvemos a encontrarnos con nuestro tiempo donde la vida se vive egoístamente, como algo que el
individuo se le debe y, por lo mismo, quiere disfrutarlo sin entregarlo. Los demás le estorban y los destruye. Aquí, radica a mí
entender, el porqué de tanto atentado a la vida.

El mero hecho de existir debería llenar a todos de admiración y de gratitud inmensa hacia Aquél que de manera totalmente gratuita
nos ha sacado de la nada pronunciando nuestro nombre. Y, en adelante, la conciencia de que la vida es un Don, no debería suscitar
solamente una actitud de agradecimiento, sino que, a la larga, debería sugerir la primera gran respuesta a la cuestión fundamental
sobre el sentido: la vida es obra maestra del amor creador de Dios y es en sí misma una llamada a amar. Don recibido que, por
naturaleza, tiende a convertirse en bien dado.

Esta podría parecer una postura ideal o muy vana en los convulsionados tiempos en los que vivimos; sin embargo es muy
importante recordar también que aunque el amor es el motor que impulsa la unión del hombre y la mujer en el matrimonio, y por
ende, el nacimiento de una familia, es la voluntad, el mutuo consentimiento del varón y mujer, sobre lo que se funda el matrimonio,
estableciendo un vínculo.

La Iglesia nos recuerda los cinco pasos para el amor:


 Escuchar con simpatía, no juzgar al otro, sino ponerse en su lugar para sentir y vivir lo que el vive y siente
comprendiendo acciones y experiencias que nos da la vida.
 Aceptar a la otra persona con paciencia, tal como es en ese momento pues así Dios lo acepta.
 Animar al otro, descubrir el enorme potencial que tiene, que es capaz de dar más amor, de ser libre, de ser Feliz.
 Ayudar en sus necesidades, tanto físico (alimento, abrigo, salud); afectivo (curar heridas y madurar emocionalmente);
intelectual (educar mediante el dialogo y el intercambio de ideas); espiritual (con la oración, el testimonio y la enseñanza de los
dones del Espíritu Santo).
 El perdón sin límites, tal como Dios lo tiene conmigo y con todas los que lo solicitan, este amor es un ideal al cual Dios
me llama y que solo Él puede realizar en mí y en sus amigos.

“NO HAY AMOR MAS GRANDE QUE ESTE, DAR LA VIDA POR LOS DEMÁS” Juan 15,13
Solo nos queda reiterar que el amor al prójimo no es verdadero sino esta acompañada a sí mismo. Amar al prójimo menos que así
mismo es de egoístas, amar al prójimo más que así mismo es carecer de autoestima.
¿El mundo de hoy nos ofrece este amor? ¿Tú entendías así el amor?

TAREA
1. ¿Qué te pide Dios en la lectura de Lucas 10, 29-37?
2. ¿Qué te impide amar como Dios quiere, y a quienes te es difícil amar?
3. ¿Cómo respondería a la vocación del amor?

ORACIÓN

Señor que mi amor no espere recompensa,


que no este reglamentado ni pierda la esperanza;
Señor que mi amor no se canse, no se descalifique,
no se desespere, y no cierre nunca la puerta.
Señor que mi amor llame, invite, solicite y diga la verdad.
Señor que mi amor crea siempre,
crezca y dure para siempre.
Amén.

EL HEREDERO

Era una vez, de acuerdo con una la leyenda, que un reino europeo estaba regido por un rey muy cristiano, y con fama de santidad,
que no tenía hijos. El monarca envió a sus heraldos a colocar un anuncio en todos los pueblos y aldeas de sus dominios. Este decía
que cualquier joven que reuniera los requisitos exigidos, para aspirar a ser posible sucesor al trono, debería solicitar una entrevista
con el Rey. A todo candidato se le exigían dos características:
1° Amar a Dios.
2° Amar a su prójimo.
En una aldea muy lejana, un joven leyó el anuncio real y reflexionó que él cumplía los requisitos, pues amaba a Dios y, así mismo, a
sus vecinos. Una sola cosa le impedía ir, pues era tan pobre que no contaba con vestimentas dignas para presentarse ante el santo
monarca. Carecía también de los fondos necesarios a fin de adquirir las provisiones necesarias para tan largo viaje hasta el castillo real.
Su pobreza no sería un impedimento para, siquiera, conocer a tan afamado rey. Trabajó de día y noche, ahorró al máximo sus
gastos y cuando tuvo una cantidad suficiente para el viaje, vendió sus escasas pertenencias, compró ropas finas, algunas joyas y
emprendió el viaje. Algunas semanas después, habiendo agotado casi todo su dinero y estando a las puertas de la ciudad se acercó a
un pobre limosnero a la vera del camino.
Aquél pobre hombre tiritaba de frío, cubierto solo por harapos. Sus brazos extendidos rogaban auxilio. Imploró con una débil y
ronca voz: “Estoy hambriento y tengo frío, por favor ayúdeme...”. El joven quedó tan conmovido por las necesidades del limosnero
que de inmediato se deshizo de sus ropas nuevas y abrigadas y se puso los harapos del limosnero. Sin pensarlo dos veces le dio
también parte de las provisiones que llevaba. Cruzando los umbrales de la ciudad, una mujer con dos niños tan sucios como ella, le
suplicó: “¡mis niños tienen hambre y yo no tengo trabajo!”. Sin pensarlo dos veces, nuestro amigo se sacó el anillo del dedo y la
cadena de oro de cuello y junto con el resto de las provisiones se los entregó a la pobre mujer. Entonces, en forma titubeante,
continuó su viaje al castillo vestido con harapos y carente de provisiones para regresar a su aldea.
A su llegada al castillo, un asistente del Rey le mostró el camino a un grande y lujoso salón. Después de una breve pausa, por fin
fue admitido a la sala del trono. El joven inclinó la mirada ante el monarca.
Cuál sería su sorpresa cuando alzó los ojos y se encontró con los del Rey. Atónito y con la boca abierta dijo: “¡Usted...,usted! ¡Usted es el
limosnero que estaba a la vera del camino!”. En ese instante entró una criada y dos niños trayéndole agua al cansado viajero, para que se
lavara y saciara su sed. Su sorpresa fue también mayúscula: “¡Ustedes también! ¡Ustedes estaban en la puerta de la ciudad!”.
“Sí –replicó el Soberano con un guiño- yo era ese limosnero, y mi criada y sus niños también estuvieron allí”. “Pero... pe... pero... ¡usted
es el Rey! ¿Porqué me hizo eso?”. “Porque necesitaba descubrir si tus intenciones eran auténticas frente a tu amor a Dios y a tu prójimo –
dijo el monarca. Sabía que si me acercaba a ti como Rey, podrías fingir y actuar no siendo sincero en tus motivaciones.
De ese modo me hubiera resultado imposible descubrir lo que realmente hay en tu corazón. Como limosnero, no sólo descubrí que de
verdad amas a Dios y a tu prójimo, sino que eres el único en haber pasado la prueba. ¡Tú serás mi heredero! ¡Tú heredarás mi reino!.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 7

NUESTRA FE, CREEMOS EN DIOS


Objetivo: Vivir y testimoniar nuestra adhesión personal y libre a un solo Dios, fiarnos plenamente y confiadamente a todo lo que
Él nos ha revelado, afirmando su existencia, que me conoce y me ama.
Motivación: Dinámica “El ciego y el lazarillo” o “Fe es la certeza de lo que no se ve”
Canto: Creo en ti.

1. ENSEÑANZA: LA FE SOBRENATURAL, RESPUESTA A LA REVELACIÓN DIVINA


(Teología Fundamental)
El hombre responde a la Revelación divina mediante la Fe sobrenatural. Si Dios se ha manifestado de modo
sobrenatural. Génesis 32, 23-29; Éxodo 3, 1-15; Salmo 26, 104, etc. En vista a la salvación de los hombres,
parece razonable que el hombre responda a esa llamada e interpretación divina de un modo también
sobrenatural. Por eso, es oportuno considerar la noción y las características de la Fe cristiana.

a.- Noción: La Fe cristiana es una virtud sobrenatural por la que el hombre cree firmemente lo que Dios ha revelado
y la Iglesia nos enseña. La Fe cristiana es siempre la respuesta consciente y libre del hombre a la manifestación de
Dios, que llego a su plenitud en Jesucristo.

b.- Características: Enseña el Concilio Vaticano II que “por la Fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece el
pleno homenaje de su entendimiento y de su voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios revela. Para dar esta respuesta de Fe, es
necesaria la gracia de Dios”. En estas palabras encontramos las características principales de la Fe:

Lo divino: Es gracia de Dios, la Fe es un regalo sobrenatural, es una obra de la gracia que actúa en la inteligencia y en la voluntad
del hombre.

Lo humano: Es un acto conciente y libre, en la respuesta humana hay un acto de entendimiento y un acto de voluntad libre; por
eso se dice que la Fe cristiana es una tarea de desarrollo personal que le ofrecemos a Dios.

LA FE COMO RESPUESTA A LA REVELACIÓN


La Fe es un Don de Dios: es un acto sobrenatural. Sus Frutos son: Creer en Dios; creer en las verdades reveladas por Dios. Su
Fundamento es: el propio Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. La Fe es tarea del hombre: es un acto racional y libre.
Cuando Dios se revela a Sí mismo, el hombre debe presentarle la obediencia de la Fe.

LA FE: Aporta un modo nuevo de existencia; realiza las más profundas aspiraciones humanas; responde a la estructura racional de
la persona. La Fe es un acto de entendimiento. Es un acto de la razón por el que la inteligencia se adhiere a las verdades que Dios y
comparte con el hombre. Es una nueva fuente de conocimiento. La Fe es un acto libre: es un acto voluntario; es de un deber de
conciencia; es un acto eminentemente humano. La Fe es un Don. Hebreos 11,1-6

Entre nosotros existe una confusión referente a la naturaleza, origen y uso de la Fe. Se oye hablar cada vez menos de la Fe de Dios,
que viene como resultado de una relación más estrecha con Él; y se oye más hablar de nuestra Fe que se puede aumentar y usar
para todo lo que deseemos. Muchas veces la Fe no se enseña como una potencia que revela a Dios y su Reino, sino como una
fuerza que obliga a Dios a obedecer los mandatos del practicante, de tal manera que convertimos al hombre en comandante y a
Dios en servidor. Debemos reconocer la Fe supuesta y la Fe verdadera que viene de Dios.

NUESTRO UNICO DIOS


Dios es nuestro Padre. Él es el autor de todo el universo. Nos creó por amor, nos quiere y nos cuida como verdaderos hijos. En el
fondo del corazón de todo hombre hay un anhelo de Dios y toda nuestra vida es un caminar al encuentro definitivo con Dios.
A Dios no lo vemos; sin embargo, Él se manifiesta de diversas maneras: en la belleza de la creación, a través de las personas
que nos trasmiten algo de su bondad infinita y muchas veces a través de experiencias dolorosas en nuestra vida que nos hace
sentirnos débiles y pequeños, siempre necesitados de ayuda. Dios se nos ha manifestado también por medio de su Palabra en la
Santa Biblia. La forma más grande en que el Padre Dios nos ha manifestado su cercanía fue enviando a su hijo para que se
hiciera hombre como nosotros.
El misterio de la Santísima Trinidad nos enseña que nuestro Dios es uno solo, pero que en Dios hay tres personas distintas: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.

PUNTOS A LA HORA DE EDUCAR EN LA FE


Presentar un mensaje renovado, nuestra catequesis debe manifestar la unidad del Plan de Salvación de Dios manifestado en
Jesucristo, sin caer en explicaciones confusas o simplistas. Excluir toda división de conceptos de Fe entre nosotros, el Pueblo de
Dios bien evangelizado responderá lo aprendido no por sus conocimientos sino por el corazón, al encontrarnos en comunión en la
Santa Eucaristía. La toma de conciencia del mensaje cristiano se profundiza con la comprensión y el buen uso de las verdades
reveladas en la Biblia. ¿Cuáles son las cosas en las que creemos y que estamos convencidos?

De todas las creencias, la más importante es creer en Dios. Pero no cualquiera cree. Solo es posible creer por la Gracia y los
auxilios interiores del Espíritu Santo. La Fe no la podemos producir nosotros, no es un invento del hombre.
La Fe es el conocimiento más cierto, porque se fundamenta en la Palabra de Dios que no puede engañarse ni engañarnos.
La Fe es un Don, un regalo que Dios nos da. Es una virtud sobrenatural, teologal, infundida por Dios.
Aunque las verdades reveladas pueden parecer oscuras para nuestra inteligencia y experiencia, por la virtud de la Fe, el Espíritu
Santo que habita en nosotros, mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente para aceptar y creer la verdad.
La Fe es la experiencia del encuentro entre dos personas.
Mi Fe no se da por el conocimiento de las verdades que debo creer. El maligno, maestro de la mentira, le ha dado a la Iglesia un
sustituto para la Fe, algo que se parece y suena mucho como la Fe, tanto que algunas personas no pueden ver la diferencia. Este
sustituto es el que llamamos “Asentimiento mental”. Mucha gente lee la Palabra de Dios y está de acuerdo en que es verdad, pero
solamente están de acuerdo con sus mentes, y esa no es la verdadera Fe, la que se produce del corazón, la que se recibe de Dios.
¿Cómo vives tu Fe? ¿Crees en verdad en Dios? ¿Tienes dudas algunas veces?

La Fe es necesaria para salvarse. El Señor lo afirma en Marcos 16,16 “El que crea y sea bautizado se salvará”.
¿Porqué creer lo que no vemos? nuestros conocimientos se basan en lo que otras personas nos dicen. Y nadie considera esto
contrario a la dignidad de la inteligencia. Sería impropio someter nuestra inteligencia y nuestra voluntad a lo que Dios revela, nadie
vive sin creer en alguien; también creemos que determinado hombre es nuestro padre-madre. Así, es necesario que el hombre le crea a
alguien, sobre aquellas cosas que él no puede conocer por sí mismo. Pero a nadie se le puede creer como a Dios. Hebreos 11, 1-6.

MI VIDA RESPONDE A MI FE.- Por la Fe nos entregamos a creer plenamente en Dios, respondiendo cada día con nuestra vida
comprometida y en las prácticas de las obras. Santiago 2, 14-19. Para tener más Fe cada día, sigamos siempre los siguientes pasos:
- Ten la Palabra de Dios para cualquier cosa que estés buscando.
- Cree en la Palabra de Dios.
- Rehúsa considerar las circunstancias contradictorias o los que tus sentidos físicos te puedan decir acerca de eso.
- Dar gracias a Dios por la respuesta.

2. CREEMOS EN DIOS
La profesión de nuestra Fe en el Credo empieza diciendo: “Creo en Dios Padre Todopoderoso Creador del Cielo y de la Tierra”.
Dios es “El Primero y el Último”. Creemos que Dios existe, es, está y que todo fue creado por Él. Para ti ¿Quién es Dios?
La Revelación es la manifestación libre de Dios al hombre y a la historia; manifestación gratuita y nueva que llama al hombre y lo
invita a la Fe, “fundamento y fuente de toda justificación” (Trento).
Jesús en el Evangelio de Marcos 12,29-30 nos dice que Dios es Único. “Si Dios no es Único no es Dios” ¿Qué te parece esto?

DIOS NOS HA REVELADO SU NOMBRE. Cuando preguntó Moisés a Dios: ¿cuál es tu nombre?, Dios le respondió: “Mi
Nombre es Yahvé”, que significa “Yo Soy el que Soy”. Leamos Éxodo 3, 14. Dios es Misericordioso y Clemente, tardo a la cólera,
rico en amor y fidelidad. Los hombres de Dios como Abraham. Éxodo 34, 5-6 hasta Pablo Efesios 2, 4; así nos lo dijeron y
nosotros lo creemos así. ¿Sabes qué es la misericordia?¿Podemos entender la misericordia de Dios? Sabiduría 11,1-4.

DIOS ES AMOR. Puro amor. Así lo entendió el pueblo de Israel, que solo por amor podía haber hecho lo que hizo por ellos, a
pesar de tantas fallas. Un amor gratuito. Que no cesa de salvar y que es capaz de la mayor entrega. Lo dijo Jesús: “Así amó Dios al
mundo que entrego su Hijo Único, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Juan 3, 16.

DIOS ES VERDAD. Es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por ello nos entregamos con toda confianza a las
verdades de Fe de la Palabra de Dios. Debemos saber además que la Revelación es un “misterium fidei”, porque es una acción de
Dios, sobrenatural y misteriosa, que no se acaba de entender del todo. En efecto, mediante hechos y palabras, Dios revela no solo
verdades naturalmente comprensibles, sino también misterios, verdades que el hombre es incapaz de conocer por sí mismo sin
poseer el Espíritu de Dios que enseña lo que Él mismo ha manifestado. 1Corintios 2,12 y que incluso después de la Revelación
quedan ocultas. Por ello hay que mostrar la “obediencia de la Fe” Romanos 16, pues así lo dispuso Dios para que “todo el mundo,
escuchando el mensaje de la salvación crea; creyendo, espere, y esperando, ame” (Dei Verbum 1).
¿Amamos la verdad o nos gusta la mentira? ¿Conocemos la verdad de Dios? ¿Nos alimentamos de ella? Leamos 1 Juan 5, 19-21

3. DIOS ES PADRE TODOPODEROSO


De Dios decimos que es nuestro Padre, en el “Padre Nuestro”, quien nos dijo esto fue el mismo Jesucristo. Él nos revela que Dios
es Padre. Leamos Mateo 11,27. Es Padre porque es origen primero de todo, de quien somos su “imagen y semejanza”, no corporal
sino espiritual. Es el Padre, entendido en el sentido espiritual, divino y no humano. Somos sus hijos, y los hijos del mismo Padre
son hermanos. ¿Cómo le llamas a Dios? ¿Puedes tratarlo como verdadero Padre?

El Padre que amamos es Todopoderoso. Dice el salmista: “Todo lo que Él quiere lo hace”. El mal que muchas veces experimentamos, no lo
manda Dios, sería imposible que maltrate su creación. Es tan bueno, que nos ha dado la libertad, de está nuestra libre voluntad, mal usada,
nace el pecado que nos daña. Él nos cuida, cuando ve que insistimos en el camino del mal, permite que nos vayamos y siempre espera nuestro
regreso. ¿Qué opinas de aquellos que dicen que si Dios verdaderamente existiera, no permitiría los males de este mundo?

Solo la Fe nos adhiere a las vías misteriosas de la omnipotencia de Dios. De esta Fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella
creyó que “Nada es imposible para Dios” y pudo proclamar las grandezas del Señor. Leamos Lucas 1, 26-31. 34-38. Conversemos
sobre la Fe de María en la omnipotencia de Dios.

4. EL AMOR A DIOS: LA CARIDAD


Todos nosotros conocemos los Diez Mandamientos, puestos por Dios para ser Felices. El primero de ellos nos invita a AMARLO
sobre todo. Lo encontramos en Éxodo 20, 2-5 y en Mateo 4,10. Siempre nos lo pidió: que lo amemos en verdad por sobre todo lo
demás. ¿Crees que sabes amar a Dios?

A veces creemos que si lo hacemos bien, sin embargo no podemos negar las veces en que hemos hecho de la duda una verdad para
nosotros o menospreciamos la Verdad Revelada al Pueblo de Dios y que se encuentra en la Sagrada Escritura, o cuando decimos
“yo creo en lo que me dicen de Dios, excepto...” ¿Te ha ocurrido alguna vez?

Otra forma de no amar a Dios es perder la esperanza en Él, o ser ingratos con el amor que nos da.
¿Conoces personas así?¿qué opinas de ello?

Finalmente, debemos saber que algunas veces hemos sido infieles a Dios, creándonos “nuestros dioses”. Es decir que hemos puesto
nuestra confianza no en Dios, sino en creencias equivocadas. Por ejemplo: ¿Eres supersticioso? ¿Haz hecho del dinero, del placer,
un ídolo? ¿Crees en adivinos que “saben ver tu futuro” o en horóscopos, lecturas de manos, cartas y otras formas de estas?

Todo ello va contra el amor de Dios. Aprendamos a amarlo en verdad y pregúntate siempre ¿Qué quiere Dios de mí? amemos a
Dios con adoración, oración, sacrificio, promesas y votos; tomando en su nombre el hacer el bien y no en vano. ¿Qué testimonio
estás dando como cristiano del amor de Dios?

TAREA
1. ¿Qué enseñanza nos da Jesús, en el episodio de Marcos 4, 35-40?
2. Redactar una oración en la que pidas a Jesús que aumente tu Fe
3. La prueba de nuestro amor a Dios son las obras. Cuéntanos una buena obra tuya que hayas hecho esta semana.
4. “El que ama guarda mis Mandamientos” Marcos 12, 30
“Por el amor a Dios cumplimos sus Mandamientos”. Marcos 12, 43
Hacer un comentario de estas Lecturas.

ORACIÓN

Dios mío, creo firmemente todo lo que te has dignado revelar a tu santa Iglesia,
y ella en nombre tuyo propone a nuestra creencia;
lo creo sin la menor sombra de duda, porque lo haz dicho Tú,
Señor que eres infinitamente bueno y no puede engañarme,
e infinitamente bueno y no puedes querer que estemos en el error,
en la Fe de estas verdades quiero vivir y morir
aviva cada día más mi Fe.
Amén.

FE ES LA CERTEZA DE LO QUE NO SE VE

Dicen que una vez alguien era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El perseguido ingresó a una cueva y los
malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que él se encontraba. Con tal desesperación elevó una plegaria a
Dios, de la siguiente manera:
- Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme.

En ese momento escuchó a sus enemigos acercándose a la cueva en la que él se encontraba, y observó la presencia de una pequeña arañita.
La arañita raudamente empezó a tejer una telaraña en la entrada. Nuestro hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más
angustiado:
- Señor te pedí ángeles, no una araña –y continuó- Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para
que los hombres no puedan entrar a matarme.
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó de nuevo a la arañita tejiendo la telaraña. Estaban ya los
malhechores ingresando en la cueva aledaña a la que se encontraba y nuestro amigo quedó esperando su muerte.
Cuando los malhechores estuvieron frente a su cueva ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:
Primer hombre: - Vamos, ¿entramos a esta cueva?
Segundo hombre: - ¡No, no ves que hasta hay telarañas!... nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás.

“LA FE ES CREER QUE SE TIENE LO QUE NO SE VE.


PERSEVERAR EN LO IMPOSIBLE”
Como en esta lectura, a veces pedimos muros para estar seguros, pero no tendría ningún mérito pues sabríamos y tendríamos la
certeza de que estamos protegidos, Dios en cambio nos pide además confianza en Él, para dejar que su Gloria se manifieste y haga
que algo como una telaraña nos de la misma protección que una muralla.

Si has pedido un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios puede convertir las cosas... y confía en Él.

Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005


Tema 8

LA BIBLIA
Objetivo: Reconocer que en la Biblia está la Palabra viva y eficaz para salvarnos, animándonos a llevarla a la práctica en las obras,
es el alimento seguro de nuestra vida espiritual.
Motivación: Por una Peseta
Canto: Yo creo en las promesas

1. ENSEÑANZA: EL LIBRO SAGRADO: 1 Pedro 2, 2.


¿Qué sabemos de la Biblia? ¿Qué lugar importante ocupa en nuestra vida?
La palabra Biblia viene del nombre que le daban los griegos a una ciudad Fenicia llamada
“BIBLOS”, y su significado es “LIBROS” o “BIBLIOTECA”. El Antiguo Testamento fue
escrito en diferentes lugares: en Palestina, la tierra prometida por Dios; en Babilonia, el país
donde vivieron un doloroso exilio; en Egipto, el país a donde emigraron algunos después
del exilio. El Nuevo Testamento en Asia Menor, Grecia; y la actual Italia.
Los libros Bíblicos fueron escritos en diferentes lenguas; el Antiguo Testamento fue
escrito en hebreo, con algunos pasajes en Arameo y varios libros en Griego. El Nuevo
Testamento fue escrito en el Griego común de la época.

Según lo asegurado por la Iglesia, la Divina Revelación está contenida en la Sagrada Escritura (Biblia) y en la Tradición (de los
apóstoles). Una parte de las verdades reveladas fue escrita, se llama SAGRADA ESCRITURA, y la parte transmitida verbalmente
a los apóstoles es la TRADICIÓN. Se le debe dar igual importancia a ambas fuentes ya que fueron igualmente reveladas por Dios,
quien no dio preferencia a ninguna de las dos, sino que las dio por igual. Mateo 28, 19.
En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza porque en ella recibe no solo una palabra humana,
sino la Palabra de Dios. La Biblia es ante todo un libro religioso, es una reflexión sobre la vida y la historia hecha por hombres y
mujeres creyentes que se sienten amados por Dios. Toda la Biblia esta centrada en Dios: Él es el personaje principal, el que habla,
con quien se habla, y de quien se habla.
La Biblia fue escrita por hombres bajo la inspiración del Espíritu Santo, es decir, Dios mismo es el autor de la Sagrada Escritura y
se valió de estos elegidos, quienes usaban todas sus facultades y talentos para escribir lo que Dios quería. Por esto mismo, se
afirma la inerrancia de la Biblia, es decir, no puede haber en ella error alguno. Hay que tomar en cuenta que los libros fueron
escritos por diferentes autores en distintas épocas, circunstancias y hasta en diferentes géneros literarios, es por eso que algunos
textos parecen inverosímiles, sin embargo, la dificultad está en tratar de comprender el estilo utilizado por el autor sagrado.
La reflexión contenida en la Biblia abarca desde Abraham hasta Jesús y los primeros 100 años de la Iglesia. Por medio de esa
reflexión, la Biblia nos invita:
 A tener una Fe como la de Abraham, Moisés, los Profetas, María. Lucas 1,45.
 A no caer en los mismos errores en los que cayeron nuestros antepasados en la Fe. Marcos 3,5
 A escuchar confiadamente a Dios. Deuteronomio 13, 1-5.
 A seguir los caminos de Dios, a amarlo y servirlo. Deuteronomio 10, 12-13.
 A anunciar a Jesucristo, el Hijo de Dios, con valentía. Hechos 6, 8 ss.
La Iglesia recomienda a los fieles la lectura asidua de la escritura para adquirir “la Ciencia suprema de Jesucristo” Filipenses 3,8.
Porque “desconocer la Escritura es desconocer a Cristo” (San Jerónimo).
EL CANON DE LAS ESCRITURAS
La Iglesia estableció la unidad del plan divino en los 2 Testamentos gracias a la tipología que reconoce en las obras de Dios, en la
Alianza, prefiguraciones de lo que Dios realizó en la plenitud de los tiempos en la figura de su Hijo.
Igualmente, empezó a discernir acerca de los escritos que luego constituiría los Libros Santos. Esta lista es llamada Canon de la
Escritura y comprende 46 libros para el Antiguo Testamento y 27 libros para el Nuevos Testamento. Que hacen un total de 73
libros. El Antiguo Testamento esta agrupado en: Pentateuco, Libros Históricos, Libros Proféticos, Libros Sapienciales y
Poéticos. El Nuevos Testamento se agrupa en: Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Cartas Apostólicas o Católicas y
Apocalipsis. ¿Qué libros conoces del Antiguo Testamento?
El Antiguo Testamento es una parte de las Sagradas Escrituras de la que no se puede prescindir. La llegada del Nuevo Testamento
no invalida el anterior, ya que, al igual que todos los libros de la Biblia, sus libros fueron inspirados por el Espíritu Santo y, por
ende, tienen valor permanente. Además, el objetivo principal del Antiguo Testamento es la preparación del camino para la venida
de Cristo. ¿Qué libros recuerdan del Nuevo Testamento?
Los libros del Nuevo Testamento nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelación Divina. Los Evangelios son el corazón de todas
las escrituras por ser testimonio de vida y doctrina de la Palabra hecha carne. Es una alianza universal, abierta a todos los hombres
que acepten a Jesús y su propuesta de Salvación. En la formación de los Evangelios se distinguen 3 etapas:
 La vida y enseñanza de Jesús.
 La tradicional oral (predicado por los apóstoles iluminados por el Espíritu Santo)
 Los Evangelios escritos (los evangelistas escogieron algunas cosas de las ya transmitidas de palabra o por escrito, siempre
comunicando la verdad sincera acerca de Jesús).
La Unidad.- Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y entre todas las partes de todos los libros.
La Inerrancia.- Es decir no contiene errores y la veracidad que contienen las verdades necesarias para nuestra salvación.
La Santidad.- Que procede de Dios y enseña una doctrina santa que nos conducirá a la santidad.

2. ES EL CENTRO DE NUESTRA VIDA. Santiago 1, 21-22


A la Iglesia le fue encomendada la interpretación de la Biblia. Lucas 10, 16; 1Tesalonicenses 2, 3-4 y el cuidado de todos los miembros de
la Iglesia. Hechos 20,28; 1Pedro 5,2. La Biblia debería ser el centro de nuestra vida, es el pan de la palabra, nuestro alimento. Sus páginas
nos invitan a aceptar a Jesús en nuestra vida como Salvador, a ser sus testigos en todo tiempo y lugar. La Palabra de Dios no es cosa solo
del pasado, es Dios mismo que habla a los hombres de hoy, a los campesinos, a los pescadores, a las familias, a los gobernantes, a los
sacerdotes y a todo el pueblo de Dios. Cuando el Señor habla es para decirnos algo, su Palabra tenemos que hacerla nuestra.

Cuando los primeros cristianos oían la Palabra de Dios decían: “Entonces; ¿qué tenemos que hacer?” Hechos 2,37. Esta debería ser
nuestra actitud cada vez que meditamos un punto de la Escritura. La Biblia debería ser nuestro libro de cabecera, el libro de todos
los cristianos y especialmente de los catequistas, animadores de comunidades y de todas las personas que desempeñan un servicio
dentro de la comunidad de Fe: Profesores, Hermandades, Rezadores, Acólitos, Lectores, Consejeros pastorales, etc.

Por esto en la Iglesia católica no se acepta el libre examen o libre interpretación de la Biblia porque resultarían tantas doctrinas e iglesias
como interpretaciones, y Cristo no quiso sino fundar una sola Iglesia con una sola doctrina. Ya se han visto claramente las consecuencias
inmediatas del libre examen como Protestantes, Calvinistas, Testigos de Jehová, etc. y grandes discusiones dentro de ellas mismas acerca
de las verdades que se debían adoptar, ya que cada uno apela al subjetivismo individual y no a la objetividad de la Iglesia. La verdad de la
Iglesia no se adapta a cada uno, sino que tenemos que adaptarnos a ella, tenemos que adaptar el mensaje de Dios a nuestra vida.

El Concilio Vaticano II señala 3 criterios para una interpretación de la Biblia conforme el Espíritu Santo la inspiró:
1. Prestar una gran atención al contenido y a la unidad de toda la escritura. Por muy diferentes que sean los libros que la
componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón.
2. Leer la Escritura en la “tradición viva de la Iglesia según el adagio de los Padres. La Sagrada Escritura está más en el
corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos”. En efecto, la Iglesia encierra en su tradición la memoria viva
de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual a la escritura.
3. Estar atento a la “analogía de la Fe”. Por “analogía de la Fe” entendemos la cohesión de las verdades de Fe entre si y
en el proyecto total de la Revelación.

Sin embargo, la Biblia también ayuda a entender nuestra realidad, y a la vez la realidad ayuda a entender el sentido de la Biblia. Es
imposible separar la Biblia de nuestra vida, porque la lectura debe darse desde nuestra vida cotidiana.
La Biblia es Palabra de Dios que no se puede demostrar, es una convicción que brota de la Fe. Y esa convicción no es fruto de la
inteligencia humana, sino de espíritu, que nos guía, nos anima y abre nuestros ojos para que veamos y escuchemos a Dios en la Biblia
y en la vida; su mensaje es permanente, Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Marcos 13, 51.
La Biblia es una gran carta de Dios, que ama a los hombres de todos los tiempos, que nos llena de fuerza para vivir, de alegría para
servir, y de ánimo para cambiar aquello que no está bien en nuestra vida y en la vida de nuestro pueblo. La Biblia no es para
nosotros un libro común muerto sino un libro vivo del que brota un mensaje que estamos llamados a leer, meditar y vivir.

3. UN LIBRO PARA ORAR Y COMPARTIR EN COMUNIDAD. 1Tesalonicenses 2,13


La Biblia es antes que nada es un libro para orar, a través de sus páginas conocemos la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Los
relatos y las enseñanzas bíblicas nos ponen en contacto con Dios, sentimos su presencia, sobre todo al constatar que Dios sigue actuando
hoy también en la historia. De entre todos los libros de la Biblia hay uno que nos ayuda especialmente para orar, es el libro de los Salmos.
La Liturgia es el lugar privilegiado donde la comunidad cristiana se encuentra cara a cara con la Palabra de Dios escrita en la Biblia.
Esta presencia de la Palabra de Dios en la Liturgia de la Iglesia se manifiesta en: la Eucaristía, en los Sacramentos, en las liturgias de
las horas, y en las celebraciones de la Palabra. En cada una de las celebraciones, la Iglesia se siente confortada e interpelada en su Fe y
en su vida por la Palabra de Dios. Para leer la Biblia debemos tener en cuenta no hacer lecturas equivocadas como:
 La fundamentalista; que pretende entender todo al pie de la letra.
 La espiritualista; en la que no interesa lo que pasa en la vida, está fuera de la realidad.
 La ilustrada; la que se pide a los que estudian la Biblia.

Una lectura correcta es: desde la vida cotidiana, Dios habla aquí y ahora, dentro de la comunidad eclesial con gran respecto por el texto.
Hay cuatro peldaños en la lectura de la Biblia: Lectura, Meditación, Oración y Contemplación. Las disposiciones que se deben tener para
leer y estudiar la Biblia es: Fe y Amor a la Palabra de Dios, Intención Recta, Piedad y Humildad para aceptar lo que Dios nos dice.

EL EVANGELIO ES DONDE DEBEMOS APRENDER EL MODO DE IMITAR A JESÚS


Quien conoce a Jesucristo sabe la razón de su vida y de todas las cosas; nuestra existencia es un constante caminar hacia Él. Y es
en el Santo Evangelio donde debemos aprender el modo de imitarle y de seguir sus pasos. Debemos leer el Evangelio con un deseo
grande de conocer para amar. Nuestra lectura debe ir acompañada de oración, con Fe, y también con piedad y santidad de vida.
“Nosotros –escribe San Agustín– debemos oír el Evangelio como si el Señor estuviera presente y nos hablase. No debemos decir:
‘Felices aquellos que pudieron verle’. Porque muchos de los que le vieron, le crucificaron; y muchos de los que no lo vieron,
creyeron en Él. Las mismas palabras que salían de la boca del Señor se escribieron, se guardaron y se conservan para nosotros”.
No se ama sino aquello que se conoce bien. Nos acercamos al Evangelio para querer más al Señor, para conocer su Santísima
Humanidad; con el deseo grande de contemplarlo tal como sus discípulos lo vieron, observar sus reacciones, su modo de
comportarse, sus palabras...; verlo lleno de compasión ante tanta gente necesitada, admirado ante la Fe de su madre o del centurión,
paciente ante los defectos de sus fieles seguidores. También le contemplamos en el trato habitual con su Padre, en sus noches de
oración, en su amor constante por todos.
Jesucristo nos sigue hablando. Sus palabras, por ser divinas y eternas, son siempre actuales. En cierto modo, lo que narra el
Evangelio está ocurriendo ahora, en nuestros días, en nuestra vida. El Evangelio nos revela lo que es y lo que vale nuestra vida, y
nos traza el camino que debemos seguir. Es conveniente, en muchas ocasiones, hacer la lectura cotidiana a primera hora del día,
procurando sacar de esa lectura una enseñanza concreta y sencilla que nos ayude en la presencia de Dios durante la jornada o a
imitar al Maestro en algún aspecto de nuestro comportamiento: estar más alegres, tratar mejor a los demás, estar más atentos hacia
aquellas personas que sufren, ofrecer el cansancio.
Madre mía, ¡ayúdame a conocer mejor a tu Hijo para amarlo más!

TAREA
1. ¿Qué te dice el Señor en las lecturas: Isaías 40,8 y 2 Timoteo 3, 16-17
2. ¿Qué enseñanza nos da el Señor en Mateo 6, 20-21

ORACIÓN

Tu Palabra, Señor, es luz para mis ojos y lámpara para mis pies.
Tu Palabra, Señor, es alimento para mi vida.
Tu Palabra, Señor, es roca firme para nuestras casas.
Tu Palabra, Señor, es Jesús, Hermano y Amigo.

POR UNA PESETA

Hace años un predicador se mudó para Houston, Texas. Poco después, se montó en un autobús para ir al centro de la ciudad. Al
sentarse, descubrió que el chofer le había dado una peseta de más en el cambio. Mientras consideraba que hacer, pensó para si mismo:
– “Ah, olvídalo, es solo una peseta. ¿Quién se va a preocupar por tan poca cantidad? de todas formas la compañía de autobús recibe
mucho de las tarifas y no la echarán de menos. Acéptalo como un regalo de Dios.
Pero cuando llegó a su parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió darle la peseta al conductor diciéndole:
– “Tome, usted me dio esta peseta de más”.
El conductor, con una sonrisa le respondió:
– “se que eres el nuevo predicador del pueblo. He pensado regresar a la Iglesia y quería ver que usted haría si yo le daba demasiado cambio”.
Se bajó el predicador sacudido por dentro y dijo:
– “Oh Dios, por poco vendo a Tu Hijo por una peseta”.
Nuestras vidas serán la única Biblia que algunos jamás leerán.

UN REGALO SIN ENVOLTURA

Un joven muchacho, que estaba a punto de graduarse de preparatoria, hacia muchos meses que admiraba un hermoso auto
deportivo en una agencia de autos, y sabiendo que su padre podría comprárselo, le dijo que ése auto era todo lo que él quería. Así
llegó el día de la graduación y su padre le llamó a que fuera a su privado.
Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.
El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que
encontró fue una hermosa Biblia con cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro.
Enojado le gritó a su padre diciendo: “Todo el dinero que tienes y solo me das esta Biblia”
Y salió de la casa. Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios.
Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era anciano estaba muy enfermo, pensó en
visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.
Antes de que pudiera partir a verlo, recibió un telegrama que decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus
posesiones, por lo que necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los trámites de inmediato.
Cuando llegó a la casa de su padre, su corazón se llenó de gran tristeza y arrepentimiento. Empezó a ver todos los documentos
importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su Padre le había dado.
Con lágrimas la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7, 11: “Y si
vosotros siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquellos que le
pidan”. Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia.
Tenía una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que tanto había deseado.
En la tarjeta estaba la Fecha del día de su graduación y las palabras” “TOTALMENTE PAGADO…
¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las bendiciones de Dios porque no vienen envueltas en “paquetes hermosos”, como
nosotros esperamos?

Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005


Tema 9

BAUTISMO, VIDA NUEVA


Objetivo: Conocer el Sacramento que nos borra el pecado original, con el agua e invocando a la Santísima Trinidad, nos hace
miembros de la Iglesia e hijos adoptivos de Dios y herederos del cielo.
Motivación: Operación a corazón abierto
Canto: Bautízame Señor

1. ENSEÑANZA: EXPLICACIÓN DOCTRINAL


Jesús dijo a los apóstoles: “Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Mateo 28. Por el Bautismo recibimos la gracia, ese
maravilloso don divino con que nuestra alma queda transformada en una hermosura transformante.
El Bautismo nos lava del pecado original y de todos los pecados personales cometidos, nos hace
hijos de Dios, herederos del Cielo y miembros de la Iglesia. El Bautismo se administra arrojando
agua natural sobre la cabeza del niño o persona, teniendo intención de bautizar y diciendo al
mismo tiempo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. En caso de
urgencia, puede bautizar cualquier hombre o mujer que tenga uso de razón.

El Bautismo, además de lavar el pecado original, perdona cualquier otro pecado personal que
tuviere el que se bautiza, si recibe el Bautismo después de tener uso de razón (con tal que tenga el
debido arrepentimiento), y todas las penas debidas por ellos. Por el Bautismo nacemos a una nueva
vida, la vida de la gracia, de la Fe. El Bautismo es la puerta para entrar en la Iglesia, sin haber
recibido el Bautismo no se puede recibir válidamente ningún otro sacramento.

Cuando un niño nace, debe ser bautizado enseguida, para que se le perdone el pecado original y quede hecho cristiano. La
Comisión Vaticana para la Doctrina de la Fe afirma que sigue en todo su vigor la obligación de bautizar, “cuanto antes”, a los niños
nacidos de padres cristianos normales; si bien actualmente por el avance de la medicina y por haber disminuido mucho la
mortalidad infantil, esa forma de “cuanto antes” puede entenderse con mayor amplitud. Pero privar voluntariamente a los niños
durante largo tiempo de este sacramento puede ser un pecado grave. El actual Código de Derecho Canónico dice que los hijos
deben bautizarse en las primeras semanas de nacidos (933).

Privar a los hijos del Bautismo y de la educación católica pensando que así se les deja con mayor libertad para que ellos elijan de
mayores, es tan absurdo como el no enseñarles ninguna lengua, para que así, de mayores puedan ellos elegir la lengua que
prefieran. Lo lógico es que los padres transmitan a sus hijos todos los bienes que ellos tienen: educación, cultura, lengua y Fe.
Después, de mayores, cada cual hace suyo todo esto libremente o lo rechaza responsablemente.

Según documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el bautismo debe administrarse en la niñez, debiendo
asegurarse una verdadera educación en la Fe y en la vida cristiana. Si a un niño le tocara una gran herencia, los padres la aceptarían
enseguida para que empiece a disfrutarla, y no esperarían a que fuera mayor. El bautismo vale más que la mayor de las herencias.
Para hacer un gran favor a alguien no hay que pedirle permiso. A un niño se le vacuna sin pedirle permiso.

En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las
exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y la ternura de Jesús con los
niños, que le hizo decir: “Dejad que los niños se acerquen a mí, no se los impidáis”. Marcos 10, 15; nos permiten confiar en que
hay un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no
impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del Santo Bautismo CIC 1261.
El Bautismo de sangre es el martirio de una persona que no ha recibido el Bautismo, es decir, el soportar pacientemente la muerte
violenta por haber confesado la Fe cristiana o practicado la virtud cristiana. Jesús mismos dio testimonio de la virtud justificativa
del martirio: “a todo aquel que me confesare delante de los hombres yo también le confesaré, delante de mi Padre que esta en los
cielos”. Mateo 10, 32; “el que perdiere su vida por amor mío, la encontrará”. Mateo 10, 39.

El encargado de bautizar es el Párroco; pero, si hay peligro de que el niño muera antes de que llegue el Sacerdote, debe bautizarlo cualquiera,
hombre o mujer, aunque no sea católico, y aunque ni siquiera esté él mismo bautizado. Basta con que tenga uso de razón y quiera hacer lo
que instituyó Cristo (935). Pero el Bautismo sólo se puede recibir una vez, pues imprime carácter y deja el alma sellada para siempre.

2.- VIDA DE LA GRACIA


La palabra bautizar (BAPTIZEIN en griego) significa “Sumergir”, “Introducir dentro del agua”, la “Inmersión” en el agua simboliza el
acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con Él Romanos 6, 3-4; Colosenses 2, 12 como
“Nueva Criatura” 2 Corintios 5, 17; Gálatas 6, 15. CIC. 1214. La necesidad del bautismo para salvarse está claro en el Evangelio. Le
dice Jesucristo a Nicodemo: “El que no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”.
El Bautismo es el sacramento por el cual el hombre nace a la vida espiritual, mediante la ablución del agua y la invocación de la
Santísima Trinidad. Dios, al crear al hombre, le concedió el Don de la Gracia Santificante, elevándolo a la dignidad de hijo suyo y
heredero del Cielo. Al pecar Adán y Eva se rompió la amistad del hombre con Dios, perdiendo el alma la vida de la Gracia. A
partir de ese momento, todos los hombres con la sola excepción de la Bienaventurada Virgen María nacemos con el alma
manchada por el pecado original.
La misericordia de Dios, sin embargo, es infinita; compadecido de nuestra triste situación, envió a su Hijo a la tierra para rescatarnos
del pecado, devolvernos la amistad pérdida y la vida de la Gracia, haciéndonos nuevamente dignos de entrar en la Gloria del Cielo.
Todo esto nos lo concede a través del Sacramento del Bautismo: “con Él hemos sido sepultados por el Bautismo, para participar en su muerte,
de modo que así como Él resucitó de entre los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros vivamos una nueva vida”. Romanos 6, 4.
Entre los Sacramentos, ocupa el primer lugar porque es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y
la puerta que abre el acceso a los otros Sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como Hijos de
Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.
San Pablo lo denomina baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo. Tito 3, 5; San León Magno compara la regeneración
del Bautismo con el seno virginal de María; Santo Tomás, asemejando la vida espiritual con la vida corporal, ve en el Bautismo el
nacimiento a la vida sobrenatural.
EL BAUTISMO, SACRAMENTO DE LA NUEVA LEY
Es dogma de Fe que el Bautismo es un verdadero sacramento de la Nueva Ley instituido por Jesucristo. En la Sagrada Escritura
también se prueba que el Bautismo es uno de los sacramentos instituidos por Jesucristo:
a) En el Nuevo Testamento aparecen testimonios tanto de las notas esenciales del Sacramento como de su institución por Jesucristo:
 El mismo Señor explica a Nicodemo la esencia y la necesidad de recibir el Bautismo: “en verdad te digo que quien no
naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cielos”. Juan 3, 3-5.
 Jesucristo da a sus discípulos el encargo de administrar el Bautismo. Juan 4, 2;
 Ordena a sus Apóstoles que bauticen a todas las gentes: “me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues,
enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Mateo 28, 18-19. “Id por
todo el mundo, predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y se bautizare, se salvará”. Marcos 16, 15-16.
 Los Apóstoles, después de haber recibido la fuerza del Espíritu Santo, comenzaron a bautizar. Hechos 2, 38 y 41
b) En el Antiguo Testamento aparecen ya figuras del Bautismo, es decir, hechos o palabras que, de un modo revelado, anuncian aquella
realidad que de modo pleno se verifica en los siglos venideros. Son figuras del Bautismo, según la doctrina de los Apóstoles y de los
Padres de Fe, la circuncisión, Colosenses 2, 11-ss.; el paso del Mar Rojo, 1° Corintios 10,1-2, el Diluvio Universal; 1° Pedro 3, 20-
ss. En Ezequiel 36, 25; hallamos una profecía formal del Bautismo: “esparcir, sobre vosotros agua limpia y seréis limpiados. De
todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré”. También. Isaías 1, 16-ss.; 4, 4; Zacarías 13, 1.
Además, el Bautismo que confería San Juan Bautista antes del inicio de la vida pública de Jesucristo, fue una preparación
inmediata para el Bautismo que Cristo instituiría Mateo 3, 11. El Bautismo de Juan, sin embargo, no confería la Gracia, tan sólo
disponía a ella moviendo a la penitencia. Sobre el momento de institución, Santo Tomas de Aquino explica que Jesucristo
instituyó el Sacramento del Bautismo precisamente cuando fue bautizado por Juan. Mateo 3, 13-ss., al ser entonces santificada
el agua y haber recibido la fuerza santificante. La obligación de recibirlo la estableció después de su muerte. Marcos 16, 15.
3. EFECTOS DEL BAUTISMO
Los efectos del Bautismo son cuatro:
LA JUSTIFICACIÓN: consiste, según su faceta negativa, en la remisión de los pecados y, según su faceta positiva, en la
santificación y renovación interior del hombre. CIC. 1989. No son dos efectos, sino uno solo, pues la Gracia santificante se infunde
de modo inmediato al desaparecer el pecado; estas dos realidades no pueden coexistir y, además, no hay una tercera posibilidad: el
alma o está en pecado o está en Gracia. Así pues, al recibirse con las debidas disposiciones, el Bautismo consigue:
a) la remisión del pecado original y en los adultos, además, la remisión de todos los pecados personales, sea mortales o veniales;
b) La santificación interna, por la infusión de la Gracia santificante, con la cual siempre se reciben también las virtudes teologales
Fe, Esperanza y Caridad, las demás virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo.
Puede decirse que Dios toma posesión del alma y dirige el movimiento de todo el organismo sobrenatural, que está ya en
condiciones de obtener frutos de vida eterna. Estos dos efectos se resumen, por ejemplo, en el texto de la Sagrada Escritura que
dice: “Bautizaos en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados (perdón de los pecados), y recibiréis el Don del
Espíritu Santo (santificación interior)” Hechos 2, 38. 1 Corintios 6, 11; Hechos 22, 16; Romanos 6, 3 ss.; Tito 3, 5; Juan 3, 4.
LA GRACIA SACRAMENTAL: Esta Gracia supone un derecho especial a recibir los auxilios espirituales que sean necesarios para
vivir cristianamente, como Hijo de Dios en la Iglesia, hasta alcanzar la salvación. Con ella, el cristiano es capaz de vivir
dignamente su “nueva existencia”, pues ha renacido, cual nueva criatura, semejante a Cristo que murió y resucitó, según las
palabras del Apóstol: “con Él fuisteis sepultados en el Bautismo, y en Él, asimismo, fuisteis resucitado por la Fe en el poder de
Dios, que lo resucitó de entre los muertos”. Colosenses 2, 12.
EL CARÁCTER BAUTISMAL: el Bautismo recibido válidamente imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el carácter
bautismal, y por eso este Sacramento no se puede repetir (De Fe, CIC. N. 1121).
El bautizado se hace propiedad de Cristo y partícipe de su señorío y de su sacerdocio. Es, por tanto, una configuración a Cristo y a
su Cuerpo Místico: los tres Sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden Sacerdotal confieren, además de la Gracia,
un Carácter Sacramental o “Sello” por el cual el cristiano participa del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según
estados y funciones diversos. Esta configuración con Cristo y con la Iglesia, realizada por el Espíritu Santo. Aquí se acentúa (en
contraposición a la configuración obrada por la Gracia) la participación en la MISIÓN de Cristo, en su labor redentora. Misión que
realiza mediante sus miembros. De aquí surgen los llamados “Compromisos Bautismales”, que podemos resumir en dos:
1. Compromiso de tender a la Santidad.
2. Compromiso de ejercer los oficios de Cristo: Sacerdocio, Realeza y Profetismo.
Estos dos deberes se complementan mutuamente, ya que no se puede alcanzar la santidad sino mediante el cumplimiento de la
misión encomendada, y viceversa, no se puede cumplir la misión sino como sobreabundancia de la identificación con Cristo por la
Gracia. En lo que se refiere al primer compromiso, ha quedado convenientemente realzado en el Concilio Vaticano II.
Merece una atención más detenida el segundo. Como veíamos, la Iglesia entera es continuadora de la misión redentora de Cristo y
de su condición mediadora o sacerdotal. Y a la Iglesia se entra por el Bautismo y se participa de su misión por el carácter
bautismal. TODOS los miembros de la Iglesia participan de los oficios redentores de Cristo, aunque de modo diverso: “Así eres tú
rey, sacerdote y profeta en la fuente bautismal”. Esta condición de los miembros del nuevo Pueblo de Dios, está promulgada en
el Nuevo Testamento. 1Pedro 2,4-5.9-10

REMISIÓN DE LAS PENAS DEBIDAS POR LOS PECADOS: Es verdad de Fe, que el bautismo produce la remisión de todas
las penas debidas por el pecado. Se supone, naturalmente, que en caso de recibirlo un adulto, debe aborrecer internamente todos sus
pecados, incluso los veniales. Por esto, San Agustín enseña que el bautizado que partiera de esta vida inmediatamente después de
recibir el Sacramento, entraría directamente en el Cielo; Santo Tomás explica el porqué de este efecto con las siguientes palabras:
“La virtud o mérito de la pasión de Cristo obra en el Bautismo a modo de cierta generación, que requiere indispensablemente la
muerte total a la vida pecaminosa anterior, con el fin de recibir la nueva vida; y por eso quita el Bautismo todo el ligo de pena que
pertenece a la vida anterior. En los demás Sacramentos, en cambio, la virtud de la pasión de Cristo obra a modo de sanación, como
en la penitencia. Ahora bien: la sanción no requiere que se quiten al punto todas las reliquias de la enfermedad”. Romanos 2, 4.

ES NECESARIO RECIBIR EL BAUTISMO PARA SALVARSE; de acuerdo a las palabras del Señor: “El que creyere y se
bautizare, se salvará”. Marcos 16, 16. La razón teológica es clara: sin la incorporación a Cristo –la cual se produce en el Bautismo–
nadie puede salvarse, ya que Cristo es el único camino de vida eterna, sólo Él es el Salvador de los hombres. Juan 14, 9; Hechos 4, 12.

San Agustín, al considerar esta inefable cercanía de Dios, exclamaba: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva!; he aquí
que Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba... Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me tenían lejos de
Ti las cosas que, si no estuviesen en Ti, no serían. Tú me llamaste claramente y rompiste mi sordera; brillaste, resplandeciste, y
curaste mi ceguedad”.

LOS PADRINOS; ayudan a la educación cristiana del bautizado, se eligen los padrinos que suplen a los padres, si éstos faltan. Para
que puedan ejercer bien su cometido, deben llevar una vida congruente con la misión que van a asumir, no estar impedidos por el
derecho de la Iglesia, tener conciencia de que su misión no es un mero trámite, sino que deben estar dispuestos a cumplirla
honradamente; por lo cual deben ser católicos practicantes, aceptar la doctrina del Magisterio de la Iglesia, no militar en partidos
políticos que tienen la ideología opuesta al Evangelio, realizar su trabajo profesional según criterios morales y no incompatibles
con la enseñanza de la Iglesia Católica.
 Ha de tenerse un solo padrino o una madrina, o uno y una CIC, c. 873;
 Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario que: tenga intención y capacidad de desempeñar esta misión; haya
cumplido 16 años; sea católico, esté confirmado, haya recibido el sacramento de la Eucaristía y lleve una vida congruente con la Fe
y la misión que va a asumir; no esté afectado por una pena canónica; no sea el padre o la madre de quien se bautiza. CIC, c. 874.

TAREA
1. Asistir a una ceremonia de Bautismo, deberás apuntar:
* ¿Qué signos, o instrumentos existen en esta ceremonia?
* ¿Qué palabras utiliza el ministro que preside esta ceremonia?
* ¿Qué es lo que a ti te llama más la atención sobre el Sacramento del Bautismo?
2. Hacer una oración de compromiso, como hijo de Dios bautizado, para ser mejor cristiano cada día.

OPERACIÓN DE CORAZON ABIERTO


Me encuentro en el quirófano, acostado boca arriba, la cabeza en una almohada pequeña y las luces deslumbrantes sobre mi rostro.
Se está realizando una operación de corazón abierto. El mío. Me inclino un poco y puedo ver al médico. Él gira su cabeza hacia mí
y con voz suave y confortante me dice:
- Tu corazón se encuentra endurecido y envejecido. Es muy peligroso.
- ¿Endurecido? –pregunto, sorprendido.
- y envejecido –me responde, con voz suave.
- ¿Envejecido? ¿A mi edad? –pregunto, más extrañado aún-. ¿Cómo puede ser?
El médico gira su cuerpo hacia mí completamente y me dice:
- Endurecido y envejecido. Algunas cosas logran ese efecto: tu poco esfuerzo y tus virtudes adormecidas, la suciedad del mundo y
las pasiones, la falta de oración y las pocas visitas de Dios en él. Pocas personas saben esto. Viven de esta manera y mueren pronto.
No es bueno que continúes como estás ahora. Necesitas que te cambie el corazón.
- Deseé cambiar mi corazón antes, pero no puede. Ahora lo veo claro; yo sólo no podía... Gracias por traerme aquí –digo,
inclinando la cabeza hacia atrás de nuevo. El toma mi mano en un gesto de comprensión y yo agrego, en un hilo de voz: - sigue,
por favor; haz lo que desees conmigo.
Y Jesús siguió adelante con la cirugía.
Señor Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 11

JESÚS NOS REVELA AL PADRE


Objetivo: Conocer a Jesús Dios y Hombre, que nos muestra un camino a seguir a través de su propia vida, de su enseñanzas y
obras, haciéndonos conocer al Padre de la Misericordia.
Motivación: Construye un puente
Canto: Mi amigo Jesús

ENSEÑANZA: Muchos bautizados creemos conocer y amar a Jesús porque rezamos o hemos
escuchado algo de Él. Jesús vivió fiel al Padre, Él es alguien que vivió un gran ideal. Cuéntanos
quién es Jesús, donde nació, vivió, qué hizo en su vida, los lugares que recorrió, los hechos que
realizó, milagros. Describe su carácter, amistades, etc.
1.- JESÚS DICE DE SÍ MISMO (Mensaje bíblico)
Vamos a oír de labios de Jesús:
Juan 4, 25-26:Cristo Juan 10, 11: Pastor
Juan 13, 13: Señor y Maestro Juan 14, 16: Camino, Verdad y Vida
Juan 15, 15: Amigo Juan 6, 35: Pan de Vida
Juan 11, 25: Resurrección y Vida Juan 8, 12: Luz
Hay que profundizar cómo es Jesús, quien, sin dejar de ser verdadero Dios, también es verdadero
hombre, y su vida es una invitación que compromete a seguirlo.
a) JESÚS TUVO UN CUERPO HUMANO COMO EL NUESTRO
Jesús come y bebe. Mateo 11, 18-19
Es sensible al hambre. Mateo 21, 18; Lucas 24, 41-42
Es sensible a la fatiga. Juan 4, 6
Es sensible al dolor. Juan 18, 22-23
Es expresivo con sus ojos. Marcos 10, 21; Lucas 22, 61
Es vigoroso, trabaja desde la madrugada. Marcos 1, 35; Lucas 6, 12; Lucas 21, 38
Su cuerpo fue visto y tocado. Juan 1, 1-2; Marcos 5, 25-31
Es expresivo con su voz, poderosa cuando llama a Lázaro. Juan 11, 43 o afectuosa con Magdalena. Juan 20, 16
Es expresivo con sus manos, al bendecir a los niños. Mateo 19, 15 o curando a un ciego. Marco 8, 22-26
Llora. Juan 11, 35
Dormía a la intemperie. Mateo 8, 24
Es sensible a la sed. Juan 19, 28
Es sensible al sueño. Mateo 8, 29
Pasaba noches en oración. Lucas 21, 37
b) LA INTELIGENCIA DE JESÚS
Era profunda, asombra a los doctores. Lucas 2, 47 y lo reconocen sus enemigos. Mateo 12, 38
Era observador de las costumbres. Mateo 13, 33
Es sensato. Mateo 6, 24; Mateo 16, 26
Era erudito en la Biblia. Lucas 4, 3-13; Mateo 13, 14-15
Era agudo en la réplica. Mateo 22, 15-22; Juan 8, 1-11
Era observador de las conductas de los hombres. Lucas 14, 7-11
Ejemplo de su inteligencia son las parábolas, en las cuales desarrolla una imaginación brillante y poética.
Escoge una que te parezca que cumpla estas características.
c) LA VOLUNTAD DE JESÚS
Es enérgica. Mateo 7, 1-15 Es valiente y audaz. Lucas 13, 31-33
Es serena. Mateo 8, 23-27 Es gozosa. Lucas 13, 17
Es cálidamente persuasiva. Juan 6, 67-68 Se entristece. Juan 11, 33
Se angustia. Marcos 14, 33 Se enoja. Juan 2, 14-17
Es atento. Marcos 5, 43 Se compadece. Mateo 14, 14; Lucas 22, 61; Lucas 23, 24
d) EN SU ACTITUD MORAL
Su amor a Dios. Juan 5, 30 Su amor a los hombres. Juan 15, 13
Su servicio. Marcos 10, 45 Su sinceridad y verdad. Juan 18, 37
Su impecabilidad. Juan 8,46; Juan 14, 30 Su voluntad de sacrificio. Mateo 20, 28
Su pobreza. Lucas 9, 57-58 Su obediencia. Juan 8, 29
Su humildad. Juan 3, 3-11 Su trato íntimo con Dios. Lucas 6, 12
Su libertad. Mateo 12, 48-49; Mateo 9, 11-13; Lucas 6, 1-5
Cuando decimos el Credo, fundamento de nuestra Fe, creemos y confesamos que Jesús nació en Belén y que es el Hijo Eterno de
Dios hecho hombre. Juan 13, 3.
Como cristianos creyentes aceptamos a Jesús como centro de nuestras vidas, como orientador de todo nuestro actuar cotidiano, que
está presente en nosotros. ¿Dejamos que Jesús oriente nuestra vida cotidiana?
En los Evangelios lo reconocemos en su Bautismo y en la Transfiguración, cuando Dios lo designa como su “Hijo Amado” y Jesús
a su vez se designa a sí mismo como “Hijo único de Dios”. Juan 3, 16. Los dicen otros como el centurión delante de Jesús en la
cruz: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. Marcos 15, 39. Por ello, esto que decimos no es solamente de Palabra. Para
todo cristiano es necesario creer que Jesucristo es verdadero Dios e Hijo de Dios.

2. EN JESUCRISTO, DIOS REVELA SU AMOR DE PADRE Leamos Hebreos 1, 1-2


La encarnación es el acontecimiento que ha manifestado, en toda su plenitud, el misterio sublime de Dios, su vida de caridad, su
amor a la humanidad. Juan 1, 14. Fue Dios quien por su inmenso amor a todo lo creado, envió a su único Hijo para que se hiciera
uno de nosotros, para que en su permanencia con los hombres se entregue totalmente al servicio de ellos por amor. Dice Jesús: “El
que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Juan 14, 9. ¿Qué significado tienen estas palabras de Jesús en tu vida cristiana?
Por ello Jesús se hizo pequeño y conoció en carne propia lo que es el sufrimiento humano. Sin embargo, en ningún momento de su
vida, así como en ningún lugar de su peregrinación terrena, Jesús está fuera del Padre. Él está siempre en el seno del Padre: “El
Padre está en mi y yo en el Padre”. Juan 10, 38; “El Padre y yo somos unos”. Juan 10, 30.
Leemos Filipenses 2, 6-8 y respondemos: ¿Qué son esas cosas que Dios ha revelado a los pequeños (pobres)?
Leamos Mateo 7, 21 y respondemos: ¿Mostramos confianza y seguridad para con nuestro Padre?

3. EL CRISTIANO Y SU PAPEL REVELADOR DEL PADRE


Cuando Dios revela algo hay que prestarle la “Obediencia de Fe”. Romanos 16, 26; Romanos 1, 5; 2 Corintios 10, 5-6; por la que
el hombre se entrega libre y totalmente a Dios, prestando a Dios revelador su entendimiento y voluntad; y asintiendo
voluntariamente a la revelación hecha por Él. Para profesar esa Fe necesitamos la Gracia de Dios que proviene y ayuda, y los
auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da a todos la
suavidad en el aceptar y creer la verdad. Y para que la inteligencia de la revelación sea más profunda el mismo Espíritu Santo
perfecciona constantemente la Fe por medio de sus Dones. (Dei Verbum).
En estos tiempos que vivimos debemos mantener vivas las obras y enseñanzas dadas por Jesús. Debemos, también como Jesús,
mostrar al Padre en su inmenso amor y misericordia. Leamos Juan 18, 20-21 ¿Cómo construimos una vida para Dios?
Comprender y entender claramente lo que Dios quiere de cada uno, debe ser un cuestionamiento diario; conociendo como nos amó
y como se nos dio, entenderemos lo que tenemos que hacer en este caminar.
Ahora que conozco más a Jesús, ¿Quiero vivir a partir de hoy una verdadera amistad con Él que me lleva y me une al Padre?
Cristiano es aquel que vive según LOS VALORES DE JESÚS. ¿Quiero que Jesús construya puentes en mi vida?

TAREA
1. ¿Cómo es mi relación con Jesús?
2. ¿Qué enseñanza a nuestra vida cotidiana debemos recoger de la personalidad de Jesús, que permita ir orientando nuestra vida hacia Él?
3. ¿Cómo Dios se revela en mi vida? Menciona tres maneras de revelar el amor de Dios.

ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO


Amado Señor, Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mí de tal manera que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, o Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás Tú, quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo, por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la
evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón.
Amén.

CONSTRUYE UN PUENTE
No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto, era el primero de seriedad que tenían en 40 años de
cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continúa.
Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente, comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo entre ellos hasta que
explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis, al abrirla encontró a un hombre con herramientas de carpintero. “Estoy buscando trabajo por unos
días” dijo el extraño “quizá Ud. requiera algunas reparaciones aquí en su granja y yo puedo ser de gran ayuda”. “Sí –dijo el mayor de los hermanos-
tengo un trabajo para Ud. mire, al otro lado del arroyo, en aquella granja, vive mi vecino, bueno, de hecho, es mi hermano menor. La semana pasada
había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su buldózer para desviar el cauce del arroyo, de modo la pradera quedara dividida en dos partes”.
“Bueno, él pudo haber hecho eso para enfurecerme, pero yo le voy a hacer una mejor, ¿ve Ud. aquella pila de desechos de madera junto al
granero? quiero que construya una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más.
El carpintero dijo: “Creo que comprendo la situación, muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré
un trabajo que lo dejará satisfecho”.
El hermano mayor ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por unas provisiones al pueblo. El carpintero
trabajó durante todo el día, midiendo, cortando y clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.
El granjero quedó con los ojos completamente abiertos y su quijada cayó, ¡no había ninguna cerca de dos metros! En su lugar, había un puente
¡un puente que unía las dos granjas a través del arroyo! Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano, le dijo: “¡eres un gran tipo!” “mira que mandar
construir este hermoso puente después de todo lo que te he hecho y dicho”
Estaban en su reconciliación los dos hermanos cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas, ¡No, espera!, le dijo el hermano mayor
“quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti”. “Me gustaría quedarme –dijo el carpintero- pero tengo muchos puentes por construir”.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 12

NUESTRA PROFESIÓN DE FE
Objetivo: Conocer las verdades de nuestra Fe, guiadas por nuestra Iglesia, para desechar formas de creencias particulares. Aceptar
que el misterio de Dios no es objeto de comprensión humana sino revelación Divina, que esta infinitamente más allá de todo lo que
podemos concebir según la medida humana.
Motivación: ¿Ver para creer?
Canto: Yo creo en las Promesas

1. ENSEÑANZA: EN QUÉ CREEMOS LOS CATÓLICOS.


Una de las cosas más lamentables dentro de nuestra Iglesia Católica es el desconocimiento de muchos fieles,
acerca de los FUNDAMENTOS DE NUESTRA PROFESIÓN DE FE. Esto es notorio no sólo en el
ámbito de la gente sencilla, sino también entre profesionales que ostentan títulos universitarios. Un cristiano
que desconoce los fundamentos de su Fe es fácil presa de “cualquier viento que sople”. Bien decía San Pedro
que todos “debemos estar prestos a dar razón de nuestra esperanza” 1 Pedro 3,15. ¿Qué es un Credo?

Un CREDO es una fórmula de la Profesión de Fe Cristiana. Nosotros lo llamamos “Credo” por ser la
primera palabra de la fórmula latina: “CREDO IN UNUM DEUM...”, aunque antes que en latín estuvo
en griego; pero más científicamente se llama SÍMBOLO, que en griego significa RESUMEN Y
CONTRASEÑA; porque el Credo es un RESUMEN de las verdades principales que profesamos los
católicos, y porque además es el DISTINTIVO de nuestra religión ante cualquier otra.

ORIGEN: El Credo, es un resumen o compendio de las verdades reveladas por Dios. Al decir esto ya indicamos el origen del Credo, o
sea, de las verdades que contiene, pues si son reveladas por Dios, naturalmente Dios es el autor de estas verdades. Los apóstoles,
cumpliendo su misión (y cuantos desde el comienzo de la Iglesia han desempeñado esta misión magisterial), se han preocupado, POR
RAZONES PASTORALES , de proponer EN FÓRMULAS BREVES Y CONCISAS a los que recibían la Fe y a todos los fieles
en general, el resumen o sustancia de lo que había de ser creído como revelado por Dios. De aquí nació el más antiguo y venerable de
nuestros Credos, el llamado “Símbolo de los Apóstoles”, el que los catecúmenos debían recitar el día de su bautismo. Este, podemos
decir, es el Credo por excelencia, el que todos hemos aprendido en nuestros Catecismos y sabemos de memoria.

CLASES DE CREDOS. Podemos señalar cuatro Credos principales:


1° El Credo Ordinario, el que ya dijimos es el llamado “Símbolo Apostólico o de los Apóstoles”, porque conforme a una antigua
tradición se remonta a los Apóstoles, no sólo por la materia, en la cual no hay duda, sino acaso también por la misma forma, al
menos en lo sustancial.

2° Credo o Símbolo Niceno, compuesto en el Concilio de Nicea el año 325, para profesar la Fe contra la herejía de Arrio. En este
Concilio, que fue el I Concilio Universal en la Iglesia, se condenó el arrianismo, que decía que Jesucristo era la más perfecta de las
criaturas, pero pura criatura humana y que no era Dios. El Concilio de Nicea, teniendo en cuenta el error condenado, hizo profesión
expresa de Fe, en este Credo, de la Divinidad de Jesucristo, y así dijo: “Y un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, y nacido
del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz; Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no hecho;
Consubstancial con el Padre, por quien todas las cosas han sido hechas”.
3° Credo o Símbolo Constantinopolitano, este fue compuesto el año 381 en el II Concilio Universal de la Iglesia, que fue el
Concilio primero de Constantinopla, convocado contra Macedonio que negaba la Divinidad del Espíritu Santo, y por eso se
añadieron al de Nicea estas palabras acerca del Espíritu Santo: “Señor y vivificador; que procede del Padre y del Hijo; que con
el Padre y el Hijo juntamente es adorado y conglorificado”. Ahora el que tenemos en la Misa es el Niceno-Constantinopolitano.

4° Credo o Símbolo Atanasiano, este es una hermosa exposición de la doctrina de San Atanasio (Doctor de la Iglesia, Obispo de
Alejandría, 295-373), alma del Concilio de Nicea que condenó a Arrio. No parece ser que él hiciera esta exposición, sino algún
otro Padre antiguo sobre sus doctrinas y luego aceptado por la Iglesia romana para la Liturgia y para base de enseñanza y regla de
la Fe eclesiástica. Este lo rezan los sacerdotes en el Oficio divino el día de la Santísima Trinidad. Se suele llamar también este
Credo, por la palabra latina con que empieza, el Símbolo Quicumque. Además de éstos existen algunos Símbolos o Profesiones de
Fe, como el del Concilio XI de Toledo, la profesión de Fe tridentina, etc.

2. LAS DOCE VERDADES DE FE


Es la síntesis de nuestra Fe, resume la Fe que profesan los cristianos. Es el credo por que generalmente empiezan con la palabra
“Creo”, en esta profesión de Fe hay doce artículos, verdades que debemos creer, simbolizando en el número de los doce apóstoles.
En la vida de la Iglesia existen muchos signos de la Fe, pero solo dos ocupan un lugar particular.
- El Símbolo de los Apóstoles: llamado así porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la Fe de los apóstoles. Es
el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, de allí su autoridad, es el más antiguo Catecismo romano.
- El Símbolo de Nicea Constantinopla: Fruto de los dos primero concilios Ecuménicos (325-381 d.c.). Es el Símbolo común de
las grandes iglesias de Oriente y Occidente.

I. CREO EN DIOS PADRE TODO PODEROSO CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA


“Nuestro Dios es el único Señor”. Deuteronomio 6,4 “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” Lucas 18,27.
“En el comienzo de todo, Dios creó el cielo la tierra” Génesis 1,1.
Alguien escribió que Dios nos creó a “su imagen y semejanza”, pero que los hombres hemos creado a Dios a “nuestra imagen y
semejanza”. Y este es el gran peligro de una mala educación religiosa. Nos podemos encontrar con el dios de Aristóteles y el de
Confucio y no con el Dios de Jesucristo. Sin lugar a dudas, los hombres, según nuestra educación y circunstancias, hemos ido
fabricando “nuestro propio dios” a nuestra imagen. Por eso, muchas veces nos ha salido un dios tan egoísta, como nosotros mismos.
Dios se “revela” desde el principio como Alguien “celoso” que no admite la coexistencia de otros dioses. No por egoísmo, sino por la sencilla
razón de que es un DIOS UNICO. Este mismo Dios se muestra cercano al hombre. No lo ha creado para “divertirse” con él, o para que le
sirva como “esclavo” como los dioses paganos. Dios es un Padre que tiene un plan de Amor para cada uno de sus hijos los hombres.
Ante todo, hay algo muy importante: creemos que Dios es un Padre que ha querido comunicarse con sus hijos por medio de hombres a
quienes Él ha ido “inspirado” mensajes a través de la Historia. Estas “revelaciones” se encuentran en la Biblia. Allí se nos habla acerca
del principio del mundo y del hombre. “En el principio creó Dios el Cielo y la Tierra”. La Biblia no es un libro científico, sino nos
habla de un Dios que no ha tenido principio, que es eterno, y que un día fue el “principio” de todo cuanto existe.

II. CREO EN JESUCRISTO SU UNICO HIJO NUESTRO SEÑOR


“Él es el resplandor glorioso de Dios, la imagen de lo que Dios es” Hebreos 1,3. “Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo Único,
para que todo aquel que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna”. Juan 3,16. “Dios lo ha hecho Señor y Mesías”. Hechos 2,36.
Para nosotros los cristianos es fundamental profundizar en la personalidad de Jesús, pues toda nuestra religión está centrada en la
persona de Jesús. Si Jesús de veras es Dios, pues Jesús mismo lo afirmó. Si Jesús es Dios, entonces nos aferramos totalmente a su
mensaje con respecto a la Vida Eterna y a los principios morales que Él enseñó de parte de Dios Padre.
A todo cristiano el Señor le pide que se defina con respecto a Él. Si toda nuestra creencia se basa en el mensaje de Jesús, debemos
estar plenamente convencidos acerca de la personalidad de Nuestro Señor Jesucristo. Todos los hechos y dichos de Jesús confirman
que es el HIJO DE DIOS. Su personalidad, la santidad de su vida, sus milagros no dejan la mayor duda de que deberás Jesús es el
Mesías anunciado por las Escrituras.

III. QUE FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO NACIO DE SANTA MARIA VIRGEN
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo descansará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer
será llamado Santo e Hijo de Dios”. Lucas 1,35. “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio
del profeta: La virgen quedará encienta y tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel” (que significa “Dios con
nosotros”). Mateo 1,22-23.
 El Espíritu Santo hizo la obra porque es bondad y amor. En el momento de la concepción ya existía antes sólo como Dios,
en la concepción Jesús es engendrado, no creado, para ser también humano.
 San José solo es padre adoptivo, lo crió.
 La madre es la Virgen María, la cual fue siempre virgen (antes, durante y después del parto).
En toda Iglesia Católica del mundo, lo primero que llama la atención, al entrar, es el sagrario: nuestra Fe nos habla de la presencia
real de Jesús sacramentado. Inmediatamente nuestra vista se fija en alguna imagen de la Virgen María, que siempre se encuentra en
algún lugar destacado. Estas son dos vocaciones esenciales de la Iglesia Católica. Todos los privilegios que adornan a la Virgen
María tienen su origen en que Ella fue elegida por Dios para ser madre virginalmente de Jesús, el Mesías prometido.

IV. PADECIO BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO FUE CRUCIFICADO MUERTO Y SEPULTADO.
“Pilato tomó entonces a Jesús y mandó azotarlo. Los soldados trenzaron una corona de espinas, la pusieron en la cabeza de Jesús, y
lo vistieron con una capa de color rojo oscuro” Juan 19,1-2. “Jesús salió llevando su cruz, para ir al llamado lugar de ‘la Calavera’
(o que en hebreo se llama Gólgota). Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado. Pilato mandó poner sobre la cruz un
letrero, que decía: Jesús de Nazareth Rey de los judíos”. Juan 19,17-19. “Jesús grito con fuerza y dijo: –¡Padre en tus manos
encomiendo mi espíritu!– y al decir esto, murió”. Lucas 23,46.
“Después de bajarlo de la cruz, lo enviaron en una sábana de lino y lo pusieron en un sepulcro abierto en una peña, donde todavía
no habían sepultado a nadie”. Lucas 23,53. Significa que Cristo nos redimió y para ello tuvo que sufrir mucho, aunque lo hizo por
Amor, y no podemos ignorarlo, no debemos ser desagradecidos. Esto ocurrió en la época de Pilatos, es real.

V. DESCENDIO A LOS INFIERNOS AL TERCER DÍA RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS.


“Como hombre, murió; pero como ser espiritual que era, volvió a la vida. Y como Ser espiritual, fue y predico a los espíritus que
estaban presos”. 1 Pedro 3, 18-19. “Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras, que lo sepultaron y que resucitó
al tercer día”. 1 Corintios 15,3-4.
Bien decía San Pablo, en su primera carta a los Corintios, que “si Jesús no hubiera resucitado, nuestra Fe sería vana”. Desde el
momento que Jesús cumplió la promesa de resucitar, no nos queda otro camino que admitir que Jesús es Dios, y si es Dios, todo lo
que nos dijo acerca de la vida y de la muerte, para nosotros es una “revelación” de Dios; lo creemos sin dudar. Nuestra Fe no es
vana porque Jesús resucitó, y por eso para nosotros Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Juan 14,6.
Durante su vida Jesús no ocultó el fin trágico que le esperaba; pero tampoco silenció su “resurrección”, concepto que los apóstoles
nunca llegaron a entender mientras Jesús convivía con ellos, Muerte y resurrección son palabras claves en el Evangelio.
En el Nuevo Testamento siempre se describe la “muerte” de Jesús como una muerte “redentora”. La palabra “redención”, en la
actualidad, no es de uso corriente. En la antigüedad cuando alguien iba al mercado de esclavos y pagaba un rescate por un esclavo,
estaba efectuando una “redención”. Jesús con su muerte pagó nuestra redención.

VI. SUBIO A LOS CIELOS, Y ESTA SENTADO A LA DERECHA DE DIOS, PADRE TODOPODEROSO
“El Señor Jesús fue llevado al Cielo y se sentó a la derecha de Dios” Marcos 16,19 Subió a los cielos en la ascensión. Esta a la
derecha porque tiene la misma gloria. ¿Para que subió a los cielos?
1° Para tomar posesión del Reino que conquisto con su muerte.
2° Para prepararnos un lugar en la Gloria.
3° Para ser mediador y abogado delante del Padre Eterno.
Jesús como naturaleza humana esta en el Cielo y en la Eucaristía; y con naturaleza divina en todas partes porque es Dios. La
ascensión a los cielos fue por sus propios medios, porque Él quiso y tenía el poder para hacerlo. En cambio la Virgen María fue
llevada por los ángeles, por eso se la llama Asunción.

VII. DESDE ALLI HA DE VENIR A JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS


“Él nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto como juez de los vivos y de los muertos”. Hechos 10,42. Vivos y
muertos quiere decir buenos y malos. Eclesiástico 7,40.
1. Muerte: ocurre cuando el alma se separa del cuerpo, A todos nos va a tocar, igual que el juicio, pero no sabemos cuando por lo
que hay que vivir siempre bien.
2. Juicio: Ocurre inmediatamente después de la muerte; hay que pensar como vivimos ya que se nos va a juzgar según nuestras
obras y la sentencia sería el Infierno o el Cielo eternamente. Habrá 2 juicios: Particular; después de muertos. Final; se
confirma la sentencia y se hace pública, este será al fin del mundo.
3. Infierno: En el hay sufrimiento por siempre, hay 2 tipos de penas: Espirituales; del alma. Ej. Privarse de ver a Dios.
Corporales; del cuerpo. Ej. El fuego.
4. Cielo: Van las almas que mueren en Gracia de Dios o las que han purgado, en el Purgatorio, las penas de sus pecados. El
Purgatorio es temporáneo y el Cielo eterno, donde lo más importantes es ver a Dios.
El Limbo de los niños: Sin bautismo no se puede ir al Cielo y sin uso de razón no se puede condenar, por eso existe el Limbo
de los niños (menores de 7 años aproximadamente) para los que mueren sin ser bautizados.
Fin del mundo: Cristo vendrá a juzgar a los vivos y muertos en fin del mundo, donde confirmará la sentencia particular.
Aunque hay señales remotas (Apostasía general, predicación del evangelio por todo el mundo) y cercanas (Conversión de los
Judíos, anticristo y cataclismos) en la Biblia no se sabe cuando será por eso como dijo Cristo hay que: “Velad y orad”.

VIII. CREO EN EL ESPIRITU SANTO


“Porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado” Romanos 5,5. Para muchos
cristianos el Espíritu Santo no pasa de ser una paloma en lo alto del altar. El Espíritu Santo no debe ser una creencia, sino una
vivencia. Decir “Creo en el Espíritu Santo”, más que el enunciado de un Credo, debe ser el testimonio fehaciente del que ha
experimentado en su vida la acción del Espíritu Santo.
En la última Cena, Jesús, antes de partir de este mundo, les hizo a sus apóstoles una promesa grandiosa. Les dijo que no los iba a
dejar “huérfanos”, sino que les enviaría el Espíritu Santo que sería su “Consolador”, que estaría siempre “en ellos”, que les
“recordaría” todo lo que Él les había enseñado, y que “los llevaría a toda la verdad”.
Cada uno de nosotros, el día de nuestro Bautismo, fuimos ungidos con el Santo Crisma, aceite consagrado, como templos vivos del
Espíritu Santo. Jesús le enseñó a Nicodemo en que consistía ser bautizado en el Espíritu Santo. Le dijo que era “un nuevo
nacimiento”; también le afirmó que ese nuevo nacimiento “venía de lo alto”, es decir, era un Don de Dios para la persona que
estuviera dispuesta a abrir su corazón al mensaje de su Palabra.
Con la llegada del Espíritu Santo a una persona, vienen los “Dones” o regalos del Espíritu Santo a esa persona. La santificación
consiste en dejarse guiar por el Espíritu Santo y permitirle que obre en nosotros.

IX. LA SANTA IGLESIA CATOLICA


“Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi Iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla”.
Mateo 16,18. Para muchos es muy fácil decir: “Yo acepto a Jesús, pero no quiero nada con la Iglesia”. No es raro también
encontrarse con grupos de personas que, un día cualquiera de la semana, se reúnen en alguna casa particular o en algún local
público para orar y meditar en la Biblia, pero que el día domingo no asisten a ninguna Iglesia y no se consideran feligreses de
ninguna Iglesia. Hay mucha desorientación al respecto. Esos grupos leen muy “superficialmente” la Biblia, si meditaran con
profundidad en ella verían que la Biblia lleva al individuo a reunirse en “Iglesia”, pero no en una iglesia fabricada a “nuestra
manera”, sino en la Iglesia que fundó Cristo. A la Iglesia hay que conocerla para poderla amar y para serle fiel, porque ella es el
“Sacramento”, algo sagrado que Jesús fundó para que dentro de ella obtuviéramos la salvación.

X. LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS


“Después de esto, miré y vi una gran multitud de todas las naciones razas, lenguas y pueblos. Estaban en pie delante del Cordero, y
eran tantos que nadie podía contarlos”. Apocalipsis 7,9. No importa donde estemos, las almas de los integrantes de la Iglesia
forman un cuerpo cuya cabeza es Cristo. Estamos todos unidos y sabemos orar los unos por los otros. Estando en la tierra debemos
rezar por nuestro prójimo y las almas del purgatorio; las almas que están en el cielo no necesitan de nuestra oración aunque pueden
interceder por nosotros, claro esta que solo interceden, porque solo Dios tiene “poder” de hacer lo que quiere. Las almas del
infierno no tienen salvación posible, lamentablemente están perdidas eternamente.

XI. EL PERDON DE LOS PECADOS


“A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados”. Juan 20,23. Nadie es perfecto y la mayoría algún mal ha
hecho pero no importa la gravedad ya que si estamos realmente arrepentidos y nos acercamos a Dios para servirle en adelante todo
nos perdonará porque su Misericordia es infinita. Para ello el mismo Jesús creo el sacramento de la confesión.

XII. LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE Y LA VIDA ETERNA


“Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales”. Romanos 8,11 “Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de
lámpara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por los siglos”. Apocalipsis 22,5.
La muerte no es definitiva, no solo perdura el alma que va al cielo, purgatorio o infierno según sus actos sino que al fin del mundo
Cristo vendrá a juzgar a los vivos y muertos y quienes merecieron el cielo, y el purgatorio ya que este es un paso previo para
purificar al alma, resucitarán y tendrán un cuerpo glorioso como el de Jesucristo luego de la resurrección.

AMEN. “Así sea. ¡Ven, Señor Jesús!”. Apocalipsis 22,20.


TAREA
1. Realizar 5 encuestas a personas de diferentes edades con las siguientes preguntas:
¿Cuáles son las verdades de Fe del católico? ¿Qué significado tiene el Credo para los católicos? ¿Qué artículo del Credo le es
más difícil creer? Presentarlo en una hoja.

¿VER PARA CREER?

Una maestra quiso demostrar a sus niños de primera que Dios es un mito. La clase ocurrió así:

MAESTRA: Hoy vamos a aprender que Dios no existe. (Entonces, dirigiéndose a uno de los niños dice): ¿Tito, ves el árbol allá
afuera?
TITO: Sí, maestra.
MAESTRA: ¿Tito, ves la hierba?
TITO: Sí, maestra.
MAESTRA: Vete afuera y mira hacía arriba y dime si ves el cielo.
TITO: (Regresando unos minutos más tarde) Si, vi el cielo, maestra.
MAESTRA: ¿Y vistes a Dios?
TITO: No, maestra.
MAESTRA: Esto es exactamente mi punto. Podemos ver todo lo que existe, pero no podemos ver a Dios porque Él no existe.
Es un cuento.

En ese momento, María, una compañera de Tito, pidió a la maestra si podría hacerle más preguntas a Tito. La maestra, algo
sorprendida, accedió.

MARIA: ¿Tito, ves los árboles afuera?


TITO: Sí.
MARIA: ¿ves la hierba?
TITO: (ya aburrido de tantas preguntas, contesta) Siiiiiii
MARIA: ¿ves a la maestra?
TITO: Siiiii
MARIA: Todo lo que existe se ve, ¿cierto?
TITO: Siiii
MARIA: ¿ves el cerebro de la maestra?
TITO. Noooo.
MARIA: Entonces, Tito, según nos han enseñado hoy, ¡nuestra maestra no tiene cerebro!

Hebreos 11:1. “La Fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven”

EL REINO DE ESTE MUNDO

Un viejo ermitaño fue invitado cierta vez a visitar la corte del rey más poderoso de aquella época.
– Envidio a un hombre santo como tú, que se contenta con tan poco –comentó el soberano–.
– Yo envidió a Vuestra Majestad, que se contenta con menos que yo –respondió el ermitaño–.
– ¿Cómo puedes decirme esto, cuando todo el país me pertenece? –dijo el rey, ofendido–.
– Justamente por eso. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, tengo la luna y
el sol, porque tengo a Dios en mi alma. Vuestra Majestad, sin embargo, sólo posee este reino.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 13

LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Objetivo: Creer y aceptar el misterio de la Trinidad como misterio de Fe, que no podemos comprender, más si entender en el amor
que nace de Él, un solo Dios-Comunión.
Motivación: Parece que no está
Canto: Mi pensamiento eres tú Señor.

1. ENSEÑANZA: EL MISTERIO DE LA TRINIDAD DE PERSONAS EN LA UNIDAD DE DIOS.


El misterio: “Es necesario que el misterio del Hijo de Dios hecho hombre y el misterio de la Santísima
Trinidad, que forman parte de las verdades principales de la Revelación, iluminen con la pureza de la
verdad la vida de los cristianos”. El misterio de la Santísima Trinidad nos enseña que en Dios hay Tres
personas: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO, pero que las tres tienen una misma Naturaleza
divina, y en consecuencia son un solo Dios. Este misterio es un dogma de Fe definido. Las palabras
“naturaleza” y “persona”, no se toman aquí en el sentido corriente de los términos, sino de acuerdo con
el lenguaje filosófico, que es más preciso. La naturaleza o esencia de los seres es aquello que hace que
las cosas sean lo que son; el principio que las capacita para actuar como tal (por ejemplo, la naturaleza
del hombre es ser animal racional compuesto de alma y cuerpo), la persona, en cambio, es el sujeto que
actúa (por ejemplo un hombre concreto con un nombre: Pancho Tiznado Téllez, que actúa de acuerdo a
su naturaleza: los judíos, propensos a la idolatría hubieran tomado por tres dioses a las tres Personas
divinas. Piensa, quiere, trabaja, etc.). Así es claro que en cada hombre hay una sola naturaleza y una sola
persona. En Dios, en cambio, no ocurre así: una sola Naturaleza sustenta a una Trinidad de Personas.

REVELACIÓN DEL MISTERIO. En el Antiguo Testamento hay varias alusiones a este misterio; pero Dios no quiso enseñarlo
de modo claro, quizá porque en el Nuevo Testamento se nos enseña de manera precisa. Veamos dos textos en que se nombran las
tres divinas personas: El primero relata el bautismo de Cristo. El Padre dejó oír su voz desde el cielo: “Este es mi Hijo muy amado;
escuchadle”. El Hijo era bautizado por San Juan. Y el Espíritu Santo descendió en forma de paloma. Mt. 3, 17. El segundo nos
muestra a Cristo cuando mandó a los del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Mateo 28, 19.

La Fe católica es que veneramos a un solo Dios en la Trinidad y a la Trinidad en la unidad; sin confundir las personas ni separar la
sustancia. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu
Santo son una sola divinidad, les corresponde gloria. Apóstoles a la conversión del mundo. “Id, les dijo: y enseñad a toda la gente,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Errores: Los principales son de dos clases:


a) Unos, queriendo asegurar mejor la unidad de naturaleza de Dios, negaron la Trinidad de Personas, afirmando que las tres divinas
Personas eran tan sólo tres diversos modos de concebir a Dios. Entre éstos está Sabelio.
b) Otros, queriendo asegurar mejor la diferencia de personas, llegaron a negar la igualdad de Naturaleza. Por ejemplo, Atrio que negó
la divinidad de Cristo, asegurando que era de diferente naturaleza que el Padre; y Macedonio que negó la divinidad del Espíritu Santo.
Sabelio fue excomulgado por el Papa Calixto I; y atrio y Macedonio condenados por el Concilio de Nicea y I de Constantinopla.

2. NATURALEZA DEL MISTERIO


A ninguna inteligencia creada o creable le es posible comprender el misterio de la Santísima Trinidad. El esfuerzo racional de los teólogos –y
principalmente de S. Tomás de Aquino– ha tratado de ilustrarlo a partir de los datos revelados: distinción de las personas. Las tres divinas
personas no se distinguen ni por su Naturaleza, ni por sus perfecciones, ni por sus obras exteriores. Se distinguen únicamente por su origen.
I. No se distinguen:
a) Por su Naturaleza, porque tienen una Naturaleza común, la Naturaleza Divina. Así no son tres dioses, sino un solo Dios.
b) Ni por sus perfecciones, porque éstas se identifican con la Naturaleza divina. Así ninguna de las tres Personas es más sabia o
poderosa, sino que todas tienen infinita sabiduría y poder; ni la una es anterior a las otras, sino que todas son igualmente eternas.
c) Ni por sus obras exteriores; porque teniendo las tres mismas Omnipotencia, lo que obre una respecto a la criatura, lo obran las otras
dos.
II. Se distinguen únicamente por su origen, porque el Padre no proviene de ninguna persona; el Hijo es engendrado por el Padre;
y el Espíritu Santo procede a la vez del Padre y del Hijo. Esto es lo que impide que una persona se confunda con las otras.
a) PROCESIONES. Es inútil buscar en el mundo físico un equivalente a este misterio; pues tal verdad sobrepasa el límite de lo
creado. Es posible, sin embargo, alcanzar una cierta profundización en esta verdad gracias a la Revelación. Así, con respecto a la
Primera y a la Segunda Persona divinas hallamos, por una parte, el empleo de términos relativos: Padre-Hijo. Juan 1, 18; 1, 14; 1,
13; Gal. 4, 4; y por otra parte, que el Hijo es el Verbo del Padre: la Palabra interior con que se expresa totalmente a Sí mismo. Juan
1, 1. De la Tercera Persona se nos dic que procede del Padre y del Hijo. Juan 15, 26. A partir de estos datos revelados, y basándose
en la analogía de las potencias espirituales del hombre (inteligencia y voluntad), los teólogos han ilustrado –no explicado- este
misterio. Las Procesiones (de procedencia) no ilustran de algún modo.
a.1. El Padre no proviene de ninguna otra Persona.
a.2. El Hijo es engendrado por el Padre por vía de entendimiento.
Cuando la inteligencia humana conoce una cosa –por ejemplo una silla– forma de ella un concepto, también llamado palabra
interior o verbo. La inteligencia divina se comportará analógicamente: de aquello que conoce en primer lugar –la misma esencia de
Dios- forma un concepto, o verbo. La idea o concepto concebido tiene, en el hombre, dos características: Es distinta de la cosa
conocida (la idea de silla no es la silla misma), y es, tan sólo, un imperfecto reflejo de ella (la inteligencia no es capaz de penetrar
todo el ser de la cosa). Pero cuando concibe la Inteligencia suma –al conocerse a Sí mismo-, esa idea será perfecta: El término de
ese acto intelectivo perfectísimo es una idea perfectísima. Además, por ser Dios absolutamente simple, la idea eterna no se
distingue en realidad de la Naturaleza divina. Esta idea perfecta de la esencia divina subsiste a su vez como distinta; y, en este
insondable misterio, la Persona que, conociéndose concibe el Verbo, es Dios Padre; la Persona engendrada o concebida por el
Padre (Palabra eterna de Dios, el Verbo, Imagen perfecta Padre), es el Hijo.

a.3. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por vía de Voluntad y Amor.
Para la procedencia de la Tercera persona se toma como punto de referencia la otra operación del alma humana: La voluntad libre.
El estudio de sus operaciones dará la clave para ilustrar la procesión del Espíritu Santo: Dios Padre, al conocer eternamente su
Verbo, eternamente lo ama, lo mismo sucede en la relación amorosa del Hijo al Padre. Este nexo de Amor infinito y perfectísimo
da lugar a una Persona divina subsistente, que es el Espíritu Santo.
Advertimos también que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un solo principio. Focio, patriarca de
Constantinopla, fue condenado por enseñar que el Espíritu Santo procedía solamente del Padre.

b) NOMBRES DE LAS TRES DIVINAS PERSONAS


1. La primera Persona se llama Padre, porque ha engendrado a la segunda Persona, que es Hijo suyo por naturaleza desde toda la eternidad.
2. La segunda Persona de la Santísima Trinidad se llama: a) Hijo, porque es engendrada por el Padre, y posee su Naturaleza. b)
Verbo, esto es, Palabra de Dios, porque así como el Verbo o Palabra es fruto del humano entendimiento, así el Verbo es fruto del
entendimiento del Padre.
3. La tercera persona se llama Espíritu, que expresa aspiración o impulso de amor, porque procede del Padre y del Hijo por vía de
la Voluntad y de Amor. Se agrega Santo, porque a él se atribuye de modo especial la santidad.

c) UNIDAD DE NATURALEZA
Las tres divinas Personan tienen una misma Naturaleza divina. En consecuencia:
 No son tres dioses, sino un solo Dios.
 Todas las tres divinas Personas son igualmente perfectas puesto que tienen una misma Naturaleza común.
 Siendo un solo Dios, debe también decirse que hay un solo Omnipotente, un solo Eterno y un solo Señor.

3. ACTIVIDAD DE LAS DIVINAS PERSONAS


Actividad interna y externa: la actividad de Dios es interna (ab intra), si se refiere a las divinas Personas entre Sí, y externa (ad
extra), si se refiere a las criaturas.
La actividad interna de Dios es propia de cada una de las divinas Personas, porque se basa en sus relaciones de origen, que son
propias de cada persona. Así sólo el Padre no procede de otra Persona; sólo el Hijo es engendrado por el Padre; y sólo el Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo. Estas tres relaciones, fruto de la actividad interna de Dios, ha recibido el nombre de paternidad,
filiación y espiración. La paternidad es la relación del Padre al Hijo. La filiación, la relación del Hijo al Padre. La espiración, la
relación del Padre y del Hijo al Espíritu Santo
La actividad externa de Dios es común a las tres divinas Personas, y así todo lo que hace una de ellas para con las criaturas, lo
hacen también las otras dos.

ATRIBUCIONES
Además de las obras propias de cada Persona y de las comunes a todas tres, hay ciertas obras apropiadas, que sin ser exclusivas, se
atribuyen especialmente a cada una de las divinas personas. Así la Escritura suele atribuir:
a) Al Padre la omnipotencia y las obras de omnipotencia, como la creación y conservación de las criaturas.
b) Al Hijo la sabiduría y las obras de sabiduría, como la Redención y el juicio final.
c) Al Espíritu Santo el amor y las obras de amor, como la santificación de las almas.

Estas obras y perfecciones se atribuyen especialmente a cada una de las divinas personas, por tener alguna relación con su origen.
a) Al Padre se atribuyen de modo especial las obras de omnipotencia a, porque siendo el principio de las otras dos Personas, es de
modo especial origen de todos los seres.
b) Al Hijo se le atribuye en especial la sabiduría porque procede por vía de entendimiento, y la sabiduría es Fruto de entendimiento.
c) Al Espíritu Santo se atribuye especialmente el amor, porque procede por vía de Voluntad y de Amor.

Sin embargo, es importante recordar, que teniendo las tres Personas la misma Naturaleza divina, tienen en realidad igual Omnipotencia,
Sabiduría y Amor. Dios es uno y único por naturaleza, pero se manifiesta ha nosotros en tres personas realmente distintas:
EL PADRE : Que ha CREADO todo.
EL HIJO : Que nos ha REDIMIDO a todos del pecado.
AL ESPÍRITU SANTO : Que SANTIFICA a su pueblo, a su Iglesia.
Es el mismo Dios que nos ha amado y nos amará por toda la eternidad.

MISTERIO INCOMPRENSIBLE PERO NO CONTRADICTORIO


Al hablar de este misterio es preciso no alterar los términos con que la Iglesia lo expresa: “en Dios hay tres Personas y una sola
Naturaleza”. No podemos comprender este misterio, entre otros motivos porque no podemos tener una idea clara de lo que es en
Dios la Persona. Sin embargo, no hay contradicción en él. Habría contradicción si se dijera que en Dios hay una persona y tres
Personas, o una naturaleza y tres naturalezas. Pero lo que se enseña es que en Dios hay tres Personas y una Naturaleza. Debemos
Creer firmemente este misterio porque Dios nos lo ha revelado. Por otra parte, no podemos extrañar que siendo Dios infinito, haya
en Él cosas que sobrepasen nuestro entendimiento.

SUPERFICIALES EXPLICACIONES
Al tratar este difícil tema se ha recurrido a una serie de similitudes o comparaciones: El triángulo equilátero que siendo formado por
tres lados iguales forman una sola figura geométrica; las tres velas encendidas, que juntándolas, forman una sola llama; la electricidad
que siendo una sola realidad nos da la luz, fuerza y calor, etc. pero seamos conscientes que solo son comparaciones. No logran
explicar el misterio completo de Dios. Solo Él se mostrará, solo Él se podrá dar ha entender, y si tanto deseamos saber de Dios,
recordemos estas palabras “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán ha Dios”, no los científicos, ni los sabios,
sólo los limpios de corazón. ¿Has renegado cuando no entiendes la voluntad del Señor, reniegas de lo poco que sabes de Él?

Dios es Trinidad, personas en iguales esencias, un solo Dios, una misma, única naturaleza divina; este misterio ha formado Santa
Familia, amorosamente unidad, es un modelo para nosotros los seres humanos (COMUNIÓN EN TODO), debemos esforzarnos
entonces, en formar una sola familia, en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo, de Amor.

DEBERES PARA CON LA SANTÍSIMA TRINIDAD


Debemos:
a) Rendirle nuestros homenajes de Adoración y Amor.
b) Agradecerle los inmensos beneficios de la Creación, Encarnación y Redención.
c) Encomendarnos a las tres divinas Personas, fuente de Luz, Esperanza y Amor para el cristiano.
Las oraciones más recomendada en su honor son la invocación “Gloria al Padre...” y el Trisagio Angélico. Debemos honrarla
especialmente los domingos, día que la Iglesia dedica a su culto. Cuando guardas dentro de ti un tesoro tan precioso como la
Santísima Trinidad, es necesario pensar con frecuencia tres eFectos principales:
La Adoración: Cómo no dar Gloria, bendecir y hacer oraciones de gracias al huésped divino que hace de nuestra alma un
verdadero santuario.
El Amor a Dios: Que a pesar de su infinidad, baja hasta nosotros como el más amoroso Padre hasta su hijo. ¿Cómo no
corresponder a su amor? Este amor será penitente, agradecido, de amistad y generoso.
La Imitación: El Amor nos llevará a la imitación de la Santísima Trinidad, según cabe a nuestra flaqueza.

TAREA
1. Como grupo asistir a misa y detallar los momentos que se honra a la Trinidad.
2. Cuéntanos la historia de San Agustín sobre la Trinidad.

PARECE QUE NO ESTÁ

En un colegio estaban preparando las Primeras Comuniones. Había un niño que sufría un pequeño retraso mental, y, aunque él y su
familia estaban empeñados en que el niño hiciera la Primera Comunión, el capellán del colegio no las tenía todas consigo. Un día
llamó al niño y lo llevó al oratorio. Sacó del bolsillo un crucifijo y preguntó al niño: “Éste, ¿quién es?”. “Jesús”, contestó el niño.
Entonces señaló el Sagrario y volvió a preguntar: “Y, entonces, ése de ahí, ¿quién es?¨. “También Jesús”, contestó el niño sin
dudar. “¿Jesús, ahí y aquí...? pues explícame cómo puede ser que Jesús esté a la vez aquí y ahí”. “Es muy fácil –explicó el niño-.
Aquí (en el crucifijo), parece que está, pero en realidad no está. Ahí (en el Sagrario), parece que no está, pero sí que está”. Ni que
decir que aquel niño hizo la Primera Comunión con sus compañeros de curso.

EL TESORO ENTERRADO

Había una vez en la ciudad de Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias noches, Izy soñó que
viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río; soñó que a un costado del río y debajo del puente se hallaba un frondoso árbol.
Soñó que él mismo que cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un tesoro que le traía bienestar y tranquilidad para
toda su vida. Al principio Izy no le dio importancia, pero después de repetirse el sueño durante varias semanas, interpretó que era un
mensaje y decidió que él no podía desoír esta información que le llegaba de Dios o no se sabía de dónde, mientras dormía.

Así que, fiel a su intuición, cargó su mula para una larga travesía y partió hacia Praga.
Después de seis días de marcha, el anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar, en las afueras de la ciudad, el puente sobre el río.
No había muchos ríos, ni muchos puentes. Sí que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que en su sueño: el
río, el puente ya un costado del río, el árbol debajo del cual debía cavar. Sólo había un detalle que en el sueño no había aparecido:
el puente era custodiado día y noche por un soldado de la guardia imperial.

Izy no se animaba a cavar mientras estuviera allí el soldado, así que acampó cerca del puente y esperó. A la segunda noche el
soldado empezó a sospechar de ese hombre cerca de su puente, así que se aproximó para interrogarlo.
El viejo no encontró razón para mentirle. Por eso le contó que venía viajando desde una ciudad muy lejana, porque había soñado
que en Praga debajo de un puente como éste, había un tesoro enterrado.
El guardia empezó a reírse a carcajadas:

– Mira que has viajado mucho por una estupidez –le dijo el guardia–. Hace tres años que yo sueño todas las noches que en la ciudad de
Cracovia, debajo de la cocina de la casa de un viejo loco, de nombre Izy, hay un tesoro enterrado. Ja... Ja... mira si yo debiera irme a
Cracovia para buscar a este Izy y cavar debajo de su cocina... Ja... Ja... Ja... Izy agradeció humildemente al guardia y regresó a su casa.
Al llegar, cavó un pozo debajo de su propia cocina y sacó el tesoro que siempre había estado allí enterrado...
Nadie tiene la respuesta a tus preguntas, sólo tú. Las respuestas las encontrarás en ti, en ningún otro lado sólo en ti.
Siéntete afortunado y tranquilo de saber, por fin, que el tesoro está contigo, que siempre lo estuvo y que es imposible perderlo.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 14

LAS BIENAVENTURANZAS
Objetivo: Las Bienaventuranzas son una síntesis de los principios que constituyen el ideal de la vida cristiana. Para ir por el camino
del Evangelio, necesitamos aprender el camino de las Bienaventuranzas, no se puede descuidar este camino que nos propone Jesús.
Motivación: La fórmula segura para ganarse la lotería
Canto: Tan cerca de mí.

1. ENSEÑANZA: APRENDER DE LAS BIENAVENTURANZAS. MATEO 5, 3-12


Bienaventurado significa Feliz. La verdadera Felicidad es la que llena, la que dura, la que nadie me puede quitar, es la alegría que procede
del amor a Dios y a los demás, y por tanto, de la entrega y del sacrificio. Para los que la escogen, dices: alegraos en aquel día y regocijaos.
El mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las bienaventuranzas, deben los laicos tratar con ahínco de
asimilarlo en su vida, sus trabajos, sus pruebas hagan de ellos adoradores que en todo lugar actúan santamente y consagran el
mundo a Dios. El Sermón de la Montaña es un resumen de la doctrina cristiana; es la solemne promulgación de la nueva ley,
otorgada para confeccionar la ley mosaica y enmendar erróneas interpretaciones: “No crean que he venido a suprimir la Ley o los
profetas. He venido, no para deshacer cosa alguna, sino para llevarla la forma perfecta”. Mateo 5, 17. No es fácil reducir a un solo
tema todo lo que Jesús trató en ese discurso, pero todas las enseñanzas pueden agruparse en torno a cinco temas:

 El espíritu que se debe tener para entrar en el Reino de los Cielos: las Bienaventuranzas, sal de la tierra y luz del mundo,
Jesús y su doctrina, plenitud de la Ley.
 Rectitud de intención en las prácticas de piedad. Aquí se incluye la oración dominical.
 Confianza en la Providencia paternal de Dios.
 La conducta fraternal de los hijos de Dios: No juzgar al prójimo, respeto de las cosas santas, eficacia de la oración y la
regla de oro de la caridad.
 Condiciones y fundamento para la entrada en el Reino: la puerta angosta, los falsos profetas, edificar sobre roca.

Las ocho Bienaventuranzas es una síntesis que concentran de modo admirable los principios que constituyen el ideal de la vida
cristiana y revelan al mismo tiempo toda su sublimidad. Las bienaventuranzas no presenta el problema d escoger entre los bienes
presentes y los futuros, sino entre los bienes verdaderos y los falsos, y éstos lo son tanto ahora como eternamente y la verdad y la
falsedad de los bienes la da Dios mostrándonos cuáles son los verdaderos. Las Bienaventuranzas no contienen toda la doctrina
evangélica. Sin embargo son como el germen, todo el programa de perfección cristiana, resumido, pero completo.

LOS POBRES DE ESPÍRITU. Según esta Bienaventuranza, quien quiera andar por el camino de Dios ha de librarse de la codicia,
desprendiéndose de la preocupación excesiva de los bienes materiales. A quienes Cristo llama pobres son también esos hombres
sencillos que ninguna importancia se conceden a sí mismos. Lo que Cristo exige es el desprendimiento del alma de las cosas de
este mundo, llevando una vida sencilla, conscientes en todo momento de la pobreza del hombre frente a Dios, viviendo esa virtud
que es fundamental para el cristiano: la humanidad... porque de ellos es el Reino de los cielos.

LOS MANSOS. El mismo Cristo se pone como ejemplo de esta virtud. Mateo 11, 28. Lo mismo que fue Cristo, suave para con los
hombres –llamó amigo incluso a quien le traicionaba-, debe el cristiano respirar suavidad en sus juicios, palabras y hechos para con
el prójimo. La mansedumbre supone, en quien la vive, un dominio sobre sí mismo, pues los arrebatos de cólera, más que fuerza,
indican debilidad en quien los sufre. Dios no deja que nos acerquemos a Él mientras se conserve un sentimiento antifraternal. Se le
vuelve a encontrar cuando se ha perdonado de corazón... porque ellos heredarán la tierra.

LOS QUE LLORAN. Nada más ajeno a Cristo que convertir la tristeza en una actitud fundamental para el cristiano. El cristiano
está hecho para la alegría, que encuentra en Dios. Lo que el cristiano debe llorar son sus pecados y tantas ofensas que diariamente
se hacen al Señor. Debe producirle tristeza el hecho de encontrarse tan lejos de la santidad, que deben desear ante todo. Será
también para él motivo de tristeza el desprecio que le viene de un mundo sin Dios, pero si une su causa a la de Dios sentirá la
alegría de los Apóstoles cuando, por primera vez, sufrieron ultrajes por el nombre del Señor... porque ellos serán consolados.

LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA. En la Biblia se llama justo a aquél que se esfuerza sinceramente por cumplir
la voluntad de Dios, manifestada en sus preceptos; de ahí que justicia en el lenguaje bíblico se refiere no solamente a una virtud
cardinal, sino al conjunto de todas las virtudes, la perfección, la santidad. Tener hambre de sed de Dios consiste en una actitud moral
total; es el máximo cumplimiento posible de la vida divina en el hombre. El solo deseo de esta posesión llena al hombre
completamente de paz, cosa que ningún otro deseo logra, pues siempre se siente hambre de más... porque ellos serán saciados.

LOS MISERICORDIOSOS. La misericordia a la que Jesús promete la bienaventuranza es la que lleva al cristiano a compartir
efectivamente las desdichas del prójimo, tanto en sus angustias materiales como espirituales. Le lleva a amar al prójimo no sólo
cuando se lo merece, sino porque es prójimo, como el propio Jesús enseñó en la parábola del buen samaritano. La misericordia
llega a ser la medida con la que se nos medirá, y sólo alcanzará misericordia de Dios quien se incline profundamente ante el
prójimo que sufre... porque ellos alcanzarán misericordia.
LOS LIMPIOS DE CORAZÓN. Cristo, enseña que la calidad moral de la vida del hombre está en el corazón Marcos 7, 22.
Limpio de corazón es aquel que, hasta donde es posible, mantiene su corazón limpio de pecado. La limpieza de corazón agranda la
capacidad de amar del hombre, que como tiene un corazón de carne, necesita querer, pero necesita querer rectamente, sabiendo qué
elige. Si no se tiene el corazón limpio no se ve claro para elegir, pues basta un ligero velo para ofuscar la visión, y este velo muchas
veces está formado por disposiciones morales imperfectas –al menos– por no tener el corazón limpio.... porque ellos verán a Dios.

LOS PACÍFICOS. Aquí –dice San Juan Crisóstomo- no se contenta el Señor con eliminar toda discusión y enemistad de unos con
otros, sino que nos pide algo más: “Que tratemos de poner paz entre los desunidos. Esto es porque la paz está solamente donde esté
Dios, que es el Dios de la paz”. 1 Corintios 14, 33 y a Cristo. Isaías, le llamó “Príncipe de la Paz”. Isaías 9,5. Toda alma que deja
que Dios entre en ella, encuentra la paz, que nada puede quitar. La falta de paz en el mundo, la desconfianza de unos para con
otros, todo ello tiene su origen en la falta d Dios, “pues los malvados no tienen paz”. La paz que Cristo dio “mi paz os doy, mi paz
os dejo”. Juan 14, 27. Es la paz con Dios, que implica una aceptación de la voluntad divina; por eso, mientras los hombres no
acepten la voluntad de Dios y sus amabilísimas leyes, no podrán tener nunca paz entre ellos. Cuando los hombres obedecen a la ley
de la caridad, que les pone en paz con Dios, viven, por eso mismo, en paz con ellos.... porque ellos serán llamados hijos de Dios.

LOS QUE PADECEN PERSECUCIÓN POR LA JUSTICIA. La causa principal que retrasa con mucha más frecuencia la venida
del Reino de Dios es la fuerza de aquel poder invisible que es el polo opuesto al Reino de Dios: el demonio. Sólo quien esté cegado
por las mismas fuerzas diabólicas puede negar su existencia. Por eso no debe extrañar que quienes buscan de verdad la santidad
sean siempre objeto de persecución; pero con la misma certeza que llegará el triunfo definitivo de Cristo, llegará también el de sus
fieles.... porque de ellos es el Reino de los Cielos.

“Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron”.

2. JESÚS ES EL BIENAVENTURADO
Las Bienaventuranzas responden al deseo natural de Felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del
hombre a fin de atraerlo hacia Él, el único que los puede satisfacer. Nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el Reino, la
visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios. También nos colocan ante
opciones decisivas con respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios sobre todas las
cosas. Lo que Jesús muestra en las bienaventuranzas es Él mismo. Él es el bienaventurado, el santo, la plenitud de la nueva ley. El
cumplimiento de la ley del nuevo reino de Dios consistirá en seguirle, en imitarle, en ser igual que Él en la medida de lo posible.
Una mirada más profunda nos lleva a ver en Jesús al pobre, que sin nada vino al mundo y sin nada se irá, siendo Señor de todo lo
creado. Es el manso y el pacífico, que se manifiesta, animando, reconciliando a los hombres con Dios, entre sí y en su interior. Las
lágrimas ocuparán un lugar en su vida y será consolado por ángeles antes del sacrificio redentor. Es el hambriento y el sediento de
la nueva justicia, que como don divino se derramará sobre la tierra. Sembrador de misericordia, alcanzará el perdón a los
arrepentidos de corazón y a las ovejas perdidas. Su limpieza de corazón llegará hasta la ausencia de todo amor propio, en un amor
verdadero que se derramará sobre todos los hombres. Él es el Hijo de Dios, en una generación eterna de tal plenitud que es
consustancial al Padre, “el Padre y yo somos uno” dirá más adelante. Además, será el perseguido por enseñar la senda del amor que
el mundo no puede entender, porque está lleno de pecado. Y en la octava bienaventuranza, vemos a Cristo enclavado en la cruz, el
sacrificio perfecto entre el cielo y los hombres, salvando a todos. Cristo en las bienaventuranzas se muestra a sí mismo como
camino de la nueva Felicidad.

Todo este aluvión de luz, de verdad y de vida, debía ser comunicado a los hombres de un modo gradual. De entrada, la mayoría no
podía soportar tanta verdad pues era necesario romper los esquemas antiguos. Por eso, Cristo se revela misteriosamente,
manifestándose a través de una moral nueva, la moral de las bienaventuranzas. En un primer nivel les dice que serán Felices y
justos si saben vivir con pobreza, con mansedumbre, con ánimo pacífico y pacificador, con corazón misericordioso, siendo limpios
de corazón y llenos de rectitud de intención en lo más íntimo; que los que tienen hambre y sed de justicia la recibirán, igual que si
saben llorar y llevar bien las persecuciones.

Nunca ha hecho Felices a los hombres el ansia de dinero o de poder, ni el espíritu violento, ni la rebeldía ante las dificultades, ni el
corazón sucio y retorcido, ni el alma inmisericorde o dura, que no se sabe sufrir con los que sufren, ni el rencor ante las
persecuciones. La Felicidad sólo puede estar en el amor verdadero, y las bienaventuranzas marcan la senda de un amor rico en
matices que abarca las situaciones reales de la vida.

Por otra parte el premio es extraordinario: El Reino de los cielos, con lo que significa de poseer la tierra, ser consolados, ser
saciados de justicia, alcanzar misericordia, ver a Dios, ser llamados hijos de Dios y, al morir, una gran recompensa en los cielos.
Esta es la plenitud del reino de Dios que Cristo anuncia. Más no se puede pedir. El reino de las bienaventuranzas es la plenitud
humana alcanzada como don de Dios a los que quieren creer y vivir la nueva vida y la nueva alianza. Al final de los tiempos lo
justos vivirán esa bienaventuranza de un modo pleno.

Verdaderamente, es Feliz el que sabe ser pobre y vivir desprendido de las cosas de la tierra, libre de las ataduras del deseo y del
ansia de posesión. Es Feliz el que al llorar, recibe el consuelo de saber que sus sufrimientos no son inútiles y sin sentido, sino que
se pueden convertir en un sacrificio que ayude a salvar a otros hombres en una comunión espiritual de los santos. Es Feliz quien
tiene dominio interior de sus pasiones, en una mansedumbre, que es poder sereno, lejos de la violencia; es Feliz el que sabe que
todos los deseos de justicia y amor serán saciados con abundancia. Es Feliz quien tiene buen corazón con el que sufre, en el alma o
en el cuerpo, y es tratado con una misericordia que unas veces es perdón y otras caricias. Es Feliz el que mira al mundo, las
personas o a Dios, con mirada limpia, y entiende las cosas con visión sobrenatural; es Feliz quien siembra paz y concordia entre los
hombres, para que aprendan a amarse, también cuando son pocos amables. Puede ser Feliz incluso, el perseguido por ser fiel a
Dios, ya que así puede asemejarse a Jesús, que es el inocente que paga las deudas de los pecadores porque los quiere con un amor
que les eleva más que les juzga.

En un juego de antítesis, Jesús enunciará, en otra ocasión, cuatro “ay” como lo opuesto al espíritu de las bienaventuranzas.
* ¡Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
* ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre!
* ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!
* ¡Ay cuando los hombres hablen bien de vosotros, pues de este modo, se comportaban sus padres con los falsos profetas!¨. Lucas 6, 24-26
Son lamentos por los que se dejan llevar por el espíritu del mundo, por el egoísmo y la falta de amor. Jesús desvela el amor verdadero
frente al pecado y al mal amor del que busca sólo lo propio. Debe temer a quien pone su corazón en las cosas de la tierra; pues todas le
serán quitadas, y se le secará el corazón. El que se sacia, buscando sólo bienes materiales, experimentará el vacío en el alma.

Como consecuencia de esta nueva moral de amor pleno, Jesús anuncia a los que crean que serán sal de la tierra y luz del mundo. El
mundo y los hombres se salvarán de la corrupción si sus discípulos saben llevar ese mensaje a todas las realidades humanas con su
palabra y sobre todo, con su vida. “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale
sino para tirarla fuera y que la pisotee la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No pude ocultarse una ciudad situada en lo
alto de un monte; ni se enciende una luz para taparla con un cajón, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los
de la casa. Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los Cielos”. Mateo 5, 13-16.
El mundo movido por el pecado se mueve en la corrupción y en la oscuridad. El sabor y la claridad en el camino vendrán de quien
sepa ser como Cristo en su nueva moral de amor pleno.

3. LAS PARÁBOLAS DEL REINO


Después de mostrar que los mandamientos y las bienaventuranzas son el camino para entrar en el reino, queda mostrar el reino
mismo. Jesús lo hace principalmente con parábolas, es decir, ejemplos vivos, imágenes tomadas de la vida ordinaria, dándoles
contenidos ricos y amplios. En todas destaca la pequeñez de los comienzos; y el crecimiento progresivo de este Reino; su fuerza
regeneradora para los llamados por Dios a la salvación, que alcanzarán si corresponden a esa vocación.

LOS MANDAMIENTOS
Una vez anunciado el reino, con el pórtico abierto de las bienaventuranzas para entrar en él, queda pendiente una cuestión del máximo
interés: ¿Se debe cumplir la ley de Dios según fue dada a Moisés en el monte Sinaí? ¿En qué consiste la ley moral? ¿Qué se debe
hacer para entrar en el Reino de Dios y pertenecer a él? Jesús dedicará buena parte de su magisterio a aclarar estos interrogantes.

Declarará que no ha venido a cambiar la ley, sino a llevarla a su plenitud. Esa plenitud será: Ver a Dios como Padre, y vivir como
hijos de Dios. Ya había enseñado que si vivían así los hombres glorificarían al Padre. Pero ahora concreta más y recorre la senda de
los principales mandamientos de la ley de Dios. Con ellos irá mostrando en qué consiste ser “perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto”. Por ello mostrará el valor de la oración, de la limosna y el ayuno sabiéndose mirados por “tu Padre, que ve en
los secreto”. Ante Él hay que actuar y es Él quien “recompensará” del modo más adecuado. La religiosidad no debe ser algo
externo y superficial, sino que se debe amar y rezar a Dios como Padre nuestro.
Si en las bienaventuranzas se muestra al Hijo que se ha hecho Hombre para salvarnos, en los mandamientos se muestra al Padre,
que es el origen en el amor. El Padre es quien toma la iniciativa frontal de amar y que, además de engendrar al Hijo unigénito,
quiere engendrar hijos libres que sepan amar por la senda amplia de los mandamientos.
“No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. En verdad os digo que
mientras no pasen el Cielo y la tierra no pasará de la Ley ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla. Así, el que
quebrante uno solo de estos mandamientos, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los
Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Os digo, pues, que si vuestra justicia
no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”.
La Ley hay que cumplirla toda; con un espíritu nuevo; no vale ya el espíritu de los fariseos que rodean la ley de múltiples reglas,
preceptos e interpretaciones, pero pierden el espíritu de la ley, que es amar a Dios en el fondo del corazón y en la conducta. El que
asimila este espíritu tiene siempre ante los ojos a Dios Padre, que le llama para que libremente obre el bien y tenga la perfección
que él tiene, que es la de amar sin medida.

TAREA:
1. ¿Con qué bienaventuranza te identificas en estos momentos? ¿y porqué?
2. Hacer una oración pidiendo a Dios vivir las bienaventuranzas como Cristo lo hizo.

LA FÓRMULA SEGURA PARA GANARSE LA LOTERÍA

En el siglo pasado vivió uno de los hombres más famosos por sus milagros y sus profecías: San Juan Bosco. Su fama se esparcía por
todos lados. A unos les anunciaba cuantos años iban a vivir, a otros les decía lo que iban a ser en el futuro, y a muchos les leía los pecados
antes que se los dijeran en el confesionario. En total hizo más de ochocientos milagros. Un hombre pobre oyó hablar de las maravillas que
hacía este humilde sacerdote y corrió en su busca para preguntarle algo muy importante: La fórmula para sacarse la lotería. Quería que el
santo le dijera qué números debía escoger al comprar el billete. San Juan Bosco meditó un rato y luego le contestó con plena seguridad:
los números mágicos para que Ud. se saque la lotería son estos: 10-7-14. Puede conseguirlos en cualquier orden y se la sacará.
El hombre se llenó de alegría y ya se despedía para salir corriendo a comprar el billete, cuando el santo, tomándolo del brazo le dijo
sonriente: un momento, que todavía no le he explicado bien los números ni le he dicho de qué clase de lotería se trata. Mire: estos
números significan lo siguiente: “10” significa que usted debe cumplir los Diez Mandamientos; “7” significa que usted debe recibir con
frecuencia los sacramentos; “14” significa que usted debe practicar las 14 obras de misericordia, tanto las corporales como las espirituales.
Si usted cumple estas tres condiciones: observar los mandamientos, recibir bien los sacramentos y practicar las obras de misericordia, se
va a sacar la más estupenda de todas las loterías: la gloria eterna del cielo. El hombre comprendió y en vez de irse a buscar al lotero, fue al
asilo a llevar una limosna. Invierte todo tu corazón en esos números y serás verdaderamente Feliz aquí en la tierra y en el cielo.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 15

DISCÍPULOS, AMIGOS DE JESÚS


Objetivo: Conocer a Jesús como persona, hacernos amigos de Él asumiendo un compromiso de vida ya que conocerle a Él es el
centro de toda la salvación.
Motivación: La otra mejilla
Canto: Amigos de Dios.

1. ENSEÑANZA: LOS PRIMEROS DISCÍPULOS


Jesús acaba de vivir cuarenta intensos días de oración y ayuno en el desierto. Allí fue llevado por el Espíritu, y allí superó
tentaciones diabólicas. Su aspecto físico manifiesta la dureza del ayuno y de la prueba, pero también la alegría de la victoria.
Cansancio y serenidad son los rasgos de su semblante. La flaqueza de su cuerpo, consecuencia del ayuno, se compensa con la
mirada llena de la alegría de saber que pronto la redención alcanzará con plenitud a los hombres.
Es posible que varios de los apóstoles ya conociesen a Jesús de vista, y hubiesen oído la gran voz desde el cielo que decía: “Este es
mi Hijo, el predilecto; en Él me complazco”, así como hubieron visto bajar, como una paloma, el Espíritu de Dios, y posarse sobre
Él. Juan y Andrés habían escuchado de su maestro, Juan el Bautista, hace la siguiente declaración sobre Jesús. “Vi al espíritu que
bajaba como una paloma del cielo y se posó sobre Él”, Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “aquel
sobre quien veas bajas el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que ha de bautizar en el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y
atestiguo que él es el Hijo de Dios”. Juan 1, 32-34. Por esto la conmoción entre los seguidores del Bautista en el momento del
bautismo del Señor fue enorme, y miran a Jesús con una atención plena.

Conocer a Jesús, y poco a poco, se les revelará en su ser más íntimo. Primero como Mesías, después como Hijo igual al Padre. Los
Evangelios nos hablan solamente de siete: Pedro y Andrés, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, Felipe y Bartolomé y Mateo el
Publicano. Los apóstoles Judas y Santiago, hijos de Alfeo, que eran primos del Señor, estarían ya con él. Judas Iscariote era judío y
frecuentaba a los principales del Templo.
Al volver a Galilea va a realizar una de las acciones más decisivas de aquellos tres años: la elección de los apóstoles. Marcos 3, 13-
19. Al llegar a Cafarnaúm, el centurión del ejército de ocupación, hombre de Fe, le pide la curación de un siervo, y Jesús se llenará
de nuevo de alegría, descubriendo la extensión del nuevo reino a todos los confines de la tierra. El centurión romano. Piadoso, pero
gentil. Era importante cómo le trataría Jesús después de sus explicaciones sobre el nuevo reino de Dios. El hombre acude con
humildad; no quiere comprometer a Jesús haciéndole entrar en su casa, para evitar la habladuría de que Jesús sostiene tratos con
paganos; pero tiene Fe y ama a su siervo como si fuese de su propia familia.
Leamos Mateo 8, 5-13. La sencillez de la narración atrae. Jesús se conmueve ante la delicadeza de aquel hombre, y alaba su Fe
poniéndola por encima de muchos de Israel. Es más, muchos israelitas serán arrojados a las tinieblas exteriores, su no creen y se
convierten. En la práctica muestra que el reino es para todos los hombres de buena voluntad.

2. FORTALECIMIENTO DE LOS DISCÍPULOS


Los discípulos se enteran del origen de Jesús en estos primeros tiempos de convivencia. Conocen su origen, a su Madre, al resto de su
familia, su vida oculta de trabajo. Todo ello junto a la intensa enseñanza teórica y práctica que Jesús le imparte. Sin embargo, la
oposición de los familiares de Jesús y las críticas de los escribas y fariseos podían afectar a los discípulos con una Fe todavía débil. Por
ello Jesús se decide a apartarlos de Cafarnaúm por un poco de tiempo. Sube a las barcas y se dirige a la otra orilla en territorio pagano.
En este viaje va a ocurrir un gran milagro que sorprende grandemente a los suyos, a pesar ya de que han visto tantas curaciones. Se
trata de la tempestad calmada. Sucedió así: Leamos Marcos 4, 35-41. Ante la tempestad surge el temor y el miedo a morir. No
advierten que Jesús no puede morir de aquella manera, pues tiene una misión divina aún no acabada, y se ha declarado igual al
Padre en tantas ocasiones. Pero el viento es fuerte, las barcas suben y bajan, pueden volcar, pueden hundirse. Jesús,
sorprendentemente, duerme. Y se quejan del peligro, murmurando y criticando al mismo Jesús que no hace nada ante el peligro. Le
despiertan y con gesto imponente, clama al viento que enmudezca, y lo hace.
La calma vuelve de repente al pequeño mar. Y cuando Jesús le reprende por su poca Fe, no se quejan, no murmuran, no protestan,
y emerge en ellos el respeto ante alguien que es más que un maestro de vida coherente, y se preguntan: ¿Quién es éste? Aún le
conocen poco, tienen que introducir en su Fe el dato de que Cristo es Señor de todo, es el mismo Dios con nosotros.
Al llegar a la orilla surge otro inconveniente, se les acerca un hombre enfurecido, un energúmeno, que es como se denomina a los
endemoniados llenos de furia. Es lógico el susto de todos. Jesús de nuevo va a consolidar la Fe de los suyos curándolo y haciendo
un gesto de difícil olvido. Si antes demostró su dominio sobre el viento y el mar, ahora va a demostrar su superioridad sobre el
demonio y sobre los animales. Leamos Mc 5, 1-20.
Es el primer paso – realmente sobrecogedor- de su predicación a los gentiles. Emociona ver al hombre liberado de los demonios que le
suplica quedarse con él. Jesús prefiere que se quede en aquella región siendo portavoz de la buena nueva que tiene que llegar no sólo a
los judíos, sino a todos los hombres de buena voluntad. Y la Fe de los discípulos se fortalece con hechos tan extraordinarios.
Al volver a Cafarnaúm sucede un nuevo milagro que va más allá de las curaciones que ya se han convertido en cosa ordinaria. Se
trata de la hija de un hombre importante, el jefe de la sinagoga. El dolor del padre es agudo: su hija se muere, y Jesús ha curado a
muchos. Duda hasta que se decide a pedir el milagro. En el trayecto una mujer llena de Fe arranca una milagro de Jesús que alaba
su Fe. Hasta que al llegar al lugar donde está la niña, de doce años. Leamos Mc. 5, 21-43.
Una vez más, los discípulos han presenciado un milagro que –como en otras ocasiones, o quizás más que antes- les reafirma en su
Fe en Jesús; más allá del conocimiento teórico y rabínico de la Ley y los Profetas. La resurrección de la hija de Jairo hubo de
confirmarles que estaban delante del Mesías con poder del Altísimo sobre la vida y la muerte. Mucho les queda aún por aprender,
pero la Fe ya es más plena, y al resguardo de las críticas más o menos maliciosas.
3. EL ODIO DEL MUNDO A LOS DISCÍPULOS. Juan 15, 18-27
“Si el mundo os odia, sabed que antes que va a vosotros me ha odiado a mí. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo;
pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que os he
dicho: no es el siervo más que su señor. Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán. Si han guardado mi
doctrina, también guardarán la vuestra. Pero os harán todas estas cosas a causa de mi nombre, porque no conocen al que
me ha enviado. Si no hubiera venido y les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de pecado”.
Hay mucha ignorancia en la mayor parte de los pecados, ignorancia y debilidad; pero no es infrecuente la lucidez; y ésta será
combativa, adoptará formas distintas en cada época, deben contar con ello, no pueden ser ingenuos. “El que me odia a mí,
también odia a mi Padre. Si no hubiera hecho ante ellos las obras que ningún otro hizo, no tendrían pecado; sin embargo,
ahora las han visto y me han odiado a mí, y también a mi Padre. Pero había de cumplirse la palabra que estaba escrita en
su Ley: Me odiaron sin motivo”. El único motivo es el mal que anida en los corazones pervertidos. “Cuando venga el Paráclito
que yo os enviare de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. También
vosotros daréis testimonio, porque desde el principio está conmigo”. El mal y la persecución no quedarán impunes, aunque en
ocasiones lo parezca, existen testigos ante Dios que como Juez dará a cada uno según sus obras y sus oportunidades.

EL MOMENTO DE LA VENIDA DEL REINO. El Reino es de amor, de castidad y de vida sencilla en la inocencia del corazón.
Pero ¿cuándo llega ese reino? no parece que ya haya venido. Hay grupos de creyentes y discípulos aquí y allá, masas que ven con
buenos ojos la nueva doctrina; pero el Reino no se ve como se ven los otros reinos de la tierra. Interrogado por los fariseos sobre
cuándo llegaría el Reino de Dios, él les respondió: “El Reino de Dios no viene con espectáculo; no van a decir: esta aquí o esta
allá; y sepan que el Reino de Dios está ya en medio de vosotros”. Lucas 17, 20-21. En Jesús el reinado de Dios es pleno; en los
que creen se va realizando, poco a poco, en su corazón y en su conciencia, sus costumbres se van adaptando cada vez más al nuevo
amor a Dios. El Reino está aquí ya, pero no es visible como los otros reinos de los hombres, es un reino espiritual. Esta realidad no
era fácil de entender para aquellos hombres tan acostumbrados a lo sensible.

EL MANDATO DE IR A TODO EL MUNDO. Los once apóstoles se reunieron en Galilea donde había tantos discípulos del
Señor. Se reúnen en un monte que pudo ser el Tabor o quizá el de las bienaventuranzas, no lo sabemos con certeza. Allí Jesús les
da una misión importantísima. Leamos Mateo 28, 16-20
Jesús poseía una misión del Padre que era realizar la redención para la salvación de los hombres. El Hijo, junto al Padre, envía al
Espíritu Santo para que de vida divina a los hombres. Ahora va a hacer partícipes de esa misión a los discípulos, y les da el
mandato apostólico de difundir la palabra y la vida que Él mismo ha conquistado.
Esta misión no tiene límites en el espacio: abarca a todos los pueblos de todos los tiempos. Los discípulos quedan consternados por la
grandeza de la vocación. Deben abrirse a todas las culturas de todos los hombres. El mundo se hace pequeño. La salvación ya no se refiere
sólo al privilegiado pueblo de Israel, sino a todos los pueblos con tantas tradiciones religiosas tan distintas. Esta misión es un mandato
imperativo, no sólo un consejo. Tienen la obligación de realizarlo, Y no sólo se refiere a los apóstoles sino que se dirige a todos los creyentes.
Sus vidas no pueden reducirse a vivir una vida interior intensa, pero aislada. Deben abrirse al mundo y difundir la verdad de Jesucristo.
Pero no sólo predicarán la verdad, sino también deben bautizar a los que crean, y en el nombre de Dios en sus tres divinas
personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Bautismo será la puerta de entrada en la Iglesia, después vendrá el despliegue de
toda la vida divina de la gracia en el alma. Pero, de momento, a los bautizados se les perdonan los pecados, y se les da la vida
conquistada por Cristo en la Cruz, la vida resucitada de Jesús, una vida para no morir. El nuevo Pueblo de Dios se constituirá a
partir de ese Bautismo que conduce a los demás misterios de vida, cuyo culmen es la Eucaristía.
Esta misión tiene límites en el tiempo, pues concluirá en el fin del mundo, cuando Jesucristo venga en toda su gloria y sus ángeles
con Él entonces la muerte será definitivamente vencida y se constituirá el Reino en toda su perFección.
No deben tener miedo ante la grandeza de la misión, pues se dará siempre la presencia de Cristo entre los cristianos. Nunca estarán
solos, ni abandonados, aunque, en ocasiones tengan que experimentar la Cruz como Jesús. Es más, vencerán enemigos poderosos.
“El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, se condenará. A los que crean acompañarán estos milagros: en
mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes y si bebieran algún veneno, no les dañará;
impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados”. Marcos 16, 15-18. La salvación llegará por el diálogo con Dios,
que es la Fe, y por el bautismo, el rechazo consciente de Cristo es la condenación. La urgencia de la difusión apostólica es grande,
y los enemigos, simbolizados en serpientes y venenos, serán superados; es más, vencerán a los demonios y hablarán lenguas
nuevas. Los horizontes de aquellos primeros, que eran pocos, como el Fermento de la masa del mundo, se amplían al máximo. Es
una verdadera aventura interior y exterior.

LA SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO. Mateo 5, 13-16. “Hijos de Dios, hermanos del Verbo hecho carne, de Aquel de
quien fue dicho: en Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan 1,4. Hijos de la luz, hermanos de la luz: eso somos.
Portadores de la única llama capaz de encender los corazones hechos de carne”. Es Cristo que pasa, Somos como lámparas que han
sido encendidas con la luz de la verdad, y las hace arder el Espíritu de la Caridad, y no le falta nunca el aceite de la gracia de Dios.

DIGNIDAD DEL CRISTIANO. Reconoce, Oh cristiano, tu dignidad ya que ahora participas de la misma naturaleza divina, no
vuelvas a tu antigua vileza con una vida depravada. Recuerda de que cabeza y de que cuerpo eres miembro. Ten presente que has
sido arrancado del dominio de las tinieblas y transportado al Reino y a la claridad de Dios. Por el sacramento del Bautismo ye has
convertido en el templo del Espíritu Santo; no ahuyentes, pues, con acciones pecaminosas a un huésped tan excelso, ni te entregues
otra vez como esclavo del demonio, pues el precio con que has sido comprado es la Sangre de Cristo.

EJEMPLARES EN TODAS SUS OBRAS. No tienes que dejar de ser tu mismo, sino intentar ser como Dios quiere que seas. Para
ello pon al servicio de Dios tus pasiones y tu carácter. Con ellas puede ser santo dirigiéndolo todo a Dios. Vosotros esforzaos en
ofrecer con vuestra conducta la medida justa, el bien talante de un hombre responsable. Tanto el campesino que ara la tierra
mientras alza de continuo su corazón a Dios, como el carpintero, el herrero, el oficinista, el intelectual; todos los cristianos han de
ser modelo para sus colegas, sin orgullo, puesto que bien claro queda en nuestras almas el convencimiento de que únicamente si
contamos con Él, conseguiremos alcanzar la victoria...

TESTIGOS DE CRISTO EN EL MUND. Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que iluminen, doctores que
enseñen; para que cumplamos nuestro deber de levadura; para que nos comportemos como ángeles, como anunciadores entre los
hombres; para que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los carnales, a fin de ganarlos; que seamos
cimiento y demos numerosos frutos. Ni siquiera seria necesario exponer la doctrina... ni recurrir a la palabra, si nuestras obras
dieran tal testimonio, ya no habría ningún pagano, si nos comportáramos como verdaderos cristianos. Su casa se llenó con la
fragancia del perfume, y el mundo se llena con la buena fama, porque la buena fama es como un olor agradable.
“Por eso los que se llaman cristianos y viven mal, insultan a Cristo; de ellos se dice que por su causa es blasfemado el nombre de
Dios”. Romanos 2, 24. “Pero si por eso es blasfemado, por los buenos cristianos es alabado su santo nombre. Escucha lo que dice
el apóstol: en todas partes somos el buen olor de Cristo”. 2 Corintios 2,14.
¿Cuál es el tiempo de buscar a Dios? en pocas palabras te responderé: “TODA LA VIDA”

TAREA
1. ¿Qué significa ser discípulo de Cristo?
2. ¿Cuánto me cuesta ser discípulo y amigo de Cristo?
3. ¿Cuán religioso debo ser? ¿Un poco? ¿Pensar en la iglesia de vez en cuando? ¿Leer la Biblia raras veces por el mes? o, ¿o por
completo?

LA OTRA MEJILLA

Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. Sus monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres
manuscritos antiguos, muy piadosos, Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los
fieles curiosos que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. Eran viejos papiros, con fama universal de
importantes y profundos pensamientos.
En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y se fugó por la ladera. Los monjes avisaron con rapidez al abad. El superior, como
un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó: “¿Qué has hecho? me has
dejado con un solo rollo. No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto. Tampoco tiene valor lo que me
robaste. O me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa”. “Padre, estoy desesperado,
necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos”. El abad le dijo “Bueno, toma el tercer rollo. Si no se va a perder en el
mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz” y lo dejó ir con el tesoro.
Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. Estimaron que se había comportado débil con el rapaz, y que era el
monasterio el que había perdido. Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio.
Cuenta la historia que a la semana, el ladrón regresó. Pidió hablar con el Padre Superior: “aquí están los tres rollos, no son míos.
Los devuelvo. Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Cuando me alcanzaste, todo me esperaba menos que
tuvieras la generosidad como para darme el tercer rollo, la confianza en mí como para creer el valor de mi necesidad y que todavía
me dijeras que estábamos en paz, perdonándome con mucha sinceridad. Eso me ha hecho cambiar. Mi vida se da transformado”.
Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia de la generosidad excelente. El abad recuperó los tres
manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento. Y además
consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba.
El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada, insólita. No sospecha, la conmoción, del poder incalculable de
poner la otra mejilla.

AMIGOS....

Hubo una vez dos mejores amigos. Ellos eran inseparables, eran una sola alma. Por alguna razón sus caminos tomaron dos rumbos
distintos y se separaron. Yo nunca volví a saber de mi amigo hasta el día de ayer, después de 10 años, que caminando por la calle
me encontré a su madre. La saludé y le pregunté por mi amigo. En ese momento sus ojos se llenaron de lágrimas y me miró a los
ojos diciendo: murió ayer...no supe qué decir, ella me seguía miranda y pregunté cómo había muerto. Ella me invitó a su casa, al
llegar allí me ofreció sentarme en la sala vieja donde pasé gran parte de mi vida, siempre jugábamos ahí mi amigo y yo. Me senté y
ella comenzó a contarme la triste historia. Hace 2 años le diagnosticaron una rara enfermedad, y su cura era recibir cada mes una
transfusión de sangre durante 3 meses, pero ¿recuerdas que su sangre era muy rara?, sí, lo sé, igual que la tuya... Estuvimos
buscando donadores y al fin encontramos a un señor vagabundo. Tu amigo, como te acordarás, era muy testarudo, no quiso recibir
la sangre del vagabundo. Él decía que de la única persona que recibiría sangre sería de ti, pero no quiso que te buscáramos, él decía
todas las noches: no lo busquen, estoy seguro que mañana si vendrá... Así pasaron los meses, y todas las noches se sentaba en esa
misma silla donde estás tú sentado y rezaba para que te acordaras de él y vinieras a la mañana siguiente. Así acabó su vida y en la
última noche de su vida, estaba muy mal, y sonriendo me dijo: madre mía, yo sé que pronto mi amigo vendrá, pregúntale porqué
tardó tanto y dale esa nota que está en mi cajón. La señora se levantó, regresó y me entregó la nota que decía: Amigo, hubo una vez
dos mejores amigos: Querido amigo mío, sabía que vendrías, tardaste un poco pero no importa, lo importante es que viniste. Ahora
te estoy esperando en otro sitio, espero que tarde en llegar, pero mientras tanto quiero decirte que todas las noches rezaré por ti y
desde el cielo te estaré cuidando mi querido mejor amigo. ¡ah, por cierto, ¿te acuerdas porqué nos distanciamos? Sí, fue porque no
te quise prestar mi pelota nueva, ja, ja, que tiempos...éramos insoportables, bueno pues quiero decirte que te la regalo y espero que
te guste mucho. Te quiere mucho: tu amigo por siempre. “No dejes que tu orgullo pueda más que tú corazón... La amistad es como
el mar, se ve el principio pero no el final”.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 17

LA ORACIÓN – PADRE NUESTRO


Objetivo: Dar a conocer la importancia de la oración en la vida cristiana no solo como forma de comunicación con Dios sino
también como fuente de fuerza contra las tentaciones.
Motivación: El poder de la tentación
Canto: Padre Nuestro

1. ENSEÑANZA: FUNDAMENTOS. ¿QUÉ ES LA ORACIÓN?


La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Creador. (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la oración). La oración es a la vez algo fácil y difícil. Fácil porque hablar con Dios es algo que podemos hacer en
cualquier momento, prácticamente en cualquier circunstancia. Y es difícil porque a veces no sabemos exactamente qué es hacer oración,
porque las ocupaciones diarias nos absorben o simplemente porque hay una gran resistencia a sentarse un rato para hablar con Dios.
Jesús inculcaba a sus discípulos que es preciso orar siempre sin desfallecer. Lucas 18, 1. ¿Cuál es el impedimento para que ores?

Para poder hacer bien la oración, para rezar bien, es importante entender qué es la oración. Orar es hablar con Dios, de tú a tú, es
una conversación, con un monologo, como le habla un hijo a un padre. Y a Dios podemos decirle cualquier cosa: lo que vivimos,
nuestras preocupaciones, lo que hemos logrado, en lo que necesitamos su ayuda, incluso platicarle nuestro día tal y como lo
haríamos con la gente a la que le tenemos confianza y le queremos. La oración es un dirigirse a Dios para alabarlo, agradecerle,
reconocerlo y pedirle cosas que sean para nuestro bien. ¿Cuánto tiempo le ofreces a Dios de oración?

El Catecismo de la Iglesia Católica nos explica en síntesis que “La oración es la elevación del alma hacia Dios o la petición a Dios de
bienes convenientes” (CIC 2590), es decir, pedirle lo que es bueno para nuestra alma y nuestra salvación. Cualquier cosa que sea
contraria a esto, por supuesto que no nos la concederá, porque ante todo nos ama y nunca haría nada para hacernos daño. A partir de la
reflexión de Teresa de Calcuta podemos concluir que el dedicar tiempo a la oración no implica “quedarse mirando al cielo”, por el
contrario, orar de forma continua es sumamente importante porque nos permite nutrirnos del amor de Dios, que siempre nos anima a
abrirnos, a ir al encuentro de los otros, a poner al servicio de la sociedad nuestras capacidades..., por otro lado la oración al unirnos
más a Dios nos hace mucho más fuerte a las tentaciones y debilidades que se nos puedan presentar en nuestra vida.

La oración se puede comprender desde tres aspectos:


LA ORACIÓN COMO DON DE DIOS. La oración, sepámoslo o no es el encuentro de la sed de Dios con la sed del hombre, pues
es el hombre quien busca a Dios, pero es Dios quien busca más intensamente al hombre.

LA ORACIÓN COMO ALIANZA. La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y los hombres en Cristo. Es acción
de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con la voluntad humana del
Hijo de Dios hecho hombre.

LA ORACIÓN COMO COMUNIÓN. La vida de oración es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en
comunión con Él. Esta comunión de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos hemos convertido (Iglesia) en un
mismo ser con Cristo.

2. JESÚS ORA Y ENSEÑA A ORAR


El Hijo de Dios hecho hombre también aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Él aprende de su madre las fórmulas de
oración; de ella, que conservaba todas las “maravillas” del Todopoderoso y las meditaba en su corazón. Lucas 1, 49; 2, 19; 2, 51.
Lo aprende en las palabras y en los ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazareth y en el Templo. Pero su oración
brota de una fuente secreta distinta, como la deja presentir a la edad de los doce años: “Yo debía estar en las cosas de mi Padre”.
Lucas 2, 49. Aquí comienza a revelarse la novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: la oración filial, que el Padre
esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo único en su Humanidad, con y para los hombres.

El Evangelio según San Lucas subraya la acción del Espíritu Santo y el sentido de la oración en el ministerio de Cristo. Jesús ora
antes de los momentos decisivos de su misión: antes de que el Padre dé testimonio de él en su Bautismo. Lucas 3, 21 y de su
Transfiguración. Lucas 9, 28, y antes de dar cumplimiento con su Pasión al Plan amoroso del Padre. Lucas 22, 41-44; ora también
ante los momentos decisivos que van a comprometer la misión de sus Apóstoles: antes de elegir y de llamar a los Doce. Lucas 6,
12, antes de que Pedro le confiese como “el Cristo de Dios”. Lucas 9, 18-20 y para que la fe del príncipe de los Apóstoles no
desfallezca ante la tentación. Lucas 22, 32. La oración de Jesús ante los acontecimientos de salvación que el Padre le pide es una
entrega, humilde y confiada, de su voluntad humana a la voluntad amorosa del Padre.

Jesús se aparta con frecuencia a la soledad en la montaña, con preferencia por la noche, para orar. Marcos 1, 35; 6, 46; Lucas 5, 16.
Lleva a los hombres en su oración, ya que también asume la humanidad en la Encarnación, y los ofrece al Padre, ofreciéndose a sí
mismo. Él, el Verbo que ha “asumido la carne”, comparte en su oración humana todo lo que viven “sus hermanos” Hebreos 2, 12;
comparte sus debilidades para librarlos de ellas Hebreos 2, 15; 4, 15. Para eso le ha enviado el Padre. Sus palabras y sus obras
aparecen entonces como la manifestación visible de su oración “en lo secreto”. Estando Él orando en cierto lugar, cuando terminó,
le dijo uno de sus discípulos: “Maestro, enséñanos a orar”. Lucas 11, 1. Es, sobre todo, al contemplar a su Maestro en oración,
cuando el discípulo de Cristo desea orar. Entonces, puede aprender del Maestro de la oración. Contemplando y escuchando al Hijo,
los hijos aprenden a orar al Padre (Padre Nuestro).

3. TIPOS DE ORACIÓN
La tradición cristiana tiene tres importantes expresiones de la vida de oración. Las tres tienen en común el recogimiento del corazón:

ORACIÓN VOCAL. Fundada en la unión del cuerpo con el Espíritu en la naturaleza humana, asocia el cuerpo a la oración interior
del corazón a ejemplo de Cristo que ora a su Padre y enseña el “Padre Nuestro” a sus discípulos.

MEDITACIÓN. Es una búsqueda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción, el deseo. Tiene por
objeto la apropiación con creyente de la realidad considerada, que es confrontada con la realidad de nuestra vida.

ORACIÓN CONTEMPLATIVA. Es la expresión sencilla del misterio de la oración. Es una mirada de fe, fijada en Jesús, una
escucha de la Palabra de Dios, un silencioso amor. Realiza la unión con la oración de Cristo en la medida en que nos hace
participar de su misterio. Recordad lo que, de Jesús, nos narran los Evangelios. A veces, pasaba la noche entera ocupado en
coloquio íntimo con su Padre. San Lucas, con una pincelada, retrata la manera de obrar de los primeros fieles: animados de un
mismo espíritu, perseveraban juntos en oración.

FORMAS DE ORACIÓN EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA


LA ORACIÓN DE BENDICIÓN. La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Es la
respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquél que es la
fuente de toda bendición. Dos formas fundamentales expresan este movimiento: o bien sube llevada por el Espíritu Santo, por
medio de Cristo hacia el Padre (nosotros le bendecimos por habernos bendecido. Efesios 1, 3-14; 2 Colosenses 1, 3-7; 1 Pedro 1, 3-
9; o bien implora la gracia del Espíritu Santo que, por medio de Cristo, desciende del Padre (es él quien nos bendice; 2 Corintios
13, 13; Romanos 15, 5-6. 13; Efesios 6, 23-24. Exalta la grandeza del Señor y es la acción de humillar el espíritu ante el “Rey de la
gloria” Salmos 14, 9-10 y el silencio respetuoso en presencia de Dios “siempre mayor”. Salmos 62, 16.

LA ORACIÓN DE PETICIÓN. Mostramos la conciencia de nuestra relación con Dios: por ser criaturas, no somos ni nuestro propio
origen; ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos
apartamos de nuestro Padre. La petición ya es un retorno hacia Él. La petición cristiana brota de otras profundidades, de lo que San
Pablo llama el gemido: el de la creación “que sufre dolores de parto” Romanos 8, 22; el nuestro también en la espera “del rescate de
nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es objeto de esperanza”. Romanos 8, 23-24. Y por último, los “gemidos inefables” del propio
Espíritu Santo que “viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene”.

LA ORACIÓN DE INTERCESIÓN. Es una petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único
intercesor ante el Padre a favor de todos los hombres, de los pecadores en particular. Romanos 8, 34; 1 Juan 2, 1; 1 Timoteo 2, 5-8.
Es capaz de “salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor”. Hebreos
7, 25. El propio Espíritu Santo “intercede por nosotros... y su intercesión a favor de los santos es según Dios”. Romanos 8, 26-27.

LA ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS. Caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte
más en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para consagrarla de nuevo
y devolverla al Padre, para su gloria. La acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza.

Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias.
Las cartas de San Pablo comienzan y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y el Señor Jesús siempre está presente en
ella. “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” 1 Tesalonicenses 5, 18. “Sed perseverantes
en la oración, velando en ella con acción de gracias”. Colosenses 4, 2.

LA ORACIÓN DE ALABANZA. La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le
canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace sino por lo que Él es. La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva
hacia Aquél que es su fuente y su término: “un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros”
1 Corintios 8, 6. San Lucas menciona con frecuencia en su Evangelio la admiración y la alabanza ante las maravillas de Cristo, y
las subraya también respecto a las acciones del Espíritu Santo que son los hechos de los apóstoles: la comunidad de Jerusalén.

4. CONTENIDO DEL PADRE NUESTRO


“Maestro, enséñanos a orar como enseñó Juan a sus discípulos” Lucas 11,1. En respuesta a esta petición, el Señor confía a sus
discípulos y a la Iglesia la oración cristiana fundamental. La tradición litúrgica ha conservado el texto de Mateo 6, 9-13. La oración
del Padrenuestro. Es así como Jesús nos regaló esta oración, la que todos nos la sabemos, grandes y chicos, la que rezamos en la
casa, en el colegio, en la Misa. A esta oración también se le llama “Oración del Señor” porque nos la dejó Cristo y en esta oración
pedimos las cosas en el orden que nos convienen. Dios sabe que es lo mejor para nosotros. A través del Padrenuestro vamos a
hablar con nuestro Padre Dios. Se trata de vivir las palabras de esta oración, no solo de repetirlas sin fijarnos en lo que estamos
diciendo. El Padrenuestro está formado por un saludo y siete peticiones.

PADRE NUESTRO, QUE ESTAS EN EL CIELO,


SANTIFICADO SEA TU NOMBRE;
VENGA A NOSOTROS TU REINO;
HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA;
PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN
NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN;
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN,
Y LÍBRANOS DEL MAL.
A esta oración se le considera como el corazón de las Escrituras, por estar dentro del Sermón de la Montaña (doctrina de Vida),
que es el primer anuncio de la Buena Nueva. El Padre Nuestro es la oración por excelencia, ya lo dijo Santo Tomás, no solo nos
enseña a pedir, sino también en el orden que conviene desearlo, además que también forma toda nuestra afectividad.

El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque Él no dice: “Padre mío”, que estas en el cielo, sino
“Padre Nuestro”, a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el cuerpo de la Iglesia. En el Padre Nuestro, las tres
primeras peticiones tienen por objeto la gloria del Padre: la santificación del nombre, la venida del reino y el cumplimiento de la
voluntad divina. Las otras cuatro presentan al Padre, nuestros deseos: estas peticiones corresponden a nuestra vida para alimentarla
o para curarla del pecado y se refieren a nuestro combate por la victoria del Bien sobre el Mal. Con el “Amén” final expresamos
nuestro “fiat” respecto a las siete peticiones: “Así sea”.

LAS SIETE PETICIONES:


Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras son
para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su
ayuda, su gracia.

SALUDO: PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO. Con esta pequeña frase nos ponemos en presencia de Dios para
adorarle, amarle y bendecirle.

¡Padre!: al decirle Padre, nosotros nos reconocemos hijos suyos y tenemos el deseo y el compromiso de portarnos como hijos de
Dios, tratar de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque es nuestro Padre.

Padre “Nuestro”: Al decir Padre Nuestro reconocemos todas las promesas de amor de Dios hacia nosotros. Dios ha querido ser nuestro
Padre y Él es un Padre bueno, fiel y que nos ama muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos.

“Que estás en el cielo”: El cielo no es un lugar sino una manera de estar. Dios está en los corazones que confían y creen en Él.
Dios pues habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo
que podemos ver y tocar.

Padre Nuestro que estás en el cielo... La Iglesia es misionera porque anuncia incansablemente que Dios es Padre, lleno de amor a
todos los hombres. Todo ser humano y todo pueblo busca, a veces incluso sin darse cuenta, el rostro misterioso de Dios que, sin
embargo, sólo el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, nos ha revelado plenamente. Juan 1, 18. Dios es «Padre de nuestro
Señor Jesucristo», y «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» 1 Timoteo 2, 4. Los que
acogen su gracia descubren con estupor que son hijos del único Padre y se sienten deudores hacia todos del anuncio de la salvación.

Sin embargo, en el mundo contemporáneo muchos no reconocen aún al Dios de Jesucristo como Creador y Padre. Algunos, a veces
también por culpa de los creyentes, han optado por la indiferencia y el ateísmos; otros, cultivando una vaga religiosidad, se han construido
un Dios a su propia imagen y semejanza; y otros lo consideran un ser totalmente inalcanzable. Los creyentes tienen la misión de proclamar
y testimoniar que, aunque “habita en una luz inaccesible”. 1 Timoteo 6, 16, el Padre celestial, en su Hijo encarnado en el seno de María, la
Virgen, muerto y resucitado, se ha acercado a cada hombre y le hace capaz «de responderle, de conocerlo y de amarlo (CIC 52).

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE. Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado en cada nación, en cada hombre.
Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre sea santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que
estamos en Él, pero también por los otros a los que todavía no les llega la gracia de Dios. Expresamos a Dios nuestro deseo de que
todos los hombres lo conozcan y le estén agradecidos por su amor.

Expresamos nuestro deseo de que el nombre de Dios sea pronunciado por todos los hombres de una manera santa, para bendecirlo
y no para blasfemar contra él. Nos comprometemos a bendecir el nombre de Dios con nuestra propia vida.

Santificado sea tu nombre. La conciencia de que el encuentro con Dios promueve y exalta la dignidad del hombre lleva al
cristiano a orar así: «Santificado sea tu nombre», es decir: «Que se haga luminoso en nosotros tu conocimiento, para que podamos
conocer la amplitud de tus beneficios, la extensión de tus promesas, la sublimidad de tu majestad y la profundidad de tus juicios».
El cristiano pide a Dios que sea santificado en sus hijos de adopción, así como también en todos los que no han recibido su
revelación, convencidos de que mediante la santidad Dios salva a la creación entera. Para que el nombre de Dios sea santificado en
las naciones, la Iglesia se esfuerza por insertar a la humanidad y a la creación en el designio que el Creador, “en su benevolencia,
se propuso de antemano”, “para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor” Efesios 1, 9-4.

VENGA A NOSOTROS TU REINO. Al hablar del Reino de Dios, nos referimos hacerlo presente en nuestra vida de todos los
días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y así hacer crecer su Reino; y también nos referimos a que esperamos a que
Cristo regrese y sea la venida final del Reino de Dios. Cristo vino a la Tierra por primera vez como hombre y nació humildemente
en un establo. En el fin del mundo, cuando llegue la Resurrección de los muertos y el juicio final, Cristo volverá a venir a la Tierra,
pero esta vez como Rey y desde ese momento reinará para siempre sobre todos los hombres. Se trata de ayudar en la
Evangelización y conversión de todos los hombres. Hacer apostolado para que todos los hombres lo conozcan, lo amen. Pedimos el
crecimiento del Reino de Dios en nuestras vidas, el retorno de Cristo y la venida final de su Reino.
Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad. Con estas palabras los creyentes invocan la venida del reino divino y el retorno glorioso
de Cristo. Este deseo, sin embargo, no los aparta de su misión diaria en el mundo; al contrario, los compromete aún más. La venida del
reino ahora es obra del Espíritu Santo, que el Señor envió “a fin de santificar todas las cosas, llevando a la plenitud su obra en el mundo”.
En la cultura moderna se ha difundo un sentido y espera de una nueva era de paz, bienestar, solidaridad, respecto de los derechos y
amor universal. La Iglesia, iluminada por el Espíritu, anuncia que este reino de justicia, de paz y de amor, ya proclamado en el
Evangelio, se realiza misteriosamente en el curso de los siglos gracias a personas, familias y comunidades que optan por vivir de
modo radical las enseñanzas de Cristo, según el espíritu de las bienaventuranzas. Con su esfuerzo, estimulan a la sociedad temporal
hacia metas de mayor justicia y solidaridad.

La Iglesia proclama también que la voluntad del Padre es «que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la
verdad» 1 Timoteo 2, 4 mediante la adhesión a Cristo, cuyo mandamiento, se resume todos los demás y que nos manifiesta toda su
voluntad, es que nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado» (CIC 2822).

Jesús nos invita a orar por esta intención y nos enseña que no se entra en el reino de los cielos diciendo “Señor, Señor», sino
haciendo «la voluntad de su Padre que está en el cielo” Mateo 7, 21.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es
que lleguemos a estar con Él. Le pedimos que nuestra voluntad se una a la suya para que en nuestra vida tratemos de salvar a los
hombres. Que en la tierra el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y que florezcan las virtudes.

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA. Al decir “danos” nos estamos dirigiendo a nuestro Padre con toda la confianza
con la que se dirige un hijo a un Padre. Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan de comida para satisfacer nuestras
necesidades materiales como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales. En el mundo hay hambre de estos
dos tipos, por lo que nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos necesitados.

Danos hoy nuestro pan de cada día. En nuestro tiempo es muy fuerte la convicción de que todos tienen derecho al «pan de cada
día», es decir, a lo necesario para vivir. Se siente igualmente a exigencia de una debida equidad y de una solidaridad compartida,
que una entre si a los seres humanos. No obstante, muchísimos de ellos no viven aún de modo conforme a su dignidad de personas.
Basta pensar en la miseria y el analfabetismo que existen en algunos continentes, en la carencia de viviendas y en la falta de
asistencia sanitaria y de trabajo, en las opresiones políticas y en las guerras, que destruyen pueblos de enteras regiones de la tierra.
¿Cuál es el cometido de los cristianos frente a esas dramáticas situaciones? ¿Qué relación guarda la Fe en el Dios vivo y verdadero
con la solución de los problemas que atormentan a la humanidad? En la encíclica Redemptoris missio, “el desarrollo de un pueblo
no deriva primariamente ni del dinero, ni de las ayudas materiales, ni de las estructuras técnicas, sino más bien de la formación de
las conciencias, de la madurez de la mentalidad y de las costumbres. Es el hombre el protagonista del desarrollo, no el dinero ni la
técnica. La Iglesia educa las conciencias revelando a los pueblos al Dios que buscan, pero que no conocen; la grandeza de
hombre creado a imagen de Dios y amado por él; la igualdad de todos los hombres como hijos de Dios...” (n. 58). La Iglesia,
anunciando que los hombres son hijos del mismo Padre, y por consiguiente hermanos, da su contribución a la construcción de un
mundo caracterizado por la fraternidad auténtica.

La comunidad cristiana está llamada a cooperar en el desarrollo y la paz con obras de promoción humana, con instituciones de
educación y de formación al servicio de los jóvenes, con la constante denuncia a las opresiones e injusticias de todo tipo. Sin embargo,
la aportación específica de la Iglesia es el anuncio del Evangelio, la formación cristiana de las personas, de las familias y de las
comunidades; está convencida de que su misión “no es actuar directamente en el plano económico, técnico, político o contribuir
materialmente al desarrollo, sino que consiste esencialmente en ofrecer a los pueblos no un ‘tener más’, sino un ‘ser más’, despertando
las conciencias con el Evangelio. El desarrollo humano auténtico debe hundir sus raíces en una evangelización cada vez más profunda”.

PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.
Perdona nuestras ofensas. Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos.
Para poder recibir el amor de Dios necesitamos un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone a los demás.

El pecado está presente en la historia de la humanidad desde los inicios. Resquebraja la vinculación originaria de la criatura con
Dios, con graves consecuencias para su vida y para la de los demás. Y hoy, asimismo, ¡cómo no subrayar que las múltiples
manifestaciones del mal y del pecado encuentren con frecuencia un aliado en los medios de comunicación social! y ¡cómo no
observar que «para muchos el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamiento
individuales, familiares y sociales» (Redemptoris missio, 37), son precisamente los diversos medios de comunicación!

La actividad misionera está destinada a llevar a individuos y pueblos el gozoso anuncio de la bondad misericordiosa del Señor. El
Padre que está en el cielo, como demuestra claramente la parábola del hijo pródigo, es bueno y perdona al pecador arrepentido,
olvida la culpa y devuelve la serenidad y la paz. Ese es el auténtico rostro de Dios, Padre lleno de amor, que da fuerza para vencer
el mal con el bien y hace capaz, a quien corresponde a su amor, de contribuir a la redención del mundo.

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Este perdón debe nacer del fondo del corazón. Para esto necesitamos
de la ayuda del Espíritu Santo y recordar que el amor es más fuerte que el pecado. La Iglesia está llamada, con su misión, a hacer la
confortante realidad de la paternidad divina no sólo con palabras, sino sobre todo con la santidad de los misioneros y del pueblo de
Dios. «El renovado impulso hacia la misión de gentes, la encíclica Redemptoris missio exige misioneros santos. No basta renovar los
métodos pastorales, ni organizar y coordinar mejor las fuerzas eclesiales, ni explorar con mayor agudeza los fundamentos bíblicos y
teológicos de la fe: es necesario suscitar un nuevo “anhelo de santidad” entre los misioneros y en toda la comunidad cristiana» (n. 90).
Frente a las terribles y múltiples consecuencia del pecado, los creyentes tienen el deber de brindar signos de perdón y de amor.
Sólo si en su vida han experimentado ya el amor de Dios pueden ser capaces de amar a los demás de manera generosa y
transparente. El perdón es una elevada expresión de la caridad divina, dada como don a quien la pide con insistencia.

NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN. El pecado es el fruto de consentir la tentación, de decir si a las invitaciones que nos
hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce hacia el pecado, hacia el mal. El
Espíritu Santo nos ayuda a decir no a la tentación. Hay que orar mucho para no caer en tentación.

No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Con estas últimas peticiones, en el “Padre nuestro” pedimos a Dios que no
permita que emprendamos el camino del pecado y que nos libre de un mal, inspirado con frecuencia por un ser personal, Satanás,
que quiere estorbar el designio de Dios y la obra de salvación por él realizada en Cristo.

Conscientes de haber sido llamados a llevar el anuncio de la salvación a un mundo dominado por el pecado y por el maligno, los
cristianos son invitados a dirigirse a Dios, pidiéndole que la victoria sobre el príncipe mundo. Juan 14, 30, lograda una vez para
siempre por Cristo, se convierta en experiencia diaria de su vida. En ámbitos sociales fuertemente dominados por lógicas de poder y
de violencia, la Iglesia tiene la misión de testimoniar el amor de Dios y la fuerza del Evangelio, que superan el odio y la violencia, el
egoísmo y la indiferencia. El Espíritu de Pentecostés renueva al pueblo cristiano, rescatado por la sangre de Cristo. Esta pequeña grey
es enviada por doquier, con escasos recursos humanos pero libre de condicionamientos, como fermento de una nueva humanidad.

Y LÍBRANOS DEL MAL. El mal es Satanás, el ángel rebelde. Le pedimos a Dios que nos guarde de las astucias del demonio.
Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en paz y en gracia para la venida de Cristo.

AMÉN: así sea.


Como te das cuenta, al rezar el Padrenuestro, le pides mucha ayuda a Dios que seguramente Él te va a dar y al mismo tiempo te
comprometes a vivir como hijo de Dios.

EL PODER DE LA ORACIÓN

¿Alguna vez has sentido la urgencia de orar por alguien y lo has dejado para mañana?. Lee este testimonio:

Un misionero en vacaciones contó la siguiente historia cuando visitaba su Iglesia local en Michigan, EE.UU.

Como misionero en un pequeño hospital en el área rural de África, cada dos semanas viajaba a la ciudad en bicicleta para comprar
provisiones y medicamentos. El viaje era de dos días y debía atravesar la jungla. Debido a lo largo del viaje, me era necesario
acampar en el punto medio, pasar la noche y reanudar mi viaje temprano al siguiente día.

En uno de estos viajes, llegué a la ciudad donde planeaba retirar dinero del banco, comprar las medicinas y los víveres, y reanudar mi
viaje de dos días de regreso al hospital. Cuando llegué a la ciudad, observé a dos hombres peleándose, uno de los cuales estaba bastante
herido. Le curé sus heridas y al mismo tiempo le hable de Nuestro Señor Jesucristo. Después de esto, reanudé mi viaje de regreso al
hospital. Esa noche acampé en el punto medio y a la mañana siguiente reanudé mi viaje y llegué al hospital sin ningún incidente.

Dos semanas más tarde repetí mi viaje. Cuando llegué a la ciudad, se me acercó el hombre al cual yo había atendido en mi viaje
anterior y me dijo que la vez pasada, cuando lo curaba, él se dio cuenta de que yo traía dinero y medicinas. Él agregó:

– “Unos amigos y yo te seguimos en tu viaje mientras te adentrabas en la jungla, pues sabíamos que habrías de acampar.
Planeábamos matarte y tomar tu dinero y medicinas. Pero en el momento que nos acercamos a tu campamento, pudimos ver que
estabas protegido por 26 guardias bien armados”.

Ante esto no pude más que reír a carcajadas, y le aseguré que yo siempre viajaba solo. El hombre insistió y agregó:

– “no señor, yo no fui la única persona que vio a los guardias armados, todos mis amigos también los vieron, y no solo eso sino que
entre todos los contamos”.

En ese momento, uno de los hombres en la Iglesia se puso de pie y le pidió al misionero que por favor le dijera la fecha exacta de
cuando sucedió ese hecho. El misionero les dijo la fecha y el mismo hombre le dijo la siguiente historia:

– “En la noche de tu incidente en África, era de mañana en esta parte del mundo, y yo me encontraba con unos amigos. Estábamos
a punto de comenzar un juego de golf, cuando sentí una imperiosa necesidad de orar por ti, de hecho, el llamado que el Señor hacia
era tan fuerte, que llamé a algunas personas de nuestra Iglesia para que se reunieran conmigo lo más pronto posible.

Entonces, dirigiéndose a la congregación dijo:

– Todos los hombres que vinieron en esa ocasión a orar ¿podrían por favor ponerse de pie?.

Todos los hombres que habían acudido a orar por él se pusieron de pie, el misionero no estaba tan preocupado por saber quienes
eran, más bien se dedicó a contarlos... en total eran 26....
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 20

OBRAS DE MISERICORDIA
Objetivo: Conocer cuales son las obras con las que podemos ayudar a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales.
Motivación: Yo puedo hacer más que eso
Canto: Alma Misionera

ENSEÑANZA: Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus
necesidades corporales y espirituales. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la
caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios: “El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no
tiene, el que tenga para comer que haga lo mismo. Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para
vosotros. Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: Id en paz,
calentaos o hartaos, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?”

OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES


1. Enseñar al que no sabe.
2. Dar buen consejo al que lo necesita.
3. Corregir al que se equivoca.
4. Perdonar las injurias.
5. Consolar al triste.
6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos.

OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES


1. Visitar y cuidar a los enfermos.
2. Dar de comer al hambriento.
3. Dar de beber al sediento.
4. Dar posada al peregrino.
5. Vestir al desnudo.
6. Redimir al cautivo y enterrar a los muertos.

Lucas 3, 11 y 11, 41; Santiago 2, 15-16, 1 Juan 3, 17.

LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA CARIDAD


“Dios mío, con todo el corazón y sobre todas las cosas os amo a vos, bien infinito y felicidad eterna nuestra; por amor a vos amo al
prójimo como a mí mismo y perdono las ofensas recibidas. Señor, que os ame cada vez más”. Es una oración muy conocida
entretejida con frases bíblicas. Me la enseñó mi madre. La rezo varias veces al día también ahora; y trataré de explicaros la palabra
como lo haría un catequista de parroquia.

EL SUBLIME VIAJE DEL AMOR

Estamos en la “tercera lámpara de la santificación” de que hablaba el Papa Juan: LA CARIDAD.


En clase de filosofía, el profesor me decía: ¿conoces el campanario de San Marcos? ¿Sí? Eso significa que éste ha entrado de
alguna manera en tu mente; físicamente sigue estando donde estaba, pero ha impreso en tu interior una especie de retrato suyo
intelectual. En cambio, ¿amas el campanario de San Marcos? Esto quiere decir que ese retrato, desde dentro, te empuja y te mueve,
casi como que te lleva, te hace caminar con el ánimo hacia el campanario, que está fuera. Resumiendo: amar significa viajar, correr
con el corazón hacia el objeto amado. Dice la imitación de Cristo: el que ama currit, volat, laetatur, corre, vuela, goza.

Amar a Dios es, por tanto, un viajar con el corazón hacia Dios. Un viaje bellísimo. De muchacho, me entusiasmaban los viajes narrados
por Julio Verne “Veinte mil leguas de viaje submarino”, “De la tierra a la luna”, “La vuelta al mundo en 80 días”, etc. Pero los viajes del
amor a Dios son mucho más interesantes. Están contados en las vidas de los santos. Por ejemplo, San Vicente de Paúl, es un gigante de
la caridad: amó a Dios más de lo que se ama a un padre y a una madre; él mismo fue un padre para prisioneros, enfermos, huérfanos y
pobres. San Pedro Claver, consagrándose enteramente a Dios se firmaba “Pedro, esclavo de los negros para siempre”.

El viaje comporta a veces sacrificios, pero éstos no nos deben detener. Jesús está en la cruz: ¿lo quieres besar?, no puedes por
menos inclinarte hacia la cruz y dejar que te puncen algunas espinas de la corona, que tiene la cabeza del Señor. No puedes hacer lo
que el bueno de San Pedro que supo muy bien gritar “Viva Jesús” en el monte Tabor, donde había gozo, pero ni siquiera se dejó
ver junto a Jesús en el monte Calvario, donde había peligro y dolor.

AMAR A DIOS CON TODO EL CORAZÓN


El amor a Dios es también viaje misterioso, es decir, uno no lo emprende si Dios no toma la iniciativa primero. “Nadie –ha dicho
Jesús– puede venir a mí si el Padre no le trae”. Juan 6, 44. Se preguntaba San Agustín: y entonces ¿dónde queda la libertad
humana? pero Dios que ha querido y construido esta libertad, sabe cómo respetarla aun llevando los corazón al punto que Él se
propone: “parum est voluntate, etiam voluptate traheris”, Dios te atrae no sólo de modo que tú mismo llegues a quererlo, sino hasta
de manera que gustes de ser atraído (SAN AGUSTÍN).
Con todo el corazón. Subrayó aquí el adjetivo “todo”. El totalitarismo en política es malo. En cambio, en religión nuestro
totalitarismo respecto a Dios cuadra estupendamente. Está escrito: “Amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todo tu poder, y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos que yo hoy te doy. Incúlcaselos a tus hijos, y
cuando estés en tu casa, cuando viajes, cuando te acuestes, cuando te levantes, habla siempre de ellos. Átalos a tus manos, para que
te sirvan de señal; póntelos en la frente entre tus ojos; escríbelos en los postes de tu casa y en tus puertas” Deuteronomio 6, 5-9.
Ese “todo” repetido y aplicado a la práctica con toda inasistencia es de verdad la bandera del maximalismo cristiano. Y es justo:
demasiado grande es Dios, demasiado merece El ante nosotros, para que se le puedan echar, como a un Lázaro, apenas unas
migajas de nuestro tiempo y de nuestro corazón. Es el bien infinito y será nuestra felicidad eterna: el dinero, los placeres y las
venturas de este mundo comparados con Él, apenas son fragmentos de bien y momentos fugaces de felicidad.

AMARLE SOBRE TODAS LAS COSAS


No sería prudente dar mucho de nosotros a estas cosas y poco a Jesús. Sobre todas las cosas. Ahora se aboca a una confrontación
directa entre Dios y el hombre, entre Dios y el mundo. No sería justo decir: “o Dios o el hombre”. Se debe amar «a Dios y al
hombre»; pero a este último nunca más que a Dios o contra Dios o igual que a Dios. Con otras palabras: el amor a Dios es
prevaleciente sin duda, pero no exclusivo.

La Biblia llama santo a Jacob. Daniel 3, 35 y amado de Dios. Malaquias 1, 2, Romanos 9, 13, nos lo presenta empeñado en siete
años de trabajo a fin de conquistarse a Raquel para mujer suya; “y aquellos años le parecieron sólo unos días por el amor que le
tenía” Génesis 29,20. Francisco de Sales hace un comentario breve de estas palabras: “Jacob –escribe–ama a Raquel con todas sus
fuerzas, y con todas sus fuerzas ama a Dios; pero no por ello ama a Raquel igual que a Dios, ni a Dios igual que a Raquel. Ama a
Dios como a su Dios sobre todas las cosas y más que a sí mismo; ama a Raquel como a mujer suya sobre todas las demás mujeres y
más que a sí mismo. Ama a Dios con amor absoluto y soberanamente extremo, y a Raquel con sumo amor conyugal; un amor no es
contrario al otro, porque el de Raquel no atropella las prerrogativas del amor de Dios”.

AMAR AL PRÓJIMO COMO A SÍ MISMO


Por amor a vos amo al prójimo. Estamos aquí ante dos amores que son «hermanos gemelos» e inseparables.
A algunas personas es fácil amarlas; a otras difícil; no nos resultan simpáticas, nos han ofendido y hecho daño; sólo si amo a Dios
en serio, llego a amarlas, en cuanto que son hijos de Dios y porque Dios me lo pide.
Jesús ha señalado también cómo amar al prójimo, o sea, no sólo con el sentimiento, sino también con las obras. Este es el modo,
dijo. Os preguntaré: tenía hambre en la persona de mis hermanos pequeños; ¿me habéis dado de comer cuando estaba hambriento?
¿me habéis visitado cuando estaba enfermo?. Mateo 25, 34 ss.

El catecismo concreta éstas y otras palabras de la Biblia en el doble elenco de las siete obras de misericordia corporales y las siete
espirituales. El elenco no está completo y haría falta ponerlo al día. Por ejemplo, entre los hambrientos hoy no se trata ya sólo de
este o aquel individuo; hay pueblos enteros. Todos recordamos las graves palabras del Papa Pablo VI: “con lastimera voz los
pueblos hambrientos interpelan hoy a los que abundan en riquezas. Y la Iglesia, conmovida ante tales gritos de angustia, llama a
todos y cada uno de los hombres para que movidos por amor respondan finalmente al clamor de los hermanos” (Populorum
progresivo 3). Aquí a la caridad se añade la justicia, porque –sigue diciendo Pablo VI– “la propiedad privada para nadie constituye
un derecho incondicional y absoluto. Nadie puede reservarse para uso exclusivo suyo lo que de la propia necesidad le sobra, en
tanto que a los demás falta lo necesario” (Populorum progressio, 22). Por consiguiente “toda carrera aniquiladora de armamentos
resulta un escándalo intolerable” (Populorum progressio, 53).

A la luz de estas expresiones tan fuertes se ve cuán lejanos estamos todavía –individuos y pueblos- de amar a los demás «como a nosotros
mismos», según el mandamiento de Jesús. Otro mandamiento: perdón de las ofensas recibidas. A este perdón parece casi que el Señor da
procedencia sobre el culto: “Si vas a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
ofrenda ante el altar, be primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda” Mateo 5, 23-24.

AVANZAR SIEMPRE EN EL AMOR


Las últimas palabras de la oración son: Señor, que os ame cada vez más. También aquí hay obediencia a un mandamiento de Dios, que
ha puesto en nuestro corazón la sed del progreso. De los palafitos, de las cavernas y de las primeras cabañas, hemos pasado a las casas,
a los palacios y a los rascacielos; de los viajes a pie, a lomos de mula o de camello, a los coches, a los trenes y a los aviones. Y se
desea progresar todavía más con medios cada vez más rápidos, alcanzando metas cada vez más lejanas. Pero amar a Dios –ya lo
hemos visto– es también un viaje: y Dios lo quiere cada vez más intenso y perfecto. Ha dicho a todos los suyos: “Vosotros sois la luz
del mundo, la sal de la tierra” Mateo 5, 13-14; “sed, pues, perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial” Mateo 5, 48.
Esto quiere decir amar a Dios no poco, sino muchísimo, no detenerse en el punto a que se ha llegado, sino con su ayuda avanzar en el amor.

LOS POBRES DE ESPÍRITU


1. “Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa” Lucas 19,5. San Lucas, en el pasaje evangélico que
acabamos de escuchar, nos relata el encuentro de Jesús con un hombre llamado Zaqueo; jefe de publícanos, muy rico. Dado que era
bajo de estatura, se subió a un árbol para ves a Cristo. Allí escuchó las palabras del Maestro: “Zaqueo, baja pronto; porque
conviene que hoy me quede yo en tu casa”. Jesús había notado el gesto de Zaqueo: interpretó su deseo y anticipó su invitación.
Incluso causó sorpresa en algunos el hecho de que Jesús fuera a casa de un pecador. Zaqueo, feliz por la visita, “lo acogió con
alegría” Lucas 19, 6; es decir, abrió generosamente la puerta de su casa y de su corazón al encuentro con el Salvador. Que la fe sea
siempre la fuerza de nuestra nación, y el testimonio del amor a Cristo dé frutos espirituales.

2. “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres” Lucas 19, 8. Deseo volver a la lectura del evangelio según San Lucas: Cristo, “la
luz del mundo” Juan 8, 12; llevó su luz a la casa de Zaqueo y especialmente a su corazón. Gracias a la cercanía de Jesús, a sus palabras
y a sus enseñanzas, comienza a realizarse la transformación del corazón de ese hombre. Ya en el umbral de su casa, Zaqueo declara:
“Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres, y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuatro veces más” Efesios 5, 9. En el
caso de Zaqueo vemos cómo Cristo disipa las tinieblas de la conciencia humana. A su luz se ensanchan los horizontes de la existencia:
la persona comienza a darse cuenta de los demás hombres y de sus necesidades de vivir para los demás, de vivir para los hermanos.
Ese ensanchamiento del corazón como fruto del encuentro con Cristo es la prenda de la salvación, como lo demuestra el desenlace
del diálogo con Zaqueo: “Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa..., pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar
lo que estaba perdido” Lucas 19, 9-10. Esa descripción que nos hace San Lucas del evento que tuvo lugar en Jericó resulta muy
actual también aquí hoy. Y nos renueva la exhortación de Cristo, a quien «hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino,
justicia, santificación y redención» 1 Corintios 1, 30. Al igual que en aquella ocasión frente a Zaqueo, también hoy Cristo se presenta
ante el hombre de nuestro siglo, y a cada uno le hace su propuesta: “Conviene que hoy me quede yo en tu casa” Lucas 19, 5.

Ese “hoy” es muy importante. Constituye una especie de estímulo. En la vida hay asuntos tan importantes y urgentes que no
pueden dejarse para el día de mañana. Deben afrontarse ya “hoy”. El salmista exclama: “Ojalá escuchéis hoy su voz, no
endurezcáis vuestro corazón” Salmo 95, 8. “El clamor de los pobres”. Job 34, 28 de todo el mundo se eleva sin cesar de esta tierra
y llega hasta Dios. Es el grito de los niños, de las mujeres, de los ancianos, de los prófugos, de los que han sufrido injusticias, de las
víctimas de la guerra, de los desempleados.
Los pobres están también entre nosotros: los que no tienen hogar, los mendigos, los que sufren hambre, los despreciados, los
olvidados por sus seres más queridos y por la sociedad, los degradados y los humillados las víctimas de diversos vicios. Muchos de
ellos intentan incluso ocultar su miseria humana, pero es preciso saberlos reconocer. También son pobres las personas que sufren
en los hospitales, los niños huérfanos o los jóvenes que tienen dificultades y atraviesan los problemas propios de su edad.
“Existen situaciones de miseria permanente que deben sacudir la conciencia del cristiano y llamar su atención sobre el deber de
afrontarlas con urgencia, tanto de manera personal como comunitaria...” También hoy tenemos ante nosotros grandes espacios en
los que ha de hacerse presente la caridad de Dios a través de la actuación de los cristianos».

VAMOS A VER SI PODEMOS TRANSFORMAR ESE SUEÑO EN REALIDAD

Más tarde, ese mismo día, ella fue al cuerpo de bomberos local, en la ciudad de Phoenix, Arizona, donde se encontró con un
bombero de gran corazón, llamado Bob. Ella explicó la situación de su hijo, su último deseo, y le preguntó si sería posible dar una
vuelta en el camión de bomberos con su hijito de seis años, alrededor de la manzana.

El bombero Bob dijo: - Mire, ¡NOSOTROS PODEMOS HACER MÁS QUE ESO! Si tienes tu hijo listo, a las siete horas de la
mañana, el próximo miércoles, nosotros lo haremos un bombero honorario por todo el día. ¡Él podrá venir al cuartel, comer con
nosotros, salir para atender las llamadas de incendio! Y si nos das sus medidas, nosotros le conseguiremos un uniforme de verdad,
con sombrero, con el emblema de nuestro batallón, un saco amarillo igual al que vestimos y también botas. Ellos son todos
confeccionados aquí mismo en la ciudad y los conseguiremos rápidamente. Tres días después, el bombero Bob buscó al niño, lo
vistió en su uniforme de bombero y lo escoltaron desde la cama del hospital hasta el camión de bomberos. Billy se sentó en la parte
de atrás del camión, y lo llevaron hasta el cuartel central.

Él estaba en el cielo, ocurrieron tres llamadas aquel día, en la ciudad de Phoenix y Billy acompañó a todos. En cada llamada, él fue
en vehículos diferentes: en e camión tanque, en la van de los paramédicos y hasta en el auto especial del jefe de cuerpo de
bomberos. El también fue filmado por el programa de televisión local. Tuvo su sueño realizado. Todo el amor y atención que le
dieron lo tocó tan profundamente, que Billy vivió tres meses más de lo que todos los médicos habían previsto. Una noche, todas
sus funciones vitales empezaron a caer dramáticamente y la enfermera-jefe, que creía en el concepto de que nadie debería morir
solo, empezó a llamar al hospital a toda la familia. Entonces, ella recordó el día que Billy había pasado como un bombero, y llamó
al jefe, preguntando si sería posible enviar algún bombero al hospital, en ese momento difícil, para quedarse con el niño. El jefe de
los bomberos contestó: ¡NOSOTROS PODEMOS HACER MAS QUE ESO! Estaremos ahí en cinco minutos. Y hágame un favor.
Cuando escuche las sirenas y vea las luces de nuestros autos, avise al sistema de seguridad que no se trata de un incendio.
Solamente es el cuerpo de bomberos que viene a visitar, una vez más, a uno de sus más distinguidos integrantes. ¿Y podrías abrir la
ventana de su habitación? ¡gracias! cinco minutos después, una van y un camión con escalera telescópica llegaron al hospital,
extendieron la escalera hasta el piso donde estaba el niño y 16 bomberos subieron hasta su cuarto. Con el permiso de la madre,
ellos lo abrazaron, lo tomaron en los brazos y dijeron lo mucho que ellos lo amaban. Con un suspiro final, Billy miró al jefe y
preguntó: - Jefe, ¿yo realmente soy un bombero? – Billy, ¡eres uno de los mejores! Dijo el jefe. Con estas palabras, Billy sonrió y
cerró sus ojos por última vez.

(Esta historia es verídica).

NOSOTROS POR CRISTO, ¡CUÁNTO MÁS PODRÍAMOS HACER CON SU GRACIA DE LO QUE HACEMOS!

¡Que bien comprendieron esto los santos!; San Pablo: Romanos 5:5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Romanos 8:35 ¿quién nos separará del amor de cristo? ¿la
tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución? ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu
causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. II Corintios 5:14-15. Porque el amor de Cristo nos
apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que
viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Efesios 2:4-5 Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos
amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo – por gracia habéis sido salvados. San Ignacio de
Loyola tenía como lema: “Todo para mayor gloria de Dios” San Maximiliano Kolbe: “Todo para la máxima gloria de Dios”. Y tú,
ante aquellos que llegan a conocerte, ¿te pareces a la respuesta del bombero? “¡TU PUEDES HACER MÁS QUE ESO!”
Al final todos seremos juzgados en el amor.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 22

LA CRUZ, SIGNO DE DOLOR Y AMOR


Objetivo: Reconocer el significado de la santa Cruz, no solo como un símbolo cristiano sino como una exigencia de amor filial en
la vida de cada personas cristiana.
Motivación: El peso de la cruz
Canto: Creo en ti.

1. ENSEÑANZA: FUNDAMENTOS
“Si alguno quiere venir en pos de Mí...tome su cruz cada día, y sígame”.
LA CRUZ DE CRISTO es la manifestación suprema del amor de Dios que en ella murió para salvarnos. La cruz es el poder de
Dios para vencer el pecado, forma de vida esencial para el verdadero cristiano. La Cruz es el símbolo primordial de los cristianos y
es uno de los pocos símbolos generalmente aceptados por todas las confesiones cristianas.
Por amor, aplicamos el poder de la cruz, crucificando todo pecado y tendencia contraria al amor de Dios. Los males que se infiltran
en la Iglesia y en los corazones son porque no hemos abrazado la cruz, nuestra cruz ¡se quiere un cristianismo sin cruz!.

En el Antiguo Testamento y en toda la cultura religiosa antigua, la cruz es tan solo un instrumento de suplicio, sin ninguna connotación
salvífica. Génesis 40, 19; Deuteronomio 21,23; Gálatas 3, 13. Pero Dios elige la cruz para que su Hijo Jesucristo muera en ella. Mc
15,13-15. 24-37; Mateo 27,26.31-50; Lucas 23,21-23.26.46; Juan 19,15-30 y mediante su muerte en cruz salve al mundo.

LA MUERTE DE JESÚS NOS MUESTRA EL PROFUNDO AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES


a) Jesús se hace solidario con nuestro sufrimiento: Él ha sufrido dolores físicos, como angustia espirituales. Durante su vida,
conoció la persecución de los dirigentes de esa sociedad porque vieron amenazados sus ansias de poder por los valores que Él
predicaba. Asimismo conoció la soledad, el abandono, la traición, el desprecio, la muerte.

b) Jesús se hace solidario con nuestros pecados: Él era Santo por excelencia. Jamás su voluntad se apartó de la voluntad de Dios, incluso
en los momentos de más angustias. Mateo 26,39. Él asumió nuestros pecados, los hizo suyos. No porque se sintiera culpable de nuestros
pecados sino porque quería perdonarnos. Quiso cargar con ellos y padecer así físicamente y espiritualmente por nuestras culpas.

JESÚS HOMBRE, MURIÓ, PERO...


a) Murió libremente: Jesús pudo haber huido del sufrimiento, de los mementos tan espantosos y la muerte cruel, de la pasión; Él
sabía lo que se le acercaba y salió al encuentro de la muerte. Nos dijo: “Nadie me quita la vida si no que yo la voy a entregar”.

b) Murió por amor: Nos había dicho: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos...a ustedes les he llamado
amigos”. Juan 15, 13-14.

c) Murió para Salvarnos: Jesús vino para que tengamos verdadera vida sin pecado, vida fiel a Dios, vida santa y buena. Su muerte
fue para salvarnos. El corazón traspasado del cual brota sangre y agua, es un signo que la muerte de Cristo, brota el agua de la
verdadera vida, la vida nueva, la vida eterna.

Juan Pablo II se refiere a la cruz diciendo: La cruz es también el camino. Cristo afirmó: “Si alguno quiere venir en pos de Mí... tome su cruz
cada día, y sígame”. La cruz es, pues, el sendero de la vida de cada día. Es en cierta manera, la compañera de nuestra vida. ¡De cuántas maneras
la experiencia de tomar la cruz de cada día se nos presenta a cada uno de nosotros! . Se la puede llamar de varios modos y con nombres
diversos. Con frecuencia, el hombre se estremece y no quiere pronunciar este nombre: La cruz. Busca otras expresiones, otros apelativos.

NO TENGÁIS MIEDO A LA CRUZ DE CRISTO. La cruz es el árbol de la vida. Es la fuente de toda alegría y de toda paz. Fue
el único modo por el que Jesús alcanzó la resurrección y el triunfo. Es el único modo por el que nosotros participamos en su vida,
ahora y para siempre. La cruz ha venido a ser para nosotros la cátedra suprema de la verdad de Dios y del hombre. Todos debemos
ser alumnos de esta cátedra.

Con todo esto aún muchos no comprendemos ¿Qué es la cruz? a esta interrogante el Santo Padre increpa:
LA CRUZ SIGNIFICA: entregar la vida por el hermano para poder salvarla junto con la suya.
LA CRUZ SIGNIFICA: el amor es más fuerte que el odio y la venganza; es mejor dar que recibir; la entrega es más eficaz que la exigencia.
LA CRUZ SIGNIFICA: no hay fracaso sin esperanza, sombras sin luz, tormenta sin puerto de salvación.
LA CRUZ SIGNIFICA: El amor no tiene fronteras: Sal al encuentro de tu prójimo y no olvides al que está lejos.
LA CRUZ SIGNIFICA: Dios es siempre más grande que nosotros los hombres; más grande incluso que nuestro fracaso; la vida es
más fuerte que la muerte. ¿Cuál es tu cruz? ¿Crees que es pesada?
Recuerda que la cruz que Dios nos propone es una adecuada a cada uno de nosotros. Dios no pondría una cruz tan pesada que
ninguno pueda cargar.

2. LOS DOS ROSTROS DE LA CRUZ.


Ante la cruz, puede haber dos posibles actitudes, ambas peligrosas. La primera consiste en tratar de ver en la cruz lo que tiene dos
oprimente y penoso hasta el punto de deleitarse en el dolor y en el sufrimiento como si tuviesen valor en sí mismos. La segunda, es
la de quien, tal vez por reacción contra la precedente, rechaza la cruz y sucumbe a la mística del goce o de la gloria, del placer o del
poder. Un gran autor espiritual, Fulton J. Sheen hablaba, a este respecto, de aquellos que se adhieren a una cruz sin Cristo, en
oposición a quienes parecen querer un Cristo sin cruz. Ahora bien, el cristianismo sabe que el Redentor del hombre es un Cristo en
la cruz y por tanto, ¡sólo es redentora la cruz con Cristo!.
Cristo no escondía a sus oyentes la necesidad del sufrimiento. Decía muy claramente: “Si alguno quiere venir en pos de Mi... tome su
cruz cada día”, y a sus discípulos ponía unas exigencias de naturaleza moral, cuya realización es posible sólo a condición de que “se
nieguen a si mismos”. La senda que lleva al Reino de los Cielos es “estrecha y angosta”, y Cristo la contrapone a la senda “ancha y
espaciosa” que sin embargo, “lleva a la perdición”. Varias veces dijo Cristo que sus discípulos y confesores encontrarían múltiples
persecuciones; esto –como se sabe– se verificó no sólo en los primeros siglos de la vida de la Iglesia bajo el imperio romano, sino que
se ha realizado y se realiza en diversos períodos de la historia y en diferentes lugares de la tierra aun en nuestros días.

Si la vida se vacía de la cruz no tiene ya sentido, sabor ni valor, Quien intentase cerrar las páginas del Evangelio que documentan el
trágico epílogo de la vida terrena de Jesús, anhelando un Evangelio más fácil, más cómodo, más conforme con un modo
complaciente de la vida, reduciría el Evangelio de Jesús a un documento del pasado, a una palabra inerte, a una narración sin vida y
sin capacidad de salvación. El Señor ha salvado al mundo con la cruz; ha devuelto a la humanidad la esperanza y el derecho a la
vida con su muerte. No se puede honrar a Cristo si no se le reconoce como Salvador, si nos e reconoce el misterio de su santa cruz.
Podemos poner nuestra mirada en Él, precisamente en el sufrimiento, en la enfermedad y en la fragilidad de la vejez. Y puesto que Él
tomó sobre Sí el sufrimiento a causa de nuestros pecados, podemos incluso volver nuestra mirada hacia Él cuando experimentamos
nuestros fallos, nuestra debilidad y nuestros pecados. Quien ponga su mirada en Él escuchará su voz: ¡Sígueme! ¡Ven!, “Toma parte
con tu sufrimiento en esta obra de salvación del mundo, que se realiza a través de mi sufrimiento. Por medio de mi cruz. A medida
que el hombre su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante Él el sentido salvífico del sufrimiento”.

3. LA SEÑAL DE LA CRUZ
“El cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la señal de la cruz, ‘en el nombre del Padre del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén’. El bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Señor que le permite actuar en el
Espíritu como hijo del Padre. La Señal de la Cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dificultades”. CIC 2157.
Por esta razón el hecho de realizar la Señal de la Cruz sobre nosotros no solo nos reclama una debida postura, sino también toda
nuestra atención, ya que por esta nosotros damos una aseveración sobre nuestras creencias.
Seguimos a Jesús Crucificado: Hay que seguir el camino de Dios con obras, con acciones en nuestras vidas. Leamos Mateo 27,27-31 y
reflexionemos sobre nuestra cruz personal.
San Luis María de Monfort, decía que el nombre sin equivoco de un cristiano es el de “Amigo de la Cruz”, ya que somos escogidos
por Dios, para ser totalmente de Él. Un hombre santo y verdadero porta-Cristo, o mejor dicho aún, es otro Cristo, que puede decir
con toda verdad lo que Pablo afirma a los Gálatas 2,20.

Amemos a Jesucristo como se merece, es decir, llevando la cruz en su seguimiento.


EL QUE QUIERA VENIR CONMIGO: Él querer ser santo.
QUE RENIEGUE DE SÍ MISMO: Debe abnegarse – sacrificarse.
QUE CARGUE CON SU CRUZ: Debe padecer.
Y ME SIGA: Debe obrar.

TEMAS BÍBLICOS SOBRE LA CRUZ


Ser cristiano es aprender a amar como Él ama: hasta la Cruz: Mateo 10,38; Mateo 16,24.
La Cruz manifestación y prueba del amor divino. Romanos 5, 8; Juan 8, 28; Juan 19,37
El pecado y el orgullo ciegan al hombre: Lucas 23,21-23.
La Cruz: humildad divina: Filipenses 2,8.
La Cruz: reconciliación con Dios: Colosenses 1,20; Colosenses 2,14; Efesios 2,16; Gálatas 3,13
Abrazar la cruz es requisito para resucitar con Cristo: Romanos 6,5; 1 Corintios 2,2
....Acomodar el Evangelio a la sabiduría del mundo es hacer inútil la cruz de Cristo. 1 Corintios 1,17-23.
La Cruz: nuestra fuerza: Romanos 6,5; Hebreos 12,2-3; Gálatas 5,24; Filipenses 3,18-19.
Relación entre la Eucaristía y la muerte de Nuestro Señor en la cruz. 1Corintios 11,26; Juan 19,34.
MÁS... Lucas 14,27; Gálatas 2,19; Gálatas 3,1; Gálatas 6,14; Filipenses 3,12; Hechos 2,23; Hechos 2,32; Hechos 3,15; Hechos 5,30-31;
Apocalipsis 22,2; Apocalipsis 22,14; Apocalipsis 22,19.

EL PESO DE LA CRUZ
Cuentan que un hombre un día le dijo a Jesús: -“Señor: ya estoy cansado de llevar la misma cruz en mis hombros, es muy pesada muy grande para
mi estatura”. Jesús amablemente le dijo: –“Si crees que es mucho para ti, entra en ese cuarto y elige la cruz que más se adapte a ti”–. El hombre
entró y vio una cruz pequeña, pero muy pesada que se le encajaba en el hombro y le lastimaba; buscó otra pero era muy grande y muy liviana y le
hacía estorbo; tomó otra pero era de un material que raspaba: buscó otra, y otro, y otra...hasta que llegó a una que sintió que adaptaba a él. Salió
muy contento y dijo. –“Señor, he encontrado la que más se adapta a mí, muchas gracias por el cambio que me permitiste”–. Jesús le mira
sonriendo y le dice: –“No tienes nada que agradecer, has tomado exactamente la misma cruz que traías, tu nombre está inscrito en ella. Mi Padre
no permite más de lo que Tu puedas soportar porque te ama y tiene un plan perfecto para tu vida”–.
Muchas veces nos quejamos por las dificultades que hay en nuestra vida y hasta cuestionamos la voluntad de Dios, pero Él permite lo que nos sucede
porque es para nuestro bien y algo nos enseña a través de eso. Dios no nos da nada más grande de lo que no podamos soportar, y recordemos que
después de la tormenta viene la calma y un día esplendoroso en el que vemos la Gloria de Dios.

AGENDA DE LA FELICIDAD
La sonrisa es la tarjeta de visita de las personas saludables. Distribúyela gentilmente.
El diálogo es el puente que une dos márgenes: tú y yo. Transítalo bastante.
La bondad es la flor más atrayente del jardín de un corazón bien cultivado. Planta flores.
La alegría es el perfume gratificante, fruto del debe cumplido. Derrámala, el mundo necesita de ella.
La paz de la conciencia es la mejor almohada para el sueño de la tranquilidad.
Vive en paz contigo mismo, con sus semejantes y con Dios.
La fe en Dios es la brújula para los navíos errantes, que buscan las playas de la eternidad. Utilízala.
La espera es el buen viento que dirige las velas de nuestro barco.
Llámala para tu cotidiano vivir.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 23

LA RESURRECCIÓN, FUNDAMENTO DE NUESTRA FE


Objetivo: Dar a conocer la importancia que tiene la Resurrección de Cristo en la revelación. Así como la manifestación clara de su
gloria haciéndonos partícipes de la vida eterna.
Motivación: Hay que resucitar
Canto: Yo creo en las promesas.

1. ENSEÑANZA: FUNDAMENTOS
“Si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía es también vuestra fe”. 1 Corintios 15, 14.
La Resurrección: Cúlmen de la revelación. Muchas veces hemos escuchado la frase “Cristo vive”, sin embargo no le hemos
dado el significado que en realidad va con esta verdad. Cristo verdaderamente resucitó por el poder de Dios. No se trata de un
fantasma, ni una mera fuerza de energía, ni de un cuerpo revivido como el de Lázaro que volvió a morir.
La Resurrección de Jesucristo es un misterio de fe. Sólo ayudados por el Espíritu se puede llegar a la fe en la Resurrección. Sólo la
fe permite captar el mensaje de salvación que entraña. Por otra parte, al creer este misterio, no se afirma sólo un hecho que le
sucedió a Jesús en el pasado, sino también que Jesucristo, por haber resucitado, vive, es decir, continúa viviendo esa nueva vida
¿Tienes alguna duda en que Cristo resucitó?

La resurrección constituye en primer lugar la confirmación de todo lo que Cristo mismo había hecho y enseñado . Era el sello
divino puesto sobre sus palabras y sobre su vida. Él mismo había indicado a los discípulos y adversarios este signo definitivo de su
verdad. El ángel del sepulcro lo recordó a las mujeres la mañana del “primer día después del sábado”. “Ha resucitado, como lo
había dicho”. Mateo 28,5. Si esta palabra y promesa suya se reveló como verdad también todas sus demás palabras y promesas
poseen la potencia de la verdad que no pasa, como Él mismo había proclamado: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasará” Mateo 24, 35; Mc 13, 31; Lucas 21, 33. Nadie habría podido imaginar ni pretender una prueba más autorizada, más fuerte,
más decisiva que la resurrección de entre los muertos. Todas las verdades, también las más inaccesibles para la mente humana,
encuentran sin embargo, su justificación, incluso en el ámbito de la razón, si Cristo resucitado ha dado la prueba definitiva,
prometida por Él, de su autoridad divina.

En segundo lugar, la resurrección confirma la verdad de su misma divinidad. Jesús había dicho: “Cuando hayáis levantado
(sobre la cruz) al Hijo del Hombre, entonces sabréis que Yo soy” Juan 8, 28. Ese “Yo soy” equivalí al Nombre de Dios en ese
tiempo por tal motivo Jesús fue condenado por el Sanedrín por el cargo de blasfemia. Luego sucedería la crucifixión (como lo
relató el salmista). Sin embargo, no se esperaba que Jesucristo resucitara.

A partir de la resurrección, los creyentes vivimos con una fe nueva nuestro seguimiento a Jesús. Jesús, nuestro Salvador. En la
resurrección descubrimos los cristianos que Jesús es nuestro único Salvador. El único que nos puede llevar a la liberación y a la
vida. “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos”. Hechos 4, 12.
El mensaje de Jesús tiene un valor muy distinto al que puedan tener los mensajes de otros profetas. La actuación salvadora de Jesús
tiene un valor muy distinto al que pueden tener las de otros liberadores. Dios no ha resucitado a cualquier profeta o a cualquier
liberador. Dios ha resucitado a Jesús de Nazareth.
En la resurrección de Cristo hemos descubierto que nuestra vida tiene salida. Hay un mensaje, hay un estilo de vida, hay una
manera de morir, hay Alguien que nos puede llevar hasta la vida eterna: Jesucristo: “A éste le ha exaltado Dios con su derecha
como jefe y Salvador”. Hechos 5, 31.

Jesús, Hijo de Dios vivo. La resurrección nos ha descubierto que la muerte de Jesús no ha sido una muerte cualquiera. Su muerte
ha sido el paso a la vida de Dios. La resurrección nos ha descubierto que Jesús no era un hombre cualquiera. Dios, realmente es su
Padre. Un Padre del que Jesús recibe toda su vida. Por eso, Jesús no ha quedado abandonado en la muerte.
A partir de la resurrección, los cristianos creemos en Jesús, el Hijo de Dios vivo, lleno de fuerza y creatividad, que vive ahora junto
al Padre, intercediendo por los hombres e impulsando la vida hacia su último destino. Hebreos 7,25; Romanos 8,34.

2. SU VICTORIA ES NUESTRA SALVACIÓN.


Jesucristo, muerto por nuestros pecados, resucita glorioso y vencedor sobre la muerte.
La muerte, tanto espiritual como física, es la consecuencia del pecado que entró en el mundo por rebelión de nuestros primeros
padres. Estamos sujetos a la muerte física, pero el “aguijón” del pecado ha sido reemplazado por la esperanza cierta en la
resurrección. Jesucristo pagó el precio por nuestros pecados con su muerte en la cruz. Conquistó así a todos sus enemigos. El
último enemigo en ser destruido, al final del tiempo, será la muerte 1 Corintios 15:26. Por eso, la muerte no es el final, tampoco
nos encierra en un ciclo como piensan los proponentes de la reencarnación.
Vivimos y morimos una sola vez. Durante nuestra vida mortal decidimos nuestra eternidad. Recibimos la gracia y la misericordia
de Dios que nos abre las puertas del cielo. Al final del tiempo se establecerá plenamente el reino del Señor.

Ante todo, podemos decir ciertamente que Cristo resucitado es principio y fuente de una vida nueva para todos los hombres. Y esto
aparece también en la maravillosa plegaria de Jesús, la víspera de su pasión, que Juan nos refiere con estas palabras: “Padre...
glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también
vida eterna a todos los que tú le has dado”. Juan 17, 1-2. En su plegaria Jesús mira y abraza sobre todo a sus discípulos a quienes
advirtió de la próxima y dolorosa separación que sé verificaría mediante su pasión y muerte, pero a los cuales prometió asimismo:
“Yo vivo y también vosotros viviréis”. Juan 14, 19.
Jesús, vivo en su comunidad. Si Jesús ha resucitado no es para vivir lejos de los hombres. El Resucitado está presente en medio
de los suyos. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Mateo 28, 20.

Los cristianos creemos que Cristo vive en medio de nosotros. No estamos huérfanos. Cuando nos reunimos dos o tres en su
nombre, allí está Él. Mateo 18, 20. La Iglesia no es una organización solitaria, una comunidad que camina sola por la historia. Es el
“Cuerpo de Cristo” resucitado. Es Cristo resucitado el que anima, vivífica y llena con su espíritu y su fuerza a la comunidad
creyente. Efesios 4, 10-12. Es decir: tendréis parte en mi vida, la cual se revelará después de la resurrección. Pero la mirada de
Jesús se extiende a un radio de amplitud universal. Les dice: No ruego por éstos (mis discípulos), sino también por aquellos, que
por medio de su Palabra, creerán en mí... Juan 17,20: todos deben formar una sola cosa al participar en la gloria de Dios en Cristo.

TODOS RESUCITAREMOS. Cristo resucitado es el primer fruto. 1Corintios 15:20 de la nueva creación. Con su cruz, Él ha
abierto las puertas para que nuestros cuerpos también resuciten. Por eso los cristianos no solo creemos en la resurrección de Jesús
sino también en “la resurrección de la carne”, como profesamos en el credo de los Apóstoles, es decir en la resurrección de todos
los hombres. Sobre esto escribe San Pablo: “Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la
resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo”. 1 Corintios
15:21,22 y más adelante: “En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los
muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados” 1 Corintios 15:52.

3. EL ENCUENTRO CON CRISTO RESUCITADO. Juan Pablo II.


Hay signos característicos en los encuentros con el Señor, el Papa Juan Pablo II se basa para un mejor entendimiento de esto en los
relatos postpascuales. Cuando nos referimos en encuentros con Jesús resucitado debemos analizar la posición de Maria Magdalena
y los amigos de Emaús.
 Una dificultad inicial en reconocer a Cristo por parte de aquellos a los que Él sale al encuentro. Creemos que muchas
veces somos nosotros los que le vamos al encuentro con Dios, pero es Él quien desde un principio nos tiene en cuenta.
 No falta un cierto sentimiento de temor ante Él. Se le ama, se le busca, pero, en el momento en que se le encuentra, se
experimenta alguna vacilación.

Pero Jesús les lleva gradualmente al reconocimiento y a la fe, tanto a María Magdalena. Juan 20,16; como a los discípulos de
Emaús. Lucas 24, 26ss. y semejantemente, a otros discípulos. Lucas 24, 25, 8. Signo de la pedagogía paciente de Cristo al
revelarse al hombre, al atraerlo, al convertirlo, al llevarlo al conocimiento de las riquezas de su corazón y a la salvación.

Cuando, luego se dan cuenta, con su ayuda, de que no se trata de otro, sino de Él mismo transformado, aparece repentinamente en
ellos una nueva capacidad de descubrimiento, de inteligencia, de caridad y de fe.
Es como un despertar de fe: ¿no estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?. Lucas 24, 32. “Señor mío y Dios mío”. Juan 20, 28. “He visto al Señor”. Juan 20, 18.
Entonces una luz absolutamente nueva ilumina en sus ojos incluso el acontecimiento de la cruz; ¡da el verdadero y pleno sentido
del misterio del dolor y de la muerte, que se concluye en la gloria de la nueva vida! Este será uno de los elementos principales del
mensaje de salvación que los Apóstoles han llevado desde el principio al pueblo hebreo y poco a poco, a todas las gentes.
¿Haz sentido alguna vez como Dios te llena de su espíritu y se revela a Sí mismo?.

Hay que subrayar una última característica de las apariciones de Cristo resucitado: en ellas, especialmente en las últimas, Jesús
realiza la definitiva entrega a los Apóstoles (y a la Iglesia) de la misión de evangelizar el mundo para llevarle el mensaje de su
Palabra y el don de su gracia. Recuérdese la aparición a los discípulos en el Cenáculo la tarde de Pascua: “Como el Padre me
envió, también yo os envió....” Juan 20, 21; ¡Y les da el poder de perdonar los pecados!. Recuerda que Dios envía a evangelizar
a todos sus hijos, pues somos dignos y afortunados de haberlo conocido.

El encuentro con Jesús vivo. Jesús resucitado no es un personaje del pasado. Para los cristianos, Cristo es Alguien vivo que
camina hoy junto a nosotros en la raíz misma de la vida. Juan 14, 13-14. Creemos que Jesús no es un difunto. Él actúa en nuestra
vida, nos llama y nos acompaña en nuestra tarea diaria. Lucas 24, 13-35.
Por eso, creer en el Resucitado es dejarnos interpelar hoy por su Palabra viva, recogida en los evangelios. Palabras que son
“espíritu y vida” para el que se alimenta de ella. Juan 6, 63. Creer en el Resucitado es verlo aparecer vivo en el último y más
pequeño de los hombres. Es decir, saber acoger y defender la vida en todo hermano necesitado. Mateo 25, 31-46.

4. RESURRECCIÓN Y REENCARNACIÓN
Cristo resucitado, futuro del hombre. Jesús, resucitado por el Padre, solo es “el primero que ha resucitado de entre los muertos”.
Colosenses 1, 18-19. El se nos ha anticipado a todos para recibir del Padre esa vida definitiva que no está también reservada a
nosotros. Su resurrección es el fundamento y la garantía de la nuestra. 1 Corintios 6, 14. En Cristo resucitado se inicia nuestra
propia resurrección porque en Él se nos abre definitivamente la posibilidad de alcanzar la vida eterna.
La resurrección es mucho más que la reencarnación. Es cierto que algunas religiones sobre dioses que mueren y resucitan pero
ninguna habla de un cuerpo gloriosamente resucitado ni del poder para compartir esta nueva vida con otros. Los judíos no
esperaban un Mesías que muriera y resucitara. Algunos tenían la esperanza de resucitar, pero no esperaban un Mesías que muriera
y resucitara. Algunos tenían la esperanza de resucitar, pero no con cuerpos gloriosos sino en una resurrección semejante a la de
Lázaro. Isaías 26:19; Ezequiel 37:10; Daniel 12:2. Algunas filosofías y religiones han creído en la reencarnación o en la
inmortalidad de alma apartada del cuerpo. Pero la fe en la resurrección solo se encuentra entre los cristianos.
La historia del hombre tiene una meta. Con la resurrección de Jesús se nos ha desvelado el sentido último de la historia. Ahora
sabemos que la humanidad no camina hacia el fracaso, la historia de los hombres no es algo enigmático, oscuro, sin meta ni salida
alguna. La vida de los hombres no es un breve paréntesis entre dos vacíos silenciosos.
En el Resucitado se nos descubre ya el final, el horizonte que da sentido a la historia humana.
CREER EN LA RESURRECCIÓN

Cuando veas que la tempestad está desgarrando el bosque, los terremotos,


sacuden la tierra y el fuego está quemando tu casa, has de decirte a ti mismo:
“Creo que el bosque volverá a levantarse,
la tierra volverá a su inmovilidad y yo reconstruiré mi casa”
Cuando veas a tu hijo irse de casa en busca de aventura,
y te sientas derrotado en tu sueño de padre, has de decirte a ti mismo
“Mi hijo no escapará a Dios y volverá porque Dios lo ama”.
Cuando el mundo se presente a tus ojos como el fracaso de Dios,
y sientas la nausea del desorden, de la violencia, del terror,
de la guerra que impera en todas partes y la tierra te parezca un caos, has de decirte a ti mismo:
“Jesús ha muerto y resucitado y resucitaremos con Su poder”.
Cuando tu padre o tu madre, tu hijo o tu hija, tu esposa o tu esposo,
tu amigo más querido se encuentren delante de tu leche de muerte,
y tú los mires a los ojos en la angustia final del desapego, has de decirte a ti mismo y a ellos.
“Cristo ha resucitado. No es solo una mera idea. Cristo venció la muerte”.
Nos mantendremos unidos en la oración cada día.
Nos volveremos a ver en el Reino de Dios, ánimo.
Esto significa creer en la Resurrección.

HAY QUE RESUCITAR

Cristo no quedó en la cruz, ni quedó en un sepulcro, al tercer día resucitó, venciendo a la muerte para siempre. Pero Él quisiera que
los hombres, todos, por quienes dio su vida, vivieran eternamente como resucitados.

¿Qué significa morir?, ¿qué significa resucitar? Hoy lo voy a explicar mediante una carta de una muchacha que resucitó
espiritualmente en uno de esos retiros o ejercicios espirituales que se suelen hacer durante la cuaresma. Aquí la tenemos:

“Al salir de aquí, me voy con una profunda paz espiritual, cosa que realmente me hacia falta, creo que será inolvidable esta
experiencia pues Dios me llegó en el preciso momento y he vuelto a creer en Él. Doy gracias a Dios porque es bueno y
misericordioso, porque he aprendido en dos días, lo que no había aprender en 17 años de vida que tengo. Espero no volver a ser la
niña que era antes y creo haberlo logrado. Doy gracias al Señor porque me ha hecho ver que estaba en la basura, y me ha dado la
mano y ayudado a levantar y volver a empezar a vivir. Comenzaré una nueva vida, yo se qué me va a costar, me voy a tropezar con
miles de obstáculos, me voy a enfrentar nuevamente a un ambiente horrible, pero lucharé por salir a flote. Me siento feliz de haber
vuelto a creer, de estar al comienzo del buen camino nuevamente”.

La otra carta comienza así: “Antes de ir a aquel retiro, mi vida era horrible, la estaba llevando en tal forma que era en verdad de dar
tristeza. Era una chica con solo 16 años, y ya sin alegrías ni alusiones, ya decepcionada de la vida. Pero era obvio llegó el día en
que me sentí asqueada de todo y empecé a sentir un vacío enorme. Algo me hacia falta. Pensé que ese vacío lo llenarían mis
amigas, las fiestas, conocer chicos nuevos. Acababa de terminar con mi novio. Y así lo hice: salía mucho, conocí miles de chicos,
pero yo, seguía igual. Antes los estudios me llenaban bastante, pero en esos momentos ni el estudio llenó aquel vacío tan horrible.
Era desesperante, nada me gustaba. Llegó el día en que Dios me llegó directamente, porque decir que nunca me había buscado,
sería una mentira. Me insistió y mucho, pero yo preferí vivir mi vida sin Él. Pero como decía, me habló, me hizo ver directamente
que ahora tenía de nuevo los dos mismos caminos que antes ya había tenido: con Él o sin Él. Obviamente esta vez lo escogí a Él.
Fui a hablar con el padre que dirigía el retiro, y después de insistirle mucho, me dejó ir. Fue el día de mi cumpleaños, es por eso
que yo digo que nací a los 17 años. ¡Qué día! Increíble, volví a nacer, pero con la conciencia de que tenía mucho que hacer. Y así
empezó mi cielo, que hasta ahora sigo viviendo y nadie ha podido convertirlo en un infierno. Es algo maravilloso, porque desde
que fui todo es diferente. Cristo me ha dado un ideal por el cual vivir. Antes estudiaba por un MB, ahora estudio por Él; antes me
reía por tonterías, ahora porque sé que cuento con Él; antes era una chica responsable pero sólo ante mi misma, ahora lo soy ante
Dios, ante los demás, ante Cristo. Antes lloraba y ahora también lloro; antes por falta de Cristo y ahora porque lo adoro, es decir de
felicidad. Claro, he tenido problemas, pero con Cristo todo lo he podido solucionar. Ahora hasta los problemas los veo como una
bendición, porque he aprendido a exigirme. No sé cómo explicarme, sólo me sale decir que es extraordinario: para mi Dios lo es
todo, y si a mí me dijeran déjalo, preferiría morirme en ese momento, ya que sin Él me perdería, no sabría que hacer, perdería a
Cristo y mi felicidad. ¿Por quién lucharía entonces? ¿por mí? ¿para qué?”

Esta es una de las lecciones más grandes que he recibido de alguien. Verdaderamente me estremecí por ser esta chica una
adolescente, de la cual según los adultos creemos que no saben lo que quieren.

Resucitar espiritualmente es algo tan real como la alegría de vivir, de ser feliz como un niño. Es tener una razón para existir, para
sufrir, para amar eternamente.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 25

EUCARÍSTIA: FUENTE DE VIDA


Objetivo: Dar a conocer la importancia de la Eucaristía en la vida del cristiano. Es Jesucristo quien instituyó este Sacramento.
Además de conocer la manera correcta de vivir el Sacramento.
Motivación: El rey que supo imitar la misericordia del rey del cielo
Canto: Ofrenda de Amor

1. ENSEÑANZA: FUNDAMENTOS. En todo momento de gracia, el cristiano, muriendo al hombre viejo carnal, vive el hombre
nuevo espiritual. Si un cristiano perdona, mata en si el deseo de venganza y vive la misericordia de Cristo. Si da una limosna, muere al
egoísmo y vive la caridad del Espíritu Santo. Si se priva de un placer pecaminoso, toma la cruz y sigue a Cristo. Y así sucede «cada
día», en todos y cada uno de los instantes de la vida cristiana: muerte y vida, cruz y resurrección. No se puede participar de la vida
divina sin inmolar al Señor sacrificialmente toda la vida humana, en cuanto está marcada por el pecado: sentimientos y afectos,
memoria, entendimiento y voluntad. San Juan de la Cruz es, quizá, quien más profundamente ha explicado este misterio.
Esto significa que toda la vida cristiana es una participación en el misterio pascual de Cristo, que muere y resucita, para salvarnos del
pecado y darnos vida divina. De Cristo nos viene, pues, justamente, la capacidad de morir a la vida vieja, y la posibilidad de recibir la
vida nueva y santa. De él nos viene esta gracia, y no sólo como ejemplo, sino como impulso que íntimamente nos mueve y vivifica.
Siendo la misa actualización del misterio pascual, es en ella fundamentalmente donde participamos de la muerte y resurrección del
Salvador. Por tanto, de la eucaristía fluye, como de su fuente, toda la vida cristiana, la personal y la comunitaria. «Todas las obras
de la vida cristiana se relacionan con ella, proceden de ella y a ella se ordenan».

La Eucaristía. La Santa Hostia es Jesucristo vivo, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que se hace presente cuando el sacerdote
consagra el pan y vino en la Santa Misa. Estos elementos se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Recibir la Eucaristía
Comunión es recibir a Jesucristo. La Eucaristía, explica el Papa León XIII, contiene “en una variedad de milagros, todas las
realidades sobrenaturales”.
El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: “En verdad en verdad os digo: si no
coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros”. Juan 6,53.
Según esto, en la Cena del jueves realiza el Señor la entrega sacrificial de su cuerpo y de su sangre –“mi cuerpo entregado”, «mi
sangre derramada»-, anticipando ya, en la forma litúrgica del pan y del vino, la entrega física de su cuerpo y de su sangre, la que se
cumplirá el viernes en la Cruz. Es este sacrificio el que recordamos cada día en Misa.

LOS FRUTOS DE LA COMUNIÓN


Sin duda la importancia de la Eucaristía se debe a la unión que se fortalece para poder colaborar y parecernos más a Cristo, sin
embargo hay más motivos por los cuales recibir la Comunión. Aquí algunos:
 La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo.
 La comunión nos separa del pecado.
 La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía hace la Iglesia.
 La Eucaristía entraña un compromiso a favor de los pobres.
 La Eucaristía y la unidad de los cristianos.

2. SIGNOS DEL PAN Y EL VINO


La Iglesia enseña que “la materia para la confección de la Eucaristía es el pan de trigo y vino de la vid”. Esta es una verdad de fe,
que fue definida en el Concilio de Trento (CDc, C. 924 & 2-3).
Para que el Sacramento de la Eucaristía sea válido es necesario que:
El pan sea substancialmente de trigo (amasado con harina de trigo y agua natural, y cocido al fuego). Si tiene algún elemento
añadido no puede ser tal que el pan no sea considerado como de trigo según el estimado común.
El vino sea natural, puro de uva y no corrompido. Debe ser vino y no jugo. Ver. C. 924,3.
En el corazón de la celebración de la Eucaristía encontramos el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del
Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en
memoria de él, hasta su retorno glorioso, lo que él hizo la víspera de su pasión: “Tomó pan...”, “tomó el cáliz lleno de vino...”. Al
convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del Pan y del Vino siguen significando también la
bondad de la creación. Así, en el ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino. Salmos 104, 13-15, fruto “del trabajo del
hombre”, pero antes, “fruto de la tierra” y “de la vid”, dones del Creador.
El “cáliz de bendición”. 1 Corintios 10,16, al final del banquete pascual de los judíos, añade a la alegría festiva del vino una
dimensión escatológica, la de la espera mesiánica del restablecimiento de Jerusalén. Jesús instituyó su Eucaristía dando un sentido
nuevo y definitivo a la bendición del pan y del cáliz.

3. COMUNIÓN: RECEPCIÓN DIGNA


El presentarse para recibir la Sagrada Comunión debería ser una decisión consciente, basado en un juicio razonado respecto de la
propia dignidad para hacerlo, según los criterios objetivos de la Iglesia.
¿Estoy en plena comunión con la Iglesia Católica? ¿Soy culpable de algún pecado grave? ¿He incurrido en una pena (por ejemplo:
la excomunión, el entredicho) que prohíbe que reciba la Sagrada Comunión? ¿me he preparado ayunando por lo menos una hora
antes? La práctica de presentarse indiscriminadamente a recibir la Sagrada Comunión, simplemente como consecuencia de estar
presente en la Misa, es un abuso que debe ser corregido.
Los cristianos tienen “una grave obligación de conciencia de no cooperar formalmente en prácticas que, aún permitidas por la legislación civil,
son contrarias a la ley de Dios. En efecto, desde el punto de vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente con el mal... tal cooperación nunca
puede ser justificada invocando el respeto a la libertad de otros apelando al hecho de que la ley civil lo permite o lo requiere”.

ACTO DE CONTRICCIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de
vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Es recordar con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos del pecado. Te animarás a cargar con las cruces de cada día, si
recuerdas con frecuencia las estaciones o pasos de Jesús hasta su muerte en la Cruz.

ORACIÓN INICIAL
Alma de Cristo, santifícame
Cuerpo de Cristo, sálvame
Sangre de Cristo, embriágame
Agua del costado de Cristo, lávame
Pasión de Cristo, confórtame
Oh buen Jesús, óyeme
Dentro de tus llagas, escóndeme
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti,
para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.
Por la señal, de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

4. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO


La exposición del Santísimo es la devoción que tiene por objeto la adoración de Cristo Eucarístico. Se fundamenta en la fe en la Presencia Real
de Cristo en la Eucaristía. En 1534, en reparación a los ataques de los protestantes contra la Eucaristía, los capuchinos decidieron incrementar la
exposición del Santísimo durante los tres días que precedían a la Cuaresma. Estos días popularmente se utilizan en carnavales. Establecieron así
cuarenta horas consecutivas de adoración, el tiempo que transcurrió aproximadamente entre la crucifixión y la resurrección de Nuestro Señor.
Comenzando en Milán, Italia, la práctica pronto se propagó por todo el país y por el mundo. San Felipe Neri introdujo la devoción en Roma.
Los Papas Pío IV, Clemente VIII y Pablo V la enriquecieron con numerosas indulgencias. Los obispos concedieron indulgencias.
La adoración nocturna para hombres comenzó en Nuestra Señora de las Victorias (París), el 6 de diciembre de 1848, desde París, los centros de
adoración nocturna se extendieron por el mundo. En 1875 había en Francia unas sesenta diócesis con adoración perpetua diurna. En cuarenta de
ellas había también adoración nocturna. Algunas asociaciones tomaron la adoración perpetua como uno de sus principales fines. Entre ellas está la
Archicofradía del Sagrado Corazón de Jesús. La Exposición al Santísimo ha sido recomendada con frecuencia por los Papas. La vida de los santos
está repleta de testimonios de amor al Santísimo y de los maravillosos frutos de la adoración.

VIDA DE JESÚS EN LA EUCARISTÍA


Admira la bondad de Jesús encerrado por tu amor día y noche en el Sagrario.
Jesús, que yo te ame y te adora con todo mi corazón
¿Qué hace Jesús en la Eucaristía? ora... te llama... te espera...
Ora Jesús en la Eucaristía a su Eterno Padre por ti continuamente... ¡qué pensamiento! mientras tú vives distraído, mientras estás atareado y
olvidado de Jesús, Él desde el Sagrario, ora por ti... piensa en ti... te ama con infinito amor. Estás durmiendo, y Jesús vela en el sagrario por ti...
estas divirtiéndote... ¡y Jesús está solo en Sagrario, horas, días y noche, y todo esto por ti!
¿Qué hace Jesús en el Sagrario? te llama... te envía inspiraciones. Él no puede moverse si no es llevado, pies se ha constituido prisionero voluntario por tu
amor... Pero aunque encerrado en el Sagrario por amor, continuamente te llama...Yo estoy a la puerta, y llamo.
Envía las inspiraciones, para que despierten tu dormido espíritu... ¿No has notado muchas veces que cuando más distraído te hayas en las cosas
del mundo,, han resonado en tu corazón palabras que te han conmovido fuertemente?...
Jesús te espera... ¡cuántos años hace que te espera Jesús a que seas todo tuyo, como Él es en este Sacramento tofo tuyo!...
Espera Jesús que vuelvas a su corazón y te conviertas a Él...
Espera que, desengañado de las criaturas, vayas a Él para recibirte con amor...
Espera Jesús que vayas a recibirle a menudo... cada mes, cada semana, todos los días...
¿Porqué retardas tanto el recibir a Jesús?... ¡Si conocieses las ansias que tiene de que le recibas!...
¿Porqué no quieres calmar estas ansias? por ello te encuentras débil en el camino de la virtud, sin fervor, sin entusiasmo.
¡Muestra tu acción de gracias después de la Comunión, no dejes de ser agradecido. Proponte no pasar día sin recibir espiritualmente muchas veces a Jesús, y todas
las semanas, y más a menudo aún, sacramentalmente... pues quiero salir de mi vida tibia, y unir muy a menudo mi corazón con el suyo, a fin de que lo perfeccione.
Recibiré a Jesús Sacramentalmente con pureza de alma. Daré gracias después de comulgar. Cerrando los ojos del cuerpo y abriendo los del alma
lo contemplaré como Rey en el trono de mi corazón.

EL REY QUE SUPO IMITIR LA MISERICORDIA DEL REY DEL CIELO


Testimonio Eucarístico
Por el año 987 Roberto fue coronado rey de Francia. Era un príncipe piadoso y un gran devoto de Jesús en la Eucaristía. Su mayor placer fue el de
adornar los altares y las iglesias, y lo más hermoso y precioso lo dejaba por Jesús.
Algunos hombres impíos y ambiciosos habían conspirado para asesinarlo y así apoderarse del gobierno. Más la confabulación fue descubierta y
los culpables fueron traídos ante el tribunal que los condenó a muerte. El rey les envió a un sacerdote a la cárcel. Los malhechores se arrepintieron
y, después de una sincera confesión, recibieron la Sagrada Comunión.
Era la mañana del día de su ejecución. Las esposas y madres de los sentenciados fueron al rey a pedirles perdón, pero sus consejeros no querían de ninguna manera
indultarlos. Entonces una anciana madre se echó a los pies del rey y llorando, dijo: “Es cierto que estos hombres han merecido tal castigo; pero, tened presente, oh
rey, que han sido, hace poco instantes, huésped de Jesús, porque acaban de recibir la Santa Comunión. Él les ha perdonado todo; perdonadles también”.
Al oír el rey estas palabras de la afligida madre, y recordando la infinita misericordia de Jesús en la Santa Comunión, hizo llamar inmediatamente
a los condenados y, estrechándoles la mano, los indultó. Todo el pueblo aplaudió la bondad del rey que, en adelante, fue el ídolo de sus súbditos.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 26

LA SANTA MISA – CELEBRACIÓN DE LA VIDA


Objetivo: Afirmar con la Iglesia que «la celebración de la misa es el centro de toda la vida cristiana», es un encuentro íntimo con
Dios y con nosotros mismos, mediante este acto continua la obra sacerdotal de Cristo. Y dar a conocer la manera correcta de
participar en este encuentro.
Motivación: Por amor a la Eucaristía.
Canto: Una Espiga

1. ENSEÑANZA – FUNDAMENTO: LOS MOTIVOS BÁSICOS PARA IR A MISA. Éxodo 20, 8-10
Muchos de nosotros hemos visto como desde muy pequeños nuestros padres fueron quienes nos llevaron a la Iglesia más cercana.
Más, durante la adolescencia dejaste de ir. Fue porque entraste en una crisis: era tiempo de dejar de ir sólo porque tus padres iban;
y no llegaste a encontrar porqué debías ir. ¿Para ti que es la misa? ¿Qué es la Santa Misa?

a) Para saber. Es en el tiempo de cuaresma que nos va encaminando a celebrar la fiesta de la Resurrección de Jesucristo, en donde se
manifiesta su triunfo sobre la muerte. Esa victoria la obtuvo Cristo al entregarse en sacrificio por todos los hombres y en la Cruz consumó
su entrega plena a la voluntad del Padre. Basta considerar hoy un aspecto de su Pasión para darnos un poco cuenta del sacrificio: la
flagelación. Según la ley de los judíos, a un reo no se le podían dar más de cuarenta azotes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los
que flagelaron al Señor no eran judíos, sino romanos, y que entre estos últimos no había ningún tipo de límites en el tormento; dependía el
número de latigazos del antojo del juez y de los mismos verdugos. Las correas que empleaban los romanos solían terminar en trozos de
huesos, en bolas de plomo o como anzuelos de modo que el flagelo desgarraba la carne hasta dejar destrozada a la víctima.
A veces morían los que padecían este castigo, y no pocos quedaban inútiles de por vida. Un historiador judío del siglo I, cuenta
cómo se mandó azotar una vez a un esclavo, y se hizo hasta que se le vieron los huesos, El Evangelio nos relata que Poncio Pilato,
“después de haberlo hecho azotar, le entregó en sus manos para que fuera crucificado”. Mateo 27,26.

b) Para pensar. Se podría preguntar qué relación tiene el sacrificio de Cristo con la Eucaristía. Hay muchísima relación. De hecho, el
sacramento de la Eucaristía recibe además del nombre de “Santa Misa”, recibe el de “Santo Sacrificio”, pues como nos dice el Papa Juan Pablo
II: Jesús, en la última cena, “no afirmó solamente que lo que les daba de comer y beber era su cuerpo y su sangre, sino que manifestó su valor
sacrificial, haciendo presente de este modo sacramental su sacrificio, que cumpliría después en la cruz algunas horas más tarde, para la salvación
de todos”.
La Iglesia vive de la Eucaristía. El asistir a la Santa Misa nos trae grandes beneficios en nuestra vida. Sin embargo, si no prestamos
la atención debida o no sabemos hasta cierto punto en qué consiste, se puede caer en el peligro de no darle la debida importancia y
caer en cierta rutina sin darnos cuenta del acontecimiento tan grande que está sucediendo en ese momento.

La Santa Misa es algo muy serio, en ella Cristo mismo es quien se está sacrificando por todos y cada uno de nosotros. La Santa Misa es
un sacrificio verdadero y propiciatorio. El que sea propiciatorio significa que se ha hecho para obtener de Dios el perdón de los pecados.
Esto lo conocemos reflejado en las palabras que pronunció nuestro Señor Jesucristo al instituir el Sacramento de la Eucaristía. San Mateo,
que estaba presente en la Última Cena, recogió las palabras de Cristo: “Y tomando el cáliz, dio gracias y se lo dio diciendo: Bebed todos
de él, pues ésta es mi sangre de la nueva alianza, que es derramada por muchos para remisión de los pecados”. Mateo 26, 27-28.

Ya Jesús había prometido dar la vida en sacrificio cuando les dijo a los Apóstoles, hablando de sí mismo que: “El Hijo del hombre
no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la vida en rescate por muchos”. Jesús dio su vida para que todas las personas
del mundo de todas las épocas pudieran ser rescatadas del pecado y obtuvieran el perdón de sus pecados.
El Papa recuerda la doctrina que de modo admirable se expresó en el Concilio de Trento: “En la Misa se ofrece a Dios un sacrificio
verdadero y auténtico, y lo que se ofrece es Cristo que se nos da en alimento. El sacrificio de la Misa no es sólo un sacrificio de
alabanza y de acción de gracias, ni sólo una mera conmemoración del sacrificio realizado en la Cruz, sino un sacrificio propiciatorio”.

c) Para vivir. Importa que vivamos mejor la Santa Misa de un modo más intenso: prestando más atención a lo que está sucediendo
en ese momento. Nos lo puede facilitar contar con un “misal” donde vengan las oraciones de la misa, y si no podemos obtener uno,
habremos de seguir con cuidado las diversas oraciones que se van pronunciando. Importa, pues, cuidar la puntualidad y colocarnos
donde no tengamos distracciones para poder participar plenamente de la Santa Misa.

Aquí presentamos algunas razones por las que el cristiano debe ir a Misa:
a. Porque necesitas de la Eucaristía para vivir una vida realmente cristiana.
b. Considerar que a Misa se va, en primer término, a dar, no a recibir.
c. Porque Dios es tu Creador y debes dedicarle un tiempo semanal a Él.
d. Porque como miembro de la familia de Dios, debes rendir culto a Dios de acuerdo a tu naturaleza, junto a tus hermanos.
e. Porque tienes que obedecer a la Iglesia.
f. Porque si no fueras cometerías un pecado mortal.
g. Porque sin la Eucaristía no tendrías acceso a la vida eterna.
h. Porque Jesús te invita a su mesa y sacrificio.
La Santa Misa es el Sacrificio de Jesucristo renovado, por lo tanto es una acción litúrgica y como tal una acción sagrada realizada
por una Asamblea (comunidad) unida por la fe y es presidida por un ministro de la Iglesia donde no solo se da un encuentro con el
Señor, sino también con nuestros hermanos y nosotros mismos, por el cual nos unimos al cuerpo Místico de Cristo y formamos
Comunión con Él, en el día que para nosotros debe ser un día de fiesta (Domingo. Día del Señor)
¿Cómo pasas el domingo; en realidad es para ti el día del Señor?
2. ESTRUCTURA FUNDAMENTAL DE LA SANTA MISA
La estructura fundamental de la Eucaristía, desde el principio de la Iglesia, ha sido siempre la misma. Lo podremos comprobar, al
final, en un breve apéndice histórico. Como en la Última Cena, siempre la eucaristía ha celebrado primero una liturgia de la
Palabra, seguida de una liturgia sacrificial y memorial, se ha terminado en la comunión.
Pues bien, aquí nosotros analizaremos la celebración eucarística en su forma actual, que ya halla antecedentes muy directos en la
segunda mitad del siglo IV, cuando la Iglesia –tras la conversión de Constantino, obtenida ya la libertad cívica-, va dando a su
liturgia, como a tantas otras cosas, formas comunitarias y públicas más perfectas.

Examinemos, la misa en sus partes fundamentales:


I. RITOS DE ENTRADA:
Procesión de entrada. Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la
procesión de entrada cantando con alegría.
Saludo inicial. Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas.
Gloria. Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él.
Oración Colecta. Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las
intenciones de la comunidad.

II. LITURGIA DE LA PALABRA:


Primera Lectura. En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.
Salmo. Meditamos rezando o cantando un salmo.
Segunda Lectura. En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.
Evangelio. El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo.
“Gloria a ti, Señor Jesús”.
Homilía. El celebrante nos explica la Palabra de Dios.
Credo. Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.
Oración de los Fieles. Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.

III. LITURGIA DEL SACRIFICIO:


Presentación de las Ofrendas. Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo. Realizamos
la colecta a favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas.
Prefacio. Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios, al tres veces santo.
Epíclesis. El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme
en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Consagración. El sacerdote hace “memoria” de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se
transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.
Aclamación. Aclamamos el misterio central de nuestra fe.
Intercesión. Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los Obispos, por todos
los difuntos y por todos nosotros.
Doxología. El sacerdote frece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo.
Todos respondemos: “Amén”.
Padrenuestro. Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.
Comunión. Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y fe.
Oración. Damos gracias a Jesús, por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.

IV. RITOS DE CONCLUSIÓN:


Bendición. Recibimos la bendición del sacerdote.
Despedida y Envío. Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que
celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones.
Recordemos siempre que la Santa Misa es un acto vivo, en el que todos nosotros no solamente debemos acudir sino vivir
cada momento de este rito.

3. MEDIANTE LA SANTA MISA RECIBIMOS EL ENVIO DE CRISTO A SUS DISCÍPULOS


La Liturgia, obra de Cristo, es también una acción de su Iglesia. Realiza y manifiesta la Iglesia como signo visible de la comunión
entre Dios y de los hombres por Cristo. Introduce a los fieles en la Vida nueva de la comunidad. Implica una participación
“consciente, activa y fructífera” de todos. CIC 1071.
“La sagrada liturgia no agota toda la acción de la Iglesia”. Debe ser precedida por la evangelización, la fe y la conversión; sólo así
puede dar sus frutos en la vida de los fieles: la Vida nueva según el Espíritu, el compromiso en la misión de la Iglesia y el servicio
de su unidad. CIC 1072.

“La Liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su
fuerza”. Por tanto, es el lugar privilegiado de la catequesis del Pueblo de Dios. “La catequesis está íntimamente unida a toda la
acción litúrgica y sacramental, porque es en los sacramentos, y sobre todo en la Eucaristía, donde Jesucristo actúa en plenitud para
la transformación de los hombres”. CIC 1046.

4. ANEXO: CÓMO CONSEGUIR PASÁRSELO BIEN EN MISA


a. El sistema básico consiste, primero, en ir a Misa: nunca nadie ha conseguido valorar la Misa a base de no ir.
b. El segundo punto consiste en tratar de vivir la Misa. Es decir, dejar de estar como una estatua y comenzar a estar atento,
responder, rezar, canta, evitar las distracciones, etc. Es decir que “gozar” la Misa depende más de ti que de la Misa...
c. Estudiar. No se ha inventado otro sistema para aprender lo que uno no sabe. Para gozar la Misa hay que entenderla, para
entenderla hay que saber qué es. Hay muchísimos libros y folletos... los encontrarás en cualquier librería.
d. Leer y meditar los textos de la Liturgia. Tiene una riqueza inagotable, de manera que nadie que medite las partes y oraciones de
la Misa puede aburrirse. Es absolutamente imposible. No se encuentra un límite, de manera que siempre se les puede sacar nuevos
sentidos, matices, dimensiones, etc.
e. Prepararse. Hay oraciones lindísimas para preparar el corazón para tan importante encuentro con Dios.

La Devoción al Corazón de Jesús y la Eucaristía


La devoción al Sagrado Corazón siempre ha estado íntimamente ligada a la Eucaristía. La Misa es la expresión plena del amor de
Su Corazón por Su Padre y por nosotros. La Liturgia Eucarística hace presente sin cesar el clamor de Cristo desde la cruz: “este es
mi cuerpo y esta es mi sangre entregada por ustedes”.

El Sagrado Corazón es símbolo de la vida interior de Jesús en su totalidad. Nos recuerda Su invitación a que vayamos a Él y nos
adentremos en Su ofrecimiento diario al Padre por nosotros en la Santa Misa. En la Eucaristía vamos a Jesús, a Su Corazón manso y
humilde. Jesús nos dice: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros
mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11, 28.

Los símbolos son importantes ya que nos recuerdan verdades fundamentales y promesas hechas que debemos cumplir. No es
casualidad que al disminuir la devoción al Sagrado Corazón ha disminuido también la fe y devoción a la Eucaristía.

Milagro Eucarístico. Jesús mismo ha querido vincular la Eucaristía y la devoción a Su Corazón de muchas maneras. Una de estas
es el Milagro Eucarístico de Lanciano. Los científicos han estudiado este milagro Eucarístico minuciosamente y descubierto que
esa Hostia es verdaderamente Carne y Sangre de un corazón humano que al pasar de los siglos se mantiene intacta.

Un retorno al Corazón de Jesús. Nada es más urgente o más importante que entrarnos en el Corazón de Jesús. Este es el objeto de
la Eucaristía y de la devoción al Corazón de Jesús. El futuro de la humanidad depende de Jesús y de almas que entren en su
corazón siendo en Él humildes y mansas.

Imitemos los Santos. Los primeros devotos al Corazón de Jesús, se sintieron impulsado a buscar a Cristo en el Santísimo
Sacramento y a agradecerle a Cristo presente por la gracia que había recibido de Su Sagrado Corazón.

POR AMOR A LA EUCARISTÍA

Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: “Obispo Sheen, usted inspiró
a millones de personas en todo el mundo. ¿Quién lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?”

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote
monja. Fue una niña China de once años de edad. Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un
Sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los comunistas penetraron
en la Iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al piso,
esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el
copón: Treinta y dos. Cuando los comunistas se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que
rezaba en la parte de atrás de la Iglesia, la cual vio todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada
en la rectoría, entró a la Iglesia. Allí hizo una hora santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio. Después de su
hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada
Comunión. (En aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos).

La pequeña continuó regresando cada noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que
despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heroico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto
convertido en celda.

Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró a tal grado que prometió a Dios que haría una hora santa de oración frente a
Jesús Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la real y
hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el Obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo
desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento. La pequeña le enseñó al Obispo el
verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor
a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.
Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo.
El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento. Por eso es que muchas custodias imitan los rayos
del sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

JESÚS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.

Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005


Tema 28

LA MUERTE – VIDA EN PLENITUD DEL REINO


Objetivo: La Iglesia, adoctrinada por la divina revelación, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz que
sobrepasa las fronteras de la sufrida vida terrestre. Concilio Vaticano II.
Motivación:
Canto: Te Conocí.

1. ENSEÑANZA: EL MISTERIO DE LA MUERTE


El enigma de la condición humana alcanza su culminación en presencia de la muerte. El hombre no sólo es torturado por el dolor y la
progresiva disolución de su cuerpo, sino también, por el temor de un definitivo aniquilamiento. El ser humano piensa muy certeramente
cuando, guiado por un instinto de su corazón, detesta y rechaza la hipótesis de una total ruina y de una definitiva desaparición de su
personalidad. La semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreducible a la sola materia, se subleva contra la muerte. Todos los esfuerzos
de la técnica moderna, por muy útiles que sean, no logran acallar esta ansiedad del hombre: pues la prolongación de una longevidad
biológica no puede satisfacer esa hambre de vida ulterior que, inevitablemente, lleva enraizada en su corazón.

La Iglesia doctrinada por la divina revelación, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz que sobrepasa las
fronteras de la mísera vida terrestre. Y la fe cristiana enseña que la misma muerte corporal, de la que el ser humano estaría libre si
no hubiera cometido el pecado, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre la salvación
pérdida por su culpa. Dios llamó y llama al hombre para que, en la perpetuas comunión de la incorruptible vida divina, se adhiera a
él con toda la plenitud de su ser. Y esta victoria la consiguió Cristo resucitando a la vida y liberando al hombre de la muerte con su
propia muerte. La fe, por consiguiente, apoyada en sólidas razones, está en condiciones de dar a todo hombre reflexivo la respuesta
al angustioso interrogante sobre su porvenir; y al mismo tiempo, le ofrece la posibilidad de una comunión en Cristo con los seres
queridos, arrebatados por la muerte, confiriendo la esperanza de que ellos hayan alcanzado ya en Dios la vida verdadera.

Ciertamente, urgen al cristiano la necesidad y el deber de luchar contra el mal, a través de muchas tribulaciones de sufrir la muerte; pero,
asociado al misterio pascual y configurado con la muerte de Cristo, podrá ir al encuentro de la resurrección robustecido por la esperanza.
Todo esto es válido no sólo para los que creen en Cristo, sino para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de
un modo invisible; puesto que Cristo murió por todos y una sola es la vocación última de todos los hombres, la vocación divina, debemos
creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo que sólo Dios conoce, se asocien a su misterio pascual.

Éste es el gran misterio del hombre, para los creyentes, está iluminado por la revelación cristiana. Por consiguiente, en Cristo y por
Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera de su Evangelio, nos aplasta. Cristo resucitó, venciendo a la muerte
con su muerte, y nos dio la vida, de modo que, siendo hijos de Dios en el Hijo, podamos clamar en el Espíritu: “¡Abba!” Padre.

2. APRENDER A VIVIR Y APRENDER A MORIR


“Les diría a los partidarios de la eutanasia y de la ‘muerte digna’ que el único que tiene que mantener la dignidad ante la muerte es
el moribundo. Habitualmente, el moribundo es el que jamás pierde la dignidad...”
Cada cual tiene una vida, su propia vida. Y su propia muerte... Pero antes, cuando hablar del fin de la existencia era menos
escandaloso, corrían de boca en boca historias sobre “muertes ejemplares”.
¿Qué es una muerte ejemplar?, ¿Cómo es?... Tú puedes hablar de ellas porque ha visto muchas muertes...

No hace falta que le recuerde que, hoy, «muerte ejemplar» es más o menos sinónimo de «muerte sin dolor», en la inconsciencia,
una especie de no-muerte. Pues yo no creo que sea eso... La muerte, en realidad, es un momento, un instante; pero morirse es un
proceso que no se sabe muy bien cuándo empieza... Pero creo que todos los que van a morir, los que vamos a morir, nos
percatamos de que ese proceso ha comenzado en un momento o en otro. A veces con un diagnóstico; otras la mayoría, cuando el
hombre sin que nadie se lo diga, sabe íntimamente que su vida ya no tiene más salida que la muerte. ¿Crees que todos los que van
a morir lo saben, aunque nadie se lo anuncie? Todos... o al menos, la inmensa mayoría si lo sabe.

Recuerdo el caso de un amigo... Me decía que rezara no por su curación, que ya era imposible, sino para que no perdiera nunca la compostura...
Para que «no perdiera la compostura»: ésas eran sus palabras y por lo que él me pidió mis oraciones. Yo le pregunté porqué le importaba tanto
mantener la figura. Y me contestó esto: «Aquí, a mí alrededor, está toda mi familia, mis hermanos y mis amigos, que están muy tristes y muy
desazonados... Y rodeado de ese dolor del cariño, no es raro que yo también pierda la compostura... Y no quiero perderla en las últimas horas.
Desde luego: Murió con una paz absoluta... Eso creo yo, es precisamente, una muerte ejemplar... era un hombre culto, con sentido
cristiano de la vida y todo eso pudo ayudarle. Pero he visto a muchos que, hasta donde yo puedo saber, tenían menos cultura y
menos piedad y también han muerto de modo admirable: con serenidad, despidiéndose con entereza de su familia y de sus amigos.

“MUERTE DIGNA”
Los defensores de la eutanasia hablan de “muerte digna”... A mí esas palabras no me parecen más que una careta del asesinato...
¿qué es en verdad, la dignidad ante la muerte?

“Muerte digna” el único que tiene que mantener la dignidad ante la muerte es precisamente, el moribundo, es el que jamás pierde la
dignidad... Es la gente que rodea al enfermo la que debería plantearse, como una meta a alcanzar, mantener también su dignidad
ante ese ser querido que está agonizando. Los papeles no los suele perder el que va a morir sino los que lo atendemos, e incluyo a
los médicos. La familia se pone nerviosa e inicia un torbellino de movimientos; se va a Houston, tratan de purificar, con gastos
económicos innecesarios, lo que, tal vez no hicieron durante la vida de ese ser querido...
A veces pienso que el moribundo necesita algo así como una tremenda intimidad con su propia muerte. Porque la muerte es lo más
personal e intransferible que existe. Más personal e intransferible que el nacimiento. El momento de la muerte es el de la más absoluta
soledad y tristeza. Pero lo que no podemos olvidar es que el sufrimiento y el dolor forman parte de la condición humana, tienen
también dignidad. En una enfermedad larga, crónica, como es el cáncer, el proceso de morir es lento; y el organismo se deteriora tanto
que a veces, sin necesidad de narcóticos ni de nada, el enfermo casi no se da cuenta de que se apaga su vida en ese preciso momento,
aunque sí lo sepa antes... El proceso de la muerte supone una tempestad metabólica, pero hay paz en la guerra y en las tempestades.

Tampoco es para escandalizarse que el hombre se revuelva ante la muerte: queda documentado en el Génesis que la muerte es un
castigo... Así es: la muerte no estaba prevista... Pero, ¿no da la impresión de que hoy existe más rebelión ante la muerte que nunca?
Tal es la rebelión que hemos llegado a la terrible paradoja de provocarla con la eutanasia... La rebelión contra la muerte tiene
fuertes raíces en esta civilización que se amotina ante el dolor y el sufrimiento.

Dice un filósofo contemporáneo, Carlos Cardona, que hablar mucho de la muerte y de que nos tenemos que morir es la base del
hedonismo (gozo). Afirma este pensador que los moralistas tendrían que insistir, más que en que nos tenemos que morir, en la
gozosa certeza de que somos inmortales. Y la inmortalidad feliz o desdicha nos la jugamos aquí abajo... Si el precio de la felicidad
eterna es el dolor y el sufrimiento, no me parece muy alto...

APRENDER A VIVIR Y A MORIR


¿Se aprende a morir, hay un entrenamiento para la muerte?
Estoy convencido de ello... Todo hombre, a lo largo de su niñez, su juventud y su madurez, aprende a vivir; se nos forma y se nos
educa para que aprendamos a vivir, a luchar, a ser hombres de provecho, como se decía en otros tiempos... Pues bien: a partir de cierta
edad, el hombre tiene que aprender a morir... ¿cómo?. La vida misma da oportunidades, que son las renuncias de todo tipo: a las cosas
moralmente ilícitas y aun a las lícitas, las nobles... Los pequeños y grandes fracasos, las decepciones, las frustraciones: aceptar todo
eso es aprendizaje para la muerte. “Aceptarlo”, y no sólo «soportarlo» con cara de vinagre y ácido sulfúrico en el alma.

Si no hay aceptación, asunción, asimilación de golpes, no hay aprendizaje, porque ese aprendizaje es incorporación no-negación o
rechazo. Sin visión positiva, a lo único que se llega es a la amargura... En cambio, si los reveses se incorporan a la existencia y a la
experiencia como algo bueno, la voluntad y el espíritu se endurecen, se curten. Y se llaga a la muerte, cuando no se tiene sentido
trascendental o religioso, no es más que la negación de la vida, con menos dificultad, más despojado, más preparado para la
desnudez suprema a base de superar estas pequeñas etapas de sufrimiento y renuncia. Los santos llegarían a decir que hay que amar
esas contrariedades de las cuales sale provecho.

Pero, a la mayoría de los mortales nos falta casi todo para ser Santos... Es comprensible que huyamos del dolor como de un perro
rabioso. ¿Qué rentabilidad obtendríamos si aceptase el dolor en pequeñas dosis, si escogiésemos esos pequeños dolores que
tampoco nos vuelven locos?

A veces parece como si determinados sectores de la raza humana se hubieran vuelto menos resistentes al dolor... Los dolores han
existido siempre, en todos los siglos, jamás se ha creado una escuela que enseña a aceptar el dolor desde que somos niños... Las
muelas dolían igual en el siglo XVI que en el nuestro, y hoy el componente físico del dolor, sea agudo o crónico, se puede dominar.
En el noventa y cinco por ciento de los casos, la medicina controla el dolor físico. Lo que no se puede domesticar es el cortejo que
acompaña al dolor físico cuando éste se hace crónico: el sufrimiento, que también experimentamos aunque no tengamos dolores
físicos. ¿Qué distingue el dolor físico del sufrimiento?

El sufrimiento es el dolor moral. No proviene sólo de la enfermedad: la persona amada sufre por la ausencia o el menosprecio, el
empresario sufre por el fracaso económico... Y el sufrimiento, bien encauzado, es cimiento, es base sobre la que edificar la vida. Y
enrique. Y abre una ventana, en el corazón del que sufre, a través de la cual salen sentimientos trascendentes que antes no supimos
ver. El sufrimiento, al tiempo que miseria, también es grandeza de la condición humana. Hasta tal punto esto es así que en la
religión cristiana el sufrimiento es nada menos que el eje de la Redención... Y debo recordar que lo que se opone a la alegría no es
el sufrimiento ni el dolor, sino la tristeza; por consiguiente, hay sufrimiento alegre, que se exalta en alegría... Los cristianos, por
ejemplo, podemos decir que nuestra alegría «tiene raíces en forma de cruz»...
Todo eso se acepta con más o menos gentileza desde la fe religiosa, pero ¿y sin fe? Sin fe es mucho más difícil... Aunque también
existen apoyos meramente psicológicos que ayudan a soportar el sufrimiento... La amistad, que es amor, suele demostrarse como el
mejor bálsamo para el sufrimiento.

LA VERDADERA MADUREZ DE LA PERSONALIDAD


Hablábamos del momento de la muerte como el de la soledad suprema. Pero antes hay mucho dolor y sufrimiento que pueden y
deben vivirse en compañía... Compañía de familiares, de amigos y también de la medicina, que es la que sabe cómo aliviar el dolor
y debe hacerlo. Hay pacientes que se han instalado en el dolor y eso es tremendo... Hay que sacarles de este estado; hacerles ver
que una cosa es el dolor provocado por la enfermedad y otra, muy distinta, el dolor de una persona neurótica... Un psiquiatra bien
conocido, Víctor Franki; dijo “La eliminación del dolor a toda costa no puede ser norma de la actuación médica. La misión del
médico no es, únicamente, hacer al hombre apto para el trabajo y el placer, sino que se trata de conseguir hacerlo también capaz de
sufrir...” ¡Tremendo! pero así la aceptación del sufrimiento es la madurez, la verdadera madurez de la personalidad.

¿Cómo puede ayudar al que sufre la Fe que los demás tienen de él, el amor, el cariño? El que sufre es una especie de apestado... ¡No
queremos ni verlo, ni tocarlo!. Parte de la rebelión ante el dolor, ante la muerte, de la que somos testigos y actores provienen de una
falta de amor. Es que, en cierto modo, hemos perdido la capacidad de amar. Porque el amor no es el apego al placer, ni la
reafirmación de la propia personalidad, ni los deseos o apetencias. El amor, según yo lo entiendo, es entrega: salir de ti mismo hacia
otro. En ese sentido, el miedo actual al sufrimiento es una falta de amor... El verdadero amor no se concibe sin sufrimiento: el bien
de la persona amada conlleva un sacrificio por parte del que ama hasta una renuncia al propio amor. Si todo esto se olvida, no queda
más remedio que desterrar al sufrimiento, maldecirlo, aniquilarlo, suprimirlo del diccionario... Hemos hablado antes de cómo puede
ayudar la fe: la fe no es más que una manifestación del amor a un Ser Creador Omnipotente, inmensamente bueno, misericordioso,
justo, bello... Sin embargo, hasta la gente con fe desfallece; porque la naturaleza humana es débil y flaquea. ¡No hay que asustarse, ni
uno mismo ante los demás, por la debilidad! Somos así y lo tenemos que reconocer: no existen los superhombres.

También ocurre que hay mucha fe supuesta o presunta: la fe como barniz cultural, como mera costumbre; es buena, pero se
desmorona ante el sufrimiento. La fe que da fortaleza, aun con desfallecimientos esporádicos o profundos, es la que va seguida de
actos, de actuaciones por fe y por amor. Con todo, también esa fe operativa tiene claroscuro y altibajos.... Hay por último, un grupo
excepcional de gente que, más que fe, lo que tiene es la evidencia de estar en presencia del Ser Supremo... A eso es a lo que
aspira uno, a lo que aspiro yo. Pero no llego... Sea como sea, no hay otra posibilidad de fortificarse ante el sufrimiento que el amor,
entendido como donación y entrega por parte de todos: del enfermo y de cuantos cuidan al enfermo... Yo he visto a enfermos
aguantarse el dolor para que el resto de la familia mantenga la entereza, es un maravilloso juego de amor, de entrega mutua.
¿Cómo imaginas tu propia muerte, cómo te gustaría morir?

En mi cama, en mi casa, rodeado de mis seres queridos, de toda la gente a la que he querido... imposible, porque algunos ya se
habrán ido y me estarán esperando en la otra orilla...; arropado por mi familia, por mi esposo, por mis hijos, por mis amigos, a los
que quiero tantísimo... ¿A qué edad, en qué momento?: cuando Dios quiera... A partir de determinado instante, uno ya tiene hecho
el currículo y la maleta aunque se piense, insensatamente, que le queda mucho por hacer...

Hace unos añas asistí a un enfermo; era un hombre de cuarenta y tantos años... Y me decía: “¡Con todos los que todavía me quedan por
hacer!...”. Era un hombre culto y sabio... Yo me sentí identificada con él, porque todos nos hacemos proyectos de vida, con ilusiones
nobles mezcladas con egoísmo y vanagloria... A un amigo enfermo, joven intelectual, yo le intentaba consolar, ayudar; y él me
replicaba: “¡pero es que mi hija es tan pequeña!....” A mí, en esos momentos no me queda otro recurso que apelar a la trascendencia y
decir al enfermo, con toda la sinceridad de mi alma: “Date cuenta de que, si Dios nos llama, es porque éste es, justamente, el mejor
momento para recibir esa llamada... Y allá donde vamos seremos mucho más útiles para nuestros seres queridos: los ayudaremos mejor
que aquí, en la tierra”. Con estas palabras, unas veces se proporciona consuelo y otras, no. Pero hay que intentarlo...
¿Qué pasaría por tu cabeza si a ti mismo te diagnosticarán cáncer?

No lo sé... Uno siempre cree que ese diagnóstico le va a caer al que está al lado... Supongo que trataría de aprovechar bien el tiempo.
¿Qué hay después de la muerte?

“Ateniéndose a la fe, que cree en la resurrección y a la razón, limitada al perímetro de los sentidos, la respuesta es sencilla: la
muerte es un parpadeo, un abrir y cerrar de ojos...”

“Y cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que Dios ha dicho? Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y
el Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Con gran frecuencia se deduce de ahí que Él es el Dios de la vida, no
de la muerte y sin embargo, acaba de descubrirnos como por descuido un secreto que no tiene precio:

Abraham, Isaac y Jacob permanecen vivos siempre porque, aunque hayan desaparecido hace muchísimo tiempo, esa muerte que
constituye una dura realidad para nosotros- no existe para Dios; todo ser hecho a su imagen lleva un nombre que expresa su
persona, y esa imagen es imborrable, un nombre que Dios no olvida jamás; y esa persona, haya vivido un instante o un siglo,
¿cómo no va a seguir viviendo en Él si ha sobrevivido en nuestra miserable memoria?
Todos tenemos miedo y en el fondo, todos los miedos son un único miedo. El miedo de la muerte. No tenemos paz ni cordura.
Intentamos anular «el único acontecimiento absolutamente cierto» esforzándonos por no hablar de él.

«De todos los males humanos, el peor es la muerte». Ella constituye «el dolor más extremo de todos los que el hombre puede
padecer, porque nos despoja del más amado de todos los bienes: la vida». Estas expresiones implacables no proceden del
materialismo ni del sensualismo, sino de Santo Tomás de Aquino. Contra todas las sentencias más o menos serenas, según las
cuales deberíamos aceptar la muerte como algo natural, pues todo lo que nace está destinado obviamente a morir, la muerte
continúa siendo para todos, si somos sinceros, «no sólo algo espantoso, sino algo incomprensible..., una violación, una afrenta, un
escándalo», y «en el fondo, nadie cree en la propia muerte». Pero todos, sin excepción, nos esforzamos por vivir «como si» la
propia muerte fuera real tan sólo en teoría, en abstracto, no algo concretísimo y personalísimo que poco a poco se nos avecina.

Caminamos por la vida, entre fatigas y amores, entre amigos y contrincantes, siguiendo la marcha colectiva hacia la conquista del éxito,
de la seguridad, de la independencia y de la satisfacción...; pero de pronto, rasgan el aire las notas sutiles de las flautas de la muerte y lo
imposible se convierte en realidad: una persona amada se desploma junto a nosotros y nuestro amor, nuestros cuidados y nuestra ciencia
se demuestran impotentes y ridículos. Procuramos darnos ánimo y emprendemos de nuevo la carrera, nos aturdimos con nuevas
empresas, ideales e ilusiones, pero una angustia secreta nos muerde el alma y temblamos ante la eventualidad de que cualquier día se
levante otra vez el son de las flautas gemidoras, sin saber quién será en esa ocasión. Sólo el amor descubre la crueldad de la muerte.
La conocida expresión tomista, “el alma es la forma del cuerpo”, quiere decir que “el alma está destinada a existir con el cuerpo”,
que “alcanza su perfección tan sólo junto al cuerpo” y que un cuerpo sin alma no es ya cuerpo, sino tan sólo “huesos y carne”.
Estas fórmulas tan rotundas que tomamos textualmente de Santo Tomas contradicen una muerte purificada como “liberación del
alma de la cárcel del cuerpo», de esa alma que sería «el hombre verdadero”.

El alma no sobrevive simplemente, como su la muerte la hubiera respetado; pero es, sin embargo, incorruptible e indestructible,
como dice la Biblia y repite la doctrina tomista. Esta indestructibilidad no puede ser demostrada ni refutada por la ciencia natural.
Sólo la filosofía puede sostenerla con argumentos válidos y derivados del hecho indiscutible de que «el conocimiento de la verdad,
a pesar de sus condicionamientos orgánicos, es un fenómeno íntimo y naturalmente independiente de todo término material. Esto es
reconocido, de hecho y por la evidencia misma de la realidad, por todos los hombres, tanto por los que lo saben, como por los que
no lo saben, e incluso por aquellos que lo niegan expresa y formalmente» afirma que cada uno de nosotros está inconscientemente
convencido de la indestructibilidad de su propia alma, y dos tercios de la población europea actual cree firmemente en ella.

Esta incorruptibilidad del alma reclama, según la doctrina de la unidad del ser humano, la resurrección del cuerpo que anuncia la
revelación cristiana, pues sin ella el hombre no podría jamás alcanzar su plenitud. Sobre la condición del alma separada, a lo largo
del tiempo que media hasta la resurrección de los cuerpos, y sobre el tipo de existencia que se dará después de ésta no poseemos
ningún saber cabal. Después de que el Hijo de Dios pasó por la muerte más muerte de la Historia, los cristianos creemos «contra
toda esperanza» y contra toda desoladora experiencia, que la muerte ya no es muerte, sino nacimiento a la Vida. De este triunfo, sin
embargo, saben tan sólo los que la han experimentado desde dentro.

3. ¿QUIÉN ES LA MUERTE?
“Morir, sólo es morir. Morir, se acaba...” así describe el muy recordado escritos José Luis Martín Descalzo a la muerte. Y más
que un estilo poético, recalca una verdad de fe.

La muerte es una consecuencia de nuestro pecado original. No es un castigo de Dios, sino una privación de los bienes que tenían
Adán y Eva antes de desobedecer a Dios Padre. Cristo quiso hacerse hombre, padecer, morir y después resucitar para alcanzarnos la
salvación eterna. De esta forma, la muerte para el cristiano, aunque no deja de ser dolorosa y misteriosa, tiene un sentido positivo y se
convierte en un paso de este mundo al Cielo en donde estaremos en presencia de Dios, y en donde tendremos dicha completa. Por eso,
se entiende esta frase bíblica. “Cristo ha vencido a la muerte”. (Catecismo de la Iglesia Católica nos. 410-421, 1010-1014).

Con la muerte se experimenta una separación real de cuerpo y alma. El cuerpo del hombre continúa un proceso de corrupción –
como cualquier materia viva- mientras que su alma va al encuentro de Dios. Esta alma estará esperando reunirse con su cuerpo
glorificado. Con la resurrección, nuestros cuerpos quedarán incorruptibles y volverán a unirse con nuestras almas.
Dios nos dio una vida temporal en la tierra para ganarnos la vida sobrenatural. Con la muerte termina nuestra vida en la tierra. Juan
5, 29; Daniel 12,2.

Desde que Cristo venció la muerte y nos dio nueva vida, el cristiano mira a la muerte con una gran esperanza. Esto no quita, sin
embargo, que uno sufra cuando ve que nos dejan los seres que más amamos, o sienta miedo cuando vea que le llega la hora de la
enfermedad y de la muerte. Pero también, en medio del dolor y del sufrimiento, el cristiano puede levantar los ojos y contemplar
a Cristo, que dio su vida por nosotros, que murió a nuestro lado, que nos rescató con su Resurrección y nos espera con los brazos
abiertos en la vida futura.

Cristo nos dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Juan 15. Por medio de la muerte nosotros llegamos a la vida. No
podemos estar en el Cielo si no dejamos la vida terrena. Por lo tanto, es un paso necesario para llegar al Cielo. La muerte a todos
nos puede causar tristeza. Pero no nos puede abatir. ¡Cristo es la respuesta a la vida y a la muerte!

UN SUEÑO

Un sacerdote soñó haber muerto y en su sueño estaba tratando de entrar al cielo. Cuando se acercó a las puertas, San Pedro le
informó que necesitaba 100 puntos de merito para ingresar.

– Tengo en mi haber 43 años de ministerio, –dijo orgullosamente el sacerdote-.

– Bien. –dijo San Pedro-, eso vale un punto.

– ¿Un punto?, ¿eso es todo? – replicó desconcertado el sacerdote-. ¿Nada más que un punto por 43 años de servicio?

– Sí, así es, -respondió San Pedro-.

– Bueno, visitaba a los inválidos.

– Un punto.

– Trabajaba con los jóvenes.

– Un punto.

– Dirigí unos cuantos programas de jóvenes.


– Otro punto. Con ese suman cuatro. Necesitas 96 más.

– ¡Oh no!. –replicó el sacerdote, preso del pánico. Me siento tan incompetente, tan insuficiente. Si no es por la GRACIA DE DIOS
no tendré posibilidad alguna!

San Pedro sonrió y dijo:

– GRACIA DE DIOS, ¡más 96 puntos! ¡vamos entra!

El sueño de ese sacerdote encuentra su fundamento en una sólida realidad teológica “NUESTRA ESPERANZA ES LA GRACIA DE DIOS”.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 30

SANTA MARIA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA


Objetivo: Dar a conocer el papel trascendental de María en la vida de Jesucristo y nuestra también. Además de comprender el
culto que la Iglesia concede a Nuestra Señora.
Motivación: El sueño de la Virgen María
Canto: María Auxiliadora

1. ENSEÑANZA: ¿QUIÉN ES MARÍA?


Después de conocer a Dios a través de la revelación de Jesús y aceptar nuestra Cruz de cada día porque creemos en la resurrección y confiamos
plenamente en Nuestro Padre; en su amor que nos anima; hoy tenemos que hablar de una mujer que aceptó “Ser la Madre de Dios”.
María una joven, que vivió en Nazareth, un pequeño pueblo de Palestina. El idioma que hablaba era el arameo; era sencilla y
sensible, siempre atenta a las necesidades de sus hermanos, como cuando fue a atender a su prima Isabel. Lucas 1,56. Conocía las
promesas de Dios, estuvo pendiente de cumplir su voluntad y esto la hizo muy cercana Él, haciendo realidad las palabras de Jesús.
Un ángel la visita y le anuncia que ella será la “Madre de Dios”, Ella dijo “Hágase en mi según tú palabra”. Lucas 1,38. ¿Te
gustaría tener las virtudes de María? ¿Cuáles?

La vida no fue fácil para María, como a todos los verdaderos discípulos, muchas cosas le sucedían que no llegaba a entender
plenamente. El ángel tuvo que decirle: “No temas María” Lucas 1,30. O cuando el anciano Simeón le dijo: “ Una espada de dolor,
atravesará tu corazón”. Lucas 2,35. ¿Conoces y quieres aceptar la voluntad de Dios como lo hizo María?

MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARIA


La Virgen es nuestra Madre, por voluntad expresa del Señor, pues Él nos la entregó, cuando estaba en la Cruz, con estas palabras:
“Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al
discípulo: He ahí a tu Madre” Juan 19,26-27. Por eso tenemos una madre en la tierra y otra en el cielo.
La maternidad espiritual de María es la relación más sublime de la Virgen con nosotros; por esa relación somos sus hijos y, por ella,
nos sentimos protegidos y amparados. El Papa Juan Pablo II enseña esta verdad católica explicando cómo la Madre de Cristo,
encontrándose al pie de la Cruz en el centro mismo del misterio pascual del Redentor, es entregada al hombre –a cada uno y a todos-
como madre. Por consiguiente, esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe es fruto del nuevo amor, que maduró en ella
definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del Hijo (cfr. Ene. Redemptoris Mater n.23).
Hay un solo mediador, como lo sabemos por las palabras del Apóstol: porque no hay más que un Dios, y no hay más que un mediador
entre Dios y los hombres: un hombre, el Mesías Cristo Jesús, que se entregó como precio de la libertad de todos. 1 Timoteo 2, 5-6.

SIGNIFICADO DE LA MATERNIDAD ESPIRITUAL


María es la Madre espiritual de los hombres en tanto que por su unión con Cristo Redentor nos ha comunicado la vida sobrenatural
de la gracia por la que somos regenerados a la vida del espíritu. Así, la llamamos Madre, por analogía con la vida natural, pues nos
ha engendrado a la vida divina al ser Corredentora del género humano.
Se trata de una maternidad adoptiva, semejante a la paternidad adoptiva de Dios respecto de los justos. Maternidad espiritual
mucho más íntima y fecunda que la adopción humana natural, ya que aquella produce en el alma, por la gracia santificante, una
participación en la naturaleza divina que nos hace semejantes a Dios. Juan 1, 12 s. y 2 Pedro 1,4. La maternidad espiritual de María
participa de la fecunda paternidad espiritual de Dios, ya que maría en unión con Cristo nos ha engendrado real y verdaderamente en
la vida de la gracia, germen de la vida eterna; nos alimenta y cuida hasta que lleguemos al cielo.
María es la nueva Eva que cooperó voluntariamente a nuestra salvación, como Eva lo hizo para nuestra ruina. Santa María se
convirtió en la Madre de todos los hombres al unirse al sacrificio de su Hijo por el mayor de los actos de fe, confianza y amor a
Dios y a las almas. Escribe San Agustín: “María cooperó con su caridad para que nacieran en la Iglesia los fieles miembros de
aquella cabeza de la que es madre según el cuerpo”.
“Jesús y María son los fundamentos primarios de la religión cristiana. Son ellos las fuentes vivas de todas y cada una de las bendiciones
que a nosotros nos vienen, los dos objetos de nuestro amor, los dos objetos que debemos tener siempre a la vista en nuestras acciones y
ejercicios de piedad. No es cristiano genuino quien no tiene devoción a la Madre de Jesucristo y de todos los cristianos. Después de Dios
es a Ella a quien debemos ofrendar nuestro ser y los detalles de nuestra vida. Debemos ponernos a nosotros mismos en sujeción a Ella, y
pedirle que tome a su cuidado cuanto nos pertenezca. Debemos entregarnos y someternos a Ella como si fuéramos sus esclavos”.

2. DOGMAS DE MARIA
María es la Madre de Jesucristo, pues ella le dio un cuerpo humano; pero como Jesucristo, además de ser hombre, es Dios, María
Santísima es madre de Dios, es madre de un hombre que tiene persona Divina.
El dogma de la MATERNIDAD DIVINA consiste en que la Virgen María es verdadera Madre de Dios, por haber engendrado por
obra del Espíritu santo y dado a la luz a Jesucristo, no en cuanto a su Naturaleza Divina, sino en cuanto a la Naturaleza humana que
había asumido. La Iglesia afirma este Dogma desde siempre, y lo definió solemnemente en el Concilio de efesios, año 431 (siglo
V). El Concilio Vaticano II menciona esta verdad con las siguientes palabras: “Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada
Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y
necesidades” (Const. Dogmática Lumen Gentium, Num 66).

El Dogma de la INMACULADA CONCEPCIÓN consiste en que la Virgen fue preservada inmune de la mancha del pecado original desde el
primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del
género humano. Esta verdad fue proclamada como Dogma de F por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
El Dogma de la PERPETUA VIRGNIDAD consiste en que la Madre de Dios conservó plena y perdurablemente su Virginidad. Es
decir, fue Virgen antes del parto, en el parto y perpetuamente, después del parto. La Iglesia afirma este Dogma desde el Credo
compuesto por los Apóstoles. El Concilio Vaticano II dice: “Ella es aquella Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo, que se
llamará Emmanuel” (Const. Dogmática Lumen Gentium, n. 55)

El Dogma de la ASUNCIÓN A LOS CIELOS consiste en que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, cumplido el curso de
su vida terrena fue subida en cuerpo y alma a la gloria celestial. Este dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1° de
noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus.

3. PUNTOS IMPORTANTES.
RELACION QUE EXISTE ENTRE LA VIRGEN Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La Virgen tiene una relación especialísima con la Santísima Trinidad porque:
Es Hija de Dios Padre, ya que fue creada por Dios.
Es Madre de Dios Hijo, pues es la Madre de Jesucristo.
Es Esposa de Dios Espíritu Santo, pues el Espíritu Santo formó el cuerpo de Jesús en las entrañas purísimas de la Virgen.
Debemos acudir a ella en nuestras penas y tentaciones. María es Madre Auxiliadora.
La Iglesia acredita el reconocimiento de las apariciones de Lourdes y Fátima, cuyos santuarios son metas de numerosos peregrinos,
en busca de consuelo y de esperanza.

CONTEMPLAR A CRISTO CON MARIA


Nadie se ha dedicado a la asiduidad de María a la contemplación del rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran de
algún modo en Él ya en la anunciación, cuando por obra del Espíritu Santo, en los meses sucesivos empieza a sentir su presencia y
a imaginar sus rasgos. Cuando por fin lo da a luz en Belén, sus ojos se vuelven también tiernamente sobre el rostro del Hijo,
cuando lo “envolvió en pañales y le acostó en un Pesebre”. Lucas 2,7.
Desde entonces su mirada, siempre llena de adoración y asombro, no se apartará jamás de Él. Será a veces una mirada
interrogadora, como en el episodio de su extravió en el templo. “Hijo, ¿porqué nos has hecho esto?” Lucas 2,48; sólo maría es
capaz de leer en lo íntimo de Jesús hasta percibir sus sentimientos escondidos y presentir sus decisiones, como en Caná. Juan 2,5;
otras veces será una mirada dolorida, sobre todo bajo la cruz, donde todavía será, en Cristo sentido, la mirada de la “parturienta”,
ya que María no se limitará a compartir la pasión y la muerte del unigénito, sino que acogerá al nuevo hijo en el discípulo
predilecto confiado a Ella. Juan 19, 26-27; en la mañana de pascua será una mirada radiante por la alegría de la resurrección y por
fin será una mirada ardorosa por la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés. Hechos 1,14.

EL ROSARIO, ORACIÓN CONTEMPLATIVA


“Sin Contemplación el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y
de contradecir la advertencia de Jesús: Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de
su locuacidad”. Mateo 6,7. Por su naturaleza el Rosario exige un ritmo tranquilo y en reflexivo remanso, que favorezca en quien
ora la meditación de los misterios de la vida del Señor y que desvelen su insondable riqueza.
La contemplación Cristológica de María es:
 Recordar a Cristo con María. Mateo 6,6; 1 Tesalonicenses 5,17.
 Contemplar a Cristo desde María. Juan 14,26; 15,26; 6,13.
 Configurarse a Cristo con María. Juan 15,5. Romanos 12,5; 13,14. Gálatas 3,27.
 Rogar a Cristo con María. Mateo 7,7; Romanos 8,26-27; Santiago 4,2-3; Juan 2,3.
 Anunciar a Cristo con María. Mateo 11,27; Mateo 16,17.
Si deseo recibir a María como mi Madre saludémosle con el saludo del ángel. “Dios te salve María....”

TAREA
1.- Escribir y Rezar la Salve y el Ángelus en este tiempo de preparación a tu confirmación.
2.- Meditar la lectura de Lucas. 1,26-56. Describe la actitud de María que te ayudará en tu preparación de este sacramento.

EL SUEÑO DE LA VIRGEN MARÍA

José, anoche tuve un sueño muy extraño, como una pesadilla. La verdad es que no lo entiendo. Se trataba de una fiesta de
cumpleaños de nuestro Hijo.
La familia se había estado preparando por semanas decorando su casa. Se apresuraban de tienda en tienda comprando toda clase de regalos.
Parece que toda la ciudad estaba en lo mismo porque todas las tiendas estaban abarrotadas. Pero algo me extrañó mucho: ninguno
de los regalos era para nuestro Hijo.
Envolvieron los regalos en papeles lindísimos y les pusieron cintas y lazos muy bellos. Entonces los pusieron bajo un árbol. Si, un
árbol, José, ahí mismo dentro de su casa. También decoraron el árbol; las ramas estaban llenas de bolas de colores y ornamentos
brillantes. Había una figura en el tope del árbol. Parecía un angelito, Estaba precioso.
Por fin, el día del cumpleaños de nuestro Hijo llegó. Todos reían y parecían estar muy felices con los regalos que daban y recibían.
Pero fíjate José, no le dieron nada a nuestro Hijo. Yo creo que ni siquiera lo conocía. En ningún momento mencionaron su nombre.
¿No te parece raro, José, que la gente pase tanto trabajo para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen? Me
parecía que Jesús se habría sentido como un intruso si hubiera asistido a su propia fiesta de cumpleaños.
Todo estaba precioso, José y todo el mundo estaba tan feliz, pero todo se quedó en las apariencias, en el gusto de los regalos. Me
daban ganas de llorar que esa familia no conocía a Jesús. ¡Que tristeza tan grande para Jesús – no ser invitado a su propia fiesta!
Estoy tan contenta de que todo era un sueño, José. ¡Qué terrible si ese sueño fuera realidad!

Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005


Tema 31

DOGMAS Y ADVOCACIÓN MARIANA


Objetivo: Conoce los fundamentos o razones de este dogma, así como las consecuencias que tiene para la vida de fe y la piedad.
Motivación: Narrar una advocación Mariana
Canto: María Auxiliadora

1. ENSEÑANZA: LA VIRGEN MARÍA FUE ASUNTA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA


Asunción significa que María fue llevada en cuerpo y alma al cielo por el poder de Dios, a diferencia de la Ascensión del Señor
que lo hizo por su propio poder.

DEFINICIÓN DOGMATICA
El Papa Pío XII, en la Bula Munificentissimus Deus, del 1-XI-1950, proclamó solemnemente el dogma de la Asunción de María
con estas palabras: “Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios,
siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”.

EXPLICACIÓN DEL CONTENIDO DEL DOGMA


De la definición pontificia conviene destacar dos aspectos importantes:
1° Que la Asunción de María ocurre inmediatamente después del término de su vida mortal; y
2° Se hace hincapié en la glorificación de su cuerpo más que en la gloria de su alma, como se explicará a continuación.
Cumplido el curso de su vida terrena.

La Asunción de María ocurre inmediatamente después del término de su vida mortal, así pues, para entender correctamente esta
frase hay que considerar las siguientes cuestiones:
a) El significado de la fórmula
b) La intención del Papa al usar dicha fórmula y no otra y,
c) Las posibles conclusiones.

a) La fórmula significa que la Asunción de María no hay que aplazarla hasta el final de los tiempos, como sucederá con todos los
hombres, sino como hecho que ya ocurrió; y, además que el cuerpo santísimo de la Virgen no sufrió descomposición alguna, como
ocurre con los cadáveres.
b) El Papa quiso prescindir de la cuestión de la muerte de María en la fórmula definitoria, y por ello la expresión utilizada es
igualmente válida, tanto si se entiende que la Virgen murió al final de su vida terrena, cuanto si se piensa en la glorificación del
cuerpo mediante la donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte.
c) En la Bula aparece repetidas veces el tema de la muerte de María, pero ello –estudiado bien el texto- no favorece ni niega la
postura contraria. Hay que decir, en resumen, que aún no se ha llegado a una solución definitiva sobre este punto.

LA GLORIFICACIÓN CELESTE DEL CUERPO DE SANTA MARÍA


Este es el elemento esencial del dogma de la Asunción. Enseña que la Virgen, al término de su vida en este mundo, fue llevada al cielo en
cuerpo y alma, con todas las cualidades y dotes propias del alma de los bienaventurados e igualmente con todas las cualidades propias de
los cuerpos gloriosos. Se trata, pues, de la glorificación de María, en su alma y en su cuerpo, tanto si la incorruptibilidad y la inmortalidad
le hubieren sobrevenido sin una muerte previa como si le hubiese sobrevenido después de la muerte mediante la resurrección.
Una vez visto el contenido del dogma, con más fuerza y claridad se aprecia el hincapié que se hace sobre la glorificación corporal
de María –más que la de su alma-, si tenemos en cuenta lo siguiente:
a) María estuvo exenta de todo pecado: del original y del actual;
b) tuvo la plenitud de gracia y santidad correspondiente a su condición y dignidad de ser la Madre de Dios;
c) el premio o castigo del alma –para todo hombre- es inmediato a la muerte.

Por consiguiente, resulta sencillo entender que el premio del alma de María –por su excelsa santidad- estaba ya decidido, esto es, su
glorificación; por ello, resultaría sobrante la definición si no tratara sobre todo de la glorificación inmediata del cuerpo, que es en lo
que consiste el privilegio de la Asunción.
Escribía Pablo VI: “Nuestra aspiración a la vida eterna parece cobrar alas y remontarse a cimas maravillosas, al reflexionar que
nuestra Madre celeste está allá arriba, nos ve y nos contempla con su mirada llena de ternura”.
El Concilio Vaticano II se expresa de modo semejante cuando dice: “La Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en
los cielos en cuerpo y alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra
precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor”
(Const. Dogm. Lumen gentium, n.68; cfr. Sacrosanctum Concilium, n.103).

FUNDAMENTOS O RAZONES DE ESTE DOGMA


La definición pontificia sobre la Asunción de María estuvo precedida, desde muchos siglos atrás, de múltiples razones teológicas y
testimonios que llevaron –en su momento– a la feliz proclamación de este dogma mariano. Las principales razones fueron las siguientes:

La creencia universal de la Iglesia


Desde los primeros siglos hasta nuestros días, la unanimidad de la fe del pueblo cristiano, quedó de manifiesto con la respuesta
unánime y afirmativa de todos los obispos del mundo –que a su vez representaba al pueblo fiel de todo el orbe-, a la consulta sobre
la definición de la Asunción de María hiciera el Papa Pío XII en el año de 1949.
El testimonio de los Padres
La Tradición de la Iglesia, expresada en sus Padres y Doctores, pone de manifiesto su intuición y su fe en esta verdad, la cual se
refleja ejemplarmente en los autores que enseguida se citan.

San Juan Damasceno, en el siglo VII, escribe: “convenía que aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad,
conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte; convenía que aquella que había llevado en su seno al Creador,
hecho niño, habitara en la morada celeste; convenía que la Esposa de Dios entrara en la casa celestial; convenía que aquella que
había visto a su Hijo en la Cruz, recibiendo así en su corazón el dolor de que había estado libre en el parto, lo contemplase sentado
a la diestra del Padre; convenía que la Madre de Dios poseyera lo que corresponde a su hijo y que fuera honrada como Madre y
esclava de Dios por todas las criaturas”.

San Germán de Constantinopla, del siglo VII: “Así como un hijo busca y desea estar con la propia madre, y la madre ansía vivir
con el hijo, así fue justo también que Tú, que amabas con un corazón materno a tu Hijo y Dios, volvieses a Él. Y fue también muy
conveniente que Dios, que te amaba como Madre suya, te hiciera partícipe de la comunidad de vida con Él mismo. De esta forma,
Tú, habiendo sufrido la pérdida de la vida, propia de las cosas caducas, has emigrado a las moradas que durarán por los siglos, allí
donde mora Dios, junto al que Tú vives, oh Madre de Dios, sin separarte de su compañía”.

LOS GRANDE PRIVILEGIOS MARIANOS


El fundamento del dogma de la Asunción de María se desprende y es consecuencia de los anteriores dogmas marianos. En efecto,
si por la plena asociación de María a la persona y a la obra de su Hijo se debió su redención anticipada; por esa misma razón,
convenía también su glorificación anticipada, su asunción corporal, como veremos enseguida.
a) Por su Inmaculada Concepción. Puesto que María –por su Inmaculada Concepción- estuvo exenta de todo pecado, no quedaba
sujeta a la ley de padecer la corrupción del sepulcro –castigo del pecado- ni, por consiguiente, tampoco tenía necesidad de esperar
la redención de su cuerpo hasta el fin del mundo.
Si la resurrección es el triunfo y el trofeo de la Redención, a una redención preventiva y anticipada, como ocurrió en María, corresponderá
también una anticipada resurrección. Por ello, primicias de la redención de Cristo en el alma de María fueron su preservación del pecado y
la plenitud de gracia, y primicias, de la redención en su cuerpo fueron su incorruptibilidad y su anticipada glorificación.
b) Por su divina Maternidad. Si Adán y Eva introdujeron en el mundo la muerte del alma, que es el pecado y, con él también la
muerte del cuerpo, que es la corrupción; Cristo, por el contrario, introduce la vida del alma –que es la gracia-, y la inmortalidad del
cuerpo por medio de la resurrección. Por estas dos consideraciones, María que es Madre de Cristo y Madre de los hombres, es
lógico que la que es causa de vida y antídoto contra la muerte, Ella, no permanezca en el sepulcro presa de la misma muerte.
Así pues, dado que nuestro Redentor es hijo de María, su glorificación anticipada parece ser exigida: Cristo que pudiendo dar a su
Madre tanto honor y tanta gloria, necesariamente lo hizo.
“No era tampoco admisible que Tú, Vaso que contuvo a Dios, fueses disuelta en el polvo de la corrupción, que destruye todos los
cuerpos... Era necesario que la Madre de la Vida cohabitase con la Vida y recibiese la muerte como un sueño y, en tanto que Madre
de la Vida, fuese su traslado como el despertar” (San Germán de Constantinopla, Homilía in Dormitionem B. V. Mariae).
c) Por su perpetua virginidad. Finalmente la virginidad perpetua de María, nos conduce a la conveniencia de su incorruptibilidad.
Cuando pensamos en el cuerpo santísimo de María, tan divinamente poseído de Dios, no se concibe que sea presa de la corrupción;
por ello puede afirmarse que su misma virginidad exige los esplendores de la glorificación corporal.
CONSECUENCIAS PARA LA FE Y LA PIEDAD
a) La Asunción de la Virgen es un argumento prueba de que todos los hombres, de los que Ella es Madre, esteremos también en el Cielo
con nuestro cuerpo glorificado: si aprendemos a gastar la vida en el cumplimiento de la voluntad de Dios como lo hizo Santa María.
b) María es nuestra esperanza, pues en Ella se ha dado con plenitud lo que todo hombre está llamado a ser al final de los tiempos.
María es nuestro consuelo, ya que podemos dirigirnos a aquella que antes de nosotros recorrió este valle de lágrimas y ahora fija
sus ojos en la luz eterna. María es nuestro refugio porque con su ternura nos devuelve la paz y, por su poderosa intercesión nos
sabemos amparados. Glorificada anticipadamente, vive en el Cielo con una solicitud maternal y amorosa por todos sus hijos.
“Subió al cielo nuestra Abogada, para que, como Madre del Juez y Madre de Misericordia, tratara los negocios de nuestra
salvación” (San Bernardo, Hom. en la Asunción de la B. V. María).
2. LAS ADVOACIONES MARIANAS
El Carmelo era sin duda, el monte donde numerosos profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo,
pero existían también diferentes personas que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir una vida hermética. Esta forma de
oración, de penitencia y de austeridad fue continuada siglos más tarde, concretamente en el III y IV, por hombres cristianos que siguieron
el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías como Patrón situándose en el valle llamado Wadi-es.Siah.
A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa procedentes de Occidente –algunos creen que venían de Italia–,
decidieron instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María. Allí construyeron la
primera Iglesia dedicad a Santa María del Monte Carmelo. Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de culto
mariano, ni tampoco, el título de la advocación, respondía a una imagen en especial.
Quisieron vivir bajo los aspectos marianos que salían reflejados en los textos evangélicos: maternidad divina, virginidad, inmaculada
concepción y anunciación. Estos devotos que decidieron vivir en comunidad bajo la oración y la pobreza, fueron la cuna de la Orden
de los Carmelitas, y su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen.
HISTORIA DE LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
La historia de la devoción del Inmaculado Corazón se inicia en el siglo XVII, como consecuencia del movimiento espiritual que
procedía de San Juan Eudes.
Más adelante, en diciembre del año 1925 la Virgen Santísima se le apareció a Lucía Martos, vidente de Fátima, y le prometió asistir a la
hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos,
se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del Rosario, con la intención de darle reparación.
En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Madre le dijo a Lucía: “Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al
Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra... Quiero que se consagre
el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes... Si se cumplen mis peticiones,
Rusia se convertirá y habrá paz.... Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz”.
LA VIRGEN DE FATIMA
En preparación para las apariciones de Nuestra Señora, un ángel quien se identificó como el ángel de Portugal, le habló en primer
lugar a los niños diciéndoles: “No teman. Yo soy el ángel de la Paz. Recen conmigo”.
Luego él se arrodilló, doblándose hasta tocar el suelo con su frente y rezó: “Dios mío, yo creo, yo adoro y yo te amo, te pido perdón por
aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman” El dijo esta oración tres veces. Cuando se paró, le dijo a los niños “Recen así. Los
corazones de Jesús y María están atento a la voz de sus súplicas”. El dejó los niños quienes empezaron a decir esta oración frecuentemente.
LA VIRGEN DE LOURDES
El 11 de febrero de 1858, en la Villa Francesa de Lourdes, a orilla del río Gave, Nuestra Madre, Santa María manifestó de manera directa
y cercana sus profundo amor hacia nosotros, apareciéndose ante una niña de 14 años, llamada Bernadette (Bernardita) Soubirous.
Apareció en la gruta una bellísima Señora, tan hermosa; “Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre
sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza”.
SANTA MARIA DE GUADALUPE
Sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la
ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y
escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.
Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy
amables y atentas le dijo: “Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por
quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión,
auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y
dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo”.
SAN JUAN BOSCO (1815-1888) PADRE Y MAESTRO DE LA JUVENTUD
“La Iglesia deberá pasar tiempos críticos y sufrir grandes daños, pero al final el Cielo mismo intervendrá para Salvarla. Después
vendrá la paz y habrá en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento”.
“Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los
enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso”.
La visión de Don Bosco, las dos columnas.
El Sueño profético de Don Bosco.
El 30 de mayo de 1862, por la noche, Don Bosco, sacerdote turinés fundador de la gran familia salesiana, les contó a sus jóvenes
un relato, como ya les había prometido:
El nuevo Pontífice, superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas, y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la
amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia. Con otra cadena, que pende la popa, la sujeta de
la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Entonces se produce una gran confusión.

EL AGRADECIMIENTO
Érase una vez un hombre que tenía una tienda. El hombre estaba tras el mostrador de su negocio mirando a la calles distraídamente. De
repente, una niñita se aproximó y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Sus ojos brillaron cuando vio un determinado objeto.
Entró en la tienda y pidió al hombre que le enseñara un collar color azul turquesa –¡Es para mi hermana! –, dijo la niña. –¿Puede
envolverlo en un paquete bien bonito, por favor? –, agregó. El hombre miró desconfiado a la niñita y le preguntó: -¿Cuánto dinero tienes?-
sin dudar, ella sacó de su bolsillo un pañuelito bien atado y comenzó a deshacer los nudos. Colocó las monedas de su pañuelo sobre el
mostrador y dijo alegre: –¿Esto alcanza? –. Eran apenas unas cuantas monedas las que exhibía orgullosa. –¿Sabe?–, le dijo al hombre, -
quiero darle este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida amorosamente de nosotros y no tiene tiempo
para ella, y como es Navidad, estoy segura de que quedará muy feliz con el collar que es del color de sus ojos.
El hombre se fue a la trastienda, colocó el collar azul turquesa en un lindo estuche, lo envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un
hermoso lazo con cinta verde que puso al paquete. –Toma–, dijo a la niña, –y llévalo con cuidado–. Ella le agradeció y salió feliz,
corriendo y saltando calle abajo. Aún no acababa el día, cuando una joven entró en el negocio de aquel hombre. Colocó sobre el
mostrador un envoltorio rojo deshecho con un lazo verde e indagó: –Disculpe, ¿este collar fue comprado aquí? ¿cuánto costó?–
¡Ah!–, dijo el hombre al ver el collar azul turquesa. –Sí, fue comprado aquí, pero el precio de cualquier producto de mi tienda, es
siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente–. La joven exclamó: –Pero es que mi hermana tenía tan sólo unas
pocas monedas y el collar es legítimo. A ella no le alcanzaría el dinero para poder pagarlo– El hombre tomó el estuche, rehizo el
envoltorio con extremo cariño, colocó el lazo verde encima y se lo devolvió a la joven diciéndole: –Ella pagó el precio más alto
que cualquier persona puede pagar: ELLA DIO TODO LO QUE TENÍA–. El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas
rodaron por la faz emocionada de la joven, quien le agradeció al hombre por su bondad y su lección. Luego tomó el paquete con
ternura, se despidió del buen hombre y se fue calle abajo meditando en el inmenso amor de su pequeña hermana.
Recuerda siempre que: cuando nos entregamos a nuestros hermanos por entero, sin restricciones, manifestamos el verdadero
amor, aquel que viene de DIOS que nos dio a su HIJO amadísimo para salvarnos, y con Él, a MARÍA SANTÍSIMA, nuestra
MADRE infinitamente amada. La gratitud de quien ama como la niña de este cuentito, no conoce límites para expresar auténticos
gestos de ternura. Agradece siempre con sinceridad y amor, pero no esperes a cambio el reconocimiento de nadie. La gratitud
sincera y amorosa no sólo reanima a quien recibe, sino que reconforta también a quien la da. Por favor: ¡no lo olvides nunca!
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 35

EL ESPIRITU SANTO: DONES Y FRUTOS


Objetivo: Conocer la presencia y acción del Espíritu Santo que habita en nosotros, los beneficios, los dones y frutos, que nos
brindan para el acercamiento con Dios.
Motivación: Amor, Riqueza, Éxito
Canto: Bautízame Señor

1. ENSEÑANZA – FUNDAMENTOS: ESPÍRITU SANTO


A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo. Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en
nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros. El don del Espíritu Santo es el que:
 Nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;
 Nos permite conocerlo y amarlo;
 Hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.
La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad.
Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios.

En los Hechos de los apóstoles vemos con claridad la actividad del Espíritu Santo en la Iglesia naciente. Se le ha considerado
muchas veces, el evangelio del Espíritu Santo.
Desde la primera página el Espíritu Santo se manifiesta de forma sorprendente, incluso extraña, pues sus intervenciones son no
solo numerosas, sino inesperadas, fulgurantes a veces. Visiblemente, él es quien pone en juego y anima tanto a los apóstoles como
a la comunidad de fieles. Interviene en los detalles de la vida cotidiana de la Iglesia y de su expansión por el imperio romano.
Dirige a los apóstoles a donde ir, a quien predicar, bautizar, en que pueblo entrar o no ir. Conduce el gran proyecto apostólico.
Él es quien santifica, perfecciona a los cristianos. Su gran misión es la de santificar el alma, haciéndola a imagen de Cristo, con
sus mismo sentimientos, palabras, acciones.
Él es quien alienta y dicta las palabras que es necesario decir ante el Sanedrín, procónsules o ante los gobernadores de Roma,
como también en la predicación diaria.
El que inspira las audacias apostólicas: El Espíritu Santo dijo a Felipe: acércate y ponte junto a ese carro.
Es la fuerza de los mártires: “pero él (Esteban) lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús
que estaba de pie a la diestra de Dios”. Hechos 8.
Conduce a Pedro a la casa de Cornelio: “le dijo el Espíritu Santo, ahí tienes unos hombres que te buscan”.
El Espíritu Santo escogió a los apóstoles: “dijo el Espíritu Santo: separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado”.
Es la alegría de los perseguidos y su seguridad: “Pablo y Bernabé perseguidos se llena de gozo y del Espíritu Santo”.
Preside las decisiones sobre el porvenir de la Iglesia naciente: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponeros otras
cargas”. Hechos 15.
Traza la ruta de los apóstoles, los guía, los mueve y los detiene; “El Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en
Asia”. Hechos 16.
Dirige la acción misionera de Pablo: “sólo sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones”.

Así pues, con todo esto podemos llegar a la conclusión (nada nueva) que es el Espíritu Santo quien ha dado la infusión necesaria
para la evangelización desde los principios de la historia de la Iglesia, pues ha dado motivaciones a cada cristiano para expandir el
Reino de Dios, para esto el Espíritu Santo otorga desde el Bautismo Dones para esta tarea.

2. DONES DEL ESPÍRITU SANTO


La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al
hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo. (CIC 1830).
Los Dones o Carismas del Espíritu Santo, son regalos especiales que trae el Espíritu, estos son “regalos” personales, a unos distintos que
a otros. Así lo describe San Pablo: “No quiero hermanos que ignoréis lo tocante a los dones espirituales.... A cada uno se le otorga
la manifestación del Espíritu para común utilidad. A uno le es dado por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, la palabra de
ciencia, según el mismo Espíritu; a otro fe en el mismo Espíritu; a otro don de sanaciones, en el mismo Espíritu; a otro,
operaciones milagrosas; a otro profecía, a otro discernimiento de espíritus; a otro diversidad de lenguas; a otro, interpretación
de lenguas”. Todas estas cosas las obra el único Espíritu, que distribuye a cada uno según quiere. 1 Corintios 12:1, 7-11.
San Pablo nos da varias listas en tres de sus cartas, y en los mismos capítulos nos habla acerca del Cuerpo Místico de Cristo, para
indicarnos que los Carismas son para la edificación del Cuerpo de Cristo, excepto el Don de lenguas, que es para edificarse uno mismo.
1 Corintios 12, Romanos 12, Efesios 4. Sin embargo, aquí para el estudio de los Dones solamente veremos los 7 Dones reconocidos por
el Catecismo de la Iglesia Católica que son: Ciencia, Consejo, Fortaleza, Inteligencia, Piedad, Sabiduría y Temor de Dios.
DON DE SABIDURÍA. O sea un gusto especial por todo lo que es espiritual, por todo lo que se refiere a Dios o al bien de las
almas. Nos hace saborear con simpatía las verdades divinas. Nos hace apreciar los atributos divinos por ejemplo: que Dios es
Creador, Redentor, Santificador.
Quita los motivos humanos al obrar. Hace que ya no obremos por ser admirados o porque nos agradezcan o estimen, sino
solamente para que Dios quede contento. Ya no se le da el primer puesto a las aficiones terrenas ni a los gustos del cuerpo sino a lo
sobrenatural, a las cualidades del alma.
La Santa Biblia dice: “La Sabiduría vale más que todos los objetos preciosos y nada hay que se la pueda comparar”. Proverbios 8,11.
El Don de Sabiduría hace que sea muy agradable rezar y aún más en la lectura de los buenos libros especialmente en la Sagrada Biblia.
Da disgusto por todo lo que sea pecado y egoísmo. Quita la simpatía por lo prohibido por Dios y da una gran antipatía por lo
pecaminoso. Por este Don los santos preferían mil veces la muerte que cometer un pecado.

DON DE FORTALEZA. Es una fuerza especial para realizar lo que Dios quiere de nosotros y para resistir con paciencia y valor
las contrariedades de la vida. Seréis revestidos de la fuerza de lo alto –prometió Jesús–. La gente se admira del valor de los
mártires, de la paciencia de tantas personas santas, de la constancia de tantos héroes católicos, porque se imaginan que esas fuerzas
las sacan de ellos mismo, cuando en realidad toda su fortaleza la reciben del Espíritu Santo.
¿Quién hubiera creído que el cobarde Pedro que negó tres veces a Jesús lo iba después a predicar delante de los tribunales y en las
plazas hasta dar su vida por Él? Es que recibió el Don de Fortaleza. La vida es a ratos tan dura que sin el Don de Fortaleza no seríamos
capaces de aguantarla sin desesperación. ¡Cuántos respetos humanos ayuda a vencer el Don de Fortaleza! ¡y cuántos actos de
generosidad inspira!. Hay tentaciones tan violentas e inesperadas que si no fuera por una intervención del Espíritu Santo con su Don
de Fortaleza, no podríamos resistir. Para los enfermos, para los pobres, para los que sufren tentaciones fuertes y para quienes tienen
que hacer oficios difíciles, es utilísimo este Don para que no se desanimen y cumplan bien su oficio aunque cueste mucho. Cuántas
personas se desanimaron y fracasaron porque no pidieron este Don del Espíritu Santo, y las dificultades de la vida los vencieron.

DON DE CONSEJO. Hace que al momento de escoger, escojamos lo que más nos conviene. Inspira lo que se debe hacer y lo que
se debe decir y como se debe decir. Lo que se debe evitar y lo que se debe callar. Inspira remedios para no pecar, como rezar, hacer
sacrificios, estar ocupado, leer, etc. Nos llena de inspiraciones. A veces por medio de una buena lectura el Don de Consejo nos
ilumina que es lo que Dios está esperando de nosotros.
El Santo Cura de Ars era el menos inteligente de los de su curso y sus consejos hacían mayor bien que los sermones de los más doctos
predicadores porque había obtenido del Espíritu Santo el Don de Consejo. Con este Don se cumple lo que Jesús prometió a sus discípulos:
“El Espíritu Santo os enseñará todo”. Las personas que reciben este Don tienen la rara cualidad de encontrar soluciones rápidas para casos
urgentes, y guiar a otros para que eviten lo que no les conviene. Mucha gente de Fe pide al Espíritu Santo este Don, aún para cosas materiales
como por ejemplo: si les conviene o no hacer un negocio. Y para cosas de gran importancia como por ejemplo: ¿Qué profesión escoger?
¿Qué persona será la que le conviene en matrimonio?, etc. y el Divino Espíritu viene en su ayuda con iluminaciones que les hacen gran bien.
Oh Espíritu Santo; Amor del Padre y del Hijo; Inspíranos siempre lo que debemos hacer y lo que debemos evitar.
Lo que debemos decir y lo que debemos pensar, para procurar tu gloria y el bien de las almas. Amén.

DON DE PIEDAD. Es una especie de afecto filial hacia Dios. Es lo que nos hace sentir un cariño especial por todo lo que tenga
relación al culto, a la Palabra de Dios, a los Sacramentos, etc.
Las personas que reciben este Don sienten un aprecio especial por todo lo que sea oración y meditación. Tienen hacia Dios un
cariño como hacia un Padre amorosísimo, y todo lo que sea por su Reino les llama la atención y lo hacen con gusto.
Este Don fue el que concedió a San Francisco Javier, a San Pablo, a San Francisco de Asís y de Sales, tan gran deseo de hacer
conocer a Dios por muchas gentes y hacerlo amar por el mayor número posible de personas. A quien tiene el Don de Piedad ningún
sacrificio le parece demasiado con tal de obtener que otras personas conozcan y amen a Dios.

DON DE ENTENDIMIENTO. Es una facilidad para comprender lo que Dios nos dice por medio de su Palabra en la sagrada
Biblia o por otros medios. Podemos pasar años leyendo un pasaje de la Sagrada Biblia y no entenderlo. Pero viene el Espíritu Santo
con su Don y en un momento comprendemos lo que antes nunca habíamos entendido. Eso les pasó a los apóstoles después de la
Resurrección de Jesús. El Espíritu Santo les hizo entender todo lo que Jesús les había enseñado y que antes no comprendían.
Por medio de este Don logró San Agustín descubrir tantas maravillosas enseñanzas en la Santa Biblia (que antes no había
descubierto aunque leía y leía). Por este Don a San Antonio se le hacían cortas las noches que pasaba leyendo la Santa Biblia,
porque descubría allí bellezas no imaginadas.

DON DE CIENCIA. Es una facilidad para distinguir entre lo verdadero y lo falso. Muchas personas creen como verdadero lo que es falso
y en cambio no aceptan lo que es Verdad. Sólo cuando el Espíritu Santo les dé el Don de Ciencia sabrán distinguir bien la verdad de la
mentira y quedarse sólo con la Verdad. Esto es importante porque en la actualidad hay gente que enseña muchas falsedades y muchas
personas les creen y se dejan engañar. Este Don hace ver el verdadero valor de las riquezas y de los honores, que se acaban tan fácilmente.
Este Don ha llenado de religiosos los conventos porque los convence de que lo que más vale no es lo material sino lo espiritual.

DON DE TEMOR DE DIOS. Es un temor cariñoso que nos inspira miedo a ofender a Dios, por ser Él un Padre tan generoso y
lleno de bondad hacia nosotros, y también porque sabemos que Dios no dejará ni un solo pecado sin castigo.
Es una repugnancia por alejarse de Dios, es un temor a disgustar al Ser que más amamos. Es un horror a contrariar a nuestro Dios.
Todo, menos que apartarnos de nuestro Dios. Es pues un temor que nace del amor. Este Don era el que hacia estallar en lágrimas a
los santos cuando cometían alguna falta. Este Don fue el que hizo que el Rey David odiara tanto la falta que había cometido. Este
fue el Don que obtuvo Magdalena para que se apartara para siempre del pecado...

3. LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO


Cuando se ejercita la práctica de las virtudes, se adquiere facilidad para vivirlas. Se hace con gusto lo que antes se hacía con
sacrificio. A las virtudes le ocurre lo mismo que a los árboles: “los frutos, cuando están maduros, ya no son agrios, sino dulces y de
agradable sabor; lo mismo los actos de las virtudes, cuando han llegado a su madurez, se hacen con agrado y se les encuentra un
gusto delicioso”. Estos actos de virtud se llaman “Frutos del Espíritu Santo”. Cuanto más santa es una persona, más cerca está de la
Felicidad. A quienes tienen la alegría del Espíritu Santo todo se lo hace fácil.
LOS FRUTOS DE CARIDAD, DE GOZO Y DE PAZ. Los tres primeros Frutos del Espíritu Santo son la Caridad, el Gozo y la Paz.
Estos tres Frutos están unidos y se derivan naturalmente uno del otro. La Caridad o el Amor Ferviente nos da la posesión de Dios; el
Gozo nace de esa posesión de Dios, que no es otra cosa que el contento que se encuentra en el goce del bien poseído. La Paz mantiene
al alma en la posesión de la alegría contra todo lo que es opuesto. La Caridad es el primero entre los Frutos del Espíritu Santo, porque
es el que más nos acerca a la verdadera y eterna Felicidad y el que nos da un Goce más sólido y una Paz más profunda.
LOS FRUTOS DE PACIENCIA Y MANSEDUMBRE. Los Frutos anteriores disponen a la persona a la Paciencia, Mansedumbre
y Moderación. Es propio de la virtud de la Paciencia moderar los excesos de la tristeza, y de la virtud de la Mansedumbre moderar
los arrebatos de cólera. La Paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza y cuando la Paz está bien asentada en el
corazón, no le cuesta a la Mansedumbre reprimir los movimientos de cólera.

LOS FRUTOS DE BONDAD Y BENIGNIDAD. Estos dos Frutos miran al bien del prójimo. La Bondad y la Benignidad es la
inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene. No tenemos en nuestro idioma la palabra que
exprese propiamente el significado de benignitas; y la palabra benignidad, se usa únicamente para, significar dulzura; y esta clase
de dulzura consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría.

EL FRUTO DE LONGANIMIDAD. La Longanimidad o perseverancia impide el aburrimiento y la pena que provienen


precisamente del deseo del bien que se espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la
grandeza de la cosa misma o de las demás circunstancias.

EL FRUTO DE LA FE. La Fe como Fruto del Espíritu Santo, es cierta factibilidad para aceptar todo lo que hay que creer, firmeza
para afianzarnos en ello y seguridad de la verdad que creemos. Algunos entienden por la palabra fides, la fidelidad, la constancia
en mantener las promesas hechas; otros, la facilidad para creer todo lo que se refiere a las cosas humanas, sin dejarse llevar por
desconfianzas mal fundadas, por sospechas y juicios temerarios.

LOS FRUTOS DE MODESTIA, DE TEMPLANZA Y DE CASTIDAD. La Modestia es bastante conocida como virtud. Regula
los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Las virtudes de Templaza y Castidad atañen a los placeres del cuerpo,
reprimiendo los actos ilícitos. La Templanza refrena la desordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que
pudieran cometerse; la Castidad regula el uso de los placeres de la carne.

4. CONDICIONES NECESARIAS PARA OBTENER LOS DONES Y GRACIAS DEL ESPÍRITU SANTO
LA ORACIÓN: Jesús dijo: “El Padre Celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan”.
LECTURA DE LA SANTA BIBLIA: Muchísimas veces el Espíritu Santo habla al alma por medio de la Santa Biblia.
EVITAR EL PECADO Y TRATAR DE VIVIR EN GRACIA DE DIOS: Cada vez que cometemos un pecado echamos el Espíritu
Divino de nuestra alma. ¿Y como pretendemos que Él obre maravillas en nosotros si le negamos hospedaje en nuestra alma?
AGRADECERLE SUS BENEFICIOS: Olvidamos que es el Espíritu Santo quien nos ha concedido el poder hacer buenas obras.
TENER UNA GRAN DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA: San Luis Monfort enseñaba que el gran secreto para que el Espíritu
Santo venga a un alma es tener una verdadera devoción a la Santísima Virgen.
El Concilio Vaticano II le dio a la Santísima Virgen el bello nombre de SAGRARIO DEL ESPÍRITU SANTO. Sagrario es lo que
guarda algo precioso para repartirlo a los fieles.

AMOR, RIQUEZA, ÉXITO

Una mujer salió de su casa y vio a tres ancianos de barbas largas sentados frente a su jardín. Ella no los conocía y les dijo:
– No creo conocerlos, pero debe tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
Ellos preguntaron: –¿Está el hombre de la casa? – No –respondió ella–, no está.
Entonces no podemos entrar –dijeron ellos–
Al atardecer, cuando el marido llegó, ella le contó lo sucedido.
– ¡Entonces diles que ya llegué e invítalos a pasar!
La mujer salió a invitar a los hombres a pasar a su casa.
– No podemos entrar a una casa los tres juntos explicaron los ancianos.
– ¿Por qué? – quiso saber ella.
Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
– Su nombre es Riqueza. – Luego indicó hacia el otro: –Su nombre es Éxito– y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro y decidan con
tu marido a cuál de nosotros tres ustedes desean invitar a vuestra casa.
La mujer entró a su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron. El hombre se puso feliz: –¡qué bueno! y ya que así es el
asunto, entonces invitemos a Riqueza, dejemos que entre y llene nuestra casa de riqueza–. Su esposa no estuvo de acuerdo: –
querido, ¿porqué no invitamos a Éxito?–
La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra esquina de la casa y vino corriendo con una idea: –¿No sería mejor invitar
a Amor? nuestro hogar entonces estaría lleno de Amor–
– Hagamos caso del consejo de nuestra hija – dijo el esposo a su mujer, ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped.
La esposa salió y les preguntó a los tres viejos:
– ¿Cuál de ustedes es Amor? por favor que venga para que sea nuestro invitado–. Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia
la casa. Los otros dos también se levantaron y lo siguieron.
Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y Éxito:
– Yo sólo invité a Amor, ¿porqué ustedes también vienen?
Los ancianos respondieron juntos:
– Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, dónde sea que él
vaya, nosotros vamos con él.
DONDE QUIERA QUE HAY AMOR, HAY TAMBIÉN RIQUEZA Y ÉXITO.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 36

SACRAMENTO DE RECONCILIACIÓN
Objetivo: Dar a conocer la importancia de la reconciliación en la vid cristiana y a su vez el proceso que se debe llevar a cano para
un buen acto de confesión.
Motivación: Nueva Oportunidad
Canto: Zamba del Perdón

1. ENSEÑANZA – FUNDAMENTOS. EL SACRAMENTO DEL PERDÓN


El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la comunión con Él. Al mismo tiempo, atenta contra la comunión con la Iglesia.
Por eso la conversión implica a la vez el perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia, que es lo que expresa y realiza
litúrgicamente el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación (LG 11). Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia a
favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave
y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva
posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como “la
segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la Gracia”. “Los que se acercan al sacramento de la
Penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con
la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ellas les mueve a la conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones” (LG 11).

Se le denomina Sacramento de Conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión, la vuelta al Padre;
Sacramento de Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por
parte del cristiano pecador, Sacramento de Confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el
sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una “confesión”,
reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador; Sacramento del Perón porque,
por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente “el perdón y la paz” y; Sacramento de Reconciliación porque
otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: “Dejaos reconciliar con Dios” 2Corintios 5, 20. El que vive del amor misericordioso
de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: “Ve primero a reconciliarte con tu hermano”. Mateo 5, 24.

2. LOS ACTOS DEL PENITENTE


“La penitencia mueve al pecador a sufrir todo voluntariamente; en su corazón, contrición; en la boca, confesión; en la obra, toda
humildad y fructífera satisfacción”.

LA CONSTRICIÓN. Entre los actos del penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es “un dolor del alma y una detestación
del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar”.
Cuando brota del amor de Dios, amado sobre todas las cosas, la contrición se llama “Contrición Perfecta” (Contrición de Caridad).
Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales si comprende la firme
resolución de recurrir tan pronto sea posible la confesión sacramental. La Contrición llamada “Imperfecta” (o “Atrición”) es
también un Don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la
condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo
de una evolución interior que culmina, bajo la acción de la Gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por si misma la
contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el Sacramento de la Penitencia.

Conviene preparar la recepción de este Sacramento mediante un examen de conciencia, hecho a la luz de la Palabra de Dios, que
consiste en recordar los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha. Debemos tratar de ser lo más preciso posibles en
cuanto a los pecados graves. Este examen debe hacerse con diligencia, seriedad y sinceridad; pero sin angustiarse. La confesión no
es un suplicio ni una tortura, sino un acto de confianza y amor a Dios. No se trata de atormentar el alma, sino de dar a Dios cuenta
filial; Dios es Padre. Para esto, los textos más aptos a este respecto se encuentran en el Decálogo y en la catequesis moral de los
Evangelios y de las Cartas de los apóstoles: Sermón de la montaña y enseñanzas apostólicas. Romanos 12, 15.
Asimismo, en la Contrición debemos vivir de verdad el Dolor de los Pecados, es decir arrepentirnos del pecado cometido y de
ofender a Dios. Arrepentirse de haber hecho una cosa es querer no haberla hecho, comprender que está mal hecha, y dolerse de
haberla hecho. El dolor es lo más importante de la Confesión.
Finalmente el acto de la Contrición requiere el Propósito de Enmienda, que es una firme resolución de no volver a pecar. El
propósito brota espontáneamente del dolor. Si no hay verdadero propósito de la enmienda, la confesión es inválida y sacrílega. Sin
embargo, muchas veces conocemos nuestra debilidad y podemos prever que caeremos nuevamente. No te desanimes. Lo
importante es tener al momento de la Confesión una firme determinación de no volver a pecar con la ayuda de Dios.

LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS. Nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la Confesión, el hombre se
enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de
la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro. En la Confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales
de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos.

Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que recuerdan, no se puede dudar que están presentando
ante la Misericordia Divina para su perdón todos los pecados que han cometido. Quienes actúan de otro modo y callan
conscientemente algunos pecados, no están presentando ante la bondad divina nada que pueda ser perdonado por mediación del
sacerdote. Porque “si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora”.
“Todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe confesar, al menos una vez al año, los pecados graves de que tiene conciencia” (CIC 989).
“Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no celebre la misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión
sacramental a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer
un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes” (CIC 916). Los niños deben acceder al sacramento de la
Penitencia antes de recibir por primera vez la Sagrada Comunión.
El que confiesa sus pecados actúa ya con Dios. Dios acusa tus pecados, si tú también te acusas, te unes a Dios. El hombre y el pecador, son por así
decirlo, dos realidades: cuando oyes hablar del hombre, es Dios quien lo ha hecho; cuando oyes hablar del pecador, es el hombre quien lo ha
hecho. Destruye lo que tú has hecho para que Dios salve lo que Él ha hecho...
Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque reconocer tus obras malas. El comienzo de las obras
buenas es la confesión de las obras malas. Haces la verdad y vienes a la Luz.

LA SATISFACCIÓN. Muchos pecados causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas
robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto. Pero además el pecado hiere
y debilita al pecador mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La absolución quita el pecado, pero no remedia todos los
desórdenes que el pecado causó. Liberado del pecado, el pecador debe todavía recobrar la plena salud espiritual. Por tanto, debe hacer algo más
para reparar sus pecados: debe “satisfacer” de manera apropiada o “expiar” sus pecados. Esta satisfacción se llama también “penitencia”.

La penitencia que el confesor impone debe tener en cuenta la situación personal del penitente y buscar su bien espiritual. Debe corresponder todo
lo posible a la gravedad y a la naturaleza de los pecados cometidos. Puede consistir en la oración, en ofrendas, en obras de misericordia, servicios
al prójimo, privaciones voluntarias, sacrificios, y sobre todo, la aceptación paciente de la cruz que debemos llevar. Tales penitencias ayudan a
configurarnos con Cristo que, el único, expió nuestros pecados. Romanos 3, 25, 1 Juan 2, 1-2. Una vez por todas. Nos permiten llegar a ser
coherederos de Cristo resucitado, “ya que sufrimos con él” Romanos 8, 17.
Pero nuestra satisfacción, la que realizamos por nuestros pecados, sólo es posible por medio de Jesucristo: nosotros que, por nosotros mismos, no
podemos nada, con la ayuda “del que nos fortalece, lo podemos todo”. Filipenses 4, 13. Así el hombre no tiene nada de que pueda gloriarse sino
que toda “nuestra gloria” está en Cristo... en quien nos satisfacemos “dando frutos dignos de penitencia” que reciben su fuerza de Él, por Él son
ofrecidos al Padre y gracias a Él son aceptados por el Padre.

3. LOS EFECTOS DE ESTE SACRAMENTOS


“Toda la virtud de la penitencia reside en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une con Él con profunda amistad”. El fin y el efecto de este
sacramento son, pues la reconciliación con Dios. En los que reciben el sacramento de la Penitencia con un corazón contrito y con una disposición
religiosa, “tiene como resultado la paz y la tranquilidad de la conciencia, a las que acompaña un profundo consuelo espiritual”. En efecto, el
sacramento de la reconciliación con Dios produce una verdadera “resurrección espiritual”, una restitución de la dignidad y de los bienes de la vida
de los hijos de Dios, el más precioso de los cuales es la amistad de Dios.
Este sacramento reconcilia con la Iglesia al penitente. El pecado menoscaba o rompe la comunión fraterna. El sacramento de la Penitencia la
repara o la restaura. En este sentido, no cura solamente al que se reintegra en la comunión eclesial, tiene también un efecto vivificante sobre la
vida de la Iglesia que ha sufrido por el pecado de uno de sus miembros. 1 Corintios 12, 26. Restablecido o afirmado en la comunión de los santos,
el pecador es fortalecido por el intercambio de los bienes espirituales entre todos los miembros vivos del Cuerpo de Cristo, estén todavía en
situación de peregrinos o se hallen ya en la patria celestial.

Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas
causadas por el pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia
verdad interior, se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él de algún modo, se reconcilia con la Iglesia; se reconcilia con toda la
creación. En este Sacramento, el pecador, confiándose al juicio misericordioso de Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que será sometido al
fin de esta vida terrena. Porque es ahora, en esta vida, cuando nos es ofrecida la elección entre la vida y la muerte, y sólo por el camino de la
conversión podemos entrar en el Reino del que el pecado grave nos aparta. 1 Corintios 5, 11; Gálatas 5, 19-21, Apocalipsis 22, 15. Convirtiéndose
a Cristo por la penitencia y la fe, el pecador pasa de la muerte a la vida “y no incurre en juicio” Juan 5, 24.

LA PENITENCIA INTERIOR. Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las
obras exteriores “el saco y la ceniza”, los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las
obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de
signos visibles, gestos y obras de penitencia.

NUEVA OPORTUNIDAD

Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo, su heredero.
Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos. Su padre siempre le advertía que sus amigos solo
estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían.
Un día, el viejo padre, ya avanzado de edad, dijo a sus empleados que le construyan un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una
horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: “PARA QUE NUNCA DESPRECIES LAS PALABRAS DE TU PADRE”.
Más tarde, llamó a su hijo y lo llevó al establo y le dijo: Hijo mío, yo ya estos viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío... Y
yo sé cual será tu futuro. Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes
para sustentarte y, cuando no tengas más nada, tus amigos se apartarán de ti. Sólo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado.
Por eso construí esta horca. ¡Ella es para ti!
Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.
El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero, para no contradecir al padre, prometió, pensando que eso jamás podría suceder.
El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, pero, así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió
sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las
palabras de su padre y comenzó a decir: Ah, padre mío... Si yo hubiese escuchado tus consejos... Pero ahora es demasiado tarde.
Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo, y entonces
pensó: Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no puede alegrarle cuando estaba vivo, pero, al menos esta vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa.
No me queda nada más... Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: Ah, si yo tuviese un nuevo chance...
Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... era el fin.
Pero el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente y el joven cayó al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y
brillantes, muchos brillantes....La horca estaba llena de piedras preciosas y una nota también cayó en medio de ellas. En ella estaba escrito: Esta
es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! con amor, tu viejo padre.
Dios es exactamente así con nosotros. Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta él. Él siempre nos da una nueva oportunidad.
Parroquia San Pedro El Pescador Confirmación 2005
Tema 37

SACRAMENTO DE CONFIRMACIÓN
Objetivo: Dar a conocer los beneficios del sacramento de Confirmación y dar a entender el compromiso asumido al aceptar la
invitación de Dios.
Motivación: Vestida de Blanco
Canto: Alma Misionera

1. ENSEÑANZA: FUNDAMENTO
La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en
la filiación divina, incorporamos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más
a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras.
Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los “sacramentos de la iniciación
cristiana”, cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es
necesaria para la plenitud de la gracia bautismal. En efecto, a los bautizados “el sacramento de la Confirmación los une más
íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más,
como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras”.

En el Antiguo Testamento, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado. Isaías 11,2; para
realizar su misión salvífica; Levíticos 4, 16-22; Isaías 61, 1. El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el
signo de que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios. Mateo 3, 13-17; Juan 1, 33-34. Habiendo sido concebido por obra del
Espíritu Santo, toda su vida y toda su misión se realiza en una comunión total con el Espíritu Santo que el Padre le da “sin medida” Juan
3, 34.

Ahora bien, esta plenitud del Espíritu no debía permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo
mesiánico. Ezequiel 36, 25-27; Juan 4, 5-8; en repetidas ocasiones Cristo prometió esta efusión del Espíritu. Levíticos 12, 12; Juan 3,
5-8; 7, 37-39; 16, 7-15; Hechos 1, 8; promesa que realizó primero el día de Pascua. Juan 20, 22; y luego, de manera más manifiesta el
día de Pentecostés; Hechos 2, 11; y Pedro declara que esta efusión del Espíritu es el signo de los tiempos mesiánicos; Hechos 2, 17-18.
Los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez el Don del Espíritu Santo; Hechos 2, 38.

“Desde aquel tiempo, los apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los neófitos, mediante la imposición de
las manos, el Don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo. Hechos 8, 15-17; 19, 5-6. Esto explica porqué en
la Carta a los Hebreos se recuerda, entre los primeros elementos de la formación cristiana, la doctrina del Bautismo y de la imposición
de las manos. Hebreos 6, 2. Es esta imposición de las manos la que ha sido con toda razón considerada por la tradición católica como
el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, la gracia de Pentecostés”.

Muy pronto, para mejor significar el Don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de las manos una unción con óleo
perfumado (crisma). Esta unción ilustra el nombre de “cristiano” que significa “ungido” y que tiene su origen en el nombre de
Cristo, al que “Dios ungió con el Espíritu Santo”.

2. LOS SIGNOS Y RITOS DE LA CONFIRMACIÓN


En el rito de este sacramento conviene considerar el signo de la Unción y lo que la unción designa e imprime: el Sello espiritual.
La Unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundancia y de alegría;
purifica (unción antes y después del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los criadores), es signo de curación, pues
suaviza las contusiones y las heridas. Isaías 1, 6; Levíticos 10, 34; y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza.

Todas estas significaciones de la unción con aceite se encuentran en la vida sacramental.


La unción antes del Bautismo con el óleo de los catecúmenos significa purificación y fortaleza; la unción de los enfermos expresa
curación y consuelo. La unción del santo crisma después del Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación, es el signo de una
consagración. Por la Confirmación, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan más plenamente en la misión de Jesucristo
y en la plenitud del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda “el buen olor de Cristo”. 2 Corintios 2, 15.

Por medio de esta unción, el confirmando recibe “la marca”, el Sello del Espíritu Santo.
Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre. El cristiano también está marcado con un sello: “Y es Dios el que nos
conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en
nuestros corazones”. 2 Corintios 1, 22. Este sello del Espíritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para
siempre, pero indica también la promesa de la protección divina.

3. LA CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN
Un momento importante que precede a la celebración de la Confirmación, pero que, en cierta manera forma parte de ella, es la
consagración del santo crisma. Es el obispo quien, el Jueves Santo, en el transcurso de la Misa Crismal, consagra el santo crisma
para toda su diócesis. En las Iglesias de Oriente, esta consagración está reservada al Patriarca:

La Liturgia de Antioquia expresa así la epíclesis de la consagración del santo crisma (myron): “(Padre... envía tu Espíritu Santo) sobre
nosotros y sobre este aceite que está delante de nosotros y conságralo, de modo que sea para todos los que sean ungidos y marcados con
él, myron santo, myron sacerdotal, myron real, unción de alegría, vestidura de la luz, manto de salvación, Don espiritual, santificación
de las almas y de los cuerpos, dicha imperecedera, sello indeleble, escudo de la fe y caso terrible contra todas las obras del Adversario”.
Cuando la Confirmación se celebra separadamente del Bautismo, como es el caso en el rito romano, la liturgia del sacramento
comienza con la renovación de las promesas del Bautismo y la profesión de fe de los confirmandos. Así aparece claramente que la
Confirmación constituye una prolongación del Bautismo. Cuando es bautizado un adulto, recibe inmediatamente la Confirmación y
participa en la Eucaristía.

En el rito romano, el obispo extiende las manos sobre todos los confirmandos, gesto que, desde el tiempo de los apóstoles, es el
signo del Don del Espíritu. Y el obispo invoca así la efusión del Espíritu.
“Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo, a estos siervos
tuyos y los libraste del pecado: escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito; llénalos de espíritu
de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad; y cólmalos del
espíritu de tu santo temor. Por Jesucristo nuestro Señor”.

Sigue el rito esencial del sacramento. En el rito latino, el sacramento de la Confirmación es conferido por la unción del santo
crisma en la frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: “Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo”. En las
Iglesias orientales del rito bizantino, la unción del myron se hace después de una oración de epíclesis, sobre las partes más
significativas del cuerpo: la frente, los ojos, la nariz, los oídos, los labios, el pecho, la espalda, las manos y los pies. El bezo de paz
con el que concluye el rito del sacramento significa y manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles.

4. LOS EFECTOS DE LA CONFIRMACIÓN


De la celebración se deduce que el efecto del sacramento es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro
tiempo a los apóstoles el día de Pentecostés.
Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:
- nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir: “Abbá, Padre”.
- nos une más firmemente a Cristo;
- aumenta en nosotros los Dones del Espíritu Santo;
- hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia (LG 11);
- nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como
verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás la vergüenza de la cruz.

Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el
Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su
signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu.

La Confirmación, como el Bautismo del que es la plenitud, sólo se da una vez. La Confirmación, en efecto, imprime en el alma una
marca espiritual indeleble, el “carácter”, que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu
revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo.

El “carácter” perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo, y “el confirmado recibe el poder de confesar
la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo”.

EL MINISTRO DE LA CONFIRMACIÓN
En el rito católico, el ministro ordinario de la Confirmación es el obispo (CIC can. 882). Aunque el obispo puede, en caso de
necesidad, conceder a presbíteros la facultad de administrar el sacramento de la Confirmación, conviene que lo confiera él mismo,
sin olvidar que por esta razón la celebración de la Confirmación fue temporalmente separada del Bautismo. Los Obispos son los
sucesores de los apóstoles y han recibido la plenitud del sacramento del Orden. Por esta razón, la administración de este
sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a los que la reciben más estrechamente a
la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo.

QUIEN PUEDE RECIBIR ESTE SACRAMENTO


Todo bautizado, aún no confirmado, puede y debe recibir el sacramento de la Confirmación.
Para recibir la Confirmación es preciso hallarse en estado de gracia. Conviene recurrir al sacramento de la Penitencia para ser
purificado en atención al Don del Espíritu Santo.
El candidato de la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar la fe, tener la intención de recibir el
sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo.
La preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, a una
familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus Dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades
apostólicas de la vida cristiana. Por ello, la catequesis de la Confirmación se esforzará por suscitar el sentido de la pertenencia a la
Iglesia de Jesucristo, tanto a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial. Esta última tiene una responsabilidad particular
en la preparación de los confirmandos.

EL ESPÍRITU SANTO Y EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN


No se trata de esbozar en estas páginas un tratado sobre la confirmación, sino de hacer algunas reflexiones y puntualizaciones de
orden teológico y pastoral en relación con este sacramento, con toda evidencia ligado al Espíritu. Pero sin olvidar lo que dijimos
antes: que la presencia activa del Espíritu está en todo acto sacramental.

Así, la situación poco clara y bastante precaria de la confirmación, quizás no es otra que el resultado y el reflejo de una práctica cristiana
que prevaleció durante mucho tiempo: el papel habitualmente desdibujado y pasivo de los laicos, reducidos muchas veces a un puro
«testimonio» privado de vida moral y honrada, más que incitados a una misión y, por lo tanto, a una responsabilidad de Iglesia.

Creo que el nuevo ritual para ayudarnos a tomar conciencia acerca del tema, acierta al colocar de nuevo la confirmación en el
conjunto de la «iniciación cristiana». Efectivamente, no estamos ante un acto sacramental aislado, sino ante un conjunto
sacramental con dos polos (bautismo-confirmación) que conduce a la eucaristía, término de la iniciación cristiana.
¿Aporta el Nuevo Testamento el esclarecimiento decisivo?

Así pudiera parecer al menos para quienes sigan anclados en aquel modo de pensar que interpreta materialmente y a la letra la
fórmula «los sacramentos fueron instituidos por Jesucristo»: todos, y consiguientemente también la confirmación, diferenciada del
bautismo. De todos modos, podríamos intentar fundarnos en los Hechos de los apóstoles. En efecto, los Hechos nos hablan de dos
acciones a que se somete a los recién convertidos: se les bautiza en el nombre del Señor Jesús; y reciben el Espíritu mediante la
imposición de manos de los Apóstoles, unas veces en dos tiempos separados, como en Hechos 8, 14-17; y otras veces ambas
acciones son consecutivas, como en casa de Cornelio; Hechos 10, 44-48, o como ocurre con los «discípulos que Pablo encuentra en
Efesios»; Hechos 19, 1-7. Pero decir, basándose en estos hechos, que en ellos esta afirmación de dos sacramentos distintos, bautismo
y confirmación, es precipitarse un poco en sacar conclusiones. Las razones que me mueven a pensar que conviene ser más discretos
son éstas: Ni San Pablo ni San Juan establecen tal distinción; nos habla del bautizado que vive del espíritu, pero no separan bautismo
y Don del Espíritu: «Porque en un solo Espíritu hemos sido bautizados, para no formar más que un Cuerpo, judíos y griegos,
esclavos y libres. Todos hemos bebido de un solo Espíritu»; 1 Corintios 12,13.. También el bellísimo texto de Pablo en Romanos 8,
9-17 sobre la vida del bautizado liberado por el Espíritu; en ese texto se recalca mucho la unión Cristo / Espíritu.

Así pues, nunca se deberá echar en olvido esta unidad «bautismo-confirmación», basada en definitiva en la unidad misma del
misterio pascual: ya que el Don del Espíritu es inseparable de la acción del Resucitado, en quien somos bautizados. Prueba de esta
unidad es, durante varios siglos, la ceremonia indivisa del bautismo, con sus dos unciones separadas: una de ellas realizada por un
sacerdote, y la otra por el obispo; con el mismo «óleo consagrado». Aunque después, en occidente, los dos sacramentos quedaron
separados y aunque es legítimo precisar el significado propio de la confirmación así «separada» del bautismo, sin por eso dejarla
aislada a su propia suerte.

Los neófitos se secan, se visten nuevamente y entran en la Iglesia. Entonces el Obispo, imponiéndoles las manos, pronunciará la
invocación siguiente: “Señor Dios, tú has hecho a tus siervos dignos de recibir la remisión de los pecados por el baño de
regeneración del Espíritu Santo. Envía sobre ellos tu gracia, para que te sirvan según tu voluntad. Porque tuya es la gloria, Padre,
Hijo, con el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. ¡Amén!”.
El obispo toma en la mano óleo santificado, y les confiere la unción sobre la cabeza, diciendo: “Yo te unjo con óleo santo en el
Señor, Padre Todopoderoso, en Cristo Jesús y en el Espíritu Santo”.

TRES REFERENCIAS CAPITALES PARA CARACTERIZAR LA CONFIRMACIÓN


¿Dónde encontrar entonces terreno firme sobre el que afianzar válidamente la confirmación? Parece que este sacramento podría situarse
y definirse atendiendo a tres referencias de capital importancia: Cristo, el Espíritu y la Iglesia, con un acento muy marcado, a veces
olvidado, sobre la expresión «en Iglesia». Esto podría conducir a la siguiente “definición”: “La confirmación es el acto sacramental por
el que Dios interviene en los bautizados para que su experiencia eclesial adquiera concretamente su doble referencia a Cristo y al
Espíritu”. O lo que es igual, los dos polos inseparables (Cristo-Espíritu), en el medio portador Iglesia, y para un servicio de Iglesia.

Digamos, pues, que Cristo resucitado envía en misión, con la fuerza del Espíritu, a construir la Iglesia en la comunidad y en la
unidad: éste es el sentido de Pentecostés y de todos los Pentecostés parciales y locales de que nos habla los Hechos. En este
universo religioso se integra todo nuevo convertido (sea judío o incircunciso). No se puede aislar a ninguno de estos elementos:
nunca Cristo solo, sin el Espíritu (los discípulos de Juan Bautista, Hechos 19, 1-7); y nunca el Espíritu solo, sin relación con Cristo,
pues el espíritu se da para continuar la misión de Cristo, no para una emisión distinta de ella. La unidad de todos estos elementos es
necesaria para respetar la realidad del misterio de Pascua-Pentecostés y la realidad de la vida cristiana: y para preservar la unión
vital bautismo-confirmación.

Pero si Cristo es la primera referencia importante del sacramento de la confirmación, según lo que acaba de decirse es parecido añadir
que este sacramento pone en énfasis cierto y explícito en el Espíritu Santo: el Espíritu está en el primer plano, como el que se manifiesta,
y destina y consagra a Jesús (al salir del bautismo) y a los Apóstoles (en Pentecostés) para una misión a la que se incorporará en Iglesia
el recién confirmado; y en todos los casos hay signos reconocibles y se encuentran afectadas y concernidas otras personas.

Por último, si se quiere “identificar” lo mejor posible la confirmación, se ha de recurrir a la tercera referencia importante, la Iglesia;
pero a condición de no separar esta tercera referencia de las otras dos: la Iglesia, vivificada por el Espíritu que la edifica, como
Cuerpo de Cristo, en comunidad de testimonio y de servicio, según el “modelo” de los Hechos.
La Iglesia, primera “solicitante” y beneficiaria de la confirmación.

VESTIDA DE BLANCO

Una joven discutía acaloradamente con su padre y defendía sus derechos de asistir a una fiesta popular, un lugar donde se reunían
personas de no muy buena reputación. El padre le daba razones contundentes, pero la joven se resistía a aceptarlas.

Inesperadamente, la discusión cambió de giro y el padre la invitó a bajar juntos al sótano donde había mucho polvo y se guardaba
carbón, pero que lo hiciera con un vestido blanco. Ante la propuesta de su padre, la joven replicó que si podía bajar, pero no con el
traje blanco, pues se le iba a ensuciar.

“Ves hija mía, dijo el padre con voz amorosa, nada impide que puedas bajar al sótano con un traje blanco, pero si hay mucho que
impida que puedas subir con el mismo color. De la misma manera, nada impide que asistas a ese sitio que deseas ir: pero ten por
cierto que no regresarás igual, algo de lo que es tuyo se perderá allí”.

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