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La comunidad socializada

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La comunidad socializada
La justicia social en la doctrina peronista

Rubén Héctor Dunda

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Dunda, Rubén Héctor
La comunidad socializada : la justicia social en la doctrina peronista / Rubén
Héctor Dunda.- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Fundación CICCUS,
2024.
288 p. ; 23 x 16 cm.

ISBN 978-987-693-978-2

1. Peronismo. 2. Argentina. 3. Historia Argentina. I. Título.


CDD 320.0982

Primera edición: febrero 2024

Imagen de tapa: “El 17”, Arnoldo Rodrigo Ruiz Fernández


Corrección: Véronique Celton
Coordinación: Alejandra Teijido
Diseño y producción editorial: Andrea Hamid
Diagramación y armado: Mariela Euredjian

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cibió el Diploma de sido merecedora del re-
Honor Suramericano conocimiento Embajada
que otorga la Fundación de Paz, en el marco del
Democracia desde su Proyecto-Campaña “Des-
Programa de “Formación en Valores pertando Conciencia de Paz”, auspicia-
en el Mercosur y la Unasur”. do por la Organización de las Naciones
Círculo de Legisladores, Unidas para la Ciencia y la Cultura
Honorable Congreso de la Nación. (UNESCO).

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ÍNDICE

Prólogo. El banquete de la comunidad socializada


por Pablo de Marinis y Ana Grondona............................................9

Presentación.................................................................................17
Descripción del problema...........................................................17
Presentación de las herramientas metodológicas
y conceptuales........................................................................ 21

Capítulo I. La teoría sociológica clásica


y el problema de la comunidad
Ferdinand Tönnies. Comunidad-sociedad................................. 31
Comunidad-sociedad como proceso.......................................... 53
Epílogo del capítulo....................................................................68

Capítulo II. La Constitución de 1853


Introducción................................................................................71
La Constitución de 1853 desde la Asamblea
Reformadora de 1949............................................................ 77
El problema de fijar un comienzo..............................................84
El constitucionalismo apriorístico............................................. 91
Constitucionalismo provincial................................................. 105
La reconfiguración de los liderazgos........................................ 108
Constitucionalismo federal a priori,
la Constitución de 1853, consecuencias...............................112

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Capítulo III. La doctrina peronista y la justicia social
Introducción............................................................................. 123
Primera parte: la doctrina peronista........................................ 126
Segunda parte: la justicia social............................................... 133
La justicia social en el peronismo............................................ 153

Capítulo IV. La Constitución de 1949


Introducción............................................................................. 183
La arquitectura constitucional de 1949.................................... 194
Primer tramo. Parte orgánica de la Constitución.................... 195
Segundo tramo. Parte dogmática constitucional:
los capítulos doctrinarios III y IV. La justicia social........... 198

Consideraciones finales.......................................................... 241

Referencias bibliográficas...................................................... 257

Apéndices
Apéndice A.
Hegel y el constitucionalismo apriorístico.......................... 273
Apéndice B.
Aspectos que destacamos del Estatuto
Provisorio de Santa Fe......................................................... 274
Apéndice C.
La reconfiguración de los liderazgos................................... 275
Apéndice D.
De la educación y la cultura................................................ 276
Apéndice E.
De la parte orgánica de la Constitución..............................278

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A mis padres: Onofredo Pablo y Herminia Vítale;
a mi esposa: Elizabeth M. V. Cinto;
a mis hijos: Ignacio Emilio, María Victoria, María Celeste;
a mis nietos: Santiago Dunda, Lautaro Maureira Dunda,
Emmanuel Juan Defarge Dunda.

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La comunidad socializada | Rubén Héctor Dunda

Prólogo
El banquete de la comunidad socializada

El sistema argentino de ciencia y técnica se expandió de manera no-


table durante las primeras dos décadas de este siglo. A caballo entre
ese sistema y las universidades, uno de sus puntales institucionales
más importantes son los posgrados, las maestrías, los doctorados
y las tesis que en ese marco se producen en un número creciente.
El (también expandido) sistema de becas, las exigencias de la hipe-
respecialización que se da en todos los campos de conocimiento, y
un cierto traspaso de atributos y formatos desde las viejas ciencias
duras hacia las blandas, como las (también viejas) humanidades, y
las “al dente”, como las sociales, han llevado a que el “recorte” del
tema y del problema de las tesis se vuelva un (nunca mejor dicho)
problema acuciante. Además de poder de ese modo correr detrás
de la “factibilidad” del proyecto de tesis y de la cobertura de “áreas
de vacancia”1 que garanticen la “originalidad”2 de la tesis, una tesis
“bien recortada” es el imperativo de la época. Si siempre lo fue, ahora
lo es en mayor medida. Lo pide la institución, se machaca acerca de
eso en los talleres de tesis, y el director o la directora lo reclaman, el
reloj corre, no se puede perder tiempo. Tiempo, justo eso de lo que
cada vez carecemos más, y que es precisamente una de las condicio-
nes del buen pensar (deberíamos reflexionar, y hacerlo con tiempo,
acerca de las consecuencias que esta situación tiene y del alto precio
que pagamos por ello).

1 ¡Qué difícil resulta hablar de estas cuestiones sin recurrir a la lengua de la burocracia
científica!
2 También esto piden las burocracias, aunque luego les importe poco si esa originalidad se
logra de manera efectiva (o no), con todos los bemoles que tiene la pretensión de originali-
dad en un campo de saberes donde siempre atravesamos terrenos ya pisoteados. Es más, el
trabajo de una tesis es precisamente ese: pisar terrenos ya pisoteados por alguien, y hacerlo
con cierto método.

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Prólogo. El banquete de la comunidad socializada

Por fortuna, pese al carácter masivo e insidioso de estas transfor-


maciones, la uniformización del conocimiento, y del modo de produ-
cirlo, no logra ser total. No todas las tesis se ahorcan en ese recorte
tan pequeño que solo puede conducir al análisis banal de una baldosa
(“disculpe, solo hablaré de esta baldosa, porque de la de al lado no po-
dría ni sabría decirle demasiado y, además, no me interesa”). Algunas
tesis, en contraste, acometen reflexiones sobre el patio entero, la ana-
logía que se nos ocurre ahora para referirnos a las grandes preguntas
de nuestra sociología, pero también de la política, de la cultura, de
la sociedad, de la nación, del persistente run-run de la conversación
social y de todas esas dimensiones cruzadas. No todas las tesis termi-
nan fileteadas, ni son obsesivamente reformateadas en algunos pa-
pers más rentables, llaves para acceder a las mieles de la evaluación
y la acreditación. Algunas de ellas desembocan en un libro, ese viejo
artefacto que puede subrayarse con lápiz negro, dedicarse con firma
ológrafa, con tapa y lomo que pueden acariciarse, que es constitutivo
de nuestras disciplinas, pero que también retrocede como formato
dominante de la exhibición del conocimiento que producimos.3
Por fortuna, decíamos, con gran placer podemos estar aquí pro-
logando un libro raro, inusual, resultado de la reescritura de una
tesis aún más rara.4 Pero antes de explicar el alcance y el sentido
de todas estas rarezas, quisiéramos narrar nuestro lugar en ellas,
para luego corrernos del foco y así poder volver a hablar de lo que
realmente interesa para un prólogo: el libro, su autor, y la relación
entre ambos.
Uno de nosotros (Pablo de Marinis) conoció a Rubén Dunda en
2016, en un seminario de doctorado sobre “las derivas del concepto
de comunidad en la teoría sociológica” que dictaba en el Instituto
de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Mar-
tín. Allí se ofrecía un potpourrí de lecturas que iban desde aquellas

3 Hay aquí menos nostalgia de lo que parece: no tenemos absolutamente ningún resque-
mor ante los libros digitales, que también nos gustan, y que por suerte pueden rebotar de
maneras impensadas y nos permiten llegar al instante a los lugares más increíbles donde
las editoriales no distribuyen, o donde los dineros para comprarlos no alcanzan. El proble-
ma nuestro, a decir verdad, no es con el formato de los libros, sino con la producción seria-
da de irrelevancias pero que, formalmente, calzan al talle de lo que exigen los imperativos
de los sistemas de evaluación.
4 Rubén H. Dunda (2022), La comunidad socializada: la “justicia social” en la doctrina
peronista, Tesis para el Doctorado de Sociología, Instituto de Altos Estudios Sociales, Uni-
versidad Nacional de San Martín.

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más visitadas del canon sociológico convencional de Karl Marx, Max


Weber, Georg Simmel y Émile Durkheim a otras menos trilladas, o
desvelo exclusivo de algunos nerds, como Ferdinand Tönnies, Tal-
cott Parsons y la Escuela de Chicago (la de Sociología, la buena, no
la de los malos “Chicago Boys”). Rodeado de estudiantes del típico
formato “becario/a conicet”, estaba allí sentado Rubén, con su cua-
derno y su birome, un señor que nos trataba de usted, que venía de
Rosario a Buenos Aires a cursar este seminario, que tomaba muchas
notas, y que hablaba e intervenía bastante en clase, con vocabulario
siempre circunspecto y florido. Poco después del seminario, acusan-
do recibo por lo que le había percutido, entregó un trabajo final que,
entre toda la bibliografía propuesta, eligió centrarse en la de Tönnies.
Venía incluida en ese trabajo como breve anexo una curiosa “Nota
fuera del Texto” que ya incluía una caracterización preliminar de un
abigarrado nudo entre “circunstancia de comunidad”, “circunstancia
de sociedad”, “el primer peronismo”. Ahora sabemos bien que, con-
venientemente desatado, aquel nudo iría a desembocar en una tesis
doctoral y, por añadidura, en este libro.
Pero si se habla de la tesis ya se vuelve imprescindible hacer in-
gresar en este cuento a la otra persona que firma este prólogo, Ana
Grondona. El primer intercambio entre tesista y (futura) directora
fue epistolar. Una serie de mails iniciados por Pablo, cumpliendo la
misión de establecer el puente. El primero, certero, afirmaba “Rubén
está con intenciones de avanzar en una tesis doctoral en la que se
juega la historia del primer peronismo”. Lo polisémico de la frase era
una invitación irresistible. Siguieron reuniones en todos los forma-
tos, intercambios, estipulación de entregas parciales y lecturas de
ida y vuelta (muchas veces demoradas, por la rigidez de los tiempos
más burocráticos que rigen, no sin resistencias y respiros, a quienes
escribimos este prólogo). También hubo que invocar el archicono-
cido mantra “recortá, recortá”; a veces con éxito, y otras, afortu-
nadamente, desobedecido por una voluntad que estaba motorizada
por preguntas propias, de esas que encuentran el modo de hacerse
lugar. En cualquier caso, fue una conversación que se permitió eva-
dir, aunque fuera de a ratos, los imperativos de la productividad
y el acuerdo. Sus atolladeros y amigables desavenencias (el papel
de Gino Germani, quizás la más recurrente) alimentaron más inter-
cambios, nuevas charlas, más preguntas.

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Prólogo. El banquete de la comunidad socializada

Pero esta tesis, devenida libro, excede las circunstancias de su


contexto inmediato de producción, ese al que se refieren los párra-
fos previos. Las preguntas que la originaron y que la sostuvieron van
mucho más allá de una curiosidad meramente intelectual en torno de
algunos temas (la doctrina peronista, la teoría sociológica, la teoría
jurídica y constitucional): son preguntas de una vida. De una vida
política. Un recorrido que es personal, pero que también es político
y colectivo. Rubén siempre se refirió a su tesis en primera persona
del plural. Un “nosotros” peronista, indudablemente, un “nosotros”
generacional, también. Que sigue siendo joven cuando se muestra
capaz de revisar con frescura la propia trayectoria, los propios presu-
puestos, incluso las propias equivocaciones.
En alguna reunión (de esas grises y largas, en las que se trabaja con
paciencia, armando-desarmando-puliendo-y-volviendo-a-desarmar)
Rubén dejó caer una reflexión que despabiló la escucha flotante que
acompaña el proceso de indagación y escritura que cualquier tesis im-
plica: bajo la forma de una autocrítica, se lamentaba de que en el calor
de la primavera camporista, con la pasión de estar trazando utopías,
se les había pasado por alto la importancia del texto constitucional de
1949. La subestimación imperdonable de una figura como la de Artu-
ro Sampay, la arrogancia fatal de no comprender lo crucial del texto
constitucional como momento de reconfiguración que hacía justicia
con una historia de luchas por salir de la condición de “minoridad”
en la que se había colocado a las provincias (¿y, en general, al pue-
blo?), de repensar un orden moderno capaz de exorcizar el fantasma
del egoísmo y de la atomización que, en Europa, a su turno, habían
abierto la puerta al fascismo. No haber comprendido acabadamente
la densidad de “la justicia social” (que no es otra cosa que un modo
de asir el lazo social, de describirlo y de programarlo) la había conver-
tido en una de esas expresiones ahuecadas que solo pueden circular
en panfletos y diatribas. Este libro, entonces, es también (y quizás,
sobre todo) un ajuste de cuentas con toda aquella conciencia política.
A quienes formamos parte de otras generaciones (de la que ingresó a
la vida política en el regreso de la democracia en los tempranos años
80, Pablo, y del derrumbe de la convertibilidad hacia finales de los 90,
Ana), esta recorrida nos impresiona y nos conmueve, y no podemos
menos que celebrar haber estado en el lugar desde el cual pudimos
colaborar con ella.

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