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Nombre del docente: Ivania Duarte

Nombre de los integrantes; Virginia Margarita Moran Salinas 2411215

Grethel Auxiliadora Treminio Téllez 2414198

Joseline Isabel Mondragón Obando 2413967

Kenia Vanessa Torres 2413725

Alexandra Valentina Martínez Ruíz 2212030

Jonathan Gadiel Moreno Álvarez 2410565

David Alberto Solórzano Martínez 2411356

Jasson Antonio Torres Álvarez 2414377

Asignatura; Filosofía

Año: 1° de universidad

Sección: A-1 Turno: Dominical Fecha; 18 de Febrero del 2024


1.¿Qué es la filosofía?

Destaca la tendencia inherente del ser humano a buscar explicaciones para los fenómenos que le
rodean, desde tiempos antiguos hasta la actualidad. Aunque estas concepciones pueden no
siempre reflejar una comprensión precisa de la realidad, reflejan la naturaleza social y racional del
ser humano en su constante búsqueda de comprensión y significado del mundo que le rodea.

Conceptualización de la realidad y la filosofía es que esta última se refiere a la actividad humana de


dar explicaciones sobre el mundo en el que vivimos, tanto en su aspecto natural como social. Es
inherente a hombres y mujeres, ya que todos, en mayor o menor medida, buscamos comprender
nuestro entorno y dar sentido a lo que nos rodea.

La búsqueda de explicaciones sobre las causas de los eventos, fenómenos y procesos ha


enriquecido la vida humana. El ser humano ha intentado descifrar los numerosos misterios tanto
del mundo físico como del entorno humano, buscando comprender los fenómenos naturales y
sociales, ya sea para controlarlos o simplemente para entenderlos.

Es cierto que, independientemente de las actividades en las que esté involucrado, el ser humano
tiende a preocuparse por comprender el futuro del mundo y su lugar en él. Las interrogantes sobre
la posibilidad de justicia, la erradicación del hambre, el fin de la guerra, la permanencia del
egoísmo y la sensibilidad hacia el dolor ajeno, entre otros temas, son comunes a todos, aunque las
respuestas puedan variar. Estas preguntas surgen de la estrecha relación que tienen con la vida de
la humanidad. La filosofía sirve como una herramienta para abordar estas cuestiones y adquirir
conocimientos que nos permitan participar en la búsqueda de soluciones a estos problemas y
muchos otros.

Es cierto que en la época antigua, el ser humano no tenía la capacidad de sintetizar hechos con la
generalización que caracteriza al contemporáneo. La habilidad de generalizar requiere discernir lo
necesario de lo casual y la causa del efecto, una capacidad que se desarrolló gradualmente a lo
largo del tiempo debido a condiciones ambientales y personales. Los seres humanos primitivos
estaban dominados por las emociones sobre la razón y tenían dificultad para formar conceptos
abstractos y distinguir lo esencial de lo no esencial. Sin embargo, aún así tenían algunas formas de
concebir la realidad percibida. La actividad filosófica es inherentemente humana y es esencial para
preservar la esencia del ser humano: su capacidad de razonar, reflexionar sobre la realidad interna
y externa, elaborar conceptos y comunicarse a través del lenguaje. Estos elementos definen a los
seres humanos como seres racionales, pensantes y conscientes, capaces de crear y transformar su
entorno.
La filosofía es una actividad intelectual humana que no es neutral, ya que al filosofar se sigue un
punto de vista que no es aleatorio. Al ponerse a filosofar, la razón inquiriente avanza en una
dirección determinada por las dificultades y problemas que la inteligencia encuentra en su campo.
Esto significa que la filosofía está influenciada por el contexto cultural, histórico y personal del
filósofo, así como por las preguntas y desafíos que enfrenta en su realidad.

El quehacer filosófico siempre está influenciado por las condiciones reales de un momento
específico en la historia de la humanidad. Como resultado, los problemas filosóficos que han
preocupado a los pensadores a lo largo del tiempo han sido abordados y resueltos de diversas
maneras, tanto teórica como prácticamente. Sin embargo, esta diversidad de enfoques y
soluciones no disminuye el carácter universal de la filosofía, ya que sigue siendo un proceso que
busca comprender aspectos fundamentales del ser humano y del universo.

Es fundamental tener en cuenta que los filósofos que han desarrollado diversas concepciones
sobre los problemas de la realidad siempre han partido de las experiencias vividas por los seres
humanos que conforman las mayorías populares. De hecho, ninguna filosofía ha sido elaborada en
un vacío; siempre está influenciada por el contexto social, cultural y político en el que ha surgido.
Por lo tanto, el pueblo en el que una filosofía ha sido elaborada marca su punto de partida, sus
problemas fundamentales e incluso su carácter.

La filosofía, como actividad intelectual humana, se dedica a reflexionar sobre los problemas que
forman parte de la realidad. Busca la verdad y proporciona respuestas sobre diversos aspectos del
ser humano, la moral, la sociedad, la naturaleza, entre otros temas. Esta reflexión teórica ayuda a
conformar una visión del mundo, proporcionando un sistema de conceptos sobre qué es el mundo,
por qué es así, hacia dónde se dirige y hacia dónde debería dirigirse. Como mencionan Jorge
Corominas y Judit Ribas, “no podemos introducirnos en la filosofía porque el hombre, por el simple
hecho de ser hombre, ya está dentro de ella. No hay hombre que no filosofe". Hacer filosofía
implica realizar un esfuerzo especial y explícito para responder a los interrogantes que nuestra vida
como seres humanos nos plantea.

El ser humano no es simplemente un producto mecánico de la sociedad, las circunstancias y la


educación. Él construye y moldea el mundo en el que vive. Aunque no nace bueno o malo,
responsable o irresponsable, etc., la educación y el entorno en los que crece y se desarrolla
influyen en su forma de ser de manera particular. Sin embargo, el ser humano tiene una capacidad
creadora en la historia y puede decidir conscientemente adoptar actitudes y conductas que lo
ayuden a superar las condiciones adversas que pueda enfrentar. Existe un juego dialéctico de
interrelaciones mutuas entre la realidad objetiva y los aspectos subjetivos personales del
individuo. Esto significa que no hay un determinismo fatal en la vida humana, aunque los factores
objetivos puedan imponer condiciones en un momento y lugar específico. Comprender esto es
crucial para entender el complejo desarrollo de la humanidad y del pensamiento filosófico en su
proceso de evolución como fenómeno propio del ser humano.

La pregunta sobre si se puede vivir sin filosofía inevitablemente tendría una respuesta negativa, ya
que todo ser humano tiene una concepción del mundo, ya sea consciente o no. Esta concepción
puede ser distorsionada, simple, supersticiosa, real, objetiva, etc., pero está presente en cada
individuo. Los seres humanos están constantemente en interacción con los problemas de la
sociedad, la naturaleza y consigo mismos, tratando de entender su propio yo y formando juicios y
opiniones sobre la realidad que los rodea. Esta cosmovisión o visión del mundo puede estar
influenciada por la filosofía de manera directa o indirecta, pero en última instancia, todos los seres
humanos están inmersos en un proceso constante de comprensión y interpretación del mundo que
los rodea.

Exactamente, la concepción del mundo o cosmovisión se refiere al conjunto de ideas y opiniones


generalizadas que una persona tiene sobre el mundo que la rodea, sobre el ser humano, su vida y
otros aspectos. Esta cosmovisión varía según las condiciones históricas y sociales de cada época,
los intereses individuales, los niveles de conocimiento y el desarrollo cultural. Por ejemplo, puede
variar la creencia en la existencia de seres extraterrestres, en la divinidad del rayo, en la
inevitabilidad de la pobreza, en estereotipos sobre los indígenas, en la naturaleza del socialismo,
en el fin de la historia en el capitalismo, en la corrupción inherente a los seres humanos, entre
otros ejemplos. Estas creencias forman parte de las diferentes cosmovisiones y están influenciadas
por una serie de condicionamientos específicos.

Es correcto señalar que la filosofía, siendo una actividad propia del ser humano, está
intrínsecamente vinculada a la vida de la sociedad y forma parte de ella. Es crucial comprender que
en toda sociedad existe una esfera de la vida en la que los seres humanos se dedican a producir los
bienes materiales necesarios para su subsistencia, como alimentos, vivienda y vestuario. Esta
producción material es fundamental para la existencia de cualquier sociedad, ya que ningún grupo
humano puede prescindir de ella. Sin embargo, lo que distingue al ser humano de otros seres vivos
es su capacidad espiritual, que incluye habilidades como el pensamiento, la reflexión, la toma de
decisiones y la creatividad. Por lo tanto, junto a la producción material, existe una esfera de la vida
social que podríamos llamar la esfera de las ideas o la vida espiritual, en la cual se desarrolla la
actividad filosófica y otras manifestaciones del pensamiento humano.

Es cierto que el ser humano no solo produce su vida material, sino que también está inmerso en la
producción de ideas políticas, morales, jurídicas, científicas, religiosas, estéticas y filosóficas. Por
esta razón, la filosofía se considera una forma de conciencia social, una parte integral del conjunto
de ideas de¡la sociedad. A medida que cambia la producción material, cambia la vida social en su
conjunto, lo que conlleva la generación de nuevas ideas que reflejan esos cambios. Sin embargo, es
importante tener en cuenta que los cambios en la esfera de la producción material no siempre se
reflejan de manera simultánea en la esfera espiritual. Esto se debe a que algunas ideas pueden
permanecer aparentemente inalteradas debido a tradiciones y costumbres arraigadas, o porque
ciertos individuos pueden adelantarse a su época desarrollando formas de pensamiento que no
coinciden con el nivel de desarrollo de los procesos materiales de producción o con las
concepciones generales de la sociedad. La conciencia humana no es simplemente un reflejo
mecánico o instintivo de la realidad circundante, sino que es un conjunto de procesos activos que
participan en la comprensión del mundo objetivo y del ser personal. Aunque se forma en el
proceso del trabajo y en las relaciones sociales, y no existe al margen del desarrollo social, la
conciencia humana también posee su propia naturaleza y dinámica interna.

Es cierto que la conciencia social se compone de los conocimientos acumulados a lo largo de la


historia, las ideas políticas y jurídicas, las expresiones artísticas, la moral, la religión y la psicología
social, entre otros elementos. La conciencia se forma en la práctica, influyendo a su vez en esa
práctica al determinarla y regularla. Cuando el ser humano pone en práctica sus ideas creativas,
transforma tanto la naturaleza como la sociedad y a sí mismo, ya que “la conciencia del hombre no
solo refleja el mundo objetivo, sino que también lo crea”. Esto significa que la manera en que
percibimos y entendemos el mundo no solo es pasiva, sino que también es activa, ya que nuestra
conciencia contribuye a dar forma a la realidad mediante nuestras acciones y creaciones.

Exactamente, cuando hablamos de la conciencia social manifestada en formas como la conciencia


jurídica, la ideología política, la moral, la religión, la ciencia, el arte y la filosofía, nos referimos a los
diversos aspectos de la realidad que se reflejan en estas diferentes formas de expresión ideal. Cada
una de estas formas tiene un objeto peculiar de reflejo. Por ejemplo, las ideas políticas reflejan las
relaciones entre las clases, los estados, las naciones y los partidos políticos, mientras que en la
ciencia se reflejan las leyes de la naturaleza y de la sociedad. Aunque cada una refleje ideas,
normas e imágenes particulares, están interconectadas entre sí y forman parte de la vida espiritual
de la sociedad. Estas formas de conciencia interactúan y se complementan entre sí, a pesar de que
su contenido sea singular en cada una.

Exacto, la filosofía como forma de conciencia social tiene la característica de ser más general que
las otras formas, ya que sirve como base teórica de la cosmovisión que integra a las demás ideas
en su concepción. La filosofía no se limita exclusivamente a reflexionar sobre aspectos éticos,
estéticos, religiosos, científicos, etc., sino que universaliza su quehacer y utiliza estas reflexiones
para expresar sus conceptualizaciones sobre la realidad en su totalidad. Por ejemplo, la filosofía se
interesa por estudiar la política, la religión, el arte y la ciencia, pero lo hace para comprender cómo
estos fenómenos inciden en la conducta de los seres humanos. Cuando un filósofo expone sus
puntos de vista sobre cómo la política de un determinado grupo social afecta los intereses de la
sociedad en su conjunto, está manifestando su concepción del mundo a través de un fenómeno
particular concreto. Del mismo modo, cuando se preocupa por problemas relacionados con el uso
que hacen ciertos sectores sociales del arte, la religión o la ciencia para influir en la conciencia de
los ciudadanos, también está reflejando su cosmovisión en sus reflexiones sobre el tema.
2.Importancia de la filosofía.

El ser humano tiene la capacidad de reflexionar y teorizar sobre su mundo y su papel en él. La
habilidad de crear conceptos debe ser cultivada para entender las causas de los fenómenos y
actuar con claridad para transformar su vida en sociedad.

La filosofía ayuda a desarrollar la autoconciencia y a comprender el papel de los descubrimientos


científicos en el progreso cultural. Facilita la evaluación y la integración de conocimientos para
tener una visión coherente del mundo. Una cosmovisión adecuada guía el actuar socialmente. En
la educación y formación profesional, es esencial desarrollar una metodología que permita
entender la realidad natural y social. Esto ayuda a los individuos a comprender su papel en la
historia y en su profesión, facilitando la transmisión de conocimientos y la formación de valores.

Es imperativo que ningún profesional latinoamericano se mantenga indiferente ante la vida de sus
pueblos. Todos deben involucrarse en las cuestiones filosóficas que afectan a la realidad de
América Latina. La verdadera libertad viene del conocimiento, por lo que es crucial reflexionar
sobre las causas que afectan a cada pueblo en términos nacionales, étnicos, económicos,
ideológicos, etc. Es fundamental entender que cada nación es parte integral de América Latina.

Es fundamental que profesionales como enfermeros, administradores, diseñadores, economistas,


psicólogos, entre otros, no limiten su formación únicamente a la tecnocracia. Deben tener una
comprensión profunda de la realidad en la que trabajan y reflejarla de manera precisa en su labor.
La verdadera emancipación implica tener la capacidad de valorar, interpretar y criticar su propio
trabajo. El conocimiento adquirido debe traducirse en mejoras concretas para la vida humana.
Tanto las ciencias particulares como la filosofía deben tener como objetivo último el beneficio
humano.

En el contexto actual, mientras el siglo XX llega a su fin y da paso a uno nuevo, es crucial reconocer
la preocupación por el futuro, especialmente entre aquellos que tienen el privilegio de ser
profesionales en un mundo que enfrenta problemas de pobreza y analfabetismo generalizado. En
este momento, se debate ampliamente la importancia de educar a los universitarios de manera
integral, no solo proporcionando conocimientos intelectuales, sino también cultivando su
humanidad y sensibilidad hacia las necesidades de la sociedad.

Es imperioso que la formación profesional vaya más allá del enfoque tecnocrático y se centre en
una educación integral, humanística y sensible a los problemas del mundo. En la actualidad, la
filosofía se vuelve más urgente que nunca, ya que los cambios en nuestro planeta se reflejan
directamente en el debate de ideas. En este debate, no podemos ser simples espectadores;
debemos ser actores comprometidos y pensantes, preocupados por el futuro.

3.El saber filosófico.

Para comprender el saber filosófico, es crucial distinguirlo del saber no filosófico, también
conocido como saber común o vulgar. El saber filosófico se caracteriza por su enfoque crítico y
reflexivo sobre cuestiones fundamentales de la existencia, como el sentido de la vida, la naturaleza
del conocimiento, la moralidad y la realidad. Por otro lado, el saber no filosófico se refiere al
conocimiento práctico y empírico que se adquiere a través de la experiencia cotidiana o disciplinas
especializadas, como la historia, la psicología o la biología.

Además, es esencial diferenciar el conocimiento filosófico del conocimiento de las ciencias


particulares. Mientras que las ciencias particulares se centran en investigar fenómenos específicos
dentro de sus respectivos campos, utilizando métodos y técnicas específicas, la filosofía busca
comprender los principios fundamentales que subyacen a todas las áreas del conocimiento y de la
experiencia humana. Aunque la filosofía y las ciencias particulares pueden abordar preguntas
similares, como el origen del universo o la naturaleza de la mente, lo hacen desde perspectivas
diferentes y con objetivos distintos.

En resumen, el saber filosófico se distingue del saber no filosófico por su enfoque crítico y
reflexivo, y se diferencia del conocimiento de las ciencias particulares por su alcance más amplio y
su búsqueda de principios fundamentales.

El saber no científico, también conocido como saber ordinario, es aquel en el que las personas se
acostumbran a las cosas y fenómenos tal como se les presentan en su experiencia cotidiana. En
este tipo de conocimiento, las personas aceptan el mundo tal como es de manera implícita y solo
se preocupan por entender sus aspectos prácticos para adaptarse a él y ajustar su vida a la realidad
observable. Se trata de un “conocimiento de hecho” que puede llevar a una actitud pesimista o
conformista hacia lo que se estudia, ya que no se cuestiona más allá de lo evidente y se acepta sin
reflexión profunda.

Los primeros rudimentos filosóficos del ser humano primitivo se basan en el tipo de conocimiento
no científico. Estas concepciones pueden estar impregnadas de elementos mágicos, mitológicos o
fantasiosos. Este conocimiento se adquiere a través de la costumbre, las tradiciones populares y las
percepciones superficiales de los fenómenos. Se acepta lo que se ha transmitido sin cuestionar su
origen o contenido esencial.
Por otro lado, el conocimiento científico se caracteriza por su enfoque causal, es decir, busca
comprender los hechos y fenómenos a través de sus causas fundamentales. Este tipo de
conocimiento se basa en el método científico y se apoya en la observación, la experimentación y el
análisis racional para llegar a conclusiones fundamentadas en la evidencia. En resumen, mientras
el conocimiento no científico se basa en la percepción superficial y la tradición, el conocimiento
científico busca comprender los fenómenos a través de sus causas subyacentes.

La filosofía se caracteriza principalmente por ser un conocimiento por causas. No se limita a ser un
conjunto de hechos conocidos o a ofrecer explicaciones mágicas de los fenómenos del mundo real.
Más bien, es un sistema coherente de explicaciones que busca comprender los fenómenos a través
de sus causas fundamentales. Se trata de un conocimiento reflexivo que permite analizar y
comprender el mundo de manera profunda.

Aristóteles, por ejemplo, identificaba la ciencia y la filosofía como la “teoría de las causas y
principios”. Este tipo de saber no solo proporciona una comprensión más profunda de la realidad,
sino que también fomenta una actitud optimista al permitir que se confíe en la capacidad del ser
humano para cambiar lo negativo y transformar su entorno. La filosofía ayuda a las personas a
confiar en sus propias capacidades como agentes de cambio, capaces de crear nuevas ideas y
desechar lo obsoleto y perjudicial.

Hacer filosofía es, en esencia, reflexionar. Significa no conformarse con aceptar las cosas tal como
se presentan o como son repetidas por otros, sino buscar su razón de ser, su causa última, su
verdad y esencia. El filósofo se distingue por tomar distancia de los modos habituales de pensar
para desarrollar una reflexión propia, diferente de la proporcionada por la sociedad en la que ha
nacido.

La filosofía surge de la duda y la admiración. El filósofo se extraña al encontrar problemas en


fenómenos o hechos que para otros son aceptados como evidentes por sí mismos. Un filósofo
radical y crítico está siempre abierto a descubrir verdades en lugares inesperados y a detectar
falsedades e ideologías en lo que el resto del mundo, incluyendo a los “progresistas”, considera
obvio e indiscutible.

Filosofía y la ciencia.

El reconocimiento del papel fundamental de la reflexión filosófica de la antigüedad como punto de


partida para el desarrollo de los conocimientos científicos contemporáneos es destacado por John
Desmond Bernal en su libro. Aunque la filosofía y las ciencias específicas son distintas hoy en día,
se reconoce la influencia inicial de la filosofía en la formación de ideas que han llevado al avance
científico en áreas como la naturaleza y la sociedad.

En su libro, John Desmond Bernal destaca el papel crucial de la reflexión filosófica antigua como
punto de partida para el desarrollo de los conocimientos científicos actuales. Aunque la filosofía y
las ciencias específicas se distinguen en la actualidad, se reconoce la influencia inicial de la filosofía
en la formación de ideas que han impulsado el progreso científico en áreas como la naturaleza y la
sociedad.

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