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La orientación de tipo desarrollista o potenciadora

Los máximos exponentes de este modelo son Dewey y Piaget. Este modelo, “procura intervenir al
alumno en sus conceptos previos, influyéndolos y modificándolos a través de sus experiencia en la
escuela, mediante experiencias confrontadoras y prácticas contextualizadas. En este plano el
estudiante construye sus conocimientos, asimila e interioriza los conceptos y reorganiza sus
conceptos previos partiendo de las experiencias de éstos con la vida o con las ciencias”

La orientación curativa o remedial

Se basa en el enfoque médico-clínico (el diagnóstico y el pronóstico son competencia del


orientador que los formula a partir de los datos de su experiencia, habilidad o intuición). Pretende
la solución de problemas o dificultades a través de la intervención individualizada. Lo ideal es
encontrar la causa del problema. Tiene carácter remedial, aunque también en ocasiones es
preventivo.

La orientación como asesoramiento y consulta

Se suele señalar a Patouillet (1957) como precursor de la consulta en el ámbito educativo, al


señalar que debía haber un profesional (el orientador) que se ocupara de promover el desarrollo
personal y académico de cada alumno de modo colaborativo entre todos los agentes educativos.

La consulta se refiere a “una relación voluntaria entre un profesional de la ayuda (orientador,


psicopedagogo, psicólogo, pedagogo, etc.) y otro profesional (profesor, tutor), para abordar
conjuntamente una mejora educativa” (Álvarez & Bisquerra, 2012, p. 90). Por tanto, la relación
que se produce es triádica; es decir, se establece una relación entre el consultor (orientador,
especialista) y el consultante (profesor, tutor, director); y entre este y una tercera persona
(alumno, servicio o empresa). Así, el profesor interviene directamente con el alumno y el
orientador de una manera indirecta.

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