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Organízate, planifica con anticipación y elabora un calendario. Estudia en un espacio tranquilo y sin distracciones, y toma descansos regularmente. Duerme lo suficiente, reduce la cafeína y el azúcar, y practica ejercicios de relajación. Habla con otros sobre lo que sientes y realiza ejercicio físico con frecuencia.
Organízate, planifica con anticipación y elabora un calendario. Estudia en un espacio tranquilo y sin distracciones, y toma descansos regularmente. Duerme lo suficiente, reduce la cafeína y el azúcar, y practica ejercicios de relajación. Habla con otros sobre lo que sientes y realiza ejercicio físico con frecuencia.
Organízate, planifica con anticipación y elabora un calendario. Estudia en un espacio tranquilo y sin distracciones, y toma descansos regularmente. Duerme lo suficiente, reduce la cafeína y el azúcar, y practica ejercicios de relajación. Habla con otros sobre lo que sientes y realiza ejercicio físico con frecuencia.
¡Organízate! Planifica con anticipación. Elabora un calendario con los días de
examen de cada materia y las horas que se va a dedicar a cada una, teniendo en cuenta la preparación y revisión del material de estudio, esquemas, repasos, etc. Ayúdate con una agenda y recordatorios. Es importante como estudies y donde. Ten en cuenta que técnicas de estudio utilizas y organiza un ambiente adecuado para estudiar. Evita las distracciones y estudiar en la cama. Lo ideal es que escojas un espacio que te mantenga concentrado, que sea tranquilo y luminoso. Si no cuentas con estos espacios puedes visitar la biblioteca de tu universidad! No olvides tomarte descansos para no agobiarte y saturarte. Respetá tus horas de sueño, es importante que descanses lo suficiente para llevar adelante tu día, así que cuida de tu sueño! Recuerda que el sueño aumenta la ansiedad, así que evita desvelarte el día del examen! Reducí el consumo de cafeína, azúcar y estimulantes similares. La cafeína produce ansiedad, pero eso no significa que tengas que dejar de beber café por completo para prevenirla. Si beber café forma parte de tu rutina diaria o de tus hábitos alimentarios, trata de reducir su consumo y de beber una o dos tazas de café normal y cambia a café descafeinado para el resto. Hidratarte con agua y jugos naturales, te aportará la energía necesaria que necesitas en tu día a día. Practica ejercicios de relajación, como respiraciones profundas o yoga, esto te ayudará a reducir los niveles de ansiedad. Por ejemplo la respiración desde tu abdomen Hablá de lo que te está pasando con otras personas, no dudes en pedir ayuda si es necesario. Realiza ejercicio físico con frecuencia, mejor si es con amigos/as, será una buena forma de descargar energía y fortalecer tus lazos sociales, además de relajar las tensiones Conectate con la naturaleza. Como una forma de dispersión, podes salir a caminar a un parque o una plaza, tener una pequeña huerta o simplemente cuidar algunas plantas. Estas actividades ayudan a reducir la ansiedad y despejan la mente cuando está abrumada.
¿Qué es la salud social?
El concepto de salud social puede no resultarnos tan común como el de la salud física o incluso la salud emocional, pero es tan importante como cualquiera de estos. Se entiende por salud social al conjunto de factores y condiciones de tipo económico y social que influyen en el estado de salud de los individuos, en el largo plazo. Se trata de factores de tipo comunitario (en lugar de individuales, como podrían ser la herencia genética o el estilo de vida personal) que también inciden de manera vital en la expectativa de vida o la vulnerabilidad de los individuos frente a las enfermedades. Por este motivo, la OMS estudia este tipo de factores mediante la Comisión sobre Determinantes Sociales de Salud.
Nuestra salud social está determinada por el tipo de vínculos
sociales que podemos establecer en nuestra comunidad, en la influencia positiva o negativa que ejercen, y en las condiciones de armonía o de estrés en que nuestra vida social se desarrolla. En ello intervienen factores tales como:
Exclusión y marginación social.
Condiciones de empleo. Programas de salud pública y acceso a servicios educativos. Equidad de género y discriminaciones culturales. Condiciones de vida urbana. Naturaleza de los vínculos afectivos y vida emotiva.
Es sabido que en entornos sociales tóxicos, depauperados, aislados y de
empobrecimiento constante, los vínculos sociales tienden a deteriorarse y a convertirse en fuentes de sufrimiento, teniendo a la larga consecuencias negativas para la salud física y mental.
Esto no tiene que ver con las dinámicas de superación personal o la
autoayuda, sino con el grado de salubridad del entorno social en el que los individuos se desarrollan.
Por eso los individuos socialmente aislados, enemistados con
la comunidad o marginados por ésta, tienen grandes dificultades para el ascenso social y económico, aun siendo miembros productivos de la sociedad. Por el contrario, quienes gozan de una mejor salud social tienen más posibilidades de desarrollo incluso si hallan en el mismo peldaño económico.
Las principales contribuyentes de la salud social en una nación suelen ser
las políticas públicas de salud, así como las iniciativas de combate contra la pobreza, la desigualdad y la segregación en sus diversas facetas posibles.