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Te escribo para despedirme.

Sí, me cuesta escribir esto, y no sé si seré capaz de terminar

esta carta. Pero hay que intentarlo…

Quiero despedirme y alejarme de ti. Aunque me da mucha pena dejarte, porque me

acompañaste durante mucho tiempo y cuando estaba más frágil. Sé que es lo mejor para

las dos.

Para ti. Porque elegiste a la persona equivocada. No soy capaz de seguir tu ritmo ni de

seguir haciéndole caso a tu voz. Y para mí, porque me quitaste todo. Aparte de quitarme

kilos, me quitaste las ganas de vivir, me quitaste amigos, y le hiciste daño a lo que más

amo: a mi familia y seres queridos.

Hiciste que el espejo y la pesa se volvieran mis peores enemigos. Hiciste que me

obsesionara por mi físico, al punto de vomitar para sentirme mejor conmigo misma.

Hiciste que mis días se basaran básicamente en los pensamientos que metías en mi

cabeza (¿qué como?, ¿cuándo como?, ¿cómo restrinjo?, ¿cómo hago que mis piernas no

se junten? etc.).

Hiciste que hiciera caso a todos los comentarios hacia mi físico, desde «estás muy

flaca» hasta «tu cara es muy redonda». Y lo peor es que me hiciste creer que las

personas valían por su físico, haciéndome juzgar a tantas y a ponerles etiquetas por el

simple hecho de como se veían…

Hiciste sentir a mi mamá culpable de todas mis acciones. Me hiciste odiarla por querer

ayudarme. Pero sé que ella me ama, y muchas veces me hiciste dudar de eso también.

Hoy en día todavía me cuesta mucho diferenciar tu voz como la de alguien o algo

externo a mí, porque para mí tu eres parte de mi vida. Tus pensamientos se volvieron

míos, y tus acciones también.

Te pido por favor que te vayas de mi vida. Por favor, déjame tranquila y no vuelvas a aparecer nunca mas,
porque no te necesito.
Hoy en dia tengo miedo; sí, tengo mucho miedo. Miedo porque no sé cómo va a ser mi

vida sin ti. Probablemente algunas veces seré yo la que te busque pero por favor, no te

aproveches.

Tengo miedo, pero sé que soy capaz de seguir este camino sin ti, de vivir la vida como

me la merezco. Esta es una nueva oportunidad para comenzar desde cero, porque estoy

viva.

De todas formas, gracias, porque gracias a ti pude conocer a personas increíbles, a

personas que sé que estarán para mí en las buenas y en las malas. Gracias, porque soy

consciente del privilegio que tuve de recibir el mejor de los tratamientos, y el apoyo de

las mejores personas. Gracias, porque después de mucho esfuerzo junto a especialistas,

familia y amigos, aprendí que está bien si no tengo hambre, pero que si la tengo no pasa

nada, porque comer me mantiene viva.

Aprendí que la pesa no es tan terrible, y que mi miedo a los carbohidratos era irracional.

Aprendí que hacer deporte no es sinónimo de quemar kcal, sino que puede ser sinónimo

de salud mental. Aprendí a controlar los atracones, cosa que en cuarentena ha sido bien

dificil. Y hasta aprendí a organizarme mejor con los estudios.

No te voy a decir que no tengo pensamientos malos, como de querer volver a lo que era antes aunque me
cueste la vida. Pero nadie dijo que iba a ser fácil… dijeron que iba a valer la pena.

A todas estas personas: les debo todo. Por hacerme confiar de nuevo en mí misma en

lugar de sentirme insegura o culpable por comer o por cómo es mi cuerpo. Por hacerme

ver que soy mucho más que un número y una talla, y que tengo que aprender a

valorarme. A saber diferenciar las cosas que son realmente importantes, de las que no

son tan terribles como parecen.

Me enseñaron a no sobre-exigirme. Me enseñaron que mi pasado no define mi presente.

Que que hayan pasado ciertas cosas no significa que sean culpa mía. Que soy una

persona frágil, pero que eso me hace todavía mas fuerte. Que aunque a veces sienta que
el mundo se me viene abajo, puedo salir de ese hoyo negro y ver el lado positivo de las

cosas, y con eso crecer como persona.

Gracias por su preocupación infinita hacia mí. Y perdón, perdón por a veces ser tan

terca y no querer mejorar. Perdón por tantos llantos y malos ratos, y perdón, sobre todo,

por involucrarlos en problemas que no les correspondían.

Por esto y mucho más: gracias. Y gracias de todo corazón por hacerme salir de esto. Me

imagino que el camino que viene no va a ser fácil, pero gracias a todas estas personas

que mencioné tengo las herramientas para afrontar lo que sea que venga por delante.

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