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Respuestas y adaptaciones hematológicas al ejercicio

Introducción
La sangre es un tejido conectivo especializado que viaja a través del sistema circulatorio
transportando gases, nutrientes, productos de desecho metabólico y otras macromoléculas por
todo el cuerpo. Además, la sangre también actúa como amortiguador (sistemas tampón o buffer)
para mantener la homeostasis y también participa en la regulación de la temperatura corporal.

Como todos los tejidos conectivos, la sangre está formada por dos componentes principales: las
células y el componente extracelular (el plasma). El plasma es una solución acuosa, formada
principalmente por agua y algunos solutos importantes tales como el oxígeno, dióxido de carbono,
hormonas, nutrientes, proteínas plasmáticas, electrolitos como el sodio (Na+) y el calcio (Ca2+), así
como algunos componentes humorales del sistema inmunitario. Por el otro lado, las células
pueden clasificarse como eritrocitos (glóbulos rojos) o leucocitos (glóbulos blancos). Un tercer
constituyente celular más pequeño son las plaquetas (trombocitos). Las células de la sangre
conforman aproximadamente el 45% de todo el volumen sanguíneo, del cual solo el 1% es
representado por los leucocitos y las plaquetas.

Eritrocitos

Los eritrocitos, o glóbulos rojos, son las células sanguíneas responsables por el transporte de
oxígeno y dióxido de carbono por todo el cuerpo mediante la hemoglobina.

La hemoglobina es una proteína globular dentro de los eritrocitos capaz de unirse y transportar
varios gases, entre ellos el óxido nitroso (NO), pero su función principal es transportar el oxígeno y
el dióxido de carbono. La sangre lleva el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos periféricos, y
el dióxido de carbono desde los tejidos periféricos hasta los pulmones para facilitar el intercambio
gaseoso en los alvéolos.

Leucocitos

Los leucocitos, también llamados glóbulos blancos, se asocian con el sistema inmunitario. Los
leucocitos se pueden clasificar de dos maneras: granulocitos y agranulocitos. Los granulocitos,
como su nombre lo indica, son glóbulos blancos que tienen gránulos específicos en su interior (en
el citoplasma). Los agranulocitos no tienen estos gránulos. Usando métodos especiales de tinción
histológica (tinción de Wright), podemos ver los leucocitos en el microscopio. Esta tinción incluye
el azul de metileno (entre otros) para teñir los gránulos en el citoplasma de los leucocitos y de esta
forma poderlos diferenciar.

Los leucocitos también se pueden clasificar de acuerdo con la forma de sus núcleos, además de
por sus gránulos específicos. Los granulocitos tienen núcleos con varios lóbulos, así que se les
llama leucocitos polimorfonucleares. Los agranulocitos tienen un solo núcleo, por lo que son
llamados leucocitos mononucleares.

Los granulocitos son los neutrófilos (células polimorfonucleares), eosinófilos y basófilos. Los
agranulocitos son los monocitos y los linfocitos. En un hemograma normal, el recuento relativo de
los leucocitos es aproximadamente: 60-70% de neutrófilos, 20-25% de linfocitos, 3-8% de
monocitos, 2-4% de eosinófilos y menos de 1% de basófilos.

Granulocitos

Neutrófilos

Los neutrófilos representan más de la mitad del volumen de los leucocitos. Su citoplasma se tiñe
de color claro y contiene múltiples gránulos pequeños que se tiñen de morado. Tienen un
diámetro entre 12 y 15 micras, y unos núcleos multilobulados que se tiñen de color más oscuro.
Hay tres tipos de gránulos en su citoplasma: los específicos o secundarios, los azurófilos y los
terciarios.

Los gránulos específicos son los más pequeños y abundantes, y contienen varias enzimas como
fosfolipasas y colagenasas tipo IV. Los gránulos azurófilos son los lisosomas de los neutrófilos. Hay
dos tipos de gránulos terciarios: los que contienen fosfatasas y los que contienen
metaloproteinasas. Los neutrófilos son fagocitos activos encargados de envolver bacterias. Pueden
considerarse como la primera línea de defensa en nuestro sistema inmunitario inespecífico
(innato), ya que son los primeros leucocitos en activarse en respuesta a un patógeno.

Eosinófilos

Los eosinófilos contienen muchos gránulos brillantes en su citoplasma, lo que les da su color rosa
característico cuando los vemos bajo el microscopio con la tinción de Wright. Su núcleo bilobulado
se tiñe más claro al compararlos con los gránulos. Los eosinófilos tienen un diámetro alrededor de
12 a 15 micras y liberan histamina durante las reacciones alérgicas y las infecciones por parásitos,
por ejemplo por helmintos o protozoos.

Basófilos

Los basófilos son los leucocitos menos abundantes de la sangre. Sin embargo, son los de mayor
tamaño. Su citoplasma contiene muchos gránulos azules que ocultan ligeramente los núcleos
bilobulados más claros. Los basófilos también se asocian con las respuestas alérgicas: liberan
histamina y agentes vasoactivos para dilatar los vasos sanguíneos, y de esta manera intensificar la
reacción alérgica.

Agranulocitos

Monocitos

Los monocitos son los leucocitos más grandes que circulan por la sangre, con un diámetro entre 12
y 20 micras. Son agranulocitos con un citoplasma de aspecto claro y espumoso. Los monocitos
pueden identificarse fácilmente por su tamaño y por su gran núcleo con forma de riñón o
herradura.

Cuando los monocitos pasan de la sangre a los tejidos periféricos, se diferencian en macrófagos
fagocíticos. La fagocitosis es un proceso en el cual una célula envuelve y digiere una
macromolécula o un microorganismo. Los macrófagos se diferencian aún más una vez que llegan a
sus destinos tisulares, por ejemplo, los macrófagos del hígado se llaman macrófagos sinusoidales
estrellados o células de Kupffer, mientras que aquellos de los pulmones se llaman macrófagos
alveolares. La pulpa roja del bazo contiene los macrófagos esplénicos. Los macrófagos peritoneales
se pueden encontrar flotando libremente en el líquido peritoneal. Las células de la microglía son
macrófagos especializados en el sistema nervioso.

Linfocitos

Los grandes núcleos redondos de los linfocitos ocupan la mayoría del volumen celular y se tiñen de
un color azul muy oscuro. El citoplasma aparece como un delgado anillo que rodea al núcleo y tiñe
más claro, ya que no contiene gránulos.

Los linfocitos son las principales células funcionales del sistema inmunitario. Se pueden clasificar
con base en su función y origen. Por ejemplo, las células asesinas naturales (NK o natural killer)
destruyen células cancerígenas o infectadas por virus; los linfocitos B están involucrados en la
producción de anticuerpos; y los linfocitos T en la inmunidad celular (mediada por células). La
inmunohistoquímica es necesaria para identificar tipos específicos de linfocitos bajo el
microscopio.

Plaquetas (trombocitos)

Las plaquetas, también llamadas trombocitos, son elementos pequeños que se encuentran en la
sangre. Ya que no contienen núcleo ni orgánulos (también conocidos como organelos), no se
consideran realmente células, sino que son fragmentos celulares derivados de los megacariocitos
(células poliploides que se encuentran en la médula ósea).

Tienen un diámetro de entre 2 a 4 micras, lo que las hace las estructuras celulares más pequeñas
de la sangre. Funcionalmente, las plaquetas son esenciales en la formación de coágulos como
respuesta a lesiones (brechas o roturas) en los vasos sanguíneos.

El volumen corpuscular medio o volumen celular medio es un parámetro usado en el estudio de la


sangre. Se refiere a la media del volumen individual de los eritrocitos.

Un concentrado de hematíes es la cantidad de glóbulos rojos que se obtiene una vez separados el
resto de componentes sanguíneos.

El hematocrito es el valor que se define por la cantidad del volumen de la sangre ocupado por los
glóbulos rojos, respecto al ocupado por la sangre total

La hemoglobina es una proteína de los glóbulos rojos que lleva oxígeno de los pulmones al resto
del cuerpo.

La hemoglobina corpuscular media o hemoglobina celular media es una medida de la masa de la


hemoglobina contenida en un glóbulo rojo.

La concentración media de hemoglobina corpuscular es una medida de la concentración de


hemoglobina en un volumen dado de concentrado de glóbulos rojos. Se calcula dividiendo la
hemoglobina por el hematocrito
1) concentración de hematíes,

2) hematocrito (Hto): porcentaje de células en un volumen sanguíneo

3) hemoglobina (Hb): molécula del eritrocito encargada del transporte de formas respiratorias,

4) Volumen corpuscular medio (VCM): tamaño de los hematíes

5) hemoglobina corpuscular media (HCM): masa de hemoglobina por eritrocito

6) concentración de hemoglobina corpuscular media (CHCM): concentración de hemoglobina por


célula

7) amplitud de distribución eritrocitaria (ADE): indicador de la variación de volumen de los


eritrocitos.

Serie roja
La mayoría de los cambios hematológicos correspondientes a la serie roja, se han descrito en
relación a ejercicios de larga duración, aunque también hay estudios que demuestran
modificaciones durante actividades de corta duración y elevada intensidad.

Modificaciones en el volumen sanguíneo

El volumen sanguíneo representa la suma del volumen eritrocitario y volumen plasmático: ambos
pueden cambiar de forma independiente y alterar el volumen de la sangre. El ejercicio físico, la
temperatura ambiente, los traumatismos o las enfermedades son factores que pueden influir en
cada uno de los volúmenes vasculares anteriormente mencionados. La expansión del volumen
eritrocitario ocurre de forma lenta conforme transcurren las semanas o meses de entrenamiento,
mientras que la expansión del volumen plasmático puede acontecer en horas o solo días de
entrenamiento. La eritropoyetina EPO, es el principal factor que regula la producción de hematíes,
esta se estimula principalmente cuando se reduce la oxigenación de las zonas renal y hepática,
aunque la presión central venosa, la hormona del crecimiento y la nutrición también contribuyen.
Por otro lado, el volumen plasmático es regulado por el volumen extracelular además de los
cambios en el total de proteínas circulantes y la resistencia pre y postcapilar.

Una serie de estudios transversales revelan que el volumen sanguíneo es mayor en sujetos
entrenados con respecto a sujetos no entrenados. Podemos decir que el volumen sanguíneo
cambia con el entrenamiento, primero como consecuencia de un aumento en el volumen
plasmatico y luego por un incremento del volumen eritrocitario. El porcentaje de incremento y
respuesta del volumen sanguíneo es independiente a la edad y sexo.

Efectos sobre el rendimiento

La adaptación del volumen sanguíneo representa solo uno de los mecanismos que puede influir en
el incremento de VO2max. Estos resultados de incremento se pueden encontrar relacionado con
la duración del entrenamiento, tal como se observa en la siguiente grafica. En 11 días el volumen
plasmático incremento un 11%, sin cambio en vol eritrocitario y solo un 6% de aumento en
VO2max. Ya a los 21 dias, se encuentra un aumento de 10% de vol plasmático, 9% de vol
eritrocitario y 16% del VO2max.
Warburton y cols en 2004 realizaron un trabajo de análisis de 12 semanas de entrenamiento
aeróbico interválico encontrando aumento en el volumen sanguíneo justificando el 47% de las
mejoras de VO2max.

Influencia del calor y la termorregulación

La exposición al calor, la sudoración y entre potras respuestas de termorregulación pueden


generar un cambio en el volumen sanguíneo. En meses de calor aumenta entre un 5 % y en
condiciones de frio disminuye en un 3%. La expansión del volumen plasmático proporciona un
claro beneficio termorregulador porque ayuda a reducir el trabajo cardiovascular que provoca el
ejercicio en condiciones de calor. La aclimatación al calor no altera el volumen eritrocitario: sin
embargo, la expansión del volumen eritrocitario mejora la termorregulación y el rendimiento
durante el ejercicio realizado a elevadas temperaturas.

Influencia de la hipohidratación

La perdida de agua corporal influye en la disminución del volumen plasmático y el incremento de


la presión osmótica del plasma. Disminuye de manera lineal a la hipo hidratación.

Influencia de la altitud

A mayor altitud mayor volumen sanguíneo, justificado por un mayor volumen eritrocitario. En las
primeras semanas en alturas superiores a 2000 m, el primer ajuste que se realiza es la perdida de
volumen plasmático lo que provoca una hemoconcentración, este aumento de hemoglobina
conlleva un incremento de los transportadores de oxígeno, mejorando la tolerancia al ejercicio y a
largo plazo podría conducir a una expansión del volumen eritrocitario.

Mecanismos relacionados con las respuestas y adaptaciones en el volumen plasmático

El ejercicio de larga duración y el entrenamiento diario originan como adaptación una expansión
fisiológica del volumen sanguíneo, principalmente el plasmático un 25%. Es una adaptación precoz
que ocurre a los pocos días de iniciar el entrenamiento regular. El incremento de vol plasmático
disminuye la viscosidad de la sangre y mejora la hemodinámica cardiovascular, además de facilitar
la oxigenación periférica muscular. Inmediatamente después del ejercicio prolongado y como
respuesta aguda al mismo, todos los sujetos experimentan una disminución del volumen
plasmático con el pasar de los días, lo que genera hemoconcentración de la sangre incrementando
sustancialmente la concentración de glóbulos rojos en un 20-25%. La reducción del plasma es
entre 10-20% siendo proporcional al esfuerzo realizado. La perdida de volumen de plasma
probablemente dificultaría el rendimiento. El menor volumen de plasma también produce una
mayor viscosidad en la sangre, que puede impedir el flujo de esta limitando el transporte de
oxígeno, especialmente si el hematocrito supera 60%.

Mecanismos relacionados con las respuestas y adaptaciones en el número de hematíes

El numero fisiológico de hematíes es distinto en función de la edad y el genero (4.5-5.5 millones


por mm3 de sangre en varones y poco menos en mujeres), pudiendo variar significativamente en
distintas circunstancias, zona de extracción de la sangre, ejercicio físico, factores emocionales
como ansiedad o excitación, sueño, hemorragias y patologías.

Los cambios en el recuento eritrocitario en relación al ejercicio van a depender de la intensidad


duración y tipo de actividad desarrollada

El entrenamiento ocasiona como adaptación una disminución del número de hematíes como
consecuencia de la expansión del volumen plasmático, lo que origina la llamada pseudo anemia
del ejercicio”, se disminuye un 12-30 % de hematíes durante ejercicio intenso y prolongado, estos
descensos pueden ser transitorios, y esta disminución se debe a la hemolisis posterior a los
microtraumatismos que suceden al ser comprimidos los capilares por contracciones musculares
intensas y el aumento de la velocidad del flujo sanguíneo.

La hemolisis contribuye en la disminución de hemoglobina (Hb) y hematocrito (Htc), aunque el


número de glóbulos rojos aumenta inmediatamente después de realizar el ejercicio intenso,
debido a la disminución progresiva del volumen plasmático. Normalmente 24-48 los valores se
normalizan.

Rango normal de

Hb

Hombres: 16 g/dl Mujeres: 14 g/dl

Htc

Hombres: 45% +/-1.5% Mujeres: 40% +/- 1.5%

El nivel de htc es menor cuando el ejercicio intenso se realiza en verano, teniendo un descenso del
2% en ambientes calurosos. En conclusión, los valores de htc son dependientes esencialmente de
la duración, intensidad, y tipo de ejercicio, así como las condiciones climáticas y tasa de
sudoración. Hay que tener en cuenta que las variaciones del htc se relacionan directamente con
las variaciones de la viscosidad de la sangre.

La hemoglobina es similar al hematocrito, es decir, inmediatamente después de la realización de


un ejercicio aumenta, pero desciende inmediatamente después del esfuerzo.

Serie blanca
El sistema inmunológico es una red compleja de moléculas, células, tejidos, órganos y las
sustancias que estos producen, y que ayudan al cuerpo a combatir infecciones y otras
enfermedades.

Componentes del sistema inmune

Linfocitos T

Los linfocitos o células-T son linfocitos producidos en la médula ósea y que luego maduran en el
timo, cuyas funciones son parte importante del sistema inmunitario adaptativo. La célula
inmadura se denomina timocito, el cual durante el proceso de maduración en el timo se diferencia
en linfocito T cooperador (CD4+) o bien en linfocito T citotóxico (CD8+).
Los linfocitos T citotóxicos o linfocitos CD8+ reconocen células infectadas o transformadas y las
destruyen mediante perforinas y granzimas que provocan su apoptosis.

Los Linfocitos T cooperadores o linfocitos CD4+ se encargan de iniciar la cascada de la respuesta


inmune coordinada mediante la interacción con un complejo «péptido-CMH-II». Cuando se
activan, los linfocitos CD4+ se especializan, diferenciándose a su vez en linfocitos efectores

Linfocitos B

Los linfocitos B son células especializadas del sistema inmune que juegan un papel importante en
la respuesta humoral, el principal mecanismo de defensa contra patógenos que se replican fuera
de la célula del huésped (patógenos extracelulares).

Su principal función es el reconocimiento de moléculas extrañas al organismo, llamadas antígenos,


y la producción de anticuerpos específicos para neutralizarlas.

Una vez que tiene lugar la interacción con el antígeno especifico, estos se activan y se diferencian
en dos tipos de células. Por una parte, se pueden formar células de memoria que permitirán que la
próxima vez que el mismo patógeno entre en el cuerpo, se pueda poner en marcha una respuesta
inmune específica de forma más rápida y eficaz. Por otra parte, el linfocito B se puede transformar
en plasmocito, una célula especializada en la fabricación y secreción de anticuerpos circulantes.

Es importante mencionar que, en ciertos casos, es necesaria la participación de los linfocitos T


para que las células B se activen y transformen

Células NK

Las células Natural Killer (también llamadas “asesinas naturales” en español, y abreviadas como
NK) representan junto con los linfocitos B y T un tercer tipo de población de linfocitos. A diferencia
de los otros dos se consideran como parte del sistema inmune innato, ya que ejercen sus
funciones de una manera inmediata y natural, sin necesidad de un proceso de aprendizaje previo.

Estas células provienen de la médula ósea y se encuentran en la sangre y tejidos linfáticos,


especialmente el bazo. Se caracterizan morfológicamente por ser mayoritariamente linfocitos
grandes con gránulos citoplasmáticos.

Las principales funciones de las células Natural Killer son:

 La identificación y destrucción de células anormales (función citotóxica)


 Producción de citoquinas (función secretora)

Citocinas

Son mediadores en la comunicación entre leucocitos, participan en la regulación de la inflamación


y de las respuestas inmunes. En ellas se incluye a las interleucinas (IL), linfocinas, interferones,
monocinas y quimiocinas. Ejercen su función actuando sobre receptores específicos de membrana
y contribuyen a la activación y diferenciación de leucocitos en células efectoras, regulando
también la apoptosis.

Moléculas de histocompatibilidad (MHC)


Su función es la presentación de antígeno a los linfocitos T. Pueden ser de dos tipos:

-Los de tipo 1 se expresan en todas las células nucleadas del organismo y presentan péptidos
cortos de origen intercelular a los, linfocitos cd8

-Los de tipo 2 son expresadas por células presentadoras de antígenos profesionales que incluyen a
monocitos, macrófagos, células dendríticas y linfocitos B.

Anticuerpos

Son los receptores de los linfocitos B para el antígeno y participan en la respuesta efectora. (IgM,
IgA, IgE, IgG)

Tipos de inmunidad

Inmunidad innata

La respuesta inmunitaria innata es la que poseemos desde que nacemos. Viene genéticamente
implantada en nuestro cuerpo y nos protege de una manera general e inespecífica contra
cualquier antígeno que entre en contacto con nosotros.

Consta de varias líneas defensivas o barreras. Unas son puramente físicas y otras son de índole
química o molecular (humoral). Constituyen diferentes fases de la respuesta inmune.

Inmunidad adquirida

La respuesta inmunitaria adquirida actúa ante las sustancias o componentes producidos


específicamente y, en un momento concreto, contra un antígeno nuevo.

Hablamos de sustancias que son creadas a través de una serie de componentes determinados
genéticamente. Estos son los linfocitos B, los linfocitos T y los diferentes tipos de macrófagos, que
están presentes en diversas partes y órganos de nuestro cuerpo.

Como el número de antígenos con los que puede interactuar la especie humana a lo largo de la
historia es virtualmente inacabable, la capacidad de la respuesta inmunitaria es también infinita.
Esta es una de las características más importantes de nuestra inmunidad adquirida.

Se distinguen cuatro fases en la inmunidad adquirida: encuentro, activación, ataque y memoria. En


esta respuesta, los linfocitos T activados se especializan y proliferan para convertirse en células
auxiliares (TH) o citotóxicas (TC).

Respuestas y adaptaciones del sistema inmunitario al ejercicio físico

El ejercicio intenso, en especial el que requiere mayor proporción de contracciones excéntricas,


induce respuestas inflamatorias transitorias en los músculos ejercitados mas intensamente. Esta
inflamación corresponde a microtraumatismos musculares y participa en los procesos de
reparación, hipertrofia y angiogénesis muscular secundarios al ejercicio. La repetición de
reacciones inflamatorias intensas, provocadas por cargas diarias excesivas de entrenamiento,
puede provocar afectación inflamatoria local de carácter crónico o recurrente, que provoca dolor
muscular y disminución del rendimiento físico. Puesto que la intensidad de la respuesta
inflamatoria local es proporcional al daño muscular provocado por el ejercicio.
Respuestas del ejercicio sobre las células y las moléculas del sistema inmune

Se ha observado que la actividad física altera tanto el numero como las capacidades funcionales de
los numerosos tipos de células inmunes provocando alteraciones en los niveles locales y sistémicos
de diversos mediadores moleculares del sistema inmune. Esta respuesta absoluta o relativa del
numero de diferentes poblaciones celulares puede cambiar con rapidez en respuesta al estrés
(físico y psicológico) asociado a cambios hormonales. Las concentraciones de adrenalina y cortisol
aumentan en relación a la capacidad individual y en función de la intensidad del ejercicio,
originando variaciones leucocitarias y linfocitarias.

La leucocitosis (es el aumento en el número de células de glóbulos blancos de la sangre) en


ejercicios de corta duración seria causado por el aumento de la concentración de adrenalina: sin
embargo, en ejercicios mantenidos durante mas de una hora, el cortisol actuaria de manera
sinérgica. Al final de los ejercicios de larga duración, la disminución de cifras seria causada por el
descenso de la concentración de adrenalina, a pesar de que se mantenga elevada la de cortisol,
hecho que provoca el mantenimiento y descenso más lento de las cifras de leucocitos tras la
finalización del ejercicio.

La leucocitosis provocada es transitoria, y su magnitud esta directamente relacionada con la


intensidad del ejercicio, pues es mas pronunciada en respuesta a ejercicios máximos, e
inversamente con el nivel de forma física, ya que es mas acusada en sujetos sin entrenar que en
sujetos entrenados. La tasa de leucocitos aumenta hasta cuatro veces y puede mantenerse hasta
24 horas después del ejercicio.

El incremento de leucocitos circulantes afecta notablemente a los neutrófilos como monocitos,


linfocitos B, y células NK. El ejercicio prolongado aumenta el recuento de neutrófilos, pero provoca
una reducción de linfocitos.

El ejercicio provoca alteraciones en el trafico de los leucocitos de unos compartimentos corporales


a otros. Por otro lado, el ejercicio estimula la liberación de leucocitos inmaduros de la medula
ósea.

El ejercicio de corta duración aumenta las cifras de linfocitos, incremento que es


proporcionalmente menor al observado en las cifras de otros tipos de leucocitos, como los
neutrófilos. Además, los niveles de normales de linfocitos se recuperan más rápido que los de los
neutrófilos. Aunque la magnitud de linfocitosis es proporcional a la intensidad del ejercicio, la
duración de este se relaciona inversamente con el numero de linfocitos, de tal forma que el
ejercicio de larga duración provoca una disminución

El recuento de linfocitos T aumenta hasta un 150% tras ejercicios breves de máxima intensidad,
incremento que es mayor en CD8 que en CD4.

En cuanto a las células NK, aumenta hasta un 300% en ejercicios mantenidos, seguido de una
disminución de la misma tras el cese del ejercicio.

En cuanto a monocitos, su número aumenta rápidamente en respuesta a ejercicios de corta y o


larga duración. La actividad fagocítica de macrófagos y neutrófilos aumenta inmediatamente tras
la realización del ejercicio. Estas respuestas son menos marcadas en atletas de elite que en
personas no entrenadas.

La capacidad oxidativa de los neutrófilos aumenta en respuesta al ejercicio, siendo la magnitud del
incremento mayor en individuos sin entrena. Esta supresión crónica de la actividad oxidativa
puede ser adaptación para reducir la respuesta inflamatoria al daño tisular de baja intensidad,
como el producido por el ejercicio en tejido muscular, es decir, un mecanismo de defensa natural.

Efectos del ejercicio sobre componentes moleculares de sistema inmunológico

Citocinas

El ejercicio, cuando induce daño muscular, ya sea por microtraumas adaptativos, isquemia/hipoxia
local, contusiones o torsiones, o bien por el tipo de ejercicio desarrollado, se asocia a niveles de
citocinas pro y antiinflamatorias. Se ha observado aumento de la concentración de IL-6, TNF-a y de
IL-1. Las citocinas antiinflamatorias están implicadas en la limitación espacial y la terminación
temporal de la respuesta inflamatoria. Las citocinas antiinflamatorias se elevan en numero con
más demora en comparación a las proinflamatorias.

El TNF a mayores concentraciones actúa estimulando la producción de reactantes de fase aguda


por el hígado (luego de un daño o trauma importante, apunta a cubrir las necesidades de los
procesos inmune, de coagulación y de reparación de heridas) y de IL-1 e IL-6 en células del
endotelio vascular, induce el sistema de coagulación e induce fiebre; suprime la proliferación de
las células progenitoras hematopoyéticas de la medula ósea.

La IL-1 en grandes concentraciones ejerce algunos efectos que produce el TNF a como síntesis de
proteínas de fase aguda.

La IL-6 en concentraciones mayores estimula y promueve la liberación de ACTH y cortisol

El ejercicio tiene poco efecto sobre las concentraciones de los distintos anticuerpos, tanto en
reposo como durante el ejercicio las concentraciones de inmunoglobulinas no cambian.

Efectos hormonales en el sistema inmunológico inducidos por el ejercicio

Como se ha indicado anteriormente, el efecto del entrenamiento sobre la inmunidad requiere


tener en cuenta el tipo de ejercicio, el volumen, la intensidad y el nivel de forma física de los
sujetos.

Las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y la hormona del crecimiento GH pueden mediar


los efectos inmediatos de ejercicio sobre las poblaciones linfocitarias y de neutrófilos
respectivamente, mientras que el cortisol juega un papel importante en el mantenimiento del
aumento de neutrófilos y linfocitos tras el ejercicio intenso y prolongado. El cortisol induce tanto
la migración de células desde la medula ósea hacia los órganos linfoides y los tejidos inflamados.

Los ejercicios anaeróbicos producen incrementos de GH mayores a los aeróbicos de intensidad


moderada.
Tanto ejercicios cortos y muy intensos, como los ejercicios prolongados provocan aumento en las
B-endorfinas cuyo significado fisiológico ha sido asociado con la regulación cardiovascular y con el
metabolismo de la insulina y glucosa.

Plaquetas, sistemas de coagulación y fibrinólisis


Se ha observado que después de la realización de un ejercicio de máxima intensidad se produce
una activación transitoria de la coagulación sanguínea y de la agregación plaquetaria compensadas
con un aumento de la fibrinólisis (es un proceso corporal normal que impide que los coágulos
sanguíneos que ocurren en forma natural crezcan y causen problemas). En pacientes con
enfermedad coronaria, el ejercicio de alta intensidad puede provocar lesión de una placa y facilitar
así la formación de un trombo plaquetario. Para evitar esto, las personas con enfermedad
coronaria deberían entrenar preferentemente a intensidades moderadas y evitar los esfuerzos
intensos.

Investigadores han sugerido que el entrenamiento físico aeróbico a moderada intensidad provoca
como adaptaciones una disminución de la agregación y de la activación plaquetaria a la
prostaciclina PGI, así como un mayor incremento de la actividad fibrinolítica que en conjunto
mejora el balance hemostático.

Función plaquetaria

La realización de ejercicio aumenta el recuento plaquetario periférico, es transitorio y retorna con


rapidez a los valores basal (alrededor de 30 minutos postejercicio). Algunos estudios han
observado que este aumento de numero de plaquetas solo ocurrirá de manera significativa
cuando se realizan altas intensidades de ejercicio o ejercicios de fuerza. Además de aumentar en
número, las plaquetas también aumentan en tamaño.

El incremento de la activación plaquetaria es mas acentuado en actividades anaeróbicas que en


aeróbicas, interviniendo las prostaciclinas. Permite una firme adhesión de las plaquetas y la
secreción de las sustancias procoagulantes y proinflamatorias contenidas en ellas, lo que hace que
el trombo crezca y se consolide su formación.

Un estudio realizado indico un aumento significativo en la agregación plaquetaria (reclutamiento


de nuevas plaquetas) cuando la intensidad del trabajo es alta, independientemente de la
duaración. Aunque retorna rápidamente (entre unos 30-60 minutos) después de realizada la
actividad física. Los posibles mecanismos responsables de la agregación plaquetaria son:

-Lesión endotelial

-Aumento de concentraciones plasmáticas de catecolaminas

-Aumento de la temperatura corporal

-Acidosis láctica

-Coagulación sanguínea

-Destrucción mecánica de los eritrocitos durante el ejercicio.


Coagulación sanguínea

Es el resultado de la formación de trombina (Enzima de la sangre que cataliza la transformación


del fibrinógeno en fibrina durante el proceso de coagulación) y tiene lugar como consecuencia de
la formación de fibrina (Proteína fibrosa que resulta de la descomposición del fibrinógeno cuando
la sangre se extravasa, y contribuye a la formación del coágulo sanguíneo)

Activación vía intrínseca

Es necesaria una elevada intensidad y prolongación (al menos una hora) en el ejercicio para
provocar una activación sanguínea. Este hecho repercute tanto en personas entrenadas como
sedentarias.

La activación del complejo factor VIII en el plasma, alcanza un 200-400% en ejercicios de alta
intensidad. El ejercicio de resistencia está asociada a la actividad coagulante de este factor,
también aumenta con ejercicios de fuerza de alta intensidad y bajo volumen, como de baja
intensidad y alto volumen. Este aumento de actividad dura 60 minutos posterior al ejercicio y
puede ser atribuida a una mayor activación de la circulación.

La actividad de la antitrombina III (ATIII) es una proteína en la sangre que bloquea la formación de
los coágulos sanguíneos, y se incrementa durante el ejercicio como compensación del aumento
del factor VIII lo cual la hace importante en la regulación de la homeostasis cuando se activa la
coagulación durante el ejercicio.

El fibrinógeno promueve la agregación plaquetaria, es importante en la cascada de coagulación y


en darle cierto grado de viscosidad a la sangre.

La mayoría de las investigaciones describen aumentos de la actividad fibrinolítica (proceso


corporal normal que impide que los coágulos sanguíneos que ocurren en forma natural crezcan y
causen problemas) del plasma 5-10 veces inmediatamente después de la realización de ejercicio
intenso. Se ha descrito que en ejercicios no entrenados la fibrinólisis es menor que en atletas. El
aumento de la actividad fibrinolítica se atribuye al aumento de actividad del t-PA (Enzima
elaborada por el cuerpo que ayuda a disolver los coágulos de sangre).

La adrenalina también es un importante estimulante para la secreción de t-PA.

Por último, se ha demostrado también un aumento asociado de los productos de degradación de


la fibrina después de la actividad física, lo cual indica una lisis de los depósitos de fibrina en los
vasos sanguíneos durante el ejercicio.

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