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Introducción
La sangre es un tejido conectivo especializado que viaja a través del sistema circulatorio
transportando gases, nutrientes, productos de desecho metabólico y otras macromoléculas por
todo el cuerpo. Además, la sangre también actúa como amortiguador (sistemas tampón o buffer)
para mantener la homeostasis y también participa en la regulación de la temperatura corporal.
Como todos los tejidos conectivos, la sangre está formada por dos componentes principales: las
células y el componente extracelular (el plasma). El plasma es una solución acuosa, formada
principalmente por agua y algunos solutos importantes tales como el oxígeno, dióxido de carbono,
hormonas, nutrientes, proteínas plasmáticas, electrolitos como el sodio (Na+) y el calcio (Ca2+), así
como algunos componentes humorales del sistema inmunitario. Por el otro lado, las células
pueden clasificarse como eritrocitos (glóbulos rojos) o leucocitos (glóbulos blancos). Un tercer
constituyente celular más pequeño son las plaquetas (trombocitos). Las células de la sangre
conforman aproximadamente el 45% de todo el volumen sanguíneo, del cual solo el 1% es
representado por los leucocitos y las plaquetas.
Eritrocitos
Los eritrocitos, o glóbulos rojos, son las células sanguíneas responsables por el transporte de
oxígeno y dióxido de carbono por todo el cuerpo mediante la hemoglobina.
La hemoglobina es una proteína globular dentro de los eritrocitos capaz de unirse y transportar
varios gases, entre ellos el óxido nitroso (NO), pero su función principal es transportar el oxígeno y
el dióxido de carbono. La sangre lleva el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos periféricos, y
el dióxido de carbono desde los tejidos periféricos hasta los pulmones para facilitar el intercambio
gaseoso en los alvéolos.
Leucocitos
Los leucocitos, también llamados glóbulos blancos, se asocian con el sistema inmunitario. Los
leucocitos se pueden clasificar de dos maneras: granulocitos y agranulocitos. Los granulocitos,
como su nombre lo indica, son glóbulos blancos que tienen gránulos específicos en su interior (en
el citoplasma). Los agranulocitos no tienen estos gránulos. Usando métodos especiales de tinción
histológica (tinción de Wright), podemos ver los leucocitos en el microscopio. Esta tinción incluye
el azul de metileno (entre otros) para teñir los gránulos en el citoplasma de los leucocitos y de esta
forma poderlos diferenciar.
Los leucocitos también se pueden clasificar de acuerdo con la forma de sus núcleos, además de
por sus gránulos específicos. Los granulocitos tienen núcleos con varios lóbulos, así que se les
llama leucocitos polimorfonucleares. Los agranulocitos tienen un solo núcleo, por lo que son
llamados leucocitos mononucleares.
Los granulocitos son los neutrófilos (células polimorfonucleares), eosinófilos y basófilos. Los
agranulocitos son los monocitos y los linfocitos. En un hemograma normal, el recuento relativo de
los leucocitos es aproximadamente: 60-70% de neutrófilos, 20-25% de linfocitos, 3-8% de
monocitos, 2-4% de eosinófilos y menos de 1% de basófilos.
Granulocitos
Neutrófilos
Los neutrófilos representan más de la mitad del volumen de los leucocitos. Su citoplasma se tiñe
de color claro y contiene múltiples gránulos pequeños que se tiñen de morado. Tienen un
diámetro entre 12 y 15 micras, y unos núcleos multilobulados que se tiñen de color más oscuro.
Hay tres tipos de gránulos en su citoplasma: los específicos o secundarios, los azurófilos y los
terciarios.
Los gránulos específicos son los más pequeños y abundantes, y contienen varias enzimas como
fosfolipasas y colagenasas tipo IV. Los gránulos azurófilos son los lisosomas de los neutrófilos. Hay
dos tipos de gránulos terciarios: los que contienen fosfatasas y los que contienen
metaloproteinasas. Los neutrófilos son fagocitos activos encargados de envolver bacterias. Pueden
considerarse como la primera línea de defensa en nuestro sistema inmunitario inespecífico
(innato), ya que son los primeros leucocitos en activarse en respuesta a un patógeno.
Eosinófilos
Los eosinófilos contienen muchos gránulos brillantes en su citoplasma, lo que les da su color rosa
característico cuando los vemos bajo el microscopio con la tinción de Wright. Su núcleo bilobulado
se tiñe más claro al compararlos con los gránulos. Los eosinófilos tienen un diámetro alrededor de
12 a 15 micras y liberan histamina durante las reacciones alérgicas y las infecciones por parásitos,
por ejemplo por helmintos o protozoos.
Basófilos
Los basófilos son los leucocitos menos abundantes de la sangre. Sin embargo, son los de mayor
tamaño. Su citoplasma contiene muchos gránulos azules que ocultan ligeramente los núcleos
bilobulados más claros. Los basófilos también se asocian con las respuestas alérgicas: liberan
histamina y agentes vasoactivos para dilatar los vasos sanguíneos, y de esta manera intensificar la
reacción alérgica.
Agranulocitos
Monocitos
Los monocitos son los leucocitos más grandes que circulan por la sangre, con un diámetro entre 12
y 20 micras. Son agranulocitos con un citoplasma de aspecto claro y espumoso. Los monocitos
pueden identificarse fácilmente por su tamaño y por su gran núcleo con forma de riñón o
herradura.
Cuando los monocitos pasan de la sangre a los tejidos periféricos, se diferencian en macrófagos
fagocíticos. La fagocitosis es un proceso en el cual una célula envuelve y digiere una
macromolécula o un microorganismo. Los macrófagos se diferencian aún más una vez que llegan a
sus destinos tisulares, por ejemplo, los macrófagos del hígado se llaman macrófagos sinusoidales
estrellados o células de Kupffer, mientras que aquellos de los pulmones se llaman macrófagos
alveolares. La pulpa roja del bazo contiene los macrófagos esplénicos. Los macrófagos peritoneales
se pueden encontrar flotando libremente en el líquido peritoneal. Las células de la microglía son
macrófagos especializados en el sistema nervioso.
Linfocitos
Los grandes núcleos redondos de los linfocitos ocupan la mayoría del volumen celular y se tiñen de
un color azul muy oscuro. El citoplasma aparece como un delgado anillo que rodea al núcleo y tiñe
más claro, ya que no contiene gránulos.
Los linfocitos son las principales células funcionales del sistema inmunitario. Se pueden clasificar
con base en su función y origen. Por ejemplo, las células asesinas naturales (NK o natural killer)
destruyen células cancerígenas o infectadas por virus; los linfocitos B están involucrados en la
producción de anticuerpos; y los linfocitos T en la inmunidad celular (mediada por células). La
inmunohistoquímica es necesaria para identificar tipos específicos de linfocitos bajo el
microscopio.
Plaquetas (trombocitos)
Las plaquetas, también llamadas trombocitos, son elementos pequeños que se encuentran en la
sangre. Ya que no contienen núcleo ni orgánulos (también conocidos como organelos), no se
consideran realmente células, sino que son fragmentos celulares derivados de los megacariocitos
(células poliploides que se encuentran en la médula ósea).
Tienen un diámetro de entre 2 a 4 micras, lo que las hace las estructuras celulares más pequeñas
de la sangre. Funcionalmente, las plaquetas son esenciales en la formación de coágulos como
respuesta a lesiones (brechas o roturas) en los vasos sanguíneos.
Un concentrado de hematíes es la cantidad de glóbulos rojos que se obtiene una vez separados el
resto de componentes sanguíneos.
El hematocrito es el valor que se define por la cantidad del volumen de la sangre ocupado por los
glóbulos rojos, respecto al ocupado por la sangre total
La hemoglobina es una proteína de los glóbulos rojos que lleva oxígeno de los pulmones al resto
del cuerpo.
3) hemoglobina (Hb): molécula del eritrocito encargada del transporte de formas respiratorias,
Serie roja
La mayoría de los cambios hematológicos correspondientes a la serie roja, se han descrito en
relación a ejercicios de larga duración, aunque también hay estudios que demuestran
modificaciones durante actividades de corta duración y elevada intensidad.
El volumen sanguíneo representa la suma del volumen eritrocitario y volumen plasmático: ambos
pueden cambiar de forma independiente y alterar el volumen de la sangre. El ejercicio físico, la
temperatura ambiente, los traumatismos o las enfermedades son factores que pueden influir en
cada uno de los volúmenes vasculares anteriormente mencionados. La expansión del volumen
eritrocitario ocurre de forma lenta conforme transcurren las semanas o meses de entrenamiento,
mientras que la expansión del volumen plasmático puede acontecer en horas o solo días de
entrenamiento. La eritropoyetina EPO, es el principal factor que regula la producción de hematíes,
esta se estimula principalmente cuando se reduce la oxigenación de las zonas renal y hepática,
aunque la presión central venosa, la hormona del crecimiento y la nutrición también contribuyen.
Por otro lado, el volumen plasmático es regulado por el volumen extracelular además de los
cambios en el total de proteínas circulantes y la resistencia pre y postcapilar.
Una serie de estudios transversales revelan que el volumen sanguíneo es mayor en sujetos
entrenados con respecto a sujetos no entrenados. Podemos decir que el volumen sanguíneo
cambia con el entrenamiento, primero como consecuencia de un aumento en el volumen
plasmatico y luego por un incremento del volumen eritrocitario. El porcentaje de incremento y
respuesta del volumen sanguíneo es independiente a la edad y sexo.
La adaptación del volumen sanguíneo representa solo uno de los mecanismos que puede influir en
el incremento de VO2max. Estos resultados de incremento se pueden encontrar relacionado con
la duración del entrenamiento, tal como se observa en la siguiente grafica. En 11 días el volumen
plasmático incremento un 11%, sin cambio en vol eritrocitario y solo un 6% de aumento en
VO2max. Ya a los 21 dias, se encuentra un aumento de 10% de vol plasmático, 9% de vol
eritrocitario y 16% del VO2max.
Warburton y cols en 2004 realizaron un trabajo de análisis de 12 semanas de entrenamiento
aeróbico interválico encontrando aumento en el volumen sanguíneo justificando el 47% de las
mejoras de VO2max.
Influencia de la hipohidratación
Influencia de la altitud
A mayor altitud mayor volumen sanguíneo, justificado por un mayor volumen eritrocitario. En las
primeras semanas en alturas superiores a 2000 m, el primer ajuste que se realiza es la perdida de
volumen plasmático lo que provoca una hemoconcentración, este aumento de hemoglobina
conlleva un incremento de los transportadores de oxígeno, mejorando la tolerancia al ejercicio y a
largo plazo podría conducir a una expansión del volumen eritrocitario.
El ejercicio de larga duración y el entrenamiento diario originan como adaptación una expansión
fisiológica del volumen sanguíneo, principalmente el plasmático un 25%. Es una adaptación precoz
que ocurre a los pocos días de iniciar el entrenamiento regular. El incremento de vol plasmático
disminuye la viscosidad de la sangre y mejora la hemodinámica cardiovascular, además de facilitar
la oxigenación periférica muscular. Inmediatamente después del ejercicio prolongado y como
respuesta aguda al mismo, todos los sujetos experimentan una disminución del volumen
plasmático con el pasar de los días, lo que genera hemoconcentración de la sangre incrementando
sustancialmente la concentración de glóbulos rojos en un 20-25%. La reducción del plasma es
entre 10-20% siendo proporcional al esfuerzo realizado. La perdida de volumen de plasma
probablemente dificultaría el rendimiento. El menor volumen de plasma también produce una
mayor viscosidad en la sangre, que puede impedir el flujo de esta limitando el transporte de
oxígeno, especialmente si el hematocrito supera 60%.
El entrenamiento ocasiona como adaptación una disminución del número de hematíes como
consecuencia de la expansión del volumen plasmático, lo que origina la llamada pseudo anemia
del ejercicio”, se disminuye un 12-30 % de hematíes durante ejercicio intenso y prolongado, estos
descensos pueden ser transitorios, y esta disminución se debe a la hemolisis posterior a los
microtraumatismos que suceden al ser comprimidos los capilares por contracciones musculares
intensas y el aumento de la velocidad del flujo sanguíneo.
Rango normal de
Hb
Htc
El nivel de htc es menor cuando el ejercicio intenso se realiza en verano, teniendo un descenso del
2% en ambientes calurosos. En conclusión, los valores de htc son dependientes esencialmente de
la duración, intensidad, y tipo de ejercicio, así como las condiciones climáticas y tasa de
sudoración. Hay que tener en cuenta que las variaciones del htc se relacionan directamente con
las variaciones de la viscosidad de la sangre.
Serie blanca
El sistema inmunológico es una red compleja de moléculas, células, tejidos, órganos y las
sustancias que estos producen, y que ayudan al cuerpo a combatir infecciones y otras
enfermedades.
Linfocitos T
Los linfocitos o células-T son linfocitos producidos en la médula ósea y que luego maduran en el
timo, cuyas funciones son parte importante del sistema inmunitario adaptativo. La célula
inmadura se denomina timocito, el cual durante el proceso de maduración en el timo se diferencia
en linfocito T cooperador (CD4+) o bien en linfocito T citotóxico (CD8+).
Los linfocitos T citotóxicos o linfocitos CD8+ reconocen células infectadas o transformadas y las
destruyen mediante perforinas y granzimas que provocan su apoptosis.
Linfocitos B
Los linfocitos B son células especializadas del sistema inmune que juegan un papel importante en
la respuesta humoral, el principal mecanismo de defensa contra patógenos que se replican fuera
de la célula del huésped (patógenos extracelulares).
Una vez que tiene lugar la interacción con el antígeno especifico, estos se activan y se diferencian
en dos tipos de células. Por una parte, se pueden formar células de memoria que permitirán que la
próxima vez que el mismo patógeno entre en el cuerpo, se pueda poner en marcha una respuesta
inmune específica de forma más rápida y eficaz. Por otra parte, el linfocito B se puede transformar
en plasmocito, una célula especializada en la fabricación y secreción de anticuerpos circulantes.
Células NK
Las células Natural Killer (también llamadas “asesinas naturales” en español, y abreviadas como
NK) representan junto con los linfocitos B y T un tercer tipo de población de linfocitos. A diferencia
de los otros dos se consideran como parte del sistema inmune innato, ya que ejercen sus
funciones de una manera inmediata y natural, sin necesidad de un proceso de aprendizaje previo.
Citocinas
-Los de tipo 1 se expresan en todas las células nucleadas del organismo y presentan péptidos
cortos de origen intercelular a los, linfocitos cd8
-Los de tipo 2 son expresadas por células presentadoras de antígenos profesionales que incluyen a
monocitos, macrófagos, células dendríticas y linfocitos B.
Anticuerpos
Son los receptores de los linfocitos B para el antígeno y participan en la respuesta efectora. (IgM,
IgA, IgE, IgG)
Tipos de inmunidad
Inmunidad innata
La respuesta inmunitaria innata es la que poseemos desde que nacemos. Viene genéticamente
implantada en nuestro cuerpo y nos protege de una manera general e inespecífica contra
cualquier antígeno que entre en contacto con nosotros.
Consta de varias líneas defensivas o barreras. Unas son puramente físicas y otras son de índole
química o molecular (humoral). Constituyen diferentes fases de la respuesta inmune.
Inmunidad adquirida
Hablamos de sustancias que son creadas a través de una serie de componentes determinados
genéticamente. Estos son los linfocitos B, los linfocitos T y los diferentes tipos de macrófagos, que
están presentes en diversas partes y órganos de nuestro cuerpo.
Como el número de antígenos con los que puede interactuar la especie humana a lo largo de la
historia es virtualmente inacabable, la capacidad de la respuesta inmunitaria es también infinita.
Esta es una de las características más importantes de nuestra inmunidad adquirida.
Se ha observado que la actividad física altera tanto el numero como las capacidades funcionales de
los numerosos tipos de células inmunes provocando alteraciones en los niveles locales y sistémicos
de diversos mediadores moleculares del sistema inmune. Esta respuesta absoluta o relativa del
numero de diferentes poblaciones celulares puede cambiar con rapidez en respuesta al estrés
(físico y psicológico) asociado a cambios hormonales. Las concentraciones de adrenalina y cortisol
aumentan en relación a la capacidad individual y en función de la intensidad del ejercicio,
originando variaciones leucocitarias y linfocitarias.
El recuento de linfocitos T aumenta hasta un 150% tras ejercicios breves de máxima intensidad,
incremento que es mayor en CD8 que en CD4.
En cuanto a las células NK, aumenta hasta un 300% en ejercicios mantenidos, seguido de una
disminución de la misma tras el cese del ejercicio.
La capacidad oxidativa de los neutrófilos aumenta en respuesta al ejercicio, siendo la magnitud del
incremento mayor en individuos sin entrena. Esta supresión crónica de la actividad oxidativa
puede ser adaptación para reducir la respuesta inflamatoria al daño tisular de baja intensidad,
como el producido por el ejercicio en tejido muscular, es decir, un mecanismo de defensa natural.
Citocinas
El ejercicio, cuando induce daño muscular, ya sea por microtraumas adaptativos, isquemia/hipoxia
local, contusiones o torsiones, o bien por el tipo de ejercicio desarrollado, se asocia a niveles de
citocinas pro y antiinflamatorias. Se ha observado aumento de la concentración de IL-6, TNF-a y de
IL-1. Las citocinas antiinflamatorias están implicadas en la limitación espacial y la terminación
temporal de la respuesta inflamatoria. Las citocinas antiinflamatorias se elevan en numero con
más demora en comparación a las proinflamatorias.
La IL-1 en grandes concentraciones ejerce algunos efectos que produce el TNF a como síntesis de
proteínas de fase aguda.
El ejercicio tiene poco efecto sobre las concentraciones de los distintos anticuerpos, tanto en
reposo como durante el ejercicio las concentraciones de inmunoglobulinas no cambian.
Investigadores han sugerido que el entrenamiento físico aeróbico a moderada intensidad provoca
como adaptaciones una disminución de la agregación y de la activación plaquetaria a la
prostaciclina PGI, así como un mayor incremento de la actividad fibrinolítica que en conjunto
mejora el balance hemostático.
Función plaquetaria
-Lesión endotelial
-Acidosis láctica
-Coagulación sanguínea
Es necesaria una elevada intensidad y prolongación (al menos una hora) en el ejercicio para
provocar una activación sanguínea. Este hecho repercute tanto en personas entrenadas como
sedentarias.
La activación del complejo factor VIII en el plasma, alcanza un 200-400% en ejercicios de alta
intensidad. El ejercicio de resistencia está asociada a la actividad coagulante de este factor,
también aumenta con ejercicios de fuerza de alta intensidad y bajo volumen, como de baja
intensidad y alto volumen. Este aumento de actividad dura 60 minutos posterior al ejercicio y
puede ser atribuida a una mayor activación de la circulación.
La actividad de la antitrombina III (ATIII) es una proteína en la sangre que bloquea la formación de
los coágulos sanguíneos, y se incrementa durante el ejercicio como compensación del aumento
del factor VIII lo cual la hace importante en la regulación de la homeostasis cuando se activa la
coagulación durante el ejercicio.