Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Avance Investigacion Agosto 12
Avance Investigacion Agosto 12
Asesor
DR. Antonio Alejandro Barreto Moreno
Tunja, XX de XX de 2021
Agradecimiento
El autor expresa sus agradecimientos a:
………………………………………………………………..
Contenido
pág.
Introducción
Breve reseña histórica
Objetivo General
Objetivos específicos
1. Exclusión-La enfermedad de Hansen, historia de exclusión de una población de especial
protección: Los Lazaretos.
1.1 Agua de Dios y las falacias de una enfermedad desconocida
1.2 La fundación de Contratación-Santander; un municipio surgido de la necesidad de
sobrevivir a la exclusión.
1.3 Los alcances científicos que atenuaron el rechazo social
2. Garantías constitucionales a personas en condición de especial protección: El derecho a
la ración de los enfermos de Hansen, expresión de esa garantía.
2.1 Garantías-beneficios a los enfermos como personas de especial protección
2.2 La ración como beneficio de la población con enfermedad de Hansen: un caso de
protección especial por parte del estado.
3. Conclusiones y recomendaciones
4. Bibliografía
Lista de Figuras
pág.
Resumen
Palabras clave:
Abstract
Keywords:
Introducción
Las palabras Hansen, Lepra o Lazareto no son muy comunes en la actualidad, pero cuando
se indaga sobre si existen o no aún pacientes que sufran esta patología, los resultados suelen
ser asombrosos, según datos del Ministerio de salud, “El país reporta en los últimos años
una variación en el número de casos nuevos de lepra; mientras que para el año 2017 se
presentaron (362), para el 2018 el reporte fue de (324) y con respecto al 2019 se presentan
(339) casos; mientras tanto, con corte al tercer trimestre del 2020 se reportaron (136)
casos1. La enfermedad de Hansen se ha conocido desde tiempos bíblicos, habiéndose
caracterizado por la persecución, estigmatización y rechazo a quien la sufre.
Durante siglos, según la época, lugar, religión, se han construido socialmente innumerables
creencias acerca de esta enfermedad, desarrollando acepciones han plagado de
apreciaciones negativas a quienes la padecen, llegando a asociarlas con el pecado,
inmundicia, contaminación, desidia y excesos, en algunos lugares; como en la cultura
occidental católica, se relacionó positivamente, se creía que el enfermo pagaba el
purgatorio en vida y que por ello al momento de su muerte ingresaría directamente al cielo,
siendo un sujeto de divinidad. Así pues, el enfermo; sin importar la percepción positiva o
negativa de la sociedad, era asimilado como un ser digno de compasión que representaba
las penas, los sufrimientos y sacrificios en vida, produciendo reclusión, discriminación,
rechazo, exclusión, deteriorando la identidad de los mismos y de sus propias familias.
Igualmente, el citado decreto estipuló algunas condiciones para que la población inmersa
en esta enfermedad, siga obteniendo los beneficios mencionados en la presente norma,
algunas de estas condiciones se establecen en los artículos posteriores de la norma y tienen
que ver con:
a. Los enfermos de lepra que por cualquier causa se retiren del leprosorio, no tendrán
derecho al subsidio de tratamiento ni de invalidez durante el período o períodos de
pago en que estuvieren ausentes, en totalidad o en parte.7
6
Decreto 100 del 17 de enero de 1953¸ “Por el cual se fijan normas sobre raciones de enfermos de lepra y se
dictan otras disposiciones”.
7
Artículo segundo, decreto 100 de 1953.
b. La no asistencia al tratamiento o al pago en las fechas correspondientes, serán
consideradas como prueba de retiro del leprosorio y por consiguiente el enfermo no
tendrá derecho al pago del subsidio correspondiente a dicho período o períodos.8
Teniendo en cuenta lo anterior, cabe destacar que en la actualidad, el Estado a través de las
empresas sociales ubicadas en los municipios de Agua de Dios (Cundinamarca) y
Contratación (Santander), presta la asistencia médica para evitar que la lepra continúe
haciendo estragos en los organismos de los enfermos y suministra el tratamiento necesario
para disminuir la probabilidad de discapacidad.
Este trabajo no solo está enfocado las personas enfermas de lepra, sino también a quienes
desconocemos la existencia de esta enfermedad, a fin de que se reconozca que los mal
llamados “leprosos” por la condición especial en la que se encuentran, derivada del
padecimiento de esta enfermedad que les genera un riesgo inminente de invalidez y que ha
sido objeto de rechazo y de discriminación social, conduce a que merezcan y deban recibir
un trato especial por parte del Estado. En este sentido, se justifica la existencia de un
subsidio, mediante el cual quienes padecen la enfermedad de Hansen pueden tener los
8
Ibid. parágrafo articulo segundo.
medios suficientes para asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas, especialmente
en lo que atañe al tratamiento de salud, cuando se tiene un avanzado grado de incapacidad
física.
La enfermedad de HANSEN, más conocida como la Lepra, tuvo sus orígenes en la India
600 años A.C; propagándose de manera vertiginosa a China, Japón, Hawái, Grecia y el
continente africano. Italia fue el primer país europeo en ser infectado por la enfermedad, la
lepra fue traída a América por conquistadores españoles y portugueses con el
descubrimiento del nuevo mundo y posteriormente por los esclavos traídos desde África.
La enfermedad ingreso al país por Cartagena de Indias y se internó en el país gracias a los
expedicionarios y conquistadores españoles, entre los cuales se encontraba Don Gonzalo
Jiménez de Quesada, quien se afirma que murió en Mariquita afectado de lepra.
Cabe destacar que, desde su entrada al país, la lepra es considerada una enfermedad de
cuidado y su progresión ha sido considerable llegando a niveles más altos hacia el año
1960, siendo las zonas más afectadas, las siguientes:
9
LA LEPRA EN COLOMBIA EVOLUCIÓN DE SU TRATAMIENTO Y CONTROL* Gerzaín Rodríguez Toro
1. Norte de Santander.
2. Santander.
3. Bolívar.
4. Atlántico.
5. Boyacá.
6. Cundinamarca y
7. Huila.
“La lepra tiene y ha tenido en todos los países la connotación de enfermedad terrible, sucia
y abominable y son varios los aspectos que han contribuido a dar esta imagen pavorosa de
la enfermedad:10
10
Ibid.
El bacilo de HANSEN11 xxxxxx
“G. Armauer Hansen descubrió en Noruega, en 1873, el bacilo que lleva su nombre, al
impregnar con ácido ósmico frotis de lepromas, llamados entonces lepra nodular. En 1882,
R. Koch demostró que este bacilo y el de la tuberculosis eran ácido-alcohol-resistentes.”
Los intentos por cultivar el bacilo de Hansen desde entonces, si bien han sido anunciados
como exitosos muchas veces, no han sido convincentes ni reproducibles, ni aceptados hasta
hoy. En los Centros de Control de Enfermedades (Atlanta), Charles Shepard demostró en
1960, que la almohadilla plantar del ratón es un sitio en el que el bacilo Hansen se
multiplica bien, con un tiempo de generación de trece días.
Este modelo, de gran utilidad para hacer los estudios de sensibilidad y resistencia del
bacilo a las drogas, unido a la reproducción de la enfermedad en el armadillo, Dasypus
novemcinctus, lograda por Waldemar Kirchheimer y Eleanor Storrs, de Carville, Lousiana,
en 1968, constituyen dos avances poderosos en el estudio de la biología del bacilo de
Hansen.
Las frecuentes guerras, entre ellas la de los Mil Días (1899-1902), los dejaron aún más
pobres y convertidos en mendigos. Después de 1906 se dictaron decretos y leyes más
estrictos, como la Ley 14 de 1907, de la Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa,
que creó el régimen organizacional básico de los lazaretos, hasta su cierre en 1961. Esta ley
abolía el aislamiento a domicilio, declaraba la enfermedad una calamidad pública, imponía
el aislamiento para todo enfermo de lepra y creaba una ración diaria para los confinados,
ración que después se volvió un privilegio al que muchos quisieron acceder sin ser
leprosos, o fue considerada discriminatoria respecto de otras enfermedades tan graves
como la lepra, que no recibían subsidio.
En 1918 se creó la Dirección General de Lazaretos, cuyo primer director fue Alejandro
Herrera Restrepo; en memoria suya existe hoy un hospital en Agua de Dios. Entre otras
disposiciones, esta dirección establecía:
13
Ibid.
gobierno de Miguel Antonio Caro creó en 1896 el "Instituto Carrasquilla" para la "lepra y
otras enfermedades infectivas". Se produjo suero antileproso a gran escala para todos los
lazaretos colombianos, para el Hospital de leprosos de Bogotá y se envió suero a Madrid,
París, Londres, Berlín, Estados Unidos, Japón, Turquía, Noruega y a varios países más.
El doctor Carrasquilla también adujo haber cultivado el bacilo de Hansen en 1899, y con
extractos de estos cultivos produjo una "leprina" que inoculada a los enfermos también los
mejoraba. Del intestino de las pulgas cultivó un bacilo semejante y sugirió su papel
transmisor de la enfermedad, gérmen del importante trabajo posterior de Guillermo Muñoz
Rivas, en el Instituto "Federico Lleras Acosta" y en el Instituto Nacional de Salud.
El cultivo del bacilo y la "reaccion lleras"14 xxxxxx
Benchetrit era otro héroe nacional, pero no gozaba del afecto de la Dirección de Lazaretos
a cargo del doctor Herrera, que, entre tanto, había mandado a los médicos José Ignacio
Chala y Francisco de Paula Barrera a conocer el manejo de la lepra en Carville y Hawai.
Estos doctores rindieron informes detallados que influyeron un poco en el manejo posterior
de la lepra. Para 1935, en los lazaretos, principalmente en Agua de Dios, se efectuaban tres
tratamientos: el del doctor Benchetrit, el del doctor Delgado Palacios y el oficial. Todos
eran semejantes, excepto porque el de Benchetrit era más oneroso. Por eso, en ese año, el
Departamento Nacional de Higiene prohibió los tratamientos particulares en los lazaretos e
hizo obligatorio el tratamiento oficial para todos los enfermos. El Laboratorio Nacional de
Higiene preparaba los derivados del chalmugra. Se habían dado de alta 751 pacientes
curados con este tratamiento, pero sólo se había hecho seguimiento a 200, de los cuales por
lo menos el 30% presentaba recidivas.La presencia del doctor Benchetrit en el país fue
benéfica, por cuanto reavivó con entusiasmo la idea de que la lepra era curable, sacudió al
país de su inercia ante los lazaretos y obligó, por emulación y nacionalismo, a que los
médicos colombianos se enteraran de lo que estaba pasando con la enfermedad en Europa,
Carville y Hawai.
La quimioterapia16 xxxxxx
16
Ibid.
La introducción de la sulfonilamida para las infecciones secundarias en la lepra, en 1941,
en el laboratorio de Carville por Guy Faget, F.A. Johansen y la hermana Hillary Ross,
marca el comienzo de la era moderna en la quimioterapia antileprosa. En 1943 Faget y su
grupo anunciaban que la sal sódica de la diaminodifenilsulfona era capaz de detener el
progreso de la lepra, administrada por vía intravenosa. Sus observaciones constituyeron un
avance formidable en el tratamiento de la enfermedad, seguido luego por Robert Cochrane,
en la India, en 1946, quien empleó las sultanas por via intramuscular y en forma de
depósito. El gran avance subsiguiente estuvo a cargo de John Lowe, en 1947, en Nigeria,
quien demostró que la sultana madre o DDS era la forma más activa contra el bacilo, la
menos tóxica, la más fácil de sintetizar y además se podía administrar por vía oral.
Quedaba así consolidado, hasta nuestros días, el uso de la sultana madre, sólo empañado
por la aparición de resistencias constatadas desde 1964 y que en los países de máximo uso
de la droga llegan a ser hasta de un 50%, con la llamada resistencia primaria.
Colombia tiene desde hace varios años una incidencia semejante anual, entre 700 y 800
enfermos; y de más de 20.000 inscritos hace una década, tiene en la actualidad sólo 2.933.
La eficacia de los antibióticos contra el bacilo de Hansen es formidable. Por eso la OMS,
en su afán de alcanzar la cifra de control mencionada, recomendó, en 1997, clasificar la
enfermedad en:
1. Lesión única.
2. Dos a cinco lesiones.
3. Más de cinco lesiones (multibacilar).
La primera recibe un tratamiento único de tres drogas: rifampicina 600 mg, minociclina
100 mg y ofloxacina 400 mg, tomadas de una sola vez y el enfermo se considera curado; la
segunda recibe el tratamiento paucibacilar clásico, y la tercera, el triconjugado, reducido a
doce meses. Si bien hay gran sentido pragmático, los peligros de las recaídas y de los
errores diagnósticos, por usar la clínica como la única base de identificación de la
enfermedad, deben ser motivo de vigilancia especial.
La capacidad inmunológica individual del enfermo de lepra contra el bacilo, hace que
durante el curso crónico de la enfermedad se presenten episodios de inflamación aguda en
los nervios, la piel, los ojos, los testículos y en cualquier sitio donde haya bacilos o
antígenos bacilares. Estas reacciones son muy graves, porque ocasionan un daño neural
que puede destruir un tronco nervioso en pocos días. Se llaman Reacción 1, mediada por
linfocitos T, y Reacción 2 o de complejos antígeno-anticuerpo.
La primera requiere dosis altas de esteroides en los casos más graves, y representa otro
ejemplo en el cual estas drogas han sido esenciales en el avance terapéutico y en la
milagrosa disminución o abolición de cegueras, parálisis faciales, manos en garra y pies
caídos. La reacción 2 o eritema nodoso leproso se trata, entre otras drogas, con Talidomida,
hallazgo hecho por Sheskin en Israel, en 1965, como serendipia, al tratar de sedar a sus
pacientes con este somnífero.30 La droga inhibe la actividad de los polimorfonucleares y el
factor de necrosis tumoral alfa, liberado en el proceso inflamatorio. Su efecto es dramático
y espectacular. De ser la "droga maldita", pasó a utilizarse en muchas condiciones
dermatológicas como el prurigo actínico o las aftas en los enfermos de SIDA. Su uso debe
17
Ibid.
ser cuidadoso, pues más de 30 mujeres con lepra han dado a luz hijos malformados, por
haber sido tratadas con talidomida.
Los medicamentos destruyen los bacilos, pero no curan las incapacidades ni rehabilitan
psicosocialmente al enfermo. Tampoco educan al paciente ni a la comunidad.
OBJETIVO GENERAL
OBJETIVOS ESPECIFICOS
La enfermedad de Hansen es considerada tal vez como la más antigua conocida por el
hombre, desde sus primeros registros (podemos remitirnos a la misma Biblia), la lepra fue
percibida como algo especial, siendo objeto de distintos mitos y creencias que empezaron a
generar los conceptos de lo normal y lo anormal, estigmas morales y comportamentales la
relacionan con el pecado, los excesos, las faltas frente a las normas o los comportamientos,
contaminación, suciedad, descuido, imponiendo una marca psicológica y social sobre
quienes la padecen, generando un atributo desacreditador, con una connotación
evidentemente negativa.
Desde épocas arcaicas se habla sobre la existencia de disposiciones proclamadas por los
mandatarios buscando combatir a las personas enfermas de lepra; es sorprendente su afán
por acabar con quienes la padecían dejando de lado un mínimo interés por tratar o mitigar
la enfermedad, no se tiene idea de la fecha en que apareció, si bien fue descubierta en 1873
por Gerhard Armauer Hansen en Noruega, hay datos de hace miles de años, donde no se
menciona por el mismo nombre pero los síntomas y consecuencias son los mismos, desde
tiempo bíblicos es evidente el estigma y rechazo hacia esta población, llegando inclusive a
ser obligadas a llevar vestuario especial y una campana que permitiera reconocerlos,
incluso a larga distancia.
La lepra, es una enfermedad que exterioriza manifestaciones corpóreas particulares y
evidentes, en su mayoría los rasgos que deja la enfermedad sobre quien la padece
constituyen lesiones físicas visibles como deterioro en los rasgos faciales, tubérculos,
manchas y llagas en piel, retracciones en manos y pies, mutilaciones propias de las
complicaciones de la enfermedad, entre otros, todos estos signos físicos conceden al
enfermo una identidad afectada y estropeada, lo cual redunda en las relaciones sociales,
forjando condiciones de estrés, desconfianza e inseguridad, conllevando a un sentimiento
de inferioridad.
Todas estas las creencias, percepciones y metáforas construidas en torno a la enfermedad de
Hansen, reforzaron los estigmas, por lo que se tomaron una serie de “medidas de control”
hacia la población enferma y sus familias. La creación de lazaretos; lugares especializados
y aislados para diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, la implementación de retenes a
las afueras de los mismos, el asilamiento obligatorio, la separación de sus familias por
tiempos prolongados o en el peor de los casos definitivo, la prohibición de los matrimonios
entre sanos y enfermos, la proscripción a los hijos sanos de sus padres contagiados, la
implementación de una cédula especial, de una moneda de circulación exclusiva, entre
otros, fueron parte de las estrategias efectuadas para el control de la población enferma y de
los convivientes quienes debían acogerse a dichas normas, podría entenderse el estigma,
como un ritual que simbolizaba la muerte del enfermo y su familia en vida.
Históricamente se conoce que la lepra ingresó al Nuevo Reino de Granada por Cartagena de
Indias, aproximadamente en el año 1500, por su condición de puerto y centro del tráfico de
esclavos, que en su mayoría eran africanos, procedentes de Guinea, Senegal, Nigeria y el
Congo, donde existían grandes focos leprógenos, en América ciudades puertos como
Cartagena se convirtieron zonas sensibles a variedad de afecciones por causa del encuentro
racial, sin contar que su ubicación geográfica y su clima propagaba las epidemias sin
control alguno, es por ello que desde el principio estuvieron enfrentados a contagios y
enfermedades.18
20
Tulio Aristizábal Giraldo, Conventos y hospitales de la ciudad de Cartagena colonial. (Editores Ancora.
Bogotá: 1998), 149.
21
De las Aguas J. Historia de la lepra en España. Hist Derm Piel 2005;20(9):485-497
Figura No. 1 Recorte de prensa que anuncia el bombardeo aéreo del desocupado
lazareto de Caño de Loro. Periódico El Tiempo. Septiembre 10 de 1950.
22
http://www.contratacion-santander.gov.co/municipio/contratacion-su-historia
De allí que su nombre se derive de los "contratos" que se acordaban entre quineros y
comerciantes. Tiempo después se convirtió en un sitio de aislamiento para la población
enferma de Hansen; función que ha venido desempeñando en parte hasta el presente. Hoy
día, aunque cuenta con una considerable población afectada de la enfermedad sigue siendo
sede de uno de los dos reclusorios de Colombia, su población se ha diversificado y su
orientación como municipio ha cambiado notablemente.
La historia de este municipio está indisolublemente ligada a la historia del manejo que,
desde el Estado, la Iglesia y la sociedad colombianas se daba a la lepra. La tradición
colonial de segregar a los leprosos se mantuvo y se radicalizó durante el siglo XIX. Hasta
entonces, los enfermos de lepra eran segregados en leproserías u Hospitales de San Lázaro
que se ubicaban en la periferia de algunas ciudades importantes del virreinato. En el caso de
la Real Villa del Socorro tal lazareto se encontraba en un sitio llamado "El Regadillo",
hasta que, en 1822 debido a la presión social, se obliga al gobierno provincial a trasladar el
lazareto a un nuevo sitio -alejado e inhóspito- llamado "El Curo", ubicado a orillas del Río
Suárez en jurisdicción del municipio de Guadalupe. Allí, una vez establecido el
asentamiento, se comenzaron a trasladar los enfermos de lepra (también llamados
"elefanciacos", "lazarinos" o "gafos") de todas las provincias cercanas: la del Socorro, la de
Pamplona y la de Tunja.
Durante los pocos años que duró el asentamiento de El Curo, las condiciones de vida de los
recluidos fueron tan precarias que se vieron obligados a trasladarse ellos mismos a un
nuevo asentamiento, montaña arriba, donde actualmente está ubicado el municipio. Según
relatan las crónicas, un enfermo llamado Benigno M. viajó junto a los quineros hasta un
pequeño valle que servía de punto de reunión entre quineros y comerciantes. El sitio
denominado "La Contrata" o "Valle de los Contratos" resultó idóneo para trasladar los
enfermos, de tal manera que se da inicio a un constante éxodo, desde el antiguo hacia el
naciente asentamiento. Tal fenómeno hizo que la Asamblea del recién creado Estado
Soberano de Santander emitiera un decreto en 1861 en el que autorizó al gobernador
Eustorgio Salgar a fundar un nuevo lazareto para reemplazar al de El Curo. En 1869, dicha
asamblea ordenó una serie de disposiciones tendientes a organizar el nuevo lazareto (entre
ellas la creación de un hospital para alojar, alimentar y asistir a los elefancíacos pobres),
dando lugar así a la aldea-lazareto de Contratación. En paralelo a esto, otros estados
soberanos crean sus propias aldeas-lazareto: en el Estado Soberano de Cundinamarca se
funda el sitio Agua de Dios y en el Estado Soberano de Bolívar se ratifica como lazareto el
sitio llamado Caño de Loro en la isla Tierrabomba. De estos tres, solo las aldeas de Agua
de Dios y Contratación, llegarían a convertirse en verdaderos municipios.
Para el año 1906, el presidente Rafael Reyes declara a Contratación como corregimiento
destinado para el reclusorio de enfermos de lepra. En el año de 1910, se propone trasladar
la aldea-lazareto de nuevo a orillas del río Suárez, en el sitio “El Pintadero”, pero el
proyecto no alcanzó a materializarse. De la misma manera se proyectó trasladar el lazareto
a otros municipios buscando un mejor clima para los enfermos. Algunos municipios que
fueron candidatos para tal fin fueron Jordán Sube, Virolín, Cepitá y la otra aldea-lazareto –
Agua de Dios-. Para el año 1910, se fijan los límites territoriales del Lazareto y se crean
algunas oficinas públicas (oficina de juzgado, notaría, registro de instrumentos públicos y
privados y personería) debido a su numerosa población tanto de enfermos de lepra como
otras personas que por diversas razones habían decidido vivir en el corregimiento. Para este
mismo año se ordena la acuñación de una moneda especial, de circulación restringida para
los leprosorios por un valor total de 40.000 pesos y en denominaciones de 1, 2, 5, 10 y 50
centavos. En 1913 se crea el cordón sanitario que recluye totalmente a los enfermos y los
separa del resto del país.
Para el año de 1918, terminando la Primera Guerra Mundial, la peste de la gripe acaba con
más de la mitad de la población. En este mismo año el gobierno nacional faculta a la
Asamblea Departamental para crear el Municipio de Contratación. Una ley de 1927 prohíbe
la promiscuidad de la juventud sana con niños atacados de lepra en los asilos y se dispone
el traslado de los niños sanos a los asilos de San Bernardo en San Juan del Guacamayo para
varones sanos y el asilo de María de Auxiliadora en Guadalupe para niñas sanas.
El municipio de Contratación está ubicado a una altitud de 1600 metros sobre el nivel del
mar y presenta una temperatura promedio de 19 °C. Su superficie total es de 120 km² y
tiene una densidad poblacional de 32,5 hab./km². Este municipio se encuentra a 156
kilómetros de Bucaramanga, la capital del departamento y forma parte de la Provincia
Comunera. Contratación está situado en la Cordillera oriental y tiene suelos sobre la
Serranía de los Yariguies, lo cual lo hace contar con una gran variedad de climas,
ecosistemas, cuencas hidrográficas, microcuencas, y gran riqueza de flora y fauna. Cuenta
con varios pisos térmicos que van desde el clima seco templado en la parte sur del
municipio (Veredas Santa Rosa y La Aguadita) a 800 msnm, hasta el frío húmedo tropical a
2500 msnm (Vereda Palestina).
Su cercanía con la Serranía de los Yariguies, lo convierte en un municipio con una gran
riqueza hídrica. Dentro de su red hídrica se cuenta con los ríos Oibita, Araya, Suárez,
además de numerosas quebradas entre las que destacan: La Macaligua, Agua Fría, La
Sarna, La Renta, La Cureña, Agua Blanca, La cueva, Margaritas, La Rayada, La Arenera,
San Juanera y otras más con pequeños caños o fuentes.
ALGUNAS REFERENCIAS FOTOGRAFICAS
1.3 los alcances científicos que atenuaron el rechazo social
XXX
23
Constitución Política. ARTICULO 44. Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física,
la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no
ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su
opinión. Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso
sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos
consagrados en la Constitución, en las leyes y en los tratados internacionales ratificados por Colombia. La
familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo
armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad
competente su cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños prevalecen sobre los
derechos de los demás.
24
Constitución Política. ARTICULO 49. La atención de la salud y el saneamiento ambiental son servicios
públicos a cargo del Estado. Se garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de promoción,
protección y recuperación de la salud. Corresponde al Estado organizar, dirigir y reglamentar la prestación
de servicios de salud a los habitantes y de saneamiento ambiental conforme a los principios de eficiencia,
universalidad y solidaridad. También, establecer las políticas para la prestación de servicios de salud por
entidades privadas, y ejercer su vigilancia y control. Así mismo, establecer las competencias de la Nación, las
entidades territoriales y los particulares y determinar los aportes a su cargo en los términos y condiciones
señalados en la ley. Los servicios de salud se organizarán en forma descentralizada, por niveles de atención y
con participación de la comunidad. La ley señalará los términos en los cuales la atención básica para todos
los habitantes será gratuita y obligatoria. Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su
salud y la de su comunidad.
25
Corte Constitucional, Sentencia T-102 de 1993, M. P. Carlos Gaviria Díaz. P. 8 “… el derecho a la vida no
solo implica para su titular el hallarse protegido contra cualquier tipo de injusticia, sea esta de índole
particular o institucional, sino además tener la posibilidad de poseer todos aquellos medios sociales y
económicos que le permitan a la persona vivir conforme a su propia dignidad.”.
La Constitución Política de 1991 determinó en su preámbulo 26 la garantía del derecho a la
vida como uno de los fines esenciales del estado Colombiano, para lo cual, no es
indiferente pensar que el normal desarrollo y protección del mismo, depende del amparo
real y efectivo de otros derechos, entre ellos el derecho a la salud, es por ello que
podríamos reconocer en el derecho a la salud una clave del Estado Social de Derecho, como
el indicio que este involucra la previsión real a gozar de una salud integral optima; es decir
física, mental, emocional y social, permitiendo así un desarrollo digno, en beneficio del
individuo y su entorno.
Esta protección especial viene ligada a grandes avances en materia de derechos humanos a
nivel mundial, en 1948 la Declaración de los Derechos Humanos realiza un reconocimiento
a la igualdad en dignidad y derechos de todas los seres humanos, sin distinción alguna de
raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o cualquier otra condición, fortaleciendo
la salvaguarda de las minorías, en 1965 la Convención Internacional sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación Racial, aporta un importante avance al definir la
26
Constitución Política. Preámbulo. “En ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a
la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de
la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el
conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un
orden político, económico y social justo (…)”
palabra “discriminación”; si bien se refería a los grupos étnicos, destaca las secuelas que
deja en las personas todo tipo de exclusión, restricción o distinción.
Durante la historia de Colombia, como se evidencia en las distintas leyes que regularon el
tema de los “Leprosos”; las cuales estudiaremos más adelante, los enfermos siempre fueron
objeto de discriminación social, fue así como a finales del siglo XIX fueron segregados en
lazaretos, limitando el desarrollo autónomo de sus derechos civiles y políticos, ya que sólo
podían actuar por intermedio de los procuradores o síndicos de los lugares de aislamiento.
La segregación legal y social padecida por los enfermos de Hansen, los condujo incluso a la
carencia de posibilidades de garantizarse por sus propios medios los recursos mínimos para
sobrevivir, sin contar que por sus innumerables dolencias y discapacidades propias de la
enfermedad, buscar el sustento diario se hacía aún más difícil, por razones como esta, el
Gobierno Nacional con el fin de mitigar las consecuencias que estaba padeciendo esta
población en la garantía de sus condiciones básicas de subsistencia, mediante la Ley 14 de
1907 asigno una primera ayuda asistencial a su cargo, consistente en que “todo leproso
calificado como tal por los médicos nombrados al efecto tiene derecho a una ración diaria
que se le suministrará de los fondos públicos destinados a tal fin; pero para recibirla es
menester que se halle sujeto al aislamiento prefijado y a los reglamentos de la colonia o
lazareto”.
Hacia el año 1932 los avances de la medicina lograron determinar que la enfermedad no era
particularmente contagiosa, aunque existían factores que predisponían a ciertos individuos
a adquirirla, así que mediante la Ley 32 del mismo año se dispuso derogar el aislamiento
universal, para en su lugar mantener solamente apartados a los enfermos que se
consideraron contagiosos, fue así como dejaron en libertad a aquellos que no representaran
riesgo para la sociedad; personas que fueron llamadas “curados sociales”, con la condición
de someterse a vigilancia de las autoridades sanitarias.
28
Ley 32 de 1932
29
Ley 39 de 1974
Posteriormente, el Decreto Legislativo No. 14 de 1905 evidencio también la necesidad de la
construcción de lazaretos por parte del Gobierno, declarando que el aislamiento de los
enfermos era una medida de urgente necesidad y estableció la obligación de todos los
colombianos de denunciar a los enfermos, so pena de sanción.
La misma ley con el ánimo de garantizar a los enfermos recursos mínimos para sobrevivir,
determinó que todo leproso tenía derecho a una ración diaria que se le suministraría de
fondos públicos destinados para tal fin; pero para recibirla era necesario que se hallaran
sujeto al aislamiento y a los reglamentos del lazareto donde se le ubicara, una de esas reglas
consistía en que los niños que residían en las colonias o lazaretos estarían bajo el cuidado
del Gobierno; a fin de evitar la propagación de la enfermedad en los menores, el cual se
haría cargo de su educación y mantenimiento.
En el año 1918 se dictó la Ley No. 032, para la época ya se habían creado los lazaretos de
Agua de Dios (Cundinamarca), Contratación (Santander) y Caño de Loro (Bolivar), la
anterior ley estableció la organización y dirección de los Lazaretos de la República y
reorganizo la Dirección Nacional de Higiene, entre otras cosas esta norma también instituía
la obligación de las autoridades locales de velar por que los enfermos de lepra fueran
conducidos a lazaretos y para que sus residencias fueran debidamente desinfectadas, pero
también se ratificó las prohibiciones a los leprosos recluidos de salir de los lazaretos, y a
las personas sanas de ingresar y permanecer en los lazaretos.
Es en la Ley No. 032 de 1918 donde se toca más a fondo el tema de “La Ración”, el
artículo 40 de la misma establece como objeto determinar a cuáles enfermos se les debía
pagar este subsidio, así pues se decretó que a la hora de enviar a un enfermo al Lazareto se
debía acompañar de certificación documentada sobre si éste disponía de bienes de fortuna
que le proporcionaran una renta mensual de treinta pesos ($30) oro, como mínimo, sin
embargo, también estipulo que los empleados leprosos que disfrutaran de un sueldo mínimo
de treinta pesos ($30) mensuales, no tendrían derecho a recibir ración mientras disfrutaran
de su sueldo.
Continuando con el desarrollo del tema de los empleados que resultaran contagiados de la
enfermedad, surgió la Ley 4 de 1930 que señaló a su vez que los empleados de la Policía
Nacional que comprobaran ante el Ministerio de Gobierno haber contraído la enfermedad
al servicio de la Institución, tendrían derecho al sueldo correspondiente a su empleo,
mientras permanecieran en los lazaretos, a su vez la Ley 86 de 1923 fundó que el sueldo y
la ración no eran compatibles, al precisar que los agentes de la Policía Nacional que
gozaran del sueldo no tendrían derecho al pago de ración por cuenta del Tesoro Nacional.
Con los avances de la medicina, se tuvo conocimiento más certero acerca de la enfermedad
de la lepra, determinándose así que ésta no era eminentemente contagiosa, aunque existían
una serie de factores que predisponían a ciertos individuos a adquirirla. Fue así como se dio
pie a la Ley 32 de 1932, en la que se decretó que la campaña contra la lepra se continuaría
en el país, de acuerdo con los principios universalmente aceptados sobre profilaxia de dicha
enfermedad, según los cuales los enfermos contagiosos, que eran un peligro para la
sociedad, debían aislarse, y aquellos que no presentaban riesgo podrían dejarse en libertad,
siempre y cuando fueran sometidos a la vigilancia de las autoridades sanitarias y a las
disposiciones del Departamento Nacional de Higiene.
Años más tarde, mediante la Ley 39 de 1947 se fijaron normas sobre profilaxis y
tratamiento de leprosos, en la que se incluyeron disposiciones relacionadas con el deber de
asistencia del Estado para con los enfermos de lepra, entre otras cosas determino que el
Gobierno Nacional procedería a modificar, mediante un plan metódico y progresivo, el
sistema de aislamiento y tratamiento de los enfermos de lepra, bajo normas generales como:
En el año 1954 se expidió el Decreto No. 475, por medio del cual se fijaban los “subsidios”
para los enfermos de lepra, es decir a la antes llamada ración, este tenía como fin fijar los
subsidios de tratamiento e invalidez para los enfermos recluidos en los leprosorios, pues
dependiendo del grado de invalidez y el tipo de tratamiento que se diera a cada enfermo,
sería el monto del subsidio.
Con la Ley No. 148 de 1961, el Gobierno Nacional reforma la legislación sobre lepra,
quitándole la calificación de calamidad pública que le había dado mediante la Ley No. 014
de 1907, es con esta que se pone a los enfermos de Hansen en igualdad de condiciones con
las demás personas aquejadas por afecciones transmisibles y se les devuelven todos sus
derechos civiles y políticos, además de las garantías sociales que consagraba la
Constitución Nacional.
En el año 1997 nace la Ley 380 “Mediante la cual se eleva al valor de un salario mínimo
legal mensual el subsidio de tratamiento que recibe el enfermo de lepra”, esta ley
introdujo un conjunto de modificaciones respecto de los requisitos vinculados con el
patrimonio propio y la carencia de formas de subsistencia, además reitero la regla de
preferencia para su otorgamiento. Entre algunas otras modificaciones, tal vez la más
importante se realizó en su Artículo Primero, el cual modifico el artículo 5º de la Ley 148
de 1961, estableció que los enfermos de Hansen y los llamados curados sociales, que
recibían el subsidio mensual de tratamiento del Gobierno Nacional, con destino al
cubrimiento de sus necesidades básicas, tendrían derecho a que se les pagara el equivalente
al valor de un salario mínimo mensual legal vigente; el cual se incrementaría anualmente en
la misma proporción, a partir del primero de julio de 1993, determinando igualmente que el
pago del subsidio de tratamiento al enfermo de lepra, no era incompatible con otra
asignación proveniente del Tesoro Público; es decir pensiones o salarios, además replico
que los servicios asistenciales en salud a los enfermos de lepra y curados sociales, los
seguiría prestando el Ministerio de Salud a través de sus empresas sociales o de cualquier
otro ente especializado al que se le asignaran dichas funciones.
El marco normativo previamente expuesto permite resaltar que, aun cuando por regla
general el régimen de subsidios para los enfermos de lepra es anterior a la
Constitución Política de 1991, su finalidad es acorde con varios de los actuales
principios constitucionales, como ocurre con los mandatos de igualdad y de
protección especial a las personas en situación de debilidad manifiesta.
01 Ley 8 de 1905
03 Decreto 14 de 1905
04 Ley 14 de 1907
05 Ley 32 de 1918
06 Ley 40 de 1922
07 Ley 86 de 1923
08 Ley 20 de 1927
09 Ley 4 de 1930
10 Ley 32 de 1932
11 Ley 94 de 1940
12 Ley 39 de 1947
16 Ley 5 de 1981
18
19
20
Fuente: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?id=1821142
La variación de los reportes en los últimos años, dan cuenta de que lo dicho anteriormente,
es cierto y viable, las cifras así lo demuestran; a continuación, se relacionan el número de
casos en el país en los últimos años, así:
30
www.minsalud.gov.co 31/01/2021 Boletín de Prensa No 126 de 2021
31
Gerson Bermont, director de Promoción y Prevención. Minsalud.
Los departamentos con más casos se encuentran:
Al respecto, Bermont indicó que primero hay que hacer claridad sobre qué es realmente la
enfermedad. "La lepra o enfermedad de Hansen es una enfermedad infecciosa causada por
un microorganismo; de no ser tratada a tiempo puede causar discapacidad. Una vez
adquirida la infección, los síntomas pueden emerger entre los 5 y los 20 años; afecta
principalmente la piel, las manos, los pies, los ojos y las superficies mucosas de las vías
respiratorias".
Según la OMS los casos de Lepra o Enfermedad de Hansen han disminuido en un 30% en
los últimos 20 años en la región de las Américas. Pero la discriminación, el estigma y los
prejuicios que rodean a la enfermedad continúan obstaculizando los esfuerzos para detener
aún más su transmisión.
Esto conlleva a que a las personas afectadas por la enfermedad se les niegue el acceso a la
atención, la educación e incluso la libre circulación. Además, que esta discriminación
continua implica que muchos no busquen tratamiento médico hasta que los síntomas les
alteren su vida de manera definitiva.
"Por lo anterior este Ministerio hace un llamado a la comunidad para realizar esfuerzos
conjuntos tendientes a incrementar la inclusión social y el bienestar mental, y promover que
los afectados tengan una mayor participación en la cotidianidad, exijan sus derechos y se
movilicen para que no se den prácticas discriminatorias", puntualizó Bermont.
4. Conclusiones y recomendaciones
5. Bibliografia
FALTA AGREGAR