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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO

FACULTAD DE INGENIERÍA CIVIL, SISTEMAS Y ARQUITECTURA

NEUROARQUITECTURA RESPECTO AL
CONTEXTO ESTRUCTURAL

Alumno: Rachumi Lescano Randy César

Docente: Arq. José Baltazar Flores Mino

2024
La arquitectura incide en múltiples aspectos de la vida humana. No en
vano nuestra vida transcurre en su mayor parte dentro de los edificios.
Así, esta disciplina no solamente se basa en la construcción de edificios y
estudio de los distintos espacios, sino que es fundamental que el ser
humano se encuentre cómodo en ellos. En este punto, surge
la neuroarquitectura como concepto.

El interés de los arquitectos en lograr que la experiencia de los usuarios


sea placentera y relajada se remonta a siglos atrás. Sin embargo, su
constitución como ciencia es más reciente. Así, esta nueva rama de la
arquitectura, en la que se trabaja mano a mano con científicos,
busca entender cómo el entorno modifica nuestras emociones,
pensamientos o conductas.

En este sentido, está estrechamente ligada con la arquitectura sostenible.


Y es que, como decía Sonia Hernández, de Arquitectura Sana, la
neuroarquitectura desarrolla cómo afecta a nivel cognitivo el espacio
construido. Por ello, los espacios naturales y sostenibles siempre
resultarán más beneficiosos para nuestra salud y, por supuesto, para el
medioambiente.
Claves de la neuroarquitectura

La neuroarquitectura establece aspectos claves a la hora de configurar los


espacios para lograr que la mente se encuentre relajada. Por ejemplo:

La iluminación. La luz atrae al ser humano, tal y como reconoce el


psicólogo Christoph Hölscher, por lo que es un elemento clave que va a
guiar al individuo en su experiencia en el edificio. La luz natural ayuda a la
concentración de las personas y genera un ambiente más amable que la
luz artificial. Este tipo de luz obliga al cerebro a esforzarse más en la tarea
a realizar y eso incide negativamente en la productividad. Además, la luz
natural acerca a los individuos con el exterior de los espacios.

1. Zonas verdes. La sensación de estar encerrados genera estrés y


disminuye la productividad de quienes se encuentren en esos
habitáculos. Junto con la luz natural, el contacto del ser humano
con las zonas verdes ayuda a abrir la mente, aumenta la
concentración y favorece la calma. Las vistas al exterior de los
edificios mejoran el estado de ánimo de los habitantes o
trabajadores.

2. Los techos. Según estudios científicos la altura de los techos


también influye en la concentración y actividades de las personas.
Así, los techos altos son adecuados para las tareas más creativas,
mientras que los bajos favorecen un trabajo de carácter más
rutinario.

3. Los colores. Los colores influyen y condicionan el estado de ánimo


de las personas, por lo que es fundamental estudiar el efecto de las
distintas tonalidades en nuestro cerebro y así emplearlos de la
forma más eficiente. Los tonos cercanos a la naturaleza (verdes,
azules, amarillos) reducen el estrés, aumentan la sensación de
confort e inciden sobre la percepción del espacio como un edificio
saludable. Por su parte, tonos como el rojo captan la atención del
receptor por lo que en tareas de concentración son los más
indicados.

4. Elementos arquitectónicos. Los ángulos o formas empleadas en los


diseños arquitectónicos también tienen incidencia en el cerebro del
ser humano. Los espacios rectangulares son entendidos como
edificios menos agobiantes que los cuadrados, que sí provocan
mayor sensación de estar encerrados. Los ángulos marcados de las
edificaciones favorecen la aparición de estrés o ansiedad frente a
las curvas o contornos suaves que nos dan sensación de seguridad y
comodidad.

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