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¿CÓMO SE PONE DE MANIFIESTO LA ESPIRITUALIDAD

CRISTIANA EN LA VIDA DEL SEMINARISTA?

SEMINARIO MAYOR NUESTRA SEÑORA DE SUYAPA

Catedrático: P. Fredy Joaquín Solórzano 7/03/2024

Alumno: Jonatan Job Zapata Asignatura: Espiritualidad

INDICE
Introducción.........................................................................................................................................2
¿Cómo se llega al seminario?..............................................................................................................2
Ingreso al Seminario Mayor y la vivencia de la espiritualidad cristiana.........................................4
1. Año introductorio........................................................................................................................4
2. Etapa discipular...........................................................................................................................5
3. Etapa configuradora....................................................................................................................6
Conclusiones........................................................................................................................................7

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Introducción

Un seminarista es alguien que ha sido declarado acto para recibir las ordenes sagradas
(lectorado, acolitado, diaconado y el sacramento del orden sacerdotal). Es un hombre que,
terminado su proceso de “formación” durante 8 años de estudio y dos de pastoral en una
parroquia, estará al frente del pueblo de Dios, por ende, será responsable de guiar
debidamente una comunidad eclesial. Es fundamental que el candidato reciba una formación
integral. Como lo dice la nueva “Ratio fundamentalis”: “El don de la vocación al
presbiterado, sembrado por Dios en el corazón de algunos hombres, exige a la Iglesia
proponer un serio camino de formación”. (pág. 2 de la introducción)

Aquí meditaremos en torno a un elemento: “la espiritualidad cristiana del seminarista” lo cual
es una y por no decir el elemento más importante en la vida del candidato para el sacerdocio.

¿Cómo se llega al seminario?

Lo primero es sentir esa inquietud en el corazón, esa pequeña dudad que fluye en el interior,
eso que no nos deja en paz, eso que muchas veces nos obliga a responder de alguna manera, y
usando la palabra obligar en el buen sentido. Dice la antropología que el hombre es un
misterio por resolver, pienso que uno de esos misterios es esa sensación interna que te deja un
sin sabor existencial y que dice: “es por aquí” y si te desvías sientes que estas mal. De alguna
manera no se puede explicar con certeza este llamado a la vocación sacerdotal, considero que
desde allí se comienza a manifestar una espiritualidad cristiana, y que no nos damos cuenta,
pues este llamado nos lo está haciendo el mismo Cristo nuestro Señor. Sea por un sacerdote,
por una religiosa, por amigo o cualquier agente de pastoral o por una realidad que nos
impulsa a hacer algo, pero por medio de esta vocación, la cosa es, que allí esta ese atisbo de
inquietud que no nos deja en paz.

Entonces comenzamos a averiguar que es el sacerdocio en realidad, por lo general lo


hacemos por medio de un sacerdote amigo que nos da dirección de a donde tenemos que ir.
En cada diócesis hay un promotor vocacional que se encarga de recibir a los jóvenes que han
sentido este llamado. En mi caso le llamé a un muchacho que ya estaba en este proceso
vocacional, él llegó a casa al siguiente día, le conté lo que me sucedía y el me remitió al
promotor vocacional el P. Henry Ruiz, el ahora obispo de la diócesis de Trujillo. El me

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recibió y me permitió comenzar mi proceso vocacional. Desde allí, desde ese momento, para
mí en lo personal, comienza la espiritualidad del seminarista ¿Por qué? Porque se comienza a
estará más cerca del Señor Jesús en la oración, preguntándole del por qué ha puesto este
llamado en nuestro interior, el cual es difícil de entender, cada día está en nosotros esta
pregunta cuando comenzamos a llegar a los encuentros vocacionales, nuestro mundo cambia
definitivamente, ya no somos muchachos normales, como cualquier que están apuntando a
una profesión, esta es una “vocación” palabra que significa “llamada”. Para el mundo esta
vocación es algo ilógica y absurda, ¿Cómo es posible que un joven abandone todos sus
proyectos? El mundo no concibe que alguien no desee tener novia, esposa e hijos, bienes
personales, no concibe este estilo de vida. Por eso es que nuestra espiritualidad debe crecer o
crese cuando respondemos a este llamado. Porque estamos en constante comunicación con
Dios.

Sentimos que al responder él nos dará la fuerza. Y realmente así es. Cristo capacita a quien
llama. Él sabe el motivo por el cual nos ha llamado, ha visto algo en nosotros. Algo que ni
nosotros mismos podemos ver. Entonces en la oración surgen preguntas como: ¿Por qué ha
mi Señor? ¿Qué has visto en mi? ¿Por qué no llamas a otro mejor que yo? Afirmaciones tales
como: “has destruido mis planes” “tengo miedo” “no quiero dejar a mi novia” “quiero tener
mi casa, carro y dinero”. Claro, desde aquí vamos manifestando una espiritualidad.

El proceso dura un año donde cada mes viajas a tu diócesis a encuentros vocacionales
programados por el promotor vocacional de cada diócesis. Un fin de semana nos quedamos
en alguna casa de retiro, donde recibimos formación humana y espiritual y se nos va
preparando para ir al seminario, al final del año nos evalúan psicológicamente, se nos hace un
test psicológico para ver si estamos bien psicológicamente, llegamos al seminario Mayor a lo
que se denomina como el gran “encuentro de compromiso” aquí tenemos tres entrevistas con
formadores incluido el rector, todo este proceso determina si estamos actos para ingresar al
seminario. A final del año se nos manda una carta de aceptación de parte del seminario donde
nos comunica que hemos sido aceptados para comenzar la formación. Y así es como se llaga
al Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa.

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II

Ingreso al Seminario Mayor y la vivencia de la espiritualidad


cristiana

Dentro de la formación del seminarista, según la Ratio Fundamentalis hay por decirle así 4
momentos o 4 etapas dentro del seminario:

 Etapa propedéutica
 Etapa discipular (donde se estudia la filosofía)
 Etapa configuradora (última etapa donde se estudia la teología)
 Etapa pastoral o de síntesis vocacional

1. Año introductorio
Aquí comienza con mayor intensidad el proceso vocacional, es el comienzo de los 8 años de
estudio académico y formativo, en el cual conocemos o nos mencionan por primera vez las 4
áreas de desarrollo integral para el candidato que va rumbo hacia el sacerdocio. Las cuales
son:

1. Espiritual
2. Pastoral
3. Comunitaria
4. Académica

Nosotros nos estamos centrando en el área espiritual, dichas áreas ayudaran al desarrollo
integral del seminarista. Como lo dice la Ratio Fundamentalis: “Se trata de custodiar y
cultivar las vocaciones, para que den frutos maduros. Ellas son un ‘diamante en bruto’, que
hay que trabajar con cuidado, paciencia y respeto a la conciencia de las personas, para que
brillen en medio del pueblo de Dios” (pág. 2 de la introducción).

Llegado al año introductorios venimos sin saber casi nada del estilo de vida en el seminario, y
como es vivir en comunidad, entonces hay un equipo de formadores que nos guían durante
este año, hay un sacerdote que es el director. En mi caso fue un sacerdote colombiano
eudista, su nombre era P. Gabriel Tristancho, al cual recuerdo con mucho aprecio, el sentó las
bases para subir a lo que se denomina la etapa discipular.

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Bueno, aquí comenzamos a conocer el rezo de la liturgia de las horas, lectura orante de la
palabra, misa diaria, santo rosario comunitario, retiros espirituales, lectura de los santos,
formaciones de espiritualidad, ejercicios bíblicos, formación litúrgica, y se nos pide de
manera obligatoria un director espiritual etc. Comenzamos lo que denominamos un proceso
de adaptación a esta vida de formación. Es importante hacer notar que no se comprende muy
bien en este año la vida comunitaria y muchos aspectos más, pero si sirve de mucha
preparación para entrar a la etapa discipular.

2. Etapa discipular
En esta etapa, es cuando ya entramos de lleno a los estudios filosóficos, donde nuestra
madurez espiritual debería ser un poquito más madura. Ingresamos como tal a la convivencia
con nuestros hermanos que van en años superiores. Son tres años de estudio intenso de
filosofía. Para muchos esta etapa es la más pesada, para otro no. Sin embargo, hay una
tendencia a descuidar mucho la parte espiritual, algunos hasta llegamos a perder aquellas
manifestaciones de espiritualidad piadosa que traemos desde el año introductorio, pero, ¿Por
qué se pierde? Una es que nos dejamos adsorber por la carga académica, otra es que entramo
en una rutina donde al tener todos los espacios de espiritual se nos va haciendo tan común
que perdemos esa capacidad de asombro espiritual, otra es que nos vamos haciendo
racionales, que todo lo divino lo comenzamos a cuestionar, nos creemos los sabelotodos y no
nos damos cuenta.

Todos pasamos por eso en algún momento, sin embargo, gracias a las pláticas con el director
espiritual, clases de espiritualidad y retiros de espirituales, poco a poco volvemos a caer en la
razón de cuan importante es la espiritualidad cristiana, cuando ya vamos por tercero de
filosofía nuestra madurez debería ir cayendo en la razón de que sin la oración comunitaria y
personal no llegaremos muy lejos. Viene el trabajo de síntesis filosófica, y la carga académica
aumenta, pero aquí el candidato debería tener una madurez superior a la que tenía desde que
comenzó en el año introductorio.

Nos damos cuenta que nuestra mirada ya está puesta en el horizonte donde se encuentra la
etapa configuradora, ya en el seminario no se nos trata como a niños en la fe como dice san
Pablo: “Hermanos, no sean niños en la manera de pensar. Más bien, sean niños en la malicia,
pero en la manera de pensar sean maduros” (1 Corintios 14, 20. Biblia Latinoamericana). Se
nos trata ya como hombres que se van configurando con Cristo, hay mayor seguridad en la
decisión, las dudas se van despejando un poco más.

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3. Etapa configuradora
En esta etapa nos adentramos a los misterios de Cristo desde la teología, durante 4 años
profundizamos más nuestra fe en el Señor Jesús, deberíamos estar conscientes ya en lo que
estamos metidos, conscientes de lo que exige esta llamada que Jesús nos ha hecho. Lo dice la
Ratio Fundamentalis:

Sin embargo, con las denominaciones «etapa discipular» y «etapa configuradora» se desea
transmitir la importancia de subrayar, en un primer momento de la formación inicial, la
vivencia de ser discípulo y, en los últimos años, la necesidad de entender la vocación al
ministerio y la vida sacerdotal como una continua configuración con la persona de Cristo.
(introducción pág. 6)

Ya en esta etapa el candidato no es un niño en la espiritualidad, ya debería ser un adulto, que


aprovecha los espacios de espiritualidad que brinda la casa de formación. En esta etapa es
cuando más se nos debe notar la espiritualidad cristiana, debemos ya, manifestar las cuatro
notas características que definen el proceso, y esas notas son las siguientes según nos indica
la ratio en la pág. 7: “cuatro notas características de la formación, que es presentada como
única, integral, comunitaria y misionera”. Es decir, debe de haber signos visibles de una
vivencia de la espiritualidad cristiana impregnada de fe en cada uno de nosotros. ¿Cómo o de
qué manera?:

 Primero que se nos note feliz en la vida cotidiana del seminario, un candidato que está
viviendo de verdad la espiritualidad cristiana se le debe notar esa felicidad, no se concibe
a una persona que ora, que siempre ande cabizbajo, que ande siempre con un rostro
amargado o que todo le moleste, en algo está fallando allí su espiritualidad cristiana.
 En el segundo aspecto, la vida comunitaria, el trato y respeto que le doy a mis
compañeros y formadores, allí se tienen que manifestar una verdadera espiritualidad
cristiana, pero si soy soberbio con mis compañeros, si siempre ando a la defensiva, miro
en el compañero piadoso y centrado a un enemigo, mes estorba, siempre ando pensando
con doble sentido, no me dejo corregir por los demás, me cuesta ver lo positivo en mis
compañeros y solo veo lo malo. Hablo en mal de los formadores en su ausencia,
definitivamente allí no hay una verdadera espiritualidad cristiana, que se espera de un
candidato en la etapa configuradora.
 Es difícil de creer lo que diré ahora: como tercer punto, el candidato que va sin ganas a
las actividades que ayudan a desarrollar nuestra espiritualidad cristiana, una cosa es
cansado quizá por los estudios y otra es ir sin ganas porque no se les encuentra el sentido

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a los ejercicios espirituales. Se debe manifestar una verdadera devoción a todas las
actividades espirituales, es más tener actividades personales que me ayuden a crecer
espiritualmente, por ejemplo: rezo personal del santo rosario, rezo del oficio de lectura,
rezo de la divina misericordia, Lectio divina personal, etc. Todas estas actividades nos
irán configurando con el señor Jesús. Si ponemos de nuestra parte.
 Pienso que es fundamental el testimonio fuera del seminario, con las personas, en este
proceso se puede caer en la tentación de creernos más que las personas allá a fuera, que
nuestra manera de hablar no sea la correcta, usando malas palabras, convertirnos en el
seminaristas pica flor, que no puede ver una muchacha que le gusta y le está insinuando
cosas a pesar de que ya tiene que ir pensando en el celibato, caer en los vicios, más
comúnmente el alcohol, eso deja una muy mala imagen del seminarista en la comunidad.
Cuando se está viviendo una verdadera espiritualidad cristiana nuestro testimonio debe
estar a la altura de lo que se vive.

Conclusiones
 Espiritualidad viene de espíritu, vivir según el Espíritu Santo. La pregunta es
¿realmente, vivimos según el Espíritu? Como candidatos tenemos la responsabilidad de
tener una relación íntima con el Espíritu Santo. Y vivir según el espíritu, así como lo
dice san Pablo:

Así que, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no vivís
según la carne, sino según el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. (Romanos 8, 8-9)

 La vida espiritual cristiana es un camino de toda la vida donde el seminarista tiene


que ir buscando su realización con Cristo como lo dice la Ratio:

El seminarista está llamado a «salir de sí mismo», para orientar sus pasos, en Cristo, hacia el
Padre y hacia los demás, abrazando la vocación al presbiterado, esforzándose por colaborar
con el Espíritu Santo, realizando una síntesis interior, serena y creativa, entre fortaleza y
debilidad. (numeral 28 de la Ratio Fundamentalis)

No es un camino fácil, está lleno de obstáculos, pero con voluntad personal y la ayuda de
Dios y nuestra madre la Virgen María se puede salir adelante.

 Termino con las palabras de la Ratio Fundamentalis, de cómo debe estar preparado
el presbítero:

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*Creciendo en la caridad, el futuro presbítero tratará de desarrollar una equilibrada y madura
capacidad para relacionarse con el prójimo. Ante todo, está llamado a vivir la serenidad de
fondo, humana y espiritual, que le permita, superada toda forma de protagonismo o
dependencia afectiva, ser hombre de comunión, de misión y de diálogo, capaz de entregarse
con generosidad y sacrificio a favor del Pueblo de Dios, contemplando al Señor, que ofrece
su vida por los demás. (numeral 41).

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