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MANUAL DE FORMACIÓN

INICIAL - PRIMER AÑO


FORMACIÓN CRISTIANA BASE PARA LA FORMACIÓN
FRANCISCANA – ELEMENTOS FUNDAMENRALES DE
LA DOCTRINA CRISTIANA

ORDEN FRANCISCANA SEGLAR DE GUATEMALA 2019


Presentación

La Orden Franciscana Seglar de Guatemala, es una fraternidad multiética,


pluricultural y multilingüe, presente en varias regiones de nuestro país, el cual,
consideramos que es nuestra mayor riqueza, por las diversas experencias
vividas enmarcadas en la historia y en la cultura religiosa de nuestros pueblos.
Vivir la experencia franciscana desde nuestra condición seglar, nos ha llenado
de riqueza y es importante tomar en cuenta que, aunque pertenecemos a la
misma Orden, procedemos de diferentes culturas, realidades sociales o
económicas, por tanto, los procesos de formación constituyen siempre un
enorme desafío.

Presentamos la propuesta para la formación inicial del primer año o etapa de


iniciación, para los candidatos a profesar en la Orden, como lo explica el
Estatuto Nacional de Guatemala, para que pueda ser una guía útil a los
formadores en las diversas fraterndiades y poder adaptarla a las condiciones
de nuestros hermanos y hermanas, que en su mayoría viven en las zonas
rurales y que su forma de vida y de trabajo requiere empeño para lograr nuestro
gran objetivo: ser santos.

Este manual contiene los temas esenciales que todo candidato a la Orden debe
conocer y asumir, para que la relación con la Santa Madre Iglesia, sea la base
para nuestra formación, como lo indican las Constituciones:

“Se orientará a los candidatos hacia la lectura y la meditación de la Sagrada


Escritura, al conocimiento de la persona y escritos de Francisco y de la
espiritualidad franciscana, y al estudio de la regla y de las constituciones. Se
les enseñará a amar a la Iglesia y a acoger su magisterio”….Art.40,2
Constituciones Generales de la OFS.

La formación debe ser una experiencia vivida y asumida por el formando y el


formador, más que elementos teóricos, debe ser una experiencia diaria de
encuentro personal con Cristo; camino, verdad y vida.

(…) La finalidad de este período es la maduración de la vocación, la experiencia


de vida evangélica en fraternidad, y un mejor conocimiento de la Orden… (CCGG.
Art. 40,1).

Fraternalmente,
Consejo Nacional de la Orden Franciscana Seglar de Guatemala

Comisión Nacional de Formación 2017 -2020

1
Contenido
La Formación en Cristo desde la Espiritualidad Franciscana ............................................................4
Lección 1: La Vocación como llamada de Dios .........................................................................................8
Lección 2: El Camino Vocacional en la OFS ...........................................................................................13
Lección 3: Madurez Humana y Cristiana; base para la santidad………………………………………….…….….19

Curso Básico de la Sagrada Escritura


1 Sesión: Inicio al Estudio de la Biblia .....................................................................................................28
2 Sesión: Autor de la Biblia y Forma en que fue Escrita ....................................................................... .33
3 Sesión: Disposiciones para Leer la Biblia…………………………………………………………………….……………….38

4 Sesión: Inspiración y Revelación de la Biblia……………………………………………………………………………….43

5 Sesión: Interpretación de la Biblia………………………………………………………………………………….……………50

6 Sesión: Introducción al Nuevo Testamento………………………………………………………………………………..64

7 Sesión: Introducción a los Santos Evangelios………………………………………………………………..……………68

8 Sesión: Evangelio de San Marcos…………………………………………………………………………………………………72

9 Sesión: Conclusión del Curso de la Biblia……………………………………………………………………………………77

Lección 13: Invitación a orar con la “Lectio Divina” ………………………………………………………………………79

Elementos Fundamentales de la Doctrina Cristiana a la luz del Catecismo de la Iglesia


Católica y los Documentos del Concilio Vaticano II

Lección 14: La Santísima Trinidad, Unidad de Amor………………………………………………………………….…83

Lección 15: Introducción a la Cristología o Estudio de la Persona de Cristo…………………………………89

Lección 16: Características de la Cristología Franciscana………………………………………………………….….96

Lección 17: Teología Sacramentaria – Los Sacramentos…………………………………………………………….…101

Lección 18: El Sacramento del Bautismo……………………………………………………………………….………….…106

Lección 19: El Sacramento de la Eucaristía……………………………………………………………………………….…109

Lección 20: El Matrimonio, Naturaleza e Institución………………………………………………………….…….…113

Lección 21: Introducción a la Eclesiología - ¿Qué es la Iglesia?.........................................................115

Lección 22: La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo……………………………………………………………………….…119

Lección 23: Eclesiología y Teología de los Laicos……………………………………………………………….……..…127

Lección 24: Mariología – María en la Historia de la Salvación………………………………………….…………134

2
Elementos Fundamentales del Franciscanismo

Lección 25: Historia del Hermano Francisco y de la Orden de los Menores………………………………140

Lección 26: Introducción a los Escritos de San Francisco…………………………………………………………..155

Lección 27: Elementos Fundamentales de la Espiritualidad de San Francisco…………………….….…165

Lección 28: Vida de Santa Clara………………………………………………………………………………………….………182

3
1. La formación en Cristo desde la Espiritualidad Franciscana
Características de la Formación Cristiana y la Formación Franciscana

La Formación en el lenguaje franciscano: es tomar y dar la forma de Cristo.

La Formación Cristiana: es aprender a conformar nuestra vida con la de


Cristo – Jesús es nuestro manual, por lo tanto, debemos mirar a Jesús, caminar
desde Él. La formación debe ser una escuela que nos enseñe a recomenzar
desde Cristo. Para esto, debemos conocer los fundamentos de la doctrina
cristiana.

La Formación Franciscana: es aprender a vivir el Evangelio de Cristo, seguir


a Cristo desde nuestra espiritualidad – seguir a Cristo pobre y crucificado.

La formación en la actualidad en la OFS debe promover esto:

 Una auténtica conversión del hermano y la hermana, debe desarrollarse


una auténtica transformación en nosotros, nuestro sentido de
pertenencia debe ser fuerte y consciente de lo que somos. Debe haber
responsabilidad personal por cambiar o ir por un camino de
transformación – perfección y santidad.

Debemos evitar esto:

 Hoy – aprendemos muchas cosas, nos memorizamos la regla,


memorizamos la vida de San Francisco, hablamos de la espiritualidad
franciscana, esto es bueno, pero, solo llega a nuestra mente, no llega a
nuestro corazón. Muchas veces estas cosas no nos ayudan a cambiar
nuestras vidas. Puedo conocer, pero, nada cambia en mi vida, solo es
entonces un conocimiento superficial que no llega a nuestro corazón.
 En el caso de la OFS de Guatemala, hay poca formación y lo más grave
es que nos conformamos con poco y nos hemos acostumbrado a que la
formación quede en segundo o tercer plano. También hay mucha
indiferencia de los hermanos por formarse.

¿Cómo podemos superar esto?

Necesitamos conversión del corazón, conocer, amar y vivir lo que nos dice
nuestra Regla. Debemos ir por un camino de continua conversión. La formación
en la actualidad debe llegar al corazón y transformar nuestras vidas – como
formadores debemos ayudar a que los hermanos establezcan una verdadera
relación personal con Jesucristo, estar verdaderamente convertidos a través de
la oración y los Sacramentos. Jesús no elige a los sabios para llevar la buena
nueva del Evangelio, elige a los humildes y sencillos, que se convertirán en los
evangelizadores, en los formadores, pero para esto necesitarán estar
convencidos y convertidos, conocer bien a Jesús.

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Por eso la formación hoy, debe ser transmisión viva y urgente:

 De Fe – experiencia de vivir de Cristo y en Cristo


 De Dios, que nos transforma en nuevas criaturas
 De la belleza y la alegría de nuestra vocación franciscana Seglar
 Del proyecto que Dios quiere realizar en nosotros.

La pedagogía de Jesús (forma de enseñar) Poco a poco enseña los


fundamentos de la revelación de Dios, usa imágenes y ejemplos sencillos
(parábolas) sacados de la vida cotidiana de la persona y de la sociedad.

La Formación Franciscana:

San Francisco, ejemplo de seguimiento de Cristo, debe ser el referente


constante que nos ayude - ¿Cómo lo hizo él? ¿Cómo asumió su ser cristiano?
¿Cómo lo vivió? Con pasión, con entrega total, un vida radical, pobreza absoluta
y santidad. “El amor no es amado”, decía según sus crónicas, lloraba, se
lamentaba. Se desnuda, se despoja para encontrarse con Dios. Por esto, es
necesario conocer:

 Los datos del proceso vocacional de San Francisco


 Su proceso de conversión a Dios, su cambio radical de vida (radicalidad,
totalidad y fidelidad)
 El formador debe acompañar al hermano o hermana al encuentro con el
Señor, el Espíritu Santo es el principal promotor y transformador.
 El camino de la formación debe iniciar con la contemplación del misterio
trinitario, Dios trino y uno. Unidad y comunión. La encarnación y el Amor
de Dios.
 El hermano debe iniciar su camino de desapropiación de sí mismo, y
adherirse cada vez más a Jesucristo pobre y crucificado, como lo hizo
San Francisco.
 El punto de partida es contemplar el amor de Dios y su entrega total a
la humanidad, hecho en Jesús, nuestro Señor.

Debemos entender con convicción y agradecimiento que soy llamado a vivir en


Cristo, que Dios me llama a este proyecto franciscano de perfección y santidad
de vida, porque para acceder a esto, debo ser llamado- esto es mi vocación.

San Francisco se puso al servicio de la obra de Dios, por esto, la gracia de la


obediencia es la primera señal de la vocación franciscana. San Francisco lo dice
claramente en su testamento “ninguno me enseñaba lo que debía hacer, pero
el Altísimo que reveló que debía vivir según el santo Evangelio”, y lo vivió. A
esto estamos invitados nosotros hoy.

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Los Pilares de la Formación Cristiana y Franciscana

1) El encuentro personal con Cristo, tener como centro de mi vida a


Cristo, como lo dice nuestra Regla (Capítulo II, 4) …Siguiendo el ejemplo
de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su
vida con Dios y con los hombres”.
2) Centralidad de la Palabra de Dios y la Eucaristía – vivir el Evangelio,
meditarlo y hacerlo vida, alimentarnos del Señor, fuerza vital y
comunión, de esta manera con encontramos con Cristo.
3) Preferencia hacia los pobres y los que sufren, al marginado, hacer
vida las obras de misericordia.
4) Prioridad del hermano y hermana, vida en fraternidad, construirla,
como lo dice San Francisco, “El Señor me dio hermanos”. Los hermanos
son un don de Dios y la vida en fraternidad no ayuda a crecer.

Por esto, debemos conducir al hermano y hermana a la oración, a la Eucaristía,


al cambio, al encuentro prolongado con el Señor, visitas al Santísimo, más que
conocimientos, práctica y vivencia, de la experiencia fascinante de vivir en el
Señor. Al vivir esto, promovemos el encuentro personal con Cristo.

Los Desafíos de la Formación en la Actualidad

o Debemos hoy como formadores, pensar y desarrollar proyectos que sean


adecuados a las necesidades de nuestros hermanos, a las circunstancias
reales de la fraternidad, adaptados a la cultura.
o Hacemos formación, pero no verificamos si el hermano o hermana tiene
realmente vocación, no todos pueden ser parte de la OFS. Hoy el tema
vocacional es esencial en el proceso de formación inicial.
o La formación en raras ocasiones, tiene como objetivo desarrollar un
auténtico crecimiento espiritual y una experiencia de oración y de
fraternidad vivida, como elementos claves de la formación.
o La palabra conversión, aplicada al camino individual del hermano, se oye
raramente en la formación.
o Debemos formarnos en ser y no en parecer, debemos aprender para ser
humildes y sencillos.
o San Francisco puso todo su esfuerzo en conformarse totalmente a Cristo.
Él siguió el único método válido y el único objetivo de la formación
cristiana, el seguimiento de Cristo.
o El manual más eficaz y creíble es nuestro ejemplo de fidelidad a nuestra
vocación y la vivencia de nuestra espiritualidad OFS.
o Cada uno de nosotros dejándose formar por Cristo, deberá convertirse
en manual viviente para sus hermanos.
o El formador debe transmitir vivencia, y solo lo puede hacer si él está
convencido y vive de Cristo.

6
Algunas sugerencias para los formadores:

1. Antes de programar una sesión de formación, deberás reunir todo


el material que vas a utilizar, piensa en lo que ya sabes. Si
necesitas más información, investiga sobre el tema o discútelo con
alguien que consideres que te puede ayudar o tiene mayor
conocimiento sobre los temas.
2. Es importante que determines tus objetivos o metas,
preguntándote ¿Qué quiero lograr con desarrollar estos temas?
¿Qué quiero que los hermanos o hermanas entiendan? Y repítelas
varias veces y de forma diferente durante la sesión.
3. Observa con cuidado a los participantes para saber si te están
entendiendo el tema. Esto requiere atención constante y
conocimiento. A lo mejor tienes que cambiar la presentación o la
forma en como lo estas realizando. No obstante, lo que importa es
que los oyentes entiendan lo que se está exponiendo.
4. Antes de planificar una sesión de formación toma conciencia de la
diferencia de edades que hay en la fraternidad, los niveles de
educación y conocimiento del tema de los participantes.
5. Coloca y subraya clara y sistemáticamente los puntos más
importantes, de tal forma que las ideas principales y el material
de soporte (carteles, dibujos, esquemas) estén relacionados con
el objetivo.
6. Prepárate adecuadamente y conoce tu tema. No obstante, ni no
sabes la respuesta a una pregunta, no temas decirle a una persona
que no lo sabes, pero que lo vas a averiguar y que en su momento
se lo puedes contestar. Recuerda que la humildad y la veracidad
(lo verdadero) son elementos esenciales del espíritu franciscano.
7. Los documentos básicos para este manual son: el Catecismo de la
Iglesia Católica, La Santa Biblia y el Compendio de los documentos
del Concilio Vaticano II. El formador los deberá adquirir y
estudiarlos.

Paz y Bien

José Luis Tzirin Zapeta OFS


Encargado de la Formación Nacional

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Lección 1
La Vocación como llamada de Dios
El llamado de Dios es la señal más clara del diálogo del Creador con el
hombre. ¿Cuántos perciben su voz?, ¿cómo identificar su mensaje?

Introducir el tema con un canto vocacional

La Vocación

Cada uno es llamado a hacer algo en su vida. Si una persona decide ponerse
al servicio de una causa más importante que sus solas preferencias
personales, se dice que responde a una vocación.

La vocación es una cierta manera de vivir la vida, comprenderla y ordenarla


como un servicio. Pero la llamada- origen de la vocación- no emana de la
persona. Esta sólo puede recibirla y aceptarla libremente. La vocación es ser
llamado, ser llamado por y ser llamado para. Esto requiere una escucha, una
respuesta.

Para los cristianos, la llamada viene de Dios, de la Palabra de Cristo que invita
a seguirle y a ser testigos en el mundo y en la historia. Todo cristiano- por su
bautismo- está llamado a hacer de su vida una respuesta y un servicio. La
vocación cristiana es una orientación profunda de su vida y que el creyente
descubre como un don de Dios y una llamada de la Iglesia.

Las maneras de servir son múltiples según los tiempos y los lugares y la
formas de llevarla a cabo. Cualquiera que sea nuestra vocación, somos
llamados a la santidad, a participar en la plenitud del amor de Dios, a amar y
a ser feliz y hacer felices a los demás.

La santidad es una llamada universal dirigida por Dios a todos los bautizados.
Esta vocación se recibe en el seno de un pueblo, llamado también por Dios en
el transcurso de la historia. La santidad es una gracia ya dada que es preciso
hacer fructificar con todos los esfuerzos que hacemos para engrandecerla con
la fe y la caridad. Entre los cristianos, algunos son llamados a consagrar su
vida con un don total a Dios y al servicio de una misión como sacerdote,
diácono, religioso o religiosa, laico consagrado... Es lo que se llama también
vocaciones específicas o vocaciones particulares, como la OFS.
En la Iglesia católica, el Servicio de las Vocaciones tiene por misión llamar a
cada uno a que su vida se convierta en respuesta específica a la llamada de
Dios, a despertar, mantener y ayudar al discernimiento de las personas que
se plantean la cuestión de una vocación particular (sacerdotes, diáconos,
misioneros, religiosos, religiosas y laicos consagrados).

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Toda llamada, a la vocación que sea, tiene como origen Dios y como fin la
realización de la persona dentro de los marcos en los cuales se puede realizar
mejor su afán de ser feliz y hacer felices a los demás.

Dios da a cada uno su propia vocación para contribuir al mejoramiento de


esta sociedad en la que vive. Y su respuesta y exigencia consiste en dejarla
mejor de lo que se la encontró cuando empezó sus pasos por ella.

La vocación, pues, entraña una responsabilidad en el puesto que te toque


ocupar en la sociedad y en la Iglesia. Y una señal clara de la vocación
cristiana es llevar una conducta intachable a los ojos de la propia conciencia,
de los otros y de Dios. Todo menos pasividad.
La Vocación del Joven Rico
Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a los llamados.

MIRADA AMOROSA QUE PRESIDE EL LLAMADO Y LAS EXIGENCIAS DEL


RENUNCIAMIENTO

"Cuando Jesús se ponía en camino, alguien corrió, se arrodilló delante de Él y


le dijo: - "Maestro bueno: ¿qué debo hacer para ganar la vida eterna?". Jesús
respondió - "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios. Ya
conoces los mandamientos: no mates, no cometas adulterio, no robes, no
digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu
madre". Él le contestó: - "Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi
juventud". Jesús fijando su mirada en él, lo amó, y le dijo: "Una sola cosa te
falta: Anda, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en
el cielo; ven después y sígueme". Pero al oír estas palabras se fue triste; tenía
muchos bienes". (San Marcos X: 17 a 22).
UN ARRANQUE DE ENTUSIASMO
San Marcos no nos dice nada sobre la edad de esta persona rica; San Mateo
(XIX-20) precisa que se trata de un joven. El entusiasmo que manifiesta
parece confirmarlo ¿Acaso no hace falta ser joven de cuerpo y de alma para
precipitarse hacia Jesús? En efecto el joven corrió y se prosternó ante el
Maestro.
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Lo que provocó su fervor fue la bondad de Cristo de que fue testigo, pues lo
llama de inmediato: "Maestro bueno".
Jesús ciertamente merece este entusiasmo. El amor que derrama a su
alrededor es digno de conquistarle los corazones. El rasgo distintivo del
Maestro es su bondad. Por esto se puede uno abandonar a El sin reserva, le
puede entregar su vida con toda la confianza. El entusiasmo por la persona
amante de Cristo favorece la floración de una vocación.

EL DESEO DE LA VIDA ETERNA


¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna? El fin que se propone este joven
es muy alto: comprendió que no debía vivir sencillamente por el placer o por
los goces terrenales, tan pasajeros, sino por la verdadera vida que es la que
dura siempre, la vida eterna. Se muestra dispuesto a todo para alcanzar este
fin. Diríase que está pronto para aceptar todo lo que Cristo le va a decir. Por
su pregunta pone en manos del Maestro la orientación de todo su porvenir. La
disposición ideal para recibir la vocación es por un lado el deseo de una vida
más alta que la vida terrenal, y por otro la voluntad de tomar todos los
medios para alcanzarla.

BONDAD EXIGENTE

Jesús responde con bastante viveza: - ¿"Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno sino solo Dios". El Maestro resfría el entusiasmo del joven porque su
punto de vista es inadecuado. Sin duda el joven esperaba que la bondad de
Cristo fuera menos exigente y más accesible que la de Dios. Jesús lo
desengaña afirmándole que su bondad es idéntica a la de Dios, con las
mismas exigencias y en particular que nada se quita a los mandamientos de
la antigua ley.
El error del joven no consiste en dejarse llevar del entusiasmo, son más bien
en una falsa esperanza, en contar que por razón de su bondad, Cristo lo
dirigiría a la vida eterna, sin exigirle mucho, sin pedirle renunciamientos ni
sacrificios. Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a
los llamados.

LA MIRADA DE CARIÑO
Cuando el joven declaró haber cumplido los mandamientos, Cristo quiso
señalarle un camino más alto. Pero antes de hablarle le dirige una mirada de
amor, mirada que llamo la atención de los testigos de esta escena. San
Marcos lo dice claramente: "Jesús fijó su mirada sobre él y lo amó".

Esta mirada del amor de Cristo precede a la vocación. El Maestro mira al


joven con una mirada penetrante que quisiera llegar hasta las profundidades
del alma para decidirla a entregarse totalmente a Él. Esta mirada está
cargada de amor.

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En otros lugares del Santo Evangelio leemos que Jesús amaba a ciertas
personas como Lázaro, Marta y María, o a Juan, "el discípulo que Jesús
amaba". Aquí el Evangelista escribe: "Jesús lo amó". Es un amor que surgió
en ese momento y que vieron pasar por los ojos del Maestro. Es pues, un
amor muy especial, el que acompaña el llamamiento.

AMOR GRATUITO
Al leer por primera vez el texto, se pudiera tener la impresión que el amor de
Cristo fue atraído por el hecho de que el joven había cumplido los
mandamientos desde chico. Si hubiera sido así, este sería un amor de
agradecimiento y de aprobación, una recompensa por la fidelidad del joven.

Sin embargo, el amor de su mirada reviste otro significado, precede y lleva en


sí una invitación a una vida más alta. Este amor de su mirada no se refiere a
su pasado sino a su porvenir. El amor de Jesús es un amor nuevo que llama a
una vida nueva. Es un don gratuito, un favor hecho al joven. Nunca hubiera
podido merecer este favor ni este amor. Se podría preparar y disponerse a
recibir la gracia de la vocación por el fiel cumplimiento de los mandamientos,
pero nunca podría merecer el llamado en sí mismo, que viene del libre amor
del Señor.

MAS ALLA DE LOS MANDAMIENTOS

"Una sola cosa te hace falta" le dice Cristo. Esta sola cosa tiene una
importancia capital, aunque no sea un mandamiento. Según el Evangelio de
San Mateo, Jesús dijo: "Si quieres ser perfecto"... Subraya que no se trata de
un camino para practicar lo mínimo indispensable para la amistad con Dios,
sino para conquistar la perfección. Este sentido estricto, este camino no es
obligatorio: se propone a los que libremente quieren obligarse: "Si tú
quieres..."
Después se llamó a este camino la vía de los consejos, para distinguirlo de la
vía de los preceptos, por cuanto llama más a la libertad personal y porque no
es necesario para la salvación. El llamado a la vocación no se impone bajo
pena de pecado. Viene de un amor especial de Cristo, que reclama una mayor
espontaneidad de amor, una decisión más libre, y quiere suscitar el deseo de
una generosidad que vaya más allá de lo prescrito.

LLAMADO A LA POBREZA

"Vende cuanto tienes". Cristo pide el renunciamiento a los bienes de esta


tierra, al dinero. Si el joven quiere ser perfecto debe liquidar su fortuna y
darla a los pobres. En cambio, tendrá un tesoro invisible, un tesoro en el cielo.
Así podrá como pobre, seguir a un Maestro pobre.

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Tal es la exigencia de la vocación. El llamamiento pone frente a una opción,
como al joven del Evangelio; permanecer apegados a los bienes de la tierra, o
entregarse a Cristo renunciando a estos bienes, como lo vivió San Francisco
de Asís al despojarse de los bienes materiales y vivir la pobreza de Cristo.

El joven rico probablemente esperaba conciliar el disfrutar de su herencia y


alcanzar la perfección. Cristo le impone a escoger, porque "nadie puede servir
a dos señores".

UNA OPCION CLARA Y LIBRE

Esta vez la elección de la vocación está claramente definida. El joven puede


tomar una decisión con conocimiento de causa. Jesús no quiso aprovechar su
entusiasmo pasajero para atraerlo a su lado. Al contrario, desea que lejos de
seguirlo por un impulso emotivo, reflexione y pese el valor del sacrificio que le
pide. Al enumerar los mandamientos le da tiempo de que recobre su sangre
fría: después le ha manifestado las condiciones de una vida más perfecta,
sobre todo la pobreza, que era más difícil de aceptar para el joven.

El amor de la mirada de Cristo es realmente seductor, pero no quita la


libertad a aquél a quien se dirige: por encantado que esté por este cariño , el
joven responderá con entera independencia a la propuesta que se le hace.

EL RECHAZO

"Pero él al oír estas palabras se fue triste". No puede no manifestar la


decepción que tuvo al oír las palabras de Cristo: no era lo que esperaba.
Poseyendo una gran fortuna, no quiere sacrificarla. Entre la riqueza y Jesús,
escoge la riqueza. Rechaza la invitación de seguir al Maestro.

"Se fue triste". Se le vio dar la espalda a Jesús y se fue hacia sus bienes. La
opción que hizo no lo hace feliz. Está triste porque Dios es la única fuente de
felicidad: el que se aleja del Señor para gozar de los bienes de este mundo,
solo cosecha la tristeza. El joven rechazó la más grande de las gracias que le
era ofrecida. Permanece como ejemplo del "No" dicho a la vocación, "No" que
se opone a la mirada de amor de Cristo.

Si no cometió pecado al decir "No", sin embargo, perdió por su cobardía, el


don tan precioso que se le ofrecía, y perdió la oportunidad de una vida mucho
más noble: la participación al gran sacrificio de Cristo por la salvación de los
hombres.

Escrito por: Felipe Santos | Fuente: Libro: Vivencia Cristiana

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Lección 2 – Introducirlo con el canto “Evangelio Viviente”

El Camino Vocacional en la Orden Franciscana Seglar

«¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y has
prevalecido!» (Jer 20,7).

Para la reflexión

Entrar en una “forma de vida” como la franciscana seglar no es una “opción


más”. Es el resultado de una precisa llamada de Dios a ser tales para una
finalidad bien precisa.

Llegar a ser Franciscanos Seglares es, y debe ser, sólo el fruto de una
auténtica vocación.

A ella se corresponde una misión precisa, en comunión con toda la Familia


Franciscana, que es sostenida por el mismo carisma de Francisco que nos
capacita para cumplir su misma misión en nuestro estado de seglares.

Es necesario redescubrir y vivir esta dimensión de nuestra vocación, para que


la Orden viva enteramente de la gracia de la vocación en todos y cada uno de
sus miembros.

CARACTERÍSTICAS DE LA VOCACIÓN

 Es Dios quien llama. No somos nosotros quienes elegimos


 Somos llamados a la Vida
 Estamos llamados a la Vida en Cristo.
 Somos llamados a la Santidad: compartir la vida con Dios
 Somos llamados a un estado de vida particular – a la vocación
franciscana seglar.

13
TEOLOGÍA DE LA VOCACIÓN

La vocación es la llamada de Dios. Es una invitación a compartir en la vida de


la trinidad. Dios quiere que cada persona en la tierra se aparte del pecado y
sea transformado por su amor. Él nos llama.

Hablar de vocación es hablar de comunión.

La comunión es el fin mismo de la llamada de Dios, es el fundamento de


nuestra esperanza, el objeto de nuestra fe. Normalmente, cuando se habla
de “vocación” se hace referencia a la vocación religiosa de frailes y monjas y a
la sacerdotal. Pero raramente se habla de vocación laical, como de una
verdadera vocación.

La primera vocación es la llamada universal para todos, es la “llamada a


la vida”, como designo eterno del Padre. San Pablo nos exhorta con fuerza
en este sentido: “Que Él ilumine los ojos de vuestros corazones, para que
sepáis cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su
herencia entre los santos…” Justamente porque: “fuisteis llamados a una
sola esperanza, la de vuestra vocación” (Ef. 1,18-19; 4,4).

A través de la Revelación, nosotros sabemos que Dios es Amor. Pero, para


que el amor de Dios se realice en el intercambio con el hombre, es necesario
que la criatura no sólo sea, sino que exista por sí misma, se autodefina y
exprese una voluntad que brota de su libertad y no de Dios mismo. Esta es la
razón del amor: el encuentro de dos voluntades personales, y, por tanto,
diversas, que quieren el bien recíproco y que desean compartir la misma
intimidad de vida en su plenitud (la comunión).

Somos llamados, por lo tanto, a salir del pensamiento de Dios (en el que
estamos desde la eternidad), para existir por nosotros mismos, en la plena
conciencia, libre y subjetiva, del ser.

DIOS NOS LLAMA A LA VIDA para poder existir como otro distinto de Dios,
para tomar conciencia de nosotros mismos.

En nosotros, hermanos y hermanas, tenemos que hacer crecer esta


conciencia, y vivir de ella. Pero es necesario que creamos de verdad en esto,
como nos exhorta San Pedro: “Por eso, hermanos, poned más empeño
todavía en consolidar vuestra vocación y elección …” (2P 1,10).

“…y vuestra elección”. Somos llamados, pero somos también elegidos, cada
uno de nosotros, para un proyecto particular. A cada Vocación corresponde
un Proyecto de Dios, para sí mismo y a favor de los demás.

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Dios se revela de muchas maneras para permitirnos conocerlo y aceptarlo, y
cumplir, en la libertad de los hijos de Dios, su designio, su proyecto sobre
nosotros. Sólo a través de nuestra libre unión a su proyecto, acogiendo y
respondiendo a su amor y a su gracia, Él nos permite compartir su misma
vida.

Ésta es nuestra VOCACIÓN: es la llamada a la Santidad, a la


coparticipación de vida con Dios. Los hombres y mujeres a través de su
propia historia humana, única e irrepetible, es llamada por Dios a ejercer una
opción fundamental: aceptar o rechazar su proyecto, aceptar o rechazar su
amor; aceptar o rechazar a Dios mismo.

La vocación es única y personal para cada uno: es un todo único. Dios


ha “hecho” desde la eternidad proyectos sobre nosotros.

LA VOCACIÓN ES SIEMPRE Y PARA TODOS UNA LLAMADA A LA


PERFECCIÓN

Leyendo la historia del joven rico vemos la dificultad de la palabra “perfecto”.


¿Qué significa “si quieres ser perfecto”?

Significa que el cristiano tiene que madurar para llegar a su plenitud, es


decir, a la perfección. En este sentido todos los cristianos están llamados a
ser perfectos. Y si alguien no llega a eso es porque culpablemente ha
renunciado a actuar el mandato de Cristo en el Evangelio: “Sed perfectos
como es perfecto el Padre vuestro celestial” (Mt 5,48). Por tanto, los perfectos
son aquellos cristianos, que han llegado, mediante una fe profunda y una
activa caridad, al pleno desarrollo de la vida, según el proyecto que Dios
tiene desde la eternidad para cada uno de ellos y gracias a los dones que
Dios otorga a cada uno.

El Bautismo no conlleva, de por sí, el llamado al celibato y a la virginidad, la


renuncia a la posesión de bienes y la obediencia a un superior, en la forma
propia de los consejos evangélicos, sino que la consagración bautismal
pone a todos los seguidores de Cristo en una común condición sagrada básica,
razón por la cual cada cristiano consigue la posibilidad de realizarse
completamente según su propio proyecto existencial “pensado por Dios”
(laico, clérigo, religioso): he aquí la vocación.

La profesión religiosa, en cuanto compromiso moral asumido con Dios


(pacto de alianza esponsal) “vive” ciertamente de la gracia bautismal, así
como “vive” de la gracia bautismal también la consagración del Orden sagrado
y la consagración del Matrimonio.

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En la Iglesia, todos los bautizados deben responder a las expectativas de
Dios, en razón de su personal vocación: ellos realizan su propio proyecto
existencial de vida (de iniciativa divina), en razón de las fuerzas espirituales
de las que disponen, según el don que han recibido.

El papa Juan Pablo II ha tenido expresiones estupendas y clarísimas acerca de


este tema en el mensaje que envió a los jóvenes:

“El don del Espíritu hace actual y posible para todos, el mandato antiguo de
Dios a su pueblo: «Sed santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo»
(Lev 19, 2). Llegar a ser santos parece una meta ardua, reservada a personas
completamente excepcionales, o destinada a quien quiera permanecer ajeno a
la vida y a la cultura de su tiempo. Sin embargo, llegar a ser santos es un
don y una tarea arraigados en el Bautismo y en la Confirmación,
encomendados a todos en la Iglesia, en todo tiempo. Es don y tarea de
los laicos, de los religiosos y de los ministros sagrados, en el ámbito privado y
en el público, en la vida de cada uno y en la de las familias y comunidades.

Pero, dentro de esta vocación común, que llama a todos a no acomodarse al


mundo sino a la voluntad de Dios (Cf. Rom. 12, 2), diversos son los estados
de vida y múltiples las vocaciones y las misiones.

El don del Espíritu está en la base de la vocación de cada uno. Está en


la raíz de los ministerios consagrados del obispo, del presbítero y del diácono,
que están al servicio de la vida eclesial. También Él es quien forma y modela
el alma de los llamados a una vida de especial consagración, configurándolos
a Cristo casto, pobre y obediente. El mismo Espíritu, que por el sacramento
del matrimonio envuelve y consagra la unión de los esposos, infunde fuerza y
sostiene la misión de los padres, llamados a hacer de la familia la primera y
fundamental realización de la Iglesia…

Así pues, es deber irrenunciable de cada uno buscar y reconocer día


tras día el camino por el cual el Señor le sale personalmente al
encuentro.

VOCACIÓN EN FUNCIÓN DE LA SALVACIÓN UNIVERSAL

Como ya hemos dicho: a cada Vocación corresponde un Proyecto de Dios,


para sí y a favor de los demás. La vocación es siempre a favor de. Nunca
es sólo para sí mismos. No olvidemos que el Designio del Padre nos llama a la
Comunión total, con Dios y, en el Hijo, con todos. Por lo tanto, la vocación
nos hace instrumentos (cualquiera sea nuestro proyecto) de una manera
particular a favor de aquellos que, por el momento, no han sido llamados.

16
VOCACIÓN COMO DISPONIBILIDAD TOTAL

La vocación viene de Dios, por tanto, debe ser orientada a Él. El único
modo con el que el hombre puede corresponder al Dios que se revela, es el de
la plena e ilimitada disponibilidad para todo lo que Dios quiera usar de
aquel que llamó. La Vocación exige toda la vida del hombre y requiere una
respuesta total.

LA VOCACIÓN ESPECÍFICA FRANCISCANA

Este tema exige que conozcamos primeramente el carisma de San Francisco y


de la espiritualidad franciscana, para que podamos entender la llamada a la
vida franciscana. San Francisco es siempre actual porque nos presenta al
Jesucristo integral. Esto es, en sí mismo, un bien absoluto, pero a veces
puede constituir una dificultad en el plano vocacional, porque muchos,
sintiéndose naturalmente atraídos por San Francisco, piensan que tienen una
vocación franciscana. Lamentablemente no es siempre así. Veamos por qué.

Cada hombre necesita encontrar el sentido de su vida, redescubrir el origen


de su vida, encontrar y amar a Dios. El hombre, en definitiva, busca al Padre,
la fuente de la Vida y de su realización perfecta. Ahora, nosotros sabemos que
sólo el Hijo, Jesús, nos conduce al Padre. Por lo tanto, es a Jesús, camino,
verdad y vida, que nosotros buscamos y al cual anhelamos, consciente
o inconscientemente.

Quien nos conduce a Cristo es para nosotros motivo de estímulo, de sana


inquietud. El mundo busca a Cristo y en San Francisco encuentra una
imagen en vivo, en forma histórica y humana, perfectamente
comprensible y atrayente. Todo lo que San Francisco hizo, y llegó a ser, fue
el resultado de su imitación de Cristo. San Francisco, de hecho, llegó a ser
otro Cristo. Es esto lo que ha hecho amar, buscar a San Francisco en todo
tiempo: haber llegado a ser verdadero sacramento de Jesucristo. Esto de ser
atraídos, sin embargo, no significa necesariamente que tenemos una vocación
a tomar un compromiso específico franciscano definitivo.

Es necesario discernimiento. Es necesario comprender, con la ayuda de Dios,


qué es lo que Él quiere de nosotros.

SE PUEDE ESTAR INSPIRADOS POR SAN FRANCISCO, PERO SE PUEDE TAMBIÉN NO


ESTAR DESTINADOS A SERVIR EN SU MODALIDAD. San Francisco fue suscitado por
Dios, como ejemplo y modelo, no sólo para los “franciscanos” sino para todo
el Pueblo de Dios, para toda la humanidad.

17
Para comprender, por lo tanto, si tenemos una verdadera VOCACIÓN
FRANCISCANA es esencial conocer a San Francisco, confrontarse con él.
Hay que salir de lo genérico, del romanticismo y del sentimentalismo
y confrontarse existencialmente con el proyecto de Francisco para
comprender si nuestro propio proyecto va en esa dirección.

TENER UNA VERDADERA VOCACIÓN FRANCISCANA, significa ser llamados a recorrer


ese mismo camino de identificación y conformación integral que hizo
San Francisco con su Cristo. Tener una genuina VOCACIÓN FRANCISCANA, ya sea
religiosa apostólica como contemplativa o seglar, significa esto: verificar la
propia disponibilidad para abrazar integralmente este camino.

En resumen, la VOCACIÓN FRANCISCANA se presenta fundamentalmente como un


SEGUIMIENTO INTEGRAL, para recibir, reavivar y hacer crecer en nosotros el
mismo carisma de Francisco, y difundirlo en el mundo con la misma
simplicidad y en su integridad.

Tener una AUTÉNTICA VOCACIÓN FRANCISCANA quiere decir, por lo tanto,


encontrar una plena compatibilidad con lo que caracteriza esta forma
de vida, este carisma-misión, esta espiritualidad.

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Lección 3
Madurez humana y cristiana, base para la santidad
La falta de madurez es causa de inestabilidad y frustración en la vida

Por: Cesar Atuire | Fuente: Toma la vida en tus manos


de: Catholic.net

El gran edificio de la santidad siempre encontrará dificultades, a veces nos


enfrentamos ante enormes desafíos, donde falta la formación humana. Es un
hecho que la gracia de Dios es lo que más perfecciona al hombre. Pero la
gracia no tiene sentido sin el hombre. Necesita un hombre maduro como
tierra fecunda para que crezca la semilla. Sin esta base, la semilla de Dios cae
en medio de tierra seca. Entrar en la OFS significa tener cierta madurez
humana y cristina, para que este proyecto de vida no muera en un par de
años, como sucede con muchos hermanos y hermanas, que con el paso del
tiempo se olvidan del compromiso que hicieron de vivir como franciscanos
profesos.

Muchos proyectos de vida y programas espirituales buenos mueren porque


falla el hombre. Se pretende ser sin poner los medios adecuados. ¡Cuántas
veces después de un retiro, un momento de reflexión, se proponen unas
metas que acaban muriendo en un cajón de cosas por hacer! ¡Cuántas
personas han llegado a fracasos morales, económicos, familiares, sabiendo
bien lo que debían hacer, pero sin haber puesto los medios necesarios para
realizarlo! Todo esto se debe en gran parte a la inmadurez.

Hecha la opción fundamental, el siguiente paso es ser coherente con ella, pero
el hombre como imagen de Dios difuminada por el pecado debe trabajar toda
su vida para adquirir esta coherencia.

19
Ahora bien, éste trabajo de identificación con la opción por Dios y por la vida
virtuosa necesita como plataforma y cimiento de construcción, la madurez
humana.

Todos conocemos hombres y mujeres que tienen el deseo de vivir de acuerdo


con lo que creen, de practicar las virtudes, de conseguir sus metas e
inexplicablemente no lo logran a pesar de tener el deseo profundo de lograrlo.
Lo que sucede es que falta la formación y madurez humana, faltan los
cimientos sobre los cuales poder construir el gran edificio de la santidad y del
logro de ser fiel a esa opción fundamental que se ha hecho.

Además de ser el cementerio de buenos proyectos, la falta de madurez es


causa de inestabilidad y frustración en la vida, pues una persona que vive
según las pasiones, según las impresiones del momento, no puede hacer una
opción en la vida sin dejar de replanteársela, ponerla en duda, traicionarla,
muchas veces, perdiendo así tiempo y energías en una serie de obras
emprendidas y nunca terminadas.

¿Qué es la madurez humana?

La madurez humana consiste en la coherencia entre lo que se es y lo que se


profesa, y que tiene su expresión externa más convincente en la fidelidad y
responsabilidad en el cumplimiento de los compromisos y deberes contraídos
con Dios, con la Iglesia y con los hombres. Para ello es necesario hacer un
esfuerzo constante para lograr la capacidad de tomar prudentes decisiones y
opciones definitivas, la estabilidad de espíritu, la integración serena de las
fuerzas emotivas y de los sentimientos bajo el dominio de la razón y de la
voluntad, de la fe y de la caridad, la actitud de apertura y donación constante
a los demás, sin excepción de personas, y la rectitud en el modo de juzgar
sobre las personas y sobre los acontecimientos de la vida.

La madurez no es una cualidad única, sino una virtud formada por muchos y
variados aspectos. Es una gama de actitudes ante la vida. El Vaticano II
describe así estas cualidades: estabilidad de espíritu; capacidad para
tomar decisiones prudentes; y rectitud en el modo de juzgar sobre los
acontecimientos y los hombres.

20
Ideas equivocadas sobre la madurez humana

Estas son algunas ideas equivocadas sobre la madurez que pueden tener
nuestros hermanos y hermanas y que es necesario que mediante nuestra
labor se vayan clarificando. Para algunos la madurez consiste en llegar a una
edad en la que se puede hacer todo lo que se quiera, sin límite.

A veces sucede que, llegando a cierta edad, el joven es considerado


automáticamente “maduro”, lo cual implica el derecho a consumir bebidas
alcohólicas y frecuentar ciertos lugares reservados para personas “maduras”.

El error fundamental en estos casos, es que se tiene una sola idea de lo que
es la madurez. Quienes así piensan se preocupan más de lo que se puede
hacer que del por qué hacerlo. Ser maduro es mucho más que poder realizar
ciertos actos considerados maduros. En realidad, lo importante es que la
persona que llega a esta edad sepa no solamente lo que puede hacer, sino por
qué y en función de qué puede hacerlo.

El uso de las cosas tiene que estar determinado por un fin que el mismo
hombre pone, y no viceversa. El hombre no toma cualquier carretera por el
mero hecho de tener un vehículo o carro. Para saber qué carretera tomar, es
preciso tener una idea de dónde quiere ir. Por eso, es necesario que una
persona tenga claro un objetivo de lo que se pretende en la vida, lo cual
determinará el uso de los medios que tiene.

Algunas cualidades de la madurez humana.

1. Una persona madura se nos presenta como alguien que ha


adquirido la capacidad habitual de obrar libremente. Es decir, una
persona que hace opciones conscientes y responsables, con estabilidad, sin
tener que pasarse la vida replanteándose sus decisiones, sin adquirir una
seguridad y una certeza sobre ellas. Esto no se trata de no cometer nunca
errores o de no cambiar nunca de opinión, sino de tener claros algunos
principios fundamentales en la vida.

2. Una persona madura ha logrado la adquisición de un dócil y


habitual autocontrol emotivo con la integración de las fuerzas
emotivas bajo el dominio de la razón. La persona madura no vive a
merced de sentimentalismo, impulsos o tendencias, sino que vive de
principios, de dominio personal, de convicciones, aunque a veces los
sentimientos quieran dominarla. No se aferra a sentimientos o pasiones del
momento y recuerda siempre sus principios y su orientación y estado de vida.

21
3. Una persona madura se comporta según la autonomía de la propia
conciencia personal, es decir, según los dictámenes de una conciencia
rectamente formada a la luz de la ley natural y de la fe en Dios. El
hombre maduro es capaz de sacar de su interior juicios rectos sobre los
acontecimientos y los hombres. Es el que no depende de los criterios de moda
o las ideas llamativas que pululan a su alrededor, desde los grandes
acontecimientos hasta las cosas normales y cotidianas.

4. Una persona madura vive en actitud de donación y de apertura, de


servicio, de entrega a los demás. Rechaza todo tipo de egoísmo, de
encerramiento en sí mismo, de particularismo y de individualismo. En
este punto reside la verdadera madurez cristiana, ya que en ocasiones
podemos encontrar personas con control, autonomía, que han hecho una
opción en la vida aparentemente noble y viven de acuerdo a ella, pero todo
centrados en sí mismos. En este caso no es una verdadera madurez cristiana.
La principal señal de madurez cristiana es la capacidad de salir de nosotros
mismos y ver por las necesidades de los demás.

Estos son algunos de los rasgos más destacados de lo que hemos llamado la
personalidad madura, podemos decir en resumen que la persona madura es la
que ha aceptado su vida, ha hecho una opción fundamental correcta y es fiel
a la misma. Aquella que ha adquirido un control emotivo y no es esclava de
sus sentimientos y pasiones, que viene en una actitud de apertura a los
demás y sobre todo en una entrega desinteresada y servicial al prójimo.

Esta persona vive en paz y serenidad, firme en sus opciones, coherente con
sus determinaciones. Para el cristiano maduro, el único fin en la vida es Dios,
las demás cosas son sólo medios para alcanzar su fin.

Todo este catálogo de cualidades y virtudes no se presuponen. Para


adquirirlas el hombre tiene que convencerse de la necesidad fundamental de
trabajar. Pero trabajar de una manera eficaz, es decir, colaborando
activamente con la gracia de Dios. Así se puede lograr y encarnar esta
personalidad madura en la vida como podemos constatar en las vidas de los
santos, que son, por ende, grandes hombre.

Donde hay un cristiano maduro, hay un hombre auténtico. La autenticidad de


vida es el fruto de un cristiano convencido y maduro.

22
La Formación de la Madurez Humana

El primer paso en la tarea de la formación de una personalidad madura se


encuentra en la triada conócete, acéptate, supérate.

Formación de la madurez humana

Vivir según la voluntad de Dios implica la decisión de formarse de cuerdo «al


estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13),
es decir, a revestirse del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y
santidad verdaderas» (Ef4,24)

Esta decisión de formarse es imprescindible. Cimentado sobre ella el hombre


puede ordenar cada hora y cada minuto de su vida hacia su fin último. No
tomar esta decisión es servir a dos señores y formarse en una personalidad
dividida y doble, en cuanto que se ha hecho una opción por Dios, pero no se
busca concretarla con hechos. Cuanto más sólida es la opción fundamental,
más sólida es la decisión de formarse bien. Formarse no sólo en algunos
aspectos, sino en una formación integral que abarque todo el hombre en
todos los momentos de su vida.

En esta formación es sumamente importante la armonía e integración de los


diversos aspectos de la personalidad, el desarrollo armónico de los
componentes de la personalidad, buscando un crecimiento en las áreas de la
formación integral de la persona: espiritual, humana, intelectual y apostólica -
social.
a) En la dimensión espiritual, alcanzando por la vida de Gracia y el
ejercicio de las virtudes teologales, una relación personal de amor con Dios,
Padre, redentor y Amigo cercano.

b) En la dimensión humana, desarrollando las capacidades, virtudes y


actitudes que les permitan llevar una vida acorde con su relación personal con
Dios, formando una conciencia recia que equilibre nuestras facultades, de
modo que la razón y la voluntad dirijan las pasiones y sentimientos.

c) En la dimensión intelectual, adquiriendo los conocimientos que nos


sirvan para aplicar y actuar reflexivamente los principios de nuestra fe,
logrando que la razón, iluminada por la fe, guíe toda nuestra vida.

d) En la dimensión apostólica y social, comprometiéndonos de una


manera personal y eficaz en las tareas de colaborar activamente en el
bienestar de los demás y de hacer partícipes a los demás hombres de nuestra
amistad con Cristo, colaborando dentro de la Iglesia en la extensión del Reino
de Cristo en el mundo.
23
Para poder formar una personalidad madura, partimos de principios
fundamentales que nos ayudan independientemente del estado o condición de
vida que tengamos.

El primer paso en la tarea de la formación de una personalidad madura se


encuentra en la triada conócete, acéptate, supérate.

Conócete

El que quiere formarse bien según un ideal elegido tiene que prestar una
atención cuidadosa y tenaz para conocerse a sí mismo a fondo. Conocerse
significa tener una visión integral de sí mismo que abarca todas las facultades
enfatizando sobre todo el conocimiento del propio temperamento, la
emotividad, el grado de actividad, la resonancia y la capacidad de reflexión.

Está claro que los temperamentos son diversos, por eso cada uno lleva su
propio bagaje de cualidades o defectos y de valores por descubrir. Hay que
conocerlos, no sólo a través de una reflexión serena, sino también con la
ayuda de los demás, escuchando con objetividad lo que dicen. Ciertamente
este conocimiento no se logra en un día ni en un año. Es preciso formar,
entonces, el hábito del autoanálisis y la apertura a las sugerencias y ayudas
de los demás, aunque a veces no sean muy agradables. Pídele a Dios, a
través de la oración que te ayude a ver tus defectos y la fuerza para
superarlos.

Acéptate

La reflexión y la introspección revelan defectos hasta entonces desconocidos,


pero también descubren cualidades y posibilidades de superación. La actitud
que se debe adoptar no puede ser sino la de serena aceptación. Es importante
recordar que nuestro ser no es una carga pesada o un castigo sino un fruto
del amor infinito y bondadoso de Dios.

Supérate

La aceptación de sí mismo, que no es resignación derrotista ni conformismo


egoísta, debe llevar al hombre a la decisión profunda y permanente de
superarse. Esto se hace tomando una actitud responsable y conquistadora
ante la vida; una disposición positiva que lleva a la persona a vivir, no según
los sentimientos y las circunstancias pasajeras, ni mucho menos según la
opinión de los demás, sino de cara a Dios. Tomando los diversos momentos
de la vida como lo que son: respuestas al amor de Dios.

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Este es el verdadero sentido de la responsabilidad: querer guiar la propia
vida, en todos sus detalles, según los preceptos de aquél en quien se tiene
puesta la confianza (cf. 2 Tm 1,12).

Es este tipo de hombre al que se llama coherente, sincero, leal; en una


palabra, auténtico. La presencia de los demás, no es el factor determinante de
su obrar sino el amor a Dios mismo. El hombre maduro integral vive todos los
acontecimientos desde el punto de vista de su fe en Dios, por eso sabe
apreciar las cosas más sencillas de su vida.

Un punto importante es el que se refiere al espíritu positivo, es decir, el


objetivo del esfuerzo no es superar un defecto, sino amar más y adquirir
perfección en la virtud. Se trata de hacer el bien, no de evitar el mal
solamente.

Hasta ahora hemos hablado de la parte humana de este trabajo. No hemos de


olvidar que el trabajo de identificación con Cristo sobrepasa completamente
nuestras posibilidades humanas. Necesitamos la ayuda de Dios. La tenemos
en el Espíritu Santo que Cristo nos prometió en la Última Cena (cfr. Jn 14,26).

Él, como artífice y guía, con la acción de la gracia nos va transformando e


iluminando en nuestro trabajo. Déjate llevar por Dios y pide que te ayude a la
perfección, a la santidad.

En la medida en que nos prestemos a la acción divina, nos acercaremos más a


nuestro divino modelo, Jesucristo. Seremos más maduros como cristianos
cuanto más unamos nuestros esfuerzos a la acción de la gracia.

Esto lo debemos tener muy presente en nuestra labor como formadores, el


verdadero trabajo de transformación lo realiza el Espíritu Santo, pero se vale
de nuestro trabajo para lograrlo.

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Siendo un principio cristiano formar hombres dotados lo más completamente
posible en las virtudes y valores humanos, hay que trabajar con esfuerzo para
obtener un desarrollo humano integral que sirva de base sólida a la acción
sobrenatural de la gracia. Para lograr esa formación humana, debemos esforzarnos
por alcanzar: el conocimiento real y objetivo de sí mismos, de nuestras
posibilidades y limitaciones; la aceptación de sí mismos, que permita trabajar con
realismo y serenidad en la propia superación; el orden recto entre el mundo
instintivo, los sentimientos y emociones, y las facultades superiores de la
inteligencia y de la voluntad; un carácter recio y una voluntad iluminada por la luz
de la razón y de la fe, clara en sus objetivos y tenaz y decidida para conseguirlos;
una conciencia rectamente formada.

Buscando un crecimiento integral de la persona, según la concepción cristiana del


hombre: espiritual, humana, intelectual y apostólica social; Se propone el siguiente
cuestionario, para reflexionarlo con los que participan en el proceso de formación:

Madurez humana y Social


1. ¿Me conozco a mí mismo (a)? ¿Me acepto como soy? ¿Trabajo con firmeza en
superar mis defectos? ¿Conozco mis cualidades?
2. ¿Conozco las exigencias de mi estado de vida: como hijo (a), esposo(a), ¿padre
(madre)? En mi trabajo profesional ¿Las cumplo con agrado, dedicación y alegría?
3. ¿Tomo en cuenta las necesidades y derechos de los demás? ¿suelo oponerme a
las iniciativas y entorpezco la labor del grupo?
4. ¿Soy una persona de voluntad o ante la mínima dificultad retrocedo? ¿Soy
pesimista? ¿pienso frecuentemente en mis fracasos, en mis metas no logradas?
5. ¿Sé tomar decisiones o vivo de mis sentimientos? ¿Vivo por convicciones o de
acuerdo a las circunstancias de mi vida?
6. ¿Me dejo llevar por las costumbres de mi ambiente social o profesional o vivo de
fe y principios?

Madurez Intelectual
1. ¿Me preocupo por cultivar mi inteligencia? ¿Estudio y me capacito para
superarme?
2. ¿Soy capaz de analizar las situaciones, los problemas? ¿Doy pronta solución?
¿Acepto las consecuencias de mis decisiones?
3. ¿Soy capaz de pedir consejo? ¿O creo que tengo todas las respuestas? ¿Recurro
a personas que realmente pueden orientarme cuando lo necesito?
4. ¿Resisto los embates del medio ambiente, manteniéndome firme en mis
principios? ¿Defiendo la institución del matrimonio, la familia, el derecho a la vida,
los derechos humanos?
5. ¿Mi actitud es firme y receptiva a la vez? ¿O soy inflexible e incapaz de escuchar
y tomar en cuenta otras ideas?
6. ¿Me preocupo y pongo los medios necesarios para adquirir una formación
intelectual adecuada a las necesidades de mi estado de vida?

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Madurez Moral
1. ¿Cómo es mi conciencia? ¿es recta, delicada, exigente? ¿O he permitido que se
vuelva débil y confusa?
2. ¿Me preocupo por formar mi conciencia? ¿Conozco los principios morales
cristianos? ¿Consulto cuando tengo duda?
3. ¿Permito que el medio ambiente o lo que está de moda influya en mis criterios?
¿Me hago para atrás por comodidad, conveniencia, respeto humano?
4. ¿Aplico mis criterios morales en mi vida diaria?
5. ¿Hay contradicción en mi vida entre lo que soy, lo que debo ser y lo que quisiera
ser? ¿Por qué?
6. ¿Soy sensible a la miseria que encuentro en el mundo? ¿Agradezco a Dios todo lo
recibido y estoy consciente de que algún día rendiré cuentas de todo lo recibido?
¿Promuevo con acciones concretas los valores cristianos?

Madurez Religiosa
1. ¿Son mis criterios los de Jesucristo? ¿Es la norma de mi vida cumplir su
voluntad? ¿es él el sentido de mi vida?
2. ¿Conozco las enseñanzas de la Iglesia? ¿Estoy al tanto de sus directrices y las
obedezco?
3. ¿Vivo la realidad de ser parte del cuerpo místico de Cristo con responsabilidad,
entrega y generosidad?
4. ¿Conozco la doctrina social de la Iglesia? ¿La aplico a los diferentes campos en
que me desenvuelvo? ¿Procuro difundirla?
_________________
Oración: “Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, concédenos por ti
mismo a nosotros, miserables, hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre
lo que te agrada, a fin de que, interiormente purgados, iluminados interiormente y
encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado
Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en
perfecta Trinidad y simple Unidad vives y reinas y estás revestido de gloria, Dios
omnipotente, por todos los siglos de los siglos. Amén”.

Estas son las preguntas que debemos hacernos para saber si tengo madurez
humana, para asumir un compromiso en la OFS, una vocación específica, un camino
y una meta. Estas son necesarias, para no fracasar.

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Lección 4 – Curso básico de la Sagrada Escritura
1a. Sesión. Inicio al estudio de la Biblia
Cómo se divide. Libros del Antiguo y Nuevo Testamento.

Por: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

1. ¿Qué significa la palabra Biblia?

Biblia es una palabra griega que significa libros. Proviene de una ciudad
llamada Biblios, donde se fabricaba el papiro para hacer libros. Hoy día, Biblia
significa el Libro Santo escrito por hombres, bajo la inspiración y dirección de
Dios. No es un solo libro, sino una colección de Libros Sagrados, que narran la
historia de la Salvación, es decir, todo el esfuerzo de Dios para salvarnos,
para atraernos a Él y formar con Él una comunión de vida y de amor.
Tampoco fue escrita por un solo autor, ni en un solo lugar. La Biblia es el fruto
de siglos de reflexión, predicación y vida religiosa. No es pues un libro como
los otros, sino una biblioteca, una colección de libros religiosos. Por eso se le
da diversos nombres: Biblia, Libros Sagrados, Antiguo y Nuevo Testamento,
Palabra de Dios, etc.

Para nosotros los cristianos, el centro de la Biblia es Jesucristo. Desde su


persona enfocamos toda la Sagrada Escritura. Aunque reconocemos que las
raíces del cristianismo se encuentran en el judaísmo, en Jesucristo hay
continuidad y ruptura con el judaísmo.

 Se le llama Sagrada Escritura porque trata de asuntos sagrados y religiosos.


 Palabra de Dios, ya que es el mismo Dios el que se comunica con nosotros a
través de la Biblia.
 Libro de la Revelación, ya que Dios se nos revela, es decir, corre el velo
cuando la leemos; y porque los que la escribieron lo hicieron por medio de la
revelación de Dios. No se la inventaron ellos.

2. ¿Cómo se divide la Sagrada Biblia?

La Sagrada Biblia se divide en dos grandes partes: Antiguo Testamento y


Nuevo Testamento. La palabra testamento significa pacto o alianza, que Dios
hizo con los hombres.

El Antiguo Testamento comprende lo sucedido desde la creación del mundo,


hasta que llegó el tiempo de la venida del Hijo de Dios, y contiene los pactos o
testamentos que hizo Dios con los primeros padres, con los patriarcas (Noé,
Abraham, Moisés), con los profetas y con el pueblo de Dios.
Narra también los éxitos que obtuvieron quienes cumplieron estos pactos o
testamentos, y los fracasos que sufrieron quienes no los cumplieron.

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Por eso, la Biblia nos enseña a hacer el bien y a evitar el mal. A hacer el bien,
que gusta a Dios; y a evitar el mal que le hiere y le pone triste.

El Nuevo Testamento contiene lo que sucedió desde el nacimiento del Hijo de


Dios en Belén, sus enseñanzas, su vida, su Pasión, su Muerte, Resurrección y
Ascensión a los cielos. Y, además, la historia de los apóstoles, las cartas de
algunos de ellos, y el libro de Apocalipsis. El primer pacto que hizo Dios fue
con Moisés. El segundo pacto o Nueva Alianza lo hizo a través de Jesucristo,
su Hijo. El antiguo Pueblo de Israel viene ahora sustituido con un nuevo
Pueblo: La Iglesia, por Él fundada.

Estos dos Testamentos no son independientes uno del otro, sino que el
antiguo es preparación para el nuevo y ambos están estrechamente unidos.
Ambas Alianzas constituyen la historia de la salvación, en la cual Dios
interviene con sus palabras y con sus obras en la vida de los hombres para
llevar a cabo su plan.

La lectura del Antiguo Testamento permite comprender a Jesús, porque desde


nuestro punto de vista, Él es el culmen de la revelación divina. Ambos
Testamentos forman una unidad, ya que todos tuvieron un único autor
principal: Dios, sabiduría infinita en quien no hay contradicción. El Evangelio
de San Mateo y el escrito a los hebreos, son los escritos del Nuevo
Testamento que hablan con más insistencia el cumplimiento en Jesús de lo
anunciado o prefigurado en el Antiguo Testamento.

3. ¿Cuántos libros contiene la Sagrada Escritura?


Contiene 73 libros, realizados por diferentes escritores y en distinto tiempo,
aunque todos inspirados por Dios a través del Espíritu Santo, de estos 73
libros, 46 son del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.

4. ¿Qué temas tratan los libros del A.T.?

Génesis: creación del mundo y del hombre. La respuesta del hombre: el


pecado y las consecuencias del pecado. La reacción de Dios: patriarcas.

Éxodo: narra la esclavitud de los israelitas en Egipto, como consecuencia del


pecado; Dios manda a Moisés para liberar a su pueblo a fin de que sea libre y
lo adore en el monte santo. Dios demuestra su poder ante el faraón, modelo y
paradigma de la soberbia. Dios hace un pacto con el hombre y le da sus
mandamientos como único camino de la verdadera libertad y felicidad.

Levítico, Número y Deuteronomio: leyes que Dios dio a los israelitas.


Despedida y muerte de Moisés.

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Josué: historia de cómo los israelitas, con la ayuda especialísima de Dios, se
apoderaron de la Tierra Prometida.

Jueces: narración de los hechos famosos de los primeros jefes que tuvieron
los israelitas, durante 300 años.

Ruth: bella historia de los antepasados de David.

Samuel: historia de Samuel, y de los primeros reyes: Saúl y David.

Reyes: Salomón y demás reyes.

Crónicas o Paralipómenos: otra historia de los reyes de Israel.

Esdras y Nehemías: narración de los hechos que sucedieron cuando Israel


volvió del destierro.

Tobías, Ester y Judit: bellísimas historias de estos personajes, que son


ejemplo para nosotros.

Macabeos: sucesos heroicos que por intervención especial de Dios lograron


los cinco hermanos Macabeos para liberar a Israel.

Job: historia del hombre más atormentado y más paciente de la antigüedad.

Salmos: 150 himnos en forma de oración, para todas las ocasiones y


circunstancias de nuestra vida.

Proverbios: más de tres mil refranes de profunda sabiduría, compuestos por


Salomón y otros sabios.

Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría: tres libros que los


antiguos atribuyeron a Salomón. En ellos se esconden las grandes verdades
eternas.

Eclesiástico: más de mil consejos prácticos para tener éxito en la vida.

Los Profetas: escritos que anuncian los premios que Dios dará a los buenos
y los castigos que se autoinfligen quienes desobedezcan a Dios.

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5. ¿Y los libros del Nuevo Testamento?

Los Santos Evangelios: la vida, enseñanzas, pasión, muerte, resurrección y


ascensión de Jesús.
Los hechos de los apóstoles: la primera iglesia primitiva, en su primeros 40
años, después de la muerte de Jesús. Historia de san Pablo.

Catorce cartas de san Pablo: el gran teólogo. En sus cartas se contiene


prácticamente toda la teología.

Carta de Santiago: fe con obras.

Las dos cartas de san Pedro y san Judas.

Las tres cartas de san Juan: consecuencias del mandamiento nuevo.

Apocalipsis: libro misterioso, donde se narra lo que sucederá al final del


mundo.

6. ¿Qué condiciones se necesitan para tener éxito al leer la Sagrada


Biblia?

a) Oración, pidiendo a Dios nos ilumine para entender su mensaje.


b) Lectura pausada, para poder digerir bien.
c) Humildad, sabiéndonos necesitados de Dios.
d) No buscar ciencia profana, sino un mensaje espiritual para salvarnos.
e) No dejar pasar el día sin leer una página de la Sagrada Biblia.
f) Leer explicaciones de buenos libros que comenten la Sagrada Escritura; o
pedir esas explicaciones a expertos de la Biblia.
g) Leer la Sagrada Escritura en el orden más fácil para entenderla:
Evangelios, Hechos, Génesis y Éxodo, Samuel y libros de los Reyes, Tobías y
Judit, Salmos, Proverbios, Eclesiástico, Santiago, san Pablo, etc.

7. ¿Cómo encontrar un pasaje en la Biblia?

Cada libro se encuentra dividido en capítulos y cada capítulo en versículos o


versos. Ejemplo: si se nos dice “Mateo 16, 12” quiere decir: Evangelio de san
Mateo, capítulo 16, versículo 12. Si se nos dice, por ejemplo, “Lucas 1, 20-
26”, significa: capítulo 1, del versículo 20 al 26. Si leemos así: “Marcos 1,
3.8.10” significa esto: capítulo 1, versículos 3, 8 y 10 solamente.

31
8. ¿Qué conclusiones podemos sacar de lo que hemos hablado en esta
introducción?

 Primera conclusión: la Biblia es más que un libro, es Dios quien nos habla.
Para oírlo necesitamos fe y así creer en Él; debemos abrirle nuestro corazón e
inteligencia; esperanza, para estar ciertos de que sólo siguiendo su voluntad y
aceptando las invitaciones que nos hace el Espíritu Santo podemos ser
verdaderamente felices; y caridad, para ser generosos y dar los frutos que
Dios espera de nosotros.

 Segunda conclusión: Dios siempre ha estado junto al hombre, está presente


en los hechos diarios y nos acompaña en nuestra peregrinación de vuelta a Él,
es decir, durante toda nuestra vida.

 Tercera conclusión: Dios nos escucha y nos habla siempre porque somos
suyos, nos ama y formamos parte de su plan de salvación.

 Cuarta conclusión: la historia de la presencia de Dios es eterna, pues ha


existido siempre y desde siempre estamos en su plan divino.

 Quinta conclusión: leer la Biblia es el medio para animarnos a tener siempre


presente a Dios en nuestras vidas. La Biblia nos entusiasma por Dios y nos
llena de amor hacia Él. Nos anima a llenarnos de obras buenas. Nos da gran
temor y aversión hacia el pecado. La Biblia consuela mucho y lleva al
arrepentimiento, la conversión y cambio de vida.

Preguntas para compartir con todos

1. ¿Creen ustedes que Dios nos ha dejado su Palabra para que la estudiemos
como se estudia cualquier otro libro?

2. ¿Cómo reacciona el hombre de hoy ante la Biblia? ¿La lee y la practica o la


considera como un libro que no tiene actualidad?

3. ¿A qué nos debe comprometer la lectura meditada de la Biblia?

ORACIÓN
Señor, tú nos dijiste: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”; nosotros te queremos seguir y
conocer a través del conocimiento de las Sagradas Escrituras, concédenos luz
para entender lo que a través de ellas tú nos quieres decir. Amén.

“Oh Alto y Glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón…

32
Lección 5 - Curso de La Biblia

2a. Sesión. Autor de la Biblia y forma en que fue escrita


¿Quién la escribió? ¿Lo escribió directamente o se sirvió de instrumentos
humanos? ¿Cómo se puede comprobar que fue Dios el que hizo redactar la
Biblia?

Por: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

I. INTRODUCCIÓN

Todo libro tiene su autor. Y según como sea el autor así será el libro. Cabe
preguntarnos: ¿quién escribió este maravilloso libro de la Biblia?

Se cuenta que un hombre preguntaba a una mujer: “¿Cómo puede usted


probar que la Biblia es palabra de Dios? ¿Es que Dios habló con usted?”. La
mujer le respondió, señalando con la mano el sol: “¿Puede usted
demostrarme que eso que se ve allá es el sol?”. – Sí, señora. La mayor
prueba de que es el sol, es que me da luz y me da calor.

- Muy bien, dijo la mujer. Así pasa con la Biblia: la mejor prueba de que es
Palabra de Dios es que ese Libro me da luz, pues me ilumina lo que debo
hacer; y me da calor, pues me anima a amar a Dios y al prójimo.

Esa es la prueba de que la Biblia sí viene de Dios: ese libro hace milagros de
iluminación y de cambio a quien lo lee. Pero Dios se sirvió de instrumentos
humanos para llevar su Palabra. A estos instrumentos los iluminó, y les
respetó su estilo y su temperamento, su cultura y su personalidad, y hasta el
sello de la clase social a la que pertenecían.

II. OBJETIVO DOCTRINAL: Conocer al autor de la Biblia y cómo fue escrita.

III. OBJETIVO VIVENCIAL: Cimentar nuestro conocimiento de la Biblia,


disipando dudas para poder dar razones de nuestra fe.

IV. PROPUESTA: La Sagrada Biblia tiene como autor a Dios, pero fue
redactada por profetas, sabios, poetas y apóstoles, durante catorce siglos.
Estos redactores fueron dirigidos e inspirados por Dios para que no escribieran
ningún error espiritual. Los redactores más famosos de la Sagrada Biblia
fueron: Moisés, el rey David, los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel;
en el Antiguo Testamento. Y en el Nuevo Testamento, los cuatro evangelistas,
Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y el apóstol san Pablo.

33
V. EXPLICACIÓN DE LA PROPUESTA

1. ¿Quién escribió la Biblia?

El autor de la Biblia es Dios, pero Dios se sirvió de unos instrumentos que sólo
escribían lo que Dios les inspiraba, pero respetándoles su modo de ser, su
temperamento y su condición social.

¿Qué es una inspiración? Inspiración es un deseo que nace de la persona y


que lo impulsa a realizar algo. Hay inspiraciones humanas, cuando proceden
de las facultades humanas (Un cuadro, una escultura, un libro, una poesía). Y
hay inspiraciones divinas, cuando proceden de Dios por conducto del Espíritu
Santo, y lleva al hombre a ejecutar algo que Dios le inspira y como Dios le
inspira. De esta última hablamos aquí.

Dijimos que Dios respetó a los escritores sagrados, influidos por las
costumbres y cultura de los países en los que vivían, dejando huella de su
estilo, temperamento, personalidad e incluso de la clase social a la que
pertenecían o el oficio que desempeñaban; así, por ejemplo, san Pablo
muestra su temperamento impetuoso, san Juan, místico y sereno; san
Marcos, detallista; Lucas, como buen médico, nos revela a un Jesús lleno de
misericordia, etc.

La mayor parte de los autores del Antiguo Testamento son desconocidos para
nosotros; cosa comprensible ya que la literatura antigua era anónima, pues
las composiciones, tanto orales como escritas, pertenecían a la comunidad y
no a los individuos. Muchos escritores además se basaron en la tradición oral,
que ampliaban, por lo que algunas obras se atribuyen a aquel autor que más
haya influido en ella. Así ocurre, por ejemplo, con el Pentateuco que se
atribuye a Moisés siendo que él es sólo autor de su núcleo fundamental.

2. ¿Cómo se escribió la Biblia?

La Biblia antes de ser escrita fue una enseñanza oral. Su redacción se debe a
tradiciones y hechos históricos que pasaban de generación en generación
desde tiempos muy antiguos. Nosotros estamos acostumbrados a leer y
escribir y no comprendemos fácilmente el mundo oriental antiguo, en donde
no se escribía, sino que sólo se memorizaba. Esta transmisión oral se
facilitaba porque se hacía en verso, con cierta cadencia musical que ayudaba
a recordarla.

Más tarde, estos autores sagrados la escribieron en cueros de res: largas tiras
de cuero llamadas “pergaminos”, que se enrollaban en dos cilindros de
madera. Cada rollo era un libro. Se escribían con plumas de ave, untadas en
tinta. También se escribieron las antiguas Biblias en “papiros” que eran
láminas sacadas de una planta egipcia llamada papiro.

34
Más tarde vinieron los códices, que son manuscritos muy antiguos que
contienen textos de la Biblia. Hay en el mundo más de 1.140 manuscritos
bíblicos. Varios de estos códices son del siglo cuarto. Los más famosos están
en el Vaticano, en Jerusalén y en Londres. En 1859 el sabio alemán
Tishendorf encontró en un antiquísimo monasterio del Monte Sinaí unos
pergaminos magníficamente escritos donde está todo el Nuevo Testamento y
gran parte del Antiguo. Son 346 páginas escritas con pluma, hace 16 siglos,
en mayúsculas todo, sin puntos ni comas. Es el famoso “Códice Sinaítico”.

3. ¿En qué idioma se escribió la Biblia?

Tres son los idiomas en que se escribió la Biblia: hebreo, arameo y griego.

Casi todo el Antiguo Testamento fue escrito en hebreo, que era la lengua
propia de Israel. Sin embargo, más tarde el arameo suplantó al hebreo,
siendo un dialecto de éste en el que Jesús hablaba a su pueblo. Finalmente,
en griego se escribieron algunos libros del Antiguo Testamento y todos los del
Nuevo, exceptuando el evangelio de san Mateo, que se escribió en arameo.

4. ¿En qué géneros literarios se escribió la Biblia?

Hay diferentes formas de expresión en la Biblia, que llamamos géneros


literarios: novelas, alegorías, fábulas, parábolas, poemas, leyendas, refranes,
metáforas, simbolismos, hipérboles, antropomorfismos, etc. Cada vez que
leamos la Biblia tenemos que tener en cuenta estos géneros literarios para
saber distinguir entre fondo (ideas) y forma (el modo de decir esas ideas),
entre la realidad y la ficción, entre el núcleo histórico y el ropaje literario que
lo expresa.

La lengua semita (hebreo y arameo) usa mucho las imágenes. Por eso
encontramos en la Biblia imágenes como, por ejemplo, el fruto del árbol del
paraíso, la creación de Eva de la costilla de Adán, la fuerza en el cabello de
Sansón, la ballena que se tragó a Jonás, etc. Lo importante es fijarnos, sobre
todo, en el fondo, es decir, en el mensaje que encierra ese ropaje literario o
ese hecho narrado o esa poesía hermosa.

Los géneros literarios que encontramos en la Biblia son éstos:


 Historia:
- de tipo poético-popular (Génesis)
- de tipo informativo (Reyes)
- de tipo anuncio (Evangelios y Hechos)

35
 Ley: textos que recogían normas y costumbres por las que se regía el pueblo
(Levítico).

 Profecía: revela la existencia de un mensajero que habla en nombre de Dios.

 Lírica: Expresa sentimientos, vivencias internas, pasión, amor...con un


lenguaje simbólico y religioso (Salmos, Cantar de los Cantares,
Lamentaciones).

 Sabiduría: se refiere a las narraciones de experiencias de vida; son


reflexiones sobre diversas realidades de la vida, sobre los grandes
interrogantes de los hombres, formulados por sabios y pensadores
(Proverbios, Job, Eclesiastés).

 Cartas: escritos enviados por un remitente a un destinatario. Cartas


proféticas, reales, temáticas, acción apostólica (las de san Pablo).

 Apocalíptica: relato de las revelaciones obtenidas mediante visiones y


sueños, expresados en forma enigmática y simbólica. Al final de la historia, el
bien triunfará sobre el mal.

 Midrash: consiste en ir haciendo una reflexión religiosa acerca de hechos que


la tradición narra, para sacar de ellos lecciones de santidad. Por ejemplo, los
libros de Tobías, Jonás, Ruth, Judit.

VI. CONCLUSIÓN

De todo lo dicho, concluimos:

 El autor de la Biblia es Dios.


 Los escritores fueron instrumentos que escribieron bajo inspiración de Dios.
 La Biblia antes de ser escrita fue una enseñanza oral
 Su redacción se debe a tradiciones y hechos históricos que pasaban de
generación en generación, desde tiempos muy antiguos.
 Se puede decir que la Biblia es una obra colectiva, es decir, obra de todo un
pueblo que, a través del tiempo, ha plasmado en ella su tradición. De ahí se
explica por qué la mayoría de los autores del Antiguo Testamento son
anónimos, es decir, desconocidos, para que se pusiera de manifiesto este
carácter colectivo. Estos autores se basaron en la tradición oral.
 La manera de escribir de los orientales es muy diferente de la nuestra, por lo
que debemos distinguir el fondo de la forma, para quedarnos con el mensaje.
 Es importante conocer en qué género literario está escrito un pasaje de la
Biblia, para entender qué es lo que allí el autor sagrado quiere decir y
significar.

36
VII. ORACIÓN

“Señor Jesús, sabemos que tú has inspirado a los autores de la Biblia;


concédenos entender lo que a través de ellos nos has querido decir y
permítenos llevar la Buena Nueva a todos nuestros hermanos. Ilumínanos
para poder captar todo el mensaje a través de cada uno de los libros de la
Biblia. Amén”.

TEMA PARA HABLARLO CON TODOS

1.¿Por qué es importante tomar en cuenta el temperamento, cultura,


personalidad y clase social de los instrumentos humanos que Dios iluminó
para escribir la Biblia?

37
Lección 6 - Curso de La Biblia

3a. Sesión. Disposiciones para leer la Biblia


Las disposiciones o actitudes para la lectura y comprensión de la Biblia.

Por: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

I. INTRODUCCIÓN

La Biblia no es un libro como cualquier otro. No se puede leer así, de corrido,


como una novela, o un periódico. La Biblia, siendo Palabra misma de Dios,
deberá ser leída y meditada como un encuentro vivo con Dios. Nos dice el
documento del Concilio Vaticano II: “Los cristianos deben recibir los libros
sagrados con devoción, porque expresan un vivo sentido de Dios, contienen
enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre,
encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra salvación” (Dei
Verbum, n. 15).

Por lo mismo debemos leer la Biblia con el mismo espíritu con que fue escrito.
Debemos recordar que San Francisco de Asís, tenía una profunda reverencia
hacia la Palabra de Dios, a través de ella Dios lo llama y le da su misión. San
Francisco se inspiró en ellas para delinear su espiritualidad.

Gracias al uso del misal, a la participación activa de los fieles en la liturgia, a


la propaganda de los sacerdotes y a los comentarios que sobre pasajes
bíblicos se hacen en las reuniones y círculos bíblicos, innumerables fieles van
tomando contacto directo con los textos sagrados. Siguiendo los deseos de la
Iglesia, el movimiento bíblico se va extendiendo cada vez más entre el mundo
cristiano. Numerosos cristianos tienen su Biblia, su Nuevo Testamento o sus
Evangelios.

II. OBJETIVO DOCTRINAL: Ver cuáles son las disposiciones o actitudes


para la lectura y comprensión de la Biblia.

III. OBJETIVO VIVENCIAL: Tratar de hacer vida las enseñanzas de la


Biblia.

IV. PROPUESTA: A la Biblia hay que acercarse con los pies descalzos, con el
corazón abierto y con la voluntad disponible para escuchar a Dios y
encontrarnos con Él. Su Palabra es luz para nuestros pasos, Alimento para
nuestra alma y Camino de salvación.

38
V. EXPLICACIÓN DE LA PROPUESTA:

1. Diversas actitudes para la lectura de la Biblia

a) Actitud literaria

La Biblia es un monumento literario de gran belleza; sobre todo, algunos


libros son de un encanto particular, por ejemplo: Génesis, Éxodo, Rut, Job,
Salmos, Cantar de los Cantares, Evangelios. Por tanto, podemos leer la Biblia
como obra literaria. Baste recordar cómo los temas bíblicos se han
inmortalizado en literatura, escultura, pintura, mosaicos, vidriería, orfebrería,
arquitectura, música, teatro. Pero no basta esta lectura literaria de la Biblia,
pues así no sacaremos todo el fruto espiritual que Dios quiere para nosotros
“aquí y ahora”. Esta actitud literaria nos llevaría sólo a ser diletantes y
literatos de la Biblia.

b) Actitud crítica

Dado que la Biblia es colección de libros antiguos, muchos especialistas la


leen con espíritu crítico, en el sentido científico de la palabra, es decir, ven la
Biblia desde el punto de vista de las ciencias. Es buena esta actitud, pero
tampoco basta, pues saldríamos eruditos de la Biblia, pero no tocaría todavía
el centro de nuestra persona.

c) Actitud histórica

En la Biblia se narran episodios del Pueblo de Dios y de sus personajes, sus


relaciones con otros pueblos y culturas del Oriente Medio. Esto hace que
podamos acercarnos a la Biblia con ojo de historiador. No obstante, tampoco
esta actitud sola es la correcta. Seríamos unos historiógrafos, nada más.

d) Actitud religiosa

Capta en la Biblia el mensaje de Dios para llevarlo a la vida. Esta debería ser
la actitud más importante a la hora de acercarnos a la Biblia. No debemos
olvidar que es un libro religioso. “Todo lo que en ellas se contiene ha sido
escrito para nuestra enseñanza” (Rm 15,4). Y esta actitud requiere de
profunda fe, de humildad sincera y de apertura total. Es Dios mismo quien
nos habla, porque quiere entrar en comunión con nosotros y hacernos
partícipes de su amor.

39
2.Verdaderas disposiciones para la lectura de la Biblia

a) Con fe y con amor

Como si estuvieras oyendo a Dios mismo, o leyendo una carta que Él te ha


mandado. El Concilio Vaticano II dice estas bellas palabras:

“En la Biblia el Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos para


conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de
Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus
hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual. Por eso
se aplican a la Biblia de modo especial aquellas palabras: la Palabra de Dios
es viva y enérgica (Hb 4, 12); puede edificar y dar la herencia a todos los
consagrados” (Hech 20, 32) (Concilio Vaticano II, Dei Verbum 21).

Ten la seguridad de que la Palabra de Dios bien recibida, te irá limpiando por
dentro y te podrá salvar. Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes están limpios
por la Palabra que han oído” (Jn 15,3). Y el apóstol Santiago: “Reciban la
Palabra de Dios plantada en ustedes. Ella es poderosa para salvar sus
almas” (1, 21).

b) Con respeto y veneración

Los personajes del Antiguo Testamento oían la divina Palabra descalzos y


rostro en tierra (cf. Éxodo 3, 5-6). Si el valor de un cuadro o de un libro se
aprecia por la firma de su autor, ¿qué estimación no ha de tener el cristiano
de la Biblia, sabiendo que su autor es el mismo Dios?

Los primeros cristianos tenían una gran veneración a la Biblia. Por eso,
copiaban capítulos enteros de su puño y letra, y los llevaban consigo, y, al
morir, los familiares los depositaban sobre su pecho. En el Concilio Vaticano II
se entronizaba la Biblia solemnemente todos los días, antes de dar comienzo
a las sesiones. En muchas parroquias y en hogares cristianos la Biblia está
entronizada en un lugar importante y destacado. Y antes de salir de casa, la
besan. Y al volver a casa, vuelven a besarla.

c) Con espíritu de humildad

Hay que acercarse a la Palabra de Dios con humildad y sumisión a la Iglesia,


pues fue ella la que recibió este sagrado depósito. “Yo te glorifico, Padre,
porque has ocultado estas cosas a sabios y grandes y se las has revelado a
los sencillos” (Mt 11, 25). Y es la Iglesia la que nos interpreta la Biblia, con la
iluminación del Espíritu Santo, que guía a la Iglesia.

40
d) Con espíritu de oración

La Biblia hay que leerla de rodillas. ¡Cuántos libros de la Biblia se prestan para
orar y meditar, por ejemplo, el libro de los Salmos2 ! El Concilio Vaticano II
nos dice: “Recuerden que a la lectura de la Biblia deben acompañar la oración
para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues a Dios hablamos
cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus Palabras” (Dei
Verbum, 25).

Y en otro lugar dice: “La necesidad de que los cristianos tengan pleno acceso
a las Sagradas Escrituras” (Dei Verbum 22). E insiste en la necesidad de que
los cristianos encuentren en la Biblia la fuente principal de su oración y de su
vida religiosa (cf. Dei Verbum n. 25).

3. Antes de comenzar la lectura de la Biblia: Recógete con los ojos


cerrados, por algunos momentos

Dios va a hablarte personalmente. Dile sencillamente: “Habla, Señor, que tu


siervo escucha”. O también: “Señor, creo que en las Sagradas Escrituras que
voy a leer se contiene tu santa Palabra. Haz que la escuche con todo respeto
y amor. Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca tu santa
voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú
quieres de mí”.

Pídele al Espíritu Santo que te ayude a entender y aceptar la Palabra del


Señor: “Espíritu Santo, ilumina con tu luz mi cabeza y enciende mi corazón
para que la Palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí”.

4. Durante la Lectura de la Sagrada Escritura:

 No debes leerla de corrido, sino despacio, procurando entender lo que Dios


quiere decirte, meditando lo que lees; si no entiendes a la primera lectura,
vuelve a leer el párrafo.
 Procura un ambiente de silencio, para que deje su fruto.
 No debes leer muchas páginas de la Biblia, todas de un “solo”.

Te propongo estos pasos para la lectura y comprensión de la Biblia:

a) Lee un pequeño texto.


b) Haz un resumen de las ideas principales. Para esto es útil subrayar con un
lápiz las frases que te parecen más significativas y que te hayan impactado.
c) Saca una enseñanza: ¿Qué enseñanza quiere dar el Señor al hombre de
hoy con esto que he leído? ¿Qué dice Dios a la sociedad de hoy con estas
palabras? ¿Cómo responde a esta enseñanza la realidad que me rodea y el
mundo?

41
d) Saca una aplicación personal: ¿qué mensaje me da a mí el Señor con estas
palabras? ¿Qué me quiere decir con esto el Señor a mí, hoy, en esta situación
personal, familiar, espiritual en que me encuentro?
e) Formula un compromiso o propósito: piensa delante del Señor cómo
podrás cumplir hoy lo que Él te enseña en lo que has leído.
f) Conversa con Dios y pídele la fuerza de ser fiel a lo que has prometido.
Termina tu lectura agradeciendo al Señor, con una oración.

5. ¿En qué orden conviene leer la Biblia?

a) San Jerónimo: escribiendo a una madre llamada Lea para que aconseje a
su nieta le dice: “Cerciórate de que cada día estudie algún pasaje de la
Escritura...Deberás primero aprender el libro de los Salmos, que son fáciles
para orar y reflexionar con Dios. Luego puede buscar una regla de vida en
los Proverbios. El Eclesiastés le enseñará a despreciar los bienes de este
mundo. Job le dará un modelo de fuerza y paciencia. Pasará enseguida a
los Evangelios, que deberá tener siempre entre sus manos. Luego leerá
los Hechos y las Epístolas de Pablo y de los otros apóstoles. Después
aprenderá los Profetas, el Pentateuco, y los libros históricos, acabando
con el Apocalipsis y el Cantar de los Cantares”.

b) Otros autores proponen este orden: Evangelios, por ser el centro y el


corazón de la Biblia, iniciar con el Evangelio de San Marcos; los Hechos, que
nos narran los primeros años de la Iglesia; algunas cartas de san Pablo, las
más cortas y fáciles (primera y segunda corintios, efesios, filipenses,
colosenses...); los libros históricos; los libros poéticos, especialmente los
salmos, para intensificar nuestro espíritu de oración y gratitud; las otras
cartas de san Pablo, como Romanos y Hebreos; los libros proféticos; y, por
último, el apocalipsis.

VI. CONCLUSIÓN
La Iglesia nos va educando para que entendamos mejor la Biblia. Y lo hace a
través de la liturgia o acciones sagradas donde se celebran los misterios de
nuestra fe. Por eso, la liturgia nos llevará a la Biblia. Prácticamente todos los
símbolos que emplea la Iglesia la toma de la Biblia: el fuego, el agua, el pan.
Conozcamos la Biblia para vivir mejor la Liturgia.

VII. ORACIÓN
Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a escuchar tu palabra con
corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerte. En Ti está la luz y
la salvación. Amén.

TEMA PARA HABLARLO CON TODOS


¿Qué actitud o disposición de las que describimos para leer la Biblia,
consideras la más importante para ti, no para los demás, piensa en la tuya?

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Lección 7 - Curso de La Biblia

4a. Sesión. Inspiración y Revelación de la Biblia


Distinguir la diferencia entre inspiración y revelación.

Por: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

INTRODUCCIÓN

Problemas que tenemos que solucionar en esta lección: ¿Son puramente


humanos los libros de la Biblia? ¿Interviene Dios en ellos? ¿Cómo? ¿Cómo
puede ser Dios el autor de la Biblia, si no lo vemos ni le oímos, ni le tocamos?
¿Por qué Dios tiene que escogerse a hombres para dar su mensaje? ¿El
escritor sagrado es como cualquier escritor que se siente inspirado? ¿Cuánto
hay de cosecha de ellos y cuanto de grano de Dios? ¿Y si se equivocaron? ¿La
Biblia contiene errores científicos y geográficos?

Hay dos textos en la Sagrada Escritura que nos servirán de hilo conductor:

 “Toda Escritura es divinamente inspirada” (2 Tim 3, 16).

 “La profecía no ha sido jamás proferida por humana voluntad, sino que
llevados por el Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios” (2 Pe
1, 21).

Y un texto del Concilio Vaticano II servirá también de referencia: “La Iglesia


reconoce que todos los libros de la Biblia, con todas sus partes, son sagrados
y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen
a Dios como autor y como tales han sido confiados a la Iglesia” (Dei Verbum
11).

Dios sale al encuentro de los hombres con infinito amor, pero lo hace de modo
progresivo, revelándose primero a Moisés, después a los Profetas y después
por su Hijo y por los Apóstoles. Al querer Dios que su divina Palabra quedase
por escrito, tenía que intervenir eficazmente. Y lo hizo escogiendo a unos
hombres, a quienes iluminó su inteligencia y movió su voluntad.

II. OBJETIVO DOCTRINAL: Explicar que la Biblia es auténtica Palabra de


Dios y auténtica palabra humana. Distinguir la diferencia entre inspiración y
revelación.

III. OBJETIVO VIVENCIAL: Acercarnos a la Biblia con gran fe, veneración y


con el deseo de encarnar el mensaje de Dios en nuestra propia vida.

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IV. TESIS O PROPUESTA:
Al influjo sobrenatural de Dios sobre la inteligencia y voluntad de cada uno de
los escritores sagrados se llama INSPIRACIÓN. Dios no sólo hizo y habló,
sino que quiso que sus palabras llegaran frescas y vivas a sus hijos de todos
los tiempos y para ello inspiró a unos hombres para que escribieran su
mensaje de salvación. Todo este mensaje de Dios se contiene en la Biblia. Por
tanto, la Biblia tiene como autor principal a Dios Espíritu Santo, pero se sirvió
de unos autores a quienes inspiró, iluminándoles el entendimiento para que
comprendieran lo que Dios quería decirles, moviéndoles la voluntad para que
escribieran todo y sólo lo que Dios quería decirles y cuidándoles para que no
se equivocaran, en lo concerniente al conocimiento de Dios y a nuestra
salvación eterna. En los libros canónicos se halla toda la verdad que el
hombre necesita para salvarse, y por ello están exentos de todo error relativo
a la salvación y al designio salvífico de Dios.

V. EXPLICACIÓN DE LA TESIS O PROPUESTA

1. ¿Qué es inspiración?

Inspiración bíblica quiere decir que todos los libros de la Biblia fueron escritos
bajo el directo influjo y asistencia del Espíritu Santo. Por eso la Biblia tiene
como autor al mismo Dios.

Dios se sirvió, para escribirla, de algunos hombres santos, que se han llamado
“escritores sagrados”. Para entender la acción de Dios sobre el escritor
sagrado se suele comparar a la de un jefe que manda a su secretaria a
escribir dándole las ideas. Pongamos otro ejemplo: Manuel es un joven que
quiere mucho a su novia, Juanita. Un día quiere mandarle una carta, pero él
no sabe escribir. Entonces va donde su amigo José y le dice: “Ayúdame a
escribir una carta a mi novia, Juanita. Dile que la quiero mucho, que pienso
en ella cada día, que estoy triste por su enfermedad y que la semana que
viene iré a visitarla”. José toma un lápiz y va escribiendo todo lo que le ha
dicho Manuel, respetando las ideas de Manuel, pero con palabras y estilo
propio de José. Cuando termina de escribir, José lee la carta y Manuel está
conforme y la firma. Cuando Juanita recibe la carta y la lee, se emociona
muchísimo y la guarda diciendo: “Es la carta de Manuel”. A nadie se le
ocurrirá decir que esa carta es de José, aunque haya sido el mismo José quien
la escribió materialmente.

44
Algo así hizo Dios cuando quiso contarnos sus secretos. Nos fue escribiendo
“sus cartas”, donde expresa su Amor por los hombres; y lo hizo sirviéndose
de unos escribanos, a lo largo del tiempo, los cuales escribieron según su
manera de ser, según los conocimientos de su tiempo, según sus
capacidades, y su manera de escribir. Pero las ideas y el mensaje es de Dios,
no de los escribanos.

Por eso, cuando nosotros leemos la Biblia o la escuchamos proclamar, nos


emocionamos, porque la Biblia es la Palabra de Dios. Es como una carta de
amor, que Dios nos escribe a cada uno.

Podemos decir, entonces, que la Biblia tiene dos autores: el autor principal es
el Espíritu Santo, y los autores secundarios son los hombres de quienes Dios
se sirvió para escribir cada uno de los 73 libros de la Biblia. Por eso decimos
que los libros de la Biblia son “inspirados”.

El Espíritu Santo ejerce con los autores sagrados tres acciones:

 Los ilumina el entendimiento, para que comprendan lo que Dios quería


decirles.
 Les mueve la voluntad, para que escriban todo y sólo lo que Dios quiere.
 Les cuida para que no se equivoquen en nada de lo concerniente a la
salvación.

Este hecho de la inspiración nos lleva a hacer unas reflexiones importantes


que hay que tener en cuenta a la hora de comprender el mensaje bíblico:

a) Dios habla en la Biblia por medio de los hombres, con un lenguaje


humano
Así lo dice la Dei Verbum: “Dios habla en la Escritura por medio de hombre y
en lenguaje humano” ((DV, 12). Sólo la palabra humana puede dar cuerpo y
forma a la palabra divina. La mediación es un requisito absolutamente
necesario para que la palabra de Dios llegue a oídos humanos e influya
eficazmente en su vida, con eficacia salvífica. ¿Qué es lo que hace posible
esta mediación de la revelación divina? La presencia activa, dinámica del
Espíritu de Dios en los mediadores. Esta misma fuerza divina actúa sobre los
oyentes o lectores, de modo que la palabra humana, al entrar en los oídos y
en el corazón de los hombres, sufra, bajo la acción del Espíritu, el
desnudamiento del lenguaje humano y llegue a la intimidad del alma como
Palabra de Dios. Ahora se entiende por qué el mensaje de Dios ha sido escrito
con la mentalidad y cultura de cada tiempo y de cada lugar.

45
Este lenguaje, de un país y de un tiempo tan antiguo, es lejano a nosotros en
un primer momento, y exige una preparación adecuada para poderlo entender
aquí y ahora, para nosotros. Por eso, la Iglesia invita a los cristianos a
desconfiar de una interpretación individual y a atenerse a la interpretación de
la misma Iglesia, a quien ha sido confiada la verdad de la Palabra de Dios.

b) La mayor parte de los autores que escribieron el Antiguo


Testamento son desconocidos

Cosa muy comprensible dado que, antiguamente, especialmente entre los


pueblos orientales, no tenían el sentido de propiedad que tenemos hoy.
Nosotros componemos una poesía o un libro y lo primero que aparece es el
autor.

En cambio, los antepasados, no. Los escritos, más que al individuo,


pertenecían a la comunidad y no ponían por lo general su firma.

2. Consecuencias de la Inspiración

a) La primera es la Revelación: es decir, que Dios se abre, se revela, se


manifiesta a cuantos abren la Biblia y la leen con fe.

b) Otro efecto es la Unidad de toda la Biblia: aunque haya sido escrita en un


largo tiempo, y por diversos autores sagrados, es producto de la sabiduría de
Dios, un solo autor, que quiere revelar al hombre un mensaje central: “El
misterio de Dios, preparado en el pueblo de Israel y manifestado en
Cristo Jesús”.

c) Sacramentalidad de la Biblia: es decir, la Biblia es un signo visible de


Dios y ofrece la oportunidad de encontrarse con Dios en Cristo.

d) Inerrancia de la Biblia, es decir, la ausencia de todo error. Esto conlleva


dos verdades: que siendo toda la Biblia inspirada por Dios, toda su doctrina es
Palabra de Dios y en ella no puede haber error o falsedad en lo concerniente a
la salvación; que entre la Biblia y las ciencias naturales no puede haber
oposición, porque tienen al mismo Dios como autor y creador.

No olvidemos que la Biblia no es un libro donde se pueda buscar y encontrar


datos de la historia o geografía, o datos científicos del origen del Universo. Al
autor sagrado no le interesa la verdad histórica o geográfica, sino una
enseñanza religiosa sobre el sentido de la vida humana, en relación con Dios,
a fin de que el hombre llegue a la salvación.

46
Estos son los principios fundantes de la verdad bíblica:

a) El objeto formal de la verdad bíblica es la salvación del hombre, y no tanto


el hecho histórico.

b) Para acceder a la verdad bíblica es indispensable el conocimiento y el buen


uso de los géneros literarios.

c) La verdad bíblica es históricamente progresiva y tiene su culminación y


plenitud en Jesucristo, camino, verdad y vida. Dios desvela su designio, su
doctrina como lo hace un padre con su hijo, poco a poco. Dios sigue una
pedagogía. Cada siglo nos da una nueva luz que se proyecta sobre las
verdades escondidas desde toda la eternidad. La verdad de la Escritura es por
tanto fruto de la totalidad de los textos sagrados.

3. ¿Qué es la Revelación?

Es la manifestación por la que Dios hace conocer a los hombres verdades que
por sí mismos serían incapaces de conocer. Literalmente revelación quiere
decir quitar el velo que oculta algo. Entre estas verdades está la verdad
profunda de la Creación, la verdad de la Santísima Trinidad, las relaciones
entre Dios y el hombre a través de la gracia que nos capacita para hablar con
Dios y entrar en diálogo amoroso con Él, Dios como Padre lleno de
misericordia, el destino del hombre a unirse a Dios en el cielo, las
postrimerías o novísimos. Dios se ha revelado, ha hablado para que lo
conozcamos. Y el único motivo ha sido el amor a nosotros, el querer compartir
con nosotros su vida divina y trinitaria.

Si la Revelación es la manifestación de Dios mismo y de su amor, nosotros,


los hombres, no podemos quedar indiferentes; hemos de acoger a Dios,
recibirlo, abrirle las puertas de nuestro corazón, corresponder a su amor.
Como expresa san Agustín: “Para que, escuchando, crea, y creyendo
espere, y esperando ame”. Sólo conociendo y creyendo en la Sagrada
Escritura como Revelación divina, tendrá nuestra lectura bíblica un verdadero
sentido y sólo así podremos escuchar con fe el mensaje que hoy Dios nos
quiere decir a cada uno de nosotros.

Cuando esa manifestación de Dios se pone por escrito, tenemos


la inspiración. En resumen, inspiración es la acción divina sobre la mente y
la voluntad de unos hombres para que fijen en libros esa Revelación de Dios,

47
transmitida de boca en boca. El concilio Vaticano II lo dice bellamente así: “La
revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por
escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, fiel a la
fe de los apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo
Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que
escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como
tales han sido confiados a la Iglesia” (Dei Verbum, 11).

La Revelación tiene su plenitud en Jesucristo, el Hijo de Dios, hecho


hombre que nos ha comunicado toda la verdad. Ya no habrá más
revelaciones. Con Cristo se cerró la revelación. Él es la última palabra del
Padre.

VI. CONCLUSIÓN

Por todo lo dicho concluimos: la Iglesia siempre ha afirmado que la Biblia no


es un libro meramente humano, sino que hay en ella un valor superior, por
estar inspirada por Dios, y así lo ha declarado en cuatro grandes concilios:
Florentino, Tridentino y Vaticano I y II. Por tanto, es una verdad de fe
revelada, que hay que creer.

Resumamos el significado de revelación:

 ¿Qué es? La Revelación es la manifestación de Dios mismo, de su intimidad.


 ¿Cómo se revela? Con palabras y hechos progresivos.
 ¿Por qué se revela? Por amor.
 ¿A quién se revela? Al hombre. Primero, al pueblo de Israel y después a
todos.
 ¿Para qué se revela? Para invitarnos y recibirnos en su compañía,
ofreciéndonos la salvación.
 ¿A través de quienes se revela? A través de los autores sagrados, a quienes
les inspiró que escribiesen su mensaje de salvación. Ahora bien, la palabra
divina pasa por la palabra humana, pero no se identifica con ella, como la
gracia pasa por los sacramentos. En ella pone Dios su morada y desde ella
dialoga y entabla el encuentro de salvación con los hombres. En su mensaje,
revelado en la Biblia, no hay ningún error concerniente a nuestra salvación,
aunque haya imprecisiones de carácter histórico o científico, pues los autores
sagrados no eran historiadores, ni querían hacer historia en el sentido del
positivismo moderno. La inspiración ha sido concedida al autor humano en
vista de un determinado mensaje que ha de comunicar en orden a la
salvación del hombre.

48
Nuestra respuesta a la revelación de Dios es la fe. Para que el hombre se
haga partícipe de los bienes divinos, que superan totalmente la inteligencia
humana, debe escuchar para creer, para que creyendo espere, esperando
ame y amando viva, y llegue a la salvación eterna, y así gozar de la presencia
de Dios.

ORACIÓN:
Señor, creemos, aumenta nuestra fe. Que nos acerquemos a tu Palabra con fe
y reverencia, para encontrarnos contigo y poder entablar un diálogo de amor
y de amistad. Que tu Palabra sea luz en nuestro camino, fuerza para nuestra
voluntad y aliento para nuestro corazón. Amén.

49
Lección 8 - Curso de La Biblia

5a. Sesión. Interpretación de la Biblia


Conocer los principios y criterios de la interpretación bíblica.

Por: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

I. INTRODUCCIÓN

La Palabra de Dios fijada y condensada en un texto definitivo hace muchos


siglos, por ser palabra de salvación está destinada a todos los hombres de
cualquier época y nación. Problemas que tenemos que resolver en este
capítulo: ¿Cómo acortar la distancia entre los siglos remotos de la
composición textual de la Escritura y nosotros? ¿Cómo hacer para que la
Palabra divina siga siendo viva, actual y salvífica? ¿Cada uno interpreta la
Biblia a su manera o hay unos principios de interpretación? ¿Qué es lo más
importante en la Biblia: lo que a mí me dice o lo que en sí dice? ¿A qué se
debe el que haya tantas clases de Biblia, tantas traducciones distintas? ¿Por
qué los protestantes predican algunas verdades diferentes a la Iglesia
Católica, si la Biblia es la misma para todos?

II. OBJETIVO DOCTRINAL: Conocer los principios y criterios de la


interpretación bíblica.

III. OBJETIVO VIVENCIAL: Leer, meditar e interpretar la Biblia con el


mismo sentido de fe con el que fue escrita y leída en la Iglesia durante todos
estos siglos.

IV. TESIS O PROPUESTA: Siendo la Biblia mensaje divino en palabras


humanas, su interpretación presupone en primer lugar la fe en la Palabra de
Dios, y luego el progresivo descubrimiento de su mensaje profundo. Este
progresivo descubrimiento lo realiza la Iglesia toda meditando la Palabra
divina con la asistencia del Espíritu de la Verdad, con la ayuda del Magisterio
del Papa y demás obispos que enseñan con la autoridad de Cristo, y con el
apoyo de los teólogos y exegetas. La hermenéutica bíblica tiene por objeto
establecer una mediación entre el antiguo texto y el hombre contemporáneo,
recurriendo al uso de los métodos más apropiados, con el fin de hacer el texto
vivo y actual. Estos son los criterios teológicos recogidos por la
encíclica “Providentissimus Deus” (1893) del papa León XIII: hay que
interpretar la Biblia con la luz y la gracia del mismo Espíritu Santo que la ha
inspirado; conformidad de la exégesis con la interpretación que la Iglesia ha
hecho y hace de la Escritura; la exégesis no debe estar en contra del
consenso unánime de los Padres de la Iglesia; y debe tener en cuenta la
analogía de la fe.
50
También admite criterios histórico-críticos: recomienda el estudio de las
lenguas orientales y la ciencia crítica textual o literaria; admite, aunque
todavía tímidamente, la crítica histórica.

V. EXPLICACIÓN DE LA TESIS O PROPUESTA:

1. Definición de términos

a) Exégesis: es la explicación actualizada de un texto bíblico. El exegeta


tiende un puente entre el texto que ya tiene muchos siglos y el hombre
contemporáneo, con sus inquietudes y preguntas existenciales de hoy. Sólo
comprenderemos verdaderamente un texto cuando un determinado evento o
contenido, alcanzado mediante una metodología exegética correcta, es
traducido en su significado al hombre de hoy y a la historia contemporánea, y
como tal vuelve a revivir en eventos y palabras, aquí y ahora, su mensaje
universal.

b) Hermenéutica: es una parte de la ciencia bíblica que tiene por objeto


establecer una mediación entre el antiguo texto y el hombre contemporáneo,
recurriendo al uso de los métodos más apropiados, con el fin de hacer el texto
vivo y actual.

c) Heurística: es la parte de la hermenéutica que descubre los distintos


sentidos de la Biblia, sea por los estudios de los investigadores, sea por las
enseñanzas del Magisterio.

d) Crítica: es el estudio racional de los textos, cualesquiera sean, para


determinar su sentido, las intenciones del autor, el tiempo y circunstancias en
que fue escrito, el género literario y la forma estilística. Este estudio crítico se
impone también en la interpretación de la Biblia, por estar escrita en lenguaje
humano.

2. Diversos sentidos de la Biblia

a) Sentido literal: no significa interpretar al pie de la letra el texto, sino


tratar de buscar el sentido que le dio el autor mismo de ese texto, teniendo
en cuenta la intención del autor, el auditorio a quien se dirigía, la situación de
su tiempo y el género literario empleado. Este sentido literal requiere del uso
de la crítica en sus dos vertientes: literaria e histórica.

 Primero, crítica literaria: analiza el género literario en que está escrito ese
libro de la Biblia.

 Segundo, la crítica histórica: descubre la historia literaria del libro o pasaje


bíblico en cuestión, ubicando la época y cultura en que se escribió y así
conocer la intención teológica del autor.

51
b) Sentido espiritual: supera el conocimiento del autor humano, aunque se
apoya en sus escritos. Se desprende no de las palabras sino de las realidades
que se ocultan bajo esas palabras. Este sentido espiritual se divide a su vez
en: sentido pleno y sentido típico.

 Sentido pleno: significa ver ese texto a la luz de la totalidad de la Escritura,


a la luz de la Tradición y echando mano de la analogía de la fe. Es un sentido
más profundo que el sentido literal.
1. A la luz de la totalidad de la Escritura significa que ese texto analizado
hay que entenderlo en conexión con otros textos de la Sagrada Escritura que
lo explicitan o lo profundizan.
2. A la luz de la tradición significa que no se puede analizar un texto sin
tener en cuenta la interpretación de la Tradición viva de la Iglesia, que viene
analizando esos textos desde los orígenes. Esta Tradición viva está reflejada,
sobre todo, en la doctrina de los Santos Padres de Oriente y Occidente, y en
la liturgia 16.
3. La analogía de la fe significa la conexión que tienen las verdades de la fe
entre sí. Pongamos un ejemplo:

Isaías 7, 14: “Pues bien, el Señor mismo va a darnos una señal: He aquí que
una doncella está en cinta. Y va a dar a luz un hijo. Y le pondrá por nombre
Emmanuel”.

Mateo 1, 22-23: “Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del
Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel”.

 Sentido típico: es leer toda la Biblia en referencia a Cristo, en quien la


Escritura tuvo su plenitud. Cristo es el nuevo Adán, el nuevo Abel, el nuevo
José, el nuevo Moisés, el Siervo doliente de Isaías, el nuevo Jonás, etc. Cristo
viene a ser el modelo y la figura de cuanto está contenido en la Escritura.

3. Diversos principios y criterios de interpretación católica de la Biblia

a) Lectura en el espíritu. Hay que leer la Biblia con el mismo Espíritu con
que ha sido escrita. Debe ser una lectura espiritual, centrada en Cristo. Debe
ser una lectura interiorizada que va transformando interiormente a quien lee
la Biblia.

b) La intención del autor. El autor divino es el Espíritu Santo. El autor


humano es el instrumento del que Dios se sirvió y a quien inspiró para que
dijera solo y todo lo que Dios quería. La constitución Dei Verbum, n.12 dice:
“Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras
cosas, los géneros literarios.

52
Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa
índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios.
El intérprete indagará lo que el autor sagrado dice o intenta decir, según su
tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de su época.
Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay
que tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se
usaba en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces se
usaban en la conversación ordinaria”.

c) El contenido y la unidad de toda la Biblia. El intérprete o exegeta


científico ha de estar capacitado para descomponer y analizar separadamente
cada una de las piezas de un libro o de un autor; pero como científico
creyente ha de saber también, teniendo a mano los resultados de sus estudios
científicos, recomponer las piezas del escrito bíblico y redescubrir en toda su
belleza la verdad unitaria del mensaje. ¿Cuál es el contenido de la Escritura?
El contenido de la entera Escritura es la salvación, llevado a su plenitud en
Cristo y por Cristo. ¿Cuál es la unidad de toda la Escritura? La unidad del
tema es la salvación en Jesucristo. Y la unidad de autor: Dios es el autor de
los libros sagrados. El Nuevo Testamento dará su sentido último y definitivo al
Antiguo.

d) La Tradición viva de toda la Iglesia. Tradición quiere significar


primeramente la Tradición apostólica, en la que y de la que nació el Nuevo
Testamento y la Escritura cristiana. Tradición viva, es decir, que progresa en
la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo. Toda la Iglesia constituye la
Tradición viva y por ello toda la Iglesia contribuye a la correcta interpretación
de la Escritura: los Padres, los fieles cristianos, los exegetas, el Magisterio.
Éste último goza del carisma de la interpretación auténtica, bajo la guía del
mismo Espíritu Santo que inspiró el texto sagrado. La Tradición tiene una
función hermenéutica de guía y de norma, porque nos ofrece un horizonte de
comprensión. Es como el lecho por el que corre el río de la Palabra de Dios y
de su comprensión ininterrumpida.

e) La analogía de la fe. La analogía de la fe es la conexión coherente de la


fe objetiva de la Iglesia, el nexo interno de los misterios entre sí, de que habla
el Vaticano I (cfr. DS 3016). Por consiguiente, cualquier verdad o expresión
de la revelación y de la fe ha de verse a la luz de las otras y en conexión con
ellas, para poder entenderla rectamente y que quede abierta a una ulterior y
más profunda comprensión.

Otros principios a tener en cuenta, y que están implícitos en los ya


mencionados anteriormente:

53
a) El contexto del fragmento: Hay que tener en cuenta el contexto para
interpretar correctamente un texto bíblico. Para ello haremos cuatro círculos
concéntricos:

 Primer círculo: abarca los versículos anteriores y posteriores al texto.


 Segundo círculo: ver el contenido global y el objetivo del libro en el que se
encuentra ese texto.
 Tercer círculo: tener en cuenta otros escritos del mismo autor.
 Cuarto círculo: ver el contenido global y el objetivo de toda la Biblia.

Pongamos un ejemplo: Marcos 4, 10-12

“Y cuando se quedó solo, los que le acompañaban junto con los doce
le preguntaron por el significado de las parábolas. Y les decía: A
vosotros se os ha trasmitido el misterio del Reino de Dios; en cambio,
a los que están fuera todo se les anuncia en parábola, de modo que
los que miran miren y no vean, y los que oyen oigan pero no
entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone”.

 Primer círculo:
- Versículos anteriores: Mc 4, 1-9: Parábola del sembrador. -Versículos
posteriores: Mc 4, 13-20: explicación de la parábola

 Segundo círculo: el contenido global y objetivo del libro.

- Intención de Marcos: demostrar que Jesús es Hijo de Dios


- Jesús incomprendido y rechazado por los hombres

 Tercer círculo: otros escritos del mismo autor.

- San Marcos no tiene otros escritos.

 Cuarto círculo: La Biblia en su conjunto.

Contenido: La historia de la Salvación


Objetivos:
- Dar a conocer al Dios que se revela.
- Conocer al hombre.
- Conocer el plan de Dios para el hombre

b) El estilo del libro: es decir, el género literario o formas de expresión de


las que se sirve el autor para expresar su pensamiento.

c) El sentido literal: Tener en cuenta el momento y el lugar en que se


escribió.

54
d) Armonía del sentido literal y el sentido espiritual:

Por ejemplo: Lc 14, 26: “Si alguno viene en pos de mí y no odia a su padre y
a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos y a las hermanas,
hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo”.

¿Cuál es el sentido literal? Quiere decir simplemente que en el orden de los


valores, Jesús ocupa el primer lugar, aún frente a los padres.

¿Cuál es el sentido espiritual? Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser. Todo
lo humano queda en segundo término, tratándose de Dios.

Por ejemplo: Mt 18, 6: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que
creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino, de
las mueve el asno, y lo arrojen al fondo del mar”.

¿Cuál es el sentido literal? Máxima severidad para los que corrompen a la


niñez y juventud, en doctrina o conducta. Escándalo es literalmente todo lo
que hace tropezar a los que creen, matando su fe o deformándola.

¿Cuál es el sentido espiritual? Poner todos los medios para evitar el


escándalo, especialmente con los niños, porque grave es el escándalo dado
por aquellos que tienen responsabilidad en la formación de otros.

Por ejemplo: Mt 18, 8-9: “Si tu mano o pie te escandaliza, córtalo y arrójalo
lejos de ti. Más vale entrar en la vida manco o cojo, que ser arrojado al fuego
eterno con las dos manos o los dos pies”.

¿Cuál es el sentido literal? Debemos renunciar a todo, para evitar la ocasión


de pecado. San Pablo enseña a dejar aún lo lícito, cuando puede escandalizar
a un ignorante (cf. 1 Cor 8, 9ss).

¿Cuál es el sentido espiritual? Obrar siempre correctamente para que nuestro


ejemplo acerque y no aleje a otros de Dios, de Cristo, de la Iglesia.

Hay otros muchos textos bíblicos para sacar el sentido, por ejemplo:

Interpretar en su sentido literal y en su sentido espiritual este texto de san


Mateo 18, 9: “Si tu ojo te escandaliza, córtatelo”.

O este texto de Mateo 19, 12: “Hay eunucos que nacieron así del vientre de
su madre, los hay que fueron hechos eunucos por los hombres y los hay que a
sí mismos se hicieron tales por el reino de Dios. ¡El que se sea capaz de hacer
esto que lo haga!”.

55
O el siguiente: Mateo 5, 39-41: “Pero yo os digo que no hagáis frente al que
os ataca. Al contrario, al que te abofetee en la mejilla derecha, preséntale
también la otra; al que te quiera llevar a juicio para quitarte la túnica, déjale
también el manto; al que te obligue a ir con él un kilómetro, vete con él dos”.

Hay un texto difícil: Mateo 5, 32: “Pero yo os digo que todo el que se separe
de su mujer, excepto en caso de concubinato, la expone a cometer adulterio,
y el que se casa con una mujer divorciada comete adulterio”. Cristo afirma la
indisolubilidad del matrimonio. El inciso aparentemente exceptivo del v. 32,
que sólo consigna Mateo, delo que se deduce que responde a la situación
peculiar de la iglesia a la que se dirige Mateo, compuesta de cristianos
venidos del judaísmo y de la gentilidad, se refiere a matrimonios nulos por
haber sido contraídos en grados de parentesco prohibidos por la ley (cf. Lev
18) y que los judíos habían permitido a sus prosélitos. Es el significado de
“porneia” en la literatura rabínica.

También se podría reflexionar este texto de Pío XII: “Así como Cristo se hizo
semejante al hombre, menos en el pecado, así las palabras de Dios
expresadas en lenguaje humano, se han hecho en todo semejantes al modo
de hablar humano, menos en el error” (Pío XII, en su encíclica “Divino Afflante
Spiritu”).

e) El sentido de determinadas palabras: es clásica la palabra “hermanos


de Jesús”. Algunos protestantes aprovechan esta palabra para negar la
virginidad de María. No saben que el término “hermano” abarca también a
primos y parientes cercanos.

f) Objetividad de juicio: al interpretar un texto bíblico, no olvidemos el


influjo de nuestras actitudes personales, positivas o negativas, sobre la
lectura del texto. Debemos dejar a un lado las actitudes negativas y
aprovechar las positivas para lograr el mayor fruto. Algunas actitudes
negativas son: actitud crítica, apertura excesiva, superficialidad, rigorismo,
desconfianza. Lo más importante es leer la Biblia con mucha humildad y
apertura de corazón, y con mucha docilidad a la enseñanza del Magisterio de
la Iglesia, única garantía de que no haremos decir a la Biblia lo que nos
conviene.

Estos principios no son fórmulas mágicas para abrir la combinación de una


caja complicada. Son pistas de apoyo para entresacar el mensaje de Dios en
la Biblia. Lo más importante es la fe: creo que Dios es el autor de la Escritura;
creo que el Espíritu Santo ha inspirado a los autores sagrados; creo que el
Espíritu Santo asiste al Magisterio para la auténtica interpretación de la
Sagrada Escritura, creo que la Tradición contribuye a la recta interpretación
de la Escritura, creo que los fieles cristianos, con su vida guiada por la fe,
constituyen también la tradición viva. Sin fe, no se entenderá nunca la Biblia
en toda su profundidad.

56
4. La Biblia y la Iglesia

Dios no entregó su Palabra al individuo, sino a una comunidad, a su Pueblo; y


ese Pueblo, hoy, no es otro que la Iglesia.

Por otra parte, Dios tiene que querer de manera eficaz que su Verdad llegue
íntegra a los hombres. Para llevar a cabo esto, ha confiado a su Iglesia la
misión de transmitir su Palabra salvadora a todos los hombres, a fin de que
participen de la vida divina.

De esta misión o deber sagrado, nace el derecho que la Iglesia tiene de


proclamar la divina Palabra. Ella, la Iglesia, es la depositaria y la guardiana
del tesoro sagrado de la Revelación y la única intérprete auténtica de la Biblia,
siendo infalible en sus interpretaciones doctrinales sobre las cuestiones
concernientes a la fe y a las costumbres. A este ejercicio divino y permanente
de la enseñanza de la Iglesia se le llama “magisterio vivo”. Según esto, debe
afirmarse que fuera de la Iglesia no se puede alcanzar el pleno conocimiento
de la Palabra de Dios.

En este sentido ha reaccionado siempre la Iglesia en sus enseñanza ordinaria


y en sus controversias contra los que desde el siglo II atacan la fe tradicional
en nombre de la letra escrita. La predicación apostólica, expuesta de un modo
especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos
por una sucesión continua. De ahí que los apóstoles, comunicando lo que ellos
mismos han recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones
que han aprendido de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe
que se les ha dado una vez para siempre.

Esta tradición, que deriva de los apóstoles, progresa en la Iglesia con la


asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de
las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio
de los creyentes, que las meditan en su corazón, ya por la percepción íntima
que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que
con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es
decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la
plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de
Dios.

Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente


unidas y compenetradas. Porque brotando ambas de la misma fuente se
funden en cierto modo y tienden a un mismo fin, ya que la Sagrada Escritura
es la Palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del
Espíritu Santo; y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores
de los apóstoles la Palabra de Dios a ellos confiada por Cristo Señor y por el
Espíritu Santo para que, con la luz del espíritu de la verdad, la guarden
fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue

57
que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca
de todas las verdades reveladas –que están todas ellas implícitas en la
Escritura-. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu
de piedad.

La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura, constituyen un solo


depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a este
depósito, todo el pueblo santo unido a sus pastores en la doctrina de los
apóstoles y en la comunión, persevera constante en la fracción del pan y en la
oración, de suerte que prelados y fieles colaboren estrechamente en
conservar, ejercer y profesar la fe recibida.

Pero el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o


transmitida, como ya hemos dicho, ha sido confiado únicamente al magisterio
vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo.

Desde los comienzos de la historia de la Iglesia, algunos se sirvieron de falsas


interpretaciones de textos bíblicos para apoyar sus errores. El mal se acentuó
con la reforma protestante que proclamaba, por medio del libre examen, la
interpretación personal de la Sagrada Escritura. Así se explica que los Papas
Pío IV (1559-1565), Clemente VIII (1592-1605) tomasen serias medidas, no
para prohibir a los fieles la lectura de la Biblia, sino para limitarla. Pasado el
grave peligro, las normas de la Iglesia se suavizaron y la cristiandad entera se
inundó de nuevo de nuevas versiones y ediciones bíblicas bajo la aprobación
de los obispos.

Es vana, por tanto, la tentativa de enfrentar a la Iglesia con la Biblia. La Biblia


sólo se comprende rectamente dentro de la Iglesia, pues –conviene repetirlo-
Dios no entregó su Palabra al individuo, sino a la comunidad, y es natural que
esta comunidad –la Iglesia, fundada por Jesucristo sobre san Pedro y asistida
por el Espíritu Santo- sea la única llamada a interpretarla.

5. Interpretaciones protestantes de la Biblia

¿Por qué los protestantes predican algunas verdades diferentes a la Iglesia


católica, si la Biblia es la misma para todos?

Los protestantes tienen la Biblia como única fuente de Revelación, y además,


interpretada por cada uno a su manera. No aceptan ni la Tradición ni el
Magisterio de la Iglesia.

A este principio protestante contestamos:

58
a) La misma Escritura excluye la interpretación meramente
privada: “Sépanlo bien, nadie puede interpretar por sí mismo una profecía de
la Escritura...” (2 Pe 1, 20; cf. 1 Jn 2, 19-27; 1 Jn 4, 1-6). Sin la Tradición no
conocemos los libros canónicos. El subjetivismo, pues, destruye la unidad de
la fe.

b) Es más, este principio protestante está en abierta oposición al


deseo de Cristo que quiso la unidad de la Iglesia (cf. Jn 17, 20-21; Ef 4,
4-6). Mientras la Iglesia católica es una, desde su principio hasta hoy, las
sectas protestantes se multiplican cada día y dividen el cuerpo de Cristo. Hoy
hay más de 2.000 sectas en el mundo, todas ramas del protestantismo. O
existen mil verdades, lo que es absurdo, o son falsos los principios en que se
fundamentan las sectas protestantes.

c) Hay más: ese principio protestante es imposible. Antes de inventarse


la imprenta, pocos podían leer los manuscritos bíblicos y la mayoría no sabía
leer. Si Jesús hubiera puesto la Biblia como única salvación, no todos hubieran
podido salvarse. Aún hoy existen muchos pobres que no pueden leer y no
pueden entender la Biblia. ¿No se salvarían, por no haber sabido leer la Biblia?

d) Es también incompleto. La Escritura y la Tradición son dos fuentes


donde está contenida la Palabra de Dios, como ya hemos explicado
anteriormente. No son dos fuentes separadas, sino unidas. Así lo afirma el
concilio Vaticano II en la constitución Dei Verbum, sobre la divina revelación,
en los números 9 y 10.

e) Además, inseguro: ¿Cómo saben los protestantes que la Biblia es Palabra


de Dios y que las verdades de la Biblia son inspiradas y divinas? Ellos
contestan: “porque lo dice la misma Biblia”. Pero esto es absurdo. ¡También
los apócrifos dicen que son verdaderos y se firman con nombres de
apóstoles...y no es verdad! Yo también puedo escribir un libro y allí decir que
soy inspirado por Dios. Tiene que haber una autoridad, fuera de la Biblia, que
garantice que la Biblia es Palabra de Dios. Todo escrito, ley o código, requiere
de un tribunal que lo interprete y resuelva las dudas. ¿En qué país se deja a
cada uno que interprete la ley a su gusto personal?

f) Y, por si fuera poco, contradictorio. Los protestantes dicen: “Nosotros


tenemos los pastores que nos explican la Biblia”. Por una parte, creen que la
Biblia es la única regla de fe; y, por otra, admiten la enseñanza de sus
pastores. Rehúsan el Magisterio de la Iglesia, que tiene la inspiración del
Espíritu Santo e inclinan la cabeza a personas que no tienen ninguna
autoridad y que se contradicen unos a otros.

59
5. Principales temas bíblicos de las sectas protestantes, contrarios a
la fe católica o que no aceptan

a) La autoridad del Papa: Dicen que Jesús no constituyó a Pedro cabeza


visible de la Iglesia, que en la Iglesia no hay otra cabeza más que Cristo, que
la autoridad que Cristo dio a Pedro no se pasa a otros, porque no está escrito
en la Biblia. Se apoyan en estos textos: a) Ef. 5, 23; b) 1 Cor 3, 11; c) Gal 2,
11. Nosotros les contestamos: a) Cristo sigue siendo cabeza de la Iglesia,
pero el Papa es cabeza visible de Cristo aquí en la tierra. b) Cristo es el
fundamento de la Iglesia como piedra angular; pero este fundamento se
continúa en la historia, en los apóstoles. Nuestros textos fundamentales son:
Mateo 16, 16-19; Jn 21, 15-17; Lc 22, 31-33.

b) El sacerdocio cristiano: Dicen que Jesucristo no dio a los apóstoles poder


ordenar sacerdotes, que todo el que cree en Jesús es verdadero sacerdote y
puede predicar su evangelio sin necesidad de la ordenación. Se apoyan en
estos textos: a) 1 Pe 2, 9; b) Mt 23, 9-10. Nosotros les contestamos: a) Por el
bautismo todo cristiano participa del sacerdocio común de todos los fieles,
pero Jesús instituye en la Última Cena el sacerdocio ministerial: b) Las
palabras de Jesús no van entendidas literalmente. De hecho, Pablo se hace
llamar “padre” varias veces y a llama a los cristianos “hijos”. Nuestros textos
fundamentales son: Hechos 20, 28; 13, 2-4; 1 Tim 4, 14; 5, 22; 2 Tim 1, 6;
Tito 1, 5; Heb 5, 1-4; Rm 10, 14-15; 1 Cor 4, 1; 1 Cor 3, 9; Sant 5, 14; Jn
20, 23 Y sobre todo, Lc 22, 19 y 1 Co 11, 23.

c) Bautismo de los niños: Dicen que no vale bautizar a los niños, porque el
bautismo exige la fe en Cristo y los niños no pueden tener fe, porque no
entienden; que Jesús se bautizó cuando tenía 30 años; que en la Biblia no
consta que se haya dado el bautismo a los niños. Se apoyan en estos textos:
a) Rom 5, 1; b) Mc 1, 9. Nosotros les contestamos: a) Jesús ordena a sus
discípulos de bautizar a todos, no prohíbe bautizar a los niños; b) El bautismo
cristiano no está relacionado con el bautismo de Jesús en el Jordán, que fue
un acto externo de purificación y penitencia. El cristiano es bautizado y
salvado en la muerte y resurrección de Jesús. Es una nueva vida que nos hace
hijos de Dios, ¿cómo no recibirlo desde el nacimiento? c) Pedro bautiza a toda
la familia de Cornelio (Hech 10, 44-48), sin duda también habría niños.

d) La confesión: Dicen que sólo Dios puede perdonar los pecados. Se


apoyan en estos textos: a) 1 Jn 1, 7: ya hemos sido perdonados por la sangre
de Cristo; b) Sant 5, 6: confesarse entre los hermanos. Nosotros les
contestamos: a) Mt 18, 18: Jesús entrega a los apóstoles el poder de atar y
desatar; b) Jn 20, 19-23: Jesús explicita aquí el poder de perdonar en su
nombre; c) 2 Cor 5, 18; d) Hech 19, 18: los cristianos que habían pecado de
magia fueron arrepentidos y lo confesaron a los apóstoles.

60
e) La Eucaristía: Dicen que Jesucristo no está presente realmente en la
Eucaristía. Hay que entender todo en sentido figurado y simbólico. La Cena es
sólo un recuerdo. El sacrificio de Jesús en la cruz es perfecto, no es necesario
perpetuarlo. Nosotros les contestamos: a) Jn 6, 48-63: Jesús promete la
Eucaristía con palabras claras y fuertes, tanto que los judíos que escuchaban
se escandalizaron; b) Mt 26, 26-28: “Esto es mi cuerpo...Esta es mi sangre”;
c) Lc 22, 19: “Haced esto en memoria mía”; d) 1 Cor 11, 23-29; e) Hech 2,
42. Jesús, cuando se le fueron muchos, no rebajó nada su doctrina sobre el
Pan de vida.

f) El celibato sacerdotal: Dicen que en ninguna parte de la Biblia se


encuentra la ley “corruptora” del celibato sacerdotal. Se apoyan en este texto
de 1 Tim 3, 2 y 12: “Que el obispo sea casado”. Nosotros le contestamos: a)
Mt 19, 29: recompensa especial a quien se mantiene virgen. Era voluntad
implícita de Jesús el celibato a quienes se quieren consagrar a Él en el
sacerdocio, pues Él mismo fue célibe. ¿Por qué sólo hasta el siglo III la Iglesia
ordenó el celibato a los sacerdotes? La Iglesia va poco a poco reflexionando
en las palabras de Jesús, bajo la inspiración del E.S.; no puede comprender
todo de golpe; además, Dios sigue su pedagogía con nosotros. Desde el siglo
III ha sido una constante de la Tradición de la Iglesia la defensa del celibato
sacerdotal. A pesar de todo lo dicho, Pablo VI en su encíclica sobre el Celibato
sacerdotal no dice que el celibato sea esencial al sacerdocio ordenado; el Papa
habla de “íntima conveniencia”. Este celibato es exigido en la Iglesia católica
de rito latino y en la Iglesia católica de Oriente.

g) El matrimonio: Dicen que el matrimonio no es un sacramento instituido


por Cristo, pues no consta en la Biblia. Se apoyan en el texto de Mt 19, 9,
donde parece que Jesús permitió el divorcio por fornicación. Nosotros les
contestamos: a) Ef. 5, 23-32: es un sacramento, signo de amor de Cristo
para la Iglesia; b) Mc 10, 1-12; Lc 16, 18; Mt 19, 3-8: Jesús es terminante en
esto: el matrimonio es indisoluble; c) 1 Cor 7, 10-11: Pablo advierte que
quien se separe del cónyuge por grave motivo, puede hacerlo, pero que no
puede casarse de nuevo. El texto de Mt 19, 9 es un poco oscuro y de difícil
interpretación. Pero no puede aislarse este texto de todos los demás. A la luz
de estos textos, ese versículo se refiere a la posibilidad de “despedir a la
mujer” (o al marido) en caso de infidelidad. Pero no dice la posibilidad de
casarse de nuevo.

h) La Virgen María: los protestantes creen que María es la Madre de Dios;


pero no aceptan su virginidad. Dicen que no hay que dar culto a la Virgen;
que la Virgen tuvo más hermanos. Se apoyan en estos textos: Lc 2, 7; Mt, 13,
55. Nosotros les contestamos: Mt 1, 16; Gal 4, 4; Lc 1, 26-35: María es
virgen antes del parte, en el parto y después del parto. Acerca de los
hermanos de Jesús hay que decir que “hermano” significa pariente próximo:
sobrino, primo, tío, etc. Además a la Virgen no le damos el culto de adoración
(sólo a Dios), sino el culto de especial veneración por ser la Madre de Dios.

61
i) La veneración de los santos: Dicen que sólo tenemos un mediador,
Cristo. Acudir a los santos es sacrilegio. Además, están gozando en el cielo,
nada saben de nosotros. Se apoyan en 1 Tim 2, 5. Nosotros les contestamos:
a) 1 Tim 2, 5: aquí mediador significa redentor. Cristo sí es el único redentor.
Los santos no son redentores, sino intercesores ante Dios. Otros textos: 1 Re
18, 3-7; 2 Re 2, 15; Nm 21, 7; Job 42, 8; Apoc 5, 8.

j) El culto de las imágenes: Dicen que la Biblia prohíbe terminantemente


hacerse imágenes, porque es un culto idolátrico (Ex 20, 4); que Dios no
puede ser representado con estatuas de material humano (Hech 17, 29).
Nosotros les contestamos: Lo que Dios prohíbe es adorar a las imágenes
como si ellas en sí mismas tuvieran el poder de salvar; el mismo Dios manda
construir estatuas e imágenes como signo de su presencia en medio del
pueblo (Ex 25, 12-22; Nm 21, 8); Josué venera el arca de madera, postrado
(Jos 7, 6). Las imágenes son un signo externo necesario para ayudarnos a
ponernos en relación con Dios-Espíritu. Otros textos: Ex 7, 10; 2 Re 2, 14;
13, 21; Mt 9, 20; 14, 26; Hech 5, 15-16; 19, 12: el Señor se sirve de
“reliquias” o cosas que pertenecieron a personas santas, para obrar sus
maravillas: la vara de Moisés; el manto de Elías; los huesos de Eliseo; el
vestido de Jesús; la sombra de Pedro; los sudarios de san Pablo, etc. “De
manera que por medio de las imágenes, ante las cuales nos arrodillamos y
oramos, adoramos a Cristo verdadero y veneramos a los santos, cuya
semejanza tienen” (Concilio de Trento).

k) El purgatorio y los sufragios por los difuntos: Dicen que no existe el


purgatorio y no sirven nuestras oraciones por los difuntos. La Iglesia,
apoyándose en 2 Mac 12, 46, cree que mediante nuestros sacrificios,
oraciones y buenas obras podemos ayudar a los difuntos que murieron en
gracia de Dios y se están purificando antes de llegar a la Gloria. Por el hecho
de que la Biblia no contenga la palabra “purgatorio” no se puede concluir que
el purgatorio no exista. Tampoco la Biblia presenta la palabra Trinidad y existe
el dogma de la Santísima Trinidad, reconocido por los hermanos protestantes.

VI. CONCLUSIÓN

Concluyo con el número 12 de la constitución Dei Verbum: “Dios habla en la


Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano, por lo tanto, el
intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe
estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios quería dar
a conocer con dichas palabras. Para descubrir la intención del autor, hay que
tener en cuenta, entre otras cosas “los géneros literarios”. Pues la verdad se
presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica,
en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios. El intérprete
indagará lo que el autor sagrado dice e intenta decir, según su tiempo y
cultura, por medio de los géneros literarios propios de la época.

62
Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay
que tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se
usaba en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces se
usaban en la conversación ordinaria.

La Escritura se ha de leer con el mismo Espíritu con que fue escrita: por tanto,
para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en
cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda
la Iglesia, la analogía de la fe. A los exegetas toca aplicar estas normas en su
trabajo para ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de
modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia. Todo lo
dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo
de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e
interpretar la Palabra de Dios”.

Recomendamos también leer del Catecismo de la Iglesia católica los


números 109- 119.

Por tanto, la interpretación de la Biblia no puede estar sometida a la


arbitrariedad de los hombres o de los exegetas, ni a un individualismo feroz.
La Biblia pertenece a toda la Iglesia, a todos sus miembros y a toda su
historia, y por lo tanto la interpretación de la misma es obra también de toda
la Iglesia. En la Iglesia, como en el cuerpo hay miembros diferentes, hay
diversos carismas; de entre ellos el Magisterio ha recibido el carisma de
interpretar con autenticidad la Escritura y por tanto de juzgar sobre la
ortodoxia de cualquier otra interpretación de los miembros de la comunidad
eclesial.

VII. ORACIÓN: Señor, dame la humildad suficiente para creer en tu Palabra,


en la Tradición viva de la Iglesia y en el Magisterio de la Iglesia, a quien tú
encomendaste la interpretación auténtica de tu Palabra de salvación. Amén

63
Lección 9 - Curso de La Biblia
6a. Sesión. Introducción al Nuevo Testamento
Colección de los 27 libros inspirados, escritos después de la resurrección de
Jesús.

Por: P Antonio Rivero L.C. | Fuente: Catholic.net

INTRODUCCIÓN

Llamamos “Nuevo Testamento” a la colección de los 27 libros inspirados,


escritos después de la resurrección de Jesús. A través de ellos conocemos a
Jesús y la vida de la Iglesia en sus inicios.

Todo el Nuevo Testamento gira alrededor de esta “Buena Noticia”: Jesús de


Nazareth, nacido de María, por obra del Espíritu Santo, es el Salvador, el
Mesías, el Hijo de Dios y Hombre verdadero; ha muerto y resucitado para dar
a los hombres una Vida Nueva y para enseñar el camino que conduce a la
verdad de nuestra vida y de nuestro destino, que es la gloria del Padre, junto
a Cristo Jesús.

1. ¿Cómo nació el Nuevo Testamento?

Jesús no escribió nada ni de su vida ni de su doctrina. Tampoco mandó a


nadie que escribiera su mensaje. Él sólo dijo: “Vayan y anuncien la Buena
Noticia a todas las gentes, para que todos los pueblos sean mis discípulos”.
Por tanto, el Nuevo Testamento fue, antes que nada, predicado, vivido y
celebrado. Solamente en un segundo tiempo, cuando las primeras
comunidades vivían y celebraban la fe en Cristo, y los testigos oculares de la
vida y palabra de Jesús iban desapareciendo, se sintió la necesidad de poner
por escrito esa fe y esa predicación de los apóstoles y discípulos. El Nuevo
Testamento fue entonces el resultado de la fe y predicación de las
primeras comunidades cristianas. Este hecho es muy importante porque
nuestra fe no puede fundamentarse sólo en la Biblia escrita, como lo hacen
los protestantes. Es más bien la Tradición (con el Magisterio de la Iglesia) que
nos garantiza la verdad de la Biblia y nos transmite todo el depósito de la fe
(cf. 2 Tim 1, 13-14).

Por tanto, el Nuevo Testamento tuvo dos etapas:

a) Una etapa predicada de boca en boca: el núcleo de esta predicación


era este: Cristo Jesús, Hijo de Dios, muerto y resucitado. A este núcleo se le
llama Kerigma, palabra griega que significa “anuncio, proclamación”. Este
Kerigma seguía este esquema: se recuerda el acontecimiento de Jesús; se
interpreta este acontecimiento con las Escrituras; y se llama al compromiso
de la fe.
64
Este Kerigma se anunció primero a los judíos y después, por obra de Pablo, a
los paganos. El Espíritu Santo fue el gran protagonista de esta etapa
predicada del “Evangelio”, inspirando, asistiendo, cuidando la vida y la palabra
de los primeros misioneros.

b) Y una etapa escrita: fue un camino largo y complejo. En los primeros


años algunas comunidades cristianas empezaron a resumir lo esencial de la
predicación apostólica en fórmulas breves y fáciles de retener, que serían los
primeros intentos del “Credo”. San Pablo cita una fórmula célebre: “Cristo
murió por nuestros pecados, según las Escrituras. Fue sepultado y resucitó al
tercer día, según la Escrituras. Se apareció a Pedro, luego a los Doce” (1 Co
15, 3-5). Muy rápidamente, al celebrar la Eucaristía, nacerían también
las “aclamaciones y fórmulas de alabanza a Cristo” (cf. Fil 2, 6-11; Col
1, 12-20; 1 Tim 3, 16). Así pasaron unos 30-35 años después de la
resurrección. Y como los apóstoles iban muriendo, surgió el anhelo de poner
por escrito todo, para no perder su memoria.

Lo primero que se escribió fue el Relato de la Pasión. Más tarde, los dichos de
Jesús, las parábolas y los milagros. Y así nacieron los cuatro Evangelios:
primero Marcos, alrededor del año 70; después Mateo y Lucas, alrededor del
año 80; por último, Juan, allá por el año 90. San Pablo, desde el año 40 había
empezado sus viajes misioneros, fundando comunidades en toda Asia Menor;
y para mantener los contactos con ellas, les escribe cartas, aconsejando,
amonestando, enseñando, solucionando problemas.

La primera que escribió fue el año 51 a los Tesalonicenses. Más tarde, en el


año 63, escribió a los Corintios y a los Gálatas. Por tanto, los primeros
escritos del Nuevo Testamento no fueron los Evangelios, sino las Cartas de
san Pablo. Al inicio, los varios libros del Nuevo Testamento circulaban
separadamente por las comunidades cristianas. Poco a poco se fueron
juntando estos libros, cuando eran copiados a mano, hasta llegar a conformar
todo el conjunto de los 27 libros canónicos.

2. ¿Cuándo se empezaron a reunir los varios libros, hasta conformar


el “Canon” del Nuevo Testamento?

El más antiguo y más importante catálogo de los escritos del Nuevo


Testamento fue descubierto en el siglo XVIII por un estudioso, llamado
Muratori. El Canon de Muratori data de mediados del siglo II. Este catálogo
contiene 22 libros, entre los cuales las 13 cartas de san Pablo. Todavía no es
el Nuevo Testamento completo, pero es el primer intento que conocemos de
empezar a reunir los varios libros.

65
Luego tenemos el testimonio de san Justino, que en su primera Apología del
año 150 nos dice: “El domingo, todos se reúnen, leen las Memorias de los
Apóstoles, que se llaman los Evangelios”. Esto nos asegura que ya a mediados
del siglo II estaban reunidos los cuatro Evangelios. El catálogo ya completo de
los 27 libros canónicos del Nuevo Testamento lo encontramos hacia el año
400.

3. ¿Originales o copias?

Los originales de los libros del Nuevo Testamento se perdieron muy pronto,
debido a la escasa duración del material (papiro y cuero) en que se escribían,
a mano, libros y cartas. Lo que ha llegado a nosotros son copias, muy
antiguas, por cierto, de pergamino u otro material, en número muy
abundante, de varios libros o colecciones. Unos 3.500 manuscritos. Entre las
colecciones o códigos más antiguos del Nuevo Testamento en griego podemos
recordar:

a) El código Vaticano (siglo IV) que contiene casi todo el Antiguo


Testamento y Nuevo Testamento.

b) El código Alejandrino (siglo V) que contiene el Antiguo Testamento y


Nuevo Testamento e incluso cartas de san Clemente, no admitidas en el
Canon.

c) El código Sinaítico (mitad del siglo IV) que contiene todo el Nuevo
Testamento e incluso la Carta de san Bernabé y el Pastor de Hermas, no
admitidas en el Canon.

La versión en latín de la Biblia es la Vulgata, terminada por san Jerónimo en


Belén, hacia el año 400. Ya en este momento, los libros del Nuevo
Testamento ya estaban completos y posteriormente fue esta versión de la
Vulgata la que fue aprobada como oficial en la Iglesia, en el Concilio de
Trento, en el año 1570.

Comencemos, pues, el Nuevo Testamento, con el alma abierta y con los oídos
del corazón atentos. Es Dios quien nos habla, y quien nos ha escrito esta
Carta. “Queremos ver a Jesús”, como aquellos griegos que acudieron al
apóstol Felipe. Queremos ver su rostro para después hacerlo resplandecer
ante las generaciones del nuevo milenio, como nos dice el Papa Juan Pablo II
en su carta apostólica “Novo millennio ineunte” (n. 16).

En esta carta el Papa pone como prioridad en este Tercer Milenio la escucha
de la Palabra: “Precisamente con esta atención a la Palabra de Dios se está
revitalizando principalmente la tarea de la evangelización y la catequesis.
Hace falta consolidar y profundizar esta orientación, incluso a través de la
difusión de la Biblia en las familias.

66
Es necesario, en particular, que la escucha de la Palabra se convierta en un
encuentro vital, en la antigua y siempre válida tradición de la lectio divina,
que permite encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela, orienta
y modela la existencia” (n. 39).

TEMA DE DISCUSIÓN EN GRUPO


1. Si Jesús no escribió nada de su doctrina ni pidió a nadie que la escribiera,
¿Cómo llegó a nosotros su mensaje?
2. ¿Qué significa la “lectio divina”?

67
Lección 10 - Curso de La Biblia

7a. Sesión. Introducción a los Santos Evangelios


Los cuatro evangelios son narraciones de la vida de Jesús y de sus palabras.

Por: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

I. OBJETIVO DOCTRINAL: Conocer a grandes rasgos las principales


nociones de los Santos Evangelios.

II. OBJETIVO VIVENCIAL: Familiarizarnos con los Santos Evangelios, para


tratar de meditarlos, vivirlos y transmitirlos.

III. TESIS O PROPUESTA: Los cuatro evangelios son narraciones de la vida


de Jesús y de sus palabras, reflexionadas, vividas y celebradas en la fe de las
primeras comunidades cristianas. Las cuatro narraciones, por una parte,
tienen muchas cosas en común; y, por otra, hay diferencias que completan,
complementan y enriquecen dichas narraciones. Cada uno, inspirado por el
Espíritu Santo, ha querido transmitirnos su propia experiencia y sus
recuerdos, para provocar y aumentar la fe de quienes los lean. Sólo desde la
fe y con la fe deben ser leídos para comprenderlos.

IV. EXPLICACIÓN DE LA TESIS O PROPUESTA:

1. Significado de Evangelio

El significado originario es “Buena Nueva”. Se trata de la Buena Nueva de la


Salvación en Cristo Jesús.
“Los cuatro Evangelios narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo
entre los hombres hizo y enseñó realmente hasta el día de la Ascensión.
Después de este día, los apóstoles comunicaron a sus oyentes esos dichos y
hechos con la mayor comprensión que les daban la resurrección gloriosa de
Cristo y la enseñanza del Espíritu de la Verdad. Los autores sagrados
compusieron los cuatro Evangelios escogiendo datos de la tradición oral o
escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolos a la situación de las diversas
iglesias, conservando siempre el estilo de la proclamación: así nos
transmitieron datos auténticos y genuinos acerca de Jesús; sacándolos de su
memoria o del testimonio de los que asistieron desde el principio o fueron
ministros de la Palabra, los escribieron para que conozcamos la verdad de los
que nos enseñaban”(Concilio Vaticano II, Dei Verbum, número 19).

68
Antes de ser escrito, el Evangelio fue mensaje transmitido oralmente; antes
de ser libro, fue palabra.

Los apóstoles y primeros discípulos expresaban con la palabra “Evangelio” no


sólo el Mensaje de Jesús, sino también los rasgos más importantes de su vida,
y de modo especial su muerte y resurrección. El núcleo del Evangelio era
Jesús resucitado. Anunciaban un nuevo talante de vida de los hombres. Y de
hecho los que aceptaron este Evangelio, los que creyeron en él, organizaron
sus vidas con un estilo nuevo, que fue calificado muy pronto como “cristiano”,
porque eran los seguidores de Cristo.

En estos grupos o comunidades cristianas, los “testigos oculares”, los que


habían vivido con Jesús, exponían sus experiencias, transmitían las
enseñanzas de Jesús y evocaban su presencia entre ellos con celebraciones
litúrgicas.

Estas tradiciones se comunicaban a otros grupos: se reflexionaba sobre ellas y


se interpretaban en el marco de las situaciones específicas por las que cada
comunidad atravesaba. Pronto las comunidades tuvieron necesidad de fijar
estas tradiciones por escrito, como ya explicamos en el capítulo anterior.

2. Autores de los Evangelios

Los cuatro Evangelios, tal como los tenemos hoy, nacieron sin nombre del
autor entre los años 70-90. Hacia el 125 se reunieron en una colección. Quizá
en este momento se les puso el título que tienen hoy: “Evangelio según
Mateo, Marcos, Lucas, Juan”.

La tradición afirma que estos escritos surgieron en el entorno de ciertas


comunidades: Marcos, en la de Roma; Mateo, en la de Antioquía (Siria);
Lucas, en unas comunidades compuestas mayoritariamente por no judíos
(Grecia, Siria o Roma), y Juan, en las de Palestina, o en las de Asia.

3. Los evangelios sinópticos: origen y formación

Los tres primeros se llaman sinópticos (yuxtapuestos), porque tienen


muchas coincidencias y se pueden leer disponiendo el texto en columnas
paralelas:

Mateo 26, 26
Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio a sus discípulos: Tomad y comed, esto es mi cuerpo.
69
Marcos 14,22
Durante la cena, Jesús tomó pan, dio la bendición, lo partió, se lo dio y dijo:
Tomad, esto es mi cuerpo.

Lucas 22,19
Después tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi
cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.

Sobre el problema sinóptico diremos lo siguiente:


a) Muchas partes son comunes a los tres evangelistas: comienzo en
Galilea, misión en Galilea, subida a Jerusalén y pasión, muerte y resurrección
del Señor.

b) Algunas partes son comunes sólo a dos evangelistas: Jesús en


Cafarnaún (Mc 1, 22-23 y Lc 4, 31-41), curación de la cananea (Mc 7, 24-30 y
Mt 15, 21-28) y exigencias del maestro (Mt y Lc).

c) Algunos hechos y palabras aparecen sólo en uno de los tres: La


oración en común (Mt), Marta y María (Lc), el hijo pródigo (Lc).

De todo esto concluimos:


a) Los tres tuvieron a disposición algunas fuentes comunes, las adaptaron a
sus comunidades.
b) Los tres presentan a Jesucristo con algunos rasgos particulares: Para
Mateo, Jesús aparece como el Maestro, el Señor, el Mesías, por tanto tiempo
esperado. Para Lucas, Jesús es el Salvador misericordioso, que acoge a todos
los hombres. Para Marcos, Jesús es el Hijo de Dios.
c) Los tres ponen de manifiesto las características de sus comunidades: La de
Mateo eran cristianos judíos; Marcos habla a gente de origen pagano; Lucas
tiene una perspectiva universalista.

4. Evangelios apócrifos

En el siglo II aparecieron unos Evangelios llamados “apócrifos” (ocultos) por


oposición a los “canónicos”. Intentaban cubrir las lagunas que los cuatro
Evangelios tenían de la vida de Jesús, sobre todo de su infancia. Las
comunidades cristianas no los admitieron como auténticos. Aunque se
atribuían a un apóstol o a un personaje relacionado con Jesús, la Iglesia no
los ha reconocido como palabra de Dios. Son narraciones legendarias con una
mezcla de buena voluntad y de fantasía, aunque tengan muchos datos
correctos. Han tenido bastante influjo en devociones y fiestas populares, así
como en el arte religioso.
70
5. Simbología de los cuatro evangelistas
Los cuatro evangelistas se representaron con las figuras de los cuatro
vivientes de Ezequiel (1,5) y Apocalipsis (4,6): hombre, león, toro y águila. La
interpretación más admitida es la que hizo san Jerónimo, basándose en los
comienzos de los mismos evangelios:

a) Hombre: Mateo, porque empieza con la genealogía humana de Cristo.


b) León: Marcos, porque empieza con la voz poderosa del Bautista en el
desierto, donde habitaban los leones.
c) Toro: Lucas, porque empieza con el sacrificio de Zacarías en el templo,
donde se sacrificaban toros.
d) Águila: Juan, porque en el prólogo se remonta como en un alto vuelo de
un águila, hasta la preexistencia de Jesús en el seno del Padre.

6. ¿Por qué hay diferencias entre los cuatro Evangelios?


Estos son los motivos:
a) Cada uno de los evangelistas narra los hechos sobre Jesús según su
experiencia y sensibilidad personal.

b) Cada evangelista arregló todo el material de la vida de Jesús según el


objetivo que se proponía al escribir su “Evangelio”, y según los destinatarios
al que era dirigido.

c) Cada evangelista se sintió totalmente libre frente a los pormenores


históricos o geográficos. A ellos no les interesaba mucho si un milagro fue
antes o después, o si esa enseñanza la dijo en uno u otro lugar. Lo importante
para ellos era mantener vivo el recuerdo del mensaje y de la persona de
Jesús.

V. CONCLUSIÓN: Los Evangelios son un conjunto de documentos sobre la fe


de los primeros cristianos, que dan su experiencia viva de Cristo. No se trata
de narraciones ordenadas y pensadas como un “ensayo” moderno. Han nacido
de la fe, fueron escritos por creyentes y para creyentes, con el solo objetivo
de despertar la fe en Jesús Salvador.

ORACIÓN: Señor, dame fe para descubrir tu presencia detrás de cada página


de los Evangelios. Que asimile tus enseñanzas, las medite, las viva y las
transmita. Amén.

TEMA DE DISCUSIÓN EN GRUPO


1. ¿Por qué existen diferencias entre los cuatro Evangelios?
2. ¿Alguna vez lees y meditas algunos versículos del Evangelio?
71
Lección 11 - Curso de La Biblia

8a. sesión. Evangelio de San Marcos


Evangelio del Catecúmeno.

Por: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

Evangelio del catecúmeno

I. INTRODUCCIÓN
Cada uno de los evangelistas nos da una perspectiva de Cristo; cuatro
caminos para llegar al corazón del Evangelio.

Marcos es el Evangelio más antiguo y más breve de los cuatro. De él se


servirán Mateo y Lucas. El Evangelio de Marcos es una catequesis, un manual
básico para los catecúmenos. Es decir: es un Evangelio hecho para esos
miembros de la comunidad que comenzaban su itinerario cristiano.

Marcos se propone escribir el “principio” de la Buena Nueva de Jesucristo y


levantar el velo sobre la identidad de Jesús. Hizo falta mucho tiempo para que
esta identidad sea reconocida por los discípulos y por el pueblo, pues
esperaban un Mesías triunfante y no sufriente. Marcos quiere despertar en el
catecúmeno, y en nosotros, la misma profesión de fe que Pedro dirá (cf. Mc 8,
29) frente a Jesús que revela su identidad con los hechos de su autoridad, de
sus milagros y de sus actitudes. La consigna de silencio que Jesús impone
(secreto mesiánico) es para decirnos que quiere recorrer el camino, no de la
gloria, sino de la humillación y de la cruz, para salvar a los hombres.

II. OBJETIVO DOCTRINAL: Conocer y profundizar en los aspectos


esenciales de este Evangelio de san Marcos.

III. OBJETIVO VIVENCIAL: Motivar a la meditación de este Evangelio.

IV. TESIS O PROPUESTA: El Evangelio de san Marcos se dirige a probar que


Jesucristo es Hijo de Dios; por eso, se dedica sobre todo a narrar milagros. El
Cristo que presenta Marcos no es un Mesías triunfalista y coronado de
victoria, sino un Cristo que va derecho a la cruz. Por eso, el secreto mesiánico
de Marcos quiere dar a entender que a Cristo no le interesan la fama ni el
prestigio, sino la humildad y el anonadamiento. A san Marcos lo pintan con un
león, porque empieza diciendo que Jesús ayunaba en el desierto y las fieras le
hacían compañía.
72
V. EXPLICACIÓN DE LA TESIS:

1. Autor, fecha y destinatarios

La tradición lo identifica con Juan Marcos, natural de Jerusalén, primo de


Bernabé y compañero de éste en su primer viaje apostólico. No forma parte
de los doce apóstoles. También lo presenta como compañero e intérprete de
Pedro en la comunidad de Roma.

Este Evangelio se escribió en Roma hacia el año 70, ya que hay datos que
sugieren una comunidad que desconocía algunas costumbres judías, y el texto
contiene latinismos y alusiones al horario y al derecho romano, equivalencias
entre las monedas hebreas y romanas. Marcos escribió su Evangelio para los
fieles de Roma, provenientes del paganismo.

2. Características literarias

a) Está escrito en griego vulgar o común, con construcciones sencillas.


b) Su fuente: recuerdos y predicación de Pedro.
c) Marcos presenta las enseñanzas de Jesús con un lenguaje sencillo y con un
esquema catequético basado en la presentación de los hechos históricos de
Jesús, en su persona histórica: vivió como hombre auténtico, murió y resucitó
y trazó unas directrices misioneras al grupo de sus seguidores.
d) Viveza y realismo: el lector se mete rápido en escena. Son escenas en
presente, con detalles propios de un testigo presencial de los hechos
e) No tiene detalles cronológicos ni precisión en la geografía. En lo
periodístico es directo y simple, utiliza verbos típicos, frases cortas.
f) Usa muchas palabras latinas: censo, centurión, denario, legión, etc.

3. División y contenido temático

Hay una estructura geográfica:

 Predicación de Juan (1, 1-13)


 Ministerio en Galilea (1, 14-9)
 Ministerio en Judea (10-12)
 Discurso escatológico (13)
 Pasión y triunfo (14-16)

73
Y hay también una estructura teológica bien clara:

a) Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías: (1-8)

 Introducción y hechos preparatorios: 1, 1-13


 Revelación de Jesús y ceguera de los discípulos: 1, 14 al 3, 6
 Revelación de Jesús e incomprensión de parientes y paisanos: 3, 7 al
6,6
 Revelación de Jesús y reconocimiento inicial de los discípulos: 6,6 al
8,39

b) Características de Jesús Mesías-sufriente e Hijo de Dios: (9-


16)

 En camino hacia Jerusalén: anuncios de la pasión: 8, 31 al 10, 52


 En Jerusalén: revelación de Jesús como juez y Señor del Templo: 11,1-
13.27
 Pasión, muerte y resurrección: revelación de Jesús en plenitud: 14, 1-
16.8
 Apéndice: misión de los discípulos: 16, 9-20

4. Contenido teológico y espiritual

Finalidad del Evangelio de Marcos: Demostrar que Jesús es el Mesías y el


Hijo de Dios, el vencedor del poder de Satán, acreditando esto con sus
milagros; que padeció, murió y resucitó. Pero un Jesús incomprendido y
rechazado por los hombres, no un Jesús de triunfos humanos.

Claves para entender a Marcos:

a) En la comunidad de Marcos predominan los no judíos, que se reunían en


las casas para celebrar el culto y tener catequesis. Marcos es quien más
subraya las tradiciones misioneras. Es una comunidad organizada para
evangelizar.

b) Se planteaba ya el tema de la persona de Jesús. Quizá este planteamiento


estuvo originado por las circunstancias difíciles (persecuciones de Nerón) que
atravesaban los cristianos entre los años 60-70. Marcos presenta a Jesús
como Mesías, Hijo de Dios, condenado a muerte y resucitado.

c) Además están surgiendo ya algunos movimientos heréticos, que insistían


en Jesús resucitado, comunicador del Espíritu. Y no valoraban las tradiciones
históricas de Jesús de Nazaret.

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* Contenido:

a) Iglesia: Presenta una Iglesia, en cuyo centro está la persona de Jesús.


Desde esta aceptación de la persona de Jesús la comunidad cristiana recibe
iluminación para las vivencias concretas que atraviesa, aunque sean duras.

b) Jesús:

 El misterio del Mesías doliente: El Jesús de san Marcos es el Jesús de la


Pasión: insiste mucho en la perspectiva del sufrimiento y de la cruz. Presenta
a Jesús en dos escenarios: en Galilea y en Jerusalén. Destaca especialmente
la humanidad de Jesús. Este Jesús no pronuncia grandes discursos;
fundamentalmente actúa.

 Frente a Jesús hay que definirse: O con Él o contra Él. Si acepto a Jesús,
acepto su cruz y sus exigencias. Es curioso ver en el Evangelio de Marcos
cómo al inicio del ministerio de Jesús estaba rodeado de mucha gente, y poco
a poco el círculo de sus discípulos se estrecha más y más.

 Camino hacia la Cruz: La confesión de Pedro (8, 27-30) marca el final de


una etapa y el Evangelio realiza un giro importante: disminuyen los milagros,
aumentan las enseñanzas de Jesús, quien se dirige a un círculo siempre más
pequeño. Lo que más salta a la vista es mostrar que su Mesianismo no tiene
el aire triunfal que sus discípulos se esperaban, sino que el camino del Mesías
es un camino “hacia Jerusalén”, donde será entregado en las manos de sus
enemigos que lo crucificarán.

 Jesús y sus discípulos: con ellos siguió un itinerario de fe.

* Los llama:

Dios llama a quien ama (cf. 3, 13), desde cualquier condición y realidad (cf. 1,
16-20); llama personalmente, por su nombre; llama para estar con Él y darles
una misión (cf. 3, 14); llama a ir en pos de Él, recorriendo su camino,
exigiendo confianza en su persona (cf. 1, 17).

* Los forma:

Esta formación pasa por varios estadios. Primero les va abriendo los ojos para
que comprendan quién es Él (cf. 4, 11-12). Luego, el discípulo reconoce su
situación de ignorancia (4, 13; 4, 40; 6, 52; 8, 17; 9, 32); los discípulos no
comprenderán el misterio de Jesús hasta que no hayan recorrido todo el
camino hasta la cruz. Más tarde, viene el paso de compartir los momentos de
vida de Jesús, sus jornadas, sus enseñanzas.

75
Finalmente, Jesús se dedica más a la formación del seguimiento, insiste sobre
la entrega de sí hasta la profesión de fe en el Mesías sufriente. Marcos narra
la pasión y muerte de Jesús para decir a todos que no tengan miedo a la
persecución ni al fracaso aparente, pues es el camino obligado del discípulo
para llevar a cabo la misión. Los personajes de la Pasión toman partido o con
Él o contra Él.

* Los envía:

Los llama a ser predicadores confiados y audaces del Evangelio. Esta


instrucción misionera se transforma en llamada insistente a acoger la Palabra,
a proclamar sin miedo su fe en Cristo resucitado y exaltado en la Gloria de
Dios.

CONCLUSIÓN: ¿Cómo pueden vivirse hoy las enseñanzas de Marcos?


Leamos el Evangelio de Marcos a la luz de Jesús viviente. Marcos nos describe
a un Jesús en presente: va, pasa, dice, mira...¡Cristo sigue viviendo! Marcos
nos invita también a abrir los ojos para que reconozcamos su presencia en
nuestra vida ordinaria. Finalmente nos compromete a dar testimonio de Cristo
en medio de los sufrimientos y persecuciones; incluso, a dar la vida por Él, si
fuera necesario.

ORACIÓN: Señor, de la mano de san Marcos, te pedimos nos abras los ojos
para comprender que tú no eres un Mesías de triunfos fáciles y sonados, sino
un Mesías de ignominia y de cruz. Que nunca nos escandalicemos de Ti; al
contrario, danos la gracia de dar nuestra vida por ti, si fuera necesario.
Queremos seguirte hasta la cruz, y desde allí, triunfar contigo. Amén.

76
Lección 12 - Curso de La Biblia
Conclusión del Curso de Biblia
La Biblia es el mapa que guía al viajero hacia la eternidad.

Por: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net

Así ponemos punto final a nuestro curso de Biblia. ¡Cuántas cosas más
podríamos decir de la Sagrada Escritura!

El que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica, será tan firme como
un edificio edificado sobre una roca. ¡Felices los que escuchen la Palabra de
Dios y la pongan en práctica! (Mt 7, 25). No conocer la Sagrada Escritura es
no conocer a Cristo.

Así nos dice Moisés: El rey tendrá consigo el Libro Sagrado y lo leerá todos los
días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, observando todos
los preceptos de esta ley y poniendo en práctica sus prescripciones. De esta
manera no se creerá superior a sus hermanos, ni se desviará de la ley, él y
sus descendientes tendrán un largo reinado en medio de Israel (Deut. 17, 19-
20).

A todos los que lean la Biblia les digo lo que el ángel dijo al profeta
Ezequiel: Toma este Libro y digiérelo, devóralo. Al principio te parecerá
amargo, pero después te parecerá sabrosísimo (Ez 3 3, 1; Ap. 10, 10).

La Biblia es el mapa que guía al viajero hacia la eternidad. Es la brújula que


no permite equivocar el camino. Es la cartilla que proporciona instrucciones
para lograr el éxito. Es la espada y el bastón para defender al peregrino en su
viaje por el desierto de la vida.

Juan, el príncipe de los comerciantes, dice: “En mi vida he hecho muchísimas


compras y algunas de ellas me han dejado grandes ganancias. Pero la
inversión más provechosa y la compra más importante y de más agradables
efectos que he realizado en mi vida fue la que hice a la edad de once años: un
libro que compré (y demoré un año pagándolo por pequeñas cuotas). La
lectura de ese libro fue la base de todos mis futuros progresos y el bien que
he logrado en mi vida se lo debo a esas páginas que desde los once años
vengo leyendo siempre día por día y cada vez con más provecho. Usted ya
sabe cómo se llama ese libro maravilloso: es la Sagrada Biblia”.

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Termino con esta cita de William T. Ellis: “Bajo la guía del Espíritu Santo he
visitado un ejemplo maravilloso que se llama Biblia: entré por el pórtico del
Génesis y anduve maravillado por las galerías de arte del Antiguo
Testamento. Allí fue contemplando los retratos de Abraham, Jacob, Moisés,
David y Salomón. Entré en el cuarto de música que se llama Los Salmos y el
Espíritu de Dios me hizo oír himnos tan bellos como nunca jamás podré oír
otros mejores. Llegué al “Observatorio” que se llama los Profetas y allí pude
ver fotografías maravillosas de lo que va a suceder en el futuro. Luego me
acerqué a la Sala de Audiencias, para conocer, oír y tratar al Rey de Reyes, al
Pastor Supremo, al Hijo del Hombre y allí lo pude contemplar desde cuatro
ángulos: uno se llama Mateo, otro Marcos, un tercero: Lucas, y el cuarto y
más elevado se llama Juan. Me acerqué a la Sala de Correspondencia y allí me
encontré con prodigiosas cartas que para mí escribieron san Pablo, san Pedro,
san Juan, Santiago y Tadeo. Pasé a la Sala de Realizaciones llamada “Los
Hechos de los Apóstoles” y encontré al Espíritu Santo formando la Santa
Iglesia y extendiéndola por todo el mundo a base de prodigios, de milagros,
de santidad y heroísmo. Subí a una torre llamada el Apocalipsis y desde allí
pude ver a la Ciudad Celestial que nos espera, donde Cristo y todos sus
amigos aguardan gozosos nuestra llegada para cantar las glorias de Dios por
los siglos de los siglos”.

A todos deseo que la Palabra de Dios sea Alimento que nutra sus vidas, Luz
que guíe siempre sus pasos hacia la vida eterna y mensaje de salvación que
lleven generosamente a todos los hombres.

ORACIÓN

“Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta,
esperanza cierta, caridad perfecta, sentido y conocimiento Señor, para que
cumpla tu santo y veraz mandamiento”.

78
Lección 13 - Invitación a orar con la "Lectio Divina"
Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá cambiando.

Por: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net

Te invitamos a meditar la Palabra de Dios según el método de la “lectio


divina” o “lectura orante de la Palabra”.

La Lectio Divina puede ayudarte a saborear en la oración la Palabra de Dios


según el Evangelio de cada domingo.

¿Qué es la “lectio divina” o lectura orante de la Palabra?

La Lectio Divina es la lectura de la Sagrada Escritura de un modo no


académico, sino espiritual, lo que nos permitirá “conocer a Jesús de un modo
cada vez más personal, escuchándolo, viviendo con él, estando con él, siendo
sus amigos, en una comunión de pensamiento que “no es algo meramente
intelectual, sino también una comunión de sentimientos y de voluntad, y por
tanto también del obrar”.

El Papa Benedicto XVI nos recomienda esta antigua práctica que


literalmente quiere decir «lectura de Dios»:

La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite


ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que
habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del
corazón.

Esta propuesta ha recibido en los últimos cuarenta años un nuevo impulso en


toda la Iglesia tras la publicación de la constitución dogmática «Dei Verbum»
del Concilio Vaticano II (18 de noviembre de 1965).
79
Si se promueve esta práctica con eficacia, estoy convencido de que producirá
una nueva primavera espiritual en la Iglesia. No hay que olvidar nunca que la
Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino

Cómo orar con la Palabra de Dios


La lectura orante de la Palabra, más que una reflexión, es una experiencia de
encuentro personal e íntimo con Dios, que te ama y sale a tu encuentro. Estos
pasos te van llevando al mismo interior de la Palabra.

1. Invoca… al Espíritu Santo. Pídele que te ilumine y te abra a la


comprensión de la Palabra y que te anime a la respuesta con tu vida.

2. Lee… muy despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo. Lee también algún
comentario que te ayude a conocer mejor el sentido del texto. Dale tiempo al
Señor y escucha el mensaje que Él quiere darte en esta Palabra.

3. Medita… qué te dice la Palabra que has leído lentamente. Una vez que
hayas captado el sentido del texto, entonces puedes hacerte esta pregunta:
qué me dice esta Palabra.

4. Ora… respóndele al Señor que te ha dado su mensaje en la Palabra


meditada. Tu actitud sea la de la Virgen María: Hágase en mí según tu
Palabra.

5. Contempla… quédate impresionado, fascinado, en silencio, en calma.


Déjate animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el calor del sol.

6. Actúa…. Haciendo un compromiso que brote de este encuentro con el


Señor. Es el salto a la vida. Animado e invadido por la Palabra, regresa a la
vida con otra actitud.

Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá cambiando.
La Palabra te hará confrontar tus criterios, valores, sentimientos, actitudes y
conducta con lo que ella misma te vaya inspirando. Ama la Palabra, estúdiala,
déjala que moldee tu personalidad. Te lo deseo vivamente.

Orar el Evangelio de cada domingo


Estimado amigo, la Lectio Divina puede ayudarte a saborear en la
oración la Palabra de Dios según el Evangelio de cada domingo.

80
Te invitamos a meditar de la Palabra según el método de la “lectio
divina” o “lectura orante de la Palabra”.

La “lectio divina” como lo decíamos es:


• Es un método muy antiguo en la Iglesia para orar desde y con la
Palabra de Dios.
• No es sólo una la lectura de algún texto bíblico.
• Es un proceso o itinerario que nos lleva al encuentro con el Señor por
medio de la Palabra.
• Es un encuentro con el Verbo, Jesús de Nazaret, que es el centro de
toda la Biblia y la Palabra definitiva y total del Padre.
• Dios nos habla en su Palabra. Y nosotros le respondemos en la
oración.
• La lectura orante (lectio divina) es el diálogo de oración (alabanza,
acción de gracias, petición de perdón y petición de gracias) entre Dios y
el creyente por medio de la Palabra.

El concilio Vaticano II lo recomendó afirmando:

“El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles,


especialmente a los religiosos, la lectura asidua de la Escritura para que
adquieran -la ciencia suprema de Jesucristo- (Flp 3, 8), -pues
desconocer la Escritura es desconocer a Cristo-…. (Los fieles) recuerden
que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración
para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues -a Dios
hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos los
oráculos divinos-” (Dei Verbum 25).

Si bien la lectura orante de la Biblia se remonta a los primeros


cristianos, el primero en utilizar la expresión «Lectio divina» fue
Orígenes (aproximadamente 185-254), teólogo, quien afirmaba que
para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención,
constancia y oración.

Más adelante, la «Lectio divina» se convirtió en la columna vertebral de


la vida religiosa. Las reglas monásticas de Pacomio, Agustín, Basilio y
Benito harían de esa práctica, junto al trabajo manual y la liturgia, la
triple base de la vida monástica. La sistematización de la «Lectio
divina» en cuatro peldaños proviene del siglo XII. Alrededor del año
1150, Guido, un monje cartujo, escribió un librito titulado «La escalera
de los monjes», en donde exponía la teoría de los cuatro peldaños: la
lectura, la meditación, la oración y la contemplación».
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Recuerda. “El Evangelio es el libro de la vida del Señor y está escrito
para que se convierta en el libro de nuestra vida… No sólo hay que
leerlo, sino interiorizarlo. Cada Palabra es Espíritu y vida, y está
esperando un corazón hambriento para entrar en él” (M Delbrel).

Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá


cambiando. La Palabra te hará confrontar tus criterios, valores,
sentimientos, actitudes y conducta con lo que ella misma te vaya
inspirando. Ama la Palabra, estúdiala, déjala que moldee tu
personalidad. Te lo deseo vivamente.

Los tres ciclos del año litúrgico

El año litúrgico se distribuye en tres ciclos: A, B y C. En el ciclo A, se


lee el Evangelio según san Mateo. En el ciclo B, se lee el Evangelio
según san Marcos y en el ciclo C se lee el Evangelio según san Lucas.

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Lección No.14
La Santísima Trinidad – Unidad de Amor

Un solo Dios en tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a la


celebración del día de la Santísima Trinidad. Un misterio es todo aquello que
no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos comprender
cuando Dios nos lo revela.

El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-,


es el misterio central de la fe y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios
en Sí mismo. Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que
entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que
Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la
acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés,
comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino
en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en
tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios. Padre, Hijo y
Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma
eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además,
sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está
totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre
ellas.
Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la
diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado
por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas
las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.

83
La Teología Trinitaria
Es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Los cristianos son
bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

1. La revelación del Dios uno y trino

«El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la


Santísima Trinidad. Los cristianos son bautizados en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo». Toda la vida de Jesús es revelación del Dios
Uno y Trino: en la anunciación, en el nacimiento, en el episodio de su pérdida
y hallazgo en el Templo cuando tenía doce años, en su muerte y resurrección,
Jesús se revela como Hijo de Dios de una forma nueva con respecto a la
filiación conocida por Israel. Al comienzo de su vida pública, además, en el
momento de su bautismo, el mismo Padre atestigua al mundo que Cristo es el
Hijo Amado (cfr. Mt 3, 13-17) y el Espíritu desciende sobre Él en forma de
paloma. A esta primera revelación explicita de la Trinidad corresponde la
manifestación paralela en la Transfiguración, que introduce al misterio Pascual
(cfr. Mt 17, 1-5). Finalmente, al despedirse de sus discípulos, Jesús les envía
a bautizar en el nombre de las tres Personas divinas, para que sea
comunicada a todo el mundo la vida eterna del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo (cfr. Mt 28, 19).

En el Antiguo Testamento, Dios había revelado su unicidad y su amor hacia el


pueblo elegido: Yahvé era como un Padre. Pero, después de haber hablado
muchas veces por medio de los profetas, Dios habló por medio del Hijo (cfr.
Hb 1, 1-2), revelando que Yahvé no sólo es como un Padre, sino que es
Padre. Jesús se dirige a Él en su oración con el término arameo Abbá, usado
por los niños israelitas para dirigirse a su propio padre (cfr. Mc 14, 36), y
distingue siempre su filiación de la de los discípulos. Esto es tan chocante, que
se puede decir que la verdadera razón de la crucifixión es justamente el
llamarse a sí mismo Hijo de Dios en sentido único. Se trata de una revelación
definitiva e inmediata, porque Dios se revela con su Palabra: no podemos
esperar otra revelación, en cuanto Cristo es Dios (cfr. Jn 20, 17) que se nos
da, insertándonos en la vida que mana del regazo de su Padre.

En Cristo, Dios abre y entrega su intimidad, que de por sí sería inaccesible al


hombre sólo por medio de sus fuerzas. Esta misma revelación es un acto de
amor, porque el Dios personal del Antiguo Testamento abre libremente su
corazón y el Unigénito del Padre sale a nuestro encuentro, para hacerse una
cosa sola con nosotros y llevarnos de vuelta al Padre (cfr. Jn 1, 18).

84
2. Dios en su vida íntima

Dios no sólo posee una vida íntima, sino que Dios es –se identifica con– su
vida íntima, una vida caracterizada por eternas relaciones vitales de
conocimiento y de amor, que nos llevan a expresar el misterio de la divinidad
en términos de procesiones.

De hecho, los nombres revelados de las tres Personas divinas exigen que se
piense en Dios como el proceder eterno del Hijo, del Padre y en la mutua
relación –también eterna– del Amor que «sale del Padre» (Jn 15, 26) y «toma
del Hijo» (Jn 16, 14), que es el Espíritu Santo. La Revelación nos habla, así,
de dos procesiones en Dios: la generación del Verbo (cfr. Jn 17. 6) y la
procesión del Espíritu Santo. Con la característica peculiar de que ambas son
relaciones inmanentes, porque están en Dios: es más son Dios mismo, en
tanto que Dios es Personal; cuando hablamos de procesión, pensamos
ordinariamente en algo que sale de otro e implica cambio y movimiento.
Puesto que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza del Dios Uno y
Trino (cfr. Gn 1, 26-27), la mejor analogía con las procesiones divinas la
podemos encontrar en el espíritu humano, donde el conocimiento que
tenemos de nosotros mismos no sale hacia afuera: el concepto que nos
hacemos de nosotros es distinto de nosotros mismos, pero no está fuera de
nosotros. Lo mismo puede decirse del amor que tenemos para con nosotros.
De forma parecida, en Dios el Hijo procede del Padre y es Imagen suya,
análogamente a como el concepto es imagen de la realidad conocida. Sólo
que esta Imagen en Dios es tan perfecta que es Dios mismo, con toda su
infinitud, su eternidad, su omnipotencia: el Hijo es una sola cosa con el Padre,
el mismo Algo, esa es la única e indivisa naturaleza divina, aunque sea otro
Alguien. El Símbolo del Nicea-Constantinopla lo expresa con la formula «Dios
de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero». El hecho es que el
Padre engendra al Hijo donándose a Él, entregándole Su substancia y Su
naturaleza; no en parte, como acontece en la generación humana, sino
perfecta e infinitamente.

Lo mismo puede decirse del Espíritu Santo, que procede como el Amor del
Padre y del Hijo. Procede de ambos, porque es el Don eterno e increado que
el Padre entrega al Hijo engendrándole y que el Hijo devuelve al Padre como
respuesta a Su Amor. Este Don es Don de sí, porque el Padre engendra al Hijo
comunicándole total y perfectamente su mismo Ser mediante su Espíritu. La
tercera Persona es, por tanto, el Amor mutuo entre el Padre y el Hijo. El
nombre técnico de esta segunda procesión es espiración. Siguiendo la
analogía del conocimiento y del amor, se puede decir que el Espíritu procede
como la voluntad que se mueve hacia el Bien conocido.

85
Estas dos procesiones se llaman inmanentes, y se diferencian radicalmente de
la creación, que es transeúnte, en el sentido de que es algo que Dios obra
hacia fuera de sí. Al ser procesiones dan cuenta de la distinción en Dios,
mientras que al ser inmanentes dan razón de la unidad. Por eso, el misterio
del Dios Uno y Trino no puede ser reducido a una unidad sin distinciones,
como si las tres Personas fueran sólo tres máscaras; o a tres seres sin unidad
perfecta, como si se tratara de tres dioses distintos, aunque juntos.

Las dos procesiones son el fundamento de las distintas relaciones que en Dios
se identifican con las Personas divinas: el ser Padre, el ser Hijo y el ser
espirado por Ellos. De hecho, como no es posible ser padre y ser hijo de la
misma persona en el mismo sentido, así no es posible ser a la vez la Persona
que procede por la espiración y las dos Personas de las que procede.
Conviene aclarar que en el mundo creado las relaciones son accidentes, en el
sentido de que sus relaciones no se identifican con su ser, aunque lo
caractericen en lo más hondo como en el caso de la filiación. En Dios, puesto
que en las procesiones es donada toda la substancia divina, las relaciones son
eternas y se identifican con la substancia misma.

Estas tres relaciones eternas no sólo caracterizan, sino que se identifican con
las tres Personas divinas, puesto que pensar al Padre quiere decir pensar en
el Hijo; y pensar en el Espíritu Santo quiere decir pensar en aquellos respecto
de los cuales Él es Espíritu. Así las Personas divinas son tres Alguien, pero un
único Dios. No como se da entre tres hombres, que participan de la misma
naturaleza humana sin agotarla. Las tres Personas son cada una toda la
Divinidad, identificándose con la única Naturaleza de Dios: las Personas son la
Una en la Otra. Por eso, Jesús dice a Felipe que quien le ha visto a Él ha visto
al Padre (cfr. Jn 14, 6), en cuanto Él y el Padre son una cosa sola (cfr. Jn 10,
30 y 17, 21). Esta dinámica, que técnicamente se llama pericóresis o
circumincesio (dos términos que hacen referencia a un movimiento dinámico
en que el uno se intercambia con el otro como en una danza en círculo) ayuda
a darse cuenta de que el misterio del Dios Uno y Trino es el misterio del
Amor: «Él mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu
Santo, y nos ha destinado a participar en Él» (Catecismo, 221).

3. Nuestra vida en Dios

Siendo Dios eterna comunicación de Amor es comprensible que ese Amor se


desborde fuera de Él en Su obrar. Todo el actuar de Dios en la historia es obra
conjunta de la tres Personas, puesto que se distinguen sólo en el interior de
Dios. No obstante, cada una imprime en las acciones divinas ad extra su
característica personal.
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Con una imagen, se podría decir que la acción divina es siempre única, como
el don que nosotros podríamos recibir de parte de una familia amiga, que es
fruto de un sólo acto; pero, para quien conoce a las personas que forman esa
familia, es posible reconocer la mano o la intervención de cada una, por la
huella personal dejada por ellas en el único regalo.

Este reconocimiento es posible, porque hemos conocido a las Personas divinas


en su distinción personal mediante las misiones, cuando Dios Padre ha
enviado juntamente al Hijo y al Espíritu Santo en la historia (cfr. Jn 3, 16-17 y
14, 26), para que se hiciesen presentes entre los hombres: «son, sobre todo,
las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las
que manifiestan las propiedades de las personas divinas» (Catecismo, 258).
Ellos son como las dos manos del Padre que abrazan a los hombres de todos
los tiempos, para llevarlos al seno del Padre. Si Dios está presente en todos
los seres en cuanto principio de lo que existe, con las misiones el Hijo y el
Espíritu se hacen presentes de forma nueva. La misma Cruz de Cristo
manifiesta al hombre de todos los tiempos el eterno Don que Dios hace de Sí
mismo, revelando en su muerte la íntima dinámica del Amor que une a las
tres Personas.

Esto significa que el sentido último de la realidad, lo que todo hombre desea,
lo que ha sido buscado por los filósofos y por las religiones de todos los
tiempos es el misterio del Padre que eternamente engendra al Hijo en el Amor
que es el Espíritu Santo. En la Trinidad se encuentra, así, el modelo originario
de la familia humana y su vida íntima es la aspiración verdadera de todo amor
humano. Dios quiere que todos los hombres sean una sola familia, es decir
una cosa sola con Él mismo, siendo hijos en el Hijo. Cada persona ha sido
creado a imagen y semejanza de la Trinidad (cfr. Gn 1, 27) y está hecho para
vivir en comunión con los demás hombres y, sobre todo, con el Padre
Celestial. Aquí se encuentra el fundamento último del valor de la vida de cada
persona humana, independientemente de sus capacidades o de sus riquezas.

Pero el acceso al Padre se puede encontrar sólo en Cristo, Camino, Verdad y


Vida (cfr. Jn 14, 6): mediante la gracia los hombres pueden llegar a ser un
solo Cuerpo místico en la comunión de la Iglesia. A través de la contemplación
de la vida de Cristo y a través de los sacramentos, tenemos acceso a la
misma vida íntima de Dios. Por el Bautismo somos insertados en la dinámica
de Amor de la Familia de las tres Personas divinas. Por eso, en la vida
cristiana, se trata de descubrir que, a partir de la existencia ordinaria, de las
múltiples relaciones que establecemos y de nuestra vida familiar, que tuvo su
modelo perfecto en la Sagrada Familia de Nazareth podemos llegar a Dios:

87
«Trata a las tres Personas, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Y
para llegar a la Trinidad Beatísima, pasa por María». De este modo, se puede
descubrir el sentido de la historia como camino de la trinidad a la Trinidad,
aprendiendo de la “trinidad de la tierra” –Jesús, María y José– a levantar la
mirada hacia la Trinidad del Cielo.
Autores:

Tere Fernández del Castillo | Fuente: Catholic.net


Giulio Maspero | Fuente: http://www.opusdei.es

88
Lección 15 – La Cristología
Introducción a la Cristología o Estudio de la Persona de Cristo.
Jesucristo - Centro y plenitud de la historia salvífica

¿Quién es Jesús de Nazaret?

El Jesús histórico es el fundamento de la cristología. Una cristología fuera de la


historia y de nuestra realidad es falsa. La palabra Cristo es de origen griego y
traduce la palabra hebrea Mesías – Ungido. Jesús es nombre propio. Mientras
que Cristo conlleva la dimensión de la fe. Desde esta perspectiva, nos referimos
al Jesús histórico, en el sentido de la palabra: al hombre de carne y hueso que
nació en Belén de Judá, que caminó por las calles de Nazaret, que disfrutó del
paisaje que ofrece el lago de Galilea y sus alrededores; de aquel que tenía
amigos y enemigos como todo ser humano y que es crucificado en Jerusalén.

¿Cómo podemos saber quién es Jesús de Nazaret?

Cada año, nos vemos sorprendidos con nuevas visiones históricas, literarias y/o
teológicas de Jesús. Cada especialista defiende sus tesis basados en distintas
fuentes. Debo confesar que me siento bastante perdido y a veces hasta
confundido con las exposiciones y discusiones. Aunque no podemos ni debemos
rechazar todas esas investigaciones y reflexiones, cuando tengo duda, me dejo
guiar por las orientaciones del Magisterio de la Iglesia.

89
a) Documentos históricos fuera de la biblia o extra bíblicos

todos tenemos una historia. Nacimos en un país, tenemos nuestros padres,


desempeñamos un oficio, vivimos dentro de una sociedad. Para acercarnos
adecuadamente a alguien debemos conocer sus datos. Entre los autores
extrabíblicos más conocidos tenemos a unos personajes famosos de la
antigüedad: Suetonio, Tácito, Plinio, Flavio Josefo, historiadores del antiguo
Imperio Romano. Todo ellos se refieren a Jesús como un ser real, concreto,
histórico; no niegan la existencia de Jesús. Hoy estamos en un momento
histórico en el que su existencia está científicamente comprobada.
Independientemente que alguien crea en Él como Dios o que lo vea
simplemente como una figura humana, despojándolo de su dimensión divina.

b) Fuentes bíblicas

De aquí surgen los datos históricos y humanos de Jesús, especialmente los


evangelios y Hechos del Nuevo Testamento. Aunque es verdad que, a partir del
siglo XIX, la investigación científica sometió a una dura crítica la historicidad de
los evangelios y de todos los escritos de la Sagrada Escritura, actualmente
podemos afirmar que los evangelios no son cuentos de ficción y si bien es cierto,
no son crónicas históricas, porque no era ese su objetivo, sí transmiten datos
históricos, aunque muchas veces no puedan verificarse.
Los evangelios son textos narrativos que presentan el curso de la vida de Jesús
y su enseñanza. Vale la pena citar lo que expresa la constitución Dei Verbum,
del Concilio Vaticano II, en el número 19:

La santa madre Iglesia ha defendido siempre la historicidad de los evangelios;


es decir, que narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los
hombres, hizo y enseñó realmente hasta el día de la ascensión (Hech 1, 1.2).
después de este día, los apóstoles comunicaron a sus oyentes esos dichos y
hechos con la mayor comprensión que les daban la resurrección gloriosa de
Cristo y la enseñanza del Espíritu de la verdad. Los autores sagrados
compusieron los cuatro evangelios seleccionando datos de la tradición oral o
escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolo a la situación de las diversas
Iglesias, conservando siempre el estilo de la proclamación: así nos
transmitieron datos auténticos y genuinos acerca de Jesús. Sacándolo de su
memoria o del testimonio de los que asistieron desde el principio y fueron
ministros de la Palabra, lo escribieron para que conozcamos la “verdad” de lo
que nos enseñaban.

Así pues, podemos asegurar los siguientes datos, respecto a Jesús

- Nación en Belén de Judá (Lc 2, 4-7)


- Sus padres: María desposada con José (Mt 1,18; Lc 1, 26-31)
- Su nacimiento tiene lugar en una época bien determinada. César Augusto
era emperador y Cirino, gobernador de Siria (Lc 2, 1-2)

90
- Herodes gobernaba Judea (Mt 2,1)
- Vive su infancia y adolescencia en Nazaret (Mt 2, 19-23), en medio de
su familia, aprendiendo de aquella familia nazaretana, los valores más
profundos de la gente sencilla y de la cultura.
- Se hizo bautizar por Juan Bautista, el profeta del desierto que con su vida
y mensaje descubre y muestra la buena noticia que se acerca en Jesús.
Aunque los evangelios reconocen en Él a alguien más grande que Juan.
- Su mensaje central es el “Reino de Dios”; esa es su convicción más
profunda y la pasión que anima su actividad. Profeta que anuncia su
Evangelio a todos, pero de una manera particular a los más pobres,
buscando una vida más digna en la que Dios sea acogido y su reino de
justicia, misericordia, paz y alegría se convierta en realidad.
- Es el que pide dejarlo todo para seguirlo, aun la propia familia (Mc 10,
19-31). Desde un inicio hay un grupo de seguidores y seguidoras que se
ven deslumbrados por su persona y mensaje y lo siguen fielmente.
- Él que no tiene miedo ante el poder político (Lc 13, 31s) ni ante el poder
religioso (Mc 14, 53-64). De hecho, será víctima de ambos poderes que
tenían oprimido y explotado al pueblo.
- Es el que denuncia el poder del pecado (Mt 20,25), de la avaricia e
injusticia (Lc 16, 19-31), de la hipocresía de vida (Mt 23), de la
explotación de los peregrinos en Jerusalén (Mc 11, 15-18).
- Es el que perdona el pecado: come con los pecadores, con las personas
de mala fama y les ofrece el perdón, comparte con ellos en sus casas, de
sus comidas y hospitalidad (Lc 15). El Dios compasivo y misericordioso.
- Él que no se deja llevar del modo de pensar de los grupos religiosos de
la época: saduceos, fariseos, rabinos, sacerdotes, ni de las clases
sociales: ricos, pobres, etc., trata a todos por igual. No le interesa el
dinero (Mt 8,20), ni el poder (Jn 6,15).
- Él que cumple la voluntad de Dios Padre (Jn 3,34). Es el enviado de Dios
(Lc 4,18-19). El que se atreve a llamar a Dios, Abbá: papaíto querido.
Mantiene una relación muy íntima con Dios Padre (Mt 11,27).
- Es el que sirve a los demás (Mc 10,45).
- Es el que ama a todos, pero especialmente a los marginados, a los
pecadores, a los enfermos, a las mujeres (Mc 2,6).
- Habla de Dios desde la imagen de una mujer en las parábolas (Lc 15,8-
10).

De todo lo que Jesús hace y dice, vemos que es el hombre coherente, que
cumple la voluntad de Dios, su Padre; que se da a todos, pero especialmente,
a los pecadores, enfermos, marginados y mujeres; que no se identifica con
ninguno de los grupos religiosos o políticos de su tiempo.

91
Ahora contéstate a ti mismo:

¿Quién es Jesús para mí? ¿Cuál de los rasgos que el Evangelio nos presenta
sobre Jesús me atrae más? ¿Por qué? ¿Qué sargos de Jesús presentaría con
más fuerza?
Escoger un texto bíblico y reflexionarlo.

Jesucristo, revelación total de Dios y del Hombre

“Nos ha hablado por medio de su Hijo” (Hb 1,1-2). “A Dios nadie le ha visto
jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado” (Jn 1,18).
Jesucristo es el mediador y plenitud de toda la revelación (DV 2). Dios se ha
revelado, no para imponer su voluntad, sino para que el hombre de acoja
razonablemente, en un diálogo familiar. Su revelación, por tanto, es por amor.
La biblia constituye el ámbito de un encuentro interpersonal, existencial,
dinámico, del hombre con Dios que revela su vida y designios.

El mismo Yahvé que ha actuado en la historia de Israel, en favor de su pueblo,


ha actuado una vez para siempre y de manera nueva y definitiva en favor de
todos los hombres en la encarnación (vida, muerte y resurrección) de manera
culminante. En este aspecto, la diferencia entre el Antiguo y Nuevo Testamento
radica en la totalidad de la revelación de Dios a través de su Hijo. En el Antiguo
Testamento, Dios se ha revelado gradualmente. En el Nuevo Testamento se
reveló totalmente.
El Dios histórico del AT, al llegar la plenitud de los tiempos (Ga 4,1 Ef 1,10),
cumplió su promesa de fidelidad a los hombres, de manera inaudita: se hizo
hombre Él mismo en la encarnación del Hijo y adquirió una historia humana con
todo el realismo que ello encierra: la de Jesús de Nazaret.

En Jesús de Nazaret, aparece el primer hombre que vive totalmente para Dios,
pero también vive de Dios cuya existencia es totalmente transparente para Dios
y para los hombres. En Jesucristo, ese Dios para los hombres vierte su Palabra.
En Jesús, el Cristo muerto y resucitado, tiene lugar la transformación del
hombre en hombre nuevo, es decir, salvado, porque en Cristo todo lo humano
ha sido acogido por Dios y al mismo tiempo comunica a los hombres una
dimensión divinizante. La nueva relación entre Dios y los hombres la llama el
Nuevo Testamento: filiación divina (Rm 8, 15-23; 9,14 Ga 4,5 Ef 1,5).

Jesucristo es el centro y culmen de la salvación: Sentido último de la


historia

Unigénito de Dios, primogénito de muchos hermanos, primogénito de toda la


creación (Col 1,15). El hombre es nueva creación en Cristo. En Cristo fueron
creadas todas las cosas. El hombre es hombre en cuanto creado a imagen de
Cristo: hombre en cuanto que vive en Cristo y por Cristo y Cristo vive en él (Gs
2,20).

92
Cristo vive solamente de Dios y por Dios (Rm 6, 10-11). Así, el hombre que
vive en Cristo y por Cristo, vive orientado hacia Dios como su Padre. Si dejamos
que Cristo viva en nosotros obtendremos una línea clara de nuestra de nuestra
realización. Tendremos un amor tan grande que nada ni nadie nos podrá
separar del amor del Padre (Rm 8, 35-39).

Cristo revela la imagen auténtica de Dios porque Él y su Padre son uno solo.
Cristo revela también con su vida, la imagen nueva del hombre verdadero;
como debe vivir uno. Nosotros creemos en el Dios que nos revela Jesucristo en
la historia. Jesucristo da el sentido último a la historia: la que precede y la que
antecede. Fin y principio de la historia. Sólo que el acontecimiento de Cristo
está consumado en la resurrección, mientras que la historia habiendo ya
recibido su sentido último, por el acontecimiento de Cristo, está por
consumarse. El acontecimiento de Cristo da su sentido último a la historia de la
salvación porque en Él, Dios se revela en forma insuperable.

El acontecimiento de Cristo es la afirmación históricamente sucedida de que


Dios es el origen, meta y consumación de la historia del mundo y la humanidad.
Cada hombre ya está salvado y todavía está por salvarse en la realización
histórica de la respuesta a Cristo. Toda la historia humana y divina pasa por
Jesucristo y recibe de Él su significado. Este acontecimiento histórico y salvífico
de Cristo depende del anuncio y testimonio que demos de Él. No podemos tomar
una postura indiferente. Cuando nos comprometemos no solo con palabras,
sino con hechos concretos, estaremos construyendo el reino de Dios, en
nuestras vidas y en la sociedad.

Conclusiones:

a) Jesús de Nazaret constituye el centro y plenitud del plan de Dios y de la


historia. En Él se aúna toda la espera anhelante del pueblo de Israel y
toda la humanidad que halla en Cristo su realización.
b) Actualidad de Jesús. Según la fe de la Iglesia en todos los tiempos, ha
proclamado que Jesús no ha pasado; al contrario, se mantiene vivo,
presente y actual y es la fuente de la salvación: principio y fin, alfa y
omega en el orden de la salvación.
c) Cristo es la Palabra de Dios por excelencia (Jn 1,1-18). Si en el AT. Dios
se había revelado por la palabra, con Cristo esa Palabra adquiere su
plenitud al hacerse carne y poner su morada entre nosotros. Dios nos
habla directamente por Cristo, complementa plenamente la palabra del
AT, que se había transmitido.
d) Jesucristo es la Nueva Alianza. La alianza es uno de los elementos
importantes que sostiene y da cohesión al plan de salvación de Dios. La
última cena, con referencia a la muerte y resurrección de Jesús, celebra
la nueva y definitiva alianza. El fundamento en la alianza en el AT, es el
decálogo, la ley; en el NT, es el amor.

93
Jesucristo no viene a romper la alianza, sino a darle una nueva
dimensión. Por eso nos ofrece la nueva ley del amor (Jn 13, 34; 15, 12-
17).
e) Jesucristo es la plenitud de la revelación de Dios en la historia y es un
comienzo nuevo. Ser cristiano no es sólo creer en un mensaje, sino
también creer en una persona: Jesucristo. En Jesús Dios, no sólo se
revela en la historia, sino que se hace historia. Pone su tienda o morada
en medio de la historia. Es un hecho histórico que no cierra la historia,
sino que la abre a caminos insospechados.
f) Jesucristo es el principio de interpretación de la Escritura.
g) El Espíritu Santo es el hilo conductor de la acción de Dios en la historia.
Es el Espíritu Santo quien le da unidad a la historia de la salvación; al
mismo tiempo es el motor que la mueve.

Tomado de: Introducción General a la Sagrada Escritura – Autor: Fray Milton Jordán
Chigua OFM Cap. Ediciones San Pablo - Págs. 43 -50

94
Jesús, Hijo de Dios
Dios no engendró a su Hijo uniéndose al modo humano con una mujer, sino
que el Hijo de Dios y el Verbo de la verdad salió del corazón de Dios.

Por: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Libro Jesucristo.

"Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto" (Mc 1,10): se lo dijo el día del
bautismo en el Jordán, antes de comenzar la predicación del Reino de Dios.
¿Qué habrá experimentado el corazón de Jesús al escuchar de su mismo
Padre celestial estas hermosas palabras, llenas de cariño y de amor? ¡Qué
ánimo y aliento no habrá sentido Jesús al oírlas! Sentirse el Hijo amado, el
predilecto era un motivo de tanta alegría y gozo interior para Jesús. Jesús es
el predilecto porque hace siempre y con amor la Voluntad de su Padre.

"Este es mi Hijo amado, mi predilecto, escuchadlo" (Mt 17, 5); lo dijo el día de
la transfiguración en el monte, antes de su pasión y muerte. Aquí añade un
desafío para todos nosotros: escuchar a su Hijo. Escucharlo porque Él es la
Palabra del Padre, el que trae el mensaje de parte del Padre. Escuchar implica
apertura interior, cerrar los oídos a los demás ruidos.

Escuchar para que esa Palabra se meta en lo profundo de nuestro corazón,


nos alimente, nos interpele, nos convierta, nos arda, nos queme y llegue a ser
un volcán que salga después en erupción y alcance su lava a todos los que
están a nuestro lado.

Este Hijo es distinto a los hijos de los hombres. Corría el siglo III cuando el
obispo de Antioquía de Pisidia, san Acacio, fue llevado a la presencia del
cónsul Marciano. Le preguntó éste:

 Así, pues, según dices, ¿tiene Dios un hijo?


 Sí que lo tiene.
 Y, ¿quién es ese hijo de Dios?
 El Verbo de verdad y gracia...
 Pues dime su nombre.
 Su nombre es Jesucristo.
 Y, ¿qué diosa lo concibió?
 Dios no engendró a su Hijo uniéndose al modo humano con una mujer..., sino
que el Hijo de Dios y el Verbo de la verdad salió del corazón de Dios.

Lecturas complementarias: Catecismo de la Iglesia Católica – Jesús de Nazaret, del


papa Benedicto XVI.

95
Lección 16
Características de la Cristología Franciscana

San Francisco de Asís, ha introducido en la espiritualidad cristiana elementos


geniales para el seguimiento de Cristo y es el iniciador de un modo nuevo de
vivir y de pensar el misterio de Cristo y por lo tanto de Dios y del hombre.
Jesucristo pobre y humilde, es el origen y fuente de la espiritualidad de San
Francisco, por lo tanto, constituye la base de la identidad y especificidad de la
espiritualidad franciscana. Creando un nuevo paradigma (nueva forma de ver)
mediante su carisma peculiar, un movimiento lleno de entusiasmo por la
veneración de la santa humildad de Jesús, en el pesebre, en la cruz y en la
eucaristía. Inaugura el amor a la Pobreza del Verbo en una espiritualidad vivida
como un pobre y entre los pobres como nunca antes se había vivido en la
Iglesia.

Su intuición nace en un carisma (gracia revelada) y desde allí se organiza su


espiritualidad. La conversión, “penitencia” de San Francisco, es el
despojamiento total como camino para llegar a la fidelidad en el “Seguimiento
de Cristo” y a una comunión nueva con todas las creaturas. Una total fidelidad
a la pobreza, a la no posesión, sin dominaciones y sin apropiaciones. San
Francisco se hace pobre, “Por y para el Espíritu”, como consecuencia de su
opción radical por el Amor de donación encontrado en la Humildad del Hijo.

La encarnación es la manifestación total y plena en la que se revela la humildad


de Dios, por eso para San Francisco el tema inspirador de toda su vida, será la
pobreza, no como fin, sino como actitud fundamental de quien se despoja,
vacía, desapropia, para dar lugar a Dios, como el Otro, Humilde y Pobre,
revelado en Jesucristo. Un empobrecimiento querido y compartido
existencialmente en la historia de los pobres. La pobreza de Jesús, será el
sentido y la orientación de su propia existencia. El misterio de la encarnación
celebra la “Kénosis”: el abajamiento, desapropiación del Verbo de Dios.
La conciencia de San Francisco se la puede expresar diciendo que “el vacío
humano es la condición para la plenitud de lo divino”.

96
Un vacío que no es ausencia, sino presencia de una opción clara por la pobreza
del Amor vivida como un pobre entre los pobres. San Francisco admira y se
deja cautivar por el amor divino pobre y humilde revelado en la gruta de Belén,
representado en Greccio; en la condición de la existencia humilde, en la pobreza
de la vida de Jesús, en el modo de encuentro e inserción en el mundo humano,
en el despojo radical en la cruz, como signo de servicio incondicionado de sí
mismo a la historia de la salvación.

En todas estas manifestaciones y formas de presencia, San Francisco recibe,


admira y se siente llamado a corresponder sin reservas al Dios que se revela
como amor, pero en forma o bajo el vestido de humildad, de la pobreza, del
abajamiento total a todo derecho (véase al Alabazas al Dios Altísimo).
La Humildad de Dios en todas las cosas y sobretodo en Jesucristo, es el resumen
de la experiencia de San Francisco.

La novedad Cristológica de San Francisco

“Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios. Padre Santo y Justo, Señor rey
de cielo y tierra, te damos gracias por ti mismo, pues por tu santa voluntad, y
por medio de tu único Hijo con el Espíritu Santo, creaste todas las cosas
espirituales y corporales, y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos
colocaste en el paraíso. Y nosotros caímos por nuestra culpa”. (Rnb. XXIII, 1-2)

Después de San Francisco, en la historia espiritual y teológica de su fraternidad


se vivió esta intuición como una específica orientación cristocéntrica en dos
grandes direcciones al mismo tiempo: una a través de los frailes intelectuales,
que se ha concentrado en el misterio de la Encarnación como designio salvador
de Dios, como imagen de Dios, de Jesucristo, del hombre, del mundo; y la otra
dirección relacionada con la vida fraterna y devocional de la espiritualidad
franciscana, que ha puntualizado la centralidad de la pasión y de la cruz como
lugar privilegiado de la experiencia de Dios, de Cristo y de la totalidad de la
Salvación.

San Francisco de Asís, inaugura una historia posible, inspira una aventura
espiritual, como movimiento fraterno y espiritual que renace permanentemente
en la creatividad de la experiencia de la fe y seguimiento de Jesús. Una
experiencia vivida dentro de la Iglesia, del misterio Trinitario, un encuentro de
hermanos y una opción clara de radicalidad en el seguimiento de Jesús pobre.
Carisma fundante que se sigue expresando en el seguimiento pobre de Jesús
como familia franciscana, en la convivencia como criaturas y en la
contemplación agradecida de la pobreza de Dios en la Encarnación y Pasión de
Jesús.

97
Es por eso que San Francisco para nosotros los franciscanos, constituye una
experiencia fundante, ya que inaugura una espiritualidad siempre abierta al
Misterio del Amor Humilde de Dios.
San Francisco y sus primeros compañeros, inician un pensar teológico en un
modo de vivir, un estilo de entender la fe desde el acontecimiento salvífico de
la humanidad pobre del Verbo de Dios. Una experiencia de fe que se funda en
el camino de Jesús, el cual “siendo rico, se hizo pobre por nosotros a fin
de que nos enriqueciéramos con su pobreza” (2 Cor 8,9).

Jesús llevó una vida de pobre, de predicador itinerante. En su pasión y en su


cruz experimenta la forma mayor de su pobreza. En los excluidos y ofendidos
de este mundo quiso que residiera su forma de presencia más decisiva para la
salvación (Mt 25,31-46). Por la especial inclusión de los pobres en el misterio
de la encarnación del Verbo.

En los pobres y en la pobreza está presente como sacramento que él mismo


asumió como camino elegido para hablar del Padre a sus hermanos. San
Francisco está interesado en seguir, reproducir y representar la vida de Cristo
pobre. Para poder identificarse con el Cristo pobre y abrazar a los pobres reales
no quiso poseer nada propio y propuso a sus seguidores que se limitaran a
“Observar el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en
obediencia, sin propio y en castidad” (Rb 1).

Su ideal es vivir “En altísima pobreza y humildad”. La vida espiritual se mueve


según estos parámetros en los que San Francisco mide su pobreza, es decir, en
referencia siempre a estas dos realidades objetivas: los pobres concretos y
Cristo pobre. Este despojamiento de la pobreza desemboca en una gran libertad
para el amor y un modo de estar en la vida desinteresadamente. En esta
primera novedad franciscana y en esta espiritualidad nace un pensar teológico
y cristológico dentro de la historia de la Iglesia. La disponibilidad total se
expresará siempre como minoridad, es decir, tratar de ser siempre el último y
estar lo más bajo posible, para poder servir a todos, sin disputar a nadie el
lugar o el poder, crenado las formas de relación que promuevan en los otros la
libertad, la ternura, la delicadeza, el respeto. Menores para ser pobres en la
sociedad. Esta radical pobreza que vivió San Francisco y que los primeros frailes
llevan adelante en solidaridad con los pobres y siguiendo a Cristo pobre, nos
proporciona la clave para entender la espiritualidad franciscana.

La “Sequela Christi” o seguimiento de Cristo, como narración de la


absoluta novedad del amor humilde, revelado en Jesucristo.

“El pan nuestro de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle
hoy: para que recordemos, comprendamos y veneremos el amor que nos tuvo,
cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció”. (Par PN.6)

98
En este texto de los escritos de San Francisco, está narrada su experiencia y la
de sus primeros compañeros en cuanto al seguimiento de Jesús y la experiencia
de Dios, destacando las características de este “seguimiento de Cristo”, que nos
da idea de los motivos fundamentales para introducirnos en la estructura de su
espiritualidad. Presentamos algunas de ellas sobre esta experiencia de Dios:

a) Es auténticamente bíblica y fuertemente marcada por la liturgia.


b) Hace uso permanentemente de imágenes y conceptos que eran y son
actualmente familiares a la mística cristiana.
c) La realidad Divina es asumida fundamentalmente en un horizonte
dinámico, histórico – salvífico. Es el Dios operante en la historia de la
salvación que San Francisco experimenta, vive y celebra, canta y
promueve. El Santos de Asís, tiene delante de sí, el Dios que se le ha
revelado y que se ofrece en y por la humanidad de Jesús, su Hijo.

d) Dios es Dios sin especificaciones, muchas veces es la Santísima Trinidad,


muy seguido es el Padre de Jesús, el Cristo, el Hijo en la humanidad y
por su relación de filiación el hombre es invitado a entrar en esa dinámica
de amor por la fuerza del Espíritu.
e) Porque Dios Padre y Dios Trinidad son el motivo del camino histórico del
hombre y del dinamismo espiritual de San Francisco, se puede hablar de
cristocentrismo en la piedad y espiritualidad franciscana.

San Francisco habla de Dios desde Jesús, bajo la presencia del Espíritu Santo.
Ya que, al Padre, a la Trinidad, al Dios humilde se llega solo por el camino de
la vida de Jesucristo, pobre, humilde, totalmente consagrado a la voluntad del
Padre, hasta donarse totalmente a Él (cf. Adm 1,1ss).
Jesús pobre y humilde es el centro, el eje de la experiencia de Dios. El Altísimo
y Omnipotente se ha revelado como el más próximo y el más humilde en la
humanidad del Hijo. Ese movimiento de arriba hacia abajo, del más rico al más
pobre, del Santo hacia el pecador constituye el ser mismo de Dios. Todo el
misterio de Dios se reúne aquí y es esto lo que moviliza a San Francisco a una
admiración sin fin. Cristo para San Francisco es la verdad, la revelación suprema
de Dios y en esta donación, San Francisco ha sentido, conocido y experimentado
que Dios es Amor humilde.

San Francisco decía: “El amor no es amado” y “Debemos amar mucho el amor
de aquel que nos ha amado mucho”. Esta experiencia de Dios en San Francisco,
no es totalmente nueva en la historia de la espiritualidad cristiana, pero, pocos
santos y pocos creyentes han localizado en su vida espiritual el “Dios pobre”.
El “Dios humilde”, con la intensidad y centralidad con la cual lo vivió San
Francisco.

99
¿Cómo se expresa en las fuentes franciscanas el seguimiento y la centralidad
de la humanidad de Jesús? Hay varias fórmulas que están presentes en la
actualidad en nuestras reglas: Seguir a Cristo – Seguir las huellas de Cristo –
Vivir según la forma del Santo Evangelio. Cristo fue el modelo para San
Francisco, él se empeña en vivir según el Santo Evangelio, repetidor de la vida
de Jesús.

Tomado de: La Originalidad Teológica Espiritual en la Cristología Franciscana – autor:


Fray Jorge Peixoto OFM Conv. Lecciones dadas en el Centro Franciscano “Hno.
Francisco, Hna. Clara”. Guatemala 2005

100
Lección 17 – Teología Sacramentaria
Hablaremos acerca de los Sacramentos y conoceremos cuáles son.
Aprenderemos por qué se dice que son signos externos de la gracia de Dios
en la vida del hombre.

¿Qué le pasa al mundo?

La fiesta fue en grande. "Echaron la casa por la ventana", eran los


comentarios de los invitados que se sentían privilegiados de haber asistido a
una boda y a un bautizo. Todo, en una sola Misa. La familia anfitriona no
encontró mejor ocasión que la visita del primo sacerdote para pedirle que les
celebrara la boda de la hija menor y el bautizo del primer nieto. Flores por
todos lados. Papel picado. Velas. Después de la ceremonia muy emotiva,
todos los invitados se fueron a festejar "en grande". Mucho baile, mucha
comida, alcohol y mucho entusiasmo. "¡Qué linda fiesta!", decían. A casi
todos, también, se les olvidó que el motivo de la celebración fue el que
asistieron a algo mucho más profundo que un mero espectáculo: fueron
testigos de cómo Dios regala su gracia a quién se lo pide en forma especial a
través de los Sacramentos.

Muchas veces, participamos de los Sacramentos de la Iglesia, pero realmente


no los aprovechamos al máximo porque no conocemos bien lo que significan y
todo lo que nos puede aportar Dios a través de ellos.

La Iglesia nos enseña

Antes de que Jesús subiera al Cielo con su Padre, el día de la Ascensión, pidió
a sus apóstoles que llevaran su Palabra a todos los hombres.

También les dio ánimo para esta tarea y les hizo una promesa:
"Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo..."

Con estas palabras, los apóstoles quedaron felices sabiendo que Jesús estaría
siempre con ellos, aunque ya no lo pudieran ver.

Para cumplir esta promesa de permanecer con nosotros, Jesús nos dejó su
gracia y la ayuda necesaria para tener a Dios en nuestro corazón y así poder
llegar al Cielo. El hombre está formado por cuerpo y alma. El cuerpo para
poder subsistir necesita alimentarse. Cuando nos alimentamos bien, crecemos
y estamos fuertes. Tenemos fuerzas para trabajar, para llevar a cabo las
labores que nos han tocado desempeñar en la vida.

101
El alma también necesita alimento para crecer y estar fuerte. Y esa es la
función, precisamente, de los Sacramentos: son el alimento del alma, son
nuestro alimento espiritual. Ellos son signos sensibles instituidos por
Jesucristo y confiados a la Iglesia para darnos la vida divina y la salvación.
Vamos a analizar qué quiere decir cada parte de la definición:

Signos sensibles:

Todos los sacramentos tienen


• acciones,
• objetos y
• palabras
que podemos escuchar, ver y tocar con nuestros sentidos.

Por ejemplo, en el Bautismo, cuando el sacerdote le pone agua al niño y luego


le da la bendición. Esto lo podemos ver y escuchar. Estos signos visibles
sirven para representar la acción invisible de Dios. Cuando el niño está
recibiendo el agua que es un signo visible, en ese momento Dios le está
quitando el pecado original.

Instituidos por Cristo:


Cristo nos dejó los Sacramentos en los diferentes momentos de su vida. Él
está presente y actúa en cada uno de ellos. Por ejemplo, con la Última Cena,
Cristo nos dejó el Sacramento de la Eucaristía en la cual Dios se hace
presente.

Confiados a la Iglesia:
Cristo encargó a sus apóstoles y a sus sucesores que celebraran los
Sacramentos y los llevaran a todas las personas. En los primeros tiempos de
la Iglesia, eran los apóstoles quienes bautizaban a los que querían seguir los
pasos de Cristo. Hoy en día, son los sacerdotes quienes se encargan de
impartir los Sacramentos.

Para darnos la vida divina:

Los Sacramentos son alimento de la vida especial que nos ha dado Dios: la
vida de gracia. Los seres humanos somos los únicos que tenemos una parte
espiritual, un alma que nos permite tener relación con Dios nuestro Creador.
A esta relación con Dios es a lo que llamamos vida de gracia. Con el pecado,
se corta o se pierde esta relación con Dios. Esta amistad con Dios se puede
recuperar a través del Sacramento de la Confesión.

102
Y la salvación: Si nosotros alimentamos con constancia y amor nuestra alma a
través de los Sacramentos, vamos a poder llegar al Cielo con más facilidad.

De niños, nuestros padres nos llevan a bautizar. Más tarde, nos preparamos
en el catecismo para recibir la Primera Comunión y antes de esto, nos
confesamos. Luego, de mayores confirmamos nuestra fe con el Sacramento
de la Confirmación.

Posteriormente, podemos encontrar nuestra vocación en el Matrimonio o en el


Orden sacerdotal. Conforme nuestra edad avanza, es probable que
padezcamos de alguna enfermedad y entonces estemos listos para recibir el
Sacramento de la Unción de los enfermos.
La vida es un camino que recorrer en el que Dios se hace presente para
ayudarnos siempre. ¡Aprovechemos estas ayudas!

Los Sacramentos son siete:

1. Bautismo: Es el sacramento que instituyó Jesucristo para borrar el pecado


original, hacernos hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
2. Confirmación: Es el sacramento por el cual recibimos al Espíritu Santo
con todos sus dones. Nos da fuerzas y ayuda para vivir nuestra fe y nos une
más a Cristo y a la Iglesia.
3. Eucaristía: Es el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las
especies de pan y de vino.
4. Reconciliación o Confesión: Es el sacramento que Cristo instituyó por el
cual se nos perdonan los pecados cometidos después del bautismo.
5. Matrimonio: Es el sacramento por el cual Dios bendice la unión de un
hombre y una mujer dentro de la Iglesia.
6. Orden sacerdotal: Es el sacramento que da al hombre la participación
especial del sacerdocio de Cristo y de sus poderes para servir a la Iglesia.
7. Unción de los enfermos: Es el sacramento que da una gracia y fuerza
especial a los enfermos o ancianos para vivir su enfermedad. Fortalece al
alma y el cuerpo.

El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, está presente


en cada uno de los Sacramentos y nos manda su fuerza, su ayuda. El día de
la fiesta de Pentecostés, los apóstoles se reunieron para rezar. También,
estaba con ellos la Madre de Jesús: la Virgen María. Todos recordaban que
antes de subir al Cielo, Jesús les había hecho la promesa de mandarles a su
Espíritu.

103
Entonces se escuchó un ruido muy fuerte y descendieron sobre ellos unas
lenguas de fuego que se posaron sobre sus cabezas.

Estas lenguas de fuego representan al Espíritu de Jesús que bajaba sobre


ellos para darles fuerzas y la ayuda necesaria para cumplir lo que Jesús le
sabía encargado. ¡Ya podrían cumplir su misión!

Los apóstoles antes de Pentecostés estaban temerosos, no sabían cómo


cumplir la misión que Jesús les había dado, se ocultaban porque sentían
miedo. Les faltaban fuerzas. Los apóstoles, después de Pentecostés, tenían la
ayuda y la fuerza del Espíritu Santo para cumplir su misión.

El Espíritu Santo también nos ayuda a nosotros hoy en día a entender lo que
Jesús nos enseña, a cumplir lo que Dios quiere que hagamos, a amar y hacer
el bien a todos entre otras cosas. El Espíritu Santo actúa en cada uno de los
Sacramentos, nos da la ayuda y la fuerza que necesitamos para vivir como
Dios quiere y llegar al Cielo.

Cuida el tesoro de tu fe

Algunas personas podrán decirte que no es posible que Dios esté presente en
los Sacramentos, que eso no es cierto. Recuerda que a Dios no lo podemos
ver, pero sí podemos ver su amor, sus regalos.

Dinámica de integración – “A ponerle ritmo”

Se llevará a cabo el siguiente juego: se acomoda el salón para que exista un


espacio en el que se pueda saltar. Las personas se acomodarán para saltar o
agacharse. Se darán las siguientes instrucciones: el que dirige al grupo va a
leer una serie de oraciones en las que unas serán verdaderas y otras serán
falsas. Al escuchar una frase verdadera tendrán que brincar y al escuchar una
frase falsa tendrán que agacharse.

Las frases pueden ser:


1. Dios no se quiso quedar con nosotros después de su muerte. Falso.
2. Cristo solamente nos ayudó cuando vino a la Tierra. Falso.
3. Cristo, antes de subir al Cielo, quiso quedarse con nosotros y ayudarnos en
nuestro camino al Cielo. Verdadero.
4. El hombre está formado de cuerpo y alma. Verdadero.
5. Los Sacramentos son el alimento del alma. Verdadero.
6. El alimento debilita al cuerpo. Falso.
7. Los Sacramentos son signos invisibles. Falso.
8. Los Sacramentos los inventó un Papa. Falso.
9. Los Sacramentos nos dan la vida divina. Verdadero.
104
10. Los Sacramentos nos ayudan a alcanzar la salvación. Verdadero.
11. Los Sacramentos son diez. Falso.
12. El matrimonio es un Sacramento. Verdadero.
13. La Unción de los enfermos NO es un Sacramento. Falso.
14. El Espíritu Santo no está presente en los Sacramentos. Falso.
15. El Espíritu Santo nos manda la fuerza para ser mejores. Verdadero.

Ganará el juego la persona que no se haya equivocado en ninguna de las


oraciones.

Algo que no debes olvidar


• Cristo, antes de subir al Cielo, quiso quedarse con nosotros y darnos la
gracia y la ayuda necesaria para tener a Dios en nuestro corazón y así poder
llegar al Cielo.
• El hombre está formado de cuerpo y alma. Tanto el cuerpo como el alma
necesitan de alimento para crecer y ser fuertes.
• El alimento del alma son los Sacramentos.
• Los Sacramentos son signos sensibles instituidos por Jesucristo y confiados
a la Iglesia para darnos la vida divina y la salvación.
• Por medio de un signo visible Dios actúa de manera invisible.
• Los siete Sacramentos son: Bautismo, Eucaristía, Confesión, Confirmación,
Matrimonio, Orden sacerdotal y Unción e los enfermos.
• El Espíritu Santo actúa en cada uno de los Sacramentos, nos da la ayuda y
la fuerza que necesitamos para vivir como Dios quiere y llegar al Cielo.

Ponle sabor a tu vida

Esta semana, al acercarme a alguno de los Sacramentos, lo haré pensando en


que Dios está ahí presente y que me quiere mandar al Espíritu Santo para que
me ayude en las dificultades de la vida.

Oración
Señor, te pido que mandes al Espíritu Santo para que me dé fuerzas y me
ayude en las dificultades de la vida. Te doy las gracias por quedarte con
nosotros en los Sacramentos.
Amén.

105
Lección 18
El Sacramento del Bautismo
Hoy conoceremos o recordaremos cuál es la importancia del Sacramento del
Bautismo. Sabremos por qué es la puerta de entrada para los demás
sacramentos.

¿Qué le pasa al mundo?

En alguna ocasión hemos escuchado a padres de familia decir que no quieren


bautizar a un hijo en la fe católica porque quieren que el hijo, cuando sea
mayor, escoja su religión. Afirman que quizá el bebé no esté convencido de
las verdades de la fe católica.
Si analizamos un poco este pensamiento, nos vamos a dar cuenta que los que
no están convencidos de su religión son los papás, ya que si uno cree en Dios
y en la Iglesia, el mayor regalo que le puede dar uno a un hijo es el de la fe.
Además, los papás católicos saben que la fiesta del bautizo no es lo
importante, sino el darle la oportunidad al hijo de ser hijo de Dios.

La Iglesia nos enseña


¿Qué es el Sacramento del Bautismo?
Es el primer sacramento que recibimos. Para poder recibir los demás
sacramentos, antes debemos recibir el Bautismo. Es el sacramento que borra
de nuestra alma el pecado original. Es decir, el pecado que cometieron Adán y
Eva y con el cual todos nacemos.

Es el sacramento por el cual recibimos el gran regalo de la vida de Gracia, el


tener a Dios en nuestra alma. Es el sacramento que nos hace hijos y
miembros de su gran familia que es la Iglesia. El bautismo es el nacimiento a
una vida nueva en Cristo.

¿Cómo es el Sacramento del Bautismo?

Cuando nace un bebé, los papás están muy felices, al igual que los
padrinos. Juntos lo llevan a la Iglesia. El sacerdote los recibe y les pregunta:
"¿Qué es lo que piden para este niño?" Ellos le contestan que quieren el gran
regalo de la fe. Después, el sacerdote vierte un poco de agua sobre la cabeza
del bebé, lo llama por su nombre y repite las palabras: "Yo te bautizo en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo..."

En ese momento el bebé recibe la nueva vida de la Gracia. Tiene a Dios en su


corazón. También, el sacerdote da a los padrinos una vela encendida, y juntos
rezan el Padrenuestro.
106
La vela significa la luz que nos da el ser hijos de Dios. Los padrinos son los
encargados de cuidar la fe del niño en caso de que sus papás no lo puedan
hacer. Cuando el sacerdote vierte el agua en la cabeza del bebé, se simboliza
que el alma ha sido lavada, queda limpia, sin el pecado original.

¿Quién puede recibir el Bautismo?

Cualquier persona que no haya sido bautizada con anterioridad.

¿Quién administra el bautismo?

El Bautismo lo puede administrar un obispo, un sacerdote o un diácono. En


caso de una necesidad urgente, puede ser administrado por cualquier persona
siempre y cuando lo haga con la intención de llevar a cabo el Sacramento. Es
decir, en caso de un nacimiento de un bebé que tiene posibilidades de morir,
el papá o el que asiste el parto -o la madre, si está consciente- pueden decir
al bebé: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo".

¿Qué se utiliza?

La materia del Sacramento del Bautismo es agua bendita, como símbolo de


limpieza y purificación. También, se le unge con el santo crisma, ya que, al
convertirse en hijos de Dios, también, cada bautizado pasa a ser un "ungido"
por el Espíritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y
rey.

Esta es la fórmula del bautizo común con agua, pero existen otras dos formas
para aquellos que, por determinada circunstancia, no fueron bautizados.

Cuida el tesoro de tu fe

Algunas personas podrán decirte que es tan importante el bautizo del bebé
que es necesario esperar y ahorrar hasta que se tenga el dinero para hacer
una gran fiesta. Recuerda que el sacramento es ya un gran acontecimiento,
una gran fiesta ya que está borrando del alma del niño el pecado original.
Esto es lo principal en este sacramento y en todos los demás. La fiesta, el
baile, los regalos no tienen la misma importancia que tiene el sacramento. ¡No
nos confundamos! La gracia de Dios está por encima de todas las cosas
materiales de esta tierra.

107
Algo que no debes olvidar
• El Bautismo nos borra el pecado original, nos hace miembros de la Iglesia y
nos da la vida de gracia.
• Para poder recibir los demás sacramentos, antes debemos re cibir el
Bautismo.
• La vela significa la luz que nos da el ser hijos de Dios.
• Los padrinos son los encargados de cuidar la fe del niño en caso de que sus
papás no lo puedan hacer.
• El agua simboliza la limpieza, la purificación.
• Existen el Bautismo de sangre y el bautismo de deseo, cuando no se lleva a
cabo con el agua.
• La misericordia es muy grande para los niños que no han sido bautizados.

DINÁMICA DE INTEGRACIÓN - A PONERLE RITMO

• Dividir al grupo en tres equipos. A cada equipo se le encargará que


explique, por medio de la elaboración de un cartel:

1. Qué es el Bautismo
2. Los símbolos que se utilizan en el bautismo

Ponle sabor a tu vida

Platicaré con mis hijos acerca de la importancia de su Bautismo.


Recordaremos este acontecimiento tan especial de cada uno de los miembros
de la familia, encendiendo una vela el día en el que recuerdan el bautizo de
cada uno.

Oración

Dios mío, te doy gracias por haberme dado la vida de gracia en la que puedo
tener una gran amistad contigo. Te pido que me ayudes a conservarla
siempre para poder cumplir con la misión que me tocó cumplir en esta vida.
Amén.

108
Lección 19
El Sacramento de la Eucaristía
Hoy hablaremos acerca del Sacramento de la Eucaristía, conoceremos como
Dios está realmente presente ahí, aunque no lo veamos.

¿Qué le pasa al mundo?

En el mundo actual, la gente busca constantemente algo que le dé la fuerza y


la energía necesarias para poder cambiar de vida. Por esta razón se han
puesto de moda los ejercicios de yoga y zen, las pirámides de todos tamaños,
los cuarzos y el visitar los santuarios indígenas para "captar" la energía de los
astros. Estas personas creen que van a cargar su mente, su espíritu y su
cuerpo con la energía positiva que viene de los astros.

Lo que esa gente busca es algo muy válido: buscan la fuerza y la manera de
lograr una transformación de vida que les permita vivir en armonía con ellos
mismos y con el mundo que les rodea. Se han olvidado que las enseñanzas de
los primeros evangelizadores y la conversión al catolicismo de todo el pueblo
indígena nos hacen comprender que esas fuerzas y energías no están en las
pirámides ni en los fenómenos cósmicos, sino en le Eucaristía.

La Iglesia nos enseña

La Eucaristía es el Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las


especies de pan y vino. Es el sacramento del amor de Cristo. Jesús nos quiere
tanto que pensó en la manera de quedarse siempre con nosotros. Así instituye
el Sacramento de la Eucaristía y se queda con nosotros en el Sagrario.

¿Cuándo lo instituyó Cristo?

Jesús se reunió con sus apóstoles a celebrar la fiesta de la pascua. Era la gran
fiesta para los judíos que recordaba la liberación del pueblo de Israel después
de haber vivido como esclavos en Egipto.
La nueva pascua de Jesús era una nueva liberación para el gran pueblo de
Dios. Una liberación del pecado. En lugar de sacrificar un cordero se
sacrificaría Él mismo para librarnos de los pecados.

Durante la Última Cena, Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía al


consagrar el pan y el vino convirtiéndolos en su Cuerpo y en su Sangre, y al
dar a sus discípulos el mandato de repetir aquella consagración en memoria
suya.
109
El jueves por la noche, Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la
fiesta de la Pascua de los judíos. Al final de la cena, Jesús tomó el pan y un
cáliz con vino.

Entonces dijo "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que
será entregado por vosotros. Tomad y bebed todos de él porque este es el
cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada
por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados."

Después les dijo a sus apóstoles "Hagan esto en memoria mía". En este
momento Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía. Es en la Última Cena
donde Jesús nos deja un gran regalo: la Eucaristía.

¿Qué efectos tiene en nosotros la Eucaristía?

• Acrecienta nuestra unión con Cristo.


• Nos separa del pecado.
• Borra los pecados veniales.
• Fortalece la caridad que en la vida diaria tiende a debilitarse.
• Al fortalecer la caridad, nos preserva de futuros pecados mortales.
• Da unidad al cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia.
• Nos hace adquirir un compromiso a favor de los pobres y necesitados.
• Da unidad a los cristianos.

¿Quién puede recibir la Eucaristía?


Cualquier persona que se haya sido bautizada y se encuentre en estado de
gracia.

¿Quién lo administra?
El ministro del Sacramento de la Eucaristía es el sacerdote, quien, en
memoria de Jesucristo, consagra el pan y el vino, siguiendo el mandato de
Jesús: "Hagan esto en memoria mía".

¿Qué se utiliza?
Se utiliza pan de harina sin levadura y vino natural, extraído de la uva, tal y
como los utilizó Cristo en la Última Cena.

¿Qué palabras se repiten?


"Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado
por vosotros. Tomad y bebed todos de él porque este es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por
todos los hombres para el perdón de los pecados.
110
Hagan esto en memoria mía".

Es importante dejar claro que Jesucristo está presente en la Eucaristía y no es


una semejanza, imagen o representación, sino que es Jesucristo de una
manera real. Está ahí, aunque no lo veamos. Esto es algo maravilloso.

¿Por qué en algunas ocasiones son seglares los que administran la Eucaristía?

A estas personas se les llama "Ministros extraordinarios de la Eucaristía". Son


católicos que por la manera de comportarse en su vida y de vivir su fe, se les
considera aptos para poder tener el Cuerpo de Cristo en sus manos y llevarlo
a los demás.

Prestan un gran servicio a la Iglesia al hacer llegar la Eucaristía a aquellas


personas a las que de otra forma les sería imposible comulgar: enfermos,
presos, internos en asilos o ancianos.

Si estamos lejos de Dios, si nos sentimos débiles ante las tentaciones y las
dificultades de la vida, si nos sentimos sin fuerzas en la vida, si trabajamos
poco o nada por los demás, si llevamos una vida mediocre en donde manda la
ley del menor esfuerzo, acerquémonos a la Eucaristía.

Lo mismo que si nos sentimos con fuerzas para trabajar o si trabajamos


mucho por los demás o si llevamos un estilo de vida exigente también
necesitamos del Sacramento de la Eucaristía. Dios está ahí para darnos
fortaleza y perseverancia en la vida.

Habrá ocasiones en las que no nos sea posible comulgar, pero que sí podamos
pasar a la Iglesia a hacer una visita a Jesús en el Sagrario. Recordemos que
cuando la luz del Sagrario está encendida, quiere decir que Dios está ahí
presente.
Podemos aprovechar para decirle que lo que queremos mucho, para
agradecerle todo lo que nos ha dado, para adorarlo porque es nuestro Dios,
para pedirle lo que necesitemos, para pedirle por los demás. Jesús es nuestro
mejor amigo.

¡Cuida el tesoro de tu fe!


Algunas personas podrán decirte que es imposible que Dios esté en la
Eucaristía. Recuerda que para Dios no hay imposibles y que es una realidad
que Dios está ahí. La Iglesia no se cansa de recordarnos que en el santísimo
Sacramento de la Eucaristía está verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo
y la Sangre de Cristo.
111
Algo que no debes olvidar

• Es en la Última Cena donde Jesús nos deja un gran regalo: la Eucaristía.

• Jesús nos quiere tanto que pensó en la manera de quedarse siempre con
nosotros.

• La Eucaristía fortalece la caridad que en la vida diaria tiende a debilitarse


entre otras cosas.

• La Eucaristía es el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las


especies de pan y vino.

• Siempre se puede visitar a Jesús en el Sagrario.

Ponle sabor a tu vida

Organizar una Adoración solemne ante el Sagrario para agradecer el gran don
de la Eucaristía. Se pueden poner turnos para cada uno.

Oración
Dios mío, te doy gracias porque te has quedado con nosotros en la Eucaristía.
Te pido me ayudes a tenerte siempre en mi corazón para no caer en las
tentaciones de la vida.
Amén.

112
Lección 20
El Matrimonio, naturaleza e institución
Desde el principio de la creación, cuando Dios crea a la primera pareja, la
unión entre ambos se convierte en una institución natural.

Por: Cristina Cendoya de Danel | Fuente: Catholic.net

Naturaleza
La unión conyugal tiene su origen en Dios, quien al crear al hombre lo hizo
una persona que necesita abrirse a los demás, con una necesidad de
comunicarse y que necesita compañía. “No está bien que el hombre esté solo,
hagámosle una compañera semejante a él.” (Gen. 2, 18). “Dios creó al
hombre y a la mujer a imagen de Dios, hombre y mujer los creó, y los bendijo
diciéndoles: procread, y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla”. (Gen. 1,
27- 28). Desde el principio de la creación, cuando Dios crea a la primera
pareja, la unión entre ambos se convierte en una institución natural, con un
vínculo permanente y unidad total (Mt. 19,6). Por lo que no puede ser
cambiada en sus fines y en sus características, ya que de hacerlo se iría
contra la propia naturaleza del hombre. El matrimonio no es, por tanto, efecto
de la casualidad o consecuencia de instintos naturales inconscientes. El
matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar su designio de
amor en la humanidad. Por medio de él, los esposos se perfeccionan y crecen
mutuamente y colaboran con Dios en la procreación de nuevas vidas.

El matrimonio para los bautizados es un sacramento que va unido al amor de


Cristo su Iglesia, lo que lo rige es el modelo del amor que Jesucristo le tiene a
su Iglesia (Cfr. Ef. 5, 25-32). Sólo hay verdadero matrimonio entre bautizados
cuando se contrae el sacramento.

113
El matrimonio se define como la alianza por la cual, - el hombre y la mujer -
se unen libremente para toda la vida con el fin de ayudarse mutuamente,
procrear y educar a los hijos. Esta unión - basada en el amor – que implica un
consentimiento interior y exterior, estando bendecida por Dios, al ser
sacramental hace que el vínculo conyugal sea para toda la vida. Nadie puede
romper este vínculo. (Cfr. CIC can. 1055).

En lo que se refiere a su esencia, los teólogos hacen distinción entre el


casarse y el estar casado. El casarse es el contrato matrimonial y el estar
casado es el vínculo matrimonial indisoluble.

El matrimonio posee todos los elementos de un contrato. Los contrayentes


son el hombre y la mujer. El objeto es la donación recíproca de los cuerpos
para llevar una vida marital. El consentimiento> es lo que ambos
contrayentes expresan. Unos fines que son la ayuda mutua, la procreación y
educación de los hijos.

Institución
Hemos dicho que Dios instituyó el matrimonio desde un principio. Cristo lo
elevó a la dignidad de sacramento a esta institución natural deseada por el
Creador. No se conoce el momento preciso en que lo eleva a la dignidad de
sacramento, pero se refería a él en su predicación. Jesucristo explica a sus
discípulos el origen divino del matrimonio. “No habéis leído, como Él que creó
al hombre al principio, lo hizo varón y mujer, Y dijo: por ello dejará a su padre
y a su madre, y los dos se harán una sola carne”. (Mt. 19, 4-5). Cristo en el
inicio de su vida pública realiza su primer milagro – a petición de su Madre –
en las Bodas de Caná. (Cfr. Jn. 2, 1-11). Esta presencia de Él en un
matrimonio es muy significativa para la Iglesia, pues significa el signo de que
- desde ese momento - la presencia de Cristo será eficaz en el matrimonio.
Durante su predicación enseñó el sentido original de esta institución. “Lo que
Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mt. 19, 6). Para un cristiano la unión
entre el matrimonio – como institución natural – y el sacramento es total. Por
lo tanto, las leyes que rigen al matrimonio no pueden ser cambiadas
arbitrariamente por los hombres.

114
Lección 21
Introducción a la Eclesiología
¿Qué es la Iglesia?

Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net

Hoy en día hay muchas iglesias y denominaciones que dicen ser los
verdaderos seguidores de Cristo. Sin embargo, en los inicios del cristianismo
no era así. Había una sola Iglesia y todos los cristianos permanecían unidos
bajo las enseñanzas de los apóstoles.

Hoy hablaremos de cuál es esta Iglesia, y para qué funda Cristo una Iglesia.

Hay personas que encuentran, muchas veces, a la Iglesia como un obstáculo,


incluso reconocen que prefieren ir a la Iglesia sólo cuando lo sienten. Otros,
sostienen que en la Iglesia católica hay muchas normas y prefieren dejarla. Y
hay quienes alegan que ellos prefieren confesarse directo con Dios, o que
tratan de acomodar los Mandamientos de la Iglesia según su conveniencia.

¿Por qué Cristo fundó una Iglesia?

Sin la Iglesia, el cristianismo se hace inofensivo. La Iglesia traduce el


cristianismo en un cristianismo real. Sin la Iglesia, el Evangelio sería como
cualquier libro o como una plastilina en donde cada quien modelaría su propio
cristianismo, el que quisiera, como más le convenga o le guste, haciendo a un
lado aquello que le desagrada y exige.

115
Hay personas que pueden decir que son católicas, pero que nunca van a Misa,
que no se acercan a la Iglesia y sus sacramentos, o que están lejos del Papa y
los sacerdotes, representantes de Cristo, y no se dan cuenta que justamente
la Iglesia es al católico como la tortilla a un taco (valga la comparación
sencilla): sin la tortilla no hay taco, pues sin la Iglesia no hay cristianismo.
Es la Iglesia la que traduce al cristianismo en un compromiso real y que pone
los rieles de nuestro tren para que sepa hacia donde ir; no puede ser un
estorbo para un verdadero cristiano. Es un estorbo sólo para aquellos que
quieren vivir el cristianismo como les viene en gana, y que deciden hacerla a
un lado y fundar su "iglesia propia".

Por ejemplo, el joven que se escapa de la escuela, que dice sentirse muy feliz
y contento porque no hay quien le exija, aun cuando sabe que su deber es
estar estudiando; sólo se engaña a él mismo. Pues en nuestra religión, es la
Iglesia la que nos pone las normas, la que hace que el cristianismo sea
compromiso, la que nos motiva e impulsa a seguir, la que responde nuestras
dudas, la que nos señala por dónde ir, que nos da un espíritu de lucha, de
superación, de esfuerzo, de exigencia, reto y auto conquista para
transformarnos en otro Cristo.

Es gracias a la Iglesia que sabemos que lo importante no era tener el cabello


largo, usar sandalias, y traer túnica para ser católico. Sin la Iglesia, el
cristianismo no hubiera pasado de ser el club de amigos de Jesús de Nazaret.
Fue la Iglesia la que propagó, perpetuó y creó ese movimiento de fe, amor
práctico y compromiso de vida. Para eso Cristo creó su Iglesia para que
perpetúe a lo largo del tiempo su mensaje.

¿Por qué, a veces, las personas no quieren cumplir con los


compromisos de la Iglesia?

La única respuesta es por falta de amor. Por ejemplo, cuando tú, amas a una
persona estás dispuesto a hacer todo lo que ella te pide: hasta te sacas diez
en el examen, o hasta te cae bien tu suegra. Dejas todo por corresponder a
ese amor que te tienen, cumples con tus responsabilidades y hasta dejas el
partido de fútbol por estar con esa persona.

Cuando se ama, aún el gesto más sencillo, un pequeño detalle lo sabemos


apreciar. Si decimos ser cristianos y amar a Cristo, ¿por qué entonces no
sabemos apreciar lo que Cristo hizo por nosotros al dejarnos concretamente, y
sin fallas, todo lo que quiere que hagamos y cómo hacerlo?

Hay veces en que apreciamos más un detalle que nos brinda un desconocido,
que el gran regalo que nos tiene Cristo; y hasta lo dejamos a un lado con el
moño puesto.

116
Cuando hay amor no dejas a Cristo abandonado con los brazos abiertos por
que te pidió que hicieras ciertas cosas: te das por completo aceptando las
normas y condiciones. Como cuando una pareja se va a casar, la novia no
puede pensar "me caso contigo y te entrego toda mi vida incondicionalmente,
pero yo no plancho, ni lavo, ni hago de comer".
Cuando amas lo das todo sin límites, y aceptas los requisitos sin límites.
Cristo fundó una Iglesia y estableció una jerarquía a ser respetada (El Papa,
los Obispos); puso unas leyes y normas para que no estuviéramos cada año,
cada tiempo y cada moda re-inventando la Iglesia, sino para que vivamos en
la Iglesia como Él quiso, por amor a ella y así, formemos con ella un sólo
cuerpo en Cristo.

¿Qué significa Iglesia?

Iglesia quiere decir "comunidad convocada". En este caso, convocada por


Cristo. Cristo dio ciertas características a la Iglesia para que la
distinguiéramos como la verdadera. Entre estas características está la unidad.

En primer lugar, unidad de fe, que se muestra por el Credo que rezamos
todos los Domingos, que es el mismo que rezaban los apóstoles y describe en
pocas palabras en qué creemos como católicos.

En segundo lugar, unidad de comunión, pues formamos una sola Iglesia en


todo el mundo, en donde nuestro jefe, nuestro rey es Cristo, y su vicario, la
cabeza visible de la Iglesia es el Papa. Es la misma en todas partes del
mundo, ya sea en Cuba, en México, o en España. Igual que en los primeros
tiempos, en donde existía la misma Iglesia en Filipo o en Corintio. Unidad de
comunión, también porque comemos del mismo pan y formamos un mismo
cuerpo (Hechos 2:42).

Es necesario que colaboremos en esta unidad, que estemos unidos entre


nosotros, unidos entre los grupos sin que haya divisiones, y después, estos
grupos unidos al sacerdote; y él, a su vez, al obispo y al Papa. Y así, dar
testimonio verdadero de que somos la Iglesia de Cristo y que en nosotros se
cumple ese deseo de Cristo, la unidad. Esta es una característica que nos
distingue a los católicos.

La Iglesia es llamada, también, Cuerpo Místico de Cristo, en donde Jesús es la


cabeza y nosotros todo el cuerpo. Y está viva como el cuerpo de cualquiera de
nosotros lo está; y siente dolor cuando una parte se enferma; y alegría
cuando una parte se mejora. Cada uno de nosotros forma la Iglesia de Cristo.

Gracias a muchas personas, hoy tenemos nuestra fe. Desde los primeros
tiempos hasta el día de hoy, desde los apóstoles, mártires, y tantos santos
que, al dar su vida, nos mostraron el valor de nuestra fe.

117
Ahora, el Santo Padre nos dice que nosotros, que cada uno de nosotros somos
la esperanza de la Iglesia, porque ahora nos corresponde tomar la estafeta de
nuestra fe y transmitirla, para continuar a través de nuestro testimonio esa
gran labor que Cristo ha dejado: "Id por todo el mundo y predicad el
Evangelio".
Es importante que usemos los medios que nos ofrece la Iglesia Católica, como
ir a Misa, confesarse, leer la Biblia, participar en grupos parroquiales, conocer
la palabra y escritos del Santo Padre. Es importante conocer, amar y vivir lo
que en ella se enseña.

Notas de la Biblia

1. San Juan 17, 20, nos habla de cómo Cristo es quien convoca la Iglesia, nos
invita a que seamos una sola Iglesia.

2. Carta a los Efesios 4,4, nos describe la Iglesia que predicaba San Pablo,
una sola.

En resumen:

- Cristo fundó la Iglesia, la única y auténtica depositaria de lo que Dios quiere


de nosotros, y puso a Pedro y a sus sucesores, los Papas, para reconocerla
como la verdadera y para guiarla.

- Un católico que no vive dentro de las líneas de la Iglesia, es como un tren


que decide no seguir las vías... ¿has oído de las consecuencias de un
descarrilamiento?

- Hay personas que hacen su propia iglesia porque no quieren seguir reglas ni
obedecer; por comodidad.

- Un verdadero miembro de la Iglesia vive diariamente el mandato de Jesús:


"Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio..."

- Si viviéramos en profundidad todo lo que la Iglesia Católica nos recomienda,


llegaríamos al máximo nivel y plenitud que un hombre y una mujer pueden
llegar: la santidad.

118
Lección 22
La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo
La Iglesia que Cristo fundó la formamos todos los que vivimos unidos a Él por medio
del Bautismo. Cristo es la cabeza y nosotros somos sus miembros.

Por: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic. net

La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo.

Tiene la función de extender el Reino de Dios en la tierra y fue fundada por


Jesucristo, como consta en la Biblia.

Cada uno de los bautizados formamos parte de ese Cuerpo, de manera que
todos dependemos de todos.

Todos debemos servir a la Iglesia a través de nuestros hermanos y mediante


nuestra santificación personal.

A continuación presentamos este artículo donde se podrá conocer:


¿Por qué los cristianos decimos que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo?
¿Por qué decimos que nosotros somos sus miembros?
¿En dónde habla la Biblia sobre la constitución de la Iglesia?
¿Cómo podemos expresar nuestro amor a la Iglesia?

119
La Iglesia que Jesucristo fundó

Cristo fundó la Iglesia. No tiene como fin ganar dinero; ni democracia o


dictadura, porque no tiene fines políticos; tampoco es un sindicato, ni una
cooperativa, ni una banda de música. Por lo tanto, vamos a llamarle club,
aunque sea provisionalmente.

Los cuatro evangelistas nos dan la lista de los doce miembros fundadores del
club —que al final quedaron en once, pues Judas fue expulsado. Ahora bien,
decir que alguien funda un club con once miembros o socios puede sugerirnos
que se trata de un club de fútbol. Pero en el siglo I no lo pensaban así, pues
antes el deporte organizado no era tan importante para las personas como lo
es el día de hoy.

Indudablemente no se trataba de un equipo de fútbol. Y no lo digo porque ser


futbolista sea malo. En realidad, hoy ser un gran futbolista es ser una de las
personas más célebres y admiradas del mundo.

Ser futbolista de primera división es francamente difícil y tampoco es fácil ser


apóstol de primera división. Hay que tener capacidad, coraje, clase, cerebro y
corazón… y todo eso se dice en la Sagrada Escritura y en la página de
deportes.

A los once fundadores del club Cristo los sometió a un entrenamiento


durísimo. Así es como salen las grandes figuras. Lo digo porque después
hemos llegado muchos a inscribirnos al club con pretensiones de ser titulares
del equipo, pero sin coraje para aguantar los entrenamientos. Y luego nos
lamentamos de que no pasemos de reservas… la culpa es nuestra.

Dice Cristo: el que quiera ser de primera división, “que se niegue a sí mismo,
que tome su cruz y me siga” (Mt. 16, 24).
Duro. Ése es un entrenamiento muy duro. Pero Pedro, Santiago, Juan, Andrés
y los otros fundadores aceptan y se entregan a ese entrenamiento. Claro,
salen todos titulares del equipo de primera división y mueren con la camiseta
puesta.

Más adelante Pablo se inscribe en el equipo y acepta también el


entrenamiento. Llega a primera división y hace estas interesantes
declaraciones:
“Todos juegan en el estadio, pero no todos reciben el premio. Jugad de forma
que lo ganéis… No será coronado vencedor sino el que jugare con todas las de
la ley” (cfr. 1 Cor. 9, 24; 2 Tim. 2, 5).
120
Poco antes de morir, el mismo Pablo dice: “He jugado buen juego, he sido fiel
al club; ya no me queda sino recibir el trofeo que en justicia me dará el
Señor, árbitro justo” (2 Tim. 4, 7-8).

Tanto Pablo como los otros once tuvieron mucho entrenamiento y mucho
amor al club.

Tú también estás inscrito en este club, con la credencial y la camiseta que te


dieron en el bautismo. De ti depende llegar a primera división, quedarte en la
reserva o tal vez en las gradas como simple espectador.

Historia de Pedro Ma. De Irolagoitia, ¡Qué buenos son los santos!

¿Cuándo surgió la idea de formar el club de Cristo?

La historia del club de Cristo, la Iglesia, empieza desde la creación del mundo.
Se puede decir que su fundación es la reacción de Dios ante el caos que
ocasionó el pecado.
Dios prepara remotamente la fundación de la Iglesia con el llamado a
Abraham, a quien le promete que será
padre de un gran pueblo (cfr. Gen. 12, 2; 15, 5-6).
Este gran pueblo simboliza a la Iglesia.

El pecado de Adán y Eva rompe la unión del hombre con Dios. Los planes de
Dios para el hombre se desbaratan y entonces Dios reacciona con una
convocatoria, con un llamado a los hombres para restaurar esa intimidad con
Él. Esta «convocatoria» es la fundación del club de los apóstoles con
Jesucristo, que es la Iglesia. La palabra «iglesia» viene del latín ecclesia, y
ésta del verbo ekklesía, que quiere decir asamblea, congregación.
Más adelante, Dios elige al pueblo de Israel como pueblo de Dios (cfr. Ex. 19,
5-6; Deut. 7, 6). Convoca a un pueblo porque no desea que los hombres se
salven individualmente y aislados, sino unidos entre sí y todos ellos unidos a
Dios, lo cual no significa que Dios le pertenezca en exclusiva a ese pueblo,
sino que Dios quiso formar un pueblo propio para hacer una alianza con sus
integrantes, para irlos educando, para revelárseles poco a poco y prepararlos
a fin de formar la Iglesia. Israel es el símbolo de la reunión de todas las
futuras naciones en la Iglesia. Pero rompe la alianza con Dios y entonces los
profetas anuncian una Alianza nueva y eterna (cfr. Jer. 31, 31-34; Is. 55, 3)
que será instituida por Jesucristo.

Jesucristo viene a la tierra a instituir esta nueva Alianza entre Dios y los
hombres y funda su Reino, que es la Iglesia. Desde ese momento se
restablece la unión entre Dios y los hombres, se restablece el orden planeado
por Dios desde el principio.
121
En la Iglesia, mediante los sacramentos instituidos por Cristo, el hombre es de
nuevo capaz de estar unido íntimamente a Dios por la vida de la gracia.

El momento culminante de la fundación de la Iglesia se lleva a cabo en


Pentecostés, cuando Dios envía al Espíritu Santo para que actúe dentro de la
Iglesia a través de sus miembros. Suena un poco increíble, pero eso es la
Iglesia: una sociedad formado por personas unidas íntimamente con Dios,
personas que forman un solo cuerpo entre sí, pues Dios habita en cada una de
ellas; personas que actúan en nombre de Dios, pues el Espíritu Santo actúa a
través de ellas. El Reino de Cristo, Dios y el hombre unidos por toda la
eternidad.

¿Cuáles son las características de esta sociedad?

La Iglesia tiene características que la distinguen de cualquier grupo religioso,


étnico, político o cultural:
• Es el Pueblo de Dios, la reunión de todos aquellos que viven en unión con
Dios.
• Para inscribirse en esta sociedad no hay que llenar largos formatos, pagar
cuotas ni entregar documento alguno. Basta con volver a nacer de lo alto, por
el agua y el Espíritu (cfr. Jn. 3, 3-5). Esto se realiza en el bautismo, con el
cual el hombre alejado de Dios vuelve a estar unido a Él y, por lo tanto, pasa
a formar parte del Pueblo de Dios.
• Esta sociedad tiene por jefe a Cristo, cabeza de todo el cuerpo formado por
los hombres unidos a Dios.
• La credencial que distingue a los miembros de la Iglesia es el Espíritu Santo
que habita en sus corazones y les da la dignidad y la libertad de hijos de Dios.
• La ley que rige dentro de esta sociedad es el mandamiento nuevo: “amar a
todos como el mismo Cristo nos amó”.
• La misión de cada miembro de la Iglesia es ser sal de la tierra y luz del
mundo. Cada miembro de la Iglesia es una semilla de salvación para todo el
género humano.
• El destino de la Iglesia es el Reino de Dios, que Cristo mismo empezó en
este mundo pero que debe ser anunciado y extendido por sus miembros hasta
lograr que reine Dios para siempre en el corazón de todos los hombres.

Hay muchas otras cosas que seguramente ya conoces de la Iglesia, como el


hecho de que es una, porque es la única fundada por Cristo; santa, porque
sus miembros y su misión son santos; católica, porque es universal; y
apostólica, porque está fundada sobre el legado y autoridad de los apóstoles.

122
También sabrás que en la Iglesia hay una jerarquía, cuya cabeza es el Papa y
que él, junto con los obispos, como sucesores directos de los apóstoles, son
los encargados de enseñar, gobernar y dirigir a los demás miembros de la
Iglesia.
¿Quiénes formamos la Iglesia?

La Iglesia, más que una sociedad, podría compararse con una gran familia
formada por miles de miembros unidos entre sí, por estar cada uno de ellos
unido a Dios.
En una familia cada miembro es diferente de los otros: tu hermana no es igual
a tu hermano ni éste igual a tu primo. Tu padre y tu madre son diferentes de
tus abuelos y tíos.

Cada miembro de una familia tiene una tarea que cumplir y también una
personalidad diferente: tu mamá, encargada de la casa, cuida a los hijos; tu
papá, responsable de trabajar para proveer lo necesario, los protege; tu
abuela consiente a los nietos; tu tía los regaña; tu hermano hace reír a todos;
el pequeño llora todo el día y tu hermana es maravillosa haciendo galletas.
Cada uno es importante para el resto de la familia y su ausencia se siente
cuando por cualquier razón no está en la casa.

Dentro de la Iglesia sucede lo mismo: tiene muchos miembros diferentes y tú


eres uno de ellos. En ella encontramos sacerdotes, religiosos y laicos, cada
uno con una misión diferente que cumplir y todos igual de importantes y
necesarios dentro de la vida de la Iglesia.
Para explicar la importancia de cada miembro dentro de la Iglesia, podemos
compararla con tu cuerpo, formado por diferentes miembros: manos, pies,
cabeza, dedos, corazón, pulmones, estómago...

Cada miembro de tu cuerpo desempeña una función específica y si falla, te


afecta en toda tu persona. Si te duele la cabeza, no dices: “mi cabeza se
siente mal”, sino “yo me siento mal”. Si te hieres en el dedo, no dices “le
duele a mi dedo”, sino “me duele el dedo”.
La Iglesia es también un cuerpo: el Cuerpo místico de Cristo, y también está
formado por miembros diversos entre sí. Entonces, lo que hagas dentro de la
Iglesia afecta a todo el cuerpo en general. Si haces obras buenas, la Iglesia
entera se fortalece. En cambio, si algún miembro pierde la vida de gracia, la
Iglesia entera se debilita pues es como si le amputaran un dedo, una mano o
un pie.

En la Iglesia encontramos miembros sanos. Son aquellos que viven unidos a


Dios por la vida de la gracia y hacen crecer esa unión a través de los
sacramentos. Cumplen con su función a través del testimonio y el apostolado.
123
Son ojos que ven, oídos que oyen, piernas que caminan y manos que
escriben.
También encontramos miembros atrofiados. Son aquellos que están ahí
porque no han perdido la vida de gracia, pero que no sirven para nada, pues
ni se preocupan por fortalecerse ni hacen algo para que la Iglesia crezca y se
fortalezca. Son todos aquellos cristianos que se conforman con “no pecar” y
se olvidan de hacer el bien.

Existen también en la Iglesia miembros débiles por falta de ejercicio. Son


aquellos llenos de buenos propósitos que nunca llevan a cabo porque su
fuerza de voluntad no les alcanza. Tienen grandes planes, son piernas que
quieren correr en un maratón pero que se niegan a entrenar todos los días.
Por supuesto, cuando llegan a la competencia, se quedan a mitad del camino
por falta de fuerzas.

La Iglesia también tiene miembros enfermos, heridos y pisoteados. Son


aquellos cristianos que conviven con los pecados veniales todos los días. Su
unión con Dios es muy débil; son incapaces de trabajar en las virtudes porque
están enfermos. Son como unos pulmones con cáncer, una rodilla con el
menisco roto o una espalda con la columna desviada. El dolor que causan
estas enfermedades los incapacita para desarrollar su función: los pulmones
duelen al respirar, la rodilla duele al caminar y la espalda es incapaz de cargar
peso.
Los miembros amputados son aquellos que han perdido la unión con Dios
debido al pecado mortal. Así como quien ha sufrido la amputación de una
pierna o un brazo dice que sigue “sintiendo” su pierna o su brazo, de la misma
manera en la Iglesia se “siente” la ausencia de esos miembros que la han
abandonado por el pecado mortal.

Hay otros miembros a los que podríamos llamar miembros desertores o


mutilados; son aquellos que, al ver problemas o errores dentro de la Iglesia,
deciden abandonarla y unirse a grupos sectarios. Son débiles; en vez de
defender y fortalecer el Cuerpo al que pertenecen, prefieren huir e irse a otro
lugar donde se requiera menos esfuerzo. Es como si un riñón decidiera por sí
mismo donarse a otro cuerpo porque no le gusta la nariz del cuerpo al que
pertenece. Eso no sucede en el cuerpo humano, pero sí en la Iglesia, pues
cada uno de sus miembros es libre.

¿Qué debemos hacer los miembros de la Iglesia?

Conocer, cumplir, dar a conocer


Lo primero que debes hacer como miembro de la Iglesia es saber en qué clase
de cuerpo estás y cuál es tu función dentro de él.
124
Imagina que en una familia la madre quisiera cumplir las funciones del hijo en
vez de las suyas o el padre las de la abuela… ¡sería un desastre! También lo
sería si los miembros no supieran quién es quién en la familia y los bebés
empezaran a dictar las reglas y los padres a obedecerlas.

Imagina que en un cuerpo humano los miembros no supieran a qué clase de


cuerpo pertenecen ni cuál es su función dentro de él. Imagina a la mano
queriendo cumplir las funciones del pie o a la boca tratando de cumplir las del
oído. Imagina que la boca, al no saber a qué clase de cuerpo pertenece,
supusiera que es parte del cuerpo de una vaca y empezara a emitir mugidos…
Imagina también que te inscribes en un club del cual no conoces las reglas ni
su finalidad.

• Como miembro de la Iglesia, lo primero que debes hacer es conocerla: su


origen, sus enseñanzas, sus reglas, su finalidad… ¡Suena muy lógico!, pero
hay miles de católicos que no tienen idea de dónde están y por eso se dejan
engañar tan fácilmente por el primero que toca a su puerta y les promete
pertenecer al grupo elegido de los 144,000 o les promete la piedra mágica
que les dará la “energía” de Dios.

• El segundo paso es cumplir con tu misión específica dentro de la Iglesia.


Una vez que sepas si eres ojo, mano, riñón o arteria, ponte a trabajar para
cumplir con tu función en el Cuerpo Místico de Cristo. De nada sirven los
miembros atrofiados o enfermos. Es más, muchas veces son un estorbo.
Trabaja por fortalecer tu unión con la cabeza, que es Cristo, a través de los
sacramentos; trabaja por fortalecerte como miembro con el ejercicio diario de
las virtudes; cumple con tu función sabiendo que eres indispensable e
insustituible: si eres arteria y no cumples con tus funciones de arteria, habrá
una parte del Cuerpo de Cristo que se quedará sin esa sangre que tú tenías
que llevar. Nadie va a cumplir tu misión dentro de la Iglesia, pues cada quien
tiene una función distinta.

• El tercer paso es dar a conocer las enseñanzas de la Iglesia a los demás.


Dar a conocer a todos los que encuentres en tu camino la necesidad que la
Iglesia tiene de ellos. Concientizar a todos los cristianos de que ellos son la
Iglesia y de que es necesario que conozcan sus enseñanzas y su doctrina.

Medita y actúa
Para meditar personalmente
• ¿Por qué si San Pablo perseguía a los cristianos, cuando fue derribado
mientras viajaba a caballo, Jesús le preguntó por qué razón lo perseguía a Él?
• ¿Qué clase de miembro de la Iglesia eres? ¿Sano, atrofiado, débil, enfermo,
amputado o desertor? ¿Por qué?
125
• ¿Qué le responderías a alguien que llegara a tratar de convencerte de
abandonar la Iglesia diciéndote que hay muchos errores dentro de ella?
• ¿Conoces los documentos de la Iglesia que se han escrito en el último año?

Ideas para recordar


• La idea de la fundación de la Iglesia surgió desde la creación del mundo.
• La palabra Iglesia viene del griego “ekklesía”, que significa "asamblea".
• La Iglesia es la unión de todos los hombres que acuden a la convocatoria de
Dios y se unen a Él por la vida de gracia y los sacramentos.
• En la Iglesia hay muchos miembros con funciones diversas, pero cuando un
miembro sufre, se ve afectada la Iglesia entera.
• Como miembros de la Iglesia tenemos el deber de conocer, cumplir y dar a
conocer sus enseñanzas.

Decisiones
Como tú sabes, no es suficiente saber lo que ocurre ni por qué... es necesario
que todos hagamos un esfuerzo de cambio para aplicar lo que vamos
aprendiendo. Aquí te proponemos algunas líneas generales de compromiso:
¡la decisión es tuya!
• Me preocuparé por ser siempre un miembro sano de la Iglesia manteniendo
mi unión con Dios mediante la oración y la práctica de los sacramentos,
evitando el pecado venial, desterrando el pecado mortal y trabajando en el
desarrollo de las virtudes.
• Me preocuparé por conocer siempre las enseñanzas de la Iglesia.
• Acudiré a las misiones que organice mi parroquia, grupo pastoral o escuela
para acercar a la Iglesia a más personas y recuperar a aquellos miembros que
han sido amputados o mutilados.

126
Lección 23
Eclesiología y Teología de los Laicos

De colaboradores del Sacerdote a Corresponsables en la Iglesia

La nueva visión de la Iglesia y el papel de los laicos, contenidas en los


documentos del Concilio Vaticano II y las reflexiones Post-Conciliares.

Antes del Concilio Vaticano II:

Antes teníamos una visión de la Iglesia que estaba compuesta de tres


elementos; Ministros Ordenados (jerarquía) Religiosos y los Laicos, separados
por distinciones y distancias.

Antes se pensaba que solo los sacerdotes y religiosos estaban en la cumbre -


del Estado de Perfección – mientras que los laicos, eran pobres ovejas,
siempre necesitados de guía y con dificultades para lograr la perfección o
santidad. Así mismo, se pensaba a la Iglesia relacionado solo con la Jerarquía
(Obispos, sacerdotes y diáconos) y los religiosos (consagrados) y un pueblo
de Dios identificado con los laicos, a quienes hay que dirigir.

Después del Concilio Vaticano II:

La Iglesia como Pueblo de Dios, la formamos todos, como un único pueblo,


con la misma dignidad de ser todos Bautizados e incorporados a Cristo. La
vocación de todos sus miembros implica que debemos personalmente
colaborar a la difusión y a la santificación de toda la Iglesia y la tarea de los
pastores (Obispos y Sacerdotes) es la de ofrecer a los fieles, los medios de
salvación.

Hoy se habla de Ontología de Gracia, que quiere decir, que ahora todos
somos partícipes de la misma vida de Dios, que se comunica a nosotros.
Convivimos en la vida de Dios Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo. El
Bautismo que es común a todos (sacerdotes, religiosos y laicos) nos incorpora
en la vida de Cristo. Por esto, es importante reconocer nuestro compromiso
como bautizados y participes de sus tres oficios; Sacerdotal, Profético y Real.

Somos todos incorporados en la única consagración, en la que cualquier otra


consagración se funda y de la cual depende; el Santo Bautismo; hijos todos
iguales en el Hijo, todos llamados a compartir el único sacerdocio de Cristo.

Eclesiología Total y de Comunión: todos somos elegidos, todos


participamos en el oficio Profético, Sacerdotal y Real de Cristo. Leer Efesios 4
– todos conformamos un mismo cuerpo, pero cumplimos distintas funciones,
misiones específicas que Dios suscita para el bien de todos.

127
Por esto, debemos contemplar, respetar y agradecer el misterio grande y
necesario del Sacerdote Ordenado (los sacerdotes – nuestros párrocos) como
lo hizo nuestro Padre San Francisco, ya que por ellos Jesús se hace presente
en la Sagrada Eucaristía.

Esta unidad de los cristianos bautizados, procede de la unidad del Padre por
Cristo en el Espíritu Santo. Esto significa que todos los bautizados somos
Iglesia y participamos de las riquezas y de las responsabilidades que la
consagración bautismal nos exige, en la variedad de los carismas y de los
ministerios (servicios).

Por esto:

 Todos los cristianos estamos llamados a la santidad.


 El estado religioso, como forma de vida abierta a laicos y sacerdotes.

¿Que nos dicen? las Reflexiones Post – Conciliares:

Cristo es la cabeza de la Iglesia – y el Ministro Ordenado (sacerdote) lo


representa en la Iglesia particular (la parroquia) entonces se convierte en
Ministro de la unidad, reenvía a los otros miembros del cuerpo, a la variedad
de dones y servicios, suscitados por el Espíritu Santo. El sacerdote se
convierte en medio, en servicio y coordinación de los múltiples carismas y
ministerios. Debemos entender hoy que todos somos comunidad –
Ministerios, que se refiere a ministros ordenados, religiosos y laicos. No es
una relación de superioridad de los unos sobre los otros, sino de
complementariedad en la diversidad, de mutuo servicio y diferentes en el
servicio que prestamos.

Por esto decimos ahora que:

 Todos somos cristianos en primer lugar


 El Espíritu Santo actúa en todos
 La diversidad de carismas de cada estado de vida
 Y estos estados de vida construyen y enriquecen a la Iglesia

Debemos entender que la Iglesia no es piramidal, donde Cristo llega a los


bautizados solo a través de la jerarquía de la Iglesia, sino somos una Iglesia de
comunión, en donde el Espíritu Santo actúa sobre toda la comunidad para hacer
de ella el cuerpo de Cristo, que regala una diversidad de carismas y ministerios
al servicio del crecimiento de la Iglesia y la sociedad. Pero, debe existir
comunión, diálogo y colaboración entre todos, para así ser testimonio de
unidad.

128
Vemos el ejemplo de San Francisco, un laico que el Espíritu Santo suscitó un
carisma y una forma de vida que enriqueció a toda la Iglesia.

Ahora se extiende a todos los bautizados la responsabilidad del “ser” Iglesia


que está al servicio de todos. Somos partícipes y corresponsables de su misión,
en una comunión articulada y fecunda con todos sus miembros.

San Francisco inauguró la vida apostólica, permitiendo también a los laicos


seglares de perseguir una vida toda dedicada a Dios, dándoles voz y misión,
para conseguir una perfección de vida en la OFS, como orden de laicos
consagrados.

Reflexiones del Papa Emérito Benedicto XVI

Del Mensaje de Benedicto XVI al Foro Internacional de Acción Católica – 10


agosto 2012

«La corresponsabilidad exige un cambio de mentalidad, en particular, con


respecto al papel de los laicos en la Iglesia. Ellos deberán ser
considerados no como «colaboradores» del clero, sino como personas
realmente «corresponsables» del ser y del actuar de la Iglesia.

Es importante, por lo tanto, que se consolide un laicado maduro y


comprometido, capaz de dar su propia contribución específica a la misión
eclesial, con respecto a los ministerios y tareas que cada uno tiene en la vida
de la Iglesia y siempre en cordial comunión con los Obispos.

A este propósito, la Constitución dogmática Lumen Gentium califica el estilo de


las relaciones entre laicos y Pastores con el adjetivo «familiar»:

«Son de esperar muchísimos bienes para la Iglesia de este trato familiar entre
los laicos y los pastores: así se robustece en los seglares el sentido de la
propia responsabilidad, se fomenta su entusiasmo, y se asocian más
fácilmente las fuerzas de los laicos al trabajo de los pastores.

Estos, a su vez, ayudados por la experiencia de los seglares, están en


condiciones de juzgar con más precisión y objetividad tanto los asuntos
espirituales como los temporales; de forma que la Iglesia entera,
robustecida por todos sus miembros, cumpla con mayor eficacia su misión
a favor de la vida del mundo» (n. 37).

Considerad como vuestro el compromiso a actuar para la misión de la Iglesia:


con la oración, con el estudio, con la participación activa en la vida eclesial, con
mirada atenta y positiva hacia el mundo, en la continua búsqueda de los signos
de los tiempos.

129
No os canséis de perfeccionar más y más, con un serio y cotidiano compromiso
formativo, los aspectos de vuestra vocación peculiar de fieles laicos,
llamados a ser testigos valientes y creíbles en todos los ámbitos de la sociedad,
para que el Evangelio sea luz que trae esperanza en las situaciones
problemáticas, de dificultad, de oscuridad que los hombres de hoy tan
frecuentemente encuentran en el camino de la vida.

“Inspirados en san Francisco y con él llamados a reconstruir la Iglesia,


empéñense en vivir en plena comunión con el Papa, los Obispos y los
Sacerdotes en abierto y confiado diálogo de creatividad apostólica.”
(Regla 6)

Que nos dicen los documentos de la Iglesia ahora:

Vocación Cristiana y Vocación Laical:

1.- El Magisterio de la Iglesia:

El Concilio Vaticano II – dedica todo un capítulo de la Constitución Dogmática


sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo Lumen Gentium:

a) Todos los bautizados están llamados a la perfección de la vida cristiana:


sacerdotes, religiosos y laicos, cada uno según su propio carisma y su
vocación específica.
b) Define su vocación y su misión, enraizadas en el bautismo y en la
confirmación, y orientadas a la búsqueda del Reino de Dios, a partir de
las cosas temporales orientadas hacia Dios.
En el Decreto Apostolicam Actuositatem, afirma que la fecundidad del
apostolado de los laicos depende de la unión de su vida con Cristo, es decir, de
una fuerte espiritualidad alimentado por la participación activa en la liturgia y
expresada en el estilo de las bienaventuranzas evangélicas.

2. El Papa Juan Pablo II:

Quiso dedicar la asamblea sinodal de 1987 a la cuestión de la vocación y la


misión de los laicos, que dio lugar a la exhortación apostólica “Christefideles
laici” en donde exhorta al trabajo activo de los laicos en el mundo y su
compromiso social en las realidades temporales, en el campo político,
económico, cultural e intelectual, así como en la familia y la comunidad.

3.- El Papa Benedicto XVI:

a) En el entramado de la vida familiar, laboral y social. El mundo es lugar


teológico, ámbito y medio de realización de su vocación y misión. Todos
los ambientes, las circunstancias y las actividades en los que se espera
que resplandezca la unidad entre la fe y la vida, están encomendadas a
la responsabilidad de los fieles laicos, movidos por el deseo de comunicar

130
el don del encuentro con Cristo y la certeza de la dignidad de la persona
humana.
b) A ellos les corresponde dar testimonio de la caridad, especialmente a los
más pobres, a los que sufren y a los necesitados, así como asumir todos
los compromisos cristianos destinados a crear condiciones de justicia y
paz cada vez mayores en la convivencia humana, de modo que se abran
nuevas fronteras al Evangelio.

4.- El Papa Francisco:

a) Las capacidades profesionales, el sentido de la familia, el sentido cívico


y las virtudes sociales son muy importantes para los laicos.
b) Es verdad que son llamados individualmente a dar testimonio con sus
vidas, particularmente allí donde la Iglesia está amenazada.
c) El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del
que tendríamos que estar orgullosos es el del bautismo. Por él y con la
unción del Espíritu Santo, los fieles quedan consagrados como casa
espiritual y sacerdocio santo (LG 10). Nuestra primera y fundamental
consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han
bautizado cura – sacerdote, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el
signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar. Nos hace bien recordar
que la Iglesia no es una élite de sacerdotes, de los consagrados, de los
obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios. Somos,
como bien lo señala el Vaticano II, el Pueblo de Dios, cuya identidad es
la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita
el Espíritu Santo como en un templo (LG 9). El Santo Pueblo fiel de Dios
está ungido con la gracia del Espíritu Santo, por tanto, a la hora de
reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta
unción.

5.- Las “enfermedades” de los laicos

a) El clericalismo: esta actitud no solo anula la personalidad de los


cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la
gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra
gente. El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo
como “mandaderos”, elimina las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta
nos animamos a decir, osadías necesarias para poder llevar la Buena
Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y
especialmente político. El clericalismo lejos de impulsar los distintos
aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la
Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos.

131
b) La tentación de pensar que el laico comprometido es aquel que
trabaja solo en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la
parroquia o de la diócesis y poco se ha reflexionado sobre el papel de
los laicos en su vida pública y cotidiana, en su trabajo profesional, en su
proyección en la comunidad, el barrio o la colonia, como lo sugirió el
Capítulo General de la OFS 2017, en donde se reflexionó en la vida
cotidiana de los Franciscanos seglares y su proyección en el mundo, el
cómo hace presente el carisma y su vocación. Sin darnos cuenta, hemos
generado una élite laical creyendo que son laicos comprometidos solo
aquellos que trabajan en cosas “de los sacerdotes” y hemos olvidado,
descuidado al creyente que muchas veces quema su esperanza en la
lucha cotidiana por vivir la fe.

c) Dice el Papa Francisco: por eso, debemos reconocer que el laico por su
propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón
de la vida social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas
culturales que gestan continuamente, tiene exigencias de nuevas formas
de organización y de celebración de la fe. Los ritmos actuales son tan
distintos a los que se vivían 30 años atrás.

Esto requiere imaginar espacios de oración y de comunión con


características novedosas, más activas y significativas, especialmente,
para los habitantes urbanos. (EG 73)

d) El desarraigo: la fe ha sido un regalo que nos ha llegado en muchos casos


de las manos de nuestras madres, de nuestras abuelas. Ellas han sido,
la memoria viva de Jesucristo en el seno de nuestros hogares. Fue en el
silencio de la vida familiar, donde la mayoría de nosotros aprendió a
rezar, a amar, a vivir la fe. Fue al interno de una vida familiar, que
después tomó forma de parroquia, colegio, comunidades que la fe fue
llegando a nuestra vida y haciéndose carne. Ha sido también esa fe
sencilla la que muchas veces nos ha acompañado en las distintas
dificultades o desafíos del camino. Perder la memoria es desarraigarnos
de dónde venimos y, por lo tanto, no sabemos tampoco a dónde vamos.
Esto es clave, cuando desarraigamos a un laico de su fe, de la de sus
orígenes; cuando lo desarraigamos del Santo Pueblo fiel de Dios, lo
desarraigamos de su identidad bautismal y sí le privamos la gracia del
Espíritu Santo.

En el próximo documento reflexionaremos lo que nos dice la Regla y las


Constituciones Generales de la OFS, sobre nuestra identidad y nuestra
proyección, así como nuestra relación con la Parroquia, los sacerdotes y la
diócesis, así como, nuestra autonomía.

132
Un ejemplo concreto – y cercano – de compromiso laical

El hermano José Francisco García Bauer, nació en la Antigua Guatemala el 4 de


octubre de 1920. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, fue Decano de la
facultad de Humanidades de la Universidad Jesuita Rafael Landívar. Fue
profesor de Sagrada Escritura, Catequista, Ministro Extraordinario de la
Comunión. Diputado y Constituyente en cuatro oportunidades, defendió en el
Congreso de la República los valores evangélicos, la libertad de la Iglesia, la
enseñanza religiosa en las escuelas, la humanización de las cárceles.
Franciscano Seglar ejemplar y comprometido, fue uno de los grandes
promotores de la beatificación del Santo Hermano Pedro, viajaba por todo el
territorio guatemalteco para promover la evangelización, visitaba las
fraternidades para animarlas y ayudarlas en los procesos de formación en la
espiritualidad franciscana. Murió el 8 de abril de 1998. Por su destacada labor
en el campo civil y religioso fue condecorado con las Ordenes del Quetzal, San
Silvestre y San Gregorio Magno, en grado de Gran Cruz. Sus restos mortales
descansan en el templo de San Francisco el Grande en la Antigua Guatemala.

En la década de 1970, se organiza la OFS como Fraternidad Nacional, con una


estructura centralizada y grandes dificultades debido a que las fraternidades
fueron fundadas por diferentes custodias y provincias de frailes menores,
venidas de los Estados Unidos, España e Italia. Unificar las fraternidades fue
todo un desafío, los archivos constatan este proceso lleno de tensiones y
desacuerdos, especialmente entre el área Capuchina y la de los Menores
Observantes. Este reto fue asumido por el hermano José Francisco García
Bauer, quien tuvo la sabiduría para lograrlo, fue el primer Ministro Nacional
Interobedencial. Él visitó las fraternidades para animarlas y lograr mayor
apertura y sentido de pertenecía. Asume su cargo en 1976 ante las dificultades
del terremoto de ese año.

133
Lección 24
Mariología – María en la Historia de la Salvación

P. Ignacio Garro, S.J.

Los rasgos principales y fundamentales de María, se concretizan en los cuatro


dogmas marianos. Como dogmas de fe sobre María suelen enumerarse en el
siguiente orden: La maternidad divina de María; su virginidad perpetua; su
inmaculada concepción; y la asunción en cuerpo y alma a los cielos.
LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA

a. Según Gal 4,4 nos dice: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos envió Dios
a su Hijo, nacido de mujer". La fórmula teológica "envió Dios a su Hijo" alude
a la preexistencia del Hijo que es enviado al mundo por el Padre; la fórmula
considera, por tanto, al Hijo en su existencia divina. Ese Dios - Hijo es el
término de la acción generativa de la mujer "nacido de mujer".
b. En Rom 9, 5 se dice: "de los cuales (los israelitas), procede) Cristo según la
carne, que es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos”. Si, como casi
todos los autores católicos sostienen, hay que referir esta afirmación a Cristo;
el texto afirma: Cristo, que es Dios, procede de los israelitas según la carne;
con otras palabras: el mismo Cristo, que es Dios, es engendrado según la
carne, de los israelitas, lo que históricamente es decir de María; Cristo - Dios
es engendrado de María.

134
c. En Lc 1 35: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te
cubrirá con su sombra. Por eso, lo que nacerá será llamado santo, Hijo de
Dios". No hay la menor duda de que el Verbo será llamado Hijo de Dios. Y
cuando anuncia que el Espíritu Santo vendrá sobre ti alude a la fuerza divina
que va a realizar la concepción milagrosa, y también alude a que el seno de
María se va a convertir en tabernáculo de Dios por la presencia misma del
mismo Dios, de la que el signo de nube que cubre, por eso lo que nacerá de
María será el Hijo de Dios en sentido estricto.
d.- San Juan nos dice en su prólogo del Evangelio, Jn 1,14 que: "El Verbo se
hizo carne y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como Hijo Único". No nombra a la virgen María,
pero dados los otros datos revelados de Lucas y de S. Pablo se sabe que fue
María la que concibió en su seno al Verbo, este se hizo hombre y puso su
Morada entre nosotros. Y en Jn 3, 16-17, dice: "Porque tanto amó Dios al
mundo que envió a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo
para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve por él".

MARÍA EN EL ORDEN DE LA SALVACIÓN. MARÍA ES COLABORADORA


EN LA OBRA DE LA REDENCIÓN
Ya el Apóstol Pablo escribiendo a los Corintios les decía: "ya que somos
colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios", 1 Cor,
3,9. Es evidente que esta colaboración en la obra de la redención no es causa
principal por parte del Apóstol Pablo sino participación instrumental de la
única redención realizada por Cristo.
En el caso de la Virgen María la colaboración o cooperación a la obra de la
redención se manifiesta de una manera importante y ser excepcional:
a. En su aceptación en Madre del Redentor, con todo lo que esto lleva
consigo, fe, obediencia, y fidelidad.
b. Por la compasión y sufrimientos que compartió con su Hijo Jesucristo al pie
de la cruz, participando de los méritos del sacrificio expiatorio de su hijo.
Los dos aspectos son necesarios y esenciales; pero el que constituye la base y
fundamento de la corredención mariana es su maternidad divina sobre
Cristo Redentor y su maternidad espiritual sobre nosotros según la voluntad
de su Hijo cristo en la cruz.
Anteriormente se le denominaba a la Virgen María "Corredentora" de la obra
de la redención. El Concilio Vaticano II, evitó la palabra "corredentora" -que
podía herir los oídos de los hermanos separados- expuso de manera clara e
inequívoca la doctrina de la corredención tal como la entiende la Iglesia
Católica: He aquí algunos textos de la Constitución dogmática sobre la Iglesia
"Lumen Gentium" especialmente significativos.
135
"Es verdadera madre de los miembros (de Cristo) ... por haber cooperado con
su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella
Cabeza" (nº 53)
"Así María, hija de Adán, aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de
Jesús y abrazando la voluntad salvífica de Dios, con generoso corazón y sin el
impedimento de pecado alguno, se consagró totalmente a sí misma, cual
esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo El y con
El, por la gracia de Dios omnipotente, al misterio de la Redención. Con razón,
pues, los Santos Padres consideran a María, no como un mero instrumento
pasivo en las manos de Dios, sino como cooperadora a la salvación de los
hombres por la libre fe y obediencia. Porque ella, como dice San
Ireneo, "obedeciendo fue causa de su salvación propia y de la de todo el
género humano". Por eso no pocos Padres antiguos en su predicación,
gustosamente afirman con él: "El nudo de la desobediencia de Eva fue
desatado por la obediencia de María: lo que ató la virgen Eva por la
incredulidad, la Virgen María lo desató por la fe"; y comparándola con Eva,
llaman a María "Madre de los vivientes", y afirman con mucha frecuencia: "la
muerte vino por Eva, por María la vida". (nº 56).
"Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta
desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte". (nº
57)
"Mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz, en donde, no sin
designio divino, se mantuvo de pie (cfr. Jn., 19, 25), sufrió profundamente
con su Unigénito y asociándose con entrañas de Madre a su sacrificio,
consintiendo amorosamente en la inmolación de la Víctima, que ella misma
había engendrado y finalmente, fue dada como Madre al discípulo por el
mismo Cristo Jesús moribundo en la Cruz, con estas palabras: "Mujer, ¡he ahí
a tu hijo!" (cfr. Jn., 19, 26-27).
Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el
templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó
en forma del todo singular a la obra del Salvador, por la obediencia, la fe, la
esperanza y la encendida caridad, con el fin de restaurar la vida sobrenatural
de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia, (nº
61).

Por lo tanto, la razón última y el fundamento más profundo de la colaboración


en la obra de la salvación hay que buscarlo en la maternidad divina de
María, íntimamente asociada por voluntad de Dios a la obra salvadora de
Cristo.

136
MARÍA MEDIADORA Y DISPENSADORA UNIVERSAL DE LAS GRACIAS
Dada la vinculación esencial de la mediación de María a la mediación de
Cristo, sin la cual la mediación de María no tiene sentido, hay que aclarar que
la mediación de Cristo es universal, primera y principal, es decir, entre Dios y
los hombres no hay más que un único mediador Jesucristo, 1 Tim 2, 5, y la
mediación de María es universal y secundaria por vía de participación por las
razones anteriormente citadas en el apartado de la maternidad espiritual.
La Virgen María en cuanto "dispensadora" universal de las gracias es una
consecuencia lógica de su cooperación en la obra de la redención, y de su
maternidad espiritual sobre todos los redimidos. Según las enseñanzas de la
mayoría de los teólogos, siguiendo las directrices del magisterio ordinario de
la Iglesia, la Virgen María coopera dependientemente de Cristo en la
distribución de todas y cada una de las gracias que Dios concede a todos y
cada uno de los hombres (cristianos o paganos), de suerte que se la puede
llamar con toda propiedad y exactitud "dispensadora universal" de todas las
gracias que Dios concede a la humanidad entera.
Así en Lumen Gentium, el Concilio Vaticano II enseña:
"Y esta maternidad de María perdura si cesar en la economía de la gracia,
desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo
mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de
todos los elegidos. Pues una vez asunta a los cielos, no dejó su oficio
salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los
dones de la eterna salvación. Por su amor materno cuida de los hermanos de
su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan
contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la
Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada,
Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera
que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.
La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado, lo
experimenta continuamente y lo recomienda al amor de los fieles, para que,
apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador
y Salvador, (nº 62).

LA CONEXIÓN ENTRE LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA Y SU


MATERNIDAD ESPIRITUAL CON RESPECTO A LOS FIELES
María, como Virgen y Madre, tipo de Iglesia
La Bienaventurada Virgen, por el don y el oficio de la maternidad divina, con
que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y dones, está
unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es tipo de la Iglesia,
como ya enseñaba San Ambrosio; a saber: en el orden de la fe, de la caridad
y de la perfecta unión con Cristo.
137
Porque en el misterio de la Iglesia, que con razón también es llamada madre y
virgen, la Bienaventurada Virgen María la precedió, mostrando en forma
eminente y singular el modelo de la virgen y de la madre; pues creyendo y
obedeciendo engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer
varón, por obra del Espíritu Santo, como una nueva Eva, prestando fe sin
sombra de duda, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz
al Hijo, a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos
(Rom., 8, 29); a saber: los fieles, a cuya generación y educación coopera con
materno amor.

Fecundidad de la Virgen y de la Iglesia


Ahora bien: la Iglesia, contemplando su arcana santidad e imitando su
caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también ella es madre,
por la palabra de Dios fielmente recibida; en efecto, por la predicación y el
bautismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el
Espíritu Santo y nacidos de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e
íntegramente la fidelidad prometida al Esposo e imitando a la Madre de su
Señor, por la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente la fe íntegra, la
sólida esperanza, la sincera caridad.

Virtudes de María que han de ser imitadas por la Iglesia


Mientras que la Iglesia en la Beatísima Virgen ya llegó a la perfección, por la
que se presenta sin mancha ni arruga, (cfr. Ef., 5, 27), los fieles, en cambio,
aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo el pecado: y por eso
levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los
elegidos como modelo de virtudes. La Iglesia, reflexionando piadosamente
sobre ella y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, llena de
veneración entra más profundamente en el altísimo misterio de la Encarnación
y se asemeja más y más a su Esposo. Porque María, que habiendo participado
íntimamente en la historia de la Salvación, en cierta manera une en sí y
refleja las más grandes verdades de la fe, al ser predicada y honrada, atrae a
los creyentes hacia su Hijo, hacia su sacrificio y hacia el amor del Padre.
La Iglesia, a su vez, buscando la gloria de Cristo, se hace más semejante a su
excelso Modelo, progresando continuamente en la fe, la esperanza y la
caridad, buscando y siguiendo en todas las cosas la divina voluntad. Por lo
cual, también en su obra apostólica con razón la Iglesia mira hacia aquella
que engendró a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen
precisamente, para que por la Iglesia nazca y crezca también en los corazones
de los fieles. La Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno, con el
que es necesario estén animados todos los que en la misión apostólica de la
Iglesia cooperan para regenerar a los hombres.

138
Finalmente, en el discurso de clausura de la 3ª etapa del Concilio Vaticano II,
el papa Paulo VI proclamó a María "Madre de la Iglesia", y dice: "La divina
maternidad es el fundamento de su especial relación de (María) con Cristo y
de su presencia en la economía de la salvación operada por Cristo, y también
constituye el fundamento principal de las relaciones de María con la Iglesia,
por ser Madre de Aquel que desde el primer instante de la encarnación en sus
seno virginal se constituyó en cabeza d su Cuerpo místico, que es la Iglesia.
María, pues, como Madre de Cristo, es Madre también de los fieles y de los
pastores; es decir, de la Iglesia".

Porque fue y es Madre de Cristo, el Dios hecho hombre, María es nuestra


Madre. Se comprende por ello que ya en la más antigua oración mariana,
evocada más arriba, los cristianos, cuando acudían con confianza filial a
María, la invocaran como la Madre de Dios; en ese título se encuentra el
fundamento de su maternidad con respecto a nosotros y de nuestra filiación
con respecto a ella. Con las palabras de esta plegaria venerable en su forma
actual, que es la forma romana del antifonario de Compiégne (Siglos IX-X)
podemos cerrar este capítulo: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre
de Dios; no deseches nuestras súplicas en las necesidades, sino líbranos de
todos los peligros siempre, Virgen gloriosa y bendita".

139
Lección 25
Historia del Hermano Francisco y de la Orden de los Menores

San Francisco, nació en la ciudad de Asís, en la región de Umbría, Italia, en


1182, de una rica familia de comerciantes, sus padres fueron Pedro
Bernardone y Doña Pica.

Pintura del Templo de San Miguel - Totonicapán

La relación entre la historia del hermano Francisco de Asís y la historia de la


Orden de los hermanos Menores es un dato innegable, ya que entre la una y la
otra se creó muy pronto una separación, y entre la historia del hermano
Francisco y de la Orden se produjo un distanciamiento, por no decir una
verdadera ruptura.

La perspectiva franciscana, en sus elementos de pobreza, de sumisión, de


renuncia al poder, de precariedad y de marginalidad, se reveló en cambio difícil
de realizar en relación con el desarrollo de la Orden y con la presión que
provenía de la sociedad y del papado. A la muerte de san Francisco se abrió la
cuestión de la “difícil herencia” ¿Cuál era la herencia que el hermano Francisco
había dejado a sus hermanos? ¿Cómo debían ser entendida y utilizada? Las
tensiones y conflictos, que existían ya en vida de san Francisco, se manifestaron
en formas bastante ásperas, que exigieron intervenciones del papado, que se
multiplicaron en el curso del tiempo, y que produjeron enfrentamientos
durísimos en el interior de la Orden.

140
Se impusieron necesidades imperiosas de interpretación de la Regla y del
Testamento según las modalidades hermenéuticas sobre las cuales san
Francisco había puesto en guardia a sus hermanos:
“Y a todos mis hermanos, clérigos y laicos, mando firmemente por obediencia, que no
introduzcan glosas en la Regla ni en estas palabras (del Testamento), diciendo: esto
quieren dar a entender” (Test 38).

Las glosas se hicieron sobre todo a la Regla, mientras a propósito del


Testamento se nos plantea el problema de su valor jurídico. Muchas fueron las
preguntas en relación con la una y el otro, ya que las transformaciones del
franciscanismo fueron impresionantes; es más, aparecieron varios
franciscanismos, pretendiendo ser los protagonistas de los diversos grupos en
litigio, ser cada uno de ellos el auténtico intérprete del mensaje originario, en
el esfuerzo de “volverlo a proponer” (e inevitablemente modificarlo y adecuarlo
a las contingencias del momento) en relación con la evolución de la presencia
de los hermanos Menores en la Iglesia, en la actividad pastoral, en los centros
universitarios y en la sociedad.

Se realizó entonces un gran esfuerzo de reflexión sobre todo en torno al binomio


pobreza - riqueza, - pasando de la práctica de la pobreza a la teoría de la
pobreza, de la pobreza vivida a la pobreza pensada – y entorno a la colocación
de los hermanos Menores en la “historia de la salvación” (y por consiguiente en
la iglesia y en la sociedad), con la ayuda de san Buenaventura se llegó, por fin,
a una redefinición general del “franciscanismo”, casi a una “refundación” de una
Orden ya definitivamente guiada – como escribió el mismo general – por
“hombres sabios que no desdeñaron el adaptarse a la compañía de hombres
sencillos”. Por todas estas cosas la Orden de los hermanos Menores se empieza
a dividir hasta llegar a la actualidad en tres órdenes: observantes, capuchinos
y conventuales, cada uno con su propio ministro general.

1.- El inicio de la historia del hermano Francisco

Por largo tiempo los historiadores han construido (y a veces continúan


construyendo aún hoy día) la biografía de san Francisco sobre la base de una
santidad reconocida e institucionalizada. Toda la existencia de san Francisco era
(y es) reconstruida a posteriori, partiendo de un dato posterior, la canonización
por obra del papa Gregorio IX en 1228, y fundándose sobre fuentes que derivan
de aquel acto papal y que a él se orientan. En suma, la vida de Francisco de
Asís – a partir de los hagiógrafos del siglo XIII para llegar a los historiadores de
siglo XX – es casi siempre la vida de un santo o, por mejor decirlo, de un santo
absolutamente excepcional, único.

141
¿Cómo liberarse de tal posición y tales prejuicios, supuestos que sea posible
liberarse de ellos? Sería en verdad conveniente que antes que nada nos
preguntáramos por las razones que urgen a reconstruir la historia de san
Francisco, pero sin que se parta de los éxitos, es decir, de la santidad del
hermano Francisco.

En este capítulo nos ocuparemos de Francisco ante todo en cuanto hermano


Francisco, en cuanto individuo que en determinado momento de su existencia
tuvo una conversión religiosa, cambiando radicalmente el propio horizonte
existencial. Nos ocuparemos, por tanto, del hermano Francisco y no de san
Francisco, ni de Francisco de Asís, porque es el mismo Francisco quien
repetidamente se autodefine como “el hermano Francisco”, después de su
conversión religiosa.

El hermano Francisco comienza, en 1205 o 1206, su aventura cristiana como


uno de tantos individuos que, entre el siglo XIII y XIV (1200 y 1300), se
convierten a la pobreza evangélica y al testimonio cristiano según modalidades
que se inspiran en la más rigurosa tradición eremítico–penitencial y/o en las
antiguas obras de misericordia.

Al leer su Testamento (dictado al final del verano de 1226), el punto de partida


está en una exigencia penitencial, que se traduce en la permanencia (no se
sabe por cuánto tiempo) entre los leprosos; ósea, entre los individuos cuya
visión, antes de la conversión, se le antojaba “muy amarga”. El practicar la
misericordia con ellos es lo que transforma los valores existenciales de
Francisco y, cuando se aleja de ellos, lo que le parecía “amargo” se le convirtió
en “dulzura de alma y cuerpo”. Esta confesión nos descubre un primer elemento
de la positividad franciscana (del hermano Francisco) y de las ideas que
desarrolló sobre la vida del ser humano, que deriva de la plena aceptación de
la encarnación de Jesucristo. La plenitud humana comporta el abandono de los
valores del mundo, que ciertamente no son aquellos por los que Jesucristo
murió en cruz y resucitó.

Pero préstese atención, la dulzura no es solo un dato personal, un sentimiento


del hermano francisco; al pasar el siglo XII al XIII no son pocos los que se
convierten a la vida religiosa poniéndose al servicio de los leprosos, y cuya
opción se entiende como conversión interior, más que como beneficencia. La
dulzura en clave evangélica está también en los leprosos, hombres que sufren
en el cuerpo y en el alma una enfermedad terrible, y que, sin embargo, son
todavía y siempre positivamente hombres; y es precisamente su humanidad la
que les asocia a Cristo, esto es “al hombre/Dios, es decir el único, en cuanto
exactamente tal, que interesa totalmente al hombre/Francisco después de la
conversación”.

142
El extraordinario descubrimiento de ésta positividad que constituirían la
fundación en clave exclusivamente humano/cristiana de la antropología
medieval, no es mérito de Francisco; es un efecto de la gracia divina, ya que
había sido el mismo Dios el que condujo al hermano Francisco en medio de los
leprosos, haciéndole comprender el sentido profundo, cristianamente “gozoso”,
de la conversión interior que se volverá a encontrar en la primitiva legislación
franciscana:

“Y (los hermanos) deben gozarse cuando conviven con gente de baja condición y
depreciada, con los pobres y débiles, y con los enfermos y los leprosos, y con los
mendigos de los caminos” (1R9, 2).

El cambio de mentalidad comporta, en rápida sucesión, un momento de


reflexión solitaria y la decisión de “salir del siglo”. Se podría pensar en que la
experiencia de penitente se alimentaba y se enriquecía con modelos de la
tradición eremítica, vivida de formas varias en las afueras de las ciudades. Si
aceptarnos que él – como es probable – hubiera nacido en 1182, Francisco era
entonces, hacia 1205 o 1206, un joven en la plenitud de los veinte años.
Provenía de la familia de un mercader, Pedro de Bernardone, y probablemente
había vivido una relación no muy fácil al pretender que también él fuera
sencillamente un mercader.

Parece que más bien le atraían los modelos y los modos de vida caballeresca y
que quería realizar un salto hacia la clase superior. Dio en cambio un salto en
dirección muy diversa, o sea, hizo una opción religiosa (no eclesiástica)
decididamente distinta en relación con los valores del ambiente social de origen.
Salió del siglo y de la lógica del mundo; pero, ¿Para qué? La respuesta más
legitima parecería ser: para seguir a Cristo; en una dimensión inicialmente
solitaria, penitencial y eremítica, y en la concretez de un hacer y de un sentir
que le parecían sugeridos por la encarnación de Jesucristo: practicando la
misericordia con los leprosos, reparando pequeñas iglesias que se iban
cayendo, sin proyecto alguno de tipo comunitario, ni tradicional, ni innovador.

El hermano Francisco atribuye también a Dios, en el Testamento, el que a él se


unieran algunos hermanos. El que sin haberlo previsto se formara un pequeño
grupo, constituye una dificultad, ya que el hermano Francisco no entiende que
tenga que aceptar para sí y sus primeros compañeros caminos y soluciones
institucionales ya existentes y consolidados. ¿Qué había que hacer con los
hermanos que el Señor le había dado? La solución es atribuida, una vez más, a
la voluntad divina, la cual (no a la Iglesia jerárquica) le empujo a orientarse
hacia un puro evangelismo: “el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según
la forma del santo evangelio” ¿una novedad? Original es en cambio el hecho de
que el hermano Francisco formalice la “sugerencia” divina en un escrito breve
y sencillo, que en seguida sometió al papa para su confirmación:

143
“Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor papa me lo confirmo”
(Test,15).

A partir de entonces los hermanos siguen simplemente “la forma de vida”


véase, por ejemplo, 1R2,1: “si alguno, queriendo, por divina inspiración,
abrazar esta vida, viene a nuestros hermanos”, o sea, viven según la forma del
santo evangelio: dan a los pobres todo lo que poseen, excepto una túnica con
el cíngulo y los calzones; dicen el oficio o rezar según sean clérigos o laicos;
permanecen en las iglesias; trabajan en trabajos manuales; piden limosna
cuando no reciben la recompensa por su trabajo manual; están sometidos a
todos; anuncian una palabra de paz.

2.-De la fraternidad a la orden

El pequeño grupo de Asís se dirigió a Roma con toda probabilidad, en 1210 (o


a finales de 1209), para encontrarse con el papa Inocencio III y obtener de él
la aprobación del propósito de vida; se dieron el encuentro y aprobación, aun
cuando esta última fue solo oral.

El acontecimiento, del que existe más de una tradición narrativa – algunas de


ellas no esconden perplejidades y resistencias papales y curiales – Es central
en lo que se refiere tanto al hermano Francisco como a la Iglesia de Roma; para
el primero representa una especie de refrendo “institucional” de lo que fue su
primera experiencia religiosa y la de sus compañeros; para la segunda
representa una nueva muestra de disponibilidad en relación con los grupos y
movimiento evangélico-pauperísticos. Al mismo tiempo, el hecho está lleno de
posibilidades futuras para ambas partes y de mediaciones inopinables entre
propuestas cristianas diversímas.

El pequeño grupo de penitentes de Asís – no era otro su nombre en aquel


momento – Se aseguró el derecho de existir en el interior de la cristiandad
católico-romana y, tal vez, algún prelado de curia había intuido el carácter
excepcional de aquel grupo y del individuo que lo guiaba. Es más, parece
establecerse un nexo estrechísimo entre el hermano Francisco y el pontífice
romano, por un lado, y, entre los hermanos Menores y los ambientes curiales,
por otro. Lo atestiguan, de forma inequívoca, las primeras palabras de las reglas
del 1221 y del 1223, que creemos conveniente reproducir íntegramente:
“Esta es la vida del evangelio de Jesucristo, cuya concesión y confirmación pidió el
hermano Francisco al señor papa. Éste se la concedió y confirmó para él y para sus
hermanos, presentes y futuros. El hermano Francisco y todo aquel que sea cabeza de
esta religión, promete obediencia y reverencia al señor papa Inocencio y a sus
sucesores. Y todos los otros hermanos estén obligados a obedecer al hermano Francisco
y a sus sucesores (1R pról. 2,4).
144
La regla y vida de los hermanos menores es esta: guardar el santo evangelio de nuestro
Señor Jesucristo viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad. El hermano
Francisco promete obediencia y reverencia al señor papa Honorio y a sus sucesores
canónicamente elegidos y a la Iglesia romana. Y los otros hermanos estén obligados a
obedecer al hermano Francisco y a sus sucesores” (2R 1, 1-2).

Otro testimonio explícito de los vínculos de los Menores con ambientes curiales
lo contiene una carta famosa de Jacobo de Vitry, escrita en 1216, después de
una visita a la corte papal que entonces se encontraba en Perusa. El prelado
recuerda que los hermanos Menores “son tenidos en gran honor por el papa y
los cardenales” y había quien quería abandonar la Curia para unirse a ellos. A
tan sólo seis años del reconocimiento “verbal” por parte del papa Inocencio III,
la pequeña fraternidad asisiense sufrió una primera evolución al crearse no solo
una rama femenina, sino incluso una primera institucionalización:
“los hombres de esa religión, una vez al año, y por cierto para gran provecho suyo, se
reúnen en un lugar determinado para alegrarse en el Señor y comer juntos, y con el
consejo de santos varones redactan y promulgan algunas santas constituciones, que
son confirmadas con el señor papa. Después de esto, durante todo el año se dispersan
por Lombardía, Toscana, la Pulla y Sicilia”.

El cambio de la fraternidad en Orden, independientemente de las intenciones


reales del hermano Francisco y los suyos en el momento de su viaje a roma,
tiene lugar según modalidades y tiempos no determinables con absoluta
precisión, aun cuando la carta de Jacobo de Vitry, es bastante explícita a
propósito del capítulo general anual, de la actividad normativa realizada con el
apoyo de hombres que, sin precisarlo mejor, son calificados de santos varones,
de los vínculos con el papado y con la actividad de predicación por toda la
península italiana.

No hay duda de que se trata de cambio, incluso procediendo por otros caminos:
por ejemplo, comenzando por el texto de la Regla datada en 1221, hoy a
nuestra disposición, que nunca fue aprobada por el papa, y que es fruto de
tantas decisiones tomadas por los hermanos a lo largo del tiempo para
responder a los problemas que les iban sugiriendo a medida que la fraternidad/
Orden iba creciendo. Esa Regla no bulada puede ser entendida como un texto
de transición: de la fluidez de los primeros años de la vida de la fraternidad a
la rigidez de la definitiva formulación de la Regla bulada, aprobada por el papa
Honorio III con la carta Solet annuere en un noviembre en 1223; transición
también de la primitiva formulación que el hermano Francisco había elaborado,
“con pocas palabras y sencillamente” a aquella otra más articulada que el propio
Francisco la quiso “adornada con palabras del Evangelio” por el hermano
Cesáreo de Espira, “experto en sagrada escritura” (Crónica, 15).

145
3.- El distanciamiento del hermano Francisco

La Regla no bulada representa además un viraje en la historia evolutiva de la


fraternidad hacia la Orden, siendo, con toda probabilidad, poco posterior al
momento – primavera u otoño de 1220 – en que Francisco tomó la grave
decisión de dejar el gobierno de la Orden, confiándoselo al hermano Pedro
Cattani y, poco después, al hermano Elías. Parece que la decisión de
distanciarse se haya debido a profundas divergencias que habrían alejado al
hermano Francisco de los maestros de teología y de derecho, que habían
entrado en la Orden, y de los hermanos que la dirigían.

Los conflictos habrían tenido su primera manifestación mientras en 1219-20 el


hermano Francisco estaba empeñado en un viaje a Tierra Santa. Entre 1219 y
1221 tiene lugar “uno de los momentos-clave de la fundación de la Orden de
los hermanos Menores (…), momento en que los acontecimientos y la realidad
obligan a Francisco a presentar la dimisión.

Están en juego la fisonomía y el destino de la Orden que los hermanos “letrados”


y sus dirigentes la querían sin particulares rupturas con la tradición monástica
y canoníca, mientras el hermano Francisco trataba de mantenerla según “la
forma del santo Evangelio” que él experimentó en calidad de “nuevo pacto”, un
loco, que vive “de forma nueva”, que vuelve a proponer en el presente la
“locura” de Cristo y de los apóstoles, la lógica de la cruz: la experimentó
subvirtiendo y trastocando todos los criterios de presencia, de intervención, de
acción, de posicionamiento en la historia. De aquí nacieron los contrastes con
quienes de hecho se estaban poniendo a guiar la nueva orden, como también,
y, sobre todo, las dificultades de ajustar las peculiaridades de una comunidad
que se inspira en un “derecho divino” y las de una Orden religiosa que necesita
también de un “derecho humano”, de aquí nació, por fin, la sabia acción y la
mediación de la Curia romana y del cardenal Hugolino, a quienes se dirige el
mismo Francisco para que desarrollen una acción disciplinaria.

El hermano Francisco se distancia de sus hermanos, sin dejar de ser hermano,


miembro de la Orden; es más, él realiza opciones de absoluta obediencia de
elevado valor simbólico y ejemplar, mientras renuncia a tener cualquier poder
en relación con los hermanos, pidiendo al cardenal protector que ejerza la
función de autoridad “externa” destinada a “frenar e impedir que surjan
problemas, tensiones, contrastes”, que indudablemente existían ya desde
1219-20. El distanciamiento del hermano Francisco no impide que él participe
en la elaboración de la versión definitiva de la Regla de 1223, como indican,
entre otras cosas, términos y expresiones que inequívocamente remiten a la
primera persona del hermano Francisco.

146
4.- La Regla bulada

La carta de aprobación de la Regla por parte del papa Honorio III, datada en el
palacio de Letrán el 23 de noviembre de 1223, es un documento de tal
importancia para la historia de los hermanos Menores, va dirigida “al hermano
Francisco y a los demás hermanos de la Orden de los hermanos Menores”
respondiendo a una petición hecha por ellos. La carta del papa Honorio III, “con
singular fuerza en el plano jurídico”, se presenta como confirmación de un acto
ya realizado por el papa Inocencio III. Sabemos que desde la primitiva
aprobación oral de 1209-10 hasta la definitiva formulación de 1223, muchas
cosas habían sucedido y muchas cosas habían cambiado en el plano
institucional, en relación con el crecimiento de los “hijos” del hermano Francisco
y con el distanciamiento de éste, de las posiciones de lo que genéricamente
podemos definir como el grupo dirigente que se consolidó después de 1219-20.

La Regla definitiva parece, por tanto, el resultado de una contrastada y


compleja operación en la que intervienen en una maraña difícil de desenredar,
el grupo “dirigente” de la Orden, el hermano Francisco, la Curia romana a través
del cardenal Hugolino de Ostia. La así llamada Regla bulada es un texto de
mediación, cuyos contenidos son, en gran parte, franciscanos; por el conjunto
de normas definitivas que en ella se establecían modificaba netamente, la
relación dinámica y abierta que con las propias “leyes” la fraternidad había
mantenido al menos por un decenio. Desde entonces la Regla constituye el
texto de referencia obligatoria, con las inevitables necesidades de
interpretación cada vez que aparecieran orientaciones, evoluciones y opciones
no compartidas por todos.

La Regla bulada es de una estructura simple y breve en relación con la


precedente redacción de la Regla no bulada: esta última consta de un prólogo
y de veinticuatro capítulos, siendo algunos de ellos bastante largos y ricos en
citas bíblicas, mientras la otra está compuesta de sólo doce capítulos, casi todos
breves, con un numero bastante menor de versículos.

En general, la Regla reconocida por el papado, parece atenuar el rigor y la


creatividad del anterior cuerpo normativo, acentuando, por el contrario, la
posición y las funciones jerárquicas del ministro general, de los otros ministros
y de los custodios. Sin embargo, ella contiene todavía una fuertísima inspiración
franciscana mediante un lenguaje coherente con el del propio Francisco, que,
no obstante, en el verano de 1226 creyó necesario dictar su Testamento, que
debería ser tenido siempre junto a la Regla y leído con ella, (Test 36-37). ¿Por
qué el hermano Francisco tomó estas decisiones?

147
La respuesta no puede ser inmediata y hemos de referirnos a algunos
acontecimientos posteriores a 1223, a aquellos “dos últimos años” en los que
se detiene la segunda parte de la Vida de San Francisco, de Tomás de Celano,
tratando del período comprendido entre la estigmatización y la muerte del
hermano Francisco.

5.- La “gran tentación” del hermano Francisco y su superación en los


estigmas

El conjunto multiforme de los textos que informan acerca de los últimos años
de existencia del hermano Francisco, deja transparentar con nitidez que debió
vivir entonces la que ha sido definida como la “gran tentación”. ¿En qué habría
consistido? No es posible responder al detalle, pero es claro que se trató de una
“tentación” íntima nacida de las difíciles relaciones que entonces mantuvo el
hermano Francisco con sus hermanos.

Antes de la estigmatización, que las fuentes más antiguas dicen haber sucedido
en septiembre de 1224, el hermano Francisco vive un largo período de difícil
soledad, de insatisfacción dolorosa en relación con los éxitos de la experiencia
religiosa personal y de sus hermanos como se expresaban en las opciones y en
la existencia de la Orden. Ni el mismo Tomás de Celano, en su Vida, logra
ocultar esta soledad e insatisfacción, aun cuando intenta presentarlas según un
proyecto narrativo ampliamente inspirado en un modelo cristocéntrico. La
impresión de las llagadas en el monte Alverna sucede en un contexto de
fuertísima tensión entre el hermano Francisco y sus hermanos.

El hermano Francisco expresa la voluntad de un retorno a los orígenes y


amargas valoraciones en torno a los comportamientos extraños a la auténtica
vocación franciscana, diríamos hoy de muchísimos, demasiados hermanos:
aquellos hermanos que, según el Espejo de Perfección, no eran capaces ni
siquiera de comprender que él experimentase “tantas tentaciones y
tribulaciones” (EP, 99); aquellos hermanos que, según el relato del mismo
Francisco acerca de la Verdadera Alegría, expresaban la presunción de ser
“tantos y tales” que no tenían ya necesidad del hermano Francisco y que no lo
querían acoger, que rechazaba su presencia, incluso en la Porciúncula, pese a
que llevaba las piernas heridas e iba todo embarrado y aterido de frío.

La “gran tentación” ha de ser contemplada dentro de estas coordenadas y en


la relación con las difíciles opciones que se le presentaba al hermano Francisco,
que afronta el decisivo y supremo sacrificio de su voluntad, aceptando y
participando – podemos pensarlo – en los espantosos dolores de Cristo a través
de su personal “pasión”.

148
Hecho obediente como Jesucristo, llagado, desciende del Alverna un hermano
Francisco, que ya no se muestra resentido ni vive atribulado, interiormente
pacificado, pero todavía más decidido a firmar los puntos fundamentales e
irrenunciables de su experiencia cristiana.

Ahí está, en ese momento, la composición autógrafa de las “Alabanzas al Dios


Altísimo”, como agradecimiento por el “beneficio” recibido, o sea por la
“impresión de las llagas de Cristo en su cuerpo” (Kajetam Esser 1978). Aquí
nos encontramos con el Testamento, que, mostrando un tono riguroso y duro,
es al mismo tiempo equilibrado y propositivo. Acerca de la naturaleza de este
texto dictado, recuérdese, hecho por un hombre de unos cuarenta y cuatro
años, muy enfermo, pero intelectualmente lucido.

6.-El “Testamento” del hermano Francisco

El Testamento fue dictado por el hermano Francisco probablemente al final del


verano de 1226. Es un documento de referencia no solo al momento en que fue
elaborado, sino a toda la historia franciscana, ya que el hermano Francisco fija
en él lo que quiere que sea recordado de su experiencia personal y la de sus
hermanos; tanto que ha habido quien justamente ha sostenido que de él se
debe partir si se quiere conocer la conciencia y el pensamiento que Francisco
poseía del itinerario de su obra. El Testamento, es verdad, revela la “conciencia
subjetiva” del hermano Francisco, pero al mismo tiempo transmite lo que él
considera constitutivo de su “itinerario” y de su “obra” en un momento en que
los rasgos constitutivos o eran olvidados o eran puestos en discusión. Así el
Testamento llega a ser un texto integrante, no substitutivo de la Regla:
“Y no digan los hermanos: Ésta es otra Regla; porque ésta es una recordación,
amonestación y exhortación, y es mi testamento, que yo, el hermano Francisco,
pequeñuelo, os hago a vosotros, mis benditos hermanos, por esto, para que mejor
guardemos católicamente la Regla que prometimos al Señor” (Test 34).

Al igual que la Regla, tampoco el Testamento puede o debe ser objeto de


perfeccionamientos o comentarios, ya que ambos textos responden a la misma
“inspiración” divina y ambos están escritos con idéntica sencillez y pureza. Por
eso las jerarquías de la Orden debe conservar el Testamento junto a la Regla
y, cuando los hermanos leen ésta en sus reuniones capitulares, deben leer
también el Testamento. Es muy importante la referencia al ministro general, a
los otros ministros y a los custodios como destinatarios de un mensaje
específico:

149
“Y en todos los capítulos que celebran, cuando leen la Regla, lean también estas
palabras. Y a todos mis hermanos, clérigos y laicos, mando firmemente, por obediencia,
que no introduzcan glosas en la Regla ni en estas palabras, diciendo: Esto quieren dar
a entender; sino que, así como el Señor me dio decir y escribir sencilla y puramente la
Regla y estas palabras, del mismo modo las entendáis sencillamente y sin glosa, y las
guardéis con obras santas hasta el fin” (Test 38-39).

He aquí cómo se van perfilando algunos de los objetivos polémicos del hermano
Francisco: los hermanos que están en la dirección de la Orden y los hermanos
“intelectuales”, los que poseen el poder y la cultura y, sobre la base de su poder
y de su cultura, aportan modificaciones al código genético del franciscanismo.
Es indudable que el hermano Francisco está en desacuerdo abiertamente en
relación con aquellos que poseen “tanta sabiduría como la que tuvo el rey
Salomón” (Test 7), y respecto del “estudio” que puede hacer que el “espíritu de
oración y devoción” decaiga.

Y es igualmente indudable que la prescripción final de Francisco de que la Regla


y el Testamento sean respetados sin glosa es una llamada de atención respecto
de prácticas de escuelas. La actuación de los Menores debe ser otra; por lo que
el hermano Francisco propone el itinerario de su conversión religiosa, acaecida
practicando “misericordia” con los leprosos, y las características de la vida de
los orígenes en pobreza, sencillez, itinerancia; en la oración, en la frecuentación
de las iglesias, en la respetuosa sumisión a los sacerdotes, ya que ellos, y solo
ellos, una vez recibida la ordenación, “según la forma de la santa Iglesia
romana” (test 6). Pueden celebrar la eucaristía, “el santísimo cuerpo y la
santísima sangre” que es la única cosa que corporalmente se puede ver del Hijo
de Dios en este mundo (Test 9-11).

De esta forma el Testamento pasa de la “recordación” a la “admonición” y


“exhortación”. Recordando que en los orígenes “estaban sometidos a todos”, se
refuerza la obligación de estarlo también en el presente; la de no ocupar
posición alguna en el mundo y en la Iglesia, y no buscando asentamientos
prestigiosos y estables, (Test 24); la de empeñarse en trabajos manuales
“honestos” de los cuales no se derive privilegio o ventaja que les coloque sobre
nadie, recurriendo a pedir limosna solo cuando no se ha recibido el precio del
trabajo (Test 22); la de no pedir directa e indirectamente, documento alguno
en la Curia romana, en favor de las iglesias o de la predicación de los Menores,
o también para la protección de la propia persona, pues si en un lugar no son
recibidos, no han de detenerse en él y han de ir a otros lugares “para hacer
penitencia con la bendición de Dios” (Test 25-26).

La Orden debe continuar siendo una fraternidad que vive “según la forma del
santo evangelio” (test 14), ya que ser católico significa ser coherentes con una
tradición que proviene inmediatamente de Cristo.

150
Las expresiones del Testamento que aquí se recuerdan, revelan preocupaciones
respecto de las cuales Francisco habla con dureza. La dureza del hermano
Francisco nace no tanto de razones de naturaleza personal y psicológica,
cuando de la incoherencia que él advertía entre la condición de hermano Menor
y el ejercicio de cualquier poder coercitivo: la fraternidad/Orden debe hacerse
patente en la voluntad de cada uno de seguir con espontaneidad las normas
libremente escogidas, antes incluso que, aceptadas, en el momento de tomar
esta vida (Test 16).

7.-La metamorfosis del franciscanismo

En suma, el Testamento detecta en la Orden intenciones y orientaciones


precisas, que Francisco no acepta; tiene él perfecta conciencia de que están
vivas y en acción: por otra parte, hay un cierto número de documentos papales,
anteriores a la muerte del hermano Francisco, que estaban favoreciendo y
ratificando lo que ya hemos definido como metamorfosis del franciscanismo.
Estos importantes cambios conciernen al hecho de que los hermanos se estaban
involucrando pastoralmente y se estaban estableciendo en ambientes
universitarios. El primer aspecto comporta el abandono de la precariedad y la
búsqueda de lugares estables, que se percibe en las expresiones del
Testamento, en que se invita a los hermanos a no aceptar iglesias y edificios
que no estén en inconformidad con la “santa pobreza prometida en la regla” y
a que las iglesias y edificios sean verdaderamente pobres, de modo que en ellos
se pueda vivir como huéspedes. La transformación se hará evidente
inmediatamente después de la canonización de 1228, cuando por todas partes
comenzaran a surgir iglesias y conventos dedicados a san Francisco. Tener
iglesias y conventos significaba desarrollar una actividad pastoral propia, hecha
inicialmente de ejercicio de predicación y confesiones.

En cuanto al aspecto segundo, el de introducirse en la vida universitaria, entran


en juego componentes más complejos. Sabemos por el Testamento que la
primitiva fraternidad franciscana estaba formada tanto de laicos como de
cléricos. Por una indicación de Tomás de Celano se ve que ya en 1212-13,
“entraron algunos letrados y algunos nobles” y la ya recordada carta de Jacobo
de Virty de 1216, atestigua que entre los “hermanos menores” y las “hermanas
menores” hubo “muchos seglares ricos de ambos sexos” y hasta hubo un
hombre de la curia papal que se agregó a su compañía. Que la primitiva
fraternidad franciscana comprenda incluso a miembros de estratos sociales
elevados dotados de cultura y esté compuesta también de ellos, no extraña, ni
parece provocar problemas antes de 1219.

151
Fue a partir de esta fecha cuando parece formarse un grupo dirigente en el que
prevalecen maestros de derecho y de tecnología que interpretan la presencia
de los Menores en la Iglesia y en la sociedad a la luz de una cultura que no es
la del hermano Francisco. Pero hay más: el grupo dirigente se institucionaliza,
añadiendo nuevas “almas” al franciscanismo. Al mismo tiempo la actividad de
la predicación de extiende y se perfecciona; no es ya solo el anuncio sencillo y
directo de la buena nueva y de elementales y fuertes mensajes ético-religiosos,
sino que evolucionan en un sentido doctrinal imponiendo “la necesidad del
estudio de la teología”.

Ejemplar es el testimonio de Tomás de Eccleston a propósito de la difusión entre


los Menores de la formación teológica en vistas a la predicación:
“Aunque los hermanos se empeñaban con todas sus fuerzas en conservar en todo suma
simplicidad y pureza de conciencia, estaban, empero, llenos de ardor en el estudio de
la Escritura y el de las disciplinas escolásticas, tanto que cada día se dirigían a la
escuela, por más que estuviera distante, descalzos incluso en la aspereza del frio
invernal y el abundante barro. Por eso, con la ayuda de la gracia del Espíritu Santo
varios fueron promovidos en breve al oficio de la predicación” (Eccleston en cronistas
franciscanos p.98).

A la luz de estas informaciones, la discutida carta, con el que Francisco concede


al hermano Antonio de Padua, autorización para enseñar “sagrada teología” a
los hermanos, encuentra nuevos apoyos. Los estudios bíblicos y teológicos se
imponen en función del “oficio de la predicación”; se imponen a hermanos
incluso empeñados en seguir la “sencillez” y la “pureza de conciencia”.

El famoso intelectual Haymón de Faversham se hace Menor al principio de la


segunda decena del siglo, cuando todavía vivía el hermano Francisco a quien
ciertamente no conocía. Conocía en cambio a los hermanos Menores de parís;
por consiguiente, hermanos que estaban en contacto con los ambientes
universitarios; y lo estaban en tal manera que se presentaban como modelo
religioso para clérigos ya prestigiosos que, no obstante, buscaban algo que les
diese el sentido de plenitud de una vocación. La plenitud es alcanzada por
Haymón, o mejor dicho por el hermano Haymón, en el ejercicio de la
predicación y de la confesión dentro de una perspectiva de acercamiento a las
jerarquías eclesiásticas y de intensa actividad intelectual:
“Como ya se ha dicho, cuando los hermanos llegaron a Inglaterra, vino también este
hermano (Haymón de Faversham) y, mediante la predicación y las discusiones
escolásticas y, principalmente, granjeándose la simpatía de muchos prelados, pudo ser
muy útil a la simplicidad de los primeros hermanos (Cronistas franciscanos, p.100).

152
El hermano Francisco temía a los hombres de cultura cuyas capacidades
intelectuales y profesionales no estaban subordinadas al “espíritu de oración y
devoción”; este temor lo expresaba cuando invitaba a los hermanos a que no
comentaran, glosándolos, los textos de la Regla y del Testamento; cuando
remachaba su voluntad de temer, amar y honrar como a sus señores a los
sacerdotes más podres y pecadores, aun cuando él poseyese la sabiduría de
Salomón.

Las metamorfosis del franciscanismo dependen con mucha frecuencia del papel
eminente que maestros de teología y derecho tienden a asumir en la orientación
de la Orden. Pensemos en los miembros de la delegación que el Capítulo general
de los Menores en 1230 envía al papa Gregorio IX para resolver las dudas
nacidas en torno a la Regla y al Testamento. Encontramos entre ellos al ministro
general Juan Parenti, que en el mundo había sido juez, al hermano Antonio de
Padua a quien Francisco había autorizado a enseñar teología a los hermanos,
al hermano Gerardo de Rossignol, “penitenciario pontificio”, al hermano
Haymón de Faversham ya maestro en la universidad de Paris, al hermano León
de Perego, futuro arzobispo de Milán, al hermano Gerardo de Módena
predicador y lustre, en fin, al menos conocido, el hermano Pedro de Brescia.
Las cuestiones que se presentaron al papa no eran ciertamente de poco relieve;
por eso ellos debían constituir la representación más cualificada de una mayoría
dominante de hecho en aquel momento.

Estaban ausentes del todo miembros de la primera fraternidad y los hermanos


que habían estado más próximos a Francisco en los últimos años de su vida,
que eran quienes tal vez mejor habrían podido interpretar la voluntad y las
intenciones expresadas en el Testamento y formalizadas en la Regla, que eran
las cosas que se habrían de discutir ante el papa Gregorio IX.

Están, por el contrario, presentes hermanos “letrados” y hermanos de grandes


capacidades pastorales y operativas, los más empeñados en una activa
presencia entre los pueblos, y en relación con la Curia romana y con toda
probabilidad siendo conocidos por el papa Gregorio IX.

De esta manera la Orden evoluciona, pasando de una pequeña fraternidad a


una Orden que se institucionaliza y se expande por toda Europa, con amplias
influencias en la Curía Romana. En unos ochenta años la aventura franciscana,
nacida de la conversión religiosa del hijo de un mercader de Asís, había
alcanzado, diríamos, el máximo éxito en el interior de la Iglesia católico-romana
con la elección de un hermano menor para papa, fray Jerónimo de Ascoli,
cardenal, elegido papa con el nombre de Nicolás IV, en febrero de 1288.

153
 San Francisco murió a los 44 años.

 Él ha quedado en la historia como fuerza eternamente presente.

 San Francisco no ha muerto, se ha eternizado en sus seguidores y su


legado espiritual.

 Quiere decir que él ha sido histórica y humanamente una figura


excepcional. Sigue siendo una de las personalidades más grandes de
toda la historia cristiana.

Tomado de: Francisco de Asís y el primer siglo de historia franciscana – Historia del
hermano Francisco y de la Orden de los Menores. Autor: Grado Giovanni Merlo.

154
Lección 26
Introducción a los escritos de San Francisco

1. Una tradición dispersa y fragmentada

San Francisco escribió personalmente o dictó numerosos textos o


documentos. Tomás de Celano, en la Vida Primera, recuerda su Testamento y
las cartas que san Francisco escribió a Hugolino de Ostia (eran, pues, cartas
«políticas» sobre problemas de la Orden o también cartas de amistad y de
espiritualidad; ni una tan solo de ellas ha llegado a nosotros), entre estos
documentos podemos citar: la Primera Regla (o Regla no bulada, las
Admoniciones, las Alabanzas de las criaturas, las Alabanzas del Dios altísimo,
tal vez la Verdadera Alegría y alguna carta. Menciones de sus escritos se
encuentran también en las leyendas posteriores y en las crónicas de la Orden,
así como afloran en ellas trazas de otros escritos hoy perdidos: de una carta
de bendición y de absolución a Santa Clara.

La misma santa Clara se refiere a un «escrito» de san Francisco sobre la


observancia del ayuno a que ella y sus hermanas están obligadas y otro
documento que él les habría dirigido para invitarles a no apartarse jamás de
la observancia de la pobreza. Tomás de Eccleston, cronista de la Orden,
recuerda una carta al ministro provincial y a los hermanos de Francia, escrita
«de propio puño», con ocasión del Capítulo de 1221, y otra más a las escuelas
de Bolonia, en que san Francisco anunciaba el terremoto de Navidad de 1222;
también el Tratado de los miIagros de Tomás de Celano, se recuerda una
carta a Jacoba de Settesoli, enviada poco antes de la muerte.

Estas pérdidas se deben a la precaria y escasa organización de la Orden en


aquellos tiempos y al carácter mismo de tales escritos, «no dotados de valor
jurídico y redactados en materiales elementales, y por ello perecederos», pero
indican también que tan sólo en un segundo tiempo, probablemente ya
avanzado el siglo XIII, se pensó en recoger más o menos sistemáticamente
sus escritos.

En cuanto a san Francisco, disponemos de dos autógrafos: la así llamada


cartas, conservada en el Sacro Convento de Asís, que presenta, por un lado,
las Alabanzas del Dios altísimo y por el otro la bendición al hermano León,
que añadió en ella algunas notas explicativas importantísimas; y un breve
saludo dirigido al mismo hermano León, conservado en el archivo de la
catedral de Espoleto. No fue casual; el estado en que se encuentran y el modo
en que fueron conservados atestiguan claramente que su destinatario los
consideró inmediatamente preciosísimas reliquias de un santo.

155
Al hablar de la Regla bulada, de la que queda el texto inserto en la bula oficial
de la Cancillería Pontificia y que además ha sido transcrita en un número
notabilísimo de manuscritos (todo convento franciscano debía tener el suyo),
y del Testamento, con muchísima frecuencia unido a aquella, un cierto
número de escritos de san Francisco nos han sido transmitidos en una serie
de colecciones.

2. Los diversos procesos redaccionales

Por tanto, san Francisco escribió personalmente cartas, billetes, bendiciones,


etc. y dictó otros textos de diverso género. «Tráeme papel y tinta»: «Escribe,
como te digo»; «Escribe, hermano León». Es evidente que San Francisco y los
hermanos que están en torno a él, disponían constantemente de los
materiales mínimos necesarios para poder escribir; se los llevaban consigo en
sus desplazamientos, si es verdad que, en el Alverna, donde no se podía
encontrar nada de esto, san Francisco escribió «de su puño» las alabanzas al
Dios altísimo y la bendición para el hermano León.

Sin embargo, el proceso redaccional (la forma en que se escribieron) de sus


escritos no se puede reducir a la escritura directa y personal de un texto -en
una palabra: al autógrafo- o al dictado, al que se tiene con fidelidad un
secretario/escribano. San Francisco, cuando dictaba cartas de saludo o de
exhortación, «no toleraba que se borrase una letra o silaba, así fuera
superflua o improcedente». En el segundo caso, entre los escritos de san
Francisco, que se han conservado, pueden contarse la Carta al ministro y el
Testamento, denota la falta, casi total, de toda ulterior reelaboración. Pero en
otros casos, bastante más complejos y articulados, ciertamente no pudo ser
así.

Una comparación, por ejemplo, la Carta a todos los fieles o la Carta a toda la
Orden, se sugiere, que han sido sometidos a un trabajo de última mano -si no
de verdadera reelaboración-, que es absurdo pensar haya podido hacerlo el
propio san Francisco, por lo que se sabe acerca de su conocimiento
aproximativo del latín y de las técnicas literarias. Y, por lo demás, ¿por qué
este trabajo de reelaboración tendría que haberlo hecho él, cuando podía
disponer de compañeros que sabía eran más expertos en este género de
cosas? Aun cuando se ha de añadir que, cuando san Francisco en sus
autógrafos transcribe versículos o fórmulas bíblicas, se equivoca a lo más en
la ortografía, contrariamente a lo que ocurre cuando las frases son totalmente
suyas: señal, cuando menos, del esfuerzo realizado para aprender con suma
precisión textos bíblicos, conocidos sea directamente sea a través de la
liturgia y el uso asiduo del breviario, como se refleja en las resonancias
bíblicas recurrentes en tantos escritos suyos, y que nos puede llevar a creer
tranquilamente que son obra suya las plegarias que, como el Oficio de la
Pasión, no son sino un tejido de citas y de agregaciones de textos sagrados.

156
El proceso redaccional de la Primera Regla, está hoy claramente diseñado. A
un primer breve núcleo de prescripciones basadas en algunos versos
evangélicos que san Francisco dictó después de la llegada de los primeros
compañeros, para someterlas luego a la confirmación papal -concedida solo
oralmente, como ya se sabe-, paso a paso, en el curso de los Capítulos
anuales en los que se reunía toda la fraternidad, se fueron añadiendo toda
una serie de normas, indicaciones, recomendaciones, sugeridas por la
experiencia vivida, para poder hacer frente a las eventualidades cotidianas en
términos que fuesen fieles al propio propósito primitivo de «vivir según la
forma del santo Evangelio».

Se trataba, pues, de un crecimiento textual que nacía de una experiencia


colectiva y en el curso de reflexiones comunes; a ellas se fueron añadiendo,
mediante una progresiva incorporación, disposiciones de Roma, que, con el
Concilio del 22 de septiembre de 1220, impuso el año de noviciado,
ordenanzas emanadas de los mismos Capítulos, como la referente a la
creación de las provincias y de la correspondiente jerarquía interna. Lo último
fue enriquecer el texto con citas de versículos bíblicos gracias a la
colaboración del experto fray Cesáreo de Espira, a petición de san Francisco:
al volver san Francisco del Oriente y encontrar una Orden en crisis, san
Francisco pensó en la conveniencia de una confirmación escrita de la Regla
por parte del papa, y en la necesidad, por tanto, de dar una forma bella al
texto que se había redactado.

La Primera Regla es, junto con el Testamento y la Carta a todos los fieles, el
texto que mejor que ninguno otro refleja la experiencia originaria de la
primitiva fraternidad: el único que nos da directo testimonio de un trabajo y
de un esfuerzo de elaboración que fue colectivo, obra del grupo entero. La voz
de san Francisco emerge en ella en una parte y en otra: cuando apela
directamente a sus hermanos para mandar o aconsejar algo que lleva en el
corazón. La Regla bulada fue fruto de un trabajo de equipo, como análisis
internos y testimonios externos nos la muestran claramente. Pero fue clara en
este caso la intervención de La Curia romana, deseosa de hacer que el nuevo
grupo entrase plenamente en el cuadro de la tradición canónica. Lo atestigua
la precisión del lenguaje jurídico que caracteriza sus prescripciones, lo
confirman sobre todo el mismo papa Gregorio IX, no duda en afirmar que
asistió a san Francisco en su compilación.

3. Los escritos como expresión de la experiencia religiosa y de la


propuesta cristiana de San Francisco

Increíblemente, durante largo tiempo los escritos de san Francisco fueron


totalmente olvidados en la historiografía. En las diversas fraternidades de los
frailes fueron conservados y leídos cuando más como textos meramente
ascéticos, de edificación y de piedad, preciosos porque eran reliquias de su
padre fundador, que había sido también un gran santo, pero nada más.

157
El que por tanto tiempo no se haya tenido consideración con los escritos de
san Francisco, si no es en términos devocionales o de reflexión edificante,
constituye un capítulo de historia religiosa «en negativo» que todavía no ha
sido escrito, y que tal vez no lo será jamás. Plantea preguntas y sugiere
problemas a los que no es fácil responder. ¿Cómo y por qué ha podido
suceder que durante siglos no se haya advertido, no diré la importancia
histórica de aquellos escritos, sino su espesor religioso y humano, su fuerza
expresiva, el poder fascinante de los conceptos y de los sentimientos que
actúan en ellos? Las raíces profundas de ese reduccionismo han de buscarse
en aquel proceso de aislamiento y, de alguna manera, de deshumanización de
la figura de san Francisco, que tiene: en la Leyenda Mayor de San
Buenaventura.

La Leyenda Mayor fue el texto que durante siglos, dentro y fuera de la Orden,
ha ofrecido el retrato y la clave de lectura decisiva de su personalidad y de su
obra; san Francisco fue ciertamente un santo grandísimo, un modelo ascético
inalcanzable, pero más bien digno de admiración que susceptible de imitación,
por ser sujeto de actos y opciones que solo él podía realizar. Estaban en juego
una larga tradición de espiritualidad, todo un modo de concebir y realizar la
encamación de la experiencia cristiana en la historia.

Paul Sabatier antepuso a la reconstrucción de la vida de san Francisco un


amplio estudio de sus fuentes. Y asignó el primer puesto a sus escritos.
Entonces constituyeron una novedad inaudita en su tiempo, el escribe la vida
del santo a partir de un análisis de sus escritos. Por esto, podemos decir que
Sabatier innova en este sentido.

“Los escritos de san Francisco son con seguridad la mejor fuente de consulta para
llegar a conocerlo, y no puede menos de causar extrañeza el verlos tan descuidados
por la mayor parte de sus biógrafos. Es verdad que ellos suministran pocas
informaciones acerca de su Vida. y no ofrecen ni fechas ni hechos; pero hacen algo
mejor: señalan las etapas de su pensamiento y de su recorrido espiritual” [Paul
Sabatier 1893].

Se trata, como ya se ha señalado, de escritos de naturaleza y, por tanto, de


alcance y finalidades muy diversos. En su conjunto no son el fruto de un
diseño global y coherente. Nacen ocasionalmente, son expresiones de
exigencias y responden a preguntas que acentúan ulteriormente su diversidad
y hacen difícil su comparación. Todos ofrecen fragmentos que son más o
menos significativos del modo de pensar y de obrar de san Francisco. Pero
cada uno de los textos reacciona a situaciones externas, responde a impulsos
internos e implica fines que les confieren una dimensión propia

Es siempre importante y significativo lo que queda de los escritos de san


Francisco para iluminar aspectos de su propuesta cristiana, de su sentir
religioso, de su modo de pensar y reaccionar frente a eventualidades de la
Vida. No se trata, quede claro, de establecer una graduación.
158
Se trata, más bien, de darse cuenta de que cada uno de los escritos puede
dar solo algunas respuestas, más o menos limitadas, a nuestras preguntas; y
que unos permiten repuestas más ricas que otros, es decir, más complejas y
generales. Como la Regla primera es esencial para reconstruir el dinamismo
interior y la articulación institucional y social de la fraternidad en su primer
decenio y la Carta a los fieles perfila la relación entre el modelo cristiano de
san Francisco y la historia de la sociedad de los hombres, así el Testamento
expresa, en su primera parte, la autoconciencia (lo que él piensa de sí mismo)
y la percepción subjetiva que san Francisco tenía de su recorrido religioso y de
sus etapas fundantes: de las características, en suma, importantes de la «vida
evangélica», tal como él quería que la recordasen y continuasen sus
hermanos.

Estos escritos nos ofrecen ideas fundamentales de la experiencia religiosa del


santo; porque el elemento fuerte, constante, que subyace a tales situaciones,
a tales actitudes, a aquellos fragmentos de Vida, el elemento que hace que
sean así, está en el hecho de ofrecer, en su intimidad y en la cotidianidad de
las más variadas condiciones, un rasgo del intento, tenazmente perseguido
por san Francisco junto con sus hermanos, de volver a proponer en toda su
plenitud y radicalidad la experiencia de Cristo en la historia, tal como él había
ido percibiéndola gradualmente.

La primera parte del Testamento nos habla de una serie de situaciones que
tuvo que vivir, de dificultades y de opciones de vida que tuvo que tomar:
desde el encuentro con los leprosos, que sugiere y representa un cambio
radical de los criterios de juicio y de comportamiento sobre los que debe
fundarse el seguimiento de Cristo, hasta el saludo de paz, que, desde un
punto de vista distinto, propone el mismo tema. Pero sobre todo muestra
mediante aquellas situaciones, el recorrido que llevó a san Francisco a las
condiciones que podían repetir, en aquel tiempo en concreto y en aquellos
lugares, el modo de ser propio de Cristo.

En la enseñanza y en la experiencia religiosa de san Francisco la referencia a


la encarnación es absolutamente central; porque manifiesta los términos y las
modalidades con que el modo de ser cristiano se actúa en la historia y,
juntamente, muestra cómo debe mirar, más allá de la historia, a Dios Padre,
creador y Señor del universo. Son dos aspectos estrechamente unidos, diría
entremezclados y compenetrados el uno con el otro. En el sentido de que la
alabanza de Dios, la plegaria de alabanza y de sumisión plena al Señor de
todas las cosas, la contemplación de su grandeza, están sólidamente
presentes en los modos concretos de estar en la historia, entre los hombres,
que propone el ejemplo de Cristo, ya desde la encarnación.

159
Acto supremo de amor del Padre a los hombres, Cristo solamente lleva al
Padre indicando con su nacimiento, con sus opciones y su Vida el camino para
llegarse a Él, por ello, en la experiencia de san Francisco, no hay alternativa
real entre Vida activa y Vida contemplativa, entre el vivir entre los demás la
propia opción de pobreza y sumisión y el retirarse a la soledad, a la oración y
a la contemplación.

La encarnación engloba en sí misma, plenamente, el sentido y el proceso total


de la Vida de Cristo. La opción de pobreza y sumisión, que hizo suya desde el
comienzo, en un radical cambio de la propia condición («siendo El
soberanamente rico, quiso, junto con la bienaventurada Virgen, su Madre,
escoger en el mundo la pobreza»: 2CtaF 5), encuentra su manifestación
definitiva en su pasión y muerte, en la cruz, con el abandono pleno de su
voluntad en las manos del Padre; dando así un vuelco al acto consumado por
el primer hombre, que, frente a Dios, había pretendido afirmar la propia
voluntad y el propio poder [Adm 2,1- 3].

La «cruz» -el sacrificio de la cruz es- signo y símbolo de esa completa


sumisión, y, al mismo tiempo, término final de la «lógica» que había guiado la
encarnación. La encarnación es, en suma, la premisa, no solo temporal sino
también lógica, de la cruz. La cruz desvela el sentido profundo de la
encarnación. El ejemplo que Cristo ha dejado está ahí: «para que sigamos sus
huellas» [2CtaF 14].

Aquella constante circularidad trinitaria que acertadamente se ha advenido en


los escritos de san Francisco (del Padre al Hijo del Hijo, reconocido en su
divinidad gracias al Espíritu, nuevamente al Padre) tiene su centro en Cristo,
en su encarnación y en su historia, porque es medio necesario y, al mismo
tiempo, modelo de redención y de salvación. La misma plegaria de exaltación
y de alabanza al Padre pasa por Cristo, encuentra en Cristo a su único
mediador posible [1R 23,5].

La experiencia religiosa y la propuesta cristiana de san Francisco giran en


torno al tema del «seguir a Cristo». Lo demás, todo lo demás,
comportamientos, sufrimientos, alegrías, opciones, repulsas, plegaria, canto,
acciones de gracias, son su consecuencia y quieren ser su explicitación. Y el
seguimiento, ese seguimiento, puede realizarse solamente porque el Padre ha
enviado a los hombres a su Hijo. Dios se ha hecho hombre; con un acto de
amor («la caridad que es Dios», como san Francisco repite varias veces:
1CtaF 2,19; 2CtaF 87; IR 17,5; 22,26], que ha sido a un tiempo de renuncia,
pobreza, humildad, y aceptación -por obediencia a la voluntad del Padre - del
sufrimiento supremo de la cruz. El mismo misterio de la eucarística, del
cuerpo y de la sangre de Cristo, que sólo el sacerdote (que vive «según la
forma de la Iglesia romana») recibe y administra a los demás [Test 10], repite
cuotidianamente aquel acto de humildad y de renuncia y, por tanto, el sentido
profundo de la encarnación:

160
“Ved que diariamente se humilla, como cuando desde el trono real descendió al seno
de la Virgen; diariamente viene a nosotros El mismo en humilde apariencia;
diariamente desciende del seno del Padre al altar en manos del sacerdote” [Adm 1,
16-18].

Con la eucaristía Cristo vuelve a proponer a diario a todos los hombres el


ejemplo que con su encarnación y su Vida ya había ofrecido a los apóstoles y
a los hombres de su tiempo. Hoy como antaño los ojos del espíritu han de
saber reconocer, más allá de las apariencias, su cuerpo y su sangre en el pan
y en el vino, su divinidad en su humanidad [Adm 1, 20-21] «el Señor de todo,
Dios e Hijo de Dios» [CtaO 27], «el Hijo amado» [1R 23,5], «el Altísimo»
[CtaCle 3]-adquiere toda su importancia y se convierte en modelo para los
hombres su opción de pobreza, humildad, sufrimiento en la cruz.

“¡Tiemble el hombre todo entero, estremézcase el mundo todo y exulte el Cielo


cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo, ¡se encuentra sobre el altar en manos del
sacerdote! ¡Oh celsitud admirable y condescendencia asombrosa! ¡0h sublime
humildad! ¡Oh humilde sublimidad, que el Señor de todos, Dios e Hijo de Dios, se
humilla hasta el punto [...] Mirad, hermanos, la humildad de Dios [...]; humillaos
también vosotros, para ser enaltecidos por El [...] ¡Nada de vosotros retengáis para
vosotros mismos, para que enteros os reciba el que todo entero se os entrega” [CtaO
26-29]!

De aquí parte, de la repetida representación de este radical e increíble


despojamiento de la propia condición divina realizado por Cristo con su vida,
el descubrimiento y la propuesta cristiana de san Francisco; porque el modo
de ser cristiano en la historia, si quiere «seguir los pasos de Cristo», no puede
menos de repetir la lógica profunda, alternativa y opuesta a la que la
desobediencia de Adán ha introducido en la historia. El misterio de la total
gratuidad del don de sí, por parte de Dios en el Hijo, que se hizo pobre,
humilde y sufriente, manifiesta su alcance redentor, abriendo en la historia
una nueva perspectiva, al contraponerse a la lógica de la posesión y del
poder, de la afirmación de sí, que había conducido a la caída primera.

«Sequi vestigia Christi» equivale a vivir «según la forma del santo Evangelio»
[Test 14]. Los criterios de juicio, los comportamientos, las prohibiciones, las
parábolas propuestas por san Francisco en sus escritos representan los
múltiples aspectos de tal opción, fundamenta y ofrecen al mismo tiempo su
traducción concreta, histéricamente adecuada a las situaciones y a las
eventualidades que se han ido encontrando. Porque, como la encarnación
tiene lugar en la historia, en términos y con modalidades que caracterizan su
entero recorrido, así el «seguir a Cristo» no tiene lugar fuera del tiempo sino
en el interior de situaciones precisas, capaces de materializar a los ojos de los
hombres y de reproducir en toda su concretez la lógica que la había guiado.

161
Por ello la opción de san Francisco es también una opción de campo social, de
vivir pobre entre los pobres, anulando la separación de status y de rango que
tradicionalmente distinguía a los «pobres voluntarios» de los demás pobres.
Pero ser pobres en el siglo XIII no significaba sólo carecer de bienes
materiales. Por eso san Francisco y los suyos trabajan con las propias manos,
recurriendo a la mendicidad cuando el trabajo no les daba lo suficiente para
vivir, están sometidos a todos, sin garantías o protecciones de ningún género,
sin cultura y sin otros instrumentos de poder, privados de morada fija.

La forma de Vida que llevaban «como los otros pobres» constituye de hecho
la premisa necesaria para poder dar plena autenticidad al propio testimonio
cristiano. En la opción de san Francisco no solo son «modos de sentir» que no
sean traducidos y expresados en la plena concretez de un «modo de ser». De
las Admoniciones a la Verdadera alegría, de la Primera Regla a la Carta a los
fieles, al Testamento, la insistencia es constante.

El seguimiento de Cristo, implica de hecho asumir sobre uno mismo lo que


había sido la condición de Cristo, hijo y «palabra» («verbum») del Padre,
llegando a ser así con Él hijos del Padre y, por ello, en condiciones e incluso
capaces de proponer también ellos al Padre las mismas palabras. En
definitiva. Sólo en el interior de este seguimiento y en las condiciones en que
ésta se realiza, nace y se hace posible la oración de san Francisco, pues sólo a
través del Hijo se hace posible el encuentro con el Padre y el reconocimiento
por su parte de estos otros hijos suyos:

“Y serán hijos del Padre celestial, cuyas obras realizan. Y son esposos, hermanos y
madres de nuestro Señor Jesucristo. Somos esposos cuando el alma fiel se une, por el
Espíritu Santo, a Jesucristo.
Y hermanos somos cuando cumplimos la voluntad del Padre, que esté en el ciclo;
madres, cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo por el amor y por una
conciencia pura y sincera; lo damos a luz por las obras santas, que deben ser luz para
ejemplo de otros”. [2CtaFieles 49-53].

Este pasaje ha sido en estos últimos años objeto de múltiples, brillantes


análisis. Lo que ahora me interesa afirmar es la centralidad que asume la
figura de Cristo gracias a la multiplicidad de las relaciones de parentesco con
Él, que produce el seguir su ejemplo (la descripción de las obras, de las
actitudes y de los comportamientos propios de los «fieles», que aparecen
indicados en este pasaje, remite, efectivamente, a la afirmación de que es en
la encarnación, en la Vida y en la obediencia de Cristo donde ellos encuentran
su ejemplo: 2CtaF 13). El discurso «vertical» (relación con el Padre mediante
el Hijo y gracias a la iluminación del Espíritu Santo) no está nunca separado -
ni aquí ni en ningún otro lugar de aquella relación «horizontal» que, en la
opción de vivir en la pobreza, entre los pobres, repite el modelo de Cristo
pobre y sumiso.

162
Su propuesta, o si preferimos su proyecto, está aquí por entero; porque es
esta misma identificación, en la duplicidad de su referencia (Cristo y los
pobres, o mejor los pobres por el deseo de conformarse con Cristo), la que
impide y bloquea propósitos que van más allá de la misma. La falta de
proyectos por parte de san Francisco en lo que refiere a la Iglesia y a la
sociedad deriva de esta identificación. El único «proyecto» que san Francisco
y los suyos se proponen es dar, con su Vida y en la historia, testimonio de
aquel modo de ser que fue el de Cristo. Volver a presentar con toda
radicalidad su ejemplo: gratuitamente, sin expectativas de éxitos temporales,
de triunfos de la fe o semejantes. Por eso la «verdadera alegría» está en el
sufrimiento, en la aceptación serena del rechazo de los hermanos a san
Francisco, y no en los triunfos de la Orden, en la dilatación de la fe, en la
conversión de los infieles.

San Francisco y los suyos son únicamente los portadores en la historia de


aquellas «nuevas señales del cielo y de la tierra, que son grandes y muy
excelentes antes Dios y que por muchos religiosos y otros hombres son
considerados insignificantes» [1CtaCus 1]. Lo que ellos se proponen es sólo
dar testimonio, ser ejemplo, dejando a la gracia y a la misericordia de Dios, a
quien exclusivamente deben la propia opción, todo otro quehacer (por eso
todo el proceso de la conversión de Francisco y de la formación de la
fraternidad evocado en el Testamento, esté jalonado por varios «el Señor me
dio», «el Señor me revelo», etc.).

La ortodoxia de san Francisco, su plena sumisión a Roma, tienen sus raíces en


esta actitud de fondo. El primer modo de vivir «entre los sarracenos y los
infieles», que se señala a los hermanos, es estar sometidos a todos, no tener
litigios ni contiendas y confesarse cristianos [1R 16,6]. Sólo «cuando les
parezca que agrada al Señor», podrían anunciarles su palabra, para que se
dejen bautizar [1R 16,7]. El elemento específico, fuerte de la propuesta
cristiana de Francisco se encuentra en el empeño prioritario de ser testimonio,
que no juzga, no condena, sino que sólo propone con la propia vida un modo
de ser alternativo a aquellos otros dominantes, en la conciencia de que no son
los instrumentos usuales del poder, de la cultura, de la fuerza los que pueden
dar a los hombres razón del significado de la Vida de Cristo.

Otra será la evolución de la Orden a la que él y la primitiva fraternidad dieron


comienzo y otros los caminos por los que dicha evolución se dio. En sus
últimos años de vida él fue dolorosamente consciente de esto. Quedan en los
escritos bastantes trazas de lo que decimos. Las ansiedades, los lamentos, las
mismas actitudes duras del Testamento son su clara expresión. En este
contexto se coloca también el largo retiro del Alverna, en que san Francisco
escribió las Alabanzas al Dios Altísimo y la Bendición al hermano León, y que,
según las anotaciones de este último, culmina en la visión del Serafín y en la
aparición de las «llagas» en el cuerpo de san Francisco, «como si hubiera
estado colgado de la cruz con el Hijo de Dios» [1C 90].

163
El testimonio de fray León parecía absolutamente explícito; y no cuenta
mucho tratar de establecer cuándo fue escrito (operación por lo demás
ciertamente no fácil); porque lo que en primer lugar cuenta es el hecho de
que con él el hermano León quiere dejar memoria de un extraordinario
acontecimiento:

“El bienaventurado Francisco, dos años antes de su muerte, hizo una cuaresma en el
lugar del Alverna [...]; y la mano de Dios vino sobre él; después de la visión del
Serafín y de que éste le hablara y de que tuviera lugar la impresión de las llagas de
Cristo en su cuerpo, compuso estas alabanzas escritas por la otra parte de este billete
y de su puño las escribió agradeciendo a Dios por el beneficio que se le había
otorgado”. (ed. Kajetam Esser 1978, p. 92].

De esta manera se ha tratado de presentar un panorama general de los


aportes de diversas investigaciones que se están dando en los últimos años,
sobre la figura, el aporte espiritual y la forma de vida de San Francisco, un
pasaje de la historia cristiana que no puede ser olvidado. Es necesario hoy,
darles el lugar necesario a sus escritos para entender su mensaje espiritual.

Este documento fue adaptado a este manual para su mejor comprensión.


Tomado de: Francisco de Asís y el primer siglo de historia franciscana – Los escritos
de Francisco – autor: Giovanni Miccoli. Editorial Franciscana 1999.

Imagen de San Francisco de Asís del Templo de San Francisco, Tecpán Guatemala,
Chimaltenango.

164
Lección 27

Elementos Fundamentales de la Espiritualidad de San Francisco de Asís

Debemos tomar en cuenta que la Espiritualidad de San Francisco, fue lo que él


vivió de forma radical y personal, la espiritualidad Franciscana, es la vivencia
del carisma como legado de San Francisco a sus seguidores, vivido y
enriquecido a lo largo de ocho siglos de historia franciscana.

Introducción:

Quién de nosotros no ha oído hablar alguna vez de “espiritualidad franciscana”


sin ir más lejos, las mismas constituciones generales de la OFS al hablar del
tiempo de la formación inicial en el artículo 40.1 dice:

“Se orientará a los candidatos hacia la lectura y la meditación de la Sagrada


Escritura, al conocimiento de la persona y escritos de Francisco y de la
espiritualidad franciscana.”

Y, más adelante al hablar de la asistencia espiritual, el artículo 90.1 dice:

“Es cometido principal del asistente comunicar la espiritualidad franciscana y


cooperar en la formación inicial y permanente de los hermanos.”

Nos podríamos preguntar:


1.- ¿en qué consiste la espiritualidad franciscana?
2.- ¿Se puede distinguir la espiritualidad franciscana de la espiritualidad de San
Francisco?

Para poder hablar de manera adecuada de espiritualidad franciscana es


necesario precisar ante todo su relación con la espiritualidad cristiana en
general y con la gran variedad de las corrientes espirituales dentro de la Iglesia.

La espiritualidad cristiana es una visión global de toda la realidad: Dios, el


hombre, el mundo, la tradición y los signos de los tiempos que lo desafían.
Visión en la cual el hombre está metido y que se expresa a través de un modo
de vivir. Esta visión y este modo de vivir provienen y se fundamentan en la
manifestación de Dios, cuyo momento culminante es la venida en la carne del
Hijo, el Verbo del Padre, y la efusión universal del “soplo de Dios”, el Espíritu
de Santidad. La espiritualidad cristiana es entonces, una vida en el Espíritu.

Tenemos ya los dos elementos que caracterizan una espiritualidad: una


determinada visión totalizante de la realidad y una experiencia concreta. En el
caso de la espiritualidad cristiana, el acceso a esta visión y a esta experiencia
se da por medio de la fe, los sacramentos y el compromiso personal.

165
Ella se apoya sobre la totalidad de la revelación contenida en la Escritura y en
la Tradición de la Iglesia, y se expresa en una vida nueva que el Espíritu produce
en nosotros. La espiritualidad cristiana es un todo autosuficiente. Sin embargo,
nosotros constatamos, tanto en el pasado como en el presente, la existencia de
numerosas corrientes llamadas, “espiritualidad”: espiritualidad patrística,
monástica, carmelitana, ignaciana, de los focolares, etc.

Estas espiritualidades ¿agregan algo nuevo a la espiritualidad cristiana? En


realidad, cada una de ellas descubre de un modo nuevo la riqueza inagotable
del único tesoro espiritual cristiano. Al comienzo de cada espiritualidad hay casi
siempre una figura: San Antonio Abad, San Agustín, Santa Teresa de Jesús,
etc., estas personas animadas por el Espíritu sienten, como si fuera la primera
vez, la palabra que los llama a la plenitud de la vida anunciada e inaugurada
por el Señor.

Todos ellos quieren asumir la totalidad del mensaje cristiano, pero lo hacen
según una cierta sensibilidad. Esta sensibilidad, propia de la figura del fundador
que vive en un contexto histórico determinado, hace que esa visión cristiana
adquiera una coherencia particular. Ahora si nos resulta más fácil situar la
espiritualidad franciscana en sus orígenes, como visión y experiencia personal
de San Francisco, enriquecida con vivencias diversas por todos aquellos que lo
siguieron hasta el día de hoy. Nos referimos aquí a las grandes figuras de santos
y santas que concretaron su vocación en la corriente espiritual franciscana.

De esta manera podemos distinguir entre espiritualidad de San Francisco y


espiritualidad franciscana, como podemos distinguir entre la fuente y el río, que
en ella tiene su origen.

La espiritualidad de San Francisco se fundamenta en su experiencia y en su


visión personal.

¿Podemos acceder después de 800 años a esta fuente?

Las innumerables biografías escritas en estos ocho siglos nos ofrecen cada una,
su versión. Es verdad que las hagiografías más antiguas están más cerca de la
fuente, pero ¿será suficiente?

Gracias a Dios disponemos hoy también de los escritos del Santo.

Y aquí tenemos que hacer una segunda distinción: mientras, por un lado, las
biografías colocan en el centro a Francisco con sus acciones y sus palabras, por
el otro, sus escritos colocan en el centro a Dios, al hombre y el camino que une
uno al otro.

166
Es decir, nos ofrecen la espiritualidad del poverello de Asís, su visión de Dios,
del hombre, del mundo, de la tradición que lo precedió y de los signos de los
tiempos que lo desafiaron en su momento. Es verdad que las biografías y los
escritos del santo pueden iluminarse recíprocamente, pero también es verdad
que, para acceder a la espiritualidad de Francisco, no disponemos de mejor que
sus mismos escritos. Ellos constituyen la expresión más fiel y, hasta la más
completa, de su espiritualidad personal.

Así pues, si queremos alcanzar la frescura y el vigor de la corriente espiritual


franciscana lo mejor es volver a la fuente. Ya lo decían los antiguos: “el agua
se bebe con mayor agrado si se la extrae de su propia fuente”. Si queremos
obtener conocimientos claros y precisos, será necesario ir a la fuente y no
pararnos en las aguas podridas de los charcos, es decir en las imprecisas
informaciones de segunda mano.

En el centro de la visión de Francisco se encuentra el misterio de Dios


en su dimensión trinitaria: el Padre, origen y finalidad última de todo, el
Verbo del Padre que ha tomado la carne de nuestra humanidad y de nuestra
fragilidad, el Espíritu Santo que no cesa de actuar en nosotros.

La primera parte de la exposición estará consagrada a este Dios al cual “ningún


hombre es digno de nombrar” hacia el cual el corazón del hombre debe estar
incesantemente orientado en la adoración y en la acción de gracias, a él que es
el bien, todo bien, sumo bien, a él que es gozo y alegría. Seguirá, en segundo
lugar, la visión contrastada del hombre, imagen de Dios de una altura
incomparable y al mismo tiempo de una miseria interminable, ya sea como
individuo o como miembro de la comunidad humana y eclesial.

Después de aquella que se podría llamar la teología y la antropología de


Francisco, intentaremos describir el itinerario cristiano propuesto al hombre. Se
trata de un camino de amor y de adoración a Dios, de comunión con la Iglesia,
de amor y humilde servicio a todo hombre hermano, de pobreza radical del ser
y de su expresión material, de seguimiento de Cristo y de su fin bienaventurado.

1.- EL DIOS TRINITARIO EN LA VISION DE FRANCISCO

1.1 El Padre Santísimo: su primacía Rnb 23, 1-5

1 Omnipotente, santísimo,
Altísimo y sumo Dios,
Padre Santo (Jn 17,11) y justo,
Señor rey del cielo y de la tierra (cf.Mt. 11,25),
Por ti mismo te damos gracias,
Porque, por tu santa voluntad
Y por tu único Hijo
Con el Espíritu Santo,
Creaste todas las cosas espirituales y corporales,
Y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza,
167
Nos pusiste en el paraíso (cf. Gn. 1,26; 2,15).
2 y nosotros caímos por nuestra culpa.

3 Y te damos gracias porque,


Así como por tu Hijo nos creaste,
Así, por tu santo amor con el que nos amaste (cf. Jn. 17,26)
Hiciste que él, verdadero Dios y verdadero hombre,
Naciera de la gloriosa siempre Virgen la beatísima santa María,
Y quisiste que nosotros, cautivos,
Fuéramos redimidos por su cruz y sangre y muerte.

4 Y te damos gracias
Porque ese mismo Hijo tuyo
Vendrá en la gloria de su majestad
A enviar al fuego eterno a los malditos,
Que no hicieron penitencia y no te conocieron,
Y a decir a todos lo que te conocieron y adoraron
Y te sirvieron en penitencia:
Venid, benditos de mi Padre,
Recibid el reino que os está preparado
Desde el origen del mundo (cf. Mt. 25,34)

5 Y porque todos nosotros, miserables y pecadores,


No somos dignos de nombrarte,
Imploramos suplicantes
Que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado,
En quien bien de complaciste (cf. Mt. 17,5)
Junto con el Espíritu Santo Paráclito,
Te dé gracias por todos
Como a ti y a él os complace,
Él que te basta siempre para todo
Y por quien tantas cosas nos hiciste. Aleluya.

En el centro de la visión de Francisco está aquel de quien “y ningún hombre es


digno de hacer mención”. Francisco habla de Dios con reverencia, y para
expresar su misterio insondable e inefable, le atribuye más de ochenta nombres
diferentes, mostrando de esta manera que ninguno de estos nombres basta
para definirlo. Este Dios – Padre, al cual también el Hijo y el Espíritu no cesan
de darle gracias, está soberanamente elevado, es el Altísimo por excelencia.
“Ensalzado sobremanera sublime, él se hace no menos cercano. “Suave.
Amable, deleitable y todo eterno sobre todas las cosas deseable”, él es la
felicidad absoluta del hombre, “toda su riqueza a satisfacción”. El hombre está
llamado a “servir, amar, adorar y honrar al Señor Dios, con corazón puro y con
mente pura, de la mejor manera posible.” El fin de este itinerario espiritual es
llegar a ser su hijo, pues “con la ayuda de solo su gracia” es posible llegar hasta
él, el Altísimo.

168
El Padre tiene la iniciativa en todo: es él que con el Hijo y el Espíritu Santo crea
el mundo y al hombre, su imagen; es él quien hace nacer a su Hijo en la carne,
nos salva por medio de su cruz, y lo manifestará en el último día. Es a él a quien
se dirige la oración filial de Jesús en los 15 salmos compuestos por Francisco,
y es a él a quien Francisco mismo invoca en casi todas las oraciones que nos
ha dejado.

El Padre ocupa el primer y único puesto: él tiene la primacía, tal como aparece
en el evangelio de San Juan, del cual Francisco es un gran deudor. Esta
perspectiva tan clara en los escritos de Francisco nos obliga a rever (revisar)
una cierta concepción del cristocentrismo que muchas veces presentamos como
típico de la espiritualidad franciscana. Ciertamente, en cuanto cristianos, no
podemos sino ser “cristocéntricos”. Pero no podemos olvidar que Cristo –
camino está centrado a su vez en el Padre.

1.2 La Segunda Persona de la Santísima Trinidad - Jesucristo


La palabra del Padre, tan digna, tan santa y gloriosa 2Cta. F. 4-13

4 El Altísimo Padre anunció desde el cielo, por medio de su santo ángel Gabriel
Esta Palabra del Padre, tan digna, tan santa y gloriosa,
En el seno de la santa y gloriosa Virgen María,
De cuyo seno recibió la verdadera carne de nuestra humanidad y fragilidad.

5 Él, siendo rico (2 Cor. 8,9)


Quiso sobre todas las cosas elegir,
Con la beatísima Virgen, su madre,
La pobreza en el mundo.

6 Y cerca de la pasión,
Celebró la pascua con sus discípulos
Y, tomando el pan, dio las gracias y lo bendijo y lo partió diciendo:
Tomad y comed, éste es mi cuerpo (Mt. 26,26)

7 Y tomando el cáliz dijo:


Ésta es mi sangre del Nuevo Testamento,
Que será derramada por vosotros y por muchos
Para remisión de los pecados (Mt.26, 27)
8 Después oró al Padre diciendo:
Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz (Mt.26, 39)
9 Y se hizo su sudor como gotas de sangre que caían en tierra (Lc.22, 44)
10 Puso, sin embargo, su voluntad en la voluntad del Padre, diciendo:
Padre, hágase tu voluntad, no como yo quiero, sino como quieras tú.

11 Y la voluntad del Padre fue que su Hijo bendito y glorioso,


Que él nos dio y que nació por nosotros,
Se ofreciera a si mismo por su propia sangre como sacrificio y hostia en el ara de la
cruz; 12 no por sí mismo, por quien fueron hechas todas las cosas (cf.Jn.1, 3), sino por
nuestros pecados,
13 dejándonos ejemplo, para que sigamos sus huellas (cf. 1 Pe. 2, 21)

169
Por el santo amor con el cual nos ha amado (cf. Jn. 17, 26) el Padre nos ha
dado a su Hijo y lo ha hecho nacer de la gloriosa y pobre virgen María. Este
hijo, tan digno, santo, glorioso…rico sobre todas las otras cosas tomó la carne
de nuestra humanidad y de nuestra fragilidad y, con su madre, eligió la pobreza
(Cf.2carta a los fieles 4-5) Él es el camino que nos conduce al Padre (Adm. 1,1)
el recuerdo del amor que él nos ha manifestado, es nuestro pan cotidiano.

Francisco tiene del misterio de Cristo una visión teológicamente muy precisa.
Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Él es el Señor del universo, igual
al Padre, Dios e Hijo de Dios. Cuando se siente su nombre Señor Jesucristo,
Hijo del Altísimo, es necesario adorarlo con temor y reverencia, rostro en tierra.

Tratándose de su verdadera humanidad, Francisco insistirá en dos momentos


de su itinerario humano:

 a) su venida en la carne, como misterio de pobreza y humildad divina;


 b) su pasión y muerte salvadora, manifestación del amor que él nos ha
tenido (ParPN)

Es interesante notar que, cuando Francisco trata la pasión del Señor, su


insistencia cae en las actitudes interiores de Jesús: su oración confiada, su
abandono en las manos del Padre, más que en los rasgos exteriores: ultrajes,
cruz, sufrimiento, incomprensión, etc.

1.2.1 El hoy de Cristo

El misterio de Cristo se ha desplegado en la historia; encarnación, pasión y


gloriosa resurrección – sin embargo, está siempre presente y nos alcanza en el
hoy de nuestras vidas: como Pastor de nuestras almas, al cual hemos de
recurrir para formar una verdadera comunidad fraterna, ya que él está siempre
con nosotros hasta el fin del mundo. Francisco está citando textos de los
evangelios de Juan y de Mateo (Rnb 22, 32-38).

Ustedes ya saben que Francisco se consideraba a si mismo ignorante e idiota


(Cta.O39) que, en la Edad Media, significaba un hombre que no había cursado
estudios literarios y teológicos propios de la clase clerical. Hoy diríamos que no
cursó estudios superiores. Claro que aprendió a leer y a escribir en la escuela
catedralicia o abacial, por lo que conocía el latín. A esto se suma su inteligencia
no común y una memoria particularmente fiel. Todo esto nos está indicando
que Francisco no quedó marcado por las corrientes filosóficas y teológicas de
su tiempo con sus correspondientes procedimientos intelectuales.

170
Pues bien, este hombre “ignorante y sin estudio”, cita las Sagradas Escrituras
con una coherencia y con una inteligencia que hoy dejaría pasmado y
asombrado a más de un catedrático. Otra cosa llama poderosamente la
atención, es la importancia que él concede a sus escritos y el énfasis que pone
en recomendar su transcripción, conservación, lectura, meditación.

Conviene aprender su tenor (por el corazón…) traerlo frecuentemente a la


memoria, enseñarlos, aprenderlos, practicarlos, (1R 24, 1-2) retenerlos consigo
(Cta. A9; Cta. M21) copiarlos y enviarlos a otros, (2 Cta.F 88; Cta. Cus 9;
Cta.Cle.15). bajo formas diversas esta recomendación se encuentra en nueve
de sus escritos, (aparte los ahora mencionados, 1 Cta.F 2,20; Cta.O 47, Test.
36,37) nada extraño que muy pronto se hayan formado colecciones más o
menos completas de estos escritos.

La más antigua que conocemos, el manuscrito 338 de Asís, data de 1250 más
o menos, veinte años apenas después de la muerte de Francisco; en los dos
siglos siguientes se enumeran 150. La autenticidad, pues está bien atestiguada.
A comienzos del siglo XX (1904) aparecieron dos ediciones críticas; en 1976-
78 Kajetam Esser publicó una más, en dos versiones, mayor y menor,
respondiendo a todas las exigencias de la crítica moderna.

Francisco señala cuatro modos en los cuales Cristo se nos hace presente hoy:

 En la comunidad reunida en su nombre: Donde hay dos o tres congregados en


mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt. 18-20) una comunidad que acoge
las palabras de nuestro Señor Jesucristo, que es la Palabra del Padre, y las
Palabras del Espíritu Santo, que son espíritu y vida (Jn. 6,63) Francisco cita
también Juan 14,23: si alguno me ama guardará mi Palabra, y mi Padre le
amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.

 Estas palabras de Aquel que es la palabra, nos salvan a la par que el sacramento
del Cuerpo y Sangre de Cristo: Y sepamos todos firmemente que nadie puede
salvarse sino por las santas palabras y por la sangre de nuestro Señor Jesucristo,
que los clérigos dicen, anuncian y administran (Cta.F.34)

 Por lo tanto, las palabras del Señor son el segundo lugar de su presencia. Este
paralelismo entre las palabras del Señor y el Cuerpo y Sangre de Cristo anticipan
lo que ocho siglos más tarde dirán con claridad meridiana el Concilio Vaticano
II: La Iglesia siempre ha venerado las Sagradas Escrituras al igual que el mismo
Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el
pan de vida, tanto de la palabra de Dios, como del Cuerpo de Cristo sobre todo
en la sagrada liturgia.

Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición,


como la regla suprema de su fe, puesto que, inspiradas por Dios y escritas de
una vez para siempre, comunican inmutablemente la palabra del mismo Dios, y
hacen resonar la voz del Espíritu Santo, en las palabras de los Profetas y de los
Apóstoles (DV No.21).

171
Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan
a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que
comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes,
piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de
Dios, se fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios,
aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por
manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por
Cristo, mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea
todo en todos (SC No.48) participación activa de los fieles.

A fin de que la mesa de la Palabra de Dios, se prepare con más abundancia


para los fieles, ábranse con mayor amplitud los tesoros de la Biblia, de modo
que, en un período determinado de años, se lean al pueblo las partes más
significativas de la Sagrada Escritura (SC No.51) (mayor riqueza bíblica en el
misal.

Aprovechará también, aparte la diligencia de los párrocos y confesores, valerse


igualmente de la ayuda de los predicadores y ponerse de acuerdo con ellos para
que cuando los fieles (como deben hacerlo) llegaren a la frecuencia del
Santísimo Sacramento, les dirijan inmediatamente la palabra sobre la grande
preparación, que para recibirlo se requiere y muestren de modo general que
quienes se sienten movidos por devoto deseo de la recepción más frecuente o
diaria de la comida saludable, ora sean negociantes laicos, ora casados o
cualquiera otros, deben reconocer su propia flaqueza, a fin de que por dignidad
del Sacramento y por el temor del juicio divino aprendan a reverenciar la mesa
celeste en que está Cristo , y si alguna vez se sienten menos preparados, sepan
abstenerse de ella y disponerse para mayor preparación. (Inocencio XI 1676-
1689 sobre la comunión frecuente y diaria. Del decreto de la Santa
Congregación, 12 de febrero de 1679)

Peregrina en este continente, está presente y se realiza como comunidad de


hermanos bajo la conducción de los obispos. Fieles y pastores, congregados por
el Espíritu Santo (cf. CD 11) en torno a la palabra de Dios y a la mesa de la
Eucaristía son a su vez enviados a proclamar el Evangelio, anunciando a
Jesucristo y danto testimonio muy fraterno (SD Cristo 11)

Ahora podemos leer con ojos nuevos los numerales 4 y 5 de la Regla de la OFS,
especialmente estas expresiones en las que la Palabra de Dios y la Eucaristía
aparecen juntas: “. Los franciscanos seglares, dedíquense asiduamente a la
lectura del evangelio…, busquen la persona viviente y operante de Cristo en los
hermanos, en la Sagrada Escritura, en la Iglesia y en las acciones litúrgicas. La
fe de San Francisco que dictó estas palabras: “nada veo corporalmente en este
mundo del mismo Altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo cuerpo y sangre”,
sea para ellos inspiración y guía de su vida eucarística”.

172
3.- El lugar por excelencia de la presencia de Cristo y de su misterio es la
Eucaristía (cf. Admo. 1) celebración y comunión. De Jesucristo encarnado,
muerto y resucitado, nada se ofrece hoy a nuestros sentidos sino la celebración
eucarística: rito y elementos materiales del pan y del vino. En estos elementos,
tan ordinarios que nos resultan banales, se ofrece a nuestra fe el Hijo de Dios
que se humilla cada día como en el momento de la encarnación; cada día él
viene a nosotros en un semblante humilde (cf. Adm. 1,16). Su presencia en el
sacramento manifiesta su humildad – su kénosis (despojo de sí mismo,
abajamiento, anonadamiento, vaciamiento) junto a la del Padre que acepta que
su Hijo único descienda diariamente de su seno (cf. Juan 1,18) sobre el
altar en las manos del sacerdote (Adm. 1,18)

Y aquí aparece la segunda gran intuición de Francisco, al comparar la eucaristía


con la encarnación (Adm. 1,16,18)

v.16 a Ved que diariamente se humilla (cf. Fil. 2,8)


b Como cuando desde el trono real (Sab 18,15)
c Vino al útero de la Virgen;

a’ Diariamente viene a nosotros él mismo


v.17 b’ apareciendo humilde; diariamente desciende del
v.18 c’ seno del Padre (cf.Jn. 1,18)
Sobre el altar en las manos del sacerdote.

Se trata de un magnifico paralelismo al que hará referencia Juan Pablo II en su


encíclica sobre la eucaristía. Francisco no olvida jamás que aquel que se humilla
en este anonimato eucarístico es el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios…que
ya no ha de morir, sino que ha de vivir eternamente y ha sido glorificado (Cta.
O 27).

4.- Finalmente, aún hoy Cristo intercede por nosotros, no cesa de rezar por
nosotros y de revelarnos el nombre del Padre (Rnb 22,41) como lo hiciera en
aquella gran plegaria la tarde de su pasión (Juan 17). Tres veces es citada esta
oración sacerdotal de Cristo en los escritos de Francisco, y él recuerda el
contenido de esa súplica de Cristo en nuestro favor:

Unidad – alegría – protección del mal – conocimiento del amor de Dios por
nosotros – participación en el destino del Hijo y en su gloria.

173
1.3. El Espíritu del Señor – la Tercera Persona de la Santísima Trinidad

48 Y sobre todos ellos y ellas, mientras hagan tales cosas y perseveren hasta el fin,
Descansará el espíritu del Señor (Isaías 11,2)
Y hará en ellos habitación y morada (cf. Juan 14,23)
Y serán hijos del Padre celestial (cf. Mateo 5,45) cuyas obras hacen.
Y son esposos, hermanos y madres de Nuestro Señor Jesucristo (cf. Mateo 12,50)
Somos esposos cuando, por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a Jesucristo.
Somos ciertamente hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre,
Que está en el cielo (cf. Mateo 12,50)
Madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo (cf. 1 Corintios
6,20)
Por el amor y por una conciencia pura y sincera;
Y lo damos a luz por medio de obras santas,
Que deben iluminar a los otros como ejemplo (cf. Mateo 5,16)

Cuando en sus escritos mayores Francisco delinea una visión global de Dios
Padre y de su obra, vemos que junto al Hijo se encuentra siempre la presencia
del Espíritu Santo, Éste que es el santo por excelencia, el Paráclito, es decir el
abogado, el defensor, el consolador, Francisco lo llama con frecuencia “el
Espíritu del Señor”, como para subrayar su vínculo con el Padre y con el Hijo.
Fuego, luz, soplo, inspiración, gratuidad de Dios, es en primer lugar el “Santo
Amor” con el cual el Padre nos ama. Es a él a quien, ante todo, se aplican ciertas
cualidades que Francisco atribuye a Dios; tierno, modesto, amable, amigo,
manso, inocente, deleitable, etc.

Ya que el Espíritu es lo que hay de más profundo y misterioso en Dios, todo lo


que podamos decir de él encuentra un límite; se trata de una realidad que no
se puede expresar, ya que él es lo inexpresable de Dios. Y por eso Francisco no
se preocupa de describirlo. En sus escritos él pondrá en evidencia el dinamismo
del Espíritu, su actividad, o como él mismo dice: su santa operación (Rb. X, 8)

Lo que sucede en un eterno fluir en el seno de la Trinidad, se expresa también


en la historia de la salvación. Junto al Padre que tiene la iniciativa, el Espíritu y
el Hijo intervienen en la creación, en la encarnación, en la redención, y actúan
en la celebración eucarística.

En cuanto a la vida del cristiano, ella es animada continuamente por la energía


del Espíritu, por “santa operación”. El creyente nace de nuevo a la vida por
medio del agua y del Espíritu, y es el Espíritu quien le hace reconocer y confesar
la divinidad de Cristo. Sin él es imposible “ver y creer, según el espíritu y la
divinidad, que sea verdaderamente el santísimo cuerpo y sangre de nuestro
Señor Jesucristo”, porque escribe con fuerza Francisco “el espíritu del Señor
que habita en sus fieles, es el que recibe el Santísimo cuerpo y sangre del
Señor”.

174
El Espíritu nos acompaña en nuestro itinerario espiritual, que parte del
conocimiento de nuestra miseria, continúa a través del descubrimiento del
proyecto de Dios sobre nosotros y su puesta en práctica. Para que esto sea
posible es necesario que pidamos con insistencia “ser interiormente purificados,
interiormente iluminados y abrasados por el fuego del Espíritu Santo”.

Esta experiencia propuesta a todos se realiza en primer lugar y plenamente en


María; luego también en las hermanas pobres de Santa Clara. Francisco
presente el rol del Espíritu en la unión mística con la metáfora nupcial. El
Espíritu es el vínculo con que une el alma fiel a Jesucristo para hacerla su
esposa; más aún, él es el esposo de la Virgen María y también de las hermanas
pobres. De esta manera, se comprende mejor el uso frecuente que Francisco
hace de los términos “espiritual, espiritualmente”. Para él es espiritual aquello
que está bajo la influencia del Espíritu y sigue sus impulsos. Actuar
espiritualmente quiere decir discernir, juzgar según el Espíritu, para encarnarlo
luego concretamente en la vida.

Esta es, a grandes rasgos, la visión que Francisco tiene “del Altísimo Padre, de
su Hijo amado...del santísimo Espíritu Paráclito” visión que ha inspirado y
guiado su vida y sobre la cual puede fundarse también la nuestra. Es su visión
de la Santísima Trinidad y su relación de amor.

2.- LA GRANDEZA DEL MISERABLE

El misterio de Dios, Padre - Hijo – Espíritu Santos, no es solo un espectáculo


que se propone a nuestra contemplación; es plenitud de vida y de amor que
estamos llamados a compartir. El Señor Dios se nos ofrece como a hijos, escribe
Francisco citando Hebreros 12,7. El hombre es creado por amor para ser él,
parte de Dios.

El gran capítulo 23 de Regla no bulada, que es una síntesis de la visión que


Francisco tiene de la realidad de Dios y del hombre, concede tanto espacio al
uno como al otro. Para él, si bien es verdad que no existe el hombre sin Dios,
es también verdad que no existe Dios sin el hombre.

Sus escritos, si bien de manera fragmentada, muestran un gran interés por el


hombre, del cual ofrecen una visión contrastada. El hombre es, al mismo
tiempo, una grandeza única y una miseria que no se puede expresar. Son los
dos aspectos de la antropología de Francisco que tendremos que considerar.
Así podremos conocer mejor la grandeza y la miseria de aquel que Dios llama
a la comunión consigo mismo.

175
2.1 La grandeza del hombre – la visión antropológica de San Francisco

Leamos la admonición 5,1

Considera, oh hombre, en cuán grande excelencia te ha puesto el Señor Dios,


Porque de creó y formó
A imagen de su amado Hijo según el cuerpo,
Y a su semejanza (cf. Génesis 1,26) según el espíritu.

Una vez más nos quedamos maravillados por la lectura que Francisco hace de
las Escrituras y por la fina intuición que le permite distinguir entre la” imagen”
y la “semejanza”.

El Catecismo de la Iglesia Católica del año 1992 también hace esta distinción:

Desfigurado por el pecado y por la muerte, el hombre continúa siendo “a imagen de


Dios”, a imagen del Hijo, pero privado de la Gloria de Dios” (Rom.3, 23) privado de la
“semejanza”. La promesa hecha a Abraham, inaugura la Economía de la Salvación, al
final de la cual el Hijo mismo asumirá “la imagen” y la restaurará en “la semejanza”
con el Padre, volviéndole a dar la Gloria, el Espíritu “que da la vida”. (Catecismo 705)

Otro texto que nos habla de la grandeza del hombre es el de la Regla no bulada
23,8:

El Señor Dios (Marcos 12,30) nos dio y nos da a todos nosotros


Todo el cuerpo, toda el alma y toda la vida;
Él nos creó, nos redimió y por sola su misericordia nos salvará (cf. Tob. 13.5)

Lo que coloca al hombre en la existencia es el amor que Dios quiere infundir


fuera de sí mismo. Dios no está egoístamente centrado en sí mismo. Por
nosotros hizo todo lo que hizo. El hombre, deseo y sueño de Dios, parte suyo,
amigo suyo: éste es para Francisco el fundamento de la incomparable dignidad
humana y la fuente de los valores y dinamismos que de él surgen. El hombre
está llamado a restituir a Dios todo bien, todo el bien que dice y hace no le
pertenece, es propiedad de Dios de quien viene todo bien.

Su grandeza del hombre está en Dios, a quien puede experimentar:

“ninguna otra cosa deseemos,


Ninguna otra cosa queramos, ninguna otra nos plazca y deleite,
Sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, el solo verdadero Dios,
Que es pleno bien, todo bien, total bien, verdadero y sumo bien,
Que es el solo bueno (cf. Lc. 18,19) piadoso, manso, suave y dulce,
Que es el solo santo, justo, verdadero, santo y recto,
Que es el solo benigno, inocente, puro,
De quién y por quien y en quien (cf. Rom 11,36) es todo el perdón, toda la gracia,
Toda la gloria de todos los penitentes y de todos los justos,
De todos los bienaventurados que gozan juntos en los cielos”. (Rnb. 23,9)

176
Su grandeza está en el amor al prójimo, que es necesario amar tiernamente
como Jesús. Si no lo hacemos perdemos el tiempo, nos perdemos a nosotros
mismos.

2.2 La miseria del hombre

Es necesario que reconozcamos, como lo hace Francisco que a nosotros no nos


pertenecen sino los vicio y pecados (Rnb XVII, 7).

Leer Regla no bulada (Rnb) XVII, 5-8.

Después del aspecto positivo y luminoso de la realidad humana, he aquí, en


violento contraste, su lado oscuro. Por culpa nuestra hemos caído, recordará
Francisco. No necesitará inventar nada nuevo: “Es del corazón del hombre que
proceden y salen las cosas malas”, dice Marcos 7,21. Es el hombre quien tantas
veces se deleita en vicios y pecados (Adm. 5,3). En sus escritos, que se
proponen describir en primer lugar el camino hacia la santidad y la salvación,
Francisco no duda en indicar con precisión las múltiples manifestaciones del mal
que amenazan a todo hombre, sobre todo aquellos que se comprometen a vivir
evangélicamente.

En primerísimo lugar la indiferencia y el olvido de Dios: también después de


“haber dejado el mundo”, uno se puede convertir sin darse cuenta, en un
“oyente sordo de la palabra”, que ya no encuentra en nosotros un terreno fértil
en el cual florecer (Rnb 22,10-17). El corazón, que debería estar siempre
orientado al Señor por medio de la espera vigilante y de la oración, se deja
atrapar por las preocupaciones.

Y, ¿Qué decir de las relaciones interpersonales, constantemente amenazadas


por peleas, disputas, calumnias, críticas, juicios, condenas, turbación y cólera,
sobre todo, que destruyen la paz interior y exterior, además de la caridad?
(Regla no bulada 11). Codicia y avaricia, dispersión, dureza de corazón, deseos
desordenados; se trata de una larga lista que muestra que Francisco no se hacía
ilusiones sobre la naturaleza humana, y que tenía un fino conocimiento
psicológico.

Sin embargo, la situación más grave no está allí donde el mal evidente es
reconocido como tal. Lo que más hay que temer es la apropiación del bien de
Dios. Ya lo hemos visto. El hombre está colmado por Dios de los dones más
diversos, materiales y espirituales. Estos dones hay que reconocérselos,
alegrarse de ellos, hacerlos crecer, pero una vez hecho esto hay que restituirlos
en un acto de alabanza, en una acción de gracias. Y como si esto fuera poco,
también se entristece por los dones de los demás, los envidia y se pone celoso,
haciéndose culpable de una acción blasfema porque envidia a Dios mismo
(Adm. 8).

177
Y aquí estamos en el corazón del mal: es la negación radical de la auténtica
pobreza, que consiste en reconocer que todo bien viene de Dios, y en la
capacidad para restituírselo con una acción de gracias.

Equilibrio y realismo humano y evangélico es lo que encontramos en la


perspectiva antropológica de Francisco. Ahora entendemos mejor el título de
este apartado: “la grandeza del miserable”, grandeza fundada en el
incomprensible amor de Aquel que “a nosotros, miserables y míseros, pútridos
y hediondos, ingratos y malos, nos hizo y nos hace todo bien”. (Rnb. 23,8)

2.3 Una comunidad de Santos y pecadores:

Todo lo que hemos dicho se refiere al hombre en cuanto individuo. Sin embargo,
todo hombre y todo cristiano es parte de un todo, de una sociedad o comunidad.

Y a todos los que quieren servir al Señor Dios


Dentro de la Santa Iglesia Católica y Apostólica,
Y a todos los órdenes siguientes: sacerdotes, diáconos, subdiáconos, acólitos,
Exorcistas, lectores, ostiarios y todos los cléricos,
Todos los religiosos y religiosas,
Todos los donados y postulantes, pobres y necesitados,
Reyes y príncipes, trabajadores y agricultores, siervos y señores,
Todas las vírgenes y continentes y casados y laicos,
Varones y mujeres, todos los niños, adolescentes, jóvenes y ancianos, sanos y
enfermos, todos los pequeños y grandes, y todos los pueblos, gentes, tribus, y lenguas,
(cf. Apocalipsis 7,9) y todas las naciones y todos los hombres en cualquier lugar de la
tierra, que son y serán, humildemente les rogamos y suplicamos todos nosotros, los
hermanos menores, siervos inútiles (Lc 17,10)
Que todos perseveremos en la verdadera fe y penitencia, porque de otra manera
ninguno puede salvarse. (Regla no bulada 23,7)

Francisco tiene un sentido vivísimo de la inserción de cada uno dentro de la


comunidad eclesial. El primer servicio que la Iglesia ofrece es el de ser un
espacio para la fe y para la conversión: es en ella y por medio de ella que
recibimos la llamada a la fe y comenzamos a cambiar de vida.

3.- Un itinerario: la vida según el evangelio

El hombre es un ser dotado de grandeza, llamado a un destino inimaginable,


glorioso. Al mismo tiempo es un ser incompleto, frágil, quebrado. Se le propone
entonces un itinerario de conversión: orientar su corazón hacia el Señor; amar
tiernamente y nutrir al propio hermano como una madre; vivir en la comunión
de la Iglesia y de sus sacramentos; experimentar y asumir la radical pobreza
del ser; seguir las huellas de Cristo para llegar a la gloria de las
bienaventuranzas. Este es su destino y su misión.

178
Ofrecemos a continuación, una serie de textos tomados de los escritos de San
Francisco, con los cuales se puede seguir, sin mayores comentarios este
itinerario de conversión.

50 Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, danos a nosotros, miserables,


hacer por ti mismo lo que sabemos que tú quieres, y siempre querer lo que te place,
51 para que, interiormente purificados, interiormente iluminados y abrasados por el
fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, 52 y por sola tu gracia llegar a ti, Altísimo, que, en trinidad perfecta y en
simple unidad, vives y reinas y eres glorificado, Dios omnipotente, por todos los siglos
de los siglos, Amén (CtaO 50-52)

3.1 El corazón orientado hacia el Señor:

25 Por eso, pues, todos los hermanos estemos muy vigilantes, no sea que, so pretexto
de alguna merced, o quehacer, o favor, perdamos o apartemos del Señor nuestra mente
y corazón. 26 Antes bien, en la santa caridad que es Dios, ruego a todos los hermanos,
tanto a los ministros como a los otros, que, removido todo impedimento y pospuesta
toda preocupación y solicitud, como mejor puedan, sirvan, amen, honren y adoren al
Señor Dios, y háganlo con limpio corazón, mente pura, que es lo que Él busca por
encima de todo; 27 y hagamos siempre en ellos habitación y morada, a Aquel que es
el Señor Dios Omnipotente, Padre e Hijo, y Espíritu Santo, que dice: Vigilad pues,
orando en todo tiempo, para que sean considerados dignos de rehuir todos los males
que han de venir y de estar en pie ante el Hijo del hombre (Lc. 21,36) 28 Y, cuando os
pongáis en pie para orar (Mc. 11,25) digan: Padre nuestro, que estás en los cielos, 29
Y adorémosle con puro corazón, porque es precioso orar siempre y no desfallecer (Lc.
18,1) 30 pues tales son los oradores que el Padre busca. 31 Dios es espíritu, y los que
los adoran es preciso que lo adoren en espíritu y en verdad (cf. Juan 4,23-24) (Regla
no bulada 22, 25-31).

3.2 Amar tiernamente y nutrir al propio hermano como una madre

10 Y confiadamente manifieste el uno al otro su necesidad, para que el encuentre lo


necesario y se lo suministre. 11 Y cada uno ame y cuide a su hermano, como la madre
ama y cuida a su hijo (cf. 1 Tes 2,7) en las cosas para las que Dios le de su gracia. 12
Y el que no come, no juzgue al que come (Rnb IX, 10-11). 13 Y ningún hermano haga
mal o hable mal al otro; 14 sino, más bien, por la caridad del Espíritu, sírvanse y
obedézcanse voluntariamente los uno a los otros (cf. Gál. 5,13). 15 Y ésta es la
verdadera y santa obediencia de nuestro Señor Jesucristo (Rnb 5,13-15).

3.3 La vida en la Iglesia

“Después, el Señor me dio y me da tanta fe en los sacerdotes que viven según la forma
de la santa Iglesia Romana, por el orden de los mismos, que, si me persiguieran, quiero
recurrir a ellos. Y si tuviera tanta sabiduría cuanta Salomón tuvo, y hallara a los
pobrecillos sacerdotes de este siglo en las parroquias en que moran, no quiero predicar
más allá de su voluntad. Y a estos y a todos los otros quiero temer, amar y honrar
como a mis señores. Y no quiero en ellos considerar pecado, porque discierno en ellos
al Hijo de Dios, y son señores míos.

179
Y lo hago por esto, porque nada veo corporalmente en este siglo del mismo altísimo
Hijo de Dios, sino su tantísimo cuerpo y su santísima sangre, que ellos reciben y ellos
solo administran a otros. (Tomado del Testamento de San Francisco 6-10)

3.4 La radical pobreza del ser

1 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt.
5,3) 2 Hay muchos que, perseverando en oraciones y oficios, hacen muchas
abstinencias y mortificaciones corporales, 3 pero, por una sola palabra que les parezca
injuriosa para sus cuerpos o por alguna cosa que se les quite, escandalizados enseguida
se perturban. 4 Estos no son pobres de espíritu, porque quien es de verdad pobre de
espíritu, se odia a sí mismo y ama a aquel que lo golpea en la mejía (cf. Mt. 5,39)
(Admoniciones XIV, 1-4)

1.- Reconocer que todos los bienes son de Dios;


2.- Reconocer que solo nuestro mal y nuestra infelicidad nos pertenecen;
3.- Llevar cada día la cruz de Cristo que consiste en la sumisión a todos, en la
aceptación del desprecio, de la enfermedad y de la muerte.

3.5 Caminar en las huellas de nuestro Señor

1.- Prestemos atención todos los hermanos a lo que dice el Señor: Amad a vuestros
enemigos y haced el bien a los que os odian (cf. Mt.5, 44) 2 pues nuestro Señor
Jesucristo, cuyas huellas debemos seguir (cf. 1 Pe. 2,21) llamó amigo al que lo
entregaba (cf. Mt. 26,50) y se ofreció espontáneamente a lo que lo crucificaron. 3 son,
pues, amigos nuestros todos los que injustamente nos causan tribulaciones y angustias,
sonrojos e injurias, dolores y tormentos, martirio y muerte; 4 y los debemos amar
mucho, ya que por lo que nos hacen obtenemos la vida eterna (Regla no bulada 22,
1.4).

3.6 Las bienaventuranzas y su fruto

1 Donde hay caridad y sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia.


2 Donde hay paciencia y humildad, allí no hay ira ni perturbación
3 Donde hay pobreza con alegría, allí no hay codicia ni avaricia.
4 Doce hay quietud y meditación, allí no hay preocupación ni vagancia.
5 Donde está el temor de Dios para custodiar su atrio, (cf. Lucas 11,21)
Allí el enemigo no puede tener un lugar para entrar.
6 Donde hay misericordia y discreción, allí no hay superfluidad ni endurecimiento.
(Tomado de Admoniciones XXVII, 1-6)

3.7 La misión

5 Oíd, señores hijos y hermanos míos, y prestad oídos a mis palabras (Hech. 2,14).
6 inclinad el oído (Is. 55,3) de vuestro corazón y obedeced a la voz del Hijo de Dios.
7 Guardad en todo vuestro corazón sus mandamientos y cumplid perfectamente sus
consejos. 8 Confesadlo, porque es bueno, (Sal. 135,1) y ensalzadlo en vuestras obras
(Tob. 13,6): 9 porque por esa razón os ha enviado al mundo entero, para que de palabra
y de obra deis testimonio de su voz y hagáis saber a todos que no hay omnipotente
sino él.
180
10 Perseverad en la disciplina y en la santa obediencia, y lo que le prometisteis con
bueno y firme propósito cumplidlo. 11 Como a hijos se nos ofrece el Señor Dios (Cta.
O 5-11)

3.8 La vida del mundo futuro

Venga a nosotros tu reino: para que tú reines en nosotros por la gracia, y nos hagas
llegar a tu reino, donde la visión de ti es manifiesta, la dilección de ti perfecta, la
compañía de ti bienaventurada, la fruición de ti sempiterna (Par PN 4).

Ante un destino como este, concebido y preparado por “Aquel que nos ha
amado con amor santo, nos ha creado a su imagen y semejanza, nos ha donado
todo el cuerpo, toda el alma, toda la vida, nos ha rescatado y nos salvará por
su sola misericordia, que le queda al hombre sino cantar:

1 Altísimo, omnipotente, buen señor,


Tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición,
2 A ti solo, Altísimo, corresponden,
Y ningún hombre es digno de hacer de ti mención (Cantico del hermano Sol 1-2)

Conclusión:

En nuestro trabajo hemos intentado presentar la visión que Francisco tiene de


Dios y también su visión del hombre. En otras palabras, su teología trinitaria y
su antropología. Hemos intentado entrar en el misterio de aquella pregunta que
Francisco se hizo tantas veces: ¿Quién eres tú, dulcísimo Dios mío? Y ¿Quién
soy yo, gusano vilísimo e inútil siervo tuyo? (Cons. 3).

Finalmente hemos recorrido su itinerario que puede ser también el nuestro.

Tomado de: Francisco Maestro del Espíritu, las líneas fundamentales de la espiritualidad
de San Francisco de Asís. Autor: Thaddée Matura. Adaptada para la OFS, por Fray OFM
Conventual.

181
Lección 28
VIDA DE SANTA CLARA DE ASÍS

CLARA SIGNIFICA: "VIDA TRANSPARENTE"

"El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre” Santa Clara. De sus
cartas: Atiende a la pobreza, la humildad y la caridad de Cristo.

Clara nació en Asís, Italia, en 1193. Su padre, Favarone Offeduccio, era un


caballero rico y poderoso. Su madre, Ortolana, descendiente de familia noble
y feudal, era una mujer muy cristiana, de ardiente piedad y de gran celo por
el Señor. Desde sus primeros años Clara se vio dotada de innumerables
virtudes y aunque su ambiente familiar pedía otra cosa de ella, siempre desde
pequeña fue asidua a la oración y mortificación. Siempre mostró gran
desagrado por las cosas del mundo y gran amor y deseo por crecer cada día
en su vida espiritual.

Ya en ese entonces se oía de los Hermanos Menores, como se les llamaba a


los seguidores de San Francisco. Clara sentía gran compasión y gran amor por
ellos, aunque tenía prohibido verles y hablarles. Ella cuidaba de ellos y les
proveía enviando a una de las criadas. Le llamaba mucho la atención como los
frailes gastaban su tiempo y sus energías cuidando a los leprosos. Todo lo que
ellos eran y hacían le llamaba mucho la atención y se sentía unida de corazón
a ellos y a su visión.

SU LLAMADA Y SU ENCUENTRO CON SAN FRANCISCO; COFUNDADORA


DE LA ORDEN.

La conversión de Clara hacia la vida de plena santidad se efectuó al oír un


sermón de San Francisco de Asís. En 1210, cuando ella tenía 18 años, San
Francisco predicó en la catedral de Asís los sermones de cuaresma e insistió
en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de
las riquezas y bienes materiales. Al oír las palabras: "este es el tiempo
favorable... es el momento... ha llegado el tiempo de dirigirme hacia El que
me habla al corazón desde hace tiempo... es el tiempo de optar, de escoger.”,
sintió una gran confirmación de todo lo que venía experimentando en su
interior.

Durante todo el día y la noche, meditó en aquellas palabras que habían calado
lo más profundo de su corazón. Tomó esa misma noche la decisión de
comunicárselo a Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la detuviera en
responder al llamado del Señor, depositando en El toda su fuerza y entereza.

182
Cuando su corazón comprendió la amargura, el odio, la enemistad y la codicia
que movía a los hombres a la guerra comprendió que esta forma de vida era
como la espada afilada que un día traspasó el corazón de Jesús. No quiso
tener nada que ver con eso, no quiso otro señor más que el que dio la vida
por todos, aquel que se entrega pobremente en la Eucaristía para
alimentarnos diariamente. El que en la oscuridad es la Luz y que todo lo
cambia y todo lo puede, aquel que es puro Amor. Renace en ella un ardiente
amor y un deseo de entregarse a Dios de una manera total y radical.

Clara sabía que el hecho de tomar esta determinación de seguir a Cristo y


sobre todo de entregar su vida a la visión revelada a Francisco, iba a ser
causa de gran oposición familiar, pues el solo hecho de la presencia de los
Hermanos Menores en Asís estaba ya cuestionando la tradicional forma de
vida y las costumbres que mantenían intocables los estratos sociales y sus
privilegios. A los pobres les daba una esperanza de encontrar su dignidad,
mientras que los ricos comprendían que el Evangelio bien vivido exponía por
contraste sus egoísmos a la luz del día. Para Clara el reto era muy grande.
Siendo la primera mujer en seguirle, su vinculación con Francisco podía ser
mal entendida.

Santa Clara se fuga de su casa el 18 de marzo de 1212, un Domingo de


Ramos, empezando así la gran aventura de su vocación. Se sobrepuso a los
obstáculos y al miedo para darle una respuesta concreta al llamado que el
Señor había puesto en su corazón. Llega a la humilde Capilla de la Porciúncula
donde la esperaban Francisco y los demás Hermanos Menores y se consagra
al Señor por manos de Francisco.

EMPIEZAN LAS RENUNCIAS.

De rodillas ante San Francisco, hizo Clara la promesa de renunciar a las


riquezas y comodidades del mundo y de dedicarse a una vida de oración,
pobreza y penitencia. El santo, como primer paso, tomó unas tijeras y le cortó
su larga y hermosa cabellera, y le colocó en la cabeza un sencillo manto, y la
envió a donde unas religiosas que vivían por allí cerca, a que se fuera
preparando para ser una santa religiosa.

Para Santa Clara la humildad es pobreza de espíritu y esta pobreza se


convierte en obediencia, en servicio y en deseos de darse sin límites a los
demás. Días más tardes fue trasladada temporalmente, por seguridad, a las
monjas Benedictinas, ya que su padre, al darse cuenta de su fuga, sale
furioso en su búsqueda con la determinación de llevársela de vuelta al palacio.
Pero la firme convicción de Clara, a pesar de sus cortos años de edad, obligan
finalmente al Caballero Offeduccio a dejarla. Días más tardes, San Francisco,
preocupado por su seguridad dispone trasladarla a otro monasterio de
Benedictinas situado en San Ángelo.
183
Allí la sigue su hermana Inés, quien fue una de las mayores colaboradoras en
la expansión de la Orden y la hija (si se puede decir así) predilecta de Santa
Clara. Le sigue también su prima Pacífica.

SAN DAMIÁN

San Francisco les reconstruye la capilla de San Damián, lugar donde el Señor
había hablado a su corazón diciéndole, "Reconstruye mi Iglesia". Esas
palabras del Señor habían llegado a lo más profundo de su ser y lo llevó al
más grande anonadamiento y abandono en el Señor. Gracias a esa respuesta
de amor, de su gran "Si" al Señor, había dado vida a una gran obra, que hoy
vemos y conocemos como la Comunidad Franciscana, de la cual Santa Clara
se inspiraría y formaría parte crucial, siendo cofundadora con San Francisco
en la Orden de las Clarisas.

Cuando se trasladan las primeras Clarisas a San Damián, San Francisco pone
al frente de la comunidad, como guía de Las Damas Pobres a Santa Clara. Al
principio le costó aceptarlo pues por su gran humildad deseaba ser la última y
ser la servidora, esclava de las esclavas del Señor. Pero acepta y con
verdadero temor asume la carga que se le impone, entiende que es el medio
de renunciar a su libertad y ser verdaderamente esclava. Así se convierte en
la madre amorosa de sus hijas espirituales, siendo fiel custodia y prodigiosa
sanadora de las enfermas.

Desde que fue nombrada Madre de la Orden, ella quiso ser ejemplo vivo de la
visión que trasmitía, pidiendo siempre a sus hijas que todo lo que el Señor
había revelado para la Orden se viviera en plenitud. Siempre atenta a las
necesidades de cada una de sus hijas y revelando su ternura y su atención de
Madre, son recuerdos que aún después de tanto tiempo prevalecen y son el
tesoro más rico de las que hoy son sus hijas, Las Clarisas Pobres.

Sta. Clara acostumbraba tomar los trabajos más difíciles, y servir hasta en lo
mínimo a cada una. Pendiente de los detalles más pequeños y siendo
testimonio de ese corazón de madre y de esa verdadera respuesta al llamado
y responsabilidad que el Señor había puesto en sus manos. Por el testimonio
de las mismas hermanas que convivieron con ella se sabe que muchas veces,
cuando hacía mucho frío, se levantaba a abrigar a sus hijas y a las que eran
más delicadas les cedía su manta. A pesar de ello, Clara lloraba por sentir que
no mortificaba suficiente su cuerpo.

Cuando hacía falta pan para sus hijas, ayunaba sonriente y si el sayal de
alguna de las hermanas lucía más viejo ella lo cambiaba dándole el de ella. Su
vida entera fue una completa dádiva de amor al servicio y a la mortificación.

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Su gran amor al Señor es un ejemplo que debe calar nuestros corazones, su
gran firmeza y decisión por cumplir verdaderamente la voluntad de Dios para
ella. Tenía gran entusiasmo al ejercer toda clase de sacrificios y penitencias.
Su gozo al sufrir por Cristo era algo muy evidente y es, precisamente esto, lo
que la llevó a ser Santa Clara. Este fue el mayor ejemplo que dio a sus hijas.

La humildad brilló grandemente en Santa Clara y una de las más grandes


pruebas de su humildad fue su forma de vida en el convento, siempre
sirviendo con sus enseñanzas, sus cuidados, su protección y su corrección. La
responsabilidad que el Señor había puesto en sus manos no la utilizó para
imponer o para simplemente mandar en el nombre del Señor. Lo que ella
mandaba a sus hijas lo cumplía primero ella misma con toda perfección. Se
exigía más de lo que pedía a sus hermanas.

Hacía los trabajos más costosos y daba amor y protección a cada una de sus
hijas. Buscaba como lavarle los pies a las que llegaban cansadas de mendigar
el sustento diario. Lavaba a las enfermas y no había trabajo que ella
despreciara pues todo lo hacía con sumo amor y con suprema humildad. "En
una ocasión, después de haberle lavado los pies a una de las hermanas, quiso
besarlos. La hermana, resistiendo aquel acto de su fundadora, retiró el pie y
accidentalmente golpeó el rostro a Clara. Pese al moretón y la sangre que
había salido de su nariz, volvió a tomar con ternura el pie de la hermana y lo
besó."

Con su gran pobreza manifestaba su anhelo de no poseer nada más que al


Señor. Y esto lo exigía a todas sus hijas. Para ella la Santa Pobreza era la
reina de la casa. Rechazó toda posesión y renta, y su mayor anhelo era
alcanzar de los Papas el privilegio de la pobreza, que por fin fue otorgado por
el Papa Inocencio III.

Para Santa Clara la pobreza era el camino en donde uno podía alcanzar más
perfectamente esa unión con Cristo. Este amor por la pobreza nacía de la
visión de Cristo pobre, de Cristo Redentor y Rey del mundo, nacido en el
pesebre. Aquel que es el Rey y, sin embargo, no tuvo nada ni exigió nada
terrenal para sí y cuya única posesión era vivir la voluntad del Padre. La
pobreza alcanzada en el pesebre y llevada a su culmen en la Cruz. Cristo
pobre cuyo único deseo fue obedecer y amar.

La vida de Sta. Clara fue una constante lucha por despegarse de todo aquello
que la apartaba del Amor y todo lo que le limitara su corazón de tener como
único y gran amor al Señor y el deseo por la salvación de las almas. La
pobreza la conducía a un verdadero abandono en la Providencia de Dios. Ella,
al igual que San Francisco, veía en la pobreza ese deseo de imitación total a
Jesucristo.

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No como una gran exigencia opresiva sino como la manera y forma de vida
que el Señor les pedía y la manera de mejor proyectar al mundo la verdadera
imagen de Cristo y Su Evangelio.

Siguiendo las enseñanzas y ejemplos de su maestro San Francisco, quiso


Santa Clara que sus conventos no tuvieran riquezas ni rentas de ninguna
clase. Y, aunque muchas veces le ofrecieran regalos de bienes para asegurar
el futuro de sus religiosas, no los quiso aceptar. Al Sumo Pontífice que le
ofrecía unas rentas para su convento le escribió: "Santo padre: le suplico que
me absuelva y me libere de todos mis pecados, pero no me absuelva ni me
libre de la obligación que tengo de ser pobre como lo fue Jesucristo". A
quienes le decían que había que pensar en el futuro, les respondía con
aquellas palabras de Jesús: "Mi Padre celestial que alimenta a las avecillas del
campo, nos sabrá alimentar también a nosotros".

MORTIFICACIÓN DE SU CUERPO.

Si hay algo que sobresale en la vida de Santa Clara es su gran mortificación.


Utilizaba debajo de su túnica, como prenda íntima, un áspero trozo de cuero
de cerdo o de caballo. Su lecho era una cama compuesta de sarmientos
cubiertos con paja, la que se vio obligada a cambiar por obediencia a
Francisco, debido a su enfermedad.

Los ayunos. Siempre vivió una vida austera y comía tan poco que sorprendía
hasta a sus propias hermanas. No se explicaban como podía sostener su
cuerpo. Durante el tiempo de cuaresma, pasaba días sin probar bocado y los
demás días los pasaba a pan y agua. Era exigente con ella misma y todo lo
hacía llena de amor, regocijo y de una entrega total al amor que la consumía
interiormente y su gran anhelo de vivir, servir y desear solamente a su amado
Jesús.

Por su gran severidad en los ayunos, sus hermanas, preocupadas por su


salud, informaron a San Francisco quien intervino con el Obispo ordenándole a
comer, cuando menos diariamente, un pedazo de pan que no fuese menos de
una onza y media.

LA VIDA DE ORACIÓN.

Para Santa Clara la oración era la alegría, la vida; la fuente y manantial de


todas las gracias, tanto para ella como para el mundo entero. La oración es el
fin en la vida Religiosa y su profesión.

Ella acostumbraba pasar varias horas de la noche en oración para abrir su


corazón al Señor y recoger en su silencio las palabras de amor del Señor.

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Muchas veces, en su tiempo de oración, se le podía encontrar cubierta de
lágrimas al sentir el gran gozo de la adoración y de la presencia del Señor en
la Eucaristía, o quizás movida por un gran dolor por los pecados, olvidos y por
las ingratitudes propias y de los hombres.

Se postraba rostro en tierra ante el Señor y, al meditar la pasión las lágrimas


brotaban de lo más íntimo de su corazón. Muchas veces el silencio y soledad
de su oración se vieron invadidos de grandes perturbaciones del demonio.
Pero sus hermanas dan testimonio de que, cuando Clara salía del oratorio, su
semblante irradiaba felicidad y sus palabras eran tan ardientes que movían y
despertaban en ellas ese ardiente celo y encendido amor por el Señor.

Hizo fuertes sacrificios los cuarenta y dos años de su vida consagrada. Cuando
le preguntaban si no se excedía, ella contestaba: Estos excesos son
necesarios para la redención, "Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús en
la Cruz no habría Salvación". Ella añadía: "Hay unos que no rezan ni se
sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de
haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo
hacen. Si no se estableciera ese equilibrio espiritual la tierra sería destrozada
por el maligno". Santa Clara aportó de una manera generosa a este equilibrio.

MILAGROS DE SANTA CLARA SANTA CLARA Y LA EUCARISTÍA ANTE


LOS SARRACENOS.

En 1241 los sarracenos atacaron la ciudad de Asís. Cuando se acercaban a


atacar el convento que está en la falda de la loma, en el exterior de las
murallas de Asís, las monjas se fueron a rezar muy asustadas y Santa Clara
que era extraordinariamente devota al Santísimo Sacramento, tomó en sus
manos la custodia con la hostia consagrada y se les enfrentó a los atacantes.
Ellos experimentaron en ese momento tan terrible oleada de terror que
huyeron despavoridos. En otra ocasión los enemigos atacaban a la ciudad de
Asís y querían destruirla. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el
Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron sin saber por qué.

EL MILAGRO DE LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

Cuando solo tenían un pan para que comieran cincuenta hermanas, Santa
Clara lo bendijo y, rezando todas un Padre Nuestro, partió el pan y envió la
mitad a los hermanos menores y la otra mitad se la repartió a las hermanas.
Aquel pan se multiplicó, dando a basto para que todas comieran. Santa Clara
dijo: "Aquel que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe,
¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?"

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En una de las visitas del Papa al Convento, dándose las doce del día, Santa
Clara invita a comer al Santo Padre, pero el Papa no accedió. Entonces ella le
pide que por favor bendiga los panes para que queden de recuerdo, pero el
Papa respondió: "quiero que seas tú la que bendigas estos panes". Santa
Clara le dice que sería como un irrespeto muy grande de su parte hacer eso
delante del Vicario de Cristo. El Papa, entonces, le ordena bajo el voto de
obediencia que haga la señal de la Cruz. Ella bendijo los panes haciéndole la
señal de la Cruz y al instante quedó la Cruz impresa sobre todos los panes.

LARGA AGONÍA.

Santa Clara estuvo enferma 27 años en el convento de San Damián,


soportando todos los sufrimientos de su enfermedad con paciencia heroica. En
su lecho bordaba, hacía costuras y oraba sin cesar. El Sumo Pontífice la visitó
dos veces y exclamó "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser
perdonado como la que tiene esta santa monjita".

CARDENALES Y OBISPOS IBAN A VISITARLA Y A PEDIRLE SUS


CONSEJOS.

San Francisco ya había muerto, pero tres de los discípulos preferidos del
santo, Fray Junípero, Fray Ángel y Fray León, le leyeron a Clara la Pasión de
Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía: "Desde que me dediqué a
pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los
dolores y sufrimientos no me desaniman, sino que me consuelan".

El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser


religiosa, y dos días después de que su regla sea aprobada por el Papa, se fue
al cielo a recibir su premio. En sus manos, estaba la regla bendita, por la que
ella dio su vida. Cuando el Señor ve que el mundo está tomando rumbos
equivocados o completamente opuestos al Evangelio, levanta mujeres y
hombres para que contrarresten y aplaquen los grandes males con grandes
bienes. Podemos ver claramente en la Orden Franciscana, en su carisma, que
cuando el mundo estaba siendo arrastrado por la opulencia, por la riqueza, las
injusticias sociales etc., suscita en dos jóvenes

de las mejores familias el amor valiente para abrazar el espíritu de pobreza,


como para demostrar de una manera radical el verdadero camino a seguir que
al mismo tiempo deja al descubierto la obra de Satanás, aplastándole la
cabeza. Ellos se convirtieron en signo de contradicción para el mundo y a la
vez, fuente donde el Señor derrama su gracia para que otros reciban de ella.

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El Señor en su gran sabiduría y siendo el buen Pastor que siempre cuida de su
pueblo y de su salvación, nunca nos abandona y manda profetas que con sus
palabras y sus vidas nos recuerdan la verdad y nos muestran el camino de
regreso a Él. Los santos nos revelan nuestros caminos torcidos y nos enseñan
como rectificarlos.

TRAS LOS PASOS DE SANTA CLARA EN ASÍS.

En la Basílica de Sta. Clara encontramos su cuerpo incorrupto y muchas de


sus reliquias. En el convento de San Damián, se recorren los pasillos que ella
recorrió. Se entra al cuarto donde ella pasó muchos años de su vida acostada,
se observa la ventana por donde veía a sus hijas.

También se conservan el oratorio, la capilla, y la ventana por donde expulsó a


los sarracenos con el poder de la Eucaristía. Hoy las religiosas Clarisas son
aproximadamente 18.000 en 1.248 conventos en el mundo.

Este manual nace de la experiencia de formación de un hermano de la


OFS, en los últimos 20 años. Experiencia vivida con la ayuda de toda
la Familia Franciscana, en diversos tiempos y espacios.

José Luis Tzirin Zapeta - OFS

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