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Este manual contiene los temas esenciales que todo candidato a la Orden debe
conocer y asumir, para que la relación con la Santa Madre Iglesia, sea la base
para nuestra formación, como lo indican las Constituciones:
Fraternalmente,
Consejo Nacional de la Orden Franciscana Seglar de Guatemala
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Contenido
La Formación en Cristo desde la Espiritualidad Franciscana ............................................................4
Lección 1: La Vocación como llamada de Dios .........................................................................................8
Lección 2: El Camino Vocacional en la OFS ...........................................................................................13
Lección 3: Madurez Humana y Cristiana; base para la santidad………………………………………….…….….19
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Elementos Fundamentales del Franciscanismo
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1. La formación en Cristo desde la Espiritualidad Franciscana
Características de la Formación Cristiana y la Formación Franciscana
Necesitamos conversión del corazón, conocer, amar y vivir lo que nos dice
nuestra Regla. Debemos ir por un camino de continua conversión. La formación
en la actualidad debe llegar al corazón y transformar nuestras vidas – como
formadores debemos ayudar a que los hermanos establezcan una verdadera
relación personal con Jesucristo, estar verdaderamente convertidos a través de
la oración y los Sacramentos. Jesús no elige a los sabios para llevar la buena
nueva del Evangelio, elige a los humildes y sencillos, que se convertirán en los
evangelizadores, en los formadores, pero para esto necesitarán estar
convencidos y convertidos, conocer bien a Jesús.
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Por eso la formación hoy, debe ser transmisión viva y urgente:
La Formación Franciscana:
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Los Pilares de la Formación Cristiana y Franciscana
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Algunas sugerencias para los formadores:
Paz y Bien
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Lección 1
La Vocación como llamada de Dios
El llamado de Dios es la señal más clara del diálogo del Creador con el
hombre. ¿Cuántos perciben su voz?, ¿cómo identificar su mensaje?
La Vocación
Cada uno es llamado a hacer algo en su vida. Si una persona decide ponerse
al servicio de una causa más importante que sus solas preferencias
personales, se dice que responde a una vocación.
Para los cristianos, la llamada viene de Dios, de la Palabra de Cristo que invita
a seguirle y a ser testigos en el mundo y en la historia. Todo cristiano- por su
bautismo- está llamado a hacer de su vida una respuesta y un servicio. La
vocación cristiana es una orientación profunda de su vida y que el creyente
descubre como un don de Dios y una llamada de la Iglesia.
Las maneras de servir son múltiples según los tiempos y los lugares y la
formas de llevarla a cabo. Cualquiera que sea nuestra vocación, somos
llamados a la santidad, a participar en la plenitud del amor de Dios, a amar y
a ser feliz y hacer felices a los demás.
La santidad es una llamada universal dirigida por Dios a todos los bautizados.
Esta vocación se recibe en el seno de un pueblo, llamado también por Dios en
el transcurso de la historia. La santidad es una gracia ya dada que es preciso
hacer fructificar con todos los esfuerzos que hacemos para engrandecerla con
la fe y la caridad. Entre los cristianos, algunos son llamados a consagrar su
vida con un don total a Dios y al servicio de una misión como sacerdote,
diácono, religioso o religiosa, laico consagrado... Es lo que se llama también
vocaciones específicas o vocaciones particulares, como la OFS.
En la Iglesia católica, el Servicio de las Vocaciones tiene por misión llamar a
cada uno a que su vida se convierta en respuesta específica a la llamada de
Dios, a despertar, mantener y ayudar al discernimiento de las personas que
se plantean la cuestión de una vocación particular (sacerdotes, diáconos,
misioneros, religiosos, religiosas y laicos consagrados).
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Toda llamada, a la vocación que sea, tiene como origen Dios y como fin la
realización de la persona dentro de los marcos en los cuales se puede realizar
mejor su afán de ser feliz y hacer felices a los demás.
BONDAD EXIGENTE
Jesús responde con bastante viveza: - ¿"Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno sino solo Dios". El Maestro resfría el entusiasmo del joven porque su
punto de vista es inadecuado. Sin duda el joven esperaba que la bondad de
Cristo fuera menos exigente y más accesible que la de Dios. Jesús lo
desengaña afirmándole que su bondad es idéntica a la de Dios, con las
mismas exigencias y en particular que nada se quita a los mandamientos de
la antigua ley.
El error del joven no consiste en dejarse llevar del entusiasmo, son más bien
en una falsa esperanza, en contar que por razón de su bondad, Cristo lo
dirigiría a la vida eterna, sin exigirle mucho, sin pedirle renunciamientos ni
sacrificios. Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a
los llamados.
LA MIRADA DE CARIÑO
Cuando el joven declaró haber cumplido los mandamientos, Cristo quiso
señalarle un camino más alto. Pero antes de hablarle le dirige una mirada de
amor, mirada que llamo la atención de los testigos de esta escena. San
Marcos lo dice claramente: "Jesús fijó su mirada sobre él y lo amó".
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En otros lugares del Santo Evangelio leemos que Jesús amaba a ciertas
personas como Lázaro, Marta y María, o a Juan, "el discípulo que Jesús
amaba". Aquí el Evangelista escribe: "Jesús lo amó". Es un amor que surgió
en ese momento y que vieron pasar por los ojos del Maestro. Es pues, un
amor muy especial, el que acompaña el llamamiento.
AMOR GRATUITO
Al leer por primera vez el texto, se pudiera tener la impresión que el amor de
Cristo fue atraído por el hecho de que el joven había cumplido los
mandamientos desde chico. Si hubiera sido así, este sería un amor de
agradecimiento y de aprobación, una recompensa por la fidelidad del joven.
"Una sola cosa te hace falta" le dice Cristo. Esta sola cosa tiene una
importancia capital, aunque no sea un mandamiento. Según el Evangelio de
San Mateo, Jesús dijo: "Si quieres ser perfecto"... Subraya que no se trata de
un camino para practicar lo mínimo indispensable para la amistad con Dios,
sino para conquistar la perfección. Este sentido estricto, este camino no es
obligatorio: se propone a los que libremente quieren obligarse: "Si tú
quieres..."
Después se llamó a este camino la vía de los consejos, para distinguirlo de la
vía de los preceptos, por cuanto llama más a la libertad personal y porque no
es necesario para la salvación. El llamado a la vocación no se impone bajo
pena de pecado. Viene de un amor especial de Cristo, que reclama una mayor
espontaneidad de amor, una decisión más libre, y quiere suscitar el deseo de
una generosidad que vaya más allá de lo prescrito.
LLAMADO A LA POBREZA
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Tal es la exigencia de la vocación. El llamamiento pone frente a una opción,
como al joven del Evangelio; permanecer apegados a los bienes de la tierra, o
entregarse a Cristo renunciando a estos bienes, como lo vivió San Francisco
de Asís al despojarse de los bienes materiales y vivir la pobreza de Cristo.
EL RECHAZO
"Se fue triste". Se le vio dar la espalda a Jesús y se fue hacia sus bienes. La
opción que hizo no lo hace feliz. Está triste porque Dios es la única fuente de
felicidad: el que se aleja del Señor para gozar de los bienes de este mundo,
solo cosecha la tristeza. El joven rechazó la más grande de las gracias que le
era ofrecida. Permanece como ejemplo del "No" dicho a la vocación, "No" que
se opone a la mirada de amor de Cristo.
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Lección 2 – Introducirlo con el canto “Evangelio Viviente”
«¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y has
prevalecido!» (Jer 20,7).
Para la reflexión
Llegar a ser Franciscanos Seglares es, y debe ser, sólo el fruto de una
auténtica vocación.
CARACTERÍSTICAS DE LA VOCACIÓN
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TEOLOGÍA DE LA VOCACIÓN
Somos llamados, por lo tanto, a salir del pensamiento de Dios (en el que
estamos desde la eternidad), para existir por nosotros mismos, en la plena
conciencia, libre y subjetiva, del ser.
DIOS NOS LLAMA A LA VIDA para poder existir como otro distinto de Dios,
para tomar conciencia de nosotros mismos.
“…y vuestra elección”. Somos llamados, pero somos también elegidos, cada
uno de nosotros, para un proyecto particular. A cada Vocación corresponde
un Proyecto de Dios, para sí mismo y a favor de los demás.
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Dios se revela de muchas maneras para permitirnos conocerlo y aceptarlo, y
cumplir, en la libertad de los hijos de Dios, su designio, su proyecto sobre
nosotros. Sólo a través de nuestra libre unión a su proyecto, acogiendo y
respondiendo a su amor y a su gracia, Él nos permite compartir su misma
vida.
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En la Iglesia, todos los bautizados deben responder a las expectativas de
Dios, en razón de su personal vocación: ellos realizan su propio proyecto
existencial de vida (de iniciativa divina), en razón de las fuerzas espirituales
de las que disponen, según el don que han recibido.
“El don del Espíritu hace actual y posible para todos, el mandato antiguo de
Dios a su pueblo: «Sed santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo»
(Lev 19, 2). Llegar a ser santos parece una meta ardua, reservada a personas
completamente excepcionales, o destinada a quien quiera permanecer ajeno a
la vida y a la cultura de su tiempo. Sin embargo, llegar a ser santos es un
don y una tarea arraigados en el Bautismo y en la Confirmación,
encomendados a todos en la Iglesia, en todo tiempo. Es don y tarea de
los laicos, de los religiosos y de los ministros sagrados, en el ámbito privado y
en el público, en la vida de cada uno y en la de las familias y comunidades.
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VOCACIÓN COMO DISPONIBILIDAD TOTAL
La vocación viene de Dios, por tanto, debe ser orientada a Él. El único
modo con el que el hombre puede corresponder al Dios que se revela, es el de
la plena e ilimitada disponibilidad para todo lo que Dios quiera usar de
aquel que llamó. La Vocación exige toda la vida del hombre y requiere una
respuesta total.
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Para comprender, por lo tanto, si tenemos una verdadera VOCACIÓN
FRANCISCANA es esencial conocer a San Francisco, confrontarse con él.
Hay que salir de lo genérico, del romanticismo y del sentimentalismo
y confrontarse existencialmente con el proyecto de Francisco para
comprender si nuestro propio proyecto va en esa dirección.
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Lección 3
Madurez humana y cristiana, base para la santidad
La falta de madurez es causa de inestabilidad y frustración en la vida
Hecha la opción fundamental, el siguiente paso es ser coherente con ella, pero
el hombre como imagen de Dios difuminada por el pecado debe trabajar toda
su vida para adquirir esta coherencia.
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Ahora bien, éste trabajo de identificación con la opción por Dios y por la vida
virtuosa necesita como plataforma y cimiento de construcción, la madurez
humana.
La madurez no es una cualidad única, sino una virtud formada por muchos y
variados aspectos. Es una gama de actitudes ante la vida. El Vaticano II
describe así estas cualidades: estabilidad de espíritu; capacidad para
tomar decisiones prudentes; y rectitud en el modo de juzgar sobre los
acontecimientos y los hombres.
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Ideas equivocadas sobre la madurez humana
Estas son algunas ideas equivocadas sobre la madurez que pueden tener
nuestros hermanos y hermanas y que es necesario que mediante nuestra
labor se vayan clarificando. Para algunos la madurez consiste en llegar a una
edad en la que se puede hacer todo lo que se quiera, sin límite.
El error fundamental en estos casos, es que se tiene una sola idea de lo que
es la madurez. Quienes así piensan se preocupan más de lo que se puede
hacer que del por qué hacerlo. Ser maduro es mucho más que poder realizar
ciertos actos considerados maduros. En realidad, lo importante es que la
persona que llega a esta edad sepa no solamente lo que puede hacer, sino por
qué y en función de qué puede hacerlo.
El uso de las cosas tiene que estar determinado por un fin que el mismo
hombre pone, y no viceversa. El hombre no toma cualquier carretera por el
mero hecho de tener un vehículo o carro. Para saber qué carretera tomar, es
preciso tener una idea de dónde quiere ir. Por eso, es necesario que una
persona tenga claro un objetivo de lo que se pretende en la vida, lo cual
determinará el uso de los medios que tiene.
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3. Una persona madura se comporta según la autonomía de la propia
conciencia personal, es decir, según los dictámenes de una conciencia
rectamente formada a la luz de la ley natural y de la fe en Dios. El
hombre maduro es capaz de sacar de su interior juicios rectos sobre los
acontecimientos y los hombres. Es el que no depende de los criterios de moda
o las ideas llamativas que pululan a su alrededor, desde los grandes
acontecimientos hasta las cosas normales y cotidianas.
Estos son algunos de los rasgos más destacados de lo que hemos llamado la
personalidad madura, podemos decir en resumen que la persona madura es la
que ha aceptado su vida, ha hecho una opción fundamental correcta y es fiel
a la misma. Aquella que ha adquirido un control emotivo y no es esclava de
sus sentimientos y pasiones, que viene en una actitud de apertura a los
demás y sobre todo en una entrega desinteresada y servicial al prójimo.
Esta persona vive en paz y serenidad, firme en sus opciones, coherente con
sus determinaciones. Para el cristiano maduro, el único fin en la vida es Dios,
las demás cosas son sólo medios para alcanzar su fin.
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La Formación de la Madurez Humana
Conócete
El que quiere formarse bien según un ideal elegido tiene que prestar una
atención cuidadosa y tenaz para conocerse a sí mismo a fondo. Conocerse
significa tener una visión integral de sí mismo que abarca todas las facultades
enfatizando sobre todo el conocimiento del propio temperamento, la
emotividad, el grado de actividad, la resonancia y la capacidad de reflexión.
Está claro que los temperamentos son diversos, por eso cada uno lleva su
propio bagaje de cualidades o defectos y de valores por descubrir. Hay que
conocerlos, no sólo a través de una reflexión serena, sino también con la
ayuda de los demás, escuchando con objetividad lo que dicen. Ciertamente
este conocimiento no se logra en un día ni en un año. Es preciso formar,
entonces, el hábito del autoanálisis y la apertura a las sugerencias y ayudas
de los demás, aunque a veces no sean muy agradables. Pídele a Dios, a
través de la oración que te ayude a ver tus defectos y la fuerza para
superarlos.
Acéptate
Supérate
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Este es el verdadero sentido de la responsabilidad: querer guiar la propia
vida, en todos sus detalles, según los preceptos de aquél en quien se tiene
puesta la confianza (cf. 2 Tm 1,12).
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Siendo un principio cristiano formar hombres dotados lo más completamente
posible en las virtudes y valores humanos, hay que trabajar con esfuerzo para
obtener un desarrollo humano integral que sirva de base sólida a la acción
sobrenatural de la gracia. Para lograr esa formación humana, debemos esforzarnos
por alcanzar: el conocimiento real y objetivo de sí mismos, de nuestras
posibilidades y limitaciones; la aceptación de sí mismos, que permita trabajar con
realismo y serenidad en la propia superación; el orden recto entre el mundo
instintivo, los sentimientos y emociones, y las facultades superiores de la
inteligencia y de la voluntad; un carácter recio y una voluntad iluminada por la luz
de la razón y de la fe, clara en sus objetivos y tenaz y decidida para conseguirlos;
una conciencia rectamente formada.
Madurez Intelectual
1. ¿Me preocupo por cultivar mi inteligencia? ¿Estudio y me capacito para
superarme?
2. ¿Soy capaz de analizar las situaciones, los problemas? ¿Doy pronta solución?
¿Acepto las consecuencias de mis decisiones?
3. ¿Soy capaz de pedir consejo? ¿O creo que tengo todas las respuestas? ¿Recurro
a personas que realmente pueden orientarme cuando lo necesito?
4. ¿Resisto los embates del medio ambiente, manteniéndome firme en mis
principios? ¿Defiendo la institución del matrimonio, la familia, el derecho a la vida,
los derechos humanos?
5. ¿Mi actitud es firme y receptiva a la vez? ¿O soy inflexible e incapaz de escuchar
y tomar en cuenta otras ideas?
6. ¿Me preocupo y pongo los medios necesarios para adquirir una formación
intelectual adecuada a las necesidades de mi estado de vida?
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Madurez Moral
1. ¿Cómo es mi conciencia? ¿es recta, delicada, exigente? ¿O he permitido que se
vuelva débil y confusa?
2. ¿Me preocupo por formar mi conciencia? ¿Conozco los principios morales
cristianos? ¿Consulto cuando tengo duda?
3. ¿Permito que el medio ambiente o lo que está de moda influya en mis criterios?
¿Me hago para atrás por comodidad, conveniencia, respeto humano?
4. ¿Aplico mis criterios morales en mi vida diaria?
5. ¿Hay contradicción en mi vida entre lo que soy, lo que debo ser y lo que quisiera
ser? ¿Por qué?
6. ¿Soy sensible a la miseria que encuentro en el mundo? ¿Agradezco a Dios todo lo
recibido y estoy consciente de que algún día rendiré cuentas de todo lo recibido?
¿Promuevo con acciones concretas los valores cristianos?
Madurez Religiosa
1. ¿Son mis criterios los de Jesucristo? ¿Es la norma de mi vida cumplir su
voluntad? ¿es él el sentido de mi vida?
2. ¿Conozco las enseñanzas de la Iglesia? ¿Estoy al tanto de sus directrices y las
obedezco?
3. ¿Vivo la realidad de ser parte del cuerpo místico de Cristo con responsabilidad,
entrega y generosidad?
4. ¿Conozco la doctrina social de la Iglesia? ¿La aplico a los diferentes campos en
que me desenvuelvo? ¿Procuro difundirla?
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Oración: “Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, concédenos por ti
mismo a nosotros, miserables, hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre
lo que te agrada, a fin de que, interiormente purgados, iluminados interiormente y
encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado
Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en
perfecta Trinidad y simple Unidad vives y reinas y estás revestido de gloria, Dios
omnipotente, por todos los siglos de los siglos. Amén”.
Estas son las preguntas que debemos hacernos para saber si tengo madurez
humana, para asumir un compromiso en la OFS, una vocación específica, un camino
y una meta. Estas son necesarias, para no fracasar.
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Lección 4 – Curso básico de la Sagrada Escritura
1a. Sesión. Inicio al estudio de la Biblia
Cómo se divide. Libros del Antiguo y Nuevo Testamento.
Biblia es una palabra griega que significa libros. Proviene de una ciudad
llamada Biblios, donde se fabricaba el papiro para hacer libros. Hoy día, Biblia
significa el Libro Santo escrito por hombres, bajo la inspiración y dirección de
Dios. No es un solo libro, sino una colección de Libros Sagrados, que narran la
historia de la Salvación, es decir, todo el esfuerzo de Dios para salvarnos,
para atraernos a Él y formar con Él una comunión de vida y de amor.
Tampoco fue escrita por un solo autor, ni en un solo lugar. La Biblia es el fruto
de siglos de reflexión, predicación y vida religiosa. No es pues un libro como
los otros, sino una biblioteca, una colección de libros religiosos. Por eso se le
da diversos nombres: Biblia, Libros Sagrados, Antiguo y Nuevo Testamento,
Palabra de Dios, etc.
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Por eso, la Biblia nos enseña a hacer el bien y a evitar el mal. A hacer el bien,
que gusta a Dios; y a evitar el mal que le hiere y le pone triste.
Estos dos Testamentos no son independientes uno del otro, sino que el
antiguo es preparación para el nuevo y ambos están estrechamente unidos.
Ambas Alianzas constituyen la historia de la salvación, en la cual Dios
interviene con sus palabras y con sus obras en la vida de los hombres para
llevar a cabo su plan.
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Josué: historia de cómo los israelitas, con la ayuda especialísima de Dios, se
apoderaron de la Tierra Prometida.
Jueces: narración de los hechos famosos de los primeros jefes que tuvieron
los israelitas, durante 300 años.
Los Profetas: escritos que anuncian los premios que Dios dará a los buenos
y los castigos que se autoinfligen quienes desobedezcan a Dios.
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5. ¿Y los libros del Nuevo Testamento?
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8. ¿Qué conclusiones podemos sacar de lo que hemos hablado en esta
introducción?
Primera conclusión: la Biblia es más que un libro, es Dios quien nos habla.
Para oírlo necesitamos fe y así creer en Él; debemos abrirle nuestro corazón e
inteligencia; esperanza, para estar ciertos de que sólo siguiendo su voluntad y
aceptando las invitaciones que nos hace el Espíritu Santo podemos ser
verdaderamente felices; y caridad, para ser generosos y dar los frutos que
Dios espera de nosotros.
Tercera conclusión: Dios nos escucha y nos habla siempre porque somos
suyos, nos ama y formamos parte de su plan de salvación.
1. ¿Creen ustedes que Dios nos ha dejado su Palabra para que la estudiemos
como se estudia cualquier otro libro?
ORACIÓN
Señor, tú nos dijiste: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”; nosotros te queremos seguir y
conocer a través del conocimiento de las Sagradas Escrituras, concédenos luz
para entender lo que a través de ellas tú nos quieres decir. Amén.
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Lección 5 - Curso de La Biblia
I. INTRODUCCIÓN
Todo libro tiene su autor. Y según como sea el autor así será el libro. Cabe
preguntarnos: ¿quién escribió este maravilloso libro de la Biblia?
- Muy bien, dijo la mujer. Así pasa con la Biblia: la mejor prueba de que es
Palabra de Dios es que ese Libro me da luz, pues me ilumina lo que debo
hacer; y me da calor, pues me anima a amar a Dios y al prójimo.
Esa es la prueba de que la Biblia sí viene de Dios: ese libro hace milagros de
iluminación y de cambio a quien lo lee. Pero Dios se sirvió de instrumentos
humanos para llevar su Palabra. A estos instrumentos los iluminó, y les
respetó su estilo y su temperamento, su cultura y su personalidad, y hasta el
sello de la clase social a la que pertenecían.
IV. PROPUESTA: La Sagrada Biblia tiene como autor a Dios, pero fue
redactada por profetas, sabios, poetas y apóstoles, durante catorce siglos.
Estos redactores fueron dirigidos e inspirados por Dios para que no escribieran
ningún error espiritual. Los redactores más famosos de la Sagrada Biblia
fueron: Moisés, el rey David, los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel;
en el Antiguo Testamento. Y en el Nuevo Testamento, los cuatro evangelistas,
Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y el apóstol san Pablo.
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V. EXPLICACIÓN DE LA PROPUESTA
El autor de la Biblia es Dios, pero Dios se sirvió de unos instrumentos que sólo
escribían lo que Dios les inspiraba, pero respetándoles su modo de ser, su
temperamento y su condición social.
Dijimos que Dios respetó a los escritores sagrados, influidos por las
costumbres y cultura de los países en los que vivían, dejando huella de su
estilo, temperamento, personalidad e incluso de la clase social a la que
pertenecían o el oficio que desempeñaban; así, por ejemplo, san Pablo
muestra su temperamento impetuoso, san Juan, místico y sereno; san
Marcos, detallista; Lucas, como buen médico, nos revela a un Jesús lleno de
misericordia, etc.
La mayor parte de los autores del Antiguo Testamento son desconocidos para
nosotros; cosa comprensible ya que la literatura antigua era anónima, pues
las composiciones, tanto orales como escritas, pertenecían a la comunidad y
no a los individuos. Muchos escritores además se basaron en la tradición oral,
que ampliaban, por lo que algunas obras se atribuyen a aquel autor que más
haya influido en ella. Así ocurre, por ejemplo, con el Pentateuco que se
atribuye a Moisés siendo que él es sólo autor de su núcleo fundamental.
La Biblia antes de ser escrita fue una enseñanza oral. Su redacción se debe a
tradiciones y hechos históricos que pasaban de generación en generación
desde tiempos muy antiguos. Nosotros estamos acostumbrados a leer y
escribir y no comprendemos fácilmente el mundo oriental antiguo, en donde
no se escribía, sino que sólo se memorizaba. Esta transmisión oral se
facilitaba porque se hacía en verso, con cierta cadencia musical que ayudaba
a recordarla.
Más tarde, estos autores sagrados la escribieron en cueros de res: largas tiras
de cuero llamadas “pergaminos”, que se enrollaban en dos cilindros de
madera. Cada rollo era un libro. Se escribían con plumas de ave, untadas en
tinta. También se escribieron las antiguas Biblias en “papiros” que eran
láminas sacadas de una planta egipcia llamada papiro.
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Más tarde vinieron los códices, que son manuscritos muy antiguos que
contienen textos de la Biblia. Hay en el mundo más de 1.140 manuscritos
bíblicos. Varios de estos códices son del siglo cuarto. Los más famosos están
en el Vaticano, en Jerusalén y en Londres. En 1859 el sabio alemán
Tishendorf encontró en un antiquísimo monasterio del Monte Sinaí unos
pergaminos magníficamente escritos donde está todo el Nuevo Testamento y
gran parte del Antiguo. Son 346 páginas escritas con pluma, hace 16 siglos,
en mayúsculas todo, sin puntos ni comas. Es el famoso “Códice Sinaítico”.
Tres son los idiomas en que se escribió la Biblia: hebreo, arameo y griego.
Casi todo el Antiguo Testamento fue escrito en hebreo, que era la lengua
propia de Israel. Sin embargo, más tarde el arameo suplantó al hebreo,
siendo un dialecto de éste en el que Jesús hablaba a su pueblo. Finalmente,
en griego se escribieron algunos libros del Antiguo Testamento y todos los del
Nuevo, exceptuando el evangelio de san Mateo, que se escribió en arameo.
La lengua semita (hebreo y arameo) usa mucho las imágenes. Por eso
encontramos en la Biblia imágenes como, por ejemplo, el fruto del árbol del
paraíso, la creación de Eva de la costilla de Adán, la fuerza en el cabello de
Sansón, la ballena que se tragó a Jonás, etc. Lo importante es fijarnos, sobre
todo, en el fondo, es decir, en el mensaje que encierra ese ropaje literario o
ese hecho narrado o esa poesía hermosa.
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Ley: textos que recogían normas y costumbres por las que se regía el pueblo
(Levítico).
VI. CONCLUSIÓN
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VII. ORACIÓN
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Lección 6 - Curso de La Biblia
I. INTRODUCCIÓN
Por lo mismo debemos leer la Biblia con el mismo espíritu con que fue escrito.
Debemos recordar que San Francisco de Asís, tenía una profunda reverencia
hacia la Palabra de Dios, a través de ella Dios lo llama y le da su misión. San
Francisco se inspiró en ellas para delinear su espiritualidad.
IV. PROPUESTA: A la Biblia hay que acercarse con los pies descalzos, con el
corazón abierto y con la voluntad disponible para escuchar a Dios y
encontrarnos con Él. Su Palabra es luz para nuestros pasos, Alimento para
nuestra alma y Camino de salvación.
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V. EXPLICACIÓN DE LA PROPUESTA:
a) Actitud literaria
b) Actitud crítica
c) Actitud histórica
d) Actitud religiosa
Capta en la Biblia el mensaje de Dios para llevarlo a la vida. Esta debería ser
la actitud más importante a la hora de acercarnos a la Biblia. No debemos
olvidar que es un libro religioso. “Todo lo que en ellas se contiene ha sido
escrito para nuestra enseñanza” (Rm 15,4). Y esta actitud requiere de
profunda fe, de humildad sincera y de apertura total. Es Dios mismo quien
nos habla, porque quiere entrar en comunión con nosotros y hacernos
partícipes de su amor.
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2.Verdaderas disposiciones para la lectura de la Biblia
Ten la seguridad de que la Palabra de Dios bien recibida, te irá limpiando por
dentro y te podrá salvar. Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes están limpios
por la Palabra que han oído” (Jn 15,3). Y el apóstol Santiago: “Reciban la
Palabra de Dios plantada en ustedes. Ella es poderosa para salvar sus
almas” (1, 21).
Los primeros cristianos tenían una gran veneración a la Biblia. Por eso,
copiaban capítulos enteros de su puño y letra, y los llevaban consigo, y, al
morir, los familiares los depositaban sobre su pecho. En el Concilio Vaticano II
se entronizaba la Biblia solemnemente todos los días, antes de dar comienzo
a las sesiones. En muchas parroquias y en hogares cristianos la Biblia está
entronizada en un lugar importante y destacado. Y antes de salir de casa, la
besan. Y al volver a casa, vuelven a besarla.
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d) Con espíritu de oración
La Biblia hay que leerla de rodillas. ¡Cuántos libros de la Biblia se prestan para
orar y meditar, por ejemplo, el libro de los Salmos2 ! El Concilio Vaticano II
nos dice: “Recuerden que a la lectura de la Biblia deben acompañar la oración
para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues a Dios hablamos
cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus Palabras” (Dei
Verbum, 25).
Y en otro lugar dice: “La necesidad de que los cristianos tengan pleno acceso
a las Sagradas Escrituras” (Dei Verbum 22). E insiste en la necesidad de que
los cristianos encuentren en la Biblia la fuente principal de su oración y de su
vida religiosa (cf. Dei Verbum n. 25).
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d) Saca una aplicación personal: ¿qué mensaje me da a mí el Señor con estas
palabras? ¿Qué me quiere decir con esto el Señor a mí, hoy, en esta situación
personal, familiar, espiritual en que me encuentro?
e) Formula un compromiso o propósito: piensa delante del Señor cómo
podrás cumplir hoy lo que Él te enseña en lo que has leído.
f) Conversa con Dios y pídele la fuerza de ser fiel a lo que has prometido.
Termina tu lectura agradeciendo al Señor, con una oración.
a) San Jerónimo: escribiendo a una madre llamada Lea para que aconseje a
su nieta le dice: “Cerciórate de que cada día estudie algún pasaje de la
Escritura...Deberás primero aprender el libro de los Salmos, que son fáciles
para orar y reflexionar con Dios. Luego puede buscar una regla de vida en
los Proverbios. El Eclesiastés le enseñará a despreciar los bienes de este
mundo. Job le dará un modelo de fuerza y paciencia. Pasará enseguida a
los Evangelios, que deberá tener siempre entre sus manos. Luego leerá
los Hechos y las Epístolas de Pablo y de los otros apóstoles. Después
aprenderá los Profetas, el Pentateuco, y los libros históricos, acabando
con el Apocalipsis y el Cantar de los Cantares”.
VI. CONCLUSIÓN
La Iglesia nos va educando para que entendamos mejor la Biblia. Y lo hace a
través de la liturgia o acciones sagradas donde se celebran los misterios de
nuestra fe. Por eso, la liturgia nos llevará a la Biblia. Prácticamente todos los
símbolos que emplea la Iglesia la toma de la Biblia: el fuego, el agua, el pan.
Conozcamos la Biblia para vivir mejor la Liturgia.
VII. ORACIÓN
Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a escuchar tu palabra con
corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerte. En Ti está la luz y
la salvación. Amén.
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Lección 7 - Curso de La Biblia
INTRODUCCIÓN
Hay dos textos en la Sagrada Escritura que nos servirán de hilo conductor:
“La profecía no ha sido jamás proferida por humana voluntad, sino que
llevados por el Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios” (2 Pe
1, 21).
Dios sale al encuentro de los hombres con infinito amor, pero lo hace de modo
progresivo, revelándose primero a Moisés, después a los Profetas y después
por su Hijo y por los Apóstoles. Al querer Dios que su divina Palabra quedase
por escrito, tenía que intervenir eficazmente. Y lo hizo escogiendo a unos
hombres, a quienes iluminó su inteligencia y movió su voluntad.
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IV. TESIS O PROPUESTA:
Al influjo sobrenatural de Dios sobre la inteligencia y voluntad de cada uno de
los escritores sagrados se llama INSPIRACIÓN. Dios no sólo hizo y habló,
sino que quiso que sus palabras llegaran frescas y vivas a sus hijos de todos
los tiempos y para ello inspiró a unos hombres para que escribieran su
mensaje de salvación. Todo este mensaje de Dios se contiene en la Biblia. Por
tanto, la Biblia tiene como autor principal a Dios Espíritu Santo, pero se sirvió
de unos autores a quienes inspiró, iluminándoles el entendimiento para que
comprendieran lo que Dios quería decirles, moviéndoles la voluntad para que
escribieran todo y sólo lo que Dios quería decirles y cuidándoles para que no
se equivocaran, en lo concerniente al conocimiento de Dios y a nuestra
salvación eterna. En los libros canónicos se halla toda la verdad que el
hombre necesita para salvarse, y por ello están exentos de todo error relativo
a la salvación y al designio salvífico de Dios.
1. ¿Qué es inspiración?
Inspiración bíblica quiere decir que todos los libros de la Biblia fueron escritos
bajo el directo influjo y asistencia del Espíritu Santo. Por eso la Biblia tiene
como autor al mismo Dios.
Dios se sirvió, para escribirla, de algunos hombres santos, que se han llamado
“escritores sagrados”. Para entender la acción de Dios sobre el escritor
sagrado se suele comparar a la de un jefe que manda a su secretaria a
escribir dándole las ideas. Pongamos otro ejemplo: Manuel es un joven que
quiere mucho a su novia, Juanita. Un día quiere mandarle una carta, pero él
no sabe escribir. Entonces va donde su amigo José y le dice: “Ayúdame a
escribir una carta a mi novia, Juanita. Dile que la quiero mucho, que pienso
en ella cada día, que estoy triste por su enfermedad y que la semana que
viene iré a visitarla”. José toma un lápiz y va escribiendo todo lo que le ha
dicho Manuel, respetando las ideas de Manuel, pero con palabras y estilo
propio de José. Cuando termina de escribir, José lee la carta y Manuel está
conforme y la firma. Cuando Juanita recibe la carta y la lee, se emociona
muchísimo y la guarda diciendo: “Es la carta de Manuel”. A nadie se le
ocurrirá decir que esa carta es de José, aunque haya sido el mismo José quien
la escribió materialmente.
44
Algo así hizo Dios cuando quiso contarnos sus secretos. Nos fue escribiendo
“sus cartas”, donde expresa su Amor por los hombres; y lo hizo sirviéndose
de unos escribanos, a lo largo del tiempo, los cuales escribieron según su
manera de ser, según los conocimientos de su tiempo, según sus
capacidades, y su manera de escribir. Pero las ideas y el mensaje es de Dios,
no de los escribanos.
Podemos decir, entonces, que la Biblia tiene dos autores: el autor principal es
el Espíritu Santo, y los autores secundarios son los hombres de quienes Dios
se sirvió para escribir cada uno de los 73 libros de la Biblia. Por eso decimos
que los libros de la Biblia son “inspirados”.
45
Este lenguaje, de un país y de un tiempo tan antiguo, es lejano a nosotros en
un primer momento, y exige una preparación adecuada para poderlo entender
aquí y ahora, para nosotros. Por eso, la Iglesia invita a los cristianos a
desconfiar de una interpretación individual y a atenerse a la interpretación de
la misma Iglesia, a quien ha sido confiada la verdad de la Palabra de Dios.
2. Consecuencias de la Inspiración
46
Estos son los principios fundantes de la verdad bíblica:
3. ¿Qué es la Revelación?
Es la manifestación por la que Dios hace conocer a los hombres verdades que
por sí mismos serían incapaces de conocer. Literalmente revelación quiere
decir quitar el velo que oculta algo. Entre estas verdades está la verdad
profunda de la Creación, la verdad de la Santísima Trinidad, las relaciones
entre Dios y el hombre a través de la gracia que nos capacita para hablar con
Dios y entrar en diálogo amoroso con Él, Dios como Padre lleno de
misericordia, el destino del hombre a unirse a Dios en el cielo, las
postrimerías o novísimos. Dios se ha revelado, ha hablado para que lo
conozcamos. Y el único motivo ha sido el amor a nosotros, el querer compartir
con nosotros su vida divina y trinitaria.
47
transmitida de boca en boca. El concilio Vaticano II lo dice bellamente así: “La
revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por
escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, fiel a la
fe de los apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo
Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que
escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como
tales han sido confiados a la Iglesia” (Dei Verbum, 11).
VI. CONCLUSIÓN
48
Nuestra respuesta a la revelación de Dios es la fe. Para que el hombre se
haga partícipe de los bienes divinos, que superan totalmente la inteligencia
humana, debe escuchar para creer, para que creyendo espere, esperando
ame y amando viva, y llegue a la salvación eterna, y así gozar de la presencia
de Dios.
ORACIÓN:
Señor, creemos, aumenta nuestra fe. Que nos acerquemos a tu Palabra con fe
y reverencia, para encontrarnos contigo y poder entablar un diálogo de amor
y de amistad. Que tu Palabra sea luz en nuestro camino, fuerza para nuestra
voluntad y aliento para nuestro corazón. Amén.
49
Lección 8 - Curso de La Biblia
I. INTRODUCCIÓN
1. Definición de términos
Primero, crítica literaria: analiza el género literario en que está escrito ese
libro de la Biblia.
51
b) Sentido espiritual: supera el conocimiento del autor humano, aunque se
apoya en sus escritos. Se desprende no de las palabras sino de las realidades
que se ocultan bajo esas palabras. Este sentido espiritual se divide a su vez
en: sentido pleno y sentido típico.
Isaías 7, 14: “Pues bien, el Señor mismo va a darnos una señal: He aquí que
una doncella está en cinta. Y va a dar a luz un hijo. Y le pondrá por nombre
Emmanuel”.
Mateo 1, 22-23: “Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del
Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel”.
a) Lectura en el espíritu. Hay que leer la Biblia con el mismo Espíritu con
que ha sido escrita. Debe ser una lectura espiritual, centrada en Cristo. Debe
ser una lectura interiorizada que va transformando interiormente a quien lee
la Biblia.
52
Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa
índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios.
El intérprete indagará lo que el autor sagrado dice o intenta decir, según su
tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de su época.
Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay
que tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se
usaba en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces se
usaban en la conversación ordinaria”.
53
a) El contexto del fragmento: Hay que tener en cuenta el contexto para
interpretar correctamente un texto bíblico. Para ello haremos cuatro círculos
concéntricos:
“Y cuando se quedó solo, los que le acompañaban junto con los doce
le preguntaron por el significado de las parábolas. Y les decía: A
vosotros se os ha trasmitido el misterio del Reino de Dios; en cambio,
a los que están fuera todo se les anuncia en parábola, de modo que
los que miran miren y no vean, y los que oyen oigan pero no
entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone”.
Primer círculo:
- Versículos anteriores: Mc 4, 1-9: Parábola del sembrador. -Versículos
posteriores: Mc 4, 13-20: explicación de la parábola
54
d) Armonía del sentido literal y el sentido espiritual:
Por ejemplo: Lc 14, 26: “Si alguno viene en pos de mí y no odia a su padre y
a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos y a las hermanas,
hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo”.
¿Cuál es el sentido espiritual? Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser. Todo
lo humano queda en segundo término, tratándose de Dios.
Por ejemplo: Mt 18, 6: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que
creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino, de
las mueve el asno, y lo arrojen al fondo del mar”.
Por ejemplo: Mt 18, 8-9: “Si tu mano o pie te escandaliza, córtalo y arrójalo
lejos de ti. Más vale entrar en la vida manco o cojo, que ser arrojado al fuego
eterno con las dos manos o los dos pies”.
Hay otros muchos textos bíblicos para sacar el sentido, por ejemplo:
O este texto de Mateo 19, 12: “Hay eunucos que nacieron así del vientre de
su madre, los hay que fueron hechos eunucos por los hombres y los hay que a
sí mismos se hicieron tales por el reino de Dios. ¡El que se sea capaz de hacer
esto que lo haga!”.
55
O el siguiente: Mateo 5, 39-41: “Pero yo os digo que no hagáis frente al que
os ataca. Al contrario, al que te abofetee en la mejilla derecha, preséntale
también la otra; al que te quiera llevar a juicio para quitarte la túnica, déjale
también el manto; al que te obligue a ir con él un kilómetro, vete con él dos”.
Hay un texto difícil: Mateo 5, 32: “Pero yo os digo que todo el que se separe
de su mujer, excepto en caso de concubinato, la expone a cometer adulterio,
y el que se casa con una mujer divorciada comete adulterio”. Cristo afirma la
indisolubilidad del matrimonio. El inciso aparentemente exceptivo del v. 32,
que sólo consigna Mateo, delo que se deduce que responde a la situación
peculiar de la iglesia a la que se dirige Mateo, compuesta de cristianos
venidos del judaísmo y de la gentilidad, se refiere a matrimonios nulos por
haber sido contraídos en grados de parentesco prohibidos por la ley (cf. Lev
18) y que los judíos habían permitido a sus prosélitos. Es el significado de
“porneia” en la literatura rabínica.
También se podría reflexionar este texto de Pío XII: “Así como Cristo se hizo
semejante al hombre, menos en el pecado, así las palabras de Dios
expresadas en lenguaje humano, se han hecho en todo semejantes al modo
de hablar humano, menos en el error” (Pío XII, en su encíclica “Divino Afflante
Spiritu”).
56
4. La Biblia y la Iglesia
Por otra parte, Dios tiene que querer de manera eficaz que su Verdad llegue
íntegra a los hombres. Para llevar a cabo esto, ha confiado a su Iglesia la
misión de transmitir su Palabra salvadora a todos los hombres, a fin de que
participen de la vida divina.
57
que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca
de todas las verdades reveladas –que están todas ellas implícitas en la
Escritura-. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu
de piedad.
58
a) La misma Escritura excluye la interpretación meramente
privada: “Sépanlo bien, nadie puede interpretar por sí mismo una profecía de
la Escritura...” (2 Pe 1, 20; cf. 1 Jn 2, 19-27; 1 Jn 4, 1-6). Sin la Tradición no
conocemos los libros canónicos. El subjetivismo, pues, destruye la unidad de
la fe.
59
5. Principales temas bíblicos de las sectas protestantes, contrarios a
la fe católica o que no aceptan
c) Bautismo de los niños: Dicen que no vale bautizar a los niños, porque el
bautismo exige la fe en Cristo y los niños no pueden tener fe, porque no
entienden; que Jesús se bautizó cuando tenía 30 años; que en la Biblia no
consta que se haya dado el bautismo a los niños. Se apoyan en estos textos:
a) Rom 5, 1; b) Mc 1, 9. Nosotros les contestamos: a) Jesús ordena a sus
discípulos de bautizar a todos, no prohíbe bautizar a los niños; b) El bautismo
cristiano no está relacionado con el bautismo de Jesús en el Jordán, que fue
un acto externo de purificación y penitencia. El cristiano es bautizado y
salvado en la muerte y resurrección de Jesús. Es una nueva vida que nos hace
hijos de Dios, ¿cómo no recibirlo desde el nacimiento? c) Pedro bautiza a toda
la familia de Cornelio (Hech 10, 44-48), sin duda también habría niños.
60
e) La Eucaristía: Dicen que Jesucristo no está presente realmente en la
Eucaristía. Hay que entender todo en sentido figurado y simbólico. La Cena es
sólo un recuerdo. El sacrificio de Jesús en la cruz es perfecto, no es necesario
perpetuarlo. Nosotros les contestamos: a) Jn 6, 48-63: Jesús promete la
Eucaristía con palabras claras y fuertes, tanto que los judíos que escuchaban
se escandalizaron; b) Mt 26, 26-28: “Esto es mi cuerpo...Esta es mi sangre”;
c) Lc 22, 19: “Haced esto en memoria mía”; d) 1 Cor 11, 23-29; e) Hech 2,
42. Jesús, cuando se le fueron muchos, no rebajó nada su doctrina sobre el
Pan de vida.
61
i) La veneración de los santos: Dicen que sólo tenemos un mediador,
Cristo. Acudir a los santos es sacrilegio. Además, están gozando en el cielo,
nada saben de nosotros. Se apoyan en 1 Tim 2, 5. Nosotros les contestamos:
a) 1 Tim 2, 5: aquí mediador significa redentor. Cristo sí es el único redentor.
Los santos no son redentores, sino intercesores ante Dios. Otros textos: 1 Re
18, 3-7; 2 Re 2, 15; Nm 21, 7; Job 42, 8; Apoc 5, 8.
VI. CONCLUSIÓN
62
Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay
que tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se
usaba en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces se
usaban en la conversación ordinaria.
La Escritura se ha de leer con el mismo Espíritu con que fue escrita: por tanto,
para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en
cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda
la Iglesia, la analogía de la fe. A los exegetas toca aplicar estas normas en su
trabajo para ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de
modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia. Todo lo
dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo
de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e
interpretar la Palabra de Dios”.
63
Lección 9 - Curso de La Biblia
6a. Sesión. Introducción al Nuevo Testamento
Colección de los 27 libros inspirados, escritos después de la resurrección de
Jesús.
INTRODUCCIÓN
Lo primero que se escribió fue el Relato de la Pasión. Más tarde, los dichos de
Jesús, las parábolas y los milagros. Y así nacieron los cuatro Evangelios:
primero Marcos, alrededor del año 70; después Mateo y Lucas, alrededor del
año 80; por último, Juan, allá por el año 90. San Pablo, desde el año 40 había
empezado sus viajes misioneros, fundando comunidades en toda Asia Menor;
y para mantener los contactos con ellas, les escribe cartas, aconsejando,
amonestando, enseñando, solucionando problemas.
65
Luego tenemos el testimonio de san Justino, que en su primera Apología del
año 150 nos dice: “El domingo, todos se reúnen, leen las Memorias de los
Apóstoles, que se llaman los Evangelios”. Esto nos asegura que ya a mediados
del siglo II estaban reunidos los cuatro Evangelios. El catálogo ya completo de
los 27 libros canónicos del Nuevo Testamento lo encontramos hacia el año
400.
3. ¿Originales o copias?
Los originales de los libros del Nuevo Testamento se perdieron muy pronto,
debido a la escasa duración del material (papiro y cuero) en que se escribían,
a mano, libros y cartas. Lo que ha llegado a nosotros son copias, muy
antiguas, por cierto, de pergamino u otro material, en número muy
abundante, de varios libros o colecciones. Unos 3.500 manuscritos. Entre las
colecciones o códigos más antiguos del Nuevo Testamento en griego podemos
recordar:
c) El código Sinaítico (mitad del siglo IV) que contiene todo el Nuevo
Testamento e incluso la Carta de san Bernabé y el Pastor de Hermas, no
admitidas en el Canon.
Comencemos, pues, el Nuevo Testamento, con el alma abierta y con los oídos
del corazón atentos. Es Dios quien nos habla, y quien nos ha escrito esta
Carta. “Queremos ver a Jesús”, como aquellos griegos que acudieron al
apóstol Felipe. Queremos ver su rostro para después hacerlo resplandecer
ante las generaciones del nuevo milenio, como nos dice el Papa Juan Pablo II
en su carta apostólica “Novo millennio ineunte” (n. 16).
En esta carta el Papa pone como prioridad en este Tercer Milenio la escucha
de la Palabra: “Precisamente con esta atención a la Palabra de Dios se está
revitalizando principalmente la tarea de la evangelización y la catequesis.
Hace falta consolidar y profundizar esta orientación, incluso a través de la
difusión de la Biblia en las familias.
66
Es necesario, en particular, que la escucha de la Palabra se convierta en un
encuentro vital, en la antigua y siempre válida tradición de la lectio divina,
que permite encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela, orienta
y modela la existencia” (n. 39).
67
Lección 10 - Curso de La Biblia
1. Significado de Evangelio
68
Antes de ser escrito, el Evangelio fue mensaje transmitido oralmente; antes
de ser libro, fue palabra.
Los cuatro Evangelios, tal como los tenemos hoy, nacieron sin nombre del
autor entre los años 70-90. Hacia el 125 se reunieron en una colección. Quizá
en este momento se les puso el título que tienen hoy: “Evangelio según
Mateo, Marcos, Lucas, Juan”.
Mateo 26, 26
Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio a sus discípulos: Tomad y comed, esto es mi cuerpo.
69
Marcos 14,22
Durante la cena, Jesús tomó pan, dio la bendición, lo partió, se lo dio y dijo:
Tomad, esto es mi cuerpo.
Lucas 22,19
Después tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi
cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.
4. Evangelios apócrifos
I. INTRODUCCIÓN
Cada uno de los evangelistas nos da una perspectiva de Cristo; cuatro
caminos para llegar al corazón del Evangelio.
Este Evangelio se escribió en Roma hacia el año 70, ya que hay datos que
sugieren una comunidad que desconocía algunas costumbres judías, y el texto
contiene latinismos y alusiones al horario y al derecho romano, equivalencias
entre las monedas hebreas y romanas. Marcos escribió su Evangelio para los
fieles de Roma, provenientes del paganismo.
2. Características literarias
73
Y hay también una estructura teológica bien clara:
74
* Contenido:
b) Jesús:
Frente a Jesús hay que definirse: O con Él o contra Él. Si acepto a Jesús,
acepto su cruz y sus exigencias. Es curioso ver en el Evangelio de Marcos
cómo al inicio del ministerio de Jesús estaba rodeado de mucha gente, y poco
a poco el círculo de sus discípulos se estrecha más y más.
* Los llama:
Dios llama a quien ama (cf. 3, 13), desde cualquier condición y realidad (cf. 1,
16-20); llama personalmente, por su nombre; llama para estar con Él y darles
una misión (cf. 3, 14); llama a ir en pos de Él, recorriendo su camino,
exigiendo confianza en su persona (cf. 1, 17).
* Los forma:
Esta formación pasa por varios estadios. Primero les va abriendo los ojos para
que comprendan quién es Él (cf. 4, 11-12). Luego, el discípulo reconoce su
situación de ignorancia (4, 13; 4, 40; 6, 52; 8, 17; 9, 32); los discípulos no
comprenderán el misterio de Jesús hasta que no hayan recorrido todo el
camino hasta la cruz. Más tarde, viene el paso de compartir los momentos de
vida de Jesús, sus jornadas, sus enseñanzas.
75
Finalmente, Jesús se dedica más a la formación del seguimiento, insiste sobre
la entrega de sí hasta la profesión de fe en el Mesías sufriente. Marcos narra
la pasión y muerte de Jesús para decir a todos que no tengan miedo a la
persecución ni al fracaso aparente, pues es el camino obligado del discípulo
para llevar a cabo la misión. Los personajes de la Pasión toman partido o con
Él o contra Él.
* Los envía:
ORACIÓN: Señor, de la mano de san Marcos, te pedimos nos abras los ojos
para comprender que tú no eres un Mesías de triunfos fáciles y sonados, sino
un Mesías de ignominia y de cruz. Que nunca nos escandalicemos de Ti; al
contrario, danos la gracia de dar nuestra vida por ti, si fuera necesario.
Queremos seguirte hasta la cruz, y desde allí, triunfar contigo. Amén.
76
Lección 12 - Curso de La Biblia
Conclusión del Curso de Biblia
La Biblia es el mapa que guía al viajero hacia la eternidad.
Así ponemos punto final a nuestro curso de Biblia. ¡Cuántas cosas más
podríamos decir de la Sagrada Escritura!
El que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica, será tan firme como
un edificio edificado sobre una roca. ¡Felices los que escuchen la Palabra de
Dios y la pongan en práctica! (Mt 7, 25). No conocer la Sagrada Escritura es
no conocer a Cristo.
Así nos dice Moisés: El rey tendrá consigo el Libro Sagrado y lo leerá todos los
días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, observando todos
los preceptos de esta ley y poniendo en práctica sus prescripciones. De esta
manera no se creerá superior a sus hermanos, ni se desviará de la ley, él y
sus descendientes tendrán un largo reinado en medio de Israel (Deut. 17, 19-
20).
A todos los que lean la Biblia les digo lo que el ángel dijo al profeta
Ezequiel: Toma este Libro y digiérelo, devóralo. Al principio te parecerá
amargo, pero después te parecerá sabrosísimo (Ez 3 3, 1; Ap. 10, 10).
77
Termino con esta cita de William T. Ellis: “Bajo la guía del Espíritu Santo he
visitado un ejemplo maravilloso que se llama Biblia: entré por el pórtico del
Génesis y anduve maravillado por las galerías de arte del Antiguo
Testamento. Allí fue contemplando los retratos de Abraham, Jacob, Moisés,
David y Salomón. Entré en el cuarto de música que se llama Los Salmos y el
Espíritu de Dios me hizo oír himnos tan bellos como nunca jamás podré oír
otros mejores. Llegué al “Observatorio” que se llama los Profetas y allí pude
ver fotografías maravillosas de lo que va a suceder en el futuro. Luego me
acerqué a la Sala de Audiencias, para conocer, oír y tratar al Rey de Reyes, al
Pastor Supremo, al Hijo del Hombre y allí lo pude contemplar desde cuatro
ángulos: uno se llama Mateo, otro Marcos, un tercero: Lucas, y el cuarto y
más elevado se llama Juan. Me acerqué a la Sala de Correspondencia y allí me
encontré con prodigiosas cartas que para mí escribieron san Pablo, san Pedro,
san Juan, Santiago y Tadeo. Pasé a la Sala de Realizaciones llamada “Los
Hechos de los Apóstoles” y encontré al Espíritu Santo formando la Santa
Iglesia y extendiéndola por todo el mundo a base de prodigios, de milagros,
de santidad y heroísmo. Subí a una torre llamada el Apocalipsis y desde allí
pude ver a la Ciudad Celestial que nos espera, donde Cristo y todos sus
amigos aguardan gozosos nuestra llegada para cantar las glorias de Dios por
los siglos de los siglos”.
A todos deseo que la Palabra de Dios sea Alimento que nutra sus vidas, Luz
que guíe siempre sus pasos hacia la vida eterna y mensaje de salvación que
lleven generosamente a todos los hombres.
ORACIÓN
“Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta,
esperanza cierta, caridad perfecta, sentido y conocimiento Señor, para que
cumpla tu santo y veraz mandamiento”.
78
Lección 13 - Invitación a orar con la "Lectio Divina"
Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá cambiando.
2. Lee… muy despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo. Lee también algún
comentario que te ayude a conocer mejor el sentido del texto. Dale tiempo al
Señor y escucha el mensaje que Él quiere darte en esta Palabra.
3. Medita… qué te dice la Palabra que has leído lentamente. Una vez que
hayas captado el sentido del texto, entonces puedes hacerte esta pregunta:
qué me dice esta Palabra.
Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá cambiando.
La Palabra te hará confrontar tus criterios, valores, sentimientos, actitudes y
conducta con lo que ella misma te vaya inspirando. Ama la Palabra, estúdiala,
déjala que moldee tu personalidad. Te lo deseo vivamente.
80
Te invitamos a meditar de la Palabra según el método de la “lectio
divina” o “lectura orante de la Palabra”.
82
Lección No.14
La Santísima Trinidad – Unidad de Amor
Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino
en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en
tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios. Padre, Hijo y
Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma
eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además,
sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está
totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre
ellas.
Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la
diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado
por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas
las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.
83
La Teología Trinitaria
Es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Los cristianos son
bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
84
2. Dios en su vida íntima
Dios no sólo posee una vida íntima, sino que Dios es –se identifica con– su
vida íntima, una vida caracterizada por eternas relaciones vitales de
conocimiento y de amor, que nos llevan a expresar el misterio de la divinidad
en términos de procesiones.
De hecho, los nombres revelados de las tres Personas divinas exigen que se
piense en Dios como el proceder eterno del Hijo, del Padre y en la mutua
relación –también eterna– del Amor que «sale del Padre» (Jn 15, 26) y «toma
del Hijo» (Jn 16, 14), que es el Espíritu Santo. La Revelación nos habla, así,
de dos procesiones en Dios: la generación del Verbo (cfr. Jn 17. 6) y la
procesión del Espíritu Santo. Con la característica peculiar de que ambas son
relaciones inmanentes, porque están en Dios: es más son Dios mismo, en
tanto que Dios es Personal; cuando hablamos de procesión, pensamos
ordinariamente en algo que sale de otro e implica cambio y movimiento.
Puesto que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza del Dios Uno y
Trino (cfr. Gn 1, 26-27), la mejor analogía con las procesiones divinas la
podemos encontrar en el espíritu humano, donde el conocimiento que
tenemos de nosotros mismos no sale hacia afuera: el concepto que nos
hacemos de nosotros es distinto de nosotros mismos, pero no está fuera de
nosotros. Lo mismo puede decirse del amor que tenemos para con nosotros.
De forma parecida, en Dios el Hijo procede del Padre y es Imagen suya,
análogamente a como el concepto es imagen de la realidad conocida. Sólo
que esta Imagen en Dios es tan perfecta que es Dios mismo, con toda su
infinitud, su eternidad, su omnipotencia: el Hijo es una sola cosa con el Padre,
el mismo Algo, esa es la única e indivisa naturaleza divina, aunque sea otro
Alguien. El Símbolo del Nicea-Constantinopla lo expresa con la formula «Dios
de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero». El hecho es que el
Padre engendra al Hijo donándose a Él, entregándole Su substancia y Su
naturaleza; no en parte, como acontece en la generación humana, sino
perfecta e infinitamente.
Lo mismo puede decirse del Espíritu Santo, que procede como el Amor del
Padre y del Hijo. Procede de ambos, porque es el Don eterno e increado que
el Padre entrega al Hijo engendrándole y que el Hijo devuelve al Padre como
respuesta a Su Amor. Este Don es Don de sí, porque el Padre engendra al Hijo
comunicándole total y perfectamente su mismo Ser mediante su Espíritu. La
tercera Persona es, por tanto, el Amor mutuo entre el Padre y el Hijo. El
nombre técnico de esta segunda procesión es espiración. Siguiendo la
analogía del conocimiento y del amor, se puede decir que el Espíritu procede
como la voluntad que se mueve hacia el Bien conocido.
85
Estas dos procesiones se llaman inmanentes, y se diferencian radicalmente de
la creación, que es transeúnte, en el sentido de que es algo que Dios obra
hacia fuera de sí. Al ser procesiones dan cuenta de la distinción en Dios,
mientras que al ser inmanentes dan razón de la unidad. Por eso, el misterio
del Dios Uno y Trino no puede ser reducido a una unidad sin distinciones,
como si las tres Personas fueran sólo tres máscaras; o a tres seres sin unidad
perfecta, como si se tratara de tres dioses distintos, aunque juntos.
Las dos procesiones son el fundamento de las distintas relaciones que en Dios
se identifican con las Personas divinas: el ser Padre, el ser Hijo y el ser
espirado por Ellos. De hecho, como no es posible ser padre y ser hijo de la
misma persona en el mismo sentido, así no es posible ser a la vez la Persona
que procede por la espiración y las dos Personas de las que procede.
Conviene aclarar que en el mundo creado las relaciones son accidentes, en el
sentido de que sus relaciones no se identifican con su ser, aunque lo
caractericen en lo más hondo como en el caso de la filiación. En Dios, puesto
que en las procesiones es donada toda la substancia divina, las relaciones son
eternas y se identifican con la substancia misma.
Estas tres relaciones eternas no sólo caracterizan, sino que se identifican con
las tres Personas divinas, puesto que pensar al Padre quiere decir pensar en
el Hijo; y pensar en el Espíritu Santo quiere decir pensar en aquellos respecto
de los cuales Él es Espíritu. Así las Personas divinas son tres Alguien, pero un
único Dios. No como se da entre tres hombres, que participan de la misma
naturaleza humana sin agotarla. Las tres Personas son cada una toda la
Divinidad, identificándose con la única Naturaleza de Dios: las Personas son la
Una en la Otra. Por eso, Jesús dice a Felipe que quien le ha visto a Él ha visto
al Padre (cfr. Jn 14, 6), en cuanto Él y el Padre son una cosa sola (cfr. Jn 10,
30 y 17, 21). Esta dinámica, que técnicamente se llama pericóresis o
circumincesio (dos términos que hacen referencia a un movimiento dinámico
en que el uno se intercambia con el otro como en una danza en círculo) ayuda
a darse cuenta de que el misterio del Dios Uno y Trino es el misterio del
Amor: «Él mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu
Santo, y nos ha destinado a participar en Él» (Catecismo, 221).
Esto significa que el sentido último de la realidad, lo que todo hombre desea,
lo que ha sido buscado por los filósofos y por las religiones de todos los
tiempos es el misterio del Padre que eternamente engendra al Hijo en el Amor
que es el Espíritu Santo. En la Trinidad se encuentra, así, el modelo originario
de la familia humana y su vida íntima es la aspiración verdadera de todo amor
humano. Dios quiere que todos los hombres sean una sola familia, es decir
una cosa sola con Él mismo, siendo hijos en el Hijo. Cada persona ha sido
creado a imagen y semejanza de la Trinidad (cfr. Gn 1, 27) y está hecho para
vivir en comunión con los demás hombres y, sobre todo, con el Padre
Celestial. Aquí se encuentra el fundamento último del valor de la vida de cada
persona humana, independientemente de sus capacidades o de sus riquezas.
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«Trata a las tres Personas, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Y
para llegar a la Trinidad Beatísima, pasa por María». De este modo, se puede
descubrir el sentido de la historia como camino de la trinidad a la Trinidad,
aprendiendo de la “trinidad de la tierra” –Jesús, María y José– a levantar la
mirada hacia la Trinidad del Cielo.
Autores:
88
Lección 15 – La Cristología
Introducción a la Cristología o Estudio de la Persona de Cristo.
Jesucristo - Centro y plenitud de la historia salvífica
Cada año, nos vemos sorprendidos con nuevas visiones históricas, literarias y/o
teológicas de Jesús. Cada especialista defiende sus tesis basados en distintas
fuentes. Debo confesar que me siento bastante perdido y a veces hasta
confundido con las exposiciones y discusiones. Aunque no podemos ni debemos
rechazar todas esas investigaciones y reflexiones, cuando tengo duda, me dejo
guiar por las orientaciones del Magisterio de la Iglesia.
89
a) Documentos históricos fuera de la biblia o extra bíblicos
b) Fuentes bíblicas
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- Herodes gobernaba Judea (Mt 2,1)
- Vive su infancia y adolescencia en Nazaret (Mt 2, 19-23), en medio de
su familia, aprendiendo de aquella familia nazaretana, los valores más
profundos de la gente sencilla y de la cultura.
- Se hizo bautizar por Juan Bautista, el profeta del desierto que con su vida
y mensaje descubre y muestra la buena noticia que se acerca en Jesús.
Aunque los evangelios reconocen en Él a alguien más grande que Juan.
- Su mensaje central es el “Reino de Dios”; esa es su convicción más
profunda y la pasión que anima su actividad. Profeta que anuncia su
Evangelio a todos, pero de una manera particular a los más pobres,
buscando una vida más digna en la que Dios sea acogido y su reino de
justicia, misericordia, paz y alegría se convierta en realidad.
- Es el que pide dejarlo todo para seguirlo, aun la propia familia (Mc 10,
19-31). Desde un inicio hay un grupo de seguidores y seguidoras que se
ven deslumbrados por su persona y mensaje y lo siguen fielmente.
- Él que no tiene miedo ante el poder político (Lc 13, 31s) ni ante el poder
religioso (Mc 14, 53-64). De hecho, será víctima de ambos poderes que
tenían oprimido y explotado al pueblo.
- Es el que denuncia el poder del pecado (Mt 20,25), de la avaricia e
injusticia (Lc 16, 19-31), de la hipocresía de vida (Mt 23), de la
explotación de los peregrinos en Jerusalén (Mc 11, 15-18).
- Es el que perdona el pecado: come con los pecadores, con las personas
de mala fama y les ofrece el perdón, comparte con ellos en sus casas, de
sus comidas y hospitalidad (Lc 15). El Dios compasivo y misericordioso.
- Él que no se deja llevar del modo de pensar de los grupos religiosos de
la época: saduceos, fariseos, rabinos, sacerdotes, ni de las clases
sociales: ricos, pobres, etc., trata a todos por igual. No le interesa el
dinero (Mt 8,20), ni el poder (Jn 6,15).
- Él que cumple la voluntad de Dios Padre (Jn 3,34). Es el enviado de Dios
(Lc 4,18-19). El que se atreve a llamar a Dios, Abbá: papaíto querido.
Mantiene una relación muy íntima con Dios Padre (Mt 11,27).
- Es el que sirve a los demás (Mc 10,45).
- Es el que ama a todos, pero especialmente a los marginados, a los
pecadores, a los enfermos, a las mujeres (Mc 2,6).
- Habla de Dios desde la imagen de una mujer en las parábolas (Lc 15,8-
10).
De todo lo que Jesús hace y dice, vemos que es el hombre coherente, que
cumple la voluntad de Dios, su Padre; que se da a todos, pero especialmente,
a los pecadores, enfermos, marginados y mujeres; que no se identifica con
ninguno de los grupos religiosos o políticos de su tiempo.
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Ahora contéstate a ti mismo:
¿Quién es Jesús para mí? ¿Cuál de los rasgos que el Evangelio nos presenta
sobre Jesús me atrae más? ¿Por qué? ¿Qué sargos de Jesús presentaría con
más fuerza?
Escoger un texto bíblico y reflexionarlo.
“Nos ha hablado por medio de su Hijo” (Hb 1,1-2). “A Dios nadie le ha visto
jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado” (Jn 1,18).
Jesucristo es el mediador y plenitud de toda la revelación (DV 2). Dios se ha
revelado, no para imponer su voluntad, sino para que el hombre de acoja
razonablemente, en un diálogo familiar. Su revelación, por tanto, es por amor.
La biblia constituye el ámbito de un encuentro interpersonal, existencial,
dinámico, del hombre con Dios que revela su vida y designios.
En Jesús de Nazaret, aparece el primer hombre que vive totalmente para Dios,
pero también vive de Dios cuya existencia es totalmente transparente para Dios
y para los hombres. En Jesucristo, ese Dios para los hombres vierte su Palabra.
En Jesús, el Cristo muerto y resucitado, tiene lugar la transformación del
hombre en hombre nuevo, es decir, salvado, porque en Cristo todo lo humano
ha sido acogido por Dios y al mismo tiempo comunica a los hombres una
dimensión divinizante. La nueva relación entre Dios y los hombres la llama el
Nuevo Testamento: filiación divina (Rm 8, 15-23; 9,14 Ga 4,5 Ef 1,5).
92
Cristo vive solamente de Dios y por Dios (Rm 6, 10-11). Así, el hombre que
vive en Cristo y por Cristo, vive orientado hacia Dios como su Padre. Si dejamos
que Cristo viva en nosotros obtendremos una línea clara de nuestra de nuestra
realización. Tendremos un amor tan grande que nada ni nadie nos podrá
separar del amor del Padre (Rm 8, 35-39).
Cristo revela la imagen auténtica de Dios porque Él y su Padre son uno solo.
Cristo revela también con su vida, la imagen nueva del hombre verdadero;
como debe vivir uno. Nosotros creemos en el Dios que nos revela Jesucristo en
la historia. Jesucristo da el sentido último a la historia: la que precede y la que
antecede. Fin y principio de la historia. Sólo que el acontecimiento de Cristo
está consumado en la resurrección, mientras que la historia habiendo ya
recibido su sentido último, por el acontecimiento de Cristo, está por
consumarse. El acontecimiento de Cristo da su sentido último a la historia de la
salvación porque en Él, Dios se revela en forma insuperable.
Conclusiones:
93
Jesucristo no viene a romper la alianza, sino a darle una nueva
dimensión. Por eso nos ofrece la nueva ley del amor (Jn 13, 34; 15, 12-
17).
e) Jesucristo es la plenitud de la revelación de Dios en la historia y es un
comienzo nuevo. Ser cristiano no es sólo creer en un mensaje, sino
también creer en una persona: Jesucristo. En Jesús Dios, no sólo se
revela en la historia, sino que se hace historia. Pone su tienda o morada
en medio de la historia. Es un hecho histórico que no cierra la historia,
sino que la abre a caminos insospechados.
f) Jesucristo es el principio de interpretación de la Escritura.
g) El Espíritu Santo es el hilo conductor de la acción de Dios en la historia.
Es el Espíritu Santo quien le da unidad a la historia de la salvación; al
mismo tiempo es el motor que la mueve.
Tomado de: Introducción General a la Sagrada Escritura – Autor: Fray Milton Jordán
Chigua OFM Cap. Ediciones San Pablo - Págs. 43 -50
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Jesús, Hijo de Dios
Dios no engendró a su Hijo uniéndose al modo humano con una mujer, sino
que el Hijo de Dios y el Verbo de la verdad salió del corazón de Dios.
"Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto" (Mc 1,10): se lo dijo el día del
bautismo en el Jordán, antes de comenzar la predicación del Reino de Dios.
¿Qué habrá experimentado el corazón de Jesús al escuchar de su mismo
Padre celestial estas hermosas palabras, llenas de cariño y de amor? ¡Qué
ánimo y aliento no habrá sentido Jesús al oírlas! Sentirse el Hijo amado, el
predilecto era un motivo de tanta alegría y gozo interior para Jesús. Jesús es
el predilecto porque hace siempre y con amor la Voluntad de su Padre.
"Este es mi Hijo amado, mi predilecto, escuchadlo" (Mt 17, 5); lo dijo el día de
la transfiguración en el monte, antes de su pasión y muerte. Aquí añade un
desafío para todos nosotros: escuchar a su Hijo. Escucharlo porque Él es la
Palabra del Padre, el que trae el mensaje de parte del Padre. Escuchar implica
apertura interior, cerrar los oídos a los demás ruidos.
Este Hijo es distinto a los hijos de los hombres. Corría el siglo III cuando el
obispo de Antioquía de Pisidia, san Acacio, fue llevado a la presencia del
cónsul Marciano. Le preguntó éste:
95
Lección 16
Características de la Cristología Franciscana
96
Un vacío que no es ausencia, sino presencia de una opción clara por la pobreza
del Amor vivida como un pobre entre los pobres. San Francisco admira y se
deja cautivar por el amor divino pobre y humilde revelado en la gruta de Belén,
representado en Greccio; en la condición de la existencia humilde, en la pobreza
de la vida de Jesús, en el modo de encuentro e inserción en el mundo humano,
en el despojo radical en la cruz, como signo de servicio incondicionado de sí
mismo a la historia de la salvación.
“Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios. Padre Santo y Justo, Señor rey
de cielo y tierra, te damos gracias por ti mismo, pues por tu santa voluntad, y
por medio de tu único Hijo con el Espíritu Santo, creaste todas las cosas
espirituales y corporales, y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos
colocaste en el paraíso. Y nosotros caímos por nuestra culpa”. (Rnb. XXIII, 1-2)
San Francisco de Asís, inaugura una historia posible, inspira una aventura
espiritual, como movimiento fraterno y espiritual que renace permanentemente
en la creatividad de la experiencia de la fe y seguimiento de Jesús. Una
experiencia vivida dentro de la Iglesia, del misterio Trinitario, un encuentro de
hermanos y una opción clara de radicalidad en el seguimiento de Jesús pobre.
Carisma fundante que se sigue expresando en el seguimiento pobre de Jesús
como familia franciscana, en la convivencia como criaturas y en la
contemplación agradecida de la pobreza de Dios en la Encarnación y Pasión de
Jesús.
97
Es por eso que San Francisco para nosotros los franciscanos, constituye una
experiencia fundante, ya que inaugura una espiritualidad siempre abierta al
Misterio del Amor Humilde de Dios.
San Francisco y sus primeros compañeros, inician un pensar teológico en un
modo de vivir, un estilo de entender la fe desde el acontecimiento salvífico de
la humanidad pobre del Verbo de Dios. Una experiencia de fe que se funda en
el camino de Jesús, el cual “siendo rico, se hizo pobre por nosotros a fin
de que nos enriqueciéramos con su pobreza” (2 Cor 8,9).
“El pan nuestro de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle
hoy: para que recordemos, comprendamos y veneremos el amor que nos tuvo,
cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció”. (Par PN.6)
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En este texto de los escritos de San Francisco, está narrada su experiencia y la
de sus primeros compañeros en cuanto al seguimiento de Jesús y la experiencia
de Dios, destacando las características de este “seguimiento de Cristo”, que nos
da idea de los motivos fundamentales para introducirnos en la estructura de su
espiritualidad. Presentamos algunas de ellas sobre esta experiencia de Dios:
San Francisco habla de Dios desde Jesús, bajo la presencia del Espíritu Santo.
Ya que, al Padre, a la Trinidad, al Dios humilde se llega solo por el camino de
la vida de Jesucristo, pobre, humilde, totalmente consagrado a la voluntad del
Padre, hasta donarse totalmente a Él (cf. Adm 1,1ss).
Jesús pobre y humilde es el centro, el eje de la experiencia de Dios. El Altísimo
y Omnipotente se ha revelado como el más próximo y el más humilde en la
humanidad del Hijo. Ese movimiento de arriba hacia abajo, del más rico al más
pobre, del Santo hacia el pecador constituye el ser mismo de Dios. Todo el
misterio de Dios se reúne aquí y es esto lo que moviliza a San Francisco a una
admiración sin fin. Cristo para San Francisco es la verdad, la revelación suprema
de Dios y en esta donación, San Francisco ha sentido, conocido y experimentado
que Dios es Amor humilde.
San Francisco decía: “El amor no es amado” y “Debemos amar mucho el amor
de aquel que nos ha amado mucho”. Esta experiencia de Dios en San Francisco,
no es totalmente nueva en la historia de la espiritualidad cristiana, pero, pocos
santos y pocos creyentes han localizado en su vida espiritual el “Dios pobre”.
El “Dios humilde”, con la intensidad y centralidad con la cual lo vivió San
Francisco.
99
¿Cómo se expresa en las fuentes franciscanas el seguimiento y la centralidad
de la humanidad de Jesús? Hay varias fórmulas que están presentes en la
actualidad en nuestras reglas: Seguir a Cristo – Seguir las huellas de Cristo –
Vivir según la forma del Santo Evangelio. Cristo fue el modelo para San
Francisco, él se empeña en vivir según el Santo Evangelio, repetidor de la vida
de Jesús.
100
Lección 17 – Teología Sacramentaria
Hablaremos acerca de los Sacramentos y conoceremos cuáles son.
Aprenderemos por qué se dice que son signos externos de la gracia de Dios
en la vida del hombre.
Antes de que Jesús subiera al Cielo con su Padre, el día de la Ascensión, pidió
a sus apóstoles que llevaran su Palabra a todos los hombres.
También les dio ánimo para esta tarea y les hizo una promesa:
"Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo..."
Con estas palabras, los apóstoles quedaron felices sabiendo que Jesús estaría
siempre con ellos, aunque ya no lo pudieran ver.
Para cumplir esta promesa de permanecer con nosotros, Jesús nos dejó su
gracia y la ayuda necesaria para tener a Dios en nuestro corazón y así poder
llegar al Cielo. El hombre está formado por cuerpo y alma. El cuerpo para
poder subsistir necesita alimentarse. Cuando nos alimentamos bien, crecemos
y estamos fuertes. Tenemos fuerzas para trabajar, para llevar a cabo las
labores que nos han tocado desempeñar en la vida.
101
El alma también necesita alimento para crecer y estar fuerte. Y esa es la
función, precisamente, de los Sacramentos: son el alimento del alma, son
nuestro alimento espiritual. Ellos son signos sensibles instituidos por
Jesucristo y confiados a la Iglesia para darnos la vida divina y la salvación.
Vamos a analizar qué quiere decir cada parte de la definición:
Signos sensibles:
Confiados a la Iglesia:
Cristo encargó a sus apóstoles y a sus sucesores que celebraran los
Sacramentos y los llevaran a todas las personas. En los primeros tiempos de
la Iglesia, eran los apóstoles quienes bautizaban a los que querían seguir los
pasos de Cristo. Hoy en día, son los sacerdotes quienes se encargan de
impartir los Sacramentos.
Los Sacramentos son alimento de la vida especial que nos ha dado Dios: la
vida de gracia. Los seres humanos somos los únicos que tenemos una parte
espiritual, un alma que nos permite tener relación con Dios nuestro Creador.
A esta relación con Dios es a lo que llamamos vida de gracia. Con el pecado,
se corta o se pierde esta relación con Dios. Esta amistad con Dios se puede
recuperar a través del Sacramento de la Confesión.
102
Y la salvación: Si nosotros alimentamos con constancia y amor nuestra alma a
través de los Sacramentos, vamos a poder llegar al Cielo con más facilidad.
De niños, nuestros padres nos llevan a bautizar. Más tarde, nos preparamos
en el catecismo para recibir la Primera Comunión y antes de esto, nos
confesamos. Luego, de mayores confirmamos nuestra fe con el Sacramento
de la Confirmación.
103
Entonces se escuchó un ruido muy fuerte y descendieron sobre ellos unas
lenguas de fuego que se posaron sobre sus cabezas.
El Espíritu Santo también nos ayuda a nosotros hoy en día a entender lo que
Jesús nos enseña, a cumplir lo que Dios quiere que hagamos, a amar y hacer
el bien a todos entre otras cosas. El Espíritu Santo actúa en cada uno de los
Sacramentos, nos da la ayuda y la fuerza que necesitamos para vivir como
Dios quiere y llegar al Cielo.
Cuida el tesoro de tu fe
Algunas personas podrán decirte que no es posible que Dios esté presente en
los Sacramentos, que eso no es cierto. Recuerda que a Dios no lo podemos
ver, pero sí podemos ver su amor, sus regalos.
Oración
Señor, te pido que mandes al Espíritu Santo para que me dé fuerzas y me
ayude en las dificultades de la vida. Te doy las gracias por quedarte con
nosotros en los Sacramentos.
Amén.
105
Lección 18
El Sacramento del Bautismo
Hoy conoceremos o recordaremos cuál es la importancia del Sacramento del
Bautismo. Sabremos por qué es la puerta de entrada para los demás
sacramentos.
Cuando nace un bebé, los papás están muy felices, al igual que los
padrinos. Juntos lo llevan a la Iglesia. El sacerdote los recibe y les pregunta:
"¿Qué es lo que piden para este niño?" Ellos le contestan que quieren el gran
regalo de la fe. Después, el sacerdote vierte un poco de agua sobre la cabeza
del bebé, lo llama por su nombre y repite las palabras: "Yo te bautizo en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo..."
¿Qué se utiliza?
Esta es la fórmula del bautizo común con agua, pero existen otras dos formas
para aquellos que, por determinada circunstancia, no fueron bautizados.
Cuida el tesoro de tu fe
Algunas personas podrán decirte que es tan importante el bautizo del bebé
que es necesario esperar y ahorrar hasta que se tenga el dinero para hacer
una gran fiesta. Recuerda que el sacramento es ya un gran acontecimiento,
una gran fiesta ya que está borrando del alma del niño el pecado original.
Esto es lo principal en este sacramento y en todos los demás. La fiesta, el
baile, los regalos no tienen la misma importancia que tiene el sacramento. ¡No
nos confundamos! La gracia de Dios está por encima de todas las cosas
materiales de esta tierra.
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Algo que no debes olvidar
• El Bautismo nos borra el pecado original, nos hace miembros de la Iglesia y
nos da la vida de gracia.
• Para poder recibir los demás sacramentos, antes debemos re cibir el
Bautismo.
• La vela significa la luz que nos da el ser hijos de Dios.
• Los padrinos son los encargados de cuidar la fe del niño en caso de que sus
papás no lo puedan hacer.
• El agua simboliza la limpieza, la purificación.
• Existen el Bautismo de sangre y el bautismo de deseo, cuando no se lleva a
cabo con el agua.
• La misericordia es muy grande para los niños que no han sido bautizados.
1. Qué es el Bautismo
2. Los símbolos que se utilizan en el bautismo
Oración
Dios mío, te doy gracias por haberme dado la vida de gracia en la que puedo
tener una gran amistad contigo. Te pido que me ayudes a conservarla
siempre para poder cumplir con la misión que me tocó cumplir en esta vida.
Amén.
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Lección 19
El Sacramento de la Eucaristía
Hoy hablaremos acerca del Sacramento de la Eucaristía, conoceremos como
Dios está realmente presente ahí, aunque no lo veamos.
Lo que esa gente busca es algo muy válido: buscan la fuerza y la manera de
lograr una transformación de vida que les permita vivir en armonía con ellos
mismos y con el mundo que les rodea. Se han olvidado que las enseñanzas de
los primeros evangelizadores y la conversión al catolicismo de todo el pueblo
indígena nos hacen comprender que esas fuerzas y energías no están en las
pirámides ni en los fenómenos cósmicos, sino en le Eucaristía.
Jesús se reunió con sus apóstoles a celebrar la fiesta de la pascua. Era la gran
fiesta para los judíos que recordaba la liberación del pueblo de Israel después
de haber vivido como esclavos en Egipto.
La nueva pascua de Jesús era una nueva liberación para el gran pueblo de
Dios. Una liberación del pecado. En lugar de sacrificar un cordero se
sacrificaría Él mismo para librarnos de los pecados.
Entonces dijo "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que
será entregado por vosotros. Tomad y bebed todos de él porque este es el
cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada
por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados."
Después les dijo a sus apóstoles "Hagan esto en memoria mía". En este
momento Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía. Es en la Última Cena
donde Jesús nos deja un gran regalo: la Eucaristía.
¿Quién lo administra?
El ministro del Sacramento de la Eucaristía es el sacerdote, quien, en
memoria de Jesucristo, consagra el pan y el vino, siguiendo el mandato de
Jesús: "Hagan esto en memoria mía".
¿Qué se utiliza?
Se utiliza pan de harina sin levadura y vino natural, extraído de la uva, tal y
como los utilizó Cristo en la Última Cena.
¿Por qué en algunas ocasiones son seglares los que administran la Eucaristía?
Si estamos lejos de Dios, si nos sentimos débiles ante las tentaciones y las
dificultades de la vida, si nos sentimos sin fuerzas en la vida, si trabajamos
poco o nada por los demás, si llevamos una vida mediocre en donde manda la
ley del menor esfuerzo, acerquémonos a la Eucaristía.
Habrá ocasiones en las que no nos sea posible comulgar, pero que sí podamos
pasar a la Iglesia a hacer una visita a Jesús en el Sagrario. Recordemos que
cuando la luz del Sagrario está encendida, quiere decir que Dios está ahí
presente.
Podemos aprovechar para decirle que lo que queremos mucho, para
agradecerle todo lo que nos ha dado, para adorarlo porque es nuestro Dios,
para pedirle lo que necesitemos, para pedirle por los demás. Jesús es nuestro
mejor amigo.
• Jesús nos quiere tanto que pensó en la manera de quedarse siempre con
nosotros.
Organizar una Adoración solemne ante el Sagrario para agradecer el gran don
de la Eucaristía. Se pueden poner turnos para cada uno.
Oración
Dios mío, te doy gracias porque te has quedado con nosotros en la Eucaristía.
Te pido me ayudes a tenerte siempre en mi corazón para no caer en las
tentaciones de la vida.
Amén.
112
Lección 20
El Matrimonio, naturaleza e institución
Desde el principio de la creación, cuando Dios crea a la primera pareja, la
unión entre ambos se convierte en una institución natural.
Naturaleza
La unión conyugal tiene su origen en Dios, quien al crear al hombre lo hizo
una persona que necesita abrirse a los demás, con una necesidad de
comunicarse y que necesita compañía. “No está bien que el hombre esté solo,
hagámosle una compañera semejante a él.” (Gen. 2, 18). “Dios creó al
hombre y a la mujer a imagen de Dios, hombre y mujer los creó, y los bendijo
diciéndoles: procread, y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla”. (Gen. 1,
27- 28). Desde el principio de la creación, cuando Dios crea a la primera
pareja, la unión entre ambos se convierte en una institución natural, con un
vínculo permanente y unidad total (Mt. 19,6). Por lo que no puede ser
cambiada en sus fines y en sus características, ya que de hacerlo se iría
contra la propia naturaleza del hombre. El matrimonio no es, por tanto, efecto
de la casualidad o consecuencia de instintos naturales inconscientes. El
matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar su designio de
amor en la humanidad. Por medio de él, los esposos se perfeccionan y crecen
mutuamente y colaboran con Dios en la procreación de nuevas vidas.
113
El matrimonio se define como la alianza por la cual, - el hombre y la mujer -
se unen libremente para toda la vida con el fin de ayudarse mutuamente,
procrear y educar a los hijos. Esta unión - basada en el amor – que implica un
consentimiento interior y exterior, estando bendecida por Dios, al ser
sacramental hace que el vínculo conyugal sea para toda la vida. Nadie puede
romper este vínculo. (Cfr. CIC can. 1055).
Institución
Hemos dicho que Dios instituyó el matrimonio desde un principio. Cristo lo
elevó a la dignidad de sacramento a esta institución natural deseada por el
Creador. No se conoce el momento preciso en que lo eleva a la dignidad de
sacramento, pero se refería a él en su predicación. Jesucristo explica a sus
discípulos el origen divino del matrimonio. “No habéis leído, como Él que creó
al hombre al principio, lo hizo varón y mujer, Y dijo: por ello dejará a su padre
y a su madre, y los dos se harán una sola carne”. (Mt. 19, 4-5). Cristo en el
inicio de su vida pública realiza su primer milagro – a petición de su Madre –
en las Bodas de Caná. (Cfr. Jn. 2, 1-11). Esta presencia de Él en un
matrimonio es muy significativa para la Iglesia, pues significa el signo de que
- desde ese momento - la presencia de Cristo será eficaz en el matrimonio.
Durante su predicación enseñó el sentido original de esta institución. “Lo que
Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mt. 19, 6). Para un cristiano la unión
entre el matrimonio – como institución natural – y el sacramento es total. Por
lo tanto, las leyes que rigen al matrimonio no pueden ser cambiadas
arbitrariamente por los hombres.
114
Lección 21
Introducción a la Eclesiología
¿Qué es la Iglesia?
Hoy en día hay muchas iglesias y denominaciones que dicen ser los
verdaderos seguidores de Cristo. Sin embargo, en los inicios del cristianismo
no era así. Había una sola Iglesia y todos los cristianos permanecían unidos
bajo las enseñanzas de los apóstoles.
Hoy hablaremos de cuál es esta Iglesia, y para qué funda Cristo una Iglesia.
115
Hay personas que pueden decir que son católicas, pero que nunca van a Misa,
que no se acercan a la Iglesia y sus sacramentos, o que están lejos del Papa y
los sacerdotes, representantes de Cristo, y no se dan cuenta que justamente
la Iglesia es al católico como la tortilla a un taco (valga la comparación
sencilla): sin la tortilla no hay taco, pues sin la Iglesia no hay cristianismo.
Es la Iglesia la que traduce al cristianismo en un compromiso real y que pone
los rieles de nuestro tren para que sepa hacia donde ir; no puede ser un
estorbo para un verdadero cristiano. Es un estorbo sólo para aquellos que
quieren vivir el cristianismo como les viene en gana, y que deciden hacerla a
un lado y fundar su "iglesia propia".
Por ejemplo, el joven que se escapa de la escuela, que dice sentirse muy feliz
y contento porque no hay quien le exija, aun cuando sabe que su deber es
estar estudiando; sólo se engaña a él mismo. Pues en nuestra religión, es la
Iglesia la que nos pone las normas, la que hace que el cristianismo sea
compromiso, la que nos motiva e impulsa a seguir, la que responde nuestras
dudas, la que nos señala por dónde ir, que nos da un espíritu de lucha, de
superación, de esfuerzo, de exigencia, reto y auto conquista para
transformarnos en otro Cristo.
La única respuesta es por falta de amor. Por ejemplo, cuando tú, amas a una
persona estás dispuesto a hacer todo lo que ella te pide: hasta te sacas diez
en el examen, o hasta te cae bien tu suegra. Dejas todo por corresponder a
ese amor que te tienen, cumples con tus responsabilidades y hasta dejas el
partido de fútbol por estar con esa persona.
Hay veces en que apreciamos más un detalle que nos brinda un desconocido,
que el gran regalo que nos tiene Cristo; y hasta lo dejamos a un lado con el
moño puesto.
116
Cuando hay amor no dejas a Cristo abandonado con los brazos abiertos por
que te pidió que hicieras ciertas cosas: te das por completo aceptando las
normas y condiciones. Como cuando una pareja se va a casar, la novia no
puede pensar "me caso contigo y te entrego toda mi vida incondicionalmente,
pero yo no plancho, ni lavo, ni hago de comer".
Cuando amas lo das todo sin límites, y aceptas los requisitos sin límites.
Cristo fundó una Iglesia y estableció una jerarquía a ser respetada (El Papa,
los Obispos); puso unas leyes y normas para que no estuviéramos cada año,
cada tiempo y cada moda re-inventando la Iglesia, sino para que vivamos en
la Iglesia como Él quiso, por amor a ella y así, formemos con ella un sólo
cuerpo en Cristo.
En primer lugar, unidad de fe, que se muestra por el Credo que rezamos
todos los Domingos, que es el mismo que rezaban los apóstoles y describe en
pocas palabras en qué creemos como católicos.
Gracias a muchas personas, hoy tenemos nuestra fe. Desde los primeros
tiempos hasta el día de hoy, desde los apóstoles, mártires, y tantos santos
que, al dar su vida, nos mostraron el valor de nuestra fe.
117
Ahora, el Santo Padre nos dice que nosotros, que cada uno de nosotros somos
la esperanza de la Iglesia, porque ahora nos corresponde tomar la estafeta de
nuestra fe y transmitirla, para continuar a través de nuestro testimonio esa
gran labor que Cristo ha dejado: "Id por todo el mundo y predicad el
Evangelio".
Es importante que usemos los medios que nos ofrece la Iglesia Católica, como
ir a Misa, confesarse, leer la Biblia, participar en grupos parroquiales, conocer
la palabra y escritos del Santo Padre. Es importante conocer, amar y vivir lo
que en ella se enseña.
Notas de la Biblia
1. San Juan 17, 20, nos habla de cómo Cristo es quien convoca la Iglesia, nos
invita a que seamos una sola Iglesia.
2. Carta a los Efesios 4,4, nos describe la Iglesia que predicaba San Pablo,
una sola.
En resumen:
- Hay personas que hacen su propia iglesia porque no quieren seguir reglas ni
obedecer; por comodidad.
118
Lección 22
La Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo
La Iglesia que Cristo fundó la formamos todos los que vivimos unidos a Él por medio
del Bautismo. Cristo es la cabeza y nosotros somos sus miembros.
Cada uno de los bautizados formamos parte de ese Cuerpo, de manera que
todos dependemos de todos.
119
La Iglesia que Jesucristo fundó
Los cuatro evangelistas nos dan la lista de los doce miembros fundadores del
club —que al final quedaron en once, pues Judas fue expulsado. Ahora bien,
decir que alguien funda un club con once miembros o socios puede sugerirnos
que se trata de un club de fútbol. Pero en el siglo I no lo pensaban así, pues
antes el deporte organizado no era tan importante para las personas como lo
es el día de hoy.
Dice Cristo: el que quiera ser de primera división, “que se niegue a sí mismo,
que tome su cruz y me siga” (Mt. 16, 24).
Duro. Ése es un entrenamiento muy duro. Pero Pedro, Santiago, Juan, Andrés
y los otros fundadores aceptan y se entregan a ese entrenamiento. Claro,
salen todos titulares del equipo de primera división y mueren con la camiseta
puesta.
Tanto Pablo como los otros once tuvieron mucho entrenamiento y mucho
amor al club.
La historia del club de Cristo, la Iglesia, empieza desde la creación del mundo.
Se puede decir que su fundación es la reacción de Dios ante el caos que
ocasionó el pecado.
Dios prepara remotamente la fundación de la Iglesia con el llamado a
Abraham, a quien le promete que será
padre de un gran pueblo (cfr. Gen. 12, 2; 15, 5-6).
Este gran pueblo simboliza a la Iglesia.
El pecado de Adán y Eva rompe la unión del hombre con Dios. Los planes de
Dios para el hombre se desbaratan y entonces Dios reacciona con una
convocatoria, con un llamado a los hombres para restaurar esa intimidad con
Él. Esta «convocatoria» es la fundación del club de los apóstoles con
Jesucristo, que es la Iglesia. La palabra «iglesia» viene del latín ecclesia, y
ésta del verbo ekklesía, que quiere decir asamblea, congregación.
Más adelante, Dios elige al pueblo de Israel como pueblo de Dios (cfr. Ex. 19,
5-6; Deut. 7, 6). Convoca a un pueblo porque no desea que los hombres se
salven individualmente y aislados, sino unidos entre sí y todos ellos unidos a
Dios, lo cual no significa que Dios le pertenezca en exclusiva a ese pueblo,
sino que Dios quiso formar un pueblo propio para hacer una alianza con sus
integrantes, para irlos educando, para revelárseles poco a poco y prepararlos
a fin de formar la Iglesia. Israel es el símbolo de la reunión de todas las
futuras naciones en la Iglesia. Pero rompe la alianza con Dios y entonces los
profetas anuncian una Alianza nueva y eterna (cfr. Jer. 31, 31-34; Is. 55, 3)
que será instituida por Jesucristo.
Jesucristo viene a la tierra a instituir esta nueva Alianza entre Dios y los
hombres y funda su Reino, que es la Iglesia. Desde ese momento se
restablece la unión entre Dios y los hombres, se restablece el orden planeado
por Dios desde el principio.
121
En la Iglesia, mediante los sacramentos instituidos por Cristo, el hombre es de
nuevo capaz de estar unido íntimamente a Dios por la vida de la gracia.
122
También sabrás que en la Iglesia hay una jerarquía, cuya cabeza es el Papa y
que él, junto con los obispos, como sucesores directos de los apóstoles, son
los encargados de enseñar, gobernar y dirigir a los demás miembros de la
Iglesia.
¿Quiénes formamos la Iglesia?
La Iglesia, más que una sociedad, podría compararse con una gran familia
formada por miles de miembros unidos entre sí, por estar cada uno de ellos
unido a Dios.
En una familia cada miembro es diferente de los otros: tu hermana no es igual
a tu hermano ni éste igual a tu primo. Tu padre y tu madre son diferentes de
tus abuelos y tíos.
Cada miembro de una familia tiene una tarea que cumplir y también una
personalidad diferente: tu mamá, encargada de la casa, cuida a los hijos; tu
papá, responsable de trabajar para proveer lo necesario, los protege; tu
abuela consiente a los nietos; tu tía los regaña; tu hermano hace reír a todos;
el pequeño llora todo el día y tu hermana es maravillosa haciendo galletas.
Cada uno es importante para el resto de la familia y su ausencia se siente
cuando por cualquier razón no está en la casa.
Medita y actúa
Para meditar personalmente
• ¿Por qué si San Pablo perseguía a los cristianos, cuando fue derribado
mientras viajaba a caballo, Jesús le preguntó por qué razón lo perseguía a Él?
• ¿Qué clase de miembro de la Iglesia eres? ¿Sano, atrofiado, débil, enfermo,
amputado o desertor? ¿Por qué?
125
• ¿Qué le responderías a alguien que llegara a tratar de convencerte de
abandonar la Iglesia diciéndote que hay muchos errores dentro de ella?
• ¿Conoces los documentos de la Iglesia que se han escrito en el último año?
Decisiones
Como tú sabes, no es suficiente saber lo que ocurre ni por qué... es necesario
que todos hagamos un esfuerzo de cambio para aplicar lo que vamos
aprendiendo. Aquí te proponemos algunas líneas generales de compromiso:
¡la decisión es tuya!
• Me preocuparé por ser siempre un miembro sano de la Iglesia manteniendo
mi unión con Dios mediante la oración y la práctica de los sacramentos,
evitando el pecado venial, desterrando el pecado mortal y trabajando en el
desarrollo de las virtudes.
• Me preocuparé por conocer siempre las enseñanzas de la Iglesia.
• Acudiré a las misiones que organice mi parroquia, grupo pastoral o escuela
para acercar a la Iglesia a más personas y recuperar a aquellos miembros que
han sido amputados o mutilados.
126
Lección 23
Eclesiología y Teología de los Laicos
Hoy se habla de Ontología de Gracia, que quiere decir, que ahora todos
somos partícipes de la misma vida de Dios, que se comunica a nosotros.
Convivimos en la vida de Dios Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo. El
Bautismo que es común a todos (sacerdotes, religiosos y laicos) nos incorpora
en la vida de Cristo. Por esto, es importante reconocer nuestro compromiso
como bautizados y participes de sus tres oficios; Sacerdotal, Profético y Real.
127
Por esto, debemos contemplar, respetar y agradecer el misterio grande y
necesario del Sacerdote Ordenado (los sacerdotes – nuestros párrocos) como
lo hizo nuestro Padre San Francisco, ya que por ellos Jesús se hace presente
en la Sagrada Eucaristía.
Esta unidad de los cristianos bautizados, procede de la unidad del Padre por
Cristo en el Espíritu Santo. Esto significa que todos los bautizados somos
Iglesia y participamos de las riquezas y de las responsabilidades que la
consagración bautismal nos exige, en la variedad de los carismas y de los
ministerios (servicios).
Por esto:
128
Vemos el ejemplo de San Francisco, un laico que el Espíritu Santo suscitó un
carisma y una forma de vida que enriqueció a toda la Iglesia.
«Son de esperar muchísimos bienes para la Iglesia de este trato familiar entre
los laicos y los pastores: así se robustece en los seglares el sentido de la
propia responsabilidad, se fomenta su entusiasmo, y se asocian más
fácilmente las fuerzas de los laicos al trabajo de los pastores.
129
No os canséis de perfeccionar más y más, con un serio y cotidiano compromiso
formativo, los aspectos de vuestra vocación peculiar de fieles laicos,
llamados a ser testigos valientes y creíbles en todos los ámbitos de la sociedad,
para que el Evangelio sea luz que trae esperanza en las situaciones
problemáticas, de dificultad, de oscuridad que los hombres de hoy tan
frecuentemente encuentran en el camino de la vida.
130
el don del encuentro con Cristo y la certeza de la dignidad de la persona
humana.
b) A ellos les corresponde dar testimonio de la caridad, especialmente a los
más pobres, a los que sufren y a los necesitados, así como asumir todos
los compromisos cristianos destinados a crear condiciones de justicia y
paz cada vez mayores en la convivencia humana, de modo que se abran
nuevas fronteras al Evangelio.
131
b) La tentación de pensar que el laico comprometido es aquel que
trabaja solo en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la
parroquia o de la diócesis y poco se ha reflexionado sobre el papel de
los laicos en su vida pública y cotidiana, en su trabajo profesional, en su
proyección en la comunidad, el barrio o la colonia, como lo sugirió el
Capítulo General de la OFS 2017, en donde se reflexionó en la vida
cotidiana de los Franciscanos seglares y su proyección en el mundo, el
cómo hace presente el carisma y su vocación. Sin darnos cuenta, hemos
generado una élite laical creyendo que son laicos comprometidos solo
aquellos que trabajan en cosas “de los sacerdotes” y hemos olvidado,
descuidado al creyente que muchas veces quema su esperanza en la
lucha cotidiana por vivir la fe.
c) Dice el Papa Francisco: por eso, debemos reconocer que el laico por su
propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón
de la vida social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas
culturales que gestan continuamente, tiene exigencias de nuevas formas
de organización y de celebración de la fe. Los ritmos actuales son tan
distintos a los que se vivían 30 años atrás.
132
Un ejemplo concreto – y cercano – de compromiso laical
133
Lección 24
Mariología – María en la Historia de la Salvación
a. Según Gal 4,4 nos dice: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos envió Dios
a su Hijo, nacido de mujer". La fórmula teológica "envió Dios a su Hijo" alude
a la preexistencia del Hijo que es enviado al mundo por el Padre; la fórmula
considera, por tanto, al Hijo en su existencia divina. Ese Dios - Hijo es el
término de la acción generativa de la mujer "nacido de mujer".
b. En Rom 9, 5 se dice: "de los cuales (los israelitas), procede) Cristo según la
carne, que es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos”. Si, como casi
todos los autores católicos sostienen, hay que referir esta afirmación a Cristo;
el texto afirma: Cristo, que es Dios, procede de los israelitas según la carne;
con otras palabras: el mismo Cristo, que es Dios, es engendrado según la
carne, de los israelitas, lo que históricamente es decir de María; Cristo - Dios
es engendrado de María.
134
c. En Lc 1 35: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te
cubrirá con su sombra. Por eso, lo que nacerá será llamado santo, Hijo de
Dios". No hay la menor duda de que el Verbo será llamado Hijo de Dios. Y
cuando anuncia que el Espíritu Santo vendrá sobre ti alude a la fuerza divina
que va a realizar la concepción milagrosa, y también alude a que el seno de
María se va a convertir en tabernáculo de Dios por la presencia misma del
mismo Dios, de la que el signo de nube que cubre, por eso lo que nacerá de
María será el Hijo de Dios en sentido estricto.
d.- San Juan nos dice en su prólogo del Evangelio, Jn 1,14 que: "El Verbo se
hizo carne y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como Hijo Único". No nombra a la virgen María,
pero dados los otros datos revelados de Lucas y de S. Pablo se sabe que fue
María la que concibió en su seno al Verbo, este se hizo hombre y puso su
Morada entre nosotros. Y en Jn 3, 16-17, dice: "Porque tanto amó Dios al
mundo que envió a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo
para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve por él".
136
MARÍA MEDIADORA Y DISPENSADORA UNIVERSAL DE LAS GRACIAS
Dada la vinculación esencial de la mediación de María a la mediación de
Cristo, sin la cual la mediación de María no tiene sentido, hay que aclarar que
la mediación de Cristo es universal, primera y principal, es decir, entre Dios y
los hombres no hay más que un único mediador Jesucristo, 1 Tim 2, 5, y la
mediación de María es universal y secundaria por vía de participación por las
razones anteriormente citadas en el apartado de la maternidad espiritual.
La Virgen María en cuanto "dispensadora" universal de las gracias es una
consecuencia lógica de su cooperación en la obra de la redención, y de su
maternidad espiritual sobre todos los redimidos. Según las enseñanzas de la
mayoría de los teólogos, siguiendo las directrices del magisterio ordinario de
la Iglesia, la Virgen María coopera dependientemente de Cristo en la
distribución de todas y cada una de las gracias que Dios concede a todos y
cada uno de los hombres (cristianos o paganos), de suerte que se la puede
llamar con toda propiedad y exactitud "dispensadora universal" de todas las
gracias que Dios concede a la humanidad entera.
Así en Lumen Gentium, el Concilio Vaticano II enseña:
"Y esta maternidad de María perdura si cesar en la economía de la gracia,
desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo
mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de
todos los elegidos. Pues una vez asunta a los cielos, no dejó su oficio
salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los
dones de la eterna salvación. Por su amor materno cuida de los hermanos de
su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan
contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la
Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada,
Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera
que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.
La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado, lo
experimenta continuamente y lo recomienda al amor de los fieles, para que,
apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador
y Salvador, (nº 62).
138
Finalmente, en el discurso de clausura de la 3ª etapa del Concilio Vaticano II,
el papa Paulo VI proclamó a María "Madre de la Iglesia", y dice: "La divina
maternidad es el fundamento de su especial relación de (María) con Cristo y
de su presencia en la economía de la salvación operada por Cristo, y también
constituye el fundamento principal de las relaciones de María con la Iglesia,
por ser Madre de Aquel que desde el primer instante de la encarnación en sus
seno virginal se constituyó en cabeza d su Cuerpo místico, que es la Iglesia.
María, pues, como Madre de Cristo, es Madre también de los fieles y de los
pastores; es decir, de la Iglesia".
139
Lección 25
Historia del Hermano Francisco y de la Orden de los Menores
140
Se impusieron necesidades imperiosas de interpretación de la Regla y del
Testamento según las modalidades hermenéuticas sobre las cuales san
Francisco había puesto en guardia a sus hermanos:
“Y a todos mis hermanos, clérigos y laicos, mando firmemente por obediencia, que no
introduzcan glosas en la Regla ni en estas palabras (del Testamento), diciendo: esto
quieren dar a entender” (Test 38).
141
¿Cómo liberarse de tal posición y tales prejuicios, supuestos que sea posible
liberarse de ellos? Sería en verdad conveniente que antes que nada nos
preguntáramos por las razones que urgen a reconstruir la historia de san
Francisco, pero sin que se parta de los éxitos, es decir, de la santidad del
hermano Francisco.
142
El extraordinario descubrimiento de ésta positividad que constituirían la
fundación en clave exclusivamente humano/cristiana de la antropología
medieval, no es mérito de Francisco; es un efecto de la gracia divina, ya que
había sido el mismo Dios el que condujo al hermano Francisco en medio de los
leprosos, haciéndole comprender el sentido profundo, cristianamente “gozoso”,
de la conversión interior que se volverá a encontrar en la primitiva legislación
franciscana:
“Y (los hermanos) deben gozarse cuando conviven con gente de baja condición y
depreciada, con los pobres y débiles, y con los enfermos y los leprosos, y con los
mendigos de los caminos” (1R9, 2).
Parece que más bien le atraían los modelos y los modos de vida caballeresca y
que quería realizar un salto hacia la clase superior. Dio en cambio un salto en
dirección muy diversa, o sea, hizo una opción religiosa (no eclesiástica)
decididamente distinta en relación con los valores del ambiente social de origen.
Salió del siglo y de la lógica del mundo; pero, ¿Para qué? La respuesta más
legitima parecería ser: para seguir a Cristo; en una dimensión inicialmente
solitaria, penitencial y eremítica, y en la concretez de un hacer y de un sentir
que le parecían sugeridos por la encarnación de Jesucristo: practicando la
misericordia con los leprosos, reparando pequeñas iglesias que se iban
cayendo, sin proyecto alguno de tipo comunitario, ni tradicional, ni innovador.
143
“Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor papa me lo confirmo”
(Test,15).
Otro testimonio explícito de los vínculos de los Menores con ambientes curiales
lo contiene una carta famosa de Jacobo de Vitry, escrita en 1216, después de
una visita a la corte papal que entonces se encontraba en Perusa. El prelado
recuerda que los hermanos Menores “son tenidos en gran honor por el papa y
los cardenales” y había quien quería abandonar la Curia para unirse a ellos. A
tan sólo seis años del reconocimiento “verbal” por parte del papa Inocencio III,
la pequeña fraternidad asisiense sufrió una primera evolución al crearse no solo
una rama femenina, sino incluso una primera institucionalización:
“los hombres de esa religión, una vez al año, y por cierto para gran provecho suyo, se
reúnen en un lugar determinado para alegrarse en el Señor y comer juntos, y con el
consejo de santos varones redactan y promulgan algunas santas constituciones, que
son confirmadas con el señor papa. Después de esto, durante todo el año se dispersan
por Lombardía, Toscana, la Pulla y Sicilia”.
No hay duda de que se trata de cambio, incluso procediendo por otros caminos:
por ejemplo, comenzando por el texto de la Regla datada en 1221, hoy a
nuestra disposición, que nunca fue aprobada por el papa, y que es fruto de
tantas decisiones tomadas por los hermanos a lo largo del tiempo para
responder a los problemas que les iban sugiriendo a medida que la fraternidad/
Orden iba creciendo. Esa Regla no bulada puede ser entendida como un texto
de transición: de la fluidez de los primeros años de la vida de la fraternidad a
la rigidez de la definitiva formulación de la Regla bulada, aprobada por el papa
Honorio III con la carta Solet annuere en un noviembre en 1223; transición
también de la primitiva formulación que el hermano Francisco había elaborado,
“con pocas palabras y sencillamente” a aquella otra más articulada que el propio
Francisco la quiso “adornada con palabras del Evangelio” por el hermano
Cesáreo de Espira, “experto en sagrada escritura” (Crónica, 15).
145
3.- El distanciamiento del hermano Francisco
146
4.- La Regla bulada
La carta de aprobación de la Regla por parte del papa Honorio III, datada en el
palacio de Letrán el 23 de noviembre de 1223, es un documento de tal
importancia para la historia de los hermanos Menores, va dirigida “al hermano
Francisco y a los demás hermanos de la Orden de los hermanos Menores”
respondiendo a una petición hecha por ellos. La carta del papa Honorio III, “con
singular fuerza en el plano jurídico”, se presenta como confirmación de un acto
ya realizado por el papa Inocencio III. Sabemos que desde la primitiva
aprobación oral de 1209-10 hasta la definitiva formulación de 1223, muchas
cosas habían sucedido y muchas cosas habían cambiado en el plano
institucional, en relación con el crecimiento de los “hijos” del hermano Francisco
y con el distanciamiento de éste, de las posiciones de lo que genéricamente
podemos definir como el grupo dirigente que se consolidó después de 1219-20.
147
La respuesta no puede ser inmediata y hemos de referirnos a algunos
acontecimientos posteriores a 1223, a aquellos “dos últimos años” en los que
se detiene la segunda parte de la Vida de San Francisco, de Tomás de Celano,
tratando del período comprendido entre la estigmatización y la muerte del
hermano Francisco.
El conjunto multiforme de los textos que informan acerca de los últimos años
de existencia del hermano Francisco, deja transparentar con nitidez que debió
vivir entonces la que ha sido definida como la “gran tentación”. ¿En qué habría
consistido? No es posible responder al detalle, pero es claro que se trató de una
“tentación” íntima nacida de las difíciles relaciones que entonces mantuvo el
hermano Francisco con sus hermanos.
Antes de la estigmatización, que las fuentes más antiguas dicen haber sucedido
en septiembre de 1224, el hermano Francisco vive un largo período de difícil
soledad, de insatisfacción dolorosa en relación con los éxitos de la experiencia
religiosa personal y de sus hermanos como se expresaban en las opciones y en
la existencia de la Orden. Ni el mismo Tomás de Celano, en su Vida, logra
ocultar esta soledad e insatisfacción, aun cuando intenta presentarlas según un
proyecto narrativo ampliamente inspirado en un modelo cristocéntrico. La
impresión de las llagadas en el monte Alverna sucede en un contexto de
fuertísima tensión entre el hermano Francisco y sus hermanos.
148
Hecho obediente como Jesucristo, llagado, desciende del Alverna un hermano
Francisco, que ya no se muestra resentido ni vive atribulado, interiormente
pacificado, pero todavía más decidido a firmar los puntos fundamentales e
irrenunciables de su experiencia cristiana.
149
“Y en todos los capítulos que celebran, cuando leen la Regla, lean también estas
palabras. Y a todos mis hermanos, clérigos y laicos, mando firmemente, por obediencia,
que no introduzcan glosas en la Regla ni en estas palabras, diciendo: Esto quieren dar
a entender; sino que, así como el Señor me dio decir y escribir sencilla y puramente la
Regla y estas palabras, del mismo modo las entendáis sencillamente y sin glosa, y las
guardéis con obras santas hasta el fin” (Test 38-39).
He aquí cómo se van perfilando algunos de los objetivos polémicos del hermano
Francisco: los hermanos que están en la dirección de la Orden y los hermanos
“intelectuales”, los que poseen el poder y la cultura y, sobre la base de su poder
y de su cultura, aportan modificaciones al código genético del franciscanismo.
Es indudable que el hermano Francisco está en desacuerdo abiertamente en
relación con aquellos que poseen “tanta sabiduría como la que tuvo el rey
Salomón” (Test 7), y respecto del “estudio” que puede hacer que el “espíritu de
oración y devoción” decaiga.
La Orden debe continuar siendo una fraternidad que vive “según la forma del
santo evangelio” (test 14), ya que ser católico significa ser coherentes con una
tradición que proviene inmediatamente de Cristo.
150
Las expresiones del Testamento que aquí se recuerdan, revelan preocupaciones
respecto de las cuales Francisco habla con dureza. La dureza del hermano
Francisco nace no tanto de razones de naturaleza personal y psicológica,
cuando de la incoherencia que él advertía entre la condición de hermano Menor
y el ejercicio de cualquier poder coercitivo: la fraternidad/Orden debe hacerse
patente en la voluntad de cada uno de seguir con espontaneidad las normas
libremente escogidas, antes incluso que, aceptadas, en el momento de tomar
esta vida (Test 16).
151
Fue a partir de esta fecha cuando parece formarse un grupo dirigente en el que
prevalecen maestros de derecho y de tecnología que interpretan la presencia
de los Menores en la Iglesia y en la sociedad a la luz de una cultura que no es
la del hermano Francisco. Pero hay más: el grupo dirigente se institucionaliza,
añadiendo nuevas “almas” al franciscanismo. Al mismo tiempo la actividad de
la predicación de extiende y se perfecciona; no es ya solo el anuncio sencillo y
directo de la buena nueva y de elementales y fuertes mensajes ético-religiosos,
sino que evolucionan en un sentido doctrinal imponiendo “la necesidad del
estudio de la teología”.
152
El hermano Francisco temía a los hombres de cultura cuyas capacidades
intelectuales y profesionales no estaban subordinadas al “espíritu de oración y
devoción”; este temor lo expresaba cuando invitaba a los hermanos a que no
comentaran, glosándolos, los textos de la Regla y del Testamento; cuando
remachaba su voluntad de temer, amar y honrar como a sus señores a los
sacerdotes más podres y pecadores, aun cuando él poseyese la sabiduría de
Salomón.
Las metamorfosis del franciscanismo dependen con mucha frecuencia del papel
eminente que maestros de teología y derecho tienden a asumir en la orientación
de la Orden. Pensemos en los miembros de la delegación que el Capítulo general
de los Menores en 1230 envía al papa Gregorio IX para resolver las dudas
nacidas en torno a la Regla y al Testamento. Encontramos entre ellos al ministro
general Juan Parenti, que en el mundo había sido juez, al hermano Antonio de
Padua a quien Francisco había autorizado a enseñar teología a los hermanos,
al hermano Gerardo de Rossignol, “penitenciario pontificio”, al hermano
Haymón de Faversham ya maestro en la universidad de Paris, al hermano León
de Perego, futuro arzobispo de Milán, al hermano Gerardo de Módena
predicador y lustre, en fin, al menos conocido, el hermano Pedro de Brescia.
Las cuestiones que se presentaron al papa no eran ciertamente de poco relieve;
por eso ellos debían constituir la representación más cualificada de una mayoría
dominante de hecho en aquel momento.
153
San Francisco murió a los 44 años.
Tomado de: Francisco de Asís y el primer siglo de historia franciscana – Historia del
hermano Francisco y de la Orden de los Menores. Autor: Grado Giovanni Merlo.
154
Lección 26
Introducción a los escritos de San Francisco
155
Al hablar de la Regla bulada, de la que queda el texto inserto en la bula oficial
de la Cancillería Pontificia y que además ha sido transcrita en un número
notabilísimo de manuscritos (todo convento franciscano debía tener el suyo),
y del Testamento, con muchísima frecuencia unido a aquella, un cierto
número de escritos de san Francisco nos han sido transmitidos en una serie
de colecciones.
Una comparación, por ejemplo, la Carta a todos los fieles o la Carta a toda la
Orden, se sugiere, que han sido sometidos a un trabajo de última mano -si no
de verdadera reelaboración-, que es absurdo pensar haya podido hacerlo el
propio san Francisco, por lo que se sabe acerca de su conocimiento
aproximativo del latín y de las técnicas literarias. Y, por lo demás, ¿por qué
este trabajo de reelaboración tendría que haberlo hecho él, cuando podía
disponer de compañeros que sabía eran más expertos en este género de
cosas? Aun cuando se ha de añadir que, cuando san Francisco en sus
autógrafos transcribe versículos o fórmulas bíblicas, se equivoca a lo más en
la ortografía, contrariamente a lo que ocurre cuando las frases son totalmente
suyas: señal, cuando menos, del esfuerzo realizado para aprender con suma
precisión textos bíblicos, conocidos sea directamente sea a través de la
liturgia y el uso asiduo del breviario, como se refleja en las resonancias
bíblicas recurrentes en tantos escritos suyos, y que nos puede llevar a creer
tranquilamente que son obra suya las plegarias que, como el Oficio de la
Pasión, no son sino un tejido de citas y de agregaciones de textos sagrados.
156
El proceso redaccional de la Primera Regla, está hoy claramente diseñado. A
un primer breve núcleo de prescripciones basadas en algunos versos
evangélicos que san Francisco dictó después de la llegada de los primeros
compañeros, para someterlas luego a la confirmación papal -concedida solo
oralmente, como ya se sabe-, paso a paso, en el curso de los Capítulos
anuales en los que se reunía toda la fraternidad, se fueron añadiendo toda
una serie de normas, indicaciones, recomendaciones, sugeridas por la
experiencia vivida, para poder hacer frente a las eventualidades cotidianas en
términos que fuesen fieles al propio propósito primitivo de «vivir según la
forma del santo Evangelio».
La Primera Regla es, junto con el Testamento y la Carta a todos los fieles, el
texto que mejor que ninguno otro refleja la experiencia originaria de la
primitiva fraternidad: el único que nos da directo testimonio de un trabajo y
de un esfuerzo de elaboración que fue colectivo, obra del grupo entero. La voz
de san Francisco emerge en ella en una parte y en otra: cuando apela
directamente a sus hermanos para mandar o aconsejar algo que lleva en el
corazón. La Regla bulada fue fruto de un trabajo de equipo, como análisis
internos y testimonios externos nos la muestran claramente. Pero fue clara en
este caso la intervención de La Curia romana, deseosa de hacer que el nuevo
grupo entrase plenamente en el cuadro de la tradición canónica. Lo atestigua
la precisión del lenguaje jurídico que caracteriza sus prescripciones, lo
confirman sobre todo el mismo papa Gregorio IX, no duda en afirmar que
asistió a san Francisco en su compilación.
157
El que por tanto tiempo no se haya tenido consideración con los escritos de
san Francisco, si no es en términos devocionales o de reflexión edificante,
constituye un capítulo de historia religiosa «en negativo» que todavía no ha
sido escrito, y que tal vez no lo será jamás. Plantea preguntas y sugiere
problemas a los que no es fácil responder. ¿Cómo y por qué ha podido
suceder que durante siglos no se haya advertido, no diré la importancia
histórica de aquellos escritos, sino su espesor religioso y humano, su fuerza
expresiva, el poder fascinante de los conceptos y de los sentimientos que
actúan en ellos? Las raíces profundas de ese reduccionismo han de buscarse
en aquel proceso de aislamiento y, de alguna manera, de deshumanización de
la figura de san Francisco, que tiene: en la Leyenda Mayor de San
Buenaventura.
La Leyenda Mayor fue el texto que durante siglos, dentro y fuera de la Orden,
ha ofrecido el retrato y la clave de lectura decisiva de su personalidad y de su
obra; san Francisco fue ciertamente un santo grandísimo, un modelo ascético
inalcanzable, pero más bien digno de admiración que susceptible de imitación,
por ser sujeto de actos y opciones que solo él podía realizar. Estaban en juego
una larga tradición de espiritualidad, todo un modo de concebir y realizar la
encamación de la experiencia cristiana en la historia.
“Los escritos de san Francisco son con seguridad la mejor fuente de consulta para
llegar a conocerlo, y no puede menos de causar extrañeza el verlos tan descuidados
por la mayor parte de sus biógrafos. Es verdad que ellos suministran pocas
informaciones acerca de su Vida. y no ofrecen ni fechas ni hechos; pero hacen algo
mejor: señalan las etapas de su pensamiento y de su recorrido espiritual” [Paul
Sabatier 1893].
La primera parte del Testamento nos habla de una serie de situaciones que
tuvo que vivir, de dificultades y de opciones de vida que tuvo que tomar:
desde el encuentro con los leprosos, que sugiere y representa un cambio
radical de los criterios de juicio y de comportamiento sobre los que debe
fundarse el seguimiento de Cristo, hasta el saludo de paz, que, desde un
punto de vista distinto, propone el mismo tema. Pero sobre todo muestra
mediante aquellas situaciones, el recorrido que llevó a san Francisco a las
condiciones que podían repetir, en aquel tiempo en concreto y en aquellos
lugares, el modo de ser propio de Cristo.
159
Acto supremo de amor del Padre a los hombres, Cristo solamente lleva al
Padre indicando con su nacimiento, con sus opciones y su Vida el camino para
llegarse a Él, por ello, en la experiencia de san Francisco, no hay alternativa
real entre Vida activa y Vida contemplativa, entre el vivir entre los demás la
propia opción de pobreza y sumisión y el retirarse a la soledad, a la oración y
a la contemplación.
160
“Ved que diariamente se humilla, como cuando desde el trono real descendió al seno
de la Virgen; diariamente viene a nosotros El mismo en humilde apariencia;
diariamente desciende del seno del Padre al altar en manos del sacerdote” [Adm 1,
16-18].
«Sequi vestigia Christi» equivale a vivir «según la forma del santo Evangelio»
[Test 14]. Los criterios de juicio, los comportamientos, las prohibiciones, las
parábolas propuestas por san Francisco en sus escritos representan los
múltiples aspectos de tal opción, fundamenta y ofrecen al mismo tiempo su
traducción concreta, histéricamente adecuada a las situaciones y a las
eventualidades que se han ido encontrando. Porque, como la encarnación
tiene lugar en la historia, en términos y con modalidades que caracterizan su
entero recorrido, así el «seguir a Cristo» no tiene lugar fuera del tiempo sino
en el interior de situaciones precisas, capaces de materializar a los ojos de los
hombres y de reproducir en toda su concretez la lógica que la había guiado.
161
Por ello la opción de san Francisco es también una opción de campo social, de
vivir pobre entre los pobres, anulando la separación de status y de rango que
tradicionalmente distinguía a los «pobres voluntarios» de los demás pobres.
Pero ser pobres en el siglo XIII no significaba sólo carecer de bienes
materiales. Por eso san Francisco y los suyos trabajan con las propias manos,
recurriendo a la mendicidad cuando el trabajo no les daba lo suficiente para
vivir, están sometidos a todos, sin garantías o protecciones de ningún género,
sin cultura y sin otros instrumentos de poder, privados de morada fija.
La forma de Vida que llevaban «como los otros pobres» constituye de hecho
la premisa necesaria para poder dar plena autenticidad al propio testimonio
cristiano. En la opción de san Francisco no solo son «modos de sentir» que no
sean traducidos y expresados en la plena concretez de un «modo de ser». De
las Admoniciones a la Verdadera alegría, de la Primera Regla a la Carta a los
fieles, al Testamento, la insistencia es constante.
“Y serán hijos del Padre celestial, cuyas obras realizan. Y son esposos, hermanos y
madres de nuestro Señor Jesucristo. Somos esposos cuando el alma fiel se une, por el
Espíritu Santo, a Jesucristo.
Y hermanos somos cuando cumplimos la voluntad del Padre, que esté en el ciclo;
madres, cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo por el amor y por una
conciencia pura y sincera; lo damos a luz por las obras santas, que deben ser luz para
ejemplo de otros”. [2CtaFieles 49-53].
162
Su propuesta, o si preferimos su proyecto, está aquí por entero; porque es
esta misma identificación, en la duplicidad de su referencia (Cristo y los
pobres, o mejor los pobres por el deseo de conformarse con Cristo), la que
impide y bloquea propósitos que van más allá de la misma. La falta de
proyectos por parte de san Francisco en lo que refiere a la Iglesia y a la
sociedad deriva de esta identificación. El único «proyecto» que san Francisco
y los suyos se proponen es dar, con su Vida y en la historia, testimonio de
aquel modo de ser que fue el de Cristo. Volver a presentar con toda
radicalidad su ejemplo: gratuitamente, sin expectativas de éxitos temporales,
de triunfos de la fe o semejantes. Por eso la «verdadera alegría» está en el
sufrimiento, en la aceptación serena del rechazo de los hermanos a san
Francisco, y no en los triunfos de la Orden, en la dilatación de la fe, en la
conversión de los infieles.
163
El testimonio de fray León parecía absolutamente explícito; y no cuenta
mucho tratar de establecer cuándo fue escrito (operación por lo demás
ciertamente no fácil); porque lo que en primer lugar cuenta es el hecho de
que con él el hermano León quiere dejar memoria de un extraordinario
acontecimiento:
“El bienaventurado Francisco, dos años antes de su muerte, hizo una cuaresma en el
lugar del Alverna [...]; y la mano de Dios vino sobre él; después de la visión del
Serafín y de que éste le hablara y de que tuviera lugar la impresión de las llagas de
Cristo en su cuerpo, compuso estas alabanzas escritas por la otra parte de este billete
y de su puño las escribió agradeciendo a Dios por el beneficio que se le había
otorgado”. (ed. Kajetam Esser 1978, p. 92].
Imagen de San Francisco de Asís del Templo de San Francisco, Tecpán Guatemala,
Chimaltenango.
164
Lección 27
Introducción:
165
Ella se apoya sobre la totalidad de la revelación contenida en la Escritura y en
la Tradición de la Iglesia, y se expresa en una vida nueva que el Espíritu produce
en nosotros. La espiritualidad cristiana es un todo autosuficiente. Sin embargo,
nosotros constatamos, tanto en el pasado como en el presente, la existencia de
numerosas corrientes llamadas, “espiritualidad”: espiritualidad patrística,
monástica, carmelitana, ignaciana, de los focolares, etc.
Todos ellos quieren asumir la totalidad del mensaje cristiano, pero lo hacen
según una cierta sensibilidad. Esta sensibilidad, propia de la figura del fundador
que vive en un contexto histórico determinado, hace que esa visión cristiana
adquiera una coherencia particular. Ahora si nos resulta más fácil situar la
espiritualidad franciscana en sus orígenes, como visión y experiencia personal
de San Francisco, enriquecida con vivencias diversas por todos aquellos que lo
siguieron hasta el día de hoy. Nos referimos aquí a las grandes figuras de santos
y santas que concretaron su vocación en la corriente espiritual franciscana.
Las innumerables biografías escritas en estos ocho siglos nos ofrecen cada una,
su versión. Es verdad que las hagiografías más antiguas están más cerca de la
fuente, pero ¿será suficiente?
Y aquí tenemos que hacer una segunda distinción: mientras, por un lado, las
biografías colocan en el centro a Francisco con sus acciones y sus palabras, por
el otro, sus escritos colocan en el centro a Dios, al hombre y el camino que une
uno al otro.
166
Es decir, nos ofrecen la espiritualidad del poverello de Asís, su visión de Dios,
del hombre, del mundo, de la tradición que lo precedió y de los signos de los
tiempos que lo desafiaron en su momento. Es verdad que las biografías y los
escritos del santo pueden iluminarse recíprocamente, pero también es verdad
que, para acceder a la espiritualidad de Francisco, no disponemos de mejor que
sus mismos escritos. Ellos constituyen la expresión más fiel y, hasta la más
completa, de su espiritualidad personal.
1 Omnipotente, santísimo,
Altísimo y sumo Dios,
Padre Santo (Jn 17,11) y justo,
Señor rey del cielo y de la tierra (cf.Mt. 11,25),
Por ti mismo te damos gracias,
Porque, por tu santa voluntad
Y por tu único Hijo
Con el Espíritu Santo,
Creaste todas las cosas espirituales y corporales,
Y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza,
167
Nos pusiste en el paraíso (cf. Gn. 1,26; 2,15).
2 y nosotros caímos por nuestra culpa.
4 Y te damos gracias
Porque ese mismo Hijo tuyo
Vendrá en la gloria de su majestad
A enviar al fuego eterno a los malditos,
Que no hicieron penitencia y no te conocieron,
Y a decir a todos lo que te conocieron y adoraron
Y te sirvieron en penitencia:
Venid, benditos de mi Padre,
Recibid el reino que os está preparado
Desde el origen del mundo (cf. Mt. 25,34)
168
El Padre tiene la iniciativa en todo: es él que con el Hijo y el Espíritu Santo crea
el mundo y al hombre, su imagen; es él quien hace nacer a su Hijo en la carne,
nos salva por medio de su cruz, y lo manifestará en el último día. Es a él a quien
se dirige la oración filial de Jesús en los 15 salmos compuestos por Francisco,
y es a él a quien Francisco mismo invoca en casi todas las oraciones que nos
ha dejado.
El Padre ocupa el primer y único puesto: él tiene la primacía, tal como aparece
en el evangelio de San Juan, del cual Francisco es un gran deudor. Esta
perspectiva tan clara en los escritos de Francisco nos obliga a rever (revisar)
una cierta concepción del cristocentrismo que muchas veces presentamos como
típico de la espiritualidad franciscana. Ciertamente, en cuanto cristianos, no
podemos sino ser “cristocéntricos”. Pero no podemos olvidar que Cristo –
camino está centrado a su vez en el Padre.
4 El Altísimo Padre anunció desde el cielo, por medio de su santo ángel Gabriel
Esta Palabra del Padre, tan digna, tan santa y gloriosa,
En el seno de la santa y gloriosa Virgen María,
De cuyo seno recibió la verdadera carne de nuestra humanidad y fragilidad.
6 Y cerca de la pasión,
Celebró la pascua con sus discípulos
Y, tomando el pan, dio las gracias y lo bendijo y lo partió diciendo:
Tomad y comed, éste es mi cuerpo (Mt. 26,26)
169
Por el santo amor con el cual nos ha amado (cf. Jn. 17, 26) el Padre nos ha
dado a su Hijo y lo ha hecho nacer de la gloriosa y pobre virgen María. Este
hijo, tan digno, santo, glorioso…rico sobre todas las otras cosas tomó la carne
de nuestra humanidad y de nuestra fragilidad y, con su madre, eligió la pobreza
(Cf.2carta a los fieles 4-5) Él es el camino que nos conduce al Padre (Adm. 1,1)
el recuerdo del amor que él nos ha manifestado, es nuestro pan cotidiano.
Francisco tiene del misterio de Cristo una visión teológicamente muy precisa.
Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Él es el Señor del universo, igual
al Padre, Dios e Hijo de Dios. Cuando se siente su nombre Señor Jesucristo,
Hijo del Altísimo, es necesario adorarlo con temor y reverencia, rostro en tierra.
170
Pues bien, este hombre “ignorante y sin estudio”, cita las Sagradas Escrituras
con una coherencia y con una inteligencia que hoy dejaría pasmado y
asombrado a más de un catedrático. Otra cosa llama poderosamente la
atención, es la importancia que él concede a sus escritos y el énfasis que pone
en recomendar su transcripción, conservación, lectura, meditación.
La más antigua que conocemos, el manuscrito 338 de Asís, data de 1250 más
o menos, veinte años apenas después de la muerte de Francisco; en los dos
siglos siguientes se enumeran 150. La autenticidad, pues está bien atestiguada.
A comienzos del siglo XX (1904) aparecieron dos ediciones críticas; en 1976-
78 Kajetam Esser publicó una más, en dos versiones, mayor y menor,
respondiendo a todas las exigencias de la crítica moderna.
Francisco señala cuatro modos en los cuales Cristo se nos hace presente hoy:
Estas palabras de Aquel que es la palabra, nos salvan a la par que el sacramento
del Cuerpo y Sangre de Cristo: Y sepamos todos firmemente que nadie puede
salvarse sino por las santas palabras y por la sangre de nuestro Señor Jesucristo,
que los clérigos dicen, anuncian y administran (Cta.F.34)
Por lo tanto, las palabras del Señor son el segundo lugar de su presencia. Este
paralelismo entre las palabras del Señor y el Cuerpo y Sangre de Cristo anticipan
lo que ocho siglos más tarde dirán con claridad meridiana el Concilio Vaticano
II: La Iglesia siempre ha venerado las Sagradas Escrituras al igual que el mismo
Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el
pan de vida, tanto de la palabra de Dios, como del Cuerpo de Cristo sobre todo
en la sagrada liturgia.
171
Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan
a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que
comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes,
piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de
Dios, se fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios,
aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por
manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por
Cristo, mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea
todo en todos (SC No.48) participación activa de los fieles.
Ahora podemos leer con ojos nuevos los numerales 4 y 5 de la Regla de la OFS,
especialmente estas expresiones en las que la Palabra de Dios y la Eucaristía
aparecen juntas: “. Los franciscanos seglares, dedíquense asiduamente a la
lectura del evangelio…, busquen la persona viviente y operante de Cristo en los
hermanos, en la Sagrada Escritura, en la Iglesia y en las acciones litúrgicas. La
fe de San Francisco que dictó estas palabras: “nada veo corporalmente en este
mundo del mismo Altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo cuerpo y sangre”,
sea para ellos inspiración y guía de su vida eucarística”.
172
3.- El lugar por excelencia de la presencia de Cristo y de su misterio es la
Eucaristía (cf. Admo. 1) celebración y comunión. De Jesucristo encarnado,
muerto y resucitado, nada se ofrece hoy a nuestros sentidos sino la celebración
eucarística: rito y elementos materiales del pan y del vino. En estos elementos,
tan ordinarios que nos resultan banales, se ofrece a nuestra fe el Hijo de Dios
que se humilla cada día como en el momento de la encarnación; cada día él
viene a nosotros en un semblante humilde (cf. Adm. 1,16). Su presencia en el
sacramento manifiesta su humildad – su kénosis (despojo de sí mismo,
abajamiento, anonadamiento, vaciamiento) junto a la del Padre que acepta que
su Hijo único descienda diariamente de su seno (cf. Juan 1,18) sobre el
altar en las manos del sacerdote (Adm. 1,18)
4.- Finalmente, aún hoy Cristo intercede por nosotros, no cesa de rezar por
nosotros y de revelarnos el nombre del Padre (Rnb 22,41) como lo hiciera en
aquella gran plegaria la tarde de su pasión (Juan 17). Tres veces es citada esta
oración sacerdotal de Cristo en los escritos de Francisco, y él recuerda el
contenido de esa súplica de Cristo en nuestro favor:
Unidad – alegría – protección del mal – conocimiento del amor de Dios por
nosotros – participación en el destino del Hijo y en su gloria.
173
1.3. El Espíritu del Señor – la Tercera Persona de la Santísima Trinidad
48 Y sobre todos ellos y ellas, mientras hagan tales cosas y perseveren hasta el fin,
Descansará el espíritu del Señor (Isaías 11,2)
Y hará en ellos habitación y morada (cf. Juan 14,23)
Y serán hijos del Padre celestial (cf. Mateo 5,45) cuyas obras hacen.
Y son esposos, hermanos y madres de Nuestro Señor Jesucristo (cf. Mateo 12,50)
Somos esposos cuando, por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a Jesucristo.
Somos ciertamente hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre,
Que está en el cielo (cf. Mateo 12,50)
Madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo (cf. 1 Corintios
6,20)
Por el amor y por una conciencia pura y sincera;
Y lo damos a luz por medio de obras santas,
Que deben iluminar a los otros como ejemplo (cf. Mateo 5,16)
Cuando en sus escritos mayores Francisco delinea una visión global de Dios
Padre y de su obra, vemos que junto al Hijo se encuentra siempre la presencia
del Espíritu Santo, Éste que es el santo por excelencia, el Paráclito, es decir el
abogado, el defensor, el consolador, Francisco lo llama con frecuencia “el
Espíritu del Señor”, como para subrayar su vínculo con el Padre y con el Hijo.
Fuego, luz, soplo, inspiración, gratuidad de Dios, es en primer lugar el “Santo
Amor” con el cual el Padre nos ama. Es a él a quien, ante todo, se aplican ciertas
cualidades que Francisco atribuye a Dios; tierno, modesto, amable, amigo,
manso, inocente, deleitable, etc.
174
El Espíritu nos acompaña en nuestro itinerario espiritual, que parte del
conocimiento de nuestra miseria, continúa a través del descubrimiento del
proyecto de Dios sobre nosotros y su puesta en práctica. Para que esto sea
posible es necesario que pidamos con insistencia “ser interiormente purificados,
interiormente iluminados y abrasados por el fuego del Espíritu Santo”.
Esta es, a grandes rasgos, la visión que Francisco tiene “del Altísimo Padre, de
su Hijo amado...del santísimo Espíritu Paráclito” visión que ha inspirado y
guiado su vida y sobre la cual puede fundarse también la nuestra. Es su visión
de la Santísima Trinidad y su relación de amor.
175
2.1 La grandeza del hombre – la visión antropológica de San Francisco
Una vez más nos quedamos maravillados por la lectura que Francisco hace de
las Escrituras y por la fina intuición que le permite distinguir entre la” imagen”
y la “semejanza”.
El Catecismo de la Iglesia Católica del año 1992 también hace esta distinción:
Otro texto que nos habla de la grandeza del hombre es el de la Regla no bulada
23,8:
176
Su grandeza está en el amor al prójimo, que es necesario amar tiernamente
como Jesús. Si no lo hacemos perdemos el tiempo, nos perdemos a nosotros
mismos.
Sin embargo, la situación más grave no está allí donde el mal evidente es
reconocido como tal. Lo que más hay que temer es la apropiación del bien de
Dios. Ya lo hemos visto. El hombre está colmado por Dios de los dones más
diversos, materiales y espirituales. Estos dones hay que reconocérselos,
alegrarse de ellos, hacerlos crecer, pero una vez hecho esto hay que restituirlos
en un acto de alabanza, en una acción de gracias. Y como si esto fuera poco,
también se entristece por los dones de los demás, los envidia y se pone celoso,
haciéndose culpable de una acción blasfema porque envidia a Dios mismo
(Adm. 8).
177
Y aquí estamos en el corazón del mal: es la negación radical de la auténtica
pobreza, que consiste en reconocer que todo bien viene de Dios, y en la
capacidad para restituírselo con una acción de gracias.
Todo lo que hemos dicho se refiere al hombre en cuanto individuo. Sin embargo,
todo hombre y todo cristiano es parte de un todo, de una sociedad o comunidad.
178
Ofrecemos a continuación, una serie de textos tomados de los escritos de San
Francisco, con los cuales se puede seguir, sin mayores comentarios este
itinerario de conversión.
25 Por eso, pues, todos los hermanos estemos muy vigilantes, no sea que, so pretexto
de alguna merced, o quehacer, o favor, perdamos o apartemos del Señor nuestra mente
y corazón. 26 Antes bien, en la santa caridad que es Dios, ruego a todos los hermanos,
tanto a los ministros como a los otros, que, removido todo impedimento y pospuesta
toda preocupación y solicitud, como mejor puedan, sirvan, amen, honren y adoren al
Señor Dios, y háganlo con limpio corazón, mente pura, que es lo que Él busca por
encima de todo; 27 y hagamos siempre en ellos habitación y morada, a Aquel que es
el Señor Dios Omnipotente, Padre e Hijo, y Espíritu Santo, que dice: Vigilad pues,
orando en todo tiempo, para que sean considerados dignos de rehuir todos los males
que han de venir y de estar en pie ante el Hijo del hombre (Lc. 21,36) 28 Y, cuando os
pongáis en pie para orar (Mc. 11,25) digan: Padre nuestro, que estás en los cielos, 29
Y adorémosle con puro corazón, porque es precioso orar siempre y no desfallecer (Lc.
18,1) 30 pues tales son los oradores que el Padre busca. 31 Dios es espíritu, y los que
los adoran es preciso que lo adoren en espíritu y en verdad (cf. Juan 4,23-24) (Regla
no bulada 22, 25-31).
“Después, el Señor me dio y me da tanta fe en los sacerdotes que viven según la forma
de la santa Iglesia Romana, por el orden de los mismos, que, si me persiguieran, quiero
recurrir a ellos. Y si tuviera tanta sabiduría cuanta Salomón tuvo, y hallara a los
pobrecillos sacerdotes de este siglo en las parroquias en que moran, no quiero predicar
más allá de su voluntad. Y a estos y a todos los otros quiero temer, amar y honrar
como a mis señores. Y no quiero en ellos considerar pecado, porque discierno en ellos
al Hijo de Dios, y son señores míos.
179
Y lo hago por esto, porque nada veo corporalmente en este siglo del mismo altísimo
Hijo de Dios, sino su tantísimo cuerpo y su santísima sangre, que ellos reciben y ellos
solo administran a otros. (Tomado del Testamento de San Francisco 6-10)
1 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt.
5,3) 2 Hay muchos que, perseverando en oraciones y oficios, hacen muchas
abstinencias y mortificaciones corporales, 3 pero, por una sola palabra que les parezca
injuriosa para sus cuerpos o por alguna cosa que se les quite, escandalizados enseguida
se perturban. 4 Estos no son pobres de espíritu, porque quien es de verdad pobre de
espíritu, se odia a sí mismo y ama a aquel que lo golpea en la mejía (cf. Mt. 5,39)
(Admoniciones XIV, 1-4)
1.- Prestemos atención todos los hermanos a lo que dice el Señor: Amad a vuestros
enemigos y haced el bien a los que os odian (cf. Mt.5, 44) 2 pues nuestro Señor
Jesucristo, cuyas huellas debemos seguir (cf. 1 Pe. 2,21) llamó amigo al que lo
entregaba (cf. Mt. 26,50) y se ofreció espontáneamente a lo que lo crucificaron. 3 son,
pues, amigos nuestros todos los que injustamente nos causan tribulaciones y angustias,
sonrojos e injurias, dolores y tormentos, martirio y muerte; 4 y los debemos amar
mucho, ya que por lo que nos hacen obtenemos la vida eterna (Regla no bulada 22,
1.4).
3.7 La misión
5 Oíd, señores hijos y hermanos míos, y prestad oídos a mis palabras (Hech. 2,14).
6 inclinad el oído (Is. 55,3) de vuestro corazón y obedeced a la voz del Hijo de Dios.
7 Guardad en todo vuestro corazón sus mandamientos y cumplid perfectamente sus
consejos. 8 Confesadlo, porque es bueno, (Sal. 135,1) y ensalzadlo en vuestras obras
(Tob. 13,6): 9 porque por esa razón os ha enviado al mundo entero, para que de palabra
y de obra deis testimonio de su voz y hagáis saber a todos que no hay omnipotente
sino él.
180
10 Perseverad en la disciplina y en la santa obediencia, y lo que le prometisteis con
bueno y firme propósito cumplidlo. 11 Como a hijos se nos ofrece el Señor Dios (Cta.
O 5-11)
Venga a nosotros tu reino: para que tú reines en nosotros por la gracia, y nos hagas
llegar a tu reino, donde la visión de ti es manifiesta, la dilección de ti perfecta, la
compañía de ti bienaventurada, la fruición de ti sempiterna (Par PN 4).
Ante un destino como este, concebido y preparado por “Aquel que nos ha
amado con amor santo, nos ha creado a su imagen y semejanza, nos ha donado
todo el cuerpo, toda el alma, toda la vida, nos ha rescatado y nos salvará por
su sola misericordia, que le queda al hombre sino cantar:
Conclusión:
Tomado de: Francisco Maestro del Espíritu, las líneas fundamentales de la espiritualidad
de San Francisco de Asís. Autor: Thaddée Matura. Adaptada para la OFS, por Fray OFM
Conventual.
181
Lección 28
VIDA DE SANTA CLARA DE ASÍS
"El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre” Santa Clara. De sus
cartas: Atiende a la pobreza, la humildad y la caridad de Cristo.
Durante todo el día y la noche, meditó en aquellas palabras que habían calado
lo más profundo de su corazón. Tomó esa misma noche la decisión de
comunicárselo a Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la detuviera en
responder al llamado del Señor, depositando en El toda su fuerza y entereza.
182
Cuando su corazón comprendió la amargura, el odio, la enemistad y la codicia
que movía a los hombres a la guerra comprendió que esta forma de vida era
como la espada afilada que un día traspasó el corazón de Jesús. No quiso
tener nada que ver con eso, no quiso otro señor más que el que dio la vida
por todos, aquel que se entrega pobremente en la Eucaristía para
alimentarnos diariamente. El que en la oscuridad es la Luz y que todo lo
cambia y todo lo puede, aquel que es puro Amor. Renace en ella un ardiente
amor y un deseo de entregarse a Dios de una manera total y radical.
SAN DAMIÁN
San Francisco les reconstruye la capilla de San Damián, lugar donde el Señor
había hablado a su corazón diciéndole, "Reconstruye mi Iglesia". Esas
palabras del Señor habían llegado a lo más profundo de su ser y lo llevó al
más grande anonadamiento y abandono en el Señor. Gracias a esa respuesta
de amor, de su gran "Si" al Señor, había dado vida a una gran obra, que hoy
vemos y conocemos como la Comunidad Franciscana, de la cual Santa Clara
se inspiraría y formaría parte crucial, siendo cofundadora con San Francisco
en la Orden de las Clarisas.
Cuando se trasladan las primeras Clarisas a San Damián, San Francisco pone
al frente de la comunidad, como guía de Las Damas Pobres a Santa Clara. Al
principio le costó aceptarlo pues por su gran humildad deseaba ser la última y
ser la servidora, esclava de las esclavas del Señor. Pero acepta y con
verdadero temor asume la carga que se le impone, entiende que es el medio
de renunciar a su libertad y ser verdaderamente esclava. Así se convierte en
la madre amorosa de sus hijas espirituales, siendo fiel custodia y prodigiosa
sanadora de las enfermas.
Desde que fue nombrada Madre de la Orden, ella quiso ser ejemplo vivo de la
visión que trasmitía, pidiendo siempre a sus hijas que todo lo que el Señor
había revelado para la Orden se viviera en plenitud. Siempre atenta a las
necesidades de cada una de sus hijas y revelando su ternura y su atención de
Madre, son recuerdos que aún después de tanto tiempo prevalecen y son el
tesoro más rico de las que hoy son sus hijas, Las Clarisas Pobres.
Sta. Clara acostumbraba tomar los trabajos más difíciles, y servir hasta en lo
mínimo a cada una. Pendiente de los detalles más pequeños y siendo
testimonio de ese corazón de madre y de esa verdadera respuesta al llamado
y responsabilidad que el Señor había puesto en sus manos. Por el testimonio
de las mismas hermanas que convivieron con ella se sabe que muchas veces,
cuando hacía mucho frío, se levantaba a abrigar a sus hijas y a las que eran
más delicadas les cedía su manta. A pesar de ello, Clara lloraba por sentir que
no mortificaba suficiente su cuerpo.
Cuando hacía falta pan para sus hijas, ayunaba sonriente y si el sayal de
alguna de las hermanas lucía más viejo ella lo cambiaba dándole el de ella. Su
vida entera fue una completa dádiva de amor al servicio y a la mortificación.
184
Su gran amor al Señor es un ejemplo que debe calar nuestros corazones, su
gran firmeza y decisión por cumplir verdaderamente la voluntad de Dios para
ella. Tenía gran entusiasmo al ejercer toda clase de sacrificios y penitencias.
Su gozo al sufrir por Cristo era algo muy evidente y es, precisamente esto, lo
que la llevó a ser Santa Clara. Este fue el mayor ejemplo que dio a sus hijas.
Hacía los trabajos más costosos y daba amor y protección a cada una de sus
hijas. Buscaba como lavarle los pies a las que llegaban cansadas de mendigar
el sustento diario. Lavaba a las enfermas y no había trabajo que ella
despreciara pues todo lo hacía con sumo amor y con suprema humildad. "En
una ocasión, después de haberle lavado los pies a una de las hermanas, quiso
besarlos. La hermana, resistiendo aquel acto de su fundadora, retiró el pie y
accidentalmente golpeó el rostro a Clara. Pese al moretón y la sangre que
había salido de su nariz, volvió a tomar con ternura el pie de la hermana y lo
besó."
Para Santa Clara la pobreza era el camino en donde uno podía alcanzar más
perfectamente esa unión con Cristo. Este amor por la pobreza nacía de la
visión de Cristo pobre, de Cristo Redentor y Rey del mundo, nacido en el
pesebre. Aquel que es el Rey y, sin embargo, no tuvo nada ni exigió nada
terrenal para sí y cuya única posesión era vivir la voluntad del Padre. La
pobreza alcanzada en el pesebre y llevada a su culmen en la Cruz. Cristo
pobre cuyo único deseo fue obedecer y amar.
La vida de Sta. Clara fue una constante lucha por despegarse de todo aquello
que la apartaba del Amor y todo lo que le limitara su corazón de tener como
único y gran amor al Señor y el deseo por la salvación de las almas. La
pobreza la conducía a un verdadero abandono en la Providencia de Dios. Ella,
al igual que San Francisco, veía en la pobreza ese deseo de imitación total a
Jesucristo.
185
No como una gran exigencia opresiva sino como la manera y forma de vida
que el Señor les pedía y la manera de mejor proyectar al mundo la verdadera
imagen de Cristo y Su Evangelio.
MORTIFICACIÓN DE SU CUERPO.
Los ayunos. Siempre vivió una vida austera y comía tan poco que sorprendía
hasta a sus propias hermanas. No se explicaban como podía sostener su
cuerpo. Durante el tiempo de cuaresma, pasaba días sin probar bocado y los
demás días los pasaba a pan y agua. Era exigente con ella misma y todo lo
hacía llena de amor, regocijo y de una entrega total al amor que la consumía
interiormente y su gran anhelo de vivir, servir y desear solamente a su amado
Jesús.
LA VIDA DE ORACIÓN.
186
Muchas veces, en su tiempo de oración, se le podía encontrar cubierta de
lágrimas al sentir el gran gozo de la adoración y de la presencia del Señor en
la Eucaristía, o quizás movida por un gran dolor por los pecados, olvidos y por
las ingratitudes propias y de los hombres.
Hizo fuertes sacrificios los cuarenta y dos años de su vida consagrada. Cuando
le preguntaban si no se excedía, ella contestaba: Estos excesos son
necesarios para la redención, "Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús en
la Cruz no habría Salvación". Ella añadía: "Hay unos que no rezan ni se
sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de
haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo
hacen. Si no se estableciera ese equilibrio espiritual la tierra sería destrozada
por el maligno". Santa Clara aportó de una manera generosa a este equilibrio.
Cuando solo tenían un pan para que comieran cincuenta hermanas, Santa
Clara lo bendijo y, rezando todas un Padre Nuestro, partió el pan y envió la
mitad a los hermanos menores y la otra mitad se la repartió a las hermanas.
Aquel pan se multiplicó, dando a basto para que todas comieran. Santa Clara
dijo: "Aquel que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe,
¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?"
187
En una de las visitas del Papa al Convento, dándose las doce del día, Santa
Clara invita a comer al Santo Padre, pero el Papa no accedió. Entonces ella le
pide que por favor bendiga los panes para que queden de recuerdo, pero el
Papa respondió: "quiero que seas tú la que bendigas estos panes". Santa
Clara le dice que sería como un irrespeto muy grande de su parte hacer eso
delante del Vicario de Cristo. El Papa, entonces, le ordena bajo el voto de
obediencia que haga la señal de la Cruz. Ella bendijo los panes haciéndole la
señal de la Cruz y al instante quedó la Cruz impresa sobre todos los panes.
LARGA AGONÍA.
San Francisco ya había muerto, pero tres de los discípulos preferidos del
santo, Fray Junípero, Fray Ángel y Fray León, le leyeron a Clara la Pasión de
Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía: "Desde que me dediqué a
pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los
dolores y sufrimientos no me desaniman, sino que me consuelan".
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El Señor en su gran sabiduría y siendo el buen Pastor que siempre cuida de su
pueblo y de su salvación, nunca nos abandona y manda profetas que con sus
palabras y sus vidas nos recuerdan la verdad y nos muestran el camino de
regreso a Él. Los santos nos revelan nuestros caminos torcidos y nos enseñan
como rectificarlos.
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