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Lectura para actividad de clase

Fragmento #1
Generalmente en la noción de "obra de arte" van implícitos dos aspectos: a) el autor
da comienzo a un objeto determinado y definido, con una intención concreta,
aspirando a un deleite que la reinterprete tal como el autor la ha pensado y querido;
b) sin embargo, el objeto es gustado por una pluralidad de consumidores, cada uno
de los cuales llevará al acto del gustar sus propias características psicológicas y
fisiológicas, su propia formación ambiental y cultural, esas especificaciones de la
sensibilidad que entrañan las contingencias inmediatas y la situación histórica; por
consiguiente, por honesto y total que sea el compromiso de fidelidad con respecto a
la obra que ha de gustarse, todo deleite será inevitablemente personal y captará la
obra en uno de sus aspectos posibles. El autor generalmente no ignora esta
condición del carácter circunstancial de todo deleite, sino que crea la obra como
"apertura" a estas posibilidades, apertura que, no obstante, oriente las posibilidades
mismas en el sentido de provocarlas como respuestas diferentes pero afines a un
estímulo en sí definido. Y el hecho de salvar esta dialéctica de "definitud" y
"apertura" es algo que nos parece fundamental para una noción de arte como hecho
comunicativo y diálogo interpersonal.
Por otra parte, en las antiguas concepciones del arte se ponía implícitamente el
acento en el polo de la "definitud" de la obra. [...] El desarrollo de la sensibilidad
contemporánea ha ido, en cambio, acentuando poco a poco la aspiración a un tipo de
obra de arte que, cada vez más consciente de la posibilidad de diversas "lecturas", se
plantea como estímulo para una libre interpretación orientada solo en sus rasgos
esenciales.
Umberto ECO: "El problema de la obra abierta", ponencia recogida en el libro La
definición del arte.
Fragmento #2
Ya no existe criterio objetivo alguno que permita calificar o descalificar una obra de
arte, ni situarla dentro de una jerarquía, posibilidad que se fue eclipsando a partir de
la revolución cubista y desapareció del todo con la no figuración. En la actualidad
todo puede ser arte y nada lo es, según el soberano capricho de los espectadores,
elevados, en razón del naufragio de todos los patrones estéticos, al nivel de árbitros
y jueces que antaño detentaban solo ciertos críticos. El único criterio más o menos
generalizado para las obras de arte en la actualidad no tiene nada de artístico; es el
impuesto por un mercado intervenido y manipulado por mafias de galeristas y
marchands que de ninguna manera revela gustos y sensibilidades estéticas, solo
operaciones publicitarias, de relaciones públicas y en muchos casos simples atracos.
Fragmento #3
No pienso que la cuestión de fondo resida en juzgar si una obra nueva de arte
contemporáneo es buena o mala: el tiempo se encargará de eso. Es más importante
comprender de qué modo y por qué encaja en la historia del arte moderno. Nuestro
amor por el arte moderno contiene una paradoja: por una parte, visitamos por
millones museos como el Pompidou de París, el MOMA de Nueva York o la Tate
Modern; por otra, la respuesta más frecuente que recibo cuando doy comienzo a una
conversación sobre el tema es: "Lo siento, no sé nada sobre arte".
Esta confesión de ignorancia no obedece a una falta de inteligencia o de inquietud
por la cultura. Se la he escuchado a escritores célebres, a exitosos directores de cine,
a políticos importantes o a académicos prestigiosos. Todos ellos, por supuesto, están
equivocados.
Sí tienen conocimientos sobre arte. Saben que Miguel Ángel pintó la Capilla Sixtina
y saben que Leonardo es el autor de la Mona Lisa. Con casi total seguridad saben
que Rodin fue un escultor y, en la mayoría de los casos, pueden nombrar una o dos
de sus obras. A lo que se refieren es a que no saben nada de arte moderno. De
hecho, lo que realmente quieren decir es que pueden saber algo de arte moderno
(por ejemplo, que Andy Warhol creó una obra de arte que estaba compuesta por
latas de sopa Campbell), pero no lo entienden. No pueden hacerse a la idea de que
algo que podría haber hecho un niño sea una obra maestra. Sospechan, en el fondo
de sus corazones, que es una farsa, pero que, como las modas han cambiado, no es
de buen tono decirlo en público.
Yo no creo que sea una farsa. El arte moderno, que se extiende desde 1860 hasta
1970, y el arte contemporáneo (que suele considerarse el que producen los artistas
vivos) no es una prolongada broma gastada por unos pocos a un público crédulo. Es
cierto que muchas de las obras que se producen actualmente (a decir verdad, la
mayoría) no superarán la prueba del tiempo, pero, del mismo modo, habrá muchas
que han pasado desapercibidas que algún día serán consideradas obras maestras. Lo
cierto es que las obras de arte excepcionales que se crean en nuestra época, así como
las que se han creado en los últimos cien años, se cuentan entre algunos de los
mayores logros del hombre moderno. Solo un estúpido rechazaría el genio de Pablo
Picasso, Paul Cézanne, Barbara Hepworth, Vincent van Gogh o Frida Kahlo.
Will GOMPERTZ: ¿Qué estás mirando?
Preguntas
Fragmento #1
a) ¿Cuáles son los dos rasgos de la obra de arte que se identifican en este fragmento?
b) ¿A qué se refiere el autor cuando habla de la "definitud" y la "apertura" de la obra de
arte?
c) ¿Qué diferencias existen, según el texto, entre la concepción tradicional del arte y la
visión contemporánea?
Fragmento #2
a) ¿Por qué afirma el autor que "ya no existe criterio objetivo alguno" para valorar la
calidad de una obra de arte?
b) ¿Te parece a ti que en el mundo del arte contemporáneo son frecuentes las "operaciones
publicitarias" y los "atracos"? ¿Podrías aclarar tu respuesta con algún ejemplo?
Fragmento #3
a) De acuerdo con el texto, ¿cuál es la cuestión fundamental que debemos preguntarnos
para valorar la importancia de una obra de arte moderno?
b) ¿Cree el autor que el arte moderno es una broma? ¿Qué razones ofrece para argumentar
su posición?

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