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El documento describe una estafa laboral perpetrada por Ali Ayad, fundador de la empresa ficticia Madbird. Contrató a más de 50 personas para trabajar de forma remota durante la pandemia, incluyendo empleados falsos cuyas identidades habían sido fabricadas. Los empleados reales descubrieron mediante investigaciones en internet que muchos de sus supuestos compañeros de trabajo no existían. La estafa se derrumbó y los empleados realizaron que nunca recibirían pagos por meses de trabajo. Ali Ayad explotó el aumento del trabajo remoto durante la
El documento describe una estafa laboral perpetrada por Ali Ayad, fundador de la empresa ficticia Madbird. Contrató a más de 50 personas para trabajar de forma remota durante la pandemia, incluyendo empleados falsos cuyas identidades habían sido fabricadas. Los empleados reales descubrieron mediante investigaciones en internet que muchos de sus supuestos compañeros de trabajo no existían. La estafa se derrumbó y los empleados realizaron que nunca recibirían pagos por meses de trabajo. Ali Ayad explotó el aumento del trabajo remoto durante la
El documento describe una estafa laboral perpetrada por Ali Ayad, fundador de la empresa ficticia Madbird. Contrató a más de 50 personas para trabajar de forma remota durante la pandemia, incluyendo empleados falsos cuyas identidades habían sido fabricadas. Los empleados reales descubrieron mediante investigaciones en internet que muchos de sus supuestos compañeros de trabajo no existían. La estafa se derrumbó y los empleados realizaron que nunca recibirían pagos por meses de trabajo. Ali Ayad explotó el aumento del trabajo remoto durante la
La llamada de Zoom tenía casi 40 participantes, o por lo menos eso
era lo que pensaban los que se habían conectado. El nombre de la
empresa era Madbird y su dinámico e inspirador jefe, Ali Ayad, quería que todos fueran rebuscadores ambiciosos como él. Pero lo que no sabían aquellos quienes habían encendido sus cámaras era que algunos de los que también estaban en la reunión no eran personas reales. Algunos incluso tenían cuentas de correo electrónico activas y perfiles de LinkedIn. Pero sus nombres habían sido fabricados y sus retratos eran los de otras personas. Todo era falso. Chris Doocey, un gerente de ventas de 27 años de la ciudad de Manchester, comenzó en Madbird en octubre de 2020, unos meses antes de la llamada de Zoom. Se le dijo que iba a trabajar desde la casa. La pandemia aún estaba en pleno furor, así que era algo normal. La Covid había dado un vuelco a la vida de Chris. Le había costado su último trabajo y esta era la razón por la cual había aplicado a este trabajo en Madbird. El anuncio describía a la compañía como "una agencia de diseño digital centrada en humanos, nacida en Londres, pero operando a nivel mundial". Sonaba bien. Madbird contrató a más de 50 personas más. Para ellos, el trabajo representaba más que un cheque de salario, también era una visa al Reino Unido. Ali Ayad sabía lo que significaba hacer una vida nueva en el Reino Unido. En varias ocasiones habló con empleados de Madbird sobre su pasado antes de asentarse en Londres. Pero hubo muchas versiones de su historia. A una persona se le presentó como un mormón de Utah, en EE. UU. Para otros, él era del Líbano, donde una difícil niñez le había enseñado a rebuscarse la vida. Pero algunos capítulos de la historia que le contaba a la gente eran inconsistentes. Ahora es obvio por qué nadie recibió dinero. Madbird no estaba recibiendo ingresos. Hasta que todo se vino abajo una tarde. Gemma Brett y Antonia Stuart eran dos empleadas con sospechas. Después de investigar en internet, usando buscadores de imágenes, se dieron cuenta de que muchos de sus colegas no existían. Las revelaciones fueron devastadoras para los miembros reales del equipo. Todo lo que habían estado haciendo, al parecer, se había construido sobre mentiras. Ahora parecía que nunca iban a ver nada de dinero en compensación por meses de tiempo y trabajo. La pandemia cambió la forma en la que muchos de nosotros trabajamos, comunicarse a través de una pantalla se convirtió en la regla. Ali Ayad explotó eso. Pensó que había encontrado un atajo. Un universo donde Ayad sería juzgado solamente por su presencia virtual, en vez de su realidad por fuera de la web. Y casi le funciona.