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Este es obvio.
Tienes que tener resistencia en el juego para que te vaya bien, pero Musk ha
asumido más riesgos que la mayoría.
En 2002, había vendido sus acciones de sus dos primeras empresas, una guía urbana
virtual llamada Zip2 y la empresa de pagos en línea PayPal. Acababa de cumplir los
30 y tenía casi US$200 millones en el banco.
Dice que su plan era poner la mitad de su fortuna en los negocios y quedarse con la
otra mitad.
Las cosas no salieron así. Cuando lo conocí, acababa de salir del período más
oscuro de su vida empresarial.
Musk afirmó que enfrentaba una dura elección: "Podía quedarme con el dinero y dejar
que las empresas murieran, o invertir lo que me quedaba y que tal vez hubiera una
oportunidad".
En un momento estuvo tan endeudado que tuvo que pedirles dinero prestado a sus
amigos solo para pagar sus gastos de subsistencia, dijo.
Él aseguró que no: "Mis hijos hubieran tenido que ir a una escuela pública. Gran
cosa. Yo fui a una escuela pública".
Lo que realmente lo sorprendió, y en 2014 quedó claro que todavía estaba muy
molesto por eso, fue el deleite de muchos expertos y comentaristas ante sus
tribulaciones.
Quizá la gente quería que fracasara porque hay una especie de arrogancia en su
ambición.
Musk rechaza esta idea. "Creo que sería arrogante si dijéramos que definitivamente
lo vamos a hacer, en lugar de que aspiramos a hacerlo, y que vamos a dar lo mejor
de nosotros", explicó.
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Esto nos lleva a la siguiente lección de Musk sobre el éxito empresarial: no
escuches a los críticos.
Manifestó que no creía que SpaceX o Tesla pudieran ganar dinero alguna vez cuando
las creó, y la verdad es que nadie más lo creyó