Está en la página 1de 3

La ecuación mágica

Por: Eva Barreneche López

La ecuación del Gobierno Digital en Colombia, más que una expresión


matemática, parece ser un juego de magia. Las normativas se multiplican
exponencialmente, eclipsando cualquier intento de solución práctica. En este
espectáculo, el Gobierno actual se destaca por su habilidad sobrenatural para
atribuirse éxitos ajenos, cambiando nombres y añadiendo el mágico "Para el
cambio", “Para la vida” a todo, literalmente a todo, como si fuera el truco de
magia más eficiente y repetitivo de la historia.

Pero, ¿qué es realmente esta política de Gobierno Digital y por qué deberíamos
prestarle atención? En teoría, es el manual de instrucciones para que el
gobierno colombiano modernice sus procesos utilizando tecnología. Lo básico.
En la práctica, es un desfile interminable de normas y decretos que cambian
más rápido que los trends en TikTok, alimentando el ego del Gobierno de
turno.

Ah, las normas en Colombia, un tema recurrente en el guion presidencial. El


Gobierno Actual avanza a toda máquina con la expedición de resoluciones y
normas para reglamentar una cosa y la otra, lo que sea, sirve. La Política
actual, ya corre riesgo, esa misma que fue numerada como si fuera la
combinación de una caja fuerte, cortesía del Gobierno Duque, sustituyendo al
Decreto 1008 de 2018, cortesía del Gobierno Santos, y este a su vez
reemplazando la estrategia del Decreto 1151 de 2008, de Gobierno en Línea
del Gobierno Uribe, que parece tener más nombres que Maluma.

Pero la fiesta normativa no termina ahí. Tenemos el Decreto Ley 2106 de


2019, el CONPES 3975 de 2019, la Ley 2052 de 2020 con su inseparable
amigo el Decreto 088 de 2022, el Decreto 620 de 2020, que actualiza el
"Habilitador" Servicios Ciudadanos Digitales de la Política de Gobierno Digital,
cuyo responsable es la polémica Agencia Nacional Digital.

En medio de este desfile, la implementación de la tan alardeada Política de


Gobierno Digital parece tan real como el Gol de Yepes. La innovación pública,
esa, la Kim Kardashian de la estrategia, ha decidido tomarse unas vacaciones
eternas durante este gobierno. ¡Quién lo diría! Nadie la ha visto.

Y, por supuesto, no olvidemos la concepción de los datos como activos


estratégicos. Aunque se le dedica todo un articulado en el Plan Nacional de
Desarrollo, su valor se deprecia más rápido que la moral de un político en
campaña.

Pero, el aspecto más trágico de esta política es el fortalecimiento de las


habilidades digitales en la administración pública. Ah, pero, nombres lindos sí
tenemos; "40 mil cursos de talento Tech para el cambio", “Formación Tic para
el cambio”, entre otras, suenan tan emocionantes como una película de acción,
pero la realidad es que parece más un truco de ilusionismo. ¡Cómo no
emocionarse ante tan innovador y creativo nombre! Seguro, después de esos
cursos, hasta la impresora sabrá programar en Python. Aunque celebro todos
los tipos de educación, la realidad es un poco más compleja.

Una de las notorias problemáticas en este ámbito ha sido la persistente


desconexión entre el Estado, la academia y los numerosos profesionales con
talento en TIC que han sido formados desde la primera convocatoria de
Gobierno Electrónico en 2016. Aunque la iniciativa de financiar estudios de
posgrado en áreas TIC es loable y de gran importancia, el gobierno ha pasado
por alto estos talentos. ¿Cuántos de los profesionales beneficiados por
convocatorias como el “Fondo TIC” o “Un Ticket para el Futuro” están
actualmente liderando iniciativas tecnológicas en el país? Contados los casos. A
pesar de que el gobierno ha otorgado más de 2000 becas de especialización y
maestría, estos profesionales se ven impedidos de ejercer roles para los que
fueron formados debido a la falta de oportunidades para ingresar a la función
pública. Estos cargos continúan siendo asignados a personas vinculadas a la
política del momento, lo que decida el Honorable Senador o el Señor Ministro.

La situación se convierte en una auténtica paradoja: aunque más de 2 mil


profesionales especialistas y másteres han sido beneficiados con becas o
créditos condonables, no hay rastro de una base de datos que los pueda
caracterizar para aprovechar semejante talento. Sin embargo, esta carencia
parece ser insignificante, ya que el Gobierno, con su inigualable sentido de la
lógica, prefiere confiar contratos de prestación de servicios a individuos que
podrían perderse en un laberinto de cables, en lugar de otorgar roles técnicos
a aquellos que han sido meticulosamente pulidos por el mismo Estado.

El desfile de cifras es impresionante: becas para aquí, cursos para allá, pero la
realidad es que los más de 2 mil especialistas y magísteres TIC becados por el
Gobierno hoy están más desaprovechados que un meme de Julia Roberts.

Con el correr del tiempo, lo que inicialmente prometía ser una iniciativa
genuina y auténtica, el Messi de la estrategia de Gobierno Digital, ha perdido
nitidez. En la actualidad, podemos observar la vigencia de la convocatoria
"Formación TIC para el Cambio", una suerte de reciclaje del programa "Un
ticket para el futuro" del Gobierno Duque, al que, por supuesto, el nuevo
gobierno le cambió el nombre. Frente a esta convocatoria, han surgido
diversas irregularidades, destacando una confusión considerable en cuanto a
las condiciones para aplicar a dicha beca. Sumado a esto, la gestión técnica
deficiente del Icetex complica aún más la situación al no lograr establecer
claramente los criterios para la selección de los postulantes. Mientras a algunos
les informan que "Formación tic por el cambio" es una novedad, a otros les
rechazan sus solicitudes simplemente porque el sistema muestra que han
aplicado al mismo fondo con el nombre de "Un ticket para el futuro". En
resumen, el panorama resulta ser aterrador.

No todo siempre ha sido malo; en el 2019 nos permitimos soñar con un


Gobierno Transparente y fuimos premiados con el tercer lugar del índice de
Gobierno Digital de la OCDE, un verdadero orgullo. Tuvimos la capacidad de
medir nuestro índice, no sólo a nivel nacional, sino a nivel del territorio, donde
radican las verdaderas brechas.

Solíamos hablar sobre innovación pública digital y modelos de gobernanza, sin


embargo, del modelo premiado solo ha quedado una página web e informes
cuya última medición data de julio de 2022. Aunado al hecho de que, según el
Banco Mundial, somos el país que ocupa el puesto 94 de 141 en el Índice de
Habilidades Digitales del Foro Económico Mundial. Es muy triste que la
capacidad de nuestros funcionarios públicos para generar valor agregado a
través de la adopción de tecnologías digitales sea prácticamente nula.

El talento digital en Colombia es innegable, pero está desperdiciado,


trabajando en cualquier cosa menos en tecnología. Mientras no haya una
estrategia coherente para aprovechar y crear oportunidades para este talento,
la política de Gobierno Digital seguirá siendo una ilusión matemática sin
resultado positivo.

Recuperar el rumbo y avanzar requiere un liderazgo sólido respaldado por un


conocimiento profundo. Es esencial garantizar la continuidad de las políticas
más allá de los cambios gubernamentales, superando egos e intereses
personales. La reactivación de mediciones y evaluaciones constantes se vuelve
crucial para asegurar resultados palpables. En este proceso, la colaboración
firme entre el Estado, la academia y la ciudadanía se presenta como una
necesidad vital, priorizando el diseño de servicios centrado en la comunidad. La
confianza en la innovación pública debe restaurarse como una herramienta
fundamental para la transparencia y la buena gobernanza. Además, es
imperativo generar nuevas oportunidades en todos los sectores para los más
de dos mil profesionales TIC, quienes anhelan contribuir con sus conocimientos
al Estado que los formó. La confianza, una vez perdida, debe ser reconstruida
para avanzar con éxito hacia un futuro para la vida. Ese es el verdadero
cambio.

También podría gustarte