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Domínguez, A. y Cortés, A. (2006).

Cristianismo e Cristianismo e Ilustración,


Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo Los Inicios De Una Nueva
III. El mundo. Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Era
Universidad de Granada, p.831

No cabe duda de que la crítica a la Iglesia, a la religión y, en especial, a muchas de sus


manifestaciones, fue en general uno de los puntos de partida —incluso de los más llamativos
— de la Ilustración, así como que algunos de sus más destacados representantes no sólo
estaban entre los agnósticos y deístas, sino que también pueden incluirse dentro del campo de
un ateísmo militante y, a veces, agresivo. Estas circunstancias determinaron que
tradicionalmente la centuria dieciochesca haya sido considerada, desde ópticas bien diferentes,
como la etapa del triunfo de la incredulidad, lo que tendría su espectacular colofón con las
actuaciones políticas derivadas de la Revolución francesa. Sin embargo, ya son pocos los que
sostienen de forma plena esta visión restringidasobre aquella centuria; hoy en día,, por el
contrario, junto a la presencia de innegables manifestaciones ateas y materialistas, se acepta
también un movimientoilustrado religioso de variado signo e, incluso, la existencia de una
ilustración católica, aunque todavía la aceptación plena de esta última encuentra algunas
resistencias
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Cristianismo e Ilustración,
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo Los Inicios De Una Nueva
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad Era
de Granada, p.832

Se ha podido escribir que con la adopción, debido a estas actitudes, de criterios maniqueístas
«se promueve una tergiversación en la escala de los valores culturales, con las nefastas
consecuencias que hasta ahora ha tenido para nuestra historiografía» (Abellán, 1981, 479); en
la misma idea insistió años más tarde (1987) Teófanes Egido. No obstante, desde hace
aproximada- mente unas tres décadas, superada la estrecha visión del joven Menéndez y
Pelayo — a pesar de contar, de forma más o menos manifiesta, con representantes recientes
como Fernández de la Cigoña o Alberto delaHera— se ha abierto una etapa enlaque nuestros
conocimientos sobre el XVIII alcanzan hitos cada día más serenos e importantes,
quenosaproximan de modo progresivo a unmejor conocimiento de su verdadera realidad, por
lo quese puede afirmar que, salvo las inevitables excepciones, predomina entre la
historiografía reciente u n acercamiento lúcido a nuestra centuria ilustrada, que ha dejado a un
lado los flagrantes apriorismos presentes, con indeseada y excesiva frecuencia, en tiempos
anteriores.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Concepto de ilustración.
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo Emanuele Kant.
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad
de Granada, p.832

¿Qué es la Ilustración? La respuesta dada por el filósofo prusiano Immanuel Kant, a la que
tradi- cionalmente siempre seacude, nopuede serenapariencia más sencilla y,a la vez,
máselocuente: «El fin de la minoría de la edad del hombre. El fin de su incapacidad para
utilizar su razón sin la dirección de otro»; en otras palabras, esto suponía la conquista del
hombre a ser un espíritu liberado del dogmatismo y de la autoridad. No obstante, lo cierto es
que las divergencias interpretativas sobre el mismo concepto de Ilustración han sido una
constante desde el mismo siglo XVIII hasta hoy, lo que habla de la complejidad del fenómeno
y del as distintas posiciones que se han adoptado según lasbasesde partida conlas quese ha
analizado
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Orígenes religiosos de la
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo ilustración. Voltaire.
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad Humanismo tolerancia
de Granada, p.833 - 834 religiosa.

Los orígenes religiosos de la Era de las Luces», en el que, apoyándose en Voltaire y Gibbon,
niega con rotundidad el (origen calvinista, resaltando, por el contrario, la influencia decisiva
del cristianismo erasmiano y de diversos sectores del protestantismo. Porque, según el profesor
Antonio Mestre a quien en gran parte: seguimos en estas líneas, tanto Voltaire como Gibbon
recurrían, para defender sus argumentos y diatribas, «a los autores del Humanísimo,
especialmente a Erasmo, a los erasmistas tolerantes de finales del XVI (Lipsio, Casaubon,
Thou, Sarpi, Grocio) y a los partidarios de la tolerancia religiosa de la segunda mitad del siglo
xvn (Locke, Newton, Leibniz, Bayle, Leclerq)» (Mestre, 1993, 26-27). No se debe olvidar
tampoco que el pietismo abrió camino a la Aufklarung, lo que sin duda dio unos rasgos propios
al movimiento ilustrado alemán.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Importancia de los
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo intelectuales en la
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad formación del pensamiento
de Granada, p.835 - 836 cristiano e ilustrado.

Los ilustrados no seirán intelectuales que simplemente se muevan en el mundo del


pensamiento o qué a lo sumo, como en periodos pasados, sean autores de: memoriales o de
arbitrios que pongan en manos de los gobernantes, sino que ahora son muchos los que tratan
de intervenir activamente participando en las tareas de gobierno, lo que fue aceptado por no
pocos rectores de los Estados delaépoca dando lugar a una etapa conocida como Absolutismo
ilustrado.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e El siglo ilustrado.
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo Ilustración.
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad
de Granada, p.837

El Siglo Ilustrado fue, pues, más corto de lo que su nombre indica; recortado en sus dos
extremos, fueron seis o siete decenios, tres generaciones más o menos las que concentraron su
más genuino espíritu, aunque bien es verdad que su influencia,de forma más o menos intensa
—de nuevo a tener presente los factores espacio y timpo—, se iba a prolongar a lo largo de la
época contemporánea, ya que no pocos de sus ideales fueron la base en laque se forjaría el
liberalismo.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Vida eclesiástica.
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo Clero parroquial.
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad Privilegios. Privilegios del
de Granada, p.851 clero. Vida mundana.

La vida eclesiástica y, sobre todo, religiosa de la mayoría de los fieles católicos discurría al
margen de todas estas querellas. El clero parroquial, en general, cumplía con sus obligaciones
pastorales, mientras que entre los eclesiásticos sin cura de almas seguía siendo frecuente que
se ordenaran por motivos meramente económicos, por ejemplo, en Francia y en Italia eran
abundantes los abates que, disfrutando los privilegios del estado clerical, llevaban una vida
mundana, bien alejada de la que les correspondía por las órdenes recibidas.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e El protestantismo. Catalina
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo II. Protestantismo y
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad marxismo.
de Granada, p.853

El protestantismo, aunque sumergido también en el marasmo general de la vida religiosa en


Europa, ofrecía más oportunidades de renovación. En altos niveles, la oposición al catolicismo
se iba diluyendo; en general, no había, ni de una ni de otra parte, enfrentamientos ni
persecuciones sangrientas. Es más, monarcas católicos reinaron en Sajonia y otros países
protestantes sin que se produjeran incidentes; tampoco los hubo cuando los católicos de Silesia
quedaron bajo el dominio de Federico de Prusia. Por el contrario, ya hemos visto cómo los
jesuitas perseguidos encontraron apoyo tanto en Prusia como en Rusia por parte de príncipes
como Federico II y Catalina II, a quienes las controversias religiosas les eran indiferentes. La
colaboración entre eruditos de ambas religiones llegó a ser un hecho normal, de manera más
especial en territorios en los que dominaba el protestantismo. Si la reunificación parecía
imposible, dadas las posturas defendidas en los distintos campos, la convivencia pacífica
terminó siendo una realidad en una gran parte de Europa.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Ideología ilustrada.
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo Oscurantismo. La razón
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad los oscuridad.
de Granada, p.854 - 855

La ideología ilustrada no formaba un conjunto coherente. Era más una actitud que un
contenido concreto y cerrado. Los ilustrados creían en la razón y en el progreso humano, en la
perfectibilidad del hombre, en la necesidad de impulsar los ideales que preconizaban mediante
una acción gubernamental y una específica política educativa; en general, eran abiertos al
diálogo y tolerantes, al menos en teoría, porque, en la práctica, no faltaron quienes se
mostraron en más de una ocasión intransigentes y autoritarios a la hora de defender e implantar
sus ideas; de ahí su apoyo al absolutismo monárquico, ya que consideraban que el soporte
proporcionado por los monarcas absolutos era el mejor sistema para hacer realidid sus
proyectos y acabar con el oscurantismo.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Datos importantes.
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo Efectos de la ilustración en
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad el cristianismo.
de Granada, p.857 - 858

Las últimas investigaciones sobre prácticas religiosas, sobre bibliotecas privadas y otros
aspectos de las mentalidades han dejado patente que el XVIII fue, en conjunto, un siglo
creyente, aunque no necesariamente ortodoxo; no sólo en las clases populares si no en las más
elevadas y cultas ocupaba la religión un gran lugar. Ahora bien, a pesar de ello, se percibe que
a lo largo de aquella centuria hubo síntomas, y en ocasiones algomás, de enfriamiento
espiritual y de laicización; lo revelan el descenso de vocaciones religiosas y otros indicios; así,
algunos ejemplos que fácilmente pueden aumentarse, los barcos ya no llevaban todos nombre
de santos o vírgenes, en los inventarios aparecen menos pinturas y libros de asuntos devotos,
en las mandas funerarias disminuye el número de misas... No asistimos, pues, a una caída
vertical del sentimiento religioso, pero sí al inicio de un descenso notable.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Es relaciona a la
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo masonería.
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad Masonería, cristianismo,
de Granada, p.862 en la ilustración.

La masonería se mezcló de mil formas con la multitud de tendencias ocultistas y sociedades


secretas, produciéndose una enorme confusión acerca de su naturaleza y fines. No pocos
creyeron ver en ella unavconspiración universal para derribar todo el orden existente. La
primera condena oficial, por motivos políticos, fueladel gobierno holandés en 1738.Tres años
después, Clemente X I I pronunció la primera de las condenas oficiales procedentes del
Pontificado, seguida de otras muchas, dictadas por autoridades civiles y eclesiásticas de
diversos países. Fernando V I la prohibió en España, y su hermano Carlos renovó la
prohibición, primero en Ñapóles y luego como Carlos III de España, a pesar de que por
aquellas fechas prácticamente no había masones en sus do minios. Sí fueron, en cambio,
numerosos en Francia, donde la ma sonería tomó untinte mundano.Ensusreuniones, poco
onadase cretas, se mezclaban los filósofos, los abates y los simples curiosos, se divertían con
susextrañas ceremonias, celebraban suculentosága pes y pronunciaban discursos ensalzando la
fraternidad universal. Cuando llegó la Revolución francesa unos se alistaron en sus filas y
otros fueronvíctimas de lla, osea, que no hubo un comportanlmiento típicamente masón, y
mucho menos una conspiración masónica para traer la revolución.
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Construcción de sujeto.
Cristianismo e Ilustración. En Cortés, A. Construcción del social a partir del
(coord.), Historia del cristianismo III. El cristianismo, Y la ilustración. Influencia la
mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, ilustración en la creación del concepto de
Universidad de Granada, p.864 sujeto social.

El concepto cristiano del hombre, así como el de los actos que éste realizaba, aunque en gran
parte siguió vigente en sus líneas maestras, fue cambiando paulatinamente de sentido y, por
tanto, dando un nuevo significado a las actividades de cada día. Quizás nada resulte al respecto
tan elocuente como lo sucedido con la práctica de la caridad, que comenzó a ser suplantada por
la filantropía; aquélla se basaba en un precepto divino y, por ello, estaba impregnada de un
fuerte sentimiento religioso; ésta era contemplada sin embargo como una virtud natural que
debía estar regida por la razón y dirigida al bien común
Domínguez, A. y Cortés, A. (2006). Cristianismo e Nota interesante. La
Ilustración. En Cortés, A. (coord.), Historia del cristianismo limosna. El sentido de la
III. El mundo Moderno. Madrid: Editorial Trotta, Universidad limosna. Sociedad. Obra
de Granada, p.864 pública. Visión del
limosnero. Renacimiento.

La limosna, en el sentido tradicional,que ya había sido cuestionada en el Renacimiento, fue


ahora más duramente combatida y se propugnó, como alternativa positiva, la recuperación de
los pobres para hacer de ellos seres útiles a la sociedad; esto llevó consigo la estatalización de
la beneficencia, construyéndose enormes edificios para albergar a mendigos auténticos,
mientras se enviaba a los haraganes a servir en las obras públicas o en el ejército

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