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Ética Profesional
Segundo Parcial

Fundamentos antropológicos-morales de la
libertad, la voluntad y la conciencia

Estudio y reflexión de Jeremías 11, 1-12: La conducta ética


tiene su fundamento en la alianza con Dios.

La antropología (del griego ánthrōpos,


‘hombre (humano), y lógos,
conocimiento’) es la ciencia que estudia
al ser humano.

La antropología es una ciencia social


que se dedica al estudio de todos los
aspectos de la naturaleza humana.
Estudia a la humanidad, sus sociedades
del presente y del pasado, así como las
diversas culturas y formas de
organización e interacción social que ha
creado.

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Definiciones históricas de la estructura antropológica del ser humano

Muchas han sido las definiciones que se han dado acerca de lo que es el ser
humano, lo que denota la dificultad de encasillarlo de una forma racional.
Cito como significativas las siguientes:

1. Para Aristóteles, el ser humano está constituido por alma y cuerpo; el


alma es principio de las funciones nutritiva, sensitiva, la mental y el
movimiento del cuerpo.

2. Para San Agustín, el hombre consta de espíritu, alma y cuerpo, aunque


al alma se la puede considerar también espiritual.

3. Para Santo Tomás, la inteligencia es el constitutivo esencial que define


a la persona, siendo esta considerada como una unidad substancial de
alma y cuerpo.

4. Para Descartes, el ser humano es un ser con conciencia inmediata, un


ser con pensamiento.

5. Para Kant, es fin en sí mismo, no puede ser adoptado únicamente como


medio.

6. Para Bergson, es homo faber, capaz de fabricar objetos artificiales.

7. Para Platón, el ser humano es animal sociable, capaz de ciencia.

8. Para Hegel, es espíritu, un ser comunitario, es fuente de la infinitud


en sí mismo, ya que es finalidad por sí mismo y tiene valor infinito y
destino hacia la eternidad en sí mismo.

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9. Para Marx, es un ser social, histórico, que trabaja, capaz de crear


relaciones de producción.
10. Para Wittgenstein, es un animal simbólico, capaz de crear lenguaje
11. Para Scheler, es definido por su relación con el mundo exterior; el
individuo por la relación con la sociedad, y el cuerpo por la relación
con el ambiente.

LA
LIBERTAD
DEL
HOMBRE Tomado del catecismo de la
Iglesia Católica

1730 Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una


persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios
“dejar al hombre en manos de su propia decisión” (Si 15,14.), de modo que
busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente
a la plena y feliz perfección”

«El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y
dueño de sus actos» (San Ireneo de Lyon)

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Libertad y responsabilidad
1731 La libertad es el poder, radicado en la razón y en
la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o
aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones
deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí
mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de
crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad.
La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada
a Dios, nuestra bienaventuranza.

1732 Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último


que es Dios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el
bien y el mal, y por tanto, de crecer en perfección o de flaquear y pecar.
La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Se convierte en
fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito.

1733 En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo


también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y
de la justicia. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la
libertad y conduce a la esclavitud del pecado (cfRm 6, 17).

1734 La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en


que estos son voluntarios. El progreso en la virtud, el conocimiento del bien,
y la ascesis acrecientan el dominio de la voluntad sobre los propios actos.

La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar


disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la
inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y
otros factores psíquicos o sociales.

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La Libertad Ética

La capacidad del hombre de Esa elección no solo se refiere al


autodeterminarse, de asumir la enfrentamiento de
dirección de su vida, y de ejercer posibilidades elegibles, sino
esta capacidad en una acción
además, significa una elección
concreta, lo determina como
hombre libre y en cuanto libre, sobre sí misma a favor o en
un sujeto ético. La posibilidad de contra del bien o de la verdad.
la autodeterminación introduce Por lo tanto el referente de la
lo ético en lo que se refiere al libertad humana no es la ley
hombre. sino la verdad, ya que sólo por
medio de ésta, se encuentra la
Para que haya una acción moral,
es necesario que junto a la acción misma libertad. La verdad
voluntaria (libertad de voluntad) orienta la libertad, la encamina
haya una elección (libertad de a su plenitud y permite la
elección o libre albedrío). La convivencia humana.
libertad por lo tanto, no es una
acción física sino una cuestión Libertad es la es la facultad de
moral (es intrínseca a la acción disponer de si mismo; de obrar
moral) y en el ámbito de la moral (o no obrar) por sí mismo
no solo hay libertad, sino que, no acciones deliberadas. Estas
puede no haberla.
alcanzan su perfección cuando
La libertad moral es la se realizan en virtud del bien
posibilidad de ejercer una acción supremo. Caracteriza los actos
moral. No consiste solo en la propiamente humanos, actos
posibilidad de elegir, sino que en voluntarios y responsables del
la medida de esa elección, que autor, es decir, hace al ser
contribuya al crecimiento humano responsable de los
verdadero de la persona. actos de que es actor voluntario
(es propio del hombre actuar
deliberadamente).

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Libertad humana significa responsabilidad del sujeto (que a su vez supone


libertad). La mayor o menor libertad del sujeto implica mayor o menor
responsabilidad conductual.

El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la


dignidad del hombre. En la medida que la persona hace más el bien, se va
también haciendo más libre.

LA CONCIENCIA MORAL

1776 “En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley


que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena,
cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar
y a hacer el bien y a evitar el mal [...]. El hombre tiene una ley inscrita por
Dios en su corazón [...]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario
del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más
íntimo de ella” (GS 16).

I. El dictamen de la conciencia

1777 Presente en el corazón de la persona, la conciencia moral (cf Rm 2,


14-16) le ordena, en el momento oportuno, practicar el bien y evitar el mal.
Juzga también las opciones concretas aprobando las que son buenas y
denunciando las que son malas (cf Rm 1, 32).

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Atestigua la autoridad de la verdad con referencia al Bien supremo por el


cual la persona humana se siente atraída y cuyos mandamientos acoge. El
hombre prudente, cuando escucha la conciencia moral, puede oír a Dios
que le habla.
1778 La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona
humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer,
está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está
obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el
dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones
de la ley divina:

La conciencia «es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él,
nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y
esperanza [...] La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de
la naturaleza como en el de la gracia, a través de un velo nos
habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los
vicarios de Cristo» (Juan Enrique Newman, Carta al duque
de Norfolk, 5).

1779 Es preciso que cada uno preste mucha atención a sí mismo para
oír y seguir la voz de su conciencia. Esta exigencia de interioridad es tanto
más necesaria cuanto que la vida nos impulsa con frecuencia a prescindir
de toda reflexión, examen o interiorización:

1780 La dignidad de la persona humana implica y exige la rectitud de


la conciencia moral. La conciencia moral comprende la percepción de los
principios de la moralidad («sindéresis»), su aplicación a las
circunstancias concretas mediante un discernimiento práctico de las
razones y de los bienes, y en definitiva el juicio formado sobre los actos
concretos que se van a realizar o se han realizado.

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La verdad sobre el bien moral, declarada en la ley de la razón, es


reconocida práctica y concretamente por el dictamen prudente de la
conciencia. Se llama prudente al hombre que elige conforme a este dictamen
o juicio.

1782 El hombre tiene el derecho de actuar en conciencia y en libertad a


fin de tomar personalmente las decisiones morales. “No debe ser obligado
a actuar contra su conciencia. Ni se le debe impedir que actúe según su
conciencia, sobre todo en materia religiosa”

II. La formación de la conciencia

1783 Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral.


Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la
razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador. La
educación de la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a
influencias negativas y tentados por el pecado a preferir su propio juicio y
a rechazar las enseñanzas autorizadas.

1784 La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida. Desde


los primeros años despierta al niño al conocimiento y la práctica de la ley
interior reconocida por la conciencia moral. Una educación prudente
enseña la virtud; preserva o sana del miedo, del egoísmo y del orgullo, de
los insanos sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de
complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La
educación de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del
corazón.

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III. Decidir en conciencia


1786 Ante la necesidad de decidir moralmente, la conciencia puede
formular un juicio recto de acuerdo con la razón y con la ley divina, o al
contrario un juicio erróneo que se aleja de ellas.

1787 El hombre se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio


moral menos seguro, y la decisión difícil. Pero debe buscar siempre lo que
es justo y bueno y discernir la voluntad de Dios expresada en la ley divina.

1788 Para esto, el hombre se esfuerza por interpretar los datos de la


experiencia y los signos de los tiempos gracias a la virtud de la prudencia,
los consejos de las personas entendidas y la ayuda del Espíritu Santo y de
sus dones.

1789 En todos los casos son aplicables algunas reglas:

1. Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien.

2. La “regla de oro”: “Todo [...] cuanto queráis que os hagan los hombres,

hacédselo también vosotros” (Mt 7,12; cf Lc 6, 31; Tb 4, 15).

3. La caridad debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su

conciencia: “Pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su

conciencia..., pecáis contra Cristo” (1 Co8,12). “Lo bueno es [...] no hacer

cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad” (Rm

14, 21).

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La voluntad

En los estudios filosóficos, el tema de la voluntad ha sido encarado


tanto como un componente psicológico del hombre, como muy
especialmente vinculado a las cuestiones morales o religiosas; y aún
desde el punto de vista metafísico, como un motor de los cambios.

La voluntad se presenta como una actividad abstracta,


intelectual, del hombre, que se concreta esencialmente en la
toma de una decisión, que constituye su fase más propia.

Existe un proceso de la voluntad, en el cual generalmente se


reconocen cuatro etapas:

1. El surgimiento o la incorporación en la conciencia, de los


motivos, que constituyen determinantes de naturaleza
intelectual, representaciones de ideas; de los móviles, que
constituyen determinantes de orden emocional o afectivo,
representaciones de sensaciones placenteras o de temor al
sufrimiento. Lo frecuente, es que los motivos y los móviles, como
determinantes de la voluntad, no se presenten en una forma
claramente distinguida; sino que por lo común operan de forma
entremezclada.

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2. La deliberación, considerada como un análisis racional, que en


algunos desarrollos acerca de los métodos de la adecuada toma de
decisiones se presenta como un estudio cuidadoso y prudente a
partir de una enunciación de las
opciones planteadas y una evaluación de los factores a favor o en
contra, a partir de una representación de las consecuencias de
uno u otro tipo que puedan derivarse. Sin embargo, en la práctica,
la mayor parte de las decisiones son tomadas de una manera
sumamente rápida; sea por prescindir de una detenida evaluación
racional a causa de la intensa influencia de factores emocionales,
sea porque la previa experiencia - y aún la rutina - elimina una
gran parte del proceso racional a su respecto.

De todos modos, debe distinguirse claramente el acto volitivo de la


acción ideomotriz. El primero corresponde en alguna medida a un
proceso en que participa alguna forma de raciocinio; en tanto que
la segunda designa acciones que si bien corresponden
fisiológicamente a los fenómenos voluntarios (como caminar, etc.)
en realidad se realizan sin un análisis racional específicamente
referido a esas acciones, aun que ellas puedan ser instrumentos de
cumplimiento de decisiones voluntarias de otro nivel.

3. La decisión, que consiste esencialmente en la formulación de un


juicio conclusivo, que cierra el proceso deliberativo con

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una representación imperativa de una acción


futura; aunque en muchos casos se trata de un
futuro tan inmediato que prácticamente se
confunde con el momento mismo de la decisión.
4. La ejecución, que por lo general no está
constituida por componentes abstractos o ideales
sino por acciones materiales; y que asimismo
tiene primariamente un lugar en el tiempo
futuro, ya sea que la ejecución esté constituida
por la realización instantánea o muy breve de un
acto, o que se configure como una sucesión
coherente de actos en distintos momentos del
futuro. Esta es una etapa que, normalmente,
carece de interés desde el punto de vista
filosófico; aunque como elemento de la realidad
experimental pueda repercutir en algunos
aspectos, especialmente en el enfoque moral o
ético.
Platón incluyó la voluntad entre las potencias o
poderes del alma; considerándola como una
facultad intermedia, en su división tripartita del
alma y de la sociedad y el Estado (Ver Platón).
La consideró ubicada por debajo de la razón que
rige o debe regir al hombre, y por encima de los
apetitos sensibles o simples deseos. No la
consideró en sí misma como una facultad
racional, pero tampoco como una facultad
totalmente irracional.
Para Platón, el mero seguimiento de los deseos
no significa ejercicio de la voluntad; el deseo
pertenece al ámbito del alma sensible o
concupiscible, pero la voluntad pertenece al
orden de lo inteligible.
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Para Aristóteles, la voluntad debe tener un carácter conforme a lo


racional. Conjuntamente con el deseo, para Aristóteles la voluntad
es un motor, cuya función es la de mover al alma; sin embargo, ella
no se mueve como el deseo, ajena a toda condicionante del intelecto.

Para Descartes, decididamente voluntarista, la voluntad es la


facultad de asentir o de negar el juicio de modo que todo acto
intelectual es un acto de voluntad. Leibnitzse opone a ese concepto,
y considera que la voluntad tiende a lo reconocido como bueno por
el pensamiento, por lo cual solamente puede quererse lo que se
percibe por el intelecto. En ese sentido, algunos señalan que el acto
de voluntad quiere lo que es juzgado como bueno por el
entendimiento, independientemente de que en un plano externo al
sujeto volitivo su volición sea moralmente negativa.

Albert Einsten

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La clasificación de las Éticas.


Estudio y reflexión de Joel 3, 1-5: El Señor
derrama su espíritu y quien lo acoge vive
una vida ética.

Aunque es desde una perspectiva histórica como quedará patente la diversidad


de enfoques y respuestas a los problemas de la ética, puede lograrse una
aproximación clasificatoria mediante una clasificación de las principales teorías
éticas.
Algunos ejemplos:

Éticas Descriptivas
Normativas.

Éticas Cognitivistas

No cognitivistas

La
clasificación de
las Éticas

Éticas
Teleológicas

Deontológicas

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Ética Descriptiva y Normativa

DESCRIPTIVA

Es la que describe el
comportamiento moral de un
determinado sector o grupo. Por
ejemplo hablamos de la ética de
los indios, la ética de los pueblos
orientales, la ética de los militares,
etc.

Es aquella que nos define qué es lo bueno, qué es


lo correcto. El conjunto de normas o preceptos que
nos llevan hacia el bien.

¿En qué consiste la Ética Descriptiva?

La ética descriptiva se orienta a describirlos diversos fenómenos de


la vida moral para explicarlos y elaborar una teoría general de la
conducta humana. Uno de los aspectos que más enfatiza es el
relacionado con el proceso de moralización o de transmisión de
normas morales, cuyo análisis ha permitido a la ética descriptiva
concluir que nuestro comportamiento es producto de un proceso de

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socialización que nos «modela» con las normas, los valores y los
principios morales dominantes de nuestra cultura, y que aquellos que
se resisten a seguir las normas impuestas por el uso y la costumbre
se arriesgan al aislamiento social y a numerosos obstáculos en la
vida.

Sin embargo, no sólo la cultura nos determina; podemos decidir sobre


la forma de vida a la que aspiramos, y podemos también con nuestro
comportamiento moral transformar la cultura. Conocer quiénes son
los agentes socializadores, qué nos transmiten y para qué permiten
que la ética descriptiva nos ayude a decidir qué normas morales
merecen ser obedecidas y cuáles ignoradas o sustituidas para poder
construir una vida buena.

¿En qué consiste la Ética Normativa?

La ética normativa o prescriptiva tiene como objetivo fundamental


servir de guía para tomar nuestras decisiones, y de orientación para
los juicios que realicemos en función de acciones en situaciones
particulares.

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Las éticas más significativas se pueden agrupar


en alguno de estos tres modelos:

Eudemonismo

Éticas teleológicas Hedonismo

Utilitarismo

Éticas deontológicas

Éticas dialógicas

Ética Teleológica

La ética teleológica, cuya etimología proviene también del griego:


Telos “fin, medio” y logos “razón”, es la que se fija en el fin. El valor
moral se define por el fin que dichas acciones producen, por ejemplo:
mentir está mal, pero si mentir salva vi das humanas puede estar
bien. Las cosas se miden por la cantidad de bien o mal que producen.
La felicidad no significa lo mismo para todos, sino que hay muchas
maneras diferentes de entender en qué consiste la felicidad y cuáles
son los medios para alcanzarla. Por ello, existen diferentes tipos de
éticas teleológicas:

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El creador y representante más significativo


EUDEMONISMO
fue el filósofo griego del Siglo IV a. C llamado
Aristóteles.

El término eudemonismo proviene del griego eudaimonía que


significa felicidad, la cual consiste en el ejercicio, la actividad y la
perfección de las capacidades y disposiciones propias del ser humano.
Ser feliz, en suma, consiste en autorrealizarse ejercitando las
disposiciones con las que estamos dotados.

El creador y representante más


significativo del eudemonismo es el filósofo
griego del siglo IV a.C. Aristóteles. Para
Aristóteles, la actividad más propiamente
humana es lo que los griegos llamaban
contemplación ( teoría) que no es sino el
ejercicio de las actividades intelectuales: el
pensamiento y la argumentación: el ser
humano es un animal racional y, por tanto,
su felicidad está en el uso de su facultad
más propia, la razón.

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La felicidad consiste en el placer. La máxima


HEDONISMO moral que proponen es buscar el placer y
rechazar el dolor. Epicuro

El hedonismo mantiene que la felicidad consiste en el placer . Por


ello, la máxima moral hedonista se puede resumir en la afirmación:
debes buscar el placer y rechazar el dolor. Ahora bien, por placer no
entienden los hedonistas meramente el placer sensible, sino también
y fundamentalmente otro tipo de placeres conectados con la amistad,
el uso del intelecto, los sentimientos y la autorrealización del
individuo.

Principio “La máxima felicidad posible para el


UTILITARISMO mayor numero posible de personas”
Stuart Mill

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El utilitarismo como corriente ética aparece fundamentalmente en la


obra de Jeremy Bentham (1748-1832) y de John S. Mill (18061876).

Según estos autores, el móvil de la conducta humana está en la


búsqueda del placer, pero su adquisición no se entiende como un logro
del individuo singular, sino de la sociedad: la felicidad consiste en el
bienestar de los muchos.

Así pues, el criterio racional que hemos de utilizar para apreciar la


moralidad de un acto es la consideración de las consecuencias que se
derivan de él para la felicidad humana.

Éticas Deontológicas

 Etimología proviene del griego: deon “lo que debe ser” y logos

“razón”, es la que dice que las normas deben cumplirse sin considerar
las consecuencias. La justicia de una acción es intrínseca a la acción
misma.

Las éticas deontológicas son éticas que fundamentan la acción moral


en el deber: Es buena moralmente aquella acción que se efectúa sólo
porque es un deber el realizarla y no por otro motivo (utilidad, miedo
a las consecuencias, esperanza de un premio, placer).
Las éticas deontológicas, por tanto, sostienen que el deber que motiva
la acción moral proviene de la norma moral que, a su vez, encuentra
su origen y fundamento en la propia razón humana.
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A lo largo de la historia ha habido diversas doctrinas éticas


deontológicas, pero la más importante es la ética del filósofo alemán
I. Kant (1724-1804)

La Ética Kantiana se estructura:

En torno al principio de actuar conforme al deber, el cual se


determina en función de criterios estrictamente racionales.

 Esta ética no dice lo que hay que hacer en cada momento o


situación sino que nos proporciona la FORMA (la estructura
racional) que debe tener cualquiera de nuestros actos para que
sean morales: sólo se indica un motivo formal a la voluntad,
válido para todo hombre y para cualquier ocasión.

La ética de Kant pretende, por tanto, ser universal y necesaria:


en ella no cabe el interés propio ni el egoísmo, sino sólo la buena
voluntad de actuar de acuerdo con el deber.

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Estudio y reflexión de Ezequiel 13: comparación


de los falsos y verdaderos profetas.

Doctrina Éticas
Ética de Sócrates

Se le considera como el creador de la ética, porque fue el primero


que teorizó sobre los conceptos morales básicos: lo bueno y la
virtud.

Su teoría ética se conoce como “intelectualismo moral” porque,


como veremos sin ciencia no hay virtud.

Virtud
Según Sócrates, la virtud (areté) significaba saber
pero se refería al saber del saber hacer.

Intelectualismo moral
Teoría ética de Sócrates, ya que, en su opinión,
si no hay ciencia no es posible la virtud.

El móvil del obrar humano tiene que ser el bien moral.


El hombre debe prepararse de manera que adquiera la virtud, lo cual
le facilitara la práctica del bien.

La preparación consiste en tener conocimientos necesarios.


El fin de las acciones será la felicidad.
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De acuerdo con las afirmaciones anteriores cuatro son los conceptos


que sirven de base a la ética socrática:

1 Felicidad
.
2 Bien
.
3 Virtud y
.
4 Ciencia
.
El término felicidad tiene el sentido de “utilidad.
De igual manera, “lo bueno” debe entenderse siempre vinculada
a funciones utilitarias.

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Para Aristóteles

Ética de Aristóteles

La teoría ética Aristotélica toma como punto de partida la


siguiente afirmación: el fin último del hombre es la felicidad.
En apoyo de lo anterior, Aristóteles presenta el recurso de las
virtudes, sobre todo de las virtudes morales. La virtud en si es
una disposición que adquiere el sujeto, y que le facilita el
ejercicio de ciertos actos. Dicha disposición para que
efectivamente sea virtuosa, debe mantenerse en un justo
medio, es decir, evitar el vicio del exceso y del defecto.
Las virtudes morales principales son:

1 La templanza,
.
2 La fortaleza y
.
3 La justicia
.

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La ética Epicúrea

Reconoce la felicidad como como el fin o bien supremo del hombre.


Como éste es mortal, la felicidad únicamente se da en esta vida. La
norma básica de la moralidad es “buscar el placer y evitar el dolor”;
pero como hay que seleccionar los placeres que conviene procurar y
los dolores que necesitamos evitar, es indispensable recurrir a los
conocimientos que proporcionan la canónica y la física.

Esto nos indica que solo el verdaderamente sabio es quien puede ser
feliz.
El acto bueno o virtuoso es el que nos conduce al placer y nos aparta
del dolor. De aquí se desprende que el ideal de la ética se identifica
con el del sabio, ya que solamente el conocedor de la naturaleza de las
cosas será capaz de discernir las circunstancias en las cuales
obtendrá el máximo placer.

La teoría ética de los estoicos

Postula que el alma humana es parte de la razón universal. Si el


hombre es racional, entonces debe obrar en consonancia con su
naturaleza, es decir, según la razón; pero no solo según su razón
individual, sino también de acuerdo con la razón universal. La
libertad es necesidad porque consiste en obrar de acuerdo con la
naturaleza racional.

Los conceptos de virtud, norma de moralidad, conducta moral y


felicidad se formulan como consecuencias de los postulados
anteriores. El fin del hombre es la felicidad, la cual se obtiene
mediante la virtud, y ésta consiste en obrar de acuerdo con la razón
en su totalidad.
El ideal del sabio es la virtud por la virtud, entendida ésta como
apatía, es decir, como un estado libre de efectos y pasiones.
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Ética de Platón

Moral y política

El aspecto moral y el aspecto político del hombre tienen que

ser tratados simultáneamente porque según Platón, no es

posible considerarlo como si fuera individuo por un lado y

ciudadano por otro.

El hombre es lo que es por la sociedad.

La existencia de la sociedad no es producto de convenciones,

como opinaron los sofistas, sino que es algo natural.

Si el hombre es lo que es por la sociedad, tiene que haber una

sola moral para el individuo y para la sociedad. En ambos

casos el ideal moral es la justicia.

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Ética medieval

Características de la Ética medieval


La Ética medieval se basa en la cosmovisión cristiana, por lo que
también se denomina ética cristiana.

• Distanciamiento de las cosas del mundo: en la ética cristiana


medieval, el propósito del ser humano no está en este mundo.
Los filósofos medievales sostenían que el amor a Dios era la
condición primordial para que el hombre alcanzara la
perfección moral.

• Valoración de la subjetividad: la ética medieval hace


hincapié en la subjetividad de cada individuo, con énfasis en
conceptos como la libertad y la intención. A diferencia de
la ética antigua, en la que el hombre griego estaba
estrictamente ligado a la polis, la ética cristiana valora la
relación entre los individuos y Dios.

Las influencias de la ética medieval


La ética medieval no surgió de la nada. Los filósofos medievales
recibieron una gran influencia de los grandes filósofos y escuelas

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filosóficas griegas, como el estoicismo, el aristotelismo y el


platonismo.

Los filósofos medievales adoptaron las antiguas teorías éticas que


eran compatibles con la fe cristiana. Por ello, podemos afirmar que
la ética medieval es una síntesis del pensamiento filosófico griego
con el pensamiento cristiano.

Los conceptos y principios éticos de la antigua ética griega adoptados


por los filósofos medievales son:

• Felicidad;

• Alma;

• El bien y el mal;

• Virtud;

• Libertad;

Estos conceptos griegos, junto con otros, se adaptaron a los principios


éticos y religiosos del cristianismo, como el pecado, la gracia, la
salvación, la caridad, entre otros.

La concepción medieval del hombre

En la concepción de los pensadores medievales, el ser humano se


entiende en su estado caído debido al pecado original, cometido por
Adán. Debido a ello, la voluntad humana se volvió débil para cumplir
perfectamente las leyes divinas.

Pero para alcanzar su salvación, el hombre debe vivir una vida santa.

Los principales representantes de la ética medieval

• San Agustín: este importante filósofo medieval se vio influido


principalmente por la filosofía de Platón;

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• Santo Tomás de Aquino: el Doctor Angélico, como se llama a


Tomás, elaboró su filosofía sobre la base de la filosofía de
Aristóteles;

San Agustín y el libre albedrío

El libre albedrío es el concepto ético más importante en el


pensamiento de San Agustín.

Dios ha dado a los seres humanos el don de la libertad. Las acciones


humanas no están determinadas por un destino fatal, sino por la
voluntad individual.

Agustín argumentó que la existencia del mal proviene de la libertad


humana. El ser humano tiene la capacidad de elegir acercarse o
alejarse de Dios. Para Agustín, el alejamiento de Dios es lo que
constituye el mal.

El mal, que es una acción contraria a la voluntad divina, se define


como pecado. El pecador es aquel cuyo cuerpo domina al alma. Quien
vive en pecado hace un uso indebido de su libertad, convirtiéndose en
esclavo, mientras que quien sigue una vida conforme a la voluntad de
Dios es verdaderamente libre.

En el pensamiento cristiano, la libertad se entiende como un medio


para que el individuo actúe de acuerdo con las normas divinas.

Tomás de Aquino y la felicidad humana


Tomás de Aquino, uno de los más grandes filósofos medievales,
armonizó la filosofía aristotélica con el pensamiento cristiano.

Tomás de Aquino estaba de acuerdo con Aristóteles en que la felicidad


es el fin último del hombre, pero discrepaba en que la contemplación
sea el medio para alcanzarla. Para el Aquino, Dios es la fuente de la
felicidad humana.

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Éticas Modernas
En la Edad Moderna, con la aparición del movimiento humanista, el
hombre ocupó el centro de interés, y el teocentrismo fue sustituido
por el antropocentrismo, y la fe por la razón.

Por lo tanto, las principales características de la ética moderna son:

Defensa de la autonomía intelectual y moral de los individuos;

Ética fundamentada solo por la razón (sin religión) en armonía con la


naturaleza humana.

Los principales representantes de la ética moderna son:

• David Hume;
• Kant;
• Jeremy Bentham y John Stuart Mil

Para Hume, lo que determina la voluntad son las pasiones y no


la razón; nuestras acciones morales están relacionadas con los
sentimientos de aprobación o desaprobación y las sensaciones de
placer, dolor y remordimiento.

Kant
La Ilustración, movimiento intelectual del siglo XVIII, propuso
nuevas formas de pensar. Para la Ilustración, el hombre debe
guiar toda su vida por la «luz de la razón», y ya no por las
opiniones filosóficas dominantes o las tradiciones religiosas que
se nos imponen.
Kant fue uno de los principales representantes de la Ilustración
y de la ética moderna. Su ética se basará en la defensa de la
autonomía intelectual de los individuos.

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***

Para Kant, las normas morales deben seguirse como deberes. La


persona que sigue una norma ética hace lo que la razón humana
ha determinado como correcto.
En La Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant
dice:

Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que
al mismo tiempo se convierta en ley universal
A esta exigencia Kant la llama imperativo categórico. Es
«imperativo» porque el individuo debe obedecerlo necesariamente en
cualquier situación, porque procede de la razón y sirve para guiar
nuestras acciones.

El Utilitarismo

El Utilitarismo Se desarrolla en Gran Bretaña en los siglos XVIII y


XIX. Sus principales representantes son:

• Jéremy Bentham y
• John Stuart Mill
La Revolución Industrial en Inglaterra permitía augurar un ideal de
vida basado en la comodidad y el bienestar, pese a que las condiciones
de vida de la clase obrera eran nefastas.

Los utilitaristas, a diferencia de Kant, piensan que las acciones solo


tienen sentido en relación a sus consecuencias y no por sus
intenciones. Para los utilitaristas, la buena conducta consiste en
buscar el bienestar para el mayor número de personas.

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***

La finalidad de la vida es la felicidad, que coincide con el placer y la


buena vida, aunque los placeres humanos son variados y no todos
proporcionan felicidad y bienestar a largo plazo. Por ejemplo, los
placeres intelectuales son superiores y permiten un mayor bienestar
sostenido, mientras que los placeres físicos y pasionales son
inferiores, pues suponen una gratificación a corto plazo pero sus
consecuencias suelen ser negativas.

Para los utilitaristas, la felicidad no es posible individualmente, pues


vivimos en sociedad y convivimos con otras personas. Si los que me
rodean no son felices, difícilmente yo conseguiré ser feliz. Por ese
motivo, el bienestar personal pasa por lograr también el de los demás.

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***

La Ética Contemporánea

La ética contemporánea llega en un momento de continuo


progreso científico y técnico y de cambio social.

En el ámbito filosófico, la ética contemporánea se opone a las


concepciones metafísicas y abstractas de la naturaleza humana,
reevaluando los valores absolutos del bien y el mal, lo justo y lo
injusto, entre otros, bajo nuevas perspectivas filosóficas.
En resumen, las principales características del pensamiento ético
contemporáneo son:
• Comprensión del ser humano desde su concreción, historicidad
y dimensión social (contra el formalismo y el universalismo
abstracto);
• Reconocimiento de la presencia de lo irracional en el
comportamiento humano (frente al racionalismo absoluto);
• Frente al fundamento trascendente (metafísico) de la ética,
pretende encontrar su origen en el propio ser humano.

Kierkegaard y el existencialismo cristiano

Para Kierkegaard, lo que realmente importa es el ser humano


concreto, el individuo en sí mismo, es decir, su subjetividad. El
individuo nunca puede ser universalizado e insertado en un complejo
sistema racional, porque la existencia individual no necesita ser
explicada, sino vivida. Frente al racionalismo absoluto de Hegel,
Kierkegaard establece un irracionalismo y un individualismo
radicales.
Kierkegaard describe tres etapas de la existencia individual:

• Estadio estético: en este estadio, el ser humano busca


incesantemente el placer inmediato, pero nunca encuentra la
verdadera satisfacción.
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• Estadio ético: en este estadio, el ser humano opta por someterse


a la ley moral y conducir su vida de acuerdo con los deberes
éticos.
• Estadio religioso: considerado superior, este estadio se sustenta
en la fe, una relación personal y subjetiva con Dios

Marxismo
Marx y Engels no escribieron una obra dedicada exclusivamente a
la Ética, sino que trataron de explicar y criticar la moral del pasado
y del presente. De esta crítica es posible extraer las bases teóricas
de la ética marxista.

A través del método histórico dialéctico, Marx y Engels observaron


que todas las sociedades de todos los tiempos se organizan sobre la
base de la producción, la distribución y el intercambio de productos.
El modo de producción y distribución de una sociedad determina la
división social de los hombres en clases o estratos.

Según Marx, la moral, la política y la religión dominantes en la


sociedad capitalista se consideran meros prejuicios burgueses,
utilizados exclusivamente para la preservación del modo de
producción vigente, destinados a proteger a la clase dominante.

Así, la crítica de la clase dominante y de su moral permite concebir


una nueva ética, fundada en valores como el colectivismo, la
solidaridad, la no explotación, el altruismo y el respeto.

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Las Éticas Discursivas

A finales del siglo XX, varios autores proponen de nuevo sistemas de


éticas formales basados en la comunicación y el diálogo racional entre
personas. El diálogo se impone como sistema fundamental para
alcanzar decisiones acerca de cuestiones éticas y políticas (los
parlamentos nacionales e internacionales, por ejemplo). La
comunicación se convierte en el procedimiento a seguir para
establecer criterios de acción. Estos sistemas éticos proponen
planteamientos ideales, deseables pero muy difíciles de llevar a cabo,
pero siempre exigibles (especialmente en el ámbito político).

Ética Pragmática

Es aquella ética la cual se enfoca en que las expresiones o ideas deben


tener un valor y al mismo tiempo deben ser evaluadas y probadas.
Desde el punto de vista pragmático toda idea o pensamiento tiene un
valor neutral, es decir carecen del mismo.

Adquieren valor, cuando las mismas pueden refutadas o


comprobadas. La Ética Pragmática establece que la moral no se basa
en la acción que se esté realizando, sino en los resultados que se
obtenga con dicha acción. De allí podemos establecer que la Ética
Pragmática es aquella ética la cual establece un valor de aprobación,
al resultado de una idea o una acción más que a misma idea u acción.

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En la ética Pragmática se aplica la frase de Nicolás Maquiavelo quien


justificó que el poder del estado estaba por encima de la ética y la
moral de los ciudadanos.

Éticas Dialógicas

Las éticas dialógicas sostienen que las normas morales han de ser
fruto de un acuerdo basado en el diálogo argumentativo en
condiciones de igualdad entre personas racionales y libres.

Las éticas dialógicas son, por tanto, éticas de la comunicación, del


discurso, que sitúan los mandatos que constituyen el deber en las
normas que resultan del acuerdo al que hayan llegado después de
haber argumentado racionalmente cada uno de ellos en defensa de
su posición.

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***

A diferencia de Kant, los filósofos de esta corriente,


fundamentalmente K. O. Apel (1922-) y J. Habermas (1929-),
entienden que no es una sola persona quien ha de comprobar si una
norma es universalizable, sino que han de comprobarlo todos los
afectados por ella, utilizando la razón discursiva, es decir, el diálogo
racional. En este sentido, hablan de una comunidad ideal de diálogo
como un espacio de discusión que no admite la represión o la
desigualdad.
En las éticas dialógicas el hombre moralmente bueno es aquel que se
halla dispuesto a resolver las situaciones de conflicto mediante un
discurso argumentado, un diálogo encaminado a lograr un consenso
y se haya dispuesto asimismo a comportarse como se haya decidido
en ese consenso.

Estudio de las Éticas humanísticas, Inhumanas

Estudio y reflexión de Ez 34: Discernimiento que


ayuda a reconocer a quienes no guían bien al
pueblo y acaban destruyéndolo

Ética Humanística

¿Cuáles son los principios clave de la ética del humanismo?


1º. La dignidad y autonomía del individuo es el valor central. La ética
humanista se compromete a maximizar la libertad de elección:
libertad de pensamiento y conciencia, el libre pensamiento y la libre
investigación, y el derecho de los individuos a seguir sus propios
estilos de vida hasta donde sean capaces y hasta tanto que ello no
dañe o perjudique a otros. Esto es especialmente relevante en las

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***

sociedades democráticas en donde pueden coexistir una


multiplicidad de sistemas alternativos de valores. Por consiguiente
los humanistas aprecian la diversidad.

2º. La defensa humanista de la autodeterminación no significa que


los humanistas acepten como valiosas cualquier clase de conducta
por el mero hecho de ser humana. Ni la tolerancia de los distintos
estilos de vida implica necesariamente su aprobación. Los
humanistas insisten que acompañando al compromiso con una
sociedad libre está siempre la necesidad de alcanzar un nivel
cualitativo de gusto y distinción. Los humanistas creen que la
libertad debe ser ejercitada con responsabilidad. Reconocemos que
todos los individuos viven en el seno de comunidades y que algunas
acciones son destructivas y están equivocadas.

3º. Los filósofos éticos humanistas han defendido una ética de la


excelencia (desde Aristóteles y Kant hasta John Stuart Mill, John
Dewey, y M.N. Roy). En ellos se hacen patentes la templanza, la
moderación, la continencia, el autocontrol. Entre los tópicos de la
excelencia se encuentran la capacidad de elegir libremente, la
creatividad, el gusto estético, la prudencia en las motivaciones, la
racionalidad y una cierta obligación de llevar a su máximo
cumplimiento los más altos talentos de cada cual. El humanismo
intenta sacar a flote lo mejor de la gente, de manera que todo el
mundo pueda tener lo mejor en la vida.

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4º. El humanismo reconoce nuestras responsabilidades y deudas con


los otros. Esto significa que no debemos tratar a los demás seres
humanos como meros objetos para nuestra propia satisfacción;
debemos considerarlos como personas dignas de igual consideración
que nosotros mismos. Los humanistas sostienen que «todos y cada
uno de los individuos deberían ser tratados humanamente». Aceptan
la Regla de Oro según la cual «no debes tratar a los demás como no
quieras que te traten a ti». También aceptan por la misma razón el
antiguo mandato de que deberíamos «recibir a los extranjeros dentro
de nuestras posibilidades», respetando sus diferencias con nosotros.
Dada la multiplicidad actual de credos, todos somos extranjeros –
aunque podamos ser amigos– en una comunidad más amplia.

5º. Los humanistas creen que las virtudes de la empatía (o buena


disposición) y la corrección (o el trato cuidadoso) son esenciales para
la conducta ética. Esto implica que deberíamos desarrollar un interés
altruista hacia las necesidades e intereses de los demás. Las piedras
fundamentales de la conducta moral son las «decencias morales
comunes»; es decir, las virtudes morales generales que son
ampliamente compartidas por los miembros de la especie humana
pertenecientes a las más diversas culturas y religiones: Debemos
decir la verdad, cumplir las promesas, ser honestos, sinceros, hacer
el bien, ser fiables y confiar, dar muestras de fidelidad, aprecio y
gratitud; ser bien pensados, justos y tolerantes; debemos negociar las
diferencias razonablemente e intentar ser cooperativos; no debemos

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herir o injuriar, ni tampoco hacer daño o atemorizar a otras


personas.Pese a que los humanistas han hecho llamamientos contra
los códigos puritanos represivos, con el mismo énfasis han defendido
la responsabilidad moral.

6º. En lo más alto de la agenda humanista figura la necesidad de


proporcionar educación moral a los niños y a los jóvenes, al objeto de
desarrollar el carácter y fomentar el aprecio por las decencias
morales universales, así como para garantizar el progreso moral y la
capacidad de razonamiento moral.

7º. Los humanistas recomiendan que usemos la razón para


fundamentar nuestros juicios éticos. El punto decisivo es que el
conocimiento es esencial para formular elecciones éticas. En
particular, necesitamos comprometernos en un proceso de
deliberación, si estamos por la tarea de solucionar los dilemas
morales. Los principios y valores humanos pueden justificarse mejor
a la luz de la investigación reflexiva. Cuando existan diferencias, es
preciso negociarlas siempre que podamos mediante un diálogo
racional.

8º. Los humanistas mantienen que deberíamos estar preparados


para modificar los principios y los valores éticos a la luz de las
realidades que vayan produciéndose y de las expectativas futuras.
Necesitamos ciertamente apropiarnos de la mejor sabiduría moral

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del pasado, pero también desarrollar nuevas soluciones para los


dilemas morales, sean viejos o nuevos.

Por ejemplo, el debate sobre la eutanasia voluntaria se ha


intensificado de manera especial en las sociedades opulentas, porque
la tecnología médica nos capacita ahora para prolongar la vida de
pacientes terminales que anteriormente habrían muerto.
Los humanistas han argumentado a favor del «morir con dignidad» y
del derecho de los adultos competentes para rechazar el tratamiento
médico, reduciendo así el sufrimiento innecesario, e incluso para
acelerar la muerte. También han reconocido la importancia del
movimiento hospitalario para facilitar el proceso más deseable.

De la misma manera, deberíamos estar preparados para elegir


racionalmente entre los nuevos poderes reproductivos que la
investigación científica ha hecho posibles –tales como la fertilización
in vitro, la maternidad de alquiler., la ingeniería genética, el
transplante de órganos y la clonación.
No podemos estar mirando atrás, hacia las morales absolutas del
pasado para guiarnos en estas cuestiones. Necesitamos respetar la
autonomía de la elección.

9º. Los humanistas arguyen que deberíamos respetar una ética de


principios. Esto significa que el fin no justifica los medios; por el
contrario, nuestros fines están modelados por nuestros medios, y hay

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límites acerca de lo que nos está permitido hacer. Esto es


especialmente importante hoy a la luz de las tiranías dictatoriales
del siglo XX, en las que determinadas ideologías políticas
manipularon comprometidos medios morales con fervor casi religioso
para realizar fines visionarios. Somos agudamente conscientes de
trágico sufrimiento infligido a millones de personas por quienes
estuvieron dispuestos a permitir un gran mal en la prosecución de un
supuesto bien mucho mayor.

La defensa humanista de la autodeterminación no significa que los


humanistas acepten como valiosas cualquier clase de conducta por el
mero hecho de ser humana. Ni la tolerancia de los estilos de vida
implica necesariamente su aprobación.

Los humanistas creen que la libertad debe ser ejercitada con


responsabilidad. Reconocemos que todos los individuos viven en el
seno de comunidades y que algunas acciones son destructivas y están
equivocadas.

En la ética humanística debemos tener presente lo siguiente:

Concordia universal: los hombres han de fomentar como base de su


relación universal la bondad y el amor. Ha de ser una predisposición
fruto de una evolución que supere diferencias, que busque siempre el
bien, que supere egoísmos individuales o nacionales. Las relaciones
entre personas y estados jamás han de suponer perjuicio mutuo.

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Fraternidad. Es consecuencia del apartado anterior. Todos los seres


humanos son iguales, pertenecen a la misma especie, tienen la misma
dignidad. A todos mueven los mismos deseos y sufren los mismos
males. Esta declaración de fraternidad universal supone, asimismo,
el respeto a su capacidad de decidir por sí mismo, su libertad; incluso
su adscripción a creencias; y, sobre todo, el respeto a valores que son
universales, como los así llamados "derechos humanos" reconocidos
en la legislación.

Verdad y conocimiento. El humanismo ha de partir, necesariamente,


de lo que es el hombre y, específicamente, de lo que le diferencia del
resto de los seres vivos. Integrado en la naturaleza y separado de ella
por su facultad específica, la capacidad de pensar. El hombre, cuya
facultad más elevada es su racionalidad, busca siempre la verdad. El
conocimiento es como una aspiración natural que supera los corsés
estrechos impuestos por culturas y religiones. Aspiración del hombre
es el, desarrollar el discernimiento de uno mismo y la comprensión
del mundo. Es el modo único de que progrese la humanidad.

Espiritualidad. El hombre piensa, imagina, se emociona... Es puro


convencionalismo verbal llamar a todos estos procesos de la mente
"espiritualidad". No ha de entenderse en el sentido restrictivo que le
dan las religiones. De ella surgen la ética, la filosofía, las letras, las
artes plásticas, incluso las creencias. La espiritualidad es el motor
que le hace al hombre sentirse parte, a veces dueño, del Universo. La
espiritualidad otorga sentido de la vida, no como vector finalista sino

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esencialista: el hombre es para sí, no para "otros" (llámense Dios,


Causa Universal, Esencia del Universo, Patria, Ideal...). La
espiritualidad --insistimos, por privar al término de su acepción
religiosa, en que éste es pura convención verbal-- es la que genera
tanto los valores que mueven el mundo como el progreso material,
intelectual y moral.

Integración en la naturaleza. Implica un respeto escrupuloso por el


medio natural en que vivimos y, en general, por la vida. Es una idea
que en numerosas ocasiones hemos traído a cuento: el hombre es el
resultado final de una evolución, pero eso no implica que el resto de
los seres vivos hayan de desaparecer porque están a disposición del
hombre. El hombre ha de poner coto a la depredación que ha llevado
a cabo hasta ahora. Hace días supe que en un lugar tan reducido y
tan apartado de nuestro continente como Nueva Zelanda desde la
llegada de los humanos, se estima que se extinguieron 51especies de
aves, 3 de ranas, 3 de lagartos, un pez de agua dulce, 4 especies de
plantas, un murciélago y varias especies de invertebrados. ¿Qué está
sucediendo con las selvas de Brasil, de Sumatra y lugares similares?
La voracidad humana debe tener un límite. Es un atentado contra la
vida que afectará a la especie humana.

Ética Antihumanista

El antihumanismo es la negación del hombre en cuanto hombre, como


ser específico, diverso y superior, por dignidad y valor, a todos los
demás seres de la naturaleza. Se niega su dimensión espiritual y su

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calidad de sujeto libre y se reducen todos los fenómenos en que, al


parecer, manifiesta su superioridad a instancias inferiores a él, como
impulsos fisiológicos o mecanismos biológicos.

Bibliografía
https://filosofiadoinicio.com/es/la-etica-medieval/
https://filosofiadoinicio.com/es/la-etica-contemporanea/
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica

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