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Anatomía y Fisiología de los

1ra Edición
Órganos Genitales

Concepción y Formación del Ser Humano I


Marzo 2023
ÍNDICE DE CONTENIDO
1. GAMETOGÉNESIS 2
1.1. Ovogénesis 2
Maduración de los ovocitos y desarrollo folicular 4
Maduración prenatal 4
Maduración postnatal 5
1.2. Espermatogénesis 8
2. SISTEMA GENITAL FEMENINO 11
2.1. Anatomía 11
Ovarios 12
Útero 12
2.2. Características del ciclo menstrual 13
2.3. Ciclo menstrual y sus fases 13
2.4. Fisiología y regulación del ciclo menstrual 14
Resumen de eventos en cada ciclo menstrual: 16
2.5. Periodo fértil en cada ciclo menstrual 17
Pasos para calcular periodo fértil 17
Ciclos menstruales regulares 17
Ciclos menstruales irregulares 19
3. SISTEMA GENITAL MASCULINO 19
3.1. Anatomía 19
Testículos 20
Conductos espermáticos 21
Glándulas sexuales accesorias 21
Esperma y semen 22
3.2. Fisiología y regulación hormonal del ciclo sexual masculino 22
4. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA 24

1
“La anatomía y fisiología de las personas no determina la identidad de género. Además, no en todos los cuerpos
los órganos genitales se corresponden con alguno de los dos sistemas que veremos a continuación, como es el caso
de las personas intersex.” (Métodos Anticonceptivos. Guía práctica para profesionales de la salud, 2019)

1. GAMETOGÉNESIS

Los gametos (espermatozoide y ovocito) derivan de las células germinales primordiales (CGP). Estas CGP se
forman en el epiblasto durante la segunda semana de desarrollo, migran a través de la línea primitiva hacia la pared
del saco vitelino y, en la cuarta semana de desarrollo, abandonan el saco vitelino y se dirigen a las gónadas en
formación, donde llegan al final de la quinta semana. Durante la migración y una vez en las gónadas, las CGP
aumentan en número mediante múltiples divisiones mitóticas. Se denomina gametogénesis al proceso mediante el
cual las células germinales primordiales originan las gametas. Este proceso incluye divisiones meióticas, para
reducir la cantidad de cromosomas, así como también un proceso de citodiferenciación.

1.1. Ovogénesis
La ovogénesis es el proceso por medio del cual las ovogonias se diferencian para transformarse en ovocitos
maduros.
La maduración de los ovocitos comienza antes del nacimiento y continúa en la pubertad.
Una vez que las CGP llegan a las gónadas (ovarios) se diferencian en ovogonias por mitosis. Las ovogonias, a su
vez, se dividen reiteradas veces por mitosis incrementando su número. Así, las etapas iniciales de la ovogénesis
ocurren durante la vida fetal cuando las divisiones mitóticas incrementan en forma masiva la cantidad de ovogonias.
Durante el desarrollo embrionario, algunas ovogonias, luego de dividirse por mitosis, se diferencian en ovocitos
primarios, y estas células comienzan una división meiótica, pero se detienen en la etapa de diploteno de la profase
I (Figura 1). Este estado de detención, en el cual quedarán hasta la pubertad, es producido por el inhibidor de la
maduración de los ovocitos (IMO), un péptido pequeño secretado por las células foliculares.

Figura 1. Diferenciación de las células germinales primordiales. Para el tercer mes del desarrollo, algunas
ovogonias dan origen a ovocitos primarios, que ingresan a la profase de la primera división meiótica. Esta
profase puede durar 40 años o más. Cada ovocito primario contiene 46 cromosomas duplicados.

Imagen tomada de Langman (2019). Embriología médica (14ª Edición) y modificada por Cleiman y Cohen (2023).

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Para el 5to mes de desarrollo prenatal se calcula que hay aproximadamente 7 millones de células de la línea
germinal. Entonces comienza la muerte celular, muchas ovogonias junto con los ovocitos primarios degeneran
volviéndose atrésicos. Para el 7mo mes de desarrollo, la mayor parte de las ovogonias han degenerado, excepto un
número menor cerca de la superficie del ovario. Para el momento del nacimiento, ya no hay ovogonias en el ovario.
Todos los ovocitos primarios sobrevivientes se encuentran detenidos en la profase de la primera división meiótica.
En la pubertad, con el comienzo de los ciclos menstruales, se reactiva la ovogénesis. En cada ciclo, entre 15 y 20
ovocitos detenidos en profase I se reclutan, pero sólo uno completa la primera división meiótica y da inicio a la
segunda división meiótica. Aquí, vuelve a detenerse, esta vez en metafase II. Este ovocito secundario detenido en
metafase II es expulsado del ovario durante la ovulación. Únicamente si ocurre la fecundación, se reactivará y
finalizará la meiosis II, para dar origen al óvulo y completar así el proceso de ovogénesis (Figura 2).

Figura 2. Diagrama que ilustra la secuencia de pasos de la ovogénesis. Antes del nacimiento, las
ovogonias se dividen por mitosis y de esta manera, aumentan su cantidad y originan ovocitos
primarios. Estos últimos comienzan la meiosis, y se detienen en la profase I antes del nacimiento.
Durante la niñez, el ovario permanece inactivo. Una vez en la pubertad, en cada ciclo sexual se
reactiva la meiosis I para dar lugar a un ovocito secundario, que comienza la meiosis II y vuelve a
pausarse en metafase. El ovocito secundario liberado sólo completa la meiosis II si es fecundado.
Así, originará la gameta definitiva: el óvulo. Los ciclos finalizan en la menopausia.

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Maduración de los ovocitos y desarrollo folicular

Maduración prenatal
Al final del 3er mes de desarrollo, las ovogonias se disponen en grupos rodeados de una sóla capa de células
epiteliales planas (Figura 3A). Estas células planas se denominan células foliculares y derivan del epitelio celómico
superficial (epitelio germinativo) que recubre al ovario. Durante los siguientes meses el número de ovogonias
aumenta rápidamente. Como se mencionó, algunas ovogonias se dividen por mitosis para originar ovocitos
primarios. Estos ovocitos primarios comienzan la meiosis y se detienen en la profase I. De esta manera, en el
momento del nacimiento, en el ovario hay únicamente ovocitos primarios detenidos en la profase de la primera
división meiótica, y la mayoría de ellos están rodeados individualmente por una capa de células epiteliales
foliculares planas (Figura 3B y C). Esta estructura (ovocito primario rodeado de células foliculares planas) se
denomina folículo primordial (Figura 4A).

Figura 3. Esquema del ovario en diferentes etapas de desarrollo. A. Ovogonias en grupos


rodeados de una capa de células epiteliales planas. Algunas ya se han diferenciado en
ovocitos primarios e ingresaron a la profase de la primera división meiótica. B. Casi todas
las ovogonias se diferenciaron en ovocitos primarios que están comenzando la división
meiótica, rodeados individualmente por una capa de células epiteliales foliculares planas.
C. No existen ovogonias y cada ovocito primario ya se encuentra detenido en la etapa de
diploteno de la profase I, rodeado por una sola capa de células foliculares constituyendo
el folículo primordial.

Imagen tomada de Langman (2019). Embriología médica (14ª Edición)

Al nacer, el número total de ovocitos primarios detenidos en profase I es entre 600.000 a 800.000. Durante la niñez
la mayor parte de los ovocitos sufre atresia y sólo alrededor de 40.000 persisten al llegar la pubertad. A lo largo de
la vida fértil (desde el comienzo de la menstruación hasta la menopausia) serán liberados menos de 500 ovocitos.

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Los ovocitos primarios detenidos son vulnerables al daño mientras envejecen, y esto determina que el riesgo de
tener hijos con anomalías cromosómicas aumente a la par de la edad materna.

Maduración postnatal
Al llegar a la pubertad se establece una reserva de folículos primarios (preantrales), que están en formación continua
gracias a la provisión de folículos primordiales. Es decir, al tiempo que los folículos primordiales comienzan a
crecer, las células foliculares circundantes cambian su configuración de planas a cúbicas. Esta unidad (ovocito
primario rodeado de células foliculares cúbicas) se denomina folículo primario (Figura 4B). En cada ciclo ovárico
comienza a desarrollarse entre 15 y 20 folículos primarios a partir de esta reserva para comenzar a madurar bajo el
influjo de la hormona FSH. Esta hormona no es necesaria para promover el desarrollo de los folículos primordiales
hasta la fase de folículo primario, pero sin ella estos folículos primarios mueren y se atresian.

Figura 4. Esquema de los folículos ováricos en distintos estadios del desarrollo. A. Folículo primordial
formado por un ovocito primario al que circunda una capa de células epiteliales planas. B. Folículo primario
temprano o en etapa preantral reclutado a partir de los folículos primordiales. Al tiempo que el folículo crece,
las células foliculares adquieren forma cúbica y comienzan a secretar la zona pelúcida. C. Folículo primario
maduro (preantral) en que las células foliculares dieron origen a una capa estratificada de células de la
granulosa rodeando al ovocito y la zona pelúcida se encuentra bien definida. D. Folículo en etapa vesicular
(antral). El ovocito, circundado por la zona pelúcida, se ubica en la periferia; el antro se desarrolló por la
acumulación de líquido en los espacios intercelulares. Obsérvese la disposición de las células de la teca interna
y de la teca externa. E. Folículo vesicular maduro (de Graaf). El antro muestra crecimiento considerable, se
encuentra ocupado por líquido folicular y está circundado por una capa estratificada de células de la granulosa.
El ovocito está alojado en un montículo de células de la granulosa, el cúmulo oóforo.

Imagen tomada de Langman (2019) Embriología médica y modificada por Cleiman y Cohen (2023).

Al comenzar un ciclo, bajo el efecto de la FSH, la capa simple de células foliculares de los folículos primarios,
prolifera para generar un epitelio estratificado de células de la granulosa (Figura 4C). Estas células de la granulosa,
junto con el ovocito, secretan una capa de glucoproteínas denominada zona pelúcida (Figura 4B y C). Pequeñas

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prolongaciones digitiformes de las células de la granulosa se extienden para atravesar la zona pelúcida y entrelazarse
con las microvellosidades de la membrana plasmática del ovocito. Estas prolongaciones son importantes para el
transporte de materiales desde las células de la granulosa hasta el ovocito. Las células de la granulosa descansan
sobre una membrana basal que las separa del tejido conectivo circundante. A su vez, este tejido conectivo que rodea
a la granulosa dará origen a la teca folicular (Figura 4 C, D y E).
Algunos de los folículos primarios en desarrollo mueren, en tanto otros comienzan a acumular líquido en una
cavidad denominada antro (Figura 4D), e ingresan a la etapa antral (o vesicular).
Mientras los folículos siguen creciendo, las células de la teca se organizan en una capa interna de células secretoras,
la teca interna, y en una cápsula fibrosa superficial, la teca externa (Figura 4 D y E). La FSH estimula la maduración
de las células de la granulosa que circundan al ovocito. En cooperación, las células de la teca interna y la granulosa
producen estrógenos: las células de la teca interna sintetizan androstenediona y testosterona en respuesta a la LH,
y estos andrógenos son trasportados hacia las células de la granulosa, que poseen la enzima aromatasa y bajo la
influencia de la FSH pueden catalizar la conversión de los andrógenos en estrona y 17 β-estradiol (estrógenos).
Paralelamente, el fluido sigue acumulándose, de tal modo que uno de los folículos antrales alcanza la madurez, y
se denomina folículo vesicular maduro (de De Graaf) (Figura 4E). El folículo de De Graaf puede tener un diámetro
de 25 mm o más. Está circundado por la teca interna (compuesta por células con característica de aquéllas que
secretan esteroides y rica en vasos sanguíneos), y la teca externa (que de manera gradual se fusiona con el tejido
conectivo ovárico). Las células de la granulosa que se proyectan dentro del antro y forman un montículo abultado
se denominan cúmulo oóforo (Figura 4E). Las células del cúmulo oóforo que permanecen alrededor del ovocito
forman la corona radiada, luego de la ovulación.
Cuando el folículo vesicular está maduro, la secreción de estrógenos por parte de los folículos ováricos estimula
una descarga abrupta de LH que induce la fase de crecimiento preovulatorio en el folículo maduro. La primera
división meiótica se completa, y como resultado se forman dos células hijas de tamaño diferente, cada una con 23
cromosomas de estructura doble. Una de las células hijas haploides recibe la mayor parte del citoplasma y se
denomina ovocito secundario; la otra célula hija haploide con escaso citoplasma es el primer cuerpo polar, que
queda alojado entre la zona pelúcida y la membrana celular del ovocito secundario, zona denominada espacio
perivitelino (Figura 5). El ovocito secundario comienza entonces la segunda división meiótica, pero se detiene en
la metafase alrededor de 3 horas antes de la ovulación (Figura 5C). La segunda división meiótica sólo se completa
si el ovocito es fertilizado; de lo contrario la célula degenera alrededor de 24 horas después de la ovulación. El
primer cuerpo polar puede experimentar una segunda división meiótica.
La figura 6 esquematiza la ovogénesis en contexto con la maduración folicular.

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Figura 5. Maduración del ovocito en respuesta a la descarga abrupta de LH. A. Ovocito
primario en que se aprecia el huso de la primera división meiótica. B. Ovocito secundario
y primer cuerpo polar en el espacio perivitelino. No existe membrana nuclear. C. Ovocito
secundario en que se aprecia el huso de la segunda división meiótica. El primer cuerpo
polar también se está dividiendo.

Imagen tomada de Langman (2019) Embriología médica

Figura 6. Resumen de los principales acontecimientos en la ovogénesis humana y el desarrollo folicular.

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1.2. Espermatogénesis
La espermatogénesis, proceso mediante el cual los espermatogonios se transforman en espermatozoides, comienza
en la pubertad bajo la influencia de concentraciones cada vez mayores de gonadotrofinas hipofisarias (LH y FSH),
y continúa durante toda la vida.
Con fines descriptivos, la espermatogénesis se divide en tres fases distintas:
-Fase espermatogónica, en la cual las espermatogonias se dividen por mitosis para reemplazarse a sí mismos y para
dar lugar a una población de espermatogonias que se diferenciará en espermatocitos primarios.
-Fase espermatocítica, en la cual los espermatocitos primarios sufren las dos divisiones meióticas que reducen tanto
la cantidad de los cromosomas como el contenido de ADN para producir células haploides llamadas espermátides.
-Fase de espermátide (espermiogénesis), en la cual las espermátides se diferencian en espermatozoides maduros.
Al nacer, las células germinales primordiales (CGP) se encuentran en los cordones sexuales de los testículos y se
observan como células pálidas y grandes, rodeadas por las células sustentaculares o de Sertoli, las cuales derivan
del epitelio superficial de los testículos (al igual que las células foliculares del ovario).
Poco antes de la pubertad los cordones sexuales desarrollan un lumen (luz) y se convierten en túbulos seminíferos.
Casi al mismo tiempo las CGP dan origen a las espermatogonias tipo A, y su producción marca el inicio de la
espermatogénesis. Las células tipo A pasan por un número limitado de divisiones mitóticas para formar clones
celulares. La última división celular da origen a las espermatogonias tipo B, que también a través de la división
mitótica forman los espermatocitos primarios. Estos espermatocitos primarios comienzan la meiosis y atraviesan
una profase prolongada (22 días), seguida por una terminación rápida de la primera división meiótica, que resulta
en la formación de espermatocitos secundarios haploides. Los espermatocitos secundarios inician la segunda
división meiótica. Como resultado de esta segunda división meiótica, los espermatocitos secundarios generan
espermátides haploides (Figura 7).
A lo largo de esta serie de eventos, desde el momento en que se generan las células tipo A hasta la formación de las
espermátides, ocurre una citocinesis incompleta, de tal modo que generaciones sucesivas de células se mantienen
unidas por puentes citoplásmicos. Así, la progenie de una sola espermatogonia tipo A forma un clon de células
germinales que se mantienen en contacto durante su diferenciación (Figura 8).

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Figura 7. Etapas de la espermatogénesis. Las células diploides (2n) poseen 46 cromosomas; las células
haploides (n) poseen 23 cromosomas.

Las espermátidas deben atravesar una serie de cambios para dar origen a los espermatozoides (Figura 7). Esta
transformación de las espermátides en espermatozoides se denomina espermiogénesis o espermioteliosis, y estos
cambios incluyen (Figura 9):
● La formación del acrosoma a partir del aparato de Golgi, que cubre la mitad anterior de la superficie nuclear
y contiene enzimas (acrosina y hialuronidasa), que facilitan la penetración al ovocito secundario y sus capas
circundantes durante la fecundación.
● Condensación del núcleo.
● Formación del cuello, la pieza intermedia y la cola.
● Eliminación de la mayor parte del citoplasma una vez que los cuerpos residuales son fagocitados por las
células de Sertoli.

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Figura 8. Clones celulares y puentes citoplásmicos formados a partir de las
espermatogonias tipo A durante la espermatogénesis. Las espermatogonias tipo A
derivadas de las células germinales primordiales son las primeras células en el proceso de
la espermatogénesis. Los puentes citoplásmicos unen a las células en cada división sucesiva
hasta que cada espermatozoide se separa de los cuerpos residuales. El número de células
interconectadas es considerablemente mayor que el que se representa en esta imagen.

Imagen tomada de Langman (2019) Embriología médica.

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Figura 9. Etapas importantes en la transformación de la espermátide humana en espermatozoide.

Imagen tomada de Langman (2019) Embriología médica y modificada por Cleiman y Cohen (2023).

Cuando los espermatozoides completan su formación ingresan al lumen de los túbulos seminíferos.
En el humano el tiempo que se requiere para que una espermatogonia se convierta en un espermatozoide maduro
es alrededor de 74 días, y cada día se producen cerca de 300 millones de espermatozoides.

2. SISTEMA GENITAL FEMENINO

2.1. Anatomía

El sistema genital femenino está compuesto por órganos sexuales internos (localizados en la cavidad pelviana) y
estructuras genitales externas (situados en la parte anterior del periné y conocidos en conjunto como vulva). Lo
órganos internos (Figura 10A) son la vagina, el útero, las trompas de Falopio y los ovarios, mientras que la vulva
(Figura 10B) está compuesta por los labios menores y mayores, el clítoris, el orificio vaginal y el meato uretral.

Figura 10. Órganos del Sistema genital femenino. A. Genitales externos, denominados en
conjunto como vulva. B. Órganos sexuales internos.

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Ovarios
Los ovarios son estructuras pares, con forma de almendras, que miden, aproximadamente, 3 cm de longitud, 1,5
cm de ancho y 1 cm de espesor. Cada ovario está recubierto en su superficie por un “epitelio germinativo” y una
túnica albugínea de tejido conectivo denso subyacente. El interior del órgano está compuesto por una corteza y una
médula (Figura 11). La médula se encuentra en el centro del ovario y contiene tejido conectivo laxo, vasos
sanguíneos, vasos linfáticos y nervios. La corteza se encuentra en la porción periférica del ovario, rodeando la
médula, y contiene los folículos ováricos en desarrollo incluidos en tejido conectivo.
Las dos funciones principales del ovario son la producción de gametos y la síntesis de hormonas esteroides
(estrógenos y progestágenos).

Figura 11. Esquema de la estructura de un ovario.

Imagen tomada de “Histología Básica. 6 ta edición”, Junqueira y Carneiro (2005)

Útero
El útero es un órgano hueco, con forma de pera invertida, localizado en la pelvis entre la vejiga y el recto. En una
persona nulípara, pesa entre 30 gr y 40 gr y mide 7,5 cm de largo, 5 cm de ancho en su parte superior, y 2,5 cm de
espesor. La pared del útero está compuesta por tres capas (Figura 10):
1) el endometrio, mucosa que tapiza la pared interna del útero,
2) el miometrio, que consiste en una capa de mayor espesor de músculo liso, y
3) el perimetrio, una capa de peritoneo que recubre al útero.
A lo largo de la vida fértil, el endometrio sufre cambios cíclicos mensuales que lo preparan para la implantación
del embrión y su posterior desarrollo embrionario. Estructural y funcionalmente, el endometrio se diferencia en dos
capas (Figura 12):

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(1) la capa funcional (en contacto con la luz uterina): es la porción gruesa del endometrio y se subdivide en
una capa compacta (hacia la luz), apoyada sobre una capa esponjosa. Toda la capa funcional (tanto
compacta como esponjosa) se desprende durante la menstruación.
(2) la capa basal: es retenida durante la menstruación y permite regenerar el estrato funcional.

Figura 12. Diagrama esquemático del endometrio uterino.

2.2. Características del ciclo menstrual

El ciclo menstrual o también conocido como ciclo sexual, comienza en la pubertad y se trata de un proceso mediante
el cual se desarrollan los ovocitos, y se producen una serie de cambios en los genitales, dirigidos a preparar al útero
para un posible embarazo. Si no se produce el embarazo, tiene lugar la menstruación, que consiste en una pérdida
de sangre y restos de tejidos provenientes de la pared del útero, que se libera por vía vaginal. Cada ciclo menstrual
inicia con el primer día de menstruación y termina un día antes de la siguiente menstruación. Cuando los ciclos son
regulares (esto es, ocurren todos los meses y son de la misma duración), la menstruación presenta ciertas
características:
● La sangre es roja e incoagulable;
● La duración de cada ciclo es de 28 días +/- 7 días (entre 21 y 35 días);
● La duración de la hemorragia suele durar 3 o 4 días, pudiendo ser de 2 a 7 días;
● La cantidad del sangrado es de alrededor de 80 ml, siendo normal entre 50 y 150 ml o 120 g si se pesan los
apósitos.

2.3. Ciclo menstrual y sus fases

Durante cada ciclo menstrual, los ovarios y el útero sufren cambios cíclicos que comprenden diferentes fases.
En el ovario, se identifican dos fases:

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✔ Fase folicular: Abarca desde el comienzo del ciclo menstrual (1er día de la menstruación) hasta la
ovulación. Se inicia con el reclutamiento y maduración de un grupo reducido de folículos ováricos.

✔ Fase lútea: Abarca desde la ovulación hasta el comienzo del siguiente ciclo. Consiste en la formación del
cuerpo lúteo.

La fase lútea tiene una duración más estable que la folicular. La duración de la fase folicular es
variable, y esto produce que haya ciclos más cortos y ciclos más largos. Sin embargo, la fase lútea
generalmente dura 14 días. Es decir, desde el momento en que se produjo la ovulación, si no hubo
fecundación e implantación, 14 días después ocurrirá la menstruación.

Por otro lado, en el útero, se identifican tres fases:

✔ Fase menstrual: Marca el comienzo del ciclo menstrual, y ocurre luego de la fase secretora si no hubo
fecundación. Consiste en el desprendimiento de la capa funcional del endometrio uterino.

✔ Fase proliferativa: inicia al final de la fase menstrual, se encuentra bajo la influencia del estrógeno y ocurre
en paralelo al crecimiento de los folículos ováricos. Aquí se regenera la capa funcional desprendida durante
la fase menstrual.

✔ Fase secretora o progestacional: comienza cerca de 2 a 3 días después de la ovulación, en respuesta a la


progesterona producida por el cuerpo lúteo. Las glándulas endometriales secretan sustancias necesarias
para una posible implantación.

2.4. Fisiología y regulación del ciclo menstrual

Los ciclos menstruales están regulados por el hipotálamo, que interactúa con la hipófisis y los ovarios. Así,
constituyen un eje hipotálamo-hipófiso-gonadal. Al momento del nacimiento, el número total de ovocitos primarios
dentro de los ovarios es de 600.000 a 800.000. En condiciones normales, se ovulan alrededor de 500 ovocitos en la
vida fértil, el resto se atresia o degenera.
A partir de la pubertad, el hipotálamo, ante diferentes estímulos, sintetiza y secreta GnRH (factor u hormona
liberadora de gonadotropinas) de manera pulsátil. La GnRH actúa sobre las células de la hipófisis del lóbulo anterior
(adenohipófisis), estimulándolas a que secreten gonadotropinas. Las gonadotropinas secretadas por la hipófisis son
la hormona luteinizante (LH) y la hormona folículo estimulante, también llamada hormona estimulante del folículo
(FSH). Estas gonadotropinas estimulan cambios cíclicos en los ovarios (Figura 13).

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Figura 13. Regulación hormonal del ciclo menstrual.

Al inicio de cada ciclo, es decir, al comienzo de la fase folicular, entre 15 y 20 folículos primarios son seleccionados
(reclutamiento folicular) y comienzan a madurar bajo la influencia de la FSH. Durante su crecimiento, los folículos
ováricos (teca interna y células de la granulosa) comienzan a producir estrógenos. Estos estrógenos actúan sobre el
útero y sobre la hipófisis de la siguiente manera: en el útero, producen que el endometrio uterino entre en la fase
proliferativa; a nivel del cuello uterino, producen un adelgazamiento del moco para que puedan pasar los
espermatozoides; y en la hipófisis, (adenohipófisis), las altas concentraciones de estrógenos inhiben la liberación
de FSH y estimulan la secreción de LH, de tal manera que, en determinado momento, ocurre un incremento abrupto
de LH. Unos pocos días antes de la ovulación, uno de los folículos vesiculares crece con rapidez bajo la influencia
de FSH y LH, hasta convertirse en un folículo vesicular maduro (de De Graaf). El brote o pico de LH producto de

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la alta concentración de estrógenos hace que el folículo de De Graaf ingrese a la etapa vesicular madura
preovulatoria y el ovocito primario complete la primera división meiótica originando un ovocito secundario que
inmediatamente comienza la segunda división meiótica y queda detenido en su metafase alrededor de 3 horas antes
de la ovulación. Mientras tanto, en la región de la superficie ovárica sobre el folículo preovulatorio que sobresale,
el flujo sanguíneo cesa, constituyendo el estigma, que se abulta elevándose y luego se rompe. Finalmente, las altas
concentraciones de LH estimulan la rotura del folículo maduro, aumentando la actividad de la enzima colagenasa
que digiere las fibras de colágeno que rodean al folículo, y aumentando los niveles de prostaglandinas que estimulan
las contracciones en el ovario que lleva al ovocito salir del ovario. Una parte de las células del cúmulo se reorganiza,
luego de la ovulación, rodeando la zona pelúcida para constituir la corona radiada. Generalmente, sólo uno de los
folículos primarios se convierte en un folículo maduro y se rompe en la superficie del ovario expulsando su ovocito
secundario detenido en metafase II. Tras la ovulación, en el ovario comienza la fase lútea. Durante esta fase ovárica,
las células de la granulosa que permanecen en la pared del folículo roto dentro del ovario, junto con las derivadas
de la teca interna, desarrollan un pigmento amarillento y constituyen el cuerpo lúteo, que secreta estrógenos y
progesterona. La progesterona, junto con algo de estrógeno, hace que la mucosa uterina ingrese a la fase
progestacional o secretora, para prepararse para la posible implantación del embrión. Si hay fecundación y posterior
implantación, el cuerpo lúteo continúa desarrollándose (no degenera) y forma el cuerpo lúteo del embarazo (corpus
lúteum graviditatis), gracias al estímulo de la hormona gonadotropina coriónica humana (HCG) que es secretada
por el trofoblasto (sincitiotrofoblasto) del embrión en desarrollo. El cuerpo lúteo del embarazo secreta progesterona
hasta el 4to mes de embarazo, momento en que ésta función comienza a ser suplantada por la placenta. Si la
fecundación no ocurre, el cuerpo lúteo degenera (luteólisis) y constituye una masa de tejido cicatrizal fibroso, el
cuerpo blanco (corpus albicans). Entonces, la síntesis de progesterona y estrógenos disminuye, provocando la
hemorragia menstrual que consiste en el desprendimiento de la capa funcional del endometrio, marcando el inicio
de un nuevo ciclo.

Resumen de eventos en cada ciclo menstrual:


1. Menstruación que indica el comienzo del ciclo.
2. Pequeña elevación inicial de FSH (gonadotropina producida por la hipófisis).
3. Reclutamiento folicular (Entre 15 y 20 folículos comienzan a madurar).
4. Desarrollo del folículo dominante (uno de los folículos reclutados alcanza primero la madurez: folículo de De
Graaf).
5. Aumento progresivo de los niveles de estrógeno plasmático (secretado por los folículos ováricos) hasta alcanzar
un nivel umbral.
6. Liberación masiva de LH (secretada por la hipófisis) que provoca el estallido folicular con liberación del ovocito
maduro (ovulación).

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7. A partir del folículo roto, formación de cuerpo amarillo (cuerpo lúteo) que secreta progesterona en mayor medida
y estrógenos.
8. Si no hay embarazo, involución del cuerpo lúteo, formación de cuerpo blanco (corpus albicans) con descenso
hormonal (estrógenos y progesterona). En caso de embarazo, se forma el cuerpo lúteo del embarazo y se
interrumpen los ciclos menstruales.
9. Menstruación: comienzo de un nuevo ciclo.

2.5. Periodo fértil en cada ciclo menstrual

La vida del espermatozoide es relativamente corta. Tras la eyaculación del semen en el interior de la vagina puede
vivir varios días, se cree que hasta 5-7 días. Por otro lado, la vida del ovocito secundario liberado durante la
ovulación es más corta aún. Si no es fertilizado, degenera alrededor de 24 horas después de la ovulación.
Entonces, la fecundación sería posible desde 7 días antes de la ovulación (ya que algunos espermatozoides seguirían
con vida al liberarse el ovocito), hasta un día después de la ovulación (debido a que el ovocito secundario liberado
sólo vive 24 horas). Este lapso de tiempo en el que es posible la fertilización se denomina “periodo fértil”.
Es posible calcular el periodo fértil tanto en ciclos menstruales regulares (esto es, que ocurren todos los meses y
son de la misma duración), como en ciclos menstruales irregulares (que la duración del ciclo varía de un mes a
otro).

Pasos para calcular periodo fértil


Ciclos menstruales regulares
Para determinar el periodo fértil en ciclos constantes de igual duración, es necesario conocer cuánto dura el ciclo,
cuál fue la fecha de su última menstruación (FUM) y recordar la vida media de las gametas (hasta 7 días para
espermatozoides y 1 día para el ovocito).
Paso 1: Calcular el día del ciclo en que se producirá la ovulación (día X). Es importante olvidarse del calendario y
sólo tener en cuenta la duración del ciclo, para no generar confusiones. Recordemos que el ciclo comienza el 1er
día de la menstruación (FUM) y finaliza el día anterior de la siguiente menstruación.
Para obtener en qué momento fue la ovulación, a la duración total del ciclo, le restamos 14 días:
Días total del ciclo – 14 = X
¿Por qué le restamos 14? Porque la fase lútea dura 14 días, mientras que la fase folicular es variable.
Al llegar al último día del ciclo: significa que 14 días antes se produjo la ovulación.

Paso 2: Con el resultado obtenido, marcar en el calendario el día 1 del ciclo (fecha de su última menstruación,
FUM), y contar hasta llegar al día X obtenido, que será la fecha de la ovulación.

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Paso 3: El periodo fértil comienza 7 días antes a la fecha de ovulación obtenida, y termina al día siguiente.

A continuación, se muestra un ejemplo para ciclos regulares de 30 días, cuya última menstruación fue el 08 de
marzo de 2023.
Paso 1: Calcular el día del ciclo en que se producirá la ovulación con la fórmula:
Días total del ciclo – 14 = X
En este caso, días total del ciclo = 30
Entonces: 30 – 14 = 16
En ciclos regulares de 30 días de duración, el día 16 del ciclo se produce la ovulación.

Con esta información, y conociendo la FUM ahora sí se puede acceder al calendario, y seguir el paso 2.

Paso 2: Marcar en el calendario el día 1 del ciclo (FUM), en este caso, 08 de marzo. Luego, ir avanzando hasta
llegar al día de la ovulación obtenido en el paso anterior, es decir, hasta llegar al día 16 del ciclo. Marcar entonces
en el calendario que en esa fecha sería la ovulación:

En el calendario, se observa que la fecha de ovulación


fue el 23 de marzo de 2023.

Paso 3: El periodo fértil comienza 7 días (una semana) antes de la fecha de ovulación, y termina al día siguiente.

En este caso, el periodo fértil comienza el


16/03/2023 y finaliza el 24/03/2023, inclusive.

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Ciclos menstruales irregulares
Para poder determinar el período fértil en ciclos que varían su duración de un mes a otro, se debe llevar un registro
de los ciclos menstruales por un año. A los ciclos más cortos se le restan 18 días y a los ciclos más largos se le
quitan 11 días. De esta manera, se obtiene un periodo fértil más amplio, que será el mismo para todos los meses.

A continuación, se muestra un ejemplo para el caso de una persona en la cual, en el transcurso de un año, su ciclo
más corto fue de 26 días y su ciclo más largo de 32 días.
Ciclo de 26 días – 18 días = 8 días
Ciclo de 32 días – 11 días = 21 días.
Según este cálculo, el período fértil de esta persona abarca desde el día 8 del ciclo hasta el día 21 del ciclo.
Recordemos que el 1er día del ciclo coincide con el 1er día de la menstruación (FUM) y finaliza el día anterior de
la siguiente menstruación.
Se debe tener especial cuidado en el período de la adolescencia (ya que recién se han iniciado los ciclos) y en las
personas en las que sus ciclos se han vuelto menos frecuentes por su edad.

3. SISTEMA GENITAL MASCULINO


3.1. Anatomía

El sistema genital masculino está constituido por los testículos, un sistema de conductos, las glándulas sexuales
accesorias y los genitales externos que comprenden el pene y el escroto (Figura 14).

La mayoría de estos órganos se encuentran Figura 14. Órganos del sistema genital masculino
fuera de la cavidad abdominal, a diferencia del
sistema genital femenino.
El sistema de conductos transporta y almacena
los espermatozoides, participa en su
maduración y los conduce al exterior. Está
formado por el epidídimo, el conducto
deferente, los conductos eyaculadores y la
uretra. Los espermatozoides deben atravesar
todo este sistema de conductos espermáticos
para ser liberados del organismo mediante la
eyaculación. Las glándulas sexuales accesorias
Imagen tomada de “Métodos Anticonceptivos. Guía práctica para profesionales de la
comprenden las vesículas seminales, la próstata
salud” Actualización 2019. Dirección de Salud Sexual y Reproductiva, Secretaría de
y las glándulas bulbouretrales (de Cowper). Gobierno de Salud, Ministerio de Salud y Desarrollo Social, Presidencia de la Nación.

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Testículos
Las dos funciones primarias del testículo son la espermatogénesis (producción de espermatozoides, denominados
gametos masculinos) y la esteroidogénesis (síntesis de andrógenos, también denominados hormonas sexuales).
Los testículos son dos glándulas, ovaladas, ubicadas en el escroto, que miden 5 cm de largo y 2,5 cm de diámetro.
Cada testículo tiene un peso de 10 a 15 gramos aproximadamente. Los testículos se desarrollan cerca de los riñones,
en la porción posterior del abdomen y comienzan a descender hacia el escroto, a través de los conductos inguinales
(pasajes en la pared abdominal inferior) durante la segunda mitad del séptimo mes del desarrollo fetal.
Están recubiertos parcialmente por la túnica vaginal, una serosa que deriva del peritoneo. Por dentro de la túnica
vaginal, se encuentra la túnica albugínea, capa de tejido conectivo denso y fibroso que se extiende hacia el interior
del testículo formando tabiques, dividiéndolo en compartimentos llamados lóbulos. En cada testículo se desarrollan
entre 200 y 300 lóbulos, y en cada uno de ellos se encuentran los túbulos seminíferos, lugar donde se producen los
espermatozoides (Figura 15).
Dentro de los túbulos seminíferos se encuentran dos tipos de células: (1) las células espermatogénicas, productoras
de espermatozoides, en diferentes estadíos de maduración (hacia la luz del túbulo se encuentran las formas más
maduras); (2) las células sustentaculares o de Sertoli que se extienden desde la membrana basal hasta la luz del
túbulo rodeando a las células espermatogénicas.

Figura 15. Esquema del interior de un testículo, en el que se incluye el epidídimo y conducto deferente. Obsérvese
la túnica albugínea cubriendo el testículo y la túnica vaginal que la rodea.

Las células de Sertoli cumplen diversas funciones en el mantenimiento de la espermatogénesis, entre ellas:
● Sustentar y proteger a las gametas en desarrollo, a través de la formación de la barrera hematotesticular, en
la cual las células de Sertoli mantienen entre sí uniones estrechas impidiendo que sustancias nocivas lleguen
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a las células espermatogénicas, y además evita una respuesta inmunológica contra los espermatozoides en
formación, reconocidos como extraños para el organismo.
● Nutrir a los espermatozoides en desarrollo.
● Fagocitar el citoplasma desprendido durante la espermiogénesis.
● Controlar la liberación de los espermatozoides a la luz del túbulo seminífero.
● Producir líquido testicular que facilita el transporte de los mismos.
● Secretar proteína ligadora de andrógenos (ABP - androgen binding protein) y una hormona denominada
inhibina.
Por fuera de los túbulos seminíferos, en el intersticio, se encuentran las células de Leydig (Figura 15) que secretan
un andrógeno denominado testosterona.

Conductos espermáticos
En el interior de cada testículo, los túbulos seminíferos se dirigen hacia el centro de la glándula testicular, se vuelven
rectos y confluyen en la red testicular (rete testis). A partir de esta red, emergen alrededor de 15-20 tubos eferentes
por cada testículo y desembocan en el epidídimo, que es la primera porción del conducto espermático (Figura 15).
El epidídimo es una estructura tubular muy enrollada, en donde los espermatozoides maduran adquiriendo
motilidad. Cada epidídimo se continúa con un conducto deferente, que traslada los espermatozoides maduros hacia
los conductos eyaculadores. Ambos conductos deferentes ascienden desde el escroto, atraviesan el canal inguinal e
ingresan en la cavidad pelviana. En su trayecto final, al acercarse a la glándula prostática, ambos conductos
deferentes se aproximan y se dilatan formando la ampolla deferencial o de Henle, que junto al conducto de cada
glándula seminal dan origen a los conductos eyaculadores.
Los conductos eyaculadores se originan a continuación de los conductos deferentes de cada lado, y finalizan en la
uretra prostática. Son pequeños tubos que pasan por el interior de la próstata, reciben las secreciones de las vesículas
seminales y depositan todo el contenido en la uretra, último tramo del conducto espermático. La uretra se divide en
tres porciones: en su porción proximal o prostática, recibe el semen de los conductos prostáticos y de los conductos
deferentes; en su porción media o membranosa presenta un esfínter que permite controlar el reflejo de la micción,
ubicado en la base del pene, inmediatamente por debajo de la próstata; y la última porción, o uretra peneana, termina
en el meato urinario externo, a nivel del glande, que es la porción más extrema del pene. La uretra cumple la función
de conducir la orina y el semen hacia el exterior, aunque nunca en forma simultánea. Esto se debe a la presencia de
un sistema de esfínteres que actúan como válvulas ocluyendo la conexión entre los conductos eyaculadores y la
uretra, al producirse la micción, y la conexión entre la vejiga y la uretra en la eyaculación.

Glándulas sexuales accesorias


Las glándulas sexuales accesorias incluyen las vesículas seminales, la próstata y las glándulas bulbouretrales (de
Cowper).

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Las vesículas o glándulas seminales producen un líquido viscoso rico en fructosa, que tiene alto valor nutritivo para
los espermatozoides. Este fluido, además de nutrir, protege y estimula el desplazamiento de las células sexuales,con
la ayuda de la contracción de la cubierta muscular lisa de las vesículas seminales durante la eyaculación.
La glándula prostática segrega un líquido blanquecino denominado fluido prostático, cuya función es contribuir a
la movilidad de los espermatozoides. Debido a su pH alcalino, el fluido prostático, además, protege la vitalidad de
los espermatozoides al neutralizar la acidez de la uretra y de la vagina.
Las glándulas bulbouretrales o glándulas de Cowper segregan un líquido mucoso y alcalino hacia la uretra, antes
de la eyaculación, para limpiar y lubricar la misma.

Esperma y semen
La producción espermática es un proceso continuo, así como la producción del líquido (plasma) seminal en las
glándulas sexuales accesorias. Los espermatozoides, entre eyaculación y eyaculación se almacenan en el epidídimo
y en la ampolla deferencial. Pueden permanecer almacenados durante varios meses manteniendo su fertilidad, y los
que no se eyaculan luego de ese tiempo son finalmente reabsorbidos. El plasma seminal es un fluido formado,
principalmente por las secreciones de las glándulas seminales y prostáticas, y en menor medida por las glándulas
bulbouretrales (de Cowper). El plasma seminal y los espermatozoides constituyen el semen o esperma, que es un
líquido viscoso de color blanco grisáceo. Posee un pH básico, ubicado entre 7,5 y 8. Está formado,
aproximadamente, por más de un 90% de plasma seminal y algo menos del 10% de espermatozoides que han
madurado durante su trayecto por el epidídimo. En general, cada mililitro de semen tiene entre 80 y 150 millones
de espermatozoides. En condiciones fisiológicas está libre de microorganismos.

3.2. Fisiología y regulación hormonal del ciclo sexual masculino

Al nacer, en los testículos se encuentran los cordones sexuales que, poco antes de la pubertad, desarrollan un lumen
(luz) y se convierten en los túbulos seminíferos.
Al llegar a la pubertad, el hipotálamo incrementa la secreción de hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH).
Esta hormona, a su vez, estimula la liberación de gonadotropinas, la hormona luteinizante (LH) y la hormona
foliculoestimulante (FSH), por parte del lóbulo anterior de la hipófisis (adenohipófisis). En la Figura 16 se muestra
la relación entre las hormonas y los ciclos de retroalimentación que controlan la secreción de testosterona y la
espermatogénesis.
La LH estimula las células de Leydig, localizadas entre los túbulos seminíferos, a secretar la hormona testosterona.
Esta hormona esteroidea se sintetiza en los testículos a partir del colesterol y es el principal andrógeno. Al ser
liposoluble, difunde fácilmente fuera de las células de Leydig hacia el líquido intersticial y luego a la sangre. Por
un mecanismo de retroalimentación negativa, la testosterona inhibe la secreción de LH por parte de la hipófisis y
la secreción de GnRH, por parte del hipotálamo. En las células de Sertoli hay receptores de FSH y de testosterona,
es decir que su función secretora es regulada tanto por la FSH como por la testosterona. La FSH se une a las células
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de Sertoli estimulando la producción de fluido testicular y la síntesis de proteína ligadora de andrógenos (ABP)
hacia la luz de los túbulos seminíferos y hacia el líquido intersticial, alrededor de las células espermatogénicas. La
ABP se une a la testosterona y mantiene su concentración elevada. Por su parte, la testosterona se une a las células
de Sertoli para promover la espermatogénesis. Una vez que se alcanza el grado de espermatogénesis requerido para
cumplir las funciones reproductivas, las células de Sertoli liberan inhibina, una hormona proteica llamada así por
su función inhibitoria sobre la secreción de FSH, por parte de la adenohipófisis. Si la espermatogénesis se produce
muy lentamente, se libera menos inhibina, lo que permite la secreción de más cantidad de FSH y el consecuente
incremento en la tasa de espermatogénesis.
La producción de testosterona también es regulada por un sistema de retroalimentación negativa. Cuando la
concentración de testosterona en sangre se eleva hasta cierto nivel, inhibe la liberación de GnRH por parte de las
células del hipotálamo. Como resultado, la adenohipófisis libera menos LH, por lo que su concentración en la sangre
sistémica disminuye. Con menor estímulo de la LH, las células de Leydig en los testículos secretan menos
testosterona, y se restablece la homeostasis. Si la concentración de testosterona en sangre desciende demasiado,
más GnRH volverá a liberarse en el hipotálamo y estimulará la secreción de LH por parte de la adenohipófisis. La
LH, a su vez, estimulará la producción de testosterona nuevamente.

Figura 16. Control hormonal de la espermatogénesis. Las líneas verdes indican estimulación
y las líneas de puntos rojas indican la inhibición por retroalimentación negativa.

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4. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Ministerio de Salud. Presidencia de La Nación. Métodos anticonceptivos. Guía práctica para profesionales de la
salud. Buenos Aires. 2019. Capítulo 3 (Págs. 44-53).

Ross MH y Pawlina W. 2007. Histología: Texto y Atlas. (7ma edición). Buenos Aires. Editorial Médica
Panamericana. Capítulo 23 (págs 897-965).

Sadler TW. Langman. 2019. Embriología médica (14ª Edición). Editorial Lippincott Wolters K. Capítulo 2 (págs.
42; 59-68) y Capítulo 3 (págs. 71-76; 89-92).
Tortora G. y Derrickson B. 2013. Principios de anatomía y fisiología. (13a. Edición). Buenos Aires. Editorial
Médica Panamericana. Capítulo 28 (págs. 1130-1138).

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