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Sentencia

La sentencia se estudia y se analiza como la voluntad del Estado, ya que en ella


queda plasmada esa voluntad y es ejecutada por un funcionario público investido de
autoridad suficiente para poder dictarla. Es el instrumento que le da entidad
inmediata, notoria e inevitable a la relación existente entre el Estado, que mediante
el Poder Legislativo dicta normas, y el Poder Judicial, que tiene el imperio de imponer
su cumplimiento.

El proceso judicial se ordena en múltiples etapas a través de las cuales se va


avanzando hacia un fin: resolver el conflicto que llevó a las partes hasta esa
instancia judicial. La última etapa del proceso judicial, llamada decisoria, es aquella
en la que se ordenará el acto culminatorio de la Litis, esto es, el dictado de la
sentencia.

La sentencia es un acto judicial procesal efectuado por el juez de la causa, en el que


analiza las constancias de la causa y en base a ellas decide darle una solución al
conflicto. Conceptualmente, la sentencia es el acto jurídico procesal mediante el cual
el órgano jurisdiccional decide los puntos sometidos a su consideración.

Se puede considerar este acto jurisdiccional como un instrumento de la realización


de la justicia. De tal forma que las resoluciones judiciales tienen que tender a que la
convivencia social sea realizablemente justa.

Actividad decisoria de los jueces. Activismo y garantismo


Partes de la sentencia. Motivación y fundamentación de la sentencia

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Actividad decisoria de los jueces. Activismo y


garantismo

Tradicionalmente, los jueces ingleses no deliberaban en absoluto puesto que ello implicaba quebrar la
“oralidad”, principio rector según el cual toda la actividad de los jueces debía ser realizada en público con el
fin de que pudiera ser sometida a control. “En casi todos los casos, un breve debate entre los jueces antes
de la decisión posibilitaba la convergencia en una fundamentación mayoritaria única del fallo de la
sentencia, en lugar de generar una fundamentación por cada juez” (Posner, 2011, p.13)

Sucede en muchas ocasiones que no puede probarse que las consecuencias que traen las decisiones
jurisdiccionales sean “buenas” o “malas”. Por ese motivo, es natural cuestionarnos si existen razones para
confiar en el diseño del sistema judicial y en la competencia e integridad de los jueces que en él operan.

Los jueces no hacen una tarea que sólo consiste en aplicar reglas jurídicas creadas por los legisladores, por
los órganos administrativos u otras fuentes extrajudiciales, a hechos que se consideran probados sin
mediar prejuicios ni preconcepciones. De ser así, los jueces ya habrían sido reemplazados por la inteligencia
artificial.

Los jueces tienen y ejercen discrecionalidad y, por eso, es necesario entender “la naturaleza de sus
motivaciones, sus facultades, sus mecanismos de selección, las normas de su profesión y su psicología”
(Posner, 2011, p. 16). En definitiva, los jueces no son ni gigantes morales o intelectuales, ni profetas, ni
oráculos, ni meros portavoces o máquinas calculadoras. Son trabajadores humanos que reaccionan
del mismo modo que lo hacen otros trabajadores ante las condiciones del mercado de trabajo en el que
actúan.

El derecho en un proceso judicial es el material a partir del cual los jueces elaboran sus decisiones. Dado
que los materiales para la toma de decisión al modo legalista no suministran respuestas razonables a todos
los conflictos jurídicos, los jueces deben recurrir a otras herramientas que lo complementen. Por esto,
podemos distinguir dos corrientes o tendencias de pensamiento en la magistratura, cuyo reflejo se ve
plasmado en las sentencias que dictan: activismo judicial y garantismo.

Normalmente, activismo y garantismo florecen al momento en el que


el juez debe emitir la sentencia definitiva o interlocutoria.

Si bien hay algunas posiciones extremas como la que dice que el activismo judicial importa la contorsión de
la ley a fin de hacerla coincidir con el propio pensamiento o, en el caso del garantismo, quienes pretenden
proscribir el principio de buena fe en el ámbito procesal, dichas corrientes no deben ser llevadas a esos
exagerados límites.

El activismo no debe ni puede significar una suerte de libre utilización de la ley. Como ha dicho la Corte
Suprema de la Nación, los jueces no pueden dejar de lado la norma que gobierna la cuestión de que se trata
si no es por su concreta declaración de inconstitucionalidad. Tampoco hay que vincular al garantismo con la
posición que sostiene que el juez carece de toda clase de iniciativa probatoria. En rigor, parecería más
adecuado decir que el garantismo judicial significa un proceso “con todas las garantías”.

En definitiva, el activismo judicial hace énfasis en la actuación del juez, en el rol social que éste detenta
como representante del Estado. Se pondera la función jurisdiccional a los intereses individuales porque se
persigue el fin de lo justo y verdadero, más allá de lo que soliciten las partes. Los jueces deben ser
conscientes del rol social que les ha tocado desempeñar, el cual implica la difícil tarea de tomar decisiones
justas pero que, a veces, resultan impopulares. La justicia no se imparte en función a la simpatía que pueda
generar una decisión, sino sobre la base de una profunda convicción de que lo que se está haciendo es lo
que corresponde hacer.

Por su parte, el garantismo judicial pone el acento en las reglas del proceso y en las garantías
constitucionales que rodean todo proceso. El juez debe ser garantista porque el juzgador que se enrola en
esta posición respeta el orden lineal del proceso, los derechos litigiosos de las partes. Debe entenderse
como juez o tribunal garantista a aquel que vela por el cabal cumplimiento del debido proceso.
¿Qué es una sentencia judicial?

Acto jurídico procesal mediante el cual, el órgano jurisdiccional, decide los puntos
sometidos a su consideración.

Acto jurídico extraprocesal mediante el cual, el juez de la causa llega a un acuerdo con
las partes para dirimir el conflicto entre ellas.

Acto jurisdiccional mediante el cual la Fiscalía y el juez deciden cómo resolver el


conflicto sometido a su conocimiento.

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LECCIÓN 2 de 3

Partes de la sentencia. Motivación y fundamentación


de la sentencia

Toda sentencia debe reunir los requisitos de tiempo, lugar y forma. Respecto de la forma, las sentencias
generalmente se componen de tres apartados centrales:

Encabezamiento o parte expositiva: en ésta se señala la fecha y ciudad en que se dicta, las
partes que intervienen, sus procuradores y abogados, sin que se puedan omitir sus nombres
sin afectar a la debida integridad y publicidad de las sentencias. Se hacen constar también las
peticiones y las excepciones o defensas presentadas por las partes, junto a los fundamentos
de hecho en que se fundan.

Parte considerativa: es en la que se enuncian los fundamentos de hecho y de derecho, que


contienen los argumentos de las partes y los que utiliza el juez o tribunal para resolver el objeto
del proceso, en relación con las normas que se consideran aplicables al caso.

Parte resolutiva: es la que debe contener la decisión o fallo de condena o absolución del
demandado o acusado. Asimismo, suele incorporarse el nombre del juez que la ha redactado
(Torres Romo, 2015, https://bit.ly/2QqsTaf).

La sentencia debe gozar de congruencia entre lo pedido por las partes


y lo resuelto por el juez, quien no puede ir más allá de lo pedido por
ellas, ni por fuera de lo pedido, ni dejar de tratar todos y cada uno de
los pedidos de las partes.
De la redacción de la sentencia debe surgir una debida motivación y fundamentación. El motivo o
fundamento de una sentencia constituye la razón determinante del acto. La sentencia estará motivada
cuando el juez exteriorice el razonamiento que justifica la decisión que ha tomado.

El deber de motivar las sentencias tiene fundamentos. En primer lugar, como instrumento procesal facilita a
las partes la impugnación. Por otro lado, opera como función de garantía propia del constitucionalismo
moderno.

La mera confrontación de hechos y normas resulta insuficiente para solucionar el conflicto por la vía
deductiva. El Juez debe expresar y justificar plenamente su labor selectiva tanto en la aprehensión y
valoración de los hechos y pruebas como de las normas jurídicas.

Para lograr esto, hay pautas rectoras del deber de motivación:

1 La Racionalidad, que consiste en la argumentación coherente, sin contradicciones, completa y


constringente;

2 La Congruencia, que consiste en la conformidad entre la sentencia, la pretensión y la


oposición a fin de evitar la ultra, extra o citra petitia;

3 La Integración, que consiste en integrar los fundamentos a la sentencia descartándose la


motivación oculta o implícita y las remisiones;

4 La Controlabilidad, por las partes, órganos superiores y ciudadanos. A tal fin la motivación


deberá ser pública, accesible y comprensible.

Puede suceder que los jueces no efectúen la fundamentación de la sentencia correctamente, como sucedió
en el siguiente caso:
La parte demandada, interpuso recurso extraordinario de nulidad en contra de la sentencia
dictada por la Sala I de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del
Departamento Judicial de Mercedes que confirmó, en lo sustancial, la resolución que
admitió parcialmente las impugnaciones formuladas por la actora y aprobó la rendición de
cuentas practicada en autos, condenando al demandado a abonar una suma de dinero.

En el marco de un incidente de rendición de cuentas promovido por José D’Amico contra


Roberto González, la Sala I de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del
Departamento Judicial de Mercedes confirmó la resolución recurrida, por la cual se decidió
en lo sustancial admitir parcialmente las impugnaciones formuladas por la actora; aprobar
la rendición de cuentas, con las rectificaciones ordenadas y, por último, ordenar al
demandado hacer efectiva la suma establecida, con más los intereses dispuestos.

La demandada interpuso recurso extraordinario de nulidad, reclamando la nulidad del


resolutorio que confirmó el de la instancia de origen, considerándolo violatorio de los arts.
168 y 171 de la Constitución provincial y, apoyándose en el art. 296 del Código procesal,
articula como causales de invalidez la falta de fundamentación legal y la omisión de
tratamiento de una cuestión esencial.

En respuesta a los agravios citados, la Cámara, entiende que en relación a la alegada falta
de fundamentación legal, le asiste razón al presentante.

De la detenida lectura del fallo en crisis se desprende que la Cámara interviniente ha


omitido toda cita de norma legal o principio jurídico en respaldo de lo resuelto, por lo que al
resolver de esta forma ha vulnerado la garantía consagrada en el art. 171 de la
Constitución de la Provincia.

En efecto, el art. 171 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires impone que las
sentencias sean "fundadas en el texto expreso de la ley; y a falta de éste, en los principios
jurídicos de la legislación vigente en la materia respectiva, y en defecto de éstos, en los
principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso".
Esta exigencia responde a los parámetros establecidos por el constitucionalismo
moderno, que procura brindar un sistema de garantías fundamentales de la administración
de justicia.
Constituye garantía de los derechos de las partes la obligación judicial de fundar las
sentencias de modo que se perciba claramente el itinerario lógico jurídico del que deriva la
resolución final, porque la deficiencia en tal sentido se erige en obstáculo al control de
legalidad.

En este sentido ha sostenido Acuña Anzorena -de grata memoria en esta Suprema Corte-
comentando un viejo fallo de la Cámara Civil 1ª de la Capital Federal y con cita de Mortara:
"En la dilucidación de las controversias jurídicas no le está permitido al magistrado
abandonarse a su propio arbitrio, ni tampoco a la más extraña aplicación de la ley,
debiendo todo pronunciamiento judicial representar un razonamiento fundado en el hecho
y en la norma de derecho que le sea atinente. Pero, la misma posibilidad de la diferente
interpretación de un texto de la ley, o de una distinta apreciación de los hechos, hace
necesaria una completa demostración de cómo y porqué la mente del juez ha llegado a
decidirse por una u otra resolución, presentando así un concepto elaborado sobre la base
de la lógica y del derecho ... Si las resoluciones de los magistrados pudieran estar
eximidas de este elemento que tiene por objeto demostrar el porqué de sus decisiones,
todo quedaría abandonado a su arbitrio y cuando no fuese posible controlar los motivos
que inspiraron su pronunciamiento, vendría en menos una de las principales garantías de
la recta administración de la justicia”.

Además, la obligatoriedad de la motivación de las sentencias constituye requisito


ineludible de validez constitucional. Desde la perspectiva federal, lo consagra
indirectamente la Constitución nacional. De acuerdo con su art. 18 es inviolable la defensa
en juicio de la persona y de los derechos. Esta garantía comprende para el justiciable la
posibilidad de obtener una sentencia "que sea derivación razonada del derecho vigente", en
la feliz expresión acuñada por la Corte Suprema de la Nación al elaborar la doctrina de las
sentencias arbitrarias. Y una sentencia es derivación razonada del derecho vigente
cuando, entre otros recaudos, está fundada. De allí que la defensa en juicio involucra el
derecho a lograr una sentencia fundada. Porque también hay una garantía innominada a la
"no arbitrariedad", que fluye del art. 33, y que constituye un derecho a la exigencia de
razonabilidad en los pronunciamientos judiciales. Lo que en definitiva se subsume en el
valor Justicia, enunciado en el Preámbulo de la Constitución, porque "afianzar la justicia"
solamente se satisface con la debida motivación. En resumen, la obligación en examen
comporta un deber constitucional, porque posibilita el control externo sobre el modo como
el juez ejercita el poder jurisdiccional. En un Estado de Derecho el poder no es absoluto, y
fundamentalmente, no es oculto, por el contrario, ha de ser transparente. El conocimiento
público coadyuva en la imparcialidad del órgano, resguardando también el principio de
legalidad, pues una legalidad no controlable (a través de la motivación) equivale a una no
legalidad, y es precisamente en la fundamentación de la decisión en donde el juez
demuestra que la ley ha sido válidamente aplicada al caso (Morello, "El proceso justo").

Desde el marco propio de la Constitución provincial, debe recordarse, en primer lugar, que
el art. 10 de la Constitución de la Provincia asegura a todos los habitantes el derecho
perfecto de defender y de ser protegidos en su vida, libertad, reputación, seguridad y
propiedad. Nadie puede ser privado de estos goces sino previa sentencia legal del juez
competente. Y el art. 15, luego de la reforma de 1994, consagra la tutela judicial continua y
efectiva.

En el caso, la infracción a la exigencia constitucional que se viene referenciando es


palmaria. La sentencia no contiene una sola cita de norma legal. Si el incumplimiento por el
recurrente de la carga del art. 279 del Código Procesal Civil y Comercial genera
consecuencias insuperables, no puede tolerarse que los jueces obren con ligereza,
inaplicándose la manda del art. 298 del Código citado.

A partir de estas consideraciones, teniendo en cuenta la repercusión que produce la falta


de una debida fundamentación para con la sociedad, estimo que debe aplicarse la multa
prevista en la mentada disposición.

Por mayoría, se hace lugar al recurso extraordinario interpuesto y se anula la sentencia


impugnada, remitiéndose los autos al tribunal de grado para que, debidamente integrado,

dicte nuevo pronunciamiento1.

[1] CSJ, Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de

Mercedes.D’Amico, José contra González, Roberto. Incidente de rendición de cuentas por parte

del demandado (12 de octubre de 2011). Recuperado de https://bit.ly/37GduZ7


El caso presentado es extremo, no suelen verse a diario sentencias que no se encuentren apoyadas en
norma legal alguna o en las pruebas rendidas en el expediente. Sí, suelen leerse sentencias que pecan de
incongruentes, que falte algún paso lógico para que la sentencia se encuentre lógicamente argumentada,
que no se hubieran analizado todas las pruebas aportadas o que no se hubieran dado motivos para dejar
fuera alguna prueba, etc.

Pues, las sentencias deben ostentar elementos esenciales que componen el debido proceso, estos son, la
motivación, fundamentación, congruencia y pertinencia, entre otros, que deben ser observados por los
juzgadores al momento de dictaminar sus resoluciones.

Esto significa que toda autoridad que dicte una resolución, debe indefectiblemente exhibir los motivos que
sustentan su decisión. Para esto, también es necesario que se expongan los hechos de manera que el
justiciable, al momento de conocer la decisión del juzgador, lea y comprenda la resolución.

Pues la estructura de la resolución, tanto en el fondo como en la forma, la que logrará el


convencimiento de las partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas
sustantivas y procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por
los principios y valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose cualquier
interés y parcialidad, dando al administrado la plena confianza de que no había otra forma

de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que se decidió2.

[2] SPJI, Sala segunda. fs. Limbert Josue Pinto Veneros, defensor público del Servicio

Plurinacional de Defensa Pública (SEPDEP) en representación sin mandato del menor NN

contra Jacqueline Rada Arana, Jueza Pública de la Niñez y Adolescencia Segunda del

departamento de La Paz en suplencia legal de su similar Primera. (2016). Recuperado de

https://bit.ly/2MVRi5l

De lo contrario, son razonables las dudas del justiciable en sentido de que los hechos no fueron juzgados
conforme a los principios y valores supremos, vale decir, no se le convence que ha actuado con apego a la
justicia. Cuando la resolución, aun siendo extensa, no traduce las razones o motivos por los cuales se toma
una decisión, dichas normas se tendrán por vulneradas, entonces quedará habilitada la vía recursiva en
contra de ella.
¿Cuál es la parte de la sentencia en la que el juez exteriorizará la motivación y
fundamentación de la sentencia?

Parte considerativa.

Parte resolutiva.

Parte expositiva.

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LECCIÓN 3 de 3

Referencias

CSJ, Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mercedes.
D’Amico, José contra González, Roberto. Incidente de rendición de cuentas por parte del demandado (12 de
octubre de 2011). Recuperado de http://www.scba.gov.ar/falloscompl/SCBA/2011/10-12/c102546.doc

Posner, R. A. (2011). Cómo deciden los jueces (trad. Victoria Roca Pérez). Madrid, España: Marcial Pons.

SPJI, Sala segunda. Limbert Josue Pinto Veneros, defensor público del Servicio Plurinacional de Defensa
Pública (SEPDEP) en representación sin mandato del menor NN contra Jacqueline Rada Arana, Jueza
Pública de la Niñez y Adolescencia Segunda del departamento de La Paz en suplencia legal de su similar
Primera. (2016). Recuperado de
http://spij.minjus.gob.pe/content/jurisprudencia_extranjera/repositorio/2017/05/bolivia/Sentencia0354-
2017.pdf

Torres Romo, C. I. (2015). La motivación de las sentencias por parte del juzgador en proceso penal y sus
efectos jurídicos (tesis de grado). Universidad Regional Autónoma de los Andes. Ibarra, Ecuador. Recuperado
de http://dspace.uniandes.edu.ec/bitstream/123456789/2378/1/TUAAB114-2015.pdf

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