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Consejos para Enseñar A Tu Hijo A Tolerar La Frustración
Consejos para Enseñar A Tu Hijo A Tolerar La Frustración
frustración
21/04/2021
Fuente:
FAROS Sant Joan de Déu
La frustración es una emoción desagradable que aparece en aquellas situaciones en que nos
damos cuenta que no podemos conseguir algo que es importante por nosotros. Aprender desde
pequeños a tolerar la frustración permite que los niños puedan afrontar de manera positiva los
diferentes retos y dificultades que se les presentarán en la vida. Tolerar la frustración significa ser
capaz de afrontar los problemas y limitaciones que nos encontramos a lo largo de la vida, y las
molestias o incomodidades que puedan causarnos. Por lo tanto, se trata de una actitud y, como tal,
puede trabajarse y desarrollarse. No obstante, hay factores que influyen en la capacidad que tendrá
cada niño:
Temperamento y carácter, cada uno tendrá un umbral de sensibilidad y tolerancia a la
frustración diferente.
Tener una educación basada en las emociones, con autoconciencia y autoconocimiento.
Clima familiar y estilo educativo de los progenitores: alejarnos de los extremos, entre un
estilo educativo autoritario - que genere frustración continúa en los niños - y un estilo
permisivo o sobreprotector - que elimine cualquier frustración y atienda todas las peticiones
que hacen -.
En la vida, hay situaciones en que conseguimos nuestros objetivos, deseos, etc., y otros en que no.
Durante la etapa infantil, los niños suelen pensar que el mundo gira a su alrededor, que se lo
merecen todo, y que conseguirán en el momento lo que piden. No saben esperar porque no tienen
desarrollado el concepto del tiempo ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de
los otros. Es entonces cuando hay que empezar a enseñar los niños a tolerar la frustración. Si los
padres siempre dan a los hijos todo aquello que piden, los pequeños no aprenderán a tolerar el
malestar que provoca la frustración y a enfrentarse a situaciones adversas. Por eso, en la edad adulta
seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.
Intentar complacer siempre los niños y evitar que se sientan frustrados ante cualquier
situación no favorece su desarrollo integral como persona, puesto que cuando sean adultos
tendrán que enfrentarse a circunstancias tanto de éxito como de fracaso:
Tienen dificultades para controlar las emociones.
Son más impulsivos e impacientes.
Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, de forma que, cuando se tienen que
afrontar a la espera o a la postergación de éstas, pueden reaccionar con rabietas y llanto
fácil.
Son más susceptibles a presentar problemas de ansiedad o depresión ante grandes conflictos
o dificultades.
Viven cualquier límite como injusto y que va en contra de sus deseos. Les cuesta
comprender por qué no se los da todo lo que quieren.
Tienen una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad.
Manifiestan una tendencia a pensar de manera dicotómica: una cosa es blanca o negra, no
hay punto intermedio.
Evitan nuevos retos que puedan poner de manifiesto sus limitaciones.
Muchos padres intentan reducir las rabietas evitando las fuentes de frustración en el niño, y acaban
convirtiendo cualquiera de sus fracasos en un nuevo éxito. Esto todavía dificulta más que el niño/a
desarrolle su capacidad de tolerancia a la frustración. Para conseguir que los niños toleren la
frustración, los padres tienen que evitar la sobreprotección y no abusar de la permisividad. La
conducta permisiva se manifiesta, a menudo, al ceder ante cualquier requerimiento del niño, de
forma que este siempre consigue lo que quiere y nunca se enfrenta a situaciones negativas, difíciles
o frustrantes.