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El cutting (cortarse la piel de alguna parte del cuerpo) es una práctica a la que recurren

algunos adolescentes para experimentar sensación de dolor que les permita afrontar
depresión o encauzar emociones desagradables, como la tristeza debida a distintos factores.
¿Cómo ayudarles?
Autolesiones para salir del dolor emocional
La psicoterapeuta Cecilia Quero Vásquez, de la Asociación Mexicana de Alternativas en
Psicología (Amapsi), señala que el cutting surge como un intento por superar el dolor
emocional que no tiene una única causa definitiva ni un solo grupo social (aunque es más
frecuente en adolescentes varones). Por ello cada persona requiere una evaluación precisa
con un psicólogo o psiquiatra que ayude a establecer el mejor tratamiento contra el cutting.
Es difícil que los pacientes acudan a consulta por prácticas de autoagresión; más bien,
solicitan ayuda por problemas relacionados: se sienten "extraños", han perdido habilidades,
tienen dificultad para establecer relaciones o están deprimidos. Sólo conforme avanza la
terapia hacen referencia al cutting.
"Se dice que tenemos cuatro emociones básicas de las que se derivan todas las demás:
alegría, tristeza, ira y miedo, pero también existe la idea generalizada de que hay
sentimientos ‘positivos' y ‘negativos'. Bajo esta óptica sólo es permisible experimentar
felicidad, de modo que mutilamos el 75% restante de nuestro espectro. Buscando una
equivalencia, sería como dejar de contar con tres de nuestras extremidades", explica Cecilia
Quero.
Tratamiento psicológico para adolescentes que se cortan
Esta terapia se encamina a los adolescentes que se autolesionan desarrollen tres tipos de
habilidades que le ayuden a superar sus dificultades personales y para relacionarse con la
gente:

Habilidades emocionales. Aprender a identificar, expresar y evaluar la intensidad de sus


propios sentimientos para que el adolescente logre entender qué le están diciendo, así como
para manejar sus impulsos, tomar decisiones adecuadas y lograr mejor comunicación. Es
muy importante aprender que no hay nada de malo en experimentar miedo, tristeza o ira, y
que no es posible estar siempre alegre.
Habilidades cognitivas o de conocimiento. Tienen el objetivo de desarrollar la conciencia
de uno mismo y de trabajar sobre los pensamientos irracionales que pueden desencadenar
estallidos emocionales o acciones desfavorables. Además, son útiles para comprender el
punto de vista de los demás, mantener una actitud adecuada ante la vida, mejorar la toma de
decisiones, solucionar problemas, establecer objetivos, planificar proyectos y rechazar o
aceptar peticiones.
Habilidades de conducta. Las hay verbales (establecer comunicación eficiente, enviar
mensajes claros, responder eficazmente a la crítica y aprender a escuchar y a negociar) y no
verbales (realizar expresiones corporales y faciales acordes con lo que se quiere transmitir,
tener seguridad en el comportamiento y manejar adecuadamente el contacto visual),
mismas que en conjunto abren la posibilidad de crear nuevas relaciones, mantener las ya
existentes y hablar en público.
Es básico que el paciente sepa que miedo, enojo o dolor le pertenecen, y que de ello
depende poder reconstruir su vida emocional. "Ser capaz de decir ‘estoy triste' brinda la
oportunidad de saber qué está pasando y qué puede hacerse para resolver el problema,
además de que sirve para evaluar si es algo normal o si se necesita ayuda de un especialista
para salir adelante. La solución a un problema no radica en negar nuestras emociones".

En lo que se refiere a los problemas de autolesión que se originan por esquizofrenia,


trastorno de personalidad que ocasiona distorsión del pensamiento, deberán ser atendidos
por un psiquiatra mediante distintas estrategias debido a que en este padecimiento mental
interviene tanto el funcionamiento inadecuado de algunos neurotransmisores (sustancias
que segregan las células cerebrales para comunicarse entre ellas) como la deficiente
relación que tiene el individuo con su familia y comunidad.

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