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CIENCIAS HUMANAS.
¿Bajo qué juicios se puede determinar que el comportamiento de una
persona depende del entorno en que se desarrolla?
La mayoría de investigaciones que se han centrado en este campo, es decir,
en el estudio de los distintos factores que pueden predecir el comportamiento,
ha dado una relevancia especial a los factores cognitivos, y, especialmente, a
las actitudes. Así, observamos como los otros factores implicados en la
aparición, mantenimiento o extinción de una conducta, factores sociales y
afectivos, quedan relegados, en muchas ocasiones, a un segundo lugar.
Cuando se hace referencia a la necesidad de conocer la actitud para poder
predecir la conducta que la persona podría o no realizar, hay que determinar si
dicha conducta es general o específica. En este sentido, resulta de poca
utilidad predecir una conducta específica (dejar de fumar) a partir de una
actitud general (valorar positivamente la salud) y viceversa, de una conducta
concreta (no abandonar el consumo de tabaco) no se puede desmentir una
actitud general (menospreciar la salud). En la probabilidad de ejecución de un
comportamiento concreto ha de tenerse en cuenta el tipo de conducta, el objeto
hacia el cual se dirige la misma, el lugar donde se lleva a cabo y el momento en
el que transcurre la acción Los distintos elementos que influyen en el inicio de
una acción nos conducen a valorar las distintas creencias que están en juego, y
no atender tan sólo a una creencia general, ya que no se otorga el mismo
grado de aceptación o rechazo a cada uno de los componentes específicos que
la conforman. Por ejemplo, conocer la actitud favorable hacia la salud coronaria
puede decirnos muy poco sobre las conductas específicas que el individuo
realizará para mantenerla. Así, no podemos conocer de antemano si, un
individuo, tras adoptar una actitud positiva hacia la salud coronaria, va a
abandonar el hábito tabáquico, practicar ejercicio físico, eliminar el consumo de
grasas, etc. El conocimiento del mayor número de creencias específicas sobre
la conducta, conjuntamente con el efecto de la valoración de las mismas, va a
permitir una mejor predicción de la actitud y, por tanto, de la intención concreta
de llevarla a término
“duros”, los datos y las teorías hablan más por sí mismos, mientras que en
Contraargumento
(Yong, 2012)Menciona el caso de Diederik Stapel, un psicólogo social que
mundo; […] y por ende se orienta hacia la comunicación con los demás:
Contraargumento
El asunto, qué duda cabe, es de suma actualidad y gran interés, mas por
razones que espero lleguen a verse, aún no ha salido de esa
delicuescente vaguedad que acostumbra a presidir las discusiones
«interdisciplinares». (Pinillo, 1988)
No es raro, por ejemplo, que se declare con toda solemnidad que las ciencias
humanas son aquellas ciencias que tienen al hombre como objeto de
conocimiento, o cosas por el estilo. Por supuesto no todo es así, pero en
general se le parece. Carentes de un lenguaje común, capaz de ponerlas en
auténtica interrelación de sentido, estas disciplinas corren el riesgo de
quedarse en una simple colección de conocimientos sobre el hombre, sin
mayor interés teórico.
Bibliografía
Fanelli, D. (7 de Abril de 2010). PLOS ONE. Obtenido de Los resultados "positivos" aumentan en
la jerarquía de las ciencias:
https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0010068
Guerrero, G. (2013). En Expresión oral y escrita (pág. 398). Loja: EDILOJA Cía. Ltda.
Pinillo, J. L. (1988). El lenguaje de las ciencias humanas. En El laberinto de las ciencias humanas
(pág. 11). Madrid.