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 Presentación: Encabezado: ISFDN° 1 Abuelas de Plaza de Mayo- Teoría Literaria

I- Gonzalo Basualdo:
 Nombre de la Clase- clase tres: la crítica literaria
 Contenido- la diferencia entre concepción sobre la literatura, teoría literaria y
crítica; los 4 tipos de crítica; los modos de lectura
 Objetivo/Propósito- que lxs estudiantes
- Diferencien concepción sobre la literatura, teoría literaria y crítica
- Entiendan en qué consiste los modos de lectura
- analicen 4 concepciones sobre la crítica

Introducción

Hola, estimadxs:

En los capítulos anteriores de esta fascinante novela titulada “Teoría Literaria I: la pandemia
contrataca”, vimos (o por lo menos nos adentramos) en ese concepto tan esquivo, tan reacio a la
definición, como es el concepto Literatura. Y ahí, en la historia de su apasionado romance con los
seres humanos, pudimos ver cómo aparecía ese cruel villano llamado Crítica.

Bien, hablando en serio, la crítica aparece en algún momento histórico justamente como un factor
que va a permitir señalar qué es publicable o no (en un primer momento); y luego su función se va
a desplazar hacia otros señalamientos: qué literatura representa mejor la tradición nacional; qué
literatura expresa el buen gusto; etc. Hoy, en los Diseños Curriculares, también nos encontramos
con una determinada función de la crítica (en el sentido de cómo formar lectores).

En el capítulo de hoy y en el siguiente, veremos la cuestión de la crítica: qué es, qué elementos
debe considerar; qué tipos de crítica hay…

La crítica y su necesidad

Antes de entrar de lleno, uno puede hacerse algunas preguntas. ¿Por qué los seres humanos
tenemos esa necesidad de clasificar? ¿Qué es lo que permite la clasificación?

En la antigüedad, los griegos mostraron esa inquietud por las clasificaciones. Clasificaron todo el
mundo que los rodeaba: las plantas, minerales y animales. Podríamos decir que la clasificación
permite conocer, pero que también es absolutamente arbitraria toda clasificación. (Hay un cuento
de Borges sobre esto que es desopilante; no me acuerdo cómo se llama)
El filósofo alemán Immanuel Kant pensó a la crítica como uno de los factores inmanentes a los
humanos: los humanos podemos, a partir de “herramientas” que llevamos en la cesera, elaborar
juicios. En la actualidad, la crítica se configura como una relación entre los seres humanos y el
objeto que necesita criticar.

Josefina Ludmer fue una crítica literaria, docente e investigadora argentina. Se formó en los
parámetros de una tendencia del pensamiento llamada estructuralismo, pero también en el
medio de una necesidad de unir dicha tendencia con los avatares de la política (la radicalización
política) de los años sesenta y setenta del siglo XX. Es por eso que para ella la crítica debía ser
entendida siempre en su relación con un proyecto político. La crítica es política no por sus
posiciones partidarias, sino porque se configura como un proyecto humano. Nosotros podríamos
agregar que la docencia debe brindar los elementos necesarios para formar lectores y
ciudadanos que puedan elaborar criterios propios (aunque, como ya vimos con Terry Eagleton,
esos criterios tampoco son individuales: están siempre cruzados por nuestro contexto social,
histórico, político, económico), para ser “lectores” críticos, que desafíen los lugares comunes, el
sentido impuesto, por el poder (creo que enseñar literatura y a formar lectores debe ayudar para
crear lectores críticos de cualquier tipo de discurso, para que “no nos vendan gato por liebre”,
como decía mi abuela).

La crítica, la teoría y las concepciones

Un primer punto que le interesa a Ludmer es diferenciar estas tres esferas. En principio,
podríamos decir que Ludmer se acerca en sus planteos a una concepción de la Teoría literaria
que tiene que ver con una de las dos vertientes que vimos en la Clase 0: la teoría como disciplina
que piensa, elabora críticamente, las concepciones sobre la literatura que hay en una sociedad.
No piensa a la teoría literaria como una gran dadora de verdad: “la literatura tendría que ser esto”.
No, le interesa ese momento en que con determinados instrumentos podemos evaluar las
concepciones que hay sobre el hecho literario. Es lo que hace Eagleton: no dice “la teoría es esto”,
ni tampoco “la literatura es aquello”. Le interesa analizar, como investigador y teórico, qué piensa
la sociedad sobre la literatura, o mejor, qué formas de pensar la literatura hay en nuestra sociedad
(¿habrán cambiado esas concepciones, hoy que existe internet, redes sociales, youtubers, etc? Yo
no lo sé, pero es bueno preguntárselo a uno mismo).

¿Qué es la crítica? Ludmer necesita limitar los alcances de la crítica para poder delimitar el
objeto de la teoría. Es como si dijéramos, “algo es bueno porque no es malo”. Pero más allá de
eso, define a la crítica como “una actividad de análisis concreto de corpus dados”, o sea, de
“modos determinados de leer” (38).

Por el contrario, “la teoría lee a la crítica, hace una crítica de la crítica, del modo de leer, ve qué
es lo que lee el crítico, qué concepción de la literatura está detrás […] qué concepción del
sentido”. Y aquí, en la actividad que realiza el crítico, nos encontramos con la cuestión de las
concepciones que fueron resumidas por Eagleton en 4.
Muy bien, ahora que diferenciamos estos 3 espacios, veremos que para Ludmer, detrás de cada
crítica siempre hay modos de leer; por lo cual, tendremos que caracterizar este concepto.

Modos de leer

En principio, Ludmer define a los modos de leer como “códigos de lectura”, o sea, como un
sistema de elementos diversos que me permiten producir una lectura. ¿Cuáles son esos elementos
para Ludmer? Ella las clasifica según dos grandes preguntas, aunque siempre hay que tener en
cuenta que esto sucede simultáneamente:

1. A- Qué se lee: los “materiales” (¿se lee la historia, los personajes, el contexto histórico del
autor o de la obra, las metáforas, el uso del lenguaje?)
B- En qué sentido se lee: qué interpretación doy sobre lo que leo(o sea, cuáles son mis
posiciones ideológicas, mi mirada sobre el mundo, que va a condicionar la manera de lo
que leo).
2. y desde dónde se lee: tipo de crítico (juez, intérprete, lector privilegiado, profesor)

Si expandimos la explicación de la pregunta 1, tenemos que considerar varias cosas. Siempre se lee
haciendo un “recorte”: no leo siempre lo mismo. Piensen que una cosa es leer un cuento durante
el verano (si tenemos la suerte de estar en vacaciones, no trabajar y con tiempo de ocio), que
leerlo para una materia del profesorado.

Voy a darles un ejemplo concreto con esta poesía de Rubén Darío:

De invierno

En invernales horas, mirad a Carolina.


Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.

El fino angora blanco junto a ella se reclina,


rozando con su hocico la falda de Aleçón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.

Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:


entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño

como una rosa roja que fuera flor de lis.


Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París.
Darío fue el representante de un movimiento literario hispanoamericano denominado
Modernismo. Este poema lo edita en un libro llamado Azul.. (así, con puntos suspensivos) en 1888.
Vivió en París un tiempo, como todo artista que se preciara de tal a fines del siglo XIX.

¿Qué puedo leer? Puedo decir que, como Darío vivió en París, era concupiscente (por no decir,
putañero) y alcohólico (y posiblemente fumara opio), escribió este poema donde cuenta de su
“querida” o “cortesana” (formas elusivas de hablar de una prostituta, o mejor dicho, de una
escort).

O puedo preguntarme sobre la forma del género que eligió: el soneto. Ver además que cada verso
tiene 14 sílabas; que esa clase de métrica era de uso en el medioevo en Francia. Además, los
elementos que enumera sobre la casa de Carolina son objetos que dan cierto tipo de aire de “clase
alta”; pero además aparece un elemento “exótico” como el biombo de seda del Japón. Entonces
podría pensar que el poema, por todos esos elementos, marca, desde el poeta, su oposición a la
vida cotidiana de la mayoría de la sociedad de la época. Por lo tanto, Darío es un aristócrata de
mierda que odia a la gente que sale a laburar todos los días.

O podría, muy de moda actualmente, hacer una crítica a la cosificación de la mujer. Carolina no se
mueve, sino el yo poético (el que dice la poesía): “Entro, sin hacer ruido”. Carolina es como un de
los objetos que se nombran en el poema. Por lo tanto, Darío trabaja con una determinada
ideología sobre la mujer; o bien podría decir que al escribirlo y publicarlo, se opone a ese lugar de
la mujer (lástima que ya sé que era concupiscente).

Todos estos son caminos distintos para leer. Pudimos ver que dentro de 1, están implícitas en los
ejemplos las preguntas A y B, también.

Los 4 tipos de crítica

¿Qué pasa con la pregunta 2? Tenemos, como adelantamos, 4 tipos de críticos. Ludmer no quiere
decir que esto se da en estado puro; siempre puedo tener “combinaciones” de estos. Es más, en
los ejemplos de lectura sobre el poema de Darío que escribí antes, aparte de “qué se lee”, también
está implícito el “desde dónde se lee”.

El primer tipo de crítico es el juez, el “Polino” de la literatura; el que decide qué está bien y qué
está mal; qué es literatura “alta” y cuál es “baja (recuerden acá la Clase 0, cuando les hablé del
Martín Fierro y del poeta Oscar Fariña). Sería como un “Bailando por un sueño” literario: el Polino
crítico literario diría: “qué lástima, señor Darío, que sea taaannn concupiscente. Eso no le permitió
ver el lugar de objeto al que es sometida la mujer. Su poesía es asquerosa y decadente. Tiene un
3”. (En este punto, vuelvan sobre Williams; recuerden el segundo momento del desarrollo del
concepto, cuando aparece la figura del crítico).

¿Por qué en los listados de los Diseños Curriculares no está incluido Paulo Coelho? ¿Acaso no es
Literatura? Parece ser que no (para mí, tampoco, pero nadie me pidió la opinión; así que me la
guardo antes de escuchar un exabrupto). Bien, hay alguien que piensa que Coelho es autoayuda, y
no literatura; por lo tanto, tiene una visión sobre qué es literatura (una determinada concepción):
cree que es un discurso no pragmático (lo contrario a la autoayuda).

El segundo tipo de crítico es el intérprete; aquel que como uno de esxs amigxs nos dicen “yo te
canto la posta: eso quiere decir…”. Es el que tiene la verdad de un significado determinado. Por
ejemplo, Darío es un concupiscente, ya que habla sobre una relación extramatrimonial con esa
chiruza de Carolina. Doy un significado determinado, y, en muchos casos, niego los otros. Veamos
este ejemplo del Diseño Curricular de Literatura de 4° año
(http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/consejogeneral/disenioscurriculares/secund
aria/materias_comunes_a_todas_las_orientaciones_de_4anio/literatura.pdf): “Nada más lejos de
la riqueza, diversidad y amplitud de lecturas que ofrece un texto literario que presentar a los
estudiantes la interpretación de un texto de manera anticipada, que explicar al alumno un texto, o
abrir el juego de interpretación con la curiosa pregunta “¿qué quiso decir el autor?” En estos casos
la búsqueda del lector en general pierde sentido porque en estas intervenciones docentes subyace
la idea de una interpretación unívoca, lineal, “correcta”.” (10). Aquí tenemos una “guía” por parte
del diseño para saber cómo intervenir como docentes que enseñamos Literatura. (Pero ¿es tan
así? ¿No haría falta una intervención del docente más fuerte, como enseña Piaget? No me presten
atención, que ya derrapé hacia otros sitios: la crítica de la pedagogía).

Y en este ejemplo podemos apreciar que se discute con esa versión del crítico “intérprete”. Pero
vuelvo sobre algo: ¿siempre que uno ejerce la crítica lo hace desde un tipo de crítico “puro”? yo
diría, junto con Ludmer, que no: siempre hay varios críticos que subyacen. Algunas veces somos
más intérpretes y menos “Polino”; y otras, lo contrario. Qué le vamos a hacer…

Aquí voy a “unir” dos tipos de crítico que sostiene Ludmer; me parece que hay una continuidad,
más tomando en cuenta para qué nos formamos nosotrxs: el crítico como lector especializado y el
crítico como profesor (ella le agrega el adjetivo “universitario”).

El crítico como lector especializado es el que se formó para eso; el que lee de la “mejor manera
posible”; el que “mejor” lee. Este es el crítico como “un lector preparado”, quien “tiene un
fundamento” para dar cuenta de su lectura. En la próxima clase, veremos cómo piensa esto
Roland Barthes.

El crítico como profesor es aquel que elige determinados textos para enseñar, el que tiene un
“programa” de lecturas. Cuando estamos ante un curso, decidimos qué vamos a dictar, qué textos
son los que mejor permiten demostrar una hipótesis de lectura. Por ejemplo, puedo pensar en un
programa que trabaje sobre la relación entre literatura y política en Argentina. Así que veré que
Martín Fierro, Facundo y Operación masacre, entre otros, son textos que me permiten estudiar
esa relación. Actué como crítico al seleccionar, o sea, fui el crítico profesor (pero al mismo tiempo,
fui “juez”, “intérprete” y, obviamente, un “lector especializado”).

Debo señalar algo importante del planteo de Ludmer. Para ella, la cuestión del crítico está ligada a
una determinada función: no sólo lee sino que escribe su lectura. Nosotrxs podríamos expandir
esto, y decir, parafraseando a un marxista italiano llamado Antonio Gramsci, “todos somos
críticos, pero algunos cumplen esa función en la sociedad”. Como docentes, somos críticos,
elegimos, analizamos el grupo, recortamos “zonas” de lectura, le brindamos a nuestros
estudiantes herramientas para leer; pero no somos considerados críticos…tampoco nos
consideran intelectuales, y lo somos: no manejamos el torno, y sí la lectura.

Final cantado

Ahora viene la tarea. En función del fragmento siguiente del Diseño Curricular de 4° año de
Literatura, señale ¿qué modo de lectura se propone?:

“en forma gradual se deberían advertir los rasgos propios de la ficción y reflexionar en torno a
ellos, estudiar los contextos socio-históricos de producción y su influencia en la obra misma,
estudiar los diferentes movimientos de estilo y sus particularidades, establecer regularidades y
rupturas” (13).

Colofón

Ya sé, me pase casi media carilla de lo permitido (espero que la policía educativa no me venga a
buscar; de última, hagan un cacerolazo virtual por mi liberación), pero quería aclarar algo que dice
Ludmer y que creo, pasé por alto. Para Ludmer, la literatura es el espacio donde podemos
significar lo que queramos.

Otro crítico y escritor, fallecido casi al mismo tiempo que Ludmer (y que fue amante de ella en los
setenta –acá vino el espíritu de Polino-), Ricardo Piglia, decía que la literatura es el lugar sin
Estado, ya que nadie podía obligarte a que algo te gustara, ni a cambiar tu interpretación y juicio
sobre eso que lees. Ludmer decía que leemos lo que queremos, pero con determinados límites: el
texto. No puedo decir que “De invierno” de Darío es un relato de ciencia ficción (el gato es un
alienígena que controla la mente de Carolina; y el yo poético es el capitán Spok; o que la nieve de
París en realidad son los láseres que matan gente a lo pavote por las calles de París). Todo lo que
se diga, aunque sea una proyección de uno mismo, debe estar sostenido por el texto. Yo podría
decir, a partir del poema, “me acuerdo que cuando nevó en Buenos Aires me quedé encerrado con
mi novix de aquel tiempo; y mientras caía la nieve en el cielo de la ciudad, yo disfrutaba de las
caricias de elle”. Pero eso es una proyección válida, porque el poema habla sobre la nieve…¿se
entiende? Y si no se entiende, tenemos todo este año.

Para la próxima, nuestro profeta: Roland Barthes. De él leeremos “¿Qué es la crítica?”.

¡¡¡Salute!!!

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