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Por último, hay que tomar en cuenta las cuestión metodológicas que
responden al cómo es que vamos a diseñar, aplicar e interpretar las
pruebas cuyo objetivo sea el de la medición y evaluación de la personalidad
en individuos. Estos aspectos de la evaluación psicométrica no son únicos
de las pruebas de personalidad y ya los hemos revisado en otras
situaciones, incluyen cuestiones como la redacción y organización de los
reactivos o el marco teórico que usamos como referente y el alcance que
éste tiene sobre el propio constructo que buscamos medir, en éste caso la
personalidad.
Esta es una técnica muy famosa en la cultura popular que fue diseñada y
aplicada originalmente por Herman Rorschach, cuya premisa principal era
que el individuo sujeto a la evaluación debería de dotar de una forma,
estructura o significado a una mancha de tinta simétrica sobre una hoja de
papel sin ningún diseño particular. Rorschach propuso ésta técnica
proyectiva como una herramienta de trabajo para quienes se desenvolvían
profesionalmente en el ámbito de la psicología clínica, y justificó los
resultados que obtuvo de su aplicación con el contraste entre las
respuestas de grupos de evaluados sin ningún diagnóstico clínico previo
con las de personas que habían sido diagnosticadas con alguna patología
psicológica. La prueba diseñada por Rorschach consta de 10 imágenes de
éste tipo en láminas u hojas separadas, 5 de éstas están completamente en
blanco y negro, 3 son manchas de color negro, blanco y rojo
respectivamente y las últimas dos son multicolores. Despues de la primera
exposición se realiza un interrogatorio para ver que características furon las
determinantes de la percepción del individuo, calificando ubicación, los
determinantes, el contenido, la popularidad y la forma.
2. Test de apercepción temática (TAT).
Para una valoración completa de los rasgos, estados, motivos y otros factores o
aspectos del constructo teórico que es la personalidad existen varios
acercamientos que le dan una diferente interpretación a las respuestas o
productos de la persona en situación de evaluación. Uno de estos acercamientos,
quizás el más clásico o común en la psicometría es plantear una serie de reactivos
que al ser presentados al evaluado recopila una serie de respuestas que son
tomadas como señales o claves de la personalidad o capacidad subyacente. Sin
embargo existe un acercamiento alterno a la hora de hacer una valoración de la
personalidad que en vez de cuantificar las respuestas conductuales como señales
específicas que correspondan una puntuación en una escala de personalidad ven
a la conducta del individuo más allá de la respuesta a un reactivo, como una
muestra que debe ser interpretada por sí misma. La aplicación característica de
éste segundo enfoque es la de los métodos conductuales, una serie de técnicas
que practican la observación e interpretación lo que una persona hace en ciertas
situaciones propias del rasgo de personalidad que buscamos medir en lugar de
inferir de los atributos que aquélla posea a partir de respuestas o puntuaciones a
reactivos. Los métodos conductuales son la observación completa de la conducta
propia de la personalidad del individuo en sí misma.
La extensión del concepto de métodos conductuales, (es decir, los parámetros que
se usan para definir cuando una metodología es o no es conductual al momento
de medir personalidad) está delimitada por una serie de cuestiones respecto al
contexto de su aplicación. La primera es el saber a quién estamos evaluando bajo
una metodología conductual, ya sea un paciente en un contexto clínico o un
quizás pueda ser un aplicante a un trabajo en con contexto organizacional. Algo a
recordar acerca de la cuestión del quien es el sujeto de nuestra evaluación es que
la observación de la conducta en sí misma solo puede hacerse a nivel de un
individuo, no de grupos o masas. Una segunda cuestión es el definir el constructo
que deseamos valorar a partir de la conducta del individuo, es decir qué conductas
son las propias de la personalidad que deseamos evaluar y en qué aspectos de
ésta vamos a centrar nuestra observación, como tiempo, intensidad, frecuencia,
etc. Respecto a la cuestión de cuándo y dónde se busca realizar una valoración de
la conducta, esta se hace en los momentos y lugares en que existen mayores
probabilidades de que se presente la conducta problema. Los propósitos propios
de la metodología conductual van más centrados a cuestiones propias de la
conducta de un individuo en particular, sin tomar en cuenta a ningún marco teórico
en específico, como condiciones ambientales que actúan como disparadores de la
conducta que medimos y como modificarlas para alguna intervención o algún
registro de datos conductuales básicos contra los cuales se compararán otros da
conductuales. Otro aspecto de la evaluación de conductas que se establece según
el propósito de las mismas. Es como es aplicada una evaluación conductual en
específico el análisis de los datos obtenidos de la misma observación conductual y
de los materiales necesarios para realizarla o propios del diseño de la misma.