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MÓDULO 2

Clase 2
Hacia una diversidad de modos de pensar el cuerpo
Daniel Del Torto
Walter García

El baño del lenguaje

Para poder entender un poco mejor el modo en que se constituye un cuerpo, les
proponemos recorrer un modo ficcional de ese devenir. Hacemos la aclaración que
por “ficcional” no entendemos “menos real” sino justamente un modo artificioso de
explicar una realidad compleja de asir por los sentidos.

Nuestra esencia de seres hablantes esta jugada mucho antes de que arribemos a
este mundo. Fuimos pensadxs, deseadxs, por alguien en algún momento previo a
nuestro nacimiento. Esto lo veíamos la vez pasada con el término de “constelación
familiar”.
Nuestras cartas se jugaron en otra escena y al momento en que llegamos a esta vida,
esas cartas se vuelven a barajar y a repartir.
Algo de aquello que se jugó se actualiza de algún modo: lo dicho, lo omitido, lo
silenciado, lo censurado, los pensamientos, las angustias, lo sentidos, las
afectaciones de aquellxs que nos precedieron, no dejan de estar presentes en algún
momento en nuestra vida. A esto podemos sumarle el mundo intrauterino y todas sus
vibraciones, sus sonidos, su ambiente.

Allí estamos unidos en cuerpo a otro cuerpo, pero también a los sentidos, anhelos y
deseos de quienes nos esperan, sean o no quienes han prestado su material genésico
para la procreación. Con esto quiero decir que siempre es necesario adoptar a
nuestrxs hijxs. No basta con erigirnos como padres biológicos. Para ser padres y
madres, hay que alojar desde el amor.

Ahora bien, es desde allí, desde la instilación de la musicalidad de las vibraciones, los
tonos, desde lo sonoro de nuestra piel de infantes que empezamos esta relación
trastocada del cuerpo y el lenguaje. Hay un baño de lenguaje, vibratorio, sonoro (lo
sonoro no se reduce al sonido, sino más bien se define por los elementos de la
musicalidad, vibraciones, silencios, pausas, ritmos, etc.) en donde se juegan las
historias previas que determinan parte de nuestro ser. Allí habita un primer
tratamiento de ese “farfullar” de los otrxs.

Venimos al mundo trastocados, corrompidos por el lenguaje y a su vez en estado de


desamparo que hace necesario que allí haya otrxs que nos alojen, nos cuiden y nos
quieran para poder llegar a construir un cuerpo y habitar un lenguaje. Primero lo
abordamos a través de sus elementos: volumen, timbre, cadencia y ritmo, donde a
partir de ese material de lo sonoro, se inscribe la voz. En lo sonoro, lo que suena: el
sonido, el ruido, el silencio y el impasse.

Los fonemas que acarician, acurrucan, mecen al viviente dejan marcas en el cuerpo,
el Otro dona su cantata, su sonata y dona su vacío, su falta. Para que luego en un
segundo momento sea el viviente el que advenga como sujeto de lenguaje y hable en
primera persona. Esto es muy evidente si nos ponemos a escuchar a lxs niñxs de
entre 2 y 5 años. Cuando empiezan a articular sonidos, palabras, palabras frases,
por el hecho de jugar con esas rimas, eso que suena.

El lenguaje no es meramente un elemento de comunicación, muy por el contrario, es


el aparato por el cual cada unx de nosotrxs se apropia del mundo, construye
realidades, y a su vez goza de un cuerpo en el júbilo que le produce esos juegos de
lo sonoro. Un júbilo que es extraño porque se experimenta con cierta incomodidad,
al no poder controlarse. Más adelante vendrá la alfabetización, la sintaxis y la
gramática que también modelan al cuerpo.

Al principio es la travesía de lo sonoro por ese cuerpo que aún no posee una imagen
definida y que se presenta como caos de sensaciones. Luego va tomando cierta
forma. Aquí dejo dos citas de Freud que abordan esto:

“Nunca se debe olvidar cuanto más que el adulto trata el niño las palabras
como si fueran cosas del mundo y cuán sustantivas son para él las
homofonías entre ellas”1

“En la época en que el niño aprende a manejar el léxico de su lengua


materna, le depara un manifiesto contento experimentar jugando con ese
material, y entrama las palabras sin atenerse a la condición del sentido, a
fin de alcanzar con ellas el efecto placentero del ritmo o de la rima. Ese
contento le es prohibido poco a poco, hasta que al fin solo le restan como
permitidas las conexiones provistas de sentido entre las palabras”2

1
Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans) en Sigmund Freud.
Obras Completas. Tomo X. Buenos Aires: Amorrortu. 2012. Pag.50
2
Freud, S. (1905). El chiste y su relación con lo inconsciente. In Sigmund Freud. Obras Completas.
Tomo VIII. Buenos Aires: Amorrortu. 1993. Pág. 120
Fíjense como en un primer momento hay un uso del lenguaje que concierne a un
cuerpo que es pura sensación, y que intenta articular algo de eso que le pasa, en
relación a cierta demanda con un otro. Podemos darle una vuelta más a esto que
pensábamos entre el llanto del bebé y la respuesta de su mamá.

La tensión en el cuerpo y cierta sensación de desvalimiento lleva a un llanto donde el


otro materno equivoca cada vez ese llanto en el sentido: hambre, cólicos, sueño, etc.
Allí se va constituyendo la relación de malentendido con el cuerpo. Y a su vez esta
relación genera nuevas sensaciones.

El bebé es alimentado y quiere volver a esa sensación plena nuevamente, pero al ser
otra vuelta ya hay una diferencia, jamás se puede repetir lo mismo dos veces, siempre
entre una vez y otra hay una diferencia. De ese modo comienza a constituirse, en el
mismo golpe, el cuerpo y el lenguaje como vehículo de eso que toca al cuerpo.
Luego vendrán el sentido y las significaciones que harán que uno se olvide de lo que
allí suena, que quede en un segundo plano. Cuando el sonido se articula al sentido
aparece la comprensión. Y cuando estamos inmersos en la comprensión allí rige la
lógica del sentido.

Ahora si nos olvidamos de las significaciones que arman nuestro mundo, cosa
extremadamente difícil ya que sería abrirnos a otra realidad (esto lo permiten la poesía
y el juego) lo que se escucha es la musicalidad. No les pasa que cuando hablan con
alguien de otra provincia, o de otro país, que se quedan embelesados por ese cantito,
esa tonada que dice más y toca al cuerpo.

El cuerpo está atravesado por el lenguaje pero modelado por lo sonoro de este. Hace
un momento hablábamos de la “instilación” del lenguaje a partir de su musicalidad.
Instilar es mezclar gota a gota dos sustancias diferentes, que quedan mezcladas para
siempre produciendo una sustancia nueva.

El lenguaje en el cuerpo interviene bajo la forma de eso que suena indiferenciado y


que luego formará una lengua, una entre otras, y que por lo general es la lengua
materna: hecha de esos modos de hacer con lo sonoro. La materialidad de la palabra,
esa palabra que toca el cuerpo, tiene que ver con esta realidad sonora. De acuerdo
a como sea vaya habitando el lenguaje es como se va a ir constituyendo el cuerpo.

El cuerpo de la imagen

Es el lenguaje el hilo que entrama estos tres cuerpos de los que hablábamos
previamente: el de la palabra, el cuerpo erógeno y el de la imagen. Ya hablamos de
los dos primeros. Ahora vamos a proponerle un pequeño y ajustado recorrido para
entender cómo se constituye la imagen del cuerpo, para luego poder pensar cómo se
articulan estos desarrollos del cuerpo en la actualidad, y para qué nos sirve pensar
esta composición del cuerpo a la hora de transmitir la ESI.

Para ello vamos a necesitar de otra ficcionalización. Una escenificación de lo que


entendemos por la construcción de la imagen del cuerpo, a partir de los desarrollos
que realiza Jacques Lacan en lo que dio a llamar “el estadio del espejo”.
El Estadio del espejo es un aparato de lectura, para pensar lo que Freud denominó
Narcisismo: ese nuevo acto psíquico definido como “Conducta por la cual un individuo
da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual”.
Fíjense como ya aquí hay un modo de tratar el cuerpo como si fuera ajeno, como si
fuera otra cosa. El cuerpo tiene cierto carácter de ajenidad. El cuerpo propio puede
ser tomado como objeto e investido libidinalmente.

Este nuevo acto es el que permite el anudamiento entre yo (como entidad) y cuerpo.
Si bien el narcisismo brinda la ilusión de una superficie unificada, en el sustrato aún
sigue estando en las pulsiones parciales que pujan por satisfacerse y recortan el
cuerpo alrededor de los orificios, delimitando las zonas erógenas que agujerean al
narcisismo.
Esto da cuenta de lo que dijimos antes: no nacemos con un cuerpo sino que lo
construimos. Y llegamos a tenerlo no como identidad pero no como una forma última
y acabada, sino que se va modificando de acuerdo a distintos momentos de
identificaciones a ciertos rasgos de nuestros otrxs.

Nuestra identidad está hecha de múltiples identificaciones a diferentes rasgos de las


personas que pasaron por nuestra vida, y es por eso que se puede seguir
transformando. Debemos tener en cuenta esto a la hora de pensar la
“autopercepción” que define la identidad de género. Ningún género es una categoría
estanca, siempre pueden aparecer nuevos: LGTBQ+.

Pero no desarrollaremos lo complejo que es este mecanismo de identificaciones, solo


nos basta saber esto: que el yo, lo que le da soporte a la identidad, está compuesto
por múltiples identificaciones, y que la identidad humana siempre es producto de una
construcción y deconstrucción hecha por los movimientos discursivos y las
afectaciones del lenguaje.

Volvamos al estadio del espejo. Decíamos que arribamos a este mundo en un estado
de desamparo primordial, con un cuerpo hecho de sensaciones desorganizadas, un
mundo caótico. Entonces el cuerpo que “tenemos” hay que construirlo, no venimos
al mundo con un cuerpo.
El cuerpo es esa primera vestimenta que cada sujeto tiene para aparecer en el mundo,
y que recubre una desnudez original. En el estadio del espejo Lacan da cuenta de
esa imagen primera, anticipada “totalizante” y “ortopédica” porque adviene antes de
que podamos manejarla, controlarla.

Es una imagen que pretende organizar lo fragmentario del cuerpo, eso que para el
bebé se presenta como placer/displacer. Siempre es una imagen más o menos
fallida, es decir nunca va a poder abordar todo el cuerpo (¿Quién puede decir que
controla su cuerpo en su totalidad?) pero aun así el mundo del sujeto se organiza a
partir de esta imagen Ideal.

La potencia de esta imagen radica en anudar ese cuerpo caótico que se encuentra
entre las pulsiones y el organismo, y darle cierta envoltura. Y esto lo podemos
ficcionalizar como decíamos a partir del jubiloso ajetreo que el niño muestra respecto
de esa imagen en el espejo.

Lo que realiza el estadio del espejo es una especie de correspondencia entre el


mundo interno y el mundo externo, armand una primera conformación del adentro y
el afuera, de lo placentero (estado de relajamiento) y de lo displacentero (tensión).
Por eso decimos que cada ser hablante corporeifica la realidad a su imagen, y
entonces ninguna realidad es como la del otro.

Podemos diferenciar 3 momentos en este armado:

1) Reconocimiento en el reflejo de la imagen de su cuerpo. Una aclaración esto


no tiene que ver efectivamente con que el niño se mire en un espejo real, sino aquellas
personas que nacen con ceguera no tendrían esta posibilidad. Cuando hablamos del
reconocimiento hablamos de que allí, el espejo es el Otro.
Un Otro encarnado. ¿Qué quiero decir con esto? Hace falta alguien que sostenga
esa función de reconocimiento de que esx niñx está allí, de que esa imagen de cuerpo
se corresponde con esx niñx. Es el asentimiento del Otro, persona pero también
sentido atribuido a ese cuerpo, el que da la primera envoltura que afecta, libidiniza,
arropa al cuerpo.
2) Movimiento en que se aprehende la imagen del semejante. Aquí ocurre lo
mismo, aprehendemos la imagen del otro de diferentes formas, por el tacto, la
cercanía, la visión, el olfato, las vibraciones respecto a los sonidos y sus volumenes,
etc. Hay ahí la construcción de una imagen que es de otro y que se asemeja a la mía.

3) La operación que permite apropiarse de la imagen y distinguirla de la del otro.


Separación que hace posible la distinción entre el propio sentir y el cuerpo del otro
como espejo. Esto permite el surgimiento del deseo del otro a partir de un objeto que
media. por ejemplo en los celos de lxs niñxs, donde si el otro es diferente de mí puede
estar queriendo lo que yo quiero.

Un fenómeno gráfico de estos momentos de pasaje es el transitivismo infantil.


Fenómeno donde se espejan los cuerpos y entonces esx niñx intenta mantener una
correspondencia unívoca entre él y la imagen del otro. Son esos momentos donde
un niñx le pega a otro y llora aduciendo que le pegaron.
Es un momento necesario a la estructura subjetiva, pero un momento de pasaje. Pues
si la imagen se queda en ese estadio entonces advendrán algunas problemáticas
luego a la hora de socializar.

Fíjense que importante es la constitución de la imagen del cuerpo, ya que es


coextensiva a la constitución del mundo, de la realidad. Nuestro cuerpo es nuestra
relación al mundo. El modo en que lo constituimos es el modo en que nos movemos
en este mundo y la forma en que concebimos la realidad. Y esto se juega distinto
para cada quien.

Para culminar con este apartado, Lacan postula el momento de cierre del estadio del
espejo en el momento donde cada niñx ya no queda cautivx a su propia imagen, es
decir cuando puede reconocerse y seguir de largo en el espejo. Cuando desaparecer
en el espejo no es un desaparecer realmente.

A lo largo de este proceso pueden advenir todo tipos de accidentes y que influirán en
la composición del cuerpo como imagen. Además no tenemos que olvidarnos de las
otras aristas del cuerpo: el erógeno y el de la palabra, que se van enhebrando al
mismo tiempo.

Esta imagen puede ser un punto de comparación y referencia constante para cada
cual lo que acarrea una serie de consecuencias. “tenemos un cuerpo” gracias a estas
identificaciones: la identificación especular, que permite que el cuerpo tenga forma, y
la identificación narcisista que conforma el si mismo habiendo pasado por otro, donde
el semejante funciona como espejo.

Mimesis, transitivismo, celos, diferencia. Esto nos habla de que siempre va a haber
una discordancia entre lo que el sujeto es y lo que cree que es. Siempre hay una
diferencia entre esa imagen Ideal y lo que el sujeto percibe de sí mismo. Cuando nos
miramos al espejo, o cuando suponemos que el otro quiere vernos de tal manera e
intentamos ubicarnos allí por ejemplo.
Aquí hay un desconocimiento de lo que realmente somos. Damos cuenta de esto en
ese momento en que la creencia que tenemos de nosotros vacila.

Sobre la imagen se distribuyen las cargas libidinales que orientan la sexualidad, las
pulsiones se juegan a patir de ella. Según esa imagen podemos sentirnos atractivos
y hacernos amar por alguien. Lo mismo pasa con aquello que nos atrae amorosa y
sexualmente del otro (lo que vemos y comparamos con nuestra imagen)
Esa imagen sufre constantes modificaciones. “nos vestimos según la imagen que
queremos dar”.

La imagen es algo para el otro. La tenemos y por lo tanto la podemos dar, mostrar,
demostrar, ofrecer, o incluso perder.
El narcisismo, este modo de concebir la imagen del cuerpo como algo propio, cerrado,
con cierta forma, pero a la vez ajeno, se monta sobre el cuerpo pulsional fragmentario.
Una aclaración antes de seguir: la imagen del cuerpo se constituye por el punto de
vista que el sujeto necesita tomar para poder captar la ilusión que es la imagen de un
cuerpo total, capaz de abarcar la totalidad pulsional dispersa por estructura. Es allí
donde el otro toma una relevancia importante para la constitución del cuerpo.
Pensemos hoy el efecto de las redes sociales: facebook , instagram, snapchat,
youtube. El lugar de la imagen hoy es un lugar importante.

Resumiendo el cuerpo se construye a imagen y semejanza de la imagen del otro, de


un semejante. Y allí hay una captura por la imagen antes que haya dominio motriz
efectivo del cuerpo. Hay un semejante en quien identificarse a partir de ser
reconocidos y sostenidos por el Otro (introducción del lenguaje).
Los primeros cuidados no son solo higiénicos y de alimentación, sino también somos
cantados, acariciados, somos cuerpos habitados por el lenguaje.

Los cuerpos de hoy

Gracias a esta óptica que ofrece el psicoanálisis podemos decir que los cuerpos dicen
mucho más que lo que muestran. El cuerpo es una superficie de escritura pues allí
se leen esas primeras marcas de la relación con nuestros otrxs y el Otro que conjuga
los sentidos, las historias y las escenas que nos preceden.

El cuerpo goza según ciertas marcas de una anatomía subjetiva y singular para cada
sujeto. Marcas que están en el texto cifrado de lo que cada cual dice con el y a partir
de él. Algunas de estas marcas son visibles (ombligo, cicatrices, tatuajes, piercings)
y otras no, pero todas hablan de la historia a partir de la cual se arma un cuerpo.

“Que se diga cuerpo no debe hacernos olvidar que, justamente, eso se dice.
La presencia del cuerpo cubre la palabra, da vestimenta al decir. Pero, para
que haya sujeto de la palabra, sujeto del deseo, el cuerpo debe restar
olvidado” (Leonardo Leibson - La máquina imperfecta. Pag. 88)
Esta es otra característica principal del cuerpo, para que haya allí un sujeto, el cuerpo
debe ser olvidado. Es decir, no estamos pensando todo el día en nuestro cuerpo,
tenemos otras preocupaciones más importantes, por ejemplo si llegamos a fin de mes.
El cuerpo se olvida para poder vivir, y nos acordamos de él cuando duele, cuando
algo nos molesta, ahí recién sentimos esa afectación, esos afectos que nos recuerdan
que tenemos un cuerpo.

El cuerpo tiene más de una dimensión: la imagen que captura, la palabra que marca,
y la pasión que devora. Entre esas tres dimensiones se teje la dimensión del sujeto,
a partir del entramado de deseos que lo vivifica. En esa historia que nace de aquellas
marcas del otro/Otro, a partir de las cuales se constituye el cuerpo fallido,
malentendido, desproporcionado, decimos que el cuerpo falla a la relación sexual.

Es decir, no responde automáticamente al instinto, sino más bien tendrá que


encontrar el modo de anudar estas tres dimensiones del cuerpo para poder hacer algo
con aquella desproporción primera. Pero además su respuesta singular, ese arreglo
posible que realiza el sujeto en sus diferentes momentos para “tener un cuerpo”
también se pone en juego al encontrarse con las respuestas singulares de lxs otrxs.

La relación sexual es imposible en tanto nunca vamos a poder hacer coincidir


plenamente dos respuestas únicas que parten de una desproporción estructural. Allí
se juega el amor como uno de los engaños necesarios de la relación humana, para
poder apaciguar los efectos de tal desmesura. Un amor que como sabemos, tampoco
es completo ni absoluto, un amor que también es fallido, pero que algo puede
remendar.

Este rodeo que dimos por los distintos matices que implica la constitución de un
cuerpo nos sirve para pensar qué tratamientos y que usos del cuerpo encontramos
hoy a partir de los diferentes discursos, y cómo interviene allí la ESI. Para ello nos
serviremos de un libro publicado en el 2018 llamado “El cuerpo pornográfico” de la
autora Silvia Ons.

Se acuerdan que hablamos de Descartes y su método de la duda hiperbólica, a partir


del cual el cuerpo quedaba del lado de la res extensa, de eso que confunde. A partir
de esta concepción es que en Occidente el cuerpo puede ser considerado un cuerpo-
máquina.

Por un lado se encuentra la mente (el alma) y por el otro el cuerpo, que responde a
diferentes mecanismos, que se pretende medible, observable, y al cual se puede
intervenir de distintas formas. Pensemos en los trasplantes, las prótesis, las cirugías
estéticas. El cuerpo en la actualidad es considerado como un conjunto de piezas
sustitutivas, y el precio de esto no es otro que la deshumanización.

¿Qué dice Silvia Ons en su libro “el cuerpo pornográfico”?

Hoy tenemos acceso a la pornografía fácilmente, sin transitar por el pudor (otra de las
afectaciones del cuerpo que nos hablan del sujeto) de enfrentar la mirada del otro
como cuando en su momento hacía falta ir al videoclub para alquilar una película, o
al diariero y comprar una revista.

Hoy cualquiera con wifi puede acceder al material en la red. La pornografía no solo
aviva fantasías, sino que las crea, y suscita demandas específicas. Esto afecta a la
imaginación y la añoranza. Está todo ahí en la pantalla. ¿todo?.

Si nos centramos en los detalles de lo que se da a ver, observamos que en cada


escena los actores son intercambiables, son meros instrumentos donde desaparece
la otredad, es decir su rasgo distintivo, rara vez se muestran sus rostros, y además
hay una tendencia de mostrarlo todo, y que todo sea transparente.

Este empuje a la transparencia lo mencionamos en las primeras clases cuando


veíamos los efectos de los discursos imperantes en la época. Cómo el discurso
capitalista generaba un descreimiento en la palabra, dejando al otro en el lugar de la
sospecha al inaugurar esa hiancia entre la palabra y los hechos. Hay una degradación
de la función de la palabra a la mera comunicación de cierta información. Una
deserotización de la palabra que reniega de su materialidad corporal, vibrante, donde
se reconoce un sujeto deseante.
“En la desnudez experimentamos vergüenza por no poder esconder
aquello que quisiéramos sustraer de la mirada del otro. Y quizás en eso
resida el secreto del erotismo: en el intersticio que se abre cuando el pudor
es atravesado pero sigue palpitando, a diferencia de lo que ocurre en la
pornografía, donde este queda desaparecido.” (Silvia Ons - El Cuerpo
pornográfico Pag. 38)

Los cuerpos que exige la pornografía son cuerpo maquinizados, con gran rendimiento
físico, potentes, nunca fallan, todos gozan. Hay una exigencia de mostrarlo todo, de
llegar al límite de la satisfacción donde nada falla.

“El cuerpo erótico alberga un misterio mientras que el pornográfico es


aquel cuerpo tecnificado que cumple un programa y es dominado en pos
de la libertad, imponiéndole al espectador una visión codificada del acto
sexual.” (Silvia Ons . El cuerp pornográfico Pag. 41)

Fíjense cómo el cuerpo que se muestra en la pornografía reniega la falla estructural,


esa desproporción con la cual cada uno tiene que arreglarselas. En la pornografía
habitan cuerpos maquinizados, que no fallan, que llegan al extasis máximo y sin resto.

El cuerpo es un cuerpo presente todo el tiempo. ¿Pero de qué cuerpo hablamos allí?
Allí predominan los cuerpos deserotizados, no hay deseo, no hay presencia de
sujetos, sino simplemente cuerpos que responden a las exigencias de un mercado.
Cuerpos que son comandados por la mirada de un otro y que no ponen en juego
nada de su afectación, simplemente son tomados por la demanda a cumplir: ser
eficientes, funcionar, no fallar. ¿Y el deseo como punto de falta? ¿Y el amor? ¿Y los
encuentros y desencuentros que hacen que el cuerpo se vivencie y se incomode, pero
también se vivifique?

“La pornografía, en su intento por eliminar lo invisible, siguiendo el ideal


de la absoluta transparencia, aspira a suprimir el resto inasimilable y
ofrece la imagen de una realida sin real”. (Silvia Ons - El cuerpo
pornográfico. Pag. 43)
En la pornografía queda restado el lenguaje, no hay textos, ni encuentro con el otro.
El pudor y la vergüenza, los gestos que signan la presencia de un sujeto y su deseo
quedan borrados de la escena. Entonces lo que allí hay son cuerpos-maquinas que
se ejercitan a partir de los ideales impuestos por el discurso del mercado.

Vamos a dejar por fuera la lógica de la oferta y la demanda porque eso hace que
entremos en otros temas más escabrosos como la pedofilia, la zoofilia y otras cosas.
Pero si me quiero centrar en que la lógica capitalista neoliberal hace del cuerpo algo
utilizable, y a su vez descartable.

Esto que decíamos, los actores son reemplazables. Pero además al estar borrados
el sujeto y el deseo de la escena, el amor no adviene y entonces la
despersonalización, las escenas cada vez más salvajes y extremas se presentan al
menú del día. Entonces escuchamos lo que se dice comúnmente “en internet
encuentras de todo”.

Nuevamente ¿Todo? ¿No hay allí una promesa que exige cierto cumplimiento y
que puede llevar a las salidas más extremas para lxs individuos allí presentes?

“La pornografía facilita la mecánica mastubatoria pero se separa


radicalmente del erotismo que se pone en juego en la sexualidad. En este
sentido, lo que parecía ser una “solución” ante la inhibición termina
aumentándola y haciendo que se repite la secunai inhibición-pornografía”.
(Silvia Ons - El cuerpo pornográfico. Pág. 47)

Para Silvia Ons hay un imperativo superyoico de goce que se puede leer en la relación
pornografía y el capitalismo: rendir. Y esto excluye al amor y sus avatares. Pero a
su vez destaca algo más que interesante, quien busca allí una respuesta va a
encontrarse con cierta impotencia.

Es decir la excitación que produce el ver pornografía puede motivar la masturbación,


pero a su vez allí se juegan algunas preguntas amordazadas ¿Cómo se goza? ¿Cómo
se hace gozar al otrx? ¿Cómo rendir? ¿Cómo hacer con eso?.
Y las respuestas están ya falseadas por la lógica que presentan: el cuerpo máquina.
Cuando sabemos que nuestro cuerpo siempre es fallido a la relación sexual. Hay que
arreglárnosla con eso. Nuestras fantasías, por más concientes que sean, tienen su
raíz en el inconsciente, y a eso no hay nada que lo pueda borrar. Allí vamos a
encontrar esas claves que nos ayuden a hacernos de nuestro cuerpo, y para ello hay
que hablar y escucharse.

Entonces si la palabra apariencia, se deserotiza, pierde su valor afectivo, entonces


sucumbimos a un empuje hacia la figura descripta por Nietzsche como “nihilismo”:
“todo vale porque ya nada vale”.

Este mandato superyoico (esto implica que no puede no cumplirse, con la cuota de
culpa adosada) incita buscar sin límites la satisfacción generando cierta ilusión de
libertad, cuando en verdad lo que hay es servidumbre a su mandato. Es un mundo
donde todo está, o por lo menos se pretende, previsto, allanado, evitando la sorpresa
de los buenos y los malos encuentros: el azar y fortuna, en definitiva el sujeto.

Es un poco el paradigma que escuchamos hoy también en el lenguaje “sos una


maquina”, “ponete las pilas”, “baja un cambio” “no te cuelgues”. Los alimentos
vitamínicos no son para el bienestar sino para un mayor rendimiento; las publicidades
no son para vivir mejor sino para hacerlo de manera más intensa, como si fuera más
real o verdadera.
Hoy no podemos parar, ni siquiera enfermarnos. Sabemos que cuando uno enferma
el cuerpo está hablando, está diciendo algo. Lxs invito a contar, si son de ver
televisión, cuantas publicidades de medicamentos hay entre el corte y la vuelta de un
programa.

En clases anteriores comentamos sobre las 8 publicidades de: dos antigripales, una
crema para dolencias musculares cuya frase es impactante “la diferencia está en
entrar al partido o entrar partido” (con la imagen de un semental en su esplendor), dos
comprimidos para hemorroides, una crema para hongos, otra de elementos químicos
para la cara, donde se pretendía esconder la edad tras el borrado de las arrugas y las
cicatrices y una de una pasta dental que tenía tantos químicos que parecía que el
resplandor de los dientes podría llegar a iluminar toda una habitación.

¿Qué cuerpo se pone en juego allí?

Es verdad que los discursos feministas abrieron otra posibilidad, ¿Un poco más real
podríamos decir? respecto a las publicidades. Ahora se puede decir “Molestia,
picazón, relación sexual y cándida vaginal” en una sola publicidad. La copa menstrual,
los óvulos para las infecciones vaginales, etc. Aun así ¿Qué cuerpo toma
preeminencia en este discurso?
Otro campo para sondear esto, es el de las redes sociales. Por ejemplo Tinder: no
solo el primer contacto con esx otrx es una foto que intenta seducir, sino también
donde se escriben las condiciones que se exigen del otro, o los aspectos a resaltar
de unx mismx.

Es la antesala examinadora y a su vez expulsora de lo erótico. La contingencia igual


se hace presente en el encuentro, pero ¿Cuánto dura?
No hay perfección que valga para el ser hablante. No hay relación ideal entre los
cuerpos sexuados que se unen. La realidad sexual humana esta corrompida,
desproporcionada, y por eso no hay recetas.

Entonces…

¿Qué vamos a enseñar en la ESI? ¿De qué cuerpo hablamos en la ESI?

Ese cuerpo afectado por el lenguaje, ese cuerpo que es varios, que es uno pero a la
vez es otro, y que encima se relaciona con otrxs. Este es el cuerpo de los afectos,
afectado, en sus dimensiones varias y del que tenemos que ocuparnos al momento
de acompañar a nuestrxs estudiantes en la transmisión de la sexualidad de forma
integral.

Como dice Leonardo Leibson:

“El cuerpo es un palimpsesto, una superposición de capas de escritura que,


en ciertos lugares, se hacen visibles como imagen del cuerpo. El resto, lo
no visible, lo que no se ofrece a la mirada, es el resto de escritura que
permanece mudo: silencio de la vida, pulsión parcial...” - y agrego “que se
dice de otro modo” - (Leonardo Leibson - La máquina imperfecta Pág. 30)

El cuerpo se confecciona a través de cortes. Un corte que engendra una superficie


corporal con la cual vestimos esa nada, esa falta-en-ser que nos constituye como
sujetos del deseo. El cuerpo, en definitiva, es el resultado de una serie de operaciones
que permiten que un sujeto diga “tengo un cuerpo”, y que a su vez es necesario que
se construya en el vínculo con otrxs.
Bueno hasta aquí mucho para aprender, deconstruir, analizar y por supuesto construir
saberes que nos permitan seguridades y fortalezas al momento de enseñar ESI.

La clase próxima, nos ocuparemos de esos cuerpos marcados por el lenguaje…

MODULO 2 ACTIVIDAD 2

En el desarrollo de las clases se expresa la siguiente frase: "Nuestra identidad está hecha de
múltiples identificaciones a diferentes rasgos de las personas que pasaron por nuestra vida,
y es por eso que se puede seguir transformando". Fundamente la misma considerando su
relación con los enfoques desarrollados sobre "cuerpo", "imagen" y "género".

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y complete la correspondiente a esta clase

La actividad que se detalla arriba es de AUTOEVALUACIÓN, no será visada por el/la


tutor/a.
Asimismo consideramos importante que frente a dudas en la resolución de las mismas
consulten a los/as tutores/as, ya que como equipo de trabajo destacamos el
acompañamiento en su formación.

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