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Lo que aquellos círculos pedían era algo ya consumado, la destrucción del movimiento
obrero.
Hitler lleva a cabo la eliminación de las SA, en la noche de los cuchillos largos, y
liquida las diferencias internas del NSDAP.
Se lleva a cabo la victoria de la evolución sobre la revolución.
Hitler pudo unificar en su persona los poderes de canciller y presidente del Reich, y
asumir así el cargo de jefe supremo de las fuerzas armadas.
Video Buchbinder – “Teórico lunes-Unidad 4-Clase 3” BROWNING Y GOLDHAGEN
Los dos libros (Goldhagen y Browning) están basados en una misma fuente, un
expediente judicial que se le sigue al batallón 101 de la ciudad de Hamburgo, que
cumplió una serie de funciones en Polonia durante la guerra. Este batallón estaría
conformado por oficiales de la Policía del Orden, no de un grupo nazi.
Shoah/Holocausto: asesinato de 6 millones de judíos en campos de exterminio y
campos de concentración bajo dominio alemán. Casi un 80% de las víctimas fue
asesinado entre finales de 1941 y mediados de 1943.
En 1939 había cerca de 17 millones de judíos a nivel mundial, 10 millones en Europa
(aproximaciones). Aumentaba la población judía en América. Migración desde Europa
Oriental hacia Europa Occidental y de ahí hacia América (el judaísmo deja de ser un
fenómeno europeo).
Europa Occidental (2 millones): la población judía estaba muy integrada a la
sociedad. Había entre 300 y 400.000 de judíos en Inglaterra, sobre todo en Londres.
Una cantidad similar en Francia, fundamentalmente en París. En Alemania: cerca de
medio millón de habitantes judíos, sobre una población de 60 millones de habitantes
(menos del 1%).
Europa Oriental (8 millones): menor integración; los judíos estaban asentados en
pueblos, separados del resto de la población (sobre todo en Polonia donde habitaban
3 millones de judíos). Los otros 3 millones estaban en las repúblicas soviéticas de
Europa, fundamentalmente en Rusia; los otros dos millones en distintos Estados
(Hungría, Rumania, etc.) Aldeas judías: shtetl. Guetos. Comercio a larga distancia.
Concepto de EMANCIPACIÓN. Las sociedades europeas se definían como cristianas.
Abarcaba el Estado, entonces el que no era cristiano quedaba afuera: había lugares en
los que no podía vivir, profesiones que no podía practicar, tenía prohibido el acceso a
los organismos del Estado. Esta situación empieza a revertirse con la Revolución
Francesa. Separación Iglesia y Estado. Emancipación de los judíos, proceso lento
de integración dentro del Estado. En Alemania, se empieza a dar con la unificación
alemana en 1871; en Rusia en 1917. Carácter tardío de estos procesos en Europa
Oriental.
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vez, actuaron de esa forma en una sociedad donde las ideas antisemitas eran
compartidas. (3) El holocausto solo pudo producirse en Alemania porque ese país
contaba con la pericia militar necesaria para conquistar el continente europeo, y sólo
unos líderes alemanes podían dedicarse a eliminar a los judíos, sin temor de la reacción
de los otros países.
Considera el autor que no hay que considerar culpables a los grupos donde los
culpables se erigían, sino a los culpables en su individualidad. Los perpetradores tenían
autonomía moral, podían desobedecer órdenes por la laxitud de las instituciones de
exterminio.
El eje de los perpetradores es importante, no basta con tratar a las instituciones de
exterminio como instrumentos de voluntad de los líderes nazis sin complicaciones
internas. Se debe hacer un estudio de los sujetos que dieron vida colectivamente a las
inertes formas institucionales. Énfasis en el carácter alemán de los individuos, eran
alemanes que actuaban en nombre de Alemania y su dirigente Hitler. Alguno eran
nazis, por su pertenencia al partido nazi, y otros no. No todos pertenecían a las SS o a
la policía.
Goldhagen dice que se desconoce el número de personas dedicadas a ejecutar judíos,
lo cual limita nuestro conocimiento y nuestra comprensión del período.
Busca, a su vez, una explicación para las acciones individuales, basadas en ideas. Las
creencias antisemíticas que los alemanes tenían sobre los judíos constituyeron la causa
básica del Holocausto, y lo fueron no sólo de la decisión que tomó Hitler de aniquilar a
los judíos en Europa, sino también por la voluntad que tenían los perpetradores de
matar. Cuando los nazis alcanzaron el poder, se convirtieron en dueños de una
sociedad ya imbuida con ideas prejuiciosas sobre los judíos, dispuestos a movilizarse
contra ellos.
La posibilidad de exterminar a los judíos dependía de cuatro factores principales : (1)
los nazis tenían que tomar la decisión de emprender el exterminio, (2) debían imponer
su dominio a los judíos, es decir, al territorio en el que estos residían (3) tenían que
organizar el exterminio y dedicarle suficientes recursos, y (4) tenían que inducir a un
gran número de personas a que realizaran las matanzas.
La literatura sobre el nazismo y el Holocausto se ocupa de los primeros factores. Pero el
último factor, en el cual se centra Goldhagen, se ha tratado de manera superficial.
Hay en los distintos análisis, cinco argumentos principales:
1) Coacción. Argumento basado en la presión externa: los ejecutores se vieron
obligados, bajo la amenaza del castigo, a cumplir las órdenes. Sobre la capacidad
volitiva: los asesinos no podían negarse.
2) Obediencia. Perpetradores obedecían las órdenes a ciegas. Esto podía deberse a
diversas cuestiones: el carisma de Hitler, la tendencia humana a obedecer a la
autoridad, el adormecimiento moral individual en una sociedad totalitaria, que
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condiciona a los individuos para que acepten todas las tareas como necesarias. Los
alemanes eran psicológicamente incapaces de negarse.
3) Presión del entorno. Perpetradores estaban sometidos a una presión psicológica de
tipo social, impuesta por sus camaradas y las expectativas que acompañan a los
papeles institucionales que desempeñan los individuos. Las presiones pueden conducir
a participar en actos que no cometerían por su propia voluntad. Los alemanes eran
psicológicamente incapaces de negarse.
4) Interés propio. Ejecutores como burócratas mezquinos o tecnócratas desalmados
que buscaban su propio interés o trataban de realizar sus objetivos y tareas
tecnocráticos con indiferencia para con las víctimas. Todos pensaban en su futuro
profesional, y debido a la tendencia psicológica de quienes son simples piezas de una
máquina a atribuir a otros la responsabilidad de la política general, podían buscar su
beneficio profesional o sus intereses institucionales o materiales, y permanecer
insensibles a las consecuencias. Los alemanes tenían suficientes incentivos personales
para matar, por lo que no querían negarse a hacerlo.
5) Miopía burocrática. Dada la fragmentación de los cometidos, los perpetradores no
podían comprender cuál era la verdadera naturaleza de sus acciones, no entendían que
sus cometidos individuales formaban parte de un programa global de exterminio.
Desplazaban su responsabilidad hacia otros. A los ejecutores ni se les ocurría la
posibilidad de negarse.
Estas explicaciones dan por supuesta una actitud neutral o condenatoria de los
perpetradores con respecto a sus acciones. Ignoran o niegan la importancia de la
ideología nazi, y de los perpetradores, sus valores morales. Los tratan como carentes
de sentido moral y de la capacidad de tomar decisiones y adoptar posturas. No
conciben a los autores del genocidio como agentes humanos, sino como individuos
impulsados por fuerzas externas o tendencias psicológicas transhistóricas e
invariables (interés propio). Adolecen de otros dos fallos conceptuales: (a) no
reconocen la naturaleza extraordinaria del hecho, la matanza enorme de sujetos, (b)
suponen que inducir a la matanza de personas no se diferencia de obligarles a hacer
cualquier otra tarea indeseable. Además, ninguna de las explicaciones considera
importante la identidad de las víctimas (judíos), y suponen que los perpetradores
habrían tratado igual a cualquier otro grupo de víctimas. Toda explicación que no
considere como esenciales las creencias y valores de los genocidas no puede
responder a los motivos del accionar de los ejecutores. Esas posturas no reconocen el
aspecto humano del Holocausto, que en realidad son dos aspectos, reflejados uno en
el otro: la humanidad de los perpetradores, es decir, su capacidad de juzgar y elegir
una actuación inhumana, y la humanidad de las víctimas, el hecho de que sus
asesinos actuaran contra aquellas personas, con sus identidades concretas.
La postura de Goldhagen es que, debido a su antisemitismo eliminacionista, que los
llevó a creer que los judíos tenían que morir, los perpetradores no quisieron negarse a
cometer el genocidio.
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Los intérpretes de este período cometen un grave error al negarse a creer que es
posible exterminar a poblaciones enteras por convicción. Las ingenuas
representaciones consistentes en obedecer órdenes privan a las acciones de los
perpetradores de su contexto social, político e institucional más amplio.
Los perpetradores trabajaban en instituciones que les asignaban papeles y cometidos
concretos, y sin embargo, tanto individual como colectivamente, disponían de libertad
para optar por unas u otras opciones. Es importante ver las opciones que elegían y
las pautas de tales acciones.
Es preciso explicar no solo la matanza sino también cómo mataban los alemanes. Si
trataron de aliviar o intensificar el sufrimiento de las víctimas de sus acciones, o tan
solo consideraron la posibilidad de hacerlo.
Goldhagen presenta un esquema clasificador que especifica cuatro clases de acciones,
a través de dos dimensiones: si la acción era ordenada por la autoridad o no, y si era
ejercida con crueldad o no. Sin embargo, el autor explica que es insuficiente, que es
preciso problematizar el significado de “obedecer órdenes”. Es preciso recuperar el
contexto social, político e institucional más amplio para que sea inteligible la
voluntad que tenían los genocidas de obedecer órdenes.
Un análisis elaborado debe dar cuenta del modo en que los perpetradores llevaron a
cabo sus cometidos, con indiferencia o entusiasmo, y explicar el horror de sus acciones,
cómo este no detuvo las manos de los ejecutores. Debe complementar la
categorización objetiva con otra de motivación subjetiva.
La dimensión del motivo es la más esencial para explicar la voluntad de actuar que
tenían aquellos hombres, y es en gran medida producto de la formación social del
conocimiento. Las clases de acciones que una persona está dispuesta a realizar procede
de la motivación de esa persona, pero sus acciones no se corresponden
necesariamente con las motivaciones, influyen en ellas también circunstancias y
oportunidades de acción; pero la oportunidad por sí misma no convierte a alguien en
torturador. Las estructuras, incentivos o sanciones, formales o informales, nunca
pueden ser motivos por sí solos, solo ofrecen inducciones a actuar o no.
El marco sociológico con el cual se justifica Goldhagen es este: las estructuras
siempre son interpretadas por los actores, los cuales, si comparten unos
conocimientos y valores similares, responderán a ellas de una manera parecida.
Todo valor y conocimiento nuevos dependen de un marco preexistente de
conocimiento y valor que presta significado a las circunstancias materiales de las
vidas de la gente. Y son el conocimiento y los valores, los que, en última instancia
impulsan al sujeto a vulnerar a otro. La estructura del incentivo en conjunción con las
estructuras de conocimiento y valores producen juntas la acción.
Así, explicar las acciones de los perpetradores exige tomar en serio su realidad
fenomenológica, teniendo en cuenta lo que podría haber significado para los alemanes
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Browning y Goldhagen están de acuerdo con que el antisemitismo viene desde mitades
del siglo XIX. Pero Browning no cree que los asesinatos estén motivados
esencialmente por ese antisemitismo eliminacionista que, según Goldhagen,
caracterizaba a la sociedad alemana.
Browning no niega la ideología, sino que la pone en contexto. Los alemanes fueron
socializados en una educación y propaganda antisemita bajo un sistema totalitario
desde 1933. Hay una parte de la población que se hace nazi y después antisemita. Las
leyes antisemitas que van apareciendo no eran solo contra los judíos, ellos eran un
grupo entre muchos. Así es como el autor llega a la conclusión de que hubo varios tipos
de antisemitismos. Esto es distinto a la visión de Goldhagen, que piensa en una
conducta homogénea de la sociedad alemana.
Para Goldhagen, el antisemitismo más o menos dominaba la vida ideológica de la
sociedad civil en la Alemania prenazi. Los alemanes eligieron a Hitler por reflejar la
cultura antisemita alemana. Formula una tesis de que el antisemitismo siempre está
presente, y lo que aumenta y disminuye es su expresión, aparece más o menos
manifiesto. Según Goldhagen, esta visión cambia de forma brusca a partir de 1945; la
cultura alemana se transforma y los alemanes ahora son como nosotros.
Browning contesta a esto que si, tal como sugiere Goldhagen, la cultura política
alemana en general y el antisemitismo en particular pudieron transformarse después
de 1945 debido a cambios en la educación, en la conversación pública, en la ley y en
la reafirmación de las instituciones, entonces es igualmente verosímil que pudieran
haberse transformado de la misma manera durante las tres o cuatro décadas
anteriores a 1945 y especialmente durante los doce años de gobierno nazi. La
mayoría de las personas fueron atraídas hacia el antisemitismo porque primero lo
fueron hacia el nazismo y no al revés.
Goldhagen incluye todas las manifestaciones del antisemitismo en Alemania, aunque
difieran en cuanto a la causa, la prioridad y la intensidad, bajo un solo título, el
antisemitismo eliminacionista. Por lo tanto, toda Alemania era de la misma opinión que
Hitler en lo que respecta a los judíos. En cambio, para Browning hay que hablar y
pensar en plural, sobre los antisemitismos.
Browning se remonta a la historia alemana del siglo XIX, al Sonderweg. Dice que según
John Weiss y Daniel Goldhagen, existe una Sonderweg alemana en términos de la
singular amplitud y virulencia del antisemitismo en Alemania. Le parece buena la
interpretación de Shulamit Volkov del antisemitismo alemán de finales del siglo XIX
como “código cultural”. Los conservadores alemanes asociaban el antisemitismo con
todo aquello por lo que se sentían amenazados: el liberalismo, la democracia, el
socialismo, el internacionalismo, el capitalismo y la experimentación cultural. Hacia
finales de siglo, un antisemitismo alemán de naturaleza cada vez más racial (de la
mano con el darwinismo social) se había convertido en una parte esencial de la
plataforma política conservadora y penetró con fuerza en las universidades. Se había
vuelto más politizados e institucionalizado que en otros países. Pero eso no significa
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que el antisemitismo alemán dominara la política o la vida de las ideas. Para los
conservadores el antisemitismo no era la cuestión prioritaria ni los judíos la mayor
amenaza; mucho menor era la importancia que el resto de la sociedad alemana le
concedía al asunto.
Sin embargo, para muchos alemanes, los judíos eran la máxima prioridad y el origen de
los mayores miedos. Había un antisemitismo “xenófobo” que proporcionó una tierra
fértil para un antisemitismo “redentor”, “quimérico”, conspirativo, que era marginal. La
sucesión de experiencias traumáticas en Alemania entre los años 1912 y 1929 –
pérdida de control del Reichstag por parte de la derecha, derrota militar, revolución,
inflación desenfrenada y colapso económico – transformaron la política alemana. La
derecha creció, y la Nueva Derecha (los radicales) crecieron a expensas de los
tradicionalistas o la Vieja Derecha. El antisemitismo quimérico creció enormemente y
pasó de ser un fenómeno marginal a ser la idea central de un movimiento que se
convirtió en el partido político más grande de Alemania en 1932 y en el partido en el
poder seis meses después. Este hecho ya hace que la historia de Alemania y del
antisemitismo alemán sea distinta de la de cualquier otro país de Europa. (Browning
es muy estadista, tipo todo cambia a partir de quién está en el Estado).
Browning remarca que los nazis nunca obtuvieron más del 37 por ciento de los votos
en unas elecciones libres, y que para él fueron muchos más los alemanes que votaron
a los nazis por razones distintas al antisemitismo que los que consideraban el
antisemitismo como una cuestión prioritaria, pero votaron por otro partido distinto
al de los nazis. Esto discute con la idea de Goldhagen de que muchos alemanes que
votaron por los socialdemócratas por razones económicas estaban no obstante de
acuerdo con Hitler en cuanto a los judíos.
Para Browning, había muchas expresiones del antisemitismo, también en el período
posterior a 1933. Aquí, en un extremo estaba la gente del tipo de las SA y Streicher,
que deseaban los pogromos; en el otro extremo estaban los antisemitas intelectuales,
fríos y calculadores, quienes abogaban por una persecución más sistemática pero
menos acalorada.
Los aliados conservadores de Hitler favorecieron la no emancipación y la segregación
de los judíos; lucharon para terminar con la influencia judía. Había algunos, como el
presidente Hindenburg, que querían que se eximiera a algunos judíos que eran leales a
la patria. Las iglesias querían lo mismo para los judíos conversos. En la opinión de
Browning, es poco probable que los conservadores por sí solos hubieran ido más allá
de las medidas discriminatorias iniciales de 1933-1934 que dejaron a los judíos fuera
del servicio civil y militar, las profesiones y la vida cultural.
Lo que los conservadores concebían como medidas suficientes coincidía en parte con
lo que para los nazis solo eran los primeros pasos. No obstante, al haber sido
cómplices de las primeras medidas y del derrumbe de la democracia, los
conservadores no podían oponerse a la radicalización de la persecución de los judíos.
Lamentaban su pérdida de privilegios y poder a manos de los nazis, pero la mayoría no
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más puntos de coincidencia entre el grueso de la población alemana y los nazis que en
el antisemitismo.
Explicación multicausal. Explicación de mediana y corta duración. Mirada coyuntural.
Tiene en cuenta los componentes situacionales, a partir de 1939 y fundamentalmente
a partir de 1941, cuando la guerra pasa a ser de exterminio. La guerra contra la URSS
es una guerra de exterminio y una guerra de razas. Guerra liberada contra poblaciones
consideradas inferiores, entre las que no están solo las judías, sino también las eslavas,
las rusas, las polacas. Contexto centrado por la guerra, en la cual se produce una
deshumanización de las víctimas y de los perpetradores. Estas características
criminales del régimen no se verifican solo en el caso de los judíos; también mataron a
personas con discapacidades mentales o físicas, a soldados rusos, etc.
En el este de Europa los alemanes corrientes se transformaron todavía más a causa
de los acontecimientos y la situación entre 1939 y 1941 de lo que lo habían hecho con
su experiencia bajo la dictadura nacional de 1933 a 1939. Alemania estaba en una
“guerra racial” de conquista imperial. A los alemanes ordinarios los pusieron en un
territorio donde las poblaciones autóctonas fueron declaradas inferiores y ellos fueron
alentados a comportarse como la raza superior. Y los judíos que encontraban eran los
raros y extraños judíos Ostjuden. En 1941 se añadieron dos importantes factores: la
cruzada ideológica contra el bolchevismo y la “guerra de destrucción”. Hay que
destacar que antes de que se pusiera en práctica la Solución Final, el régimen nazi ya
había encontrado a los verdugos voluntarios para unos 70.000 u 80.000 alemanes
disminuidos mentales y físicos, decenas de miles de miembros de la intelectualidad
polaca, cientos de miles de víctimas no combatientes de ejecuciones de represalia y
más de dos millones de prisioneros de guerra rusos. Está claro que, a partir de
septiembre de 1939, el régimen fue cada vez más capaz de legitimar y organizar el
asesinato colectivo a una escala sorprendente que no dependía de la motivación
antisemítica de los ejecutores y de la identidad judía de las víctimas.
En Goldhagen es un problema entre alemanes y judíos. En Browning, es más complejo.
Entre los victimarios hay croatas, rumanos, gente de Luxemburgo, colaboracionistas
con los alemanes, que actúan de la misma manera contra los judíos. También hay más
pluralidad entre las víctimas. Browning no sitúa el proceso exclusivamente en
Alemania, tiene un punto de vista menos optimista (como Traverso).
Browning se enfrenta a la explicación monocausal de Goldhagen, centrándose en el
planeamiento y estructura de su argumento, y su metodología por lo que se refiere a la
utilización de las pruebas. Hay dos comparaciones que son cruciales para el
argumento de Goldhagen. Primero, los alemanes se comparan con los no alemanes
en su respectivo tratamiento hacia los judíos. Segundo, el trato de los alemanes hacia
las víctimas judías se compara con su trato hacia las víctimas no judías.
1) Víctimas judías vs víctimas no judías.
El propósito es establecer un solo antisemitismo dominante y eliminacionista en la
sociedad alemana. Entonces, Goldhagen no tan solo debe demostrar que los alemanes
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trataron de manera distinta a los judíos y a los no judíos (en lo que casi todos los
historiadores están de acuerdo), sino también que el trato diferente se explica
fundamentalmente por la motivación antisemítica de la amplia mayoría de los
ejecutores y no por otros posibles motivos.
El intento de Goldhagen de generalizar a partir del único caso de la marcha de la
muerte de Helmbrechts no es convincente. Incluso él tiene que admitir que los
guardianes tuvieron que impedir que la población alemana local ofreciera comida y
alojamiento a los judíos y que los soldados alemanes les suministraran cuidados
médicos. Esta diferencia sugeriría la importancia de los factores situacionales e
institucionales que él descarta.
Además, Browning señala un ejemplo contrario en relación con los asesinatos de
víctimas no judías, que seguían produciéndose a pesar de un cambio de alto nivel en la
política, y con el irracional abuso de la mano de obra no judía. Tanto las razones
económicas como las órdenes superiores exigieron que los prisioneros de guerra rusos
fueran mantenidos con vida y destinados a realizar un trabajo útil. Pero apenas cuatro
meses después, solo el 9,5% de los que habían sido prisioneros permanecían con vida.
Dentro del sistema del campo de concentración, el uso del trabajo para castigar y
torturar a los presos más que para la producción formaba parte de la cultura
institucional desde mucho antes de que los judíos representaran una parte
significativa del número de presos.
Browning también muestra que hubo un porcentaje de víctimas casi idéntico entre los
prisioneros de guerra soviéticos y las mujeres judías eslovacas durante el mismo
período de tiempo y en el mismo campo, y eso a pesar de un cambio en la política del
gobierno y la urgencia de la labor económica que tenían que realizar los soviéticos.
Variables que influyeron en el genocidio: factores institucionales y situacionales
(política del gobierno; cultura en los campos de concentración); una ideología con
potencial asesino que no provenía únicamente del antisemitismo. ¿ESTÁ BIEN?
Goldhagen tiene razón cuando dice que a la larga el trato criminal hacia los prisioneros
de guerra soviéticos varió, mientras que el trato asesino hacia la mano de obra judía no
lo hizo. Pero esto solo indica que al final prevaleció en ambos casos la conformidad
con la política de gobierno. El hecho de que el régimen nazi cambiara su política para
asesinar a todos los judíos y para no matar de hambre a todos los prisioneros de
guerra es más un indicador de la ideología, las prioridades y las obsesiones de Hitler
y los dirigentes nazis que de las actitudes de la sociedad alemana.
Por último, Browning señala dos aspectos problemáticos del argumento de la crueldad
sin precedentes de los alemanes hacia los judíos. Primero, la afirmación de la
singularidad de Goldhagen se basa en el impacto emocional de su narrativa más que en
la comparación real. Los rumanos y croatas fueron tan crueles o más que ellos, y hubo
otros ejemplos aparte del Holocausto como Camboya y Ruanda. De forma inversa,
resta importancia a la crueldad con que los nazis asesinaron a otras víctimas, en
particular a los alemanes disminuidos. En segundo lugar, Goldhagen sencillamente
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afirma que es evidente por intuición que la imagen cognitiva de los judíos propia de la
cultura alemana explica toda esa crueldad. Goldhagen ha planteado una cuestión
importante, intentar explicar la crueldad, pero para Browning todavía no hay una
respuesta satisfactoria.
2) Victimarios alemanes vs no alemanes
Browning explica que para que sea válido según los criterios de las ciencias sociales
aceptados, el comportamiento de los alemanes tendría que compararse con el
comportamiento de todo el conjunto o, al menos, de una muestra aleatoria objetiva,
de los países que participaron en la Solución Final. En lugar de eso, Goldhagen utiliza el
comportamiento de los daneses e italianos como modelo para la comparación.
Browning dice que Goldhagen no tiene suficientes pruebas rigurosas para respaldar su
interpretación. La principal fuente de pruebas que utiliza son las declaraciones hechas
después de la guerra de los integrantes del Batallón de Reserva Policial 101. Para
Browning, estos testimonios judiciales son cualitativamente distintos a la amplia
mayoría de esas declaraciones, que suelen ser problemáticas. La lista de la unidad se
conservó y más del 40 por ciento de los miembros del batallón fueron interrogados por
abogados investigadores hábiles y persistentes. El problema está en la metodología de
Goldhagen. Él decide descartar todos los testimonios autoexculpatorios que no
encuentren corroboración en otras fuentes. En resumen, el testimonio sobre cualquier
estado mental o motivación que no concuerde con su hipótesis inicial es descartado a
menos que se corrobore y, dada la ausencia de cartas y diarios de la época, es casi
imposible encontrar pruebas que confirmen algo concerniente al estado mental. Esta
metodología que no hace más que confirmar la hipótesis que se pretendía demostrar
no es una ciencia social válida.
Otro fallo de Goldhagen es que tiene un doble criterio según el cual no aplica los
mismos principios de evidencia y límites excluyentes cuando las víctimas son polacas
y cuando son judías. También se puede observar un patrón de tendenciosa selección
de las pruebas en la manera que tiene Goldhagen de retratar una homogeneidad casi
absoluta entre los agentes. Describe un acontecimiento como parte de un patrón de
crueldad y aprobación generalizadas, cuando la declaración entera ofrece una idea de
crueldad de un oficial de la SS que sus compañeros no querían y les generaba
desaprobación.
Browning dice que él mismo ofreció una descripción del batallón que tenía varias
lecturas, con grupos que se comportaban distinto. Los “asesinos entusiastas” buscaban
la oportunidad de matar y celebraban sus actos criminales. El grupo más pequeño
dentro del batallón era el de los que no dispararon, que aprovecharon la política de
eximir a quienes no se sintieran con ánimos para hacerlo y dijeron que se consideraban
débiles o que tenían hijos. El grupo de agentes más numeroso del batallón hizo lo que
se le pedía, pero no se ofrecieron voluntarios para la matanza ni la festejaron. Sentían
más lástima de ellos mismos por el desagradable trabajo que les habían asignado que
la que sentían por las deshumanizadas víctimas. En su mayor parte, no pensaron si lo
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que hacían estaba mal o era inmoral, porque la matanza estaba sancionada por la
autoridad legítima. En realidad, la mayoría intentaba no pensar y punto. Los ayudaba
beber mucho.
Para Browning, oponiéndose a Goldhagen, el hecho de que esos policías fueran unos
“verdugos voluntarios” no significa que quisieran ser verdugos del genocidio.
Tampoco cree en la falsa dicotomía de que los asesinos alemanes o tenían la misma
opinión que Hitler sobre los judíos o creían que estaban cometiendo el mayor crimen
de la historia.
Browning ofrece una explicación multicausal de la motivación. Observé la importancia
de la conformidad, la presión de los iguales y la deferencia a la autoridad y debí haber
enfatizado de manera más explícita las capacidades de legitimación del gobierno.
Browning también insistió en los efectos mutuamente intensificadores de la guerra y el
racismo. Nada ayudó tanto a los nazis a hacer una guerra racial como la guerra en sí
misma, ya que la dicotomía de la raza superior de los alemanes y la raza inferior de los
judíos podía fundirse fácilmente con la imagen de una Alemania asediada, rodeada de
enemigos. Una combinación de factores situacionales y de coincidencia ideológica
que concurrían en la condición del enemigo y la deshumanización de las víctimas fue
suficiente para convertir a hombres corrientes en verdugos voluntarios.
Goldhagen asegura que no tenemos más elección que adoptar su explicación porque él
ha rebatido irrefutablemente las explicaciones convencionales. Para Browning, este
planteo tiene varios problemas, y no es pertinente ya que esas explicaciones suelen
formar parte de un enfoque multicausal.
Browning observa de cerca las presuntas refutaciones de dos explicaciones
convencionales: la propensión de los alemanes a acatar las órdenes y los atributos
generales del comportamiento humano estudiados por psicólogos sociales.
OBEDIENCIA. Goldhagen observa el rechazo a la República de Weimar, y por eso dice
que los alemanes no son propensos a obedecer. Pero un solo incidente no construye la
historia de un país ni caracteriza su cultura política. Es más importante el contexto de
esto. Goldhagen observa que los alemanes obedecían solamente al gobierno y a la
autoridad que ellos consideraban legítimos. Browning explica que Alemania es de
tradición autoritaria, y por eso los nazis obtuvieron legitimidad y popularidad
(derrumbaron la democracia y establecieron un régimen autoritario). La fallida
democratización, y no el antisemitismo, decididamente diferenció la cultura política
de Alemania de las de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Todos los elementos que
Goldhagen cita como decisivos a la hora de formar una cultura política intervinieron
para imbuir unos valores autoritarios en Alemania mucho antes de que los nazis los
utilizaran también para difundir sin cesar el antisemitismo. Además, los antisemitas
más categóricos de Alemania también eran antidemocráticos y autoritarios.
PRESIÓN DEL ENTORNO. Goldhagen afirma que la interpretación socio-psicológica está
fuera de la historia. Está confundiendo el marco de investigación con la aplicación
subsiguiente de los conceptos que de él derivan. Los experimentos se mantuvieron
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fuera de la historia, y por eso las conclusiones son válidas. Sin embargo, hay un
espectro de respuesta a la autoridad. La relación entre autoridad, creencia y acción es
compleja, inestable, y puede cambiar con el tiempo. El enfoque socio-psicológico no
asume, como afirma Goldhagen, que no tengan importancia la ideología y los valores
morales de los ejecutores. Pero el contexto social y político siempre presenta una
pluralidad de factores más allá de la cognición de los ejecutores y la identidad de las
víctimas, y produce un complejo y cambiante espectro de variedad de reacción.
Goldhagen ha asegurado que su enfoque ha recuperado una dimensión moral, que ha
reconocido la humanidad de los ejecutores, y que recupera el concepto de
responsabilidad individual. Para Browning, estas afirmaciones son insostenibles.
Goldhagen dice que los alemanes del Tercer Reich no tenían una sensibilidad como la
de todos. Además, tiene una conclusión determinista cuando dice que muchos
alemanes no podían poseer modelos cognitivos ajenos a su sociedad.
La posición de Browning es la siguiente: las teorías psico-sociológicas – que se basan
en el supuesto de que las inclinaciones y tendencias son comunes a la naturaleza
humana, pero sin excluir las influencias culturales – proporcionan una oportunidad
para comprender el comportamiento de los ejecutores. Él cree que estos no solo
tuvieron la capacidad de elegir, sino que hicieron uso de esa elección de varias
maneras que abarcaban todo el espectro, desde la participación entusiasta, pasando
por la conformidad obediente, aparente o pesarosa, hasta distintos grados de elusión.
Goldhagen confunde la parte con el todo muchas veces. No todos los alemanes
participaban con entusiasmo de la matanza. El antisemitismo era una firme corriente
ideológica en la Alemania del siglo XX, pero no la que dominaba toda la vida ideológica
de la sociedad civil. El antisemitismo era generalizado en 1942, pero no era
preexistente, reprimido.
En fin, para Browning el problema fundamental es explicar por qué unos hombres
corrientes – formados en una cultura que tenía sus propias particularidades pero que
sin embargo estaba dentro de las establecidas tradiciones occidentales, cristianas y
de la Ilustración-, bajo circunstancias concretas, llevaron a cabo por voluntad propia
el mayor genocidio de la historia de la humanidad. Él no es tan optimista, piensa que
vivimos en un mundo en el cual la guerra y el racismo son omnipresentes, en el cual los
poderes de movilización y legitimación gubernamentales son poderosos y crecientes,
en el cual el sentido de responsabilidad personal se ve cada vez más atenuado a causa
de la especialización y la burocratización, y en el cual el grupo de iguales ejerce una
tremenda presión sobre el comportamiento y establece normas morales. En un mundo
así, los gobiernos que quieran cometer un asesinato en masa rara vez fallarán en
convencer a unos hombres corrientes de ser sus verdugos voluntarios.
Para Browning, Goldhagen selecciona aquellas fuentes que solamente coinciden con
sus apreciaciones, y niega por ejemplo sentimientos de culpa de los alemanes al
matar judíos. Entre los verdugos, gran parte de ellos dudaba en asesinar, y hasta los
jefes pasaban por esta situación, algunos directamente se negaban, otros se deprimían
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y a la gran mayoría le desagradaba. Cabe destacar que los verdugos podían no matar,
pero muchos aceptaban igual y sufrían por ello (ya que negarse al trabajo equivalía
darle más trabajo al compañero), en consecuencia, muchos de ellos se volvían
alcohólicos.
Traverso, Enzo, La violencia nazi: una genealogía europea, capítulos 1 y 2
Más cercano a Browning. Lo cita cuando habla de la indiferencia de los perpetradores
(p. 53).
Mirada estructural. Europa occidental.
Hito de la Revolución Francesa con la guillotina. Deshumanización de la muerte.
Explicación de largo plazo. La violencia nazi no puede ser pensada por fuera de
Europa occidental. Antecedentes: Revolución Francesa, Revolución Industrial
(fábricas), la cárcel, y el imperialismo.
Capítulo “Conquistar”
Imperialismo: exterminación de poblaciones; biologización de la política. En el discurso
imperial, a los que mataban eran enemigos totales.
El holocausto no es tan innovador como parece. Une mecanismos que se pueden
rastrear en la historia de Europa occidental. Nazismo: proyecto biopolítico con
características modernas, llevado al extremo con la racialización. Población judía:
enemigo total y racial. Ideología racista: novedad. Guerra total (carácter regenerador).
Exterminio político y racial. Eugenesia. Regeneración, limpieza étnica. La Segunda
Guerra Mundial posibilita la violencia nazi.
Estudié del resumen en conjunto.
1) ¿Es un acontecimiento único? ¿Distinto a la matanza de armenios por turcos, la
expansión colonial en África, los asesinatos de Stalin?
2) ¿Hay que leerlo en términos de la historia alemana o de la historia europea? ¿Por
qué se mata a los judíos? ¿Razón instrumental o matanza por lo que son?
Goldhagen diría que en términos de la historia alemana.
Traverso diría que en términos de la historia europea. Se mata a los judíos por lo que
son. Existe una singularidad histórica del genocidio judío perpetrado con el objetivo de
llevar adelante una remodelación biológica de la humanidad, desprovista de naturaleza
instrumental, concebida ya no como un medio sino como una finalidad en sí.
Introducción (no es obligatoria)
Traverso habla de Goldhagen: Para Goldhagen, el genocidio judío fue concebido como
“un proyecto nacional alemán” del que Hitler sólo fue, en definitiva, el principal
ejecutor. “El Holocausto define al nazismo, pero no sólo a él; también define a la
sociedad alemana durante el período nazi. Los ejecutores directos actuaron con el
apoyo del conjunto de la sociedad alemana, obsesionada desde varios siglos atrás por
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la convicción de que los judíos merecían morir”. Esta visión olvida simplemente que, en
el cambio de siglo, el principal partido alemán, la socialdemocracia, se oponía al
antisemitismo y contaba con muchos miembros judíos. Los judíos habían logrado
hacerse un lugar, precario, y mal definido, pero real en el seno de la sociedad alemana.
Comparación con las violencias coloniales. Queda claro que no se trata de borrar la
singularidad de la violencia nazi a través de la mera asimilación de esta a las
masacres coloniales, sino de reconocer que fue perpetrada en el marco de una guerra
de conquista y exterminio entre 1941 y 1945, concebida como una guerra colonial
dentro de Europa. Esta guerra colonial copiaba su ideología y sus principios –con
medio y métodos mucho más modernos, poderosos y mortíferos- de los que, durante
el siglo XIX, había instaurado el imperialismo clásico.
La argumentación de este ensayo está articulada en dos planos:
- Por un lado, reconstituir las premisas materiales del exterminio nazi: la
modernización y la serialización de los dispositivos técnicos de las formas de matar
entre la revolución industrial y la Primera Guerra Mundial. Las cámaras de gas y los
hornos crematorios son el punto máximo alcanzado luego de un largo proceso de
deshumanización e industrialización de la muerte que integra la racionalidad
instrumental, productiva y administrativa del mundo occidental moderno (la fábrica,
la burocracia, la prisión);
- Estudiar minuciosamente la fabricación de estereotipos racistas y antisemitas que
abrevan en el cientificismo de fines de siglo. El surgimiento de un “racismo de clase”; la
difusión de una nueva interpretación de la civilización basada en modelos eugenistas y
la aparición de una nueva imagen del judío como metáfora de una enfermedad del
cuerpo social.
Capítulo 1: Vigilar, castigar y matar.
La guillotina y la muerte en serie
La guillotina oculta el inicio de un giro histórico por el cual la revolución industrial
entra en el campo de la pena capital. La ejecución mecanizada, serializada, dejará
pronto de ser un espectáculo, una liturgia del sufrimiento, para convertirse en un
procedimiento técnico del asesinato en cadena, impersonal, eficaz, silencioso y rápido.
El resultado final será la deshumanización de la muerte. Racionalización y
mecanización del sistema de matar.
Es el inicio de la era de las masacres modernas, en las que la ejecución indirecta,
cumplida técnicamente, elimina el horror de la violencia visible y abre el camino a su
multiplicación infinita (acompañada por la desresponsabilización ética del ejecutante,
reducido al papel de encargado de mantenimiento). Las cámaras de gas son la
aplicación de este principio en la época del capitalismo industrial.
La prisión y la disciplina de los cuerpos
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Las cárceles de principios del siglo XIX, en las que el trabajo, a menudo sin finalidad
productiva, se concebía exclusivamente con un objetivo de persecución y humillación,
constituyen los antecedentes históricos del moderno sistema concentracionario
Algunos principios que rigen las casas de trabajo (work-houses) del siglo XIX se
encuentran también en los campos de concentración del siglo siguiente: lugares
cerrados, trabajo coercitivo, “violencia inútil”, control de tipo militar, castigos, ausencia
total de libertad uniforme, marcas en los cuerpos, condiciones de vida inhumanas,
humillación. Vincular ambas instituciones acentuando su afinidad morfológica no
significa asimilarlas. Existe una diferencia sustancial entre sus finalidades: el
disciplinamiento en un caso, el aniquilamiento en el otro. Los campos nazis no eran
cárceles “más duras”, sino un fenómeno nuevo.
Digresión sobre el sistema concentracionario nazi.
Alemania se transformó progresivamente en un sistema esclavista moderno, que
inyectó masivamente la fuerza de trabajo extranjera en la economía de guerra.
Racionalización de la producción industrial basada en el trabajo coercitivo de los
extranjeros.
1942 → el nazismo decidió colocar el sistema de los campos de concentración bajo la
dirección de la WVHA (la oficina central de la administración y de la economía de las
SS), con la tarea de hacer productivo el trabajo que hasta entonces sólo había sido
punitivo y para disciplinar a los detenidos.
Muchas grandes empresas instalaron sus talleres de producción en los campos y éstos
se multiplicaron alrededor de las zonas industriales (numerosa mano de obra utilizable
a discreción y sumamente barata).
1944: aproximadamente la mitad de los deportados de los campos de concentración
trabajaba para la industria privada y el resto para la organización Todt, encargada de
la producción de armas.
Los prisioneros de guerra y los deportados políticos y raciales estaban sometidos a
condiciones de esclavitud moderna. A diferencia de la esclavitud clásica, los
deportados no constituían una mano de obra destinada a reproducirse, sino a
consumirse hasta su agotamiento, en el marco de un exterminio a través del trabajo.
Estos campos, que habían surgido como lugares punitivos y que luego, durante la
guerra, fueron convertidos en centros de producción, se transformaron de facto en
centros de exterminio por el trabajo. Esta contradicción se traducía, por un lado, en la
racionalización totalitaria de la economía impulsada por Speer (ministro de
Armamento y Producción de Guerra de la Alemania nazi) y, por el otro, en el orden
racial establecido por Himmler. Tensión entre el trabajo y la muerte.
La fábrica y la división del trabajo
La guillotina marca el primer paso hacia la serialización de las prácticas de matar;
Auschwitz constituye su epílogo industrial en el período fordista del capitalismo. Varias
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etapas intermedias. La más importante, durante la segunda mitad del siglo XIX, fue la
racionalización de los mataderos.
Desplazamiento de los mataderos hacia fuera de los centros urbanos → síntoma de
una nueva sensibilidad y de una intolerancia creciente hacia las manifestaciones
externas de la violencia. Racionalización, comenzaban a funcionar como verdaderas
fábricas. Características de la matanza industrial: masiva y anónima, técnica e indolora,
invisible e idealmente inexistente, debe ser como si no existiera. Había una alienación
total en el trabajo, ideal del paradigma taylorista.
El funcionamiento de los campos de exterminio adoptó la estructura y los métodos de
la fábrica. La masacre industrial no se desarrollaba como una matanza de seres
humanos en el sentido tradicional sino, como una “producción de cadáveres”.
Los Sonderkommandos fueron unidades de trabajo formadas por prisioneros de los
nazis. Estos, normalmente judíos, fueron obligados a colaborar en diversas actividades
en los campos de exterminio durante el Holocausto. Primo Levi consideraba la
concepción de los Sonderkommandos como “el crimen más demoníaco del
nacionalsocialismo”: el intento de “ubicar en otros, especialmente en las víctimas, el
peso de la falta, de modo que, para aliviarlos, no les quedará siquiera la conciencia de
su inocencia”.
La administración racional
Como toda empresa, la fábrica productora de muerte contaba con una administración
racional fundada en los principios de cálculo, especialización, segmentación de las
tareas en una serie de operaciones parciales, aparentemente independientes pero
coordinadas. Los agentes de este aparato burocrático no controlaban el proceso en su
conjunto y cuando conocían su finalidad se justificaban diciendo que ellos no tenían
responsabilidad alguna, que ejecutaban órdenes o que su función era limitada y parcial
y que nada tenía que ver con lo criminal.
Weber consideró esta indiferencia moral como un rasgo constitutivo de la moderna
burocracia especializada.
Su celo en la aplicación de las medidas de persecución y del dispositivo logístico de
exterminio se refería tanto a un hábito profesional, como a una indiferencia
generalizada (BROWNING). Cita a Browning.
El proceso de exterminio halló en la burocracia su principal órgano de transmisión y de
ejecución. Este aparato burocrático tuvo un papel clave en la concreción de los
crímenes nazis y no obstaculizó nunca la radicalización carismática del régimen.
El mecanismo de la toma de decisiones en el nazismo sufrió una gran mutación
durante la guerra; se pasó de las leyes a las directivas escritas, aunque no publicadas y,
finalmente, a las órdenes dadas por vía oral. A pesar de este abandono de la
formalización legal, el nazismo necesitaba una burocracia moderna, eficaz y racional.
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En Los orígenes del totalitarismo (1951, escritos durante la guerra), Hannah Arendt
establece que el imperialismo europeo es una etapa esencial en la génesis del nazismo.
Arendt describe la política de dominación colonial del siglo XIX como una primera
síntesis entre masacre y administración, cuya forma más acabada fueron los campos
nazis. El racismo moderno (justificado en nombre de la ciencia) y la burocracia (la más
perfecta encarnación de la racionalidad occidental) nacieron separados, pero tuvieron
evoluciones paralelas, se encontraron en África: la conquista de este continente,
llevada a cabo gracias a las armas modernas y planificada por la burocracia militar y
civil, puso de manifiesto un potencial de violencia hasta ese entonces desconocido.
Arendt emplea el concepto de “masacres administrativas” que prefiguraban los
campos de exterminio nazis.
Tanto el concepto de “espacio vital” (lugar común de la cultura europea durante el
imperialismo; se invocaba esta idea para justificar los fines pangermanistas) como el
“principio de población” (teorías maltusianas para justificar el hambre en la India,
terapia de salvación contra la superpoblación) postulaban una jerarquía en el derecho
de existir que, más tarde, se transformó en una prerrogativa de las naciones, es decir,
de las “razas” dominantes.
Pangermanismo → movimiento ideológico y político partidario de la unificación de
todos los «pueblos alemanes» como Alemania y Austria, por eso lo del espacio vital,
lugar solamente de alemanes.
Las leyes nazis de Nuremberg conmovían a la Europa de los años treinta ya que
afectaban a un grupo emancipado desde hacía ya un siglo, perfectamente integrado en
la sociedad y cultura alemanas; el conjunto de las potencias coloniales ya las había
adoptado, sin embargo, como medidas normales y naturales en lo referente al mundo
no europeo. (En África occidental alemana: segregación racial más estricta).
Los trabajos que intentan esclarecer también los crímenes nazis a la luz de la cultura y
las prácticas coloniales alemanas y europeas en general son muy escasos. El acento
recae sobre las características específicas del antisemitismo nazi y no sobre su anclaje
en una teoría y una práctica de exterminio de las “razas inferiores” que eran el punto
en común de los imperialismos occidentales. Claramente se diferencia de Goldhagen.
La “extinción de las razas”
En la cultura occidental del siglo XIX, “colonialismo”, “misión civilizadora”, “derecho de
conquista” y “prácticas de exterminio” eran, a menudo, sinónimos. La literatura, tanto
de origen científico como popular, dirigida a los estratos sociales cultivados y a las
clases obreras, divulgaba el principio del derecho occidental a la dominación mundial, a
la colonización del planeta y a la sumisión, hasta la destrucción, de los pueblos salvajes.
Inglaterra victoriana → “extinción de razas inferiores”. Hacia mediados del siglo XIX,
esta idea se integró a la cultura europea como un hecho establecido que el darwinismo
se encargó de probar en el plano científico. Justificación biológica del imperialismo.
Darwin siempre compartió la visión dominante en su época de las “razas inferiores”
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Tim Mason, “La oposición obrera en la Alemania nazi”, en Taller, N 24, 2007
Autor británico.
Establece una diferencia entre resistencia política y oposición obrera, que dice que es
el resultado de la situación real de la clase obrera durante el dominio nazi, no una
diferencia que establecen los historiadores.
Resistencia política → actividades conscientes y de marcado tinte político de los
miembros de organizaciones perseguidas; actividades ilegales y conspiradoras de
grupos y personas que intentaban debilitar a la dictadura nazi o derrocarla en nombre
de la socialdemocracia, el comunismo o el movimiento sindical; actividad política
caracterizada por el rechazo total y absoluto al gobierno nacional socialista.
Oposición obrera → con ella resurgió el conflicto económico de clases en un vasto
frente después de 1936. Consiste en una lucha por los intereses económicos
fundamentales de la clase obrera; sin organización; se manifestaba a través de huelgas
espontáneas, presiones colectivas sobre las empresas o las organizaciones nazis, actos
de rebeldía contra las normas del lugar de trabajo, y de los decretos gubernamentales,
trabajo a desgano, ausentismo, excesivos pedidos de licencias por enfermedad,
manifestaciones de descontento, etc. Esta oposición se valía de las contradicciones
dentro del orden económico capitalista y de la dictadura, y al mismo tiempo las
acentuaba. Para Mason ocupaba una zona gris en los márgenes de la legalidad fascista
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La policía actuaba bajo el supuesto de que detrás de cada huelga o conflicto había un
agitador comunista, pero la evidencia muestra que rara vez era cierto. La mayoría de
las veces se encontraban con ex miembros de partidos políticos de clase obrera.
Dos aspectos claves de los orígenes y la instauración de la dictadura nazi para entender
la oposición obrera:
1) Las organizaciones del movimiento obrero fueron disueltas por la fuerza en 1933.
Fue así porque el partido nazi no había logrado socavar la lealtad de los miembros y
simpatizantes de los partidos y sindicatos de manera significativa. Por eso hubo una
destrucción física y represión rápida y fuerte. Es fundamental subrayar que un gran
número de trabajadores que participaron de la oposición de fines de la década de
1930 habían integrado o apoyado estas organizaciones obreras durante años.
2) Tanto la victoria política del nazismo sobre el movimiento obrero como los poderes
extraordinarios que lograron los patrones sobre los obreros a partir de la legislación
de 1933-34 fueron consecuencia de la crisis económica y de la falta de trabajo
generalizada. La represión contra el movimiento obrero comenzó en el mercado
laboral; el miedo generalizado a la falta de trabajo, al hambre y la miseria fue una
gran fuerza disciplinadora que se ejerció sistemáticamente sobre la clase obrera.
Durante los primeros dos años de gobierno nazi, los patrones y el partido decidían
quién conseguía empleo o lo conservaba. Pero hubo una política de rearme del
régimen.
La nueva política llevó al pleno empleo, lo cual sentó las bases para la aparición de la
oposición obrera y le proporcionó una de sus formas de expresión más evidentes. El
rearme transformó la desocupación masiva en escasez de mano de obra. El mercado
laboral estaba desregulado. Había nuevas posibilidades de acción para los obreros,
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Rotación laboral → Los obreros cambiaban de trabajo dentro del mismo sector
de la industria con el objetivo de conseguir un mejor sueldo. Esto se convirtió
en uno de los principales problemas en las fábricas.
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