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Es muy difícil realizar un análisis racional del fenómeno del nazismo. Bajo la
dirección de un líder que hablaba en tono apocalíptico de conceptos tales
como el poder o la destrucción del mundo, y de un régimen sustentado en la
repulsiva ideología del odio racial, uno de los países cultural y
económicamente más avanzados de Europa planificó la guerra, desencadenó
una conflagración mundial que se cobró las vidas de casi cincuenta millones
de personas y perpetró atrocidades —que culminaron en el asesinato masivo
y mecanizado de millones de judíos— de una naturaleza y una escala que
desafían los límites de la imaginación. La capacidad del historiador resulta
insuficiente cuando trata de explicar lo ocurrido en Auschwitz.
Para 1935, el totalitarismo impuesto por Adolfo Hitler era evidente, ya que
estableció un gobierno dictatorial rigurosamente centralizado; incendió el
Parlamento en 1933 acusando a los comunistas, encarceló y asesinó a
opositores, abolió la Constitución de Weimar, disolvió el Reichtag
(parlamento), suprimió los partidos políticos (menos el Nazi), asesinó a los
competidores –entre los cuales se destaca Ernst Röhm- dentro de su propio
partido durante “La Noche de Cuchillos Largos” (30 de junio de 1934); se
alió con grandes magnates financieros como el grupo Schroeder y Thyssen
para asegurar el poderío económico y las asociaciones obreras dejaron de
existir, en su lugar apareció un sindicato único, el Frente Alemán del
Trabajo.
Se oponía tanto al liberalismo como al comunismo y promovía un Estado fuerte que interviniera en
la economía y mantuviera un control absoluto sobre la sociedad.
Presentaba como enemigos de Alemania al marxismo y a toda forma de socialismo o anarquismo, así
como a la burguesía tradicional y a los ciudadanos de origen judío, a quienes presentaba como una
“raza inferior”, como un símbolo de usura y como parte de una conspiración global contra Alemania
(lo que suele caracterizarse como una teoría conspirativa antisemita).
El Estado nazi se organizó como un régimen represivo y policial de partido único, que anuló
libertades, persiguió a la oposición política y ejerció la violencia contra grupos sociales a los que
consideraba como enemigos de la nación: judíos, comunistas, gitanos, homosexuales, testigos de
Jehová, entre otros. Muchos de ellos fueron confinados en campos de concentración y obligados a
realizar trabajos forzados.
La política exterior del nazismo se basaba en la idea de la conquista del “espacio vital”
(Lebensraum), que se consideraba necesario para que el pueblo alemán pudiera superar sus
dificultades económicas y alcanzar el destino de grandeza al que se suponía que estaba destinado.
Para ello, se impulsó la anexión de los territorios vecinos de Europa del Este con la intención de
repoblarlos con población alemana luego de expulsar a sus pobladores tradicionales. Esta política
provocó la Segunda Guerra Mundial, específicamente tras la invasión alemana de Polonia en 1939.
Los nazis consideraban al pueblo alemán como perteneciente a la “raza aria”, a la que identificaban
como una “raza superior”, y veían a otras poblaciones como los judíos europeos (incluidos los
alemanes de origen judío) como pertenecientes a una “raza inferior”. También juzgaban la “mezcla
racial” como una amenaza contra la pureza racial del pueblo alemán. Esta ideología racista fue usada
como justificación de la violencia antijudía del nazismo y del plan de exterminio que recibió el
nombre de “solución final”.
Uno de los rasgos más característicos de ambos regímenes era la importancia que daban al líder único.
Se presentaban como personas a las que admirar y eran vistos como dirigentes que guiaban a su pueblo
con mano de hierro.
Al mismo tiempo, nazismo y fascismo recurrieron a la violencia para obtener sus objetivos:
aterrorizaban a las personas contrarias al régimen y eliminaban cualquier tipo de oposición a sus ideas.
Son totalitarios.·
Son militaristas.
· El Fascismo original no planteaba racismo, que sí es básico desde el principio para el Nazismo.·
El Fascismo, a diferencia del Nazismo, tuvo buenas relaciones en general con la Iglesia Católica.·
Desde un punto de vista militar, el Fascismo italiano fue un desastre, en cambio la maquinaria de
guerra del Nazismo alemán llegó a ser muy temida y eficaz.·
El propio partido Fascista (su élite dirigente) destituyó a su líder Mussolini cuando vio que iba
perdiendo la guerra (julio de 1943), en cambio el partido Nazi sostuvo a Hitler hasta el hundimiento
(1945), a pesar de la evidencia de su derrota milita
Además, desde el comienzo del siglo XX un fuerte sentimiento pangermanista (orientado a unir a
todos los pueblos de origen germánico en una sola nación) había anidado en las poblaciones
germanas de Europa, dentro y fuera de Alemania. Muchos anhelaban construir una nación poderosa
que los reuniera, o como el propio Hitler propuso más adelante, “un Reich que dure mil años”.
Fue así que en 1919 Hitler se unió al Partido Obrero Alemán (DAP), cuya prédica nacionalista lo
había cautivado, y pasó a ser uno de sus líderes y máximos oradores. Luego reformó el partido, que
pasó a llamarse Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), y Hitler comenzó a ser
llamado Führer e inició una carrera por conquistar el poder político.
En medio de un clima de crisis generalizada del que se culpaba a los socialdemócratas, que tenían
una presencia destacada en la República de Weimar, los nazis crearon en 1921 sus propias tropas de
choque, las SA (Sturmabteilung), también conocidas como “camisas pardas”, con las que hacían
desfiles, controlaban los mítines del partido e intimidaban a sus oponentes
En 1923, Hitler intentó dar un golpe de Estado en Munich, influido por el éxito de la Marcha sobre
Roma de Mussolini en Italia, pero fracasó y fue encarcelado. Durante sus años en la cárcel comenzó
a escribir su libro “Mi lucha”, en el que expuso sus ideas políticas y su doctrina racista.
El régimen nazi
Cuando estalló la Gran Depresión en 1929, el Partido Nazi comenzó a crecer en popularidad. Con la
ayuda de otros actores políticos como el conservador Franz von Papen, quien vio equivocadamente
en Hitler a una persona a la que podría manipular, el Partido Nazi se introdujo en el manejo del
Estado y Hitler fue nombrado canciller de Alemania en 1933, lo que le otorgó el control del poder
ejecutivo.
Pocos días después, el edificio del Reichstag (parlamento alemán) fue incendiado por un atentado y
ello motivó un decreto que abolió algunos derechos fundamentales de la Constitución y permitió que
se detuviera de forma masiva a opositores políticos. Luego se celebraron elecciones legislativas que
dieron un 44 % de los votos al nazismo y esto le permitió a Hitler conseguir la aprobación de la Ley
de Habilitación.
La Ley de Habilitación de 1933 le dio a Hitler poderes dictatoriales y le permitió en adelante
gobernar sin el control del parlamento. Poco después se prohibieron todos los partidos políticos de la
oposición.
En 1934 tuvo lugar la “noche de los cuchillos largos” (Nacht der langen Messer), en la que las SS
(tropas parapoliciales) y la Gestapo (policía secreta) asesinaron y detuvieron a dirigentes políticos
dentro y fuera del Partido Nazi, especialmente a aquellos de cuya lealtad se dudaba.
A través de esta purga, Hitler consolidó su control absoluto del partido y de todas las estructuras del
Estado. Los últimos pasos hacia la dictadura totalitaria tuvieron lugar tras la muerte del presidente
alemán Paul von Hindenburg en 1934.
Hitler convocó un plebiscito en el que propuso que las potestades del presidente se transfirieran al
canciller y obtuvo un 90 % de aprobación, por lo que Hitler pasó a concentrar todo el poder en su
persona. Poco después, inició su campaña expansionista para ampliar las fronteras del Tercer Reich,
lo que provocó el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939.
El nazismo encontró su final a comienzos de 1945, cuando el Tercer Reich alemán fue derrotado por
los ejércitos combinados de la Unión Soviética y los aliados occidentales (Estados Unidos y el Reino
Unido).
Con las tropas soviéticas a las afueras de Berlín, Hitler se suicidó en su búnker subterráneo el 30 de
abril de 1945, seguido de otros jerarcas nazis. Por otro lado, muchos altos dirigentes militares del
Tercer Reich fueron capturados y enjuiciados por un tribunal internacional en los Juicios de
Núremberg entre 1945 y 1946.