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Alemania fue uno de los países que más sufrieron la crisis de postguerra.

La derrota
militar resultó una sorpresa que nunca aceptaron, y la huida del Káiser Guillermo II
sume al Reich en el caos en un ambiente revolucionario con consejos de obreros y
soldados.

Se proclama la República de Weimar en 1918, reprimiéndose violentamente los intentos


revolucionarios de Espartaquistas (comunistas) con el asesinato de Rosa Luxemburgo y
Karl Liebknecht. Las condiciones económicas no eran mejores: se reducen los salarios,
se aumentan impuestos, se reduce el subsidio del paro, se desciende la productividad
industrial y asciende el número de parados, con una agricultura cercana al colapso.

En Alemania ya desde antes de la guerra existían importantes raíces de pensamiento


conservador-nacionalista, que oponía una concepción tradicionalista y etnicista de la
nación alemana a la modernidad cosmopolita y capitalista. Surgen así los grupos
socialistas nacionales (Jung, Stadtler), que exaltan la violencia, el antisemitismo y el
anticomunismo y defienden una comunidad nacional basada en la raza y aderezada con
fraseología anticapitalista. Deben considerarse además grupos violentos de
excombatientes como los Freikorps, empleados en la represión de la insurrección
obrera. Se difunden por tanto estas ideas entre los restos del ejército, paramilitares,
empleados profesionales y desclasados, ingresando Adolf Hitler en el Partido Obrero
Alemán (DAP) de Anton Drexler, reconvertido en el NSDAP (NationalSocialistische
como añadido) en 1920 y organizando milicias paramilitares (SA).

La base doctrinal del nazismo refleja cierto eclecticismo: Nietzsche (la voluntad de
poder, el superhombre), Gobineau y Chamberlain (racismo), Ploetz (Neodarwinismo),
Mendel (a partir del cual desarrollan teorías eugenésicas) y Haushofer (Geopolítica). El
programa del NSDAP (Gotfried Feder) en 1920 refleja algunos de sus principios
característicos: Lebensraum o espacio vital, antijudaísmo como idea fundamental y
rechazo del orden de Versalles. Los canales de financiación permiten adquirir el
periódico El Observador Popular, desde donde difunden sus ideas, y Adolf Hitler se
convierte en Führerprinzip del NSDAP en 1921. Francia ocupa el Ruhr en 1923, y el
gobierno desarrolla una política de entendimiento con las potencias occidentales,
exacerbando el ánimo de la reacción nacionalista. El primer congreso del NSDAP se
celebra en medio de rumores de golpe antirrepublicano, y en noviembre de 1923 Hitler,
Ludendorff y Röhm organizan el Putsch de la cervecería de Munich, intentando
controlar el gobierno regional de Baviera y a partir de ahí el poder en toda Alemania.

El fracaso del golpe supuso el encarcelamiento de Hitler, desde donde dicta Mein
Kampf: odio a los judíos, superioridad de la raza aria, rechazo a la lucha de clases y a la
democracia liberal. Tras su salida de la cárcel en 1924 se impone ante la división del
partido, virando hacia la legalidad (en un contexto de relativa estabilidad política y
económica), fortaleciendo el partido a nivel económico y organizativo y creándose una
nueva organización paramilitar de protección (SS). Se depura e intensifica el trabajo
propagandístico del partido, nombrándose a Goebbels como jefe del partido en Berlín.

Las consecuencias de la crisis de 1929 dieron lugar a un espectacular avance en el


apoyo popular al partido ante el empobrecimiento de la pequeña burguesía, que hasta
entonces había sido minoritario: de 12 diputados pasan a 107 en las elecciones de 1930
(la clase obrera urbana siguió apoyando al SPD y KPD y la alta burguesía a
conservadores). Hindenburg vence a Hitler por estrecho margen en las presidenciales de
1932, pero el NSDAP se convierte en la lista más votada (sin mayoría absoluta, 230
escaños). El canciller Von Papen vuelve a convocar elecciones en noviembre, con cierto
retroceso nazi, Von Schleicher es nombrado nuevo canciller e intenta gobernar sin
nazis, fracasando. Hindenburg finalmente nombra canciller a Hitler el 30 de enero de
1930, apoyado por los poderes fácticos.

En 1933 se produce el incendio del Reichstag donde los nazis culpabilizan a


comunistas, imponiéndose el estado de excepción y la persecución de los marxistas. En
un clima de violencia y represión se desarrollan nuevas elecciones, de nuevo con
victoria nazi en minoría, pero los diputados comunistas estaban proscritos y muchos de
los socialdemócratas en la cárcel, por lo que comienza el fin del parlamentarismo: Ley
de Autorización (marzo de 1933) concede poderes especiales a Hitler, se unifican
instituciones, organizaciones y se controla a la intelectualidad, acabándose con la
estructura federal de los Länder. Desaparece la presidencia del Reich, acaparando el
Führer todos los poderes. El 14 de julio de 1933 Alemania se convierte en Estado de
partido único. En diciembre la Ley de unidad entre Partido y Estado trata de resolver
problemas de solapamiento burocrático entre ambas instituciones.

El conflicto entre SA y Reichswehr (los primeros aspiraban en convertirse en el nuevo


ejército) se soluciona con la Noche de los cuchillos largos (30-6- 1934) con la
eliminación física de tropas de las SA, incluido su líder, E. Röhm. Las SA se habían
convertido en la horma en el zapato de Hitler: rivalizaban con ejército y SS y se oponían
a la política de acuerdos con la gran burguesía. En agosto de 1934 el ejército juraba
fidelidad al Führer, y en 1935 se constituye la Wehrmacht, iniciándose el rearme.

A nivel económico el nazismo se apoyó en la gran burguesía, potenciando la


concentración monopolística favoreciendo la industria de guerra, se facilita la
explotación laboral con criterios de propaganda nacionalista (Goebbels ministro para la
Educación del Pueblo y la Propaganda) y se inspira en el modelo italiano fundándose el
DAF (Frente Alemán del Trabajo), sindicato vertical. Se tiende a la autarquía, y el
rearme y las obras públicas provocan el descenso del paro. SS y GESTAPO reprimen
cualquier conato de insurrección obrera y oposición política. Se organizaría además la
represión racial, con las Leyes de Nuremberg y la Noche de los cristales rotos: 280
sinagogas son destruidas y 20.000 judíos detenidos. Los campos de concentración (ya
existentes) acabarían por transformarse en campos de exterminio. La Solución Final,
aplicada a partir de 1941, significó el asesinato de entre 5 y 7 millones de personas:
judíos, homosexuales, gitanos y opositores, condenados al trabajo esclavo para grandes
consorcios empresariales hasta la extenuación.

Las mujeres quedan completamente relegadas al papel de madres y esposas (Kïnder,


Küche, Kïrche).

conclusion

Según Parker, el apoyo a la democracia como forma de gobierno depende de la


prosperidad de un país, y el período de entreguerras marcó unas condiciones
económicas durísimas que cristalizaron en la debilidad de los regímenes liberales. El
apoyo a los fascismos entre amplios sectores sociales debe entenderse como un
lamentable ejemplo de las consecuencias del miedo irracional. Pese a la imposibilidad
de que puedan repetirse sistemas como el italiano de Mussolini o el alemán de Hitler,
sus características e influencias permanecen. Detrás de calculadas operaciones de
cosmética política los nuevos fascismos y la extrema derecha siguen manteniendo una
esencia violenta, racista y excluyente. La gran tarea de las democracias es educar en
valores democráticos y antifascistas e impedir que las circunstancias que dieron lugar al
auge fascista vuelvan a repetirse.

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