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Evans, R. (2003). La llegada del Tercer Reich. Ediciones Península. Barcelona.
paliza a cuatro funcionarios sindicales en el sótano del edificio de los sindicatos de
Duisburg el 2 de mayo. Toda la administración del movimiento sindical y sus valores se
pusieron en manos de la Organización de Células de Fábrica […]Los grupos paramilitares
habían quedado así eliminados con la misma eficacia que los partidos políticos. En el
verano de 1933 se había completado prácticamente la creación de un Estado de partido
único. Solo quedaba, como posible obstáculo para llegar al poder absoluto, Hindenburg,
un senil cero a la izquierda que no parecía tener ya voluntad propia y cuyo cargo había
quedado neutralizado por las disposiciones de la Ley de Habilitación. El Ejército había
accedido a mantenerse al margen. El medio empresarial y de las finanzas se había
sometido. El 28 de junio de 1933 Joseph Goebbels celebraba ya la destrucción de los
partidos, los sindicatos y los paramilitares y su sustitución por el monopolio del poder a
manos del Partido Nazi y sus organizaciones filiales: ≪El camino hacia el Estado total.
Nuestra revolución posee un asombroso dinamismo≫.
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Corni. (2017). Breve Historia del Nazismo (1920-1945). Alianza Editorial. Madrid.
mismo día en ese lugar o en Múnich, incluido Röhm, mientras que en Berlín, Göring y
Himmler (jefe de las SS) dirigen la represión. En total, se contabilizaron entre ciento
cincuenta y doscientas ejecuciones.
Además, Hitler aprovecha la situación para impresionar o atacar a todos los demás
oponentes. Así pues, Schleicher, su ayudante Bredow y Gregor Strasser, fueron
asesinados en sus casas. La oposición conservadora también se vio afectada: el jefe de la
Acción Católica, Klausener, fue asesinado, así como los dos colaboradores más próximos
de Papen, su secretario Bose y el periodista Jung, redactor del discurso de Marburgo,
mientras que el propio Papen fue detenido en su propia casa. Esta masacre del 30 de
junio, bautizada como «La Noche de los Cuchillos Largos» (con motivo del título de un
himno de las SA: Afilaremos nuestros largos cuchillos), provoca en toda Europa un
sentimiento de horror. Sentimiento que no comparten ni
los conservadores alemanes ni los dirigentes del ejército, quienes solo quieren recordar
de este acontecimiento la eliminación de las SA, que les satisface y alivia. El 2 de julio,
Hindenburg felicita a Hitler y a Göring por su carácter decisivo, y Blomberg, ministro de la
Reichswehr, manifiesta su reconocimiento en un orden del día en el ejército. El 1 de
agosto, víspera de la muerte de Hindenburg, el gabinete decide que las funciones de
presidente y de Canciller del Reich sean las mismas. Hitler se convierte en jefe de las
Fuerzas Armadas. Este golpe de Estado «constitucional» es ratificado por los miembros
conservadores del gabinete, del ejército, así
como por los electores, de los que un 90 por 100 votan «sí» en el plebiscito del 19 de
agosto de 1934 mediante el cual Hitler hace aprobar su dictadura.