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LA ÉTICA GLOBAL
6.1. La globalización
Para abordar el tema de la globalización es necesario distinguir entre los hechos y las
interpretaciones de los hechos.
Los hechos:
la interdependencia planetaria, entendida como un dato geológico: todos vivimos
en el mismo planeta, un gran eco-sistema en el que todos sus elementos están
interrelacionados y cuyas relaciones de causa-efecto trascienden las fronteras
políticas que son arbitrarias…
el desarrollo tecnológico que ha generado una infraestructura mundial de
comunicaciones prácticamente irreversible: transportes, internet…
las decisiones políticas “globalizadoras”, o “políticas de ajuste” (liberalización,
desregulación, privatización, anti-inflación), que tienden a modelar las instituciones
nacionales para adecuarlas a los mercados internacionales…
como resultado de los factores anteriores, el aumento en la velocidad y el volumen
de flujos financieros, mercantiles, informáticos y humanos a nivel mundial…
las transformaciones en los modos de pensar y de actuar de las personas, las
comunidades y las sociedades, que resultan del encuentro entre el impacto de todo
lo enterior y el modo como esos sujetos reciben tal impacto, es decir, el resultado
del encuentro entre las fuerzas globalizadoras y los ethos de los pueblos: de aquí
que la globalización no se viva de manera homogénea en todas partes…
Las interpretaciones de los hechos:
Dos tendencias de pensamiento, aparentemente contradictorias (los extremos se
juntan) interpretan la globalización como destino:
según la versión del neoliberalismo internacionalista, la globalización
tendería a la formación de un gran mercado mundial, a la ampliación de la
democracia a todos los países del mundo y a una homogeneización cultural
a nivel planetario, en pocas palabras: el triunfo de la modernidad y el
liberalismo occidentales, como resultado de las leyes cuasi-naturales de los
mercados (autorregulación)…
según la versión del marxismo-globalista la globalización es la última
etapa del desarrollo capitalista que culminará con la formación del
“Imperio”, es decir, la implantación del capitalismo en todo el planeta y en
cuyo proceso el imperialismo norteamericano será el medio privilegiado,
todo ello como resultado de leyes históricas predeterminadas…
la globalización como un conjunto de fenómenos con dinámicas diversas y que son
resultado de procesos históricos constituidos por decisiones humanas, inercias
sociales y elementos naturales, y que se manifiestan en todos los ámbitos de la vida
social:
en la economía: el aumento en la velocidad y el volumen de los flujos de
bienes y servicios, la interdependencia de las economías nacionales…
en la política: el surgimiento de instancias de decisión transnacionales que
debilitan los márgenes de decisión de los países…
en el derecho: la evolución del derecho internacional…
en la cultura: el choque entre las fuerzas globalizadoras y las identidades
locales…
Según esta versión, la globalización no tiende ni a la homogeneización cultural ni a la
desaparición de los Estados-nación, sino a un “capitalismo desordenado” que requiere de
regulaciones a nivel mundial…
Aunque se puede constatar una tendencia a la internacionalización del derecho, de la
política y de los movimientos sociales, se ha impuesto la globalización económica
sustentada por una ideología homogeneizante (una sola visión, un solo mundo). Este
desajuste tiene profundas consecuencias políticas, jurídicas y culturales.
En la etapa anterior del capitalismo, el Estado de bienestar logró la regulación jurídica y
política de las economías nacionales, garantizando así la soberanía de los Estados. En esta
nueva etapa, la del capitalismo globalizado, los Estados pierden soberanía frente a la
dinámica del mercado global. Sin embargo, las grandes potencias siguen teniendo un gran
margen de decisión y de imposición de sus políticas, mientras que los Estados medianos y
pequeños en el mejor de los casos pierden soberanía y en el peor quedan excluidos del
mercado (ver cuadro 31).
Así, el mundo se encuentra entre la homogeneización económica y la fragmentación
política. Tal situación genera un conflicto básico en los Estados constituido por la tensión
entre dos fuerzas: la del mercado global que se rige por la lógica de la economía y presiona
por instituciones que le permitan operar sin trabas, y la de las identidades sociales, que se
rige por la dinámica cultural y presiona por instituciones que respeten las identidades y
autonomías sociales. La lógica del mercado global tiende a homogeneizar los modos de
vida a través de la tecnología, el consumo y el lenguaje; la dinámica socio-cultural tiende a
diferenciar los modos de vida a través de las cosmovisiones, las tradiciones, las normas y
los lenguajes. La racionalidad del Estado es jurídico-politica y pretende articular igualdad y
diversidad a través de las instituciones. (ver cuadro 32).
En esta situación el desafío básico está en articular: racionalidad económica (instrumental,
centrada en el interés individual y en forma social de mercados), racionalidad jurídico-
política (normativa, movida por la necesidad de consensos y en forma social de
democracias), y racionalidad cultural (comunicativa, que busca la humanización a través de
la identidad y el sentido y toma la forma social de comunidades) en el seno de cada
sociedad (ver cuadro 33).
Las contradicciones de la globalización se pueden ver desde la perspectiva ética como
dilemas morales, es deicr, conflictos de bienes en los que es muy difícil salvar uno sin
sacrificar otros (ver cuadro 34).
Todo lo anterior plantea la urgencia de una ética global que oriente una globalización
jurídico-política que a su vez sea capaz de regular al mercado global (ver cuadro 35).
*Referencias bibliográficas:
GRAY John, Falso amanecer. Los engaños del capitalismo mundial,
Paidós, Barcelona 2000.
HARDT Michael – NEGRI Antonio, Empire, Harvard University Press,
2001.
MIRES Fernando, A propósito del Imperio de Hardt y Negri. Crítica
al marxismo-globalismo, en ALAI, América Latina en Movimiento,
2004-02-12, http://alainet.org/active/show_text.php3?key=5613
4.1. Toda construcción inicia por el momento mental de diseñar lo que se quiere construir.
La ética es un modo de pensar y de hacer las cosas, es un modo de ser y de estarse haciendo
los seres humanos. A continuación se propone un modo de pensar la ética y, más
específicamente, un modo de pensar la ética mundial.
Por lo pronto podemos afirmar que una ética mundial es necesaria por la misma razón por
la que fue necesario inventar la moral y el derecho: porque la especie humana, ante la
carencia de respuestas instintivas a sus necesidades vitales de sobrevivencia, de
convivencia y de búsqueda de sentido, tiene que inventar respuestas, un “útero” cultural
que le permita sobrevivir fuera del útero biológico y que la ha llevado a crearse tres
“atmósferas” artificiales: la tecnósfera, la logósfera y la ethósfera. Esta última son las reglas
de conducta que encontramos en cualquier agrupación humana, la ética es el proceso por el
que esas reglas se crean, se cumplen y se modifican permanentemente.
A muchos les suena utópico oír hablar de una ética mundial, y tienen razón… hablar hoy de
una ética mundial es tan utópico como haber hablado de una sociedad sin esclavos en
tiempos de Aristóteles, tan utópico como haber hablado de la soberanía del pueblo en
tiempos de Tomás de Aquino, tan utópico como haber hablado hace cien años del derecho
de las mujeres a votar, tan utópico como haber hablado hace sesenta años de una
Constitución europea, tan utópico como haber hablado en el México de los setentas del
derecho a no ser torturado, tan utópico como haber hablado hace diez o quince años en
México de una legislación que castigara el maltrato intrafamiliar, tan utópico como hablar
hoy en México de una sociedad capaz de autolegislarse…
Todos esos logros fueron alguna vez utopías y hoy son derechos humanos, eso significa que
los derechos humanos comienzan a existir cuando alguien cree que los tiene y hace pública
esa convicción.
Detrás de esta historia, o mejor, detrás de la historicidad de los derechos humanos, están
tres hechos, no tres ideas ni tres palabras, tres datos de la realidad social que solemos
confundir pero que debemos distinguir: el primer hecho es la existencia de una moral en
todos los grupos humanos, el segundo hecho es la invención del derecho a medida que los
grupos se van haciendo más numerosos y plurales, y el tercer hecho, sin el cual no se
explican los otros dos, es la existencia en los seres humanos de la capacidad de hacer moral
y derecho.
A esta tercera realidad los filósofos le llaman “autonomía”, nosotros podemos llamarle
“capacidad ética”, para insistir en que se trata del ejercicio de un poder, o de un conjunto de
poderes que constituyen una praxis. En otras palabras, el derecho y la moral existen porque
en los seres humanos existe la capacidad de hacer derecho y moral, y el término “ética” se
refiere a esa capacidad.
Pero no es tan importante qué términos utilicemos para nombrar estas tres realidades, lo
importante es que sin la ética, entendida como capacidad humana, no se explican ni la
existencia del derecho y la moral, ni su transformación y humanización a través del tiempo;
o como dice Castoriadis, sin esta capacidad no se explica la historia ni la posibilidad del
cambio social…
Hablar de ética es hablar de poder. “Poder” es el verbo que hace posible cualquier otro
verbo: poder comer, poder hablar, poder caminar, poder opinar, poder amar, poder votar,
poder darse reglas de convivencia, poder cambiarlas… en este sentido, “poder” es sinónimo
de “vida”. Y si el ejercicio del poder es una construcción social, si lo que cada quien puede
o no puede hacer es definido por las reglas de convivencia, entonces la ética, que es el
poder darse reglas, no es una alternativa al poder, sino el modo de configurar y regular el
poder.
Pero la ética no es un poder al lado de otros, la ética es el poder configurar todos los otros
poderes a través del derecho y la moral. Por eso no existe un ámbito de conducta específico
de la ética, como si existieran la conducta económica, la conducta política, la conducta
cultural “y” la conducta ética, sino que lo específico de la ética es la humanización de todas
las conductas, por eso el planteamiento de los problemas como “ética y economía”, “ética y
política” o “ética y cultura”, nos lleva a callejones sin salida que nos obligan a escoger
entre racionalidad ética y racionalidad económica, entre racionalidad ética y racionalidad
política o entre racionalidad ética y racionalidad cultural. La tarea de la ética es la de
articular racionalidades, no la de escoger entre racionalidades.
Concebida así, la ética se convierte en una cuestión de flexibilidad espiritual y mental, y
deja de ser un problema de conservadurismo y progresismo, o de izquierda y derecha;
porque se puede ser rígido y dogmático tanto en las filas del conservadurismo como en las
filas del progresismo, se puede ser rígido y dogmático de izquierda o de derecha, por eso
cuando no se entiende la ética como método, como un modo de la praxis, el vacío lo llenan
los fundamentalistas de cualquier signo.
La capacidad ética, o autonomía, esta constituida por cuatro poderes: 1) la reflexividad, o
poder distanciarse del propio mundo para criticarlo, 2) la creatividad, o poder imaginar lo
que aún no es, 3) la autonormatividad, o poder imponerse como norma lo imaginado y 4) la
practicidad, o poder vivir de acuerdo a las normas que nos hemos dado. Estos cuatro
poderes también son un dato histórico: en las historias de la humanidad ha habido y hay
seres humanos reflexivos, creativos, que se dan reglas y que cumplen las reglas que se dan.
A través de estos cuatro poderes las sociedades modelan y remodelan su propio ethos, ethos
constituido en las sociedades actuales por dos dimensiones, la jurídica y la cultural, porque
tanto el derecho como la moral encarnan valores y generan hábitos a través de las reglas
que encauzan las conductas. La ética como praxis tiene entonces dos grandes vertientes, la
de las acciones políticas, que generan derecho, y la de las acciones educativas, que generan
moral. Las demás éticas, como la de la economía, la del medio ambiente, la de la
comunicación, etcétera, se inscriben en este gran marco de la ética social o ética de las
instituciones.
Estos cuatro poderes no son algo que se añade a los seres humanos, su ejercicio es el modo
como los seres humanos sobreviven y se humanizan, son lo propio de los humanos, lo cual
significa que todos somos sujetos potenciales de la ética.
6.3. La ética mundial
La ética mundial sería todo lo anterior pensado para la familia humana, su objetivo sería la
construcción y reconstrucción permanente de un ethos mundial fraternal y justo, que como
ya vimos estaría constituido por dos vertientes, la jurídica y la cultural, y por dos tipos de
prácticas, las políticas y las educativas.
Pero ¿de dónde surge la responsabilidad, y por lo tanto la exigencia de una ética mundial?
Si la ética es respuesta ¿a qué debe responder una ética mundial? Hace casi cuarenta años
los obispos del mundo lo dijeron así:
“La interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva universalización hacen que el
bien común -esto es, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las
asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia
perfección- se universalice cada vez más, e implique por ello derechos y obligaciones que
miran a todo el género humano. Todo grupo social debe tener en cuenta las necesidades y
las legítimas aspiraciones de los demás grupos; más aún, debe tener muy en cuanta el bien
común de toda la familia humana” (CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral
sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes 26.a).
El argumento es simple: si se profundizan y universalizan las interdependencias, se
universaliza el bien común y se universalizan los derechos y las responsabilidades, lo cual
requiere a su vez la universalización de la ética.
El Parlamento de las religiones del mundo y la Comisión mundial para la cltura y el
desarrollo de la UNESCO nos ha ofrecido un primer esbozo de la dimensión educativo-
moral de un ethos mundial, otros pensadores, desde neoliberales hasta socialistas, están
proponiendo caminos para construir su dimensión político-jurídica.
*Referencias bibliográficas:
KÜNG Hans – KUSCHEL Karl-Josef (eds.), Hacia una ética mundial.
Declaración del Parlamento de las religiones del mundo, Trotta,
Madrid 1994.
Parlamento de las Religiones del Mundo-1993, Chicago
http://astro.temple.edu/~dialogue/Antho/kung.htm
Parlamento de las Religiones del Mundo-2004, Barcelona
http://www.unescocat.org/prm2004/esp/home_esp.html
*Referencias bibliográficas:
Comisión para la cultura y el desarrollo de la UNESCO
http://www.unesco.org/culture_and_development/wccd/wccd.html.
Reporte de la Comisión…
http://kvc.minbuza.nl/uk/archive/report/chapter1_intro.html:
En último término las soluciones de los grandes problemas que está planteando la
globalización, desde la regulación de los mercados globales hasta el cuidado del genoma
humano, dependerán del nivel ético de las sociedades. Mientras haya sociedades sin una
sensibilidad ética que las haga indignarse y reaccionar ante el mal y la injusticia, los
poderes hegemónicos actuales seguirán modelando el proceso de globalización para
promover sus propios intereses.
Las utopías no se originan en el mundo de las ideas, surgen de situaciones críticas que
requieren cambios sociales. No se construye primero la utopía y luego se trata de hacerla
realidad, es al revés, el proceso empieza por la carencia de soluciones a necesidades y
problemas vitales que impulsan a diseñar utopías que puedan orientar las respuestas… que
las utopías lleven a la evasión o que lleven a la transformación depende del tipo de
diagnóstico de la realidad que se elabore.
Hay dos caminos que llevan a la democracia global, el de la convicción y el del miedo.
Algunos dicen que sólo el del miedo a una catástrofe, financiera, ecológica o militar, hará
surgir la voluntad de construir una democracia global. Pero ¿cómo se mide una catástrofe?
¿por el número de muertos? En tal caso la única catástrofe “aceptable” sería la desaparición
de la especie, pero entonces ya no sería necesaria una ética mundial. Para cada uno de los
muertos en las guerras actuales la catástrofe ya llegó, pero para el resto de la humanidad
eso aún no es una catástrofe. Para cada una de las mujeres muertas en Juárez y sus familias
la catástrofe ya llegó, pero para la sociedad mexicana eso aún no es una ctástrofe. Termino
con lo mismo, el que un acontecimiento se considere o no como catástrofe depende de la
sensibilidad ética de la sociedad por lo que sin ésta no habrá ética mundial.
*Referencias bibliográficas:
AMIN Samir, El capitalismo en la era de la globalización, Paidós,
Barcelona 1999.
HELD David, La democracia y el orden global. Del Estado moderno
al gobierno cosmopolita, Paidós, Barcelona 1997.
-------- La página de Held en Internet: http://www.polity.co.uk/
RAWLS John, The Law of Peoples, en RAWLS John, Collected
Papers, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, London,
England 1999, 529-564 (en español: El derecho de gentes, en
Isegoría/16 (1997) 5-36).
TOURAINE Alain, ¿Podremos vivir juntos? La discusión pendiente:
el destino del hombre en la aldea global, FCE, Argentina 1996.