ENSOÑACIÓN, FANTASÍA Y MISTICISMO EN LA ÚLTIMA NIEBLA Y LA
AMORTAJADA DE MARÍA LUISA BOMBAL
Por Tatiana Alméciga
El mito sobre el eterno retoro, la posibilidad de trascendencia hacia lo cósmico mediante la
muerte y el deseo enajenado en la vida marital son algunas de las imágenes que acompañan la obra de la escritora chilena, María Luisa Bombal. En su escritura, la autora plantea un nuevo paradigma sobre lo femenino en las letras latinoamericanas, explicando aspectos importantes como el placer, la monotonía y la necesidad de un escape mental fantasioso o sobre natural que irrumpe en el mundo creado en las narraciones; con una notable influencia de Virginia Woolf en su forma de escribir, Bombal centra el relato en el mundo interior de las protagonistas, dando voz a sus pensamientos y deseos desde una primera persona, pero sin llegar a ser un soliloquio. La obra de Bombal es importante para el sistema literario latinoamericano, puesto que plantea una manera de escribir intimista, y va en búsqueda de la toma de palabra de la mujer hispanoamericana. Como plantea María Teresa Medeiros-Lichem (2006), en su obra La voz femenina, “la obra quiere leer la voz femenina como el resultado de la interacción dialógica de las escritoras que conforman un texto polifónico. Así, Teresa de la Parra, Clarice Lispector, Victoria Ocampo, Rosario Castellanos, Luisa Valenzuela, entre otras, parten de la resistencia a aceptar los códigos masculinos de la sexualidad y se esfuerzan en construir la perspectiva de la experiencia femenina. En este proceso, la obra de María Luisa Bombal es un escalón importante ya que por primera vez la sexualidad femenina se expresa a través del deseo y del lenguaje del cuerpo”, un cuerpo tanto real como fantasioso que busca la metáfora en el la naturaleza. Este recurso será fundamental para entender obras posteriores de autoras como Marvel Moreno y Elena Araujo. En el caso de La última niebla, una protagonista anónima busca mediante la ensoñación salir de la monotonía de una vida conyugal que la hace infeliz, creando así una realidad paralela desde la ensoñación y de este modo “lleva a cabo una trasgresión imaginaria en la que la locura es su única posibilidad para reconstruir su subjetividad. El relato gira en torno a la toma de consciencia del yo femenino y, por ello, la falta de nombre de la protagonista es un hecho relevante” (Hernán, 2015), ya que en el relato el mandato masculino, encarnado por el esposo de la mujer, busca que ella sea otra, anulando así su identidad propia y haciendo de su experiencia marital una representación teatral del deber ser del matrimonio. En esta novela corta vale la pena resaltar que la emancipación imaginaria se materializa en el cuerpo de la mujer en relación con la naturaleza. Escribe la autora en del texto: “Entre la oscuridad y la niebla vislumbro una pequeña plaza. Como en pleno campo, me apoyo extenuada contra un árbol. Mi mejilla busca la humedad de la corteza. Muy cerca, oigo una fuente desgranar una sarta de pesadas gotas”, esta descripción de elementos naturales en relación con el cuerpo de la protagonista rompe con el tono empleado en la primera parte de la narración, centrado en el monólogo interior del personaje, y configura una antesala para el clímax de la ensoñación en el acto sexual. En el argumento de la obra se notan en tensión realidad y fantasía mediante el desdibujamiento de los límites de estas en el estado mental del personaje principal, haciendo de la niebla una metáfora que refleja esta dualidad en la percepción de la mujer. Aunque esta ensoñación pueda parecer una muestra de sumisión ante la realidad que la supera, María Luisa Bastos (1986) explica que a través de la imaginación, la protagonista persigue una emancipación, la cual es alcanzada mediante la experiencia corporal del placer. Sin embargo, a pesar de ser ejemplo de una mujer que trasgrede la norma masculina del orden marital, su ensoñación fracasa en su experiencia del mundo racional real al lado de su marido, Daniel. De este modo, La última niebla se presenta como una novela que pone de manifiesto el deseo femenino de emancipación del orden social del matrimonio, mostrando como la rutina, la falta de amor y deseo hacia el otro, marchita y anula a la mujer. Sin embargo, también muestra el potencial de la imaginación femenina que experimenta mediante el cuerpo la fantasía del placer y el deseo, sentires tan reales como su matrimonio, que se ven anulados por su experiencia en el mundo real. Por otro lado en La amortajada, Bombal explora una forma distinta de narrar, que también pone en tensión la frontera entre lo real y lo fantasioso/sobrenatural, pero de un modo distinto. El recurso usado por la autora para desarrollar la historia es el cambio de focalización, esto lo consigue con un narrador omnisciente que describe la situación inicial del relato, una sala de velación, pero que va cambiando mediante analepsis que explican el pasado de la protagonista. “Es él, es él. Allí está de pie mirándola. Su presencia anula de golpe los largos años baldíos, las horas, los días, que el destino se interpuso entre ellos dos, lento oscuro y tenaz. ─Te recuerdo, te recuerdo adolescente. Recuerdo tu pupila clara, tu tez de rubio curtida por el sol de la hacienda, tu cuerpo de entonces, afilado y nervioso” (Bombal, 2021)
En el anterior fragmento se puede dar cuanta del cambio de focalización del
narrador, puesto que pasa de una tercera persona impersonal que narra extradiegéticamente la historia a un narrador personaje que interviene con un parlamento en segunda persona. Esto también introduce un nuevo elemento en el texto, ya que el manejo del tiempo es distinto a la anterior novela analizada, pues en teoría esta es una historia evanescente, ya que no pasa gran cosa en la línea temporal presente, debido a que es solo la velación de una mujer que ha fallecido; sin embargo, aquí es donde la autora introduce elemento fantástico o sobre natural en la trama, pues es Ana María, la amortajada, quien realiza el viaje desde la vida hasta la muerte completamente consciente y tiene la capacidad de ver y escuchar a quienes llegan a su velorio. En este punto se complica más la narración, ya que la llegada de cada nuevo personaje introduce una nueva línea temporal, mediante el uso de analepsis que remiten al pasado y narran los acontecimientos que le unieron en vida a Ana María. Teniendo en cuenta la estructura de la obra, que difiere mucho de la construcción de La última niebla, es importante hacer un paralelismo con ambas novelas, ya que las protagonistas tienen muchos puntos en común. El primero de ellos es su emancipación del orden patriarcal mediante el placer, pues ambos personajes se construyen como mujeres que saben reconocer su deseo y su cuerpo. Si en la primera se habla de una imaginación trasgresora, en este caso se habla de una memoria compartida entre varios personajes que reconstruye la historia de Ana María, dando lugar a una descripción de su carácter desde distintas perspectivas y, por ende, con matices y contrastes. Quien lee conoce al personaje mediante el relato discontinuo de otros sobre sus vivencias con ella y, además, a través de la narración en tercera persona de su viaje al más allá. Estos testimonios sobre la protagonista contrastan entre si y permiten ver las distintas Ana Marías que habitaron el mundo. Otro rasgo común es la introducción del elemento sobrenatural o fantasioso desde la psiquis de la protagonista. En el primer caso el imaginario de la fantasía sexual, pero en este el tránsito hacía la muerte de Ana María es narrado de forma paralela a todo lo que está sucediendo en la sala de velación y las analepsis, por lo que siempre está presente el elemento místico en la narración, además de ser el hilo conductor de la misma. Es este rasgo de la narración el que permite entender la parte final del cuento, “pero nacidas de su cuerpo, sentía una infinidad de raíces hundirse y esparcirse en la tierra como una pujante telaraña por la que subía temblando, hasta ella, la constante palpitación del universo. Y ya no deseaba sino quedarse crucificada a la tierra, sufriendo y gozando en su carne el ir y venir de lejanas, muy lejanas mareas; sintiendo crecer la hierba, emerger islas nuevas y abrirse, en otro continente la flor ignorada que no vive sino un día de eclipse. Y sintiendo aún bullir y estallar soles, y derrumbarse, quien sabe a dónde, montañas gigantes de arena” (Bombal, 2021), ya que es una descripción pormenorizada mediante metáforas con la naturaleza del morir desde un sentido místico, que remite al eterno retorno a un orden superior cósmico secularizado. De este modo, La amortajada se constituye como una novela compleja y polifónica que se compone de varias líneas temporales simultáneas entre sí, que consiguen darle dinamismo a la narración, además de abordar a la protagonista desde distintas perspectivas que la llenan de matices y humanidad, sin dejar de lado cierto sincretismo debido a su tránsito hacia la muerte. Y por último, esta es una narración que explora una voz femenina que se apropia de sus deseos en vida y que no se avergüenza de sus vivencias, que al tener una visión secularizada del mundo deja de lado las ideas de pecado y arrepentimiento para darle paso a las reflexiones de orden místico de conexión con la naturaleza trascendente. Para terminar, la narrativa de María Luisa Bombal configura personajes femeninos con voz propia que consiguen, mediante la fantasía imaginativa o sobrenatural, algún grado de emancipación sobre sus deseos. Del mismo modo, ambas novelas logran exponer de manera tajante la posición de la autora sobre los matrimonios por imposición social, dotando de humanidad a sus personajes dentro de una vida marital rutinaria sin afecto y las consecuencias que esto trae a la vida de los implicados. Por otro lado, la autora se muestra como una escritora audaz y dedicada que logro componer obras de complejidad técnica al incluir variedad de recursos estilísticos que le abren un lugar importante en el sistema literario hispanoamericano y que la ubica como antecedente e influencia de la novela escrita en español hasta la actualidad. Por último, desear que María Luisa, desde su trascendencia mística en la muerte, sepa que leerla es todo un placer.
Bibliografía
Bastos, M. L. (1986). “Relectura de La última niebla, de María Luisa Bombal”. Revista
Iberoamericana: 557-564.
Bombal, M. L. (2021). La amortajada. Barcelona: Seix Barral.
Hernán, C. S. (2015). REPRESENTACIONES CONFLICTIVAS Y SIMBOLOGÍA EN TORNO A LA FEMINIDAD EN "LA ÚLTIMA NIEBLA" Y "LA AMORTAJADA", DE MARÍA LUISA BOMBAL, Y "LA MUJER DESNUDA", DE ARMONÍA SOMERS. Hispanófila, (173):333-348. Medeiros-Lichem, Mª.T. (2006) La voz femenina en la narrativa latinoamericana, Santiago: Cuarto Propio.