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ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN:
PRIMEROS PASOS DEL
MIX DE MARKETING
Manuela Lozoya está escribiendo algo con mucho afán en un cuaderno re-
cién estrenado.
Como ella dice: “Lo que quiero es llevar una especie de diario sobre las acti-
vidades cotidianas de La Compañía Mágica”.
De hecho, así ―un diario― es como ella lo denomina: La Compañía Mágica
Cartomágica, S.L. Desarrollo diario de nuestras actividades.
En las primeras páginas, Manuela ha señalado las principales preguntas que
todos los socios se hicieron entre ellos al principio, y ha tomado muchas no-
tas sobre las respuestas más definitivas que los socios dieron (las ha escrito
al lado de cada pregunta, utilizando incluso hasta los márgenes de las hojas),
antes de decidirse a montar definitivamente la empresa.
Esencialmente, estas preguntas y sus consiguientes respuestas han sido la
base de la estrategia de La Compañía Mágica. Son las siguientes:
a) ¿En qué consiste nuestro negocio?
b) ¿Cuáles son nuestros principales factores de éxito, tanto cuantitativos
como cualitativos?
c) ¿Cuáles son los riesgos que corremos?
d) ¿Cuánto dinero necesitamos para ponerlo en marcha y para mante-
nernos unos meses con una cierta serenidad, sin agobios?
Está orgullosa por el trabajo bien hecho. Y se siente feliz cuando se lo cuenta
a sus hijos y a su marido.
―¡Un triunfo por todo lo alto! ―les dice―. Voy a ser la mejor maga del
mundo.
―De hecho ya lo eres, mamá ―le asegura, riendo, el mayor de sus hijos―.
A mí me tienes “alucinando” con la de juegos que sabes hacer. Estoy
seguro de que vuestro negocio será todo un exitazo. A ver si triunfáis
―le dice, riendo―, porque con mi carrera de Ingeniería quizá me tenéis
que hacer un huequecito con vosotros en un par de años…
Manuela está fascinada con su trabajo, aunque le preocupa un poco que Ce-
lia le haya encargado la redacción en borrador del capítulo del Plan que ha-
bla de la comunicación, porque nunca ha sabido mucho de ello, y lo aprendi-
do (a fuerza de no practicarlo) se le ha olvidado casi del todo. Va a meterse
en Internet esta misma noche, para ponerse a escribir cuanto antes. Aquí
(igual que en muchos otros órdenes de la vida), sí que el movimiento se de-
muestra andando.
Unos días más tarde, Manuela entrega a Celia unas cuantas hojas con el si-
guiente contenido:
un poco de todo ello, para que quien lea este capítulo esté informado a
fondo sobre qué es la comunicación y cuáles son sus principales facto-
res y circunstancias, así como para que los interesados sepan interpre-
tar con nitidez los conceptos fundamentales de este apartado. En este
sentido es en el que he elaborado previamente el texto algo doctrinal
(lo reconozco, pero creo que era inevitable) que te expongo a conti-
nuación.
Tú decidirás después qué incluyes en nuestro Plan de Empresa y qué
no. Pero, siguiendo tus consejos, creo que en esto de la redacción de
planes es más fácil siempre quitar que añadir. Al final, en todo caso, me
he arriesgado a darte mis sugerencias. Espero que te sirvan. Allá va-
mos.
Esta vez uno muy sencillito. Por algo mi especialidad son los niños. Sobre to-
do los de 8 a 10 años. Son ya lo suficientemente espabilados para entender
los juegos y se ilusionan mucho con ellos. Y no tienen (todavía) la malicia de
los adultos.
Yo lo llamo La Predicción Mágica, aunque sé que los magos de verdad (yo lo
seré algún día) lo llaman El Principio de Kraus, por ser este el apellido de
Alexander Kraus, su descubridor.
En mi caso, si yo les digo a los niños que el juego se llama El Principio de
Kraus se van a quedar a dos velas. Y eso no puede ser. Así que me he inven-
tado yo este otro nombre.
Espero que os guste.
―Voy a hacer antes de nada una predicción ―dice―. Voy a anotar aquí
un número y ya veremos qué pasa con él. Yo estoy seguro de que este
número es mágico.
Y, sin que el espectador vea el número que el mago anota, él escribe con ca-
racteres muy grandes el número 51 y guarda el papel debajo de una serville-
ta.
―¡Ahí te quedas, predicción! ―exclama y, después, pregunta al especta-
dor― ¿Tú sabes lo que es una predicción?
Y las suelta, de una en una, desde arriba, con los dorsos a la vista, hasta lle-
gar a la octava. Cuando llega a esta carta, la octava, la voltea y repite la ope-
ración:
―¡Una jota! ―dice ahora.
La aparta al lado del anterior ocho (siempre con la cara a la vista) e, incluso,
pregunta al espectador cuántas cartas tiene ahora que poner sobre la mesa.
El espectador le dice que al ser una jota tiene que poner once. El mago las
pone como antes y al llegar a la que hace el número once (la undécima car-
ta) la voltea y repite de nuevo la misma operación: la deja aparte con las an-
teriores (con la cara a la vista) y continúa repitiendo la misma rutina. Y así
hasta que se queda sin cartas.
Cuando ha agotado la baraja, el mago pide al espectador que sume las car-
tas que ha ido dejando apartadas, según salían, con la cara a la vista.
El espectador suma las cartas, cada una por su valor, de 1 a 13, y dice:
―¡Estas cartas suman 51!
al final de mi juego, después de todas las cosas que yo voy a hacer con
las cartas. Mira.
Y realiza el siguiente paso
Paso cuatro
―Voy a coger la primera carta que está arriba (dorsos vistos) de la bara-
ja… Pero, si quieres, puede ser la segunda o la tercera. Elige tú mismo
―le dice el mago al espectador.
Paso cinco. El espectador elige la tercera (en este ejemplo) y el mago la vol-
tea y la pone sobre la mesa. En este paso da lo mismo lo que elija, porque, fi-
nalmente, el mago la pone arriba del todo del mazo. Se le podría dar a elegir
hasta un total de diez o doce cartas porque siempre la que elija estaría arri-
ba, en la parte alta del mazo. Hay que procurar no darle a elegir una de las
cartas del set (de la agrupación, en español) que hemos hecho, claro. Hecha
esta aclaración, sigamos con el ejemplo.
―¡Un ocho! ―anuncia.
Paso seis. Y las suelta, de una en una, desde arriba (up), dorsos a la vista,
hasta llegar a la octava. Cuando llega a esta carta, la octava, la voltea y repi-
te la operación:
―¡Una jota! ―dice ahora.
La aparta al lado del anterior ocho (siempre con la cara a la vista) e, incluso,
pregunta al espectador cuántas cartas tiene ahora que poner sobre la mesa.
Es una manera de hacerle participar.
El espectador le dice que al ser una jota tiene que poner once. El mago las
pone como antes y al llegar a la que hace el número once (la undécima car-
ta) la voltea y repite de nuevo la misma operación: la deja aparte con las an-
teriores (con la cara a la vista) y continúa repitiendo la misma rutina. Así,
hasta que se queda sin cartas.
Paso siete. Cuando ha agotado la baraja, el mago (esto es muy importante
en todos los juegos) repite de forma resumida para el espectador la secuen-
cia de las cosas que se han hecho: hemos mezclado varias veces, has elegido
libremente una carta, hemos ido sacando cartas al azar, etc. Esto refuerza la
rutina y le da más consistencia mágica al juego.
Paso ocho. Una vez aquí el mago pide al espectador que sume las cartas que
él ha ido dejando apartadas según salían y que están encima de la mesa con
la cara a la vista.
El espectador suma las cartas, cada una por su valor, de 1 a 13, y dice:
―¡Estas cartas suman 51!