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Muchas personas creen que la comunicación conlleva presupuestos estratosféricos, incluso hay quien
cree que las noticias que hablan de empresas o productos, e insisto, noticias, no anuncios publicitarios,
son pagados, pero no es así. En inglés se diferencia claramente entre advertising, cuando pagas a un
medio por ubicar un anuncio, frente a publicity, es decir, envías una información, generalmente una
nota de prensa, organizas un evento, por poner un ejemplo, y el medio considera que es de interés para
sus lectores y publica toda o parte de la información. Esto no es pagado. Sin embargo, hay acciones que
sí conllevan un coste. Si organizas una rueda de prensa, si tienes un espacio adecuado en tus propias
oficinas se puede hacer ahí mismo, es decir, si hay espacio suficiente para que quepan y se sientan los
asistentes, si la oficina es céntrica y de fácil acceso, etc. Pero incluso en ese caso, al menos habrá que
ofrecer a los periodistas o bloggers algo para tomar y algo para picar, aunque sean cafés y pastas. Habrá
que entregar unos pendrives con la información, etc. Podemos dividir, por tanto, los gastos en dos
grandes grupos: por un lado, los que son de personal especializado, es decir, la agencia o el freelance si
se contrata, y por otro lado los gastos de la acción en sí. La primera partida podemos ahorrárnosla si el
equipo de la empresa o startup se encarga de todo, aunque recomiendo que esto se piense dos veces, si
las personas implicadas de la empresa nunca han hecho algo parecido a la acción que van a llevar a
cabo. Por el contrario, aunque hay bastantes acciones que conllevan gastos cero o casi, si se contrata el
servicio de asesoría de comunicación y de implantación de las acciones, obviamente esto no será gratis,
porque detrás de todo esto suele haber una serie de especialistas que nos dedicamos a ver cuál es la
información más adecuada para comunicar, de qué manera, a qué medios, contactamos con los medios,
etc. Como en el caso de cualquier profesional, este conocimiento y este trabajo tiene un precio.
También al igual que en otras muchas profesiones, ese precio es bastante variable, hay empresas que
pagan muchos miles de euros por una web, mientras que otras las tienen incluso por unos cientos,
¿verdad? Pues en el mundo de la comunicación igual. Depende de la complejidad que pides, de la
experiencia y conocimientos necesarios, de las horas de trabajo que deberá invertir el profesional o su
equipo, y por supuesto, del proveedor. No es lo mismo contratar a un freelance que a una agencia, y hay
muchos tipos de agencia con tarifas muy diversas, y otra opción, por supuesto, es que las personas que
ya están en el equipo adquieran estas funciones. Esta formación es, sin duda, un muy buen paso para
empezar. Mi consejo es que las empresas o profesionales que consideren que pueden necesitar estos
servicios pidan presupuesto a varias agencias o freelance; en función del presupuesto que tengan y de
sus necesidades. Insisto, hay proveedores de muchos tamaños y precios, también con una
profesionalidad variable como en todo, pero los hay especializados en PYMES y startups con precios y
acciones ajustados a sus necesidades y que os pueden sorprender gratamente.
Una pregunta muy lógica es si es conveniente contratar una o varias personas para que lleven la
comunicación desde dentro de la empresa o es mejor subcontratarlo. O incluso la tercera opción:
Cuando se tiene un equipo interno y también, de apoyo, equipo externo. La comunicación tiene un valor
muy estratégico en la empresa por lo que la decisión es más importante que cuando se trata de otras
funciones. Veamos, en mi opinión, cuando la empresa es bastante pequeña, no cuenta con demasiado
presupuesto y genera poco contenido para comunicar, lo mejor es tenerlo externo como tantos otros
servicios. Si es mejor trabajar con un "freelance" o con una agencia dedicada a PYMES, depende de
diversos factores, sobre todo del personal que va a necesitar trabajando para la empresa. Es decir, si con
una persona es suficiente, o necesitará un equipo, en cuyo caso es mejor que trabaje con una agencia,
pero los precios variarán, claro. Otra opción es que alguien que ya está en el equipo tenga
conocimientos y experiencia en comunicación. En este caso, lo mejor sería que esa persona adquiriese
esa nueva función a no ser que su tiempo sea más valioso realizando estas tareas, en cuyo caso
retomaríamos el debate. Cuando la empresa o entidad tiene un cierto tamaño y presupuesto, lo que
tiene que valorar es qué servicios precisa. Creo que si nunca ha hecho acciones de comunicación, puede
ser más práctico trabajar con una agencia porque la agencia sí va a saber lo que necesita y obtendrá una
consultoría que le será útil. Además, la agencia tiene la flexibilidad de poder adaptarse a las necesidades
variables de sus clientes porque lo habitual es que cuente con un equipo interdisciplinar. Con el tiempo,
cuando la cultura de la empresa tenga más asentada la comunicación como un proceso habitual y haya
visto las necesidades reales que tiene, puede decidir contratar a alguien. Ya se puede hacer una idea del
volumen de trabajo que tendrá el departamento de comunicación y qué perfil o perfiles necesita. Por
último, incluso cuando se tiene un equipo interno, es recomendable contar con proveedores externos
en situaciones concretas en las que el equipo interno no pueda abarcarlo todo. Por ejemplo, un gran
evento de la empresa o que se trate de algo en lo que el equipo no tiene experiencia como la gestión de
una crisis.
Hay empresas, sobre todo algunas nuevas y con poca experiencia, que basan su comunicación en
acciones aisladas sin ningún tipo de planificación ni análisis previo. La comunicación tiene un valor
estratégico en una compañía. Va a transmitir la imagen de la marca a los públicos, a los clientes actuales
y potenciales, a los competidores, a potenciales inversores o socios. Por eso, lo que se comunica no es
inocuo, nos puede ayudar mucho si se hace bien y perjudicar incluso más si se hace mal. Como dice la
famosa frase, se tardan 20 años en construir una reputación y cinco minutos en perderla. Por eso, a lo
largo de este curso vamos a ver cómo preparar un plan de comunicación sobre todo pensado para
pymes y start-ups pero con un modelo aplicable para prácticamente cualquier empresa.
Fijar objetivos es imprescindible para saber hacia dónde dirigir los pasos y cuál es la estrategia y las
acciones encaminadas a ello. Además, si no hemos fijado previamente los objetivos, no sabremos si los
resultados de las acciones son satisfactorios. No todo vale. Un ejemplo típico: Alguien tiene un amigo o
un familiar que trabaja en la revista X y nos saca sin cobrarnos nada. La mayoría de empresas sin
experiencia en comunicación, y algunas con ella, no lo dudan, bajo las premisas de "mejor esto que no
hacer nada" y "es gratis". No valoran si el tipo de medio es el más adecuado o si es el mejor momento
para su empresa para esa acción. Por ejemplo: ¿crees que beneficia a tu marca, que es de bisutería de
diseño para chicas jóvenes salir en una revista leída mayoritariamente por mujeres mayores de 50? Para
empezar, ahí no está tu target, y para continuar, ¿cuántas chicas van a comprarse unas joyitas que salen
en las revistas que leen sus madres o sus abuelas? ¿No estarás perjudicando a tu posicionamiento con
esta acción? Por tanto, partamos de los objetivos empresariales de negocio, intentando que sean algo
más concretos que simplemente, vender para alinear los objetivos de comunicación a estos y pensemos
cuál es la situación actual de la empresa. ¿Es una marca conocida en su área de influencia? ¿Lleva
tiempo en el sector? ¿O es nueva y no la conoce nadie? ¿Se ha renovado y quiere reposicionarse? ¿Ha
sufrido una crisis y tiene que recuperar su reputación? ¿Se dirige a un público nuevo al que quiere darse
a conocer porque tiene una nueva línea de negocio? o ¿quizás es una marca ya asentada? ¿Quieren ser
líderes en su sector? En resumen: ¿qué queremos conseguir con la comunicación de la empresa en el
próximo período de seis meses o un año? Los objetivos, para simplificar, tienen que ser SMART, que no
sólo significa inteligente en inglés, sino que es un acrónimo que se usa para describir las cinco
características que deben cumplir los objetivos. Originariamente las palabras son en inglés también,
pero en español las traduciríamos como: Específicos, Medibles, Alcanzables, Relevantes y Acotados en el
tiempo. Específicos porque tienen que ser concretos; Medibles, para poder valorar los resultados;
Alcanzables porque debemos tener en cuenta las circunstancias de la empresa y los medios que
tenemos para conseguirlos; Relevantes, porque deben ir alineados con los objetivos de negocio; y
Acotados en el tiempo, porque deben delimitarse a un período. En esta línea es importante no fijar
demasiados objetivos, porque tampoco se puede conseguir todo a la vez, hay que hacerlo paso a paso.
Lo más conveniente es fijar un par de objetivos más generales o macro objetivos, y cada uno desglosarlo
en micro objetivos más concretos. O bien, al hacer el plan anual, fijar objetivos por etapas. Pero seamos
conscientes de que la comunicación es un trabajo de día a día y lleva su tiempo. Los objetivos no se
alcanzan de un momento a otro. Y por último: con los objetivos siempre hay que ser realistas. Es mejor
superar las expectativas que no llegar.
Del mismo modo que no tiene sentido llevar a cabo acciones de comunicación a lo loco, sin tener unos
objetivos marcados, de nada sirve ponerse en marcha si no tenemos claro a quién nos dirigimos. Antes
se solía hablar de público, en singular, entendido habitualmente como los clientes. Es más correcto
hablar de públicos, en plural, o stakeholders. Según una de las definiciones más extendidas de Edward
Freeman, los stakeholders son grupos e individuos que se ven afectados positiva y/o negativamente por
las acciones corporativas. La definición es bastante amplia pero nos hace ver que tenemos que tener en
cuenta a la hora de comunicar a otras personas y grupos que no son solo los clientes. Por ejemplo, si
somos una nueva start-up y nuestro proyecto es similar a una empresa mucho más potente y ya
asentada, según los mensajes que transmitamos, nuestro competidor y líder de mercado puede no
prestarnos gran interés. O puede sentirse amenazado y tratar de eliminarnos como competencia antes
de que crezcamos. O podemos ganar o perder inversores en función de lo que digamos o no digamos.
Por tanto, para empezar, hagamos un ejercicio de brainstorming y pensemos en todos los grupos de
públicos que podemos tener en nuestro negocio para hacer un mapa de públicos. Hay muchos mapas de
públicos por internet que se pueden coger de ejemplo quitando y poniendo lo que necesitemos. Lo
habitual es incluir, por supuesto, los clientes potenciales y reales, los empleados de la compañía, la
competencia, los medios de comunicación, los líderes de opinión o influencers, los distribuidores,
proveedores, y según los casos, los sindicatos, asociaciones del sector, las administraciones públicas,
accionistas o inversores, y puede que algunos más. Sobre estos trabajaremos para decidir cuáles son
prioritarios y cuáles son los relevantes para cumplir los objetivos que hemos marcado anteriormente.
Hay que tener en cuenta que hay públicos que podemos no considerarlos prioritarios a nivel de
comunicación pero que se les puede dirigir alguna acción puntual. Por ejemplo, la relación con los
distribuidores puede que la lleve el departamento comercial, pero si se hace un nuevo acuerdo con un
mayorista o un distribuidor, podemos preparar una nota de prensa sobre el tema en concreto para
enviar a los medios de canal. Tampoco descartemos que pueda haber alguna situación anormal en la
empresa. Por ejemplo, una crisis de algún tipo, que haga que un público no prioritario pase a serlo,
como en el caso de los sindicatos si hay que hacer recortes y negociar. Bien. Al margen de situaciones
excepcionales que podemos encontrarnos, ahora ya sabemos qué queremos conseguir y a quién nos
dirigimos para lograrlo. Podemos seguir con los siguientes pasos.
Con el fin de que haya una coherencia en el conjunto de las acciones de comunicación, es importante
trabajar con mensajes clave. Estos suelen basarse en el posicionamiento de la empresa, en los objetivos
y en el público al que nos dirigimos. Si por ejemplo somos una tienda o una marca que vende joyas, los
mensajes clave deben ir dirigidos en esa línea. Podríamos utilizar como mensajes clave, por ejemplo, "X,
para la mujer moderna y actual". O "X, pensada para las mujeres que son diferentes". O "X es la marca
de joyas creada para la mujer del siglo XXI". Siendo X, por supuesto, la marca. El objetivo no es que
siempre se utilicen las mismas frases para las distintas comunicaciones, sino que estos mensajes sigan
una línea. He puesto unos cuantos ejemplos tontos y muy tópicos pero me sirven para explicar que si
tenemos claro que nos dirigimos a una mujer actual y que nuestros productos son modernos y
diferentes, debemos mantener esa línea en la comunicación. No podemos decir esto hoy y mañana, que
la mujer clásica disfrutará de nuestras joyas, a no ser que tengamos varias líneas de negocios
diferenciadas o varias marcas, en cuyo caso tendremos que hacer planes de comunicación para cada una
de ellas y los mensajes, lógicamente, serán distintos. De lo contrario, con la mayoría de productos y
servicios no podemos tratar de ir a por todos los clientes, porque entonces podemos perderlos a todos.
Si yo me considero moderna, no compraré las joyas de una marca que considero clásica, y viceversa.
Esto en realidad es una cuestión de estrategia empresarial pero la comunicación debe reflejar la
coherencia de la que he hablado al principio. En resumen, trabajemos bien unos cuantos mensajes que
nos definan como marca, como empresa, como producto o servicio, y mantengámoslo como parte de
nuestro posicionamiento cuando tengamos que explicar quiénes somos en una nota de prensa, o si nos
hacen una entrevista para la radio o la televisión, en la web, o al describirnos en las redes sociales. Es lo
que nos define y nos diferencia de los demás. Es aquello por lo que nos van a buscar y vamos a satisfacer
al cliente.
Como parte de nuestro plan de comunicación, ha llegado el momento de decidir qué acciones vamos a
desarrollar de acuerdo a la estrategia para cumplir los objetivos. En este vídeo no nos vamos a detener
en cada una de las acciones puesto que tenemos un capítulo entero dedicado a ellas pero voy a dar
algunos consejos para elegir correctamente las acciones que incluiremos en el plan. En primer lugar,
tengamos en mente a la hora de decidir las acciones los presupuestos aproximados que pueden
conllevar. Como veremos, hay acciones cuyo coste es nulo, mientras que otras necesariamente
conllevan una inversión. En el caso que nos ocupa, las pymes y las start-ups no suelen tener mucho
presupuesto para destinar a comunicación. Si este es el caso, no tendrá sentido plantear acciones que lo
requieran. En segundo lugar, distingamos las acciones regulares, es decir, las que vamos a llevar a cabo a
lo largo de todo el año, si el plan es anual, como suele ser, por ejemplo, el envío de notas de prensa, o
de productos de prueba a los periodistas, de las acciones puntuales, como la asistencia a una feria
relevante del sector o un viaje de prensa. En tercer lugar, en ocasiones es más sencillo, para pensar las
acciones, dividirlas en función de los públicos e ir público a público decidiendo qué acciones dirigidas a
cada uno de ellos nos llevarán a cumplir los objetivos. En cuarto lugar, ayuda mucho tener delante un
calendario donde se marquen los hitos o fechas señaladas por alguna razón para nuestra empresa,
aquellas que nos influyen a nivel de comunicación, claro. Pueden ser las ferias o encuentros sectoriales,
fechas importantes para la propia empresa, de lanzamiento de nuevos productos o apertura de nueva
tienda, o fechas que nos afectan, como la campaña de Navidad, que es importante para muchas
empresas. Por último, ligado con el punto anterior, es conveniente crear un calendario que incluya todas
las acciones. Es la manera de poder ver de un vistazo cómo encaja todo, si olvidamos algo si se
superponen las acciones, etcétera. Los detalles de las acciones se deben incluir en el plan, no en el
calendario.
El calendario es una herramienta muy útil que nos permite tener una visión global de lo que vamos a
hacer durante el año para planificarnos. Personalmente uso Excel. Pongo en la parte superior el año
dividido por semanas o quincenas y a la izquierda una acción por cada fila, ordenando las acciones en
bloques con lógica, agrupando las acciones con medios de comunicación por un lado, las redes sociales,
eventos, etcétera. Hay acciones que son regulares. Por ejemplo, podemos enviar mensualmente un
newsletter a nuestros clientes, pero ¿cuándo lo haremos? ¿A principios de mes, a mediados o a finales?
O enviar una nota de prensa al mes. Algunas tendrán que enviarse un día concreto, pero otras son más
flexibles. Se trata de aprovechar la planificación para elegir el momento más idóneo para las acciones
que no exijan una fecha concreta. Así, evitamos saturar a nuestros públicos y tener períodos de
inactividad y también intentamos repartir con lógica el trabajo de la persona o personas que lo lleven a
cabo. Personalmente, me gusta trabajar con claves de color tipo semáforo. Es decir, en este caso, marco
en rojo en el calendario las fechas que de ninguna manera puedo perder de vista. En otros calendarios o
checklists que hago, marco en rojo aquello a lo que debo prestar especial atención o algo que ha sido
cancelado, en amarillo si está en proceso, y en verde si ya está realizado. Pero cada uno debe buscar
aquello que le funciona. En el caso del calendario que nos ocupa, a medida que pasan los meses y vamos
realizando las acciones, podemos ir ocultando las columnas de fechas pasadas para que no molesten,
aunque sigamos teniéndolas ahí para consulta.
Medir los resultados del plan de comunicación
Cuando fijamos objetivos, utilizamos el método SMART. Es decir, deben ser específicos, medibles,
alcanzables, relevantes y acotados en el tiempo. Que cumplan estas características, nos ayudará, y
mucho, a la hora de medir los resultados de nuestras acciones. Lo recomendable es ir midiendo
regularmente para poder rectificar, en vez de darnos cuenta, al cabo de un año, de que algo no ha
funcionado. En esto también quiero tener una nota de prudencia por tres razones. En primer lugar,
muchas acciones de comunicación que llevamos a cabo son acciones a medio y largo plazo. Y los
objetivos deben serlo también. Si, por ejemplo, creamos una nueva categoría de producto. lo más
probable es que necesitemos un tiempo prudencial para que el consumidor la conozca, entienda su
utilidad, decida adquirirlo, etcétera. Los robot aspirador, por ejemplo, llegaron a España hace más de
cinco años. Sin embargo, al principio fueron vistos como un producto caro, complicado de usar y
totalmente innecesario. Necesitaron bastante tiempo para pasar de ser un producto de nicho a ser un
producto que está en muchísimos hogares hoy en día. Han necesitado mucho tiempo, realizando
acciones de comunicación, entre otro tipo de acciones para que esto cambie. En segundo lugar, el sector
o tipo de negocio en el que nos movemos es muy importante. Aquí entra en juego el ciclo de compra del
producto. Poner una azafata en un supermercado para que el público pruebe nuestro queso es normal
que tenga un resultado inmediato y totalmente medible. Sin embargo, si vendemos coches, aunque no
sea el caso, normalmente de una startup o de una PYME, el ciclo de compra será otro. Y en la medición
de resultados tendremos que tenerlo en cuenta. En tercer lugar, y relacionado también con el punto
anterior, hay acciones más fáciles de medir y otras más complicadas. Si mando una nota de prensa sobre
un nuevo modelo de coche o propongo a una revista de motor que pruebe mi nuevo modelo, es muy
probable que un porcentaje de ventas se deba a este tipo de acciones. Al lector de la prueba del coche o
del artículo le ha parecido que es el coche que busca. Se ha dirigido a un concesionario, etc. Mis
objetivos en comunicación, con acciones de este tipo, difícilmente pueden ir ligados a ventas. Porque no
podré medirlas así. Ya sé que el ejemplo del coche no es muy aplicable a una PYME, a una startup, pero
pretendo poner ejemplos muy claros para que se entiendan las ideas y luego cada uno lo pueda aplicar
en su caso particular. Otro ejemplo sencillo. Si yo lanzo una aplicación para móvil, y mando una nota de
prensa a los medios target para contar las virtudes de mi app, sí es fácil que pueda haber un pico de
descargas de la aplicación, coincidiendo con la publicación de la nota de prensa. Esto es mucho más fácil
de medir. Dicho esto, lo más práctico es ligar los objetivos con KPIs. Estos suelen asociarse al mundo
online. Pero lo cierto es que los KPIs se pueden y deben usar para medir cualquier acción tanto online
como offline. O, ¿acaso no puedo medir las visitas a mi tienda física igual que mido las visitas a mi tienda
online, por ejemplo? Habrá acciones que serán más difíciles de cuantificar, y en ese caso necesitaremos
otorgarle valores a las acciones para poder hacerlo. En el caso de las online, todo se puede medir. Pero
aquí corremos el riesgo de intentar medirlo todo. Suena contradictorio. Lo que quiero decir es que
precisamente los KPIs están para centrarse en medir y en valorar aquello que va dirigido a conseguir los
objetivos. Lo que es key, lo que es clave. Para finalizar, añadir que sólo lo que medimos podemos
valorarlo. De otra manera, difícilmente sabremos si estamos o no cumpliendo nuestros objetivos.
En este vídeo no voy a explicar cómo elaborar un presupuesto. En lo que me quiero centrar es en
destacar que, a la hora de llevar a cabo una acción, hay costes que son inevitables, otros que son
recomendables y algunos que son prescindibles. Parece obvio pero a veces, por no pararnos a pensar, o
por desconocimiento, no lo tenemos en cuenta. Esto lo digo porque cuando trabajamos con escaso
presupuesto, como suele ser el caso de las pymes y de las start-ups al principio, y además no estamos
acostumbrados a invertir en algunas cosas, podemos priorizar mal dónde invertimos. En este sentido,
nos debemos fijar, y mucho, en cómo queremos posicionarnos. Me voy a ir a un extremo con este
ejemplo para que se entienda. Si somos una start-up, ya se presupone que partimos de poco
presupuesto. Trabajamos en un co-working o una incubadora, o incluso en el garaje de nuestra casa.
Hay start-ups que nacen con mucho dinero debajo del brazo pero la imagen que se tiene de las start-ups
es otra. Los fundadores suelen ser gente joven, que viene del mundo de la tecnología, etcétera, así que
se le permitirán algunas licencias. Del mismo modo que al periodista de turno no le sorprenderá que el
fundador de la start-up vaya en zapatillas y con camiseta, tampoco lo hará que queden para una
entrevista en un co-working. Pero si lo que tienes es una joyería, aunque sea pequeña y tengas unos
pocos empleados, quedará cuando menos raro que quedes con un periodista en un bar de barrio para
hablar con él o que no vayas arreglado al encuentro. Con todo lo demás pasa lo mismo. La imagen que
queremos proyectar y en parte la que se espera de nosotros, debe ir en línea con las acciones que
llevamos a cabo, con la manera como las desarrollamos y, por tanto, con lo que invertimos en ellas. No
podemos vender lujo en un evento pobre y de mala calidad, ni hablar de tecnología y que falle el Wi-Fi.
A veces, es mejor no hacer algo que hacerlo mal.
Las acciones con medios de comunicación solían ser las propias del gabinete de prensa. Este concepto ya
ha quedado obsoleto aunque se sigue usando, y todos entendemos que, al hablar de prensa o medios
de comunicación, incluimos tanto los tradicionales, como revistas o periódicos, televisión y radio, como
los medios online, sean blogs o versiones digitales de medios offline. Algunas de las acciones habituales
con los medios son las siguientes. Envío de notas de prensa. Gestión de entrevistas con los medios.
Ruedas de prensa. Viajes de prensa. Desayuno o comidas con medios. Préstamo de productos para
pruebas. Estas acciones o no tienen coste o es muy reducido, excepto en el caso de la rueda de prensa,
que debe hacerse en un lugar adecuado. Si tenemos una sala que cumpla los requisitos en nuestra
empresa, se reducirán los costes, pero de lo contrario, es necesario alquilarla. Hay salas de hoteles que
se adaptan a la mayoría de presupuestos, de todas formas. También los viajes de prensa, dependiendo
de los desplazamientos necesarios, pueden tener un mayor coste. Debo aclarar que cuando digo que
son acciones sin coste, hablo de costes añadidos. Es decir, si la empresa cuenta con una base de datos
actualizada y adecuada de los medios, periodistas o bloggers que nos interesan, si alguien en la empresa
sabe cómo escribir una nota de prensa de manera correcta y cómo debe hacérsela llegar a los medios
para que se publique, entonces solo tendremos que invertir tiempo. De lo contrario, tendremos que
trabajar con una agencia o un freelance que tenga los conocimientos y los contactos que necesitamos.
En mi opinión, si no tenemos experiencia con este tipo de acciones, es mejor contratar a alguien que la
tenga, al menos para acciones puntuales o por un período de tiempo hasta que podamos adquirir la
experiencia o hacerlo internamente. Son acciones que, si no se hacen bien, en el mejor de los casos
estaremos desperdiciando una oportunidad, en el peor, nos puede perjudicar.
Una de las cosas más valiosas que una empresa pequeña o mediana puede ofrecer a sus públicos son los
contenidos de calidad. Y es de lo que más consumimos, por decirlo de alguna manera, todos nosotros.
Nos pasamos gran parte del día consultando información o temas que nos interesan en el móvil, el
portátil o la tablet. Para una empresa con recursos limitados hacer regalos, grandes concursos u ofrecer
fabulosos premios para atraer o retener a sus clientes es imposible. Sin embargo, crear contenidos
relacionados con su empresa, negocio o marca pero centrándose en lo que le interesa a sus públicos es
relativamente fácil. Supongamos que somos una empresa de asesoría legal y fiscal. Los autónomos o
freelance son clientes potenciales muy interesantes para nosotros. ¿Qué mejor manera de atraerles y
hacerles ver lo buenos que somos en nuestro trabajo, que elaborar contenidos que les sean útiles? En
España, sin ir más lejos, los procedimientos para darse de alta como autónomos son muy liosos, y como
además implica a diversos organismos, cada uno te explica su parte, pero ninguno te explica todo el
proceso. Lo habitual es buscar la información en internet, en blogs o webs o similares fijándote bien que
no haya cambiado la normativa de alguna manera, o consultarlo con amigos y conocidos que hayan
pasado por lo mismo. La asesoría de la que hablo tendría muy fácil crear un ebook descargable tipo:
"Cómo darte de alta como autónomo y no morir en el intento". Estoy bromeando con el título, pero si
tienen un blog donde van sacando temas interesantes para los freelance que informa de los cambios
legales, nuevas ayudas que surjan, consejos financieros para autónomos, etc. Y a eso le añaden el
incentivo de que si te das de alta para recibir los posts recibes el ebook gratis, seguramente
incrementarán notablemente el tráfico a su web, gracias a su mejoría en SEO por sus contenidos de
calidad. Aumentarán el número de suscriptores al newsletter, el tiempo de lectura de la web, las páginas
vistas y me arriesgo a decir, que el número de clientes también. Y solo tiene que dedicar tiempo a
pensar los contenidos que pueden ser interesantes para su público objetivo y a cambio tendrán una
estupenda base de datos que en poco tiempo podrán convertir en más clientes e ingresos. Cada negocio
puede aportar sus conocimientos de su propio sector a sus clientes, posicionándose como experto en lo
suyo, creando confianza con los clientes potenciales y posteriormente convirtiendo a parte de ellos en
clientes reales. Si eres electricista, habla de electricidad y cómo ahorrar energía, si eres pescadero, de
cómo seleccionar el pescado más fresco o de cómo cocinarlo, etc. Todos esos contenidos se pueden
plasmar en posts de un blog, que luego se puede convertir en newsletter, whitepapers, guías, ebooks,
casos de éxito y un largo etcétera. El content marketing ha llegado para quedarse.
Los eventos son una manera de tener un encuentro personal y cara a cara con nuestros públicos muy
ventajosos. Su principal desventaja, en la mayor parte de los casos, es que conlleva más coste que otras
acciones pero los resultados suelen merecer la pena. Los tipos de eventos que pueden organizar una
pyme o una start up son innumerables, por lo que haré un resumen de los más comunes y efectivos. Los
eventos internos destinados a los empleados pueden ser lúdicos, como una cena de empresa, para
cohesionar al equipo, con actividades de team building, profesionales, para presentar los resultados del
año que se cierra, los planes del que llega, etc. El formato es muy flexible y los gastos que conlleva
también, pero son una buena inversión. Como dice Richard Branson, fundador de Virgin, "Si cuidas de
tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes". En segundo lugar, los eventos con partners,
distribuidores o mayoristas. Estos encuentros con otras empresas sirven para cerrar o afianzar alianzas,
presentar nuevos productos o colecciones, o afianzar la empresa en el sector. Organizar mesas redondas
de temas de interés común es una buena forma de reunir a este tipo de públicos. En tercer lugar, con la
prensa, se pueden realizar muchas acciones. Es habitual convocar a los medios cuando haya algo
relevante que comunicar, como presentar nuevos productos o algún tipo de estudio o informe realizado.
Hay que tener en cuenta que para un periodista o para un blogger, desplazarse de su puesto de trabajo
e invertir al menos un par de horas en un evento de este tipo, es un esfuerzo. Así que solo debe hacerse
cuando la convocatoria este justificada, si no, es suficiente con enviar una nota de prensa. Si solo se va a
invitar a unos poco medios es mejor organizar una comida o un desayuno, es más barato y más
personal. Otra acción que se puede considerar un evento es un viaje de prensa, por ejemplo para visitar
unas instalaciones especiales que la empresa tenga en algún lugar. En cuarto lugar existen otros eventos
organizados por terceras partes a los que puede ser interesante asistir en el caso de pymes y start ups.
Hablo, por ejemplo, de las ferias, participar en una feria no es barato, sobre todo en las importantes,
pero si se le saca partido se puede aprovechar la inversión. ¿A qué me refiero con sacarle partido? A no
limitarse a poner un stand y esperar pasivamente que venga a vernos. Una feria hay que trabajársela
desde mucho antes. ¿Qué tipo de feria es? ¿Es profesional? ¿O irá mi cliente final? En función de eso,
¿qué podemos hacer? Podemos organizar reuniones con otros participantes de la feria que nos puedan
interesar como socios o para algún tipo de acuerdo. Podemos aprovechar para quedar allí con
proveedores o distribuidores, sobre todo para las ferias más importantes y las sectoriales, los
profesionales se desplazan desde todo el país, e incluso de otro países para asistir. Es una oportunidad
de tener reunidos unos pocos días, a muchas personas dispuestas a hacer negocios, y nos podemos
reunir en persona, que siempre es más productivo que hablar por teléfono o email. Cerremos esas
reuniones con antelación. También estarán los medios más interesantes para nosotros cubriendo el
evento, vamos a decirles con tiempo que estaremos allí e invitarles que vengan a vernos. Y por
supuesto, si hay cliente final, hagamos algo para atraerle, conocerle, que nos conozca, y si puede ser,
que nos deje su email de contacto a través de algún sorteo u otra acción. Si organizamos todo esto bien,
¿no nos habrá valido la pena la inversión? En quinto lugar, dependiendo de nuestro sector, habrá otros
muchos eventos más penqueños y concretos como congresos, conferencias, presentaciones, etc., en los
que puede interesarnos participar como patrocinadores, ponentes o meros asistentes. Lo más
importante para organizar un evento es planificarlo con tiempo y tener muy claros los objetivos, ¿Que
pretendemos obtener de esa acción? y ¿Que vamos a hacer para lograrlo?.
Gestión de crisis
Es imposible explicar en unos minutos cómo gestionar una crisis, pero sí he querido incluir este apartado
para que seamos conscientes que cualquier empresa, por pequeña que sea, puede sufrir una crisis. Hay
sectores especialmente sensibles, como aquellos que tienen relación con la salud pública y la
alimentación. Un restaurante, aunque tome las mejores medidas de higiene, puede recibir un alimento
contaminado o en mal estado y que sus clientes sufran una intoxicación. En una guardería o una
residencia de personas mayores, también puede pasar, y todo lo relacionado con los colectivos más
débiles es extremadamente delicado. Partamos, por tanto, de dos premisas. Que toda empresa o
entidad del tamaño que sea puede sufrir una crisis y que la mejor gestión de crisis es tenerla prevista. Yo
recomiendo contar con al menos un plan de prevención de crisis. Hagamos un ejercicio en la empresa
para pensar y poner por escrito a qué posibles situaciones de crisis nos podemos enfrentar. Cuanto más
completo sea, mejor. A partir de ahí, decidamos cuál debe ser la actuación en cada caso. Y, por
supuesto, tengamos definido a quién hay que avisar y quién debe ser el portavoz en caso de necesidad.
Portavoz que debería haber recibido una formación de portavoces con antelación para saber cómo
gestionar a los medios y hablar con ellos. En una empresa de construcción o de reformas, está claro que
puede haber un accidente, caerse un muro y que haya una desgracia. La empresa debe poner todo de su
parte en materia de seguridad y prevención de riesgos laborales para que esto no pase, pero si pasa,
intentemos que la crisis no aumente por gestionarla mal. Que no sea aún peor por unas declaraciones
desafortunadas de un empleado, por ejemplo, o porque la empresa no ha dado la cara y no se convierta
también en una crisis de reputación. Mi consejo, y esto sin atisbo de duda, es que si una empresa sufre
una crisis, debe contratar a profesionales para gestionarla. Este no es un tema para hacer pruebas si no
se tiene experiencia, porque es la imagen de la empresa la que está en juego.
Hablar con los medios de comunicación no es fácil y una empresa de un tamaño reducido no suele tener
muchas oportunidades de hacerlo. Así que la persona que se encargue de hacerlo puede no tener
mucha experiencia. Cuando se trata de encuentros digamos, amistosos, es decir, que no hay un tema
conflictivo de por medio ni una crisis la clave está en transmitir los mensajes que la empresa quiere
hacer saber. El periodista llevará sus preguntas, pero de alguna manera el portavoz tiene que ser capaz
de introducir en las respuestas sus mensajes. Además, será importante como se expresa, su lenguaje no
verbal, que vaya vestido de manera adecuada, etcétera. En situaciones de crisis, el tema es aún más
peliagudo y un portavoz inexperto puede acabar dando un titular que no quería. Una formación de
portavoces es un conocimiento que uno se lleva para toda la vida. Por supuesto es necesario practicar.
Pero el tener la base, saber, digamos la teoría de lo que debo y no debo hacer como portavoz; como
evitar elegantemente las preguntas que no queremos o podemos contestar; como prepararse antes
para una entrevista. Saber todo eso nos ayudará a enfrentarnos a la situación. Pero el portavoz no debe
ser el que habla mejor de la empresa. Debe ser el más adecuado por su cargo, su conocimiento de la
compañía o del tema a tratar y por cumplir determinadas características que debe tener un portavoz.
Por último, siempre que un portavoz va a tener un encuentro con un periodista, debe prepararlo con
anterioridad. En España no está bien visto pedirle las preguntas de la entrevista al periodista antes. Pero
no pasa nada si se le pregunta sobre qué temas va a querer hablar por si es necesario prepararse datos o
alguna información.
Los límites o las fronteras entre el marketing, la comunicación e incluso otras disciplinas, son bastante
difusos. Especialmente en pequeñas y medianas empresas y start ups en sus fases iniciales donde los
recursos de todo tipo son bastante limitados, debemos intentar ver la comunicación y el marketing
como un todo. Tenemos que decidir que acciones son las más adecuadas para cumplir los objetivos que
tengo dejando a un lado si pertenecen a una disciplina o a otra. Si lanzo una aplicación para móvil y,
siendo prácticos, lo que necesito son descargas, voy a ver cual es la mejor forma de conseguirlas. No
quiero decir que pensemos solo a corto plazo. Todo lo contrario. Porque si no, podemos conseguir el
éxito a corto plazo, pero luego hundirnos. Y las empresas se crean para que den rendimiento a medio y
largo plazo. Incluso, si tu sueño al crear una start up, es triunfar rápidamente, venderla y disfrutar tus
millones, necesitarás pensar en el medio plazo. Lo que quiero decir, es que cuanto más sepamos, cuanto
más capaces seamos de tener una visión global, mejor decidiremos lo que nos conviene hacer en cada
momento. Volviendo a ejemplo, que obviamente cada App es un mundo, no descartes hacer publicidad
en las redes sociales, ya ofrecen formatos dirigidos a conseguir descargas, te puede ir bien, pero ojo,
controla cuanto te cuesta la descarga no sea que la estés pagando a precio de oro. Si tienes presupuesto
no descartes otro tipo de publicidad ni hacer emailings a tu base de datos que puede servirte para
enviar contenidos de tu blog además de algún contenido comercial. El patrocinio no es solo para los
grandes equipos de fútbol, puedes patrocinar al equipo de baloncesto local. Y se ha puesto de moda
hablar de influencers o influenciadores. Son modas y como tales pueden pasar rápido pero a día de hoy
hay personas que tienen mucha influencia en tu sector. Pueden ser usuarios de las redes sociales como
los youtubers o pueden ser periodistas o cualquier otro perfil de persona que por alguna razón, en tu
sector, tienen un gran peso. Por tanto, piensa a lo grande aunque tengas que actuar en pequeño si las
circunstancias obligan.
A nivel de presupuestos podemos funcionar de dos maneras. La primera es tener una partida o
presupuesto asignado y valorar o calcular qué acciones de las que hemos considerado que debemos
llevar a cabo nos entrarían dentro de ese presupuesto. La segunda sería preparar nuestro plan o nuestra
acción concreta, presupuestarla y posteriormente ver si se aprueba, o no, la inversión. Personalmente
prefiero saber de qué presupuesto puedo disponer antes de desarrollar el plan o la acción para no
perder tiempo en planificar algo, buscar proveedores, etcétera y que luego el dinero disponible sea
menos y no se pueda hacer, o más y haber podido plantearlo de otra manera. Es evidente que cuanto
mayor sea la envergadura de lo que estamos preparando más diferencias puede haber en el
presupuesto y hay que ser más cuidadoso. Tampoco será lo mismo si tenemos que buscar un proveedor
nuevo, en cuyo caso siempre es recomendable pedir al menos un par de presupuestos a distintos
proveedores para comparar. El presupuesto suele ser lo último que preparamos cuando tenemos clara
la acción, pero si tenemos algo de experiencia, podremos ir haciendo un presupuesto aproximado para
hacernos una idea del nivel de gastos. Tengamos en cuenta que los proveedores muchas veces se toman
su tiempo para enviar los presupuestos. Relacionando la pregunta que titula el vídeo, ¿Qué incluir en el
presupuesto? La respuesta es fácil: Todo, absolutamente todo. E incluso reservar una partida para
imprevistos porque puede pasar algo. A mí me gusta trabajar con un checklist, en Excel, donde controlo
todo. A la izquierda, en cada fila, ponemos cada uno de los ítems que conllevan un coste por ejemplo el
alquiler de una sala, el catering, producir determinados materiales, diseñar algo, etcétera. Si estamos
preparando un plan de acciones o el presupuesto de varias acciones conjuntas lo mejor es dividir por
bloques todo lo relativo a cada acción para poder tener el presupuesto de cada acción por un lado y el
presupuesto global por otro. En la parte superior pondremos la columna de precio, proveedor, los datos
de contacto del proveedor, el estatus y una última columna con comentarios. En estatus señalamos si
nos han enviado el presupuesto o no, si hemos aprobado el presupuesto o no, etcétera. Y en la columna
de comentarios, cualquier información extra que nos sea útil. Por ejemplo, si ya hemos trabajado con
ellos y funcionan bien, si nos lo han recomendado, etcétera. Por supuesto estos checklist son totalmente
personalizables para incluir toda la información que nos sea útil para controlar todo lo relacionado con
el presupuesto de la acción o el plan.
El ROI de tu startup o pyme
El ROI o Retorno de la Inversión mide la rentabilidad económica de una inversión, es decir, en este caso
nos dirá cuánto dinero hemos generado como resultado de una acción, teniendo en cuenta lo que
hemos invertido. Como vamos a ver en la fórmula, tenemos que incluir la inversión total, por lo que si
por ejemplo lo que hemos invertido es tiempo, debemos calcular el coste por hora de nuestro tiempo y
las horas invertidas. Solo incluyendo todo lo que hemos invertido, podremos calcular realmente si la
inversión de dinero y tiempo ha merecido la pena o no. También nos sirve para poder comparar la
rentabilidad de distintas acciones dentro de un plan, y así decidir cuáles conviene repetir y cuáles
debemos descartar en el futuro. Obviamente las acciones en muchas ocasiones nos reportan otros
beneficios que son más intangibles o cuyos beneficios vemos más a largo plazo. Pero contar con algo
cuantificable como el ROI, nos ayudará mucho en la toma de decisiones. Vamos a ver la fórmula que es
sencilla: el ROI es igual al Beneficio menos la Inversión total partido de la Inversión total por 100.
Pongamos un ejemplo: si hemos calculado que la inversión que hemos hecho en una acción contando
los gastos y el tiempo invertido por parte del equipo es de 1000 euros y nos ha generado un beneficio de
2000, el ROI es igual a 2000 menos 1000 partido de 1000 por 100. Obtendremos un 100% de beneficio
sobre la inversión, dicho de otra forma: por cada euro invertido ganamos dos euros; una acción bastante
rentable desde luego. Si el ROI fuese negativo en principio lo recomendable es no repetir la acción, a no
ser que esos valores intangibles que he
mencionado, tengan un peso importante.
Seamos realistas
No podemos olvidar nunca las circustancias que tenemos como PYME o como startup. Esto implica el
presupuesto de que disponemos y los recursos humanos. Si tenemos un equipo reducido y si además
ese equipo no tiene tiempo o no tiene formación o experiencia en temas de comunicación tendríamos
que valorar qué es lo más conveniente. Podemos subcontratar el servicio igual que a menudo contamos
con gestores que nos llevan la contabilidad de la empresa. En esto, el ROI puede ayudarnos: Si hasta
ahora llevaba las redes sociales una persona de la empresa, ¿qué ROI nos ha generado? ¿Cuánto tiempo
ha invertido esa persona? ¿Qué ha dejado de hacer en ese tiempo? ¿Algún otro gasto añadido, por
ejemplo, de un diseñador? Y ¿qué beneficio nos ha generado? Comparemos si contratamos un
Community Manager Freelance ¿cuánto invertimos y qué beneficio tenemos? Quizás nos salga a cuenta.
En cualquier caso, no pretendamos abarcarlo todo. Centrémonos en lo importante: en ir avanzando
poco a poco en materia de comunicación para conseguir nuestros objetivos. Podemos obtener muchos
beneficios y creedme: El presupuesto no tiene por qué ser desorbitado. En el caso de las startups,
aunque sea complicado por la idiosincrasia de su modelo de negocio, debemos intentar ver más allá del
corto plazo y aprovechar el atractivo que hoy en día tienen este tipo de empresas para los medios.