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propagada
Para algunos puede resultar una pregunta absurda ya que nadie tiene
garantizado que simplemente por ofrecer algo, exista alguien que esté
dispuesto a comprarlo o por el contrario para otros quizá razonable el hecho
de que ningún producto se ofrece al mercado sin tener la posibilidad de ser
vendido. La idea esencial de la Ley de Say se basa en que se puede comprar
lo que previamente se ha producido, es decir que la producción precede
siempre a la compra, y que además todo lo producido acaba vendiéndose. Es
una de las leyes más importantes, y a la vez controvertida de la economía, ya
que según lo planteado es imposible que exista una situación de
sobreproducción en el mercado, debido a que cualquier aumento de la
oferta, se traducirá automáticamente en un incremento proporcional de la
demanda. Sobre esta base, se monta el edificio teórico que impidió que los
economistas clásicos hicieran referencias concretas al problema de la crisis y
de las fluctuaciones de la actividad económica.
Keynes hizo una ruptura teórica a lo propuesto por los clásicos, sostuvo que
la oferta no tiene que ser necesariamente igual a la demanda, Jean-Batiste
Say pensaba que el dinero que se obtiene se termina gastando en comprar
productos, Keynes defendía que no era cierto, que el dinero se destinaba a
otros componentes como, por ejemplo, el ahorro. La explicación se basa en la
teoría de la demanda efectiva, mediante la cual Keynes rompe con las
premisas de la Ley de Say, en la cual define dos funciones que depende del
nivel de ocupación: la función de oferta global y la función de demanda
global, la primera es una función de costos que indica el costo total de la
producción correspondiente a cada nivel de empleo, también llamado
monto del precio global de la producción, la segunda es la función de
demanda global, que representa el importe del producto que esperan recibir
los empresarios dado la ocupación de determinados hombres, de esta
manera tanto el precio de la oferta global y la demanda de la oferta global
dependen del nivel de empleo. Así para los clásicos la función de oferta
global coincide con la función de demanda global, es decir el valor de la
producción de una determinada mano de obra es igual a lo que espera recibir
el empresario dado un nivel de ocupación, desde este análisis cada vez que
se produzca un aumento en la ocupación, incrementando el valor de la oferta
global, la demanda global deberá crecer exactamente en la misma
proporción, en cuanto a la producción, cualquiera que sea su volumen nunca
quedaría sin venderse y los empresarios tendrían un incentivo para
incrementar la ocupación, de esta forma se estaría dando el pleno empleo
para los clásicos.
En la época en que el desempleo era muy elevado resultaba imposible alegar
que las decisiones racionales tomadas por los empresarios conducirían
directamente al pleno empleo, así que Una vez descartada la ley de Say la
demanda efectiva pasaría a definir para los empresarios el nivel de demanda
de trabajo. Los componentes básicos de la demanda efectiva, para Keynes,
son los niveles de demanda determinados por bienes de consumo y por
bienes de inversión así propone una teoría diferente con los siguientes
supuestos, el salario es constante debido a la rigidez contractual, en otras
palabras el salario nominal no se modificara una vez varíe el salario real ya
que el salario real no es el mejor indicador de la desutilidad marginal del
trabajo, el segundo supuesto dice que el costo de los factores es constante
por cada unidad de trabajo empleado ya que el nivel de los factores de
producción están dados a corto plazo, permitiendo demostrar que al
aumentar la ocupación, se incrementan el ingreso y a su vez el consumo,
pero el consumo no tanto como el ingreso, Keynes no considera que ambos
incrementos fueran de la misma magnitud ya que no todo lo que se recibe
como ingreso se consume, en otras palabras todo incremento en el ingreso
no se da como incremento en la demanda, así un incremento en la ocupación
hace que se aumente la oferta pero esta no se ve reflejada en la demanda y
cuando eso ocurre se está presentando el problema de la demanda efectiva,
por lo tanto de esta manera queda interrumpido lo propuesto en la ley de
Say.
De acuerdo a lo propuesto la ley de Say, implícitamente postula que siempre
habrá equilibrio en el mercado y que siempre habrá pleno empleo, ya que, si
todo lo que se produce, se vende, de esta forma los factores estarán
ocupados plenamente, pero como pretender que lo propuesto por Say se
cumpla en la realidad económica en la que nos encontramos inmersos,
donde se presentan crisis en determinadas ramas o sectores, debido a las
desproporciones que son propias de la coordinación del mercado. La ley de
Say no solo ha sido criticada por Keynes también otros autores del
pensamiento económico hicieron sus aportes, pero fue en la crisis del 29
donde Keynes demostró que la economía capitalista no necesariamente
genera niveles de demanda iguales a los de la oferta para asegurar la
consecución de los equilibrios de pleno empleo. Pensar que La ley de Say es
aplicable a la realidad, es suponer la utopía de un sistema económico alejado
del capitalismo.
Como sabemos la Ley de Say es una de las leyes más importantes y a la vez
controvertida de la ciencia económica, como toda teoría existen algunos
autores que la justifican y otros que se contraponen, en este texto se
analizara la ley de say desde la teoría keynesiana, más exactamente desde el
problema de demanda efectiva. Ley de Say: “Toda oferta crea su propia
demanda” (O=D). Pero ¿Qué hace posible la Demanda? Como sabemos el
ingreso(Y) en la economía es el que hace posible que las personas acudan al
mercado y realicen la demanda, por tanto, se podría decir que la Demanda es
igual al Ingreso D=Y. Si la Oferta es toda la cantidad de Bienes y Servicios que
se producen en la economía, es decir el PIB (Producto Interno Bruto),
llegamos a una identidad macroeconómica fundamental, donde:
Q= O= D=PIB
En consecuencia, de lo mencionado se podría decir que el bienestar y el
progreso de la sociedad o sistema económico se deberá llevar a cabo
estimulando la producción y no el consumo, pues se supone que la oferta
agregada o la producción total de bienes de la economía lleva a cuesta una
demanda agregada suficiente como para adquirir todos los bienes
producidos. Es decir, que los Ingresos que genera la venta de un producto
son suficientes para la producción y adquisición de otros bienes. De esta
forma no habrá problemas de insuficiencia de demanda o de
sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos.
Entonces, si todo lo que se produce se vende, ¿Qué sucede en la economía si
se presenta un incremento en los precios? Siguiendo la ley de Oferta si los
precios se incrementan, los productores se van a ver estimulados a producir,
ya que el producto se va a vender a un precio mayor que el anterior, pero
¿Hasta dónde va aumentar la producción y por ende el nivel de empleo en el
corto plazo? Los empresarios van a producir hasta que su capacidad instalada
se lo permita, hasta que cope el empleo total de sus factores de producción.
En otras palabras, la producción va a aumentar hasta que la oferta sea
inelástica frente a variaciones en los precios, y por ende el empleo también,
puesto que no se requiere más mano de obra porque no hay incrementos en
la producción. Para poder producir más se requiere aumentar la capacidad
instala de la empresa, se debe comprar factores de producción y para esto se
requiere un nivel alto de inversión. Este proceso es a Largo Plazo, pero hay un
problema y es que en el Largo plazo no hay garantía de que el precio sea el
mismo (alto).
Aquí vale la pena resaltar que algunas empresas requieren un nivel mayor de
inversión que otras, puesto que hay empresas que tienen un nivel más
elevado de producción y por ende unos costos mayores, por ejemplo, la
empresa Bavaría, Alpina, las empresas automotrices, entre otras, presentan
unos costes fijos de producción muy elevados y por ende requieren de un
nivel muy alto de inversión, y por ende las posibilidades de obtener pérdidas
en el largo plazo son mayores. Si se supone que los precios de estos bienes
aumentan, siguiendo la ley de oferta, estas empresas querrán aumentar su
producción, pero como se dijo solo producirán hasta que su capacidad
instalada se lo permita, por ende si quieren producir más deberán comprar
más factores de producción, deberá comprar más bienes de capital, lo cual es
un proceso de largo plazo, pues estos bienes se deben importar y en algunos
casos fabricar, y por ende puede darse la posibilidad de que cuando ya se
haya aumentado el equipo productivo, el precio ya no sea el mismo, sea
menor, incurriendo de esta manera en grandes pérdidas.
Esto por el lado de la Oferta, en cuanto a la Demanda, siguiendo la Ley de Say
se supone que esta está respondiendo a esos incrementos en la producción,
por tanto, la Demanda aumentara hasta el punto en el que se iguale con la
nueva oferta, que como se dijo es inelástica.
Frente a esto Keynes en su libro la Teoría General de la Ocupación el Interés y
el Dinero, logra demostrar que la Ley de Say no se cumple, que no toda
oferta crea su propia demanda. Keynes es un gran crítico de los postulados
clásicos, para él, el salario nominal es constante por unidad de trabajo
empleado, los trabajadores no fijan su salario real (WR) cuando fijan el
salario nominal (WN), como lo plantean los clásicos (WR=WN), porque los
salarios nominales quedan pactados en contratos laborales los cuales son
rígidos. Por lo que el salario nominal del trabajador no varía frente a
variaciones en los precios (Tipo de cambio).
Cabe resaltar aquí que para Keynes el Costo de todos los factores de
producción son constantes, es decir no hay cambio técnico, por tanto, el
modelo Keynesiano dado este tipo de supuestos es un modelo de corte
estático, porque si se incorporara el modelo técnico sería un modelo
dinámico (cambia en el Tiempo). Teniendo en cuenta lo anterior, Keynes
plantea que si el nivel de ocupación aumenta (Debido a un incremento en la
Oferta), aumentan los ingresos en la economía, y por ende si aumentan los
ingresos en la economía también aumentara el consumo, pero no tanto
como el Ingreso. Rompiendo así la condición de equilibrio (Q=O=D=Y), la
Oferta aumento al igual que la demanda, pero esta aumenta menos.
Lo que Keynes nos evidencia aquí es que existe en la economía un problema
de Demanda, básicamente un problema de DEMANDA EFECTIVA (hay
insuficiencia), demostrando de esta manera que no toda oferta crea su
propia demanda.
Entonces, al aumentar la oferta, el nivel de ocupación también aumenta, lo
que significa que el precio global de la producción se incrementó, por tanto,
se podría concluir que para mantener el equilibrio este precio global debe ser
igual a lo que empresario espera recibir por esa producción. Entonces para
que las expectativas del empresario se cumplan y se mantenga la condición
de equilibrio el aumento en los ingresos debe ser exactamente iguales al
monto en que aumento la producción, de tal manera que ese incremento en
el ingreso logre absorber ese excedente de la producción que se ha
generado, si esta condición no se cumple en la economía se presentara un
problema de demanda efectiva. Esto nos demuestra la importancia del
ingreso (Salario) que perciben los trabajadores, pues este va mucho más allá
de la necesidad de servir de sustento a las familias. La economía de un país
funciona con este ingreso y por ende su variación afectan al individuo, las
empresas y al desarrollo del país. Es decir que el progreso de la sociedad no
solo se llevara a cabo estimulando la producción, sino también el consumo, a
través del Ingreso.
Cuando ocurrió la gran depresión en (1929-1939), la ley de say (toda oferta
crea su propia demanda) era la teoría dominante en la ciencia económica y
se creía que las crisis eran imposibles, pero con la crisis llego la gran
revolución de la economía. Con la llegada de la teoría general en (1936)
significó la derrota de la Ley de Say y ayudó a abrir una nueva época del
capitalismo en la cual la política económica keynesiana, que promovía el
pleno gempleo, se combinó con el desarrollo de los Estados de Bienestar, que
redistribuyeron masivamente el ingreso mediante tasas impositivas
progresivas y muy elevadas a los ingresos altos para financiar servicios
sociales públicos gratuitos por parte del estado.
Keynes atacó la Ley de Say sosteniendo que la economía moderna tiende a
generar pleno empleo (todo desempleo observado es friccional), porque: “las
tasas de salarios se ajustan de tal manera que estados diferentes de la
demanda de mano de obra, una vez establecidos, tienden a asociarse con
promedios similares de tasas de desocupación la desocupación que existe en
cualquier momento se debe totalmente al hecho de que ante cambios en las
condiciones de la demanda las resistencias friccionales impiden que se hagan
los ajustes apropiados en los salarios en forma instantánea”. (Pigou, “Theory
of Unemployment”, 1933, citado en “Guía de Keynes”, p. 27.)
Keynes sostuvo que los trabajadores son renuentes a aceptar reducciones en
sus salarios nominales, pero además mostró que su baja generalizada en
lugar de llevar a un aumento de la ocupación, llevaría a su disminución
porque, al bajar el ingreso de todos los asalariados, disminuiría el consumo y,
por tanto, caería la demanda de trabajadores que producen los bienes de
consumo.
También mostro que la variable principal en la determinación de la ocupación
no es el nivel salarial sino la demanda efectiva (suma del consumo, C, y la
inversión, I). La demanda de trabajo es una demanda derivada de las
decisiones de producción e inversión y no depende centralmente del nivel de
los salarios. Por tanto, el salario deja de ser el precio cuyas fluctuaciones
equilibran oferta y demanda de trabajo. La intersección entre la función de
oferta global (el valor de toda la producción) y la demanda efectiva (C+I) es la
que determina el nivel de ocupación.
Finalmente, la Ley de Say fue derrotada por Keynes demostrando con sus
teorías que el capitalismo no se autorregula, que las empresas no demandan
más trabajo cuanto más baratos se venden los trabajadores, sino cuanto más
les requiere el mercado de aquello que producen. Por tanto, la relación
inversa entre demanda de trabajo y salario real de la teoría neoclásica parece
completamente alejada de estos resultados”. (“Macroeconomía para el
desarrollo. Teoría de la inexistencia del mercado de trabajo”, Mc Graw Hill,
2001, p. 67).
John Maynard Keynes en la Teoría General dijo esto sobre la ley de Say:
“Desde la época de Say y Ricardo, los economistas clásicos han enseñado que
la oferta crea su propia demanda, es decir, en un sentido significativo, pero
no claramente definido, de que la totalidad de los costos de producción
deben necesariamente gastarse en el agregado, directa o indirectamente, al
comprar el producto…. Como corolario de la misma doctrina, se ha supuesto
que cualquier acto individual de abstención del consumo conduce
necesariamente a, y equivale a, hacer que el trabajo y las mercancías así
liberados del suministro de consumo se inviertan en la producción de capital.
riqueza” (Keynes 1936: p. 18-19).
La observación de Keynes sobre los economistas clásicos es correcta (Baumol
1999: p. 200). Por ejemplo, Adam Smith sostuvo estas ideas:
“En todos los países donde existe una seguridad tolerable, todo hombre de
entendimiento común se esforzará por emplear cualquier valor que pueda
obtener para obtener el disfrute presente o el beneficio futuro. Si se emplea
para procurar el disfrute presente, es una reserva reservada para el consumo
inmediato. Si se emplea en la obtención de beneficios futuros, debe
conseguirlos, ya sea quedándose con él o saliendo de él. En un caso es fijo, en
el otro es capital circulante. Un hombre debe estar completamente loco que,
donde hay una seguridad tolerable, no emplea todas las acciones que posee,
ya sean propias o prestadas de otras personas, de una u otra de esas tres
formas". (Smith 1811: p. 198)
“Lo que se ahorra anualmente se consume con tanta regularidad como lo que
se gasta anualmente, y casi en el mismo tiempo también; pero es consumido
por un grupo diferente de personas. La parte de sus ingresos que un hombre
rico gasta anualmente es, en la mayoría de los casos, consumida por
huéspedes ociosos y sirvientes humildes, que no dejan nada a cambio de su
consumo. La parte que ahorra anualmente, ya que en aras de la ganancia se
emplea inmediatamente como capital, se consume de la misma manera, y
casi al mismo tiempo también, pero por un grupo diferente de personas, por
obreros, fabricantes, y artesanos, que reproducen con lucro el valor de su
consumo anual. Suponemos que sus ingresos se le pagan en dinero. Si
hubiera gastado todo, la comida, la ropa y el alojamiento, que el conjunto
podría haber comprado, se habría distribuido entre el grupo anterior de
personas. Al ahorrar una parte de ella, ya que esa parte es en aras de la
ganancia inmediatamente empleada como capital, ya sea por él mismo o por
otra persona, la comida, la ropa y el alojamiento que se pueden comprar con
ella, se reservan necesariamente para el último. El consumo es el mismo,
pero los consumidores son diferentes” (Smith 1811: p. 240).
Sin embargo, la visión general de Say y de los economistas clásicos del siglo
XIX parecía ser que podrían producirse recesiones y desempleo involuntario,
pero principalmente por desequilibrios sectoriales (aunque Hollander
sostiene que Say y Mill vislumbraron que podrían estar involucradas fallas de
la demanda agregada), y que La ley de los mercados de Say fue el mecanismo
mediante el cual se restableció rápidamente el equilibrio en una economía de
libre mercado (Kates 1998: p. 14).
Entonces, ¿qué prueba todo esto? ¿La ley de los mercados de That Say es
cierta? Difícilmente.
De hecho, Keynes todavía refutaba la versión de la ley de Say en J. S. Mill y
Marshall, incluso si no entendían a Say correctamente.
Y un examen cuidadoso de los escritos de Say bajo demanda y producción
muestra que su razonamiento es profundamente defectuoso. Un buen punto
de partida es este pasaje del Catecismo de Economía Política de Say (1816: p.
103-105):
Por dos motivos que son: 1º. La utilidad del producto, es decir, la necesidad
que el consumidor tiene de él: —2º. La cantidad de otros productos que
puede dar a cambio.
No.
Que cuanto más producen los compradores, más tienen para comprar, y que
las producciones de uno procuran compradores al otro.
“El dinero cumple sólo una función momentánea en ... el doble intercambio;
y cuando la transacción finalmente se cierra, siempre se encontrará que un
tipo de mercancía ha sido intercambiada por otra” (Say 1832: p. 134).
“(1) Los pagos totales de factores recibidos por producir un volumen (o valor)
dado de producción son necesariamente suficientes para comprar ese
volumen (o valor) de producción [una idea en James Mill].
(5) Una mayor tasa de ahorro provocará una mayor tasa de crecimiento
posterior en la producción agregada [James Mill y Adam Smith].
Los neoclásicos pensaban que solo los bienes y servicios producibles pueden
proporcionar utilidad. Pero el dinero puede tener utilidad por cuenta propia.
También pueden hacerlo los activos financieros líquidos. La visión neoclásica
era que el dinero no tiene utilidad, solo valor de cambio. La opinión austriaca
también parece ser que el dinero no tiene ninguna utilidad excepto lo que se
puede obtener a cambio de él. La idea de que el dinero no tiene utilidad en sí
mismo es parte de los tres axiomas neoclásicos fundamentales que Keynes
rechazó. Los siguientes tres axiomas fundamentales son la base de la
economía neoclásica y de la ley de Say:
(1) el axioma del dinero neutral (es decir, tener dinero por sí solo no
proporciona utilidad),
(2) el axioma de sustitución bruta, y
(3) el axioma ergódico.
Si uno asume estos axiomas falsos, entonces creerá que la “función de
demanda agregada es la misma que la función de oferta agregada” (Davidson
2002: p. 43). La economía keynesiana requiere el rechazo de estos axiomas.
En un mundo fundamentalmente incierto, tiene el problema de enfrentar
una posible falta de liquidez en el futuro (es decir, falta de dinero). Ésta es la
razón por la que a muchas personas les gusta retener dinero, y precisamente
por qué el dinero tiene utilidad y, de hecho, a menudo tiene una gran
utilidad.
Además, Keynes en la Teoría General señaló el punto fundamental de que el
dinero fiduciario e incluso el dinero mercantil tienen propiedades especiales:
“...el dinero tiene, tanto en el largo como en el corto período, una elasticidad
de producción cero, o en todo caso muy pequeña, en lo que respecta al
poder de la empresa privada, a diferencia de la autoridad monetaria;
producción significa, en este contexto, la respuesta de la cantidad de trabajo
aplicada a producirlo a un aumento en la cantidad de trabajo que una unidad
de él mandará. Es decir, el dinero no se puede producir fácilmente; los
empresarios no pueden utilizar el trabajo a voluntad para producir dinero en
cantidades crecientes a medida que aumenta su precio en términos de
unidad de salario. En el caso de una moneda administrada inconvertible, esta
condición se cumple estrictamente. Pero en el caso de una moneda de
patrón oro también es aproximadamente así, en el sentido de que la máxima
adición proporcional a la cantidad de trabajo que puede emplearse de este
modo es muy pequeña, excepto en un país en el que la minería de oro es el
factor principal. Industria mayor.
Ahora bien, en el caso de los activos que tienen una elasticidad de
producción, la razón por la que asumimos que su propia tasa de interés
disminuirá fue porque asumimos que el stock de ellos aumentaría como
resultado de una tasa de producción más alta. En el caso del dinero, sin
embargo, posponiendo, por el momento, nuestra consideración de los
efectos de reducir la unidad de salario o de un aumento deliberado de su
oferta por parte de la autoridad monetaria, la oferta es fija. Así, la
característica de que el trabajo no puede producir dinero fácilmente da de
inmediato una presunción prima facie para la opinión de que su propia tasa
de interés será relativamente reacia a caer; mientras que si el dinero pudiera
cultivarse como un cultivo o fabricarse como un automóvil, las depresiones
se evitarían o mitigarían porque, si el precio de otros activos tendiera a bajar
en términos de dinero, se desviaría más trabajo hacia la producción de
dinero. ; —Como vemos que es el caso en los países mineros de oro, aunque
para el mundo en su conjunto la desviación máxima de esta manera es casi
insignificante” (Keynes 1936: p. 230-231).
El dinero tiene una elasticidad de producción nula o muy pequeña. Esto
significa que un aumento en la demanda de dinero y un "precio" en aumento
del dinero (es decir, un aumento en su poder adquisitivo) no conducirán a
que las empresas "produzcan" dinero mediante la contratación de
trabajadores.
(2) Como hemos visto, incluso cuando las personas tienen dinero, ya sea
como individuos o como ahorros en instituciones financieras, no todo el
dinero se invertirá en la producción de productos básicos producibles (=
bienes y servicios). El dinero se puede utilizar para especular sobre los
precios de los activos. Los nuevos ahorros o un aumento en los ahorros se
pueden desviar a la compra de activos financieros (o activos reales) y el
dinero utilizado para comprar dichos activos fluye luego a otros
especuladores, que compran nuevos activos financieros o mantienen el
dinero inactivo en el proceso de usarlo en mayor especulación sobre los
activos. Por tanto, existe una "demanda especulativa" de dinero que puede
subir o bajar.
Una vez que se demuestra que las proposiciones (2) y (3) de la ley de Say son
falsas, las proposiciones (4) y (5) colapsan por completo, y la idea de que la
oferta es igual a la demanda ex post no puede ser posible.
Por todas estas razones, las fallas de la demanda agregada pueden provocar
recesiones, siempre que la demanda agregada no alcance la oferta. El
equilibrio no se producirá y no es necesariamente una condición de los
mercados libres. La ley de Say es un MITO.
Aquí hay una pregunta sobre si Jean Baptiste Say alguna vez expresó su "ley
de los mercados" como Identidad de Say. Esto se complica por el hecho de
que hubo más de una edición de su Tratado de Economía Política. La segunda
edición del Tratado de Economía Política se publicó en 1814 y tiene una
versión revisada de la ley de Say (Baumol 1977: p. 147), mientras que en la
primera edición la ley de los mercados no es tan completa. Fue solo en la
segunda edición del Tratado de Economía Política (1814) que la discusión de
Say es identificable como una "forma de un tipo de igualdad de Say, es decir,
la oferta y la demanda siempre son equiparadas por un mecanismo de
equilibrio rápido y poderoso" (Baumol 1977: p. 159). De hecho, Jean Baptiste
Say incluso criticó a Ricardo por utilizar una versión de la ley de los mercados
que reconoceríamos como la identidad de Say (Blaug 1996: p. 150). La
segunda versión de la ley de los mercados, la igualdad de Say, es obviamente
una versión mucho más débil de ella, ya que admite la posibilidad de fallas a
corto plazo de la demanda agregada, incluso si se niega una desigualdad a
largo plazo entre la oferta y la demanda agregadas.
Un pasaje relevante de Jean Baptiste Say sobre este tema aparece en una de
sus cartas a Malthus:
“(1) Los pagos totales de factores recibidos por producir un volumen (o valor)
dado de producción son necesariamente suficientes para comprar ese
volumen (o valor) de producción [una idea en James Mill].
(2) No hay pérdida de poder adquisitivo en ninguna parte de la economía. La
gente ahorra sólo en la medida de su deseo de invertir y no retiene dinero
más allá de sus transacciones durante el período actual [James Mill y Adam
Smith].
(5) Una mayor tasa de ahorro provocará una mayor tasa de crecimiento
posterior en la producción agregada [James Mill y Adam Smith].
¿La proposición (1) - que los "pagos totales de factores recibidos por producir
un volumen (o valor) de producción dado son necesariamente suficientes
para comprar ese volumen (o valor) de producción" - significa el total de
pagos de factores recibidos antes de la venta de un dado volumen (o valor)
de producción?
O se supone que los “pagos totales de factores” incluyen la ganancia que
fluye a los propietarios de capital después de la venta, de modo que los
“pagos totales de factores” consisten en lo siguiente:
(3) todos los pagos de factores a los propietarios de bienes alquilados (por
ejemplo, alquiler de tierras o propiedades).
*Otra cuestión es: ¿son los préstamos de dinero y los intereses sobre los
préstamos de dinero un costo adicional de producción?
En otras palabras, la pregunta es: ¿cómo definieron los economistas clásicos
la ganancia? ¿Está incluida en la ley de Say?
(1) si los pagos totales a los factores son pagos ex ante y ex post (antes y
después de las ventas reales), entonces la ley de Say incluye las ganancias
como un pago de los factores y requiere (i) equilibrio total en los mercados
de productos o (ii) una Tendencia poco realista al equilibrio general en el
mundo real donde el valor agregado de las pérdidas de los productos
vendidos es igual al valor agregado de las ganancias, o
(2) si los pagos totales a los factores son pagos ex ante (antes de las ventas)
solamente, entonces no hay razón por la cual los pagos totales a los factores
sean necesarios para comprar el volumen agregado de producción si la
mayoría de las industrias obtienen ganancias cobrando precios por encima de
los costos de producción, Una vez más, se asume una tendencia
tremendamente poco realista al equilibrio general en el mundo real, donde el
valor agregado de las pérdidas es igual al valor agregado de las ganancias.
Por supuesto, esto es antes de llegar a los puntos obvios.
(3) que tenemos un sistema monetario endógeno que genera nuevo dinero
crediticio y nuevos gastos además de los pagos totales de factores recibidos,
y
(4) que las personas gastaron ingresos monetarios en (i) activos de segunda
mano, activos reales y (ii) activos financieros en los mercados secundarios, así
como en productos básicos recién producidos.
De modo que no hay ninguna razón empírica ni lógicamente necesaria para
pensar que la ley de Say alguna vez se mantendrá en el mundo real.
3. Falacia de la agregación:
Keynes señaló que la principal falacia de la Ley de Say era que los principios
que se aplican a una empresa o industria individual también pueden aplicarse
a la economía en su conjunto. Keynes hizo hincapié en que era demasiado
para la Ley de Say asumir que el análisis microeconómico podría aplicarse de
manera rentable en consideraciones macroeconómicas.
4. Confianza fuera de lugar en la efectividad de los recortes salariales:
9. Ilusión de dinero:
BIBLIOGRAFÍA
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