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Ruptura con el dogma clásico

Keynes refutaba la teoría clásica de acuerdo a la cual la economía, regulada por sí sola,
tiende automáticamente al pleno uso de los factores productivos o medios de producción
(incluyendo el capital y trabajo). Keynes postuló que el equilibrio al que teóricamente tiende el
libre mercado, depende de otros factores y no conlleva necesariamente al pleno empleo de
los medios de producción, es decir, que los postulados básicos de Smith ( tal como fueron
formalizados por Say) dependen de una premisa que no es necesariamente correcta o
"general". Así Keynes postuló que la posición de Smith, Say o Ricardo, sobre el equilibrio de
la oferta y la demanda, sería correspondiente a un caso "especial" o excepcional, en tanto que
la teoría debería referirse al proceso "general" y a los factores que determinan la tasa de
empleo en la realidad. en consecuencia llamó a su proposición "Teoría general".

En términos no técnicos, el liberalismo económico clásico supone que cuando se produce un


bien se han producido también los medios para su compra (en la medida en que para
producirlo se ha gastado dinero, ya sea en inversiones de capital, compra de materias primas,
sueldos, etc.). En esa situación lo racional es comprar (dado que mantener dineros sin uso no
produce beneficios. En todo caso, el posible ahorro de algunos es equilibrado por el
endeudamiento de algún otro). Sigue además que para fomentar crecimiento económico hay
que fomentar la producción: a más producción, más dinero, más compras, etc. Así, en el largo
plazo, no solo todo lo que se produce es lo mismo que todo lo que se compra sino que todos
están interesados en que el sistema funcione a máxima capacidad (se logra un equilibrio entre
la producción y la demanda agregada que tiende al máximo uso de los recursos, incluyendo el
pleno empleo).

Keynes invierte la Ley de Say. Para él no es la producción la que determina la demanda sino
la demanda la que determina la producción. (ver Teoría general sobre el empleo el interés y el
dinero, caps 1, 2, 3, etc). Esto porque los empresarios -o quienes intentan serlo- invierten
sobre la base de una percepción central: la diferencia entre la tasa de interés y la tasa de
ganancia. A mayor diferencia en favor de la última, más posible es que se invierta. Pero esa
tasa de ganancia depende de la demanda. Mientras tanto, los consumidores consumen o
“ahorran” (defieren consumo) no sólo cuando la tasa de interés sube, sino también en relación
a la percepción de la evolución futura tanto de sus ingresos como de los precios de bienes de
consumo, etc. Se establece así una relación compleja. Keynes aduce que el problema
comienza cuando contemplamos el circuito económico en su conjunto (lo que introduce la
macroeconomía). Sucede que las decisiones acerca del ahorro y las acerca de inversiones
son hechas por diferentes personas y, posiblemente, en momentos diferentes. Sigue con que
no hay necesidad de que esas decisiones tengan que coincidir, de hecho, históricamente, se
puede ver que, a diferencia de lo postulado por Smith, Say y otros, esas variables no
convergen a una situación de estabilidad o equilibrio económico -situación que se transforma
en el caso especial en el cual las inversiones igualan a los ahorros en una situación de
expansión de producción y precios relativamente altos en relación al salario medio, pero con
tendencia a la deflación. De hecho, Keynes va tan lejos como sugerir que la situación tiende
-dado una serie de factores, entre los cuales el principal es una tasa de interés excesiva- a
oscilar alrededor de un punto en el cual los recursos no son utilizados efectiva o plenamente,
ya que tal tasa de interés tiende a deprimir la economía en general: un interés excesivo
reduce demanda de capital y consecuentemente, de trabajo, lo que reduce el nivel del
agregado de salarios que implica la reducción general de consumo, lo que a su vez significa
que la tasa de ganancia disminuye, lo que nuevamente reduce la demanda de inversiones,
etc., en un círculo vicioso

En otras palabra, Keynes postuló que, en ciertas situaciones, y contrario a lo planteado por la
visión clásica, es económicamente racional no gastar dinero. Por ejemplo, si los precios están
bajando es racional no comprar hoy porque con el mismo dinero se comprará más la semana
que viene. Por el mismo motivo, disminuye la cantidad de gente interesada en utilizar
préstamos (los ahorros de otros): si los precios bajan, no solo se comprará más la semana
que viene sino que las tasas de interés, sueldos, etc. serán menores. Igualmente, una baja del
empleo o de los salarios -amenazando futuros ingresos- puede llevar a otra en la demanda, y
por lo tanto a una baja en la producción, llevando a su vez a más desempleo. Así, sucede que
la economía establece un punto de equilibrio nuevo donde convive perfectamente en una
situación lejana de la utilización óptima de los medios de producción. Específicamente, en la
década de los '30 del siglo XX, durante la Gran Depresión, con una alta tasa de desempleo.
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Así pues, dado que la relación “ahorro igual a la inversión” no se establece solo o
automáticamente a través de la acción del mercado y esa falla tiende a resultar en crisis,
parecería conveniente encontrar alguna manera de armonizar esas variables. Keynes postula
que la única fuerza capaz de hacer eso es el Estado.

Para tratar de entender el funcionamiento real de la economía y sus diferencias con el


esquemas formales del dogma clásico, Keynes desarrolló los conceptos de propensión a
consumir, multiplicador de la inversión, eficiencia marginal del capital y preferencia por la
liquidez.

Propensión a consumir, ahorro e inversión

La propensión marginal a consumir es la variación del consumo cuando el ingreso


disponible varía en una unidad, es decir, la relación entre una variación en el ingreso y la
modificación correspondiente en el gasto en consumo.

Formalizando lo anterior. Keynes postuló la ecuación del consumo, C=Co+cYd, donde C es el


consumo total, Co es el consumo autónomo (aquel consumo que no depende del ingreso), c
es la propensión marginal a consumir, e Yd (Yd=Yt-T+TR, donde Yt es el ingreso total, T son
los impuestos y TR son las transferencias) es el ingreso disponible.

Si la propensión a consumir es débil y las oportunidades de inversión no son atrayentes, una


parte del ingreso que no se consume tampoco se invertirá y la demanda efectiva se reducirá,
por lo que la economía se contraerá y el nivel de empleo descenderá. De manera que como el
ahorro y la inversión no siempre están en equilibrio, al estado le corresponde actuar para
asegurar el nivel de inversión necesario para multiplicar la actividad económica y garantizar el
pleno empleo.

En términos prácticos, y para contrarrestar la espiral negativa de los '30, Keynes proponía que
en momentos de estancamiento económico, el estado tiene la obligación de estimular la
demanda con mayores gastos económicos, de manera que consideró la política fiscal como
un instrumento decisivo.

Teóricamente, hay tres maneras que el Estado puede financiar esos gastos: 1.- Aumentar los
impuestos. 2.- Imprimir más dinero y 3.- Endeudamiento fiscal (uso de los dineros que la
población está ahorrando). Keynes basa sus sugerencias sobre un dinero con valor
relativamente estable, por lo que no es partidario del incremento indiscriminado en su
"producción". Aunque para Keynes el incremento de impuestos era legítimo si se orientaba al
aumento de la inversión pública y de la demanda, consideraba adecuado financiar el
incremento del gasto fiscal a través del endeudamiento, en lugar de dedicar todos los
impuestos recaudados al pago de deudas. El otro lado de esa política es que el Estado debe
pagar esa deuda cuando sus ingresos aumenten, debido al incremento por ingresos de
impuestos cuando eventualmente haya un auge (nótese: ese aumento en los ingresos se
debe al auge o expansión en la economía, etc, no a un incremento en la tasa de impuestos).
En otras palabras, la propuesta de Keynes es que el Estado debe jugar en general un papel
contracíclico en la economía: estimulando la demanda en momentos de recesión y
restringiéndola en momentos de auge. De esta manera, los ciclos económicos se aminoran y
no se transforman en crisis.

Tasas de interés y rentabilidad

La teoría clásica suponía que las leyes del mercado harían mover las tasas de interés al punto
adecuado para garantizar el rendimiento de las inversiones, pero también en este caso el
dogma clásico apenas cubría casos excepcionales (generalmente, ese en el cual el capital
esta lo suficientemente disperso como para estar sometido a competicion entre sus
poseedores), en tanto la realidad funciona generalmente en otra forma. La preferencia por la
liquidez, lleva a la gente a atesorar o a tratar de tener dinero efectivo o disponible, Asi, "la
tasa de interés es el premio que tiene que ofrecerse para inducir a la gente para conservar su
riqueza en cualquier otra forma distinta al dinero atesorado".

Pero esa preferencia por la liquidez puede llevar a acciones dañinas a la conveniencia
económica general. Por ejemplo, si hay incertidumbre o los precios decaen, la población en
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general puede preferir mantener sus dineros “en la mano”, tendencia que. si se generaliza,
puede llevar a una disminución seria de la demanda o incluso a una corrida bancaria.

Igualmente seria desde el punto de vista general es el resultado de la acumulación de grandes


cantidades de dinero en pocas manos. Esos “rentistas” llegan a estar en una situación que les
permite demandar intereses excesivos por el uso de ese dinero, lo que tiende a disminuir la
inversión y consecuentemente, deprime (aun en términos clásicos) la economía en general.

Si las autoridades monetarias fallan en reducir las tasas de interés por debajo de la eficiencia
marginal del capital, la economía se contraerá irremediablemente, aunque la causa de fondo
del desánimo de la inversión no es el nivel de las tasas de interés sino la caída de la
rentabilidad. Para Keynes, finalmente, una recesión "es el resultado del cambio cíclico de la
eficiencia marginal del capital".

2. Discrepancias entre Keynes y los Clásicos

Son varias las discrepancias de Keynes con los Economistas Clásicos; sin embargo, la
principal, está referida a cómo se determina el empleo.

Para los Clásicos, el mercado de trabajo funciona de manera semejante al mercado


competitivo de manzanas, en que las fuerzas de oferta y demanda conducen a un precio y
cantidad de equilibrio.

Dada la flexibilidad de precios asumida implícitamente, el pleno empleo estaría garantizado.

Ante la observación que la evidencia muestra desempleo, los clásicos respondían que a largo
plazo se lograría el pleno empleo una vez que el mercado se ajuste, a lo que Keynes
respondió con su memorable “En el largo plazo ya todos estamos muertos”, con lo que se
pronunciaba por una política económica activista destinada a generar pleno empleo mediante
el gasto público.

Una segunda discrepancia se refiere a la determinación de la tasa de interés o precio del


dinero.

Para los clásicos, la tasa de interés es una variable real que se determina por fuerzas reales:
la oferta de ahorros, que está en relación directa con la tasa de interés y la demanda de
inversión, que está en relación inversa.

Keynes aportó una nueva teoría de la tasa de interés, sosteniendo que ésta es una variable
nominal o monetaria determinada por la demanda y oferta de dinero.

Demandar dinero, es mantener dinero disponible, como poder adquisitivo. Para los
economistas clásicos, había un único motivo racional para mantener dinero: el motivo
transacción, que resulta de la necesidad que tiene la gente de mantener dinero disponible
para realizar transacciones durante el período que transcurre entre el recibo inicial de su
salario y el siguiente. Por ejemplo, si un trabajador recibe como salario mil quinientos soles
mensuales, tiene que hacerlos alcanzar treinta días, para lo cual debe gastar 50 soles diarios,
con lo que a mitad de mes mantendrá en su poder 750 soles para cubrir la quincena que le
falta para recibir su siguiente salario. En este caso, la demanda mensual promedio de dinero
por motivo transacción de este trabajador es de 750 soles mensuales.

Keynes sostuvo que en una economía moderna; además del motivo transacción, hay dos
motivos adicionales para mantener dinero disponible: el motivo precaución y el motivo
especulación.

El motivo precaución se refiere a que la gente tiene que estar prevenida de los imponderables
y emergencias que se presentan diariamente, así como de las oportunidades; para
aprovechar las cuales, hay que tener dinero disponible.

El motivo especulación, es muy importante para Keynes, porque en el mundo moderno la


gente juega a la bolsa de valores, especulando respecto al futuro. Si el gobierno emite un
bono, que es un compromiso de pago, mediante el cual recauda dinero bajo la promesa de
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devolver el principal más intereses fijos, se establece un nexo entre la tasa de interés y el
precio de los bonos.

Si la tasa de interés de los bancos es 10% anual y esa tasa es ofrecida por el bono, será
indiferente depositar el dinero en un banco o comprar un bono del gobierno. Si a partir de
aquí, los bancos elevan la tasa de interés mientras el bono ya se comprometió a pagar una
tasa constante, nadie querrá comprar bonos, salvo que su precio baje; al revés una caída en
la tasa de interés pagada por los bancos, conduce directamente a una mayor demanda de
bonos que mantiene su promesa de una tasa de interés constante, con lo cual su precio sube.
Existe así una relación inversa entre la tasa de interés del mercado y el precio de los bonos:
Una elevación de la tasa de interés implica una caída en el precio de los bonos, mientras que
una caída en la tasa de interés significa un aumento en el precio de los bonos.

De esta manera, Keynes propone una teoría de la demanda de dinero, donde la demanda por
Liquidez o saldos monetarios, como la denomina, depende de dos variables: el ingreso, para
reflejar el motivo transacción, donde a más ingreso mayor demanda de dinero, y la tasa de
interés para reflejar el motivo especulación, donde a mayor tasa de interés menor demanda
de dinero, es decir una relación inversa.

De esta manera, la función de demanda de dinero o demanda por liquidez, queda


especificada así: Dm = L (Y, r)

Si en un plano cartesiano ponemos como variable dependiente la demanda de dinero en el eje


horizontal y como variable independiente a la tasa de interés en el eje vertical, para un nivel
de ingreso constante Yo, tenemos un gráfico que muestra la relación inversa entre tasa de
interés y demanda de dinero. En ese mismo gráfico, un mayor nivel de ingreso Y1, hará
desplazarse la

Keynes dió dos razones para la relación inversa entre tasa de interés y demanda de dinero o
demanda por liquidez:

En primer lugar, la tasa de interés es el costo de oportunidad de mantener dinero disponible.


Si el banco paga 10%, mantener dinero disponible significa dejar de percibir ese 10%. Cuanto
mayor sea la tasa de interés mayor será el costo de oportunidad de mantener dinero y la
gente preferirá demandar menos dinero.

La segunda razón, es que la gente tiene expectativas respecto al futuro, y si ve que la tasa de
interés está muy alta, se forma expectativas que por ser muy alta, lo más probable es que
baje y con ello se eleve el precio de los bonos, debido a la relación inversa explicada
anteriormente, con lo que preferirá mantener su dinero en bonos, para que cuando suban de
precio debido a la caída esperada en la tasa de interés, obtener ganancias de capital.

Si la gente considera que la tasa de interés es demasiado baja, su expectativa es que suba y
en consecuencia que el precio de los bonos baje, por lo que preferirá mantener dinero
disponible, es decir demandar una mayor cantidad de dinero, para luego comprar bonos
baratos y obtener así ganancias de capital mediante el juego en la Bolsa de Valores.

Precisamente, a partir de este análisis, Keynes propuso el caso de la Trampa de Liquidez, en


que a una tasa de interés muy baja la gente prefiere mantener dinero y la demanda por
liquidez se hace infinitamente elástica, es decir mantiene en su poder el dinero extra.

Es con la Trampa de Liquidez, que Keynes cuestiona la Teoría Cuantitativa del Dinero, que
era la teoría monetaria de los clásicos.

La Teoría Cuantitativa sostiene que todo pago en una transacción, es resultado de multiplicar
un precio por una cantidad. Por ejemplo si uno compra cinco cuadernos a cuatro soles cada
uno, debe pagar 20 soles. De esta manera, en general, Pago = Precio x Cantidad.

La suma de pagos de la economía es la sumatoria de pagos y cantidades. ∑pagos = ∑precio


x cantidad = ∑ p. q = P. Q, donde Q es el volumen de transacciones y P es el nivel de precios
promedio.
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Por otro lado, el total de pagos de la economía lo podemos visualizar como el resultado de
multiplicar la cantidad total de dinero (M), por el número de veces promedio que cada unidad
monetaria es utilizada; es decir, por la velocidad de circulación del dinero (V), con lo que una
moneda de un sol que es utilizada diez veces, tiene el mismo efecto en la economía, que un
billete de diez soles que es utilizado una sola vez, de modo que ∑pagos = M . V

Como dos cantidades iguales a una tercera son iguales entre si, podemos obtener la Ecuación
Cuantitativa, que establece que

MV = PQ.

Esta Ecuación Cuantitativa es una relación aritmética, que se convierte en Teoría, cuando se
establece una relación de causalidad sujeta a verificación empírica o falseamiento estadístico.

Para los clásicos, V y Q son estables, con lo que aparece una relación de causalidad directa
entre M y P.

Esta es la Teoría Cuantitativa del Dinero, que predice que los precios dependen de la cantidad
de dinero. Una mayor cantidad de dinero hará subir los precios.

En la nueva teoría monetaria de Keynes, la velocidad de circulación del dinero ya no es


estable, debido a la presencia de la Trampa de Liquidez, que induce a la gente a mantener
dinero indefinidamente debido al motivo especulación en la bolsa de valores. Ahora, un
aumento en M puede ser contrarrestado con una disminución en V, como consecuencia de
una mayor demanda de dinero y en consecuencia, un aumento en M no necesariamente
implica un aumento en P.

Con esto, descubrimos una relación inversa entre demanda de dinero y velocidad de
circulación: Un aumento en la demanda de dinero, hace disminuir la velocidad de circulación,
y viceversa.

Es ésta la razón por la que en la lucha contra la inflación no basta controlar la cantidad de
dinero, sino también es necesario revertir las expectativas inflacionarias, que influyen sobre la
velocidad de circulación, porque en inflación son dos las fuerzas que empujan hacia arriba el
nivel de precios: la mayor cantidad de dinero y el aumento en la velocidad de circulación.

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