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En junio de 1792, tras el fracaso de la huida del rey al extranjero, se desató una ola de
protestas populares. La Asamblea Legislativa suspendió al rey y los girondinos tomaron el
control del gobierno. Simultáneamente, la Comuna de París, impulsada por las Secciones
proletarias, se convirtió en un poder revolucionario capaz de desafiar a la Asamblea. La
amenaza de los prusianos llevó a la Comuna a organizar la defensa de París, enfrentándose a
una conspiración reaccionaria. El 2 de septiembre de 1792, el pueblo inició juicios sumarísimos
y ejecuciones de realistas contrarrevolucionarios, culminando en la victoria francesa en Valmy.
Esta etapa se distinguió por el dominio del proletariado y la Comuna en el escenario político.
La filosofía liberal de Voltaire y Montesquieu fue reemplazada por la igualitaria y radical de
Rousseau. Aunque la transición estuvo marcada por la violencia extrema, la Revolución se
fortaleció al movilizar la enorme fuerza acumulada en su primer impulso. La guerra contra la
coalición extranjera reaccionaria, inicialmente desfavorable, se transformó en una ofensiva
victoriosa a partir de Valmy.
La crisis se intensificó después del fracaso de la huida del rey en 1791. Las monarquías
absolutas extranjeras amenazaron con la guerra, y la declaración de guerra de Francia a Austria
y Prusia en abril de 1792 marcó el inicio de un periodo tumultuoso. La Asamblea Legislativa
suspendió al rey y los girondinos tomaron el control del gobierno, mientras la Comuna de
París, impulsada por las Secciones proletarias, se erigió como un poder revolucionario capaz de
desafiar las decisiones de la Asamblea.
En este contexto tenso, el general girondino Dumouriez, comandante en jefe de los ejércitos
revolucionarios, fue descubierto conspirando con la contrarrevolución y huyó hacia los
austríacos. Esto llevó a una represión por parte de los girondinos, enjuiciando a figuras como
Marat y atacando a la Comuna y las Secciones de París. La lucha interna alcanzó su punto
álgido en mayo y junio de 1793, cuando el pueblo se sublevó y la Montaña jacobina emergió
como el partido dirigente de la Convención.
La ley contra los "sospechosos" y la "ley del máximo", que fijaba precios máximos para
combatir la especulación, fueron instauradas durante este periodo. El Tribunal Revolucionario
juzgaba sumariamente a los acusados, y la guillotina ejecutaba a miles, incluyendo a
contrarrevolucionarios, agiotistas y extremistas. El "Terror" fortaleció al ejército francés,
logrando victorias contra los ingleses, los rebeldes realistas y los austríacos.
Sin embargo, fisuras internas surgieron en el sector jacobino. Los descontentos obreros y
jornaleros, junto con la crisis alimentaria, llevaron al surgimiento de un sector radical llamado
los "rabiosos". Aunque Robespierre ordenó su arresto, la Convención se dividió aún más. Se
descubrió una conspiración de derecha liderada por Dantón, quien abogaba por la paz con
Inglaterra y la abolición de ciertas leyes. Dantón fue juzgado y ejecutado, marcando un quiebre
significativo en la unidad jacobina. La liquidación de los "rabiosos" también llevó al aislamiento
de los jacobinos del apoyo popular, creando las condiciones para su propia caída y el evento
conocido como Termidor.
La dictadura jacobina y el periodo del Terror fueron una respuesta a las amenazas internas y
externas que enfrentaba la Revolución Francesa. La coalición europea liderada por Inglaterra y
la insurrección realista en la Vendée pusieron a prueba la estabilidad de la revolución. Tras la
derrota y expulsión de los girondinos, la Convención Nacional se vio obligada a adoptar
medidas más radicales para enfrentar la contrarrevolución y la crisis económica.
La creación del Comité de Salud Pública en 1793, presidido por Robespierre, centralizó el
poder revolucionario. Este comité tomó decisiones cruciales respaldado por los clubs jacobinos
en París y las provincias. La instauración del "Terror" en septiembre de 1793 fue una respuesta
a los peligros que amenazaban la revolución. La ley contra los "sospechosos" y la "ley del
máximo" buscaban eliminar a los enemigos internos y estabilizar la economía,
respectivamente.
La conspiración de derecha liderada por Dantón, quien abogaba por la paz y la abolición de
ciertas leyes, marcó un punto de quiebre. Su juicio y ejecución en abril de 1794 debilitaron aún
más a los jacobinos. La liquidación de los "rabiosos" también alienó a los jacobinos del apoyo
popular, allanando el camino para su propia caída. El periodo de Termidor, que siguió a la
caída de Robespierre en julio de 1794, marcó el fin de la dictadura jacobina y el inicio de una
nueva fase en la Revolución Francesa.