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REVOLUCIÓN FRANCESA

Periodo de la historia de Francia (1789-1799) que puso fin al Antiguo Régimen. El


Estado francés, durante el reinado de Luis XVI, se encontró al borde la bancarrota. Necker
preconizó la convocatoria de los Estados Generales. Éstos se reunieron en Versalles (5 de
mayo de 1789) y se transformaron en Asamblea Nacional Constituyente (9 de julio). Ésta,
de composición e inspiración burguesa, tuvo que hacer frente, después de la toma de la
Bastilla (14 de julio) y del “gran miedo” (verano de 1789), a una revolución campesina, que
le obligó a votar la supresión de todos los privilegios feudales y urbanos (4 de agosto). Los
privilegios corporativos fueron abolidos por las leyes de Allarde y Le Chaplier (marzo y
junio de 1791). El 26 de agosto de 1789, la Asamblea votó la Declaración de los derechos
del hombre y del ciudadano. Sin embargo, el rey y la Asamblea se vieron forzados a
instalarse en París (5-6 de octubre de 1789), bajo la presión del pueblo parisiense,
duramente afectado por la crisis. Ésta obligó a la Asamblea a decretar la transformación de
los bienes del clero en bienes nacionales (2 de noviembre). El 12 de julio de 1790 se
proclamó la constitución civil del clero, que dividió al clero francés en juramentados –o
constitucionales– y en sacerdotes refractarios, considerados fuera de la ley.
En 1791 se inició la contrarrevolución; la fallida huida del rey (Varennes, 21-25 de
junio) fue su manifestación más espectacular y la de más graves consecuencias, ya que
separó la facción republicana de la revolución burguesa.
Finalmente, la monarquía constitucional –con Luis XVI, como rey de los franceses–,
surgida de la constitución de setiembre de 1791, se reveló poco democrática y frágil, debido
a la amenaza de la contrarrevolución y a las reacciones republicanas que suscitó.
La asamblea legislativa, que se estableció el 1° de octubre de 1791, se sentía
amenazada por la contrarrevolución; de ahí las medidas tomadas contra los exiliados y
contra los sacerdotes refractarios; medidas que enfrentaron la asamblea a Luis XVI. El rey
se vio obligado por los girondinos, el grupo más importante de la asamblea, a declarar la
guerra a los austriacos, a quienes se unió Prusia (20 de abril de1792). El rey, unido por
relaciones familiares con Viena, daba por descontada la derrota francesa. Pero, cuando la
derrota se hizo realidad y se declaró que la patria estaba en peligro (11 de julio de 1792), la
reacción de la Francia revolucionaria, suscitada por la Comuna de París, fue la abolición de
la monarquía, lo que se llevó a cabo el 10 de agosto. El rey y su familia fueron hechos
prisioneros. El acercamiento de los prusianos provocó el pánico en el país (matanzas de
setiembre) y condujo a la elección de la Convención Nacional.
La Convención, reunida el 20 de setiembre, proclamó la república (22 de setiembre) y
adoptó el calendario republicano (24 de octubre); después de la victoria de Jemmapes (6 de
noviembre) y de la ocupación de Bélgica –preludio de la anexión de Saboya (27 de
noviembre) y de Niza (31 de enero de 1793)–, invitó a los pueblos oprimidos a la rebelión.
Luis XVI, acusado de confabularse con los austriacos, fue condenado a muerte por la
Convención (19 de enero de 1793) y ejecutado el 21 de enero. La muerte del rey provocó la
formación de una coalición general contra Francia (propiciada por Gran Bretaña), que
resultó victoriosa y levantó en el Oeste un gran insurrección monárquica y religiosa. Frente
a este doble peligro, la Convención –dominada por los jacobinos– tomó medidas de
salvación pública: leva de 300.000 hombres y voto de “amalgama” (24 de febrero de 1793),
supresión de la inviolabilidad de los diputados (1° de abril), creación de un comité de
salvación pública (6 de abril de1793), circulación obligada de los billetes “asignados” (11
de abril), etc. Los girondinos se esforzaron por contrarrestar esta política dura y centralista
–de la que era promotora la Comuna de París–, pero por instigación de Marat, fueron
declarados fuera de la ley (31 de mayo-2 de junio de 1793) por la Convención. Ésta votó
seguidamente la constitución ultrademocrática, llamada “del Año I” (24 de junio),
ratificada por referéndum, pero que quedó sólo en palabras.
El asesinato de Marat (13 de julio), la revuelta de Lyon (16 de julio), la toma de
Valenciennes por los austriacos (28 de julio) y la endémica crisis condujeron al comité de
salvación pública –del que Robespierre entró a formar parte el 27 de julio– a reforzar el
régimen de temor.
Esta política dio resultados inmediatos: se multiplicaron las victorias contra el
enemigo exterior y se desató una campaña de descristinización, que devastó la Iglesia
francesa. Robespierre reaccionó rápidamente contra este violento ateísmo (culto a la razón)
y se convirtió en jefe de la revolución. El 26 de junio, en Fleurus, los franceses vencieron a
los austriacos.
La caída y muerte de Robespierre, cabeza de turco de la Revolución, en el termidor
del año II (julio de 1794), dio paso a una contrarrevolución burguesa y monárquica: se
cerró el club de los jacobinos (11 de noviembre), se abolió la ley de máximun (24 de
diciembre) y los girondinos volvieron al poder (8 de marzo de 1795). La pacificación
religiosa se realizó con la separación entre la Iglesia y el Estado (18 de setiembre) y la
proclamación de la libertad de cultos (21 de febrero de 1795). Pero, durante el invierno de
1794-1795, la Convención termidoriana se encontró frente a la miseria de las clases
humildes, que, en abril y mayo de 1795, desencadenaron las “revueltas del hambre”,
provocadas por los sans-culottes. En el exterior, las victorias y las anexiones
revolucionarias se vieron enturbiadas por los tratados de Basilea (5 de abril y 22 de julio) y
de La Haya (16 de mayo). El acrecentamiento monárquico –desembarco de los exiliados en
Quiberon (22 de julio)– provocó la reacción de la Convención, y el 5 de octubre de 1795
(13 vendimiario del año IV), Bonaparte abatió a los monárquicos en París.
El 26 de octubre, la Convención, que votó la constitución conservadora y burguesa
del Año III (22 de agosto), dio paso al Directorio, régimen frágil y corrompido, de breve
duración y jalonado por intentos golpistas, al que puso fin el golpe de Estado del 18 y 19
brumario del año VIII (9-10 de noviembre de 1799).

Convención

Asamblea constituyente que fundó la I República francesa y gobernó el país desde el


21 de setiembre de 1792 hasta el 26 de octubre de 1795. La constitución de 1791 quedó
caduca al ser derrocada la monarquía el 10 de agosto de 1792. La asamblea legislativa se
disolvió y convocó elecciones para una asamblea constituyente de 749 miembros, la
Convención nacional, encargada de elaborar una nueva constitución. Las elecciones se
desarrollaron en una atmósfera de sospecha: de ahí que casi el 90 % de los electores se
abstuviera. Una minoría de revolucionarios decididos impuso, pues, a sus elegidos.
Aunque subsistían entre ellos matrices diferenciales, todos eran firmes partidarios de
las conquistas revolucionarias. Los convencionales abolieron legalmente la monarquía (21
de setiembre) y establecieron la República (22 de setiembre). El grupo más influyente era el
dirigido por Brissot: se les llamaba girondinos y contaban con 260 diputados, burgueses
“ilustrados” de provincias, liberales y legalistas. Los montañeses, representantes sobre todo
de la región parisiense, se hallaban más cerca de los sansculottes y deseaban una
centralización eficaz; en la primavera de 1793 llegaron a contar unos trescientos votos.
Entre ambos grupos se situaba una masa de indecisos e independientes, el llano. Según la
preponderancia de unos de los grupos se distinguen tradicionalmente tres etapas en la
historia de la Convención: girondina, hasta el 2 de junio de 1793; montañesa, hasta el 9 de
termidor (27 de julio de 1794), y termidoriana, con preponderancia del llano.
En agosto de 1795 se votó una nueva constitución (la del Año III), que creó un
Directorio colegial ejecutivo y dos cámaras (de los Quinientos y de los Ancianos), elegidas
por sufragio censitario. La Convenció se disolvió después de la represión del levantamiento
realista del 13 de vendimiario (5 de octubre).

Comuna de París

Nombre del gobierno municipal de París de 1789 a 1795. El 10 de agosto de 1792


tomó el poder una Comuna insurreccional que participó en la caída de la monarquía. Fue el
órgano fundamental del gobierno e implantó una auténtica dictadura en París y en
provincias.
La Comuna, partidaria de Robespierre durante la legislativa, y hebertista durante la
Convención, ejerció un papel activo en la orientación de la Revolución. Diezmada tras la
caída de Robespierre (julio de 1794), a quien había intentado salvar inútilmente,
desapareció poco después.

Directorio

Régimen que gobernó Francia desde el 26 de octubre de 1795 (4 brumario del año IV,
al final de la Convención) hasta el golpe de Estado del 9 de noviembre de 1799 (18
brumario del año VIII), que marcó el comienzo del Consulado.
El régimen estaba basado en la constitución burguesa del año III, votada por la
Convención: conservando el régimen republicano creado en 1792, esta constitución
suprimió el sufragio universal en favor de un sufragio censitario.
En un principio, el Directorio prosiguió la política antijacobina de la Convención
termidoriana. En materia económica, hubo una vuelta al liberalismo integral. En el terreno
de la enseñanza se realizó un esfuerzo considerable. Se consiguió cierta paz religiosa con la
separación de la Iglesia y el Estado. Pero el régimen funcionó mal, debido a la absoluta
separación de los poderes y a la corrupción de muchos de sus miembros.
La corta historia del Directorio estuvo también jalonada de golpes de Estado. El del
18 fructidor del año V (4 de setiembre de 1797) fue fomentado por los jacobinos, que
deseaban frenar la ascensión de la corriente moderada. El ejército dominaba entonces la
política; Bonaparte, al finalizar su campaña de Italia (1796-1797), impuso a Austria el
tratado de Campoformio (18 de octubre de 1797). El 22 floreal del año VI (11 de mayo de
1798), un nuevo golpe de Estado anuló las elecciones favorables a los jacobinos. Las
derrotas del ejército francés en Italia explican el golpe de Estado del 30 pradial del año VII
(18 de junio de 1799), cuya consecuencia fue una oleada jacobina violentamente
antimonárquica y anticlerical. La burguesía, cuyo portavoz era Sieyès, sólo veía la
salvación recurriendo a los militares; el regreso de Bonaparte significó el fin del Directorio.

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