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La Ética del terapeuta Familiar

La ética es un tema de interés creciente para los Psicólogos. Son frecuentes los debates
éticos que se están suscitando a diario en torno al ejercicio profesional en las diversas
áreas de nuestra ciencia.
Para Omar Franca Tarragó, Etica o Filosofía Moral es la disciplina filosófica que
reflexiona de forma sistemática y metódica sobre el sentido, validez y licitud (bondad o
corrección) de los actos humanos individuales y sociales en la convivencia social.
Los puntos de referencia básicos de la psicoética.
Para Tarragó, la Etica tiene diferentes planos en su discurso que reciben el nombre de
puntos de referencia básicos de la psicoética, y estos puntos son:
Los valores éticos, los principios éticos, las normas morales y los juicios éticos.
Del primer concepto, valores éticos, podemos inferir aquello hacia donde se dirigen
nuestras tendencias en la práctica sin que nadie nos lo imponga y que se convicrte en
objeto de nuestro deseo irrenunciable.
Los principios éticos o morales, funcionan como orientadores o guías para que la razón
humana pueda viabilizar el valor ético último, que es la dignidad humana.
Estos principios morales fundamentales son: el de autonomía, el de beneficencia y el de
justicia. Cada uno de cllos tendrá alguna repercusión en los aspectos prácticos de la
terapia familiar en el contexto de la discusión ética. Sobre esto volveremos más
adelante. ON

“Las normas morales se refieren a las acciones prescritas para concretar los principios
éticos en la realidad práctica. . .. Las tres normas éticas fundamentales son: la regla de
veracidad, la fidelidad a los acuerdos o promesas y la confidencialidad.
Los juicios éticos se refieren a las valoraciones concretas que hacen las personas sobre
los deberes éticos que están llamados a cumplir. Es una forma activa de juzgar si en una
circunstancia concreta puede o no aplicar ciertas normas o principios éticos.
Los conceptos descritos anteriormente permean las diferentes reflexiones sobre acciones
en las que pueden incurrir los terapeutas familiares y que caen en el terreno de la ética.
Consideraciones éticas sobre la mala práctica
Una de las grandes preocupaciones desde el punto de vista ético es la mala práctica
profesional. Esta puede detectarse por violación a una o varias de las normas éticas
mencionadas o por no dejarse orientar por alguno de los principios antes señalados.
Omar Franca Tarragó define la mala práctica como el fallo en el ejercicio de la
idoneidad que puede ser razonablemente esperada en un psicólogo cuando actúa
poniendo en práctica las pericias de su profesión.
Dentro de la mala práctica, este autor cita tres conceptos muy relacionados pero que es
importante diferenciar: la imprudencia, impericia y negligencia.
El primero de ellos, la imprudencia, se relaciona con la osadía en que incurren ciertos
terapeutas de usar métodos o procedimientos que requieren de un entrenamiento
especializado sin estar preparados para ello.
La negligencia se refiere a la conducta del profesional cuando conociendo determinada
terapia’o procedimiento no lo pone en práctica cuando el paciente lo necesita, causando
de esta forma algún tipo de perjuicio.
La impericia sería cuando el perjuicio provocado al paciente se produce por el uso de
prácticas o procedimientos que el psicólogo no conoce o no ha sido capacitado para
usarlas.
Otro concepto, de una connotación más general, pero no menos importante es el
perjuicio, que se refiere a cualquier consecuencia dañina recibida por el paciente
debido a pala. Bras o acciones que provienen del psicoterapcuta durante el tratamiento.

Los perjuicios como consecuencia de la mala práctica. Profesional pueden ser muy
diversos, y como parte de esta gran gama de expresiones tenemos los siguientes tipos:
Explotación, que puede ser de tipo económica, para aprovecharse de la ascendencia
sobre el cliente para el lucro del psicólogo. Como ejemplos de este tipo de explotación
tenemos los aumentos injustificados de honorarios en el transcurso de la misma terapia
y la creación de modalidades terapéuticas particulares, como terapia de grupo, para
ganar más dinero sin que sea este el método que el cliente necesite en el momento.
Otro tipo de explotación es la sexual y se expresa en aprovechamiento de la autoridad
del terapeuta para abusar sexualmente de la persona.
El perjuicio ocurre también por la incompetencia profesional de los terapeutas que
después de acordar alguna forma de intervención no lo pueden hacer por insufienciente
formación o lo hace de forma incorrecta provocando daño a ‘ causa de la impericia,
negligencia o imprudencia.
Hercker Leonard y Fred Piercy (1996) presentan los perjuicios más frecuentes en el
campo de la terapia familiar. Entre ellos señalan:
Errores en la evaluación y diagnóstico.
Práctica profesional que se aleja del área de competencia.
Tratamiento inapropiado para el problema presentado por la familia.
Contacto física o sexual en las relaciones con algún miembro de familia o pareja tratada.
Fracaso en prevenir a la familia sobre la posibilidad de dañarse a si misma o dañar a
otros.
Inapropiada decisión de dar de alta a un paciente hospitalizado antes de tiempo.
Fracaso en consultar a otros especialistas o referir oportunamente a determinadas
personas.
Abandono de la familia.
Fracaso en supervisar de forma adecuada a determinados pacientes.
Problemas éticos fundamentales en la terapia familiar
Uno de los problemas éticos más importantes en el campo de la terapia familiar es la
amplitud que ofrece a cualquier tipo de intervención o procedimiento que cumpla con el
propósito de alterar los patrones de interacción entre los miembros de una familia.
Este punto tan crucial abre también una brecha importante para que se filtre otro
problema ético, que es el de definir que es y como debe funcionar una familia para
asegurar el adecuado estado de salud en cada uno de sus miembros.
En este mismo libro tratamos de arrojar alguna luz sobre esta idea cuando hablo de
conceptos como familias efectivas, familias sanas o funcionales; pero sabemos que esta
discusión no está del todo acabada, lo que . contribuye a que algunos terapeutas
funcionen con valores implícitos sobre estos aspectos tan cruciales.
Una pregunta ética importante sería, ¿hasta qué punto puede un terapeuta familiar
contribuir a que una familia: clarifique algunos valores si él mismo no tiene claros los
valores que son óptimos para una vida familiar productiva, funcional, efectiva o
saludable?
En la terapia familiar pueden presentarse muchos dilemas que desafían los valores del
terapeuta. ¿Cuáles respuestas tendrá ante temas como el aborto, control de la natali”
dad, el divorcio, la infidelidad matrimonial, maltrato hacia la mujer, abusos sexuales,
relaciones incestuosas y posturas : educativas?
¿Qué postura asumirá un terapeuta familiar cuando un integrante de la pareja quiera un
hijo y el otro desea que se aborte? Es posible que el terapeuta familiar sea lo
suficientemente neutral ante una situación como esta.
Omar Franca Tarragó presenta algunos aspectos éticos específicos de la terapia familiar
que van surgiendo en diferentes etapas.

1. Para este autor figuran primero los problemas éticos al inicio de la terapia
familiar. Aquí señala los siguientes problemas:

Presionar para que todos participen. En relación a este punto Tarragó destaca que
varias escuelas defienden que lo más importante en la terapia familiar es el cambio en el
sistema, y que el cambio individual es su consecuencia. Esta postura de ciertos enfoques
traen varios dilemas éticos, como son: ¿qué hacer cuando en el seno familiar algunos
miembros son realmente patológicos, pero otros siendo “normales” no quieren sufrir la
tensión que supone una terapia conjunta. ¿Es lícito que se deje de tratar al resto de la
familia si alguno de los miembros no participa? ¿no implicaría esto una especie de
alianza con el miembro que no quiere participar, que a veces es el que más importa que
lo haga en perjuicio de los demás?
El terapeuta evalúa cuales son las conductas o situaciones disfuncionales que se
dan en el seno de la familia y planifica las técnicas y las estrategias apropiadas
para modificarlas.
El terapeuta es quien evalúa y define la situación familiar según su propio sistema de
creencias. En este punto el terapeuta da por sentado que él tiene derecho a intervenir
causando un nuevo tipo de interrelación a una familia, que muchas veces no ha visto la
necesidad de un tratamiento conjunto, hasta que ha sido diagnosticada como tal.
El consentimiento válido y la presión del terapeuta. ¿Hasta qué punto el exigir que
todos los miembros de la familia participen en la terapia no coacciona indebidamente la
libertad de un individuo para que dé su consentimiento?
2. El uso del poder y el “beneficio del sistema”. Hay una idea muy aceptada en
terapia familiar, y es que para que una familia modifique su conducta
trastornada, el terapeuta debe ejercer una posición de poder que la convenza de
actuar de una manera diferente. Hay enfoques en los cuales el terapeuta se sitúa
en la postura de que es quien sabe lo que hay que hacer y cómo debe hacerse.
Estos valores no los define la familia, sino que se somete al parecer “autoritario”
del terapeuta. Desde el punto de vista ético esta postura podría chocar con el
principio de autonomía que debe prevalecer para el aprovechamiento de los
propios . recursos de la familia en su proceso de tratamiento.

3. Confidencialidad y la vulneración de la intimidad. En este punto, Tarragó


plantea que hay dos niveles de informaciones que se comparten en cuanto a la
ruptura de la confidencialidad:
1. La información que se comparte entre los miembros de la familia
2. La información que se comparte entre la familia y las personas de fuera del sistema
En el primer caso el autor se pregunta sobre cuales serían los límites de la privacidad e
intimidad en cada miembro de la familia y entre la pareja y los hijos ¿es lícito que un
miembro de la familia confié al terapeuta datos que quiera mantener escondidos para el
resto de los miembros? A juicio del autor esto crea el dilema al terapeuta de guardar
fidelidad a uno de los miembros de la familia manteniendo la confidencialidad, pero ser
infiel a los demás integrantes de la familia.
La solución que el autor sugicre para este dilema, es que cuando la familia de el
consentimiento inicial les quede completamente claro, el criterio de que toda
información que el psicoterapeuta reciba dentro o fuera de la terapia, de parte de los
miembros de la familia, siempre serán volcadas en las ‘ sesiones, salvo que ese hecho
traiga perjuicios gravísimos a alguno de los miembros o a todos ellos y que el psicólogo
se sienta incapaz de hacer nada para evitar tales perjuicios.
En el segundo caso, la información que se comparte entre la familia y las personas de
fuera, el autor plantea que sí se exige que personas de fuera vengan a las sesiones
podrían acceder a datos que la familia no hubiera deseado compartir en las
circunstancias normales de la vida.
4. El uso de la paradoja o del engaño
Tarragó presenta la utilización de técnicas pardógicas como un foco de atención
importante para la discusión ética. A juicio de este autor, el uso de las prescripciones, la
obediencia a órdenes sin explicación, la asignación de tareas sin sentido, absurdas o
contraproducentes, conduce. A que nos cuestionemos si este ejercicio del poder del
terapeuta no está basado en algunos casos en la improvisación o en un deseo de “ver qué
pasa”, sin tener suficiente base empírica.
En relación a la preocupación de este autor, entendemos que la misma es muy válida
desde el punto de vista ético, sobre todo por que las técnicas paradójicas demandan de
muchas condiciones previas para ser aplicadas, las cuales no siempre están disponibles.
Esta falta de control de algunas de las condiciones relacionadas con estas técnicas
pueden entrar en contradicción con algunos principios éticos que ya han sido analizados
en este capítulo.
5. El terapeuta y los roles sexuales en la pareja
Tarragó propone que el terapeuta no se incline por una postura moral determinada,
proponiendo a la pa’ reja que uno de los dos tipos fundamentales de roles mutuos sea el
que se adopte. Esta posible elección es planteada por el autor en función de dos
opciones que se pueden presentar cuando intervenimos parejas. El modelo A, en el que
los dos miembros de la pareja se consideran en igualdad de condiciones y deciden
funcionar por acuerdos mutuos y el modelo B, que es cuando uno de los miembros
asume el papel de tener la última palabra” en todas las decisiones importantes (sea el
hombre o la mujer).
Sugiere que éticamente conviene que el terapeuta llegue a explicitar con la pareja cuál
de estos dos modelos es el que quieren, de forma libre y consciente, para la relación.
Una vez la pareja lo decide, el terapeuta queda en la capacidad de ayudar a la pareja en
el sentido del modelo que hayan adoptado.
Cuando uno de los miembros de la pareja prefiere un modelo y el otro cónyuge el
modelo opuesto, se plantea un problema complejo para cuya solución ética el autor
sugiere que se ayude a la pareja a percibir si ese es realmente el motivo de los conflictos
o si, simplemente, se trata de un meta problema o meta lenguaje para expresarse
mutuamente las respectivas insatisfacciones en la relación.
Cuando se llega a este punto el autor sugiere que deberá limitarse a que ambos
miembros puedan expresar auténticamente sus propias demandas y deseos, “El
terapeuta deberá ayudarlos, finalmente, a que caigan en la cuenta de que necesariamente
han de tomar una decisión con respecto al modelo de roles que quieren asumir, por que
de otra manera no es posible enfocar ningún objetivo ulterior para el proceso
terapéutico” , Tarragó.
6. El terapeuta y las relaciones maritales extramaritales’
Tarragó plantea en este punto el derecho que tienen tanto los miembros de la pareja
como el terapeuta a preferir un modelo de relación. En caso de que el terapeuta no esté
de acuerdo con el modelo de relación que ha elegido la pareja (tener relaciones
extramaritales estando casados) el terapeuta tiene el derecho a no seguirlos ayudando si
no comparte este modelo. A lo que no tiene derecho es a tratar de imponer su propio
modelo de relación.
Si las relaciones extraconyugales ocurren sin la pareja haber elegido este modelo y a
pesar de que juraron por un modelo monogámico, el terapeuta tiene motivos para
cuestionar esta conducta contradictoria, basándose en dos aspectos:

1. La incidencia que tendrá la relación extraconyugal permanente en la dificultad


de la pareja para crecer en la implicación mutua, y por lo tanto en su estabilidad
futura y en el éxito que pueda tener la psicoterapia conyugal.
2. Una relación extraconyugal es una ruptura de la promesa de exclusividad mutua
y, si se hace con en- gaño y mentira, constituye una deslealtad intencionada.

7. El terapeuta y la posibilidad de disolución de la pareja


En este punto Wittaker y Millar, citados por Tarragó, recomiendan lo siguiente:
“Al trabajar con un individuo casado con una pareja que proyecta divorciarse, el
terapeuta se enfrenta con un sistema en tensión. Obraría acertadamente si respetara al
matrimonio como un hecho que sigue persistiendo hasta ‘ la consumación del divorcio
legal. Sea cual sea el grado de complejidad y por más colapsado que pueda estar el
matrimonio del paciente a juzgar por las apariencias , el terapeuta . no debe desestimar a
priori la potencialidad del funcionamiento de la pareja, su posibilidad de reavivarse, su
latido interno. Si al matrimonio ha de extendérsele un certificado de defunción, el juez
será el único que firme el documento… Casi todas las parejas en algún período de su
vida matrimonial, hallan cumplida ocasión de separarse, dependiendo la continuidad de
la unión, en buena parte de las personas que intervienen. Esperemos no ser quienes
formemos parte de esas personas”,
8. Efectos iatrogénicos
Los efectos iatrogénicos son los efectos negativos que pueden reflejar las personas
como consecuencia de las intervenciones contraproducentes por parte de los terapeutas
familiares. Para entender mejor estos efectos conveniente familiarizarlos con dos
conceptos que guardan alguna relación, a pesar de que difieren bastante.
El primero de ellos es el de “recidiva”, mientras que el segundo concepto es “deterioro”.
Gurman y Knister (Citado por M. O Shea y E. Gesse 1982) definen ambos conceptos de
la siguiente manera:
Recidiva. Es un cambio negativo que ocurre después de aplicado el tratamiento hacia
niveles similares a los que . existían antes del tratamiento.
Deterioro. Es una agravación de los síntomas durante el tratamiento.
Ambos conceptos se relacionan con la iatrogénia en la medida que las personas que
buscan ayuda terapéutica no . tienen como expectativas un incremento en la
sintomatología que les aqueja y mucho menos desean percibir que están igual que
cuando iniciaron el proceso terapéutico.
Prevención de las faltas éticas
La prevención de las faltas éticas responden a un ideal necesario, dado que una vez se
incurre en alguna violación de principios éticos en el proceso de intervención, se hace
difícil manejar las consecuencias negativas de estas faltas.
Stronberg y Dellinger (1993) sugieren algunas precauciones para disminuir los riesgos
de faltas éticas en la práctica. Estas son:
Definir de forma realista sus áreas de ejercicio y Su práctica profesional.
Mantener competencia en su práctica profesional.
Seleccionar y manejar a los pacientes de forma adecuada.
Apoyar, consultar y referir cuando sea apropiado hacerlo.
Trabajar con ahínco cuando algún percance inesperado surja en el proceso terapéutico.
Terminar el tratamiento con cuidado y con razones apropiadas.
Conservar los records de la forma más completa posible.

ACTIVIDADES Y EJERCICIOS CAPÍTULO 7


¿Cómo se refleja el principio de la libertad en la práctica profesional de la terapia
familiar?
Escoge y analiza una de las principales posturas éticas establecidas sobre la mala
práctica profesional en el ejercicio de la terapia familiar.
¿De cuáles opciones disponen los terapeutas familiares para prevenir la comisión de
faltas éticas?
Identifica los problemas éticos fundamentales con los cuales se enfrenta el terapeuta
familiar en su práctica profesional.
¿Cuáles opciones dispone el terapeuta familiar cuando un principio ético y una norma
entran en contradicción?

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