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El Estado colombiano, fundamentalmente a partir del gobierno de Ló pez Pumarejo,

inició la construcció n de un modelo mínimo de bienestar con enormes limitaciones


fiscales y con una profunda inestabilidad política signada por la violencia que campeó
durante todo el siglo XX. A pesar de los esfuerzos de algunos gobiernos y de la presió n
social de los añ os 60 y 70, el Estado de bienestar no logró superar su etapa
embrionaria. En el ocaso del siglo XX, en los inicios de su ú ltima década, el Estado y la
sociedad colombiana fueron conducidos a una serie de reformas neoliberales, incluso,
a mi manera de ver, a contrapelo de la recientemente aprobada Constitució n de 1991
cuya profusa carta de derechos exige un Estado de bienestar. Algunos de los má s
importantes desarrollos legislativos de la Constitució n de 1991 en materia de
derechos econó micos y sociales son hoy la má s genuina expresió n del modelo
neoliberal. Por una parte, la Ley 100 de 1993, aunque logró una cobertura universal
en materia de aseguramiento, está lejos de garantizar un acceso a un sistema de salud
de calidad y tecnología de vanguardia a los ciudadanos de las regiones má s apartadas
de los grandes centros urbanos. La ley 30 de 1992 (ley de educació n superior) le puso
freno a la expansió n de las universidades pú blicas y estimuló el crecimiento de las
universidades privadas. En este ú ltimo aspecto radica buena parte del descontento
juvenil que hoy se expresa en las calles (muchachos que ni trabajan ni estudian).

El modelo liberal implantado en la ú ltima década ha mejorado los indicadores


econó micos el país pero no se ha traducido en una mejora real de las condiciones de
vida de la població n.

L A LUCHA CONTRA LA POBREZA Y LA EXCLUSIÓ N SOCIAL Entre los fundamentos del


Estado de Bienestar se encuentra que la sociedad en su conjunto debe emprender
acciones gubernamentales para disminuir los niveles de pobreza y de exclusió n social.
La exclusió n social se define como el resultado de las dificultades que tienen en el acceso al
mercado de trabajo quienes derivan sus ingresos ya no de una relación mercantil sino a partir de la
relación salarlal.

A principios del presente siglo, se le vendió al país la idea de que el principal problema
eran las Farc y se concentraron los esfuerzos en derrotarlas militarmente al tiempo
que se promovía y aprobaba una reforma laboral que redujo las garantías para los
trabajadores. También, durante esos añ os, se promovieron reformas tributarias
cargadas de exenciones para los grandes empresarios pero que a la vez ampliaron la
base gravable incorporando a má s sectores de las clases medias. Fueron, quizá s, los
mejores añ os en materia de ingresos fiscales por cuenta de los elevados precios
internacionales del petró leo y nada se hizo para ampliar la oferta de educació n
universitaria pú blica. Se hizo muy poco para mejorar y ampliar la oferta de servicios
de salud en las regiones má s apartadas del país, cuya responsabilidad, por cuenta de
la Ley 100, quedó en manos de los entes territoriales, la mayoría de limitados ingresos
fiscales, y de la venta de servicios de las denominadas empresas sociales del Estado
(hospitales).

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