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¿Llega a las muñecas, los codos, los hombros, los omóplatos, la espalda, el
pecho? ¿Puedes sentir cómo crece el calor en las palmas de las manos? ¿Qué
músculos están tensos? Después de unos cinco minutos, deja que los hombros y
los codos se relajen y suelten. Libera toda esta tensión.
Nota qué agradable resulta abandonar el esfuerzo y la tensión del cuerpo.
Finalmente, muy poco a poco, abre las manos, como capullos de flores que se
abren al sol de la mañana. Siente la frescura de las palmas a medida que el calor se
disipa.
Finalmente, permite que el peso de la gravedad descienda sobre tus manos y
brazos, dejando que caigan como hojas de un árbol, hasta que descansen en tu
regazo o tus piernas. Haz una larga y agradable inspiración, y al espirar imagina
cómo se expulsa todo el estrés que te queda por debajo de las piernas y al fondo
de los pies, desde donde fluirá por la Tierra y se reciclará. Si quieres, siéntate
durante unos instantes más, apreciando tu cuerpo por cómo sigue tus órdenes y
transporta tu conciencia para que puedas lograr los objetivos de tu vida. ¡Qué
maravilloso!