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punto de vista empírico». En este libro Brentano, al igual que Wundt, propone una nueva
sobre la base de la experiencia y para ello comienza por construir una psicología empírica
psíquico sin una atención expresa del mismo. El empirismo de Brentano acepta la intuición
interna como fuente del conocimiento psicológico, y no presta ninguna atención especial al
físicos. Después de haber definido a la psicología como ciencia de los fenómenos psíquicos,
a saber, la de la inexistencia intencional ( o «existencia en» ) del objeto. Ello significa que
los fenómenos psíquicos aluden, hacen referencia a objetos que, por otra parte, son
inmanentes al sujeto. Además, los fenómenos psíquicos son actos o procesos, son de
aparece muy clara en este largo texto. Aunque no fue un psicólogo experimental, su recurso
ciencias, su énfasis en los procesos, etc., colocan a Brentano a la cabeza de las psicologías
del acto.
discípulos más famosos están Husserl, Meinong, Von Ehrenfels, Freud y Stumpf. La
funcionalismo tiene muchas semejanzas con la psicología del acto postulada por Brentano.
son los libros de GILSON (1955), K ASTIL (1951) y los artículos de BARCLAY (1959),
la psicología. No habríamos podido saber en qué consiste una idea, un juicio, el placer y el
observación interna. Los objetos de la llamada percepción externa pueden ser observados;
nuestra atención se vuelve hacia ellos para comprender exactamente el fenómeno. Pero con
los objetos de la pura percepción interna esto es del todo imposible. La observación es
cólera. Porque todo aquel que quisiera observar la cólera que se agita en él, vería que ésta se
observación. Esta misma imposibilidad afecta a todos los casos restantes. Es una ley
psicológica general el que nosotros no podemos poner delante de nuestra atención al objeto
de la percepción interior. Después volveremos a tratar eso con más detalle; por ahora basta
con una referencia a la experiencia ingenua de cada uno. Incluso los psicólogos que
consideran que es posible una observación interna han puesto al menos de relieve su
Pero en los pocos casos en los que creyeron haber tenido éxito, nosotros estamos seguros de
que fueron víctimas de su propio engaño. Los procesos psíquicos sólo pueden ser percibidos
de un modo tangencial cuando dirigimos nuestra atención hacia otros objetos distintos. Por
tiempo que nos suministra datos para el conocimiento de la naturaleza, puede ser un medio
observación interna, y hemos insistido con fuerza en el hecho de que sólo la primera, y no la
segunda, puede aplicarse a los fenómenos psíquicos que se producen en nosotros. Porque
hasta la fecha, que yo sepa no hay ningún psicólogo que haya trazado esta distinción, siendo
muy considerables las consecuencias funestas de esta mezcla y confusión. Conozco casos de
llegaron a desconfiar de su propio talento. Se les había dicho que la observación interna era
la principal fuente del conocimiento psicológico. Ellos la habían buscado, habían agotado
todas sus energías en esta empresa, y esto una y otra vez; pero en vano se habían torturado,
ya que lo único que habían sacado era un torbellino de ideas confusas y un cansancio de
experiencia, quedaron con las ideas de que carecían de aptitudes para la investigación
psicológica.
Otros, a los que esta clase de espantajo no les había acobardado y habían proseguido
en sus esfuerzos, fueron víctimas de otros errores. Hubo muchos que comenzaron a
considerar como si fueran psíquicos a algunos fenómenos físicos, tales como los surgidos en
heterodoxas...
Lo dicho basta para mostrar de dónde extrae el psicólogo las experiencias que
de las propias vivencias psíquicas previas, y aquí sí era posible la atención y la observación,
por así llamarla. El campo de la experiencia hasta ahora limitado a los propios fenómenos
vida psíquica de los demás. Ellas nos permiten una visión indirecta de los fenómenos
memoria, al igual que ésta presuponía la percepción interna de los fenómenos psíquicos del
presente, la cual, por tanto, es condición previa indispensable para ambas observaciones. De
modo que la percepción interna -y en esto la psicología antigua sigue teniendo razón frente a
***
FENOMENOS FISICOS
fenómenos físicos y los fenómenos psíquicos. Aludimos a esta diferencia cuanto fijamos el
sin embargo, no basta con lo que llevamos dicho; ahora es preciso determinar de un modo
Esto parece tanto más necesario cuanto que no hay unanimidad ni una total claridad
fenómenos físicos de la fantasía han sido tomados por fenómenos psíquicos. Pero además
hay otros muchos casos de confusión. y algunos psicólogos muy notables se verían en
Frecuentemente tropezamos con afirmaciones tales como que la diferencia entre la sensación
estos mismos psicólogos admiten que lo que se nos muestra en la sensación no guarda
correspondencia con la causa que lo produce. Por lo que resulta que lo que ellos llaman
dicho a guisa de reproche ahora habría que añadir algo más. Ahora pretendemos esclarecer
Para este fin no creemos que sea útil una mera indicación de normas muy generales y
apropiada siempre que los nombres particulares sean más claros que los generales. De modo
que a la hora de explicar el término «color» quizá sea más eficaz decir que tal nombre
designa a la clase del rojo, azul, verde y amarillo, que, a la inversa, explicar el rojo como
una clase especial de color. Pero con nombres como los tratados en nuestro caso, nombres
que no son corrientes en la vida ordinaria, mientras que sí lo son los de los fenómenos
particulares por ellos designados, sigue prestando mejores servicios la explicación por medio
de lo concreto. De modo que primero pondremos algunos ejemplos para explicar estos
conceptos.
fantasía; por idea no entendemos aquello que es representado, sino el acto de representar.
Por eso, la audición de un sonido, la visión de un objeto de color, el sentir el calor o el frío, y
los estados similares a la fantasía, son ejemplos de la que deseo decir; pero también
fenómeno psíquico. Y lo mismo ocurre con los movimientos de ánimo, la alegría, tristeza,
miedo, esperanza, valor, cobardía, cólera, ilusión, amor, odio, apetito, volición, intención,
Por el contrario, son ejemplos de fenómenos físicos un color, una figura, un paisaje
que estoy viendo; un acorde que oigo; el calor, el frío, el olor que estoy sintiendo; así como
3. Pero todavía queremos dar una delimitación más unitaria de los fenómenos
psíquicos. Para ello contamos con lo que dijimos anteriormente cuando afirmábamos que
con el nombre de fenómenos psíquicos designábamos a las ideas ya los fenómenos cuyo
fundamento eran las ideas. Además es preciso observar que aquí por ideas no estamos
entendiendo lo representado por ellas, sino el acto de representarlas. Estas ideas constituyen
el fundamento no sólo del mero juicio, sino también del apetecer y de los demás actos
representado. De modo que esta precisión abarca a todos los ejemplos de fenómenos
Pero puede ocurrir que alguno piense que no es posible hallar ninguna idea, en el
sentido que nosotros damos al término, en ciertas clases de sentimientos sensibles de placer
y displacer. Al menos no podemos negar que hay una cierta tentación en esta dirección. Por
ejemplo, esto puede valer para los sentimientos que tenemos al hacernos una cortada o
quemarnos. Cuando nos cortamos no tenemos ninguna percepción del contacto, la mayoría
de las veces; cuando nos quemamos no tenemos ninguna percepción del calor; en ambos
casos lo único que aparece es el dolor.
Sin embargo, es indudable que en el fondo de estos sentimientos hay una idea. En
estos casos siempre tenemos la idea de una determinación local. que frecuentemente
ponemos en relación con alguna parte visible de nuestro cuerpo. Decimos que nos hace daño
el pie, o la mano, que nos duele ésta o aquella parte del cuerpo. Por eso la existencia de una
idea en la base de estos sentimientos no puede ser negada, especialmente por aquellos que
consideran a esta idea local como a algo primariamente dado por la estimulación de los
nervios. Pero esto tiene que ser admitido también por los demás. Porque no sólo se da en
nosotros la mera idea de una determinación local. sino que además tenemos la idea de una
cualidad sensible especial, análoga al color. sonido y demás cualidades sensoriales afines;
esta cualidad sensorial pertenece al mundo de los fenómenos físicos y debe ser distinguida
del sentimiento que la acompaña. Cuando oímos un sonido suave y grato, o bien uno
estridente, un acorde armónico o una total falta de armonía, no se nos ocurre identificar el
sonido con los sentimientos concomitantes de placer o dolor. Así también cuando, gracias a
una cortada, una quemadura o unas cosquillas, en nosotros surge un sentimiento de dolor o
placer, tenemos que distinguir entre un fenómeno físico que se ofrece como objeto a la
transmitidas por los llamados nervios sensitivos, como es bien sabido. Antiguamente se creía
que las distintas cualidades sensoriales, tales como el color, sonido. etc., utilizaban nervios
inclina hacia la opinión contraria (2). Por ejemplo es casi doctrina universal que si los
nervios para las sensaciones del tacto son estimulados de otra manera distinta, entonces
producen las sensaciones de frío y de calor; y si se los estimula de otra tercera manera,
entonces producirán las sensaciones del placer y dolor. Pero esto mismo ocurre con todos los
Todos los nervios producen fen6menos dolorosos de la misma clase (3) cuando son
estimulados por estímulos muy fuertes. Pudiendo transmitir un nervio distintas clases de
sensaciones, frecuentemente ocurre que puede transmitir varias de ellas a un mismo tiempo,
como cuando por ejemplo miramos a una luz eléctrica y al mismo tiempo que vemos un
color «hermoso», es decir, agradable, sentimos un fen6meno doloroso de otra clase. Los
nervios del sentido del tacto transmiten sensaciones de contacto, sensaciones de frío o de
calor y sensaciones de placer o dolor a un mismo tiempo). Ahora bien, resulta que cuando
aparecen a un mismo tiempo muchos fenómenos sensoriales, éstos suelen ser considerados
como un solo fenómeno unitario. Esto ha sido llamativamente demostrado en el caso de las
sensaciones del olfato y del gusto. Está demostrado que casi todas las diferencias que suelen
ser consideradas como diferencias de gusto, en realidad son meras diferencias entre
fenómenos olfativos simultáneos. Lo mismo ocurre cuando probamos una comida caliente o
fría: muchas veces creemos que hay diferencias de gusto, cuando en realidad lo único que
hay son distintos fenómenos térmicos. Por eso no debemos de admirarnos ante nuestra
otro que pertenece a la sensación de tacto. Sí, probablemente no podríamos distinguir estos
ahora las sensaciones del sentimiento. Veremos que la mayoría de las veces estos fenómenos
van unidos a sensaciones de otra clase, las cuales, sobre todo cuando las excitaciones son
muy fuertes, desaparecen de su compañía. Por eso es muy fácil explicar las equivocaciones
en lo que respecta a la presencia de una determinada clase de cualidades sensibles, como por
ejemplo, la que se da cuando uno cree tener una sola sensación y en realidad tiene dos.
primera clase de cualidad, pensamos que no hay más que un sentimiento, y que no hay
Este error puede deberse también al hecho de que no hay dos términos distintos para
físico que se da junto con el sentimiento doloroso recibe también el nombre de dolor. No
decimos que sentimos éste o aquel fenómeno del pie junto con el dolor, sino simplemente
que sentimos dolor en el pie. Esto es un equívoco, como puede verse muy fácilmente en, los
casos en los que varias cosas tienen una íntima relación mutua. Llamamos sano al cuerpo, y
debido a su relación con él, también decimos que el aire, el alimento, el color del rostro y
otras muchas cosas son sanos, aunque como es natural en un sentido diferente. En nuestro
gran pesar. La experiencia revela que el equívoco es uno de los obstáculos principales para
detectar las diferencias. Y especialmente en este caso, en el que el peligro de error es muy
confusión. De ahí que muchos psicólogos cayeran en el engaño, y en torno a éste fueran
sentiente tenía que estar en el lugar del miembro lesionado en donde estaba localizada la
fenómeno físico. Y creyeron que la percepción del miembro lesionado era una percepción
interna, y, por tanto, evidente e infalible (4). Sólo que esta idea era contraria a los hechos, ya
que estos mismos fenómenos se producen después de haber sido amputado el miembro.
interna. El problema se resuelve una vez que se haya aprendido a establecer una distinción
que no hay ninguna idea en la base de sentimiento de dolor sensible producido por una
herida.
psíquicos diciendo que son ideas (en el sentido anteriormente indica- do) o que se basan en
ideas. Con ello tenemos una segunda determinación un poco más simple que la primera.
Pero esta explicación todavía no es completamente unitaria, ya que nos presenta a los
fenómenos psíquicos en contraposición a los físicos, ha sido realizada desde una perspectiva
negativa. Se ha dicho que todos los fenómenos físicos presentan extensión y determinación
local o espacial; y esto en el caso de los fenómenos de la visión o de cualquier otro sentido;
o bien en el de las imágenes de la fantasía que nos representen objetos similares. En cambio,
los fenómenos psíquicos carecen de extensión: el pensar, querer, etcétera, se nos muestran
Así sería posible una caracterización fácil y exacta de los fenómenos físicos frente a
los psíquicos, por cuanto que afirmaríamos que los fenómenos físicos serían los que
aparecen extensos y en el espacio. De los fenómenos psíquicos diríamos eso mismo, sólo
espacial ni extensión. Se podría invocar a Descartes Ya Spinoza como defensores de Una tal
distinción, y especialmente a Kant, para quien el espacio es la forma de la intuición del
sentido externo.
Lo mismo dice en nuestros días A. Bain (5). De modo que, al parecer, hemos dado
con una caracterización unitaria de todos los fenómenos psíquicos, aunque sea de un modo
negativo.
Pero tampoco hay unanimidad entre los psicólogos en lo que a esto respecta, y
psíquicos.
Muchos creen que es falsa esta caracterización debido a que hay muchos fenómenos
físicos que se presentan sin extensión. Así muchos psicólogos famosos enseñan que los
libres de toda extensión y determinación espacial. Piensan que esto es muy corriente en
particular en los sonidos y en los fenómenos del olfato. Berkeley afirma que los colores
tampoco muestran esta localización espacial; Platner dice que lo mismo puede decirse de los
fenómenos del sentido del acto, y Herbart y Lotze, lo mismo que Hartley, Brown, los dos
MilI, H. Spencer y otros, lo extienden a todos los sentidos externos. Es cierto que todos los
fenómenos que nos son revelados por los sentidos externos, y especialmente. por la visión y
el tacto, dan la impresión de extenderse en el espacio. Pero ello es debido, se nos dice, a su
asociación con las ideas del espacio, desarrolladas progresivamente en nosotros gracias a
siendo nosotros mismos quienes les dimos después una localización. Si verdaderamente ésta
fuera la única vía por la que los fenómenos físicos adquieren localización espacial, ¡entonces
no sería posible distinguir a los fenómenos físicos de los psíquicos en función de esta
característica de la extensión; y tanto menos cuanto que además ciertos fenómenos psíquicos
adquieren de esta misma manera una localización espacial, como por ejemplo, cuando
pertenece a este grupo de pensadores, a pesar de haber defendido esta diferenciación, ya que
sigue totalmente la dirección de Hartley. Únicamente pudo haber hablado como lo hizo en
esta cuestión porque (aunque no de un modo totalmente consecuente) no puso entre los
Otros autores, como hemos visto, rechazan esta caracterización por motivos
diametralmente opuestos. Más que a la afirmación de que todos los fenómenos físicos
tratado sobre el sentido, y el objeto del sentido, cuando dice que la percepción sensible es un
acto del órgano corp6reo y que esto es inmediatamente obvio y no necesita de más pruebas
(6).
sentimiento del placer y del dolor que aparecerían en los órganos externos, muchas veces
incluso después de la amputación del miembro. y, sin embargo, el sentimiento, lo mismo que
la percepción, es un fenómeno psiquico. Muchos creen que también los apetitos sensibles
aparecen con localización y en esto coinciden con los poetas, que, si no del pensamiento, al
menos hablan de un deleite y anhelo que impregnan el corazón y todos los miembros.
Por tanto, vemos que esta distinción ha sido combatida tanto desde la perspectiva de
los fenómenos psíquicos como desde la de los fenómenos físicos. Probablemente estos
ataques no se fundan en argumentos sólidos (7). Pero, sin embargo, es conveniente intentar
otra caracterización más general, válida para todos los fenómenos psíquicos, ya que la
discusión sobre si ciertos fenómenos físicos y psíquicos son o no extensos indica que esta
caracterización positiva que sea en general válida para todos los fenómenos psíquicos? Bain
decía que, en efecto, no hay ninguna (8). Pero incluso los psicólogos de la antigüedad habían
llamado la atención sobre cierta analogía y afinidad especial que existía en todos los
fenómenos psíquicos y no se daba en los físicos. Todo fenómeno psíquico se caracteriza por
aquello que los escolásticos de la Edad Media llamaron inexistencia intencional (o mental)
del Objeto (9) y que nosotros llamaríamos, aunque con expresiones no totalmente
interpretado como algo real) u objetividad inmanente. Todo fenómeno psíquico contiene
idea hay algo ideado o representado; en el juicio existe algo afirmado o rechazado; en el
psíquicos. No hay ningún fenómeno físico que presente algo semejante. Por eso podemos
definir a los fenómenos psíquicos diciendo que son aquellos que contienen intencionalmente
a un objeto.
Pero nuevamente aquí nos encontramos con las discusiones y pugnas. En especial,
Hamilton niega esta característica a una clase muy amplia de fenómenos psíquicos, a saber,
a todos los llamados por él sentimientos (feelings), es decir, al placer y al dolor en todas sus
clases y matices. Hamilton coincide con nosotros en lo relativo a los fenómenos del
pensamiento y del apetito. Está claro que no hay pensamiento sin objeto, ni apetito sin
objeto apetecido. «En cambio, en los fenómenos del sentimiento (del sentimiento de placer y
no la considera (separadamente), sino que por así decirlo ambos están fundidos en una
nada más que J subjetividad subjetiva; no hay objeto diferente del yo, ni tampoco
objetivación del yo (11). En el primer caso, se daría algo «objetivo», según la terminología
de Hamilton; en el segundo, algo «objetivamente subjetivo», tal como ocurre, por ejemplo,
en el conocimiento de uno mismo, cuyo objeto es llamado sujeto-objeto por Hamilton; por
tanto, al negar estas dos cosas, Hamilton le quita al sentimiento toda inexistencia
intencional.
Pero lo que Hamilton dice no es del todo exacto. Ciertos sentimientos se refieren
ordinario. Decimos que nos alegramos de algo y por algo, que nos entristecemos o dolemos
por algo. Igualmente decimos: esto me alegra, esto me duele, esto me pone triste, etc. La
A lo sumo podríamos asentir con Hamilton en aquellos casos en que, como dijimos
consigo una idea básica; así, por ejemplo, en el caso del dolor provocado por una cortada o
por el fuego. Pero entonces ello se debe únicamente a nuestra tendencia a caer en esta
errónea suposición. También Hamilton reconoce con nosotros que las ideas constituyen
siempre, y, por consiguiente, también en este caso, la base de los sentimientos. Por lo que
Claro que es preciso añadir otra cosa. El objeto al cual se refiere el sentimiento no
dicho placer se refiere en cierto modo a uno mismo, y que, por tanto, resulta poco más o
menos lo que dice Hamilton, a saber que el sentimiento «está fundido en una unidad» con el
objeto. Pero esto mismo ocurre en muchos fenómenos ideativos y del conocimiento, como
hay una existencia mental, un sujeto-objeto, dicho con términos de Hamilton; y lo mismo
ocurre con estos sentimientos. Hamilton no tiene razón cuando dice que todo es
misma, ya que no es posible hablar de sujeto allí donde no se puede hablar de objeto.
También Hamilton estaba testimoniando en contra suya cuando hablaba de la fusión unitaria
del sentimiento con la impresión psíquica. Toda fusión es una unión de muchos; por eso, su
expresión gráfica de la característica funda- mental del sentimiento hacía alusión a una cierta
dualidad en la unidad.
razonablemente como propiedad general de los fenómenos psíquicos, la cual sirve para
6. Otra propiedad general común a todos los fenómenos psíquicos es la de que sólo
son percibidos por la conciencia interna, mientras que los fenómenos físicos sólo admiten
una percepción externa. Esta característica es puesta de relieve por Hamilton ( 12).
Alguno pudiera pensar que esta caracterización dice muy poco, ya que lo más natural
contraponerla a todas las demás percepciones. Sólo que la percepción interna, además de lo
singular de su objeto, posee otra característica distintiva, a saber, esa evidencia inmediata e
infalible que sólo ella posee de entre todos los modos de conocer los objetos de la
experiencia. Por eso cuando decimos que los fenómenos psíquicos son aprehendidos por la
inmediatamente evidente.
inmediata; además, a decir verdad, es la única percepción en el sentido propio del término.
Hemos visto que los fenómenos de la percepción externa no se muestran como verdaderos y
reales ni siquiera por vía de la argumentación mediata; que aquella persona que, confiada,
los tome por lo que aparecen, caerá en la cuenta de su error gracias a la conexión de los
fenómenos. De modo que la llamada percepción externa, en el sentido estricto del término,
no es una percepción; así podemos decir que los fenómenos psíquicos se caracterizan por ser
los únicos con respecto a los cuales es posible una percepción, en el sentido propio de la
palabra.
Por otra parte, esta determinación es suficiente para caracterizar a los fenómenos
psíquicos. Ello no quiere decir que todas las personas puedan percibirlos internamente, y
que, por consiguiente, tengamos que contar entre los fenómenos físicos a todos aquellos que
evidente que no hay ningún fenómeno psíquico que sea percibido por más de una persona;
pero asimismo hemos visto que todos los géneros de fenómenos psíquicos se encuentran
representados en todas las vidas anímicas humanas plenamente desarrolladas. Por ello, con
vistas a nuestro propósito, es suficiente decir que los fenómenos psíquicos constituyen la
7. Decíamos que los fenómenos psíquicos eran los únicos susceptibles de una
percepción interna, en el sentido estricto del término. Además podemos añadir que son los
únicos que tienen una existencia real, además de la intencional. El conocimiento, la alegría,
el apetito, existen realmente; en cambio, el color, sonido, calor, sólo existen de un modo
fenoménico e intencional.
Hay filósofos que llegan a decir que es evidente de por sí el que los fenómenos que
nosotros tomamos por físicos no pueden poseer ninguna realidad. Dicen que quien admite
esto y atribuye a los fenómenos físicos una existencia distinta de la mental, defiende algo
que es contradictorio en sí. Bain, por ejemplo, afirma que algunos han explicado los
primeramente se supone existir antes de ser percibido, y luego, gracias a su acción sobre el
espíritu, accede a la percepción». «Esta concepción -añade Bain- encierra una contradicción.
produce en nuestro espíritu una impresión gracias a la luz que emite, y entonces es
percibido; de modo que la percepción es el efecto, y el árbol impercibido (es decir, existente
tanto que percibido, pero no en cuanto no percibido. Esta concepción encierra una clara
sensación táctil del hierro, pero no nos es posible conocer esa sensación táctil si
argumentar. Por muy cierto que sea el hecho de que un color sólo se nos muestra cuando nos
la representamos, ello no quiere decir que no pueda existir un color no representado. Sólo en
elementos, por ejemplo, como una cierta cualidad e intensidad, podríamos decir que es
contradictorio un todo sin una de sus partes. Pero está claro que éste no es el caso. De lo
contrario, sería imposible explicar cómo la creencia en la existencia real de los fenómenos
físicos, fuera de nuestra representación, ha podido, no diré surgir, sino alcanzar la expansión
más universal, mantenerse con la tenacidad más extrema e incluso ser compartida durante
largo tiempo por pensadores de primera fila. Si fuese cierto lo que dice Bain: «Nosotros
podemos pensar en un árbol en cuanto percibido, pero no en cuanto no percibido; hay una
conclusiones. Pero es precisamente eso lo que no podemos admitir. Bain explica su posición
con las siguientes palabras: «Se nos exige percibir y al mismo tiempo no percibir la cosa».
Pero esto no es verdad, en primer lugar, porque aun cuando lo fuera, lo único que de ello se
seguiría es que únicamente podríamos pensar en los árboles por nosotros percibidos; pero no
se seguiría el que sólo pudiéramos pensar en los árboles en cuanto percibidos por nosotros.
blanco. Este círculo vicioso aparece con toda claridad si consideramos los fenómenos
psíquicos. Si alguien dijera; «Yo no puedo pensar en un fenómeno psíquico sin pensar en él;
por tanto, sólo puedo pensar en los fenómenos psíquicos en cuanto pensados por mí; por
idéntico al de Bain. Pero este autor reconocerá por lo menos que la vida psíquica individual
no es la única dotada de una existencia psíquica real. Cuando sigue diciendo; «conocemos la
sensación de contacto del hierro, pero no podemos conocer la sensación de contacto como
algo en sí independiente de la sensación táctil» (13), Bain está utilizando primero el término
conceptos son distintos, aun cuando tengan el mismo nombre. Por consiguiente, solamente
aquellos que se dejen engañar por este equívoco podrán hacer la concesión de evidencia
Por consiguiente, no es verdad que sea realmente contradictorio postular, fuera del
espíritu, fenómenos físicos tan reales como los producidos intencionalmente dentro de
nosotros. Sólo cuando se comparan ambas realidades aparecen los conflictos y la negación
de la realidad de los fenómenos. Es verdad que esto sólo vale para el campo de la acción de
todos los fenómenos físicos otra existencia que no sea la existencia intencional.
psíquicos. Se ha dicho que los fenómenos psíquicos se presentan siempre uno detrás de otro,
mientras que los físicos aparecen muchos al mismo tiempo. Pero no siempre estas
expresiones han sido dichas en uno y un mismo sentido; y no todos los sentidos han
correspondido a la verdad.
distintas series, vinculadas entre sí. Los fenómenos que constituyen el objeto de la
psicología se muestran en una serie única. Una mirada a las diversas actividades continuas,
que constituyen la vida del cuerpo en su totalidad, indica al punto que éstas son simultáneas,
que la digestión, circulación, respiración, excreción, secreción, etc., con todas sus
introspección permite ver con claridad que las actividades del pensamiento no son
simultáneas, sino que unas van detrás de otras» (14). H. Spencer estudia los fenómenos
haber hecho esto, tendría que reconocer la simultaneidad de ciertas series de fenómenos
psíquicos, ya que en el mundo hay más de un solo ser vivo dotado de psiquismo. Pero dentro
de los límites a los que está restringida, su afirmación no es del todo verdadera. Y el propio
H. Spencer se halla tan lejos de ilj imaginarlo que al punto nos remite a esas especies de
animales inferiores, por ejemplo, los radiados, en los que en un mismo cuerpo transcurre
simultáneamente una vida anímica múltiple. en estos casos, nos dice, existen muy pocas
diferencias entre la vida psíquica y la vida fisica (15), lo cual, sin embargo, otros autores no
concederán tan fácilmente. Y sigue haciendo más concesiones, de modo que la mencionada
distinción entre los fenómenos psicológicos y físicos queda reducida a una mera diferencia
de más o menos. Más aún. Si nos preguntamos qué es lo que Spencer entiende por
fenómenos fisiológicos, veremos que con este nombre no son designados los fenómenos
físicos propiamente dichos, sino las causas en sí desconocidas de los mismos; en lo que.
respecta a los fenómenos físicos que se manifiestan en la sensación, parece innegable que
Otros han querido ver una característica singular de la vida anímica en el hecho de
que en la conciencia sólo puede haber un solo objeto a un mismo tiempo, y no muchos.
del tiempo, los cuales aparecen regularmente en las observaciones astronómicas debido a
que el golpe simultáneo del péndulo no entra en la conciencia en simultaneidad con el paso
de la estrella por la rejilla del telescopio, sino un poco antes o después (16). De manera que
los fenómenos psíquicos van uno detrás de otro en una sola j serie. Pero ciertamente no es
correcto generalizar sin más eso que se revela en un solo caso de extraordinaria
concentración de la atención. Al menos H. Spencer dice: «Hallo que es posible descubrir con
conciencia en diverso grado, de modo que no podemos decir que ninguna de ellas sea
frecuentemente (al menos en mí) se da una serie de fenómenos sonoros que me persiguen y
que constituyen una melodía o una parte de la misma; a éstos se añade la serie de fenómenos
visuales: todas estas series, subordinadas a la conciencia dominante, formada por una gran
cantidad de reflexiones, la cruzan y de esta forma se entremezclan con ella» (17). Lo mismo
dicen Hamilton, Cardaillac y otros psicólogos basándose siempre en sus experiencias. Pero
aun admitiendo que fuese cierto que hubiera una analogía ente el caso del astrónomo y los
demás casos de pecepción, ¿no deberíamos reconocer por lo menos que muchas veces nos
representamos algo, y, al mismo tiempo, lo apetecemos 0 emitimos un juicio sobre ello? Por
afirmarse con más derecho lo contrario, a saber, que muchos fenómenos psíquicos existen
simultáneamente, cosa que no ocurre con los fenómenos físicos. Nunca hay más de un
Por tanto, ¿en qué sentido podemos decir que en un momento dado sólo puede darse
un único fenómeno psíquico, mientras que puede haber muchos fenómenos físicos
multiplicidad total se presenta como unidad en la percepción interna, Cosa que no ocurre
con los fenómenos físicos, los cuales se dan todos juntos en la llamada percepción externa.
Con frecuencia muchos psicólogos han confundido la unidad con la simplicidad, y han
contrarios con razón a la simplicidad de este fenómeno, negaron también la unidad. Pero, así
como los primeros no fueron coherentes, ya que hablaron de una rica pluralidad de
elementos diversos al describir su vida interior, los segundos tampoco Pudieron impedir que
íntima. Cuando a un mismo tiempo percibimos un color, un sonido, un calor, un olor, no hay
nada que nos impida atribuir cada sensación a una cosa diferente. Por el contrario, la
diversidad de los actos sensitivos correspondientes, el ver, oír, sentir el calor y oler, y con
ellos el querer, sentir y pensar al mismo tiempo, así como la percepción interna por la cual
unitario en el que están contenidos, y como una totalidad unitaria. Después trataremos de las
causas de esto y de otras cuestiones pertinentes a este tema. Porque se trata nada menos que
cuestionados, de la psicología.
existente entre los fenómenos psíquicos y físicos. En primer lugar, comenzamos dando una
serie de ejemplos de ambos fenómenos. Luego dijimos que los fenómenos psíquicos se
caracterizaban por las ideas o por ser fenómenos basados en las ideas; los demás fenómenos
considerada por muchos psicólogos como propiedad particular de todos los fenómenos
físicos; ella debería estar ausente de todos los fenómenos psíquicos. Pero esta opinión ha
sido fuente de controversias, y son precisas otras investigaciones para dirimir la cuestión;
por ahora sólo puedo afirmar que los fenómenos psíquicos realmente aparecen en su
todos los fenómenos psíquicos era la inexistencia intencional o relación con algo a título de
objeto: no hay ningún fenómeno físico que presente algo similar. Después caracterizamos a
los fenómenos psíquicos diciendo que eran el objeto exclusivo de la percepción interna,' son
los únicos que percibimos con evidencia inmediata; sí, sólo ellos son percibidos, en el
sentido estricto del término. Y aquí entra la siguiente característica, a saber, que los
fenómenos psíquicos son los únicos dotados de una existencia real, además de la intencional.
Por último dijimos que los fenómenos psíquicos también se caracterizaban por ser
percibidos siempre como unidad a pesar de toda su diversidad; los fenómenos físicos, en
fenómeno unitario.
inexistencia intencional. Gracias a ella, así como también gracias a las restantes, podemos
considerar a los fenómenos psíquicos como claramente delimitados frente a los fenómenos
físicos.
Las explicaciones que acabamos de dar sobre los fen6menos psíquicos y físicos
natural; dijimos que la ciencia natural era la ciencia de los fenómenos físicos, y que la
ciencia psicol6gica era la de los fenómenos psíquicos. Ahora resulta fácil apreciar las
ésta no trata de todos los fenómenos físicos. No versa sobre los fenómenos de la fantasía,
sino únicamente de los que se manifiestan en la sensación. E incluso dentro de estos últimos,
sólo establece leyes en la medida en que dependen de la estimulación física de los órganos
siguiente: la ciencia natural trata de explicar la sucesión de los fenómenos físicos de las
sensaciones normales y puras (no influidas por ningún estado ni proceso psíquico especial),
(18). No explicando la naturaleza absoluta de este mundo, la ciencia natural se contenta con
cuando éstas son consideradas como puras y produciéndose en una sensibilidad inalterable,
esta forma un tanto complicada hay que interpretar la expresión «ciencia de los fenómenos
Sin embargo, hemos visto cómo a veces la expresión «fenómeno físico» es aplicada
de un modo abusivo a estas fuerzas. Y como, conforme a la naturaleza de las cosas, el objeto
de una ciencia es aquello cuyas leyes son establecidas de un modo directo y expreso por esa
ciencia, no creo equivocarme al suponer que, al definir a la ciencia natural como ciencia de
los fenómenos físicos, muchas veces esta expresión va ligada también al concepto de fuerzas
producen las sensaciones gracias a su acción sobre los órganos sensoriales, y se influyen
ciencia natural. Considerar a estas fuerzas como objeto de la ciencia tiene la ventaja de que
entonces el objeto de la ciencia es algo que existe real y verdaderamente. Esto también
podría conseguirse definiendo a la ciencia natural como ciencia de las sensaciones con la
prevalecido debido especialmente a la circunstancia de que se pensó que las causas externas
ocurrió en un principio, con una correspondencia total, ya sea como actualmente se piensa,
con una correspondencia al menos en lo que toca a la extensión en las tres direcciones. De
ahí el nombre impropio, de «percepción externa». Pero asimismo debemos añadir que el
acto de sentir tiene otras propiedades, además de la inexistencia intencional propia del
que sería preciso ampliar, en lugar de limitar, el concepto de fen6meno psíquico, dado que
también entran dentro de ella los fenómenos físicos de la fantasía, y además la teoría de la
sensación no puede dejar a un lado a los fenómenos físicos de la sensación. Pero está claro
que estos fenómenos sólo forman parte de la descripción de las propiedades de los
fenómenos psíquicos en la medida en que están contenidos en ellos. y esto mismo vale para
todos los fenómenos psíquicos que tienen una existencia exclusivamente fenoménica. Sólo
deben ser considerados como objeto propio de la psicología los fenómenos psíquicos en
cuanto estados reales. y ellos son los únicos que tenemos en cuenta cuando decimos que la
NOTAS
(1) Así, yo al menos no logro conciliar las diversas definiciones dadas por Bain en una de
sus obras psicológicas más recientes, La Ciencia Mental, Londres, 3 ed. 1872. En la página
120, número 59 dice que la ciencia psíquica (Science 01 the Mind, también por él llamada
el oído, el órgano del sentido del tacto son medios para la observación del mundo físico, del
«object world» como él se expresa. Por el contrario, en la página 198, número 4, I, dice lo
esto con el ejemplo de la sensación de temperatura, cuando se toma un baño caliente, y con
todos los casos de suave contacto, en los que no se da ninguna actividad muscular, y explica
que en idénticas condiciones, los sonidos y quizá hasta la luz y el color, serían una
experiencia puramente subjetiva (Subject experience). Por tanto, toma como ejemplos para
la conciencia subjetiva las sensaciones visuales, auditivas y táctiles que en la otra parte había
subjetiva.
(2) Ver en especial Wundt. Psicologia Fisiológica, p. 345 s. (3) Ver después Libro II.
Capítulo 3. número 6.
(5) Bain, en el libro Ciencia Mental, Introd., Capítulo 1, dice lo siguiente: «La región del
objeto o del mundo objetivo (exterior) es delimitada por una propiedad, la extensión. El
árbol o de un arroyo se dice que posee una magnitud extensa. Un placer no tiene longitud,
anchura ni espesor; no es en ningún respecto una cosa extensa. Un Pensamiento o una idea
pueden referirse a magnitudes extensas; pero no puede decirse de él que tenga una extensión
en sí mismo. Y tampoco podemos decir que un acto de la voluntad, un apetito, una creencia
llenen un espacio en unas determinadas direcciones. De ahí que se llame inextenso a todo
aquello que caiga dentro de la esfera del sujeto. Usando, pues, como sucede frecuentemente,
negativamente mediante una sola cosa: la carencia de extensión.. (Nota del compilado1':
Esta cita textual de Bain pertenece al texto original de Brentano. La hemos puesto en forma
(6) De sens. et sens., 1, p. 436. Ver también lo que dice de las emociones y en especial del
(7) La afirmación de que también ciertos fenómenos psíquicos aparecen con extensión
descansa claramente sobre una confusión entre los fenómenos físicos y los psíquicos similar
a aquella que vimos anteriormente cuando demostramos que la idea era la base
(9) Ellos emplean también la expresión «estar objetivamente en algo», la cual, sí es que la
existencia real fuera del espíritu. Pero la expresión «ser objetivo en sentido inmanente»
recuerda a ella, y es empleada en un sentido muy similar. La palabra «inmanente» evita todo
posible equívoco.
sobre el alma dice que lo sentido en cuanto sentido, está en la persona que siente; el sentido
confunde con la existencia en su sentido propio, llega a su doctrina contradictoria del Lagos
y las Ideas. Cosa parecida les sucede a los neoplatónicos. Agustín en su doctrina del Verbum
mentís y de su salida interior, menciona este mismo hecho. Anselmo lo hace en su famoso
radica en el hecho de haber considerado a la existencia mental como una existencia real (ver
Ueberweg, Historia de la Filosofía, II). Tomás de Aquino enseña que lo pensado está
intencionalmente en el que piensa; el objeto del amor, en el que ama; lo apetecido en quien
apetece, y utiliza estas afirmaciones para fines teol6gicos. Cuando la Escritura habla de una
inhabitación del Espíritu Santo, Santo Tomás la interpreta como una inherencia intencional
por el amor. E intenta encontrar una cierta analogía entre el Misterio de la Trinidad y de la
procedencia del Verbo y del Espíritu an intra, y la inexistencia intencional que hay en el
pensamiento y en el amor.
(11) Lecciones sobre Metafísica, I, p. 432.
(12) lbídem.
(16) Véase Bessel, Observacioner Astronómicar, Parte VIII, Ki:inigsberg, 1823, 1 Introd.
(17) lb ídem, p. 398. Drobisch dice también que es «un hecho que muchas series de ideas
pueden entrar al mismo tiempo en la conciencia, pero en cierto modo a distintas alturas»,
(18) Véase sobre esto Ueberweg (Sistema de lógica), en cuya explicación ciertamente no
todo es aprobable. En particular se equivoca cuando piensa que el mundo de las causas
externas se extiende de forma espacial y temporal, en lugar de decir que dicho mundo se
(19) La explicación no es totalmente como Kant habría requerido, pero se acerca bastante a
sus explicaciones. En cierto sentido se aproxima a las ideas de J. St. Mill en su escrito contra
Hamilton (Capítulo 11), aunque sin coincidir tampoco con ellas en todos los puntos
possibilities of sensation) está muy próximo a lo que nosotros hemos llamado fuerzas. El
parentesco, así como la principal discrepancia con la concepción de Ueberweg fue señalado
en la nota precedente.