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Una meditación guiada para el amor propio

Primero, ponte cómodo. Puedes acostarte de espaldas con un bolster debajo de las
rodillas y una manta doblada detrás de la cabeza. También puedes sentarte sobre un
bolster o unas mantas dobladas. Si quieres un apoyo adicional, siéntate contra la
pared o en una silla.

Si estás acostado, siente la conexión entre la parte posterior de tu cuerpo y el tapete.


Si estás sentado, estira la columna vertebral, abre las clavículas y deja que las manos
descansen sobre los muslos (con las palmas hacia arriba o abajo, como quieras).

Una vez que estés instalado, cierra los ojos o amplía la mirada (esto quiere decir que
no te detengas a mirar un punto fijo, sino que trates de captar el todo) y conecta con
tu respiración. Préstale atención y no trates de cambiarla. Fíjate también si te sientes
tenso o relajado, pero tampoco intentes cambiarlo.

Inhala por la nariz y luego exhala por la boca. Continúa haciendo respiraciones
profundas y completas por la nariz y sacando el aire por la boca. Mientras respiras,
toma conciencia del estado de tu cuerpo y tu mente. ¿Dónde se acumula la tensión?
¿Te sientes cerrado o apagado emocionalmente? ¿Dónde está tu mente? ¿Deambula
por ahí o está aquí, con la respiración? ¿Está tu mente tranquila o inquieta, llena de
negatividad y dudas?

Primero, ponte cómodo. Puedes acostarte de espaldas con un bolster debajo de las
rodillas y una manta doblada detrás de la cabeza. También puedes sentarte sobre un
bolster o unas mantas dobladas. Si quieres un apoyo adicional, siéntate contra la
pared o en una silla.

Si estás acostado, siente la conexión entre la parte posterior de tu cuerpo y el tapete.


Si estás sentado, estira la columna vertebral, abre las clavículas y deja que las manos
descansen sobre los muslos (con las palmas hacia arriba o abajo, como quieras).

Una vez que estés instalado, cierra los ojos o amplía la mirada (esto quiere decir que
no te detengas a mirar un punto fijo, sino que trates de captar el todo) y conecta con
tu respiración. Préstale atención y no trates de cambiarla. Fíjate también si te sientes
tenso o relajado, pero tampoco intentes cambiarlo.

Inhala por la nariz y luego exhala por la boca. Continúa haciendo respiraciones
profundas y completas por la nariz y sacando el aire por la boca. Mientras respiras,
toma conciencia del estado de tu cuerpo y tu mente. ¿Dónde se acumula la tensión?
¿Te sientes cerrado o apagado emocionalmente? ¿Dónde está tu mente? ¿Deambula
por ahí o está aquí, con la respiración? ¿Está tu mente tranquila o inquieta, llena de
negatividad y dudas?
Coloca las manos sobre tu corazón y continúa inhalando por la nariz y exhalando por
la boca. Pregúntate: ¿cómo me siento al poner mis manos sobre esta área sensible,
este lugar donde experimento amor por mí y por los demás?

Deja que tu respiración se haga más suave y fácil y comienza a inhalar y exhalar por
la nariz. Siente el flujo de aire que entra en tus pulmones y luego vuelve al mundo.

Con cada exhalación, imagina que estás liberando cualquier pensamiento negativo
que haya quedado vagando por tu mente.

Continúa centrándote en la respiración. En cada inhalación piensa "yo soy digno", y


en cada exhalación, "soy suficiente". Deja que cada inhalación traiga el amor propio
y cada exhalación libere lo que ya no te sirve. Tómate unos minutos para respirar y
recitar este mantra en tu interior. Observa cómo te sientes al decirte a ti mismo estas
palabras.

Si tu mente deambula en algún momento, está bien. Es su naturaleza. Simplemente


trae otra vez tu atención a la respiración. Observa cómo tus pensamientos van y
vienen, tanto positivos como negativos. Simplemente déjalos pasar como nubes
flotando en el cielo.

Ahora visualízate de pie frente a un espejo y mira a tus propios ojos. ¿Qué ves?
¿Dolor y tristeza? ¿Amor y alegría? ¿Neutralidad?

No importa lo que aparezca en el reflejo, di: "te amo, eres hermoso y mereces ser
feliz".

Comprende que lo que ves en el espejo en este momento puede ser diferente de lo
que veas la próxima vez.

Imagina ahora que puedes respirar con el corazón. Visualiza el amor vertiéndose
desde tus manos hacia tu corazón.

Deja que este amor te entibie y te impregne desde el centro del corazón y ocupe el
resto de tu cuerpo.

Siente la comodidad y calma viajando subiendo por el pecho hacia el cuello y la


cabeza, yendo hacia los hombros, brazos y manos y luego hacia las costillas, el
vientre, la pelvis, las piernas y los pies.

Permite que una sensación de calidez te invada de pies a cabeza. Respira aquí y
comprende que el amor estará disponible para ti siempre que lo necesites.

Cuando estés listo, toma algunas respiraciones más conscientes y profundas y luego
abre suavemente los ojos. Siéntate por unos momentos y reconoce la experiencia
única que has tenido durante esta meditación. Vuelve a esta práctica (o a cualquier
otro recurso que te sea útil) cada vez que necesites crear un espacio amoroso para ti
mismo.

Esta es una hermosa oportunidad para aprender algo nuevo sobre ti y conectar con
tus necesidades físicas y emocionales. Deja que el amor propio te permita construir
una relación más fuerte contigo mismo y mostrarte plenamente en tu vida.

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