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La fase de latencia es una época muy importante que prepara para el gran periodo de

cambios de la adolescencia, pero sobre todo es un periodo de cambios en la


organización y el funcionamiento de la personalidad, de las conductas y de las
relaciones sociales que se establecen.

Los niños durante la primaria están en un periodo de su vida en el que construyen


nuevos placeres, dominan nuevas actividades, adquieren aprendizajes y amplían sus
relaciones. Entender los cambios que se producen y los logros que se alcanzan
permite aclarar las implicaciones que tiene para la adolescencia.

En lugar de pensar la latencia como un periodo de receso o de espera, podemos


pensarla como un trabajo mental que el niño tiene que hacer para modificar su
estructura y organización de forma activa, utilizando distintos medios para lograrlo
(Urribarri, 2008).

En otras palabras, la sexualidad no declina, el interés permanece activo, lo que


disminuye es la actividad sexual manifiesta (por ejemplo, la masturbación), para
dirigirla hacia actividades que permitan cambios en la organización y funcionalidad
del psiquismo.

La idea de Urribarri es que el trabajo de la latencia tiene lugar en dos niveles, uno
interno y mental y otro externo vinculado a las relaciones del niño con los adultos y
sus pares. Por ejemplo, por un lado, un niño de 8 años tiene que adquirir habilidades
y conocimientos que le permitan adaptarse a la escuela y, al mismo tiempo,
desarrollar la capacidad para establecer nuevas relaciones de amistad (Urribarri,
2008).

Una de las herramientas con las que cuenta el niño para llevar a cabo el trabajo de la
latencia es el juego que va cambiando a lo largo de todo el desarrollo infantil. A
través de los juegos, los niños en la latencia pueden conocer, dominar y ejercitar el
cuerpo y el espacio, así como desarrollar su interés por el mundo y la adaptación a
las nuevas circunstancias. El juego está más organizado, ligado a lo real, se
comparte y socializa, lo que permite el desarrollo de la noción de reglas y la actitud
competitiva.

Por ejemplo, el juego de roles muestra la organización mental más compleja, el


acceso a lo simbólico, la capacidad para identificarse temporalmente con los
diversos personajes y sus interacciones en una trama dramática.

Al comienzo de la latencia el movimiento es expresión de alegría y placer,


predomina la motricidad gruesa como correr, patinar, saltar, patear la pelota, etc., y
parece más importante la fortaleza que la habilidad. Vemos que niños y niñas
participan en juegos compartidos que pueden ser desordenados y tumultuosos.

Conforme el niño crece, el juego se modifica; conforme se interiorizan los roles y se


distinguen lugares y funciones, puede realizarse una tarea en equipo y acciones
destinadas a un fin común. A partir de los 8 años predomina la habilidad más que la
fortaleza, el niño, por ejemplo, hace trucos con el spiner, fintas en el futbol o
acrobacias en la bicicleta.
El juego favorece la integración de la imagen corporal, la ampliación de los recursos
de la personalidad, interiorización, intercambio, cooperatividad de roles, integración
de grupos de pares, así como la obtención de placer por el movimiento (Urribarri,
2008).

La latencia entonces es mucho más que un periodo de transición, es una etapa de la


vida en la que se dan procesos diversos que preparan y facilitan el acceso a la vida
adulta, a la sociedad y a la cultura.
. Etapa genital

La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con los
cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo psicosexual
el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede reprimir con la misma
eficacia que en etapas anteriores.

La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser la de los genitales, pero a
diferencia de lo que ocurre en la fase fálica, aquí ya se han desarrollado las competencias
necesarias para expresar la sexualidad a través de vínculos de unión de carácter más abstracto y
simbólico que tienen que ver con el consenso y el apego con otras personas. Es el nacimiento de la
sexualidad adulta, en contraposición a otra ligada solo a las simples gratificaciones instantáneas y
obtenidas mediante actividades estereotípicas.

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