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Enfoque de Freud:

Freud presenta en su teoría el desarrollo psicosexual. El creía que las personas


nacen con pulsiones biológicas que deben redirigirse para hacer posible que las
personas vivan en una sociedad. Llegó a la conclusión de que los orígenes de las
alteraciones emocionales provenían de las experiencias traumáticas reprimidas de
la temprana infancia.
Freud propuso tres instancias hipotéticas de la personalidad, el "ello", el "yo" y el
"superyó'', que se desarrollan desde el inicio de nuestra vida.
Los recién nacidos son gobernados por el "ello", la sede de pulsiones instintivas
inconscientes, que busca la gratificación inmediata bajo el principio del placer.
Cuando hay una demora en la gratificación, como es en el caso del lactante cuando
tiene que esperar a ser amamantado, empiezan a verse como separados del mundo
exterior.
El "yo", en sí mismo consciente se desarrolla de manera gradual a partir del primer
año de vida aproximadamente, y opera bajo el principio de la realidad. La meta del
"yo" es encontrar maneras razonables y realistas, de gratificar al "ello" y que
también sean aceptables para el "superyó".
El "superyó", que se desarrolla alrededor de los cinco o seis años de vida, contiene
la conciencia, incorpora los "debería" y los "no debería" socialmente aprobados
dentro del sistema de valores del niño. El "superyó" es demandante en extremo, si
sus demandas no se satisfacen, es posible que el niño se sienta culpable o ansioso.

Freud consideraba que las primeras tres etapas eran esenciales para el desarrollo
de la personalidad. Pero un suceso clave del desarrollo psicosexual tiene lugar en la
fase fálica, donde se presenta el llamado por Freud, "el complejo de Edipo". Esta
etapa y sus sentimientos se resuelven mediante la identificación con el progenitor
del mismo sexo y pasan a la etapa o período de latencia. Un período de relativa
calma emocional y de exploración intelectual y social.
Redirigen sus energías sexuales hacia otros intereses, tales como trabajo escolar,
desarrollo de actividades, relaciones y pasatiempos.

Período de Latencia

La latencia es un nuevo momento evolutivo que no tiene las mismas estructuras de


las fases libidinales que le preceden, la estructura psicodinámica y socioafectiva del
período de latencia es bien diferente a la estructura de las fases anteriores y no
comparte con éstas características comunes. De allí que teóricamente no se le
considera una fase y se lo define como período. De hecho no existiría una zona
erógena. La sexualidad infantil ha entrado en un ocultamiento, operan mecanismos
de defensa, que producen una "desexualización" de la pulsión, entendida como un
desvío o desplazamiento de metas y fines y hacia nuevos objetos.
La existencia del superyó con su dominio en lo intrapsíquico promueve que el yo
ponga en marcha estos mecanismos de defensa adaptativos.
El superyó tendrá por cometido producir en el yo una auto observación, impondrá
restricciones y prohibiciones a merced de lo que no se debe hacer (conciencia
moral) y también marcará el camino de aquello que se debe ser y hacer (ideales del
yo).
El nuevo orden psíquico que define la existencia del período de latencia implica la
Inter-regulación de las exigencias, prohibiciones y restricciones a las que está
sometido el yo desde la cultura, que es lo que se conoce como triple servidumbre, o
triple vasallaje del yo: ante el ello (principio del placer), el superyó (exigencias
internas) y la "realidad" externa.
Cuando no se logra cumplir con los mandatos emanados del yo, el sentimiento que
aflora es el de la vergüenza y a veces depresión. Los ideales del yo están ligados
originariamente con el narcisismo infantil y constituyen variaciones y situaciones del
mismo, contienen por ejemplo, ideales de familia, de clase, de patria, etc. Cuando
las acciones del yo coinciden con ellos se produce un sentimiento de triunfo.
La existencia de un nuevo ordenamiento intrapsíquico, impuesto por las tres
instancias que propone el psicoanálisis, permite nuevas maneras de canalizar los
impulsos. Asimismo la organización de los mecanismos de defensa se estructura de
formas peculiares. Durante el periodo de latencia cobran especial relevancia la
sublimación (impulsos libidinales y hostiles que cambian de meta y objeto) la forma
reactiva (acción de sentido opuesto a un deseo reprimido que es a su vez reacción y
defensa contra el mismo) y la represión.
También se describen como relevantes durante este periodo, otros mecanismos de
defensa, como pueden ser, el aislamiento y la desafectivización (que explican la
expresión de desconexión que presenta a veces el niño o niña de este momento
evolutivo).
La pulsión de dominio, la pulsión escópica y la pulsión de saber, se articulan para
lograr aprendizajes curriculares y de diversa índole. La pulsión de investigación,
influenciada por su ligazón con la curiosidad y con la sexualidad infantil anterior, de
la que es heredera, puede seguir tres destinos: la inhibición intelectual, la rumiación
compulsiva o la constitución como pulsión investigativa libre.
Acontece una paulatina desidealización de las figuras parentales, generalmente con
nuevas tendencias identificatorias. Al respecto, puede significar algunas dificultades
las múltiples figuras de autoridad.
Se generan nuevos intereses y se producen fuertes dinamismos de desplazamiento
y simbolización, por ejemplo, de la hostilidad edípica hacia la preocupación por la
muerte, de las creencias al conocimiento objetable, del hacer - decir al decir - hacer.
En lo intersubjetivo se aprecia mayor desarrollo de la competencia, pero también de
la cooperación.
En este momento se obtiene placer del reconocimiento y afecto prodigado por el
ambiente en virtud de logros, la producción y el cumplimiento de metas.
Todo este gran periodo se inscribe en lo que se conoce como edad escolar o Franco
periodo de institucionalización formal, que somete al niño o niña a nuevas reglas de
juego. El superyó provee en parte las herramientas internas necesarias para
hacerse cargo de todo lo que le impone la cultura por intermediación del sistema
educativo escolar. Has un salto muy grande entre lo que se exige institucionalmente
a un preescolar y lo que se exige con el ingreso en la educación.
El periodo de latencia no es homogéneo y deben discriminar en él dos momentos
diferenciados llamados latencia temprana y latencia tardía.
En términos generales, desde un punto de vista cronológico, aproximadamente a los
seis años acontece la entrada al periodo de latencia y la salida del bloque de las
fases libidinales, pero a partir de los ocho o nueve años hay una división bien
marcada.
En el primer tiempo de latencia temprana, cuando el aparato psíquico cuenta con un
equilibrio incipiente entre sus instancias, en el niño o niña, aparece muchas veces
angustia, dado que entre otros aspectos, muchos de sus comportamientos consisten
en luchar contra los impulsos y la sexualidad infantil que está allí oculta y en estado
de espera. Se observa tendencia al auto reproche y baja tolerancia a las críticas.
La sublimación posibilita una reorientación de la actividad erótica y agresiva antes
depositada en los objetos edípicos, hacia actividades socialmente aceptables y
valoradas, Gran parte de la energía se canaliza hacia el aprendizaje, requiriendo de
la habilidad de "quedarse quieto" en la escuela, para poder someterse a las
exigencias curriculares que lo van a formar o transformar para volverlo un sujeto
hábil, útil y necesario para perpetuar el sistema social hegemónico, legitimandose
así como ciudadanos.
Los movimiento en los varones están ligados más al vigor, la fortaleza y la
resistencia, asociados a actividades a la penetración, competencia y mayor
desplazamiento. En las niñas los movimientos se inclinan más dentro de pautas de
coordinación ritmo y sentido estético, asociados a mayor capacidad en el uso del
lenguaje y el diálogo. La diferencia debe analizarse tanto desde una óptica
afectivo-sexual, como desde un enfoque de género.
A partir de los ocho o nueve años, dando paso a la latencia tardía, se evidencia una
re sexualización del pensamiento y de los comportamientos en general, de la mano
de una re - libidinización corporal y de los vínculos. También la hostilidad y
agresividad tendrán, en este momento evolutivo, un lugar destacado y diferente al
que aconteció en épocas precedentes. En la latencia tardía se aprecia mayor
fluidez, autonomía y equilibrio.
Respecto de los sentimientos ligados a la presencia del superyó, podemos decir:
Sentimientos de culpa (desajuste en relación a la conciencia moral)
Sentimientos de inferioridad (baja autoestima) ligados al "yo ideal" y
generadores de frustraciones por fallas narcisistas, golpes a fantasías de
omnipotencia, desilusión por no conformar la imagen de sí deseada.
Sentimientos de vergüenza ante incumplimiento de ideales del yo, vinculados
al otro. Acción sentida como falla.
Se va logrando mayor manejo de la agresión pasiva, por ejemplo, mediante el uso
de la ironía.
En realidad esta latencia tardía se corresponde más propiamente con lo que
actualmente se define evolutivamente como pre - pubertad.
Tengamos en cuenta que a los nueve años encontramos cambios relevantes y
contundentes en el comportamiento de niños y niñas.
En la niña, a esta edad aproximadamente, empieza la primera señal del
advenimiento de la pubertad consistente, en el ensanchamiento del botón mamario,
que será el pezón en la mujer adulta.
En cambio, en el varón, todavía no hay evidencias físicas aparentes del cambio a la
pubertad.

BIBLIOGRAFÍA:
Amorín, D (2014) Apuntes para una posible psicología evolutiva, Desarrollo
afectivo sexual previo a la pubertad. (tomo 1, 5.ª edición) Uruguay. Editorial
Psicolibros waslala.

Palacios, J. Marchesi, A. Coll, C. (2014) Desarrollo psicológico y educación.


Desarrollo de la personalidad entre los 2 y los 6 años (tomo 1, 2da edición)
Madrid. Alianza Editorial

Papalia, E. Olds, S. Feldman, R. (2009) Psicología del desarrollo. Ingreso al


mundo de los niños. (11.ª edición

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