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VISTOS: El recurso de casación interpuesto por Juan Carlos Ferrufino Serrano (fs. 502 a 514),
impugnando el Auto de Vista Nro. 53/2013 emitido el 11 de octubre de 2013 por la Sala Penal
Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Tarija (fs. 467 a 472), en el proceso penal
seguido por el Ministerio Público contra el recurrente por la presunta comisión de los delitos de
cohecho pasivo propio y concusión, previstos y sancionados por los artículos 145 y 151 del
Código Penal.
Contra la indicada Sentencia el imputado Juan Carlos Ferrufino Serrano interpuso recurso de
apelación restringida (fs. 345 a 357), resuelto mediante Auto de Vista Nro. 53/2013 de 11 de
octubre de 2013 (fs. 467 a 472), pronunciado por la Sala Penal Segunda del Tribunal
Departamental de Justicia de Tarija, que declaró sin lugar la apelación y confirmó parcialmente
la Sentencia recurrida, modificando el quantum de la pena impuesta al imputado, reduciéndola
a tres años de privación de libertad, a ser cumplida en el Penal de Morros Blancos de la ciudad
de Tarija, manteniendo en todo lo demás la resolución impugnada; ocasionando que el referido
recurrente interponga el recurso de casación (fs. 502 a 514), que es motivo de autos.
Luego, bajo el subtítulo de comparación con los precedentes invocados respecto al Auto de
Vista, concluye precisando que en cuanto al Auto Supremo Nro. 131 de 31 de enero de 2007, el
juicio de valor otorgado a uno o más medios de prueba es atribución del órgano judicial,
conforme al principio de inmediación, sin embargo, es una garantía del debido proceso que el
fallo exprese y explique los motivos por los que encuentra demostrada la existencia y
concurrencia de todos los elementos típicos que configuran el ilícito que se juzga, sopesando
tanto las pruebas de cargo como de descargo y en su caso, falta dicho elemento normativo del
delito atribuido, por no haber sido demostrado con ninguna prueba producida en juicio y más
bien no se ha otorgado el valor significativo a la prueba de descargo codificada como PD11,
MP14 y MP6, ni las declaraciones del Sgto. Vidal Sardinas y Rubén Galarza. Refiere que: “Es
obligación de quién acusa, cumplir con la carga de la prueba demostrando plenamente la
hipótesis acusatoria, tarea que puede requerir la demostración no sólo de cuestiones objetivas,
sino también de elementos normativos y subjetivos descritos en el injusto típico, de ahí que ante
la eventual inexistencia de uno de estos elementos, la conducta no puede subsumirse, dentro
del tipo de injusto atribuido, en función del principio de legalidad penal y consecuente
afectación a la seguridad jurídica de las personas, situaciones que devienen en defectos
absolutos no susceptibles de convalidación” (sic), estando previstos como defectos de Sentencia
en el artículo 370 del Código de Procedimiento Penal, por lo que aludiendo nuevamente al Auto
Supremo Nro. 21 de 26 de enero de 2007, del cual vuelve a transcribir parte de su doctrina legal,
aduce que en el Auto de Vista: “se evidencia que someramente se ha determinado la exactitud
de mi accionar supuestamente delictual, empero faltando los verdaderos elementos
constitutivos de los tipos penales de cohecho y concusión, que no encuadran en absoluto a la
enmarcación incurriendo por ello en una errónea calificación que ha afectado el debido proceso
y ha caído en un defecto absoluto que no amerita convalidación (…)” (sic); por lo que invocando
también el Auto Supremo Nro. 236 de 7 de marzo de 2007, del cual transcribe parte de su
doctrina legal, referida a que los delitos para ser tales, deben reunir las condiciones exigidas por
el Código Penal y que los Jueces y Tribunales deben observar el cuidado respectivo, en el sentido
de que si no existe alguno de los elementos del tipo, no existe delito, aspecto que no fue
observado por los de Alzada, que tampoco cumplieron con la doctrina legal establecida por el
Auto Supremo Nro. 67 de 27 de enero de 2006, del cual transcribe parte de su doctrina legal,
referida al principio de tipicidad, precisa que lo que pretende es que se dé cumplimiento a lo
dispuesto por el artículo 413 del Código de Procedimiento Penal, “previa valoración y
procedencia del recurso” (textual).
2. Segundo Motivo, respecto al defecto establecido en el inciso 5) del artículo 370 del Código de
Procedimiento Penal (que no exista fundamentación de la Sentencia (Auto de Vista) o que ésta
sea insuficiente o contradictoria), al epígrafe, señala que en el Auto de Vista recurrido no existe
fundamentación, vulnerando el debido proceso (artículos 115 parágrafo II de la Constitución
Política del Estado y 124 del Código de Procedimiento Penal), debido a ello, invoca el Auto
Supremo Nro. 724 de 26 de noviembre de 2004, y transcribe parte de su doctrina legal relativa
a la obligación de motivación de los fallos judiciales, haciendo también referencia a las “S.C.s No
1523/04, 537/04 y 682/04” (sic). Destaca que el Tribunal de Sentencia y el Tribunal de Alzada
violentaron el principio del debido proceso en su vertiente de la debida fundamentación y
motivación, plasmadas en los artículos 359, 360 inciso 3) y 124 del Código de Procedimiento
Penal, porque de la lectura de la resolución existe una manifiesta y notoria ausencia de
fundamentación jurídica, debido a que no se han pronunciado en forma clara y precisa respecto
a toda la prueba, por lo que transcribiendo el segundo motivo del recurso de apelación
restringida y los fundamentos a través de los cuales fue resuelto dicho agravio por los de Alzada,
señala que el Auto de Vista no tomó en cuenta que en los 5 motivos de hecho y derecho que
fundamentan la infundada sentencia, no se hace mención, ni relación pormenorizada de todos
los elementos de prueba y sólo se limitan a referirse a algunas pruebas testificales y
documentales y no a la integridad de las mismas, desacreditando las declaraciones de los
testigos de descargo, por lo que el Auto de Vista se limita de manera subjetiva a apoyar un
criterio subjetivo y erróneo del Tribunal de Sentencia, sin siquiera transcribir y fundamentar las
declaraciones testificales, no contrastadas ni relacionadas con los hechos, contraviniendo la
lógica racional, la experiencia y la psicología común como postulados de la sana crítica, sin
demostrarse además el procedimiento intelectivo que aplica el Tribunal para creer o no en
determinado medio probatorio, por lo que aludiendo al Auto Supremo Nro. 562 de 1 de octubre
de 2004, del cual también transcribe parte de su doctrina legal, concluye señalando que en todo
el contenido del Auto de Vista recurrido existe una notoria ausencia de fundamentación,
correspondiendo la anulación de los actuados, para que se dicte uno nuevo, conforme a los
artículos 124, 173 y 413 del Código de Procedimiento Penal.
Asimismo, la parte pertinente del Auto Supremo Nro. 236 de 07 de marzo de 2007, en relación
al motivo del recurso, indica: “Los delitos para ser considerados como tales, deben reunir todas
las condiciones exigidas para cada tipo en el Código Penal y ser probado en juicio oral, público,
contradictorio y continuo, y en la fase de subsunción legal los Tribunales y Jueces de Sentencia,
y excepcionalmente los Tribunales de Apelación, deben tener el cuidado de observar que a la
ausencia de alguno de los elementos configurativos del tipo penal, no existe delito” (sic); y, el
Auto Supremo Nro. 67 de 27 de enero de 2006, entre lo destacable, señala: “…se aplica como
una obligación a efectos de que los jueces y Tribunales apliquen la ley penal sustantiva
debidamente, enmarcando la conducta del imputado exactamente en el marco descriptivo de
la ley penal…” (sic).
De lo anterior, se concluye la existencia de situación de hecho similar respecto del Auto de Vista
recurrido, toda vez que todos los precedentes imponen a los Tribunales realizar la debida
subsunción del hecho al tipo penal.
Sin embargo el recurrente, en fojas 504 vuelta indica que “se dictaron las resoluciones sin haber
realizado el proceso de subsunción o adecuación de mi accionar y/o conducta con los elementos
constitutivos de los tipos penales de cohecho pasivo propio y concusión”, pero NO especifica
cuáles fueron esos elementos constitutivos a los que no se adecuó su conducta.
Pese a lo señalado en el párrafo precedente, analizados los antecedentes del caso, se advierte
que la Sentencia, en el punto “III. HECHOS PROBADOS.-” cursante a fs. 293, declaró como hechos
probados, que: a) El imputado trabajaba en el Ministerio Público en los años 2008 y 2009; b)
Que el 17 de junio de 2009, “Eduardo Salvatierra” (sic) sentó denuncia en Fiscalía contra el
imputado, por exigir cobros indebidos de dineros en el mes de mayo de 2009 y que fue encarada
en audiencia de medidas cautelares en la misma fecha; c) Que José Luis Silva Tito y “Feliciano
Aguilar” (sic) acudieron en mayo de 2009, a bordo de motocicleta, al penal de Morros Blancos
para intervenir en la declaración informativa de Eduardo Salvatierra Balcazar y que a petición de
Juan Carlos Ferrufino Serrano “aseveró recibirla en reserva por tratarse temas confidenciales y
que supuestamente desconfiaba de los policías y del asesor jurídico del municipio Dr. Ronald
Sánchez” (sic) por lo que esperaron en el patio del penal, antes que llegue la abogada del
“SENADEP” (sic), aproximadamente a hrs. 10:00 a.m. convocada para asistir en la declaración de
Salvatierra “por inasistencia del Dr. Grover Mita” (sic), para posteriormente indicar:
“…oportunidad aprovechada para incitarle entregue dinero a cambio de su libertad,
posteriormente éstas tres personas ingresaron hacia el pasillo anterior a la oficina del
Gobernador a puerta abierta donde se instaló una computadora e impresora permaneciendo
reunidos alrededor de una hora, pactándose que a cambio de su libertad debía cancelar la suma
de Tres Mil Dólares Americanos (3.000 $u$) cuyos pagos serían parcialmente cubiertos hasta
antes de su audiencia cautelar suspendida en varias ocasiones por diversos motivos no
atribuibles al acusado que más tarde aseveró la imposibilidad de cumplir el acuerdo por estar
en riesgo su carrera” (sic). También la referida sentencia, señaló que un día sábado, el imputado
vestido de deportivo, visitó a Eduardo Salvatierra, dejando abierto el compromiso de ayudarle y
que no iría a la audiencia de cesación a la detención preventiva; y, d) Indicó asimismo la
sentencia, que el 3 de junio de 2009, a horas 09:15 se desarrolló la “audiencia de cesación a la
detención preventiva de Eduardo Salvatierra a la que no acudió el Fiscal Juan Carlos Ferrufino
cuya inconcurrencia sin que se haya dado los mecanismos de suplencia fue entendida por el
instructor penal como no oposición para disminuir el peligro de obstaculización, sin embargo la
autoridad fiscal extemporáneamente trató de justificar vía celular su inasistencia porque debía
realizar en cooperación directa la declaración informativa de Edil Vaca en ese horario” (sic).
Posteriormente, en el parágrafo V. de la sentencia (fs. 293 vuelta a 297), fundamentó realizando
el análisis del conjunto de las pruebas producidas en el juicio oral, público y contradictorio,
señalando en el punto 5. del citado parágrafo V, que “existiendo suficientes y vehementes
indicios de culpabilidad por que éstos son múltiples reúnen el carácter de anteriores y
concomitantes, se relacionan con el hecho principal, son unívocos, es decir que todos reunidos
no conducen a hechos diversos, son directos de manera que conllevan lógicamente y de forma
natural al hecho que se trata, con concordantes, tienen conexión entre sí y se fundan en hechos
reales y probados” (sic), para luego referir el artículo 145 del Código Penal y señalar “como es el
caso Juan Carlos Ferrufino Serrano pidió a Eduardo Salvatierra Balcazar la suma de de 3.000 $u$
para ayudarle a recobrar su libertad como favorecerlo en otros casos” (sic) (fs. 296 vuelta), para
posteriormente indicar: “…En relación al delito de la concusión, Juan Carlos Ferrufino con abuso
funcionario aprovechando que Eduardo Salvatierra tenía constreñida su libertad a costa de ésta
situación tenía el ánimo de obtener beneficio económico indebido en provecho personal…” (sic)
(fs. 296 vuelta), y cuya ratio decidendi se encuentra debidamente expuesta en la parte de la
sentencia subtitulada “V. VOTOS DEL TRIBUNAL ACERCA DE LOS MOTIVOS DE HECHO Y
DERECHO” (sic), donde haciendo referencia a las pruebas producidas, efectuó la debida
subsunción de los hechos a los tipos penales por los que el imputado fue condenado, entre lo
que refiere la actitud del imputado en relación a la víctima con anterioridad a la fecha de la
referida audiencia, así indica que: “Al Tribunal llama la atención que sin estar ordenada la
reserva a la publicidad o de actuaciones por el Instructor Penal que es dable únicamente en los
casos específicamente reglados por el Art. 116 y Art. 281 del Adjetivo Penal que no es el presente
haya tenido que despachar al patio del penal prácticamente a todas las personas incluso al
asignado al caso cuya presencia no solo era para intervenir en el acto al igual que el abogado de
la Alcaldía…” (sic) (fs. 294 vuelta); consiguientemente en el análisis de subsunción, señaló: “…Así,
el artículo 145 del Código Penal que regula el cohecho pasivo describe…” (fs. 296 vuelta) (las
negrillas son nuestras) y luego indicó: “…como es el caso Juan Carlos Ferrufino Serrano pidió a
Eduardo Salvatierra Balcazar la suma de 3.000 $u$ para ayudarle a recobrar su libertad como
favorecerlo en otros casos, promesa que se cumplió siendo indiferente si la suma llegó al poder
cohechante, sobre el particular Carlos Creus en su obra Derecho Penal, refiriéndose a ésta
conducta penal dice:’ Que, la acción objetivamente descrita, son de dos ordenes: Recibir dinero
o cualquier otra dádiva o aceptar una promesa…” (sic) (fs. 296 vuelta) (las negrillas son nuestras);
y, que es concordante al tipificado en el artículo 145 del Código Penal, que dice: “La servidora o
el servidor público o autoridad que para hacer o dejar de hacer un acto relativo a sus funciones
o contrario a los deberes de su cargo, recibiere directamente o por interpuesta persona, para sí
o un tercero, dádivas o cualquier otra ventaja o aceptare ofrecimientos o promesas, será
sancionado con privación de libertad de tres (3) a ocho (8) años y multa de cincuenta (50) a
ciento cincuenta (150) días” (sic) (las negrillas son nuestras). Por otra parte, el Tribunal de
Sentencia indicó: “…En relación al delito de concusión, Juan Carlos Ferrufino con abuso
funcionario aprovechando que Eduardo Salvatierra tenía constreñida su libertad a costa de ésta
situación tenía el ánimo de obtener beneficio económico indebido en provecho personal de ésta
forma se presentó al Penal de ‘morros blancos’ despachando sin razón prácticamente a todo el
grupo de investigación conformado que tenía interés de seguir de cerca los casos que
involucraban a Eduardo Salvatierra entendiéndose que lo hizo para no estar rodeado de
personas así conversar con mayor tranquilidad respecto al dinero que requería…” (sic) (fs. 296
vuelta) (las negrillas son nuestras).
Por tanto, NO resulta evidente lo denunciado por el recurrente, en sentido de que se lo haya
condenado sólo por el hecho de no haber asistido a una audiencia, donde tenía que tratarse la
cesación a la detención preventiva de Eduardo Salvatierra Balcazar; sino que fue también en
mérito a situaciones anteriores a la referida audiencia, conforme al análisis realizado en la parte
de la sentencia subtitulada “V. VOTOS DEL TRIBUNAL ACERCA DE LOS MOTIVOS DE HECHO Y
DERECHO” (sic), cuyo punto 5. de este subtítulo fue destacado por el Tribunal de Alzada,
conforme se señaló en párrafo precedente.
En mérito a lo expuesto, la actuación tanto del Tribunal de Sentencia como del Tribunal de
Alzada, se deduce que NO existe contradicción alguna en relación a los precedentes invocados
por el recurrente consistentes en los Autos Supremos Nros. 131 de 31 de enero de 2007, 21 de
26 de enero de 2007, 236 de 07 de marzo de 2007 y 67 de 27 de enero de 2006.
Respecto al segundo motivo de casación en el que alega que el Auto de Vista impugnado “no
existe debida fundamentación” (fs. 506) haciendo referencia al “SEGUNDO AGRAVIO” (sic) (fs.
506 vuelta) de la referida Resolución impugnada, la que está relacionada a la sentencia sin la
debida fundamentación, o que esta sea insuficiente o contradictoria. Argumenta el recurrente
que el Tribunal de Alzada no tomó en cuenta la carencia de fundamentación en que incurrió el
Ad quo, habiéndose limitado a apoyar un criterio subjetivo y erróneo del Tribunal de Sentencia,
sin siquiera transcribir y fundamentar las declaraciones testificales, no contrastadas ni
relacionadas con los hechos, contraviniendo la lógica racional, la experiencia y la psicología
común como postulados de la sana crítica, sin demostrarse además el procedimiento intelectivo
que aplica el Tribunal para creer o no en determinado medio probatorio. El recurrente invoca
los Autos Supremos Nros. 724 de 26 de noviembre de 2004 y 562 de 01 de octubre de 2004,
mismos que fueron mencionados en recurso de apelación.
De la revisión del primero, se advierte que la doctrina legal aplicable contenida en él, destaca:
“…Los Tribunales de Sentencia o el Juez deben emitir la sentencia fundamentada consignando
todos y cada uno de los hechos debatidos en el juicio, con un análisis de todas y cada una de las
pruebas de cargo y descargo incorporadas legalmente en el proceso, debiendo la
fundamentación ser clara sin contradicción entre la parte considerativa y la resolutiva, con
indicación de las normas sustantivas o adjetivas que respalden el fallo requisitos que toda
sentencia debe contener, constituyendo su omisión defectos de sentencia insubsanables al
tenor del artículo 370 inciso 3) y 5) del Código de Procedimiento Penal, por lo que en esos casos
corresponde aplicar el primer parágrafo del artículo 413 del Código de Procedimiento Penal”
(sic); por otra parte, la doctrina legal aplicable del Auto Supremo Nro. 562, señala “Las normas
procesales son de orden público y por consiguiente de cumplimiento obligatorio; si en obrados
se observan defectos de procedimiento que constituyen defectos absolutos y atentan derechos
fundamentales, deben ser corregidos de oficio por el Tribunal de Alzada o el de Casación en
ejercicio de la facultad conferida por el artículo 15 de la Ley de Organización Judicial, aunque el
recurrente no hubiera efectuado reclamo oportuno para su saneamiento, facultad que está
restringida para casos donde se encuentren violaciones flagrantes al debido proceso y existan
defectos absolutos que determinen nulidad. Además en ningún fallo puede omitirse la
fundamentación del mismo, no pudiendo ser reemplazado por la simple relación de documentos
o la mención de los requerimientos de las partes; tampoco puede existir incongruencia y
contradicción entre los fundamentos expuestos en la parte considerativa con la resolutiva” (sic);
constatándose que existe situación de hecho similar, corresponde verificar la contradicción
denunciada.
En el presente caso, de la revisión del recurso de apelación restringida, se establece que el ahora
recurrente, de manera genérica, denunció: “Advirtiéndose de la lectura de la resolución una
manifiesta y notoria ausencia de fundamentación jurídica debida…” para luego indicar: “…más
aún, si no se han pronunciado EN FORMA CLARA Y PRECISA RESPECTO A TODA LA PRUEBA…”
(sic) (fs. 350 vuelta), sin especificar en qué parte de la sentencia existe la referida ausencia de
fundamentación jurídica, tampoco señaló de manera clara cuáles fueron las normas del correcto
entendimiento humano inaplicadas o aplicadas erróneamente, expresando las partes de la
sentencia en las que consta el agravio, no expresó las reglas de la lógica que hubieran sido
inobservadas vinculando su crítica con el razonamiento base del fallo, no señaló las partes del
decisorio donde constan los errores lógico-jurídicos, proporcionando la solución que pretende
en base a un análisis lógico explícito, tampoco atacó en sus argumentaciones el silogismo
desarrollado en la sentencia, ni fundamentó la violación a las reglas de la sana crítica. Al
respecto, la jurisprudencia, a través del Auto Supremo Nro. 214 de 28 de marzo de 2007, señala:
“…será pues obligación del recurrente, al alegar la infracción basada en la inadecuada aplicación
de las reglas de la sana crítica, atacar en sus argumentaciones el silogismo desarrollado en la
sentencia y no referirse ha actuaciones procesales sin incidencia directa en la resolución de
mérito…” (sic) y posteriormente indica: “Resulta deficiente el planteamiento cuando el recurso
discurre en torno a las propias apreciaciones del recurrente en lugar de señalar concretamente
las partes de la sentencia donde se hubieran infringido los principios alegados...” (sic).
Lo cierto es, que de acuerdo a la jurisprudencia citada en párrafo precedente: “Para demostrar
la violación a las reglas de la sana crítica es preciso que la motivación de la sentencia esté
fundada por un hecho no cierto, que invoque afirmaciones imposibles o contrarias a las leyes de
la lógica, la ciencia o que se refiera a un hecho que sea contrario a la experiencia común, que
analice arbitrariamente un elemento de juicio o que el razonamiento se haga sobre pruebas que
demuestren cosa diferente a la que se tiene como cierta con base en ella, una prueba, de
acuerdo a la sana crítica, tiene que referirse a hechos que en un momento histórico no son
imposibles naturalmente, porque no se opone a ellos ninguna ley científica natural” (sic).
A ello, se añade que el correcto pronunciamiento del Tribunal de Alzada en relación al primer
motivo de apelación, tiene relación a la existencia de fundamentación y valoración de las
pruebas. Consiguientemente, no obstante lo alegado por el recurrente en el segundo motivo de
casación sin que exponga las precisiones observadas en el análisis del presente motivo, no
resulta evidente la infracción referida por éste.
POR TANTO: La Sala Penal Primera del Tribunal Supremo de Justicia, del Estado Plurinacional de
Bolivia, con la facultad conferida en el artículo 42 numeral 1 de la Ley del Órgano Judicial y en
aplicación de la disposición contenida en el artículo 419 del Código de Procedimiento Penal,
declara INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por Juan Carlos Ferrufino Serrano (fs.
502 a 514), impugnando el Auto de Vista Nro. 53/2013 emitido el 11 de octubre de 2013 por la
Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Tarija (fs. 467 a 472), en el proceso
penal seguido por el Ministerio Público contra el recurrente por la presunta comisión de los
delitos de cohecho pasivo propio y concusión, previstos y sancionados por los artículos 145 y
151 del Código Penal.