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Reporte de lectura

Karla Santillán Meixueiro

Maestría en Psicoterapia, Universidad Humanitas

Psicoanálisis Actual

Mtra. Edith Guadalupe Moreno Jiménez

28 de enero de 2024
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Entiendo que la fantasía es una manera de protegernos de la realidad, de aquello que no

nos gusta, que nos hace falta, que deseamos o que nos hace daño. Esto no es indicio de un

trastorno mental, pues todos fantaseamos en el día a día y es normal, para mí es como un colchón

que amortigua aquello que no nos es cómodo en la vida. Lo importante es qué hacemos al

respecto con aquello que no nos agrada y qué es lo que la fantasía nos quiere decir.

Me gusta mucho lo específico que se muestra la diferencia entre celos y envidia. La

envidia es una emoción mucho más primitiva que se de manera unilateral sin triangular, mientras

que los celos son ese sentimiento relacionado con el amor, el desear al otro y quitar de en medio

a quien se interpone en esa relación. La envidia es solo el querer tener lo que no se tiene y va

más enfocado a un objeto.

¿La envidia nos lleva siempre a querer destruir lo que envidiamos o a quien envidiamos?

Después de leer este capítulo me surge esta pregunta, pareciera ser que envidiar lo que alguien

tiene nos hace querer destruir a esa persona o el objeto motivo de la envidia. ¿Es malo sentir

envidia? ¿A caso no todos llegamos a tener este sentimiento? ¿En qué momento deja de ser

“sano”?

Pienso que las madres tienen una gran responsabilidad en la crianza de los hijos. También

que no importa que tan bien o mal lo hagan, al parecer el bebé siempre las “odiará” en algún

momento de su desarrollo.

Me cuesta un poco imaginar un bebé sintiendo odio o amor, no digo que esto no sea así,

pero no imagino cómo si está apenas aprendiendo del mundo que lo rodea y a identificar

emociones, puede llegar a odiar tanto hasta el punto de querer destruir su fuente de alimento, que

al final del día, cuando el bebé es muy pequeño, la mamá se convierte en una fuente de alimento

y el papá en una fuente de envidia o celos.

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