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Hechos 29

Nombre y Apellido: Víctor Renzo, Palomino Sevillano


Curso: Hechos: el desarrollo de la iglesia
Profesor: Dr. Fred Smith
Fecha: 26/07/23

Introducción

Actualmente me encuentro congregando y sirviendo en la iglesia de San Juan de Lurigancho.


Mi congregación es parte del movimiento “Lima al Encuentro con Dios” (LED) que naciera
en el seno de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera del Perú. En 1988 un grupo de siervos
llego al distrito de San Juan de Lurigancho fruto del evangelismo intenso en la ciudad de
Lima para así levantar una iglesia local, realizando un discipulado sistemático mediante el
discipulado y el estudio de la Palabra, lo que resultó en la consolidación y crecimiento de la
iglesia. Desde entonces hemos crecido exponencialmente gracias a la visión de Dios dada a
nuestro pastor titular Roberto Valdivia, en la cual comenzamos a realizar un evangelismo
intenso y discipulado sistemático. Por eso, es que creemos en que la iglesia local es el centro
de comunión y adoración primario, y el medio principal que Dios usa para la evangelización,
la formación de discípulos y el ministerio. Es también donde se enseña y predica la Palabra (2
Tim 3:16; 4:2). También es donde se practican las ordenanzas del bautismo y la Cena del
Señor (Mat 28:18-20; 1 Cor 11:23-26). Fruto de todo lo mencionado hasta el día de hoy
seguimos creciendo no solo en números, sino en amor y gracia para con cada uno de los
miembros, nuestra membrecía creció de 100 personas a 3450. Además, hemos enviado
misioneros al interior y exterior del país.

Entonces, así como el Evangelio según Lucas finalizaba con la perspectiva de una misión a
las naciones, igualmente Hechos termina con la perspectiva de una misión que partiera de
Roma hacia el mundo. La descripción de Lucas sobre la predicación de Pablo sin
impedimento y sin temor alguno simboliza una puerta ampliamente abierta, a través de la que
nosotros en nuestros días tenemos que pasar.
Por esta razón es que muchas iglesias nacieron entre ellas mi congregación porque la historia
de Hechos continua. Es decir, los hechos de los seguidores de Jesús han de continuar hasta el
fin del mundo, y sus palabras se darán a conocer hasta lo último de la tierra.

Por otra parte, viendo el contexto de mi comunidad, me he percatado que hay mucha
oposición en diversos puntos. Pero, aun así, el evangelio se debe difundir a pesar de las
barreras geográficas, étnicas, culturales, de género y de riqueza. Muchas de estas barreras
parecen tan inviolables que se producen disturbios cuando se predica el evangelio a un nuevo
sector de la sociedad. Pero cuando leemos el evangelio de Lucas nos deja en claro que nadie
está fuera del alcance del poder salvador de Dios y nadie está exento de la necesidad de la
gracia redentora de Dios. Además, el libro de Hechos muestra que el evangelio no se expande
por medio de la fuerza humana, sino por medio de la debilidad, la oposición y la persecución.
Las fuerzas demoníacas, los poderes y autoridades mundanos, la oposición gubernamental,
las barreras lingüísticas y culturales, el sufrimiento intenso y la persecución sangrienta, el
encarcelamiento injusto, la incredulidad, la desunión interna e incluso los naufragios y las
serpientes, todos ellos amenazan con frenar el avance del evangelio. Sin embargo, la
oposición y el sufrimiento no impiden la difusión de la gracia de Jesús; más bien, la
alimentan.

Viendo esta realidad alrededor de mi iglesia local, puedo decir que la manera en como mi
iglesia puede asemejarse a la iglesia primitiva es por medio de tres puntos:

Siendo una iglesia instruida

En el distrito donde se encuentra mi iglesia hay mucha idolatría, ideologías y pensamientos


errados del cristianismo. Considero que quizás la raíz más importante de las creencias
heréticas de los cristianos hoy es que hay una gran carencia de conocimiento teológico al
interior de la iglesia. Esto impide que como iglesia podamos crecer e incluso de ser testigos
eficaces al salir al mundo y dar testimonio de Cristo. En general, las personas parecen
preocuparse cada vez menos por sumergirse en un estudio profundo de las doctrinas de la
teología, considerándolas algo demasiado académico y con poca aplicación a la vida del día a
día. Pero, la primera iglesia consideraba que el conocimiento profundo de ese Jesús que da
salvación es algo de crucial importancia.
Por tal motivo, una manera de que mi congregación se asemeje a la primera iglesia es
manteniéndonos firmes en la enseñanza de los apóstoles el cual esta revelado en la Biblia.
Como ya había mencionado, los primeros discípulos no pensaban que por haber recibido el
Espíritu ya no necesitaban aprender nada, como tampoco imaginaban que podían descartar a
los maestros terrenales. Por el contrario, se sentaban a los pies de los apóstoles, sedientos de
recibir instrucción, y perseveraban en su aprendizaje, la devoción contemporánea por la
enseñanza de los apóstoles ha de significar la sumisión de la autoridad del Nuevo
Testamento, esto nos permitirá defender con autoridad el evangelio. A su vez una iglesia
llena del Espíritu es una iglesia neotestamentaria, en el sentido de que estudia las enseñanzas
del Nuevo Testamento y se somete a ellas. El Espíritu de Dios lleva al pueblo de Dios a
someterse a la Palabra de Dios para que posteriormente pueda proclamarla fielmente a toda
criatura.

Siendo una iglesia que no teme al riesgo ni a la sociedad

Una segunda manera en que mi iglesia se puede asemejar a la primitiva es siendo firmes en
nuestra fe, tomando riesgos en compartir el evangelio. Un ejemplo de esto es Pablo que
después de haber sido librado de una turba en Jerusalén y ser enviado a su ciudad natal, Tarso
(Hch 9:30), la iglesia de Antioquía mandó a traerlo para que tomara parte de la obra en la
capital de Siria (Hch 11:25-26). Qué tremenda pérdida para la iglesia hubiese sido si
Antioquía no lo hubiera rescatado del aislamiento y la oscuridad. Es muy difícil arriesgarse
por otra persona, principalmente por alguien que tenga tras sí una historia tan negra como
Pablo. Pero, la iglesia de Antioquía no tuvo temor a ese riesgo.

Dicho lo anterior, considero que como iglesia debemos tomar riesgos de preparar
correctamente a los creyentes para que puedan salir a la cultura y donde se encuentren puedan
das testimonio de la Cruz de Cristo. Esto es todo lo contrario a estar abrumados por la
sociedad y sus problemas éticos y políticos. En otras palabras, la preocupación que la iglesia
debería tener por un conocimiento doctrinal profundo es reemplazada por opiniones fuertes
sobre los desafíos éticos y políticos. Ahora, no estoy diciendo que la iglesia no deba estar
informada y no deba dar a conocer su posición acerca de los temas éticos, Por el contrario,
sabemos que la Iglesia está llamada a ser la “luz del mundo”, lo cual implica, entre muchas
cosas, oponerse a lo que es pecado y demostrar el corazón de Dios por medio de sus acciones
y palabras. El problema realmente radica en que la iglesia concibe su fe y sus perspectivas
teológicas simplemente como medios con los cuales participar en el
debate de los asuntos éticos y políticos de la sociedad. Muchas veces estamos abrumados por
la cultura y sus debates éticos y políticos, que toda su doctrina se reduce cada vez más a
responder ante dichos debates, dejando de lado los temas doctrinales, la preparación y el
asumir riesgos de salir al mundo a dar testimonio de Cristo en cada esfera de la sociedad.

Siendo una iglesia apasionada por Dios y evangelizadora

La tercera manera es siendo una iglesia apasionada por Dios y la obra. Debo señalar que en el
contexto de Hechos el término “gracia” es un paralelo para “evangelio” “salvación”. El
mensaje de Jesús se resume como “la palabra de Su gracia”. Se nos dice que como creyentes
hemos recibido “gracia” o que estamos “llenos de gracia” y se nos desafía a continuar en esa
“gracia”. Los misioneros en Hechos proclaman la gracia de Dios, y es por medio de esta
gracia que las personas pueden responder con fe. Esa es la razón por el cual el libro de
Hechos revela la búsqueda apasionada de Dios por Su pueblo, comenzando con Sus
seguidores en Jerusalén, expandiéndose a Samaria y luego al resto del mundo. Al final del
libro vemos a Pablo viviendo en Roma y “predicando el reino de Dios y enseñando todo lo
concerniente al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbo” (Hch 28:31).

Por otra parte, los primeros cristianos de Jerusalén no estaban tan ocupados aprendiendo,
compartiendo y adorando, que se olvidaron de dar testimonio. Porque el Espíritu Santo es un
Espíritu misionero que concibió una iglesia misionera. Como lo expresó Harry Bóer en su
libro “Pentecostés y las misiones”: “Hechos se rige por un tema dominante, avasallador, que
lo controla todo. Dicho tema es la expansión de la fe por medio del testimonio misionero en
el poder del Espíritu. … El Espíritu impele a la iglesia a testificar, y constantemente surgen
iglesias como resultado del testimonio. La iglesia es una iglesia misionera”. Por tanto, si
queremos asemejarnos a la primera iglesia, entonces debemos aprender acerca de la
evangelización intensiva y continua. Esto a su vez nos llevará a que cada día el Señor añadirá
al grupo los que serán salvos. Y sin duda lo hara mediante la predicación, el testimonio de los
miembros de la iglesia, el impresionante amor de su vida en comunidad que tengamos, y el
ejemplo que demos al mundo.
Después de haber leído el libro de los Hechos he podido notar que es importante comprender
que a medida que las personas oyen de Cristo y de su obra, y creen en Cristo y en su obra
redentora, se van agregando a la comunidad de fe. A fin de cuentas, la iglesia del futuro es el
fruto del evangelismo de la iglesia de hoy. Dios mismo ha escogido a los que son discípulos
hoy “a fin de que anuncien las virtudes de Aquél que los llamó de las tinieblas a Su luz
admirable” (1 Ped 2:9). Lo que Jesucristo está diciendo es que la iglesia, formada por sus
discípulos, ha sido enviada al mundo con el fin de predicar el evangelio.

Mientras más personas escuchen el evangelio, más creerán en Él y más crecerá la iglesia. Así
que cuando hablamos del crecimiento de la iglesia no nos referimos tan solo al aumento en el
número de los asistentes a los servicios de los domingos. Parte del problema de enfocarnos
solo en el crecimiento de la asistencia dominical radica en que no representa el crecimiento
total de la verdadera iglesia. Por mi parte no creo que todas las personas que asisten los
domingos serán las que estarán en la presencia de Dios en el cielo por toda la eternidad.
Aunque asistan a la iglesia, no todos ellos son la iglesia. Llenar un salón con gente que canta,
aplaude y escucha una predicación no significa que la iglesia ha crecido; solo significa que la
asistencia ha aumentado. Lo que realmente queremos ver es más gente que crea y crezca en
las verdades del evangelio. Esto implica que estén viviendo una vida donde confiesen su
pecado, su esperanza esté puesta en Cristo y estén haciendo buenas obras como resultado de
una vida transformada luego de haber creído en el evangelio.

Por tanto, considero que nuestro enfoque, nuestro tiempo, nuestros recursos y nuestra
atención deberían estar más enfocados en tres principios que rescato del libro de los Hechos
para que mi iglesia pueda crecer de manera saludable.

1. La predicación continua y apasionada del evangelio


Sin lugar a dudas que los primeros años de la iglesia se caracterizaron por una intensa
actividad evangelística y por la realización de grandes milagros que la misma Palabra
describe. Pero, en la medida en que ellos iban predicando, las necesidades de la población
eran atendidas según Dios decidiera sanarlas de acuerdo a su voluntad soberana. Estas
intervenciones de parte de Dios ocurrían de manera inesperada porque los apóstoles no salían
a sanar a las personas de forma programada, ya que solo Dios puede determinar cuándo Él
obraría un milagro o no. Esa es una decisión soberana del Dios del cielo. Esto contrasta
sobremanera con la práctica de hoy en día donde se anuncia por las ondas de radio que tal día
habrá una campaña de milagros y sanaciones, como si Dios pudiera ser programado por
nosotros. Todo lo contrario, nuestro enfoque debe estar en predicar las virtudes de Cristo
donde quiera que nos encontremos, ya sea en el colegio, el trabajo, los amigos, con los
compañeros o en las calles. Además, el evangelismo de la iglesia primitiva estuvo centrado
en la persona de Jesús y su obra en la cruz a nuestro favor (1 Co 1:18-25). Por tanto,
considero que la predicación sobre la muerte y resurrección de Jesús es central para el
crecimiento de la iglesia. La buena noticia de la salvación realizada en Cristo y aplicada por
el Espíritu Santo se extiende hasta los «confines de la tierra» por medio de la predicación.

2. La oración continua por tener cosecha evangelística.


La oración es el corazón de la iglesia y también de las misiones. Por tanto, el evangelismo no
es un programa ideado por el hombre. Es un esfuerzo dirigido por el Espíritu. Sin oración, no
puede haber una predicación ferviente y tampoco habrá evangelismo efectivo, muchas
iglesias pueden ser activistas sin tener la intencionalidad con respecto a orar por el
evangelismo y los perdidos en la comunidad. Creo que es anormal pensar que podemos
separar la oración del evangelismo. Pero es el libro de los Hechos quien nos da el principio de
la oración constante no solo por la predicación, sino también en el evangelismo y que el en su
tiempo añadirá. “Y se dedicaban continuamente a la oración…. Y el Señor añadía cada día al
número de ellos los que iban siendo salvos” (Hch 2:42, 47).

3. El amar nuestra comunidad y la hospitalidad a los que sufren


A lo largo del libro de los Hechos podemos notar como el amor entrañable unos con otros los
llevaba a que esa gracia que se les había dado puedan mostrarlo en su comunidad. Aunque se
esperaba que cada familia o tribu cuidara de sus pobres, la ayuda indiscriminada de los
cristianos a todos los pobres, incluso de otras razas y religiones, como se enseña en la
parábola de Jesús del buen samaritano (Lc 10:25-37), fue sin precedentes. Durante las plagas
urbanas, los cristianos no huyeron de las ciudades, sino que se quedaron y cuidaron a los
enfermos y moribundos de todos los grupos, a menudo a costa de sus propias vidas.

Así como la primera iglesia, nuestro amor por Cristo y su obra debe manifestarse en un
intenso sacrificio por la comunidad donde nos encontramos. Nuestra geografía (donde está
ubicado la iglesia) está unida a la soberanía de Dios. Dios nos puso como iglesia donde
estamos actualmente (Hch 17:26). Hay personas que necesitan escuchar el evangelio de
nuestros labios y experimentarlo a través de nuestro servicio. La proximidad es poderosa,
porque Dios es intencional. No hay que ser ermitaños donde Dios nos llamó a ser heraldos.
Si rehusamos alcanzar a aquellos que están más cerca de nosotros, ¿a quién,
entonces, amaremos? Por eso, las iglesias que son evangelísticas no olvidan que la comisión
de Hechos 1:8 comienza con Jerusalén, la comunidad local.

Por último, dado todo el bagaje expuesto anteriormente no cabe duda de que en estos días
turbulentos han surgido situaciones que en la iglesia primitiva no se pensaba tales como la
“ideología de género, la libre sexualidad, la tecnología y la política”. Esto nos desafía a
nosotros como iglesia a hacer un trabajo profundo al interior de nuestras congregaciones y
ver la manera en cómo la teología pueda ser contextualizada de manera precisa, pero sin dejar
de centrarse en la verdad que es la obra de Cristo. Y creo que esto debe comenzar por los
pastores y líderes, y abarcando el resto de la comunidad evangélica, todos tenemos un
llamado hoy a priorizar el estudio de la Biblia como un fundamento central en nuestra
existencia cristiana. Nuestra lucha hoy es cómo ser fieles a este evangelio apostólico, y al
mismo tiempo presentarlo de manera que haga eco en los hombres y las mujeres de nuestro
tiempo. Lo que de inmediato queda claro es que, igual que los apóstoles, tenemos que
centrarnos en Jesucristo. Las personas están creyendo en que cada uno tiene su propia verdad
y puede vivir según su raciocinio. Pero la verdad es que el pecado ha segado sus mentes y
corazones. Así que ahora considerare dos situaciones que existen hoy en día y que a su vez
son todo un desafío para la iglesia y para una teología contextualizada, pero sin dejar lo
importante que es Jesucristo y la Cruz.

1. El Desarrollo Tecnológico
El primero de ellos es el desarrollo de la tecnología, y podemos darnos cuenta que esta misma
ha avanzado de manera asombrosa. He visto como nos moldean los vientos que soplan a
nuestro alrededor. En la era del omnipresente teléfono inteligente, el viento que más nos
moldea es el de Internet. Para ser más específicos, el viento son las redes sociales: Facebook,
Twitter, Instagram, YouTube, TikTok, Snapchat, etc. Un dato estadístico que encontré es el
siguiente: “más del 70% de los adultos en el Perú utilizan las redes sociales todos los días”.
Los adolescentes consumen nueve horas al día de entretenimiento. Los preadolescentes
consumen seis horas diarias.

Ahora según esta realidad en la que nuestro contexto social es principalmente en línea, somos
libres de construirnos a nosotros mismos seleccionando las imágenes y los momentos que
más nos gustan. Podemos crear una persona en línea que puede o no coincidir con quien
somos en la vida real.
En la época de Pablo el centro principal era la proclamación del Evangelio, pero hoy en día
las personas despilfarran sus tiempos en redes sociales buscando placer en ellas. El estudio
serio de la Palabra ha sido cambiado por sermones en YouTube. Si bien es cierto las redes
sociales nos pueden ayudar, pero no debemos dejar que esto sea nuestra prioridad y el estar
en comunión entre hermanos y mucho menos la realidad de salir a las calles a evangelizar.
Para estar bien y para vivir conforme a la manera en que fuimos creados no debemos
adaptarnos a este mundo, sino transformarnos mediante la renovación de nuestra mente (Ro
12:2). Las redes sociales nos moldean de afuera hacia adentro. Pero pidamos al Espíritu
Santo, que vive dentro de nosotros, que nos moldee de adentro hacia afuera. En Internet
contemplamos las imágenes de muchos dioses menores: belleza exterior, capacidad, sexo,
política, poder, materialismo y tantas imágenes fabricadas de la buena vida. Pero estos dioses
menores no nos satisfacen. Buscamos en ellos sentido y propósito, pero se desmoronan bajo
sus brillantes fachadas. Fuimos creados para prosperar portando la imagen de Dios, no la de
ellos.

La promesa de Dios es que a medida que “contemplamos como en un espejo la gloria del
Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el
Señor, el Espíritu” (2 Co 3:18). Esto sucederá. Nos pareceremos cada vez más a nuestro
Señor cuanto más lo contemplemos.

2. La ideología de genero

La segunda situación que ha aparecido en nuestros días es la ideología de género. Es


impactante observar que el feminismo combinado con el individualismo ha reordenado
completamente la forma de pensar de muchas personas sobre lo que significa ser varón y
mujer. Incluso en varios países han aceptado la ley de igualdad de género, pero esto es un
error porque tal y como escribió Andrew T. Walker en un artículo para coalición por el
evangelio: “El proyecto de ley representa la amenaza más agresiva a la libertad religiosa
jamás propuesta en cada país. Dado que toca áreas de educación, de servicio público, empleo
y financiamiento federal, si se aprobara, sus efectos radicales sobre la libertad religiosa, la
libertad de expresión y la libertad de conciencia serían históricos y también escalofriantes”.
No cabe duda que este suceso repercute no solo en la sociedad sino también en la iglesia.
Pero parece que las naciones y personas no lo ven así, ya que en la actualidad es habitual
pensar en el género como una construcción social sin que tenga necesariamente conexión con
la organización reproductiva del cuerpo.
La tecnología moderna como las pastillas anticonceptivas y la capacidad de abortar han
permitido a los varones y las mujeres pensar que son “libres” de las consecuencias sociales de
su propia fertilidad. Como resultado, las feministas han luchado por la libertad del concepto
tradicional de familia y hogar.

Estas innovaciones han supuesto a la teología cristiana un nuevo conjunto de desafíos para la
comprensión tradicional de los textos bíblicos que tratan los roles masculinos y femeninos.
La teología liberal ha tendido a adaptarse al espíritu de la época al dejar de lado la autoridad
de las Escrituras. Pero para nosotros los cristianos evangélicos que deseamos dar honor a la
autoridad de las Escrituras, hay dos perspectivas principales para comprender la enseñanza de
la Biblia que han surgido: la igualitaria y complementaria. La perspectiva igualitaria dice
sostener la autoridad de las Escrituras mientras abraza la posición feminista de la igualdad
entre hombres y mujeres. No solo propone que los hombres y las mujeres compartan la
igualdad de la imagen divina, sino que también compartan puestos de liderazgo en la iglesia,
la casa y, sobre todo, dice que la Biblia no establece el liderazgo en ningún ámbito de la vida
en función del género. Por su parte la perspectiva igualitaria no niega
la complementariedad entre los sexos. Niega que la jerarquía juegue algún rol en la
complementariedad bíblica. Es decir, aunque los hombres y mujeres fueron creados iguales
según la imagen de Dios y tienen un valor y dignidad igual, sin embargo, tienen diferencias,
llamadas complementarios tanto en el matrimonio como en la iglesia.

Hay cristianos que, debido a esto, quizá piensan que no debemos dar batalla, pues las
Escrituras son claras en cuanto al rol de los hombres y las mujeres, y el papel de la Iglesia es
presentar esa realidad al mundo. Hay que estar dispuestos a dar la razón a ese punto de vista,
pero también es importante recordar que somos llamados a evangelizar a toda criatura, y la
sexualidad humana y el orden natural están más vinculados al evangelio de Cristo de lo que
pensamos. La ideología de género y la guerra de sexos están en contra de la verdad y su
personificación en Jesucristo, quien afirmó que el ser humano había sido creado “varón y
hembra” (Mt. 19:4), y quien manifestó el mismo respeto y atención amorosa tanto a mujeres
como a hombres.
Conclusión

Sin lugar a dudas la iglesia hoy en día tiene grandes desafíos para la gloria de Dios. Nuestra
motivación nunca debe ser el temor de perder poder o el deseo de mantener ciertos beneficios
en la sociedad. La motivación debe ser el amor al prójimo al promover una cultura que afirma
las verdades que fomentan la vida humana fructífera y en paz. Al final sabemos que, en
persecución o en libertad, debemos predicar el evangelio, pero debemos desear una vida de
paz y libertad, como Pablo nos anima a orar (1 Ti 2:1-2). El evangelio nos libra del temor
para que, como iglesia, podamos amar y actuar de formas que reflejan el carácter de Cristo en
la sociedad.

Nuestra iglesia local debe enfrentar las corrientes contemporáneas como lo hizo la primera
iglesia, pero con los principios bíblicos claros. Además, la iglesia es la única organización
cuya razón de existir es para servir a los que no son parte de ella. La iglesia es una puesta de
escena en el mundo, en la cual hay gente de todas las edades, razas, sexos, y naciones que
confiesan a Jesús como el Cristo de Dios, proclamándole como el crucificado resucitado, rey,
y salvador. Si queremos evangelizar y que otros conozcan de la verdad pues debemos
aprender a ser valientes y fieles testigos de Cristo. Según el libro de los Hechos, la teología
cristiana primitiva se caracterizó por su creencia en la resurrección corporal de Jesús. Jesús
no fue una aparición, ni tampoco fingió sufrir. Él realmente sufrió en la carne, y de igual
manera fue resucitado en la carne. En Hechos, la resurrección no es simplemente un mensaje
sobre el pasado; está cargado de relevancia para hoy.

Por tanto, debemos presentar el evangelio bíblico en un todo completo. No es suficiente


“proclamar a Jesús”. Porque hoy se ofrecen muchas religiones diferentes. Según el Nuevo
Testamento, sin embargo, Jesús es histórico (realmente vivió, murió, se levantó y ascendió en
el campo de la historia), teológico (su vida, muerte, resurrección y ascensión tienen todas
significación salvífica), y contemporáneo (vive y reina para dispensar salvación a todos los
que le responden). Los apóstoles presentaban el mismo relato sobre Jesús como un hecho
histórico, con significación teológica (interpretada por las Escrituras), y como un mensaje
contemporáneo (enfrentando a hombres y mujeres con la necesidad de una decisión).
Nosotros tenemos la misma responsabilidad hoy de narrar la historia de Jesús como un hecho,
como doctrina y como buena noticia.

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